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árgano bt la J\cafomta ¿^actmtaí bt la ¿Historia

(¿¡Instituto ^Historien bel Perú)

SUMARIO

CONGRESO SOBRE EL MESTIZAJE. —

Nota.

I .

Sesión Inaugural. Discurso del Presidente Di\


Aurelio Miró Quesada. Ideas y Proceso del Mesti


zaje en el Perú.

II. —

Planteamiento Cultural del Mestizaje.

III. —

Aspectos Históricos y Demográficos del Mestizaje


Hispano-Indígena.

IV .

Política y Legislación sobre el Mestizaje.

V. —

Aportaciones Africanas, Asiáticas y Europeas no

Españolas.

VI. —

El Mestizaje y las Formas de Vida.

VII. El

Mestizaje en el Perú y en América.

VIII. —
Sesión de Clausura.

Vida Institucional y resonancias del Congreso.

TOMO XXVIII

Lima-perú
J8I8Ü0TECA NACIONAL
1965
• I-5MT1S&7 a

SECC. CONTROL Y CAT


JUNTA DIRECTIVA DE LA
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA

(INSTITUTO HISTÓRICO DEL PERÚ)

1 965

Presidente:
Aurelio Miró Quesada Sosa

Vicepresidente:
Luis E. Valcárcel

Secretario:

Evaristo San Cristóval

Tesorero:

Félix Denegrí Luna

Director de la Revista:
Manuel Moreyra Paz Soldán

Inspector de Archivos y Museos:

Guillermo Lohmann Villena

Vocales:
Ella Dunbar Temple
Alberto Tauro del Pino
José Agustín de la Puente Candamo

MIEMBROS DE NUMERO DE LA ACADEMIA NACIONAL

DE LA HISTORIA

I Víctor Andrés Belaúnde (1908). XVI Jorge Basadre Grohmann (1946).


II Felipe Barreda Laos (1908). XVII Manuel Moreyra Paz Soldán (1946).
III Juan Bautista de Lavalle (1911). XVIII Aurelio Miró Quesada Sosa (1947).
IV Osear Miró Quesada Guerra (1920). XIXOsear N. Torres (1947).
V Luis Alberto Sánchez (1928). XX Emilio Romero (1947).
Rubén Vargas Ugarte (1931).
VI XXI Alberto Tauro del Pino (1948).
Luis E. Valcárcel (1932).
VII XXIIGuillermo Lohmann Villena (1955).
Evaristo San Cristóval (1935).
VIII XXIIIJuan C. Bromley Seminario (1955).
IXPedro Villar Córdova (1935). XXIV Félix Denegrí Luna (1955).
Luis Alayza Paz Soldán (1940).
X XXV Jorge C. Muelle (1955).
XIRafael Loredo Mendívil (1941). XXVI Carlos Camprubí Alcázar (1960).
Rafael Larco Hoyle (1945).
XII XXVII José A. de la Puente Candamo (1960).
Pedro Ugarteche Tizón (1946).
XIII XXVIIIGral. Felipe de la Barra U. (1963).
XrVLuis Antonio Eguiguren (1946). XXIX Bolívar Ulloa Pasquette (1963).
XVj:ila JDunbar Jenjple. (1946)
.
. XXX Alberto Ulloa Sotomayor.
árgano be la J^cabentta Racional be la ¿Historia
(^Instituto ¿Histórico bel |Jer:ú)

MANUEL MOREYRA PAZ SOLDÁN

DIRECTOR DE LA REVISTA

TOMO XXVIII

1965

La ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, consagra el

íntegro de este volumen de su Revista N9 XXVIII (año de

1965) a insertar todos los trabajos que fueron expuestos o en

viados al Congreso sobre el Mestizaje realizado en Lima, entre

el 15 y 24 de setiembre de 1965. Celebra de esta manera, una

fecha jubilar: el 60 aniversario de su fundación.


Congreso sobre el mestizaje

La Revista Histórica-órgano de la Academia Nacional de la Historia-


dedica, este volumen XXVIII a insertar las ponencias o trabajos que se
expusieron en el Congreso sobre el Mestizaje, celebrado en Lima, del 15
al 24 de setiembre de 1965 como homenaje recordatorio, a una fecha ju
bilar de nuestra institución, nacida sesenta años atrás. Ha creído hacerlo
de la mejor manera, reuniendo a la intelectualidad interesada extranjera

y nacional para, "estudiar, dialogar, debatir, descubrir" un tema de vital

importancia, significado esencialísimo en la realidad peruana, con raí


de
ces seculares y de convergencias que anudan y forjan el
complejo de lo
que al presente es el Perú y sobre él, ha recaído la mirada aguda de los
concursantes, sin mayor ánimo polémico en las divergencias, sino, por el
contrario,con objetivo sereno y esclarecedor.
Quien examine este volu
men confrontará en su mayoría, el buen
espíritu, el científico ó técnico,
en el ahondamiento de las múltiples incursiones que impuso como mar
co,la temática escogida.
Nuestro Presidente-Aurelio Miro Quesada Sosa-supo enfocar con for
tuna, el ideario, viendo con generosidad en la historia, a una hermosa
forma de solidaridad humana trabada en lo actual como realización ine
ludible, pero que, se apoya en el pasado y se proyecta en la temporalidad
del futuro, incierto, en cuanto lleva de contingente, mas previsible
y
explicable, en lo que mira a sus fundamentales extructuras. Y mucho de
tal miraje se hallará en este volumen, que agrupa el temario desarrollado
en ocho secciones.
A manera de pórtico, en la sesión inaugural, Miro Quesada lo fun
damentó en su discurso: Ideas sobre el Proceso del Mestizaje en el Perú,
al que ve, primero, en el Nuevo Mundo carácter
en su
panorámico, luego,
con su particularidad genuina, presencia física y espiritual, por encima
y aparte de las valoraciones y de los juicios, de las apreciaciones subje
tivas. Afirmativamente cree en la insoslayable verdad del mestizaje; es
hecho palpable, constante y estrechamente unido a todos los aspectos y
manifestaciones de la vida nacional.
La invitación feliz que hizo a su estudio
y a su estimativa, están
patentes en estas
páginas, cargadas del saber histórico, etnológico, lin
güístico y sociológico, son los anales de lo que el Congreso discutió en las
sesiones de trabajo y que presidieron, los Académicos Coordinadores: Dr.
Luis E. Valcárcel, Dr. José Agustín de la Puente
Candamo, Dra. Ella
Dunbar Temple, Dr. Emilio Romero, Dr. Alberto Tauro y Dr. Carlos
Camprubí Alcázar.
Las ideologías mantenidas por los concursantes se dan clasificadas,
con relación a las secciones previas
y que, están referidas a los lincamien
tos que formuló la Academia en sus comisiones organizadoras. Este volu
men comprende, además de las sesiones de
inauguración y de clausura

ambas realizadas en la Casa de la Cultura a seis, que son funda

mentalmente las esenciales del Congreso y que, para claridad recordatoria


las puntualizamos:

I) Planteamiento Cultural del Mestizaje


O) Aspectos Históricos y Demográficos del Mestizaje
Hispano-Indiano.
III) Política y Legislación sobre el Mestizaje.
IV) Aportaciones Africanas, Asiáticas y Europeas no

Españolas.
V) El Mestizaje y las Formas de Vida.
VI) El Mestizaje en el Perú y en América.

No es el caso hacer la crítica, ni mucho menos la valoración de esa

suma integrada por cuarentidos trabajos, sobre materia tan


sugestiva la
que ha tenido últimamente antecedente de valía,
referimos, al
nos
— —

"Estudio sobre el mestizaje en América7' contribución al XXVII Congreso


de Americanistas. El Instituto Fernandez de Oviedo, del Consejo Supe
rior de Investigaciones Científicas de Madrid, hizo un llamado, solicitando

para ello la colaboración de personalidades eminentes en este campo. Las


diez respuestas, ha constituido el cuerpo total que agrupa la Revista de
Indias en sus números 95 y 96 y correspondiente al lapso julio-diciembre
de 1964.
El Perú reposa sobre cimiento imborrable: el pasado milenario del
Tiahuantinsuyo, al que le dio alterado rumbo, la virtuosidad forjadora
que importó la civilización cristiana de Occidente. De estas confluencias
nace y sigue gestándose una sociedad nueva, con gravitación propia, es

tilo de vida y sentido comunitario. Y esi-precisamente-esta fusión y esta


unidad de persona moral a lo que llamamos Perú, resultado de laborioso
proceso de amalgamación de culturas y de sangres y que, al mirarlo en su
perspectiva, en su fisonomía histórica, hallamos la síntesis integradora de
muchos elementos fraccionados. Son éstos, desde sus concretos ángulos,
los que aparecen reunidos el presente volumen y se dan, como la cabal
en

expresión de lo que fue el Congreso sobre el mestizaje reunido en Lima.


Rezuman y traducen anteladas investigaciones-hipótesis o teorías-en ca
sos, sino definitivas, por lo menos, con valiosísimos puntos de vista y

siempre, horizontes de luz, que han de servir para la sistematización inte


lectual y el perfil y la acústica de lo peruano.

M.M.
I. —

SESIÓN INAUGURAL

1) Ideas y proceso del mestizaje en el Perú. Por Aurelio Miró


Quesada.
Ideas y proceso del mestizaje
en el Perú

Por Aurelio Miró Quesada

Hace 60 años, en 1905, el Presidente Constitucional de la Repúbli


ca, catedrático y diplomático, José Pardo y Barreda, y su Ministro de
Instrucción Pública, el ilustre Jorge Polar, firmaron el Decreto Supre
mo por el que se creó el Instituto Histórico del Perú, para profundizar,

conservar y difundir la historia patria. A través de los años, con las


vicisitudes que no sólo han sido nuestras sino de todas las instituciones
culturales del país, pero también con los frutos auténticos de la obra
individual de nuestros miembros y el lazo de unión común de la "Re
vista Histórica" (nuestra señal de presencia permanente), hemos ganado
el nombre y la categoría de Academia, primero a través de los Estatutos
de 1962, y luego por el Decreto Supremo de 18 de setiembre de 1964,
firmado por el Presidente Constitucional de la República, arquitecto
Fernando Belaúnde Terry, y su Ministro de Educación Pública de en
tonces, Francisco Miró Quesada. Al llegar ahora a esta fecha jubilar

sesenta años de investigaciones históricas en el país —
hemos querido
celebrarla de la mejor manera: con un Congreso en el que podamos
libremente estudiar, dialogar, debatir, descubrir. Porque no queremos
detenernos lujo erudito, ni en un academismo doctrinario, ni en
en un

una nostalgia pasadista aunque la erudición, la doctrina, el pasado,


son una parte esencial de nuestra obra —


hemos buscado un tema que es
vital y es actual y que se proyecta del pasado al futuro: "Ideas y pro
ceso del
mestizaje en el Perú". Y porque la Historia, con todas sus
polémicas, es una hermosa forma de solidaridad humana y nos enseña
que la vida es una sola, por encima del tiempo y las distancias, hemos
íesuelto que en nuestros debates no haya conclusiones, para mantener
la más completa libertad de opinión, y hemos invitado a que alternen
con nosotros prestigiosos investigadores nacionales y extranjeros, a
a

quienes en nombre de la Academia Nacional de la Historia me complace


decir muy cordialmente que están en su casa.

Para facilitar la coordinación la labor,


en pero sin propósito alguno
limitativo ni excluyente, se han señalado cinco rubros, que serán ma-
10 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

teria de otras tantas sesiones y discusiones de mesa redonda: 1 —

Plan
teamiento conceptual del mestizaje; 2 aspectos históricos y —

demográ
ficos del mestizaje hispano-indígena; 3 —
Política legislación sobre el
y

mestizaje; 4 Aportaciones africanas, asiáticas


y europeas no españolas;
5—
El mestizaje y las formas de vida.
Los distinguidos investigadores que han tenido la gentileza de par

ticipar en este Congreso sabrán resolver muchas preguntas, pero al mis


mo tiempo abrirán el camino para otras interrogaciones y otros nuevos

enfoques. En un asunto de interés tan vital, descubrimiento y la


el

interpretación son inagotables, como la vida misma. Permítaseme sólo


proponer por mi parte algunas consideraciones generales, que sirvan
como introducción a los debates que tan doctos maestros de peruanidad
van a desarrollar en estos días.

El mestizaje en el Nuevo Mundo

Hay que tener en cuenta, en primer término, que muchos de los pro
blemas del mestizaje habían sido ya planteados, en la realidad y en la

teoría, antes de la conquista del Perú por España. El Descubrimiento


del Nuevo Mundo en las islas del Caribe y
1492, y el asentamiento en

en lugares costeños de Tierra Firme, dieron por resultado una natural

comunicación con las mujeres indias, que proporcionaban simultánea


mente atracción nueva, placer y servicio. El tono pagano de la vida,
la despreocupada poligamia del trópico, la larga distancia de la Corte y
la falta inmediata de autoridades que lo reprimieran, así como la am

pliación de poder personal y las ventajas económicas de amancebamien


to con indias ricas, o con cacicas o hijas de cacicas, hicieron que los

primeros hijos mestizos llegaran como un maduro fruto más de la vida


en América.

El
español, por otra parte, podía tener tal o cual actitud ante las

mujeres aborígenes, pero carecía fundamentalmente del prejuicio racial;


de un lado porque la larga lucha por la Reconquista lo había acostum
brado en varios siglos a las relaciones exogámicas, particularmente en
las zonas fronterizas, igualitario y de dig
y de otro por el noble sentido
nidad común del hombre, patente iglesias como
en los sermones de las
en el testamento de Isabel la Católica y reforzado en la concepción im

perial de Carlos V de la "universitas christiana". De haber prejuicios,


eran sólo formales y no de fondo: por gusto estético (subjetivo), por
consideración social (el amancebamiento con indias, si eran comunes

podía ser mal visto, pero si eran cacicas daba categoría), por falta del
matrimonio solemne y cristiano (Oviedo no reprochaba a Soto, por ejem
plo, su gusto por las indias, sino que no les advirtiera que ya estabs

casado). En todo caso, la amplitud general de pensamientos y de sen-


IDEAS Y PROCESO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 11

timientos correspondido por las mujeres indígenas; que a menudo


se vio
sirvieron españoles con lealtad, ante el peligro de las sublevaciones,
a los
hasta el punto de que el ilustre Pedro Mártir escribiera en sus Décadas,
a comienzos del siglo XVI, que las indias "aman más a los cristianos".

La consolidación de posesiones en Tierra Firme, y luego en el Da


ñen y en Castilla del Oro, y el paso del ambiente predominantemente
rural y de playa al de las concentraciones urbanas nacientes, marcó una

nueva etapa en la relación


indígenas.con los Alberto Mario Salas, en

su sugestiva Crónica florida del mestizaje en América, hace notar cómo


la situación inicial de libertad y hasta de libertinaje evolucionó insen
siblemente hacia formas de orden y de policía de costumbres. Los po
bladores indígenas fueron llevados ciudades, inducidos a
a vivir en las
vestirse, obligados a bautizarse; en tanto que los españoles por su parte
fueron compelidos a casarse, principalmente desde luego con blancas,

pero en la teoría con cualquiera siempre que se cumplieran los ritos de


la Iglesia.

El matrimonio con indias bautizadas estuvo efectivamente autoriza


do por las leyes desde el comienzo del siglo XVI. Richard Konetzke
ha citado una instrucción a Fray Nicolás de Ovando, de 1504, que aclara
solamente que "si con las indias se quisiesen casar sea de voluntad de
las partes y no por la fuerza". Otra instrucción a Ovando, también ci
tada por Konetzke, establece quizá la razón básica para esta autoriza
ción: "y que asimismo procure que algunos cristianos se casen con al
gunas mujeres indias y las mujeres cristianas con indios, porque los
unos y los otros se comuniquen y enseñen". Una Real Cédula de 1512,
citada por Lewis Hanke, revela sin embargo un retroceso de esta orien

tación, porque tiene a mal que los españoles se casen "con indias que
son gente tan apartada de razón"; pero que sólo se trataba de vacila
ciones transitorias lo demuestra otra Real Cédula de 1514, de Fernando
el Católico, que autoriza con toda claridad, con referencia a la Isla Es
pañola, "a cualesquier personas naturales destos dichos Reinos para que
libremente se puedan casar con mujeres naturales desa dicha isla sin

caer ni incurrir en pena alguna". Y aunque una cosa fuera la autori


zación oficial, y otra el ejemplo real y la consideración o desestima so
cial que ello acarreara, y aunque haya que distinguir entre los matri
monios con indias nobles —

que fueron favorecidos —

y los enlaces con

indias comunes —

que simplemente fueron tolerados con condiciones —

lo cierto es que el permiso para los matrimonios mixtos se incorporó


en las Leyes de Indias, Libro VI, título 1, Ley II.
Posteriormente, la conquista de México, España, trajo otros o Nueva
caracteres diferentes. Ya no trataba de pueblos
bárbaros, ni de in
se

dios de servicio para los centros urbanos nacientes, sino de


poblaciones
con larga y robusta tradición de cultura, con sentido
imperial y orde
nador, con estructuras políticas, sociales y económicas definidas. El
12 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

matrimonio mixto no podía ser por ello una condescendencia generosa


del español dominador con laindígena dominada; sino en ciertos casos,
al un ascenso del
contrario, en la inopia en
conquistador aventurero y
España, mujeres cobrizas de condición social y material notoriamen
con

te superior. El propio Hernán Cortés refrenda esta valoración y este

prestigio de la nueva tierra conquistada, cuando en 1522 escribe a Carlos

V: "Vuestra Alteza se puede intitular Emperador de ella y con título

y no menos mérito que el de Alemana, que por la gracia de Dios vues


tra sacra majestad posee". Y Bernal Díaz del Castillo cuenta pareja
mente que los indios llegaron a decir a Cortés, con todo orgullo, que

"pues éramos ya sus amigos, que nos quieren tener por hermanos, que
será bien que tomásemos de sus hijas y parientes para hacer generación";
es decir, el matrimonio mixto visto del lado indio.

El mestizaje en el Perú

Es así largo el repertorio de ideas y de ejemplos que había ya plan


teado el mestizaje hispano-indígena llegada de Pizarro al
antes de la
Perú. No es de extrañar por eso que entre los primeros episodios nove
lescos del viaje de Descubrimiento que han pasado a las crónicas, se
encuentren el banquete ofrecido a Pizarro por la Capullana de Lamba-

yeque, la pasión de amor de Pedro Alcón y la leyenda de Alonso de


Molina que quedó en tierra en Tumbes, atraído por las bellezas cobrizas
del lugar, y desapareció después sin dejar huellas. En el viaje posterior,
ya de Conquista, los episodios reveladores son frecuentes. De que la
aceptación no era sólo por fuerza, sino también de grado, o tal vez por
razones animistas, hay un reflejo expresivo en la escena que recogen
Gomara y Zarate, y a través de ellos Garcilaso, de las mujeres de Rumi-
ñahui que se sonríen livianamente al oir hablar de los españoles, y a las
que el jefe indio ordena matar, como castigo. Y de que no había enton
ces ningún prejuicio de inferioridad hay prueba aún más saltante
una

en civiles, el primer
el hecho de que, entre el torbellino de las guerras

gobernante rebelde del Perú fue Diego de Almagro el Mozo, hijo mestizo
del Capitán Diego de Almagro y de una india panameña.
Como es fácil suponer, puede decirse que casi no hay conquistador

español de quien no conste que tuvo hijos mestizos en el Perú. El Inca


Garcilaso de la Vega (Gómez Suárez de Figueroa en sus años del Cuzco),

hijo del Capitán Garcilaso y Chimpu Ocllo, recuerda en va


de la Palla
rias partes de los Comentarios Reales a sus condiscípulos de juegos y de
estudios en la imperial ciudad cuzqueña: Juan Serra, hijo de Mancio
Serra y de Beatriz Coya, o sea nieto de Huayna Cápac; Juan Balsa, hijo
de Juan Balsa y de otra hija de Huayna Cápac, Leonor Coya; Juan
Arias Maldonado, hijo de Diego Maldonado "el Rico"; Gaspar Cen-
IDEAS Y PROCESO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 13

teño, hijo de Diego Centeno; los hijos de Pedro del Barco, de su ayo

Juan de Alcobaza, del extremeño Antonio Altamirano; o Francisco Pi

zarro, hijo del Marqués Don Francisco y de Doña Angelina, a su vez


hija de Atahualpa. El canónigo Juan de Cuéllar, preceptor de latinidad
de esos retoños, decía conmovido, como el mejor elogio a la capacidad
intelectual de los mestizos: "¡Oh hijos, y cómo quisiera ver una docena
de vosotros en la Universidad de Salamanca!".

maridaje hispano-indígena fueron, como es tam


Las relaciones de
bién de suponer, sumamente variadas según las personas y las circuns
tancias. Pero, como se ha observado con acierto, hay una nota que di
ferencia al Perú de los antiguos ejemplos del Caribe. La organización

imperial del Tahuantinsuyo había creado una casta socialmente domi


nante, de un lado; y de otro, no había aquí la propiedad privada que
en partes podía hacer económicamente atractivas a las cacicas ricas.
otras
En el Perú, la atracción no fue económica; sino, en todo caso aparte —

de la vinculación de gustos de carácter


político y social. Como se

ñala Salas, "los Pizarros y loscapitanes españoles no engendraron sus


hijos en cualquier indígena común, sino en las hermanas de Atahualpa,
en las descendientes de Huayna Cápac", en las mujeres escogidas del

Acllahuasi, etc. La razón política llegó a operar de tal manera que


cuando se buscó la reconciliación con los últimos Incas, salidos de su

refugio de Vilcabamba, fue un motivo de júbilo oficial la solemnidad


del matrimonio de Martín García de Loyola, sobrino de San Ignacio,
con Beatriz Clara Coya,
hija de Sayri Túpac; enlace del que nació la
hija mestiza que casó después en España con Juan Enríquez de Borja,
hijo del Marqués de Alcañices y deudo de otra ilustre figura jesuíta:
San Francisco de Borja.

Caso menos frecuente por signo contrario, como matrimonio de


su

indio y española, fue el de Carlos Inca Yupanqui, nieto de Huayna

Cápac, quien casó con Doña María Amarilla de Esquivel, de distinguida


familia extremeña.

Pero por encima de las referencias anecdóticas, de las vicisitudes


de carácter político y del mestizaje simplemente biológico, lo que se

produjo desde el
primer instante, más que con nombres propios con
centenares de ejemplos anónimos, fue un fecundo y creciente mestizaje
de orden cultural (sea cual sea el nombre que se prefiera dar a este pro
ceso) . Los españoles que llegaron al Perú encontraron aquí, no una

región de tribus bárbaras sin cohesión interna ni conciencia de sí, sino


culturas con miles de años, patentes en la organización rural, en la
papa
domesticada, en el maíz, en la coca, en la llama, en los tejidos admira
bles, en la cerámica, en el oro;
vigoroso Imperio, al mismo
y con un

tiempo paternal y guerrero, que implantaba sus normas por la fuerza


y enseñaba a tejer con alegría, que dominó su medio geográfico con
irrigaciones y caminos, y donde no había holgazanes ni mendigos, se
14 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

equilibraban el hombre y la tierra y se observaba una auténtica justicia


social. Los indígenas, por suparte, sólo sufrieron el impacto de la
no

codicia y de las armas, sino descubrieron a través de España la fe de


Cristo, la escritura y el libro, el caballo que enlaza horizontes y los
bueyes que labran la tierra, la vid, el trigo, la caña de azúcar, el olivo,
el arroz, el laurel y la rosa, el derecho de viajar, el derecho de pensar,
el ansia de libertad, la individual afirmación de los derechos inalienables
de la persona humana. Fue así un doble y auroral descubrimiento, del
Perú por el mundo y del mundo occidental por el Perú. Más allá de
los Reyes y las leyes, fue éste el hecho fundamental y decisivo en la
tierra que no era ya el Tahuantinsuyo, ni fue tampoco la Nueva Cas
tilla, sino quedó bautizada con el nombre imprevisto y mestizo de "Perú".

De la espontaneidad a los recelos

La inicial liberalidad de este proceso no duró sin embargo mucho


tiempo. La creciente centralización política y la reiterada instancia a
los "vecinos" para que mujeres peninsulares, hizo
contrajeran enlace con

que declinara la estimación de las mancebas o esposas indígenas. Por


otro lado, si en el primer momento cuando los hijos mestizos eran po

cos, eran por lo común absorbidos por el padre, le servían de contento

y de ayuda, y de "lenguas" o intérpretes, en cambio cuando su número


se multiplicó comenzaron a convertirse en un problema.

El primer toque de alarma parece haberlo dado el astuto La Gasea

cuando, al enviar a España en 1549 al pequeño hijo de Gonzalo Pizarro,


insinúa la posibilidad de que la gente suelta que había en el Perú, "ami
ga de novedades, bullicios y desasosiego", buscara en el muchacho el
arrimo que hallaron dice "en el otro mestizo, que dejó el Adelan
— —

tado Don Diego de Almagro". El Virrey Conde de Nieva desconfía

también de los mestizos, de los que afirma que sólo se puede esperar
"bullicios e inquietudes en el Reino". Una carta al monarca, de 4 de
marzo de 1562, observa un naciente sentimiento que podría llamarse de

formación de una conciencia nacional cuando dice, con inesperada ro


tundidad y uniendo a mestizos y criollos, que los nacidos en el Perú
"no tenían amor a los Reyes ni Reinos de España, ni a las cosas de
ellos, por no los haber conocido, y nacido acá, aunque sean descen . . .

dientes de españoles, y porque el amor que por nacimiento y naturaleza

de nacer el hombre en la tierra se grande".


adquiere es muy
En el mismo sentido avanzó el Licenciado Lope García de Castro,
quien en enero de 1567, como Presidente de la Audiencia, tuvo que de

belar un motín de mestizos que iba a estallar en el Cuzco y Los Reyes.


En carta al Rey afirma con alarma que "hay tantos mestizos en estos

Reinos y nacen cada hora, que es menester que V.M. mande enviar
IDEAS Y PROCESO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 15

Cédula que ningún mestizo ni mulato pueda traer arma alguna ni te


ner arcabuz en su poder, so pena de muerte, porque ésta es una gente
que andando el tiempo ha de ser muy peligrosa y muy perniciosa en
esta tierra". El Rey no le escuchó del todo; pero que la tendencia desde
entonces iba a ser restrictiva lo demuestra que el mismo Felipe II, que
en 1559 autorizaba que se dejara volver sin más licencia a "los mestizos,
hijos de Christianos e Indias, que vinieren a estos Reinos (España) a

estudiar u otras cosas de su aprovechamiento", más tarde difirió los per


misos, y en 1589 decidió que los oficiales de Sevilla no dejaran volver
a "los nacidos en las Indias", sin expresa licencia del Rey.
Es verdad que, entre tanto, se había producido en el Perú el audaz

y frustrado movimiento de recuperación imperial de Túpac Amaru y


la sangrienta- y ruda represión del Virrey. Don Francisco de Toledo
había elogiado en 1574 a los mestizos como "trabajadores en el campo,
grande arcabuceros, (gente que) sufren el trabajo sin comodidad", pero
observaba al mismo tiempo que se multiplicaban en el número y que
"por su naturaleza son belicosos". Su temor fue después que los mes
tizos descontentos se unieran a los descendientes de los Incas para atacar
a las autoridades españolas y dominar la tierra, ya que su posible co

munidad de intenciones se basaba en que rebeldes mestizos juzga


esos

ban "que por parte de las madres es suya la tierra y que sus padres
la ganaron y conquistaron"; es decir, un doble derecho sobre ella.

Restricciones y rehabilitación

Si se analiza bien, las restricciones contra los mestizos no se origi


nan por lo tanto en un prejuicio racial, que fundamentalmente no existía

había un sentido de superioridad personal, que es diferente —
sino en
,

razones determinadas sobre todo por la irregularidad habitual


externas
de su origen. Si los mestizos eran belicosos era, no sólo
por jóvenes,
sino porque habían crecido desordenadamente, entre los alborotos de las
guerras civiles. Si se les tachaba de
ambiciosos, era porque por sus
padres y sus madres se sentían
a la tierra; con más
con derecho
derecho,
desde luego, que los colonizadores de la segunda
hora, los mercaderes o
los fríos burócratas. Si estaban descontentos, era por su situación eco
nómica insegura y por los obstáculos que se les
oponían ante los oficios
públicos y los bienes privados. No era su culpa la situación periférica
o marginal a que los condenaba entonces
ser producto de uniones oca

sionales, o el hecho de haber perdido sus padres o su asiento por los


constantes disturbios del Perú.
Por eso,las restricciones a los mestizos,
que no fueran políticas,
tuvieron por lo común un carácter relativo. La prohibición de cargar
indios, por ejemplo, era sólo para el mestizo "que no sea
hijo legítimo
16 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

de vecino, vecino" (Recopilación, Libro VI, Título VII, Ley 13)


o Si .

se les negaba los oficios, se abría la puerta para que a quienes compro
baran calidad "les podáis legitimar, habilitar y hacer capaces para tener
los dichos oficios, honras y dignidades" (R.C. de l9 de noviembre de
1591, dirigida al Marqués de Cañete). Si en 1562, como recuerda Ro-
senblat, se pedía que los mestizos en ninguna manera fueran admitidos

para clérigos, dos Reales Cédulas, de 31 de agosto y 28 de setiembre


de 1588, dispusieron "que los Prelados ordenen de sacerdotes a los mes

tizos, con información de vida y costumbres" y si hallan "que son bien


instruidos, hábiles, capaces y de legítimo matrimonio nacidos"; y con
menos dificultad en cuanto a las monjas, el III Sínodo Provincial de
Lima se pronunció a favor de las mestizas, "pues delante del Señor la
virtud es la que tiene estima y no el linaje". La ilegitimidad misma
quedó en segundo plano junto a la calidad; y así el Inca Garcilaso, por

ejemplo, no tuvo inconveniente en obtener despachos de Capitán de Su


Majestad en la campaña contra los moriscos en las Alpuj arras de Gra
nada.
Con estos indicios de rehabilitación y mejora social coincide la rei
vindicación del nombre de "mestizos" hecha por ellos mismos. En los

primeros tiempos, por un mecanismo de defensa o de desconfianza, lo


habitual era usar el eufemismo de "montañeses", o el de "genízaros"
(literalmente "milicia nueva" y arcaicamente "hijo de padres de diversa
nación"). Pero el nuevo vocablo se extendió; y como abanderado de
todos los suyos, el Inca Garcilaso (a quien hay que citar a menudo
como ejemplo) pudo exclamar con digno orgullo: "A los hijos de es

pañol y de india, o de indio y española, nos llaman mestizos, por decir


que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto por los primeros
españoles que tuvieron
hijos y por nombre impuesto por
en Indias, ser

nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena y

me honro con él" (Comentarios Reales, Libro IX, cap. 31).

El mestizaje en el siglo XVII

El ascenso de los mestizos, por encima de las consideraciones o las


discriminaciones de orden teórico, se vio favorecido con el aumento de
los centros poblados y por las nuevas formas de vida, de comercio, de
industria y de trabajo que se fueron afirmando en el Perú. Desde el

punto de vista cultural, si el español en el campo se indigenizaba en

cierto modo, los indígenas se hispanizaban u occidentalizaban en las

ciudades. Y en lo que se refiere a la mezcla de sangres, si en las ha


ciendas o en las
poblaciones difícil distinguir a los mes
de la Sierra era

tizos de los indios porque predominaban la forma de vida y la densidad


demográfica de éstos, en los núcleos urbanos más desarrollados, y par-
IDEAS Y PROCESO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 17

ticularmente en las ciudades de la costa, lo que predominaba en cambio


era el tono español, que absorbía y daba su finalidad a los mestizos.
Por eso, si la segunda mitad del siglo XVI lo que más preocu
en

paba era que los mestizos se pudieran unir a las reivindicaciones de tipo

político y social de los descendientes de los Incas, al comenzar el siglo


XVII la preocupación fue hacia el lado contrario: los abusos y las ex
plotaciones que podían cometer con los indígenas. En su Memoria de
gobierno, de 1615, el Virrey Marqués de Montesclaros dice que los
mulatos y mestizos son "rayo contra los indios"; y aunque hace la sal
vedad de que muchas veces los mestizos viven en casa de sus madres
indias, beneficiando sus haciendas y sin perjuicio para los naturales, se

inclina a ellos y los mulatos vivan entre los indios, "así por
prohibir que
el mal tratamiento que les hacen, como por las ruines costumbres que

aprenden de su compañía". El ponderado Solórzano y Pereyra elogia


a los mestizos como "la mejor mezcla que hay en las Indias" y opina
que las prohibiciones eclesiásticas y militares, por ejemplo, sólo se en
tiendan los ilegítimos, pero en su Política indiana (Libro II, cap.
con

XXX) se pronuncia por "ir en ello con mucho tiento, porque vemos que
los más salen de viciosas y depravadas costumbres, y son los que más
daños y vejaciones suelen hacer a los mismos indios".

El mismo criterio restrictivo, de acuerdo con la política "segrega-


cionista" de protección a los "naturales", se patentiza en varias dispo
siciones de las Leyes de Indias: "que en pueblos de indios no vivan
españoles, mestizos y mulatos", porque los que andan entre in
negros,
dios son
por lo común "hombres inquietos, de mal vivir, ladrones, ju
gadores, viciosos y gente perdida" (Recopilación, Libro VI, Título III,
Ley 21); "que no se den Protectorías (de indios) a mestizos" (Libro
VI, Título VI, Ley 7); "que los caciques no sean mestizos" (Libro VI,
Título VII, Ley 6) ; "que no se admitan informaciones para que mesti
zos y mulatos sean escribanos"
(Libro V, Título VIII, Ley 40); "que
entre los indios vivan
españoles, mestizos ni mulatos, aunque hayan
no

comprado tierras en sus pueblos" (Libro VI, Título III, Ley 22); "que
los Alcaldes indios puedan prender a negros y mestizos"
que les cau
saran agravios o molestias, hasta
que llegue la justicia ordinaria (Libro
VI, Título III, Ley 17).
Laequiparación de mestizos (hispano-indígenas por antonomasia)
y de mulatos (mezcla de blanco y negro), iniciada en el siglo XVI, se
acentúa en el siglo XVII con el gran incremento de los
negros, tanto
en las faenas
agrícolas de la costa, cuanto en el servicio doméstico de las
ciudades como Lima. De una población calculada para el Perú en

1.600,000 habitantes, hacia 1650, Rosenblat ha estimado que se


podía
contar 40,000 mestizos, 60,000
negros y 30,000 mulatos, zambos o zam-
bahígos y otras "castas de mezcla". La Relación del
Virrey Arzobispo
Liñán y Cisneros, de 1681, agrupa indiferenciadamente a unos y a otros
18 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

cuando dice: "Conviene mucho limpiar la ciudad y el Reino de pecados


públicos, que son los que irritan la justicia divina . . .
, mayormente cuan

do en esta ciudad los Negros, Mulatos, Mestizos y otros que por la mez

cla de la sangre tienen diferentes nombres, son muchos"; y los ejemplos


son comunes en Reales Cédulas y disposiciones virreinales.

El mestizaje en el siglo XVIII

En el siglo XVIII, la proporción de mestizos y mulatos fue en

aumento. Don Pedro de Peralta, que como nacido en el Perú tenía más
perspicacia para observar los varios grupos, identifica precisión a
con

los mestizos hispano-indígenas en la Memoria que preparó para el Virrey


Marqués de Castelfuerte (1736) : "Y porque los mismos pueblos están
todos de mestizos (gente que son mas de embarazo que de abundancia,

porque ni respectan a los unos, ni aman los otros, ni obedecen, ni tri


butan...)". Y con barroco estilo añade que "algunos mestizos tur
su

bulentos . . . han sido nieblas de inquietud que, disipadas con el castigo


merecido, no han podido impedir la luz".
Pero lo común en los documentos oficiales es confundir a mestizos
y mulatos, diferentes en sucomposición racial, aunque unidos en su

consideración social y legal (podría decirse desconsideración) y en sus

condiciones económicas. "Los mestizos, negros, mulatos y demás castas


son muchos, pero su número es inaveriguable", declara la Memoria del
Conde de Superunda. Al terminar el siglo, la Memoria del Virrey Gil
de Taboada, que escribió el insigne criollo Hipólito Unanue, distingue
tres naciones "primarias": Españoles, Indios y Negros, y luego otras
"secundarias" derivadas, que forman las "castas mixtas". El "Estado"
de la población del Virreinato,
incorporado como Anexo a la Memoria,
ofrece datos más precisos. De una población de 1.076,122 habitantes

(con exclusión de Chile y Buenos Aires), 135,755 eran españoles, 608,894


indios, 244,436 mestizos, 41,256 castas libres y 40,336 negros esclavos;
es decir, que los indios, que hacia 1570 formaban como es lógico el 95%
de la población y hacia 1650 el 88%, habían ya descendido a menos del
60%, en tanto que los mestizos habían subido al 23%. La distribución

por Intendencias ofrece mayores pormenores. En la costa había 36,000

mestizos, contra 209,000 en la sierra. De los 62,910 pobladores del Cer


cado de Lima había 17,881 esclavos negros y 10,231 castas libres, fren
te a 18,219 españoles, 9,744 indios y 4,879 mestizos; en tanto que en

el partido de lea, por ejemplo, había 4,004 esclavos negros y 4,305 cas
tas libres en una población de 20,000. Podía decirse así que en Lima y
los valles cercanos había predominio negro en las clases populares (en
tre negros esclavos, negros horros, mulatos, cuarterones, quinterones,
zambos prietos y las pintorescas denominaciones de albarazados, tente-
IDEAS Y PROCESO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 19

en-el aire, salta atrás, no-te-entiendo), y que en el resto del Perú el

predominio era promedio


indio y mestizo, mientras que los blancos en

no llegaban al 13 por ciento.


Sin embargo, en los últimos años del Virreinato, el problema había
pasado de la consideración de carácter étnico (con la calificación pre
ferida de "castas") a la de imprecisa estratificación en grupos o clases
sociales y económicas. Ni los blancos eran sólo españoles como al co
mienzo, sino en número mucho mayor españoles-americanos, o criollos;
ni se podía distinguir bien a los mestizos, que según sus condiciones de

trabajo o de vida podían adscribirse a los blancos o a los indios; ni los


negros quedaban tan aparte, porque podían aparecer eventualmente co

mo blancos por el sistema de "gracias al sacar"; ni a los indios se les

censaba siempre como tales, porque, como cuenta el sabroso "Concolor-


corvo" en su Lazarillo de ciegos caminantes (capítulo XX), bastaba
lavar, vestir, calzar y dar un oficio útil a los indios para que a los dos
meses pasaran por "cholos" y fueran "mestizos en el nombre". Había
así diferenciación racial determinada por el pigmento; y otra que
una

podría llamarse fluctuante o evolutiva, por razones geográficas o de


espacio (paso del campo a la ciudad, de la sierra a la costa, o vicever
sa), o por razones de tiempo o sociales (cambio de circunstancias en un

mismo individuo).

El mestizaje en ¡a Emancipación

Estaimprecisión de las fronteras, más allá de las convenciones so


ciales oficiales, debe tenerse muy en cuenta cuando se interpreta el pro
ceso de la Emancipación, que no
puede considerarse simplistamente co
mo una lucha entre peninsulares y criollos, ni entre
españoles e indios,
ni entre hispanismo predominante en Lima y autoctonismo resurgente
en la
sierra, como se ha dicho con frecuencia. Mayor razón tiene Ga
briel Escobar en un reciente estudio sobre el
mestizaje en los Andes del
Perú, al señalar que hay una "condición marginal manifiesta o velada"
que agrupa durante la Colonia a elementos étnicamente diferentes:
mestizos propiamente dichos, españoles de clase media y baja (curas,
funcionarios, comerciantes, artesanos, sirvientes), e indios desafiliados
de sus comunidades por la servidumbre, las mitas urbanas
y el yanaco
naje. En todo caso, no es de un cuadro de "buenos" y de "malos", ni
de los peones blancos y negros del
ajedrez de que ironizaba León Gau-
tier, de lo que puede hablarse en la Revolución por la Independencia
en el Perú: hay predominio indígena en la reivindicación de José Ga
briel
Condorcanqui Túpac Amaru, predominio mestizo en la rebelión de
Pumacahua, predominio criollo en las conspiraciones limeñas de Riva-
Agüero.
20 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

En el momento de la por encima de los prejuicios


Independencia,
de color o signo negativo en los diversos
de casta, hubo coincidencias de
grupos: descontento, desmedro económico, desencaje espiritual, resenti
miento por la falta de acceso a oficios públicos, a estimación social o a

granjerias, rebelión contra la autoridad, no conformismo. Pero hubo


también otra comunidad de signo positivo: sentimiento de patria, emo

ción de la tierra, creciente conciencia nacional, ansia de libertad, urgen


cia de auto-determinación, concepto filosófico-político de la soberanía

popular, afianzamiento de la dignidad humana, igualdad de las razas,


fe en sí mismos. Por eso, si el Libertador Simón Bolívar había decla
rado en Angostura que "no somos europeos, ni somos indios, sino una

especie media entre los aborígenes y los españoles", cuando el Genera


lísimo José de San Martín proclama la Independencia del Perú en la
Plaza Mayor de Lima el 28 de julio de 1821, no habla restrictivamente
de los indios, ni incita a venganzas anacrónicas, ni preconiza una vuelta

al Incario, sino alude con integradora razón a la "voluntad general de


los pueblos"; y para borrar fronteras étnicas, unos días después
como

decreta que "en adelante no se denominará a los aborígenes, indios o


naturales; ellos son hijos y ciudadanos del Perú, y con el nombre de
peruanos deben ser conocidos", porque peruanos son todos los nacidos
en el Perú, sin distinción de sangres, de color o dinero.

El mestizaje en la República

Dentro del igualitarismo democrático republicano, sin legislación a

favor ni en contra y sólo con la realidad de la misma vida, que ha dado

su integración por vacilante o imperfecta que


voto irreversible por la
sea, los mestizos fueron multiplicándose y
ascendiendo durante todo el
de
siglo XIX. No sólo ocuparon con legítima naturalidad toda clase
la indus
posiciones en la magistratura, en la milicia, en la religión, en
tria, en el comercio o el arte, sino que llegaron hasta la Presidencia
en

de la República. Mestizos fueron por ejemplo el Mariscal Andrés de


Santa Cruz (boliviano y peruano) y el Mariscal Ramón Castilla (el más
conciencia política del Perú el siglo pasado).
insigne forjador de la en

Y nuestro más alto representante de las letras en la primera centuria


de vida independiente, el tradicionista limeño y genial Ricardo Palma,
fue —como un símbolo de nuestra integración— hijo de un mestizo his-
cuarterona de Cañete. Por so
pano-indígena de Cajabamba y de una

ha habido un lazo
lidaridad social, o por afectos humanos,
simplemente
sentimental que ha vinculado, más allá de todos
los prejuicios, a los
Gillin ha podido
distintos grupos étnicos; y así el norteamericano John
dice "negra" o "negrita" por
anotar muy seriamente que en el Perú se
los Estados Unidos este tratamiento
cariño, cuando en buena parte de
IDEAS Y PROCESO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 21

lo consideraría ofensivo una blanca; y lo mismo podría decirse de tér


minos como "zambita" o "cholita", o el "chino lindo" documentado en
entremeses de Peralta y de Segura.
Desde el punto de vista demográfico, el periódico oficial "El Perua
no" calculaba en 1826 una población total en el Perú de 1.320,000 habi
tantes; y de éstos 41,432 mestizos en la costa y 252,000 en la sierra, o
sea una proporción de 24 por ciento. Elcenso de 1876 dio una población

de 2.699,106 habitantes; de los cuales, entre blancos y mestizos se contó


ya un millón. Por imperfecto que fuera este censo (que sin embargo
significó un gran los recuentos de 1836 y 1850, hechos
avance frente a

sobre la base de las matrículas actuadas para el cobro de las contribu


ciones), la tendencia marcada en el incremento del mestizaje es induda
ble; como en sentido inverso se mantuvo también la tendencia notoria a
la disminución de los elementos negros y negroides, que carecieron de
nuevos aportes.
El de 1940 elimina la distinción entre blancos y mestizos his-
censo

pano-indígenas, o euro-indios, a los que reunió en la clasificación ofi


cial en un solo grupo, no sin vencer aisladas e intransigentes objeciones.
Entre unos y otros alcanzaron entonces a 3.283,360, o sea casi el 53%
de la población empadronada de
6.207,967 habitantes (oficialmente apro
bada en 7 millones, con el cálculo de población selvática y deficiencias

técnicas). Los blancos seguramente no pasaban de 400,000; y en cuanto


a los indios, que al terminar el Virreinato todavía el
eran 57%, su pro
porción se redujo al 46%, en tanto que los negros y mulatos ya no lle
gaban ni al uno y medio por ciento.
El censo de 1961 ha dado otro paso trascendental al hacer caso

omiso de la clasificación por grupos étnicos; con lo cual, si avanza en

sentido igualitario, olvida importante elemento estadístico y en cier


un

to modo mantiene una especie de prejuicio al revés, o subconsciente. La


cifra global registrada es de 10.420,000 habitantes. Y si en 1940 el nú
mero de mestizos fluctuaba alrededor del 45%, el cálculo puede inten
tarse ahora no sobre bases étnicas sino sobre un dato indirecto: el de
los idiomas hablados en el Perú. Los datos del censo de 1961 dan como
cifras monolingües: 65% de español, 33% de quechua o "runa simi"
y 2 % de otros idiomas
(inclusive 0,8% de aimara) Quiere decir que, .

no biológicamente sino desde el punto de vista cultural, el número de


mestizos ha crecido ya abrumadoramente en el Perú, con desmedro del
blanco puro, del negro casi desaparecido y del indio
que, al incorporarse
a la órbita vital del castellano
(como signo de su incorporación a la
cultura espiritual y material contemporánea), ha
dejado de ser sólo in
dio aunque por sus elementos somáticos lo
sea, y ha abandonado su ac
titud de aislamiento para integrarse con más fuerza
dentro de la vida
nacional.
22 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Mestizaje e integración

Y así, a través de los años, no a favor de las leyes sino a favor del
impulso decisivo de la realidad y de la vida, el mestizaje ha ido cre
ciendo en el número y ascendiendo en la consideración
y en la concien
cia del Perú. Su presencia física y espiritual está aquí, en todo
y en
todos, por encima y aparte de las valoraciones y los juicios. Más allá
y más acá de las apreciaciones subjetivas, con un interés se que desplaza
de la formación histórica a la actuación social y cultural, está la verdad
palpable y objetiva del mestizaje constante y solidario en todos los as

pectos de la vida nacional.


Cuando recorremos la costa del Perú, y junto a las ciudades flo

recientes, las chimeneas de las fábricas, los pozos de petróleo, los inge
nios de azúcar, vemos los caballitos de totora, las casas de
pajas o de
adobe y la chicha ritual, hay mestizaje. Cuando por los caminos de la
sierra, junto la
"apacheta" y los andenes, el maíz y la quinua, la llama
a

grácil y el cóndor soberbio, vemos caballos braceadores, ovejas, bueyes


que aran, eras de trigo, casas con tejas y balcones, plazas con soporta

les, torres en las iglesias y cruces de Cristo en las torres, hay mestizaje.
Cuando en los templos barrocos de Cuzco o Puno, en las columnas sa
lomónicas se enreda la flor de la cantuta; cuando el Apóstol Santiago,
la capa al viento y el caballo blanco, no grita en las serranías: "Cierra
España", sino blande una espada que parece el "illapa"; o cuando la
guitarra se convierte en "charango", y el "haraui" rural, anónimo y en
quechua se convierte en el canto de ciudad, personal y en verso cas
tellano de Mariano Melgar, hay mestizaje. Cuando los mismos indios
usan sombreros que llaman
"monteras", visten "tabla" o casaca, can
se

tan "mulizas", hay también


mestizaje. Cuando los hispanistas más ce
rrados viven en "pampa" y "chacra", trasquilan alpacas en la "puna",
se alegran con un "huayno" o lloran con un "yaraví",
hay mestizaje.
Cuando los indigenistas más violentos vituperan la obra de España con
letras de imprenta y en español, hay mestizaje. Y cuando en estos mis
mos días, en el Ande y la aldea, se impulsa con técnicas modernas la
cooperación comunal, arbitrarios modelos extranjeros, sino sobre
no con

la base tradicional de la "minka" y el "ayni", hay mestizaje.


Por todo ello, el Congreso que hoy se inicia, con la participación
de prestigiosos investigadores quienes la Academia Nacional de la
a

Historia reitera su agradecimiento y su saludo, ha de servir como un


centro fecundo de debates y un foco urgente de esclarecimientos.
Quie
nes intervienen Congreso nos dirán libremente lo que conocen de
en este

los hechos, lo que piensan de las ideas, lo que opinan sobre el pasado y
el presente del mestizaje en el Perú. Tal vez si haya quien llegue a

pensar que en el futuro no será necesario hablar de mestizaje, porque,


IDEAS Y PROCESO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 23

por el crecimiento demográfico y por nuestra "propia y reflexiva vo

luntad de asimilación", se habrán resuelto problemas aún pendientes,


como han quedado ya relegados muchos de los problemas raciales, psi
cológicos, legales, sociales, económicos, que nos han preocupado en cua
tro siglos. De ser así, el mestizaje habría perdido el nombre, pero ha
bría ganado su batalla en el proceso de la integración. Y entonces el
calificativo de "mestizo" se confundiría totalmente con el nombre glo
bal y común de "peruano", para que con uno u otro —
como en la frase
del Inca Garcilaso —
nos llamemos a boca llena y nos estimulemos y
honremos con él.
II. —

PLANTEAMIENTO CULTURAL DEL MESTIZAJE

1) Mestizaje y Acultur ación. Por Fernando Silva Santisteban.

2) Indigenismo, indianismo y mestizaje en las artes visuales, co

mo tradición americana clásica y medieval. Por George Ku-


bler (Universidad de Yaie U-S-A.)

3) Algunas características antropológicas, físicas y culturales del


aborigen puneño presentes en el mestizo sud-peruano. Por el
Dr. José Marroquín.

4) Algunas consideraciones acerca del uso del vocablo Mestizo.


Por José Matos Mar.
Mestizaje y Aculturación
Por Fernando Silva Santisteban

Como una consecuencia inevitable del contacto hispano-indígena,


sujeta a las desarrollo espontáneo y acondicionada
contingencias de su

por los patrones culturales del grupo occidental dominante, emerge la


población mestiza en el plano histórico de Hispanoamérica. Desde los
momentos iniciales de la conquista española, con elementos de ambas
filiaciones —
occidental e indígena se viene integrando el bagaje cultu

ral de esta población en un proceso que ha sido denominado "mestizaje",


dentro de cuyo significado se comprende, además, todo aquel conjunto
de fenómenos que resultaron del impacto que produjo la cultura occiden
tal, evolucionada y agresiva, sobre el subdesarrollado mundo aborigen.
La importancia del estudio del "mestizaje" es mucho mayor de lo
que comúnmente puede suponerse y radica no sólo en el conocimiento
del fenómeno en sí mismo, sino en el aporte que este conocimiento pue
de ofrecer en la ejecución de los programas que en el orden social deben
emprenderse. Del análisis cuidadoso de la realidad que implica el con

tacto entre los procesos mentales autóctonos y occidentales —


con la con

siguiente imposición, aceptación o rechazo de ciertos módulos o patro


nes culturales se pueden señalar cuáles han sido los contactos útiles

y cuáles los perjudiciales y contraproducentes, de tal manera que es


posible proporcionar a nuestros programas de integración una orienta
ción antropológica funcional, estimulando la influencia de los contactos
provechosos e incorporando en la mentalidad de los grupos indígenas,
apropiados conceptos de tipo occidental, conjugándolos armoniosamente
con los tradicionales de origen
precolombino o bien sustituyéndolos por
otros más funcionales y ventajosos.
La necesidad de comprender lo más racionalmente posible este
pro
ceso y luego establecer el procedimiento
metodológico que nos guíe en
la realización de nuestros programas de integración social, nos lleva a

plantear en esta oportunidad, la revisión de lo que se entiende por


mestizaje y a intentar la delimitación de sus connotaciones.
El término mestizo se aplica a la mezcla o al resultado de la mez

cla de dos "razas" o de dos culturas diferentes; pero, científicamente,


de acuerdo a los conceptos establecidos por la antropología moderna, no
28 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

es posible hablar de mezcla racial ni cultural, puesto que ya no cabe en


tender las "razas" como entidades biogenéticas definidas, ni la cultura
como solamente el desarrollo intelectual y artístico de las sociedades.
Se emplea el vocablo "mestizaje" fundamentalmente relacionado
con los siguientes aspectos: a) biológico, b) social y c) cultural.

a) Aspecto Biológico

En un diccionario sociológico (a) encontramos la definición si


guiente: "Mestizo". Persona de sangre mezclada (sic); especialmente en
Hispanoamérica, el vastago de un europeo y de una india americana".
Como se ve, hasta en publicaciones como ésta, persiste el mito de la
sangre como un criterio decisivo para establecer conceptos; se sigue re
firiendo a la sangre vínculo de la herencia y de esta manera se
como

dice "sangre mezclada", voz de la sangre", "media sangre", etc., y


"la
en el caso de descendencia de familia aristocrática o del pueblo se dice
"sangre azul" o, despectivamente, "sangre plebeya"; también se usa re
ferirse a la sangre en el sentido de nacionalidad, "sangre española" o
"sangre india". A nadie escapa que estas referencias sólo son formas
de decir, pero aún hay quienes desconocen el hecho de que la sangre
nada tiene que hacer con el proceso genético y que, inclusive, se ha de
mostrado que ni siquiera la madre proporciona sangre al feto, sino que
éste desde un principio elabora la
propia (2). suya
Es evidente que los hombres presentan físicamente caracteres dis
tintos; una serie de variaciones que se transmiten de padres a hijos y
que si estas diferencias estuviesen distribuidas entre todos los pueblos
del mundo no serían consideradas sino como muestras de una variación
individual entre los seres humanos, pero el hecho es que ciertos rasgos
se agrupan notablemente entre poblaciones que viven en determinadas

regiones del mundo, de manera que cuando hablamos de "razas" nos


estamos refiriendo, implícitamente, a estas poblaciones o a los individuos

que derivan de ellas. De modo que se entiende por raza ungrupo hu


mano arbitrariamente designado como tal, que puede diferenciarse por
el color de la piel, la forma del cabello, de los ojos, de los labios
o por

otras muchas variaciones físicas. A estas referencias están unidas otras


afirmaciones afectadas por una serie de prejuicios que nos han inducido
por mucho tiempo a interpretar erróneamente las variantes producidas
en cada grupo como diferencias esenciales que lo separan de los demás

y, como en el caso de la "sangre", varias comunidades nacionales, geo

gráficas o culturales son, frecuentemente, calificadas de "razas".

Diccionario de Sociología.
1. Buenos Aires. —

México, 1960. Fondo de Cul


tura Económica. Segunda Edición en español (reimpresa) México, 1957. pp. 171 ad.
.

2. Comas, Juan. Manual de Antropología Física, México, 1957. Fondo de


Cultura Económica. Véase en particular en la parte tercera, sus conceptos sobre
El, contra los mestizos,
prejuicio pág. 169 adelante.
Y ACULTURACION 29
MESTIZAJE

"una raza no es, en el mejor de los casos, una entidad bioge-

nética definida, se ve ahora que tiene una definición transito


el lugar
ria, es plástica, maleable, variable con el tiempo, con

y con las circunstancias" (W. M. Krogman). (3)

Las diferencias raciales resultan ser la expresión de variaciones en

la distribucióngenética entre las poblaciones relativamente aisladas. En


general, especialistas están de acuerdo en reconocer que todos los
los
hombres pertenecemos a una sola especie, Homo sapiens, y que no se
puede hablar de raza entre la especie humana con el mismo sentido que
entre las variedades animales. Siempre han existido confusiones vincu
ladas al concepto de raza por el hecho de que los grupos humanos desa
rrollan rasgos culturales característicos y naturalmente asociados con sus
rasgos físicos peculiares, por lo que una gran variedad de manifestacio
nes culturales han sido, y vienen siéndolo todavía, enunciadas en térmi

nos raciales. Este es un error común derivado de la observación super


ficial de los pueblos, error que ha dado origen a una pretendida supe
rioridad o diferenciación racial. No existe la menor certidumbre de que
una raza sea más avanzada ni en el grado de evolución biológica. De
otro lado, podemos afirmar categóricamente que jamás se ha demos
trado que las diferencias genéticas hereditarias constituyen factores de
importancia entre las culturas de los pueblos. Los antropólogos, sin
excepción alguna, están de acuerdo en que todas las razas son igualmen
te capaces de desarrollo cultural y que la cultura actúa con absoluta
independencia de la herencia racial. ¿Cómo, entonces, existen "razas"
culturalmente más avanzadas que otras? Aunque todas las culturas
son, principio, fundamentalmente semejantes, la naturaleza ha im
en

puesto a cada grupo humano límites físicos muy marcados; las varia
ciones de la cultura resultan de su peculiar desarrollo dentro de estos
límites. Las mismas poblaciones ofrecen actitudes sorprendentes va
y
riaciones muy notables en cada etapa de su historia.
Las diferencias somáticas que pueden advertirse entre los individuos
de los distintos grupos étnicos, son la expresión de las variaciones en
la distribución genética entre poblaciones semi-aisladas. El aislamiento
es un resultado de factores
geográficos y culturales (*).
El hecho de que el color de la
piel, la textura del cabello o la forma
de lospárpados y de los labios y otros rasgos físicos persistan inconfun
diblemente durante generaciones, no significa que los individuos he que
redan y trasmiten esas variaciones comparten también sus capacidades

3. Beals, Ralph L. y Hoijer, Harry. An introduction to Anthropology. The


.,
Mac Millan Co. New York, 1958. Véase principalmente el cap. 6.
en los hombres
Tipos raciales
modernos, la concepción genética de raza, etc pág 165-200
4. Hoebel, Adamson. El hombre en el mundo primitivo.
Ed. Omega. Véase, tercera Barcelona, 1961
parte. Cap. 8, "Las razas de la humanidad y cap 9
Razas y capacidad cultural, 133
pág. a 157 y 168 respectivamente
30 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

emotivas e intelectuales. Ni el carácter, ni la personalidad, ni la cultura


provienen de la raza.

Tenemos que distinguir claramente entre el hecho biológico y el mito


de la raza. Este mito, fomentado siempre por determinados intereses
de casta o de grupos, ha causado ya incalculables males a través de la
historia, impidiendo el desarrollo natural de muchas sociedades. El pre
juicio racial no es otra cosa que el resultado de opiniones y actitudes en
teramente falsas y arbitrarias. En su interesante libro An American Di-
lemma, el
profesor Gunnar una teoría sobre la "causación
Myrdal esboza
acumulativa" según la cual el prejuicio de la raza surge cuando un temor
o sospecha inicial, o una ventaja económica, lleva a un grupo a discri

minar y segregar a otro. La discriminación y segregación, si continúa,


acarrean una inferioridad social y económica efectivas en el grupo hacia
el cual vandirigidas (5).
El "mestizaje" supone la existencia
de "razas" definidas; pero no

hay base científica para una diferencia fundamental entre las razas hu
manas. Por otra parte, la mezcla de razas se viene realizando desde la

aparición de la especie humana y en casi todas las regiones de la Tierra.


Todas las razas son incuestionablemente de origen híbrido, es decir, mes
tizas de naturaleza. Sólo por un convencionalismo muy circunstancial se
continúa insistiendo en el "mestizaje" de Hispanoamérica. Sobre el
particular expresa Juan Comas:

"Si parece que en América postcolombina la mezcla de


nos

razas llegado al extremo, se debe sencillamente a que el


ha
fenómeno del mestizaje se desarrolla ante nuestra vista, sin
necesidad de recurrir a la historia; pero debe recordarse que
la población americana precolombina fue también, desde un

principio, de carácter heterogéneo". (6)

De tal manera que, en este aspecto, el mestizaje sólo debe ser te

nido en cuenta para señalar determinado producto del cruzamiento de


individuos o de grupos con características somáticas más o menos per
sistentes, sin relación alguna con el desarrollo de la sociedad o con el

progreso de la cultura.
En el sentido biológico, el mestizaje no es bueno ni malo y, en

todo caso, depende de las características individuales de quienes estén


sujetos a la hibridación (T) ; pero cabe hacer notar que los cruzamientos

5. Myrdal, Gunnar. An American Dilemma New York, Harper and Brothers,


1944.
6.Comas, Juan. ob. cit. pág. 172.
7.Benediot, Ruth, Raza, Ciencia y Política, México, 1941. Hay que agregar
además que el mestizaje biológico resulta beneficioso, puesto que del
cruce entre

grupos produce genéticamente, una mayor robustez denominada el


distintos se

híbrido". El cruce entre híbridos produce la disgregación de caracteres,


"vigor
apareciendo todos los resultados posibles de las combinaciones.
MESTIZAJE Y ACULTURACION 31

de grupos, algunos de ellos señalados como castas, se realizan con ma


de econo
yor frecuencia entre individuos de estratos sociales inferiores,
mía y cultura deficientes, en consecuencia, es a este hecho y no al "mes

tizaje" al que hay que atribuir las causas de las limitaciones y otras
situaciones anómalas que han podido observarse.

b) La Realidad Social del Mestizaje.

El sistema español de castas limitó la aspiración ascendente de los


estratos inferiores de la sociedad y reguló sus relaciones, impidiendo la
movilidad social; no obstante, algunos individuos "mestizos" lograron

escapar a esta rigidez, lo que conjuntamente con otros factores de la


situación social, hacen del grupo "mestizo" una casta en proceso diná
mico. Hablar de casta, refiriéndose a este grupo resulta en cierto modo
contradictorio, puesto que una de las características condicionantes de
la casta estriba en que sus límites están cerrados a la movilidad ver

tical. Pero, el crecimiento del mestizaje y el aumento de las activida


des económicas que le eran peculiares, no sólo venció los límites de esta
casta sino que los amplió considerablemente, ya que dentro de ellos se
incluyeron muchos españoles pobres, indios con determinadas ocupacio
nes y, en algunos casos, negros libertos. Aunque muchos mestizos par
ticipaban actividades de los españoles, ocupaciones propias de la
en

casta mestiza eran el comercio, las artesanías, la agricultura y el arriera

je. Estas actividades estaban acondicionadas, naturalmente, por la es


tructura socioeconómica de la
época; los mestizos
no gozaban de los

privilegios de los españoles, pero tampoco estaban compelidos a la ser


vidumbre, como los indios. Aunque las actividades a las que tenían
acceso, por los patrones culturales de entonces, significaban, en muchos
casos, humillación, frente a los españoles y criollos, de manera general
era Una situación ventajosa no sólo frente al
indígena sino, en muchas
circunstancias, a los españoles pobres. La mayor ventaja que podían
tener los mestizos fueron las posibilidades de movilidad
social, tanto
ascendente como horizontal, es decir, la posibilidad de mejorar su status
y la facilidad de desplazarse, sin mayores problemas, hacia otros lugares.
En su importante artículo sobre el mestizaje en el Perú, Gabriel
Escobar (8) destaca un aspecto fundamental acerca de ese proceso: la
relativa libertad de los mestizos frente a los convencionalismos sociales.
En condición dinámica y con sus posibilidades de
su
viajar a ferias y
mercados, los mestizos, tanto hombres como mujeres, tenían relativa li
bertad para el comercio sexual, así como para consumir alcohol
y podían

8. Escobar, Gabriel "El Mestizaje en la Región Andina" En: Revista de Indias.


Año XXIV, Nos. 95-96. Instituto Fernández de Oviedo. Madrid. Enero- Junio —

1964, pp. 201.


32 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

dedicarse, también libremente, al ejercicio de manifestaciones más edi


ficantes como el arte y otros géneros de expresión anímica.
El aspecto social más
importante del mestizaje en la época colonial
fue el relativamente amplio margen de movilidad. Tanto hombres co
mo mujeres mestizos, por la naturaleza misma de sus actividades eco
nómicas, podían alcanzar status de superioridad en relación al indígena
y a los medios mestizos, y hasta aspiraban a igualar y
superar a los
españoles, en la competencia por el prestigio económico o en el lujo de
la vestimenta y otras preeminencias en las festividades
religiosas. De
otro lado, como ya se dijo, los mestizos podían dejar sus lugares de
origen e ir hacia otros, donde tenían posibilidades de encajar en niveles
más altos de su casta, efectuándose, en este caso, los dos aspectos de

la movilidad o simplemente para llevar una vida más


aceptable en

el mismo status:
Al implantarse, con el advenimiento de la República, el nuevo ré
gimen político, se adoptó un sistema administrativo que fue permitiendo
gradualmente la mayor participación de los mestizos en los diversos as
pectos de la vida social y económica del país. La abolición del sistema
de castas, la apertura del comercio al exterior, la separación de la
Igle
sia del Estado, la abolición del tributo indígena, el establecimiento de

escuelas, las universidades, la construcción de carreteras y el aumento


de la burocracia, han ido borrando los límites de la "casta mestiza" y
han hecho surgir, en cambio, nuestra gran clase media.
El proceso de desarrollo del mestizaje consiste, pues, en el paso de
una casta social a una clase media económica. Pero no se trata de un

proceso homogéneo, regular, en toda el área cotradicional andina. Mues


tra diversas etapas y distintos matices de acuerdo la mayor
a o menor

integración cultural de los grupos. La insularidad de algunas regiones,


por la falta de vías de comunicación, determinó en la colonia profundas
diferencias entre las distintas regiones de la costa y de la sierra; las
mayores relaciones de la costa el mundo occidental y el más crecido
con

número de indígenas en la sierra; acrecentaron estas diferencias, que se


manifiestan actitudes hostiles y de recíproca desconfianza.
en

Una de las características del proceso del mestizaje es la


imposibi
lidad de determinar con exactitud el grado de "mestización".
Hemos visto muy sucintamente en qué consiste el
proceso social de
"mestización"; obstante, hay que agregar que si bien es cierto que
no

los criterios operantes en el entendimiento de lo social son


objetivos
(mejor dicho, objetivados), en relación con los mecanismos de produc
ción, su origen es totalmente subjetivo. No existen clases ni castas
sociales, sino que es la mente la que las crea. Uno de los más distingui
dos sociólogos contemporáneos, R. M. Maclver, afirma:

Entendemos por clase social cualquier parte de una comuni


dad que se diferencia del resto principalmente por un sentido
MESTIZAJE Y ACULTURACION 33

de distancia social. subjetivo incluye, regular


Este carácter

mente diferencias objetivas dentro de la sociedad, como dife


rencia en el nivel de ingresos, diferencias profesionales y así
por el estilo. Pero estas diferencias, aparte de un orden re
conocido de superioridad o inferioridad, no establecerían por
sí solas grupos cohesivos. Es el sentido de categoría, susten
tado por el poder económico, político o eclesiástico, y por los
diferentes modos de vida y expresiones culturales que con él
se relacionan, lo que establece la separación de las clases, les
da cohesión y determina la estratificación de toda sociedad". (9)

La separación de la sociedad en clases es consecuencia de la cre

ciente complejidad de la cultura, de las diferencias de funciones y del

privilegio que éstas determinan. La Conquista produjo una nueva orga


nización en castas. La emergencia del mestizo y su concomitante cam

bio de status, al modificar las actitudes de tipo feudal, originaron una

acción unificadora en la heterogénea sociedad colonial.

c) Aspecto Cultural.

Es un error común suponer que la cultura puede mestizarse y en

innumerables publicaciones hallamos referencias al "mestizaje cultural"


como a la fusión o mezcla de dos culturas distintas. Este error deriva
del entendimiento parcial del significado de la cultura.
Tanto los mecanismos de relación como la manera de interrelacio-
narse de los individuos de una sociedad constituyen la cultura. En
otras palabras, cultura es el nombre con el cual se designan todos los
tipos de conducta socialmente adquiridos; por eso es el nombre adecua
do para significar, en conjunto, todas las realizaciones de los grupos hu
manos. Dentro de la cultura se comprende no sólo el lenguaje, la fabri
cación de artefactos, la industria, el arte, la ciencia, el derecho, el
go
bierno, la moral y la religión, sino también las cosas en las que se ma
terializan los aspectos intelectuales, como son las los máquinas, objetos
de arte, utensilios, edificios, artificios para las comunicaciones, etc. "Una
cultura" es, fundamentalmente, una de pensar, de sentir, creer
manera

y actuar, es decir, la manera total de vivir de una sociedad. Todos los


individuos de una cultura comparten la
interpretación común del mun
do, afectados por una visión convencional de la vida
son
y, aunque las
formas culturales están restringidas por las
leyesnaturales, la cultura
no radica, en modo alguno, en la naturaleza biológica del hombre. La
cultura, que se transmite en procesos de enseñanza y aprendizaje com
prende por lo tanto todo lo que es aprendido mediante la comunicación
entre los hombres, esto es, está constituida por los conocimientos del

grupo, perpetuados en la memoria de los hombres en


objetos y docu-
9. Maclver R. M. Society: Its Structure and Changes. New York, 1931.
34 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

mentos diversos. La cultura no se trasmite pues en los


genes sino que
se aprende; existe gracias y mediante la comunicación por medio de
símbolos. El conjunto de símbolos constituye el
lenguaje. Se puede
afirmar, entonces, que el hombre es la única criatura capaz de producir
cultura. La cultura radica en la
abstracción; antes que nada es una
idea y luego una actitud, por consiguiente no es una entidad que pueda
mezclarse, combinarse o mestizarse.
El contacto de los mundos occidental y aborigen fue un choque
violento, después del cual el grupo occidental, poseedor de una cultura
evolucionada y agresiva, prevaleció como dominante. Desde el
primer
momento el hispano trató de imponer sus formas de vida social y sus
sistemas de valores. Esta imposición se llevó a cabo sistemáticamente
en lo que concierne al
aspecto religioso y al control social, fue menos
compulsiva en los demás aspectos. Sin
embargo, aún en aquellos as
pectos en que la acción fue coercitiva, la
imposición fue más de forma
que de contenido. Es decir, la cultura indígena siguió conservando sus
patrones originales, modificados en apariencia, hasta que se realizó la
sustitución de muchos de sus elementos, impuesta por la nueva realidad
social. Aparecen entonces como una consecuencia del fenómeno de

aculturación, por medio del cual dos culturas en contacto intercambian


elementos y los reinterpretan para dar eventual nacimiento a otro tipo
de cultura las primeras manifestaciones de una nueva cultura, de la

llamada "cultura mestiza", como un fenómeno distinto de las culturas


que la originan. La génesis de esta cultura explica las similitudes que
presenta en muchos aspectos, tanto con la cultura occidental española
como con la aborigen, puesto que está integrada
por elementos de am
bas (10).
No es pues, piensa, la "cultura mestiza" una cultura pro
como se

fundamente vinculada a las culturas occidental


o aborigen, madre, sino

que se trata de una nueva entidad, que si bien presenta elementos cul
turales de ambas, sus módulos son diferentes, propios, en función de la
sociedad que la sustenta.
En consecuencia, la cultura no se mezcla, sino se integra en un

proceso que ha sido denominado proceso de Aculturación y que involucre


un conjunto infinito de procesos entre elementos
opuestos de dos cul
turas.

Aguirre Beltrán define aculturación como el proceso de cambio que


resulta del contacto de grupos que participan de culturas distintas y
agrega: "Se caracteriza por el desarrollo continuado de un conflicto de
fuerzas, entre formas de vida de sentido opuesto, que tienden a su total
identificación y se manifiesta, objetivamente, en su existencia a niveles
variados de contradicción" (n).

10. Aguirre Beltrán, Gonzalo. —


El Proceso de Aculturación. Universidad
Nacional Autónoma de México.
11. Ibid.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 35

El proceso de aculturación no constituye el traspaso mecánico de


los elementos de una cultura a otra, sino que, en éste necesariamente
se produce la elaboración y reinterpretación de tales
elementos, para
encajar funcionalmente en la estructura social, originando con ello una

reestructuración total.
Cuando un grupo que participa de una determinada cultura im
pone sus patrones culturales coercitivamente, quebrando los mecanis
mos de resistencia psicológica del grupo dominado, se realiza lo que se

llama antropológicamente, inducción cultural. En la Colonia, los in


tereses del grupo hispano dominante obligaron a la inducción unilateral
de ciertos aspectos de su cultura, tratando de evitar la intromisión de

elementos culturales procedentes del grupo bajo asedio (12). La acción


hispana de aculturación inducida se limitó a la
organización política y
al aspecto religioso; los distintos
pero como
aspectos de la cultura idio —

ma, organización política, social y económica, ciencia, religión, tecnolo

gía, etc. están integrados en un sistema que funciona como unidad, la


concatenación de las partes hizo inevitable la inducción de la cultura
hispana en todo el contexto cultural. Esta es la razón por la cual las
culturas aborígenes se presentan, hoy en día, diferentes las
a precolom
binas de donde originalmente proceden.

12. Ibid.
Indigenismo, indianismo y mestizaje
en las artes visuales como tradición
americana clásica y medieval
Por George Kubler

Nuestro conocimiento del pasado acude a los estereotipos.


El arquetipo para nuestro conocimiento de la antigüedad
mediterránea fue congelado hace más de 500 años por la re
lación (semejante a la del fénix) de Europa con la antigüedad

clásica. Estas proporciones comienzan ahora a hacer su re

aparición en la relación entre el presente americano y la an

tigüedad pre-colombina.
En las artes visuales de la arquitectura, la escultura y
la pintura, el Indianismo trata de reconstruir el pasado con las
ciencias históricas. El indigenismo significa usualmente una ac

titud contemporánea de preocupación por la retención de los


estilos de la pre-conquista, como en los murales de Diego de
Rivera. El Arte Mestizo, por el contrario, significa una mez
cla colonial de material indígena y extranjero, como en los

laqueados vasos o iberos de la parte central de los Andes (*) .

Los estilos de la pre-conquista, sin embargo, se extinguie


ron, con excepción de unas pocas débiles imágenes (2) accidenta
les durante el siglo XVI. Reaparecieron después de 1850 cuando
sus restos empezaron a ser exhumados por los arqueólogos.

Los artefactos de la post-conquista, a su vez, constituyen,


usualmente, prolongaciones provinciales de los estilos europeos.
En ellos la presencia de formas indígenas (a distinción de los

temas,) es esporádica, casual e infrecuente.

1. S. L. Catlin, "Some Sources and Uses of Pre-Columbian Art in the Cuer-


navaca Frescoes of Diego Rivera", XXXV Congreso Internacional de Americanis
tas, III, 1964, 439-49.
John Rowe, "The Chronology of Inca Wooden Cups", Essays in Pre-Columbian
Art. and Archaelogy", Cambridge, (Mass.), 1961, 317-341.
2. G. Kubler, "On the Colonial Extinction of the Motifs of Pre-Columbian
Art and Archaeology", Cambridge (Mass.), 1961, 14-34.
INDIGENISMO COMO TRADICIÓN AMERICANA 37

De aquí que el arte indigenista, sea un fenómeno reciente


que no antedata al siglo veinte, mientras que el arte llamado
mestizo antiguo y pertenece a la era colonial y al siglo
es más
diecinueve. El arte indigenista no caracteriza la era colonial,
ni tampoco el arte mestizo define el período moderno. Más
adelante habré de hablar de lo inadecuado del término mestizo,
como una expresión racista, y como una designación incorrec
ta para obras de arte visual.
Cuando dividimos el tiempo en épocas: pre-conquista, co

lonial y moderna, esta laminación de la historia americana


tiene semejanza la de la
Europa clásica, la antigüedad, la
con

Edad Media y la era Moderna con algunas diferencias im


portantes. La etapa de la pre-conquista, análoga a la antigüedad


clásica, duró hasta el siglo XVI; los siglos coloniales constitu
yen la época medieval, que hubo de durar hasta entrado el
siglo diecinueve; y el estrato moderno es mucho más tenue
que en Europa.
Como en la Edad Media, la era colonial comenzó con
invasiones extranjeras, seguidas por el derrumbamiento de es
tados anteriores y terminó con el surgimiento de nuevos esta
dos que reclamaban en América alguna continuidad con el
pasado pre-conquista.
En Europa, sin embargo, el Renacimiento del siglo quince
siguió a otros episodios de renovatio y renascencia, tanto
en el período Caroliniano como en las eras Románica y Gótica.
El indigenismo americano es comparable con la renovatio
de la erudición clásica del Caroliniano siglo nueve. La anti
güedad americana, probablemente, nunca habrá de nutrir un
Renacimiento a plenitud. La expansión en el siglo veinte de
conocimientos exactos acerca de la antigüedad americana, tiene
cierta semejanza con el redescubrimiento Caroliniano de la
erudición y el arte antiguo, más que con el humanismo del
Renacimiento seiscientos años más tarde. El arte Quattrocento
y la erudición, finalmente dotaron a Europa de formas de cla
sicismo cuya autoridad no fué quebrantada hasta de después
la primera Guerra Mundial.

América hubo de recibir esta formaciónen el siglo dieci

seis, pero América, el Renacimiento tardío fué una cultura


en

intrusa, echando abajo las civilizaciones de la pre-conquista,


que el indigenismo ahora trata de restaurar con una autoridad
simbólica. Con este plan la era colonial
puede llamarse la
Edad Media americana, cuando muchos
rasgos del arte y la
sociedad medievales fueron continuados en variantes
america
nas hasta bien avanzado el siglo diecinueve.
38 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Por largo tiempo he sostenido que la aplicación de la pa


labra "mestizo" a obras de arte es un solecismo (3). En todas
sus aplicaciones y sinónimos, mestizo es una palabra con

connotación racial. Significa el producto híbrido, media-casta


de la unión de los españoles con los indios americanos. Los
apologistas del mestizaje siempre insisten en su contextura ra

cial; el origen de este uso, como habremos de notar, está en

los escritos de los pensadores políticos del siglo diecinueve en

América Latina.
Ha existido una confusión desde la Conquista entre indio
y mestizo. Con frecuencia los dos son identificados; algunas
veces uno de los términos es intercambiable con el otro. En
la vida colonial, sin embargo, el hijo mestizo de las uniones
de españoles con indias estaba exento de tributos, y los mes
tizos poco después emergieron como una casta de vagabundos
de estado deprimido sin vínculos con ninguna comunidad (4)
B. Konetzke ha señalado que este aliento inicial en el cruce

de razas muy pronto hubo de revertirse al definir a los mestizos


como gente de color, con las ideas medievales de limpieza de
sangre, para evitar que los nativos tuvieran acceso a la clase

dirigente (5).
En lo que respecta a indianismo, ha sido difícil separar el
estudio de la gente nativa de las sociedades de mestizos. Los

primeros escritores políticos, como Ricardo Rojas o José Vas


concelos, simplemente pusieron en desfile nombres tribales al
evocar el pasado nativo de la América pre-colombina. Rojas
propuso seriamente (fl) que la Independencia fue un levanta
miento indio contra el extranjero intruso. Solamente después
de la Revolución Mexicana pudieron hombres como Manuel
Gamio tratar de construir una política indianista sobre bases
más firmes en arqueología y etnología (7).
En los años de la década de 1930, los indianistas se dieron
cuenta de cómo tribus no afectadas por la colonización estaban
marginadas o habían quedado extintas, y cómo todas las co

lonias fácilmente accesibles habían adquirido una cultura más


o menos profunda a través de siglos de gobierno hispánico y

3. Se publicó primero en G. Kubler y Martin Soria, Art and Architecture


of Spain and Portugal and their American Dominions, Baltimore, 1959, 91-2.
4 C. E. Marshall, "The Birth of the Mestizo in New Spain", Hispanic-Ame-
rican Historical Review, XIX (1939), 161-84.
5. "La legislación española y el mestizaje en América,", condensada en
A. Lipschutz, "Der Indigenismus und die Kulturrenaissance Amerikas," Lattein-
amerika Zwischen Emanzipation und Imperiaíismus, (Studien zur Kolonialges-
chichte, ed. W. Markov), Berlín del Este 1961, 287.
6. Ricardo Rojas, Eurindia, Buenos Aires, 1924, 18.
7. Manuel Gamio, La Población del Valle de Teotihuacan, México, 1922.
INDIGENISMO COMO TRADICIÓN AMERICANA 39

por el adoctrinamiento católico. Así Moisés Sáenz (8) si


guiendo a J. Uriel García (9), pidió un "renacimiento indígena
en una tierra de mestizos, un alma india dentro de un cuerpo
de mestizo". En 1963, Miguel León Portilla (10) identificó
el mestizaje como parte del proceso de formación cultural para
la gente nativa de América. Con esta comprensión, la idea
de una cultura híbrida o "sociedad mestiza", ha adquirido vi

gencia hasta llegar a competir con el concepto indianista o con

la política indigenista, que sólo estaba encaminada original


mente al descubrimiento, la salvación y la perpetuación de los

"valores aborigénes" puros.


El mestizaje, (como ha señalado Beate Salz,) (n) fué in
vocado originalmente como válvula de escape del racismo de
la teoría indígena. Finalmente, fue reconocido como otra de
notación racista. Fue la obra de
pensadores, (12) como Ricar
do Rojas, José Carlos Mariátegui, José Bomfim y José Vas
concelos, (13) la que forjó la teoría conjunta del indianismo y
del mestizaje (en la cual Vasconcelos estuvo especialmente in

volucrado), mucho antes de que los historiadores y críticos de


arte iniciaran la cuestión.

José Vasconcelos fue el propugnador más elocuente del


mestizaje. Identificó la raza mixta con el comienzo de una
nueva producto del mejor linaje, en que se escogía lo me
era,
jor, y resultaba el
producto de la primera raza realmente nue
va que la historia
haya conocido, "la sola única esperanza del
mundo", que profetizaba el futuro mestizaje en una escala
global: la raza cósmica; el hombre total.
Tal parece que él, como muchos otros
después de él, no
se había dado cuenta que la era del mestizaje
ya había tocado
a su fin; que la historia colonial era el
teatro histórico del
mestizaje; y que el futuro no habrá de ser dominado por el
mestizo, si no por los economistas, los expertos agrarios, los
ingenieros y los técnicos en computadores, de todas las razas
y de ninguna raza en particular.

8. Moisés Sáenz, Sobre el indio peruano,


México, 1933.
9. J. Uriel García, El Nuevo Indio, Cuzco, 1930.
10. Miguel León Portilla, "Mestizaje Cultural y étnico en México.' "Améri
A,ne"
ca Indígena, 23, 1963, 183-99.
11. Beate Salz, "Indianismo," Social Research,
XI, 1944 441-69
Crawf°rd' A Century of Latin-American Thought,
(Mass2)" 1961 Cambridge,
13. Ricardo Rojas (1882-1957), Eurindia, Buenos Aires, 1924- José
do Ma
nuel Bomfim (1868-1902), La América Latina, 1905.
José Vasconcelos (1882-1959), Indoiogía, Barcelona
(1927)
José Carlos Mariátegui (1895-1930), Siete
Ensayos, Lima, 1928
Contrario a los anteriores, Luis Valcárcel, en Mirador
Indio, Lima 1937-41
tenia la esperanza de proteger al indio del mestizo
por medio de la segregación
basándose en el modelo de los Estados Unidos del Blanco
y el Negro en una
época cuando el indio y el mestizo en sus intereses
podrían ser separados
40 REVISTA HISTÓRICA TOMO
XXVIII

Los historiadores de
arte, Martin Noel y Ángel Guido, más
tarde se dedicaron a la faena
dentro de los límites, que los
pensadores primero habían definido más por introspección que
por investigación exterior, y más con respecto a la acción po
lítica eventual que a la definición y descripción precisa.
Martín Noel, de Argentina sostenía que él,
ya para el año
1914 (14) había venido usando el término
hispano-indígena. Hu
bo de alterarlo por el de ibero-andino en 1936,
restringiendo su

aplicación geográfica ampliando su contexto europeo (15). Un


y
chileno contemporáneo de Noel, Alfredo Benavides, teniendo en
mente condiciones chilenas,
introdujo el término hispano-abo-
rigen, como sinónimo de la arquitectura Barroca, en 1936 (18).
En 1938 Noel hizo una tentativa el término
con indo-perua-
no> (17) Pefo en ese año
términos unidos por guión fueron
esos

desplazados por la sugerencia de Ángel Guido de que se usara


la palabra mestizo o criollo (18). Muchos matices enriquecen
la palabra criollo, que significa la tradición europea en el suelo
americano, pero el término se usa poco en arte. Un ejemplo
lo constituye
estudio de tapices peruanos, designados en
un

1939 por Adele Coulin Weibel (19) como criollería. Tiene la

ventaja de poner mayor énfasis en la geografía y en la tradición


más que la raza, colocando el énfasis en los orígenes
en euro

peos para el lenguaje formal del arte colonial.


Por desgracia, el término mestizo entró en uso general para
expresiones provinciales en todas partes de la América Latina
cuando Alfredo Neumeyer lo usó en ese sentido en 1948 (20).
De entonces para acá los historiadores de las artes en los
Estados Unidos y en la América Latina han canonizado el
término. Es posible que ya sea demasiado tarde para reempla
zarlo por criollo, o cualesquiera otra palabra menos racial, un
ejemplo es la palabra planiforme, creada por Enrique Marco
Dorta (21), para describir el ornamento arquitectónico andino.

14. Vasconcelos, op. cit., y Raza Cósmica (Barcelona, 1922). En Indoiogía,


p. 37, escogió las misiones franciscanas de California como "acaso la primera de
ese híbrido, discutido mestizaje," más bien que un ejemplo del siglo dieciséis.
15. En Handbook of Latin-American Studies, 3, 1938, 515. Véase también
su Teoría histórica de la arquitectura virreinal, Buenos
Aires, 1932, capítulo 3.
16. Véase la nota 6.
17. "Un aspecto técnico del barroco en general y, en
especial, del arte his
pano aborigen," Revista de Arte (Santiago),, II, 1936, N? 19
18. Nota 19.
19. Nota 6.
20. "Creolerie," a Peruvian tapestry," Art Quarterly, II, 1939, 27-48.
También S. Cammann, "Chínese Influence in Colonial Peruvian "
Tapestries
Textile Museum Journal, 1, 1964, Número 3 (Washington).
21. "The Indian Contribu tion to Architectural Decoration in
Spanish Colo
nial America," Art Bulletin, 30, 1948, 104-21.
Diego Ángulo Iniguez, Historia del arte hispano-americano, II, 1950, 146.
On Criollo, J. J. Arrom, Certidumbre de América, La Habana, 1959, 9-26.
INDIGENISMO COMO TRADICIÓN AMERICANA 41

Harold Wethey, al describir la arquitectura peruana en 1949 (22),


prefirió describir los edificios provinciales como mestizos, igual
que Pal Kelemen en 1951 (23) ; y en 1952 el mismo Martin
Noel (24) su apoyo al término, siguiéndole en 1955 José
dio
Mesa y Teresa Gisbert de Mesa (25). En sus inicios hube de
criticar su uso en 1959 (26). En 1964, Graziano Gasparini en

vió un cuestionario sobre la palabra a una docena de arquitectos


e historiadores de arte (27). Solo dos de ellos (Robina y Ku
bler) hubieron de disentir con respecto a su uso; ocho le dieron
su aprobación y las respuestas de dos se situaron en la cerca.

Habiendo sugerido cierta similitud entre la Edad Media


y la América Latina colonial, podríamos ahora ir adelante con
el examen de la idea del mestizaje a la luz de esa similaridad.
Un tema recurrente en los escritos recientes sobre la his
toria de las artes ha sido la separación de forma y su sig
nificado en el arte medieval. Panofsky (28) tratando de re

tratos medievales de Virgilio y Aristóteles hubo de notar lo


siguiente "donde quiera que en la Edad Media una obra de
arte obtiene su forma de un modelo clásico, esta forma está
casi invariablemente, investida de un significado no-clásico,

22. Colonial Architecture and Sculpture in Perú, Cambridge (Mass.), 1949.


También "Mestizo Architecture in Bolivia," Art Qmarterly, 1951, 283-304.
23. Baroque and Rococó in Latín America, New York, 1951.
24. "La Arquitectura mestiza de las riberas del Titikaca," Documentos de
arte colonial sudamericano, 8, 1952.
25. "El Estilo mestizo en la arquitectura virreinal boliviana'', Khana, 4,
1955, 9-26.
26. Nota 2. También Latin-American Art land the Baroque Period in Europe,
Studies in Western Art. Acts of he Twentieth International Congress of the His-
tory of Art, Princeton, III, 1963, 145-46.
27. "Encuesta sobre la significación de la arquitectura barroca hispano-ame-
ricana, "Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas", I, 1964 (Ca
racas), 9-42.
28. Adolf Goldschmidt, "Die Badetung der Formenspaltung in der Kuns-
tentwicklung, "Independence. Convergence, and Borrowing,", Cambridge (Mass.)
1937.
E. Panofsky, Renaisance and Renascences, Stockholm, 1960, 8, Observes of
"Renaissance" (se usó primeramente en 1829), que... es sólo en la superposi
ción de un intervalo entre un pasado que ha quedado sumergido y un presente que
se supone ha rescatado este pasado de la sumersión, que tales términos como
media aetas o medio aevum pudieran encontrar existencia", (a mediados del si
glo quince), Panofsky ha distinguido el "Renacimiento" de sus predecesores, lla
mados "renascencias". Sería también útil distinguir la Edad Media de otros
pe
ríodos "intrusivos", bien sean priores o subsiguientes a la era
generalmente lla
mada "medieval".
Para el caso general de las épocas que tienen relación
pasado y presente,se
parados por una era intrusiva, no tenemos ningún término a menos que inven
temos uno, tal como "mediaetal", de media aetas. Con toda seguridad,, su defini
ción habría de depender más de la posición que del
contenido, más de su lugar
en una secuencia,
que en cualesquiera "estilo" o "apariencia".
Diferentes viajes son similares en el sentido de que tienen una duración
me
dia pero no son, por ese motivo viajes idénticos. La "intrusión" es medida por
supuesto, tanto por la renuencia de las víctimas como por el deseo vehemente de
los restauradores de la continuidad quebrantada.
42 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

normalmente cristiano; donde quiera que en la Edad Media


una obra de arte obtiene su tema de la poesía clásica, de la
leyenda, de la historia de la
mitología,
o este tema está com

pleta e invariablemente presentado en forma contemporánea,


no clásica". Según Panofsky, es este el principio de disyun
ción o disyuntiva.
Mucho antes, Adolf Goldschmidt hizo notar otro fenó
meno: que el ornamento clásico en manos medievales hubo
de sufrir Formenspaltungen o una disociación morfológica.
Esta "descomposición de forma" ocurrió cuando los artistas
usaban artefactos más que la naturaleza como sus modelos
para nuevas obras.
Consecuencia de esto fué la liberación de
los ornamentos de ubicaciones convencionales (a saber, la es-
quematización de elementos de perspectiva, relieves, luces re
flejadas y sombras, aplicadas a usos meramente ornamentales),
lográndose un valor positivo para perfiles negativos o una
igualación de formas positivas y negativas, como en el arte
Cóptico o islámico. Otra consecuencia de tal Formspaltungen
consistía en disociar los detalles de su ambiente pictórico y
liberar las formas estructurales de sus funciones, como cuan

do la pared absorbía la columna para fines de decoración.


Goldschmidt de tal modo pudo describir nuevas fuerzas en

situaciones de destrucción de las formas clásicas.


La descomposición de forma es frecuente en los hábitos
composicionales de la América Latina, especialmente en am
bientes distantes y periféricos. Allí la transmisión de las
modas metropolitanas ocurre con deformaciones y recombina

ciones, como las estudiadas por Goldschmidt en el arte me

dieval. Un ejemplo lo es la proliferación como zarcillos, de


adornos de voluta de Plateresco en manos provincialistas,
cuando comparamos a Acolman (1560) con Yuriria en México,
un decenio mas tarde.
La disyunción es más rara. Se trata de la separación
del significado de pre-conquista y el re-uso de ese
significado
en diseños pictóricos europeos. Sin embargo, todos los ejem
plos de significado pre-conquista articulados en formas colo
niales obedecen a la regla de la disyunción, como en el arte
medieval. Un ejemplo lo constituyen los retratos de los no
bles incas alrededor del año 1700, la
en parte central de los
Andes. Allí, el gobierno hispano nunca truncó la autoridad
nativa de una manera tan concluyente como en la Nueva

España. En México la comunidad fué la unidad social más

grande que se permitió sobreviviera (29). En el Perú colonial,

29. Charles Gibson, The Aztecs Under Spanish Rule, Stanford, 1964.
INDIGENISMO COMO TRADICIÓN AMERICANA 43

sin embargo, una nobleza nativa retuvo el sistema inferior


de la jerarquía administrativa inca sobre líneas hereditarias y
como caciques (30). Ejemplos de retratos en los siglos dieci
siete y dieciocho de estos indios nobles de la colonia están

preservados en el Museo Arqueológico de Cuzco y todos


aquellos que se hicieron retratar hubieron de posar con sus

distintivos incaicos. También mostraban sus blasones espa


ñoles y se les concedían títulos de caciques principales y de
alférez real. Como decía Rowe, "recibían honores, pero el

gobierno español no depositaba confianza en ellos", preservan


do ellos, según Rowe "aun doscientos años después de la
Conquista la mayor parte de los trajes de corte inca y el
simbolismo." (31)
Tales retratos son europeos en forma e indios en signifi
cado. Se combinan europeos con subditos incas en vestimenta

india; heráldica europea con trajes incas. Es disyuntivo, co

mo en el arte medieval, donde las formas clásicas están re

vestidas de significados medievales, y los significados clásicos


reciben formas medievales. Como en la Europa medieval,
los artesanos de la América Latina colonial revistieron las
formas antiguas con significados contemporáneos; pero la an
tigüedad era americana más que mediterránea, e india más
bien que "antigua".
En 1959 pensé que la antigüedad americana había que
dado "extinguida más alia de su reanudación" (H2). Todavía
creo en ésto. Añado la reservación de que, casi cómo una

antigüedad greco-romana igualmente extinguida, el profundo


pasado americano permanece lo suficientemente tangible para
excitar una especulación prolongada y aun interminable con

respecto a su recuperación. El esfuerzo científico por recons


tituir asi se convierte en una medida del valor efectivo de los
mismos restos antiguos.

Quedan inalterables varias diferencias profundas entre


la antigüedad mediterránea y la americana, con respecto a

sus civilizaciones Pero las relaciones


sucesoras. principales,
como culturas anteriores y sucesoras, no pueden negarse, aún
en aquellos casos en que el suelo de la antigüedad americana
no sea apropiado para más que un renovatio. Ni una renas-

cencia o un Renacimiento de la antigüedad americana es po


sible que ocurra, aunque sea probable que los estudios india-

30. John Rowe,. "Movimiento Nacional Inca del Siglo XVIII", "Revista Uni
versitaria del Cuzco", LXIII, N? 107, 1954, 4-6.
31. John Rowe, "Colonial Portraits of Inca Nobles", XXIX International Cón-
gress of Americanistas, Chicago, 1951, 258-68 (Papeles Seleccionados)
32. Nota 2.
44 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

nistas en muchos frentes habrán de continuar por tanto tiem


po como los esfuerzos científicos sean posibles.

En lo que respecta todo el complejo del mestizaje en el


arte, sugiero que se le considere como perteneciente a la
Edad Media americana de la vida colonial más bien que al
presente, con sus centros, que ya están desapareciendo, de la
cultura mestiza. América Latina hace mucho tiempo que
dejó atrás Edad Media, y ésta requiere un estudio intenso
su

de la misma clase que el pasado antiguo ha recibido ya, du


rante los últimos cien años.

Universidad de Yale (Junio, 1965).


Algunas características antropológicas
físicas y culturales del aborigen
puneño, presentes en el mestizo
sudperuano
Por José Marroquín

SUMARIO: 1. La raza aborigen que encontraron los espa

ñoles. 2. Dinámica del mestizaje en el Departamento de


Puno. 3. Características antropológicas físicas del cráneo


aborigen. 4. Características e índices somatométricos


del indígena. 5. Tipos morfológicos de los aborígenes.


— —

6. Constitución y salud física del aborigen. 7. Otras ca


racterísticas físicas del aborigen (color de la piel, man


cha y ojos mongólicos, grupos sanguíneos, cuero cabellu
do encefaloide y cisura perpendicular externa. 8. Ca —

racterísticas fisiológicas del biotipo indígena. 9. Faseta


psicológica y temperamento del biotipo aborigen pune-


ño. —
10 Trazos culturales del aborigen (culinaria, vesti
menta, matrimonio, vida hogareña, alcoholismo, cocaísmo,
festividades, actitud migratoria, educación, léxico, hábitos
higiénicos). 11. Enfermedad y medicina entre los aborí

genes, (creencias sobre el origen, diagnóstico, tratamiento


y prevención de las enfermedades; los "curanderos" indí
genas, prácticas materno-infantiles, supersticiones y actitud
del indígena frente al médico, los medicamentos y el hos
pital) .

introducción.

Es indudable que el estudio del


mestizaje en el Perú requiere del
conocimiento de las razas que han intervenido en su formación, tanto en
sus características antropológicas físicas y funcionales como en las cultu
rales; ya que muchas de ellas han de aparecer en el mestizo, sea intactas,
sea modificadas como características intermedias, sea completamente
distintas a las de los progenitores.
Es por ello que, en el presente
trabajo, vamos a consignar las carac
terísticas antropológicas físicas y culturales del aborigen puneño, ya que
él constituye la mayoría de la población indígena del Perú y permanece
aún incontaminado racialmente en una buena parte, debido a que no
46 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

han podido afincar en su suelo otras razas, dados los rigores climatéricos
de la región de altitud, —
entre los3,500 y los 5,500 metros sobre el ni
vel del mar —

, en que vive perfectamente el indígena desde hace muchos


miles de años, por lo que su estudio antropológico, tanto físico como

cultural, resulta un valioso instrumento para reconocer en el mestizo las


características que pertenecen a su legado aborigen; lo cual, si bien es

interesante desde el punto de vista especulativo puramente científico,


lo es también prácticamente desde el ángulo médico, ya que la raza

aborigen presenta una resistencia a determinadas enfermedades y, espe


cíficamente, para no citar sino un solo ejemplo, no posee el factor
Rh negativo, que lo trajeron los españoles;
y, por consiguiente, entre los
aborígenes no hay eritroblastosis fetal; y siendo la raza aborigen en su
casi totalidad del grupo sanguíneo O, es un magnífico dador universal
en las transfusiones sanguíneas. Y estas
se presentan cualidades, cuando
en el mestizo, se las debe
aborígenes.
a sus ancestros

Igualmente, hay muchos signos clínicos (como modificaciones en el


electrocardiograma) normales en el aborigen y que, cuando aparecen en
el mestizo, podrían ser tomados como patológicos, si no se tuviera este
conocimiento por los médicos.
Y lo que pasa en lo físico, ocurre también en lo cultural, ya que
muchas de las creencias (en su mayoría sobre el origen y tratamiento
de las enfermedades), costumbres (alimentación, vestimenta, festivida
des, etc.) y actitudes (frente al médico, al hospital, al blanco), se hacen
presentes en el mestizo, de preferencia en el que se halla más próximo
a él; de ahí que importancia para el conocimiento y
sea de la mayor
evaluación cualitativa del mestizaje, el que describamos junto con los
rasgos antropológicos físicos, los patrones culturales de los indígenas de
Puno, en especial, de aquellos que han influido decisivamente en las
expresiones antropológico-sociales de los mestizos
Finalmente, el estudio de todas estas características en el indígena
permite comprender e interpretar el proceso muy sui generis del mesti
zaje ocurrido en la parte Sur del territorio, donde no ha habido mezcla
del indígena con otras razas que no haya sido la española, desde el ini
cio de la Conquista y hasta nuestros días, en que la mezcla continúa
entre el indígena y el mestizo de aborigen y español, en una creciente
mestización del mestizo con el indígena.

/. La raza aborigen que encontraron los españoles

Si es verdad que, por el momento, no se acepta el autoctonismo


del poblador andino, hay que pensar que es un habitante
antropológico
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 47

haberse aclimatado a regiones geográficas de tanta


muy antiguo para
altitud.
Según Hrdlicka O, "el hombre que llegó a América recorrió un

único camino, el estrecho de Behring; y su raza, que es también única,


es una imagen perfecta de la que ha poblado y habita todavía las regio
del Asia Oriental; estimando este poblamiento entre
nes septentrionales
los 10,000 y los 15,000 años atrás".
Para Horkheimer (2), a la llegada a América por el estrecho de
Behring hace 40,000 años de una raza de cráneo dolicocéfalo, sucedieron
20,000 años después, invasiones de otra raza de cráneo braquicéfalo, afín
a la mongoloide; las que, con la deshielización en el período glacial,
pasan el istmo de Panamá y entran a la América del Sur, subiendo muy
pocas a las regiones serranas de altitud (cuyo representante estaría en

el cráneo de Punín (encontrado en el Ecuador) y empujando a los do-


licocéfalos al Sur de la América Meridional y concentrándose los bra-
quicéfalos las regiones altas (desde las Montañas Rocallosas hasta
en

los Andes de la América del Sur) .

Para Rivet (*), "la población indígena americana fué el resultado


de cierto número de migraciones, de las que identifica las cuatro si
un

guientes, según el orden cronológico en que llegaron: lp, un elemento


australiano; 2V, un elemento oceánico, físicamente melanésico y de
lenguaje malayopolinesio ; 39, un elemento asiático mongoloide, numé
ricamente más importante; y 4", un elemento urálico llegado el último,
representado por esquimales".
Imbelloni
(]), acepta entre las 8 migraciones que se operaron en
América, "un contingente aún más intensamente mongolizado, de esta
tura baja y braquicéfalo, representado por los pueblos andinos; cultu-
ralmente portador de la agricultura superior o intensiva
y, según parece,
de las instituciones patrilineares".
Si verdad que en la región andina peruana, se han operado es
es

tas sucesivas inmigraciones raciales en dilatados


períodos de tiempo; los
aborígenes que encontraron los españoles a su conquista, constituía una
unidad racial, de características antropológicas dominantemente
mongo-
loides; sin perder algunos rasgos peculiares de las otras razas que po
blaron su suelo.

2. Dinámica del mestizaje en el Departamento de Puno

El mestizaje de aborigen y español, tanto en el aspecto biológico


como enel cultural, comenzó en cuanto los Conquistadores pisaron
1.José Imbelloni. "El poblamiento primitivo de América"
2-Hans Horkheimer. "Origen del hombre
. americano". "El Deber" ' Are
Are
quipa, Noviembre de 1947.
48 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

tierra americana ; y en el Perú, el cruce fué diverso en


intensidad y ex
tensión según las regiones donde afincaron los
peninsulares por más
tiempo. En Puno, por razones de clima de altitud,
no vivieron sino
escasos extremeños dedicados a la explotación de las minas, lo que ex

plica el que aún una densa masa de aborígenes no se haya mezclado


con otras razas y que el proceso de mestizaje no se
haya hecho masivo
ni exabruptamente hoy continúe
y en igual forma, más bien por la
mezcla racial fuera de
su terruño, como consecuencia de la marcada

actitud migratoria del indígena puneño; como está ocurriendo en la


actualidad en la ciudad de Arequipa, donde desde hace
algunos años,
está llegando y afincándose apreciable
población aborigen procedente de
Puno y Cuzco; y la reversión o regreso del mestizo a sus
lares, para
mezclarse con el elemento aborigen. Al lado de este
proceso extrapolar,
lejos del terruño, se observa la mestización tangencial, en la periferia
de la población indígena, donde roza con el elemento mestizo o blanco;
como si el mestizaje invadiera, avanzando cual la mancha de aceite, ha
cia el interior de la masa aborigen
(mestizaje centrípeto); o de ésta,
hacia la población mestiza o blanca (mestizaje centrífugo). En los va
lles de Sandia (Puno), ha afincado desde tiempos de la Colonia, una
población de blancos,
que se está mestizando con los aborígenes; los que
desde hace muchos años llegan a estos valles en plan de colonización.
Han habido también trasplantes de población aborigen
(con pésimos
resultados) a regiones tropicales de otros Departamentos. Finalmente,
hay un mestizaje por inmigración del elemento blanco a la población
indígena (mestizaje intrapolar), por razones comerciales, en su mayor
parte. De otro lado, en el Departamento de Puno, el indígena vive en
el campo, en el ayllu; y el mestizo vive en el medio urbano, en las
ciudades. Los mestizos de las ciudades provienen del proceso que hemos
enunciado anteriormente y como elemento importado (mestizaje impor
tado), que hizo la mezcla racial en otros Departamentos (tal el caso de
la ciudad de Puno, capital del Departamento, donde muchos de los mes
tizos proceden de Arequipa, Tacna y Moquegua; los que se unen con
mestizos o blancos y, esporádicamente, con indígenas).
El proceso biológico delmestizaje sigue las leyes genéticas de la
herencia de los caracteres geno típicos (dominantes y recesivos) ; sin

dejar de influir los factores del medio ambiente físico y social tan es
pecial donde vive el indígena y el mestizo puneño. Los caracteres ge
néticos de los progenitores o se cruzan en el mestizo (salen intermedios
en relación con ellos, como el color de la piel, forma y color de los ojos,

abundancia y distribución pilosa, grupos sanguíneos, dimensiones antro

pométricas, etc.) o se mantienen intactos en el mestizo las caracterís


ticas de una u otra raza de los progenitores (mancha mongólica, por

ejemplo). Por otra parte, los caracteres dominantes son capaces de anu

lar fenotípicamente el carácter recesivo perjudicial; o sea que el mes-


ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 49

las anomalías y
tizaje tiende a anular o por lo menos a contrarrestar
defectos de tipo recesivo de las razas progenitoras. Según Comas (3), el

"mismo razonamiento puede aplicarse a las cualidades, características o

aptitudes psíquicas que sean de tipo hereditario".

3. Características antropológicas físicas del cráneo aborigen

En un estudio que hemos realizadoantiguos cráneos recogidos


en

de la Chullpas del Altiplano Puneño (4), nos ha sido posible encontrar


las siguientes características: Forma ovoide, acentuada fenozigia (promi
nencia de las arcadas zigomáticas) forma exagonal de la cara, frente
,

deprimida, glabela prominente, arcos superciliares fuertes, forma cua-


drangular de la órbita, la misma que tiene una dirección horizontal, hue
sos nasales elevados, reborde nasal neto, forma acorazonada de la aber
tura nasal, mediano desarrollo de la espina nasal, fuerte eminencia ca

nina, lo mismo que los maxilares superiores y los huesos malares, acen

tuado prognatismo sub-nasal, bregma, lambda e inión prominentes, mas-

toides y pteriogoides fuertes, pterion en forma de H y agujero occipi


tal elipsoide, cóndilos medianos, así como los dientes, forma del paladar
parabólico en el hombre y upsiloide en la mujer, forma posterior del
cráneo piramidal, líneas occipitales fuertes, cresta occipital interna me

diana y presencia de bilaterales.


agujeros parietales Se encontró la
foseta aymara y la sutura metópica en el 30% de los cráneos y los
huesos supernumerarios (ptéricos, lámpdieos y coronales) en el 61% de
los cráneos. El conducto auditivo externo del indígena (5), presenta su

pared anterior recta, en tanto que la pared posterior en su fondo hace


una leve saliente; "justamente el reverso de lo que ocurre en la raza

blanca eurolatina".
Las medidas del cráneo, en el hombre y la
mujer, han dado las
en

siguientes medidas en mm., respectivamente: diámetro longitudinal 173


y 161, transversal 128 y 125, vertical 146 y 144, frontal mínimo 91 y 80,
frontal máximo 106 y 101, bizigomático 130 y 124, ofrio-alveolar 93 y
91, naso-alveolar 72 y 66, naso-basilar 84 y 81, basio-alveolar 93 y 88,
naso-espinal 51, transverso de las fosas nasales 23, vertical de la órbita
38, transversal de la órbita 38, longitudinal del paladar 46 y 42, trans
versal del paladar 38, longitudinal de
agujero occipital 33, transversal
29, prognatismo facial superior 60, proyección anterior del cráneo 95 y
90, proyección posterior 76 y 68, cuerda naso-bragmática 134 y 125,

3. Juan Comas. "Otra vez el racismo científico". "América Indígena"


Abril-1964 .

4. José Marroquín. "El cráneo deformado de los antiguos aimaras" "Re


vista del Museo Nacional", Tomo III-1944.
5. J.M. Mato y Colab. "Estudio otoaudiológico de una muestra de
aunara de la Altiplanicie del Perú". "Revista de
población
Otorrinolaringología". N? 3-1964.
50 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

bregma-lámbdica 133 y 123, labda-pistion 125 y 119, arco frontal 146,


parietal 101 y 99, occipital 118 y 115, circunsferencia horizontal 494 y
476, transversal 474 y 464, curva sagital 288 y 276, transversal 374 y
362, capacidad craneana en ce. 1,224
1,142 y peso del cráneo en grs.
y
527 y 464. De estas cifras, resaltan la la igualdad de los diámetros de
la órbita y el marcado prognatismo facial
superior perteneciendo por su

proyección a las razas frontales.


Los índices promedio en mm. son los siguientes, cefálico
74.7, nasal
48
(mesorrino), orbitario 101.5 (ipsiconchio), altura y longitud 84.5 (hip-
socéfalo), altura y anchura 88.7 agujero occipital 89, frontal 88.7, cur
vatura frontal 86.7, parietal 79.2,
occipital 96, facial superior 49 (como-
prosopio) y palatino 86 (braquiestafilino). De estas cifras, resaltan los
elevados índices vertical orbitario, frontal y del
agujero occipital, y el
reducido índice facial superior y el índice nasal mesorriniano
(al que
Broca dio tanta importancia para distinguir las razas
humanas), con
los que se asemejaría el cráneo de los antiguos aborígenes de Puno al
ue los mongoles y chinos.

4. Características somatométricas del indígena Puneño

Las medidas somatométricas en promedio del indígena puneño


(tanto quechua como aimara), son las siguientes: talla 1.62 m., peso
60 ks., distancia biacromial 40 cms., distancia biaxilar 26 cms., longitud
del esternón 19 cms., diámetro torácico —
transverso 27 cms., diámetro
torácico ántero-posterior 21 cms., distancia
xifo-epigástrica 25 cms., dis
tancia hipocondriaco-transversa 26 cms., diámetro hipocondriaco ántero-
posterior 20 cms., distancia epigastro-púbica 16 cms., diámetro bicresto-
iliaco 30 cms., longitud del miembro superior 53 cms. y longitud del
miembro inferior 86 cms.

Los índices somatométricos promedios, son: valor del tórax 9 a 9.9


litros, valor del abdomen superior 13 á 13.9 lts., valor del abdomen in
ferior 9 a 9.9 lts., valor total del abdomen 22 á 22.9 lts., valor del tronco
33 á 33.9 lts. y valor de los miembros 140 cms. De estas medidas, re

saltan, —
en comparación
sujetos con de otros lugares del orbe —

, los
valores altos del tórax, del abdomen superior y la longitud de los miem
bros inferiores.

5. Tipos morfológicos de los indígenas de Puno

Según la Clasificación de Viola, los indígenas de Puno pertenecen


a los siguientes biotipos: el 58.9% son longitipos o microesplácnicos (en
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 51

que el valor del tronco es menor que el de los miembros); el 35.7% son

braquitipos megaloesplácnicos (en


o que el valor del tronco es mayor
que el de los miembros); y el 5.4% son normotipos o normoesplácnicos
(en que el valor del tronco es igual al de los miembros).
Según la Clasificación de Kretschmer, los indígenas de Puno per
tenecen al tipo muscular o atlético; y según la Clasificación de Sigaud

y Me Auliffe, los indígenas de Puno pertenecen al tipo respiratorio, sub


tipo muscular.

6. Constitución y salud física del aborigen

Desde la antigüedad (como lo apreciaron los Cronistas), el indíge


na gozó de una fortaleza y salud física envidiables (el P. Morúa decía
"que eran en su mayor parte recios y fuertes y que vivían largo tiem
po"). Hoy mismo, son fornidos mozos de cordel y obreros de las minas
y carreteras y magníficos soldados en nuestro Ejército; y en cuanto a
salud, tienen una excelente dentadura hasta la vejez, no presentan ra
quitismo y hasta la mayor edad no necesitan de anteojos. Y en lo que
respecta aenfermedades, son resistentes a las formas paralíticas de la
poliomielitis y a otras parálisis; no hacen infartos, cáncer, úlcera gás
trica, asma, litiasis, diabetes y reumatismo; las que constituyen una ra
reza dentro de su habitual
patología. Igualmente, no se encuentra ni
canicie ni calvicie entre los aborígenes, sino
excepcionalmente.

7 Otras características físicas del


.

aborigen

En cuanto al color de la tez, es característico el moreno


oliváceo;
el de los ojos, negros y oscuros; el del cabello, negro, a la vez que
abundante y lacio; el de las conjuntivas
oculares, amarillo claro (subic-
térico). Y en cuanto al olor, es sui generis.
La mayoría de los indígenas
y desde el nacimiento, presentan la
"marcha mongólica", caracterizada
por una mancha moreno-verdusca
en la piel de la
región sacro-coxígea (debido a la presencia de las célu
las de Boels) ; la misma que se hace
presente entre los mestizos con mu
cha frecuencia (el 88% de los niños entre las edades de 0 á 3
años, que
concurrieron al Centro Materno-Infantil de
Puno). Esta mancha es
característica de la raza amarilla y raramente se presenta entre los euro

peos. Se trasmite por herencia, siendo un carácter dominante, según las


leyes de Mendel.
52 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Igualmente, el
indígena presenta el "ojo mongólico,' (incluso se le
encuentra graneado en sus huacos y monolitos
antropomorfos); caracte
rizado "por el replegamiento o retroversión del párpado superior en su
parte inferior visible, tendiendo a ocultar el borde ciliar y, a menudo,

con su dobladura falciforme —

,
a cubrir en todo o en parte la carúncula

lagrimal; de donde resulta el carácter de la fisura


palpebral más an
gosta que en el europeo; y, además, su forma geométrica, que, en lugar
de asemejarse a una almendra, asume la imagen de un triángulo esca
leno, con la base en la parte medial del ojo y el vértice en el ángulo
lateral" (6).
Los grupos sanguíneos constituyen otro de los elementos antropo
lógicos que caracteriza a los aborígenes, ya que la dominancia del fac
tor O es casi absoluta (96%); siendo los factores A y B apenas de 3%

y 1%, respectivamente. Esta fórmula se presenta en los mestizos si


guiendo la Ley de Bernstein, ya que el grupo O es homocigoto; siendo
grande la preponderancia del genotipo aborigen sobre el europeo, ya
que aparece el grupo O en alto porcentaje en el mestizo (Arce Larreta
en 1931, halló en la población mestiza de Lima el 75% del grupo O, el

15% del A, el 8% del B y el 2% del AB) ; no obstante de que el gene O


es mendelianamente recesivo y los A y B, dominantes (Ley de Hirsz-
feld) ; justificándose el aserto de que, "cuando una raza se cruza en pro
porción insignificante (en este caso la española) con otras, las frecuen
cias relativas de los grupos sanguíneos se mantienen constantes a lo
largo del tiempo" (7). Y en cuanto al factor RH negativo, Reynafarje (8)
ha encontrado en los aborígenes de Junín, Huancavelica y Ayacucho
solamente el 0.125%; lo que indicaría que su presencia en el mestizo,
se debe al cruzamiento con los españoles (los vascos presentan Rh ne
gativo en el 36%). sentido, los aborígenes peruanos se com
En este

portan como los chinos y


japoneses, los que tampoco son Rh negativo;
así como por la presencia del subgrupo A2 (ausente en los indios meji
canos) y del subgrupo Rz (raro entre las razas caucasoide y negroide y
frecuente entre los indígenas australianos y papuas, mejicanos y brasi
leros, que también tienen origen mongoloide). Reynafarje, cita también
las siguientes características grupales propias de los aborígenes: presen
cia de genes Rh1 y Rh2 y ausencia de genes r', r" y rv; y en cuanto al
sistema MNS y s: existencia del grupo M en el 43.2%, del grupo N

en 11.8%, del grupo MN en el 45% (siendo en el grupo asiático M


el

y N iguales; en el grupo del Pacífico


M es mayor que N; y en el grupo

Americano alta frecuencia del gene M (0.6570) y baja del N (0.3430).

6. José Imbelloni. "Los Yámana y el llamado ojo mongólico". 1944.


1. M. M. Salazar. "Los grupos sanguíneos humanos". "La Prensa Médica
Mexicana". 1951.
8. César Reynafarje. "El factor Rh negativo y otros grupos sanguíneos en
los indios de la zona central de los Andes Peruanos". "Anales de la Facultad de
Medicina". Tomo XL, N? 3 Tercer Trimestre de 1957.
-
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 53

En cuanto a los factores S y s, hay un amplio predominio del s sobre


el S). Como se vé, las constataciones de los grupos y subgrupos san
guíneos, abren un filón de la mayor importancia en los estudios que so
bre el proceso del mestizaje se viene realizando.
El "cuero cabelludo encefaloide" (llamado "Chacrahuma" por los
indígenas, de las voces quechuas chacra y huma-cabeza en forma de
chacra), es otro de los caracteres antropológicos casi exclusivos de los
aborígenes púnenos, tanto por su frecuencia (20%) como yor el pronun
ciamiento de los pliegues que presenta el cuero cabelludo, que
semejan
las circunvoluciones cerebrales. Cuando el
se presenta en mestizo, tra
sunta su ascendencia aborigen.
Existe otro carácter antropológico
en el cerebro de los aborígenes,

la presencia de la cisura perpendicular


externa; ausente en los cerebros
de los blancos; por lo que, si aparece en los
mestizos, es heredado de
los aborígenes.

8. Características fisiológicas del biotipo indígena

Según el Dr. Corzo Masías (9), las características del corazón del
andino son propias de la raza más que de la adaptación a la altura; pre
sentando cuerda ventricular izquierda muy grande (con un límite
una

normal por encima de 10 cms.), mientras que en el


europeo es de sólo
8.5 cms. La cuerda ventricular derecha es al contrario chica muy (rara
vez pasa de 13 cms.), mientras que en la raza blanca
puede llegar a
14.7 cms. Las características anotadas, no se
presentan en los blancos
aún cuando vivan en la altura.
A. Rotta, encontró en los aborígenes de la altura, mayor trabajo
cardiaco en un 20% que en la costa, con aumento del volumen cardiaco.
Torres (10) ha descrito en los andinos bradicardia
y baja de la presión
arterial máxima y diferencial y variaciones de la
presión en los nativos
al descender, iguales a las encontradas en los costeños
durante la as
censión.
En cuanto al aparato respiratorio, el Dr. Hurtado (n), encontró
que el indígena de la altura tiene una amplitud torácica mayor, un tó
rax más amplio
y un mayor diámetro ántero-posterior, que el individuo
de raza blanca; y que su capacidad vital es de 2,600 ce, muy superior

9. Gustavo Corzo Masías. "El corazón del habitante andino (Estudio ra


diológico)". Primeras Jornadas Médico-Quirúrgicas del Sur". 1943.
10. Hernán Torres. "La presión arterial en hombres a nivel
del Mar y en
las altiplanicies andinas". "Anales de la Facultad de Medicina" Tomo XX 1937 -

11. Alberto Hurtado. "Estudios sobre el volumen del


tórax, capacidad vital
° ^ altura"- "Anales de la Facultad de Medicina". Abril-
JulTo de 1928°
54 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

a la de la raza blanca y mucho mayor todavía a la del hombre de la


costa.

El mismo Dr. Hurtado


(12), refiere que los nativos de la altura
presentan una gran capacidad para el trabajo físico y un mayor tiempo
de rendimiento en realizar un trabajo físico
pesado, que el costeño (ésto
nos recuerda el
proverbial rendimiento físico del mestizo arequipeño).
En cuanto a los
órganos digestivos, se ha encontrado un fuerte por
centaje de indígenas megalocolon, como una característica racial.
con

En lo que respecta a los órganos endocrinos, los indígenas presen


tan una mengua en la funcionalidad suprarrenal, caracterizada
por baja
de la
presión arterial, limitada capacidad para fijar grasas (no se vé
indios gordos), escasa pilosidad, bradicardia,
vagotonismo, mala distri
bución de los pigmentos en la piel (manchas en la
cara) y en las mu
cosas (cara interna de los
carrillos, encías y sobre la lengua). Igual
mente, presentarían un hipogenitalismo, que se traduciría por infantilis
mo genital, ausencia de
pilosidad púbica y retardo en la menarquia (a
veces a los 16 ó más años de edad).
En cuanto al sistema nervioso autónomo, el
aborigen presenta una
hiperanfotonía predominio vagal (constitución ortosimpática) (13).
con

Tiene muy agusado el sentido de la vista y una


sorprendente ca
pacidad cromática. (Encinas).

9. Faseta psicológica y temperamento del aborigen

En cuanto comportamiento psicológico, al indígena hay que


a su

considerarlo cuando trata con los extraños (ante los que se presenta
como introvertido, poco comunicativo, obstinado, pleitómano, conserva

dor, desconfiado, supersticioso, triste e hipobúlico) y cuando se halla en


tre los suyos (ante los que "es hospitalario, comunicativo, franco, leal,

afectuoso, dócil, asequible, amante de la broma, irónico y mordaz en sus


críticas; a veces es obsequioso, pero esto implica un interés concreto,
una retribución casi inmediata; despliega abiertamente sus energías y
está dispuesto a la cooperación; demuestra sus afectos y expresa sus opi
niones sin reserva; gusta de las fiestas y es alegre en ellas; cuando está

ebrio es impulsivo y valiente en la


pelea; rencoroso y vengativo; astuto
y frecuentemente burlón; tranquilo cotidianamente") (14). Tiene una

12. A. Hurtado y Colab. "Mecanismos de aclimatación natural". "Revista


de la Escuela de Medicina de Aviación". USAF, Texas, Marzo 1956. -

13. Carlos Monge y Hugo Pesce. "El tono del sistema neurovegetativo en
el hombre de los Andes". "Anales de la Facultad de Medicina". Tomo XVII -

1935.
14. José Portugal Catacora. "Organización de las nuevas escuelas rurales".
1946.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 55

aguda atención y observación analítica; dispone de una gran paciencia


(sabe esperar) y de un elevado sentido utilitarista (exagerada aprecia
ción de la propiedad). Es inteligente y desde la más tierna edad. Apren
de con facilidad y a perfección. Tiene un gran sentido de responsabi
lidad cuando se le dá autoridad; y, a su vez, es respetuoso de la auto
ridad.
En correspondencia con su biotipo dominante (atlético), la mayoría
de los indígenas es de temperamento viscoso. Su reacción emocional más
frecuente, es la explosión de cólera; observándose también sujetos muy
reposados. Su propiedad central es la tenacidad con falta de elasticidad
y presteza; y en el aspeco psicomotor, "las notas principales son la tran
quilidad, la lentitud, hasta la extrema pesadez, salvo en las crisis de có
lera, y su cualidad mejor, la templanza" (15). Una menor proporción de
aborígenes, es de temperamento esquizotímico; caracterizado (en el as
pecto hipoestésico) "por su falta de vivacidad y su reacción psicomotriz
perezosa, con largo período latente, peculiar sobre todo en los indios de
los Andes; que son tranquilos, medrosos, tímidos y dóciles" (16).

10. Patrones culturales del aborigen

En materia de culinaria, hay platos indígenas que sin modificación


prepara elmestizo; tales, por ejemplo: el "chaqué" (caldo en el que se
mezclan papas amargas machacadas, tripas partidas, carne de oveja del

pecho o de las costillas; aderezado con ají, cebolla, perejil y manteca);


el "chairo" (caldo en el que se ponen habas, arvejas, perejil, hierba buena,
zanahoria, carne, papas, chuño, cebollas, col, ají, manteca, sal, trigo y
hierbas aromáticas) ; el "chupe" (es como la cazuela de los mestizos) ;
el "pesque" (mazamorra en la que se mezclan quinua lavada, leche,
sal y manteca) ; el "timpo" (plato preparado con carne en pedazos, arroz,
chuño, repollo, cebolla, ají, zapallo, duraznos, papas, sal, garbanzos, co
mino, ajos, perejil, tomate, camote y pimienta; y para servirlo, se escurre
el caldo, que se sirve por separado, se le agrega cebolla
picada, orégano,
perejil y tomate. El plato seco de "timpo" se come mezclando sus in
gredientes con ají tostado y molido
cebolla asada, ajos, cominos,
con

sal, perejil y tomate); el "queso umachi" (queso derretido con papas y


leche, habas o arvejas verdes, huevos, manteca, cebolla, rocoto, tomates,
sal, pimienta y perejil); el "Chuño pasa" (chuño hervido); la "huatia"
(papas cocidas dentro de un horno de barro); la "chanfaina" (hecha de
pulmón de cordero) y otros muchos platos; que, en una encuesta que

15. Honorio Delgado. "La Personalidad y el Carácter". 1943.


16. Carlos Gutiérrez Noriega. "Biotipología del Perú
Antiguo". "Actualidad
Médica Peruana". Julio de 1936.
56 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

hemos realizado, alcanzan 60 clases de


sancochados, 35 de mazamo
a

rras, 12 tostados y 35 diversos


potajes. En cuanto
a vajilla, el indígena

emplea ollas, jarras y platos de barro calcinado; y como combustible,


la yareta (planta umbilifera) y el excremento de la vaca
(bosta) y del
carnero y la llama (taquia).
La vestimenta, es un patrón cultural que, con ligeras modificaciones,
se conserva entre los mestizos; especialmente en los que residen cerca

de los aborígenes. El indígena, en los primeros meses de la vida, es


arropado abundante y enérgicamente por la madre; en la niñez, el ves
tido del aborigen es sencillo; y en la edad adulta, consta en la
mujer
de una camisa de tocuyo ("lluco" o "cutuna"), un faldellín
("ppistuna"),
sujetado por una faja ("chumpi"), una especie de chai un tanto largo
con el que sujetan al
hijo o algunos objetos a la espalda ("aguayo" o
"llijlla"), otro más pequeño ("phullo"), un manto azul largo ("chuco"),
infinidad de polleras de bayeta de los más vivos y variados colores y un
sombrero que varía en suforma; en el varón, subsiste la camisa de to
cuyo o de bayeta ("Alamilla"), el chaleco, el pantalón, el poncho y el
"chullo" o sombrero de lana. El indígena camina descalzo o con san

dalias ("ojotas") y raramente con zapatos.


El matrimonio indígena ("sirvinacuy"), adopta una modalidad es

pecial de unión marital sin las formalidades del matrimonio civil o re


ligioso; situación que puede durar muchos años o toda la vida; aún
cuando esta unión, en la mayoría de los casos, termina con el matrimonio
civil y religioso, en ceremonia con variantes de la fórmula ritual cató
lica, en que los asistentes traen presentes a los desposados ("apjata") y
aún préstamos en dinero ("aynes"), al esilo del pandero mestizo; amén
del obsequio de terreno y ganado que les hacen los padres. Según el
Dr. M. el
sirvinacuy fué una institución que existió en
Julio Delgado,
el incanato y que mereciera su proscripción por el Virrey Toledo en
una de sus Ordenanzas, "por nociva y perniciosa costumbre". El con
cubinato del mestizo, es el equivalente del "sirvinacuy" del indígena;
sólo que en aquél es un acto irregular y mal visto socialmente; lo que
no ocurre entre los indígenas.
En cuanto a la vida hogareña del indígena, la madre alimenta al
niño y trabaja hasta momentos antes de dar a luz; y como esposa, es

fiel y acompaña al marido a todas partes y lo


ayuda en sus labores;
guardándole mucho respeto y acatamiento (incluso llega a castigarla,
sobre todo cuando está bajo la acción del alcohol) En cuanto a pa .

rentesco espiritual, "el compadre o el padrino, son personas a quienes

se guarda especial estimación y deferencia, siendo difícil negarles algo


que solicitan; y existe la creencia de que los ahijados adquieren las vir
tudes y la suerte de los padrinos" (17).

17. José Matos. "La propiedad en la isla de Taquile". 1957.


ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 57

En lo que respecta al uso indígena lo emplea no dia


del alcohol, el
riamente, sino con algunos acontecimientos: un com
motivo de celebrar
promiso con sus divinidades (desentierro de huacas), en los actos de
hechicería, al estrenar o conjurar una casa, al tomar posesión de una
propiedad, e inclusive derrama previamente alcohol en el suelo ("ttinka"),
como pago que hace a la tierra. Estas prácticas también las realizan
los mestizos.
Los incas
emplearon la chicha, como bebida en sus grandes solem
nidades; hoy usada corrientemente por los mestizos.
las lenguas En
nativas se llama
"akja", "ilape" y "tecte" (ya que el nombre de chicha
fué dado por los españoles, tomándolo de las Antillas) y se preparaba
haciendo fermentar el maíz, previamente triturado, macerado y cocido;
hoy se utiliza el maíz germinado ("guiñapo").
En cuanto al coqueo o hábito de masticar coca, puede considerarse
como otro trazo cultural del
indígena, que ha pasado al mestizo en al
guna proporción, la creencia
con de que aumenta las energías y ahorra
la ingestión de alimentos, ya que suprime el apetito. El indígena man
tiene un bolo de hojas de coca en la boca
("pijcho") y mastica una sus
tancia especial llamada "llucta" o "llipta", hecha de las cenizas de la
quinua, la que le permite una mayor extracción de cocaína de la hoja.
Las festividades' indígenas, constituyen otro de los patrones cultura
les de esta raza, y pueden clasificarse en paganas
(las que celebran el
sembrío, la cosecha, la marca del ganado, las inauguraciones de casas,
etc.) y católicas (de la Virgen de la Candelaria, Santa Cruz, San Juan,
etc.), en las que se designa al "dueño de la fiesta" (Alferado), el que
debe correr con la mayor parte de los gastos.

Un trazo cultural saltante de los


aborígenes, es su actitud migratoria.
Según Kuczynski, entre los indígenas "hay un nomadismo, una verda
dera migración y trasplantación de hombres
y familias; hay las oscila
ciones, flujo y reflujo, de hombres y de familias". Esta actitud
migra
toria, aparece en el mestizo, en un alto porcentaje.
En materia de educación, hay una marcada preocupación del indí
gena por mandar sus hijos a las
a
escuelas, para que aprendan a leer
y escribir y se familiaricen con el
castellano; porque con ello creen ele
var su nivel social en la consideración de los
demás; y, con este criterio.
dan gran valor a la escuela y al maestro, al
que prodigan las mayores
atenciones.
En lo que se refiere vocablos
a
indígenas usados
los mestizos, por
pueden contarse por centenares, bastándonos citar las
siguientes voces
quechuas que se emplean corrientemente en
Arequipa: güisgüi (sucio),
tajpi (torcido), chojñi (légaña), chuma (falto de azúcar o
sal), quencha
(mala suerte) y guarojlla (hablador). Nosotros acabamos de ver los nom
bres de muchos platos indígenas que con su
mismo nombre se usan por
los mestizos (chupe, chairo, chaqué,
timpo, pesque, huatia, charqui, cha-
58 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

lona, cesina, chuño, papa, etc.) y en cuanto a enfermedades, son usados


los vocablos "irijua", uta, "surumpi", "tictes", etc.
En cuanto a instrumentos de música, han pasado a los mestizos la

quena y el bombo indígena; y como instrumentos de guerra, la honda y


el mazo.

Como hábitos incorrectos del indígena, pueden mencionarse el hecho


de que no se lava las manos ni la cara sino muy contadas veces; no se
asea la dentadura; no se corta ni aliña el cabello, el cual acostumbra
lavarlo con orina; no usa pañuelo para sonarse las narices (lo hacen con

las manoso con la falda o manto de su vestido) ; no usa la mujer paños

para menstruación; tiene por entretenimiento realizar el despioje de


su

la cabeza; usa las manos para comer.

11. Enfermedades y medicina entre los aborígenes

indígena tiene las siguientes creencias sobre el origen de las enfer


El
medades: a) porque la tierra les ha sustraído el alma; o les ha dado
"aire", "sereno", "frío" o "calor"; b) porque han tenido un "susto", al
pisar un sapo, un ratón o una porción ya masticada de coca; c) porque
han sido "ojeados"; d) porque han visto un muerto (llamando a la en
fermedad "Ayahuaira", de las voces quechuas "aya-muerto" y "huaira"-
aire o viento; para significar que el aire o viento del muerto se ha intro
ducido en el cuerpo del enfermo) ; e) porque han sufrido un golpe o caí
da, que les ha sacado de su sitio el hígado o el corazón; f) porque les
han hecho "daño" o "maleficio" mediante una toma, que los azonza o

idiotiza, aloca paraliza en sus miembros; g) porque se ha besado


o los
en la boca a los lactantes; h) por pena o celos de la criatura cuando ha
nacido un hermanito que es objeto de mimos; i) por haber comido al
gunos alimentos; j) por haber pisado el suelo donde cayó el rayo; k)
porque el arcoiris les ha penetrado en el vientre; 1) porque la embara
zada ha visto el eclipse que hace que el hijo le nasca con labio leporino

("cajllo"); 11) por haber recibido las emanaciones de los manantiales o


haber tomado "agua embrujada".
La manera como se diagnostica la enfermedad entre los indígenas,
es consultando a las hojas de la coca, a una sustancia a base de sulfato

de fierro ("collpa"), o a las visceras de un cuy con el que se friccionó


el cuerpo del enfermo; a la vez que haciendo preguntas al paciente o

allegados, hasta descubrir que tiene un enemigo oculto, que en cierta


ocasión experimentó un susto o una caída, que le ha alejado el espíritu,
le ha descentrado el corazón o lo ha agarrado a la tierra. Los signos

que presenta el paciente, le permite identificar la enfermedad: si tiéné


una erupción pequeña en todo el cuerpo, padece de "mal de aire" ("Huay-
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 59

si tiene fiebre de
rasca") o de "mal de viento" ("Ppirun-ccapirun") ;

noche, está "agarrado por la tierra" ("Jappeccascca" en quechua y

"Catjju" en aimara) ; si tiene llanto de noche y deposiciones verdes, tiene


el mal del "sereno" ("Ccaiccasca"), por haber usado el bebe pañales
"serenados"; si tiene sobresaltos al dormir, padece de "mal de susto"

("Urañasca") ; si tiene caído el


párpado de uno de los ojos y fiebre, pa
dece de "corazón hígado descentrado" ("Kjichuascca" en quechua o
o

"Chuymajaccsuta" en aymara); si tiene tristeza y excitabilidad, padece


de celos por haber nacido un hermanito ("Irijua) ; si presenta diarreas,
tiene los "intestinos volteados" ("Chunchulpasca" en quechua o "Hipill-
jalenta" en aimara), por haberse caído el niño cuando comenzaba a

andar; si presenta erupción en la piel, tiene "mal de susto" ("Ttiuka"),


por haber pasado junto a un sapo o a un ratón, animales que le han

chupado la sangre.
El tratamiento de las enfermedades está de acuerdo con la causa que
les atribuye el indígena. Con la idea de que la tierra sustrae el alma de
los enfermos, el tratamiento empleado consiste en "pagar a la tierra"
("cuchu"), mediante el enterramiento de un envoltorio con incienso, co
pal y otras sustancias, que previamente se pusieron en contacto con el
paciente. En el caso del "mal de aire", usan las planas y sustancias que
lo contrarrestan (ruda o azufre), quemándolas o poniéndolas en la región
afecta o empleándola en actos brujeriles de pases y ceremonias de media
noche. En el caso de padecer de "descentramiento del hígado o del co
razón", emplean el procedimiento de darle tirones a las diferentes partes
del cuerpo del enfermo, con el objeto de que vuelvan a su sitio estas vis
ceras. En las dolencias originadas por "el frío" o por "el calor" (entre
las que consideran a las venéreas), usan las plantas que neutralizan su
acción (ruda, etc.). En las enfermedades febriles (tifus exantemático,
tifoidea), usan el "trueque" de la enfermedad, poniendo un alimento en
diferentes partes del cuerpo del paciente, a fin de que recoja el mal; el
mismo que arrojado lejos, llevará la enfermedad al que coma el alimento.
En las enfermedades intestinales de los niños, acostumbran "llamar a la
criatura" ("jayapo"), a la vez que recogen la basura de las cuatro es

quinas del patio en que se "serenaron los pañales", la mezclan con in


cienso y salvia y luego la hacen arder dentro de la habitación, a fin de
que sirva de sahumerio los
pañales y a la misma criatura. En las
a

diarreas infantiles, atribuidas a golpes, acostumbran curarlas con ma


niobras de sacudidas, puesto el niño sobre una manta, con el
objeto de
volver a su sitio los intestinos, que luego se mantienen con una
faja.
En cuanto a medicamentos usados por los indígenas, su principal
arsenalterapéutico está constituido por las plantas, de las que son innu
merables en el Departamento de Puno que tienen acción medicinal
(18) .

18. José Marroquín. "Flora medicinal del Departamento de Puno". "Prime


ras Jornadas Médico-Quirúrgicas del Sur". 1943.
60 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Pero también usan sustancias de origen animal


(cuerno quemado de
venado diaforético; "laccato" o larva de un gusano, tostado, contra
como

la neumonía; la piel de la rana, en la erisipela; el excremento humano o


de los animales, en la colerina, cólicos intestinales, viruela, disentería,

difteria, etc.; la orina de llama en el paludismo; el pulmón de la llama


o un cuy abierto puestos sobre el vientre del enfermo,
en las fiebres; la

sangre de la rana, del cóndor del


murciélago, en la epilepsia; el lagarto
o

molido, puesto externamente, en las fracturas; la sangre de la golondrina,


en los ataques nerviosos de las criaturas; la
piel sangrante de la vicuña,
puesta externamente, en la irritación retiniana por el reflejo del sol en la
nieve ("surumpi"); la sangre del cerdo, en las afecciones del corazón.
También usan medicamentos algunas sustancias minerales, como el
como

"azulacho", elpolvo de carbón, la "collpa", el "chaceo" (silicato de


alúmina) y el lacre rojo.

El indígena emplea también algunas medidas preventivas, como la


de llevarse a la boca un poco de tierra del
lugar donde se ha tenido una
caída o la de llamar al
espíritu de la persona que ha tenido un "susto";
y para evitar que el muerto contagie la enfermedad, realizan la maniobra
de "tapar la sepultura", enterrando en la habitación una mezcla de coca,
alcohol y kerosene. Asimismo, para evitar que se edematice la puérpara,
acostumbran enterrar la placenta; para evitar la hipogalactia en la ma
dre, cuidan de que los paños que se coloca en los senos no se pongan a
secar al sol; y para evitar "el ojeo" en los niños, les
ponen pulseras o
collares de colores brillantes.

Aun cuando el arte de curar lo ejercita el indígena en una gran ma

yoría, es casi
siempre potestativo de cierto sector de la
aborigen,
un masa

que procede de pueblos de "curanderos" o que fueron adiestrados por


sus padres. Los curanderos indígenas reciben en quechua los nombres
de Páceos o Hatum-Paccos (videntes o gran videntes), Ccamiles (porta
dores de remedios y amuletos), Pururey (curanderos), Sonccoyoc (que
tiene corazón), Ñauíyoc (que tiene ojos) y Huatocc (el que piensa mu

cho); y en aimara: Laycca (brujo), Yatiri (adivino), Colliri (curandero),


Callahuayo (portador de remedios y amuletos).
En cuanto a supersticiones y en relación con las enfermedades, los
indígenas creen que un hijo les nace con seis dedos, porque la madre
cuando estuvo embarazada miró el arcoiris; o que les nace con labio
leporino, porque a la madre le cayó un rayo. En Sandia (Puno), hay
la creencia de que la enfermedad llamada "Chiquimachu" (anquilosto-
miasis), es provocada por un fantasma pequeño que sale detrás del árbol
del mismo nombre y a la persona que se quedó dormida a su pié, le

exprime el jugo del plátano que dá este árbol y le inocula la enfermedad.


Entre los indígenas que trabajan en minas, existe el mito del "chancho
verde"; según el que, quien lo vé en los socavones, tiene que morir.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ANTROPOLÓGICAS 61

En relación con la madre y el niño existen también algunas supers


ticiones: al dar a luz, la madre indígena es fuertemente fajada en el
vientre y hasta por 21 días, para que no se suba la matriz. Cuando no

sale laplacenta, recurren a soplar una botella. El cordón umbilical, es


cortado por el padre si el niño es varón y por la madre, si es mujer;
dejándole 6 cms. de longitud en este último caso y 8 á 10 cms., en el

primero, para que sea fuerte y con el mismo cordón le pasan por los

pómulos al recién nacido para más tarde goce de buenos colores;


que

y lo guardan (sobre todo del primer hijo varón), para utilizarlo en el


tratamiento de la conjuntivitis. La parturienta no toma leche en su ali
mentación, "para se le paralice la sangre y le sobrevenga el sobre
evitar
parto" (19). Existe la ceremonia del primer corte de cabello ("rutuchi"),
para lo cual nombran padrino a una persona acomodada, quien les obse
quia por tal hecho.

Referente a la actitud del indígena frente al médico, las medicinas


y el hospital, considera que el médico no sabe sobre el origen de sus

enfermedades ni menos sobre la manera de curarlas; como ocurre con

su "Paco" o "Colliri"; cree que sólo es cirujano, que todo lo cura cor

tando; por lo que le tiene temor. Considera que tampoco debe cobrar,
porque mandado por el Gobierno, el mismo que también les envía
es

medicinas. Igualmente, cree que el médico sólo sirve para dar el certi
ficado de defunción, por lo que llegan a él cuando ha fracasado el "cu
randero" .

En cuanto a los medicamentos que prescribe el médico, el indígena


es refractariola mayor parte de ellos, por considerarlos nocivos;
a
ya
que sus enfermedades son de origen mágico y tienen que ser curadas con
elementos de igual naturaleza.
En lo que se relaciona con el hospital, el
aborigen lo considera como
un lugar a donde sevá ya para morir; y donde sólo se hacen interven
ciones quirúrgicas, y por ello tiene cierto temor de concurrir a él; a lo
que se agrega, el que en estos establecimientos no emplean sus medicinas
y la gente que trabaja en él le es extraña y, por lo mismo, le tienen
vergüenza desconfianza, por lo que prefieren atenderse en
y sus casas,
donde además puede vigilar a sus hijos y recibir la atención
de sus fa
miliares.

Héctor Martínez. "Enfermedad y Medicina en


Pillapi". 1958.
Algunas consideraciones acerca del uso

del vocablo mestizo


Por José Matos Mar

1Como categoría analítica el


.
del vocablo mestizo
implica la
uso

consagración de una idea impuesta patrón cultural de


como norma o

una organización social inconveniente y heredada del pasado colonial,


no da cuenta de la situación
que contemporánea.
Considerado en este sentido el vocablo mestizo mixtifica y oculta el
real sentido y las características sociales y culturales de la organización
social actual, porque va cargado de discriminación de racismo, de pre
juicios y de dominación.
2 Como grupo clase mestiza, supuesta
.
o
portadora de culturas
mixtas asumidas como afirmación nacional, postula una nueva discrimi
nación. Al mismo tiempo que discrimina social y culturalmente a los
componentes de una sociedad y mantiene consciente o inconscientemente
la grave discriminación racista, significa la renuncia a la auténtica crea

ción de cultura, la cual como lo demuestra la historia nunca es mestiza,


cualesquiera que sean sus componentes. Porque la creación cultura
siempre es sintética, irreversible y emergente mientras que el mestizaje
es conservador, inestable y disyuntivo. Significa, además, una abdica
ción al sentido universal de toda cultura contemporánea cualesquiera
que fuesen o pudiesen ser sus características originales.
Olvida que lo sustantivo es la capacidad de una sociedad o cultura
de organizar un sistema eficaz de vida y que en esta organización, cuyo
parámetro es la búsqueda del bienestar humano, los diversos grupos o
clases forman parte de una totalidad que adquieren dinamismo y fun
ción en un momento determinado y de acuerdo a Un plan. Olvidar esto
es pensar prejuiciosamente, con discriminación, no se puede otorgar la
posibilidad de desarrollo solamente a una parte del todo. El uso del
vocablo mestizo olvida, asimismo, que lo importante en la situación ac

tual es la especificidad dentro de la universalidad. Pero esa especificidad


es solo positiva y valedera en tanto que mantenga su equilibrio, en
cuanto signifique solamente afirmación de una personalidad pero den
tro de un sentido universal de creación y de búsqueda de la verdad.
ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL VOCABLO MESTIZO 63

3. Lo mestizo como explicación de la integración nacional, corre

lato de la afirmación anterior, tampoco es cierto. Se dice que la inte

gración nacional es producto del mestizaje. Parte de la idea del enfren-

tamiento de dos grupos étnicos o dos culturas cuya simbiosis fecunda

representa un mestizaje a la vez biológico y cultural que lleva a la in


tegración nacional. Es así como postula que el mestizo, llámese cholo
o ladino, constituirá la base de la nueva nacionalidad. Idea prejuiciosa,
racista y mantenedora de dominación. El mestizo, como estereotipo o

tipo social o como clase o categoría, aparece así marginando a una mi


noría dominante que se supone sea blanca y a una mayoría oprimida

denominada campesino indígena, afirmación nada científica. El mestizo


aparece así como una clase o sector o estereotipo que da paso a una

cultura intermedia específica que lleva en sí por su carácter mestizo la


esencia de la nacionalidad y por consiguiente representa el progreso.
Olvida que el mestizaje, sea biológico o cultural, no constituye en sí
mismo una alteración de la estructura social vigente y si ésta se produce
es por la acción de la reestructuración de toda la sociedad. Por otra
parte vacargado de un tremendo prejuicio racista al otorgar a una ca
tegoría social la posibilidad de integración. Por sí mismo representa
de hecho la desaparición de las culturas indígenas; aceptar el mestizaje
como fórmula salvadora es actuar no racionalmente.
4. En todo sentido, utilizar o dar significados especiales al vocablo
indígena, significa actualmente una anomia porque:

1 . Mantiene estereotipo social y cultural cargado de pre


un

juicios, cargado de dominación y símbolo de un proceso co


lonial ;
2. postula un nuevo tipo de racismo, como tal, peligroso e

inaceptable; olvida que la creación cultura es obra de con

juntos orgánicos denominados culturas o sociedades y que


este proceso nada tiene que ver con la mezcla de tipos so
ciales o culturales sino con la conformación de grupos or

ganizados en una sociedad según un plan.


3. impide descubrir, analizar, interpretar y definir la verdade
ra situación de la sociedad nacional.
III. —

ASPECTOS HISTÓRICOS Y DEMOGRÁFICOS DEL


MESTIZAJE HISPANO-INDIGENA

1) La primera generación mestiza del Perú y una causa de su mal

renombre. Por José Antonio del Busto Duthurburu.

2) Un motivo de la tama negativa de los primeros mestizos. Por


José Antonio del Busto Duthurburu.

3) El apostrofe canino y su relación con los mestizos peruleros.


Por José Antonio del Busto Duthurburu.

4) Martinillo de Poecht-is. Por José Antonio del Busto D.

5) Una huérfana mestiza: La hija de Juan Pizarro. Por José


Antonio del Busto Duthurburu.

6) Hernando de Aldana: El primer quechuista. Por


José Antonio
del Busto Duthurburu.

7) La mestiza del Capitán Hernando de Soto, su familia y los lien


zos del Virrey Francisco de Toledo. Por
José Antonio del Bus
to Duthurburu.

8) Miguel Belalcázar, Mestizo Rebelde (Quito 1583) . Por Héctor


López Martínez.

9) El mestizaje religioso y Santa Cruz Pachacuti. Por Frankíin


Pease G.I.
10) El mestizaje y la miscegenación en los primeros años de la fun
dación de Lima. Por Emilio Harth-Terré.

11) Un intento de mestizaje cultural en la selva del Perú. Por Séfa-


no Várese.

12) Contribución de las mestizas a la Emancipación del Perú. Por


Judith Prieto de Zegarra.

13) Algunos aspectos del mestizaje en el Perú durante el siglo


XVIII. Por Carlos Deustua Pimentel.

14) Notas para el estudio del mestizaje en el Perú en el tiempo de


la Independencia. Por José Agustín de la Puente Candamo.

15) Los mestizos y el malestar social a comienzos del siglo XVII.


Por Pedro Rodríguez Crespo.

16) Carácter mestizo de la institución de la moneda en el Perú Co


lonial. Por Manuel Moreyra Paz-Soldán.
La primera generación mestiza
del Perú y una causa de su mal
renombre
Por José Antonio del Busto Duthurburu

Siempre que hallamos una opinión quinientista sobre los primeros


mestizos, sabemos de antemano que tal juicio no los favorece, más aún,
que los denigra. No se trata sólo del Perú, la mala fama de los prime
ros mestizos se extiende a todas las Indias del Mar Océano. El inves
tigador decepcionado se pregunta el por qué, mas su curiosidad no ob
tiene ninguna respuesta. Cuando mucho percibe opiniones que partiendo
de la mezcla de razas en su sentido arcaico, negativo y derrotista,

vale decir, en su sentido equívoco evitan cimentarse en José Arturo


de Gobineau y su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas.


No citan a este autor para no identificarse con una escuela
caduca, pero
los planteamientos nos llevan a reconocer por padre de las opiniones
al diplomático francés. Lo cierto es que, además de falsa, tal corriente
no ha explicado nada, excepto el orgullo de la raza aria. La realidad
mestiza indiana, más concretamente, la del Perú del Siglo XVI,
exige
una investigación moderna,
profunda y seria que nos adentre en el es
pinoso terreno. Nosotros, tratando de alcanzar parcialmente la verdad

pues lograrla plenamente sería mucha ambición dada la magnitud del


problema —
creemos que gran parte del mal radicó en el ambiente social

de ese Siglo, ambiente al que no pudieron escapar los mestizos. No


pretendemos justificar, solamente explicar. Queremos hacer ver que los
mestizos peruleros del XVI tuvieron muchísimos defectos,
pero que todos
ellos —más que del hombre— brotaron de la realidad
que lo rodeaba.
Una causa ambiental, pues, sería la culpable de casi todo.

El asunto, si queremos darle nombre técnico, pertenece a la psico-

sociología. Hagamos historia y nos acercaremos al núcleo. El padre


del mestizo perulero es casi siempre un soldado español que está de
paso,
68 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

la madre una india del lugar, que permanece. En estas condiciones el


niño crece y se logra con todas las características de un hijo "abandó-
níco" (J). Es ni más ni menos que un huérfano de padre, pero con el
padre vivo. En los peores tiempos primitivos de
casos, como en los
la promiscuidad sexual, el niño no sabe quien fue su padre. Y decimos
"fué", porque aunque el progenitor vive, es como si estuviera muerto,
no lo ha visto nunca o no lo vuelve a ver más. De estos mestizos exis
tieron muchos, nos atrevemos a decir que fueron la mayoría. No hay
que dejarse impresionar por los Comentarios Reales de los Incas y sus

mestizos privilegiados. De éstos nos ocuparemos después. Nos referi


mos ahora a esos mestizos regados por el camino que siguió la hueste,
hijos de tentación y
pecado, frutos de lujuria y de violencia. Si fueron
mestizos de raza, jamás lo fueron de pensamiento. Murieron como tan
tos indios más, sus hermanos uterinos de generación. Estos, pues, casi
no hicieron historia. Nacieron, vivieron y finaron sin dejar huella de
sí. Ningún documento los menciona; su descendencia se confunde con
la raza aborigen. Su cultura es india, también su personalidad, salvo
algún rasgo imperceptible e inútil que el tiempo y el ambiente se en
cargaron de borrar. Esta primera clase de mestizos termina sin pena ni

gloria. Y no se olvide que fueron los más (2).


Pasemos a la segunda clase, la de los mestizos privilegiados. Es
tos tienen padre y madre conocidos, pero que no han llegado a casar.
La madre se cree esposa, el padre la sabe su manceba. Casi puede de
cirse que han formado un hogar. Ella no es una forzada sino una sedu
cida. Muchas veces empezó creyendo al español un dios y se entregó

1 .
Guex, Germaine La neurosis de abandono.
... Buenos Aires, imprenta

de La Prensa Médica Argentina, 1964. Cap. I, pp. 49 a 60.


Según este autor, —

"abandónico" no es sólo el que carece del afecto paterno o materno, sino el que
teme perder el amor que le brindan los pocos seres que le quedan en su vida
afectiva. Este es el motivo por el que los mestizos que historiamos sé aferran
al amor de la madre, por ser el único que les queda, aunque en este primer grupo
de mestizos todavía juega un papel nivelador la familia avuncular, quien pre
senta como modelo viril al tío materno. Sobre estos sustitutos paternos véase:
Flugel, J. C. Psicoanálisis de la Familia.
. . Buenos Aires, imprenta Macland, 1961.

caps. X y XI.
2. Los soldados españoles, tan austeros y hasta respetables en la senectud,
fueron grandes pecadores en materia de mujeres. No incurrieron en aberraciones
sexuales, pero su pecar fue prematuro y continuo. El único freno ajeno a un
principio superior lo constituyó el temor a las bubas, pero esto no fue óbice para
que siempre vivieran amancebados con indias. Poseemos un documento que mar
caría la edad en que éstas, a juicio de los soldados españoles, podían ya ser ini
ciadas en la práctica sexual. Es una edad que no se da en años sino que se mide
por la firmeza de las extremidades inferiores, golpeadas por detrás sorpresivamen
te con una capa plegada. Si la muchacha no resistía el golpe y caía, aún no
estaba apta para el trato carnal; pero si sometida a la prueba permanecía de pie,
acusaba la madurez anatómica necesaria para ser manceba. La "prueba de la
capa" parece venida desde Nueva Granada con los segundos conquistadores, pues
con anterioridad nadie la menciona en el Perú. Los soldados de Pizarro raptaban
directamente a las mujeres, guiándose por el apetito natural, siendo a partir de
Cajamarca que a las muy hermosas las conservan prisioneras. Todas las demás
volvieron donde sus padres y maridos. Estas son, y no las cautivas, las madres
mayoritarias y desconocidas a quienes atrás nos referimos.
LA PRIMERA GENERACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 69

quiere tener por hijo a un semidiós?


a él sin reparos. ¿Qué mujer no

la realidad perulera, la india, a la


En otros casos, más frecuentes en

ve en el blanco hombre de cultura su un


par que la atracción física,
recluida
perior. Finalmente, será él quien la escoja para luego guardarla
y ella el cautiverio con la alegre resignación de saberse la elegida.
acepta
Hoy día entendemos todo esto a través de la psicología, pero los rena

centistas —cómo el docto Pedro Mártir de Anglería— lo vieron a través


la mentalidad de la mujer, que aún —

de la concupiscencia pobre
: era tan

en materia de maridos siempre prefería lo ajeno a lo propio (3).


Y los semidioses nacieron. No sacaron el color blanco de los padres


ni el caoba oscuro de sus madres. Nacieron blanquecinos, como suele

acontecer a los mestizos, después se oscurecieron a la luz del sol. Su

advenimiento fue rodeado de admiración y respeto. Garcilaso cuenta


india parida de
"que en aquellos principios, viendo los indios alguna
español toda la parentela sejuntava a respetar y servir al español como

a su ídolo, porque havía emparentado con ellos" (4).


Efectivamente, los primeros mestizos nacieron rodeados de curiosi
dad. Luego crecieron con el nombre de "mesticicos", mostrando ser,
desde un comienzo: inteligentes, astutos, traviesos, osados, aunque no

propensos a la hilaridad. Circunscribiéndonos a la realidad del Cusco



la única conocida, mas no por eso válida para todo el Perú —
ten

dríamos que la escuelita de primeras letras del canónigo Cuéllar les re

partió azotes y lecciones mientras cantaban el beaba. Al final el maestro


los encuentra hábiles y se lamenta de que tales alumnos no puedan con

tinuar sus estudios en la universidad de Salamanca. Pero a los mu

chachos les importa poco. Prefieren vestir españoles


como y cabalgar
el equino de sus padres. Más tarde observarán los primeros bueyes
traídos de Castilla, correrán temerariamente por los pasadizos secretos de
Sacsahuamán, hundirán sü dedo índice en el muslo podrido del Demo
nio de los Andes Y todo esto dejando de acudir a la escuela.
...
Los
mestizos privilegiados del Cusco se sienten importantes por el mero hecho
de no ser indios: llevan en sus venas sangre de español vencedor. Todo
parece que los ayuda a vivir como españoles: hablan la
lengua de Cas
tilla, gustan carne de vaca y de carnero, prueban el salpicón, los duelos
y los quebrantos, conocen las lentejas los viernes y saborean un
palomino
los domingos. En otras palabras, se tratan como hidalgos; por esto
mismo no quieren trabajar. La
guerra sí que les gusta, pero sus padres
los mantienen lejos de las
armas; a pesar de ello, todos saben
apuntar

• ^S16™' Pedro... Décadas del Nuevo Mundo.— Buenos Aires


3\ ^art4r de,
imprenta de Bartolomé U. Chiesino, 1944.- Década
VIII, lib. VIH, cap Hp 612
Garcilaso Inca de la Vega. LoS Comentarios Reales
aiu : de los Incas en- Salas'
Alberto Mano. Crónica Florida del Mestizaje de las Indias.-
prenta Americalee, 1960.— Cap. IV, p. 120.
s A res' m °KLÍ
70 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

el arcabuz. Y continúan su vida muy contentos, proclamándose "mesti-


cicos" a boca llena, por ser nombre impuesto por su padres (5).
Pero en el crudo invierno andino, cuando sentados junto al fuego
se hacía forzoso un cuento para distraerlos, no faltaba el pariente mater
no que traía a colación las perdidas antiguallas de los Incas. Y mien
tras las oían, los muchachos se arropaban en gruesos mantos indios, tam
bién masticaban cancha o maíz tostado. La madre, mientras tanto,
estaría junto al grupo hilando o tejiendo. Tenía para todos sus hijos un

enorme corazón. No poseía tantas luces como el español jefe de la fa


milia. Ese sí que era culto y superior. Y los muchachos se irían a

dormir pensando : ¡ Qué hermoso era tener por padres un guerrero de gran
cultura y una india de gran corazón! El hogar, así mirado, casi, casi

era perfecto. . .
(6).
De repente, se marchó el padre. Se fue a una nueva conquista
donde encontraría otra india, o se marchó simplemente de la para casa

unirse a una mujer blanca de Castilla, intrusa que llegaba tarde y dis
puesta a apropiarse de unos bienes que no ayudó a ganar. Las mancebas

5. Garcilaso Inca de la Vega. Op. cit. Lima, imprenta Gil, 1945. Parte I, — —

lib. IX, cap. XXXI, p. 202 del T. III.


Riva Agüero y Osma, José de la. Por la Verdad, la Tradición y la Patria.
. .

Lima, imprenta Torres Aguirre, 1938. pp. 15 y 16.


Respecto a las comidas españolas debemos aclarar que por escasear la vaca
y el carnero, tanto el salpicón como los duelos y quebrantos
comidas de hidalgo —

pobre según se puede ver en El Quijote eran en el Perú viandas de lujo. Co —

nozcamos su composición y apreciemos el por qué. Era el salpicón fiambre de


carne picada, compuesto y aderezado con pimienta, sal, aceite, vinagre y cebolla,

todo mezclado. Los duelos y quebranltos eran una fritada hecha con huevos y
grosura de animales, plato recomendado por
la Iglesia para la semiabstinencia de
los sábados. Como se ve, eran platos de fiesta entre los conquistadores por lle
var carne y no tenerla mucha. El último parece haberse hecho con sesos de
llama, afición que casi extingue la especie en el Perú (véase: Santillán, Fernando
de. . Relación del origen, descendencia, política y gobierno dé los Incas, en: Tres
.

Relaciones de Antigüedades Peruanas. Buenos Aires, imprenta Pellegrini, 1950.



p. 76) Si bien la carne de vaca y carnero era de consumo particular, vale decir,
.

casi no había expendio en carnicería, lo concerniente a las menestras corría a


cuenta de los mercaderes y sus recuas, lo mismo las palomas, aves de consumo
ocasional en las grandes fiestas del año. La paloma tuvo en el Perú la compe
tencia de la perdiz india.
6. Un rasgo interesante de los felices mestizos de estos tiempos es su auto-
identificación con la aristocracia cusqueña de la nueva era. Todavía no conocen
rival que los destrone, son los únicos hijos de sus padres. En este sentido cul
tivan su "yo" de manera egoísta y singularizante; andando los años la vida les
descubrirá un "nosotros" dolido y agresivo, humillado y revanchista (ver: López
Martínez, Héctor. Un motín de mestizos en 1567, en Mercurio Peruano, Lima,
. .

marzo de 1962, núm. 419, p. 114)


Herederos del individualismo español, los mes
.

tizos romperán con los hábitos masivos de los indios, con la disciplina, la res
ponsabilidad y la coordinación de sus trabajos colectivos. Por este camino, el
mestizo pocas veces descubre la eficiencia. Disgregados, inconexos por todo el
Perú, los mestizos lograrán cohesión sólo en el Cusco. Lástima que a esta cohe
sión siguió un fracaso, porque de no haber sido así, la homogeneidad de su pen
samiento hubiera logrado más rápidos progresos. Sobre este interesante aspecto
y Sociedad. Buenos Aires, im
psico-social puede verse: Mayer, K. B... Clase

y R. E. Dickerson. La formación
prenta Macland, 1961 ; también: Kunkel. F. —
. .

del carácter. Buenos Aires, imprenta Macland, 1959


; así mismo: Havighurst,


Robert J. Psicología
.
Social —Washington, 1962
.

.
GENERACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 71
LA PRIMERA

los mestizos miraron tristes. El resentimiento


quedaron solas, se . .

se

secreto odio a la madrastra se hará


aflora en ellos por primera vez y un
extensivo a los hijos que de a luz. Pocodespués, la pobreza toca la
puerta de los mestizos. Se acabó el salpicón, los duelos y los quebrantos,
vacía sin la vaca el carnero.
tampoco hay lentejas, la olla suena a y

domingos comía palomino! Ahora, y todos


¡Y pensar que antes los se

los días, se comen tortas de maíz, camotes dulces y viandas con papa

secada por el frío, también choclos; a la carne infrecuente de vacuno u

al
ovejuno reemplaza el tampoco muy frecuente charqui de auquénido;
vino peninsular la sora, el terroso licor de maíz. No se diga nada de

los clandestinos a caballo y la ropa blanca de Castilla. Ha


paseos
llegado un adiós a los paños de Segovia para cubrirse
el momento de dar
con bayeta de tela casero, trocar los borceguíes por las ojotas, en fin,
vivir como un simple hatun runa (7).

pasado la madre es lo único que queda. El mestizo se


De todo lo
aferra figura materna casi con desesperación. La quiere con vehe
a la

mencia, vela por ella. A su padre que se lo lleve el diablo, pero su


madre es sagrada La india agradece la fidelidad del hijo y lo engríe
...

peligrosamente. Luego quiere educarlo como indio, pero pronto se da


cuenta que el muchacho más que indio es español. Ahora sí que no

sabe corregirlo, se siente desconcertada. Además, muchas cosas que an

tes las creía buenas son ahora censurables a la par que muchas cosas

que eran censurables resultan lo mejor. Y la india, que tiene trastocado


su mundo de valores, no sabe qué hacer. Y mientras decide tolera, con

siente, permite ciertas maldades del pilluelo (8).


Esto es el principio. Después aparece esa etapa en que los hijos
sub-valoran a quienes le dieron el ser. A la madre la ven buena pero
inculta, al padre culto pero malo. Los muchachos todavía no son hom
bres pero están más fuertes que antes. A la madre la quieren más, pero
se aprovechan de su corazón. La engañan con sus mimos y caricias;

7 Rotondo, Humberto
.
Personalidad bás'ca, dilemas y vida de familia
. . .

de ungrupo de mestizos. Lima, investigación del Departamento de Higiene Men


tal, Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, s.a. p. 22. Este intere —

sante estudio plantea para la melancolía mestiza una base económica. Todo hace
ver que la pobreza y la disposición
depresiva están íntimamente ligadas desde su
comienzo racial en los mestizos. Esto y no otra cosa es lo que se vislumbra en
Los Comentarios Reales de los Incas; también será esto lo
que origine la rebelión
de 1567.
8. Guex, Germaine... Op. cit. cap. I, pp. 49 a 60. Este autor sostiene en —

su tesis sobre el abandono: "Obsesionado


por el miedo de perder el amor, el aban-
dónico intenta con medidas de protección, ya sean positivas o
negativas, ponerse
a cubierto de esa desgracia,
y sobre todo de la angustia que la acompaña. Entre
las medidas de protección positivas citaremos la devoción
y la esclavitud Por
esos mecanismos de
"aferramiento", el abandónico procura, a cualquier precio
mantener lo que tiene conservar lo que posee". Sobre el particular creemos
que la figura de la esclavitud no se da entre los mestizos
quinientistas, en cam
bio, si la de la devoción. Humberto Rotondo, en su estudio
la actualidad esta devoción
citado, descubre en
por la figura materna (pp. 38 a 41) Precisamente .

por ser la madre lo más vulnerable en la afectividad


—a diferencia de otros
del mestizo creemos
países europeos— el mestizo recurre
qué
a insultarla a su ad-
72 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

ella, siempre, los sigue dejando


como crecer sin corrección. Ella los
cree siempre buenos, ellos le ocultarán la verdad. Ella ve en cada hijo
un exento de tributo, un hombre libre, el hijo del vencedor; los mestizos
se educan solo en el regazo materno y, por tanto, su educación es incom
pleta. Les falta la
mano padre dura del
mano que castigue corrector, la
y empuje, la que con el índice prohiba y con el puño amenace. Alguien
puede pensar que la familia del mestizo no es tan desgraciada, que a
falta de padre los muchachos encuentran su modelo viril en su tío ma
terno. Falso, totalmente falso. La familia avuncular solo funciona
cuando el padre y el tío materno poseen una cultura similar, compara
ble, equilibrada; por la razón contraria los mestizos aprecian a sus tíos
uterinos pero no los respetan ni ellos se hacen respetar. Son tíos indios,
nadie puede dar lo que(9) no tiene . . . .

El mestizo se desmanda:
hay padre, no hay tío, solo tiene una
no

madre que tampoco puede guiarlo. La india lo hemos dicho tiene — —

un caos moral en la cabeza. El hijo lo sabe, por eso no acata sus con

sejos. Los consejos maternos no sirven, son propios de otra época, ese
tiempo ya pasó. De la madre su cariño y nada más. Y el mestizo
crece sin límites ni cauces, no se forma sino se deforma, cultiva el ca

pricho más que la voluntad, hace lo que le gusta, prefiere la ley del
menor esfuerzo. Esta es la razón por la que los mestizos no trabajan
y si lo hacen es por poco tiempo y en su oficio preferido: el de intér

pretes. Todos los mestizos son lenguas y cobran por traducir. Pero
fingiendo servir de nexo a los dos mundos de que proceden, sólo hacen
aprovecharse de ellos. Los parientes indios siempre salen perdedores,
los amigos del padre —
acaso más malos que él —

siempre tienen la razón.


Es que los mestizos no sólo son abusivos sino también aduladores. Por

versario facilidad y frecuencia.


con Otro rasgo interesante en los mestizos del
XVI es soltería.
su Pocos son los mestizos que llegan a casar, dándose el hecho
tanto entre hombres como entre mujeres. Es otro punto en el que Germaine
Guex nos ha llegado a convencer. Los abandónicos, según él, temen mostrarse
como son, también temen decepcionar, disgustar, aburrir, cansar. Se torturan
pensando que difícilmente pueden ser amados y se convencen de que si esto lo
consiguen, pronto perderán el afecto del ser querido. A esto sigue, como conse
cuencia, una negativa a comprometerse, un rechazo de la responsabilidad en las
relaciones afectivas, defensa y resistencia contra los impulsos interiores que los
llevarían a tener confianza en los demás y, por consiguiente, a correr el riesgo
de amar. Esto último es lo que se llama "miedo del riesgo afectivo". Esta inse
guridad llevó a los mestizos quinientistas además de su pobreza que les vedaba

mantener un hogar al forzado celibato (caso de las mujeres mestizas privile


giadas) o al desenfreno sexual edificado sobre el complejo viril (caso de los va


rones) .

9. Respecto a la influencia del tío materno en la formación de la perso


nalidad infantil, ya hemos dicho que en el caso de los mestizos

privilegiados —

fue nula. Los muchachos habían tenido oportunidad de conocer a su padre, lo


habían admirado y, por tanto, lo imitaban como su modelo viril. La figura del
padre los absorbe, la del tío los distrae, les matiza la existencia. Siempre que
el tío es comparado al padre, resulta perdedor. El tío sólo cumple un papel sen
timental, evocador, nostálgico, que se identifica con el pasado. El tío es el pre
térito; el padre el presente y el porvenir (véase: Wall W. D. Educación y salud . .

mental. Madrid, imprenta de la editorial Aguilar, 1963. : cap. II, pp. 21 a 25)
— —
.
LA PRIMERA GENERACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 73

eso se siempre hacia el español. Por este mismo camino, acaso


inclinan
la mujer española, su ma
por recuperar un sitial perdido, transige con
drastra. La saluda, la visita, termina aceptando una invitación que lo
codo codo hermanos criollos. El mestizo
pone, en apariencia, a con sus

no tiene muy desarrollado el sentimiento de la honra y permanece horas


en la casa de su padre observando a la mujer española. Antes la odiaba,
ahora se con negarle todo valor.
conforma No se explica como su pro

genitor haya podido


se casar con ella, una mujer que no lo ayudó a
ganar lo que tiene, que no sabe cocinar ni tejer, que no puede vivir sin
las criadas, que todo el día ríe y canta esperando que se muera su ma
rido para trocar el cántaro viejo por otro nuevo y mejor.. Sus herma .

nos. Qué decir de sus hermanos, los hijos de la española. Tienen una
arrogancia que hiere, su seguridad es autosuficiencia que se basa en el
orgullo. Son los hijos legítimos y así se ha hecho constar en los libros
parroquiales; el mayor lleva el nombre del padre; todos son blancos y
hablan la lengua paterna sin el menor acento indígena. Ellos sí que
viven con ropa fina, comiendo carne de vaca y de carnero ... Si no fue
ran sus hermanos les diría que son unos intrusos, advenedizos, usurpa
dores, que sólo han nacido para desplazar a los mestizos, para hacerles
mal (10).
Y los mestizos
se sienten postergados,
desheredados, dolidos, infe
riores. Los
españoles no comprenden su resentimiento y les achacan
ánimos retorcidos, corazón alacranado. Por eso dicen que los mestizos
no son nada bueno, que son
envidiosos, mentirosos, necios, caprichosos,
ociosos, viciosos, engañadores de sus tíos indios, que no gustan del es
fuerzo constante y persiguen vivir como
hidalgos españoles. Todo esto
lo escuchan en silencio los mestizos. Finalmente, coinciden en que las
diatribas son verdad —
ellos lo saben mejor que nadie —
se
y amargan
en lo más íntimo de su alma (ll).
Pero vienen las Guerras Civiles
y suena el clarín del desquite. En
las primeras luchas se conformaron con ver desde
una ventana o acom
pañar a su padre hasta el mismo campo de batalla
volver la
para a
ciudad con la victoria, en las ancas del caballo de su
progenitor. Otras
10 La psicología de un niño incomprendido ante una madrastra usurpadora
y los hermanastros destazadores, no llevan a otro modo de
pensar. Los más

S=eíysSt°anlnfantlleS
" °CUPan dS l0S S6ntimientos dolor ^
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Que distinta la intención de Garcilaso: "A los
hijos de español y de india o de
ríe „nLeTn°
naciones, n°S. "aman,losmeSt^°S'
fue impuesto
'

primeros
por
P°r decir <»ue mezclados de ambas
somos
españoles que tuvieron hijos en bidias
nombre impuesto por nuestros
y por ser

b°Ca "ena' y mC h°nr° C°n éI"


padres, y por su signSiór? me Tn
XXXI)
y° °
(Cometarios. .
taUb K "cap
74 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

veces serán ellos los quetraigan al caballo de la brida con su dueño atra
vesado enla silla, caribajos y llorosos, por el trágico final. Pero en
las últimas Guerras Civiles, más concretamente, en la de Francisco Her
nández Girón, los mestizos tienen ya dieciocho o veinte años y los es
pañoles los reclaman para empuñar las armas. Los mestizos se mues
tran indolentes, pero si los acicatean todos saben que son atrevidos, osa
dos, terribles con el arcabuz. Además, sirven para convencer a los in
dios que den comida y cargueros, hierba para los caballos Y la tro ...

pilla maldiciente de soldados consigue su adhesión, luego parte hacia


algún lugar de la cordillera. Se cruzan punas, pueblos, perdidos, por fin
se avista el campo de batalla. A una seña descabalgan los mestizos y
desenfundan el arcabuz, sacan la pólvora del odre, cortan la mecha y
la encienden. Con el arma apoyada en la horquilla de hierro esperan
la orden de fuego. El capitán de arcabuceros la grita y en desorden,
con ruido seco y mucho humo,
dispara el mestizo su arcabuz. Indolen
tes, como si la munición de su armas no hiciera daño, los mestizos si
guen disparando. Su poca barba y bigote están sucios de pólvora, pero
sus dedos del color de la madera sostienen el escopetón pesado hacién
dolo vomitar pelotas de plomo. También tiran del otro lado. Los mes

tizos matan y son matados, por primera vez en la historia del reino
estaban de igual a igual con los soldados españoles: la muerte no escoge
raza (12) .

Si ganan la guerra se vuelven insoportables, si la pierden, se tor


nan delincuentes fugitivos. En este último caso el mestizo corre a re

fugiarse entre sus parientes indios. Los roba, los ranchea, no es por cau
sarles daño, tiene que subsistir, si no hace aquello se muere de hambre.
Esto porque los parientes maternos ya están desengañados. Ese mucha
cho casi blanco no era un semidiós, es un hombre explotador, atrabi

liario, ladrón, que se identifica con los conquistadores barbudos; es el


verdugo de la raza de su madre. Los mestizos se dan cuenta que están
cosechando lo que sembraron años ha y tienen que salir del poblado
aborigen. Y cabalgando un mal caballo, errantes por los caminos, si

guen cometiendo tropelías (13).

12. La investigación documental acusa que en la guerra de Salinas no in


tervinieron los mestizos en manera alguna, igual que en la de Chupas, no obs
tante que en ella fue caudillo Almagro el Mozo, primer gobernante mestizo del
Perú, aunque no mestizo perulero por ser nacido en Panamá. En la Gran Rebe
lión es donde comienzan a figurar, primero cmo pajes de sus padres, después
como militantes activos. La batalla de Huarina sería un ejemplo de lo primero.
la de Jaquijahuana, de lo segundo. Es en la guerra de Girón donde los mestizos
cobran figuración. Chuquinga y Pucará son batallas con mestizos peruleros. El
ejemplo de Juan Arias Maldonado no es aislado ni, mucho menos, el único (ver:
Busto Duthurburu, José Antonio del. Maldonado el Rico, Señor de los Anda-
. .

huaylas, en Revista Histórica, Lima, 1962-1963, T. XXVI, pp. 128 a 145) .

13 Garcilaso Inca de la Vega. Op. cit. Parte II, lib. VIII, cap. XVII, p. 368
del T. VI. —
No siempre los mestizos huirán de sus parientes indios, sino que al
verse perseguidos por la justicia española, recurrirán a ellos y éstos los ocultarán

en sus pueblos. La odisea de los fugitivos dio pie a muchos abusos en los pue-
LA PRIMERA GENERACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 75

Los españoles tampoco los han olvidado. Ahora, después de servir


sede ellos, los culpan de las guerras pasadas. Cieza es quien nos dice:
"No eche nadie la culpa, no, de las cosas que en el Perú pasaron. . .

sino a los grandes pecados que cometían las gentes que en él estaban;
pues yo conocí algunos vecinos que en sus mancebas tenían pasadas de
quince hijos; y muchos dejaban
España quince y
a sus mujeres en

veinte años y se están amancebados


india, haciendo la cumpleza con una

de su natural mujer. Y ansí como ¡os cristianos e indios pecaban gran


demente, así el castigo y fortuna fue general" (14). ¡Lo único que fal
taba!.
Si de verdad era Dios el que había desencadenado las guerras por
culpa de los mestizos, Dios era muy injusto. Ya sabían que era exigen
te, pues antes les había ordenado honrar por igual al padre y a la madre;
con la madre no había problema, siempre había sido buena
y merecía
lo mejor; pero honrar de corazón al padre resultaba
poco menos que
imposible. No se podía,
honrar por igual a los dos.
pues,
La dura
religión católica no siempre había favorecido a los mestizos.
Sus clé
rigos y frailes habían hecho lo indecible para que los soldados españoles
abandonaran a sus mujeres indias, llamándolos
pecadores, concubinarios;
ellos, los hombres de sotana habían pedido que vinieran al Perú las
mujeres de Castilla so color de acabar con la vida irregular de los en
comenderos y llevarlos a la costumbre sacramental del matrimonio. Y
mientras los tonsurados se habían hecho los imprescindibles en el nuevo
hogar, asistiendo
a sus banquetes
y bendiciendo sus mesas, la india en
el suyo estaba
sola, casi sin nada qué comer, camino de hacerse
vieja.
No había comparación, mientras en la casa de
la blanca el ser clérigo
vía como capellán de la familia, en casa de la cobriza solo entraba

S°bre
don
? T fn f1ewJTwT
s-gI° XVL.
-l0S a*T de loS mestiz0s ha^ bastante documenta-
lo
n° asl
°S

concierne al desquite de los naturales


Para que

S Casas efTraLdktfvf Vargas^ T° ^ la trae Refutación 6S


<*Ue en su a

nal^Z L tratad^ta
pasando por pueblo
su
Machuca:
mestizo, hijo de
un
"diré lo
español
sucedió cacique:
de india gente un
que
y
a un que
está que
^
q"Íen el -ést^o Vbía den
SloVo^oTTÍud'ir
Pesos, como no "k"
los pudiese cobrar, T61 rbl°
fue al se
cacique,
a

y dándole cuenta d'ello v


pidiéndole mandase pagar, el cacique lo envió a
tambo llama/con ur alguaci
" a

rede^aníelf
reciese ante el, be
se tKr ^"f T*
rio mucho como lo
^^ le llamaba mandaba pa
hiciera otro cualquier mestizo o
español,
por ser cosa extraordinaria convencerlos ante
justicia de indios, y riñéndole res-
si quería algo el cacique
v°pín IT Ptf
y esto en modo de fiero. asPerasc^e
Sabida la respuesta por el
que viniese al tambo,
cacique, envió a uno de
los alcaldes con mas de cincuenta indios al
cual, y aunque se resistió, lo trajeron
atadas las manos, y puestole la demanda en su
presencia y él con bizarría con
fesando la deuda le echó en un
cepo y le condenó a que pagase la mitad
antesque saliese d'el por lo que tenía de indio y
d^eía
por la otra mitad lo remitía
al corregidor de
españoles más cercano para que en el caso hiciese justicia por
lo que le tocaba de
español. El mestizo, pronunciada esta sentencia, despachó a
el audiencia real querellándose del
cacique; sabido el caso por los oidores e in
formados bien, confirmaron la
sentencia, la cual se solemnizó mucho porque el
cacique mostró en ella gran sutileza".
14. Cieza de León, Pedro... Tercer libro de las Guerras Civiles
del Perú
en: Salas, Alberto Mario
Op. cit. cap. IV, p 124
. . .
. .
76 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

cuando ésta estaba enferma, moribunda, para oirle sus pecados y po


nerle aceite en la frente. También ellos, los mestizos, estaban siempre
en desventaja frente a los hijos de su madrastra, desventaja, por cierto,
propiciada por la Iglesia. Por ser hijos bastardos, estaban vedados de
surgir dentro de ella; si alguno quería ser fraile, le ponía mil tropiezos
por causa de su origen irregular; en cambio, si sus hermanos criollos
lo deseaban, las puertas de los conventos estaban siempre abiertas . . .

Dios, pues, no se había portado bien con los mestizos. No es que Dios
fuera malo, pero tenía preferencia por los bien nacidos (15).
A estas alturas ya los mestizos saben lo que son, pero no saben lo
que quieren. Están descontentos y pretenden romper con la realidad
social que los aplasta. Ya se acabaron las guerras, ni siquiera tienen
ya oportunidad de disparar el arcabuz, arma con la que han ganado
tanta fama. Algunos no soportan la paz ociosa, improductiva, y sientan
plaza de soldados en las entradas que se perfilan. Las jornadas a la
selva suelen ser acogedoras de mestizos y hacia ella marchan los bron
ceados hijos ilegítimos con el arcabuz al hombro. Los gobernadores
Juan de Salinas, Melchor Vásquez Dávila y Pedro de Ursúa junto con
Gómez Arias y Antón de Gatos les brindan enorme simpatía. Los sol
dados mestizos son buenos sufridores de trabajo, se familiarizan pronto
con los selvícolas, tienen un instinto especial para orientarse en la ma

leza.. Y la expedición parte río abajo en bergantines, chatas y canoas.


.

Atrás, en la orilla quedan los mestizos que no se han decidido a partir;


son los que
prefieren hartarse de chicha y de maíz, masticar coca, ves
tir la bayeta colorada y frecuentar a los indios; muchos de éstos gana
ban maravedís como herbolarios, también practicaban la brujería (16).
Los que se van se mueren o terminan radicados en Venezuela y
Nueva Granada; los que quedan son un lastre para el Perú. Sólo los
se

mestizos del Cusco, hijos de princesas incaicas y encomenderos españo


les, integran un grupo mejor. Jactanciosos, insolentes, agresivos, no se
resignan a ser indios disfrazados de español, tampoco a ser españoles
que viven como indios. En realidad, no son ni lo uno ni lo otro, son
mestizos y, aunque los llamen mulatos de blanco e india, a todos consta

15. Esta apreciación del cristianismo rezaba sólo para los mestizos
ilegí
timos, la especial cautela que siempre tuvo la Iglesia ante los
por hijos extra-
matrimoniales. No rezó, en cambio, con el mestizo Diego de
Alcobaza, hijo le
gítimo de Juan de Alcobaza, el ayo de Garcilaso; tampoco con esa
nista Juan de Betanzos, que fue monja en Santa Clara del Cusco.
del cro hija'
La Iglesia, pues,
no se oponía a que los mestizos vistieran hábito, pero prefería la procedencia'
legítima por razones que la experiencia refuerza.
16. Estos últimos mestizos tuvieron un fiel representante en Juan de Al-
conchel, el hijo del trompeta de Vilcaconga, de quien se ocupa José Toribio Me
dina en su Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima (Santiago de Chile,
imprenta Nascimento, 1956; T. I, pp. 204 a 248). Algo parecido, pero en terrenos
femeniles, vino a serlo la famosa doña Inés de Atienza, hija mestiza del conquis
tador Blas de Atienza, manceba de más de uno en la jornada de los Marañones.
Esta fue otra víctima del abandono y, por desgracia, la mestiza más popular del
Siglo XVI.
LA PRIMERA GENERACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 77

que son algo mejor. Mulatos, los hijos del negro esclavo; ellos son mes

tizos. Y el nombre orgullo, se lo impu


pronuncian con acaso porque
sieron padres. Se conocen
sus fuertes porque se saben muchos, se codean
con españoles, todos se tratan por su apellido paterno. No reniegan de
su española, pero tampoco niegan su ancestro indio.
sangre Además, se
saben portadores de algo: de la sangre imperial de sus abuelos maternos.
Ellos son los nietos de esos Incas que ya eran emperadores cuando sólo
era rey el monarca de Castilla. La vanidad selecciona a estos mestizos
reales, fruto de mejores tiempos es el que sabe leer y escribir, cultural-
mente pueden estar por encima de muchos soldados españoles que pro
ceden de la villanía. Pero lo que más halaga y une a estos mestizos
es el saberse herederos de la tierra perulera. En primer lugar, el Perú
les viene por sus abuelos Incas, en segundo, por sus padres conquista
dores. Es una herencia que desciende a ellos por dos lados, y como están
pobres no faltan descontentos que se los recuerde al oído: "Cómo se sufre
que anden ellos muertos de hambre habiendo sus padres ganado esta
tierra" (1T).
La nueva casta toma conciencia de sí y parece acercarse a un con

cepto de nación mestiza. Los mestizos, aunque desunidos, son herma


nos y se llaman "montañeses" (18) y "serazaros"
(19) ; hablan de hacerse
fuertes hasta el punto "que pusiesen espanto en sus enemigos"
(20) y al
grito de "Surge Lázaro" (21) pretenden resucitar a la nueva vida. Su

17. Salas, Alberto Mario... Op. cit. cap. IV, p. 137


18. López Martínez, Héctor... Op. cit. p. 114.— Sobre
este curioso apela
tivo extiende bastante el Inca Garcilaso en sus
se
Comentarios Reales (Parte I,
hb. IX, cap. XXXI) Dice allí, luego de ocuparse del nombre de
.

mestizo como
menosprecio: De donde nació que hayan abrazado con
bre montañés, que entre otras ofrentas
grandísimo gusto el nom
y menosprecios que dellos hizo un pode-

F«™íiIeíLl,mPUSÍ°
España el nombre
6n nombre mestizo.
,ufr-.de,
montañés sea apellido honroso
Y no consideran
que aunque en
por los privilegios que se dieron
a os naturales de las mntañas de

quiera que no sea natural de aquellas


Asturias y Vizcaya, llamándoselo a otro cuT
en Propla
provincias, es nombre vituperoso noraue
s.gnif.cación quiere decir cosa de montaña,
como lo dice en su 3
5^ L?bríia' wwE«
Ail ¿V tCn Zlt°
de toda la buena
EsPana-
Y
u
Yntonio, d?lengua acTdr
Y en la
general del Perú para decir montañés
aauel l!^' ^ ?■ ^"T Á
"
siSnificari™ 1»*™ ***■ salvaje; y por Zmarles
rientes nrPn^-C ^\mUladfmentJe Sa,Vajes les »am° montañeses: y m" na!
MWM. ¿
e"te.ndl-ndo »a malicia del imponedor, se precian de su afrenta ha
irrSbVnuívos LSoTSJ^™ ^ "^ ***» ™
'"^y
19 Loe cit. La palabra "senizaro"
puede ser "ceníram" íárK^i a i.

turco yeniyerikrnombre de iSTguSk!^ oTan' *"


Ture ° "? ¿>™TS"
hablan
(del
cobrado fa-
ma comosoldados de infantería Este ™
.
i„ V q^
vucón y agresivo,
de diversa nación, como de
porquí
también *£ Vtendía ^or ení^ío" ^Si ^
"
IT
hlJ° de padres al
esDañola v fZr,7¿t ,en,faro. i
ciado de dos especies de cosas
vT^Wó!',0 u* °°nt™rl°- Significaba
al descendiente de
mez-

y china, o de chino y cambuia


20. Loe. ci<T
camouja- FrfS?
En
*? apllc.ab?.
síntesis, equivalía a mestizo.
cambujo

to, /IquSa ^lí^s^^t^s ^^^7 f ^^ P°r J^^


t™ t
habían sido condenados a
tminSesT vejameneT^ "^ & "»
78 REVISTA HISTÓRICA TOMO
XXVIII

dominio del arcabuz los induce a ser rebeldes: son los mejores arcabu
ceros de la tierra y asustan
los españoles diciéndoles que
a
piensan po
ner sus armas de
fuego a disposición del Inca alzado de Vilcabamba.
Los españoles se acobardan
y alguno exclama: "¡Voto al diablo, que no
lo acabo de entender, que estos mestizos son muchos y malvados y han
de hacer alguna vellaquería" (22). Otro se consuela comentando: "la
vellaquería será beber botijas de chicha y matar alguno a traición"
(23).
Pero herido por este desdén un mestizo vocifera:
"que el más ruin mes
tizo del Perú era mejor que el mejor
español" (24), y la bravata conti
núa: "Voto a Dios, que si salen cien
españoles a my, que tengo yo docien-
tos montañeses y si salen docientos
españoles tengo yo cuatrocientos con
qué les quebrar la cabeza" (25). Todo se encamina a la rebelión ar
mada, la primera rebelión de los mesizos. Es el año 1567. La conjura
proyecta matar el Gobernador del Perú a puñaladas, luego desterrar a
las autoridades españolas y hacerse dueños del país. Actuaban así
"por
gue estaban pobres y sus padres ganaron la tierra" (26). Pero un espa
ñol de la liga los delata por un prejuicio social: "Pues yo no he de ser
soldado de mestizos" (2T). El movimiento aborta, los mestizos caen pre
sos, son conducidos a Lima.
Luego arriba a estas playas elVirrey Francisco de Toledo. Los
mestizos tienen ya treinta o más años de edad. Los del Cusco siguen

insoportables, muy crecidos en su soberbia. El gobernante visita el


Cusco y los trata personalmente. Su conclusión es radical: nada útil
sacará el rey español de los mestizos. Y como ya han pensado alguna
vez en alzarse, pensará: son traidores. Y mientras el Virrey siempre —

duro consigo mismo, callado y vestido de negro medita la sanción para —

el Inca de Vilcabamba, firma una orden de captura para todos los mes

tizos reales mayores de veinte años, es decir, mocetones "que pudieran


ya tomar las armas" (28). En la prisión se les dio tormento "para sacar
en limpio lo que se temía por confuso" (29). Finalmente se les declaró
culpables ¿de qué? nadie lo sabe, pero a todos los señalaban por trai
dores .

Garcilaso, sentimental y plañidero ante el recuerdo de sus condis


cípulos de escuela, subrayará el pensar de su madres indias ante las
rejas que las separan de los hijos; y así hará decir a una: "sabido he
que estás condenado a tormento, súfrelo y pásalo como hombre de bien

22. Ibídem. p. 116.


23. Loe. cit.
24 . Loe. cit.
25. Loe. cit.
26. Ibídem. p. 115.
27. Ibídem. p. 116.
28. Garcilaso Inca de la Vega. Op. cit. Parte II, lib. VIII, cap. XVII, p. 368
del T. VI. ,
.

29. Loe. cit. Aunque Garcilaso lo calla y el Virrey Toledo lo sobreen


prisiones están referidas i la abortada rebelión
tienda en su silencio, todas estas
de 1567.
LA PRIMERA GENERACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 79

sin condenar a nadie, que Dios te ayudará y pagará lo que tu padre y


sus compañeros trabajaron en ganar esta tierra para que fuese de cris
tianos, y ¡os naturales de ella fuesen de su iglesia. Muy bien se os

emplea que todos los hijos de ¡os conquistadores muráis ahorcados, en

premio y paga de haber ganado vuestros padres este imperio" (30). Lue

go de estas frases arrogantes y dolidas, cargadas de desengaño, la india


dará paso a un remordimiento de matiz pagano; por eso terminará di
ciendo: "que pues los querían matar con tanta razón y justicia cómo se
decía que temían para matarlos, que matasen también a sus madres, que

¡a misma pena merecían por haberlos parido, y criado y ayudado a sus


padres los españoles (negando a los suyos propios) a que ganasen aquel
imperio todo lo cual permitía el Pachacamac, por los pecados de las
madres que fueron traidoras a su Inca y a sus caciques y señores por
amor a los españoles" (31).
Sea este
episodio verdad o imaginación del Inca historiador, lo cier
to es que el
Virrey "no condenó a ninguno de los mestizos a muerte, pero
dióles otra muerte más larga y penosa que fue desterrarlos a diversas

partes del Nuevo Mundo, fuera de todo lo que sus padres ganaron" (32).
Entonces fue que los mestizos engrillados y caballeros en muía de la

justicia fueron

llevados a Huamanga, de allí a Lima, terminando en
el puerto del Callao. Aquí se les embarcó en diversas naos a los puntos
más extraños e impensados: los mejores arcabuceros fueron desterrados
a Chile, a guerrear contra los
araucanos; los que carecían de esta fama
tuvieron que viajar a Panamá, Nicaragua, Nueva Granada e Islas de
Barlovento. Unos pocos fueron remitidos
España. Estos pocos, con
a

renombre de traidores, frecuentaron el Consejo de Indias. Allí hicieron


sus reclamos, también se defendieron. Los viejos Consejeros los debie
ron mirar con atención. Los hallarían enjutos de carnes, los ojos hun
didos, barba rala, bigote pobre, tez morena y callados, muy callados.
Eran hombres deshechos, enfermos, aporreados
por la vida y con una
fama nada envidiable que los hacía relicario de defectos. Allí estaban
los mestizos reales del Cusco, los nietos de
emperadores, hijos de los
encomenderos hidalgos... ¡Pobres seres! ¡Parecían gitanos mal vestidos!
¡Qué desdichada generación de mulatos indianos! ¿Cómo era posible que
se les hubiera ocurrido hacerse libres y forjar nación
una independiente?

30. Loe. cit.


31. Loe. cit.
32. Ibídem. p. 369.
Un motivo de la fama negativa
de los primeros mestizos
Por José Antonio del Busto Duthurburu

Creemos que la mala fama de los primeros mestizos americanos y el


Cuatrocientos portugués guardan una estrecha relación. Para probarla
pensamos ir de los mulatos africanos del siglo XV a los mestizos india
nos del XVI . . .
pasando por la carabela.

Esta, embarcación dominadora de


un instante decisivo, tuvo por cuna

la ría portuguesa, aguas que la mecieron al romper el siglo XIII; Hen-


rique Lopes de Mendonga y Cesáreo Fernández Duro coinciden en esta
afirmación. Dedicada a la pesca y al comercio menor, la carabela tar
dará en navegar otros mares de Europa. Sin embargo, el problema de su
nombre hizo sospechar en un principio su origen no portugués. Se dijo,
por ejemplo, que venía del italiano cara bella; otros, que del francés ca-
rré voile. Mas el curioso nombre no era italiano ni francés, tampoco
castellano ni lusitano. Procedía ¡quién lo creyera! de Berbería, donde los
moros tenían una embarcación llamada carib, muy veloz y marinera. Los
castellanos la llamaron cárabo, los catalanes carava y los portugueses ca-

revo o carrevo. La Crónica de Alfonso el Onceno se refiere a "navios que


facen los moros, que llaman caravos". El cárabo, pues, era un navio mo

risco que por contraposición al barinel lusitano


carecía de velas. Así —

cruzó el Mediterráneo y atravesó Gibraltar. Pero, cuando la agarena em


barcación echó sus áncoras en las rías portuguesas, lo hizo ya con arbo
ladura y velamen, también llamándose carabela, es decir, cárabo a

vela C).
Cuerpo de cárabo y velamen de barinel, eso fue la carabela. Y los
portugueses le dieron un tipo tan acentuado y propio, que pasó a ser con

siderada como de origen lusitano. Vela triangular y casco redondo, así


pasó a la fama. Pero por ser así, precisamente, surge la mayor de sus
críticas hecha por el clérigo marino Fernando de Oliveira en su Livro da
fabrica das naus. Allí dice de la carabela: "género mezclado y neutro,

1 .
Pereyra, Carlos La conquista de las rutas oceánicas.
...

Madrid, imprenta
de la Editorial Aguilar, 1940..— Cap. III, pp. 92 a 96.
81
UN MOTIVO DE LA FAMA DE LOS MESTIZOS

roma géneros (de naos) ¡as partes peores, como mulato" (2).
de los otros
Este es el punto al que queríamos llegar.
Los marinos portugueses de la Escuela de Sagres más de una vez
retornaron a los puertos de origen trayendo a sus hijos, engendrados
en

mujeres africanas; por otro lado, los "fidalgos" compraron esclavas ne

gras en el mercado de Lagos y tuvieron hijos en ellas. Así se conoció el

vastago de portugués y guinea en Lisboa, Oporto, Aveiro, Vianna y Faros,


todas ciudades en contacto con el África occidental. Las viejas observa
ron a los muchachos oscuros y hallándolos con mucho de la incultura
materna, los miraron mal. Eran culturalmente híbridos, como los— —

mulos, y los llamaron mu¡atos. Sirva la comparación mas no la etimolo


gía, pues la palabra mulato así como su forma muleto —
no reconocía —

su origen en el latín muía sino en el árabe muwallad, que se traduce mes

tizo (3). De allí también derivaba muladí, pues la palabra muwalladi sig
nificaba mestizo de árabe y extranjera (4).
En España con relación a Portugal

hubo muy pocos mulatos. —

Las relaciones de viajeros prefieren hablar de negros, algunos con pintas


blancas como ese raro ejemplar del Duque de Medina Sidonia (5). El
mismo refranero no se ocupa del mulato sino de la mulata, una sola vez
y vinculada a la hembra del mulo:

"Ni muia ni mulata,


ni teatino, tercero ni beata" (6).
Pero si España casi no tuvo mulatos —

desmiéntanos la Raya de Por


tugal, Villanueva de Barcarrota y el Condado de Niebla tuvo sí muchos

mestizos indianos. Estos


pululaban por Andalucía y Castilla procedentes
del Nuevo Mundo. Sus parientes consanguíneos los llamaban
"mesticicos",
pero —
no nos engañemos venían
mulatos con etimología latina.

a ser

No en vano eran hijos de la mezcla y


procedían, casi siempre de un ho
gar informal. La voz mestizo derivaba de misticius, de mixto, de allí su
definición actual conservadora de su primer sentido

en el Diccionario —

de la Lengua Española: "aplícase a la persona nacida de


padre y madre
de raza diferente y con especialidad al
hijo de hombre blanco e india, o
de indio y mujer blanca" (7). En su
segunda acepción explica: "Aplícase
a¡ animal o vegetal que resuita de haberse
cruzado dos razas distintas"
(8). Pero donde la idea cambia peligrosamente hasta
recuperar su signi-

2. Ibídem. p. 97.
diccionario de U Lengua Española
m:3- Madrid, talleres tipográficos de la
Editorial Espasa-Calpe, 1956.— Decimoctava edición,

p. 904.
4. Loe. cit.
Andrés'-- Cartas a J<*an Bautista Ramusio
vQ-<f'^N^Va/er°' (carta cuarta) en-
SmÍ- T,íXpr786r°S P°r P Y P°rtuSal- Madrid> ImPrenta Sánchez
Leal
^6t' Mai:tínf ¿láser. Luis... Refranero General Ideológico Español—
"■"Panoi. Ma
ma
drid, Imprenta Aguirre Torre, 1953.— p. 506, refrán 44 ' 357
7 .
Diccionario . . . cit. p. 872 .

8. Loe. cit.
82 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

ficado negativo es en el verbo mestizar. En efecto, según el Diccionario,


mestizar equivale a: "Corromper o adulterar ¡as castas por el ayunta
miento cópula de individuos que no pertenecen a una misma" (9). Se
o

gún esto, mestizo equivaldría a hombre racialmente corrompido; vendría


a ser lo mismo que mulato
y, por ende, que la carabela. El mestizo se pa
recería mucho a esta nave, porque, como ella —

según creencia de ese

tiempo —
tenía las peores partes de los géneros que le dieron ser. Cárabo
y barinel, mujer india y hombre blanco : el fruto era igual a la mulatizada
embarcación. Según pensar, de aquel entonces, la mezcla nunca daba bue
nos resultados (10). Pero, a diferencia de la nave famosa, el mestizo no

iba a tener figuración pasajera sino una proyección duradera, positiva,


definitiva y gloriosa en países como éste que nos vio nacer.

9 . Loe. cit.
10. Desde los comienzos de la Humanidad los hombres no quisieron mez
clarse sus enemigos y como entonces se consideraba enemigo a todo el que
con

no pertenecía al grupo propio, esto hizo persistir independientes a las llamadas


"razas puras". En Europa el problema presenta mucha consistencia. Los griegos
no fueron amigos pero tampoco partidarios de la mezcla. El matrimonio de Ale

jandro con la hija de Darío escandalizó a muchos. La mentalidad helena no invocaba


al mestizaje para difundirse; por el contrario, como grupo director del mundo,
pensaba que la mezcla redundaría en menoscabo de la prole. Los romanos, tam
poco se propagaron indiscriminadamente. El hecho de ver a los extranjeros
como "bárbaros" nos evita detenernos demasiado en la cuestión: las leyes prote

gían al ciudadano romano y supeditaban al extranjero. A la cultura greco-latina


sucedió el mundo cristiano de los medievales, heredero de la tradición semita.
Los judíos aborrecían las mezclas y fueron los que más velaron, en la antigüedad,
por la pureza de su raza. El Génesis tenía un pasaje aleccionador al respecto,
fruto
que hablaba de la confusión de dos linajes poderosos para producir
un

desproporcionado: cuando los Hijos de Dios se juntaron a los Hijos de los Hombres
se mezclaron las estirpes de Abel (por línea de Set) y Caín, naciendo de esta
unión los gigantes (Génesis, VI, 4). Luego los hombres se dividieron por el mun
do según descendían de Sem, Cam y Jafet, poblando Asia, África y Europa y
originando las modernas razas. De los amarillos no se habla, por lo que algunos
los creyeron descendientes de Caín, quien vivió en Nod, al oriente del Paraíso.
Los cristianos medievales no fueron racistas, pero sembraron el concepto de que
Adán había sido blanco, lo mismo que Cristo. Este último, en verdad, venía a
ser un mestizo, porque aunque del linaje de David,
tenía varias extranjeras en
su árbol genealógico. Los medievales, sin embargo, repararon poco en esto; en
cambio, se detuvieron a admirar algunos monstruos mitológicos como la Esfinge,
el Minotauro, los centauros, los tritones, las sirenas y melusinas, todos híbridos
originarios de ignotas mezclas. Los monstruos se cristianizan y aparece san Jorge
venciendo al dragón. Pero la mentalidad popular seguirá creyendo en íncubos y
súcubos que al unirse a los mortales les darán por vastagos a los cambiones, ver
daderos hijos de un mestizaje con el diablo, entre los cuales se ubicará Rómulo,
Servio Tullió, Augusto, Simón el Mago, Merlín, Ezelino de Romano, Robin Hood
y, finalmente, Martín Lutero. A estas alturas se descubre entre los europeos
cierto afán por representar al demonio como un hombre negro con alas de mur
ciélago (el hijo de las tinieblas) y a los santos como hombres blancos y resplan
decientes (los hijos de la luz) Por esta razón Marco Polo descubrirá perfil
.

satánico a los negros de Zanzívar. Los medievales pues, no están preparados



como sus antecesores griegos y romanos a enfrentarse con el africano; de allí

su incomprensión ante el mulato. Luego se descubrirá el Nuevo Mundo. Los espa


ñoles no hallarán amarillos, por no arribar a Cipango ni a Catay; tampoco negros,
a pesar de que bajan hasta el paralelo de Arguim y Sierra Leona: sólo encuen
tran unos hombres del color de los canarios con largos cabellos lisótricos que
recuerdan colas de caballos. Entonces sobreviene la mezcla ineludible y aparecen
los mestizos. España tampoco estaba preparada para verlos. Por eso los encontró
parecidos a los mulatos... pero los prefirió a éstos por hallarlos superiores. La
razón entonces fue inconsciente, pero hoy gracias a Toynbee

se explicaría por

no haber producido los negros ninguna gran cultura y, en cambio, los america
nos sí.
El apostrofe canino y su relación
con los mestizos peruleros
por José Antonio del Busto Duthurburu.

La palabra perro, desde la antigüedad pastoril, ha significado dos


cosas: un animal y un insulto. Sobre el animal —
mamífero doméstico
de la familia de los cánidos —
nada tenemos que decir ; es el insulto el que
ahora nos ocupa. En la
España de la Reconquista, la palabra perro co —

mo injuria se la prodigaron

cristianos, moros y judíos. Al final los


primeros resultaron vencedores y el denuesto quedó para las razas ven
cidas. Por eso hoy dice el Diccionario de la Lengua, en su tercera acep
ción de la palabra perro: "nombre que se daba por afrenta y desprecio,
especialmente a moros y judíos" (x).
El apostrofe hizo fortuna y pasó a América. En el Perú lo usaron
para motejar a los conversos. Aquí no hubo alboraique (2) ni marrano

(3), sino perro moro y perro judío. Los conquistadores eran soldados y
tenían frases duras para calificar; por eso desdeñaban los sobrenombres
dados a los conversos en las ciudades de Castilla. Aquí se estaba en In
dias y el lenguaje soez de campamento era el que en la milicia
regía
indiana. Almagro, alguna vez tildado de morisco, se
escapó a la deno
minación; lo mismo Cristóbal de Burgos, uno de los primeros munícipes
de la Ciudad de los Reyes. Los acusados de
perros debieron judíos ser,
en cambio, Machín de Florencia, Pedro del Páramo y Pedro de San Mi-
llán, todos captores del Inca en Cajamarca (4).
A fines del XVI limeño ya no hay moros ni moriscos. Si los hubo el

1. Diccionario de la Lengua Española (decimoctava


lleres gráficos de la Editorial edición).— sadría,
Madrid ta
Espasa-Calpe, 1956.— p. 1013
2 Nombre que se le dio a los moros convertidos
al cristianismo en razón de
la cabalgadura híbrida que
3.
cabalgó Mahoma en su viaje a la
Nombre que se le dio a los udíos
Meóla
Luna
convertidos al cristianismo en razón

^lCZePl°^t¿Z¿^ vo^aS
m°SaÍCa- Se USÓ' al ^1
.ue el

Inca:4enrLDdri^ngJr2 Sacioía <¿ HiJoTa ZISü "¿TÍT ?


de la Universidad Nacional
1
"

' lmprenta
Mayor Marcos, 7?.
de San 1965 -

p
84 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

vecindario los olvidó muy pronto. No pasó lo mismo con los nietos de
circunciso y así tenemos que Jusepe de Ribera y Dávalos (el hijo de
Ribera, el Viejo), criollo "arrogante y pendenciero, denostó al rico mer
cader Juan de Lumbreras, llamándolo perro judío" (5).
Pero pasó el XVI y entró el XVII en la ciudad de Lima. Ahora si
que no hay moriscos y los judíos viven encubiertos como aquel de la
Relación Anónima destinada a informar a los holandeses. El insulto ca

nino está casi desterrado de las calles y ha tenido que buscar refugio en
un convento: el de Santo
Domingo. Allí, por enfermedad y mal talante
de un fraile, la injuria resuena en los claustros. La
profiere fray Pedro
de Montes de Oca, la recibe Martín de Porres, lego de color. La frase
denostadora se escucha con fuerza de maldición; "¡perro mulato!" (6) .

Pero el agraviado lego la recoge con ánimo penitente y la guarda para


sacarla a relucir en ocasiones especiales. Por eso, cuando lo reprende el
Provincial por la dura vida que lleva, se apresurará a contestarle "con
grandísima aiegría que para un perro mulato era aquel muy sobrado re
galo" (7). Pero cuando se va el Provincial y llega la hora de la peniten
cia, la alegría se esfuma conforme el lego moreno desnuda sus espaldas
y empuña el rebenque. Entonces, después de cada latigazo que salpica
de sangre las paredes, se escuchará la dolida voz del lego
que muy des
pacio musita: "¡Perro mulato!" (8).
Ahora que —
acabados los moros judíosy hemos visto vincularse

el apostrofe perruno a las castas inferiores, alguien se preguntará ¿y los


mestizos? ¿Nadie ha visto un documento en que se trate de perro a uno
de ellos? No nos atrevemos a pontificar, pero casi podríamos decir que

tal escrito no existe. Nosotros, por lo menos, hasta el día de


hoy no lo
hemos visto. Acaso el mestizo era el mejor mirado entre todos los inte

grantes de las castas inferiores y la sociedad lo supo valorar, librándolo


así del tratamiento afrentoso. También debe tenerse en cuenta que a —

diferencia de zambos y mulatos era vasallo por sus dos costados, vale

decir, venía de la república de españoles y de la república de indios, algo


muy importante en el
tiempo virreinal. Pero aún así no se libra del apos
trofe canino, por lo menos indirectamente, pues lo llamaron cholo. Esto
hoy no nos dice nada, pero ya Garcilaso se cuidó de explicar: "es voca
blo de las islas de Barlovento, quiere decir perro, no de los castizos, sino
de los muy bellacos gozones; y los españoles usan del por infamia y vi
tuperio" (9).

5 .Riva Agüero y Osma, José de la El Primer Alcalde de Lima Nicolás


. . .

de Ribera el Viejo y su Posteridad. Lima, imprenta Gil, 1935.


p. 81.

6. Proceso de Beatificadón de fray Martín de Porres Salamanca, imprenta


Calatrava, s.a. Volumen I, p. 84.

7. Ibídem. p. 205.
8. Ibídem. p. 193.
9. Garcilaso Inca de la Vega. Los Comentarios Reales de los Incas.

Lima,
imprenta Gil, 1942. Parte I, lib. IX, cap. XXXI, p. 202 del T. III Gonzalo Fernán

dez de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias (Parte III, cap. XVII),
EL APOSTROFE CANINO 85

habla de "muchos perros mudos como los XULOS de Nicaragua", pero sin conno
tación social. Posteriormente —
como apunta Garcilaso y Huamán Poma —
el nom
bre de cholo se aplicó al zambo (hijo de negro e india o viceversa) pero luego
se extendió a los mestizos (hijo de español e india o viceversa). La palabra, sin
embargo, tardó algo en su itinerario. Jorge Juan y Antonio Ulloa anotan un mo
mento en quesignifica indio muchacho; Alonso Carrió de la Bandera, el famoso
Concolorcorvo, la aplica al que tiene algún antecesor mestizo; pero ya a comien
zos del XIX está en su actual
acepción. La palabra Chhulu que el jesuíta italiano
Ludovico Bertonio hace equivaler a mestizo en su Vocabulario de la
lengua Ay-
mara, sería otra posibilidad etimológica, tampoco ajena al concepto de perro (Va-
rallanos, José El Cholo y el Perú.
... —
Buenos Aires, Imprenta López, 1962. —

Cap. I, pp. 21 y 22). Lo cierto es que la palabra cholo también se aplicó a los
mestizos del Perú con anterioridad al
Siglo XIX, empezando como despectivo za-
ninente y terminando en el apelativo honroso del
peruano dé hoy.
Martinillo de Poechos
por José Antonio del Busto Duthurburu.

Los conquistadores del Nuevo Mundo siempre tuvieron cerca de


sí a intérpretes cobrizos. Cortés tuvo a doña Marina (x), Ponce de León
a los yucatecos
Julián y Melchor (2), Jiménez de Quesada al chibcha
Pericón (3). No pudo eludir Francisco Pizarro esta necesidad y para su
perarla reunió en torno suyo a cinco indiezuelos que cristianados como
Francisco, Fernando, Felipe, Martín y Juan, supieron ganarse los bur
lescos y cariñosos sobrenombres de Francisquillo (4), Fernandillo (5),
Felipillo (6), Martinillo y Juanillo (7). De todos ellos, sin lugar a du-

1. Díaz del Castillo, Bernal. Verdadera Historia de los sucesos de la Con


. .

quista de la Nueva España, cap. XXXVII, en Biblioteca Autores Españoles (Histo


riadores Primitivos de Indias). Madrid, Gráficas Carlos- Jaime, 1947.

T. II, p. 31. —

2 Herrera, Antonio de
.
Historia General de los Hechos de los Castellanos
. . .

en las Islas y Tierrafirme del Mar Océano. Buenos Aires, Talleres Gráficos Con

tinental, 1945.— Década II, lib. II, cap. XVII, p. 367 del T. II.
3 .
Arciniegas, Germán El Caballero de El Dorado.
...
Buenos Aires, Artes

Gráficas Bartolomé U. Chiesino, 1950. Cap. V, p. 88. —

4. Fue Francisquillo uno de los muchachos tallanes capturados por el pi


loto Bartolomé Ruiz en la balsa de mercaderes tumbesinos. Pasó con Pizarro a
España y volvió en su compañía en el tercer y último viaje, Gutiérrez de Santa
Clara lo confunde con Martinillo y lo hace natural de Poechos (Historia de las
Guerras Civiles del Perú, lib. III, caps. LIII y LV), razón por la que insiste que
lo capturó Pizarro en Amotape. Francisquillo debía ser tumbesino aprendiz de
mercader o tripulante incipiente de balsas. Lo cierto es que fue muy regular como
intérprete, pero sus servicios casi no se conocen por haber quedado a los órde
nes de la guarnición española de San Miguel. Por eso Francisco Pizarro casi al —

mismo tiempo que a Martinillo le dio los indios de Conchina, en Piura, para

que se pudiera sustentar con su mujer. Tales indios tributaban 1,200 pesos anua
les y a la muerte del intérprete se los compró a su viuda el soldado Miguel Ruiz
(Loredo y Mendívil, Rafael... Los Repartos. Lima, Imprenta Miranda, 1958

p. 268).
5. Fernandillo fue otro de los apresados en la balsa por el piloto Ruiz.
También viajó a España y regresó al Perú con el Gobernador Pizarro. El con
quistador Antonio de Venero lo conoció y trató en San Miguel de Tangarará. En
algunos documentos aparece como "don hernando".
6. Felipillo de Tumbes, como su nombre lo indica, era de esa ciudad junto
al Mar del Sur que Pizarro bautizó Nueva Valencia. Todos los documentos insis
ten en tal cuna, pero los cronistas se esmeran en negarla, llevándonos a con
fusión. Para Cieza era de la costa de Piura (Tercera Parte, cap. XXIV); Zarate
lo hace aparecer en la desembocadura del Chira (lib. I, cap. II); Huamán Poma
nos dirá que era "yndio guancabilca", es decir, de la boca del Guayas (fol. 370);
Gutiérrez de Santa Clara, natural de la isla de Puna (lib. III, cap. LIII); y Gonzalo
Fernández de Oviedo se librará de compromisos señalando que lo encontró Alma
gro en la costa de la Nueva Castilla (Parte III, lib. BC, cap. IV). Por último, Go
mara lo confunde con Martinillo y lo traslada tierra adentro al nombrarlo
"Felipillo
MARTINILLO DE POECHOS 87

das, el más conocido es Felipillo de Tumbes —

por el triste papel que le


el sumario de Atahualpa eso no quita que
correspondió en juicio —

pero
el más popular entre los soldados castellanos lo fuera Martinillo de Poe
chos, llamado pomposamente en los escritos: "don Martín?' (8). Astuto,
decidido, movedizo, pensando unas veces como indio y otras como espa
ñol, terminó teniendo una mentalidad distinta a estos y aquellos. Empezó
siendo intérprete para seguir a encomendero, al final se convirtió en rebelde
abrazando la Gran Rebelión. Este fue Martinillo de Poechos, no un hombre

ejemplar, en absoluto, pero sí el primer mestizo de pensamiento ubicable


en la Historia del Perú. Ya advertimos que su vida nada tiene de mode
lo. Sólo nos resta decir que, de haber permanecido más tiempo en Espa
ña, habría llegado a tutearse con Lázaro de Tormes y el Buscón de Se-
govia.
Nació nuestro personaje en Poechos, curacazgo tallan del obeso
Maizavilca, quien ignoramos si por el lado agnaticio o uterino venía

a ser tío del intérprete. No en vano éste lo recordará como


"maygabilica
.
muy señor y Cagique y my tio que hera" (9). Allí, en unas tierras que
. .

parecen haberse llamado "chincha" (10), el mozuelo creció. Su vida, pues,


se desarrolló casi en la confluencia de los ríos Chira y
Chipillico, en una

región soleada y abundosa donde la monótona existencia transcurría he


rida y humillada desde que el Inca del Cusco avasalló el Todo
país.. .

era igual hacía varios años, sólo los mercaderes tallanes


y sus caravanas

de Puechos" para denigrarlo después. Nuestra


opinión, repetimos, es que Felipillo
era de Tumbes que
viajó con Pizarro a España y que regresó con él. La retorcida
historia de su vida no entra en la brevedad de esta
nota, motivo por el que la
dejamos para mejor ocasión.
7. Juanillo de Puerto Viejo fue otro de los muchachos
que recogió el Go
bernador en su segundo viaje, retornando a Panamá. Cuenta Cieza
(Tercera Parte
cap. XXIV) que se lo obsequiaron los indios de Puerto
Viejo. Juanillo, pues sería
el que más relación guardaría con Huamán Poma de
Ayala y su intérprete "guan-
cabilca". Parece que murió en España, pues nadie dice nada de
él en el tercer
viaje del Gobernador Pizarro. Con Juanillo se habrían
completado esos "tres o
cuatro muchachos, indios de la tierra.
que captivaron en las balsas y otros que los
. .

£XS pS haUn Tu3


T*
Pedro Pizarro. Cabello de Valboa, a su
creyendo que comían carne humana," según
,c°™iesen>
vez, nos dirá: "y de éstos llevó
a España Francisco Pizarro: algunos
y aprendieron muy bien la lengua
castellana, y ser-
irjtsiTr^uz:st^iaie: y por declaración de *- *k -«¿¿s»
rii,ln«
dulas
Con,este nombre figurará el tallan en toda documentación
®"i oficial- cé
reales, relación de repartimentos, libros bautismales
y su propio testamento
9. Romero Carlos A Algunos documentos inéditos sobre el Perú colo
nial en Revista Histórica,
Lima, 1943, T. XVI, entregas I y II, p. 131 Parece ñor
varios
documentos, que el verdadero nombre del curacazgo de MaizaviTca
Chincha El testamento de Martinillo dice era
claramente: "maycabUca cadaue de
chmcha" y Oviedo lo confirma al decir
que Pizarro «en otras tres ijadas de

10. Ibídem.—
88 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

de auquénidos parecían romper el horizonte de arena para dirigirse a

Tumbes, la gran ciudad junto al mar. . .

Pero un día de los tantos la vida del pueblo se alborotó y Maiza-


vilca, el curaca,mostró muy preocupado. Mercaderes procedentes de
se

Tumbes contaban que habían desembarcado unos guerreros blancos con


cabellos en el rostro, los cuales tenían ropas de metal y montaban unos
carneros grandes; tales guerreros estaban listos a penetrar el país y pen
saban, para ello, utilizar el camino de la Solana ... La noticia, pues, era
como para sacudir a todo el pueblo, especialmente al rechoncho Maiza-
vilca. El curaca hizo algunos planes, pero poco solucionó con ellos. Pre
firió esperar a los intrusos, recibirlos, conocerlos y.. enviárselos al Inca. .

Confirmando los rumores un día en que el río traía muy poca agua,
los barbudos extranjeros ingresaron a Poechos. Maizavilca estuvo a la
entrada del pueblo para saludarlos y ofrecerles alojamiento. Los barbudos
no quisieron aposentarse en el poblado y prefirieron albergarse en una

fortalecilla que existía junto a él. Días después, el caudillo de los intru
sos exigió a Maizavilca hacerse vasallo de un monarca remoto. Ya lo
era del Inca, no importaba ser vasallo de otro rey. El indio hizo lo que

le pedían y su ejemplo fue seguido por otros curacas que acudieron con
obsequios al gran jefe blanco. Maizavilca se vio pobre y sin nada que
ofrecer. Entonces fue que, pugnando por no dejarse opacar por sus co
legas, regaló al caudillo barbudo... su sobrino (n).
Francisco Pizarro recibió al muchacho —

que tendría unos catorce


años (12) y lo hizo bautizar con el nombre de Martín. Los soldados.

siempre amigos de las burlas, dieron en llamarlo "don Martín" (13), pero
a la larga se dejaron ganar por la simpatía del rapaz y terminaron nom

brándolo "Martinillo de Poechos". El indiezuelo, que hasta aquí no había


intervenido en la formación de su nombre, tuvo a partir de entonces un
capricho original. Comprobando que los principales de la expedición se
apellidaban Pizarro y que el propio caudillo tenía tal apellido, quiso imi
tarlos en ésto especialmente al Gobernador

y pidió a don Francisco


que le permitiera llamarse "don Martín Pizarro" (u) . El capricho de


bió hacer reir a Hernando, Gonzalo y los hermanos del Conquis
Juan —

tador —
también a ciertos primos suyos que servían en la hueste. Pero
don Francisco, "el buen viejo del gobernador", accedió al pedido y Mar-

11. La entrega de Martinillo está muy clara en su testamento: "otro sy


declaro que a el tiempo que el gobernador don francisco picarro vino a descubrir

estos rreynos maygabilca cacique de chincha dio a el dicho marqués y gouernador


que está en gloria a my el dicho don martín para la conquysta destos Reynos.
y el dicho don francisco pigarro me Regibió".
12. Archivo General de Indias de Sevilla (A.G.I.) Justicia 399.
13. Los soldados de la Conquista tenían un subido sentido del humor. Esto
fue lo que los movió a tratar como un señor a Martinillo, anteponiéndole el "don".
Los demás intérpretes, muchachos como él, tampoco escaparon a esta burla
gro
tesca que, hoy no tiene mayor sentido, pero que lo recupera en parte si recor
damos que nuestro hombre tenía entonces catorce años.
14. A.G.I. Patronato 114 NI R 9. -
.
MARTINILLO DE POECHOS 89

tinillo de Poechos pudo decir en adelante que su verdadero nombre era

Pizarro, como los buenos de Extremadura.


Satisfecho con su nuevo nombre asistió a la fundación de San Miguel,
el Gobernador Cajamarca. Para entonces era ya un do
siguiendo con a

minador de la lengua castellana, pues en los cinco meses vividos en poder


no había utilizado el sec, idioma de los tallanes con
de los cristianos, casi
aires de algarabía. Como también conocía lengua del Inca,
el runa-simi o

tenía fama de intérprete y por tal lo llevaba el Gobernador. Sin embargo,


su progreso en el habla española le grangeó la ojeriza de Felipillo, tum-

besino que sesintió disminuido y postergado. La envidia no tuvo en el


momento mucho fruto, pero cuando los cristianos entraron en Caja-
marca ya tenía visos de rivalidad. El cronista Cristóbal de Molina nos

hará apreciar más tarde los alcances de ella (15). Lo cierto es que pronto
hubo motivo para intensificar la competencia.
En efecto, cuando el Gobernador envió a Hernando de Soto al cam

pamento del Inca, le dio por lengua a Felipillo (16), pero al despachar
luego a su hermano Hernando Pizarro en socorro de Soto, el intérprete
que le entregó fue Martinillo
Cristóbal de Mena sólo apunta que
(n).
al entrar Hernando Pizarro al campamento de Pultumarca
"traya a las
ancas del cavallo un indio que era la lengua"
(18), pero el presunto
Estete confirma que Hernando ingresó al real "con hasta treinta de a ca
vallo personas principales y con Martín,
lengua" (19).
Llegado Hernando Pizarro cambió la situación: Felipillo quedó a
un lado y Martinillo pasó a desempeñar el
papel de traductor. El resen
tido Felipe de Tumbes no hizo sino acumular odio
durante toda la en
trevista, mientras su rival de Poechos volcaba, con las singular placer,
órdenes de Hernando al sonoro Runa-simi. Decimos que lo hacía con
gusto, porque Martinillo era un secreto enemigo de Atahualpa, el arra-
sador del territorio tallan. Según Diego
de Trujillo, le dijo entonces Her
nando Pizarro al aparecer el Inca: "dile que salga"
no
(20). Martinillo
voceó la orden, mas como
Atahualpa dio a entender que lo esperasen
Hernando -el impetuoso y agresivo
Hernando- mandó iracundo al

15. Molina, el Almagrista, Cristóbal de DestrucriA™


destrucción Aoi
del d -

imprenta Miranda, 1943— p 50 Pera.— Lima,

fue c'on S^T^^^Z^^J^^r11^^ ^ ^ MartmUI°


Saber
ignorar corríTuegó- el i^nt^ffe?8
tinillo e allí P°r qUe estuvo Mar"

nechea,' Raú^.
prenta Les Presses Moderñes 1937™
^7
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«el Perú.
P-as Barre-
-París, im-

y^^^^st^-J'^Li^^ss^ r
Indias.- Lima, imprenta
Sanmarti 1924- p 26
del
í-«w-«*
Supremo Consejo de las
90 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

poechano: "decidle al perro que salga" (21). Martinillo, muy contento,


tomó a vocear en quechua lo ordenado. No se le hizo caso alguno, pero

luego —

sobrevino y majestuoso, ajeno al insultar de los mortales —

apa
reció el Señor de las Cuatro Partes del Mundo . . .

El resto de la entrevistaes bastante conocido. Sólo queda pregun

tarnos qué pensaría el tallan cuando dijo el Inca: "Maizabilica, un ca


pitán que tengo en el río Zuricará, me envió a decir como tratabades mal
a los caciques, y echabadeslos en cadenas; y me envió una collena de hie

rro, y dice que él mató tres cristianos y un caballo . . . Hernando Pizarro


respondió: Maizabilca es un bellaco, y a él y a todos los indios de aquel
río mataría cristiano; cómo podía él matar cristianos ni caba
un solo

llo, siendo ellosunas gallinas?" (22). En tan difícil trance Martinillo


debió fingir tranquilidad; la reputación de su rechoncho tío no había
quedado bien parada. El curaca había jugado a dos barajas y estaba
pagando las consecuencias. De allí en adelante ni el Inca ni Hernando
lo verían con buenos ojos. Por eso decimos que fue un momento difícil
para el indio lenguaraz.
Pero donde verdaderamente se consagró Martinillo intérprete fue
al siguiente día, en la prisión del Inca. Los cronistas que llegaron tarde
no reparan en asegurar que fray Vicente se allegó a la litera imperial

con Felipillo, pero Pedro Pizarro gran amigo del travieso Martinillo
— —

nos ofrece la verdad. Es cierto, recién hoy lo sabemos, que Pedro Pizarro

no estuvo en la prisión del Inca por haber quedado en San Miguel, pero

también es cierto que muy poco después viajó a Cajamarca, donde en


terado del papel que le había correspondido a su amigo tallan, volcó lue
go en Relación la verdadera historia añadiendo detalles que omiten
su

los demás cronistas. Por eso cuenta que el Gobernador "envió al padre
Fray Vicente de Valverde primer Obispo del Cusco, y a Hernando de
Aldana, un buen soldado, y a D. Martinillo lengua, que fuesen a hablar
a Atabalipa y a requerille de parte de Dios y del Rey se subjetase a la

ley de nuestro Señor Jesu Cristo y al servicio de S.M." (23). A pesar de


los esfuerzos del intérprete parece que el Inca no entendió el requeri
miento, por lo que el fraile, el soldado y el lengua partieron a correr en

un inesperado ¡sálvese quien pueda! protección clamando y demandando

pelea. Era el sábado 16 de noviembre de 1532, casi la hora de vísperas,


el sol estaba por caer . . .

No terminó aquí la actuación de Martinillo, pues según Pedro Pi


zarro, estando preso el Inca: "dijo que le llamasen la lengua que quería

21. Loe. cit.


22 López de Jerez, Francisco
. Verdadera Reladón de la Conquista del
. . .

Perú y provincia del Cuzco, llamada la Nueva Castilla: en Biblioteca Autores Es


pañoles (Historiadores Primitivos de Indias). Madrid, Gráficas Carlos-Jaime, —

1947._ T. II, p. 331.


23 Pizarro, Pedro
.
Relación del Descubrimiento y Conquista de los Rei
. . .

nos del Perú. Buenos Aires, Talleres Gráficos La Mundial, 1944. p. 41. Véase — —

también Estete, Miguel. Op. cit. pp. 30 y 31. Este cronista, testigo de vista,
. .

confirma la presencia de Martinillo.


MARTINILLO DE POECHOS 91

hablar al Marqués. Venido pues que fue D. Martinillo, le dijo que di


jese al Marqués. D. Francisco Pizarro que no le matase, y que él le daría
mucho oro y plata" (2i). Aunque se recogió el tesoro murió el Inca,

correspondiéndole al lengua en el reparto del botín un montón de oro y


otro de plata que pasaron a integrar las partes del Gobernador Pizarro

(25). Sin pecar de bien pensados, creemos que la muerte del Inca se
efectuó entonces por no estar presente Martinillo. A esas alturas el tallan

galopaba la grupa del corcel de Soto por tierras de Huamachuco. De


en

esto se aprovechó Felipillo, quien embrollando las respuestas del Inca


trataba de adular a Almagro. Felipillo estaba temeroso de Atahualpa y
resentido Pizarro quien le había hecho devolver una esposa del pri
con

mero amenazándolo con entregárselo si no lo hacía; Felipillo dio la prin


cesa a Pizarro y éste se amancebó con ella. Entonces fue,
comprendá
moslo ahora, que Felipe de Tumbes pasó al Adelantado Almagro.
se

Martinillo no era un fervoroso de Atahualpa ni mucho menos, pero sus


traducciones habrían sido veraces y el Inca se hubiera librado de morir,
por lo menos, en ese momento.
Ante la deserción de Felipillo, resulta muy explicable que Martini
llo se convirtiera en el lengua de confianza del Marqués Gobernador.
Con él salió entonces de Cajamarca y entró al Cusco, donde en compa
ñía del mancebo Pedro Pizarro, paje de don Francisco, le correspondió
ganar nuevos montos de oro y plata que se juntaron, una vez más, con

las partes del Gobernador. Con esta paga no contó por el momento, pues
el Marqués se la retuvo al igual que en Cajamarca, pero quedó satis
fecho confiado que algún día entraría en su posesión (2e). Por el momen
to, siempre al lado de Pedro Pizarro, andubo en misiones secundarias
ordenadas por el Marqués. Entonces fue que ambos conocieron más de
cerca el culto a los difuntos, pues un día por haberlo suplicado un

capitán del nuevo Inca Pizarro los envió ante un muerto a


pedirle
una mujer. La impresión que recibieron no fue
poca y el cronista relató
así el episodio: "el Marqués me mandó a mí
que fuese con D. Martini
llo, la lengua, a hablar a este muerto y a pedille de su parte le diese
la india a este capitán: Pues creyendo yo
que iba a hablar a un indio vivo,
me llevaron a un bulto de estos muertos donde estaba asentado
dentro
de unasandas, que ansí los tenían, y el indio deputado que hablaba
por
él de un lado, y la india al otro sentado sentado
(sic) junto al muerto.
Pues llegados que fuimos delante del muerto ¡a
lengua le dijo el mensaje, y
estando ansí un poco suspensos y callados el indio miró a la india (en-

24. Ibídem. p. 43.

zarro su paje" (Loredo y Mendívil, Rafael Op cit n Ton Má= aÁM ?


92 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

tiendo yo que para saber voluntad); pues después de haber estado su

ansí comodigo, respondieron ambos a dos indio e india diciendo que


me

su Señor el muerto decía que fuese, ansí que llevase la india el capitán

ya dicho, pues lo quería el Apoo, que ansí llamaban al Marqués" (27).

Después de tan extraña aventura, Martinillo pasó con el Gobernador


a Jauja, donde obtuvo nuevo oro y plata que también quedó engrosando

las partes del Marqués (28). De allí bajó al valle de Pachacamac y


asistió a la fundación de la Ciudad de los Reyes. El padre Cobo lo men
ciona entre los fundadores y añade que entonces se le concedió un solar

para que construyera su casa de morada. En el documento figura como

"don Martín" Illán Suárez de Carbajal, el licenciado


(29) y precede a

Francisco Martel, el bilbaíno Juan de la Reinaga, el mirobrigense Isidro


de Robles y otros españoles importantes. Se descubre, pues, que Marti
nillo no era un lengua de los tantos: el indiezuelo había escalado mucho

en la amistad del Gobernador.

Precisamente, por el aprecio logrado, viajó con Francisco Pizarro


al Cusco cuando Juan y Gonzalo Pizarro, tenían alboro
Almagro, con

tada la ciudad. La crónica del almagrista Molina no menciona a Mar


tinillo por su nombre, pero deja ver que era "una lengua" (30) que el
Marqués tenía. Por eso afirma que acalladas las pasiones entre los liti
gantes (por lo menos aparentemente), "estando las cosas en el estado
del Cusco en parcialidades
que habéis oido, conviene a saber los señores
y los Gobernadores apaciguados y conformes en lo exterior, sucedió que,

vuelto el Inca a su casa, donde a dos o tres días fuele dicho que el Mar
con él, y esto procedió de que el Marqués Pizarro
estaba enojado
qués
tenía una intérprete, el cual amenazaba, de palabra al Inca,
lengua e

porque sentía que no era amigo del Marqués y lo era del Adelantado

Almagro; y tenía otra lengua que se llamaba don Felipe, que era gran
familiar y amigo del Inca, y entre estas dos lenguas había envidias y
con sus pasiones alteraban los naturales, porque
cada uno de ellos daba

entender a los naturales que su señor era el Gobernador y el que había

de permanecer" (31). Martinillo tornó perverso


se a estas alturas y ame

nazando de palabra a Manco Inca, le anunció que sería maltratado


en breve, "y como el Inca estuviese muy
tenebroso, tanto que, como yá
he dicho, no osaba dormir solo en su casa sin guarda de algún español
en anocheciendo, se ausentó de su casa y
que le acompañase; un día,
se fue secretamehte a la posada del Adelantado Almagro" (32). Al verlo
abandonar su palacio muchos soldados españoles se tentaron de saquear-

27 Pizarro, Pedro
. Op. cit. p. 53.
. . .

28 Romero, Carlos A
.
Op. cit. p. 132. . . .

29. Cobo S. J., Bernabé. Fundación de Lima, cap. VIII, en Biblioteca Au


. .

tores Españoles (Obras del P. Bernabé Cobo) Madrid, Gráficas Orbe, 1956. — —

T. II, p. 305.
30 . Molina, el Almagrista, Cristóbal de Op. cit. loe cit. . . .

31. Loe. cit.


32. Loe. cit.
MARTINILLO DE POECHOS 93

la va
le y, sin temer las consecuencias, entraron a la real mansión y
ciaron. Almagro protestó en nombre de Manco, mas el Marqués Pizarro
no hizo demasiado caso a la protesta; el resultado fue que el Inca quedó
"bien alterado" (33) y Martinillo sin castigo.
Lo evidente a estas alturas es que Martinillo había variado en su

pensar. Como tallan seguía siendo enemigo de los Incas del Cusco,
pero, a decir verdad, cada día era menos tallan. Ahora tenía ciertos
humos de soldado español, vencedor por añadidura, y con ribetes de
hidalgo. También necesitaba oro, vale decir, sus partes de los botines
de Cajamarca, Cusco y Jauja, pero cada vez que se las pedía al Gober
nador este se encogía de hombros y le decía "que estaba pobre e que lo

tenía gastado todo" (34). Es verdad que don Francisco le daba muchas
cosas, pero el fruto de sus trabajos, eso no. Sobrevino entonces la guerra
de Manco Inca, y Titu Yupanqui cercó la Ciudad de los Reyes. Mar
tinillo olvidó los 10,000 pesos que le adeudaba su amo y salió a servir
al monarca español con las armas. Debió hacerlo bien en la guerra,
así mismo resultar muy útil interrogatorio de los prisioneros que
en el
chuas, porque el Marqués pasada la lucha lo casó con mujer espa
— —

ñola: una doña Luisa de Medina, vecina de la capital (35).


En eso vino Alonso de Alvarado de los
Chachapoyas y el Marqués
le encomendó la última expedición al Cusco. Martinillo tuvo que dejar
a su esposa —
no sería la última vez —

y emprender la subida de la
sierra. El
conquistador Antonio Venero que lo vio servir en esta jor
nada contará que conforme avanzaba Alvarado, Martinillo
"yba en
adelante con obra de tresientos yndios descubriendo la tierra y atrayendo
los yndios a la obediencia y servicio de dicho Ma
su magestad. . .
y el
riscal(Alonso de Alvarado) hazia mucha quenta del y los naturales le
Respetaban mucho" (36).
Cuando Martinillo regresó a Lima luego de haber eludido a los
almagristas en el puente de Abancay, se sintió un hombre importante.
Tenía más fama que ningún indio del Perú, sus servicios a la
Corona
eran superiores a los de muchos
soldados españoles. El Gobernador lo
había felicitado públicamente, todos lo
querían, había obtenido más de
lo que un indio intérprete podía desear. Pero aquello no podía quedar
allí y como el Gobernador no tenía
ya qué darle, ahora a la pediría
Corona. Ese Rey —al que antes llamaba el Gran
Apo de Castilla-
sería el encargado de recompensarlo. Comenzó por pedirle una carta
de recomendación a Francisco Pizarro, escrito que el
Marqués otorgó
por medio de su secretario Picado.
Allí decía que don Martín había
servido en la guerra y que estaba casado con
mujer española. Con esta
carta en sus manos el tallan
pasó a hacer una probanza, para demostrar

33 . Loe. cit.
34 Romero, Carlos A
.
. . .
Op. cit., p. 132
35. A.G.I. Patronato 114 NI
-
-
R9.
36. Ibídem.
94 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

por medio de testigos lo que decía el Gobernador. Los soldados decla


rantes no debieron ser escrupulosos, porque —acaso sobornados por el
lengua— afirmaron muchas falsedades. Terminada la probanza, la re
mitió Martinillo al Supremo de las Indias (37).
Consejo
Meses después, a comienzos de 1538, el
Marqués Pizarro recibió dos
cédulas de la Reina fechadas en Valladolid el 19 de octubre de
1537.
Decía la primera:
"Adelantado don francisco pigarro nuestro gouernador y capi
tán general de la prouincia de la nueua castilla llamada perú:
por parte de don martin picarro, vecino de la cibdad de los

Reyes que es en esa prouincia me ha sido echa relación que


él es natural desa tierra e que podrá auer ocho años que se

tornó christiano y fue con vos a ella e siempre se halló en la


conquista desa tierra y sirvió en ella de lengua e atraxo los
caciques a que ovieren paz a vuestro seruiqio e trauajado e

seruido en las dichas conquistas con sus armas y cauallo y


que con deseo de biuir y permanecer en esa dicha tierra en

seruicio de dios nuestro señor e nuestro se ha casado en ella


con muger destos nuestros Reynos como parecía por una yn-
formacion y vuestra carta de que en el nuestro Consejo de las
yndias se hizo presentación y por su parte me ha sido supli
cado que en rremuneraqion de los dichos sus seruigios le hi-
ziesemos merced de le honrrar su persona mandándole armar

cauallero, pues él lo hera en su nación, y dándole armas con


que él y sus descendientes fuesen honrrados, lo qual visto por
los del dicho nuestro Consejo de las yndias fue acordado que
devia mandar dar esta mi cédula para vos e yo tovelo por bien
por que vos mando que os ynformeis e sepays qué calidades
tiene el dicho don martin pigarro y si nos ha bien seruido y si
tiene calidades y persona para honrrarle y constandoos dello y

que sus seruigios merecen que le armen cauallero lo hagays que


por la presente, si necesario es, vos doy poder para ello. Yo
la Reina" (38).
La otra cédula no era menos desconcertante, pues decía que si don
Martín Pizarro había servido bien en la guerra, se le dieran indios de

repartimiento (39).
Cuando el Marqués se enteró que Martinillo le había sacado la
carta de recomendación para alcanzar título de caballero
hijodalgo, es
cudo de armas y repartimiento de indios, debió quedarse boquiabierto.

37.No hemos podido encontrar esta probanza ni la carta del Gobernador,


pero suponemos que se hallen extraviadas dentro de algún legajo perteneciente
al Consejo de Indias, de los existentes en el Archivo de Sevilla. Sin embargo, bien
se puede entender su contenido por lo que viene después.
38 .Porras Barrenechea, Raúl Cedulario del Perú.
. . .
Lima, imprenta To —

rres Aguirre, 1948.— T. II, p. 340.


39. Ibídem. p. 341.
MARTINILLO DE POECHOS 95

Luego reparó en las patrañas del tallan sobre que hacía ocho años era
bautizado, así como que había servido en el primer y segundo viaje del
descubrimiento del Perú . . . Sin duda que entonces don Francisco debió
esbozar una sonrisa. Al indio sólo le había faltado decir que, por ape
llidarse Pizarro, era de los buenos de Extremadura Pero el Marqués . . .

tenía sus debilidades y —

aunque contestó a la Corona sobre que no

habían méritos suficientes para la hidalguía y el blasón



calló lo con

cerniente al repartimiento. La última cédula decía que si Martinillo


había servido bien en la guerra, que se le dieran indios; don Francisco
había otorgado una carta en la que afirmaba tales servicios; luego, la
conclusión estaba clara. Y sin reprochar al truhán por la jugada, el

Marqués lo invistió con el repartimiento de Huaura, en las salinas de

ese nombre, al norte de la ciudad de Lima (40).


Ahora sí que se cambiaban los papeles para el intérprete, porque
a partir de este momento iba a recibir tributo tasado por la autoridad.
Antes hubiera podido pedirlo a su antojo, pero desde que se interesó
en el asunto el Obispo de Panamá fray Tomás de Berlanga, todo fue dis
tinto. No dejaría de pesarle al muy picaro ios informes que sobre ello
dio al prelado. No en vano éste había dicho del lenguaraz: "y de se
creto yo hablé al lengua o intérprete que es un indio que tyene el go-
vernador por ver si los indios querían que les señalasen tributo y dixo
que no abya cosa que más deseasen por tener quenta y saber qué avían
de dar..." (41). Ahora, pues, aunque lo del tributo no estaba del todo

legislado, gracias a las confidencias de Martinillo, los abusos se habían


hecho difíciles. Por eso el tallan lamentaría sus palabras.
Convertido en vecino encomendero, el tallan
empezó por vestir ropa
de Castilla y comprar cabalgadura; también a usar espada, arma inhe
rente a los encomenderos del Perú. Ginesa Guillen, mujer de Lope de
Alarcón, que lo conoció por este tiempo todavía como "yndio natural del
Reyno del perú" (42), vio después a "Martin pigarro en auito despañol
y con armas y cauallos" (43). Siempre andaba con soldados españoles,
40. A.G.I. Patronato 114-R9. El interés de Martinillo por figurar como

juntado al Gobernador Pizarro en su primer o segundo viaje al Perú, fue el de


obtener mayores premios. Más tarde repetirá lo mismo en su
testamento, siem
pre con intención de engañar, para que sus descendientes
pudieran usufructuar
el fraude. No hubo por entonces nadie que lo
desmintiera, por lo que el indio
propagó su mentira a los cuatro vientos. Cieza de León y Agustín de Zarate
que
seguramente lo conocieron, mordieron el anzuelo. Pero Hernando Pizarro cuan
do le toco declarar, dijo lo cierto: Martinillo se había
juntado a la hueste tierra
adentro y no en la costa de la mar; el
testigo había visto el momento en que
el tallan apareció y fue en el pueblo de Poechos. Por
otra parte,, ninguna crónica
ni escrito nos dicen
que Maizavilca conocía
Francisco Pizarro del segundo viaie a
ni Hernando
que vio en Trujillo al intérprete
en 1529. Martinillo pues a mlnt
rmpunemente guiado por el interés: sabía
sos servicios ala Corona le
que conforme pasaran lo
acrecentarían sus méritos a los
años sus faí
ros de Indias. Por esto ideó
ojos de los conseje
Conseje
el fraude y persistió en él
^ ^ *» PerÚ- LÍma'
Peruana,
42.
iftl^
A.G.I.
Patronato 114
Empr6Sa EdÍtora
'

-
NI -
R9.
43 .
Ibídem.
96 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

pues "hera muy amigo y aficionado a ellos y vio que se tratava y vestía
de su auito y hera muy bien visto" (44). Pedro de Salinas, a su vez, lo
conoció que "se tratava en auito despañol y (que) sirfoió de lengua con
sus armas y cauallos" (45). Por último, también lo trató por esos días
el soldado Diego de Meneses, quien apreció que el intérprete siempre
andaba el Marqués "con sus armas y cauallos y tenía su casa po
con

blada y (estaba) casado con muger española y tenía repartimiento y se


tratava y trató como español" (46). Martinillo, pues, estaba españolizado.

Ocupémonos ahora de la casa y la mujer. Sobre la morada sabe


mos que era cercana a la Plaza de Armas de Lima y que lindaba con

las moradas de Juan Fernández y Alvaro Galán (47). Pretencioso y en

soberbecido con su título de encomendero, debió esmerarse en edificarla


de piedra, lamentando no tener escudo de armas que exhibir en el dintel.
Lo cierto es que en ella moraba don Martín con su mujer, un criado

español nombrado Juan Gutiérrez, una negra esclava llamada Catalina


y varias indias de servicio. Doña Luisa de Medina, la dueña de casa,
debió ser hembra de humilde condición pero no de baja estofa. Los
documentos se esmeran en darle el tratamiento de "doña" (i8) y si por
su conducta juzga, desde luego que lo mereció. Al casarse con ella,
se

Martinillo la dotó "por honrrar su virginidad e linaje en myll pesos" (49),


los que se comprometió solemnemente a entregar, según carta de dote
que extendió ante el escribano. No se los pagó jamás, pero se dio el

lujo de casarse como hidalgo (50). Doña Luisa, a la postre mujer de


muchos méritos, amó siempre a su marido y le guardó fidelidad a pesar
de ciertos deslices post-nupciales que éste tuvo vinculados al sexto
Mandamiento (51). El tallan también la quiso y a la hora de testar le

agradeció su conducta, mostrándose elocuente sobre su vida conyugal al


referirse respetuoso a "my muger" (52), a la que mandó cancelar la dote
morosa "por el amor que nos hemos tenydo" (53). Con ella el intérprete
vivía feliz, ella tampoco se quejaba.
Pero la paz del hogar se vio turbada por los almagristas que el 26
de junio de 1541 asesinaron al Marqués. Martinillo no figura en los
días que siguieron y sólo el 19 de setiembre aparece para ser padrino

44. Ibídem.
45 Ibídem.
.

46 Ibídem.
.

47 Romero, Carlos. A
.
Op. cit., p. 134.
. . .

48. A.G.I. Patronato 114-R9.


49. Romero, Carlos. A... Op. cit. p. 133.
50 Loe. cit.
.

51 Consta en los libros de bautizos del Sagrario de Lima


que el miércoles
22 de diciembre de 1548 se bautizó un hijo espurio de
Martinillo, habido en una
india llamada Beatriz: el niño se nombró Francisco. También
por el testamento
del intérprete sabemos que tenía otra hija ilegítima llamada
"anica", habida en
una india nombrada María. La niña estaba en el Cusco en
casa del capitán Pedro
Cermeño.
52. Romero, Carlos. A... Op. cit. p. 133
53 . Loe. cit.
MARTINILLO DE POECHOS 97

se prolonga
de bautizo de hija de Francisco Sales ("*). El silencio
una
la ciudad está otra
hasta el 19 de abril del año siguiente, fecha en que
vez por el Rey. Este día fue el propio Martinillo quien llevó a bautizar
a su primogénita, a la que, en memoria del Marqués difunto,
llamó doña
de la Catedral limeña
Francisca Pizarro. Le echó el agua en el Sagrario
del
el Obispo Garcí-Díaz, mitrado electo de Quito, antiguo capellán
Gobernador y testigo de su muerte. Fueron padrinos de la cristianada
nada menos que el Teniente de Gobernador de la ciudad Francisco de

Barrionuevo, el Regidor Diego de Agüero y Mari-Cermeño, mujer


re

motamente emparentada a los Pizarro, a la sazón esposa del inglés


Tomás Faler. Como se puede apreciar, los compadres fueron de pri
mera (55).
Luego de esto entró a Lima el nuevo Gobernador don Cristóbal
Vaca de Castro y Martinillo se le allegó prestamente ofreciéndose a ser
virle de intérprete. Con este gobernante subió a la sierra y cerca de

Huamanga, el 16 de setiembre de 1542, participó en la batalla de Chupas.


Iñigo López Carrillo, soldado antiguo del Perú, recordaría veinticuatro
años después que vio al tallan tomar parte en el encuentro vestido como

español, embrazando armas y cabalgando equino. En otras palabras,


que el indio se portó como encomendero cabal y que, por ello, mereció

que a sus indios de Huaura añadiera Vaca de Castro otros en el valle


de Huarmey (56).
No sabemos quien llevó la nueva de la victoria a Trujillo de Ex
tremadura, la patria de los Pizarro, pero sí que al anónimo informante
siguió en breve don Martín (3T). Viajó en calidad de secreto mensajero:
llevaba un mensaje de Gonzalo Pizarro a su hermano Hernando preso en

el castillo de la Mota. Ir, entregar su mensaje y pasar unos días de re-

54. Revista del Archivo Nacional del Perú, Lima, julio-diciembre de 1937,
T. X, entrega II, p. 232.
55. Ibídem. Lima, julio-diciembre de 1938, T. XI, entrega II, p. 224.
56. A.G.I. Patronato 114 NI -
R9. No se sabe exactamente si en este
- —

repartimiento de Huarmey o en sus indios de Huaura en todo caso en uno que


tenía por curaca a un yunga nombrado don Pedro poseyó Martinillo una piara

de 360 puercos el año 1545.


57. A.G.I. Justicia 399. Sobre este viaje a España existe una confusión

en cuanto a la fecha de partida. Todo emana de los libros bautismales del Sa

grario limeño. Consta allí que el 1 de agosto de 1543 fue bautizada una hija de
Diego Gómez, actuando de padrinos "don Martín y su mujer y Melchor Ramírez
de Vargas y la Valenciana" (Revista del Archivo Nacional del Perú, Lima, enero-
junio de 1939, T. XII, entrega I, p. 106). Esto, a nuestro juicio, es un error, pues
a esas alturas estaba Martinillo en España. Debió ser
padrino pero haciéndose re
presentar. Por estar ausente de Lima, precisamente, no acompañó el 20 de abril
a su esposa doña Luisa de Medina en sacar de
pila a una hija de Ginés Sánchez.
Entonces doña Luisa actuó junto a Diego González, estando
presentes Juan Gu
tiérrez, Ana Cermeño y otros personajes del mundo social de Martinillo (Ibídem.
p. 104). Decimos todo esto, porque el viaje de regreso lo emprendió el tallan en
Sevilla el 3 de noviembre de 1543, en la armada de Blasco Núñez Vela.
Resulta
imposible, pues, que apadrinando una niña en agosto en la iglesia del Sagrario
de Lima, zarpe de España, en viaje de retorno, en noviembre del
mismo año. Aun
que con grandes esfuerzos esto se podía hacer, la verdad es
que la mentalidad
quinientista de esos años excluía viajes tan desacertados, peligrosos
y fatigantes
98 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

poso Trujillo fue


en lo que antecedió la vuelta.
Efectivamente, poco
a

después partió para el Perú el


clérigo Diego Martín y un mancebo
con

apellidado Ontiveros. Diego de Trujillo declararía más tarde en el Cus


co, que "sabe e vido que al tiempo quel dicho
(clérigo Diego) martin
salió despaña, que puede aver el
tiempo contenido en la pregunta, Sa
lieron con él los dichos Don
Martyn lengua e toribio de hontiveros" (58),
portando "muchas herramientas y fuelles" (50). Consta que el clérigo
venía por mayordomo de Hernando
Pizarro, con el encargo especial de
hacer producir más a las minas de éste en el Perú.
El embarque del
trío en las Muelas de Sevilla fue extremo
en pintoresco. El clérigo es
taba prohibido de pasar
Indias por expresa disposición de la Corona,
a

pero en el puerto se despojó de sus vestiduras eclesiásticas y subió al


navio en traje de soldado. El mancebo Ontiveros fingía ser su criado
español, Martinillo de Poechos el esclavo que tornaba con su amo a

Indias. Los tres picaros fueron dar al mismo barco que los Oidores
a

de la primera Audiencia de Lima. En otra nave viajaba el terrible


Núñez Vela, designado Virrey del Perú. El embarque, para estar más
a tono con la picaresca, se hizo frente lascasas de Monipodio
a
(60).
De vuelta a su tierra perulera, Martinillo halló lo
que su mujer
esperaba con otra hija. El 26 de abril de 1544 la llevó a bautizar al
Sagrario de la Catedral. Como los Pizarros estaban de capa caída esta
vez padrinos de la niña fueron un fulano Palomino con su mujer,
los
así como una Isabel Pérez. Hembra y segundona no merecía más cum
plidos. Se llamó Isabel Pizarro (61).
El tercer fruto de su matrimonio nació en tiempos mejores, en ple
na Gran Rebelión del Muy Magnífico Señor Gonzalo Pizarro. Se lla
mó y a guisa de mayorazgo mereció ser bautizado nuevamente
Agustín
por el Obispo de Quito. Alegróse mucho Martinillo con el vastago varón
habido en "su legítima muger" (62) y comprometió para el padrinazgo
a Lorenzo de Aldana, Teniente de Gobernador de la Ciudad de los Re

yes, y al Contador Juan de Cáceres, rebeldes prominentes. La madrina


fue Leonor López, hembra del vecindario. La ceremonia se llevó a cabo
el 4 de diciembre de 1545, en plena efervescencia
gonzalista, lo que dio

al bateado cierta distinción. pudo hacer Martinillo de su hijo un


No

mayorazgo, porque después de tantas alegrías el niño se murió (63).


La Rebelión avanzaba y Gonzalo requería sus servicios. Ahora que
el Virrey estaba derrotado se pretendía aplastar a Diego Centeno que

58. Ibídem.
59. Ibídem.
60. Ibídem. —
Véase también: Zevallos Quiñones, Jorge. . . El clérigo Diego
Martín, Mayordomo Mayor de Gonzalo Pizarro, en Revista del Archivo Nacional,
Lima, julio-diciembre de 1942, T. XV, entrega II, p. 141.
61. Revista del Archivo Nacional del Perú, Lima, julio-diciembre de 1939,
T. XII, entrega II, p. 237.
62. Ibídem. Lima, enero-junio de 1940, T. XIII, entrega I, p. 101.
63. A.G.I. Patronato 114-NI-R 9,
MARTINILLO DE POECHOS 99

se oponía en el sur. La orden de salir para la sierra era ya cuestión


de un día u otro. Pensando dejar sus cosas en orden el tallan sacó a

relucir su testamento. Lo había hecho con anterioridad, el 17 de febrero


de 1545, Diego Gutiérrez, escribano público y de cabildo. El docu
ante

mento, único en su género, termina de perfilar a Martinillo. En él nues


tro biografiado empezaba haciendo la profesión de fe usual a los solda
dos de esos tiempos, pidiendo luego que se le sepultara en la Catedral
de Lima o en la iglesia mayor del pueblo donde lo sorprendiera la muerte.
Mandaba a continuación que cada uno de los clérigos de la capital dijese
una misa por su alma y que en la Catedral se hiciera un novenario de
misas rezadas, amén de diez misas en La Merced y otras tantas en

Santo Domingo. A la dicha Catedral, al Hospital y a la Santa Cruzada


dejaba algunos pesos de oro; seguidamente enumeraba sus deudas a

criados, mercaderes, joyeros y zapateros; también lo que se le debía a

él —

incluyendo los 10,000 pesos del Gobernador Pizarro —

; finalmente
nombraba albaceas a doña Luisa de Medina, su
mujer, y a Cristóbal
de Burgos.
Finalizado el escrito aparecía la firma del indio, lo que in
dicaría que no era la primera vez que tomaba la pluma. Resalta así
mismo en el documento la relación de sus bienes: además de su casa de
morada sabemos ahora que poseía en Lima ocho solares y una chacra
ríoabajo, también habló de "un cavallo que llevo conmygo con su se

ñoría" (64). Ahora sí que estaba listo para combatir a Centeno. Por
eso dio el testamento a su mujer. Y caballero en mal caballo, armado
de punta en blanco, Martinillo fue a la guerra.
Lo que sigue se identifica con la última mentalidad de Martinillo,
con forma mestiza de pensar. Sucedió que vinculado en demasía al
su

Gran Gonzalo, coincidió con él en romper con el Rey español y fundar


un reino aparte. El maese de campo Francisco de Carbajal no en —

vano le llamaban El Demonio de los Andes ideó una fórmula diabólica —

para lograr la unidad de indios y españoles: casar a Gonzalo con una

princesa de la casta de los Incas ... El proyecto contó con muchos en

tusiastas, pero hubo de frenarse ante las necesidades de la guerra. Pri


mero era vencer, luego vendría el reinar. La primera proyección mes

tiza del Perú se dejaba para un final de victoria.


No sabemos detalle el pensar de Martinillo, pero sí que comul
en

gaba con la prosecusión de este ideal. Convengamos en que perseguía


un Perú libre de Castilla, sólo que sus intereses carecían de noble fun-
damentación. El principio de todo estaría en que el
Rey ya no podía
darle nada: le había negado la hidalguía caballeresca un blasón. Gon y
zalo se los daría. Cuando Gonzalo I reinara, Martinillo sería pania
guado de su corte, sin duda su intérprete real . . .

Eran ya los días en que pasadas las derrotas de Iñaquito y de Hua-


rina— los gonzalistas se preparaban a la


campaña final. Todos instaban
64 Romero, Carlos A
.
. . .
Op. cit. p. 134 .
100 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

a Gonzalo para que no tuviera escrúpulos en coronarse Rey pues así lo


había hecho Garcí- Jiménez en Navarra y del mismo modo habían comen
zado todos los reyes del mundo. Pero Gonzalo volvió a postergar la co

ronación obsesionado por su triunfo de Huarina. "¡Jesús, que victoria;


Jesús, qué victoria!" seguiría exclamando por doquier y pensando ganar
una mayor se Jaquijahuana. Aquí, el 9 de abril de 1548, dio
detuvo en

la batalla a ¡Adiós sueños de realeza! Su testa no había


Pedro Gasea.
nacido para ser coronada sino para acabar en las manos del verdugo.
Cuando los leales dominaron en el campo empezó la captura de los
prisioneros. Fueron tomados muchos españoles, algunos disfrazados de in
dios. También un indio vestido de español: era Martinillo de Poechos.
El ladino se identificó como un intérprete de Gonzalo "a quien él auia
seruido de lengua, yanacona y criado" (65). Pedro Gasea le creyó y res
tándole importancia hizo que lo acompañara al Cusco. Allí, el 13 de se
tiembre de 1548, declaró en una información del clérigo Diego Martín.
Confesó tener "hedad de treinta Años poco más o menos" (66), pero para
no parecer peligroso se negó a empuñar la pluma. Por eso puso el escri

bano: "E no firmó poique no sabe firmar" (67). Con estas y otras mañas

siguió suelto por el Cusco y vinculado a Pedro Gasea, quien en breve lo


envió con una embajada a Manco Inca. Esta vez el tallan lo entrevistó
sin amenazas y, seguramente, con respeto. El 16 de agosto de 1549 regre
só "el indio don Martín" (68) al campamento de Huaynarima con unos

enviados del monarca quechua, trayendo el encargo de reclamar a Gasea


ciertas tierras cuyos indios tenía Hernando Pizarro, Peralonso Carrasco
y el soldado Setiel (69).
Pero he aquí que alguien descubrió al Presidente la verdadera iden
tidad de Martinillo y éste lo metió en la cárcel. Dicen que fue su dela
tor Lorenzo de Aldana, el que venía a ser su compadre. Por esos días la

persona del tallan encendería polémicas. Todos sabían ahora que había
sido gonzalista, pero algunos lo defendían diciendo que "se auia criado
con el Marqués" (70) y que por eso había sido incondicional a los Pi
zarro; otros aducían que no se le debería pedir cuentas, "porque siendo
yndio españoles entienden en estos casos" (71),
y no entendiendo lo que los
las sanciones regían con él; finalmente, alguno dijo que Martinillo,
no

gracias! a sus influencias con los rebeldes, había librado a varios leales
de la horca . . . Todas estas defensas de su persona tenían sus anteceden
tes. Efectivamente, con anterioridad a la derrota el indio había tenido

65. A.G.I. Patronato 114-N I-R 9.


66. A.G.I. Justicia 399.
67. Ibídem.
68. Loredo y Mendívil, Rafael El Reparto de Guaynarima,
...
en Revista

Histórica, Lima, 1940, T. XIII, pp. 88 y 92.


69 . Ibídem
70. A.G.I. Patronato 114-N1-R9 La razón por la que Lorenzo de Aldana

lo delató puede verse en el capítulo LVI, de la Primera Parte del Palentino .

71 . Ibídem.
MARTINILLO DE POECHOS 101

sus conversaciones con los prisioneros de Gonzalo y haciéndose el ingenuo


les llegó a preguntar un día refiriéndose a Gasea: "este señor que viene
de Castilla por apo a quéviene?" (72). Al contestarle alguno "que yba
persuadir los españoles dexasen a
por mandado de Majestad a a .
su
. .

Gonzalo Pizarro" (73), Martinillo hizo el reflexivo y exclamó mañosa


se

mente: "pues que biene a eso bien será serville" (74). Entendió el indio
haber impresionado con su respuesta a los presos y a partir de entonces,
siempre que estaba con ellos, se quejaba: "quando a de venir el apo de
Castilla a sacarnos desta cabtibidad? (75).
Pero de nada le valieron estas tretas ante el Oidor Iñigo de Cianea,
juez nombrado para castigar a los rebeldes porque examinado el expe
diente de su causa, falló tajantemente: "Don Martín, Lengua, Yndio, na
tural destos Reynos, en doscientos azotes, ciento en el Cusco e ciento en

Lima, e destierro perpetuo para Panamá, perdimiento e de bienes e de yn


dios e por traydor" (7C). Por primera vez en su vida algo le salía mal
a Martinillo.
El primer centenar de ramalazos se lo dieron en el Cusco, para reci
bir el otro ciento hubo de viajeviajar a Lima. El lo hizo a pie, maniatado
y unido a otros reos colleras.
Acompañado por forzados a galeras
con

como un nuevo Ginés de Pasamonte sus espaldas pagaron el resto de

la deuda en la Ciudad de los Reyes. Aquí permaneció un


tiempo en la
prisión, a la espera de barco, transportándose luego los presos al Callao
por medio de carretas. Ya el puerto, Martinillo subió al barco. Se le
en

varon las
anclas, largaron las velas y la nao partió. Atrás, y no es una
se

conjetura, quedó doña Luisa de Medina prometiendo seguirlo. El indio


se había puesto de acuerdo con ella
para encontrarse en España, porque
no pensaba quedarse Panamá, tierra enfermiza y pobre donde no habían
en

amistades. Como picaro que era prefirió cambiar de


mundo, aunque no
de vida, y no parar hasta Trujillo de
Extremadura, donde los Pizarros
le darían protección. El tallan debería estar
ya deprimido, acaso enfermo
cuando tocó San Lúcar de Barrameda
y remontó el Guadalquivir. Lo de
cimos porque cuando arribó a las Muelas de
Sevilla lo hizo en
pésimo
estado de salud. El intérprete no pudo seguir
Extremadura y antes de a

que pudiera enterarse Hernando Pizarro -el


último que quedaba de los
hermanos del Marqués- lo
sorprendió la agonía. Poco después arribó

72 .
Ibídem .

73 .
Ibídem.
74. Ibídem.
75 .
Ibídem.

y^i^^J^^^^^^T^^^
dtlPerí
^ laS IndÍaS e Pro-

DÍ2
Oidor de la Abdiencia Real
el„Liceneiado ^ e Juez
P°r
Cianea,
Manuel de...
1935 —
Diccionario His órico 0108ratICO
T. I, p. 466 (Apéndice)
Biográfica?deí íerú^

-^
Pera.— Lima, T
^ Mendibu™>
imprenta Gil,
102 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

desde Indias doña Luisa de Medina Francisca, la única


con hija que le
quedaba, pero era demasiado tarde. Ambas "le hallaron muerto en la ciu
dad de Seviya" (77).

77. A.G.I. Patronato 114-N1-R9. —


Doña Luisa de Medina y su hija Fran
cisca se radicaron en Sevilla, donde poco después casó la muchacha con Diego
del Campo, Alguacil del Arzobispado, de quien enviudó antes de 1566. El año

siguiente estaba en Madrid en casa de doña Ana de Velasco.


Una huérfana mestiza: La hija de
Juan Pizarro
Por José Antonio del Busto Duthurburu

Juan Pizarro, "conquistador deste rreino del pirú" O y en la guerra

autor de "cosas muy principales y señaladas que si se uvieran despresar


sería nunca acavar" (2), era el hermano mimado del Marqués Goberna
dor. Con don Francisco había entrado al Cusco el sábado 15 de noviem
bre de 1533, para salir a continuación con partidas de jinetes destinadas
a pacificar la tierra; pero regresando a la postre a la ciudad sagrada
de los Incas, lo volvemos a encontrar allí en 1535, año en que tiene su
comienzo la presente historia.

Juan estaba con su hermano Gonzalo y ambos —

aunque les pesase


a muchos —
eran los dueños de la ciudad. No era sentimiento nuevo

en ellos este de la pertenencia, porque desde Panamá, cuando hablaban


del Perú, "se persuadían que todo era suyo" (3). Los amigos de Almagro
no gustaban de saberlo, pero callaban todavía. Lo cierto es que mance

bos aún, hartos ya de tanto oro, la ambición de ambos hermanos se

dirigió a las mujeres. No las había españolas en el Cusco, las indias


de la tierra cobrizas y gruesas, las únicas de tez sonrosada y fino
eran

perfil eran las hijas de los Incas. El Marqués don Francisco no obs —

tante ser viejo y austero— había tomado a dos


por sus mancebas; Gon
zalo tenía en su poder otra princesa india; más tarde vendría Hernando
a tratar, con inútiles esfuerzos, de tener un hijo en otramujer de casta
noble. Juan era el único que carecía de
pareja. Mozo, prepotente y
con la sensualidad de los vencedores, se fijó en una Ñusta que moraba
cerca de Manco Inca.

La verdad es que Manco la tenía "guardada y encerrada a la dicha


Ynquil Coya para (hacerla con el tiempo) su muger... por ser como

1. Archivo General de Indias de Sevilla. Patronato 145-N2-R2


2. Ibídem.
de Historia General de los Hechos de los
Pn
en i™ i
las ,HerreT.' Antt.onio . .

Islas y T.errafirme del Mar Océano— Buenos


.

Castellanos
tinental, 1945.— Década IV, libro VII, capítulo
Aires, Talleres Gráficos
U °on Con!
IX, p. 358 del T y
104 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

hera de su decendencia y linaje ...


y estando en esta custodia la bió el
dicho Juan Pigarro" (4).
Verla y tentarse de ella fue todo uno. Alguna crónica —
la de Titu
Cusí Yupanqui —
recordará como sucedió.
Lo cierto fue que Juan, dis
puesto a poseer a la "muchacha doncella" (5), la secuestró. Manco se
puso furibundo, porque pensaba "hacer en ella su casta y hijos" (6),
pero el raptor escondió tan en secreto a Ynquil Coya que el Inca no la
pudo recuperar. Es aquí que la historia se torna lasciva y recalca que
el capitán Juan Pizarro la obtuvo "doncella soltera siendo
muy muchacha
y la tuvo en su casa encerrada y guardada con mucha beneración y guar
da y durmía con ella y la echava ."
en su cama. .
(7).
Pasados los momentos de placer, Juan Pizarro se enamoró de su

cautiva. Se descubre esto porque aunque ya todos sabían su aventu


ra y la ubicación de la raptada nunca la soltó y, además, por retenerla


muy guardada. Sancho Ortiz de Orué nos asegura que "en aquel tiempo
los españoles tenían en mucho a tales yndias y las rregalaban (es decir,
las trataban con regalo) como a personas que por ser principales lo me

recían" (8). Dicho de este modo parecería ser costumbre nada extraña
entre los españoles del Cusco, y, en efecto, era así. Pero la interpreta
ción de los escritos quinientistas nos permite descubrir que sucedía así
sólo en los casos en que se amaba a la india; de otra manera, ella regre
saba donde los suyos. Por esto decimos que el capitán se encariñó con
Ynquil Coya, porque

siguiendo esa costumbre española de su siglo


aprendida en los hogares agarenos —

no la dejaba salir a la calle para


no exponerla a las miradas indiscretas de los demás hombres.
Como era de esperar, Inquil Coya iba camino de ser madre. Tiem
po después nació en el Cusco una niña, a la que se bautizó con el nom

bre de Francisca Pizarro (9). Sucedió esto


finales de 1535, pero al
a

comenzar el siguiente año, cuando el llanto de la chiquilla era un ruido


familiar en la de Juan Pizarro, Manco Inca se escapó del Cusco
casa

y dispuesto a vengarse de los ultrajes sufridos, cercó la ciudad con miles


de guerreros quechuas.

4. Archivo General de Indias de Sevilla. Patronato 145-N2-R2.


5 Ibídem
. .

6 Ibídem
. .

7 Ibídem.
.

8 Ibídem
. .

9. Ibídem El nombre de Francisca Pizarro lo llevó más de una mestiza


perulera en este tiempo: una fue doña Francisca Pizarro Yupanqui, la hija del
Gobernador don Francisco; la crtra doña Francisca Pizarro Medina, la hija del
tallan intérprete Martinillo de Poechos. Ambas murieron en España, nuestra bio
grafiada nunca salió del Perú. La última sería una Francisca Pizarro hija bastarda
de Martín Pizarro, el encomendero de Huamantanga, habida en una criada nom
brada Isabel. De esta no respondemos que fuera mestiza, pues ignoramos la raza
de su madre. (Busto Duthurburu, José Antonio... El Conquistador Martín Pi
zarro, primer Alguacil de Lima, en Mercurio Peruano, Lima, abril de 1963, núm.
432, p. 115).
UNA HUÉRFANA MESTIZA: LA HIJA DE JUAN PIZARRO 105

La rebelión de Manco Inca fue terrible. En la historia del Nuevo


Mundo sólo admite parangón con la Noche Triste mexicana. Casi un

millar de españoles perecieron a manos del Inca, a los demás los tenía

cercados y sin dejarlos mover. Ese Cusco de 1536 era de guerra. Los
indios tomaron la fortaleza de Sacsahuamán, viéndose los españoles en

la dura necesidad de recobrarla. La lucha no amainaba; Hernando Pi


zarro —

que ya estaba en el Cusco y tenía el mando de la ciudad —


or

denó subir al cerro españoles ascendieron lentamen


de la fortaleza. Los
te por Collcampata, la cuesta de Paullo Inca, otros lo hicieron por el

lado de Carmenca. Por fin llegaron junto a las piedras del muro. Los
indios embravecidos les dieron muy fuerte grita. Hubo flechas y ve
nablos, también jaras de ballestay tiros de arcabuz. La situación se
hizo muy recia. Los naturales no daban señales de rendición. Alguien
recordó entonces las tácticas de la Reconquista y se lanzaron escalas de
cuerda. Los garfios mordieron las piedras, la soga se puso tensa, un
español empezó a subir: era Juan Pizarro. En el ascenso perdió el
morrión que le protegía la cabeza, pero con la rodela a la espalda y la
espada en la mano siguió escalando el muro En eso apareció en lo . . .

alto la sombra de un indio, que levantando algo entre sus manos lo dejó
caer sobre el castellano. La piedra descalabró a Juan Pizarro, quien ma

nando sangre a borbotones y sin sentido, cayó contra el duro suelo. Se


le condujo la ciudad, trataron de reanimarlo; dicen que duró tres días.
a

Al cuarto fue enterrado en la iglesia.


Pasada la guerra, los amigos del difunto se acordaron de la huérfana.
Esta crecía al lado de su madre, quien también se había bautizado y se
llamaba Francisca, como ella. En la casa de Juan Pizarro la niña fue
visitada por tíos paternos y también por los curacas quechuas. An
sus

tón Ruiz Urco Huaranga Ynga confesó que la visitaba


y veía cuando
acudía donde doña Francisca Inquil Coya, "a hacer la beneración
y
obidiencia que le deuia por ser coya" (10). Don García
Apapunti, ore
jón de Hanan Cusco, y don Francisco Huamán Rimachi, curaca de
Larapa, también parecen haber frecuentado la casa.

La niña creció y sacó un gran parecido a su


padre. Este ya lo ha
bía notado cuando tenía un mes o más la criatura
"y asi lo decía él y
publicaua en su vida
muchas personas diciendo ser su hija y rrecono-
a

ciendola por tal y que tenía muchas señales en el rrostro


y en el cuerpo
suyas, en especial un lunar grande..." ("). Ahora que la niña era
mayor las apreciaciones paternas se podían confirmar mejor. Diego de
Trujillo, por ejemplo, afirmó cierta vez que se parecía mucho a su padre
"en el labio de la boca y que mucho más se parecía quando hera más
muchacha" (>2). El conquistador Rodrigo Bustillo también admiraba el

10. Ibídem.
11 . Ibídem.
12. Ibídem.
106 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

parecido, coincidiendo con él otros soldados como Hernando Solano,


Alonso Dávila, García de Meló, Pedro de Valdés y el ya visto Ortiz de
Orué, amigos que Juan Pizarro. Lorenzo Inglés
fueron de el único —

hijo de Inglaterra que fue


conquistador del Perú también confesaba —

que la mozuela se parecía mucho a su padre, especialmente, "en la íilo-


somía del rrostro y otra señal de un lunar que tiene en el pesquezo que
es grande" (13).
Lo cierto es que la muchacha creció aún más y en 1548 Diego Ve-

lásquez, mayordomo de Hernando Pizarro preso a esas alturas en el


castillo de la Mota la separó de su madre.



Doña Francisca Inquil
Coya había casado con Garcí López González y entendía el mayordomo

que la hijastra no debería estar muy cerca del padrastro. Entonces fue
que la entregó a Francisco González, el Viejo, y a su mujer Cecilia Vás-
quez de Bribiesca, para que la tuvieran consigo. Una hija de ambos
llamada Inés Ortega acogió a la mestiza con cariño, brindándole edu
cación (14).
Doña Francisca Pizarro Inquil Coya nunca se quiso casar. Tam
bién podemos pensar que no hubo quien se casara con ella, pues Mancio
Sierra contaba que Hernando Pizarro, su tío, mandó a sus mayordomos
que la casasen "e que él daría dies mili pesos a quien se casase con
ella" (15). Por suma de este calibre no faltaría español que se animase,
más aún en esos tiempos en que la fealdad de la mujer se borraba con
dinero a la hora del desposorio. Pero la mestiza cumplió treintinueve años
. .

y seguía siendo doncella. Por eso es que nos inclinamos a creer que

nunca se quiso casar. Su mentalidad de huérfana con madre vuelta a

enlazar, crearon en ella —


mestiza triste y solitaria —
una indolencia
afectiva que se tradujo en desconfianza al hogar... (16).
Siempre en el Cusco, reconocida por los amigos de su padre, doña
Francisca debió morir en medio del aprecio general. Si los españoles
sabían que ella venía de los buenos Pizarro de Extremadura, a los indios

les constaba que era nieta de Huamanta Ici Cápac Inca y bisnieta de
Hatun Inca Toga Cápac (primo hermano de Huaina Cápac), todos des
cendientes del nunca olvidado Pachacútec Inca Yupanqui (17).

13 Ibídem.
.

14 Ibídem.
.

15. Ibídem.
16 Guex, Germaine
. La Neurosis de abandono.
... Buenos Aires, impren —

ta de la Prensa Médica Argentina, 1964. Cap. I, pp. 49 a 60. —

17. Archivo General de Indias de Sevilla. Patronato 145-N2 R2.




Hernando de Aldana: El primer
quechuista
Por José Antonio del Busto Duthurburu

Entre los muchos españoles que arribaron a estas costas con Fran

cisco Pizarro, Hernando de Aldana es el único que se identifica con el

primer intento de acercamiento al alma del indio a través del rico mundo
de su lengua. aprendizaje del Runa-Simi lo debió efectuar en las
Su
tediosas noches de navegación por el Mar del Sur o en las tropicales que

siguieron a la Bahía de San Mateo. Los tallanes Francisquillo, Fernan


dillo y Felipillo serían sus maestros. Las crónicas señalan que cuando
los indios aprendían español, memorizaban; por el contrario, cuando un
español aprendía una lengua india, la escribía. Este es el método que

hoy podríamos llamar de Francisco de Orellana, el Descubridor del Río


Grande de las Amazonas, hombre que

"... tuvo de lenguas gran noticia,


y para ¡as hablar mucha pericia".

Sin embargo, Orellana no fue el primero en recurrir a las anotaciones.


Por eso imaginamos a Hernando de Aldana, con una pluma y cierto
trozo de papel, inquiriendo de los muchachos cobrizos los secretos de
la lengua del Inca. No sucedería esto una vez, acaso sucedió cincuenta,
pero lo cierto es que aquellas prácticas difíciles convirtieron a Hernando
de Aldana en nuestro primer quechuista.
Era hombre nacido en el siglo XV (*) y, si nos guiamos por la edad
que le asigna Gutiérrez de Santa Clara al momento de su muerte, su

venida al mundo ha de situarse por 1481 (2). Los escritores concuerdan

1. Archivo General de Indias de Sevilla (A.G.I.) Lima 204A.


En el siglo XV ya existía en Cáceres tierra de nuestro biografiado
— —

la casona de los Aldanas en la "cuesta de Aldana", descendiendo hacia la iglesia


y barrio de Santa María. Esta casona la fundó Rodrigo Alvarez de Aldana, quien
fue el primero en venir desde Alcántara en el siglo XIV (véase: Muñoz de San
Pedro, Miguel. .Cuadernos de Arte: Cáceres.
.
Madrid, 1954. pp. XXV y XXVI).
— —

2 . Gutiérrez de Santa Clara, Pedro Historia de las Guerras Civiles del


. . .

Perú. —

Madrid, imprenta de Idamor Moreno, 1905. Lib. III, cap. IV, p. 38,

del T. III.
108 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

en que hidalgo y que sabía firmar (3). Pertenecía a los Aldanas


era

cacereños, quienes usaron el nombre de Hernando por tradicional en su


familia desde los tiempos de Fernán Pérez de Aldana, el vencedor de
Guillermo, Duque de Normandía. Estos Aldanas eran de origen gallego,
estaban emparentados con los Maldonado (4) y lucieron por armas un

campo de oro con dos lobos de púrpura (5).


Hernando de Aldana, pues, infantería que tuvo la fue el peón de

guapeza de aceptar el pedido de Francisco Pizarro en Cajamarca para


ir a llamar al Inca a su campamento. Ni Jerez ni Mena registran su

nombre, pero Oviedo y Cieza lo consignan con admiración (6). El úl


timo de los nombrados, precisamente, cuenta como el Gobernador pidió
un voluntario para mensajero y que sólo Aldana "un buen soldado" (7), —

en opinión de Pedro Pizarro —

"respondió que iría donde estaba Atabalipa


y diría lo quél mandase" (8). Alegróse Pizarro con la respuesta del in
fante y enterándolo detalladamente de su misión, le dijo que no tardase.
"Aldana partió luego" (9) y obediente a lo ordenado "anduvo hasta que lle
gó a Atabalipa; hallóle sentado
la tienda de a la puerta della, acompa
ñado de muchos señores y capitanes; explicó la embajada que traía; no

le respondió (el Inca) nada, mas levantóse con mucha ira, y arremetiendo

con el cristiano, quiso tomarie e¡ espada; túvola (Aldana) tan fuerte

mente que no bastó, a¡gunos de ¡os principaíes que aüí estaban se levan-
taron con voluntad de lo matar e tomarle el espada; Atabalipa como que
no se la quitar, les mandó que lo dejasen
veya (sic) recibió afrenta en
se volviese e dijese a Pizarro que luego
y le dijo con buen semblante que
se partiría por le hacer placer y se verían entrambos. Aldana, que no
las tenía todas consigo, hizo su actamiento (sic) y a paso largo volvió
donde estaba Pizarro, a quien contó lo que ¡e había pasado e como Ata-
baüpa traia gran cantidad de oro y piata en muchos vasos e vasijas, y
que le parecía que venía de mal arte e con gran soberbia" (10). La Cró
nica Rimada, más lacónica y serena, cuenta que al ver la tardanza de

Atahualpa, el Gobernador Pizarro

3. A.G.I. Lima 204A.


4 Busto Duthurburu, José Antonio del Maldonado el Rico, señor de los
. . .

Andahuaylas, en Revista Histórica, Lima, 1962-1963, T. XXVI, p. 113.


5 Atienza, Julio de
.
Nobiliario Español.
. . . Madrid, Industrias Gráficas, —

España, 1948.— p. 198.


6 Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo
.
Historia General y Natural . . .

de las Indias. Asunción del Paraguay, imprenta de la Editorial Guaránia, 1945.


Parte III, lib. VIII, cap. XVI, p. 95 del T. XII.


Cieza de León, Pedro Tercera Parte de la Crónica del Perú, en Mercurio
. . .

Peruano, Lima, mayo de 1957, núm. 361, p. 253 (cap. XLIII bis)
7 Pizarro, Pedro
.
Relación del Descubrimiento y Conquista de los Reinos
. . .

del Perú. Buenos Aires, Talleres Gráficos La Mundial, 1944



p. 41 . .

8 Cieza de León, Pedro


.
Op. dt. loe. cit. . . .

9. Loe. cit.
10. Loe. cit.
HERNANDO DE ALDANA: EL PRIMER QUECHUISTA 109

"A daüe priesa un cristiano envió,


E¡ qual fue a decirle que entrase temprano.
El Inca pidió el espada al cristiano.
El qual con recelo no se la dio" (n).

Vuelto de su misión no cesaron por ello sus angustias. Aldana "en


tendía un poco de la lengua de los indios porque lo procura había
do" (12), y "visto el Marqués don Francisco Pizarro que Atabalipa ve
nía ya junto a la plaza, envió al padre Fray Vicente de Valverde primer
obispo del Cuzco, y a Hernando de Aldama (sic) ...
y a D. Martinillo

lengua, que fuesen a requerille de parte de Dios


hablar a Atabalipa y a

y del Rey se subjetase a la ley de nuestro Señor Jesu Cristo y al servicio


de S.M." (13). La misión esta vez fue desastrosa y descompuesto el Inca
por la ira, los tres enviados no tuvieron más remedio que correr. En
tonces sonó el disparo fatídico y se agitó la tohalla en el aire: momentos

después caía el Inca prisionero. Hernando de Aldana, no tanto por su

actuación en la lucha cuanto porquechuista, recibió en sus dotes de el

reparto 4,440 pesos de oro y 181 marcos de plata (14). No en vano se

había jugado la vida dos veces como improvisado embajador.

Luego de estos servicios era lícito que Aldana ganara gran renombre.
Se dice que fue uno de los fundadores del Cusco, pero en el reparto de
solares y cargos capitulares no aparece. Se presume que volvió después
a Jauja, donde el 30 de
junio de 1534 otorgó una carta de poder para
cobranzas a doña María Prieto, su madre, a Gonzalo de Pineda u a
Alonso de Aldana, su hermano, ausentes,
para que reciban 1,000 pesos
de oro que Ginés de Carranza llevaba a la Ese mismo día primera (15).
fue testigo en un poder del citado Gonzalo de Pineda
(16) y el siguiente
en otro de Rodrigo
Orgóñez (17). Luego de esto debió volver al Cusco,
donde se le dio repartimiento y vecindad. Influiría mucho en el Mar
qués Pizarro —

para darle estas mercedes


la recomendación que le —

había hecho la Reina Toledo el 31 de mayo de 1529. En ella le de


en

cía de Aldana : "nos ha seruido En estas partes y con deseos de


continuar
(tales servicios) se va a la dicha tierra (del Perú), por cuyo Respeto y
por ser debdo de criados y servidores nuestros tengo voluntad de le man-

Ail1' Barrenechea, Raúl...


del ReynoV°I\a%,
nota 91 a la Relación del Descubrimiento
del Perú, de Diego de
Trujillo.— Sevilla, imprenta de la Escuela de
üstudios Hispano Americanos, 1948. p. 106.

12 Cieza de León, Pedro


.

Op. cit. loe. cit.


. . .

13 Pizarro, Pedro
.

Op. cit. p 41
. . .
. .

PrÍmer° ^ CabÜdos de Lima- Parte m—


19001- pLÍÍ24 Paris, imprenta Dupont,
15 Lohmann Villena, Guillermo... índice del
Libro Becerro de Escrituras

entregan! P 230
^^^ ^ PerÚ' ^ *lio-didembre de
%41 í? XTV,'
16. Ibídem. p. 231.
17. Ibídem. p. 234.
110 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

dar favorecer y hazer merzed"


(18). Pizarro, pues, vio llegado el mo
mento de recompensar al
intérprete y puso dilación en efectuarlo. no
En su nueva vecindad
pronto pudo destacar como soldado de a ca
ballo. En compañía del capitán Juan Pizarro estuvo en
la toma del
peñol de Angocagua y su santuario, tierra cuyos indios habían muerto
a Pero Martín de
Moguer, su encomendero. Según Aldana, la treta de
que se valieron los españoles en esta ocasión fue "que dixeron que yuan
a adorar una guaca que tenyan en el dicho peñol (los naturales) e a

ofrecelles corderos" (19). El frío y la nieve que acompañó a esta cam

paña hizo que los vencedores tornaran presurosos al Cusco. No pudie


ron reconfortarse demasiado, porque Manco Inca declaró la guerra a los
hispanos y puso duro cerco a la ciudad.
En la defensa de la capital incaica Hernando de Aldana no fue de
los soldados incoloros. Pedro Pizarro al historiar el cerco, aunque no

entra en detalles, llega a decir: "era buen hombre en Ja guerra: fue


vecino dei Cuzco, teníase por hidaígo" (20). Sin embargo, desconocemos
los hechos que merecieron la apreciación del cronista.
Levantado el aproximó Almagro, quien venía del descu
cerco, se

brimiento de Chile. Tratando de espiarlo envió Hernando Pizarro desde


el Cusco a cuatro jinetes, uno de los cuales era Hernando de Aldana,

pero el almagrista Francisco de Chávez se dio maña para ponerles una


celada y los tomó prisioneros. Almagro los recibió con muchas corte
sías, porque pretendía enterarse por ellos de lo que había pasado en el
Cusco, mas ciertos embajadores de Manco Inca que estaban en el cam
pamento se indignaron y se fueron a contar a su señor como Almagro
prometía falsas paces, pues trataba a los del Cusco como amigos (21).
Aunque pizarrista de corazón, Aldana fue de los Regidores del Cus
co que, al 18 de abril de 1537, recibieron a Almagro por Gobernador de
Nueva Toledo. Tuvieron que actuar así por temor a los de Chile. Pero
habiendo partido el Adelantado para Chincha, el soldado y su pariente
Lorenzo de Aldana favorecieron la fuga de Gonzalo Pizarro y Alonso
de Alvarado, que estaban presos de los almagristas (22). Ignoramos si
el quechuista luchó en la batalla de Salinas, si lo hizo no debió ser por
Almagro .

18 Porras Barrenechea, Raúl Cedulario del Perú. Lima, imprenta


. . .

Torres Aguirre, 1944.— T. I, p. 9.— Ibídem. T. II. p. 127.


Poco después de ser vecino del Cusco, Hernando de Aldana pidió licencia para
en Madrid, a 23 de diciembre
viajar a España y volver al Perú, porque la Reina

de 1535 le dio un año y medio de licencia para que lo haga sin que perdiera

por ello sus indios. Aldana no pudo salir del Perú en los días que siguieron por
las guerras que se desataron.
19. A.G.I. Lima 204A
20. Pizarro, Pedro... Op. cit. pp. 117 y 125.
21. Cieza de León, Pedro Guerra de las Salinas
. . . .

Madrid, imprenta de
la librería de la viuda de Rico, s.a. Cap. V, p. 23. —

22. Ibídem. cap. XL, p. 215.


HERNANDO DE ALDANA: EL PRIMER QUECHUISTA 111

Después de la guerra renunció a su vecindad en el Cusco para ir


a poblar la villa de la Plata, donde el Gobernador le concedió un re

partimiento en los Quillacas (23). En la Plata lo sorprendió la noticia


del asesinato del Marqués, por lo que se juntó al capitán Peranzúrez y
salió en demanda de Vaca de Castro (24). Al pasar por el Cusco, a lo
largo del mes de julio de 1541, permitió que Peralonso Carrasco y Diego
de Narváez enterrasen en su casa cierto oro y plata de Nicolás de Here-

dia para librar dichos bienes de caer de los


en manos almagristas (25) .

Parece que siguió hasta las lomas de 16 de setiembre


Chupas, donde el
de 1542, fue vencido Almagro el Mozo.
Pasada la victoria de Chupas, Vaca de Castro le dio nuevos indios,
sin que por ellos perdiera los que
ya tenía. De este modo continuó su
vida de vecino de las Charcas. Pero una noticia procedente de Lima
hizo saber que el Virrey Núñez Vela requería gente y, deseoso de acudir
al real servicio, partió con Luis de Ribera y otros encomenderos de la

Plata. En llave se enteraron que el Virrey había sido preso por los
Oidores. A pesar de todo continuaron a Arequipa, donde "con mucho

dolor suio entendieron ¡as muertes de Felipe Gutiérrez, Arias Maldonado,


i Gaspar Rodríguez de Campo- Redondo" (2G).
Desconcertado volvió entonces al Cusco, siendo aquí que tuvo lugar
su lastimero fin. En efecto, por la gran enemistad del Demonio de los
Andes con los Aldanas (especialmente con Lorenzo, con quien estuvo a

punto de matarse a raíz de la bendición de las banderas


gonzalistas) ,

lo primero que hizo Carbajal al ingresar al Cusco fue


apresar a Her
nando y condenarlo a muerte, "sin saber nadie
por el qué" (21). Cuenta
Gutiérrez de Santa Clara que "Quando lleuaron a Hernando de Aldana
a la picota estuuo en llegar allá más de vna hora, no auiendo más de
un tiro de arcabuz, porque fue haziendo tantos estremos y cuytas, tantas
paradas, y fue tanto su llorar y gemir, que fue cosa estraña de lo ver

y considerar, por que no auia hombre que tuuiesse mucha compassión no

y lástima del. Y assí los vezinos que yuan con él


comentaron de llorar
en velle a él llorar, que no auia hombre que no se condoliesse del y le
deseasse dar la vida. . . mas en fin, por no le ver morir, de pura lástima
se fueron algunos dellos a sus casas maldiziendo las crueldades de Fran
cisco de Carauajal. Un compadre suyo que yua con él, por le consolar
le dixo que no se acuytasse tanto, que pues era viejo de sesenta y cinco

23. A.G.I. Patronato 105-N 1 R 18.


Loredo y Mendívil, Rafael Los Repartos Lima, imprenta Miranda, 1958
. . . .

pp. 174 y 175.


24 .Cieza de León, Pedro Guerra de Chupas Madrid, Librería de la
. . .

viuda de Rico, s.a. Cap. XLIV, p. 158.


25. A.G.I. Justicia 422.


26 Herrera, Antonio de. Historia General de los Hechos de los Castellanos
. .

en lias Islas y Tierrafirme del Mar


Océano Buenos Aires, talleres gráficos Con —

tinental, 1946.— Década VII, lib. VIII, cap.


XVII, p. 204 del T. LX.
27. Gutiérrez de Santa Clara, Pedro...
Op. cit, Loe. cit.
112 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

años, que no se rezelasse de tomar con mucha paciencia la muerte, pues


era cosa natural a todos. Y al cabo y a la postre auia de morir, y que
se
esfforgasse en Dios y se encomendasse de todo coragón a Nuestra
Señora para que le ayudasse a passar este trago tan amargoso, poniendo
el ánima con el que la crió y la hizo de no nada. Hernando de Aldana
respondió con grandes sollozos y gemidos diziendo: ¡Ha compadre! no

os marauilleis de mis cuytas, ni de mis lágrimas, porque soy muy gran


pecador y maldito hombre, que temo de passar por este tránsito porque
me toma muy desapercibido y en rezio tiempo. Pues el dador de la
vida la temió como hombre y en quanto hombre, siendo sin peccado,
por qué no la temeré yo siendo tan gran pecador?; y por eso quissiera
yo que me dieran termino de tres días para que pudiera yo conffessar y
llorar mis peccados y grandes maldades; mas en fin, yo tengo grande
esperanqa Dios que me perdonará por (su) sancta passión.
en Estas
palabras y otras dixo sin mudar tan solo un passo, llamando a Dios y
a Nuestra Señora de todo
coragón y a boca llena hasta que llegó a la
picota, y rezando el Credo fue ahorcado. . ." (2S). Hernando de Aldana
debió morir decapitado, según fuero de los hijosdalgos de Castilla, pero
por hacer más humillante su final el Demonio de los Andes lo hizo
ahorcar. El hecho sucedió en la ciudad del Cusco, el primer día de
cuaresma del año 1546 (29).

28 .Ibídem.
A.G.I. Patronato 99-N 1-R 3; y 103-N 1-R 1.
29 .
Herrera, Antonio de Op. cit., Década VII, lib. X, cap. XXI, p 304 del
. . .
.

T. IX.
Cieza de León, Pedro. La Guerra de Quito
. .
Nueva Biblioteca de Autores—

Españoles: Historiadores de Indias. T. II. Madrid, imprenta Bailly Bailliere,


1909.— Cap. CLXXVIII, p. 203.


La mestiza del capitán Hernando de
Soto, su familia y los lienzos del
Virrey Toledo
Por José Antonio del Busto Duthurburu

Cuando a fines de 1536 se embarcó en el Callao Hernando de Soto


en la nao "San Jerónimo", acompañado por el Trece del Gallo
lo hizo

Domingo de Soraluce, el Doctor Diego de Loaiza, el caballero D. Luis


Enríquez de Guzmán y los hidalgos Antonio Tellez de Guzmán y Luis
de Moscoso de Alvarado . . . Soto debería estar muy contento porque ha
bía llegado el momento de abandonar el Perú, donde tantos desaires ha
bía sobrellevado, para viajar a España y poner en ejecución su dorado
sueño de conquistar La Florida. Terminaban, pues, allí la desconfianza
de los Pizarro siempre habían visto en él un adepto a las traicio

que
nes y la ingratitud de Almagro, quien habiéndole prometido el segun

do puesto en el descubrimiento de Chile, lo dejó a última hora


para
investir con ese cargo a Rodrigo Orgóñez Ahora todo era esperanza . . .

ante el futuro promisor. Alegre, pues, muy alegre debería estar cuando
el "San Jerónimo" izó anclas y largó velas apartándose del
puerto de la
Ciudad de los Reyes Sin embargo, creemos que su espíritu sediento
. . .

de aventura no estaba todo con él. Atrás quedaba algo que lo retenía
y que, de una forma o de otra, lo seguía ligando al Perú. Ese "algo"
era "alguien": su
hija mestiza, Leonor de Soto 0).

La historia había tenido su comienzo en


Cajamarca, donde el Ca
pitán Soto "fue el primer español que vio y habló a Atahualpa, rey tirano
y último de los del Perú" (2). Allí, en los días
que siguieron y que se

1.
Archivo General de Indias de Sevilla
(A.G.I.) Justicia 340.
2.
Garcilaso Inca de la Vega. La Florida del Inca.— México tranca
léxico, Gráfica Pana
Fana-
mencana, 1956.— Libro V, cap. VII, pp. 348
y 349.
114 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

identifican con los de la prisión del Inca, conoció a una


hermana de éste.
Bartolomé Picón, soldado de los
viejos, nos dirá que "hera moga mu-
chachona de hasta veinte y dos años y que avia sido muger de Atabali-
Pa"(3)- Soto se interesó por ella y, muerto el Inca, "la obtuvo de Toba-
lipa" (*), el nuevo gobernante. A partir de entonces
siempre la llevó
consigo y la hizo bautizar con el nombre de Leonor. La princesa se
llamó entonces Doña Leonor Tocto
Chimbo, pues anteriormente se le
conocía por Chimbo Coya, nombre al
que añadía el título de Yunga
Ñusta, vale decir, "Princesa de la Costa". Esto, porque su padre Huaina
Cápac la había tenido en Chumbe Yllaya, "señora que fue del valle de
Yca" (°). Le gustara o no al
Capitán extremeño, esto lo convertía en
concuñado del Gobernador Francisco Pizarro, amancebado a su vez con
Da. Inés Huaylas Ñusta y Da.
Angelina Yupanqui, también princesas
hermanas de Atahualpa.
Lo cierto es que luego de la toma del Cusco, Hernando de Soto
mantuvo en su casa a Da. Leonor. Allí, precisamente, alumbró ésta a

una niña que fue llevada a cristianar con el nombre de Leonor de Soto
Yupanqui. Algún testimonio recuerda que por aquellos días el
Capitán
tomaba a la recién nacida en sus brazos y la mostraba a amigos
sus

gesto usual de los conquistadores con sus mestizos —


llamándola pú
blicamente "hija" y colmándola de caricias. Todos están de acuerdo en
decir que la niña nació en la casa de su padre, al
tiempo que éste era
en el Cusco Teniente de Gobernador.
Pero vinieron los malos días y habiendo decidido dejar el Perú, el
Capitán se llevó a su manceba y a- su mestiza a la Ciudad de los Reyes.
Con la primera siguió haciendo vida marital, a la última entregó a Da.
María de Escobar mujer que había sido de

Martín Estete —

para que
la tuviese consigo. Hecho esto, Hernando de Soto se embarcó.
Da. Leonor Tocto Chimbo quedó entonces, según parece, con su

hermana Da. Inés Huaylas Ñusta, pero el Marqués Pizarro terminó por
entregarla también a Da. María de Escobar "para que la enseñase en
policía y en cosas de nuestra sancta fe" (6). La princesa pudo entonces
reunirse con su hija y vivir en una casona de la plazuela de Santo Do
mingo. Allí la vieron recibir la visita de los curacas, quienes acudían a
saludarla como a señora de la casta de los Incas.
Pero el Marqués Pizarro fue muerto por los almagristas un domingo
de junio de 1541 y la casa de Da. María de Escobar se llenó de mujeres
españolas refugiadas; a su vez los almagristas fueron derrotados en
Chupas por Vaca de Castro y este gobernante tratando de contentar —

a sus adeptos casó a la Ñusta con Bautista el Galán, "hijo de bautis-


3. A.G.I. Patronato 109-N 1-R 4.


4. Ibídem.
5. Ibídem.
6. Ibídem.
LA MESTIZA DEL CAPITÁN HERNANDO DE SOTO 115

ra, el armero del Emperador ...


y le dio (junto con la esposa) los indios
de Guaro, Canas y Layosupa" (7). Da. Leonor viajó entonces al Cusco,
dejando pequeña hija en casa de Da. María de Escobar. En el
a su

Cusco sería feliz muy poco tiempo, porque durante la rebelión de Gon
zalo Pizarro, Alonso de Toro, su lugarteniente, hizo acabar en la horca
al Galán. Dicen que no era mal hombre. Nicolás de Ribera, el Viejo,
había conocido a sus padres en Valladolid. La princesa enfermó de

melancolía y "viéndose desamparada y sin marido de puro enojo se


murió" (8). Antes de fallecer hizo llamar al escribano Juan de Herrera,
el 8 de setiembre de 1546, y otorgó un poder para testar en favor de
Pedro de Bustinza y Pedro de León, a quienes nombró sus albaceas, sien
do testigos del escrito Francisco Noguerol de Ulloa, Melchor Gómez y
un clérigo que había sido capellán de la otorgante. El documento no
carece de interés a nuestro propósito, porque en él dice la poderdante:
"dexo por mi heredera a una hija mía y del capitán hernando de soto

que dice Leonor, que está en la ciudad de los rreyes en casa de mafia
se

descobar" (")■ Algunos días después cerró sus ojos para siempre, por
que el primero de octubre de ese año Bustinza hizo en su nombre el
testamento .

Lo que sigue es ya la historia de Da. Leonor de Soto, la hija mes

tiza del Adelantado de La Florida. En casa de Da. María de Escobar


aprendió a leer y escribir, también a rezar, así mismo las labores que
entonces daban valía a las mujeres. Según su protectora, no se podía
negar que era hija de Hernando de Soto, pues "le paresce mucho en el
rrostro" (10). No debía ser fea la muchacha, porque el Adelantado a —

decir de Garcilaso —
"fue más que mediano de cuerpo, de buen aire. . .

era alegre de rostro, de color moreno" (n). Esto, sumado a la proverbial


belleza de las princesas incaicas, fue sin duda lo que atrajo a García
Carrillo, español que la pidió en matrimonio después de la revuelta de
Girón. La boda se celebró en Lima, actuando de padrinos el licenciado
Alonso Pérez, médico de la ciudad, y su mujer. Después de la ceremo

nia, pasó a residir al Cusco.


No fue mal marido Garcí-Carrillo, pues en julio de 1562 gober

nando el Conde de Nieva —

viajó a Lima para hacer una probanza de


fendiendo los intereses de su esposa. También apetecía una recompensa
de la Corona en base a los servicios del difunto Adelantado. Consiguió
que declararan los conquistadores Bernabé Picón que la había visto

nacer y cristianar Pedro de Alconchel, Lucas Martínez Vegaso, Nico


lás de Ribera, el Viejo, Francisco de Talavera y Gonzalo de Monzón.

7 Ibídem.
.

8 Ibídem.
.

9. Ibídem. La princesa Da. Leonor Tocto Chimbo fue la igle


sepultada

en
sia cusqueña de La Merced.
10 Ibídem.
.

11. Garcilaso Inca de la Vega. Op. cit., loe. cit.


116 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

También hicieron presentes ante el escribano Da. María de Escobar,


se

Da. Inés Huaylas Ñusta casada ya con Francisco de Ampuero


y la —

morisca Da. Beatriz, mujer que había sido del Veedor García de Salce
do. Esta fue la única que fantaseó, pues entre otras cosas dijo que oyó
decir que el Capitán Hernando de Soto fue el primero que en Cajamarca
acometió "al carro Sin embargo, añadió detalles hasta
del Ynga" (12).
hoy desconocidos, como que conoció a todas las princesas incaicas "por
que como fue la primera muger que entró en este rreyno, en caxamalca
estava con ellas y las tratava y conversava. que esta testigo lo sabe . .

bien porque estaba e rresidia muchas vezes con ellas y las conversaba y
hablava con ellas y porque esta testigo fue la primera muger española
que entró en este rreyno en caxamalca" (1¿).
A pesar de la buena voluntad de los declarantes no debió surtir
mayor efecto la probanza, en el Cusco
porque Carrillo la tornó a hacer
en 1575.Consiguió entonces que testificaran soldados como Alonso de
Mesa y Diego de Trujillo capturadores del Inca en Cajamarca

así —

como Mancio Sierra de Leguízamo, el piloto Pedro Ortiz de Susunaga y

el médico Alonso Pérez. Tratando de seguir reuniendo pruebas, repitió


el interrogatorio en Huamanga en 1576, logrando que declararan Diego

Gavilán, Juan Romo y Juan de Mañueco, todos soldados de la primera


hornada .

Lo interesante es que Da. Leonor de Soto seguía siendo feliz. Había


tenido un hijohijas. Este se llamaba Pedro de Soto y tratando
y cuatro
de conseguir lo que padre no había obtenido, marchó a España en
su

tiempos del Virrey Conde de Villar. Llevó consigo a una de sus her
manas llamada Leonor, con quien se presentó el 18 de noviembre de

1586 en el Alcázar y Palacio Real de Madrid, donde exhibió sus papeles


con los servicios del abuelo. No se contentó presentación de los
con la
escritos y pidió la copia de cierto capítulo que aparecía "en unos lienqos
de pinturas de los rreyes que por tiempo antiguo fueron de aquellas par
tes (del Perú) e ystorias dellos y rrelacion de las Yndias ansy de los

conquistadores como de los rreyes de aquellas tiempo partes que ubo en

antiguo que ynvió don franqisco de toledo, visorrey que fue de aquellas
partes" (14). Lo cierto fue que se sacó el traslado fiel de tales lienzos y
que en ellos se decía: "^4ño de mili e quinientos y treinta y tres años.
El valeroso Gobernador don frangisco pigarro, que después fue marques,
siendo rrey despaña El católico emperador carlos Quinto, por su perso
na y con ayuda del Capitán Soto y pocos compañeros españoles dignos

de perpetuo nombre y loable fama, prendió (a) Atagualpa que se lla


maba Ynga y Señor del perú no siéndolo, aviendo antes precidido cierto
rrequerimiento y en esta prisión murieron como ocho mili yndios casi

12. A.G.I. Patronato 109- N I R 4.


13 . Ibídem.
14. Ibídem.
LA MESTIZA DEL CAPITÁN HERNANDO DE SOTO 117

los quales todos murieron ahogados de atropellarse unos a otros de miedo


de los cavallos que solo dos o tres se hallaron eridos de los españoles y
al huhir los yndios rrompieron una pared alta de un estado pero hera
sin gimiento y de céspedes como vallado" (15). Más abajo, en otro ca
pítulo, dio fe
como aparecía "en el
se dicho liengo un caballero del avito
de Santiago que encima de su cábega en la pintura del dicho liengo decía:
SOTO; tenía asido y presso, a lo que allí apareció pintado, al dicho
atahualpa y le llevaba preso" (16). Sacado el testimonio, las pinturas
volvieron a poder del Guardajoyas de la Casa Real, quien las guardó en

el Alcázar madrileño. Esta es la última noticia que se tiene de los fa


mosos lienzos toledanos.

15 . Ibídem.
Valboa
-

J6.' •Ib!^dem^' ?abell° ¿e ofrece en su Miscelánea Antartica la extra-


Chimbo afirmando que antes de ser amante
HerSo^^ Lfn°r T°C,t0
Hernando de Soto estuvo casada con
Quilaco Yupanqui. Cabello la hace también
de
hija de Huáscar y dice que su verdadero nombre fue Leonor
yendo que viuda de Quilaco Yupanqui tuvo de Hernando de
Curi Cuino*- coTcfu"
Soto a «Doña Leonor
de Soto que oy vibe en el Cuzco: casada
y tiene por hijos a Pedro de Soto,
con Carrillo escriuano de
Su
y a Doña Joana de Soto, y otras niñas cuvos
MageTad
nombres importa poco a nuestra historia" V
cribió Cabello en 1586
(Parte III canP' XXXln> Est° lo es-
' XXXTTT? tL f

Miguel Belalcázar, mestizo rebelde
(Quito 1583)
Por Héctor López Martínez

EL HIJO DEL ARRIERO

Sebastián Moyano, el Capitán extremeño que la historia recuerda


con el nombre de Sebastián de Belalcázar, fué en sus mocedades arriero
y leñador. Como sucedió con otros héroes de la conquista, su biografía
también está teñida de leyenda. Cuentan que por haber dado muerte
a unburro y temiendo el castigo paterno, escapó de su hogar rumbo a
Sevilla, con ánimo de engancharse allí en alguna expedición que mar
chara a las Indias. A él puede aplicársele la letrilla que dice:

"Vino huyendo de Sevilla


que es Chipre de los valientes,

por no sé qué niñerías:

robos, capeos y muertes"

En este caso, la muerte era sólo de un asno, pero ya el destino del

joven Sebastián Moyano estaba trazado. En 1507 lo tenemos en el


Nuevo Mundo. Primero Santo Domingo y luego en Urabá y Tierra
en

Firme. Pronto fué baqueano en la dura lucha por la existencia en tan

inhóspitas regiones. Sabemos que en Panamá trabó estrecha vinculación


con otro rudo capitán: Diego de Almagro. Con el correr de los años
la amistad se tornó
compadrazgo, ya que Belalcázar llevó a cristianar
en

a unhijo mestizo del


capitán manchego. En la pila le pusieron al niño
el nombre de su padre: Diego de Almagro, más tarde llamado "El mo
zo", quien con el correr del tiempo sería desdichado caudillo rebelde en
los Reinos del Perú (*)• No es nuestro propósito ahondar en la biogra
fía de Belalcázar. Es de todos sabido que fué conquistador del Incario
como lugarteniente de Francisco Pizarro. Después ganaría el Nuevo
Reino de Granada, territorio este donde se plantearon acres discordia?

1 Reyes, Osear Efrén


. Breve Historia General del Ecuador. Quito.
. . . Edi
torial Voluntad 1965. Parte II, pág. 128 del Tomo I.
MIGUEL BELALCÁZAR, MESTIZO REBELDE 119

de jurisdicción entre varios Gobernadores. A través de su asendereada


existencia, SebastiánMoyano procreó hijos Leyendo su varios mestizos.
testamento, desprende que tuvo los siguientes: Francisco, Sebastián,
se

Lázaro y Magdalena (2). Pero en ese mismo documento nos habla "de
los demás sus hijos e hijas" (3). En efecto, sabemos de la existencia de
Catalina Belalcázar, que fué legitimada por Real Cédula de 11 de Enero
de 1541 (4).
Pero quien nos interesa es Miguel Belalcázar, su último y oscuro

vastago mestizo. Miguel Belalcázar debió nacer hacia el año 1550. El


anciano conquistador enfrentaba, por esos días, el peligro de ser resi
denciado por la muerte del Mariscal Jorge Robledo. En efecto, el Oidor
Francisco Briceño, luego de
prolija investigación, lo condenó a
una

muerte. Belalcázar apeló entonces ante el Monarca. El juez accedió a


su pedido y el achacoso
conquistador marchó a Cartagena, con ánimo
de tomar la nao que lo llevaría a España ; más allí lo
sorprendió la muerte
a fines de abril de 1551. Era el triste ocaso de otro castellano ilustre
que con su espada logró hazañas fabulosas, tanto que más tarde la fama
diría con verdad que en el siglo XVI "los dioses nacían en Extremadura".
Mas volvamos nuestro
personaje: Miguel Belalcázar. Nada sa
a

bemos de su madre, excepto que era mujer aborigen. Presumiblemente


nació en Cali, pues en esa ciudad radicó casi siempre. Con el correr
de los años se ganó la vida dedicándose
a confeccionar
naipes y bordando
mantos y estandartes. Sabemos también que formó hogar y tuvo varios
hijos; pero la miseria era el sino que marcaba su monótona existencia,
aumentando su amargura el hecho de llevar un
apellido ilustre en esas
tierras y carecer de fortuna para honrarlo como era menester.
Cansado de tantos sinsabores, Miguel acudió
repetidas veces donde
su hermana Catalina, mestiza como él y casada con el
capitán Fuenma-
yor, encomendero de fortuna. Miguel pretendía que su cuñado le pro
porcionara dinero para organizar una "entrada". Quería emular las ha
zañas de su padre y salir de pobre o morir en la
demanda. Pero sus
pedidos no encontraron eco. Lleno de despecho, con el rencor acumu
lado por tantas frustraciones, el mestizo lanzó
se a una fatal aventura
que epilogaría en el patíbulo.

2. Belalcázar, Sebastián de Testamento del Señor Capitán don Sebas


. . .

tián de Belalcázar, conquistador, fundador de la ciudad de


Quito. Versión Paleo-
gráfica de Jorge A. Garcés G. y anotaciones del Rvdo. Padre Fr. Alfonso A Ser
ves O.P. Quito. Talleres Municipales 1935, pág. 61.
3 .Ibídem .

4 Garcés G. Jorge Colección de Documentos Inéditos relativos al Ade


...

lantado Don Sebastián de Belalcázar, 1535-1565, descifrados


y anotados por Jorge
° V' R°bert° Páez-
ST-fq^
pal lyjb, pág. 63. g°^de QuKa Publicaciones del Archivo Munici-
120 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Las razones del rebelde

Es notorio que los mestizos eran en su


mayoría hijos bastardos.
Se vieron postergados, no por el color de su
tez, sino porque los blancos,
criollos y peninsulares, constituían la social. primera categoría Además,
los mestizos experimentaban serias dificultades las
para suceder en en
comiendas de sus padres mestizos, sino
pero no por ser
por bastardos (5).
Al promediar el siglo XVI, en la sociedad indiana surgen muy
marcados los distingos raciales, con notable detrimento de los
mestizos,
sobre todo de los ilegítimos. En rigor, los mestizos constituyeron el
grupo más indefenso; para ellos no hubo "República" ni otras ventajas
que sí tuvieron los naturales. Esto los obligó a vivir en las ciudades, en
donde se dedicaron a menesteres humildes, constituyendo de este modo
el remoto antecedente de nuestro proletariado urbano.
Los mestizos tenían conciencia de superioridad respecto a los indios.
Eran altivos y los más tenían un acendrado sentido de hidalguía caste
llana influidos —
tal vez —

por los planteamientos del Padre Las Casas,


que sostenía que ellos eran los verdaderos dueños de la tierra, pues por
una parte sus padres, los conquistadores, la ganaron con sus lanzas y,
por otra, hijos eran de las dueñas ancestrales de las Indias (6).
Siempre se temió que los mestizos se diesen cuenta de su número
y pujanza y se "alzasen" con los territorios del Nuevo Mundo en su

propio beneficio.
Hasta el sacerdocio estaba vedado en el siglo XVI para los mes

tizos, pues se les consideraba indignos de recibir órdenes eclesiásticas.


Muchos otros vejámenes y epítetos infamantes tuvieron que sufrir. Se
les tildó de borrachos, haraganes, mentirosos, sin reconocérseles ninguna
virtud .

En efecto, Miguel Belalcázar justificaba su deseo de rebelde adu


ciendo que "no le daba oportunidad de vivir honestamente pues siem
se

pre lo llamaban vicioso y holgazán" (7). Por otra parte, quería empuñar
las armas para vengar injurias, ya que él y los mestizos eran tratados

"como seres inferiores respecto a los castellanos" (8). Por estos sentían
un profundo odio y los calificaba de "advenedizos".

Miguel Belalcázar pretendía organizar una monarquía en donde los

privilegiados fueran los mestizos. Podemos resumir sus proyectos de la


siguiente forma:

5. López Martínez, Héctor Un motín de mestizos en el Perú (1567). En:


...

Revista de Indias. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid. Núm.


97-98. Julio-Diciembre 1964. págs. 367 a 381.
6 Ibídem
. .

7. Archivo General de Indias de Sevilla (A.G.I.) Justicia 674.


8. A.G.I. Justicia 674.
MIGUEL BELALCÁZAR, MESTIZO REBELDE 121

a) Pretendían asesinar a todas las autoridades y vecinos.


b) Convocaría no sólo a los mestizos sino también a los soldados

pobres, los "guzmanes" o "vagamundos", que tanto abundaron en el

siglo XVI; castellanos sin más fortuna que su espada, dispuestos siem

pre a seguir las banderas de levantiscos y revolvedores.

c) Las encomiendas serían otorgadas sólo a mestizos y soldados.


El enemigo estaba, pues, tipificado en los acaudalados encomenderos.
Era el desquite de los sin fortuna.
d) Miguel Belalcázar, que sería coronado monarca, viviría en las
casas del Secretario de la Audiencia, Diego Suárez, tomando
para sí la
encomienda de Otávalo, que había pertenecido a su padre, el Adelantado.
Crearía, así mismo, una nobleza mestiza dando títulos de duques, condes,
marqueses, etc.

e) Pediría ayuda a los mulatos "por ser muchos y diestros de a


caballo y en tirar arcabuses". Este aspecto resulta sumamente intere
sante, ya que nos habla también de un prolífico mestizaje afro-castellano.
A diferencia de otros motines, y más precisamente del famoso
f)
motín del Cuzco en 1567, los conjurados de Quito
prescinden absoluta
mente de contacto con los
indígenas. Esto también resulta sugestivo;
se aprecia ya una profunda separación entre los mestizos y los indios,
cosa que en el motín de 1567 no ocurrió.
g)Se nota que los proyectos de conjura no fueron seriamente es
tructurados. Carecían de armas, metas definidas,
disciplina. La ba-
landronada y el odio son las únicas constantes, lo demás se descuida
y
es motivo del fracaso.

El motín frustrado

El motín se descubrió por la intervención de


Fray Luis Martínez,
Provincial de la Orden de San Francisco en
Quito, quien dio aviso al
Oidor Licenciado Pedro Venegas, diciéndole que estuviese en
guarda, pues
había un grupo de conjurados que pretendían asesinar a las autoridades
y "alzarse con la tierra". Pero el Provincial, pese a los
requerimientos
del Licenciado, se negó a dar mayores detalles. El
Oidor insistió, prome
tiendo "averse blandamente con los
culpados para se que descubriese
quienes habían sido los movedores"; mas el sacerdote persistió en su
negativa .

Sumamente contrariado, el Oidor fué en busca de


Fray Jorge de
Sosa, Prior de Santo Domingo, para que le hablase al
franciscano en
busca de la verdad. El Prior de los dominicos habló con Fray Luis
Martínez, pero este persistió en su mutismo.
El Oidor sentía el clima de
rebelión. En la Plaza
de gente comentaba la noticia de
Mayor, corrillos
que habían asesinado al Gobernador
122 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

de los reinos de Chile. Ante nuevas tan alarmantes y que podían ser

estímulo para revolvedores, el Licenciado Venegas —

que era el único


Oidor presente Quito por esos días
en decidió actuar. Reunió en su

casa a los vecinos, procurando no inquietarlos demasiado, pero les ordenó

que estuviesen con las armas dispuestas para acudir a la voz del Rey.
La morada del Oidor, las Casas Reales y la Cárcel, se resguardaron
cuidadosamente. Quito, pues, se puso en pié de guerra. Estando así
las cosas, el 23 de mayo de 1583, en circunstancias que el Oidor Venegas

reposaba en la huerta de su casa, recibió la visita de Francisco de Pare


des, vecino de la ciudad, quien estaba acompañado por dos individuos:
Juan de Tejada y Miguel López, mestizos ambos. Estos habían partici
pado en los aprestos del motín, pero el temor del fracaso los había lle
vado a delatar ante Paredes

los proyectos.

El Oidor, de inmediato,
hizo comparecer al Escribano de Cámara, para iniciar el proceso, toman
do como punto de partida la delación de Tejada y López.
Cuando esto ocurría, serían más o menos las cuatro de la tarde.
Hacia las siete de la noche, cuando ya la ciudad estaba a oscuras, el
Oidor ordenó que el Alguacil Mayor, junto con el Escribano de Cámara,
fueran en busca de un grupo de vecinos de su absoluta confianza. Una
vez reunidos, sin mayores explicaciones, les pidió se dividesen en grupos

para ir ha detener a los indicados como rebeldes. Una vez presos, de


bían ser conducidos a diversas casas, bajo custodia de vista y sin permi
tírseles ninguna comunicación.
La orden del Licenciado Venegas se cumplió puntualmente. Fueron

apresados Miguel Belalcázar, señalado como caudillo y otros mestizos,


como Alonso de Herrera, Juan López de Gamboa y Gonzalo Hernández

de Sotomayor. Juan de Azcoitia y Lorenzo Padilla mestizos también — —

lograron escapar.
De inmediato se pusieron guardas los caminos y se ofreció re
en

compensa a quienes delatasen a otros conjurados; así mismo se prego


naron fuertes penas para quienes protegieran a los delincuentes.
Pocos días más tarde Juan de Azcoitia fué capturado en un páramo,
desfallecido de hambre. Padilla, el otro prófugo, fué capturado es
uña de caballo.
pectacularmente cuando intentaba escapar a

De inmediato se inició la Información. De acuerdo al procedimien


de la época, luego de un relato de los hechos, expuesto por
to jurídico
la Autoridad, se tomaba la confesión de los inculpados. Luego, deponían
infinidad de testigos, presentados por la justicia o pedidos por los pro
cesados para probar su inocencia.
Todos los mestizos se confesaron culpables; Miguel Belalcázar ex

los motivos —
antes mencionados —

que lo impulsaron a planear


puso
su rebelión. Sin embargo, siguiendo el proceso el 24 de mayo de 1583,
Belalcázar para que ampliase su confesión.
dar tormento
se procedió a a

de tortura, lo
En el sótano de la cárcel, donde funcionaba la cámara
MIGUEL BELALCÁZAR, MESTIZO REBELDE 123

desnudaron, requiriéndole que dijese toda la verdad, pues en caso con

trario, le aplicarían "cruel tormento y que si él muriese o se le


quebrara
algún brazo o pierna o recibiere otra lesión, sea su culpa y cargo".
Belalcázar, ya sobre el "burro" del tormento, dijo que había declarado
toda la verdad; pese esto, el verdugo lo sujetó con una soga, "a los
a

molleros de los brazos y a las muñecas se les dieron dos vueltas de cordel
mientras se requería que dijese la verdad" (9). Luego, pese
le a las pro
testas y gemidos del desdichado, se le puso "dos garrotes más a los cor

deles de las muñecas y se le dio otra vuelta" (10). El caudillo mestizo


repetía que ya nada tenía que confesar y clamaba "miserere mey, y pi
dió se le llamase confesor pues tenía una cosa de que reconciliar
un

se" (n). El verdugo, sin conmoverse, dio otra vuelta a los garrotes.
Belalcázar, entonces, perdió el conocimiento. Un negro, que ayudaba al
verdugo, le arrojó agua sobre la cara y el cuerpo para hacerlo reaccionar.
Una vez que estuvo lúcido, le colocaron un tubo en la boca, dándole a

beber una inmensa jarra de agua. Era el horrible tormento que con
vertía a los que lo sufrían en una especie de odres humanos. Cuando
estaba semi-asfixiado, suspendieron la bebida y el reo gimió "que no tenía
que decir más de lo dicho" (12). Luego lo quitaron del "burro" y lo
llevaron a curar.

La sentencia que fué de muerte, se dictó inmediatamente, cumplién


dose el día 25 de mayo en la Plaza Mayor de Quito. Muy de mañana
lo sacaron de la cárcel y lo subieron a un caballo en albarda. Iba el
caudillo mestizo con las manos atadas y arrastrando una soga amarrada
en la garganta.Dirigía la ejecución el Capitán Juan de Galarza, Algua
cil Mayor. Delante del fatídico cortejo iba el Pregonero enumerando
los delitos por los que sería ahorcado. El garrote vil acabó con la vida
de Miguel Belalcázar, el sin ventura que pretendió ceñir sobre sus sienes
la coronade Quito. Sus cómplices mestizos corrieron la misma suerte.
Para terminar, diremos que los mestizos constituyen el nuevo ele
mento que surge la
conquista. El Nuevo Mundo se convierte en el
con

crisol donde se amalgaman europeos, africanos y


aborígenes. Es por eso
que, en el siglo XVI, el mestizo tenía que ser un elemento de distorsión
de la estructura social, tradicional hispana de corte medieval-renacentis-
ta y de la aborigen incaica-imperial .

Por eso, los mestizos eran rechazados por ambas realidades. La


consecuencia es que durante la centuria quinientista sean rebeldes, amo-

tinadores, resentidos; muchas excepciones por cierto, entre las que


con

destaca la figura genial del Inca Garcilaso.

9. A.G.I. Justicia 674.


10. A.G.I. Justicia 674.
11. A.G.I. Justicia 674.
12. A.G.I. Justicia 674.
124 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Con el correr de los siglos, en forja de la Sociedad


el proceso de la

Peruana, el mestizo que fué al principio signo de contradicción y anar


quía, deviene en el núcleo de integración de la nacionalidad que es hoy

y con orgullo —

mestiza, occidental y cristiana.


El mestizaje religioso y
Santa Cruz Pachacuti
Por Franklin Pease G. Y.

La narración realizada por los testigos


de la Conquista y de las
guerras civiles del Perú y el interés por el país de los Incas atraviesan
por momentos diferentes: el primero, cuando los conquistadores y quie
nes los siguieron analizan
y detallan el descubrimiento y la conquista a
través de escritos que se suceden desde la relación Sámano-Xerez (1528)
a la obra de los cronistas que escriben
ya entrado el siglo XVII. Se
ha considerado en sector aparte a los escritores indios como Felipe Gua
rnan Poma de Ayala, Titu Cusi Yupanqui y Juan Santa Cruz Pachacuti;
pero podemos apreciar un proceso de mestizaje claramente expresado
en las obras que ellos publican. En Santa Cruz Pachacuti esta volun
tad mestiza es muy clara y
aprecia en el cronista una inquietud por
se

asimilar los elementos de la cultura española que había traído la Con


quista al saber tradicional que sus antepasados dejaron.
Es Santa Cruz Pachacuti de raza india, natural de Collasuyo que

es región vinculada al Cuzco desde los orígenes de su expansión


una

estatal, sus antepasados eran curacas, señores o funcionarios locales y,


según cuenta el cronista, fueron de los primeros que acudieron al Tambo
de Cajamarca en pos de la Fe de Cristo
C). A pesar de su ancestro in
dígena, Santa Cruz Pachacuti expresa una evidente voluntad mestiza,
una tendencia a integrar a los elementos andinos tradicionales los nuevos
que los conquistadores le proporcionaban, y esto es un ejemplo de lo que
sucede en el virreinato del Perú desde la
época inmediatamente poste
rior la Conquista y que es ya un proceso en
a
plena marcha a comienzos
del siglo XVII en el terreno de la
integración cultural hispano-andina.
Marcos Jiménez de la Espada, que
publicara por primera vez la
crónica en el año 1879, consideró indio a su autor
basándose exclusiva
mente en su evidente ancestro de
curacas collas (aunque,
por un error
común a la época, confunde colla con
collagua; ambos grupos son dife
rentes y tienen distinta área de
distribución). Es que Santa Cruz Pa
chacuti se enorgullece de sus
antepasados indios a y llega precisar que

reynídef™ ^nTreí
Tres 2*
reyno del Firu.
^ }"** ^ \¡ ,ReIaCÍÓn de Antigüedades deste
relaciones de
en
antigüedades
cos Jiménez de la Espada.
peruanas. . .
Prólogo de Mar
Buenos Aires, Editorial Guáranla, 950 p. 207
126 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

uno de ellos fué Gonzalo Pizarro


Tintaya, quien no fué hijo ni deseen
diente del conquistador de igual nombre, sino tal vez un
ahijado suyo
que tomó su nombre por costumbre de la época (2). No hay, pues, un

mestizaje racial en Santa Cruz Pachacuti, en cambio su obra es una

clara demostración de proceso de integración de elemen


un o mestizaje
tos culturales hispano-andinos, aunque todavía son muy claras algunas
situaciones de simple superposición de elementos, dando una formal
preeminencia a lo español por presión de los grupos dominantes. Este
proceso, del que Santa Cruz es un testigo excepcional, se manifiesta no

sólo en el carácter bilingüe de la obra, sino en la asimilación de


elementos europeos y andinos y, por otra parte, en la coexistencia en
planos difícilmente asimilables como el religioso. La aceptación de estos
hechos implica reconocer un movimiento creador de una nueva forma
cultural, aunque es preciso reconocer que en algunos puntos permanece
una relativa independencia entre los elementos andinos y europeos, como

se nota ciertos aspectos de la religión, que más adelante examinaremos.


en

Desde las primeras páginas de la crónica se hace patente la voca


ción mestiza de su autor, que se menciona a sí mismo como hijo legítimo

y prolonga a sus antepasados esta legitimidad a la española hasta tiem


pos prehispánicos. El criterio de legitimidad filial antes de la Con
quista no está plenamente establecido para todo el territorio andino,
sin embargo puede afirmarse que tal criterio no funcionó entre los Incas

y menos aún en el sentido cristiano que le dan los cronistas, y que pre

supone un monogámico e indisoluble y celebra


matrimoio esencialmente
do conforme a un determinado ritual religioso, tal como se entendía en
la Europa del siglo XVI. Puede apreciarse, entonces aquí, una voluntad
de integración, dada la necesidad urgente de asimilarse al nuevo elemen
to dominador.

Se encuentra de mestizaje religioso. Como muchos


igual manera un

autores que escriben sobre el Perú en la misma época (3), Santa Cruz

Pachacuti asimila a las divinidades andinas algunos atributos del Dios


cristiano y de personajes bíblicos. Convierte a Tonapa Viracocha en
una figura asimilable a uno de los apóstoles que habría venido a estas

tierras americanas en un tiempo muy remoto aunque, felizmente, no se

ñala una cronología. Tonapa


Hace actuar a como extirpador de idola

trías y lo presenta destruyendo pueblos enteros al provocar una lluvia

2. Gonzalo Pizarro tuvo dos hijos en el Perú aunque no se pueda asegurar


un varón llamado Fernando y una mujer. Ambos fueron


que fueran mestizos

enviados a España en 1549 (ROSENBLAT, Ángel... La pobación indígena y el


mestizaje en América... Buenos Aires, Nova, 1954. Vol. II, p. 83, citando
a

3. No hay que olvidar que la fecha que da Jiménez de la Espada para la

redacción de la crónica de Santa Cruz Pachacuti (1613) es muy cercana a la


de los Comentarios del Inca Garcilaso, a la
primera edición de la primera parte
redacción del Jesuita anónimo, tantas veces atribuida al P. Blas Valera (PORRAS
BARRENECHEA, Raúl... Los cronistas del Perú... Lima, Sanmarti, 1962, p. 373
1

entre otras, a la de la obra del Padre Murúa.


y,
EL MESTIZAJE RELIGIOSO Y SANTA CRUZ PACHACUTI 127

de fuego o un diluvio cuando maldice un pueblo idólatra o que lo había


recibido de mala manera (4). Esto concuerda con los datos aportados
por otros cronistas que afirmaron la existencia de unapóstol de Cristo
en América, cumpliendo el mandato de extender el Evangelio por toda
la tierra. También es posible algunas asimilaciones del mismo
encontrar
Cristo al personaje Tonapa Viracocha de la crónica, como la participa
ción en bodas,
que hace pensar en las de Cana, y en la ascensión
unas

a un portando una gran cruz (r). No podemos dejar de anotar


cerro

que, para los andinos, la cruz tuvo también un sentido simbólico, si bien
éste no puede de ninguna manera asimilarse al significado que le da el
Cristianismo. El hecho de encontrar
representaciones pictóricas de sím
bolos en cruz cerámica) y aún rudimentarias cruces
(especialmente en

talladas, no puede servir de ningún modo para una identificación de


este tipo que, sin embargo, ha sido hecha por algunos cronistas. Tam
bién vale la pena llamar la atención sobre un atributo especial que tiene
Tonapa Viracocha en la crónica de Santa Cruz Pachacuti, en la que no
es presentado como Hijo del Sol, a diferencia de otros fundadores men

cionados en crónicas (6). No aparece como creador, ni tampoco se asi


mila a Manco Cápac la calidad de Hijo del Sol en la crónica, sino que
se indica que los padres de primer Inca legendario fueron Apotampo
este

y Pachamamaachi, aunque podría argüirse que esta discrepancia con


otras versiones podría deberse al origen colla de las tradiciones ancestra
les que utilizó Santa Cruz Pachacuti. El problema planteado por las
caracterísicas de Tonapa Viracocha, mitad cristianas, mitad indias, ori
gina un personaje que llega a actuar como una especie de profeta bíbli
co, con algún elemento del mismo Cristo y, por otro lado, con los ca
racteres de fundador arquetípico que va propagando los principios esen
ciales de la civilización, aunque no sea presentado como el Hijo del
Sol, por una evidente influencia cristiana. Todo esto y la indesmayable
voluntad del cronista de aparecer como perfecto católico son pruebas
iniciales y concluyentes del mestizaje religioso de la época, que forma
un tipo especial de mestizaje en el que puede hablarse de
superposiciones
de elementos de las culturas hispana y andina y que, por otra parte, se

presenta en forma más acelerada en los sectores provenientes de la vieja


élite Inca que estuvieron por esto más cerca de la nueva clase domina
dora española.
El proceso de cristianización que aprecia desde la fundación es
se

pañola de la ciudad del Cuzco se cumple al pié de la letra en su aspecto


formal. Los encomenderos observan la obligación de mantener curas o

doctrineros en sus encomiendas y repartimientos, para que propaguen en

4. SANTA CRUZ PACHACUTI... cit... 212.


op. p.
5. Ibídem. p. 212.
. .
128 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

ellos la Fe de Cristo, desprende de numerosas fuentes de la épo


como se

ca. Pero la naturaleza


especial del sentimiento religioso indígena hizo
funcionar de diferente manera la proyectada cristianización. La religión
incaica había permitido el funcionamiento simultáneo de diversos
niveles religiosos que pueden resumirse en un primer nivel de religión
estatal, un segundo regional y un tercero comunal, presidido indiscuti
blemente por la religión del estado Inca que la mayoría de los autores
asimila al culto solar. Los cultos estatales, regionales y comunales pue
den considerarse independientes en tanto que no se excluyen mutuamente

y que aún son coexistentes ciertos cultos muy extendidos a los muer
con

tos y a determinados espíritus. Habiendo gozado de esta "libertad de


cultos", al hombre andino no le fué difícil movilizar la escala jerárquica
incorporando los cultos cristianos en la cúspide, en lugar del antiguo
culto estatal ; pero sin hacer desaparecer en modo alguno los otros cul
tos. Esto se encuentra confirmado por el auge de los extirpadores de
idolatrías (7) que tuvieron especial importancia en los años que corren

desde fines del siglo XVI hasta entrado el XVII y que no llegaron a

destruir los cultos regionales y comunales, aunque ayudaron a introducir


en ellos elementos cristianos. A esto puede añadirse las informaciones
presentadas a los Concilios de Lima celebrados entre 1551 y 1572 y las
resoluciones de los mismos en pro de la extirpación de los cultos idolá
tricos (8). Desde entonces, y aparte del movimiento del Taki
Onqoy, la
tarea evangelizadora parecería haberse desarrollado con éxito (9). Pero
la evangelización configura en realidad un proceso de integración inicia
do mucho antes del comienzo del siglo XVII y que ya es claro en la
época en que escribe Santa Cruz Pachacuti. Esta integración se mani
fiesta en una mezcla de elementos religiosos indios y cristianos que va
desde la coincidencia a veces ocasional

de fiestas católicas con viejas

celebraciones agrarias oficializadas por la religión estatal de los Incas,


a la formación o cambio de los antiguos niveles religiosos de que ya
hablamos, pasando por la asimilación al Dios cristiano de ciertos ca
racteres indígenas (esto es más visible en los santos patronos locales),

7. Francisco de Avila, que vive entre 1573 y 1647. Hernando de Avendaño


(1577-1657), José de Arriaga y otros (PORRAS BARRENECHEA, Raúl... Fuentes
Históricas Peruanas... Lima, Mejía Baca & Villanueva, 1954). pp. 54, 56.
8. VARGAS UGARTE, Rubén... Concilios Limenses. (1551-1772). Vols.
. .

I al III, Lima, Tipografía Peruana, 1951, 1952, 1954.


9. El movimiento del Taki Onkoy es tal vez la primera manifestación pú
blica del proceso de mestizaje religioso. Ocurrido en 1565, tuvo una vasta difu
sión ocho mil indios castigados por seguirlo

(MILLONES SANTA GADEA,

Luis . Un movimiento nativista dei Siglo XVI: el Taki Onqoy.


. .
En: Revista Pe
ruana de Cultura. Órgano de la Comisión Nacional de Cultura. Lima, octubre de
1964, N"? 3, p. 134). Llama especialmente la atención que algunos de sus diri
gentes adopten nombres de santos cristianos, como es el caso de aquellas mujeres
que actúan al lado del dirigente máximo Juan Chocne y que tomaron los nombres
de Santa María y Santa María Magdalena (MILLONES SANTA GADEA, Luis...
Nuevos aspectos del Taki Onqoy... En: Historia y Cultura... Vol. I., N? 1, (Ór
gano del Museo Nacional de Historia). Lima, 1965. p. 139).
Y SANTA CRUZ PACHACUTI 129
EL MESTIZAJE RELIGIOSO

y notándose también la influencia de ciertos personajes bíblicos en las


tradiciones andinas reelaboradas sin cesar desde la Conquista, como ya
se ha indicado respecto a algunos pasajes de la obra de Santa Cruz Pa

chacuti. prueba evidente del primer tipo de mestizaje indicado, las


Son
celebraciones agrarias de la cosecha, que vincularon desde los primeros
momentos al Inti Raymi aborigen a la festividad católica del Corpus
Christi (10). En cuanto a la formación de niveles religiosos tenemos tes
timonios como los recogidos por José María Arguedas en la comunidad
de Puquio. Allí se aprecia claramente una estratificación de las divi
nidades: "Nuestro Dios" es "Separado" (dice el informante al referirse
al Dios cristiano) El es el primer Dios, está por encima de todo.
.
Don

Mateo Garriazo se quitaba el sombrero cada vez que pronunciaba su


nombre. Pero es "Separado". Do Viviano Wuamancha afirma, también
categóricamente: "Nuestro Dios (el católico) creó la nube, la lluvia;
nosotros las recibimos como una bendición suya. Y de nuestros padres,
los wamanis, recibimos el agua, porque así Dios lo ha convenido y man

dado". Sin embargo, la lluvia y los rayos


según donson obra del Amaru,
Mateo Garriazo.. ." (n). Esto y otros datos del mismo trabajo demues
tran claramente la superposición de los esquemas religiosos cristianos

sobre los indígenas. Aunque puede apreciarse, como ya he dicho, que


el esquema cristiano suplantó fácilmente al de la religión estatal del
Cuzco, sin tocar los esquemas regionales y comunales, aunque es evi
dente que la larga influyó sobre ellos, pero la influencia fué mutua.
a

Estos niveles religiosos, visibles aún en nuestros días, como se desprende


de los datos recopilados por Arguedas y otros investigadores, existen al
lado de un claro temor reverencial
que el indígena contemporáneo mes —

tizo culturalmente —

mantiene ante una posible represalia, en la


que
época en que escribe Santa Cruz Pachacuti era inmediata ante la apari
ción de "idolatrías" en los pueblos de indios. Este proceso de mestizaje
y de suplantación de los esquemas religiosos puede apreciarse en Santa
Cruz Pachacuti de una manera aún rudimentaria. El cronista sobrepone
la divinidad cristiana yaplica sus atributos muchas veces a la divinidad
indígena superior, aparentando en todo momento ser católico ferviente;
pero no ignora la presencia de las divinidades y cultos aborígenes si bien,

por su propio interés de mostrarse católico, las presenta siempre como


falsedades o idolatrías.

0. Aún hoy día en la ciudad del Cuzco se recolecta cierto tipo de vege-
para preparar comidas que sólo se consumen en la festividad de Corpus v
interiores y posteriores y que parecen ser
rezago de viejas celebraciones de
130 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Por otra parte el cronista hace


aparecer la figura cristiana del de
monio en el mundo
religioso prehispánico. Si bien puede afirmarse que
el hombre andino conoció el
concepto de divinidades del bien del mal y
y que frente éstas utilizó ciertas formas de control
a
y protección uni
versales, no puede decirse de ninguna manera que conociera al demonio
como "anti-Dios" al criterio católico. Relata que "... antiguamente, en
tiempo de purunpacha, dizen que los hapiñuños andauan bissiblemente
en toda esta tierra..."
(12). Aquí se nota claramente la presencia del
caos, universalmente conocido, y que está dominado por los seres nega
tivos, antes del ordenamiento y transformación del caos inicial en cos
mos (caos organizado) por el arquetipo primordial fundador. En el
caos, asimilado al cristianismo, es el demonio quien reina, y en él en
contramos que existen gnomos y
brujas que actúan por cuenta y con
poderes otorgados por el diablo, como se puede ver fácilmente en la
Edad Media europea. Más adelante habla el cronista de "pactos con
el demonio", que son evidente influencia
cristiana, realizados "...en
unas cuebas ", por un pastor para lograr el amor de "... una doncella
. . .

muy querida..." del Inca Sinchi Roca (13). El pacto con el demonio
es una figura que sólo parece existir en el cristianismo,
aunque cabe
anotar que para la preparación de filtros de amor en la brujería medieval

no siempre es necesario este pacto; por otro lado la existencia de estos

filtros era probablemente conocida en la región andina antes de la lle


gada de los españoles, como se desprende del uso de ciertos tipos de
plantas. Finalmente encontramos en la Relación de Santa Cruz Pacha
cuti otros ejemplos de esta vinculación con el diablo, quien aparece lla
"
mado por el (14) y luego conjurado ". .en nombre del Hacedor. (15).
. . .

En cuanto a las idolatrías es clara la influencia de la mentalidad

española en el cronista; Santa Cruz Pachacuti deja claramente estable


cido repudio por los "cultos idolátricos" (16) y hace que permanen
su

temente los gobernantes Incas que aparecen en su relato manifiesten el


mismo repudio (17), criticando el cronista que alguno de ellos permitie
ra los cultos locales idólatras (18) o simplemente relatando la existencia

de idolatrías locales (19) .

La presentación extirpador de idolatrías no es


del Inca como un

propia desde que la existencia de una religión oficial entre los Incas no
significaba la necesaria desaparición de los cultos regionales y comu
nales. Esta situación es similar a la ya mencionada al hablar de Tonapa
Viracocha, a quien el cronista atribuye igualmente esta cualidad influido

12. SANTA CRUZ PACHACUTI.. op. cit. p . . .

13. Ibídem. p. 223. .

14. Ibídem. p. 229. .

15. Ibídem. p. 230. .

16. Ibidem. p. 208. .

17. Ibídem. p. 225. .

18. Ibidem p. 231.. .

19. Ibídem. pp. 233, 236, 239, 242, etc. etc.


.
EL MESTIZAJE RELIGIOSO Y SANTA CRUZ PACHACUTI 131

sin duda por la corriente general en la sociedad de la época, basada en


las ideas europeas y que repudiaba los cultos locales que son "idolatrías"
al criterio cristiano. Igualmente presenta el cronista otra influencia bí
blica al hablar del "ungimiento" de Mayta Cápac, sinchi consagrado por
la tradición oral, quien habría profetizado la venida del Evangelio por
acción de la conquista española. Esto y la "unción del rey" traen nue
vas reminiscencias bíblicas (20) .

Finalmente se encuentra otro punto de vista mestizo y es el que se

refiere a la moralidad sexual. En este punto el problema es general en

los cronistas que asimilan la moral hispano-cristiana al medio andino,


sin tomar en cuenta que los criterios morales y religiosos usados en Euro
pa para tipificar los actos sexuales eran absolutamente diferentes. San
ta Cruz Pachacuti asimila los criterios europeos en este aspecto como en

todo lo demás. En esta asimilación de los elementos culturales de Es


paña, en la suplantación de algunos otros pertenecientes a la tradición
andina y a la síntesis que realiza en muchos aspectos, algunos de los
cuales he detallado, puede encontrarse la confirmación de la voluntad
mestiza en Juan de Santa Cruz Pachacuti, descendiente de los curacas
de la región del Collao, a quien podemos considerar indio por razón de
su nacimiento, pero que es mestizo en su forma de creer, pensar y es

cribir .

20. Ibidem... pp. 224, 225, 231.


El mestizaje y la miscegenación
en los primeros años de la
fundación de Lima
Por Emilio Harth-Terré

Testimonio de la mayor importancia en este punto del mestizaje


es el que nos ofrece el Primer Libro de Bautismos del Archivo del Sa

grario de la Catedral de Lima. Descifrado por el P. Domingo Ángulo


O.P. (-|-) se inició su publicación en la Revista del Archivo Nacional
en 1929(J). Posiblemente la lentitud de suedición, interrumpida siete
años, primero, y continuada luego en los cinco siguientes, ha sido una
de las causas para que este documento no mereciera de los sociólogos e
historiadores el aprecio de la crítica, y se destacase su valor en cuanto
revela la inmediata integración étnica que se produjo en nuestra ciu
dad, y paralelamente —
con parejura, si no con mayor intensidad

en

otras ciudades del Perú.


Su autoridad como documento de información objetiva la señalo
de inmediato en dos de sus aspectos: el primero, el premioso cumpli
miento del bautismo del cual nadie se excusaba o excusaba a hijos
sus

fuesen éstos legítimos o bastardos; el segundo es que la Parroquia de


la Iglesia Mayor era la única por entonces en Lima. Sólo en 1550 se

fundó la de Santa Ana, de Indios, y en 1561 la de San Sebastián. De


tal modo que todos habían de acudir a su fuente bautismal y quedar
inscritos en el Libro Parroquial. Es así la estadística más fidedigna
y exacta.
Mi examen se inicia desde la
primera partida, jueves 9 de mayo
de 1538, y se Mayo de 1548, fecha en la que se
continúa y remata en

interrumpe la descifración o por lo menos su publicación pues es


posible que el P. Ángulo guardara entre sus copias la continuación —

pero que su muerte truncó la edición. No empece, llegan casi hasta la


fecha de la bifurcación de las parroquias. Es pues bastante para in-

1. Revista del Archivo Nacional del Perú. Tomo VII, Ent. II, 1929. T. —

VIII, Ent. II, 1930.— Tomo X, Ent. II, 1937.— Tomo XI, Ent. II, 1938.— T.
XII, Ent. I y II, 1939.— T. XIII, Ent. I y II, 1940.— T. XIV, Ent. I y II, 1941.
EL MESTIZAJE Y LA MISCEGENACION 133

mestizaje se opera en la
terpretar este proceso de miscegenación y que

ciudad iberoamericana, y en particular en la de Lima desde el primer


momento de su existencia urbana.
Hemos dicho que la prueba del libro es objetiva. La subjetividad
de otros hechos la deducimos nosotros; son tan evidentes las inme

diatas conclusiones indirectas en este sentido que tenemos que reco

nocer no haya mayor y mejor ejemplo testimonial para demostrar có


mo en capital como Lima, creación urbana de los primeros
ciudad
años de la Colonia (1535) desarróllase en su vecindario un peculiar
sentimiento de paridad racial, y de humano contrapeso y medida
entre los diversos grupos étnicos. Esto irá apreciándose en los ejem

plos que más adelante presentamos, aunque por tratarse ahora sola
mente de la presentación inicial de un tema de tanta trascendencia social,
reducimos en lo posible dejando el camino abierto a un más largo en

sayo, comentarios y conclusiones finales.


Es indispensable algunas atingencias que necesariamente brotan en

la interpretación de un texto tan escueto como es la partida bautismal.


En primer lugar tenemos el eufemismo para señalar a la concubina india.
Su india es la locución frecuente en el asiento del bautismo del hijo de
un español habido en india. Y este significaba que era la concubina
familiar. Y era india a diferencia de criada, o moza, cuando se trata de
la mujer morena o de la española. La "moza" era igualmente un eufe
mismo para señalar a la manceba blanca; "criada" lo era para la mujer
morena al servicio del español y por lo común su esclava (o esclava
ajena como ya veremos) .

Si bien estos hijos eran por lo general fruto del dagnato concubitum
hemos de admitir lealmente que la presencia del padre y de la india
madre en el acto del bautismo significaba la convivencia de la
pareja
durante los largos meses del embarazo hasta el parto y la ceremonia
lustral; y consecuentemente la vida marital bajo el mismo techo.
Son muy pocos los asientos de ignotus pater. Sólo hemos hallado
una docena en los diez años examinados. La primera partida en este
sentido es del 3 de setiembre de 1538. El sacerdote tampoco puso el
nombre de la madre; esta era para él "una india de Nicaragua". El
caso —

muy excepcional de la india como esposa legítima


aparece en
1548 con Juan Pérez y Catalina su legítima mujer. El hecho de que
un mismo sujeto llevara a la fuente bautismal dos o tres
hijos habidos
en la misma india, revelará también que el concubinato se formalizaba
en una costumbre doméstica. El bautizo sin la unión legal se cumplía
por el párroco sin exigencia, como se ve. Esto revela un status de tran
sacción ética que los hechos, por su gravitación, hicieron aceptable.
Los asientos para esos hijos de padre desconocido son escuetos y
dolorosamente elocuentes: hijo de un cristiano e
india; bauticé a Her
nando hijo de un cristiano de Inés india
y (8.1.1548); en otros apare-
134 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

cen los padrinos: Y así mismo a Francisca hija de un cristiano y de Inés,


india; fueron sus padrinos Antón Ginobés e Isabel negra (fecha ut supra).
En lo que al hijo del español con la morena son también frecuentes
los frutos del comercio carnal. Señalamos en estos asientos la presen
cia de moriscas y cordobesas. Nos vemos obligados a indicar aquí que
cuando se trataba del español en el trato con la morena, en el asiento
se pone el apellido del padre español. En tratándose de un padre negro
sólo se da el nombre de éste. Como se sabe, el esclavo llevaba el ape
llido del patrón. Se hizo esto frecuente cuando se emancipaban; pero en

la fuente bautismal hubiese conducido a penosas confusiones sobre la pa


ternidad. Estaescrupulosidad nos facilita la tarea de selección. Así, en

una de las más antiguas partidas del bautismo de hijo


un de este co

mercio entre morenos, el P. Francisco de Ley va lo asienta: Primero de

agosto de 1538: bautizó el cura de esta Santa Iglesia a Diego hijo de

Domingo y de María, morisca suya.

De este modo para el fruto del español y morena tenemos en 1542


el bautismo del hijo de Luis de Ribera con Ana negra (22 .IV. 1542). En
el bautismo del hijo de Juan de Lucas con Isabel igualmente morisca,

aparecen cuatro padrinos, dos varones y dos mujeres, todos ellos espa
ñoles que confirman no sólo la importancia del sujeto padre sino además
su étnica ibérica. Y a la inversa —
lo cual parece ser extraordinario —

es el hijo de la española con moreno esclavo. Sin excepción alguna.


advertimos, el sacerdote asienta cuando se trata de una mujer española,
que es india o negra, y de esta última señala si es esclava o libre. De
modo que Isabel de Manduja al no asentársele en la partida su raza
india o morena es evidentemente blanca; tanto más que el sacerdote

apunta mulato para el bautizado lo cual evidencia la raza de la madre.


Ahora bien, penetrando en el terreno de la especulación, podría ser que
esta Isabel de Manduja fuese una de las varias esclavas blancas que
habían entre los que por las Capitulaciones de Toledo pudieron pasar
al Perú Hernando y Francisco Pizarro (2).
El corolario de esta autorización está en los documentos que me han

sido señalados por Felipe Márquez Abanto. En Junio de 1537, en esta

ciudad, don Juan de Vallejo se obligó a favor del alcalde don García de
Salcedo por 1200 castellanos valor de una esclava blanca; y en esta
misma fecha, don Lope de Idiáquez otorgaba carta de libertad a la suya
Beatriz por los buenos servicios que le había prestado.
La partida del hijo de Isabel de Manduja se asienta así: miércoles
14 de abril de este dicho año (1547) se bautizó un mulato hijo de Pedro,
negro esclavo de Gonzalo Méndez, y de Isabel de Manduja. ¿Y quiénes

2. Cedulario del Perú (Siglos XVI, XVII y XVIII) en la Colección de Do


cumentos inéditos para la Historia del Perú, publicados por Raúl Porras Barrene-
chea, Tomo I, Lima, 1944. (p. 188).
EL MESTIZAJE Y LA MISCEGENACION 135

Herrera. Este
fueron los padrinos? El Bachiller Ramos y Francisco de
último había sido Regidor y Alcalde de la ciudad en 1539.
fue la
Por estas mismas consideraciones nos preguntamos ¿quién
madre de Isabel,hija de Jorge, morisco, criado de Ruanza?. El párroco
no dá el nombre de la madre aquí, y caracteriza a la criatura
de mulata.

Apunta los padrinos: Alonso de Dueñas e Isabel de Valverde (14.V.


luz esta criatura cuyo nom
1545). ¿Qué mujer blanca había dado a a

bre seocultaba y cuyo padre, afectuoso, acogía?


También hubo fruto del concubinato del español con la mujer mo

rena esclava. No son ciertamente frecuentes los casos bautismales y sólo


damos con dos casos en estos años. El 23 de abril de 1539 se bautizó
a Martín, hijo de Zaldivar y de María de San Francisco, esclava de
Pedro Navarro. Estos hijos en vientre esclavo podrían ser manumitidos

por el padre. Una Real Orden disponía que en la venta del hijo esclavo
de vientre tenía preferencia el padre (3). Son bastante los casos; y hoy
tenemos en nuestro santoral a Martín de Porres que lo fue de español y
de esclava panameña.
Los hijos de español y mulata Registro.
aparecen también en el
Transcribimos esta ficha para demostrar cómo el párroco asigna a cada
cual su condición étnica. Es el bautismo de Juan, hijo de Juan Yáñez
y de María, mulata. Fueron los padrinos, Alonso Bartolomé y Felipa
Xácome, mulata (7. V. 1548). Los ejemplos se repiten.
En cuanto al mestizo y a su caracterización étnica, por primera vez
aparece el empleo del vocablo en la partida del 25 de agosto de 1539
para el hijo de Pedro, Criado del Camarero. Este era un indio de
servicio, o mitayo, de don Pedro de Villa Real, Camarero de don Fran
cisco Pizarro, conforme fácil establecerlo por documentos coetáneos.
es

Es indispensable indicar aquí la ventaja de la denominación y ca


racterización étnicas que desde los
primeros días acostumbraron los
letrados y escribientes al poner el nombre del
sujeto tratándose de indios
o de negros. Esto nos permite hoy distinguir en los documentos, al indio
que adoptó el apellido español. Quizá si la costumbre de la adopción
tan pronto adquirida por el indio ha sido de
causaalguna confusión
para sus derechos y obligaciones y la razón por la cual, si el individuo
era indio o moreno, se señalase en la correspondiente inscripción de sus
generales (4) .

Pues bien, esta salvedad protocolaria la observamos en los asientos


sin excepción y nos permite distinguir al hijo indio del hijo mestizo.
El primer nombre español en individuo indio lo encontramos
para el
bautismo de Niculás, hijo de Pero García, indio y de
Inés, india de
Francisco Núñez (10. IX. 1538) Hay otros más, más adelante, y entre
.

3. Recopilación de las Leyes de Indias, Lib. 7"?, Tit. 5<? Ley 6o


4 El Esclavo negro en la sociedad
Indoperuana, por E. Harth-terré, Journal
of Inter-amencan Studies, Vol. III. N<? 3,
July 1961, of University Florida.
136 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

ellos el de "Antonio Picado", indio cacique de Ana Suárez que fue bau
tizado con este nombre el 24 de Diciembre de 1545 siendo sus padrinos
Lorenzo de Aldana y la misma Ana Suárez. Don Antonio Picado —
el

español y auténtico, que había sido Regidor por Lima era a la sazón
fallecido. Su muerte es en el año 1541 lo que salva de toda otra duda.
Picado, por su parte también en 1539 había bautizado un hijo suyo en

india de nombre Barbóla (18. XII. 1539) pero a éste se le distinguía con

el título de "el Secretario", que lo había sido de don Francisco Pizarro.


Francisco de Chávez es indio criado de don Francisco Muñoz. Bautiza
a uno de sus hijos en Ana, criada del mismo (25. VI. 1547) . El capitán
don Francisco de Chávez fue muy distinguido por don Francisco Pizarro
y había sido su Teniente Gobernador.
Fueron frecuentes los emparejamientos de morenos e indias. Y, na

turalmente, el fruto se llevó a la fuente bautismal. Este híbrido se de


nominó en la
lengua de castas zambo. El primero que se bautiza es mu
jer, Leonor, hija de un esclavo de Mazuelas y de india cuyo nombre
no se consigna, el 20 de octubre de 1538. Pero es infrecuente el trato
del indio con la negra. Sin embargo hay una partida del 16 de octubre
de 1547, la primera, del bautismo de Miguel, hijo de Juan indio y de
Inés negra. Y fue su madrina María de Escobar.
Pero volviendo al mestizo
particularmente. El cuadro que nos des
cubre el Libro en sus múltiples partidas en que aparecen los hijos de
español con india nos muestra a los aborígenes provenientes de las más
apartadas provincias del Perú. Lima parece concentrar desde sus pri
meros años a todas las gentes indias del Virreinato.
Aparecen los genti
licios raciales y los topónimos regionales arcaicos. Así, quechuas, co
llas, chimos, huancas, etc. se hacen presentes. También los Regionales
arcaicos: Collao, Contisuyo, Yauyos o Canaris, o de lugares desapare
cidos como Lumbra o Mama. India de la tierra, es la india nuestra, lu
gareña. Anacona o india de chacra es también estado con que se ca
racteriza al varón y a la mujer india respectivamente.
Por otro lado se nos señala la presencia de indios e indias de las
otras provincias del dominio español. Y así
párroco asienta en su el
libro los oriundos de México, Guatemala, (Cuzcatlan), Nicaragua, (Pa-
tiapa), Santo Domingo, Panamá (Xipixapa, Tierra Firme), Venezuela
(Cubagua), Quito (Cayambe), y Charcas. Pero las más numerosas son
las indias de Nicaragua que emparejan con los españoles. Así la misce-

genación parece ser completa, definitiva; universal en figura simbólica


por las gentes provincianas que aquí se concentran desde tantos ámbitos

y castas. Lima es una feria de gentes de las tres razas y de gentes indias
de provincias americanas. Es así espejo de
cosmopolitismo regional.
Las bodas entre indios foráneos se por el hijo bautizado: una
registran
pareja de indios mexicanos el 21 de enero de 1541. Los hijos de cón
yuges nicaragüenses son varios. Una ñusta de Jauja bautiza a su hijo
Y LA MISCEGENACION 137
EL MESTIZAJE

La unión del indio


fruto de unión con indio de Nicaragua (11.11.1540).
símbolo ob
yunga con la india quechua de tan opuestos temples es un

territorio.
jetivo de la unidad que va pronto a producirse en nuestro
en Lima en
Sorprende la cantidad de indias de Nicaragua que hay
ese tiempo. Esto se explicaría por cuanto ya en 1531, mientras se pre

decenas de
paraba la expedición al Perú, llegaron a Panamá algunas
conquistadores desplazados desde Costarrica y Nicaragua; se asentaron
en Coaque por algún tiempo mientras se definía la entrada al Perú; ya

allí se comerció con esclavos y esclavas que acompañaban a los españoles.


En el Registro de Protocolos del llamado "Libro Becerro" cuyo índice ha
dado a la estampa Guillermo Lohmann Villena consignan algunas
(5) se

ventas de varones y mujeres (Cajamarca, 1533) pagándose por ellos muy


buenos precios entre 200 y 350 pesos "de buen oro". Muchas de estas
indias manumitidas aparecen en Lima durante los años a que nos refe
rimos en nuestro examen (1538-1548); pero por los asientos se descubre

que durante el año 1540 son más numerosas; y son muchos los españoles
que emparejan con ellas. Los mestizos habidos alcanzan la cantidad de
21 sobre un total de 40. En la relación genética que damos al final
como ¿7 Apéndice, se indica quienes emparejaron con indias. Los fa
miliarizados con los grandes nombres del vecindario limeño de otrora
apreciarán cuanto de estos personajes los tuvieron con india centroame
ricana. La junta con la india fue de todos. Desde el encomendero
Pedro de Alconchel, Simón de Álzate, Secretario de la Real Audiencia,
Alonso Riquelme que era Tesorero de la Real Hacienda, el Teniente de
Gobernador Francisco Godoy y el Secretario de don Francisco Pizarro
Antonio Picado, hasta gentes de menor cuantía y menestrales: el es

cribano Real Francisco Alvarez, Alonso Martín Corredor de Lonja, Diego


de Torres platero, Francisco de Escobar mercader, Miguel Tristán algua
cil, el maestro de jarcias Baptista Ginobés, Juan López el barbero y
Martin Sánchez, carpintero. Todos siguen el ejemplo del Gobernador.
Este, aparte de los dos hijos Gonzalo y Francisca que hubo con la
ñusta Inés Huallas, hermana de Atahualpa, los hubo en otras indias. El
23 de marzo de 1541 bautiza Juan habido
a en Angelina; en 26 de marzo
de 1543 es Inés, sin indicarse en el registro
Pa el nombre de la madre.
drinos fueron Francisco de Grecia y Baltazar Bravo,
y madrina Elvira,
india de Nicaragua. Garcilaso habla de un Francisco habido en la mis
ma Angelina de cuya suerte la Historia no refiere otra
noticia.
Los hermanos y parientes no se privaron del emparejamiento con
indias al igual que hacía el marqués. Juan bautiza un mestizo Alonso
habido en Anyca, india de la tierra (21. III.
1543) Martin hace otro
.

tanto: en el mismo año de 1539 bautiza


Francisca, en Isabel su criada
a

(25. IX. 1539) y a Isabel, en Marina, (18. V. 1539). El P de mayo de

Revista del Archivo Nacional, Tomo XIV, Ent. II, Lima, 1941.
138 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

1540 bautiza otra, Inés, en una india de Cueva el encomendero. Fue


a

ron compadres Pedro de Ayala, Pedro de Brizuelas e Inés Tello.


No faltó quien los tuvo a par, en dos indias, y bautiza el mismo
año; pero también otros en la misma india, justificando así el concu

binato prolongado.
En los cuadros estadísticos puede apreciarse el número de mestizos
que nacieron en Lima y se bautizaron en esos primeros años. Si apar
tamos de las cifras globales los bautismos de indios, y consideramos en
el saldo el no pequeño número de bautismos de los esclavos negros bo
zales, veremos cuan grande era la proporción de hijos mestizos en re
lación con los legítimos y de españoles. Las cifras son notables para
ser significativas.
Pero si el número da cantidad, debemos descuidar el aspecto de
no

cualidad que significa esta miscegenación inmediata. Una conciencia


social se formó de esta suerte en la sociedad limeña en esos años. Lo
que apreciamos en el Libro de los Bautismos es suficiente para darnos
la más clara idea de esta comunidad y convivencia. ¿De qué emanaba
esta paridad social? No me atrevería a dar aún una razón, pero es evi
dente que, junto con el compadrazgo, la establecía en forma fehaciente.
Pues, a compadrazgo, los padrinos contraían con
propósito con este
la criatura —

y por ende
padres compromisos que la Iglesia ha
con los —

destacado en forma muy particular. Se adquiere un parentezco espiri


tual; éste incluía impedimento dirimente del matrimonio (c. 1079) entre
el bautizado y el ministro o padrino, aunque éste sea representado por
un procurador (c. 769) Y a los padrinos toca por razón espiritual del
.

oficio aceptado, tener siempre al hijo espiritual por encomendado a su


tutela, y cuidar de que se muestre tal en la vida cristiana cual lo prome
tió en el bautismo (c. 769; v. 1335). Estas recomendaciones las hacía y
las hace el sacerdote en el acto sacramental. Figuras sociales de estos
padrinazgos resultan así altamente significativas para un ambiente más
humano y cordial dentro de la dureza y rigor de la vida en esos pri
meros tiempos. Se borraron muchas barreras de una estratificación
social que se hubiese justificado entonces. Pero no; y los ejemplos del
compadrazgo son, repetimos, elocuentes en este sentido. Así, cuando
Juan Pizarro bautiza a su hijo padrinos don Juan de
con Anyca, son los
Mozientes e Isabel, negra. En el bautizo de
hijas de don Fran una de las
cisco, junto con don Francisco de Grecia y don Baltazar Bravo, es Elvira,
india de Nicaragua la madrina. No insistimos en los ejemplos: padrinos
blancos, criollos o europeos, se dan el brazo con la morena o con la india

madrinas; y los mismos encopetados, al bautismo de un hijo de esclavo,


acuden al padrinazgo con igual simplicidad y no sin el boato de una ce

remonia a la que muchas veces presenciaba, simultáneamente blancos,


indios y negros.
EL MESTIZAJE Y LA MISCEGENACIÓN 139

El documento es un nutrido repertorio para estas investigaciones.


Hay largo que ver en él. No podemos extendernos en sus muchos as
pectos históricos, pero queremos resaltar este de la portuguesa negra,
como se llamaba a la Malgárida, esclava Diego que fue tan fiel a don
de Almagro, quien en premio, por cláusula testamentaria que cumplió
su ejecutor don Alonso Enriquez de Guzmán, concedió la libertad el 8
de mayo de 1539. Pues bien ella aparece en estos asientos como ma
drina, o bautizando a sus muchos indios de servicio y esclavos que logró
tenerlos. En un asiento de 25 de junio de 1553 aparece haciéndolo para
Diego, uno poseía (6)
negro que .

Antes de terminar esta


exposición queremos indicar que encontramos
una nueva acepción a la palabra china con que se calificaba a algunos

sujetos que iban al bautismo. Según el tenor de las partidas equivalía


a "india joven". En unas se escribe: bauticé un muchacho chino, indio. . .

En otro: dos chinas muchachas indias, pequeñas. . . Y finalmente: china


del Cuzco.

APÉNDICE I

Cuadro Estadístico de Bautizos, de Mestizos, y Zambos, indicándose el número


de bautizados indios, y el de indias de Nicaragua (N) .

1538 Partidas Bautismales 88 (Total)



De indios 24 (N) 1

De Mestizos 19

De Zambos 1

De Mulatos 2

1539 Partidas Bautismales 88



De Indios 14 (N)3

De Mestizos 7

De Zambos 1

De Mulatos 0

1540 Partidas Bautismales 194



De Indios 88 (N) 52

De Mestizos 40

De Zambos 3

De Mulatos 1

1541 Partidas Bautismales 257



De Indios 166 (N) 23

De Mestizos 41

De Zambos 8

De Mulatos 2

Libro de Bautismos, Archivo de la Catedral de Lima, fol. 161.


140 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

1542 Partidas Bautismales 243



De Indios 118 (N)7

De Mestizos 47

De Zambos 13

De Mulatos 2

1543 Partidas Bautismales 157



De Indios 80 (N)8

De Mestizos 38

De Zambos 9

De Mulatos 3

De Cuarterones 1

1544 Partidas Bautismales 135



De Indios 61 (N)4

De Mestizos 24

De Zambos 7

De Mulatos 1

1545 Partidas Bautismales 255



De Indios 103 (N)5

De Mestizos 38

De Zambos 6

De Mulatos 1

De Cuarterones (indio) 1

1546* Partidas Bautismales 24



De Indios 5 (N)0

De Mestizos 3

En el Libro faltan casi todos los asientos y se evidencia la pérdida de


hojas
del libro por los trajines que ha sufrido. De allí la sensible diferencia con los
años anterior y posterior.

1547 Partidas Bautismales 373



De Indios 156 (N) 0

De Mestizos 63

De Zambos 22

De Mulatos 2

De Cuarterones 1

1548* Partidas Bautismales 231



De Indios 102 (N)5

De Mestizos 52

De Zambos 6

De Mulatos 2

Las partidas publicadas se detienen en mayo de este año, inc.


EL MESTIZAJE Y LA MISCEGENACION 141

APÉNDICE II

Relación de los apellidos españoles genéricos, padres de mestizos y que aparecen


en el Libro de Bautismos, por años.

1538

Baltazar, (?) Martin, Pero


Bustinza, Pedro de Narváez,
Díaz, Alonso Palacio,
Fernández, Juan Rasquido,
García, Cristóbal Rodríguez de Zamora, Bartolomé
García, Maese Simón Rodríguez, Simón
González, Pero Romero, Francisco
Hontíveros Ruiz, Bernaldo
López, Alonso Tortoles,
López, Juan Torre, Juan de la

1539

Arreche, Juan Pizarro, Martín


Boscan, Francisco Villa Real, Pedro de
Picado, Antonio (Secretario)

1540

Baeza, Rodrigo de (N) Orduña, (N)


Bolívar, Alonso de (N) Oxeda, Pedro de
Carrasco, Pedro (Vizcaino) (N)
Corbella, (N) Pérez, Juan (N)
Dextre, Domingo de Pizarro, Martin
Díaz, Francisco (N) Requexo Alonso (N)
Díaz, Pedro (N) Rodríguez, Simón (N)
Falcón, Alvaro (N) Ruanza, Juan (N)
Fresneda, Diego de (N) Román, Lorenzo (N)
García, Tomás (N) Ramírez, Mateo
Garnica, Machín de Torregrosa, Baltazar (N)
Ginobés, Baptista (N) Vego, Cristóbal
Horitiveros, Crisóstomo de Zamudio (N)
Juanes (Aragonés) (N) Zarate, Juan de
Martin, Juan (Vizcaíno) (N) Zela, Francisco (N)
Medina, Antonio de (N)

1541

Bonfilo, Miguel de Godinez, Alonso


Bravo, Fabián Martin, Pedro
Briones, García Martínez, Niculas
Casas, Juan de Mendoza, Francisco
Carabantes, Gómez de
Mendoza, Pedro
Coronel, (N) Ortiz de Oñalte, Juan
142 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Cueva, Juan Gómez de la Olave,


Danda, Pedro Pizarro, Feo. (El Marqués)
Feria, Francisco de la Riquelme, Alonso
García de Alvarado, Roca, Pedro de la
Gómez, Baltazar Sánchez, Martin (N)
Godoy, Francisco de Sánchez de Valenzuela, Lope
Jorge, Sebastián Solar, Antonio del
Hernández, Lucas Soria, Damián de
Hurtado, Francisco Valle jo, Juan de
González de Mayorga, Diego

1542

Arias, Vaez Inzarraga, Juan de


Badajoz, Juan de Madrano,
Carabantes, Gómez de Montesino, Diego
Cuellas, Gaspar de Núñez Vaca, Diego
Chávez, Luis de Pórez, Garci
Díaz Melgar, Juan de Rodríguez, Diego
Espinoza, Francisco de Rodríguez, Francisco
Fernández, Juan Rodríguez, Francisco (otro)
Frías, Juan de Ruanza, Juan
Giraldo, Sánchez, Bartolomé
Gómez, Martin Sánchez, Bernabé
González, Pero Sevilla, Hernando de
Grecia, Francisco de Soliz, Juan de
Guerra, Francisco Torres, Benito de (N)
Guete, Alonso Torres, el Platero.
Hernández, Juan Torregrosa, Baltazar
Hernández, Francisco Tristán, Miguel
Hernández, García Tapia, Lope de
Hernando, Rodrigo Vásquez,
Herronda, Pedro Vélez, Francisco

1543

Antón, Jinobés Muñoz, Alonso


Alconchel, Pedro de Ortiz, Juan
Alonso, Hernando Pizarro, Feo. (El Marqués)
Becerra, Francisco Roayer,
Bermeo, Martín de (N) Rojas, Diego de
Burgos, Cosme de Ruiz, Juan
Díaz, Diego Ruiz, Bernaldo
Henao, Juan de (N) Salto, Hernando de
Joanes (Extranjero) Sánchez, Pero
Lerma, Diego de Torriza, Lucas de
Lezcano, Pedro de Torregrosa, Baltazar
Manzano, Juan Turrado, Gaspar
Martín, Alonso Uría, el gallego.
Martin, Juan
EL MESTIZAJE Y LA MISCEGEN ACIÓN 143

1544

Acevedo, Márquez, Pero


Beltrán, Ventura Ortiz, Pedro
Carbajal, Antón de Ramos, Gaspar (N)
Coba, Antón de la Rodríguez, Miguel
Esteban, Juan Rojas, Pedro de
Funes, Rodrigo de Simón, el mercader
Gutiérrez, Hernán Sopleana, Juan de
Gutiérrez, Juan (N) Vela, Juan
Hernández, Antonio Velásquez, Juan
Hurtado, Francisco Venero, Pedro
Jorge, Martin Villalobos, (Agustín?)

1545

Aguado, Cristóbal Márquez, Diego


Alvarez, Miguel Melgar, Juan de
Álzate, Simón de Montoya,
Arcos, Juan de Olavía, Gaspar
Bermeo, Juan de Oíias, Juan de
Cevallos, Diego Palomino, Juan
Cherino, Hernando Pérez, Bartolomé (N)
Díaz, Luis Picón
Escobar, Francisco de Quiroz, Antonio de
Estepa, Juan Ruanza, Juan
Franco, Juan de Cáliz de Rodríguez, Juan
García, Alonso (N) Salero, Alonso
García, Cristóbal Sánchez, Atanasio
García, Juan Tudela, Sancho de
Guerrero, Vafabole, Mateo de
Hernández, Pedro Vásquez, Juan
Juanes, (N) Zarate, Blas de (N)

1546

Ledesma, Francisco de Remón,

1547

Alvarez, Francisco Mercado,


Arcos, Pedro de Miranda, Antonio de
Angeles, Bartolomé de los Montero, Antón
Balsa, Juan de Morales, Antonio de
Benavides, Morales
Berlanga, Alonso de Muñoz, Pedro
Castillo, Juan Muñoz
Cuéllar, Gaspar de Nicolau, Pedro
Dextre, Domingo de Nieto, Blas
Díaz, Alonso Nieto, Cristóbal
Escobar, Francisco de Paredes,
Galán, Alvaro Quiñones, Juan de
144 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Gama, Sebastián de la Rodríguez, Diego


García, Hernán Rojas, Juan
García, Alonso Rojas, Francisco de
González, Andrés de Ruiz, Blas
González de Pedrosa, Martin Ruiz de Berlanga, Juan

González, maestre Pedro Sánchez, Juan


González, Rodrigo Sebastián,
Hernández, Alonso Solar, Antonio del
Herrera, Gutiérrez de Torres, Cristóbal
Holguín, Francisco Torres, Francisco
Izasiga, Francisco Valdez, Alvaro de
Juan Bautista Vergara, Pedro
López, Juan Vizcaíno, Juan
López, Sebastián Ximenez de Sta. María, Alonso
Martin, Alonso Zapata,
Martín, Pedro

1548

Alarcón, Hernández, Gaspar


Albornoz, Hurtado, Francisco
Alcázar, Gaspar Maldonado, Diego
Angeles Gudiel, Juan Martin, Francisco
Araos, Juan de Montalvo, Alonso
Arrieta, Juan de Núñez, Francisco
Barragan, Juan Núñez, Pero
Barrocal, Pedro de Peña,
Beltrán, Ventura Pérez, Alonso
Broncano, Alonso Pérez, Juan
Cancino, Francisco Pérez de Vargas, Garci

Candía, Jorge de Rodríguez, Domingo


Dextre, Domingo de Rodríguez, Juan
Díaz, Luis Rodríguez, Francisco
Drago, Baltazar (N) Román,
Duran, Andrés Romelo, Juan de
Fernández, Juan Salazar, Diego de
Fernández Pedro, (N) Sambrano, Juan
Fiero, Juan de Sánchez, Juan
García, Cristóbal Solar, Antonio del
Gómez, Cristóbal (N) Vilchez, Francisco de
Guerrero Villalobos, Pedro de
Gutiérrez, Diego Yáñez, Hernán
Un intento de mestizaje cultural en la
selva del Perú
Por Séfano Várese

Si se acepta como presupuesto que toda tentativa de cristianización


y occidentalización de las poblaciones indígenas, durante los siglos XVI
y XVII, alcanzaba rara vez resultados satisfactorios, se puede pensar
también que dichos intentos desembocaban casi siempre en fenómenos
de mestizaje cultural. Manifestaciones incontroladas de préstamos, de
intercambios de tradiciones distintas que no indican necesariamente, en

los primeros años de conquista, un proceso de aculturación. La in


teracción aculturativa supone, pues, que la sociedad subordinada sea pro
fundamente modificada por la sociedad subordinante la cual introduce
la alternativa de la adopción de nuevos rumbos culturales o la desin
tegración .

Las poblaciones de la "montaña" o selva alta peruana, si bien sopor


taron desde muy temprano el impacto de exploraciones españolas, estu
vieron salvo de efectivas acciones de dominio cultural y por lo tanto
a

de los consiguientes cambios bruscos.


Sin
embargo hacia el final del siglo XVI se registra una entrada muy
interesante, prólogo de un ensayo de colonización de mayores alcances.
Se trata de la exploración de la selva al este de
Jauja y Andamarca que
emprendieron el padre jesuíta Juan Font y el hermano Nicolás Duran
Mastrillo en noviembre de 1595. La relación que nos queda es muy
simple. Consta de dos cartas : la primera escrita por Font el 5 de noviem
bre de 1595 al P. Provincial Juan Sebastián desde el valle de
Inopay,
la segunda escrita al mismo Provincial unos días
después por Nicolás
Mastrillo C). Estos documentos constituyen la primera relación
algo
detallada sobre los indios pilcozones o campa. De hecho con el nombre
pilcozones se designan, hasta la
segunda mitad del XVII, las poblaciones
de la ceja de selva del Cuzco, de Huamanga y de Jauja, o sea las pobla
ciones del grupo idiomático arawak
pre-andino de los machiguenga y

a -a
dnd, V
JI^,ENF D-E ,LA ESPADA. Marcos, Relaciones geográficas de lna»as.
Tip. M. Hernández, 1881-1897, T. II, Ap. III,
Indias Ma
Ma-
p. XCII
146 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

campa. Estas dos últimas denominaciones son de aparición posterior en

los documentos (2).


No se necesita subrayar la importancia de estas dos cartas como
documentos etnohistóricos, pero en esta ocasión queremos solamente se
ñalar el desarrollo y el epílogo de la empresa. Al padre Juan Font la
entrada interesó muchísimo, porque poco
tiempo después, durante el
gobierno del virrey Luis de Velasco, la repitió. Siempre pasando por
Andamarca pero esta vez en compañía de otro jesuíta, el hermano Na
varro. No satisfecho aún Font entró tres veces más a los Andes por el
río Mantaro, antes de su unión con el Apurímac.
Estas expediciones se debieron de realizar antes de abril de 1601 ya
que alrededor de setiembre del mismo año vemos a Font llegar a la corte
en Valladolid acompañado por dos indios, un mapa del país descubierto
y unacarta para el confesor del rey. En ella Juan Font relata su pri
mera expedición, describe y aumenta el miedo de los pilcozones a los
soldados españoles y añade : "... me pidieron que no los desamparase
y
que suplicase a S.M. los admitiese por vasallos..." (3). Pero todo es
te entusiasmo no es puramente
apostólico. En efecto antes de abandonar
el Perú el jesuíta deja encargadas las mil leguas del nuevo territorio
descubierto manos del capitán Manuel Zurita Nogueral.
en
Este, según
proveído del virrey Velasco, se instala con dos compañeros "... en la
tierra de los indios infieles de Río Marañóri", exactamente en el valle de

Ancomayo, o sea en el punto donde el río Mantaro se reúne con el Apu


rímac (4).
La carta de Font continúa con más fuerza de convicción. Hay un

pequeño resumen de las entradas anteriores, algo confuso pero ciertamen


te eficaz, donde las nuevastierras aparecen "muy pobladas" y llenas
"de grandes cosas". Y como extremo recurso de su dialéctica acude al

viejo exótico argumento casi siempre infalible: "Y traje estos dos in
dios en mi compañía con este fin, para que yendo allá los animen y

digan cómo vienen por su causa y lo que S.M. manda porque á ellos
les darán crédito" (5) .

2. Cf. TOLEDO, Francisco de, Provisión del Virrey don Francisco de Toledo
concediendo á Martin Hurtado de Arbieto, á su petición, los privilegios de Conquis
tador. (4 de noviembre de 1575, Arequipa) En MAURTUA, Víctor, Juicio de lí
.

mites entre el Perú y Bolivia, Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía., 1906, T.


VII, p. 211. Cf. también la Información de Servicios de Francisco de Valenzuela,
1578-1592. Declaración del Itestigo don Gerónimo de Marañón, en MAURTUA, V.,
op. cit., T. VII, p. 109. Véase también TOLEDO, Francisco de, Relación de los
yndios de guerra que están en las fronteras de los yndios christianos de la Go-
vernación del Reyno del Pirú. (20 de marzo de 1573). En MAURTUA, V., op.
cit., T. I, pp. 101-103.
3. JIMÉNEZ DE LA ESPADA, M., op. cit., T. IV, últ. ap., p. CLXVII.
4. Ibid., pp. CXLVII-CXLVIII Ancomayo, río Acón, Angoyacu, Río de Jauja,
.

Cintihuailas o Antiguo Marañón, todos sinónimos usados en varias épocas para in


dicar el río Mantaro.
5. Ibid., pp. CLXIX-CLXX.
UN INTENTO DE MESTIZAJE CULTURAL EN LA SELVA 147

El tiempo lo que se había propuesto.


padre Font obtiene en poco
Tal vez en el asunto interviene una dama de la familia Sandoval, es

cierto que el jesuíta pide hábilmente que el marqués de Zea, hijo mayor
del duque de Lerma, nombrado protector de la nueva conquista. Lo
sea

cual explica que la provincia sea llamada Nueva Lerma. Los métodos
misionales de la Compañía inspiran a Font el plan de acción. En pri
mer lugar pide que se funde un pueblo de 500 indios en el valle de An
comayo, junto al río Cintihuailas (Mantaro). Allí en un Seminario o

Colegio se educarían a los hijos de los indios que así servirían también
de rehenes. "El cuidado de dotrinar este pueblo y del seminario se po
drá dar á los padres de la Compañía, y así lo pido en nombre de los
indios Los obispos no conviene se entremetan en cosas deste pueblo
. . .

ni en visitarlo ni en cobrar diezmos hasta que Su Santidad mande lo


que ha de hacer.. ." (6) .
Peligrosos votos de independencia que compro
meterán el éxito de todo el proyecto, y que sin embargo debían formar
parte del acuerdo tomado con el "Capitán de la dicha frontera y tierra
de guerra", don Manuel Zurita.
pedido de Font establece Para éste el
gran parte de los productos obtenidos trabajo de los indios, a los con el
que se les dará tierra, herramientas y hospital donde curarse. El resto
de los productos será para el virrey y finalmente una pequeña porción
serviría para el ornato de la iglesia y para comprar objetos de canje para
los indios "infieles" (7).
A fines de noviembre de 1601 el P. Font deja España. Tiene una

cédula real que lo autoriza conquista y conversión de los indios


a la
pilcozones y de los de Nueva Lerma. Pero el jesuíta quiere asegurar el
resultado de su gestión. Antes de llegar a Lima se pone en contacto
con el virrey y le sugiere una entrevista secreta sin
que el Rector del
Colegio de San Pablo lo sepa. En marzo de 1602 el virrey Velasco y
Juan Font se encuentran y se acuerda que este último "... haga luego
su misión y entrada a los indios infieles
que viven en los Andes y tierra
de guerra, frontera de la ciudad y provincia de
Guamanga y Valle de
Sángaro". Además se conceden tierras al capitán Zurita que van de
Abancay, Azángaro hasta Jauja. O sea, como apunta Jiménez de la
Espada, una jurisdicción escandalosa y arbitraria (8).
Dificultades surgidas en Lima antes de la ejecución del plan, re
tienen a Font en la capital, quedando así sus entradas como un simple
intento preliminar. Pasarán
de cuarenta años antes que los
cerca
campa
atraigan nuevamente la atención de los misioneros
y de los colonos es
pañoles .

Mas para los indios campa la


mejor protección, la barrera más efi
caz, la constituye su misma cultura. El hecho de no vivir
agrupados
en pueblos, de practicar un cierto nomadismo, aunque diluido en períodos
6. Ibid., p. CLXII.
7. Ibid., p. CLXXIII.
8. Ibid., pp. CLXVII-CLXVIII.
148 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

de dos o más años, de creer firmemente en sus ideas tradicionales, aun


sin manifestarlas abiertamente ni oficializarlas en una actividad cultural,
todos estos elementos o sea su misma esencia cultural, forman su mejor
defensa contra la llamada "civilización". Lo que explica en parte que
los campa a pesar de haber sido entre las primeras poblaciones de la
selva a las que se ha acercado el español, a pesar de sertambién el grupo
más vecino a la Cordillera y por lo tanto el más
susceptible de influen
cias colonizadoras, conserva hasta ahora casi intacto su contorno cultural.
Esta observación no niega absolutamente la existencia de una dinámica
interna; negación, por otra parte, insostenible con argumentos etnológicos.
Contribución de las mestizas a la

Emancipación del Perú


Por Judith Prieto de Zegarra

En la gran epopeya de laIndependencia del suelo peruano, los mes


tizos han representado un gran porcentaje de rebeldía, de protesta y de
anhelo por la independencia reclamando siempre como decía Garcilaso:
"la tierra suya por venir de sus padres conquistadores del reino y sus
madres naturales de él". Fueron por ello mestizos los organizadores de
motines y levantamientos contra Corregidores y Encomenderos y luego
integrantes y animadores de los más importantes movimientos libertarios,
entregándose a la lucha sin reservas.

La mujer no estuvo ausente en estas inquietudes, antes bien brindó


en cada una de las acciones su más decidida colaboración, la que se

convirtió en muchos casos en poderosos determinantes de la empresa


emancipadora; por ello es imperativo de
justicia relievar la actitud feme
nina a lo largo de las luchas independentistas de los siglos XVIII y XIX,
ya que si así no se hiciera, los enfoques históricos resultarían unilaterales
e inconclusos frente a una verdad patente heroica como fue la actitud
de la mujer en la etapa emancipadora.
Mestizas fueron las valerosas cuzqueñas que intervinieron en el mo
vimiento de Túpac Amaru desde Micaela Bastidas
integrando el Consejo
de los Cinco, mente directriz de la
revolución, hasta las cuarenta dos y
mujeres que la acompañaron sufriendo penas y castigos diversos desde
los crueles de la afrenta pública, muerte, descuartizamiento, marcha for
zada pié desde el Cuzco a Lima, hasta la pérdida de todos sus bienes,
a

entre ellas Marcela Castro, Úrsula


Pareda, Francisca Herrera, Catalina de'
Zalas y Pachacuti, Cecilia Túpac Amaru,
Felipa Mendiguri, Margarita,
Martina, Patricia, Ascencia y Santusa Castro, Isidora
Escobedo, Antonia
Cayombina, María Cruz Guamancoponga y Gloria Malque. Las crueles
sentencias de muerte y penas infamantes están
consignadas en documen
tos de ''Autos de la Cabeza de Testimonio
del Movimiento de Túpac
Amaru".— Sala del Crimen.— Cuzco con
fecha 21 de Julio de 1783
Firmó el Oidor Don Benito de la Mata
Linares, siendo Fiscal Don José
Zaldívar y el Escribano de la Causa Don
Agustín Chacón Becerra De
150 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

igual manera la relación de mujeres que integraron la caravana de la


muerte del Cuzco a Lima se encuentra consignada en la relación enviada
por el Comandante Don Gabriel de Aviles al Corregidor de Azángaro
Don Lorenzo Zalá y Zubiría y otros detalles de la participación heroica
de estas mujeres está en el Archivo General de Indias en Sevilla. Sec —

ción Real Audiencia de Lima. —

Legajo 1046.
El movimiento tupacamarista tuvo repercusiones en diferentes lu
gares del país; en Huarochirí localidad cercana a Lima se produjo en
1783 un levantamiento dirigido por Felipe Velasco y Ciríaco Flores, in
terviniendo en él numerosas mujeres indígenas y mestizas destacando
Manuela Marticorena y Manuela Rodríguez, las que al fracasar el mo
vimiento fueron condenadas
a penas de azotes, a diez años de reclusión

en un beaterío y luego a destierro perpetuo a veinte leguas de distancia


de la capital.
A fines del siglo XVIII se produjeron los tumultos del pueblo de
Pausa; indígenas y mestizos se rebelaron contra las disposiciones de nue

vas tributaciones; numerosas mujeres animaron con entusiasmo el mo

vimiento entre ellas las mestizas Micaela Valeriana, María López y Ro-
mualda Balbuena. En 1795 en la localidad de Ferreñafe se produjo la
asonada en rechazo de las disposiciones virreinales de que era portador
el Sub-Delegado de Lambayeque Don José Alvaro Cavero; fueron suce
sos que derivaron en cruentos combates en los que tuvieron activa par

ticipación mujeres como Gertrudis Castro, Simona Vuelas, María Salazar


e Isidora Alvarez, condenadas luego de sofocado el movimiento, a penas
de azotes, destierro ypérdida de sus bienes, tal como se desprende de la

lectura del Expediente sobre los sucesos de Ferreñafe. —


Real Sala del
Crimen. —
Lima.

Dentro de esta etapa pre-Sanmartiniana, no podemos dejar de con


siderar a las mujeres limeñas, mestizas y criollas que con inquietudes
literarias y patrióticas ofrecían sus residencias para las tertulias en las
que se mezclaban los comentarios, las expresiones literarias de
época la

y lapropaganda revolucionaria. Mariana de Orbegoso, Manuela Plat,


Candelaria Palomeque y Mercedes Arnao, fueron acusadas por sus ideas
liberales al Tribunal del Santo Oficio. Otras como Ana Daza, Josefa
Carrillo, Manuela Estacio, Petronila Ferreyros, Mercedes Nogareda, Her-
menegilda Guisla, Antonieta Bernales, Narcisa Arias, Rosario Valdivieso,
Angélica Zevallos y Brígida Silva de Ochoa, fueron auxiliares valiosos en
las conspiraciones del Conde de la Vega del Ren y de Riva Agüero; fue
ron los enlaces seguros entre los patriotas de la ciudad y los emisarios
de San Martín; por eso muchas de ellas sufrieron prisión y vejámenes.
En la gran revolución de Mateo Pumacahua en 1814, dentro de su

magnífica organización, en la que actuaron mestizos en su mayoría tanto


peruanos como argentinos, la mujer tuvo así mismo importante y sobre
todo heroica participación. Juana Noín la cuzqueña, que al lado de
CONTRIBUCIÓN DE LAS MESTIZAS 151

José Ángulo ayudó a los insurrectos en el pase de las comunicaciones

urgentes y secretas, hasta caer prisionera por las tropas del capitán José
Fiscar. Las valerosas patriotas paceñas que intervinieron activamente en
las tremendas luchas del sitio de La Paz y que cayeron frente a la supe
rioridad de fuerzas de las tropas del general Juan Ramírez, que las so
metió las más crueles torturas como a Doña Vicenta Eguino, a Simona
a

Josefa Mansaneda, sufrió afrenta pública recibiendo doscientos latigazos


en la plaza de La Paz, después de los cuales murió, sin haber traicionado

a los suyos, Ramona Senosain condenada a clausura perpetua separándose

para siempre de sus familiares. En la columna que organizara Puma-


cahua y que debía dirigirse a Huamanga, está la actitud de una mujer
del pueblo, la mestiza conocida en la Historia como Ventura, su apellido
se ignora, sólo se sabe el apodo "Ccalamaqui" que quiere decir andrajoso.
brazos cubiertos por trozos de trapos, así ésta mujer humilde al frente
de un grupo numeroso de mujeres huamanguinas el 31 de Agosto de 1814,

arengando a la multitud se dirigió al cuartel de Santa Clara enfrentán


dose al capitán español José Vicente de la Moya, exigiéndole la salida
de la tropa de indígenas y mestizos, de sus maridos e hijos que habían
sido reclutados el día anterior para impedir la entrada de la columna
de Béjar y de Ángulo. Esta fué la primera protesta, el reto inicial, el
grito primigenio por la libertad dado en Huamanga y que la historia
recordará eternamente, porque el éxito coronó la gestión de la Ccalamaqui,
el pueblo logró salir de la ciudad y se unió a las triunfantes fuerzas de
la revolución.
En Arequipa entre las luchas seguidoras de la revolución está Mag
dalena Zenteno, hermana del cura de Cailloma don Manuel Zenteno.
Ella por su gran participación en el movimiento de Pumacahua en Are
quipa fué sometida a juicio por el general Juan Ramírez el 14 de Enero
de 1815 y luego de haber escuchado los testimonios fue condenada a
servicio perpetuo en el Convento de Santa Catalina.
Con la llegada de San Martín al Perú, se inicia otra
etapa de lucha
en la que también las
mujeres de todo el país tuvieron destacada ac
tuación :

1- —
Como valiosos auxiliares en las conspiraciones y ayuda a los pa
triotas en la ciudad de Lima sobre todo.
2. —
Socorro económico y facilidades a los que luchaban en las mon

toneras o guerrillas.
3- —

Ayuda económica a las tropas libertadoras.


4.— Intervención directa en las contiendas sobre todo en las campa
ñas de la Sierra.

En Lima las mujeres se esmeraron en organizarse para colaborar para


el triunfo de la libertad, entre ellas destacó la guayaquileña Rosita
Campusano, y la limeña Carmen Guzmán a quienes se debe la gran es-
152 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

trategia para el reparto de propaganda y la rendición final del batallón


Numancia. Catalina Fernández de Geraldino, Lucía Delgado esposa de
Francisco de Paula Quiroz y Brígida Silva, así como las heroicas Carmen

Noriega y Gertrudis Coello, facilitaban la salida de los patriotas de Lima


hacia el Norte, embarcándolos por las playas de Barranco y Agua Dulce.
Las religiosas en los conventos sirvieron en la custodia de comunicacio
nes importantes, ellas fueron colaboradoras eficaces en la emancipación,
por eso San Martín después de proclamada la Independencia condecoró

con la Banda de Seda por su Patriotismo a treinta y dos monjas, cuya


relación está en la Gaceta de Gobierno de 182 1 .

Ayudaron a las montoneras con dinero, ropas o datos importantes


la iqueña Agustina Antoñete, que colaboró con la montonera del chin-
chano Antonio Pola y facilitó el ingreso a lea de la caballería de Raulet,

por éstos actos sufrió prisión por orden de Rodil en el cuartel general de
Chavalina. De igual manera las hermanas pisqueñas Francisca Sanches
de Pagador y Josefa Sánchez colaboradoras notables de San Martín.
Dentro de las montoneras pelearon numerosas mujeres anónimas, entre
ellas Miller recuerda en sus "Memorias" a la esposa del guerrillero Ca
yetano Quiroz, de la que desgraciadamente ni la historia, ni los documen
tos de la época dan a conocer su nombre, Miller dice de ella: "En todos
los combates de Quiroz, estuvo acompañado de su mujer, heroína valien

te, leal, temeraria, audaz, joven fuerte y cual nueva amazona intervino
en los encuentros de San Jerónimo, de Santa Eulalia aniquilando a un
destacamento español, luego en Quillapata y en la sangrienta acción de
Huampaní derrotando e hiriendo a Rodil. Cayó peleando bizarramente
en Paras al pie del hombre amado, quien transportado de dolor por tan

irreparable pérdida aceleró sus ímpetus buscando la muerte, extremó su


arrojo en la Puntilla cayendo prisionero y siendo ejecutado en la Plaza de
Armas de lea el 5 de Mayo de 1822".

Existen documentos que atestiguan la importante ayuda económica


de las mujeres de todo el país a las tropas del ejército libertador, es real
mente conmovedor apreciar las colectas que se hicieron en Lima desde

especies, alhajas, títulos, cédulas, dinero etc., para la adquisición de ar


mas y ropa para las tropas y hasta para adquirir navios para la Patria

naciente. Es muy larga la lista de expresiones de patriotismo reconocidas


después por el Gobierno entre ellas Juliana Montero de Balleto, María
Ulloa, RosaDelgado, María Islas, Baltazara Flores de Paredes, Lorenza
Carbajal, Juana Portocarrero, María Jacinta Acebedo, Manuela Vilchez,
Josefa Balcarcel, Gregoria Torres etc. O como la patriotas del Norte
que entregaron sus vajillas de plata, dinero y que confeccionaron prendas
batallón que se llamó "Perú" N9 1
para vestir íntegramente al primer
que consiguió la libertad del Norte; entre ellas estuvieron: Micaela Me
rino, la mujer que bordó la primera bandera que ondeó en la procla
mación de la independencia de Trujillo, Natividad Pinillos de Eléspuru,
CONTRIBUCIÓN DE LAS MESTIZAS 153

Nar-
Tomasa Méndez de Bringas, Estefanía Miñano, Catalina Agüero,
heroicas combatientes de la batalla de Higos Urco con
cisa Iturregui, las
la legendaria chachapoyana Matiaza Rimachi.
En las campañas de la Sierra, dirigidas por Alvarez de Arenales y
Bo
luego en la etapa final de la Independencia es decir en la época de
lívar y Sucre, las mujeres dieron su gran cuota de sacrificio. Particular
mente las represiones en la zona central fueron cruelísimas y por lo tanto
la ayuda femenina fue mucho más intensa, no sólo con dinero o especies
sino con su vida misma. Páginas de heroísmo han escrito Petronila
Abeleyra de Otero, la gran colaboradora del patriota Francisco de Paula
Otero en Tarma, Paula Huamán y Eufrasia Ramos, integrantes de la
montonera de Miguel Ártica de Tarma las cuales sufrieron cruel tortura,
se les arrancó la lengua y luego fueron fusiladas, las heroínas Toledo
madre e hijas que cortaron el puente Balsas para salvar a las tropas de
Alvarez de Arenales, en Concepción, en cuyo pueblo también se recuerda
el sacrificio de Bonifacia Pando cruelmente azotada sobre el cuerpo mu

tilado de su marido y condenada a morir de hambre. Doña Emeteria


Ríos de Palomo que prefirió la muerte antes que la traición, siendo fu
silada por Canterac el pueblo de San Agustín el 29 de Setiembre de
en

1821, esta Lancera de la Libertad, como después la proclamara San


Martín, murió con los gritos de ¡Viva el Perú! y ¡Viva Canta!
María Parado de Bellido en unión de las grandes heroínas refulge
entre las mujeres notables de América, ella en unión de Francisca Caba

llero, de la mestiza chorrillana Melchora Balandra, de las limeñas Juana


de Dios Manrique de Luna, Carmen Riva de López Aliaga, Tomasa
Garai, Carmen Palacios de Tenería, Juana Sánchez de Zumaeta, Águeda
de Tagle, María Visitación Requena, Antonia Zumaeta de Riquero, la

ayacuchana Trinidad de Celis, la cajamarquina Josefa Castañeda de


Bonifaz, de la iqueña Manuela Carbajal y de la quiteña Manuela Sáenz,
así como de las miles de mujeres anónimas que cayeron a lo largo de las
rutas de la Patria en el afán de lograr su independencia, son la
expresión
de la actividad notable que le tocó desempeñar a la el Perú
mujer en

en los días de lucha de los


siglos XVIII y XIX.
Por lo expuesto y dada la gran importancia del
presente Congreso,
me permito proponer:

!• —
El reconocimiento de este Honorable
Congreso a la actitud im
portante y muchas veces decisiva que desempeñó la mujer
peruana mestiza y criolla en las luchas por la
Emancipación.
2.—A la necesidad de difundir las vidas
ejemplares de las mujeres
heroicas que se sacrificaron por el amor Patrio, como el mejor
ejemplo a la juventud.
3.— Que se consignen a
pedido de este Congreso de Historia del
Perú, las actitudes de la Mujer Peruana en la Gesta de la
Emancipación, en los textos de estudio de la
Historia del Perú.
Algunos aspectos del mestizaje en el
Perú durante el siglo XVIII
Por Carlos Deustua Pimentel

Plantear el problema del mestizaje peruano en el siglo XVIII en

toda su amplitud es tarea


ímproba que no puede agotarse en una sola
ponencia. El presente trabajo, pues, se referirá —como lo advierte su
enunciado —
a algunos aspectos de este proceso de
mestizaje, que el en

siglo XVIII, tiene para nuestra Patria


significación muy especial.
una

Queremos sólo plantear algunos hechos y dejar sentadas algunas pre


misas sobre nuestra historia social, cuyo núcleo, como bien
sabemos, lo
constituye el estudio de los grupos sociales. Mas la dificultad de este
estudio estriba en que en toda sociedad de gran complejidad como la
peruana del setecientos, no puede haber un criterio único para establecer
y clasificar los distintos grupos humanos. Cada individuo dice el his
toriador español Antonio Domínguez Ortiz— tenía (y tiene) conciencia
de pertenecer a varios.
Por otro lado, como a estos
para diferenciar
grupos humanos se
manejan los conceptos de
"casta", "estamento" y "clase", conviene des
lindar la significación y el contenido de cada uno de ellos.
"La casta se basa en diferencia de plano vital (mas) hondo, a las
que se superponen otras de tipo económico, político, cultural. Las rela
ciones entre individuos de distinta casta están llenas de tabúes y ele
mentos irracionales; no es raro que se llegue a la repulsión biológica, la
repugnancia inmotivada al mero contacto físico. Puede haber separa
ción, pero también identidad religiosa".
"El Estamento tiene una base jurídica, un fundamento reconocido
en el orden social. No implica, como en el régimen de casta, una im
permeabilidad absoluta; pero sí los contactos con los otros estamentos
son bastante libres, hay normas muy estrechas
para entrar y salir de al
unas veces son raciales y genealógicas (nobleza de sangre) ; otrasjurídi
cas, ya de derecho divino (sacerdocio) ya humano (nobleza y privilegio).
Las relaciones con los otros grupos suelen estar reguladas por normas
estrictas (aunque no sean escritas) cuya infracción lleva aparejada una
descalificación social. Existe una tendencia a la especialización profe-
ALGUNOS ASPECTOS DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 155

sional; la posición económica es muy variable y no constituye un cri

terio básico".
"Las clases sociales tienen un fundamento económico profesional;
son grupos inorgánicos, sin reconocimiento legal, como corresponde a una

etapa de liberalismo estatal. No importa sólo la cuantía, sino la natu


raleza de los ingresos y hasta su periodicidad. Hay normas, no escritas
pero bastante vigorosas, sobre tratamientos, recreos, educación, símbolos,
convivium, y sobre todo connubium" (*).
Esclarecidos estos conceptos, interesa precisar, pues, si la organiza
ción social peruana en el XVIII, fué de castas, estamental o cuasi esta
mental. Se descarta la posibilidad de una organización basada en clases
sociales toda vez que

de acuerdo a lo antes enunciado —
las clases res

ponden a un ordenamiento decimonónico, tras la ruina o caída de la


sociedad estamental, sin que pueda negarse que la antigua sociedad esta
mental pudiera tener algunos rasgos clasistas, ni tampoco que en la es
tructuración de clases sociales no se encuentren rezagos o huellas de un

espíritu estamental.
El proceso del mestizaje en el
siglo XVIII. El mestizaje prosigue

cada vez con más intensidad a lo


largo del siglo. No obstante las cor
tapisas legales y los prejuicios sociales, el mestizaje avanza en un pro
ceso integrador incontenible.

La proliferación de este mestizaje hubo de preocupar a la corona

española y es así como frente a estas uniones mixtas —

la mayoría de
las cuales se producían fuera del matrimonio —
se encuentra en la le
gislación un derecho inferior a los mestizos a quienes se considera in
capaces de ocupar cargos públicos de tener honras
y dignidades.y
Aún cuando una de las Comisiones de este
Congreso analizará los
aspectos jurídicos del mestizaje, en forma integral, no podemos omitir
una referencia, aunque sea tangencial, a la
reglamentación del proceso
del mestizaje en el siglo XVIII.
En la útilísima recopilación de Konetzke se encuentran numerosas
Rs. Cs. que se refieren
los mestizos y a las llamadas castas coloniales.
a

Citaremos algunas de ellas : Se establece que no vivan en pueblos de


indios,
que no lleven armas, que no sean escribanos; se las normas so precisan
bre su ordenación sacerdotal, se manda que paguen tributos, etc. Mu
chas de estas legales
reiteraciones de Rs. Cs. que se habían
normas son

promulgado al comienzo de la Colonización el que no vivan en pue —

blos de indios por ejemplo— mas otras son nuevas


revelan una y evo
lución evidente del Estado español respecto al
régimen legal al cual deben
someterse los mestizos y las otras castas: el
ingreso a las órdenes reli
giosas, que antes les estaba vedado y la obligación de tributar, antes sólo
referida a los indios, pongamos por caso.

Domingo Ortiz, Antonio. La Sociedad Española en el siglo XVII. Madrid,


156 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVHI

A través de esta minuciosa ordenación legal se advierte, pues, una

honda preocupación del Estado epañol respecto a estos grupos humanos


los mestizos y otras castas —

cuyo número ha aumentado enormemen

te y cuyo status es siglos XVI y XVII. En la con


muy otro al de los
quista, bien es sabido, el mestizo puede asimilarse a la condición del
padre español y luego cuando aumenta en número se torna en problema
social: es el caso de los mestizos desadaptados, levantiscos, trastornado-
res del orden establecido que van a ser lanzados a la periferia de la es

tructura social. ¿Quiere decir esto que en el XVIII ha desaparecido el


problema del mestizo en el ámbito social y político? Ciertamente que
no. En la legislación se puede advertir muy claro el problema y el Es
tado español lo tiene muy presente.
Aun cuando el proceso del mestizaje se desarrolla principalmente
a través de uniones extramatrimoniales y de allí precisamente los pre

juicios de orden religioso contra los mestizos y las castas la Corona —

estuvo atenta siempre para reglamentar limitar en muchos casos



los —

matrimonios personas llamadas "desiguales".


entre El historiador ar

gentino Zorraquin Becú al estudiar la condición jurídica de los grupos


sociales superiores, menciona la pragmática de 23 de marzo de 1776 que
dispuso que los menores de 25 años debían pedir el consentimiento de
los padres, abuelos, parientes o tutores, antes de celebrar los esponsales,
bajo pena de perder sus derechos hereditarios. "Al extenderse este ré
gimen a las Indias dice este historiador

la Real Cédula de 7 de

,

abril de 1778 excluyó de él a "los Mulatos, Negros, Coyotes, e individuos


de castas y razas semejantes". Más tarde se estableció a pedido del

Virrey del Río de la Plata que no se podrían efectuar "los matrimonios


de personas de conocida nobleza o notoria limpieza de sangre, con las
de Negros, Mulatos y demás castas aun quando unos y otros sean de
mayor edad, sin autorización de los virreyes o audiencias, porque de
lo contrario "se originaria la confusión de las familias, y otros gravísimos
perjuicios de funestas resultas".

Había, pues, un propósito claro de impedir el cruce de sangres di


versas y de mezcla de razas, no porque los españoles tuvieran prejuicios
de orden racial. Los españoles —

ya lo ha señalado Rosenblat —
no

tenían ninguna pureza racial que defender. Encrucijada de pueblos y


razas, España eratambién mestiza y mestizos los españoles que habían
venido al nuevo Mundo. La razón, o las razones, de estas prohibiciones
eran, pues, políticas. "Difícil sería precisar la política Real en cuanto
a la estructura social y división de clases. Los Monarcas, lo mismo que
sus subditos, daban por sentado que en toda sociedad organizada debe
haber clases; no persiguieron la demolición de los privilegios Estamentales
sino en cuanto eran obstáculo a su política de poder, y si encontraban
fuerte resistencia, retrocedían. Se tendía a asegurar, mediante normas

rigurosas la superioridad de ciertos grupos sociales frente a los demás.


ALGUNOS ASPECTOS DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 157

la estructura social indiana tenía una base cuasi


¿Y ello por qué? Porque
la que los grupos la Nobleza o Aristocra
estamental, en dirigentes eran

cia de la Tierra, la Alta Burocracia y el Clero". "En el siglo XVIII

las informaciones de limpieza de sangre, tendientes a demostrar la legi

timidad de nacimiento y el origen exento de toda mácula, reemplazaron


a las antiguas "informaciones de mérito y servicios" y se convirtieron
alcanzar aquellos destinos otros
en el requisito indispensable para y

muchos beneficios y nombramientos" dice Zorraquin.

disposiciones legales no se compadecen con otras que re


Mas estas

flejando el triunfo paulatino de otras ideas, encierran postulados iguali


tarios y vienen a destruir antiguos planteamientos que consideran con
veniente y político el relegamiento y la inmovilidad social de las castas.
Ejemplo claro de lo afirmado es la declaración que hace Carlos III res
pecto los oficios de curtidor, herrero, sastre, zapatero, carpintero y otros
a

semejantes que por cierto ejercían los mestizos y otras castas con —

siderándolos honestos y honrados; que su ejercicio no envilecía a las


familias ni impedía obtener empleos municipales o alcanzar la hidalguía;
y que la ilegitimidad tampoco era obstáculo para profesar las artes y
oficios .

Los mestizos y las castas. En el siglo XVIII aparece con una fre

cuencia mayor que en las épocas anteriores, la denominación de castas


para las diversas mezclas o entrecruzamientos humanos. El término de
casta, en los documentos oficiales o en los testimonios particulares, con
lleva una significación despectiva, siempre
se refiere a los más bajos es
tratos sociales, a la gente de condición servil.
¿Esta denominación de casta es correcta? Si nos atenemos a lo enun

ciado al comienzo de este trabajo, ciertamente no se puede hablar de


castas coloniales, si éstas son impermeables, si no

se comunican, si
no se cruzan —

porque es de todos conocido que hubo una gran movili


dad social en las castas coloniales: se entrecruzaron entre ellas, se mez

claron infinitas veces. Mas en los documentos coetáneos encontramos el


término casta para referirse a estos grupos humanos. El término no ha
sido aplicado, pues, por los historiadores
posteriormente, sino que está
en la
mentalidad, o mejor dicho, es un término de la época. Por otro
lado lalegislación española, supo distinguir a estas denominadas castas
de los mestizos propiamente dichos, vale decir de los
hijos de español
con india. Muchas veces aparecen igualados a los negros y mulatos en
las penas impuestas por graves decios —dice Konetzke— pero por lo
general, los mestizos, como hijos de españoles e Indias, debían "distin
guirse de las otras razas, como lo hacen por varias razones las
leyes y la
común consideración". La legislación, pues, distingue a los mestizos
situados en un estrato social más elevado de las castas
propiamente di
chas; y esta distinción es válida no solo en el ámbito oficial, sino tam
bién en la común
consideración, vale decir en la estimativa social. El
158 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

mestizo —

fusión de español con india —


se siente distinto y superior si
cabe —
de las distintas castas coloniales. A este respecto es de verdad
ilustrativa la Consulta del Consejo de Indias sobre la habilitación de
Pardos para empleos y Matrimonios de julio de 1806 que inserta Ko
netzke en su Colección de Documentos. Se advierte allí que en una

Monarquía como la española, la clasificación de clases contribuye a su


mejor orden, seguridad y buen gobierno, y se estima que aunque la hu
manidad y religión exige les mire
los pardos y otras castas) y trate
se
(a
con el respeto
vasallos y hombres, siempre es conveniente y debe ha
a

ber diferencia sensible entre españoles castizos blancos y de color, sin


que se falte a la justicia. Agregándose más adelante que el mestizo "es
el hijo legítimo de india y español, que como proveniente de dos nacio
nes puras y castizas, son llamados indios mestizos, de una clase esti
mable y que recomendaban las Reales Cédulas, los Concilios y las leyes".
"A los propiamente mestizos —
dice el documento —
es adoptable sólo
la consideración que se ha tenido respecto de los descendientes de indios
llamados caciques admitiéndolos a todos los honores y preeminencias, así
en lo eclesiástico como en lo secular, que disfrutan los hijodalgos de Cas
tilla, y para que puedan entrar en cualquier Comunidad aunque por es
tatuto pida nobleza, mediante suponerse la gozaban en su gentilismo; y
lo mismo debe decirse de la atención que se merecen y con que son tra
tados los que oriundos de indios menos principales, como vasallos y tri
butarios en su antigüedad a quienes por la limpieza de sangre sin mezcla
de infección de u otra secta reprobada se las mira y estima del modo que
en España a los de iguales circunstancias del estado general".
Nada de esto, se concluye, ni alguna de las demás honras y gracias
dispensadas a los mestizos se ha dispuesto o considerado extensivo a

los que no prueben concluyentcmente hallarse en aquella clase confor


me va expresado, y mucho menos a los que con nombre de pardos o

morenos, se conocen en ambas Américas, todos provenientes de mezclas

infectas, viciadas, con malos ejemplos y conducta reproba, que por lo


mismo se han considerado, se estiman y tendrán en todos los tiempos

por indignos ineptos para los destinos en


e que el estatuto, orden o

práctica requieren la nobleza o legitimidad, que es imposible prueben


por más documentos o papeles que presenten falsos o sospechosos por

lo regular, como compuestos por personas interesadas en los mutuos

oficios de favor que de necesidad se prestan".


Hasta aquí se han planteado algunos aspectos de la reglamentación

legal española sobre los mestizos y otras castas; reglamentación legal


frondosa y abundante muchas veces contradictoria e imprecisa

pero

que es de sumaimportancia para el estudio y evaluación de nuestra his


toria social siglo XVIII
en el .

El mestizaje y la política demográfica. —


El estudio del mestizaje no

puede prescindir de las estadísticas y censos que a lo largo del siglo


ALGUNOS ASPECTOS DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 159

XVIII procura coordinar la Corona española. Estos censos y estadísti

cas han sido estudiados sólo tangencialmente en nuestro medio, no obs

tante la que tienen para nuestra historia


social. Co
capital importancia
nocidos son los distintos censos de la capital del Virreinato desde el del
Conde de la Monclova hasta el de Gil de Taboada y Lemos, en donde

se hace la prolija distinción de españoles, indios, mestizos y otras castas.

Fué precisamente este último Virrey quien tuvo una clara y manifiesta

preocupación político estadística que culminará con el Censo General del


País por él levantado. Desde el comienzo de su gobierno le interesa,

para que su gestión sea eficaz, averiguar la verdadera situación de las


Provincias. Así en su circular de 18 de noviembre de 1790 pide a los
Intendentes le informen cuál es el estado de población, dividida según
su

sus partidos, y subdividida, por Pueblos, expresando con separación las


clases de Blancos, Indios, Mestizos, Gente de color, libres y esclavos, dis
tinguiendo en todo el número de cada sexo. A los tres meses, en febre
ro de 1791, escribe a la Corona manifestando: "entre las varias provi
dencias que he dado para gobernar el Reyno con el acierto que deseo,
una de ellas ha sido la numeración de todos sus havitantes distinguidos
por clases y de modo que pueda conocer la proporción que entre si

guardan; las varias castas de que se componen; el verdadero estado en

que hallan; la influencia que puedan tener según los terrenos


se que
havitan; los socorros que puedan prestarse en cada circunstancia; la ocu

pación a que se dedican; los consumos que hacen, los medios con que
pueden satisfacerlos" .

"La poca frecuencia con que se han hecho las enumeraciones en es

tos parages y el recelo que estas gentes han tenido quando se les ha em

padronado de que se les


impusiera alguna capitulación o gravamen, por
hallarse en la preocupación de que solo puede servir para eso la nume
ración, es la causa de que en todas ocasiones se haya hecho sin la exac

titud conveniente" —

dice, agregando más adelante que en censo de 1600


se numeraron en la capital de Virreinato y arrabales, 14.262 personas;
que en 1614 ascendía la población limeña a 25,455 personas. En 1700
se contaban ya 37,259 y que en 1746 se computaron 60,000", cuyo aumen
to es extraordinario e inverosímil" —escribe. "En 1755 se considera re

bajada la
población al número de 54 mil personas con motivo de los tem
blores y otras epidemias, en el de 781 volvió a
suponerse 60,000 y en la
actualidad sólo se hallan 52,627" acota.
Al finalizar esta carta Gil de Taboada
y Lemos, cumple con dar
cuenta al Ministro de Indias lo
siguiente: "la proporción en que se ha
llan las varias castas que la havitan no debe dar los
recelos que en otras
ocasiones han causado, en momentos de turbación, por ignorarse la razón
en que estaba; según
pues el adjunto Estado, para cada indio u origina
rio suyo, se hallan 5/8 de las demás castas. Para cada esclavo hay
cuatro y algo más de 2/3 entre los libres. Para cada persona de color,
160 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

libre o esclavo, hay un blanco y, en caso de que los esclavos conserven

una unión concertada los Indios y mestizos, hay entre los blancos
con

y personas libres de color, 2 para cada uno. Cuyas observaciones co —

menta es muy útil se anticipen los acontecimientos para proceder in


clinando la balanza donde convenga, y sin tener una quimera como las
que han solido formar la ignorancia, se podrán dar con oportunidad y
firmeza aquellas providencias que ahogan en su origen las fermentacio
nes en caso que no haya podido impedirlas.
Los censos aparecen así en el planteamiento del Virrey ilustrado
como útiles y prácticas referencias para el buen gobierno y la tranqui
lidad del Perú. Estas estadísticas son necesarias de acuerdo a este —

punto de vista —

para mantener un conveniente equilibrio de "fuerzas"


sociales el Reino y prever cualquier levantamiento que ocasionare la
en

unión de los descontentos. Gil de Taboada y Lemos pensaría segura


mente al confeccionar estos padrones en el peligro que significó para la
Corona española el alzamiento del ilustre mestizo Gabriel Condorcanqui,
que conmocionó no solo al Virreinato del Perú, sino que repercutió, como
es sabido, en toda la América del Sur.
Fué precisamente este equilibrio
político de fuerzas o grupos socia
les el que inspiró a la legislación española para conseguir la ordenada
dependencia de mestizos y castas frente a los otros grupos sociales diri
gentes, en una estructura cuasi estamental que se mantiene a lo largo del
período colonial.
El mestizaje en los testimonios particulares. —

Empero quien preten


da estudiar el mestizaje en el siglo XVIII, obviamente no solo se conten
tará con la revisión
estudio del aspecto legal o estadístico del proble
o

ma, que si bien revela la mentalidad de la Corona española, no refleja


la plena vivencia y realidad del fenómeno social. Interesa, pues, con

frontar la ordenación legal con otros testimonios particulares en donde


se plantea la ubicación de los disintos grupos sociales, su estimativa so
cial, los prejuicios contra los mestizos, su ubicación, su posición econó
mica, sus anhelos, etc. Para este estudio, interesan entre otros, las rela
ciones de viajeros, los epistolarios particulares, las relaciones y descrip
ciones del País y de sus costumbres, el periodismo, etc.
Para Jorge Juan y Antonio Ulloa "los mestizos son de muy corta
o ninguna utilidad en aquellos Países, porque la abundancia de frutos
que hay en ellos, y la inaplicación que les es común en estos al tra
bajo, los tiene reducidos a vida ociosa y perezosa; hechos depósitos de
todos los vicios, la mayor parte de esta gente no se casan nunca y viven
escandalosamente, aunque allí no es extraña esta irregularidad de vida

por ser muy común". El español D. Alonso Carrió de la Bandera, en su

Lazarillo de Ciegos Caminantes denostará también a los mestizos previ


niendo al lector contra sus ruindades y picardías. "Cuidado con mestizos
ALGUNOS ASPECTOS DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 161

de leche, escribe, que son peores que los gitanos, aunque por distinto
rumbo".
esta visión de los foráneos indocumentados se al
Frente a pesimista
zará más de una voz para defender las virtudes y merecimientos
de los

mestizos. Tal por ejemplo el caso de Unanue que elogiará a los mestizos
brillantes ensayos que acogerá el Mercurio Peruano.
en Y también en

España se puede mencionar la voz sabia y escrupulosa de Feijoo que al


hacer la apología de los criollos planteará también la reivindicación de
los mestizos con quienes muchas veces fueron confundidos aquellos.

Estos testimonios particulares, pues, a la fecha todavía vírgenes en


nuestro medio, por su novedad, por su frescura serán ciertamente de un

valor singular para estudiar la realidad mestiza en nuestro setecientos.


Por otro lado, para el estudio no ya de la estratificación social de estas
castas coloniales, sino de su vida cuotidiana, usos y costumbres, ocupa-

cionales, interesa, también emprender una investigación completa, en los


repositorios, de los documentos que en una gama rica y variada, darán
luz sobre estos aspectos, luego de su compulsa con la documentación y

otros testimonios éditos. Ello permitirá una reestructuración de nues

tra historia social ciertamente interesante y sugestiva.


En
México, trabajo de hace ya algún tiempo el desaparecido
en un

investigador Sergio Morales Rodríguez ha sentado algunos lincamientos


de las costumbres de estas castas; costumbres y estilo de vida que cier
tamente pueden ser aplicados a las que vivían en el Perú Virreinal, y
se mencionan a continuación:
"La habitación de estas castas situadas en la periferia social era

muy pobre, a veces más pobre que la de los mismos indios. Muchas
veces se acomodaban en covachas de la ciudad, cuando no hacían una

vida trashumante durmiendo donde los encontraba la noche, bajo los


portales, en los quicios de las puertas. Sus diversiones dependían de las
diversiones de los otros dos estratos sociales: blancos e indios. Asistían
a las ferias de los pueblos, a las ceremonias públicas, entrada de Virreyes,
etc. Hubo una diversión típica de las castas: el baile. La influencia
negra le dio un toque especial. Alcanzó su influencia hasta los estratos
europeos . Las mulatas y negras esclavas bailaban en las fiestas de los
ricos españoles.
Las castas
no tuvieron un vestido
particular. Al hablar de él no
podemos olvidar que las castas eran el estrato social más
pobre, lo que
influyó directamente en sus costumbres materiales. Para crear sus ves
tidos tenían dos modelos, el
indígena y el europeo. Empero, la mayor
parte de las castas casi no tenían vestidos; envueltos en una manta
o
cubiertos de trapos y pringones inmundos
que causaban fastidio y horror
a la vista. A fines del siglo XVIII
ya se había prohibido a las castas
vestir a la española y vestían de un modo original.
162 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Las castas dedicaron


se a bajas profesiones. Algunos individuos no

quisieron someterse al sedentarismo de una artesanía —

aunque había
muchos que lo hicieron y se dedicaban a oficios que les permitían la

vida nómade. Recorrían los campos montados a caballo ofreciendo sus


servicios en los trapiches y principalmente en los sitios de
ganado mayor.
La familia no tenía gran cohesión en las castas. Se prefería el
amancebamiento al matrimonio. Debido a la herencia india y negra que
estatuían la
poligamia, las castas la tuvieron como práctica sexual común.
Regularmente los europeos se amancebaban —
cierta clase de europeos—
con las negras e indias por tener en América".
no sus mujeres
Mestizos y castas aparecen así en los testimonios hasta ahora co

nocidos del siglo XVIII, como grupos humanos subalternos, y aun cuan
do a los
primeros a los mestizos

la legislación los fué situando en un

plano más elevado, las cortapisas y los prejuicios de la época presionan


y tratan en una reglamentación de vida que
por minuciosa muchas ve

ces fué incumplida o contraproducente de contener esta dinámica de


la sociedad peruana, que en este proceso de mestizaje afirma los va


lores permanentes de las dos vertientes que la integran, y en su singulari
dad cada vez más notoria, afirmativa e irrevocable, llega a la independen
cia política.

Creemos, pues, que lo importante en el estudio de la historia social


del siglo XVIII peruano es precisamente la ruptura de los moldes legales
que infructuosamente trataba de contener esta dinámica social, que en
el Perú camina incontenible hacia su vocación mestiza integral.
Notas para el estudio del mestizaje
en el tiempo de la Independencia

Por José A. de la Puente Candamo

El
tiempo de la Independencia del Perú con su propio carácter de
transformación, ofrece interés para el estudio del mestizaje. Mas, igual
mente presenta dificultades de imprecisión por la naturaleza dinámica,

incierta, de muchos planteamientos.


Hay que advertir igualmente un entretejido de protestas, de ilu
siones, de riesgos, que integran la de la
Emancipación y que irre-
era

nunciablemente está vinculado con todo problema que se considere en

esos años germinales de la autonomía


política del Perú.
El mestizaje que consideramos en este trabajo no es sólo el racial y
biológico; hay un propósito mayor que encara toda manifestación que de
manera genérica entendemos como
mestizaje espiritual (*)•
Fuentes. —
Como bien se sabe no disponemos de ningún estudio que
contemple problema el del
mestizaje en la Independencia. No obstante
hay documentos muy valiosos y diversas monografías que de alguna ma
nera atienden el tema que nos preocupa.
En primer término, en el orden de los documentos contemporáneos
1. No se oculta la objeción de antropólogos y de diversos
especialistas que
niegan la existencia del mestizaje espiritual. Sin embargo, fuera de un problema
de lenguaje, lo que queremos decir es que existe no sólo el hombre
mestizo, sino
aptitudes que son igualmente mestizas, es decir fruto de la mezcla entre lo incaico
lo español, lo negro, u otros factores. Realidades espirituales y sociales que no
son simplemente la transformación de lo incaico, de lo español o de lo
negro
sino que representan la formación de un ente nuevo creado por los elementos oue'
originaron el mestizaje.
Como una referencia de interés presentamos la reflexión de José Uriel
García
autor conocedor del problema indígena y que en su libro el
Indio
cuzqueno,
"Nuevo
, poco apreciado entre nosotros, y que es de verdad la exaltación del mes
tizaje, expresa lo siguiente sobre mestizaje espiritual:
"No nos referimos precisamente al medtizo
fisiológico, sino al mestizo espiri
tual. Por que lo de menos es la cuestión
sanguínea para todo aquello que se
reliere al espíritu y no sea mero asunto de
cruzamiento de sementales. El hom
bre, mas que un reproductor, es una conciencia que al mezclarse
se acrecienta
en su fuerza creadora
El español que liga su corazón a la tierra y se hace in
diano en un amestizado, como el indio
que fuga del "inkario" y «"-epia el nuevo
acepta ei
sentido del mundo, es también amestizado"

mana.' S^Sü) VTlT ^ ^^ ^^ S°bre la sie™ «»P-


164 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

a la
Independencia, hay que citar los textos capitales de los precursores:
Viscardo y Guzmán, Tupac Amaru, el Mercurio Peruano, Hipólito
Unanue, Manuel Lorenzo Vidaurre, Baquíjano y Carrillo y otros más.
Igualmente, es muy valioso el testimonio de los viajeros, no sólo para
el aspecto del mestizaje biológico sino para reflexiones de verdad inte
resantes que tienen relación con las costumbres y el ambiente.

El testimonio de los Precursores vale fundamentalmente para el


mestizaje biológico y sobre todo para el análisis de como ellos entienden
la historia y la personalidad del Perú.

También atañen al tema los estudios generales de interpretación dei


Perú. Víctor Andrés Belaúnde (2), Jorge Basadre (3), José Uriel Gar
cía (4), José de la Riva Agüero (5) .

Fuera de los estudios clásicos de Ángel Rosenblat (°), y Paul Ri-


vet (7), hay José Varallanos (8) y Raúl Rivera Serna (9).
que mencionar a

El primero tiene planteamientos de verdad sugestivos y el segundo, con


valiosos documentos, subraya la importante participación del indio en
la guerra de la Independencia. Es el libro de Rivera una interesante

respuesta a esa tan frecuente afirmación que quiere ver al indio aparte,
distante de toda actitud cercana a la emancipación.
Es obvio indicar que los estudios de Ricardo Konetzke (10) y los
documentos publicados por él tienen un valor imponderable para nuestro
análisis .

Demografía. —
Sólo afirmamos el progresivo aumento de mestizos en

los censos nuestros, y la voluntad de perfeccionar la integración (u).

"Es pertinente un texto de Juan Comas: (12) No parece nece


sario hacer un análisis crítico ni negativo de estas dos posicio
nes extremas, tan falsa y errónea una como la otra. Quizá
pudiéramos aceptar que ambas tienen un contenido "político-
filosófico", pero sin la menor realidad: los hechos muestran

2. Víctor Andrés Belaúnde. Peruanidad. Lima, 1957.


3. Jorge Basadre. La experiencia histórica peruana. En Revista Histórica,
T. XIX. Lima, 1952. pág. 18-28. Hay ediciones posteriores.
4. Ob. cit.
5. José de la Riva Agüero. Afirmación del Perú. 2 ts. Lima, 1960.
6. Ángel Rosenblat. La población mestiza y el mestizaje en América. I vol.
La población indígena 1492-1950. 2 vol. El mestizaje y las castas coloniales.
Buenos Aires, 1954.
7 Paul Rivet. et Georges de Créqui-Montf ort Bibliographie des langues
.

et Kicua. Vol. I (1540-1875). París, 1951.


aymará
8. José Varallanos. El Cholo y el Perú. Introducción al estudio psicoló
Buenos Aires, 1962.
gico de un hombre y un pueblo mestizo y su estilo cultural.
9. Raúl Rivera Serna. Los guerrilleros del Centro en la emancipación pe
ruana. Lima, 1958. .

10. Ricardo Konetzke. Colección de Documentos para la Historia de la for


mación social de Hispanoamérica. 1493-1810.
11. Rosenblat, ob. cit. t., I, p. 159-160. "antes la mayoría era indígena;
hoy es blanca y mestiza". _ _

12 Juan Comas. Indigenismo, Antropología e integración nacional. Ln Le


tras, nos. 70-71, 1963, p. 56.
NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 165

que en países convivimos grupos étnicos que llamamos


nuestros

"europeos" y otros de tipo aborigen, indígena. Y como es


utópico soñar con la eliminación física, radical, de uno y otro
sector de población, no queda otra posibilidad que aceptar que
la base de la integración nacional ha de ser la fusión biológica
y cultural de los diversos grupos humanos que viven dentro
de las fronteras de un país".

Situación Legal. —

Aquí consideramos al mestizo biológico, nó al


mestizo espiritual.
Hay evidentemente una tendencia en el tiempo precursor, vale decir
en los últimos veinte años del s. XVIII y en los primeros del s. XIX
que incorpora con mayor énfasis al mestizo a la vida social, sin restric
ción legal de tipo alguno.
Hay una declaración que tiene innegable valor de tesis. Es la con

sulta sobre matrimonios que publica Ricardo Konetzke: "Que los mes

tizos que acrediten ser hijos legítimos de español e india natos, pueden
alternar y obtener todas las dignidades empleos y destinos que gozan y
pueden ejercer los europeos y americanos" (13). Se subraya la tesis clá
sica del mestizaje: el de español y de india,
hijo en matrimonio legítimo,
no es inferior a otro tipo de hombre.

En la vida de la Iglesia el mestizo puede llegar al sacerdocio y se le


considera en situación de paridad con el criollo (14). Hay incertidumbre.
no obstante lo dicho, por la educación, ambiente y por el origen legítimo
del aspirante.
La creación del Colegio para Nobles Americanos, en Granada es

motivo de una cordial nota que publica el Mercurio Peruano y que re


dacta José Baquíjano y Carrillo. En dicha nota se señala el fin de la
rivalidad entre americanos y españoles y el sentido de unidad que ganará
el Imperio (15) .

El Artículo segundo del reglamento del citado Colegio


contempla el
ingreso de mestizos é indios nobles para seguir los estudios (18).
En el orden legal, dentro del casuismo de la
legislación indiana, más
evidente en los tiempos perplejos la
cercanos a
Independencia, la tesis
clara es la eliminación de restricciones legales y el progresivo ingreso del
mestizo a un nivel superior en la vida social.

13. Madrid, Julio de 1806. Ricardo Konetzke. Colección de Documentos de


Historia Social, Madrid, 1962. vol. III, p. 828. La información se la debemos a
Carlos Deustua.
14. Rubén Vargas Ugarte S.J. Historia de la Igesia en el Perú

t II
(1570-1640). Burgos, 1959. p. 213-217. El Breve Pontificio de 25 de Enero
de 1576 permite la ordenación de mestizos
y criollos. Esta norma gana progre
sivamente vigencia general. Ley 7, tit. 7, lib. I. autoriza la ordenación con ca
pertmentes- Konetzke> ob- cit- P- 822. En esta colección
báleos hay otros textos
15. En Mercurio Peruano, N<? 173, 30. VIII.
1792 n
P' 284 285
^4"285-
16. Ibid. m 172, 26. VIII. 1792, p. 271-272.
166 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

El Nuevo Tipo de Hombre. —


Bien conocemos la luminosa expresión
de Ortega y Gasset cuando dice que el modo nuevo de ser hombre es en

toda colonización principio


un de disociación y
separatismo (17). Ahora
bien, esteplanteamiento de Ortega puede aplicarse a la colonización
nuestra y ver en ella como germina un nuevo ejemplar de hombre, un
estilo, que no es simplemente el cambio o la alteración de un modo de
lo incaico o de lo español, sino que se alumbra una actitud humana dis
tinta de la exclusiva índole española o del solo genio incaico; es el prin
cipio del linaje espiritual mestizo.
En este tema es bello el testimonio de Manuel Lorenzo Vidaurre en

su "memorial" sobre la pacificación de la América Meridional, de 1817.


El texto es de verdad docente:

"No es hoy tiempo de Huayna-


el Americano, lo que era en

Capac, y Montezuma. No el indio


tímido, ignorante, super-
es

ticioso al que hoy se va á sujetar. No es aquel que creía al


hombre, y al caballo un solo sujeto, rayo al Arcabuz, y al
Artillero el arbitro del trueno. No el imbécil que
proponía
es

una dirigida flecha


mal a la espada, y a la bala.
la lanza, a

El Americano hoy es el español mismo, sabe que si sus fuerzas


naturales son algo menores que las de Europa, las armas de
fuego igualan la robustez y á la debilidad cuando no es ésta
absoluta. Tiene Artillería la mas excelente y puede fundir
cuanto quiera en pocos meses. Nuestros cañones son tan bue

nos, ó mejores que los de Europa. Ya se hacen fusiles, se


funden los morteros en regla, y las excelentes maderas dan
cureñas, cajas incorruptibles. Enseñan los emigrados de
y
Europa la táctica antigua, y moderna. Corren las obras mi
litares por todos los Reynos, y se estudian en ellas con continua
dedicación. Son las tropas de líneas de Buenos-Ayres capa
ces de entrar en competencia con las que vencieron en Aus-

terliz. Decía mi bien Chatan en Inglaterra: en el momento

que el americano sepa forjar un clavo, las Américas son per


didas para nosotros. Asi debió raciocinar siguiendo los prin

cipios de los defensores de la guerra. No es posible que la

Europa domine en la América, si se quiere usar de la fuerza,


en el momento que ella se penetre de lo que puede, y lo que

vale. Es muy fácil dominarla, si se le dirige y gobierna de


modo, que halle su mayor felicidad en la administración
Europea. Este ha sido mi sistema". (18) .

17. José Ortega y Gasset. El hombre americano. En la Ideología de la


Emancipación Hispano-Americana. Selección de textos por José A. de la Puente
Candamo. Publicaciones del Instituto Riva Agüero, Lima, 1958. p. 9.
18. Manuel Lorenzo Vidaurre. Memorial sobre la pacificación de la América
Meridional. En Boletín del Museo Bolivariano. Año I, N* 13, p. 15.
NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 167

"El soldado de España muere; pero dejando cuando menos dos hijos
en las mujeres del País. Estos mismos entre veinte años son otros tan
tos militares contra la Patria de su padre." (19).
Una aseveración de nuestro siglo, de José Uriel García, ya mencio
nado, entrega reflexiones valiosas sobre la transformación del indio y del
español, sobre la nueva creación.

"El indio, a su vez, al tomar del conquistador sus ideas, su


técnica, su ciencia y al penetrar en el panorama modificado
forma otra tradición e inicia una nueva vida histórica. Tran
sita por el espacio andino renovado como un emigrante. El
forzoso apeadero en ese su caminar es el pueblo mestizo" (20).

"El inmigrante español que penetra en los Andes con ánimo


de fijarse para siempre ya "extranjero",
no es un por que pierde
su ligamen patrio y se arranca el nexo con su historia."

"En las tierras cuya conquista le costó su audacia, su heroís


mo, sus dolores y su victoria, por fin, se establece y en ellas
liga su afecto y empieza para él su nueva historia" (21).

Entre nosotros aun no se ha estudiado el mestizaje en los campos


concretos de las costumbres y de la vida social. Sólo hay algunas in
vestigaciones iniciales que ya señalan el rumbo para futuros trabajos so
bre el mestizaje en la comida, en el vestido, en las
diversiones, en las
costumbres (22).
Composición Social. Hay en textos de la Independencia varias

menciones a la composición social. Está en ellos clarísima la variedad


de nuestra organización social, la existencia de diversos
grupos. Apare
ce igualmente la relación
y las evoluciones entre esos grupos; de igual
modo se halla un optimismo angustioso —
no es contradictorio ante
la visión del riesgo que se vivirá luego, cuando se gane la Independen
cia. La cuestión que recoge las preocupaciones la
es siguiente: ¿Cómo
se va a mantener unida la variedad social que integra el Perú después
de derrotar a los españoles?.
Sánchez Carrión, que no niega los graves problemas que tendrá que
afrontar la República, que él imagina con ilusión, dice: "Con alguna di
ferencia, tendréis unas mismas costumbres, unas mismas habitudes, unos
mismos principios políticos" (23) .

19. Ibid. p. 17.


20. Ob. cit. p. 310.
21. Ibid. p. 110.
22. Entre otros, puede citarse el
trabajo de Carmen Villanueva sobre el mes
tizaje en la comida, en el Mercurio Peruano.
7 BaSadre en los textos citados ^brayan el tono del
mest?zolaUnde hombre peruano-
23. Carta del Solitario de Sayán. En Boletín del Museo
Bolivariano, p. 45.
168 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Frente al aliento de unidad que Sánchez Carrión cultiva con espe


ranza, Manuel Pardo Rivadeneira, años antes, Regente de la Audiencia
del Cuzco en los días de la revolución de Pumacahua dice en la famosa
memoria sobre los antecedentes y desarrollo de la revolución: "Todos los
quehayan vivido algún tiempo en las Américas habrán advertido el odio
que en general abrigaban en su corazón los criollos españoles contra los
europeos y su gobierno, disminuyéndose mucho entre los negros é indios
que se puede decir con verdad que éstos mas aborrecen aquéllos sin que
se opongan a esta aserción el auxilio que una y otra casta les ha prestado
en estas turbaciones, pues la impunidad con que corría el robo, el saqueo,
el asesinato y toda especie de desorden los hacía acomodarse a sus ideas,
y alistarse gustoso de sus banderas" (24) Imagen eventualmente pesi
.

mista, en relación con un hecho concreto que muestra unilateralmente


las ciertas rivalidades sociales.
Años mas tarde, ya en pleno tiempo de los libertadores, Benito Lazo
señala la variedad social que nos lleva según él a la disolución: "La di

versidad de castas de que abunda es una especie de gangrena que pre

para la disolución, siempre que desde el principio no se sepa neutralizar


la ignorancia e ideas groseras de las unas, los falsos conocimientos de
las otras, y los intereses encontrados de todas" (25) .

En 1827, José María de Pando, quiere imaginar un momento de op


timismo cuando en el ambiente inicial de nuestra vida soberana se gana
con pausa la unidad social del Perú (2e) .

Sobre este tema de lacomposición social que es muy sugestivo lo


dejamos especialmente para la última referencia, no obstante pertenecer
al siglo XVIII, el juicio que se desprende de Juan Pablo Viscardo y
Guzmán. Reconoce la unidad social peruana y es interesante advertir
como distingue al criollo del español. Semejantes en ubicación social,
en cultura, en aptitudes, se les distingue por el origen "al de aquí"
y al
extranjero. (27) .

. . .
Respecto a los indios, es necesario observar que su odio
estaba dirigido principalmente contra los españoles europeos,
los cuales tenían el poder de oprimirlos. Por esto los indios
sólo los llamaban con los nombres de Aucga, Guampo, es decir
enemigo, extranjero.

24. En la célebre memoria del regente de la Audiencia del Cuzco, Sr. Ma


nuel Pardo y Rivadeneira, sobre los antecedentes y desarrollo de la Revolución de
1814. Boletín del Museo Bolivariano, Año II, N<? 16, p. 293.
25. La famosa exposición de don Benito Lazo en pro de permanencia de
Bolívar en el Perú. En Boletín del Museo Bolivariano, Año I, N1? 3, pág. 50-51.
26. Manifiesto que presenta a la nación sobre su conducta pública José Ma
ría de Pando. En Boletín del Museo Bolivariano, Año I, N« 9 y 10, p. 345.
27. César Pacheco Vélez. Un valioso antecedente de la "Carta" de Viscardo
y Guzmán. En la Causa de la Emancipación del Perú. Testimonios de la época
precursora 1780-1820. Instituto Riva Agüero, 1960, p. 120-121.
NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 169

. . . Los criollos, lejos de ser aborrecidos, eran respetados, y


por muchos hasta amados; los indios les llamaban viracocha,
nombre de un inca suyo. Nacidos en medio de indios, lac-
tados por sus mujeres, hablando su lengua, habituados a sus

costumbres y naturalizados al suelo por la estancia de dos


siglos y y convertidos casi en un mismo pueblo, los
medio,
criollos, repito, por lo general no tenían sobre los indios sino
una influencia benéfica. . . .

. . . No quisiera que V S . .
figurase que estas clases actúan
se

separadamente, antes bien que se imaginase conmigo que ta

les clases forman un todo político, en el cual los criollos, por

las razones arriba expresadas, ocupan el primer lugar, las razas


mestizas el segundo y el último los indios. . . .

El hecho real del mestizaje biológico, la verdad de la intercomu


nicación entre grupos sociales, la verdad del mestizaje espiritual,
ningu
na de estas afirmaciones niega, tampoco la niega la cita de
Viscardo, las
expresiones de Pardo, de Lazo, y de Pando, solamente que añadir hay
a esa variedad, a esa heterogeneidad sobre el fondo común del mesti
zaje, la voluntad de un estilo unitario que llegará cuando el mestizaje
adquiera lozana madurez.
La Independencia del Perú no es el fruto
apacible de una comuni
dad social unitaria; ésta sería una imagen ingenua y antihistórica del
Perú. La Emancipación es el fruto duro, angustioso, de una conciencia
peruana que se manifiesta en diversos estratos sociales, que como viven,
antes se dice, tropiezos y dificultades. Hay sí queel subrayar como
destino social del Perú está en la confirmación de la vocación mestiza.
El Resentimiento. —

Merece una brevísima reflexión este tema, esta


noción y sentimiento, que forma parte intransferible de
la idea y de la
actitud precursoras.
El resentimiento es un hecho;
importa vivamente conocer suorigen.
Podemos señalar dos planos. Uno inmediato, en errores del
gobierno,
en injusticias, en malas

con
aplicaciones de normas si legales. Otro, se quiere!
una procedencia, un origen más largo y profundo: el hombre ame
ricano, el peruano en concreto, vive resentido porque no gobierna lo
suyo, porque sabe
siente de aquí, por reconocerse enraizado
se se
en "lo
nuestro", y fruto "de lo nuestro", y el mayor dolor viene
para él, no
del mal gobierno, sino del gobierno en
manos no son que las de los
peruanos. Este sería el origen profundo del resentimiento que llega a
la Independencia. Es pues, una prueba implícita de una noción
perua
na, de una vivencia peruana.
170 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Como una breve confirmación de esta tesis y de esa solidaridad


entre los que han nacido en nuestra tierra
grata y de evidente belleza
es

la visión que ofrece Tupac Amaru cuando en una de sus proclamas dice
que son paisanos el indio, el mulato, el criollo, el mestizo, que todos
son gente peruana que él contrapone a la que no ha nacido aquí, a la

gente europea (28) .

. .
.Aquellas medidas que han sido conducentes para el amparo,
protección y conservación de los españoles criollos, de los mes
tizos, zambos e indios, y su tranquilidad, por ser todos pai
sanos y compatriotas, como nacidos en nuestras tierras, y de

un mismo origen de los naturales y de haber padecido todos


igualmente dichas opresiones y tiranías de los europeos. . . .

... Y además personas hayan contraído amis


distinguidas que
tad con la Gente Peruana distinguida empresa
concurran en la
que hago favorable al bien común de este Reyno por constar
me las ostilidades (sic) y vejámenes que se experimenta de
toda Gente Europea.

En conciencia de gente, peruana,


esa en ese saberse gente peruana,
vive sin duda alguna la noción mestiza.

El Indio y ¡a Independencia. —

Hay un prejuicio que vive aun entre


ambientes cultos: el indio, encuéntrase aparte de la Independencia o es

su adversario.Con espíritu crítico y método histórico debe considerarse


la ubicación geográfica de las tropas virreinales, la vacilación e incerti-
dumbre que caracteriza al tiempo precursor, distinguir los varios factores
del ambiente, no confundir corto nivel intelectual con la estirpe misma,
evitar por último, generalizaciones que presenten al indio como ajeno
a los ideales peruanistas de la época.

Como todos los peruanos, como todos los grupos sociales de la


época, el indio en su limitado nivel intelectual que no quiere decir in
capacidad, sino mostrar un hecho, vive en su propio carácter el tema
de la Independencia. No como un mestizo de Arequipa o como un crio
llo de Lima, pero sí dentro de su ambiente, en la conspiración, en la
guerrilla, en el ejército revolucionario, en el ejército del Rey, vive como
todos los hombres de la época el carácter de duda personal de la Eman

cipación. No se le puede exigir la expresión y el tono de hombres de


otros medios. No hay que olvidar, sólo como una memoria rápida, las

conspiraciones y revoluciones en la sierra del Perú, con caudillos indios


o mestizos preponderantemente indios, y ejércitos del mismo modo, los

28. Textos de Tupac Amaru, 23 de diciembre y 16 de Noviembre de 1780.


En Bolestao Lewin. La rebelión de Tupac Amaru y los orígenes de la Emancipa
ción Americana. Buenos Aires. (1957). p. 403.
NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 171

reclutados en el ambiente popular de esas regiones; movimientos refor


mistas separatistas
o quieren vivir
que dan testimonio del cambio que
en el
Perú; Tupac Amaru, Pumacahua, Huamanga, Huánuco, el Cuzco,
son nombres y recuerdos que no
pueden omitirse.
La marcha de la primera Expedición de Arenales a la sierra es uno
de los testimonios mejores de esa actitud que Riva Agüero define como

"predicación armada" en el ejército de San Martín. La población en


su ambiente y ánimo generales ve con
simpatía la presencia militar y
puede decir en voz alta lo que antes retiene en su intimidad.
Una prueba valiosa del Coronel argentino José Segundo Roca, que
con gracia y nobleza, relata la marcha de la Expedición e ingreso a unos
pueblos serranos (29).
. . . "La ruta de la división era sobre la cordillera de Huanca-
velica, á donde el general había despachado con anticipación
un itinerario de las jornadas, conducido por un comisionado
patriota, activo y enérgico, con un pasaporte é instrucciones,
en que se ordenaba á los alcaldes de distrito, que en cada jor
nada de las demarcadas reuniesen las
se reses y leña suficiente
para la mantención de la tropa; y en honor de la justicia y
del patriotismo de los habitantes de esa ruta, y de las demás
que recorrió la división Arenales, en esa época, me es satisfac
torio declarar, que no solo no tuvo el comisionado la necesi
dad de compeler a ninguno en este ramo, sino que por el con

trario, los indios, las indias y todos los habitantes venían a

ofrecer espontáneamente, sus vaquitas,


ovejas, papas, queso y
cuanto tenían para mantención de nuestros soldados:
y hay
que advertir, que algunas de estas ofrendas y
demostraciones,
las traían a cuestas habitantes de
muy largas distancias, sa
ludando a nuestros soldados con las
palabras de patríanos,
patriarcas, que sin duda creían sinónimos de patriotas:
y cuan
do nos acercábamos a pueblos
grandes situados en eminencias
elevadas que no era fácil llegar a nuestro
camino, se conten
taban con saludarnos al
paso desde la cumbre de sus elevados
cerros, con canciones tradicionales en
sus
quichua, cantadas
en coro por centenares de voces al son de sus flautas
tam y
boriles, que eran contestadas de nuestra parte batiendo al
aire nuestros pañuelos: estas
manifestaciones de los peruanos
que conocidamente eran producidas
por la sinceridad de un
sentimiento patriótico, entusiasmaban el
ánimo de nuestros
soldados, demostrándoles la grandeza del
pensamiento del ge
neral .

nerafArenlrria^Sriel £t l^Xríu/* *£?*? ^^ del *-


Buenos Aires
1866. p. 27-28
por el Coronel Argénteo
^oronel Argentino £
non José
Don
-

q
°
pn},hc*do
Segundo Roca.
en la Revista de

Buenos Aires,
172 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Raúl Rivera Serna en su valioso estudio sobre las guerrillas en la


sierra del centro defiende también la postura de la participación activa
del hombre serrano en la lucha por nuestra soberanía política.
Hay fragmentos que debemos meditar. De Arenales, en sus Memo
rias, que transcribe Rivera Serna:

"Toda la población de Yauyos respondió a este llamamiento


tan a deveras, que cuando el presumido La Serna penetró por
allí, ya estaban retirados los víveres y forrajes, las casas aban
donadas y solitarias, los caminos cortados en todos los puntos
estrechos indispensables. Las familias con sus ganados y
e

útiles habían emigrado a las más retiradas alturas toda la


gente de pelea (hasta los muchachos) dividida en trozos, ocu
paba los picos dominantes de los desfiladeros, convirtiéndolos,
en inexpugnables castillos..." (30).

De una carta del Subdelegado de Jauja, que hizo Jurar la Indepen


dencia, al Presidente de Tarma, Francisco de Paula Otero:

"Efectivamente me han dado mil gustos todos ellos, pues solo


el manejo de armas les falta sobrándoles el patriotismo para
sacrificar sus vidas y Haciendas en Defensa de la Patria, y
de su suelo" (31).

Dentro del tono entusiasta de los debates en la Sociedad Patriótica,


Manuel Pérez de Tudela defiende la postura del hombre de la sierra y
presenta su conducta como una lucha permanente contra el hombre es

pañol.

"No: jamás indígena será un obstáculo para la elección de


el
un sabio y paternal. Patriota por naturaleza ha pro
gobierno
curado siempre, aunque con mal suceso, recobrar la antigua
independencia del Perú. Con su continua agitación ha com
probado, que el pueblo conquistado permanece siempre en re
volución. En desgracia ha conservado su idioma, sus usos,
un odio eterno al nombre español, el llanto y traje lúgubre
por la pérdida de su libertad" (32) .

30. Ob. cit. p. 30-31.


31. Ibid., p. 28.
Rivera Serna reproduce los Decretos de San Martín a favor de los pueblos
del Centro, por su patriotismo, p. 152-153.
32. Memoria en pro de la adopción del sistema republicano, leída en la So
ciedad Patriótica de Lima, en la sesión del 8 de Mayo de 1822. Por el Dr. Ma
nuel Pérez de Tudela.
NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 173

La exaltación entusiasta de Vidaurre expresa,

"¡Cuánto se engaña el que adelanta proposiciones sin expe


riencia !
En la guerra actual se ha visto que los indios son los mejores
soldados; sobrios, fuertes e inamovibles. Jamás vuelven la
espalda ni temen la muerte" (33) .

Otro tema valioso vinculado con la actitud del indio dentro del ejér
cito del rey es el tema de los desertores. Materia ésta aún no investiga
da de manera exhaustiva si se advierten múltiples referencias en textos

españoles como Pezuela, García Campa, Torrente, Ramírez etc.


El diario de Pezuela fuente valiosísima para conocer la opi
(34) es

nión del virrey sobre actitud de los indios. Menciona la incertidumbre


en pueblos de indios, habla de los desertores; la deserción "continua e

inextinguible" (35) .

Hay otra cita enfática correspondiente al 13 de Noviembre


aun mas

de 1818: "Los buenos


apáticos, la opinión de los cholos é indios es
son

pecialmente, no es favorable al rey".


En otro texto dice así: "Esta provincia de Huamanga
siempre fué
de las mas infidentes e insubordinadas del virreinato"
(30) .

Sobre Andahuaylas y Aymaraes hay otra cita, "fueron


siempre dos
partidos fuertes por su numerosa mestizada y los mas señalados de ambas
provincias por su disposición a la revolución o por tener entre ellos mas
número de seductores que otros, por lo que era necesidad sofocar inme
diatamente aquel fuego revolucionario" (37).
Esta breve presentación de algunas fichas sólo
pretende decir que
el tema de la Independencia lo vive el hombre indio de nuestra
serra
nía, de la misma manera dentro de su idiosincrasia y carácter que

el hombre peruano de otras regiones.


Con rigor científico no se puede sostener
que el indio sea ajeno a
la Independencia o contrario a la
misma; tampoco que sea el dirigente
o que no se consignara gran número de ellos con el ejército del Rey y
gran número, igualmente, con la Patria.
No es cierta la imagen clasista de la
Independencia. Hombres de
diversas clases sociales están con el
Rey, unos, otros, con la Patria. Hay
variedad en la actitud, como expresa Basadre:

33. El magistrado Manuel Lorenzo de Vidaurre


y su "Plan del Perú" nnr
poi
B. Gonzalos Arrili.
Memoria de
En Boletín del Mugeo
Año Bol¡varianoy /^^l £eru
„,. ,3.4- Gobierno del Virrey Joaquín de la Pezuela Sevilla 1947

^é&J^Jg"*1" CaSad° y GUmerm° L°hmann


Vinena^^'verJId
35. Ibid.
págs. 89, 369, 418, 808, 809
36. Ibid. p. 671.
37. Ibid. págs. 365, 367.
174 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

"En la guerra de la Independencia, si bien muchos indios com


batieron en el bando patriota con fervor consciente (indio fue
el mártir José Olaya) otros fueron reclutados por la fuerza; y
hubo muchos que se convirtieron en admirables soldados del
ejército realista, cuyo venero de hombres y recursos estuvo en

la sierra" (38).

La Evocación Incaica. —
Esta es materia de verdad valiosa y que
invita a reflexionar.
El tema incaico de diversa manera está presente en los años de la

Independencia. Nombres de Incas; recuerdos del hecho militar y polí


tico de la Conquista; memorias sobre las virtudes de trabajo y discipli
na del hombre incaico; varias, las imágenes de ese tiempo.

Los Comentarios Reales del Inca Garcilaso tienen en su lectura

peruanista de siempre especial entonación que la Corona


un sabor con

la entiende en algún caso peligrosa o subversiva. San Martín por su


lado ve con entusiasmo la posible reedición del texto (39).
Condorcanqui, con su nombre Tupac Amaru, quiere representar
también un recuerdo de las cosas incaicas. No se puede desconocer una
gravitación histórica inmediata, no borrosa, ni lejana, del Cuzco.
En coplas, en versos variados se halla también la mención al tema
incaico. Se habla del usurpador español, se habla de San Martín como
del restaurador. Hay un tono de revancha que aparece clarísimo y que
persigue presentar la guerra de la Independencia como la respuesta que
recibe el español a la conquista política del siglo XVI.
La evocación incaica, en fin, que recoge Olmedo en el canto a Junín
tiene siempre un semejante espíritu común. Exaltar las glorias antiguas
del incario como peruanas y la unitaria continuidad de nuestra
glorias
vida; fortalecer el ataque a los españoles con el recuerdo de la derrota
del imperio en el siglo XVI. Crear, en fin, con esas remembranzas un

espíritu más directo en la lucha contra los españoles. Todo esto es ver

dad, presencia
mas, esta de lo incaicoEmancipación
en el tiempo de la

no es de modo alguno negación de la obra creadora social y espiritual


realizada en común por el hombre incaico y el hombre español y fuente
de nuestra nacionalidad.
Se evoca lo incaico como un apoyo de inspiraciones para fortalecer
el ánimo guerrero, mas nó como una voluntad de restauración del antiguo

Imperio del Cuzco.


Mostramos algunos fragmentos de versos de la época en los cuales
se dibuja la presencia incaica dentro de los tonos que hemos comentado.

38. Jorge Basadre. Historia de la República del Perú. Lima, 1961. t. I9,
p. 189.
No que olvidar la nota íntima, personal, de la Independencia.
hay
39. Entre las numerosas fuentes:
Aurelio Miró Quesada Sosa. El Inca Garcilaso. Madrid, 1948.
NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 175

En la conocida "Lima Libre":

Tú, de un gran imperio


Que España usurpó,
Eres sin disputa,
El restaurador.

Que trescientos años,


Tirana rigió
El más grande imperio
Que ilumina el Sol. (40).

A las referencias anteriores a San Martín y a la guerra se añade una

simpática "Representación de América, al Divino tribunal", en la cual


se registra orgullo por la riqueza americana y la imagen del Inca.

Yo soy la parte mayor


del gran globo de la tierra:

De cascarilla, y cacao,
inundo a toda la tierra,

Mi último Rey Atahualpa,


eterna su sangredeja, (41).

La marcha patriótica del Perú Independiente (42) ; contestación de


los hijos del Sol la sombra de
a
Atahualpa (43) ; "Proclama de Huáscar
Inca en prisión" (44), el conocido "un brindis de chicha": "el inca
su

la usaba su regia mesa" (43), "el


en
pronóstico de Viracocha o embaja
da de éste príncipe al Inca su padre"
(4G), son expresión varia de la vi-
40. En colección de algunas
poesías publicadas desde la entrada del ejér
cito libertador en la Ciudad de los Libres.
Número I, Lima, 1822, por D Manuel
del Rio p. 3 . .

41. Ibid. p. 4, 5.
42. Ibid. p. 7.
43. Ibid. p. 24-26.
44. Ibid. p. 47-50.
45. Ibid. p. 69.
46. Ibid. p. 77-80.
176 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

gencia en tono revolucionario


y polémico de las memorias incaicas dentro
de la forma literaria occidental
que le concede aliento mestizo al testi
monio .

La grandeza se anida en sus pechos:


A su marcha todo hacen temblar
Se conmueven del Inca las tumbas,
Y en huesos revive el ardor,
sus
(47).

En la marcha patriótica:

Todo aquesto destruye el esfuerzo


del soberbio tirano español,
y los hijos del Inca lloraban
como si hijos no fueran del Sol: (48).

El Pensamiento de los Libertadores. —


La legislación en el tiempo
de los libertadores, mantiene un espíritu de evidente protección al indí
gena y un afán de exaltación de la libertad de la persona (49).
No se puede hablar en este tiempo de notas capitales sobre el pro
ceso del mestizaje.
Es si interesante advertir el diverso caso de San Martín y de Bolí
var. En éste bien se conoce su fervorosa exaltación del ser mestizo ame

ricano, distinto del hombre europeo.


San Martín, formado en un ambiente en el cual el mestizaje no

tiene el carácter que en otras regiones de América, no ofrece testimonio


decisivo sobre el tema (50).

47. Ibid. p. 41.


48. Ibid. p. 59-61.
48. Muy útiles las recopilaciones de Oviedo y Quirós y las que se refieren
únicamente al tiempo de Bolívar. La tesis es: mayor libertad para el indio y ma
yor respeto.
Juan José Vega. La Emancipación frente al indio peruano. Lima, 1958.
50. Conocemos bien el valor de la Carta de Jamaica para descubrir el pen
samiento de Bolívar en materia social.
El valioso estudio: Martha Hildebrandt. La Lengua de Bolívar. I Léxico.
(Caracas 1961), muestra el contacto del Libertador con nuestro mundo mestizo
al incorporar a su vocabulario diversos peruanismos.
Las proclamas de San Martín y de Bolívar ofrecen caminos atractivos para
los temas que ahora trabajamos.
El debate entre monárquicos y republicanos en el tiempo de San Martín es
conveniente para atender al estado social del Perú.
El texto de Bernardo Monteagudo,
Memoria sobre los principios políticos que seguí en la administración del Perú
y acontecimientos posteriores a mi separación. En Documentos del Archivo de San
Martín. Buenos Aires, 1911, t. XII, págs. 17-62 (hay otras ediciones) es fuente
_

necesaria para considerar el tema que nos ocupa.


Un fragmento de su concepción autoritaria es un testimonio de la
época.
. "Las mutuas relaciones que existen entre las varias clases que for
. .

man la sociedad del Perú, tocan el máximun de la contradicción con los


principios democráticos. La diversidad de condiciones y multitud de
NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 177

Los Símbolos Nacionales. —


El escudo nuestro, el Himno Nacional,
son testimonios mestizos en la estructura técnica, en la lengua, en la

inspiración que exclusivamente española o únicamente incaica.


no es

Lo incaico está presente en los versos de nuestro Himno, en varios


de ellos, expresados en lengua española.
En el Escudo, al lado del árbol de la quina, está la estructura he

ráldica europea.
Tema de gran trascenden
Visión Mestiza de la Historia del Perú. —

cia para considerar la imagen del Perú que vive en el espíritu de los
creadores de la República. ¿Cómo ven al Perú?
Sólo un testimonio, el capital, en esta breve ponencia de insinua
ción de problemas vinculados con el mestizaje en la época de la Eman
cipación. El Mercurio Peruano ofrece una muestra singular. Para los
hombres que editan desde 1791 hasta 1795 el papel periódico más im
portante del Perú en el siglo XVIII, nuestra comunidad entiende como
recuerdo suyo, como continuidad unitaria, no sólo el ambiente virreinal
inmediato sino reconoce al recuerdo de la época pr e-hispánica parte in
tegrante del Perú.
Los hombres del Mercurio que se forman en el mundo intelectual
del virreinato entienden que la realidad existente en nuestro territorio
antes de la llegada de los españoles pertenece también a nuestra memo
ria y a nuestro cariño. No hay dos comunidades, no hay dos ambientes
contradictorios, hay unidad sólida que en ideas pequeñas y mayores crea
a la nación peruana.
El artículo antológico Idea General del Perú, publicado en el primer
número del Mercurio Peruano, el 2 de Enero de 1791, es una muestra
clarísima de esa visión larga, arcaica del Perú, "este país que habitamos".
Nutridos son los artículos del Mercurio Peruano dedicados al tema
pre-incaico. Ahora dentro del carácter introductorio de esta ponencia
vale mención especial el trabajo de Hipólito Unanue sobre los monu
mentos del antiguo Perú, remoto antecedente de nuestra arqueología cien
tífica (51).

castas, la fuerte aversión que se profesan unas á otras, el carácter


diametralmente opuesto de cada una de ellas, en fin, la diferencia
en las ideas, en los usos, en las
costumbres, en las necesidades, y en
los medios de satisfacerlas; presentan un cuadro de
antipatías é inte
reses encontrados, que amenazan la existencia
social, si un gobierno
sabio y vigoroso no previene su influjo. Este es peligro
tanto hoy
mas grave, cuanto más han relajado los miramientos
se
y habitudes
que servían de freno á
las animosidades recíprocas: ellas eran más
vehementes y funestas a proporción qué se
generalicen las ideas de
mocráticas, y los mismos que ahora las fomentan, serán acaso sus
primeras victimas." p 31
... . .

general de los monumentos del antiguo Perú e introducción a su


* a-1' ¿dea
estudio.

En el Mercurio Peruano, N*
22, 17 de Marzo de 1791. Otras referencias
interesantes sobre tema pre-hispánico: Discurso
sobre la falsa religiosa y costum

^mbLerdr?791.de l0S ^ ^ ^^ En MerCUrÍ° **«2?N? &, TlTe


Rasgos remitidos por la sociedad poética sobre la música en general y par-
178 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Riquísimo es el venero en otras fichas que pueden añadirse como


expresión del interés del Mercurio Peruano por el tema incaico.
Esta visión unitaria de la Historia del Perú no
dice que el hombre
criollo y mestizo viera al indio
siempre en un alto nivel o le reconociera

virtudes extraordinarias .

Afirma que entiende loincaico, que entiende al indio como parte del
Perú. Que lo imagina ajeno. No hay pues ninguna afirmación de
no

valor sino el reconocimiento de un hecho.


No es pues hipérbole alguna, tampoco deformación de
términos, de
cir que los hombres del Mercurio, los representativos de la generación
precursora creenen un Perú unido en la continuidad de la vida mestiza

forjadora de nuestro estilo nacional.


El Perú por su vocación que lo define y que se alumbra en la co

lonización (52), gana la Independencia, vence al temor, y con dignidad


mira adelante. La Emancipación no es regresiva, no es la restauración
del Imperio Incaico, sino la afirmación de la soberanía política de una
nación que mestiza, que tiene y
es
que vive un estilo mestizo en sus

múltiples expresiones humanas (53).

ticularmente de los Yaravíes. En Mercurio Peruano, N" 101, 22 de Diciembre de


1791. Sobre el mismo tema hay referencias en los números 106 y 108.
El Arlüculo sobre Geografía Física del Perú, N<? 105, 5 de Enero de 1792,
atiende a los monumentos del tiempo de los incas etc.
52. Sobré el sentido creador, incaico y español, de la colonización, además
de los textos concidos de Belaúnde, Riva- Agüero y Basadre, es importante el pre
sente fragmento de Uriel García en su Nuevo Indio.
"La Conquista. —
Uno de los aspectos de nuestra historia que ha sido mal
juzgado hasta hoy es el que se refiere a la conquista de América. Y ese mal
entendido ha generado criterios de estimación exaltados, unas veces depresivos,

otras —
sobre la época del dominio español, llámase coloniaje o virreinato, que
deforman su realidad íntima y acarrean lamentables confusiones. La opinión más
corriente es de que la época colonial fué obra exclusiva de España. Sobre esta
base, unos prorrumpen en líricas declamaciones sobre la "madre España", crea
dora de los pueblos americanos, como si el Continente, en el momento en que fue
descubierto, hubiera sido una selva virgen donde Europa prolongó su historia,
como quien amplía su domicilio; mientras otros,
siempre poseídos del mismo error,
se desatan en invectivas contra el conquistador a quien lo toman como a un bár

baro destructor de los monumentos autóctonos, como si la conquista hubiera sido


una expedición de arqueólogos y de incanistas, considerándolo por tanto como a
un elemento intruso cuya tiránica
impertinencia de tres siglos feneció en la epo
peya libertadora que devolvió a los pueblos indígenas aquella misma autonomía
del incanato y de las demás culturas precolombinas, como si el incanato y sus
similares hubieran sido algo así como esos muelles de acero que recuperan su
elasticidad en cuanto se retira la presión que los oprime. Quitado el peso de
encima el muelle sigue funcionando. Y el extremo ingenuo, de última hora, de
esta apreciación va más allá todavía, en creer que la cultura colonial es obra
exclusiva del indio-incaico".
"Sin embargo, la realidad es otra".
"Más que un acontecimiento político económico, que ensancha los dominios
españoles, acrecienta los tesoros reales y amplía el escenario geográfico donde se
desenvuelve un episodio de su historia, o todavía mas que ese criterio >tan estre
cho que considera la conquista como la redención de la barbarie por la civiliza
ción —
desde el punto de vista europeo, que es la perspectiva corriente en que se
colocan nuestros críticos viene a ser una tragedia espiritual que conmueve así

,

a los invasores como a los conquistados si nos colocamos en un punto de



NOTAS PARA EL ESTUDIO DEL MESTIZAJE 179

visita esencialmente americano y mas certero. Porque de ese brusco encuentro


de dos culturas diametralmente opuestas, nuestra historia se deslizó por otros
rumbos y adquirió una nueva personalidad. Sin que esto confirme la opinión
contrapuesta de que el coloniaje es el "inkario sin el inka" .

ob. cit. p. (95)-96.


53. Rivet, ob. cit. Fichas valiosas de texítos revolucionarios en versión que
chua o bilingüe.
Proclama de Castelli; 5. II. 1811, p. 235-238. Acta de Independencia (Con
greso de Tucumán), p. 263-272. Proclama de O'Higgins a los indios del antiguo
Imperio de los Incas, p. 275-277. Proclama de San Martín a los indios de Perú,
1819, p. 278. El Congreso Constituyente a los indios del Perú, 1822, p. 285-287.
Igualmente, proclama de Canterac, p. 282-284.
Estudio muy valioso para conocer el proceso de la idea de "Patria" durante
la época de la Independencia, y para considerar, igualmente, el tema
ya mencio
nado de la presencia de los recuerdos incaicos: Jorge Basadre. Historia de la
Historia de "Patria" en la emancipación del Perú. En Mercurio Peruano. Se
tiembre de 1954, N1? 330. p. 645 -686.
Para asuntos generales: Jean Descola. La vida cotidiana en el Perú en tiem
po de los españoles. 1710-1820. (Buenos Aires, 1964).
Hay que recordar el carácter incompleto y de planteamientos básicos de esta
ponencia .
El descontento social y los mestizos
a comienzos del
siglo XVÍI
Por Pedro Rodríguez Crespo

La documentación oficial nos habla a menudo del


peligro que sig
nificaban los españoles vagabundos,
mestizos, mulatos, zambaigos y ne
gros libres en la sociedad colonial. Motines, asonadas se y protestas
explican en el testimonio de las autoridades como obra de "soldados y
gente perdida", sin asiento ni profesión. En la presente ponencia estu
diaremos estos hechos, circunscritos a los primeros años del
siglo XVII,
teniendo en cuenta principalmente los papeles del Virrey Marqués de
Montesclaros (1607-1615) .

1. Recurramos en primer lugar a la historia legal. Una cédula


real de 26 de mayo de 1609 presentaba el problema: "Cosa sabida
nos

es la mucha gente española que hay en esas provincias, asi de la que


de acá va de ordinario, como de criollos nacidos allá; y también se tiene
entendido que con ser mucha desta gente humilde y pobre, no se inclina
a trabajar en las labores del campo, minas ni otras granjerias ni a servir
a otros españoles, y lo tienen por menos valer, de que resulta haber tan
ta gente perdida y ociosa.. ." (*) Lo que la política social de la Corona

pretendía era establecer a españoles, criollos y mestizos en el lugar que


de acuerdo a un criterio estamental les correspondería en la sociedad es

pañola. ¿Por qué no servían a los españoles de los grupos superiores?


Para el pensamiento social de la época el trabajo en labores públicas,
en el campo o en las minas no era cosa vil en los
pobres. ¿Si los indios
con ser vasallos libres están obligados al trabajo por que no los espa

ñoles, criollos o mestizos?. Por eso en la cédula de la misma fecha so

bre los servicios personales de los indios se recomendaba a los virreyes


de Méjico "...vezinos y moradores así estraños como natu
y el Perú:
rales de condición servil iréis reduciendo al trabajo y la ocupación de

1. Real cédula al virrey del Perú. Aranjuez, 26 de mayo de 1609. A.G.I.


Lima, 571, lib. 17, fo. 16. Pub. Richard Konetzke Colección de documentos para
la historia de la formación social de Hispanoamérica. 1493-1810. Madrid, 1958.
Vol. II, t. 1, p. 153 y s.
EL DESCONTENTO SOCIAL Y LOS MESTIZOS DEL SIGLO XVII 181

las minas y otras labores sin hacer distinción de indios, españoles, ne


gros y mestizos y las demás naciones, porque todas conviene que se va
yan introduciendo en esos ejercicios, como se ha hecho en las demás

repúblicas del mundo, a que tienen tanta aberración, unos por flojedad
y otros porque desdeñan el trabajo como si fuese cosa vil, no advirtien
do que la ociosidad en la gente vagamunda esdigna de ser reputada por
infamia" (2). Era pues la formación de un proletariado de trabajadores
libres formado por indios, españoles, mestizos y otras castas, lo que no

pudo cumplirse por las peculiaridades de la estructuración social.


Creemos que suficientes los textos legales comentados mas arri
son

ba para entender la manera como se quería corregir la existencia dé

grupos antisociales que no se integraban en la sociedad.


2 . Para el
Marqués de Montesclaros no se podía formar ese pro
letariado de españoles, mestizos e indios por la intervención de dos fac
tores. En primer lugar, una reducida población española repartida en

pocos pueblos y en segundo lugar, la existencia de una masa de traba


jadores indígenas que permitió a los españoles desde los primeros años
de la colonización una vida relativamente fácil. En una carta al rey
leemos: "Lo demás que se pretende de inclinarlos al
trabajo bien se co
noce el gran fructo que tendría
pero supuesto que la grosedad que estos
reinos tuvieron en sus principios i la abundancia de indios
jornaleros
ávidos i estimados como sujetos a condición seruil alentó los ánimos de
los españoles y puso las cosas en el peligroso estado
que oy tiene i que
aunque la decaida de aquella primera obra a sido grande con todo eso

queda lo que basta para que este continente de tierra se cuente por aven
tajado en riqueza a los demás no hay pensar que lo que se a pervertido
y estragado en ochenta i mas años que an corrido desde su conquista se
a de poner en razón i remediarse sensiblemente.. ."
(3).
Desde los principios de la colonización se escuchan voces re
que
comiendan normar el paso al Nuevo Mundo dando licencia a gente de
dicada a oficios mecánicos, Los ecos llegan al siglo XVII y los encon
tramos en las opiniones de Montesclaros, El marqués recomendaba que
la Casa de la Contratación diese licencias con el compromiso del ejerci
cio de oficio y que las autoridades americanas velasen
un
por su cum
plimiento a través de rígidas ordenanzas; porque de otra manera en
llegando al Perú todos se ponen Don i se llaman soldados i pretenso-
res" (4).

del Peru' AranJ«ez, 26 de


Ti™ \i-
Lima ^ il
571, hb. 17.
17 ,
f?l
rirZy
1. Copia en A.G.I. Lima, 21. Pub.
mayo de 1609. A.G I

Estudies m the admimstration of the Indians in Lesley Byrd Simpson


New Spain. Berkelev 1938 Ihe'
roamericana n* 13, p. 129 yss. En
Vof ífe
"

Konetzke, Documentos, II, t 1 pp


dCl Mar<,UéS dC Montesc,aros al R^- ^
A.GJ.
4.
£mTC3h6°
Doc. cit,
3 de abril de 1611.

en nota 3.
182 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

En la historia
legal se observa que las disposiciones reales al hablar
de reducciones, tributos o servicio personal, se considera a los mestizos
junto a los mulatos, zambaigos y negros libres. Asociación que se repite
a menudo y que merece alguna
explicación. ¿Todos los mestizos? po
demos preguntar; los textos legales no distinguen. Por ello desde el si
glo XVI los mestizos descendientes de conquistadores o de la nobleza
incaica, reaccionan con memoriales y hasta con levantamientos contra
la posibilidad de servir a los españoles, aprender oficios, cultivar la tie
rra, etc. (5).
Montesclaros señalaba como la simple enumeración de mestizos,
mulatos, zambaigos y negros libres no reconocía la singularidad de los
primeros, especialmente cuando se trataba de reducirlos o imponerles
tributo. "... Lo que desde luego parece intratable es entremeter los
mestizos con los demás porque esta suerte de hombres esta ya muy mez
clada con la nobleza asi por la falta que al principio auia de mujeres
castellanas como por el poco recato que an tenido en casarse después
acá unos con otros pareciéndoles que ay pocos actos de honrra en que
estén declaradamente inabiles los mestizos i que al fin es raza que sale
a pocas generaciones i esto a causado el ser tan poco conocidos muchos
dellos que seria ofensible mouer la
platica" (6). Desde luego el virrey
se refería a los primeros mestizos y su descendencia, muchos de ellos
miembros de la aristocracia de la tierra. No eran pues estos mestizos
a los que aludía la legislación cuando se trataba de reducciones o tri
butos. La condición social del mestizosiglo el
corresponde
en XVII no

al simple mestizaje biológico si es que éste no se ve acompañado de


otras notas como origen ilegítimo, baja condición de los padres, oficio

vil, etc.

3. presentará cuando mestizos, criollos y


El descontento social se

españoles aventureros no acepten cumplir con el rol que se le asigna en


una sociedad mas o menos definida, quedando como grupos marginales

de soldados, vagabundos, como los testimonios de la época los bautizaron.

Traigamos a colación algunos datos sobre motines y conspiraciones,


en los años que estudiamos, que sirvan para completar lo que hasta aquí

hemos visto. En los días celebratorios de la exequias de la reina Mar


garita de Austria (1612) corrió por Lima el rumor de un levantamiento
de negros. Sea porque los recelos tenían algún fundamento o porque
ellos mismos los alentaban, los negros dieron muestras de inquietud. Al

gunos de ellos fueron presos, sometidos a tormento y enviados a galeras.

5. En el motín de mestizos de 1567 encontramos protestas de este tipo.


Cuando llegan reales cédulas al Cusco ordenando el trabajo servil de los mestizos,
se atribuye a uno de los cabecillas, Pedro del Barco la airada protesta: "Aunque

el Presidente de Lima me de a mi cinco mil pesos, no le serviré de maestre sala,


porque pienso antes de dos años tener un repartimiento de veinte mil pesos de
renta", Héctor López Martínez. Un motín de mestizos en el Perú (1567). En:
Revista de Indias. Madrid, julio- diciembre de 1964. nos. 97-98, pp. 367-381.
6. De Montesclaros al Rey. Lima 8 de abril de 1611. A.G.I. Lima, 36.
EL DESCONTENTO SOCIAL Y LOS MESTIZOS DEL SIGLO
XVII 183

El temor que suscitaba la gran población negra de las grandes ciudades


se repetirá en varias oportunidades (7); recordemos que el Príncipe
de
de las ocho de la
Esquilache ordenó que ningún negro saliese después
noche so pena de 100 azotes y que una compañía del Callao hiciese ron

da en Lima, cuidase las casas reales, los navios, etc. (8).


Coincidente con lo anterior, en esos mismos días se descubría en

Potosí una conspiración (9). Dando noticia del asunto el virrey escribía
a la Corona: "Concertáronse algunos hombres sueltos de Extremadura,

que acá llaman soldados hasta en cantidad de 60 ó 70" (10). El plan


consistía en dar muerte en Charcas al Presidente don Diego de Portugal
y a los miembros de la Audiencia, en Potosí, al corregidor Ortíz de
Sotomayor, a los oficiales reales y a los vecinos mas importantes. Se
saquearía la Real Caja. En el camino de Arica matarían a los arrieros
que llevaban la plata de la Corona y de particulares y capturarían el
galeón que esperaba en aquel puerto. Para atraer a negros e indios es
taba convenido en pregonar libertad en los negros y abolición de tributos
y mitas en los indios y en el cumplimiento de estas últimas
promesas
se pensaba incendiar los ingenios de Potosí. En la información que se
abrió en Charcas se decía que la intención de los complotados era "alzar
bandera y apellidar libertad y ser señores de la tierra, gobernar y man
"
darle (n).
El descabellado plan desbaratado por delación, como la
mayoría de
las conspiraciones, estaba dirigido por Alonso Yañez, de
hijo mulata, se
gún el testimonio de las autoridades altoperuanas. De los otros com
prometidos no tenemos datos. Su ínfima condición está certificada en
la calificación de don Diego de
Portugal como "cuatro o cinco soldados
sueltos, pobres y perdidos, sin género de armas prevención ni cabeza y
que la noche que los prendieron los hallaron con tanta miseria
que es
taban acostados en el suelo con unas frazadas" (12) . Todo terminó con
el ajusticiamiento de cinco cabecillas
y el envío a galeras de otros.
En emPadronamiento de la población limeña realizado en 1614 entre
, -3." ,el,
los 26, 441 habitantes se censaron a 9,630
españoles, 10,386 negros, 192 mestizos
hispano-indio, 744 mulatos y 1978 indios. Utilizando testimonios notariales
siásticos un notario de la Audiencia
ecle
Arzobispal recogía los siguientes datos sobre
entierros en los anos 1608-1610, en los distritos de
San Marcelo San Sebastián y Santa Ana.
la Catedral, las
E resultado fué el siguiente 761 es-
de parroquias
panoles, 1620 negros, 36 mestizos, 138 mulatos y 356 indios. Se sobreentiende que
d6 l0S CenSad°S C°m°
f^tf esPanole* «ran mestizos, lo mismo **"•«*"*
censados como negros, qeu serían mulatos o pasar los
con ios Lcon
zambos.
8 Carta Real al virrey del Perú.
Madrid, 17 de marzo de 1619 A O T T i
ma 571, lib. 18, fol 100-109. Se dice al Príncipe que estos "auxüos
y dernostra-
nre¿,rmP1? rTHa descrédit° ^ desautoridad de la
que faltando las dhas prevenciones se atrevan con mas
justicia, se da
"
para osS
libertad
de la PazES SieTomxVII
g hLi™° 1961,
1e|SdÍad° ?^lber,to
PP" 35'42,
*'
Cresp°- Historia de
la qUe re^imos
,a Ciudad
Wormacton *
para una mayor

10. De Montesclaros al Rey. Lima 8 de abril de


1613. AGÍ Lima 36 "

11. Crespo. Ob. cit, p. 38. '

** *"**'** * ^''
LimaWCha?ceasd°19DÍee° Pot°SÍ' 2S de febrero de 1613 A.G.I.
184 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

4. Al margen de los sucesos encontramos la reflexión de Montes -

claros: "El suceso abre mucho los ojos para el desvelo de lo porve
nir" (13). Reparaba agudamente en que los alzamientos del siglo ante
rior habían tenido por caudillos a hombres principales, ricos y arraiga
dos, lo que no había sucedido en el complot de Alonso Yañez. Sin duda
tendría en cuenta los levantamientos de Gonzalo Pizarro, Hernández
Girón y otros hechos de menor repercusión como por ejemplo el motín
de mestizos de 1567. Si reparamos en él, vemos que los cabecillas de es
te movimiento eran gente de calidad, acaudalados e hijosdalgos, como

por ejemplo Juan de Maldonado, hijo de Diego Maldonado el Rico, con

quistador y encomendero (14).


Ahora, a comienzos del siglo siguiente, observaba Montesclaros que
empezaban alzar el cuello, "gente suelta en voz de provincia sin ca
a

beza sin obligaciones ni raices que sólo cargaban el discurso en el aco


metimiento de la traición y el primer hecho tenían por bastante triunfo
sin prevenir salida o esperando que el tiempo y ocasión de semejante
exceso la diese como ellos mismos respondían cuando se les preguntaban
como pensaban durar y mantenerse en la rebelión..." (15).
5. En cierta manera los primeros mestizos y
descendientes ya sus
-

aquietados, dejaban el paso a una nueva generación de mestizos en las


muestras de descontento. Aunque debemos hacer la salvedad que los
descendientes de los conquistadores, criollos y mestizos, si bien no en
cabezaron levantamientos o conspiraran como el grupo de soldados de
Potosí, seguirán haciéndose notar en las protestas contra las autoridades

españolas o contra determinada política lesiva a sus intereses. Recorde


mos el sermón de Fray Buenaventura de Salinas en 1635, en el Cusco.
Mas allá de la prédica lascasiana a favor de los indios encontramos la
denuncia de gobierno tiránico, "que emprestillaba el reino" en bene
un

ficio de lospeninsulares y la protesta por la postergación de los "bene


méritos", los descendientes de los primeros colonizadores, como lo era
el mismo Fray Buenaventura (ie).

13.Doc. cit. en nota 10.


14.Junto al citado Maldonado se puede mencionar a Gonzalo de Torres, hijo
del general Pedro de Hinojosa, a Hernán González hijo de Hernández Girón, Don
Carlos Inca, hijo del Inca Paullu, etc. Vid. López Martínez. Ob. cit.
15. Doc. cit. en nota 10.
16. Información de las palabras que predicó el Padre Fray Buenaventura por
otro nombre Fray Sancho de Salinas contra el Rey Nuestro Señor que Dios pros
años. A.G.I. Lima, 305. 138 folios.
pere y guarde por muchos Medina en la
Biblioteca Hispanoamericana, Santiago, 1900, t. II, pp. 407-8, publicó la denuncia
del arzobispo Fray Alonso de Vera que encabeza la información, no así el cuerpo
de la Información con las declaraciones de los testigos. No creemos inoportuno
recoger aquí dos declaraciones:
El Presbítero Francisco Chirinos declaró que después del sermón le dijo a

Fray Buenaventura: "...y en mi tierra no bajara tan airoso vuestra paternidad


del pulpito y esto lo dijo por ser este tedtigo natural de Chuquisaca, a lo cual
respondió el dicho padre, pues no es verdad lo que dije vuestra merced, no es hijo
EL DESCONTENTO SOCIAL Y LOS MESTIZOS DEL SIGLO XVII 185

también de conquistadores, mire lo que le han dado, que se esta muriendo de


hambre ..."

Don Diego Delgadillo Villalobos, natural de Huamanga, residente en el Cusco
declara que "...llegando a este testigo don Alonso Gutiérrez de Mendoza, alcalde
ordinario de esta ciudad, bajando el testigo con el padre Gerónimo de Castro por
la escalera de claustro de la compañía de Jesús de esta dicha ciudad
y dichole
que si había oído los sermones del dicho Fray Buenaventura los miércoles de cua
resma de este año y
respondidole que si, le dijo a este testigo que fuese a declarar
en abono del dicho
padre fray Buenaventura porque estaban empeñados todos los
caballeros de sacar en hombros al dicho padre y hacer su causa . ".
. .
Carácter mestizo de la institución
de la moneda en el Perú colonial
Por Manuel Moreyra Paz-Soldán

Entre las instituciones que importó España suelo de América, po


a

cas alcanzan un mestizaje mayor que la Moneda, es decir, la economía


basada ella, utilizando, por lo tanto, un producto intermediario para
en

la operación del trueque entre mercaderías y servicios. Es sabido, que la


civilización autóctona precolombina

no llegó a descubrir el uso de

la moneda. En Méjico, se sabe, hubo atisbos pero en su faz embrio


naria, pese a disponer de una abundante producción de los metales ricos:
oro y plata, ambos, no fueron utilizados para la función monetaria, tan
adaptables por su naturaleza y sus incuestionables ventajas, al poseer,

valor concentrado en poco peso, maleabilidad, escasez y duración prác


ticamente indefinida.
La economía monetaria la importaron, evidentemente los Conquis
tadores. En Europa, las relaciones socio-económicas, se fundaban en el
uso de la moneda. El trueque simple, existía en comarcas atrasadas, pero,
en los centros de importancia, era apenas un simple recuerdo. La mo
neda fue el medio imprescindible de toda transacción; tal concepto go
zaba de arraigo de siglos. De ahí, que para los españoles recién llega
dos fuese idea normativa en cualquier transacción. Claro está, que en
los días iniciales de la Colonización, no hubo posibilidad de llevarla a
cabo, faltaban la técnica y los medios materiales, pero, al encontrar
abundancia de metales ricos, la aplicación de la moneda tomó cuerpo
y de inmediato se la utilizó para su fundamental servicio "medida de
valores y medio de cambio". Como las circunstancias eran difíciles, no

pudieron valerse del complejo sistema de la acuñación elaborada —


se

recurrid) —

sustituyéndola, con un módulo más primitivo: el de los sim


ples tejos y barretones los cuales, fundidos, ostentaban el sello de su
valor a tono con el grado de fineza; se le conocía por el método de las
puntas. Los fundidores, validos de punzones, hacían conocer la fineza
o aleación del metal, quedaba indeleblemente así marcada, como señal
y fe del ensayamiento o análisis químico.
CARÁCTER MESTIZO DE LA MONEDA 187

válido y legal
El sistema monetario de la España de fines del
— —

los Católicos con sus célebres


siglo XV es el que implantaron Reyes
pragmáticas dictadas en Medina del Campo el 13 de junio de 1497. Se
formularon luego de maduro examen de la realidad y mercados de Euro

pa. De conformidad con los informes y técnicos de los esclarecidos


Monarcas, se procedió, a construir un nuevo sistema, basado en la unidad
italiana del Ducado, al cual se denominó en la península con el nombre
de Excelente de Granada, dándoseles las mismas características del Du
cado veneciano, troquelándolos en el oro con el precio de 375 maravedises
y en la
plata, siguió con el tradicional Real, con un valor de 34 mvs.
se

precio éste, que durará por siglos. El sistema monetario, que se dictó
en Medina del Campo, era el
vigente, cuando se descubre el Continente
americano y se inician las colonizaciones.
Corridas las primeras décadas, de conquistas y asentamientos en el
solar indiano, no hubo factibilidad, ni se produjo utilización de la mo

neda en su forma perfecta, es decir, la de troquelación bajo un patrón


unitario; por tal motivo, en todas las Indias Occidentales incluyendo —

al Perú —

, surge un tipo de moneda propia. El concepto teórico de mo

neda es genérico y prevalece, idea


informante, pero, en
como o canon

cuanto a su realización concreta, a su particularidad,


adquiere faz dis
tinta en todo el continente. Su corporeidad es otra, es un ser diríamos —

bastardo que si procede de viejos moldes, también incluyen nuevos,


de ahí que tome todas las características que se


producen en los proce
sos generacionales del
mestizaje. Aparece la sustitución de bastantes
elementos europeos, por otros americanos, que afloran, ya de la
geogra
fía, de los recursos materiales y también, de las prácticas mineras abo
rígenes, que gozaban de indiscutible adelanto. En este caso, es patente,
lo que etnológicamente se denomina
aculturación, fenómeno en virtud
del cual, dos culturas en contacto, producen otras modalidades
distantes
de las que les dieron origen.
Este cambio, engloba al
mestizaje muy
análogo, al biológico, ya que aparece la fusión de elementos primarios
con los gérmenes sustitutivos. En la moneda que en las insurge Indias,
como en no pocas otras instituciones, se fragua el ser mestizo, que si
acarrea una raíz antigua, derivada, ancestral, produce otra con fisono
mía, y rasgos peculiares y genuinos.
Este proceso de mestizaje, del sistema monetario español, recreado
en América, impronta individualizada, lo he descrito en su
con
largo
trayecto histórico, en trabajo que publiqué en el año de 1941
y bajo el
título de: "El Circulante durante la
Conquista e Iniciación del Virrei
nato". En él tracé el historial de la moneda
en el Perú desde su
inicia
ción, hasta la apertura de la Casa de la
Moneda en Lima, realizada du
rante el gobierno de
Lope García de Castro (1564-1569)
y en el año de
568. Este penodo abarca más de
tres décadas contadas a
1533. Le di comienzo en esa
partir de
fecha, porque desde el punto de vista mo-
188 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

netario, el célebre Rescate de Atahualpa y el reparto de aquel tesoro,


verificado Cajamarca, constituyen
en en verdad
un solo hecho y de enor

me importancia, por cuanto de él arranca la vida monetaria en nuestro

territorio. Desde un ángulo más extenso, últimamente se ha editado en


español, el trabajo, que el historiador americano S. K. Lothrop escribió
sobre este tema y bajo el título "Inca Treasure as despleted by Spanish
Historian" (Los Angeles 1938) Analiza esa monografía el singular pro
.

blema, visto con verdadera amplitud y riqueza de información, mas no


lo trata desde el miraje monetario. A la metalurgia aborigen, le con

sagra páginas ciertamente útiles.


En la gesta invasora de la Conquista salvo hechos aislados no — —

puede decirse que, en su economía incipiente, exista un engarce, cuyo


pivote central de relaciones vitales, se anude y mida en función del di
nero. Mas, desde que los metales finos se inyectan en avalancha, tras
el Rescate, la vida toma un cariz muy diverso, amplificado y con reper
cusiones profundas. Primero, en el ambiente conmovido del grupo de

españoles recién llegados y luego, cuando los metales alcanzan y se ex


panden desde las costas hispánicas a otros centros europeos. En el
Perú, el Rescate proporcionó el primer elemento físico de la moneda;
está ahí la materia constitutiva; mas, la forma no surge intempestiva
mente. Ella tiene dos orígenes, uno lejano, el de Castilla y otro real
mente inmediato, el oriundo y nacido en América.

El circulante peculiar, el
engendra en Indias, tiene una preñez
que se

paulatina, de desdibujados para luego irlos formando más


contornos

precisos. Su gestación, en vastas comarcas, pobladas por razas bár


baras y teniendo tan solo pequeños núcleos de población civilizada, fue
difícil y laboriosa. En evolución paulatina, llegan a cristalizar unidades
determinadas y típicamente regionales. En un tratamiento de permuta

y cambio, a base de monedas de cuenta, aparecen unidades teóricas, las


que se relacionan con el elemento intermediario el cual, en realidad, fue

tan sólo un lingote de metal fundido, el que además iba marcado. Su


uso ordinario caracteriza a la época y es la expresión monetaria tangible,
hasta que, van apareciendo las casas de acuñación. El proceso tiene una

duración de cuarenta años en el Continente y fue el que antecedió al

Perú, ya que país era tan sólo un mito para el conocimiento


nuestro

geográfico. Corresponde a la vida económica asentada en las islas del


Caribe y costas aledañas exploradas en el Continente, antes de que Fran
cisco Pizarro desembarcara en Tumbes. La vida de tal período, debe de
mirársele como el antecedente inmediato, en lo que concierne a nuestra

moneda colonial.
primeros castellanos se asientan en La Española (Isla de Santo
Los
Domingo). Es aquel suelo el verdadero centro de irradiación de toda la
obra de conquista y descubrimiento. En los primeros lustros del siglo

XVI, hacia tales costas fluyen centenas de aventureros. En 1504, cuenta


CARÁCTER MESTIZO DE LA MONEDA 189

ya, con quince aldeas habitadas por peninsulares. Los lavaderos, cons

tituyen primordial objetivo. Con la llegada de Bobadilla


su como go —

bernador tales empeños adquieren mayor empuje, a causa de que él


los liberó del cobro del impuesto real. Mas, tan sólo a partir de 1504,
es cuando se instaura el impuesto del "Quinto" de lo extraído, pero, al

mismo tiempo, se dio libertad en el laboreo de las minas, libertad que se

suprimió en 1501, a mérito de la Cédula de Fernando e Isabel. El Quinto


se ratifica de nuevo en 1526, pero en este ordenamiento, se incluyen para
el trabajo minero, amplitud y licencia mayores.
A base del oro en plaza, el comercio de la Española se estimula.
Los lavaderos de mayor fama fueron los del Cibao y los situados en San
Cristóbal, descubiertos en 1495, pero en 1520, la producción aurífera ya
se ha reducido enormemente, tanto, que la Corona se ve obligada a re

bajar la regalía del Quinto al Diezmo. En los orígenes del trato comer
cial llevado a cabo en la Española y por la escasez del numerario se ve

rificaban casi todas las operaciones al crédito. Los ajustes o pagos te


nían lugar en las Casas de Fundición y en las épocas cuando el metal
noble se reducía a barras; las fundiciones se hacían cuatro veces al año.
La época de fundición tomó aspecto parecido a las ferias de Castilla, por
ser ese momento, el ajuste de las transacciones verificadas anteriormente
y como ya hemos dicho —
al crédito. Allí se cancelaban las cuentas y
eran únicamente los saldos los que
se pagaban en una forma similar a

las modernas Cámaras de Compensación. Las unidades que cita el Cro


nista Mayor, Antonio de Herrera en sus Décadas, son el Ducado y el
Castellano y éste último, principalmente, pero como unidad de cuenta.
Recordemos que, era un cincuentavo de marco media libra que in
o
(el
trodujo en España Alfonso XI) y le dieron el mismo valor del Peso de
Oro.

Queda así establecido, que fue el Castellano o denominado Peso de


Oro, la unidad fundamental monetaria usada en el Continente durante
las primeras décadas de su vida y que, además, como hubo gran escasez
de circulante, se impuso por necesidad el crédito, vale decir, el pago di
ferido hasta el término o época de las fundiciones. Hasta 1530, el oro

prevaleció como el metal popular, la plata se hallaba escasa y en las


transacciones —

ya como ha referido
crédito gozó de irrestricto
se —
el
favor é indiscutible preponderancia, con
ajustes cumplidos en los mo
mentos de la fundición de los metales, vaciados en
lingotes a los que
se les medía, con el patrón del: Castellano o Peso de Oro; el cual figura
como moneda imaginaria o de cuenta. De otro lado y desde 1510, ha
llamos como moneda divisoria o auxiliar, al Real, pero estimado al pre
cio de 44 maravedises o sea con un premio del
33%, sobre su valor en
la Península. Fue un estímulo elevado con el fin de acelerar la corrien
te de los embarques del oro, hacia España.
190 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Antes de establecerse, en las Indias, Casas de Acuñación, son con

fusos y rudimentarios los medios de cambio. Existe un elemento que


los uniformiza: el Castellano, pero como unidad —

principalmente de
peso

o sea un cincuentavo de marco. En lo que se refiere a su valor,
éste es oscilante, de acuerdo con las aleaciones que no eran fijas. De
otro lado, fue tradicional en España, estimar el valor en maravedises;
mas tal patrón se vio desquiciado en América, dado que se estimó por
algunos años, con precio de
doble cifra para el Real. En América con un

44 maravedises y en España, con el tradicional de 34.


duplici Por tal

dad, unida a no existir piezas acuñadas, ser los medios de vida incipien
tes y las comunicaciones harto difíciles, es que van apareciendo diversos

pesos locales. El tratadista norteamericano C. H. Haring y tomando


como fuente los libros Mayores de los Tesoreros Reales de México, men
ciona los siguientes: Peso de Oro, el Tomín, Oro mejor que el común
con tres quilates añadidos, oro marcado, orode ley, peso de oro de ley

perfecta, oro de minas, oro de Tepuzque. Esta diversidad de nombres,

revela, proceso individualizado y laborioso en la moneda regional,


un

fomentado, claramente se advierte, por la carencia de oficinas de acu


ñación .

impone adquiere importancia in


De los tipos señalados, el que se y

discutible, es el Peso de Oro de Minas con un valor de 450 maravedises

y tallado semejanza del Castellano. Es unidad, cuyo origen legal se


a

desconoce, pero en la primera mitad del siglo XVI, ya se utiliza en todo


el Continente. Figura en los iniciales documentos que traen los Cronis
tas de Indias, cuando relatan hechos capitales de la Conquista. Y en.
el Perú, es con tal moneda de cuenta, con la que se inaugura el tráfico
dineral .

Su origen legalizado recopilaciones de leyes, parece


no se da en las

que se cristaliza por necesidades regionales y fundándose en


motivos de

comodidad en los cambios. Uno de los primeros documentos visibles

y que lo cita como unidad de cuenta, ya perfectamente fijo, lo hallamos


en el año de 1526 y en la escritura que se legalizó en Panamá, entre los
célebres conquistadores, Pizarro, Almagro y Luque. La misma unidad
es la que se emplea en los arreglos y cálculos

imaginaria y de cuenta —

de repartición de los metales oro y plata, en los años cruciales de la

Conquista. Así el Cronista Jerez afirma: "es tanto un Peso de Oro como
un Castellano y véndese comúnmente cada peso por 450 maravedises".
La cita de Francisco de Jerez, entre muchísimas, dilucida sin lugar a
dudas que el Peso de Oro ponderalmente equivale a un Castellano o sea
1/50 de marco; que era de ligazón perfectamente definida, por cuanto está

valorizado en maravedises, valoración ésta, imposible de señalar sin


ya
químico y por último, que la unidad contiene una fi
previo ensayo
neza precisa cuando se dice: "pesos de buen oro" o sea con el quilate de
ley reglamentario.
CARÁCTER MESTIZO DE LA MONEDA 191

Conocido el peso del "Castellano", veamos lo que significa la


ex

real debe
presión "pesos de buen oro". Toda unidad ya sea imaginaria o
de contener dos elementos básicos. Primero, peso fijo y luego, densidad
de riqueza o sea el monto porcentual entre el elemento metálico rico y
su liga o metal
pobre. lo hemos deducido en nuestro
Este porcentaje
trabajo antes citado a base de los datos de un documento que nos pro

porcionó el paleógrafo y erudito Dr. Rafael Loredo. Se trata de las actas


del Reparto del Cuzco, con fecha del 14 de marzo de 1534. Según el
estudio que hicimos, de los datos vistos, demostramos que, el buen oro

indicaba una riqueza de 22 y V2 kilates.


El Dr. Rafael Loredo, en su valioso libro "Los Repartos" (Lima,
1958) en la página 106 dice a la letra: "Debe anotarse en lo que a las
entregas de oro concierne que la llamada ley perfecta, era, de veintidós
y medio quilates y que las entregas se realizaban previas sencillas ope
raciones aritméticas que consistían, en multiplicar por 225 los pesos
asignados y producto
ese se dividía en seguida, por los quilates del oro
que iba a entregarse".
Utilizando otros caminos y valiéndome de los maravedises, deduje
que "los Pesos de buen oro" gozaban de una fineza de 22.^2 quilates.

(véase el folleto citado pág. 26 y 27) . La regla que indica Loredo en

su libro "Los Repartos" permite realizar la conversión de Pesos de Oro


de diferentes quilates a Pesos de Buen Oro y la operación inversa. Para
mayor claridad formulemos el siguiente ejemplo:
Supongamos que tenemos 255 pesos de 15 quilates y deseamos cono

cer a cuanto equivalen en Pesos de buen Oro.

255 x 15 =
3,825 quilates

3,825
=170 Pesos de Buen Oro.
22,5

Y la operación inversa sería:


Si tenemos 170 Pesos de Buen Oro y deseamos pagarlos en pesos de
15 quilates, la conversión sería:

170 x 22,5 =
3,825 quilates.

3,825
= 255 pesos de 15 quilates.
15

Estas fueron las operaciones corrientes, en lingotes de oro con fine


zas diversas y cuyo denominador común era el Peso de buen Oro de 450
maravedises de valor.
192 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Este Peso y el Ducado de 375 mvs. con el cual tenía relaciones có


modas y que además era la moneda básica vigente en España, cons

tituyeron las claves de enlace de regulaciones contables, entre la Metró


poli y sus Colonias. Entre los dos patrones, Ducado y Peso de Oro
existía una diferencia del 20%. Un Ducado más su 20% hacían un
Peso de Oro. Y éste, menos su sexta parte equivalía al valor del Ducado.
La indicada facilidad de relaciones, la valoración en números pre
cisos del quilate de oro, y, valer cada cinco pesos seis Ducados, fueron
los motivos que parecen más claros, para la formación de esta popular
moneda americana: el Peso de Oro o de Minas, de importancia capital
en Indias y cuyo uso se prolongó por siglos en sus diversos Virreinatos
y múltiples Capitanías.
Garcilaso de la Vega, en sus "Comentarios Reales" en el apartado
que llama Advertencias y que precede a sus numerosos capítulos, trae
este párrafo de autorizada validez: "Así mismo es de advertir, que
en mis tiempos, que fueron hasta el año de 1560, ni veinte años después,
no hubo en mi tierra moneda labrada: lugar de ella se entendían los
en

españoles en el comprar y en el vender pesando la plata y el oro por


marcos y onzas; y como en España dicen Ducados, decían en el Perú

Pesos Castellanos: cada Peso de plata o de oro, reducido a buena ley,


o

valía cuatrocientos y cincuenta maravedises. De manera que, reducidos


los Pesos a Ducados de Castilla, cada cinco pesos son seis ducados. De
cimos esto, para que no cauce confusión el contar en esta historia, por
pesos y ducados. De la cantidad del peso de la plata al peso de oro

había mucha diferencia, como en España la hay; mas el valor de todo


era uno. Al trocar del oro por la plata daban su interés del tanto por
ciento. También había interés al trocar de la plata ensayada por la pla
ta que llaman corriente, que era la por ensayar."

En otras oportunidades he estudiado el difícil "Problema del Peso


Ensayado" (Véase Actas y Trabajos del XXVII Congreso de America
nistas. Tomo II. Lima, 1939) . Al analizar el desenvolvimiento del Peso
Ensayado y sus relaciones con la plata, constatamos, cómo esta unidad
de cuenta se desprendió de contenido metálico, para ser prácticamente
su

tan sólo un símbolo de valor que se estabilizó en el precio de 450 mara


vedises. primer gobernante que impone carácter legal al Peso Ensa
El

yado o de Minas, fue, el Virrey Francisco de Toledo, en la Ordenanza


que dictó desde el Cuzco el 28 de julio de 1572, con la finalidad de me
todizar los procedimientos a los que debían ajustarse los Oficiales Rea
les de Hacienda en el manejo de los fondos que acudían a las Cajas
Reales .

Entre las muchísimas unidades monetarias empleadas en América

y concarácter mestizo, pocas alcanzaron la popularidad y extensión del


conocido Peso, como de Buen Oro o de Minas o Ensayado, unido siem
pre al precio de cuatrocientos cincuenta maravedises. El Peso Ensayado,
CARÁCTER MESTIZO DE LA MONEDA
193

fue pues, moneda netamente americana; en el Continente y durante el

Coloniaje, tuvo extraordinaria importancia, tanto, por el papel que jugó


la industria intervención, no física, sino en el
en minera, como por su

plano de unidad bursátil o de cuenta usadísima en ajustes múltiples,


contratos netamente comerciales, pago tanto de salarios como de impues
tos y valoración de la riqueza pública.
Además, —

agregaré —

que en Indias, el término Peso, no como uni


dad de gravedad, sino como símbolo de moneda, alcanzó muchos y muy
diversos nombres. Así lo enseña, con lujo de detalles, el magnífico libro
escrito por Humberto F. Burzio: "Diccionario de la Moneda Hispano-
Americana" .

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Hamilton Earl /.-Import of American
Gold and Silver 1934 -

<Vid
American Treasure and an Price
Revolution in Spain 1934
IV.— política y legislación sobre el mestizaje
1) Antecedentes españoles de algunos problemas sociales relativos
al mestizaje. Por Julio Caro Baroja.

2) En torno a la penetración mestiza en los puebos de indios, las


composiciones de tierras y los Encomenderos en el Perú en el si
glo XVII.

3) Noticias documentales acerca de la importancia política y so

cial de los mestizos peruanos fines del


a siglo XVIII. Por Ri
chard Konetzke.
Antecedentes españoles de algunos
problemas sociales relativos
al mestizaje

Por Julio Caro Baroja

Con muchos escrúpulos y una dosis regular de


miedo voy a leer
parte de los apuntes que siguen. He hallo dominado por dos conside
raciones negativas. La primera es la de mi falta de
preparación para
intervenir este
Congreso. La segunda, la de que mis ideas acerca del
en

modo de tratar temas, ya que no


iguales, similares a los que aquí se tra
tan, son más bien producto de la triste soledad que del comercio e in
tercambio de ideas. Perdonad, pues, si una voz
solitaria, acaso estriden
te, se oye hoy aquí entre voces armoniosas, o
por lo menos concertadas
entre sí.

Tal vez, sin embargo, puedan ser útiles los


datos que voy a recor
dar, para establecer matices y dar un tono de relatividad
a futuros de
bates en los que hasta ahora se ha
con usado, frecuencia, de un juego
o sistema de contrarios harto
mecánico, como el que puede constituir el
de lo español frente a lo
indígena (o el de lo europeo frente a lo ame
ricano). Yo no voy
negar que a
puede y se debe hablar de lo uno
se

y de lo otro muchos casos; pero como historiador


en

al estudio de la entraña de
social, más dado
las sociedades que al de sus
mi atención
obras, he fijado
en
sociales muy concretos
procesos
y no en las grandes
síntesis histórico-culturales o
han ocupado a cantidad de
políticas que, a fin de cuentas, son las
antropólogos, arqueólogos
qt
e historiadores en

de" 13^después
de inte ^^ venir
de que
^^ ^ "^
en este Congreso
P°C°- Te^° la ***"»
se hayan formulado va

contradictorios si se quiere,
'

fecundos pero
Carezco de autoridad para decidir
en este momento y
si la voz mestizo coyuntura
es útil desde el punto de
vista científico o no
Tampoco
198 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

voy a discutir ahora si se puede hablar en términos absolutos de mes

tizaje en campos como el artístico. Lo único que quiero hacer ver es


que problemas sociales análogos a los que en América se han englobado

bajo la etiqueta popular de problemas de "mestizaje", se plantearon en


aquella España que se considera como uno de los términos o elementos
del conflicto o problema a resolver y que ofrecen aspectos relativos a la

separación, o segregaciones o diferenciaciones que podríamos llamar ra


ciales (admitidas también todas las reservas que pueden hacer los mo
dernos especialistas a la palabra "raza"), en lo religioso, jurídico, insti
tucional y también en los usos y costumbres, artes y letras.

Es evidente que para muchos americanos lo español, así, en abs

tracto, es un término cargado de sentido. Para españoles lo


muchos

indio, o indígena, o americano, también lo está, sea el que sea el grado


de conocimiento que tengan de América o de España respectivamente;
pero claro es que lo español, visto con ojos más atentos, en sí consti

tuye un mundo, como lo constituye lo indio. Trasladándonos al siglo


XVI hemos de admitir que una cosa era, en efecto, la entidad España,
como nación, como gran monarquía imperial si ustedes quieren, y otra

las estructuras sociales incluidas en aquella enorme entidad estatal. No


podemos hablar, paralelamente, de todos los pueblos sometidos al Im
perio incaico como de pueblos homogéneos y libres de tensiones entre
sí. Ahora bien, para el historiador social son, precisamente, estas ten
siones el objeto de su interés primordial, de suerte que independiente
mente de la admiración que pueda tener por las grandes empresas rea
lizadas por los incas o por los conquistadores, por los indígenas o los ve
nidos de fuera, por los grandes y por los humildes, ha de adentrarse en
el análisis de un conjunto de juicios y de prejuicios, de leyes y de ins
tituciones que, en sí, carecen del brillo y de la seducción que presentan
otros aspectos de la vida del hombre; que son, ni más ni menos, conse
cuencia de guerras, pugnas y crisis de índole variada, a las que parece
haber estado sometido el género humano "a nativitate".

Llegaron los españoles cristianos a estas tierras y para los indígenas


(como para los historiadores de épocas posteriores) constituyeron un
grupo claramente distinguible. Pero los españoles del siglo XVI traían
tras sí muchos siglos de guerras de Reconquista; y el hecho de que sus

antepasados, desde el año 711 de J.C. al de 1492, hubieran luchado por


echar de sus viejos dominios a pueblos llegados de fuera y de lengua,

religión y civilización distintas a las suyas, les dio una rara pugnacidad,
y al fin pasaron de reconquistadores a conquistadores. Esto en un lapso

de tiempo brevísimo.
En poco tiempo también hubo de desarrollarse algo que no acierto
a definir sino usando del
viejo concepto griego de "hybris", es decir, un
sentimiento de orgullo colectivo, que si puede parecer justificado en su
origen llega a adquirir formas desmesuradas y teratológicas y que afecta
ANTECEDENTES ESPAÑOLES 199

a los individuos tanto como a las comunidades. Don Juan Valera, es

píritu clásico como pocos entre los de mi país, ya habló de este orgullo
desmesurado del español del siglo XVI. También un fraile del siglo
XVII, en cierto raro libro, discurre acerca de las cinco virtudes del espa
ñol que arruinan a España y que se vuelven contra el español, por el
carácter desmesurado que tenían. De una forma u otra, la "hybris"
ibérica produjo grandes glorias y grandes desgracias, fuera y dentro del
suelo peninsular.
Pero también se ha de aceptar que tuvo un momento de eclosión

como ahora se dice —

y que después muchos españoles han sido —


he
mos sido, creo que puedo decir personas modestas, personas sin el

sen

tido del "hybris". Del siglo XVI al siglo XIX las instituciones, los usos

y las costumbres varían tanto que sólo con grandes esfuerzos de erudi
ción se puede llegar a reconstruir algunos
aspectos de la vida social de
hace cuatrocientos años, constituida, estructurada (como también se dice
de algún tiempo a esta parte) en función de los siglos de
Reconquista y
de una recientísima unificación
monárquica. El español descubridor,
conquistador y colonizador, es hijo de aquel medio social específico, úni
co. Es producto de un Destino o "rúje" que en cada rincón
peninsular
tiene sus expresiones, a veces encontradas, porque la Historia de cada
región, con respecto a las luchas de Reconquista, fue distinta y sólo co —

mo digo el proceso de alejamiento definitivo de


aquella lucha hizo


cambiar juicios y estimaciones, leyes y costumbres.
España empezó la
conquista de América con una honda herida en lo que podemos llamar,
sin meternos honduras, materia de mestizaje y esta herida la restañó,
en

justamente, la época en que dejó de intervenir en América de


en
modo
decisivo, poco más o menos: es decir, a comienzos del siglo XIX.

I I

El punto de vista de muchos


españoles del siglo XVI, en efecto, era
diametralmente opuesto al de los del siglo
XIX, y arrancaba de' las
consideraciones que siguen:

1»)— Había en la península regiones que fueron objeto de


mayores
invasiones y dominios de pueblos
extranjeros que otras: por lo tanto,
eran menos puras de raza
que las que conservaron siempre más libertad
e independencia frente a los invasores.
2»)— El dominio de poblaciones extrañas implicó dominio de reli
giones extrañas: contrarias a la fe cristiana, católica, considerada
como
la única verdadera.

3*)— Por consiguiente, la mezcla con poblaciones extrañas tenía en


sí un peligro, no sólo en lo que se refiere al cuerpo, sino también en lo
que se refiere al alma.
200 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

En la praxis, partiendo de este punto de arranque resultaba que


había :

I9) Una parte, la septentrional de la península, en que se habían


refugiado los cristianos al tiempo de las invasiones islámicas, que era la


considerada más pura, o menos contaminada, y de la que en el siglo XVI

pretendían descender las familias o linajes nobles casi en su totalidad:


Asturias, las tierras vascónicas y pirenaicas, Galicia . . .

II9) Otra parte, la central (la constituida por Castilla la Vieja.


Castilla la Nueva y Aragón, poco más o menos), en que las familias más
poderosas se habían instalado durante un período de la Reconquista re
lativamente temprano y en las que, aunque se dieron mezclas notorias,
se reputaba que la población "cristiana vieja" era preponderante.
IIP) Los reinos del Sur, con Andalucía

como expresión mayor,


en que las poblaciones se hallaban muy mezcladas y también racialmen-
te muy estratificadas: desde los conquistadores de última hora, de gran
des familias originarias del Norte que formaban la aristocracia, hasta
los vencidos de última hora, moros en el más amplio sentido de la pa
labra, sobre todo, que formaban el elemento más abatido.
Cuando más cercana está el
Reconquista, más fuerte se
en tiempo la

plantea el problema llamémosle racial, pero consecuencias importan con

tes de tipo económico, porque la falta de pureza implicaba limitación de


acceso a cargos, oficios y honores: en Granada resulta más grave que en

Sevilla, en Sevilla más que en Toledo, Burgos, y


en Toledo más que en

en Burgos más Vizcaya; esto en


que en a los moros. lo que se refería
Con respecto a los judíos la ordenación geográfica se plantea de modo
distinto, dada su expansión más antigua, difusa y sin carácter de domi
nio político. Aludo insisto con lo que digo ahora a una fecha igual
— —

a la de descubrimientos y conquistas de estas tierras americanas: una

fecha que se puede poner entre el final del siglo XV y la mitad del XVI.
Algo después también: la cristalización de estas ideas corresponde, acaso,
al tiempo de Felipe II. Puede considerarse como un teórico con influen
cia grande, aunque no siempre reconocida en épocas posteriores, al his
toriador guipuzcoano Esteban de Garibay y Zamalloa, cronista de aquel

Rey C).
La situación con respecto a los descendientes de moros puede verse

descrita en algunos libros de historia social, como el que dediqué a "Los


moriscos del reino de Granada" (2) ; respecto con a los judíos he allega
do materiales nuevos, según creo, en otro voluminoso que pu
algunos
bliqué también no hace mucho (3). Conviene insistir, sin embargo, en

1. Véase, por ejemplo, Los XL libros/ d'el/compendio/historial/ De las Chro-


nicas y universal / Historia de todos los reynos/ de España... (Amberes 1571),
pps. 85-93 (libro IV, capítulo II-IV) para los "orígenes"'.
2. Julio Caro Baroja, Los moriscos del reino de Granada (Madrid 1957).
3. Julio Caro Baroja, Los judíos en la España moderna y contemporánea,
3 vols, con la bibliografía que se cita.
ANTECEDENTES ESPAÑOLES 201

que en cada parte de España, las cuestiones de "limpieza" o de "pureza"


dieron lugar diferentes puntos de vista y que los más afectados por
a

ellas, procuraban responder con argumentos distintos a los que usaron


los que contaban menos.

Necesario es también recalcar el hecho de que en la evaluación o de

terminación de estos "limpieza", "pureza", "raza" y


conceptos de
"casta", se principio supuestamente religioso, harto proble
parte de un

mático en verdad, según la doctrina cristiana más pura y acrisolada, pero


cuya vigencia se explica perfectamente en un país en lucha con el
Islam
durante siglos. Con arreglo a este principio la mala religión y la mala
raza van unidas de modo tan fuerte que aquellos que se convierten "nue
vamente" al Cristianismo dejan a herencia sospe
sus descendientes una

chosa desde los dos puntos de vista:son apóstatas de la fe con frecuencia

y trasmiten una especie de fermento malo o dañado generación tras gene


ración y en proporciones que se podían expresar matemáticamente y de
hecho se expresaban cuando, ejemplo, se decía de alguien
por que tenía
un "cuarto" o un "octavo" de moro o de judío.
La materialización del concepto de "limpieza" o "pureza" y de los
opuestos ("impureza" o falta de
limpieza) era absoluta. Es decir que el
cuarto o el octavo referido, u otra proporción, lo mismo le alcanzaban a
un individuo por línea paterna que
por la materna, y, además, según la
teoría de algunos tratadistas del siglo XVI, la mancha era indeleble, ge
neración tras generación, hasta la consumación de los siglos.
Mas hubo un momento, en el siglo XVII, en que las pruebas de
pu
reza produjeron tales conflictos
y tensiones entre familias, que hubo de
establecerse un tope a la averiguación de la calidad de los antepasa
dos (4).
Así como para las
poblaciones nómadas del Sahara, la noción del
linaje, considerado de modo ascendente, es decir, desde el que vive hasta
los antepasados más remotos, tiene una "utilidad"
que no tiene el li
naje descendente, o sea el que empieza con el "epónimo" o antepasado
más antiguo y llega a los modernos
(5), así, también, en la España del
siglo XVII, las pruebas de limpieza hubieron de hacerse de modo as
cendente pero parándose en un momento,
para que su utilidad no que
dara comprometida.
Para la prueba de limpieza en una generación implicaba, o una falsi
ficación de los testimonios de algún lado, o una omisión de referencias a
antecedentes más o menos conocidos.
En todo caso el problema del "origen" seguía gravitando año tras
año y aun siglo tras siglo, sobre personas conocidas, e incluso sobre linajes

tratado más sistemático acerca de estos


VcnJt' J1.
Escobar del Corro, Tractatus bipartitas de
asuntos es el de Don Juan

bhcado en
púntate et nobilitate P'uuctnua.
1632 y reimpreso en Lyon 1633. probanda .
., pu°
pu
5. Julio Caro Baroja, Estudios saharianos.
202 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

nobles o hidalgos, según la vieja doctrina de que los caracteres sociales


más importantes los dan el padre y sus ascendientes y no la madre y
los suyos. La
hidalguía venía unilinealmente ; la pureza
o impureza de

modo plurilineal.
Advierten algunos historiadores que el mestizaje en tierras conquis
tadas se produce a causa de la relación sexual, lícita o no, según las leyes,
del hombre conquistador y la mujer perteneciente a los grupos más au
tóctonos o indígenas. Puede ahora advertirse que, en España, en la crea
ción de problemas respecto al linaje, con frecuencia fueron las
mujeres
las que produjeron la llamada impureza, porque era hábito entre mag
nates (incluso Reyes), nobles, caballeros e hidalgos, tener amantes
y
concubinas pertenecientes a los pueblos oprimidos, y en casos no faltaron
uniones en las que el hombre ponía la alcurnia y la mujer, o su familia,
el dinero. En los llamados "libros verdes" y otros textos similares abun
dan referencias a esta clase de ascendencias, fuente de
"impureza". En
la Edad Media también muchos hombres fuertes, cabeza de linaje y de
bando procuraron acrecentar sus filas procurando hijos fuera del legítimo
matrimonio. Así, en el Norte, en Vizcaya, en el siglo XV, Lope García
de Salazar, que engendró cerca de cien hijos y que murió muy viejo en
el momento en que uno le tenía preso.
Con frecuencia estas vías de acre
centar los partidarios no son seguras, ni en la Europa
medieval, ni en
otros medios. Valga de todas maneras el ejemplo para hacerles ver a
ustedes que acaso haya que volver a examinar lo que se ha dicho y re

petido respecto los concubinatos de los conquistadores de Indias,


a
que
también se han considerado como algo específico de la
Conquista.

I I I

Querría ahora exponer algunos de los resultados posteriores al siglo


XVI de la doctrina de la pureza de sangre dentro de España. Situémonos
ahora en el siglo XVIII y en el Norte otra vez. Los vascos de Guipúzcoa

tenían establecidos por entonces unos estatutos de


población y de nobleza,
según los cuales no eran admitidos a vivir entre ellos "ni judíos, ni moros,
ni los que tienen alguna raza de ellos, ni mulatos, ni negros; y si algún

capitán general dice el autor a quien tomo esta referencia, que es el


Padre Larramendi coronel, intendente o algún indiano los trae acá,


a los seis meses se ve precisado a despedirlos, o


porque sabe la ley de
esta provincia, o porque se le requiere de parte de ella.
Tampoco se
permiten agotes...", añade, y a las personas que llegan de Inglaterra,
Francia, Flandes y otras naciones, tanto como a las que llegan de Cas
tilla, Navarras, Aragón, u otras partes de España, se les exigen rigu
rosas pruebas de hidalguía (6).

6. Manuel de Larramendi, Corografía o descripción general de la muy noble


y muy leal provincia de Guipúzcoa (Barcelona 1822), p. 122.
ANTECEDENTES ESPAÑOLES 203

Frente al castellano, el leonés y otros grupos étnicos peninsulares,


el vasco del XVIII procura insistir en una hidalguía colectiva, de
siglo
raza, porque todos los vascos dice el mismo Larramendi refiriéndose a

Guipúzcoa— vienen de "un origen noble y de sangre limpia de toda raza


de judíos, de moros y moriscos, de negros y mulatos, de villanos y de
incluso la sangre goda de que
pecheros" (7)- Para este jesuíta filólogo,
hacían alarde las familias más nobles deEspaña, y las de otros pueblos
más ilustres de la Antigüedad, griegos, romanos, etc., ya contenían
como

un fermento de "impureza", vinculado a idolatría, ignorancia, desórdenes

y vicios (8) .

Por paradoja se llega así a una concepción de "pueblo elegido", sin


clases, ni poderosos ni humildes: a una arcaizante concepción realista-
religiosa, como lo son otras de pueblos más afamados en el mundo an

tiguo que el de sus antepasados maternos. Dejando a los vascos y sus


peculiaridades a un lado, hay que admitir que el Norte de España, en
conjunto, seguía siendo para los genealogistas del siglo XVIII, el viejo
foco de resistencia contra los invasores sucesivos y la reserva de la "pu
reza". Mas si los asturianos, montañeses, etc., hacían gala de su ascen

dencia "gótica", cosa que resultaba chocante a muchos europeos (9), los
vascos —
como Larramendi —

gótica
juzgaban ya un que la sangre era

fermento nuevo, extraño y hasta cierto punto "impuro", dadas sus pre
tensiones de no haber sido nunca sojuzgados por gente de fuera.
Examinemos ahora una de aquellas pruebas de limpieza e hidalguía,
también del XVIII y proveniente de Asturias: la de Don Diego Fernán
dez Moratín, antepasado de los famosos literatos. En la información
hecha en Salas, al afirmarse su limpieza de sangre, se asegura que no
desciende "de los Pizarro, ni de los Colones, ni de otra familia sospecho
sa" (10). Esta extraña fórmula se repite una y otra vez en documentos
de aquella tierra y otras circunvecinas; a veces se sustituye el nombre de
Colón por el de Pinzón.
He
aquí que desde el siglo XVI nos encontramos en el Norte nuevos
problemas sociales vinculados a la noción de limpieza, que, ahora, no
se deben a la Reconquista, sino a un reflejo de la
Conquista, a la venida
a España de individuos que vivieron gran
parte de su existencia en
América, trayendo cierto tipo de servidumbre o habiéndose casado allí.
se añadedn ciertos rasgos lingüísticos
y culturales sobre los que no he de
Colón, Pinzón o Pizarro son para el hidalgüelo rural de las montañas,
símbolo de un nuevo mundo exótico: porque hay que admitir en
que
España, tanto como en Portugal, hubo muchos hombres timoratos que
consideraban las empresas marítimas y coloniales como algo que estaba

7. Larramendi, Corografía cit. p. 123. ,

8 Larramendi, Corografía cit 127


.
, p . . . . . .

9. La expresión "hacerse de los godos" ya sonaba ridicula en


tiempos de
Cervantes.
10. Emilio Cotarelo, Marte y su época (Madrid
1897), p. 521 (apéndice V).
204 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

muy lejos de ser moral y ajustado a la vida cristiana, o, si se quiere,


tradicional. No sólo poetas, Sá de Miranda por ejemplo, sino también
teólogos, predicadores (como Fray Alonso de Cabrera) y tratadistas, pre
tendían inculcar esta idea (n); pero la experiencia nos dice cuan poco
éxito tuvieron .

I V

Puede decirse, pues, que, por orden


cronológico, complicados plei
tos de
"limpieza" "pureza" plantean en España por la existencia
o se

de muchos mestizajes con: 1) Judíos; 2) Moros (musulmanes); 3)


Negros; 4) Indios; 5) Mestizos y mulatos en un sentido más estricto
de estas palabras. Capítulo aparte constituyen los herejes de un lado;
y los agotes, los gitanos y algunos grupos étnicos más de los que hablaré
adelante, de otro. Puede afirmarse, también, que los pleitos más difíciles
de resolver, los de mayor importancia durante siglos, fueron los relacio
nados con el cruce, real o supuesto, de las familias cristianas con familias
de origen judío. Pero el judío sefardí, desde un punto de vista an
tropológico, físico, aunque tuviera ciertos rasgos exteriores que la tra
dición europea atribuye habitualmente pueblo de Israel, era una
al
variedad mediterránea más, con respecto a otros pueblos hispanos,
mientras que los rasgos que podían considerarse ya como más diferen
ciales en lo exterior, y en otros órdenes, afectaban a los pueblos islá

micos, de origen árabe, berberisco o sirio. La caracterización física


arquetípica del "moro" se halla suficientemente hecha en la literatu
ra antimorisca del siglo XVI y comienzos del XVII (12). A ella se

añaden ciertos rasgos lingüísticos y culturales sobre los que no he de


insistir ahora. Sólo, sí, he de decir algo acerca de las distintas categorías
de gentes amoriscadas que se establecen con arreglo a una nomenclatura
de cierto interés, por lo que puede tener de relacionable con las nomen

claturas americanas del mestizaje.


distinguían así, en el Sur, los "moriscos" o nuevamente con
Se
vertidos en masa, al tiempo de la conquista de Granada, de los "mude

jares" antiguos, tributarios de los señores que contribuyeron a ella y que


con ellos llegaron de más al Norte: de entre ellos se destacaban también
los "tagarinos", que provenían de viejas fronteras, como también se dis
tinguían los que descendían de "elches" "muladíes", cristianos que
o

habían vivido entre moros y como moros: "tornadizos" según otra gráfica
expresión castellana. Y por una razón ni
geográfica, ni ju religiosa, ni
rídica, sino simplemente lingüística, se establecía también la categoría
del modo "ladino"; el que hablaba bien el romance hasta el punto que
no se le distinguía. Fuera la que fuese su adscripción, los descendientes

11. Julio Caro Baroja, Sobre la expansión de la cultura portuguesa.


12. Julio Caro Baroja, Los moriscos del reino de Granada.
ANTECEDENTES ESPAÑOLES 205

de los moros que quedaron en España hasta comienzos del siglo XVII,
cuantas familias a las que
tuvieron un estatuto muy inferior, salvo unas

se les concedió nobleza, dentro de la sociedad cristiana, como ciertos

descendientes de los reyes de Granada y otros linajes que se incorporaron


a la aristocracia española, de modo paralelo a como lo hicieron algunos

descendientes de Montezuma y otros "reyes" americanos.


No faltaron, sin embargo, a fines del siglo XVI sobre todo, personas
que pertenecían totalmente y que procura
al mundo morisco en parte o

ron deshacer los efectos de la idea de la pureza de sangre en función


de la religión. Así, por ejemplo, Ginés Pérez de Hita, el novelesco his
toriador de las guerras de Granada, pretende en alguna ocasión que el
hijo de hidalgo y morisca en cristiano viejo, contra lo que establecen los
estatutos (13) . . . Pero en esta línea fueron más adelantados los que for

jaron las famosas falsificaciones de Sacro Monte de Granada, que, apar


te de tener unsignificado piadoso (que defendió con ardor hasta su
muerte el Arzobispo Don Pedro Vaca de Castro, hijo del vencedor de
Almagro), pretendían demostrar que, habiendo sido los difusores del Cris
tianismo, en época apostólica casi, unos Santos de origen árabe y que
en árabe hablaban, debía modificarse de modo sensible la
opinión co
mún respecto a la calidad de "cristiana nueva" de toda la población
que en España hablara o hubiese hablado aquel idioma (14). Seguimos
viendo, pues, que al admitirse como buenos los criterios de separación
racial y las categorías sociales correspondientes, al factor reputado re

ligioso influye de modo decisivo, no sin que protestaran personas reli


giosas, pero con ideas más acordes a las modernas.
Consideraciones de tipo religioso popular, unidas a otras de índole
moral y aun física
aplican también al segregar de la comunidad a
se

grupos más pequeños o localizados. En las diatribas contra los gitanos,


tan frecuentes
a fines del siglo XVI
y comienzos del XVII, no sólo se les
acusa de ladrones y engañadores en general, sino también de
nigromantes,
hechiceros y sobre todo de
quirománticos, especialidad que las mujeres
de aquella estirpe han conservado hasta
nuestros días
(15).
A los agotes o "cagots" del S.O. de Francia y de
Navarra, objeto
de segregación y apartamiento hasta comienzos de este siglo, se les
juz
gó en un tiempo descendientes de herejes, que debían
purgar las culpas
de sus antepasados, de suerte
que incluso en la iglesia tenían un
lugar
distinto. El origen de los agotes ha sido
muy debatido, pero dere hay
cho a pensar que se trata de antiguas poblaciones de leproserías y ba-

13. Julio Caro Baroja, Los moriscos de reino de Granada


de
nHM1i^ e?t0 aún ,no
generaleshÍSt0ría
ha escrito se con todos susdetalles. En lí
neas
puede seguirse la obra de D. José en
Godoy Alcántara
cntica de los falsos cronicones y Historia
dI1^rd. mstoria
(Madrid 1868) pp 44-128
rrow1ThPL7a¡n1,ÍÍrratUra
mCah; anti«itanes?a /a ^ estudiada y aprovechada por G Bo-
ZT'J+w
tion of their songs and
0r
account of the gyPsi« of
T Spain.
poetry (Nueva York 1847)
With an original
original collec-
collec
206 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

rrios separados, por sanitarias


razones en principio, que, después, fueron
albergando a personas que, por distintas razones, no quedaban bien in
tegradas en la sociedad campesina de los alrededores
(16). El nombre
de agote no ha sido trasladado al vocabulario del
mestizaje americano,
como otros nombres de tipo étnico, cuales los de morisco y chivo, o los
de grupos particulares conocidos por los españoles en el Mediterráneo: por
ejemplo, los de "mameluco", es decir, el soldado de una milicia
especial
de los antiguos "soldanes" de Egipto, o el de "genízaro", soldado de la
guardia del Emperador de Turquía, de origen cristiano (17); nombre que
en el siglo XVII ya sirvió
para designar al hijo de española y francés,
español y francesa, flamenco y española, etc. etc. y que en el vocabu
lario del mestizaje americano designa con frecuencia al descendiente de
"cambujo", hombre o mujer y "chino" o "china".
Así, en una carta fecha a 30 de enero de 1635, escrita desde Madrid

y dirigida al jesuíta Rafael Pereyra por Claudio Clemente se lee, ha


blando del Infante Cardenal y de su entrada en Bruselas: ".. .y porque

el Conde de genízaro, le vino a besar la mano en hábito


Salazar, que es

francés, se la dio muy baja" (18). El Conde sería hijo de matrimonio


de nacionalidades europeas distintas: "genízaro" como mixto lo usa has
ta en Botánica Andrés Laguna.
Pero hay que advertir que en este mismo vocabulario, surgen dos

palabras que en Castilla denotaban dos enfermedades conocidas: la de

"albino", hijo de "morisco" y "europea" en el vocabulario del mestizaje


mejicano, y la de "albarazado", que en Méjico era descendiente de
"chino" y "jenízaro" o de "jenízaro" y "china". El "albarazo" era una

enfermedad cutánea (19) .

Vamos viendo, pues, que en la España del Antiguo Régimen se

perfilan o dibujan criterios de segregación social de índole parecida,


"mutatis mutandis", a los que se dan en América, en relación con el

cruce de estirpes, y que al apartamiento o estatuto inferior se le


atribuye,
con mucha frecuencia, un origen total o parcialmente religioso. Esto

de los
16 Desde el punto de vista histórico-social, la obra clásica acerca
Histoire des races maudites de
mismos sigue siendo la tesis de Francisque Michel,
la France et de l'Espagne (Sevres 1856) .

17. Pedro Barrantes Maldonado, ¡Ilustraciones de la Casa de Niebla, I (Me


son sol
morial histórico español, IX, Madrid 1857) pps. 56-57: "los janízaros, que
los quiales son
dados valentíssimos, criados en la guerra y envejecidos en ella,
los xpianos vasallos que tiene
hijos de xpianos de los que dan un tributo al turco
en Grecia y de los que toman en la guerra.

18. Cartas de algunos PP. de la Compañía de Jesús sobre los sucesos de la


Monarquía entre los años de 1634 y 1648, I (Memorial histórico español, XIII, Ma
drid 1861) p. 141.
Natural
19. "Cierta especie de lepra", según Jerónimo de Huerta: Historia
traduzida el lizencdo, Gerónimo de Huerta, I (Madrid
de Gayo Plinio Segundo, por
1629), p. 407; id II, p. 250 a.
ANTECEDENTES ESPAÑOLES 207

no es decir demasiado, si consideramos que nos referimos a épocas en

que la vida de la sociedad entera estaba condicionada por concepciones


las que incluso enfermedades la lepra y otros
religiosas; épocas en como

males se reputaban castigos de Dios. Entre los gitanos corrió la espe


cie de que su vida miserable y errabunda se debía a un viejo pecado
de infidelidad religiosa o apostasía, o a un mal trato inferido a la

Virgen. culpa La padres de los


pagan hijos. la los Añadimos a los

ejemplos ya indicados tres más de segregación, fundada acaso en razones

religiosas, aunque no todas claras:


I) —
Los maragatos, de la zona de Astorga en la provincia de León,
han vivido hasta época contemporánea separados de los sensiblemente
otros pueblos de aquella
tierra, pero constituyendo incluso entidad geo
gráfica, ya que las aldeas donde viven se dividen en Maragatería alta y
Maragatería baja. Ya en el siglo XVIII el Padre Sarmiento dedicó sus
desvelos a esclarecer su origen y desde entonces no se ha adelantado
mucho en la tarea (20). Lo más probable, sin embargo, a juzgar por su
nombre, es que los maragatos constituyan un viejo caso de "mozarabis-
mo". El "mozárabe", o "moztáreb", es el cristiano arabizado, según es
sabido. El maragato, usando una voz romance, viene a ser lo mismo:
un "mauricatus" .
"Mauricatim", en baja latinidad, vale tanto como "a
la manera de los moros"; "scire mauricatim" era saber el idioma de
aquéllos .

El amorisca miento de los maragatos hubo de ser cosa antigua y tal


vez más honda que el de los mozárabes toledanos, cordobeses, etc., ce
losos defensores siempre de la fe cristiana. Algún hecho parecido ha de
bido ser causa de la segregación de:
II) —
Los vaqueiros. Viven éstos en las montañas de las Asturias
occidentales y corren muchas tradiciones sobre las mismas. Jovellanos (21)
ya prestó atención a sus costumbres; estudiadas después por otros au

tores asturianos, acaso con menos fortuna.

Los vaqueiros, como los agotes, han vivido en estado de segregación,


con lugar aparte en la iglesia etc. etc., hasta tiempos muy cercanos, y se
les reputa descendientes de moriscos, cosa que no puede ser documenta
da. Lo más probable es que constituyeran una clase servil medieval con
la que pudieron mezclarse e integrarse algunos elementos igualmente
segregados; que es también el caso de los agotes, cuya mezcla con gita
nos es conocida (22) .

20. La memoria de Sarmiento pareció


poco feliz a Jovellanos (según indica
en el estudio que se cita más adelante). Creo
que otras posteriores le hubieran
parecido aun menos concluyentes .

21 Modelo es, por cierto, de estudio


etnográfico su carta Sobre el origen v
costumbres de los vaqueros de alzada en
Asturias, Obras II (B.A.E. L pp 302- '
'
308), que hace la novena entre las dirigidas a Don Antonio
Ponz
22 La hostilidad entre ellos y sus vecinos se
^ documenta ya en el siglo XV-
Juan Una Rier, Tradiciones sobre el
origen de la trashumancia de los "vaqueiros"
Í95Í) p
mterpretaclón- en Estudi°* geográficos, año XV, n*
322.SU SeVgosl
208 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

III) —
Aun existió en el Norte de España cierto tipo de separación
más bien teórica en relación con los "pasiegos" de la Montaña de San
tander, valle de Pas. Podrían rastrearse otros casos de origen histórico
conocido, como el de los "chuetas" de Mallorca, cuyo nombre se rela
ciona tanto con el de los grupos riojanos a los que se denomina "chue-
tes" (23). Pero un examen de los orígenes de estos grupos es ahora
excusado .

VI

Lo que he querido hacer ejemplos reunidos es


ver con los que en

la península ibérica se plantearon desde época antigua una serie de plei


tos y tensiones sociales condicionados por la religión, la lengua, las cos

tumbres y, si se quiere, también la raza considerada algo físico,


como

con independencia del hecho de las empresas de descubrmiento, conquis


ta y colonización de América. No ha de negarse que los colonizadores
trajeron los juicios o prejuicios forjados en la península a estas tierras y
que aquí adquirieron dimensiones mucho mayores. Pero otros españoles
fueron también los que se encargaron de deshacer sus efectos aquí y allí.

VII

En efecto, del siglo XVI al XVIII hubo en España un cambio tal


de conciencia, que de considerar a los godos como los más nobles de los
ascendientes posibles, se vino a poner en solfa las llamadas "ideas góti
cas": las ideas sobre las que se basaba una valoración racial, paralela
a la que encontramos también entre la aristocracia francesa y algunos

de los precursores de la exaltación racista germánica desde el siglo XVII


al XIX (2i). Por otra parte, la supresión de los estatutos de limpieza,
de las máculas hereditarias, establecidas sobre todo por sentencias del
Santo Oficio, llegó con la supresión del mismo Tribunal, y el español
del siglo XIX se olvidó rápidamente de muchos de los viejos sistemas
segregatorios, de aquellas estructuras complicadas, costosas y dolorosas
para muchos. Pero del siglo XVI al XVIII también, se formaron en
América los cuadros de mestizaje y los vocabularios referentes a él, a
que he hecho alusión tantas veces. La pugna entre los que consideraban
al indio americano gentil más, un pagano que, recién y colec
como un

tiva o masivamente convertido, no podía aspirar a estatuto mejor que


el de los "cristianos nuevos" peninsulares, y los que valoraban de modo
mucho más alto la cultura de la América indígena, sus instituciones y

23. Acerca de estos últimos debo informaciones directas a D.J.J.B. Merino


Urrutia .

24. Julio Caro Baroja, Sobre ideas raciales en España, en Razas, pueblos y
linajes .
ANTECEDENTES ESPAÑOLES 209

hasta consecuencia práctica, entre otras, la in


su religión, trajo como

troducción en el Continente del negro como "instrumentum vocale'', se

gún la expresión varroniana.


dos tradi
El español,respecto al negro, tenía que escoger entre
con

ciones: de un lado la bíblica, conforme a la cual era el hombre de con


dición más inferior que podía existir, tradición que, durante toda la Edad
Media, había justificado, en gran parte el comercio de esclavos hecho por
cristianos, hebreos y musulmanes (25); de otro, la que le pintaba como

el inocente por excelencia, en estado de naturaleza (26), de servidumbre


la que
y de esclavitud, casi animal (21) (pero inocente al fin), que es

se aprovecha algunas obras teatrales, con sentido piadoso, en las que,


en

veces, sale también el indio, aunque no con tanta frecuencia, como


a re

presentante de una Humanidad que no ha llegado a la madurez.


Pero en relación con el indio he de observar lo que sigue.
Al estudiar la condición social de los moriscos en el siglo XVI y

comienzos del XVII, hice hincapié en el hecho de que si a los de aque

lla época con les vejaba y humillaba, a sus antepasados,


frecuencia se

los moros medievales, se les pintaba como a grandes guerreros, caballe


ros galanes o sabios nigrománticos y astrólogos (28). Paralelamente, al
utilizarse las luchas de españoles e indios como materia poética, bélica,
el indio, menospreciado a veces en la vida cotidiana, deja de ser el hom
bre de condición quien las leyes se esfuerzan en defender con
humilde, a

resultados la categoría de guerrero arrogantísimo, de


varios y pasa a

héroe al modo de los grandes poemas de la Antigüedad clásica; también


de caballero o nigromante que nos recuerda a los de los libros de ca
ballerías. Es sino del ser humano, trágico sino sin duda, el de vivir den
tro de un sistema de contrarios, de contradicciones perpetuas. También
el de no poder ajusfar la vida individual a los grandes principios, mas

que de modo irregular y fragmentario.


La Humanidad ha experimentado muchos sufrimientos, generación
tras generación, por lo que, con arreglo a ideas modernas, llamamos

25. Aun hoy día el juicio que les merece el negro a los nómades de Sahara
español es muy violento, como puede verse en mis Estudios saharianos, Pero la
idea popular en la España de los siglos XVI y XVII no era mejor. Así no ha de
chocar que ello quede reflejado en novelas, como las de Doña María de Zayas y
Sotomayor: Novelas ejemplares y amorosas, ed. de A.G. de Amezúa, (Madrid
1950, pps. 183-184, "El prevenido engañado") y Desengaños amorosos, ed. del
mismo (Madrid 1950, pps. 185-186, "Tarde llega el desengaño"), en donde se
hace hincapié en el carácter terrorífico de los negros.
26. En algunas comedias antiguas el carácter del negro espantoso y
salvaje
se opone el del
negro capaz y aún más inteligente que la generalidad de los blan
cos. Por ejemplo, en la de Diego Ximénez de Enciso, "Juan Latino" (véase la
edición de Eduardo Julián Martínez, Madrid 1951, pp. 141-356) En santidad tam .

bién puede haber negros ilustres; pero


excepcionales. Véase, por ejemplo, la co
media de Lope de Vega "El Santo negro
Rosambuco", en Obras, X (B A E
CLXXVIII, continuación, pps. 131-177).
27. "Perro", "perrazo", "perrengue", "mastín", es llamado de continuo el
negro en las obras citadas, "Moreno" también.
28. Julio Caro Baroja, Los moriscos del reino de Granada.
210 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

"prejuicios raciales". Los españoles, en lapenínsula, experimentaron las


consecuencias de estos prejuicios o juicios exagerados: más en épocas le
janas que en tiempos cercanos. Las hostilidades a este respecto fueron
muchas y muy variadas, porque, a veces, los que se sentían hostiles no
eran los cristianos
viejos contra los nuevos, ni los europeos contra los
oriundos de otros continentes, sino españoles de una
parte y españoles
de otra.
En estas mismas tierras del Perú, de mediados del
siglo XVI a bien
entrado el XVII fueron ferozmente hostiles entre sí los
vascongados y
los castellanos, y los mismos vascos y los andaluces: las guerras de los
Vicuñas dieron ocasión a un desarrollo de la que al
principio llamé "hy
bris" ibérica, a una literatura en que los naturales de unas se regiones
enfrentaban con las de otras, diciéndose toda clase de denuestos como en

aquel "Tratado breve de una disputa y diferencia que hubo entre dos
amigos, el uno castellano de Burgos y el otro vascongado, en la villa de
Potosí, reino del Perú", que exhumó un erudito español, buen america
nista, movido por una antipatía terrible a los vascos, que en algunos
ánimos se exacerbó con motivo de la segunda guerra civil (29). Este mis
mo erudito publicó, a la par, otra diatriba antivascongada, que data de
algunos años antes, del tiempo de Felipe III, a la que el anónimo peruano
tomó mucho, denominada "El buho gallego" (30). Los hombres de los
siglos XVI y XVII eran con frecuencia violentos, llevaban sus juicios o
prejuicios a un extremo. Los españoles, por razones históricas claras,
tangibles y dolorosas, vivieron muy preocupados, a causa de asuntos de
los que se llaman raciales.
Transmitieron repito algunos de sus juicios y prejuicios a sus
— —

descendientes de América, que los ampliaron o interpretaron de nuevo,


a la vez que en la vida cotidiana contradecían
aquellos prejuicios. Pero
de estos españoles también salieron los primeros razonamientos serios
contra la falta de humanidad entre los hombres de distinta progenie del
Nuevo y del Viejo Mundo: aquella hermandad más fácil de predicar en
abstracto que practicar en concreto, según dicta la experiencia, y al servi
cio de la cual creo que nos hemos reunido en la ocasión presente; y no

sólo peruanos y españoles, parientes en un grado muy próximo, sino


también hombres de otras estirpes.

29. Aludo a la publicación que, con el título de Castellanos y vascongados


(Madrid 1876), hizo bajo la abreviatura de Zx. Don Justo Zaragoza.
. . El texto
aludido, que data de 1624, ocupa las pp. 13-61.
30. Op. cit. pp. 233-262.
En torno a la penetración mestiza en los
pueblos de indios, las composiciones de
tierras y los encomenderos en

el Perú en el siglo XVII

Por Magnus Morner

La penetración mestiza en los pueblos de indios a despecho de las


leyes que, por lo menos a partir de 1578, claramente lo prohibía, es uno
de los fenómenos más salientes que ocurrieron en el sector rural de His
panoamérica a lo largo del período colonial (*). Ya que los advenedizos
generalmente aspiraban a la posesión, o por lo menos al arrendamiento,
de tierras que a veces se habían
dejado sin cultivar por los indios, cada
vez más
disminuidos, la
penetración mestiza tenía que constituir cierta
amenaza contra el régimen de tenencia
agraria que se había establecido
y que tenía como una de sus normas principales el mantener al indio en
el cultivo y en el libre aprovechamiento de sus tierras
(2). Otra amenaza
todavía más seria era, claro está, la expansión latifundista.
Aunque los
encomenderos a veces eran, al mismo tiempo, latifundistas, ha sido mos
trado por la investigación histórica moderna había vinculación
que no

orgánica alguna entre la encomienda y la propiedad de la tierra. Las

1. Sobre este tema véanse nuestros estudios: "Teoría


y práctica de la se
gregación racial en la América colonial española", Boletín de la
Academia Nacio
nal de la Historia, N* 174 (Caracas, 1961),
de indígenas y la legislación
XLiy págs. 278-285; "Las
segregacionista en el Nuevo Reino de Granada"
comunSades
fi3n88n°TCO,0mvan°/e HÍSt°rÍ?. S°CÍal y de la O*»™. I (Bogotá, 1963 ? págs'
SI di ^^^^S^^^^s^^. %aGTrd¿'
loevuia iyt>^, pags. 247-275; Das Verbot für die Encomenderos unter ihren

und
un T^Tr/í -Wh°nel?,"'
Gesellschaft Latemamerikas
Jahrbuch für die Geschichte von
I
Staat" WirtschaTt
W,rtSChaft
(Colonia, 1964), págs. 187-206 etc.
-

i ,,; ?,? Capdequi, "España en América.



El régimen de tierra* Pn l„
época colonial", México y Buenos Aires, 1959, pág. 84'
212 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

leyes trataban de evitar la existencia de la propiedad de terceros españo


les dentro de las encomiendas, pero parece que al andar del tiempo a ve

ces se llegaba a tolerar y hasta sancionar aquel fenómeno bastante ex

traño (3). A partir de la segunda mitad del siglo XVI la estructura agra
ria en Hispanoamérica se hizo cada vez más complicada y a fines del

siglo reinaba en muchas partes lo que sólo


podría llamarse desorden y
confusión en cuanto a la tenencia de la tierra. Al aplicar en 1591 la

figura jurídica de "composición" a la cuestión agraria la Corona esperaba


poder remediar esta confusión, al mismo tiempo que se aseguraba unos
nuevos ingresos urgentemente requeridos por la Real Hacienda. La com

posición era el instrumento por el cual una situación de hecho —

produ
cida al margen o en contra del derecho —

podía convertirse en una situa


ción de derecho, mediante el pago al Fisco de cierta cantidad de dine
ro (4). Las composiciones debían de respetar los derechos de los indios

a tierras, consideradas inalienables, pero en la práctica sucedió mu


sus

chas que iban a sancionar el despojo de muchas tierras de los pue


veces

blos de indios. Lo que aquí intentamos ilustrar es el conflicto que se


produjo ejecutores de las composiciones de tierras en el Virreina
entre los

to del Perú en el siglo XVII y los esfuerzos de la Corona para prevenir

la penetración española y mestiza en los pueblos de indios, esfuerzos a


los cuales se adhirieron tanto los encomenderos de esta época tardía co
mo los indios mismos.
En el Perú elVirrey Marqués de Cañete inició en el curso de la
década de 1590 las primeras composiciones de tierras al nombrar a este
efecto a comisarios, quienes recorrieron todo el territorio virreinal. De
acuerdo con el mandato real de 1591 se exigía, previo pregón, que todos
los poseedores de tierras exhibiesen sus títulos para que se calificasen de
suficientes o insuficientes. Continuaba este proceso regulador bajo los

Virreyes Marqués de Salinas y Príncipe de Esquiladle (5). Sin embargo,


los resultados obtenidos parecen no haber satisfecho a la Corona, desde

luego siempre en busca de ingresos, porque en 1631 una Cédula fue des
pachada al Virrey del Perú ordenándole proceder enérgicamente en el
asunto de las composiciones de tierras. Recibida la Cédula por el Virrey
Conde de Chinchón la sometió a un Acuerdo General de Hacienda en el

3. Silvio Zavala, "De encomiendas y propiedad territorial en algunas regio


nes de la América española", México, 1940, págs. 28-49, 81. El estudio también
incluido en el libro "Estudios Indianos", México, 1948, del mismo autor.
4. Ots Capdequi, op. cit., pág. 37.
5. Gaspar de Escalona Agüero, "Gazofilacio Real del Perú. Tratado finan
ciero del Coloniaje", 4. ed., La Paz, 1941, cap. XX, pág. 241 ff. Véase también la
Memoria de Gobierno del Príncipe de Esquiladle (1621) en M.A. Fuentes (ed.),
"Memorias de los virreyes que han gobernado el Perú durante el tiempo del colo
niaje español", I, Lima, 1859, pág. 135. Un excelente resumen breve de las com
posiciones de tierra en el Perú en José Varallanos, "Hisítoria del Huánuco", Bue
nos Aires, 1959, págs. 280-282. El capítulo dedicado al mismo tema en Luis
Peñaloza, "Historia económica de Bolivia", I, La Paz, 1953, págs. 130-136, en cam
bio, sólo presenta los datos más generales.
EN TORNO A LA PENETRACIÓN MESTIZA 213

oponían la ejecución de
cual se presentaron varios obstáculos que se a

de tierras el Perú. Entre otras cosas, se indi


una nueva composición en

caba el riesgo de vender tierras "que hoy se juzgan vacas por falta y au

sencia de los indios". Desde luego, podría ser que la población indígena
fuera de nuevo, aunque, como
a crecer se admitía, era poco probable. En
esta conexión encontramos una alusión a la mala vecindad que para los

indios formaba la presencia "de los españoles, mestizos y mulatos, posee


dores de tierras (en virtud de composiciones) porque en entrando el
pié excediendo y ensanchándose por las suyas, quitándoles el agua,
van

haciéndoles daño con el ganado ..." Pero el gobierno metropolitano no


quiso aceptar los argumentos presentados y llegó a ordenar la composi
ción de nuevo en 1634. Destacó el Rey, sin embargo, que los indios de
bían de conservar todas las tierras que fuesen suyas y que necesitasen

para sus familias y comunidades. Añadió que las "composiciones y ven


tas sean de suerte que no se de ocasión a que los españoles, mestizos y

mulatos vivan entre ellos (los indios) en contravención de las órde


nes que están dadas, por los graves inconvenientes que de eso resul
tan..." (6).
El Virrey tuvo que cumplir las órdenes recibidas. El Marqués de
Mancera, sucesor del Conde de Chinchón, en un acuerdo del 18 de abril
de 1641, nombró comisarios encargados de efectuar la composición. Di
ce el mismo Memoria de Gobierno que las instrucciones que había
en su

dado a los comisarios eran "tan en favor de los indios que se puso más
cuidado en ese punto que en otro ninguno. Si ha habido alguna queja
se ha remediado. Pero donde traba el arado no es ahí, sino
por porque
muchísimos que tenían maltenidas las tierras y sin títulos levantaban el
grito sobre no querer componerse sino quedarse con lo que no era suyo
y en la mala fe con que lo poseían. ."
.
(7).
De los comisarios nombrados por Mancera, el Capitán Francisco
Antonio de la Mazuela Alvarado, Juez de Visita, Venta y
Composición
de Tierras y Estancias en las provincias de Chucuito, Los
Pacajes, Oma-
suyos, Sicasica, Larecaja, La Paz y Paucarcolla (Puno), es decir el dis
trito que rodeaba al Lago Titicaca, empezó su
espinoso cometido en
1643 (8). Lo mismo que sus colegas era instruido de compeler a todos
los poseedores de tierras a exhibir sus títulos para luego medir y amone-
jarlas a fin de comprobar que tierras títulos correspondían.
y En caso

6.
Compilación de reales cédulas, provisiones, leyes, ordenanzas instruccio
nes procedimientos sobre repartimientos de tierras
y ", Revista del Arohivn . . .

Nacional de Perú, XXI (Lima, 1957), págs. 192-202.


7. La Memoria de Gobierno de Mancera (1648) en José
Toribio Polo (ed )
Memorias délos Virreyes del Perú.
Marqués de Mancera y Conde de Salvatie-
rra , Lama, 1899, pag . 25 .

Hp TL,wtaS.£r°VÍnCÍ5S fornfba* l*,re&ón del Collao- SeSún Antonio Vázquez


V descnPción de las Indi*s
DC 1948
UL, £FnAdll
ÍmS pag 569, »á*
dichas provincias
Occidentales", Washington
"muy pobladas de gente eran
ellas y en
hay grandes crias de ganado de la tierra
y de Castilla..."
214 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

de encontrar tierras poseídas sin títulos, debía de hacerse la composición


con los ocupantes "para que.. . sirvan a Su Majestad, con lo que fuere

justo", después de lo cual los interesados debían de acudir al Virrey "por


el título y confirmación". Sabemos que el Capitán de la Mazuela, ade
más, iba evaluando las necesidades de tierras para las sementeras y ga
nados de los pueblos de indios en relación con su población actual, más
o menos disminuida. Las tierras consideradas excesivas se declaraban
vacas, después de lo cual el Juez podía venderlas en remate. No es de
extrañar que semejante autoridad fácilmente se prestaba al abuso y pron
to fueron amontonando las quejas en Lima y en Madrid contra el
se

Capitán de la Mazuela y sus colegas por haber despojado a los indios


de sus tierras en el curso de sus giras (9).

Uno deinformes recibidos por el gobierno metropolitano con


los
motivo de las composiciones de tierras en el Perú, que se refería precisa
mente al Capitán de la Mazuela, nos parece especialmente interesante

por su relación con las leyes de separación. Es una súplica dirigida al

Rey por una encomendera, Doña Juana Pacheco de la Cerda, Condesa


de Villamar, y los varios caciques de los pueblos de Calpa, Sapaquí, Lu-

ribay y otros de su encomienda en el Corregimiento de Sicasica, y otros


caciques de pueblos situados en Omasuyos y finalmente por Don Rodrigo
Campuzano, pensionario de una encomienda en la misma región. Data
al parecer de 1646. Destaca la petición que De la Mazuela, en lugar de
limitarse como debía a vender tierras baldías, había al contrario hecho
vender "las tierras, labranzas e huertas que los indios. . . tenían en pro
piedad sin quererlos oir aunque alegaban tenerlas y poseerlas de mucho
antes de la conquista ..." También uno de los Visitadores enviados por
el Virrey Marqués de Cañete los había confirmado y amparado en la

posesión de ellas.
Pero De la Mazuela había vendido estas huertas y
chacras "a los españoles y mestizos y mulatos a muy bajos precios en
lo cual les ha hecho notorios agravios así a los dichos indios como a sus
encomenderos imposibilitándoles de poder pagar sus tasas y repartimien
tos". Esto les privaba a los indios de los comestibles que necesitaban
para poder acudir a la mita en el Cerro de Potosí, en evidente detrimento
de la Real Hacienda. Para que los indios
mitayos "con menos molestia
suya pudiesen acudir a las obligaciones de sus tasas y mitas", las auto
ridades habían proveído ya que los indios quienes quedaban en el
pue-

9. "Compilación de reales cédulas..." págs. 204-218, 230-234. El procedi


miento habitual bien ilustrado por la venta de tierras a Pedro de Herrera en el
pueblo de Achacache en Omasuyos. Una Real Cédula del 30 de junio de 1646
indica cuan difícil era averiguar los abusos de los Jueces de Visita porque ellos
dejaban de declarar "el número de indios que halla(n), ni las fanegas que dejan
a cada uno de los tributarios... ni para las comunidades... (sino) sólo dicen
por mayor haberles enterado de las tierras que han menester, con lo que se ven
den las demás...", Richard Konetzke (ed.), "Colección de documentos para la
historia de la formación social de Hispanoamérica, 1493-1810", II, Madrid, 1958,
pág. 401.
EN TORNO A LA PENETRACIÓN MESTIZA 215

blo en cuestión podrían disponer de las tierras de los indios huidos o

con
ausentes "arrendándolas o sembrándolas de comunidad para que . . .

lo que rentasen o se cogiese en ellas pagasen lo que les tocaba a los


ausentes ..." La pérdida de tales tierras implicaba por tanto otra razón

para que los indios no pudieran acudir a la mita potosina,


lo que a su
vez perjudicaba tanto a la Real Hacienda. Además, los peticionarios
alegaron que lo que había sucedido por culpa del Juez de Visita consti
tuía una violación de las leyes y ordenanzas que prohibían que los es

pañoles, mestizos y mulatos viviesen entre los indios, por las inquietudes
y malos tratamientos que causaban. Si su presencia había sido perni
ciosa cuando estos intrusos todavía noposeían tierras en los pueblos,
¿cuánto peor no sería ahora que las poseyeran?
La petición de la Condesa de Villamar y de sus co-peticionarios
concluye solicitando una Cédula por la cual se cometiera a "algún pre
lado o persona desapasionada para que citadas las partes les oiga en jus
ticia brevemente y constando de dichas razones les vuelva y restituya sus
tierras y en caso que esto no haya lugar se les den por estanco en que
se han vendido, pues en estos Reinos de España se observa y guarda lo
mismo recompensando los frutos con los intereses, pues según las rentas
vale más un año de renta que lo que han dado de principal por ellas"
La súplica se remitió al Fiscal del Consejo de Indias el 27 de junio de
1646. Al emitir su parecer, el 9 de julio, el Fiscal observó que en rea
lidad los peticionarios no habían presentado comprobación alguna del
hecho. En todo caso, otras quejas recibidas ya habían motivado que se
encargara a Don Antonio Rodríguez de San Isidro, nuevo Oidor de la
Audiencia de Lima, averiguar los abusos cometidos en el curso de las
composiciones efectuadas recientemente. El Fiscal por lo tanto propuso
que el Oidor investigase este asunto también. Así fue también la deci
sión del Consejo (10).
Por estos mismos días se despacharon serie de
una Cédulas, fecha
das en Zaragoza el 30 de
junio y destinadas al Virrey del Perú. Fue ins
truido de no admitir la composición de tierras
compradas a los indios
de manera ilícita. El haber poseído ciertas tierras durante un
período
de diez años debía de constituir una condición para poder conseguir la
composición de dichas tierras, (antes, había sido, teóricamente, cuarenta
años este término). Finalmente, el Virrey no debía de admitir la pre
sencia de españoles y otros foráneos los
en pueblos de indios, aunque
hubiesen comprado tierras en los términos de dichos
pueblos. Declaraba
esta última Cédula, al referirse a las
ventas y composiciones de
tierras,

V Mifere^T^WsT 1TArchÍV0 Pf16^1 de Indi^. Sevilla (AGÍ), sección

labor, chacras "erras de


y estancias, huertas y regadíos" La r^mU ™ < • -
216 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

que "no habiéndose permitido expresamente que los españoles, mestizos


y mulatos vivan los pueblos de indios, los que hubieren
en
comprado
tierras en ellos, están todavía en la prohibición". Por consiguiente, el
Virrey no debía de consentir que viviesen dichos foráneos entre los indios

"por ser ésta la causa principal (y) origen


opresiones de las molestias y
que padecen estos pobres naturales ..."
probable que eran Parece lo más
varios los informes recibidos por la Corona, los cuales dieron origen a
esta Cédula así como a las demás de la misma fecha de 30 de junio de

1646. En lo que se refiere a la súplica de la Condesa de Villamar y de


sus "amigos" caciques, se nota además que se había entregado al Fiscal
del Consejo de Indias sólo tres días antes de la fecha de la Cédula en
cuestión. No obstante, la conexión causal entre una y otra no puede
ser descontada. No sabemos si tal vez la Cédula había sido antefechada
o si la súplica sólo se después de unas pláticas
había entregado al Fiscal
bastante detenidas. luego muy probable que la Condesa (debe
Desde es

haber residido o estado de visita en España) ha sabido ejercer la influen


cia que se necesitaba para poder conseguir rápidamente una Cédula a
su favor (u) .

Pero el despacho de una Cédula pocas veces bastaba para corregir


el abuso que la había motivado. Encontramos otra súplica de la Con
desa del año 1651, en repite sus quejas, ahora de manera más
la cual

explícita. En uno de los dos pueblos encomendados a que se refiere,

Palca Sapaquí, habían quedado sólo 30 tributarios de los 150 que an


y
teriormente había allí, "siendo la causa de este defecto el mal tratamien
to que se les hace y el habérseles vendido las tierras que tenían para sus

sementeras, pastos de ganados sus Mazuela, esy sustento". De la sin

cuchar a los indios, ni admitir sus títulos, había vendido en Sapaquí nada

menos de diez y ocho haciendas de pan llevar, las más de ellas con sus

huertas de frutales y viñas. En cuanto a los terrenos de la sierra había

vendido cuarenta y una estancias en Sapaquí y treinta y una en Palca.


Para los indios sólo había quedado tierra que no se podía sembrar y que
carecía de agua. Además, los nuevos terratenientes españoles, por estar
tan cerca de los pueblos, se servían por fuerza de los indios y les qui
taban la poca agua que podía "llegar a las cortas tierras" que todavía

pertenecían a los indios. Finalmente, la Condesa en su súplica llegó a

formular una acusación concreta contra el Juez por haberse enriquecido


en el curso de su proceder:

11 .La Real Cédula del 30 de junio de 1646 reiterando la prohibición para


los foráneos de residir entre los indios; en Konetzke, "Colección...", II, págs. 401-
402. El ingreso sólo dice: "He sido informado..." Véase también una carta de
Mancera al Rey del 30 de mayo de 1647 en AGÍ, V, Audiencia de Lima, legajo
53. Al margen de esta carta en la cual el Virrey subraya sus esfuerzos de defender
los intereses de los indios se resume la respuesta que iba a recibir. "Agradécele
el cuidado pero todavía se le encargue mucho la continuación del cuidado en el
alivio de los indios con palabras que muestren lo que S.M. desea se tenga muy
presente en todos tiempos" .
PENETRACIÓN MESTIZA 217
EN TORNO A LA

es que el dicho
". .lo que también merece atención y remedio
.

de modo que
Juez en la venta de las dichas tierras procedió
que las compraron,
tierras que valían cua
dio a los españoles
tro mil pesos por menos de doscientos, recibiendo el dicho
hermano gruesas cantidades a título de disimulo,
Juez y su

que este nombre dieron al cohecho y al


no ver, medir ni tasar

por su justo valor lo que vendían. Con que, perjudicando a

los indios en más de cuarenta mil pesos, no resultaron dos mil


de utilidad a la hacienda de Vuestra Majestad.. ."

despachó una Cédula or


A consecuencia de esta súplica, otra vez se

denando al nuevo Virrey del Perú, Conde de Salvatierra, hacer justicia


en este asunto, "obrando en ello con brevedad" (12). De acuerdo con

una decisión del Rey tomada 1648, todo el proceso de composiciones


en

de tierras en el Perú se había suspendido y se había formado en la Au


diencia de Lima una Junta para investigar los abusos cometidos. Pronto
se envió, a comienzos de la década de 1650, otro equipo de jueces visita
dores todas partes del Virreinato.
a Según el historiador Padre Rubén
Vargas Ugarte, la actuación de ellos fue más exitosa, tanto por devolverse
muchas tierras a los indios como por recobrar gran parte de lo que es
taban debiendo al Fisco los que habían conseguido composiciones ante
riormente (13). Pero un observador contemporáneo de mucha
experien
cia en estos asuntos, el Oidor de la Audiencia de Lima Bernardo de Itu-

rriaga, es más escéptico en su evaluación y se puede sospechar que esto


se conforma mejor con la realidad. Escribe al Rey en 1657 :

"... he reconocido cuan poco ha de durar el desagravio de los


indios y restitución de las tierras, porque aunque es verdad
que los jueces visitadores y desagravadores lo han hecho y ha
cen con gran cuidado y eficacia dando a los indios tierras mu

chas más de lo que han menester y cuando no hay vacas se


quitan a los españoles todavía creo (que) es menester mayor
. . .

remedio porque como la tierra es tan dilatada y el remedio


está tan lejos los
españoles obran con tiranía quitando a
...

los indios cuanto pueden sirviéndose de ellos


y dicen que ...

yéndose y ausentándose el Juez o Visitador los echaran a


palos ..."

12. Memorial de la Condesa en calidad de "encomendera de los


pueblos de
Nuestra Señora de Palca y de Sapaqui en la Provincia de
Chayanlta (')" AGÍ ' V
Indiferente, legajo 1484. En cuanto al papel que le tocaba al abastecimiento del
agua en estos asuntos, véase Emilio Romero, "Historia económica del
Perú" Bue
nos Aires, 1949, págs. 113-114.
13. Rubén Vargas Ugarte, "Historia del Perú.
Virreinato. "
(Siglo XVII) '
Buenos Aires, 1954, págs. 283-284.
218 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

¿Cuál sería entonces el remedio? Iturriaga no vacila en proponer


que el único remedio consistiría en ejecutar lo mandado de que "con los
indios haya españoles, mestizos y mulatos y que se separen los pue
no

blos y allí se den a los españoles tantas tierras como tienen en los pue

blos de los indios y que se alargue la jurisdicción del pueblo español lo


necesario para que tengan compensación y vivan solos los indios y ten

gan su Justicia separada ..." (14) En otras palabras, se trataba simple


.

mente de continuar una política iniciada desde hacía más de cien años

pero nunca exitosa. Desde luego, el principio de la separación residencial


entre los indios y los demás fue explícitamente formulado en la magna

Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias de 1680. Entre las


Cédulas respectivas que se incorporaron en forma de leyes estaba la del
30 de junio de 1646, que acabamos de mencionar (15). Por añadidura,
se despachó una Cédula especial al Virrey del Perú el 25 de agosto ae

1681 reiterando la prohibición para españoles, mulatos y mestizos de vi


vir entre los indios, "aunque hayan comprado tierras en sus términos,
por ser ésta la causa principal y origen de las opresiones que padecen
los indios ..." Pero el Virrey Duque de la Palata escribió al Rey el 30
de noviembre de 1682 que, aunque había cumplido el encargo, no estaba

muy convencido de lo justo y adecuado de la medida. Por lo menos no,

en cuanto a los que habían comprado sus tierras en los pueblos de indios
directamente al Fisco, es decir la mayoría de los que allí poseían tierras.
Es una referencia clara a los beneficiados de las composiciones y ventas
de las décadas pasadas. Dice el Virrey que le parecía que

"... éstos tendrán derecho a que V M. les de


.
satisfacción, pues
se las quita (las tierras) con hacerles desamparar los pueblos
en cuyos términos las tienen, porque no es caso posible el su
se halle quien puede comprarlas y
poner que entre los indios
así mismo es desamparar los pueblos donde com
obligarles a

praron las tierras que quitárselas. Entender la prohibición

para sólo la habitación dentro del pueblo permitiendo la resi


dencia en sus haciendas, con que parece se salva el rigor de
quitárselas, o obligación de pagárselas puede traer mayores
la
inconvenientes la práctica, porque el español que tiene su
en

hacienda y chacra en la cercanía del pueblo, irá retirando a


ella los indios que haya menester para su labor, y por no per
derlos, no los dejará salir de la hacienda y con el tiempo faltará

14.Iturriaga al Rey el 16 de julio de 1657, AGÍ, V, Indiferente, legajo 1660.


Agradecemos esta referencia al distinguido amigo chileno Dr. Alvaro Jara.
15. Las principales leyes de separación eran las 21 hasta 24 del título III
del libro VI de la "Recopilación". La ley basada en la Real Cédula del 30 de
junio de 1646 era la 22. La ley 20 del mismo título ordenaba que ninguna es
tancia de ganado podría situarse dentro de legua y media de una reducción de
indios ya establecida. Las leyes regulando las composiciones de tierra se incluían
en el título XII del libro VI.
EN TORNO A LA PENETRACIÓN MESTIZA 219

distraída y repartida en las hacien


toda la gente del pueblo,
das del campo, y sin doctrina ni enseñanza religión. Hoy en la

no sucede porque como vive el español hacendado en


el pueblo,

los indios que trabajan las haciendas son como los demás jor
naleros en todas partes que van y vuelven del trabajo ..."

a los
Si, por otra parte, continuaba el Virrey, se quisiera apartar
tenían
españoles no sólo de los pueblos, sino de sus términos en donde
sus haciendas, entonces sería necesario "darles satisfacción de las tie
rras que compraron a V.M. (en) que
Ni la Real Hacienda en el estado

se halla lo puede hacer, ni en permita vivir,


las ciudades donde se les
habrá tierras útiles que poderles repartir, y nunca podrá compensarse
una hacienda ya creada con otras tierras incultas..." (1G).

A pesar de todo lo sensato de estos argumentos, el Virrey no logró


modificar la política metropolitana. Otra Cédula que le fue enviada en

1684, lacónicamente reiteró la prohibición. Las leyes de separación re

sidencial, teóricamente hablando, quedaron en pié hasta el fin del perío


do colonial. Pero ya se trataba de letra muerta. En el Perú y en otras

partes del Imperio se iban realizando dos procesos gemelos: la penetra


ción mestiza en los pueblos de indios y la deserción en masa de los in
dios de sus pueblos para radicarse en las haciendas, tal como nos des
cribe este fenómeno el Duque de la Palata en su carta notable. La ha
cienda, basada en o por lo menos alargada gracias a las composiciones
de tierras del siglo XVII, y la peonada, reclutada sobre todo entre indios
desertores de sus pueblos, eran los elementos básicos de la sociedad his
panoamericana en formación.

Los documentos a los cuales me he referido en el presente estudio


me parecen ilustrar varios fenómenos de interés que estaban ocurriendo
en el agro hispanoamericano a mediados del siglo XVII. En primer lu
gar, observamos que la penetración de españoles y mestizos en los pue
blos de indios en esta época tenía sobre todo por fin el radicarse allí para
vivir del cultivo de la tierra, lo que forma un contraste con las olas de
vagos mestizos que habían infestado los pueblos durante los tiempos pa
sados. La composición y venta de tierras les proporcionaba un medio
legal para poder convertirse en propietarios. Pero a veces este proceso

16.La Real Cédula del 25 de agosto de 1681 en


Konetzke, "Colección...",
II, págs 728-730
.
Se refiere a la Real Cédula del 30 de junio de 1646
.

La .
Reai
Cédula del 25 de enero de 1684 reiterando la orden
anterior, ibid., pág 755 La
carta del Duque de la Palata al
Rey del 30 de noviembre de 1682 en AGÍ V
Audiencia de Lima, legajo 82. Remite adjunto su decreto ejecutivo
30 de setiembre del mismo año
impreso del
según el cual la expulsión de los españoles, mes
tizos y mulatos se llevaría a cabo "sin
embargo de que digan y aleguen (que)
han comprado en aquel distrito
haciendas y heredades"
220 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

iba a implicar violaciones de los derechos de los indios a sus tierras co

munales, sancionando así el abuso y el despojo. También se opuso al


principio legal separación entre los indios y los demás, el que se había
de
formado en el curso de la segunda mitad del siglo XVI como expresión
del deseo de proteger a los indios de los abusos de los ajenos, sea de los
vagos y criminales, sea de los encomenderos y sus calpisques. Pero en
el curso del tiempo, los mismos encomenderos, cada vez más restringidos
por la Corona en sus relaciones con los indios, en vez de tratar de explo
tarlos indebidamente, optan a veces por buscar su amistad aliándose con
ellos. En todo caso, los encontramos haciendo apelaciones a las leyes
de separación a fin de prevenir que "terceros" obtuviesen tierras en los
pueblos que pertenecen a sus encomiendas. No sólo me refiero al caso
de la Condesa de Villamar sino también a dos casos similares en el Perú
de la misma época. Esta nueva actitud de los encomenderos es fácil
de explicar (1T). En la medida que disminuyera, a raíz de la pérdida de
tierras, la capacidad productora de los indios encomendados, los enco
menderos corrían evidentemente el riesgo de perder los ingresos del tri
buto que constituía ya el único beneficio que les quedaba de sus enco
miendas. En virtud de su alta posición social y de sus vinculaciones,
los encomenderos peruanos podían fácilmente obtener las cédulas que
deseaban. Pero en la práctica, los nuevos hacendados españoles y mes
tizos, por representar el elemento más dinámico del sector agrario, sa
brían convertir las composiciones y ventas de tierras en un medio eficaz
para poder realizar sus aspiraciones, al mismo tiempo que las leyes de
separación se convierten definitivamente en letra muerta.

17. Sor Catalina de la Concepción (Condesa de Lemos) al Rey el 8 de mayo


de 1640 en AGÍ, V, Indiferente, legajo 1480 refiriéndose a sus pueblos encomen
dados en Huaylas, Huaraz, Carhuaz y Unguay. Motivó una Real Cédula del 6
de junio de 1640, AGÍ, V Audiencia de Lima, legajo 572. Una Real Cédula al
Virrey del Perú el 7 de julio de 1653, AGÍ, V, Audiencia de Lima, legajo 585.
págs. 160-161 se refiere a una súplica del Conde de Altamira, Mayordomo Mayor
de la Reina, a nombre de su esposa, encomendera de un repartimiento en Caja-
marca. Véase además, Comer, "Das Verbor. .", págs. 204-205.
.
Noticias documentales acerca de la

importancia política y social de los


mestizos peruanos a fines del
siglo XVIII
Por Richard Konetzke

En un artículo mío toqué la discutida cuestión "de si los mestizos


estaban obligados al pago de tributos que los indios, como vasallos, te

nían que pagar y a lo que estaban también


obligados los negros y mu
latos libres" (x). En las
siguientes noticias quisiera añadir algunas aco
taciones al tema apoyadas en documentos del Archivo General de In

dias (2).
Con la política de reformas de Carlos III, que exigía un considerable
aumento de los ingresos estatales de los Reinos de Indias, se encontraron
de nuevo los mestizos ante la perspectiva de ser sometidos a tributación.
El virrey del Perú don Manuel de Amat y Junient (1761-1776) se ocupó
con particular energía de mejorar la percepción y administración de los
reales ingresos. A ésto tienden sus Ordenanzas para nuevas y regladas
visitas y numeraciones de indios para la cobranza de los reales tributos;
dice el virrey: "Previne al Tribunal de Cuentas proporcionase los medios

para cortar de raíz el retardo que se notaba en asunto en que tanto se

interesa el real erario y, con efecto, se formó a mi instancia una Instruc


ción metódica por el contador de retasas compuesta de veintiocho
capí
tulos para la legítima numeración y arreglo con que en adelante se había
de proceder en las referidas actuaciones" (3). Reza el capítulo 19 de la
mencionada "Instrucción metódica expedida por este Superior Gobierno

1. Richard Konetzke, Los mestizos en la legislación colonial En- Revista


de Estudios Políticos, núms. 112-113/14, 1960,
pág. 196 s.
2. A mi discípulo Günter Vollmer agradezco la referencia
a algunos docu
mentos y las copias de éstos.
3. Manuel Amat y Junient, Memoria de Gobierno. Edición y estudio preli
minar de Vicente
Rodríguez Casado y Florentino Pérez Embid. Sevilla, 1947, pág.
222 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

del Perú para que sirva de regla a los Jueces de Revisita en el Distrito
de este Virreinato" con fecha del 28 de Julio de 1770: "Que si hubiere
algunos cholos, cuyo mixto se procrea de mestizo e india o viceversa,
habidos en matrimonio o fuera de él, se numeren también separadamente,
respecto de que están sujetos a la paga de tributos aunque exentos de
la mita y servicios personales, sin omitir especificación de sus edades,

mujeres e hijos" (4) Según esta disposición los hijos de mestizos e in


.

dia, es decir, mestizos indianizados, estarían, pues, sometidos a tributo.


Con el nombre de cholo se designaba también al mestizo de costumbres
indias o al indio civilizado, o sea, individuos en los que la asimila
ción cultural entre mestizo e indio se había realizado. Esencial es, que
según dicha "Instrucción metódica" el auténtico mestizo, el cruce de
indio y europeo, está exento de tributo.
En 1776 José Antonio Areche fué encargado por Carlos III de la
visita general en el Perú, Chile y Río de la Plata habiendo de servirse
para el registro de tributarios de la instrucción que José de Gálvez había
promulgado para la visita del virreinato de la Nueva España, según cuyo
artículo 12, los "caciques o mestizos hijos de españoles e indias" que has
ta entonces hubieran pagado tributo y hubieran sido ya dos veces in
cluidos en la cuenta de tributos debían continuar registrados como tri
butarios. Su exención sólo sería través de Real Acuerdo; los
posible a

demás caciques y mestizos estaban exentos de tributos y en esta materia


debían seguirse los usos existentes, con lo cual se obviaba una decisión
de principio sobre si los mestizos e indios habían o no de estar sujetos
a tributo. La Corona, como tan a menudo en su legislación, prefería
respetar el derecho consuetudinario en las Indias ante el temor de que
alteracioneslegales de usos y costumbres provocaran desórdenes en la
población (5) .

Areche, sin embargo, se atuvo en este punto a la "Instrucción me

tódica" para el Perú de 1770, y así el informe del Tribunal de Cuentas


de Lima, con fecha del 2 de Agosto de 1777, comunica: "En el número
de contribuyentes sólo se han matriculado los indios y sambaigos" (e) .

En este sentido disponía también el artículo 54 de la "Instrucción que


los corregidores y comisionados nombrados por la visita general de . . .

ben observar provisionalmente para la formación de nuevos padrones de


tributarios" de 19 de Julio de 1779: "Si en algunos pueblos, chacras u
otro cualesquiera lugares de los comprehendidos en el territorio de la
matrícula hubiese algunos cholos, que los que provienen de mestizo
son

e indio, se numerarán también como tributarios separadamente, sin omi


tir la especificación de sus mujeres, hijos y edades de éstos, conforme

4. A.G.I., Audiencia de Lima, 703.


5. Carta de Escobedo a Gálvez, 20 de Marzo de 1787 (Nr. 888) Testimonio
1, fols. 33v-44. A.G.I., Audiencia de Lima, 1114.
6. Loe. cit., fol. 61 v.
NOTICIAS DOCUMENTALES DE LOS MESTIZOS PERUANOS 223

este caso,
prevenido hablando de los indios" (7). También, pues, en
está
el empadronamiento se limita a los cholos o mestizos de segundo grado.
Sin durante la visita de Areche circuló de que el rumor la
embargo,
los mestizos
obligación de tributar se había de extender también a y,

al parecer, algunas autoridades provinciales opuestas al visitador gene


ral se abstuvieron de desmentirlo; sin contar con que en el uso corriente
la diferencia entre mestizo y cholo no era siempre clara y ambos térmi

nos se empleaban frecuentemente como sinónimos. Así se explica que


el sucesorde Areche, Jorge Escobedo, en carta a Gálvez de 20 de Octubre
de 1785 pudiera afirmar que su antecesor había procurado hacer tribu
tarios a los mestizos. En esa carta escribía Escobedo: "lo que... ofre
cía no pocas perplejidades era la declaración de mi antecesor (de) que
a más de los indios comprendía en la clase de tributarios a los cholos,
mestizos y otras castas que por inveterada costumbre no lo habían sido,

y si alguna se intentó, hubo alteraciones y quedó sin efecto como


vez

sucedió igual disposición del virrey D. Manuel Amat, aunque por


con

complacerlo los corregidores apuntaron los indios en la clase de cholos


sin que de éstos verdaderamente se empadronase alguno, y el mismo su
ceso experimentó mi antecesor, pues no consiguió el efectivo cobro de

los empadronados de estas castas, ni pudo eximirse de mandar no se

cumpliese su providencia en algunas provincias donde se habían matricu


lado" (s). Es decir, las autoridades temían disturbios de la numerosa
población mestiza, así que todos los proyectos de obligar al mestizo a
tributar, con lo que se le habría igualado social y jurídicamene al indio,
hubieron de ser abandonados.
La introducción del sistema de intendentes originó nuevas dificul
tades en cuanto a la extensión de la obligación tributaria a las "castas"
mestizas. La "Real ordenanza para el Establecimiento e Instrucción de
Intendentes de Ejército y Provincia en el Virreinato de Buenos año Aires,
de 1782" dispone en su artículo 120: "Para que se arregle con justicia
y equidad el ramo de tributos, en que mi erario está considerablemente
perjudicado por la desigualdad con que se exigen, y los muchos abusos
que en su recaudación han introducido los gobernadores y corregidores
como obligados cobranza y entero, es mi voluntad que también
a su

corra al cargo y cuidado de los Intendentes hacer formar exactos


padro
nes de todos los habitantes de sus provincias respectivas,
y especial
mente el punto importantísimo de practicar cada
quinquenio por sí en

o sus comisarios o subdelegados de la


mayor confianza, las visitas para
la numeración y cuentas o matrículas de
tributarios, con separación de
las castas que lo fuesen y que deben satisfacerlos conforme a las
leyes,
aunque sean sirvientes domésticos de los virreyes, magistrados,
prelados,
7. Anexo a la carta de Areche a Gálvez, Lima, 20 de Abril de
1780 AGÍ
Audiencia de Lima, 1084.
8. A.G.I., Audiencia de Lima 1102, n<? 561 y A.G.I., Estado 73.
224 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

eclesiásticos y cualesquiera otras personas exentas o poderosas, pues to


das deberán descontarlos del salario que pagan a sus criados de las in
dicadas clases tributarias y hacerlos entregar a los exactores de este ra

mo" (9).
Así pues, todos los legalmente sometidos a esta capitación debían
ser empadronados según sus respectivas castas. Ahora bien, el problema
consistía en determinar quiénes pertenecían a ellas; los mestizos se ha

brán opuesto abiertamente a ser incluidos en las castas y, al parecer, a

causa de estas protestas, por Real Cédula de 5 de Agosto de 1783, se

suspendió expresamente dicho artículo 120 aún antes de que la "Real


Ordenanza" para introducción de las intendencias hubiese entrado en
vigor en el Perú. En la declaración 10 de dicha Real Cédula se ordena:
"No obstante lo que se declara y dispone por el artículo 120 y siguientes
de la mencionada Ordenanza en razón de las castas o clases de tributa
rios y del método de numerarlos con arreglo a leyes y otras Reales de
indios según siempre se ha hecho" (10) Una . vez más prefirió la Corona
que en uno y otro estuviere establecida y que sólo se empadronen los
respetar el derecho consuetudinario en este punto, llegando, en su deseo
de evitar protestas y oscuridades legales, hasta el extremo de declarar
tributarios solamente a los indios, siendo así que según el uso y práctica
legal vigentes también otras castas, como cholos y zambaigis, se halla
ban sujetas a tributación.
El visitador general Jorge de Escobedo recibió con gran alivio esta
declaración, que venía liberarle de las expuestas perplejidades, y en
a

su ya citada carta de 20 de Octubre de 1785 escribe: "De este embarazo

que el artículo 120 y sigs. de la Instrucción de Intendentes me aumen


taba salí luego que llegó a mis manos la Real Cédula de 5 de Agosto
de 1783, pues declaración 10 hallé ya la exclusión de aquellas cas
en su

tas, que por otra parte contribuyen la alcabala de sus efectos, hacen el
servicio de milicias, carecen de tierras y viven de su personal servicio
que les obliga a continuas transmigraciones, y libre de este cuidado co

nocí que el punto importante a que debía aplicarme para dar al ramo
sus más naturales y seguros aumentos era el de prescribir
reglas claras
para las matrículas, agitar su actuación y afianzar el manejo de la con

taduría" (").
Escobedo, sin embargo, desatendió la errónea afirmación de la Real
Cédula de 1783 de que siempre se hubieran empadronado solamente in
dios y dispuso en el artículo 39 de
su instrucción para las revisitas de

tributarios "que empadronen las


se demás castas, según está en costum
bre". Sobre los cholos añade expresamente: "Se empadronarán los que
se hallen pagando tasa, en cuyo caso está Su Majestad en posición de

9. A.G.I., Biblioteca, H 18.


10. A.G.I., Biblioteca, H 18.
11. A.G.I., Audiencia de Lima 1102 y Estado 73.
NOTICIAS DOCUMENTALES DE LOS MESTIZOS PERUANOS 225

exigírsela y deben matricularse (pero comprehenderán los cholos


no se

que estén en la posición de no haber satisfecho jamás tributos)" (12) .

Los mestizos no habían de ser contados en caso alguno entre la gente


de castas.
Con ocasión del donativo ordenado por la Real Cédula de 17 de

Agosto de 1780 manifestaron también los mestizos suspicacia y oposición;


entre el pueblo se temía que el donativo se convirtiera en un impuesto

directo permanente, similar al que indios y castas habían de satisfacer,


y el sometimiento a tales imposiciones era visto como un desprestigio
social por las demás capas de la población. Ya a Areche le había cau

sado problemas suficientes la recaudación del donativo a"los indios y


cholos o misti-indios, a quienes en el día es necesario tratar con cautela
por lo orgullosos que se los tiene en este virreinato", escribía a Gálvez, y
continuaba: "y aún me deben más consideración los mestizos, cuya clase
en este reino es peligrosísima para ser conducida porque la preocupación
de su libertad y exención en materia de tributos les hace mirar con horror
todo lo que es contribuir. Si no me saliera del intento, expondría algo
más sobre los mestizos del Perú pero evitaré caer en esta digresión con
tentándome con decir que aquí es de sumo perjuicio al Estado esta clase
media, que por lo general ni sigue al español ni quiere al indio" (13) .

Estas apreciaciones de Areche son un eco de las frecuentes llamadas de


atención ante el crecimiento de la mixta capa social mestiza que nunca
logró encajar bien dentro del orden jerárquico de la sociedad colonial
representando, por tanto, un elemento siempre inquieto y poco digno de
confianza .

La exacción de otro tributo directo, la contribución militar,


originó
disgustos similares. En este aspecto puede citarse el testimonio de Josef
de Lagos, regresó a España en 1786 después de realizar diversas co
que
misiones la América meridional y es el autor de las dos memorias:
en

el "Pensamiento" de 13 de Octubre de 1786, en el cual


propone determi
nadas reformas para el Perú, recomendando a
José de la Riva-Agüero,
Miguel Salvi, Francisco de Uralde y Juan de Oyarzábal para llevarlas
a efecto
(110 folios) y las "Reflexiones a favor de los Reinos del Perú"
(26 folios) de 10 Julio de 1787, de las cuales citaremos los
capítulos si
guientes :
40. Uno de los capítulos de instrucción que se revalidó
últimamente,
y se mandó por el ministerio a los Intendentes ha sido el
que a los mes
tizos, cholos, zambos y mulatos se les exija una especie de capitación,

12. Instrucción metódica, que conforme a los


encargos y órdenes de S M
comunicados a este Tribunal de Visita
tes, sus
deberá observarse porTo Intendenl
Subdelegados, o Comisionados para la formación de nuevos padrones o
revisitas de Tributarios en todos los
Luna y Buenos Aires.
Partidos o Provincias de
A.G.I., Audiencia de Lima 1117
Virreuiatos
virreinatos do kfs
13. Areche a Gálvez, 19 de Febrero de
1782. A.G.I., Audiencia de Lima
1089.
226 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

con el nombre de contribución militar. Resolución la más temible de


cuantas se han dado para las Américas, y que si no se da pronta provi
dencia para que cese este nuevo tributo, debe esperarse muy breve un
levantamiento general, por haberlo recibido como yugo afrentoso, y del

mayor deshonor, no tanto por la cantidad de la pensión, cuanto porque


la caracterizan con el nombre de tributo, que es el que llevan a mal estas
cuatro castas, y así vemos, que el apodo más denigrativo con que suelen

ultrajarse esta clase de Americanos, es la de decirse uno a otro que es

un tributario.
44. Los mestizos, cholos, mulatos y zambos están obligados a pa
gar todos los derechos de Iglesia, justicia y Real Hacienda, sin que po
sean otras tierras de las que heredan compradas por sus padres o por
ellos mismos; unos y otros comen, beben, visten géneros y frutos de

Europa, gastan tabaco, y en todas estas especies están embebidos los


derechos Rs., y en ellos, como todo español exceden al tributo que paga
el indio.
45 . Las cuatro castas indicadas hacen el nervio de la
población de
las Américas. Son la fuerza que poder contra
conserva la balanza del
las tentativas de sublevación de los indios. Los españoles americanos
y europeos son un cero respecto de los primeros o de los segundos.

46. De las cuatro castas de mestizos, cholos etc. hay un número

muy considerable en cuantiosos caudales, tenidos y reconocidos por es

pañoles; como tales siguen el giro de comercio en grande. Son mercade


res, hacendados, labradores, empleados en rentas, en el estado militar,
eclesiástico y empleos públicos.
47 . En la averiguación de las cuatro referidas castas para la exac

ción del tributo se ha hecho precisamente un escrutinio y manifiesto


afrentoso para todas ellas, así por el deshonor que conciben del tributo,
cuanto por las que se hallan en la clase de españoles y decorados.

Agrégase a estos poderosos motivos, que los ha de arrastrar al


48.
último despecho, el de que si los verdaderos españoles americanos y eu
ropeos están excepcionados de este nuevo tributo, por qué se ha de gra
var con él a unos hombres que hacen los mismos consumos en toda clase
de frutos y efectos que los mismos europeos?
49. La buena política, la justicia y la misma razón de estado exi

gen una providencia absoluta que abolide (!) semejante contribución.


Las Américas no tienen, ni pueden mantener guarniciones suficientes pa
ra contener y conservar en obediencia todos aquellos que no reciben
a

esta clase de resoluciones. La España está distante, y es atra


con gusto
sarla más en cualesquier disposición que se tome para castigar con la

fuerza a los que allá resulten delincuentes; y acaso nunca será tiempo
perdido para el alto ministerio y demás subalternos el que se ocupe en
NOTICIAS DOCUMENTALES DE LOS MESTIZOS PERUANOS 227

considerar la escena que acaba de sufrir la Gran Bretaña con sus co

lonos (14).
Estas consideraciones tienen por trasfondo el levantamiento indíge
na bajo la dirección de Túpac Amaru (1780-1781) en que también par

ticiparon mestizos. Lagos teme que la pérdida de sus colonias que In


glaterra hubo de soportar en Norteamérica podría reproducirse en la
América española a través de un levantamiento de las masas indígenas,
Los españoles americanos y europeos, numéricamente tan inferiores, no

representan ninguna garantía contra este peligro y así la seguridad del


imperio español descansa principalmente en la fidelidad de las numero

sas capas mixtas de la


población: mestizos, cholos, zambos y mulatos.
En opinión de Lagos debe, pues, el Estado en su
propio interés conser
var sobre todo el afecto de los mestizos y no
enajenárselos con la exac
ción de la contribución militar considerada
por ellos humillante.

14. A.G.I., Audiencia de Lima, 1029.


V. APORTACIONES AFRICANAS, ASIÁTICAS Y

EUROPEAS NO ESPAÑOLAS

1) El mestizaje negroide en la demografía del Perú. Por Fernando


Romero.

2) Diferenciación de hemoglobinas humanas. Por Humberto Aste


Salazar. (Instituto de Investigaciones de la Altura).

3) Manco Inca y los esclavos negros en la campaña de Titu-Yu-


panqui. Por Juan José Vega.

4) El negro que llevó un tesoro incaico. Por Juan José Vega.

5) Mestizaje peruano chino. Por M. Yolanda Gutiérrez Saco.


El mestizaje negroide en la

demografía del Perú


Por Fernando Romero

Población Total y Número de Negros

Infortunadamente, la historia cuantitativa de la etnografía peruana


tiene que basarse en hipótesis, más que en hechos reales, por carencia de

datos fidedignos que permitan cálculos seguros. La información esta


dística falta desde la base pues ignoramos qué población tuvo el Perú de
los incas.
Es bien conocido que mediante el sistema de cuerdas con nudos, lla
mado quipu, durante el Imperio se llevó una contabilidad oficial tan
prolija que causó el asombro de los primeros cronistas españoles (Polo
de Ondegardo, Cieza de León, Zarate, el P. Acosta) que pudieron apre
ciar cómo los quipckamayoc utilizaban ese instrumento de cálculo. Por
eso no cabe dudar de la afirmación de Julio C. Tello: que los incas
computaban meticulosamente el número de habitantes de cada región, al
mismo tiempo que registraban la producción. Además, varios cronistas
e historiadores españoles mencionan de manera
específica la existencia de
censos demográficos. Betanzos dice Inca
Yupanqui ordenó uno
que
después de su victoria sobre los chankas. Alonso de
Borregán expresa
que en tiempos de Huayna Capac los habitantes de todas las provincias
estaban censados. El P. Oliva hace saber que Sinchi Roca levantó un

censo general. Cabello Balboa señala que Tupac Inca Yupanqui mandó
hacer un censo detallado de la población.

Desgraciadamente los innumerables quipu que cuidadosamente guar


daban los registros oficiales del Imperio, no revelaron sus secretos a los
españoles, o éstos no quisieron transmitirlos a la posteridad: ignoramos
qué población tuvo el Tawantinsuyo. Porque carecemos de tal informa
ción los detractores y los panegiristas de la colonización
española han pre
sentado al respecto hipótesis muy contradictorias. Mientras cronis que
tas como Fray Bartolomé de las Casas y Antonio de Herrera, así como
el historiador Solórzano, hacen llegar a decenas de millones el número
de indios muertos en las campañas de la conquista o por su explotación
232 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

durante los primeros años de la colonización, historiadores españoles e


hispanistas niegan tal hecho. Gil de Taboada y Lemus, por ejemplo,
mientras era Virrey del Perú quiso probar, al parecer con la ayuda de
Unanue (según Mendiburu), que el Imperio no tuvo más de cuatro y
medio millones de aborígenes. Carlos Pereira, por su parte, expresa que
la despoblación del Perú en el siglo XVI es una fábula, como lo es la
de Méjico (2). Pero ciertas teorías expuestas por escritores peruanos
parecen demostrar que las aseveraciones anteriores son infundadas. De
aquéllas, las más interesantes son las de Grana y Romero.
Mientras que
Lorente, Larrabure y Paz Soldán sólo sugieren que el Incario tuvo unos
ocho millones de habitantes, Francisco Grana, quien trabajó con criterio

etnológico, estima la población del Imperio en la época de Huayna Capac


(-1525) en 10'000,000, cálculo basado en una abundante bibliografía
histórica (2). Emilio Romero, por su parte, investiga con criterio econó
mico, en base a la extensión de terreno cultivado en laépoca de los incas,
y halla que la población fue aproximadamente de 12'000,000 de habi
tantes (3) .

En los mediados del siglo XVI el criterio de necesidad de las esta


dísticas demográficas se hallaba en Europa muy a la zaga con respecto
al que existía entre los incas, de tal manera que los invasores de nuestro
territorio no podían aportar principios, técnicas y procedimientos capaces
de utilizar la obra de los quipdkamayoc y de desarrollarla en ayuda de
la organización política del virreinato. Es cierto que el oficialismo es
pañol investigó la realidad demográfica y que la tradujo en cifras esta
dísticas que conozco fragmentariamente. Pero la circunstancia de que
los conceptos censo y tributo formaran una igualdad a los ojos de los
habitantes del virreinato, dio como resultado el fraude informativo (4).
Fue el terror a la mita lo que llevó a los indios y mestizos a escapar de
la contabilidad demográfica; y a los negros libres, mulatos y similares
fue lacapitación que los afectaba. Además, existía un factor sicológico
de gran importancia. En una sociedad con organización en castas, que

ha perdurado hasta hace menos de cien años, era natural que todo indi

viduo tratara de aproximarse mucho a la casta superior. Por eso el ne


gro y el indio se hacían pasar por mulato y mestizo, respectivamente, y
éstos trataban de que se les considerara "blancos", asunto sobre el que

insistiré páginas que siguen. Antes mencionaré otro factor de


en las
disturbio demográfico: lo impreciso y engañoso de haber intentado cla
sificar por "razas" a los habitantes del país.
De la manera deliciosa en que suele hacerlo, López de Gomara pre
senta con estas palabras su comentario sobre el problema de la pigmen-

1. Huella de los Conquistadores". Madrid. 1929. Pág. 223.


"La
2. población del Perú a través de la historia". Lima. 1916. Pág. 416.
"La
3! "Geografía Económica del Perú". Lima. 1939. Pág. 164.
4. Mariano Felipe Paz Soldán. "Diccionario Geográfico-Estadístico del Pe
rú". Lima. 1877.
EL MESTIZAJE NEGROIDE DEL PERÚ 233

ber
tación: "Hay hombres blancos de muchas maneras de blancura, y
de muchas maneras
mejos de muchas maneras de bermejura, y negros
de negrura; y de blanco va a bermejo por descolorido y rubio, y a negro

cenizoso, moreno, loro y leonado; como nuestros indios, los cuales


por
son todos en general como leonados o membrillos cochos, o tiriciados o

castaños..." (5). observación explica que cuatrocientos


Esta acertada
años después un profesor universitario de los Estados Unidos haya po
dido decir respecto a nosotros que "cualquier estudio sobre el negro en
Hispano América encuentra la dificultad inicial de determinar quién es

negro" (6) .

Fernando Ortiz cita de Hankins una frase en que éste expresa que
"sería imposible decir dónde termina una raza yla otra", y
empieza
comenta el tema en una forma con la que tenemos que declararnos de
acuerdo. "Entre los grupos llamados raciales hay siempre zonas comu

nes en las cuales las fronteras no pueden marcarse. Siempre los grupos
raciales se confunden en ciertos aspectos; siempre se sobreponen unos a

otros parcialmente; y, por tanto, se entrecortan, se entrecruzan o entre


veran; se interpenetran; se intersecah, como diría una geómetra; se

imbrican, como diría un naturalista; o, aun mejor, se solapan o tras


lapan, como puede ser bien dicho en castizo castellano. Los tipos
somáticos se imbrican
traslapan unos con otros como las tejas
o

de un tejado. son Las


solapadas..." (7). Por eso cada vez
razas

que en el Perú virreinal o republicano se han realizado estadísticas

demográficas, la heterogeneidad de nuestra población ha hecho imposi


ble una acertada clasificación. Hay que considerar que no se trata
solamente de una mezcla de africanos, indios y españoles, sino también
de los productos derivados de los cruzamientos y, desde hace un
siglo
y en forma limitada, del resultado de las uniones sexuales con asiá
ticos y américo-asiáticos. En
forma siempre ha sido muy difícil
esta
establecer patrones de medida para la pigmentación. Por eso se ha
usado una apreciable variedad de nombres, de la que citaré unos cuantos:
mestizo, zambaigo o zamboinga, cholo, chino (8) rechino, chino prieto,
chino claro, mulato, tente en el aire, mulato claro, mulato mu
oscuro,
lato morisco, mulato pardo, mulato lobo, tercerón, cuarterón,
quinterón,
zambo, zambo prieto, mestizo prieto, zambo chino, zambo claro, salto
atrás, ahí te estás, no te entiendo e injerto.
La abundante designación que menciono no ha estado
siempre en uso,
pues en los primeros tiempos de la etapa colonial hubo
preferencia por

.Francisco López de Gomara.


10„„5-
1877, pags. 289-290.
"Historia General de las Indias". Madrid

Rayf°rd W" L°San- "The Negro


19406' " Spanish America". Washington, D.C.
7. "El Engaño de las Razas". La Habana. 1946. pág 117
térmm° no tiene ninguna relación con los asiáticos
rwi i

de este nombre
P°S ^ régÍm6n COl°nÍal Se UtUÍZÓ
el Perú y México°S mucho' en especial en
234 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

la clasificacióngeneralizada. Durante el siglo XVI hay una nomencla


tura racial que sirveigualmente bien al lenguaje oficial y al habla vul
gar. En América se distinguen los blancos, indios
y negros, y junto a
ellos los mestizos (del 1. mixticiu, los
mixtu) y mulatos (de mulo 1.
mulu). Apenas se comienza a producir la mezcla entre los individuos
africanos o mulatos y los aborígenes y mestizos, aparece el vocablo
zambaigo, derivado de la voz mandinga sambango (caballo bayo oscu
ro), según Fernando Ortiz (9).
Conforme lo ha estudiado
concienzudamente Carlos Aguirre Bel
trán (10), en el
siglo XVII se emplea la clasificación colorida y eufemís-
tica con abundantes términos, algunos de los cuales hemos mencionado
en líneas anteriores. No interesa por ahora todo lo concerniente
nos a
tal asunto, sino un aspecto del mismo.
La voz sambaigo cae en desuso, en su forma original
y en sus varia
ciones ( zambaigo, zamboinga, zambingá), y aparecen nombres
específicos
según la pigmentación resultante de la mezcla : mulato pardo, mulato lobo,
mulato alobado, indio alobado. Poco después el término pardo, sin ma
yor calificación, comprende a todos los cruces entre gentes con sangre
indígena y negra. Después de la independencia de España, con clara
intuición de la realidad demográfica nacional, el vulgo elimina de su
léxico todos esos nombres y adopta el término zambo, con el mismo
sig
nificado que zambaigo había tenido 300 años antes. Sería difícil pre
cisar si Fernando Ortiz (n) tiene razón al suponer que esta vie
palabra
ne directamente de la africana zambo "que hoy suena en el Dahomey,
voz

donde significa crepúsculo vespertino", o si deriva de


zambaigo.
En los comienzos del XIX se desarrolla la
complicada nomencla
tura racial erudita de que trata Aguirre Beltrán (12), a la que contri
buyó Hipólito Unanue en lo referente al Perú (13). No se llega a em
plear debido a la preferencia por la voz castas, que oficialmente apare
ce en el censo de 1791, y de la cual se tratará
después.
Como es fácil suponer, tanto la generalización extrema cuanto la
extensa nomenclatura impidieron que se conocieran de una manera ade
cuada las cifras estadísticas que registraban las cantidades de individuos
con herencia biológica africana. Como resultado de lo anterior, y tam
bién de que en los censos del XVI a los comienzos del XIX en realidad
sólo se clasificaron oficialmente como negros a los esclavos, al iniciar
este trabajo estimativo sobre la raza negra en la demografía nacional, hay
que expresar este juicio previo: las cifras que seobtengan van a sufrir

9. "Glosario de Afronegrismos" La Habana. 1924.


.
pág. 492.
10. "La Población Negra en México". México, D.F. 1940. págs. 162-179.
11. "Glosario...", pág. 493.
12 Ibidem.
.

13."Observaciones sobre el clima de Lima y sus influencias sobre los seres

organizados, en especial el hombre", en Madrid. 1815.


EL MESTIZAJE NEGROIDE DEL PERÚ 235

un error por defecto. La determinación de ese monto se deja al juicio


del investigador.

Los Censos Coloniales y Republicanos

Al terminar las etapas de la ocupación del territorio por los espa


ñoles y de las guerras civiles que la siguieron, el Perú tenía 8'385,000
habitantes, según un censo hecho por la Gasea en 1548, que Grana men
ciona. Establecido ya el virreinato, cúpole a Dn. Francisco de Toledo
(1569-1581) levantar el primer censo aproximado de la población in
dígena, con el propósito de determinar el monto total del tributo que
que resultó en 1569 fue de 1'067,697, en el Perú propiamente dicho (14).
debía pagar a la Corona y establecer la rotación en el servicio personal
o mita. El número de indios varones, de dieciocho a cincuenta años,
Considerando un número igual de mujeres y haciendo cálculos por apro
ximación, como hemos dicho, Grana estimó que en esa época hubo una
población total de 8'285,000 en Alto y Bajo Perú (15).
A partir de este momento, y por más de doscientos años, no se

vuelve a tener un registro oficial de la población. Los indios disminu


yen en número; vienen más españoles; se produce el mestizaje. Pero no
hay datos a la mano para estudiar el proceso. Gran cantidad de afri
canos ha entrado al Virreinato. Tampoco hay unaestadística que nos
permita apreciar su número, por lo que se tiene que deducir éste utili
zando informaciones inseguras. El Virrey Dn. de Cór
Diego Fernández
doba (1622-1629) calcula en 30,000 el número de negros (16). Dn. Luis
Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla (1629-1639) dice al Rey:
"Los indios, menos de los que fueran menester, por la disminución a
que han venido, que ésta es mi opinión, aunque no dejaran de decir a
V.E. estar acrecentados, que holgaría yo que así
fuese, y hay más ne
gros que los que cualquier moderado discurso permitiera, pero no
dejan
de ser necesarios" (17). Dn. Pedro de Toledo y Leyva (1639-1648) es
cribe que recela de indios y negros, "porque aora el número de éstos
(españoles) es tan pequeño y el de aquéllos tan grande" (18). Dn. Mel
chor Liñán y Cisneros (1678-1681) dice que
hay negros "en gran núme
ro" (19). No se conocen los datos que
consigna el censo que en 1683 rea
lizó el
Duque de la Palata (1681-1689), y el de Manso de Velazco (1745-
1761) sólo se refiere a los "indios adoctrinados". Este mismo virrey

14. Manuel de Mendiburu. "Diccionario Biográfico". Lima, 1934 Tomo X '

pág. 301.
15 Ibidem.
.

16. Mendiburu. Op. cit. Tomo V. pág. 196.


17. Memorias de los Virreyes que han gobernado el Perú durante el
del Coloniaje Español". Lima. 1859. Tomo 3"?
tiempo
pág. 76.
18. "Memorias de los Virreyes del Perú Marqués de Mancera
y Conde de
Salvatierra Lima, 1899. pág. 43.
.

19. "Memorias de los Virreyes...". Tomo 3"?


pág. 295.
236 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

expresa: "son muchos los negros pero su número es inaveriguable, y


cuando ha pretendido se han llenado de aprensión creyendo que se les
se

quiere imponer tributo y mita" (20) .

En 1791, por fin,


gobernando el Perú Dn. Francisco Gil de Taboada,
se hace un censo que el mismo Virrey considera incompleto e inexacto .

Resultan 1'226,677 habitantes, clasificados como sigue: 185,755 blancos,


764,894 indios, 244,436 mestizos, 40,336 negros y 41,256 castas (21) . Co
mo se ve, desaparece el agrupamiento censal de los pardos. En su lugar
se ha revivido el término casta que hasta el siglo XVI se utilizaba en la
Península solamente para los esclavos moros y su progenie, y a este tér
mino resurrecto se le da nuevo significado: representa ahora la suma del
mestizaje indoafricano .

En 1821 se produce la proclamación de la independencia del Perú

y, con este motivo, San Martín dicta una serie de decretos referentes a

los esclavos, que suman 40,000 (22) .

La pobreza e inestabilidad política de nuestros primeros años repu


blicanos hicieron que los censos fueran escasos y malos. Mariano Felipe
Paz Soldán (23) nos refiere en los términos que siguen cuál fue la reali
dad de los censos levantados en nuestro país en los primeros treinta años:

"Durante la República se han formado varios censos; el pri


mero en 1836, el segundo en 1850; ambos se hicieron extrac
tando las matrículas actuadas provincias para el en todas las
cobro de la contribución personal de indígenas, la rústica y
la urbana: esas matrículas se hacían por un apoderado Fiscal
nombrado por el Gobierno para cada provincia, el cual se
constituía en las capitales de cada Distrito en donde se reunía
una Junta compuesta del Sub-Prefecto de la Provincia, que la

presidía, del Apoderado Fiscal, del Gobernador del Distrito,


del Cura de la parroquia, de los Síndicos de la Municipalidad
y de los recaudadores; de suerte que en esa Junta estaban re

presentados los intereses del Fisco y los del Pueblo: los del
Fisco en general por el Sub-Prefecto, el Gobernador y el Apo
derado Fiscal; pero como el Sub-Prefecto cobraba las contri
buciones y respondía por el monto a que llegaban, tenía interés
en que no se consideraran a personas o propiedades que real
mente existían, y que se indicara la edad del
contribuyente y
otras circunstancias que los eximiesen del pago de la contribu-

20. "Memorias de los Virreyes...". Tomo 49 pág. 79.


21. M. F. Paz Soldán. Ibidem. pág. 187 (La cifra global que da este autor
no coincide con las cifras parciales. Como éstas son las que me interesan, las
he tomado como base para corregir aquélla) .

22. Santiago Távara. "Abolición de la Esclavitud en el Perú". Lima. 1855.


pág. 29.
23 . Ibidem.
EL MESTIZAJE NEGROIDE DEL PERÚ 237

también tenían interés en que constaran en la


ción pero
matrícula todos los que estaban próximos a la edad en que

debían principiar a pagar esa contribución: igual interés tenía


el Gobernador, porque en su Distrito era el llamado a cobrar
las contribuciones y a responder por su valor: pero si el Sub-
Prefecto y a su vezrespondían por el monto
el Gobernador
de la contribución personal, también aprovechaban de la que
debían pagar los próximos a la edad de contribuir, una vez

que la cumplieran. El Apoderado Fiscal tenía interés contrario


al del Sub-Prefecto y Gobernador; porque mientras mayor
fuera el producto de la contribución mayor era su premio. El
Cura de la parroquia, los Síndicos y Jueces de Paz defendían
los intereses de sus feligreses y los del pueblo o Distrito que
representaban: de este modo se procedía con suma prodiga
lidad".

Como lo refiere Paz Soldán, en 1836 y 1850 se levantan censos de


la población que dan
1'373,203, respectivamente (24) ; pero se ignora el
número de negros dentro del total. Más en 1854, con motivo de la
abolición total de la esclaviud, se considera 22,000 el número de esclavos
existentes (25) .

En 1862 se realiza otro censo, que una población de 2'487,916


acusa

(26); pero tampoco consignan los porcentajes raciales. En 1876, en


se

cambio, se establece que dentro de los 2'074,988 habitantes


que señala
el censo de este año, 44,224 personas de
son raza negra (27). En 1940,
finalmente, al computarse de nuevo la población, figuran 29,054 negros
dentro del total de 7'023,111 de habitantes del
país. Es el último dato
que tenemos sobre el asunto que nos ocupa,
pues en el censo de 1962
no se ha especificado la división
por razas.

Porcentaje y Densidad de la Población Negra

En los párrafos anteriores


dejo consignados, por primera vez en el
Perú, los datos numéricos respecto a la población de color. Es de
espe
rar que ello ofrezca una base más
sólida para el estudio de
o menos
este asunto, lo que permitirá
discusiones más serias que las sostenidas
hasta hoy sin ningún fundamento
estadístico.
El estudio de esos valores numéricos
parece dar la razón a quienes
han venido sosteniendo
que el aporte negro ha sido
muy pequeño en
nuestro mestizaje, porque escasa fue la cantidad de africanos
que ha-
24. M.F Paz Soldán.
25.
Ibidem, págs. XXI y XXIII.
Santiago Távara. Ibidem.
F-
07-
27.
?!*■ Soldán- Ibidem. pág. XXIII.
£az
Censo General de la
República del Perú formado en 1876". Lima. 1876.
238 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

hitaron nuestro territorio. Una apreciación de la cantidad relativa de


negros que figura los censos, muestra que el mayor porcentaje fue
en

de 3.2% en 1791, valor que cayó a 1.94% en 1876 y que en 1940 dis
minuyó a 0.4% de la población total. Tomados esos porcentajes en

su monto numérico, fue muy


parecen expresar que nunca elevada en
el Perú la cantidad de negros en relación con la de indios y blancos.
Pero si examinamos los censos función de otros valores
en
demográficos,
veremos que los datos hallados anteriormente no muestran toda la
verdad .

En primer lugar, ha sido


como expresado anteriormente, al estudiar
las estadísticas se presenta el problema relacionado con los productos del
cruce racial de los africanos y de los negros libres, los últimos de los
cuales figuran dentro de un agrupamiento especial que en el censo de
1791 recibe el nombre de castas, que
llega a formar el de la 5.3% pobla
ción total, más que el de negros.
o sea
Comprendidos en tales castas
puede haber africanos, hijos de africanos, u hombres nacidos en el país
que tienen un octavo abuelo africano; luego resulta difícil discriminar

qué porcentaje de las castas podría sumarse al de los negros para hallar
el verdadero número relativo de gente de color que había el
en país en
1791. Tal número podría estar entre 3.2% y 6.5%, por lo que se
puede
tomar un promedio de 4.85%. Este número no es, por cierto despre
ciable, pues supera en mucho al encontrado en México en 1793. Debe
tenerse en cuenta que fue de solamente 9.1% la cantidad de hombres
de color existentes en 1931 en los Estados Unidos, país donde el visitante
queda muy impresionado por la abundancia de negros que ve, y en el
cual la existencia de un remoto antepasado mulato es causa de una ine
ludible clasificación como colored, aunque se tenga rubio el cabello y
blanca la piel (28) .

Pero si la circunstancia de aparecer las castas en columnas especia


les en el censo de 1791, permite hacer un cálculo aproximado para hallar
el número de negros existentes en el país, los
en censos posteriores el
asunto no es tan fácil. En éstos omiten las columnas especiales de
se

mulatos y mestizos y en lugar de ellas aparece una sola ("mezclas", "di


versos cruzamientos", etc., que de varias maneras se llama) donde que
dan inscritos todos los individuos producidos el
por mestizaje entre

blancos, indios, asiáticos (29) y sus derivados. Como, por otra


negros,
parte, prejuicio racial existente hace que todo producto de cruce trate
el
de ser clasificado como "blanco", cosa que a los oficiales censores no
les importa mayormente, viene a resultar que dentro de la cifra que

28. Monroe N. Work, Editor. "Negro Year Book". Alabama. 1931. Part
Eight . División LIV .

29. Los asiáticos que aquí se mencionan, en su mayor parte fueron chinos
que vinieron al Perú en la segunda mitad del siglo pasado, para reemplazar a
los esclavos cuando se produjo la manumisión. En 1876 eran 51,186 (1.9% de
la población) y en 1940 45,945 (0.68%).
EL MESTIZAJE NEGROIDE DEL PERÚ 239

enuncia el número de habitantes de raza caucásica hay inscritos hombres


no lo son. Todo ello conduce a la posibilidad de que los porcenta
que
los de 1876 y 1940 sean falsos por
jes de negros que aparecen en censos

defecto. embargo, resulta imposible corregir ese error, pues cualquier


Sin
sistema que se empleara sería arbitrario.
El segundo punto que se debe considerar al hacer un estudio del
número de negros que hubo en el Perú, especialmente si se quiere em
plear este dato para inferir la influencia que pudieron ejercer en los
hábitos, costumbres, etc. de nuestro pueblo, es la repartición de la po
blación de color, así como la densidad demográfica por zonas. Este
asunto es de la mayor importancia porque si se encuentra que estuvo

siempre concentrada en determinada región, será lo mismo que hallar


en ésta un crecimiento del porcentaje relativo.

Como se sabe, los esclavos fueron importados especialmente para


las faenas agrícolas relacionadas con la cultura de la caña de azúcar y
de otros cultivos que se desarrollaron casi exclusivamente en la zona cos

tanera, pues fueron las minas las que merecieron especial atención eco
nómica en la región serrana. De lo anterior puede deducirse que los
negros debieron habitar mayormente en la costa. Tal hipótesis cobra
visos de certidumbre cuando se lee en las crónicas, memorias, informes
y diarios de viajeros, que ciertas ciudades y valles de la zona litoral
en

los negros a veces doblaban en número a los hombres de las otras razas.
Las suposiciones se transforman en realidades concretas cuando se exa

minan las pocas estadísticas existentes.

Tomemos, por ejemplo, el cuadro que sigue, formado con los datos
del censode 1876 y utilizando una agrupación zonal que
sigue el con
cepto clásico sobre las regiones del Perú, agrupación que no sufre nin
guna influencia de importancia por el hecho de que ciertos
departamen
tos costeños tengan provincias serranas, como se comprenderá por lo que
sigue.
Número de Negros Zonas
por Geográficas, en 1876
Costa Sierra
Lima 15,404 Cajamarca 1,051
Piura 5,380 Junín 472
Arequipa 3,854 Cuzco 417
Lambayeque 2,683 Huánuco 343
Callao 2,646 Ayacucho 311
Libertad 2,467 Puno 224
Ancash 2,453 Huancavelica 161
Tacna 1,299 Apurímac 96
Moquegua 621
TaraPacá 564 Total 3,075

Total 40,258
240 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Selva

Loreto . . 110
Amazonas 108

Total 218

Si
examina el número de negros que existía por entonces en cada
se

departamento hallaremos que en la región costanera hubo 40,258 hom


bres de color, mientras que en la sierra y en la zona selvática solamen
te se encontraron 3,075, y 218 respectivamente (30) Es decir que la costa
.

tenía el 92% de la población de color, o sea 13 veces más negros que la


sierra y 184 veces más que la selva.
Al tomar el censo de 1940 y hacer
un agrupamiento similar se en

cuentra que la situación repite. Como se aprecia en el cuadro que


se

sigue, los once departamentos costeños tienen mucho más altos porcen
tajes de hombres de color que los otros. Hay entre ellos siete que están
sobre el porcentaje promedio del Perú que, como he de
expresado, era

0.47%.

Porcentaje de Negros por Zonas Geográficas, en 1940

Costa Sierra

lea 4.18% Cuzco 0.04%


Lima 1.66% Junín 0.04%
Callao 1.45% Cajamarca 0.02%
Piura 0.91% Ayacucho 0.02%
Tacna 0.81% Puno 0.01%
Lambayeque 0.66% Huánuco 0.01%
Tumbes 0.57% Apurímac 0.01%
Arequipa .......
0.30% Huancavelica 0.01%
Moquegua .
0.33%
Libertad 0.15%
Ancash 0.10%
Selva

Loreto 0.10%
Madre de Dios 0.09%
Amazonas 0.02%
San Martín

30. Los totales del censo atribuyen al departamento de Amazonas 9,145


negros, cifra que está equivocada pues si se investigan los detalles sólo se hallan
33 en Luya y 75 en Chachapoyas, lo cual da un total de 108. En esta sólo época
quedaban en el Perú 10 negros nacidos en África; además, había 16 de Jamaica
y 4 de Haití.
PERÚ 241
EL MESTIZAJE NEGROIDE DEL

Si ahora pasamos a considerar la densidad de la población de color


otro factor de importancia. Como la
en el país, veremos que aparece
costa sólo ocupa 0.13 partes de la superficie total del Perú (mientras que
la selva se extiende en 0.55 y la sierra en 0.32 partes) resulta que esto

produjo en determinado período una densidad apreciable de población


negra en la zona costanera.
característica que se ha presentado en líneas anteriores todavía
La
realiza
persiste en el Perú. Hace apenas veinticinco años, según el censo
do en 1940, los mayores porcientos de negros se encontraron en lea
(4.18%), Lima (1.66%), Callao (1.45%), Tacna (0.81%), Lambaye-
que (0.66%), Tumbes (0.57%), y Piura (0.91%), según Alberto Arca
Parró (31) .

Cantidades Absolutas y Relativas de Negros en Lima

Aunque hay muchas referencias respecto al número de esclavos ne


gros que entró al Perú en los primeros tres cuartos de siglo de la colo
nizaciónespañola, no he puesto al día todavía las cifras estadísticas que
permiten esclarecer el punto. Hasta que pueda hacerlo, ofreceré en lo
que sigue, como información sujeta a revisiones, el resultado de mis in
vestigaciones sobre los siglos XVII, XVIII, XIX y los principios del XX.
Según el articulista del "Mercurio Peruano" (32), quien seguramen
te se basó en Bravo de Lagunas (33), el primer censo de Lima se hizo
en 1600, cuando era Virrey Dn. Luis de Velasco. Resultaron 14,262 ha
bitantes, "número sobre el que cupo dudas". El cronista Antonio de
Herrera (34), por su parte, afirma que a fines del siglo XVI había "en
el Callao" (debe entenderse la Capital y su
puerto) "un total de 20,000
negros". Esto nos impide creer la aseveración del "Judío Portugués",
que juzgamos exagerada cuando expresa: "Dizen tiene Lima cuarenta
mil negros esclavos" por manera que lo más
. . .
, a puede tener de gente
blanca cuatro mil y seiscientos hombres"
(35) .

En 1614, cuando gobernaba Dn. Juan de Mendoza y Luna, Mar


qués de Montesclaros, se realizó el segundo censo, citado como digno de

31- Introducción al "Censo Nacional de Población


.
y Ocupación, 1940". Lima.

32. "Reflexiones históricas y políticas sobre el estado de la


esta
población de
Capital, que se acompaña por suplemento", Mercurio Peruano. Lima 1791
lomo 1. pag. 90.
33
1ue ofrece al Excelentísimo Señor Dn.
Manso 'a
m y°,t0 con4ultjvo
de Velasco, Conde de
Superunda..." Lima 1791
Joseph anromo
-«*pa Antonio

"Descripción de las islas y Tierra Firme del Mar Océano...".


173034' Madrid.
35. "Discrición General del Reyno del Pirú en particular de Lima". P Ru-
^^
£rmaVaM3CMXUXgXVe-p?gJ-47ManUSCrÍt°S '" ^ BMÍOÍ™S del
**«*«.
242 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

fe por varios autores (36). Gracias a él tenemos, por primera vez, un

dato que parece veraz sobre el número de negros. Dentro de un total

de 25,454 (37) habitantes, aparecen 10,386, 40% de la pobla o sea el

ción. Esta proporción subió a 50% pocos años después, según se deduce
de las estimaciones que el P. Cobo da en su libro, pues dice que hay en

Lima "cinco a seis mil vecinos españoles que en lo entrante y saliente

serán hasta 25,000 almas.. ., 30,000 negros esclavos de todos los sexos...
y hasta 5,000 indios con lo que vienen a ser 60,000 personas" (38). Estos
datos se hallan más o menos comprobados por una declaración oficial

contemporánea, pues el Virrey Diego Fernández de Córdoba


Dn. (1622-
1629) calcula en 30,000 el número de negros, de los cuales 22,000 se ha

llaban en Lima y sus provincias (39) .

A partir de entonces, y por un tiempo relativamente largo, no en

contramos cifras más o menos exactas del número de pobladores de co

lor, pero sí del total de habitantes, dato que también nos interesa. En
1683, Montalvo dice que "Los Vecinos de la Ciudad de Lima explican
por su número su grandeza pasan de 10,000 y de
pues los españoles
70,000 los indios y los negros" (40). Esto parece exagerado pues en el
censo que mandó hacer en 1700 el Virrey Dn. Melchor Portocarrero Lazo
de la Vega, sólo resultaron 37,259 almas (41), "número que por entonces
se consideró pequeño" (42). Hay dos autores de esa época que atribuyen
a Lima unos 20,000 negros. M. Frezier (43) dice que la Capital sólo
cuenta con ocho o nueve mil blancos y que hay 28,000
unos 25,000 a

"mestizos, mulatos, negros y algunos indios". Herrera expresa: "Muchos


afirman que hay en esta Ciudad 12,000 Mugeres de todas naciones y

20,000 negros" (44).


Desde la época anterior hasta 1770 no tenemos datos seguros sobre

los negros. Sabemos que mientras gobernaba Dn. José Manso de Ve-

36. Fray Buenaventura de Salinas. "Memorial de las Historias de Nuevo


Mundo". Ct. por Bravo de Lagunas en ob. cit. Bravo de Lagunas. Ibidem. — —

Mercurio Peruano. Ibidem. Enrique León García "Censo de la Provincia de Li


ma". Lima. 1915 y "Las Razas en Lima''. Lima. 1909.


37. León García anota 26,441. Yo sigo a Fray Buenaventura de Salinas,
quien da la cifra que consigno.
38. "Monografías Históricas sobre la Ciudad de Lima". Lima. 1935. Tomo 1.
pág. 47.
39. Mendiburu. Ob. ct. Tomo V. pág. 196.
40. "El Sol de Nuevo Mundo...". Roma M.DCLXXXIII. Libro 1. Cap. V.
pág. 26.
41. Bravo de Lagunas. Ibidem. Mercurio Peruano. Ibidem. —
José María —

Córdova y Urrutia. "Las Tres Épocas", pág. 100. Paz Soldán. Ibidem. El — —

P. Vargas Ugarte dice que este censo es muy prolijo y que llega hasta numerar
los negros esclavos que habitaban en cada casa. No me ha sido posible consul
tarlo en mis viajes a España.
42 .Mercurio Peruano Ibidem . .

43. "Relation du Voyage de la Mer du Sud Aux Cotes du Chili et du Pe-


rou...". París. 1732.
44. Ibidem. pág. 42.
EL MESTIZAJE NEGROIDE DEL PERÚ 243

lasco vivían Lima 60,000 almas (43), número que el te


(1745-1761) en

rremoto de 1746 redujo a 53,000 (46) .

En 1770 se levantó un censo que dio 30,581 personas de color (47).


Como la población total debió ser en esa época de 57,000 habitantes
(si se tiene es cuenta la que había después del terremoto y la que se

halló en el censo de 1781 (48) resulta que Lima tenía por entonces 53%
de negros. Los datos que da Ruiz y Pavón parecen exagerados, pues di
fícilmentepodría llegar la cifra a 72%. Este autor dice que Lima
tenía más de 80,000 pobladores, de los cuales sólo 18,000 a 20,000 eran
españoles. Pero en 1781 se hizo un censo que sólo dio 60,800 habitantes
en total.
Las próximas cifras quepresentan a nuestro examen son las con
se

tenidas en el censo levantado en 1791, es decir, durante la gobernación


de Dn. Francisco Gil de Taboada. Según la biografía que del Virrey
consigna Mendiburu, en Lima se encontraron 52,627 individuos, "sin con
tar militares", de los cuales 17,215 eran blancos, 8,960 negros, 3,219 in

dios y el resto "castas mixtas". Si se consideraran los individuos de


color comprendidos en las castas, puede suponerse que el porciento re

sultaba superior al de 1781. A mayor abundamiento hay que decir que


el tantas citado articulista del Mercurio Peruano expresa que el
veces

censo tuvo todos los visos de la exactitud, a pesar de que los vecinos
alteraron ciertos números, especialmente al ocultar el número de sus

esclavos.
El censo anterior es el último del
período colonial. Antes de ter
minar el estudio de esta etapa histórica hay que hacer notar que los nú
meros de negros que hemos encontrado en las estadísticas,
muy posible
mente son inferiores al de los que realmente vivían en nuestro
país. Se
debe tener en cuenta que los
cómputos fueron hechos casi exclusivamen
te en base a los esclavos reconocidos como tales
por los registros que
se llevaban para el pago de impuestos a la Corona. Estos registros se
hacían mediante el examen de los documentos de
ingreso oficial de esa
"mercadería". Pero, en aumento desde el siglo XVI hasta llegar a su

apogeo en el XVIII, siempre existió un activo contrabando de esclavos


(por tierra de Panamá y la Argentina y por mar de Chile) que aumentó
en apreciable cantidad la entrada de hombres de color que no quedaban
inscritos en ningún registro. Además, precisa considerar
que dentro del
Virreinato había otros negros que escapaban de esa labor
censal, como
los muchos libertos que existían
y los no menos numerosos bandoleros,
vagos y cimarrones, mencionados en las Memorias de los
Virreyes por

45. Mercurio Peruano. Ibidem.— Mendiburu (Ob.


ct., Tomo V náe
p B' 191 )
±ux-'
consigna 54,000.
46. Bravo de Lagunas. Ibidem y Mercurio
Peruano. Ibidem
47. "Memoria del Virrey Marqués de Aviles. Lima. 1901 nás
vs' 37 '

48
'

Mercurio Peruano
.
Ibidem .
.
244 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

los desmanes que cometían. Nada nos autoriza a suponer, por último,
que los pardos (mulatos, zambos, tercerones y los múltiples subtipos ra

ciales) fueran incluidos estadísticamente entre la población "negra".


Al producirse la proclamación de la Independencia del Perú, en
1821, los negros se alistaron en apreciable número en las filas del ejér
cito de San Martín, porque éste concedió la libertad a quienes tal hacían.
Muchos esclavos escaparon de sus amos para luchar como soldados en
las batallas por la libertad. Tanto por esta causa cuanto porque a par
tir de 1821 todos los hombres nacieron libres en el Perú, el número de
esclavos comenzó a bajar rápidamente, pues desde los finales del siglo
XVIII no se había recibido más negros de África.

primeros empadronamientos de Lima que tenemos durante la


Los
etapa republicana corresponden a 1836. Según ellos resulta que la pro
vincia contaba con 62,815 habitantes, dentro de los cuales había 55,240
castas (82%) y (12%); en el departamento, que tenía
7,798 esclavos
167,279 almas, 41% 10% esclavos (49). Como se ve, el
era de castas y
porciento de castas era elevadísimo en la Capital lo que justifica la im

portancia que a este grupo concedemos en el proceso de la integración


racial peruana, asunto del que trataremos en las últimas páginas.
En 1856, 1857 y 1860 se levantaron censos (50) cuyos valores nu

méricos León García consigna; no pero el Dr. Alberto Arca dice que el
segundo y tercero dieron para la provincia de Lima 94,195 y 100,000, res
pectivamente. León García deduce que los negros formaban por enton
ces el 11% de la población de Lima (51) y expresa que en 1862 esta ciu

dad tenía 89,434 habitantes.


En 1876 se hizo el censo nacional ya citado en otra parte de este

trabajo, según el Capital resultó con 34,492 habitantes, de los


cual la
cuales 9.3% eran negros, porcentaje que veinte años después un autor
eleva a casi el doble. Como por entonces la Municipalidad de Lima
había realizado un censo, podría suponerse que este autor se valió de
los datos del mismo para afirmar que dentro de un total de 100,000 ha
bitantes había 18% de color (52), cifra que considero errada a la luz de
las informaciones recogidas en los cómputos que se hicieron a principios
del siglo XX, por mucho que falseara la investigación censal.
se

A partir del momento anterior, la acelerada mezcla racial que se


produce en el país y el falseamiento de los datos recogidos en los cen
sos,hacen aparecer porcentajes de negros que disminuyen rápidamente.
Sin entrar al detalle exhaustivo del asunto, consignaré aquí las cifras
que he obtenido.

49. "Descripción de Lima", en los Documentos de Odriozola. Tomo IV


pág. 243.
50. Enrique León García. Ibidem. págs. 81,- 211,- 216.
51. Ibidem

pág 81
. . .

52. J. Copello. "Sociología de Lima". Lima. 1895. 120. pág.


DEL PERÚ 245
EL MESTIZAJE NEGROIDE

Negros en Lima 1903/40

Año del censo Población total Porcentaje c

1903 130,322 (Ciudad) 5.6%


1908 140,539 (Ciudad) 4.8%
1920 223,807 (Provincia) 4.3%
1931 373,875 (Provincia) 3.5%
1940 849,171 (Departamento)
577,070 (Provincia) 1.66%

La Movilidad Racial

La información que se consigna en las páginas precedentes es bas


tante deficiente. Temo que no sea fácil completarla, a menos que exis
tan en los archivos oficiales de España datos que desconocemos. Sin
embargo, estimo que nos da una base sobre la cual pueden asentarse al
gunas conclusiones.
El hecho de que
en los últimos doscientos años haya ido disminu

yendo en forma apreciable el número de personas que en los censos de


población han sido clasificados como "indios", no podría justificar la
aseveración de que la raza aborigen ha ejercido una influencia cada vez
más pequeña en la formación del país, pues ha ocurrido lo contrario.
Desde un punto de vista cultural, el orgullo de nuestro
pasado autóc
tono ha ido creciendo en lugar de disminuir
y esto se hace manifiesto
en muchos rasgos característicos del Perú actual. Desde un punto de
vista estrictamente demográfico, la disminución estadística de los "in
dios" no demostración de que hayan desaparecido, pues como factor
es

correlativo se presenta un aumento de mestizos, lo que


significa que los
descendientes de los aborígenes se han mezclado en forma con apreciable
los que provienen de las razas que comenzaron venir
a a nuestro terri
torio desde mediados del siglo XVI. Resulta
presentar imposible
datos numéricos sobre el proceso de movilidad racial
que hubo en nues
tro territorio durante los 250 años que
siguieron a los primeros desem
barcos de los españoles. Pero puede trazarse un cuadro
aproximado de
lo que ocurrió en ese sentido durante el
período (1791-1940) (53).

columnas que corresponden a 1876


^3" .^s
deli Dr. Alberto Arca Parró
a y 1940 pertenecen
peneneCen al trahfnV
trabaJ°
que se citó en la nota (31)
REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Movilidad Racial en 1791/1940


Razas Censo de 1940 Censo de 1876 Censo de 1791

Absoluto Relativo Absoluto Relativo Absoluto Relativo

6'207,967 100% 2'699,106 100% 1*226,677 100%


Blanca y
mestiza 3'283,360 52.89% 1'040,652 .38.55% 380,191 31.8%
India 2'847,196 45.86% 1'554,678 57.60% 764,894 62.2%
Negra 29,054 0.47% 52,588 1.95% 59,462 4.85%
Amarilla 45,945 0.68% 51,186 1.90%
21,773 1.2%
No declarada 6,412 0.10% 2

El cuadro anterior permite ver que el Perú no ha escapado al pro


ceso general de oscurecimiento de la población, que se encuentra en la
América Latina. En lo que concierne a nosotros la población negra ha
contribuido al máximo, precisamente a causa de su disminución apre
ciable en proporción y en volumen. Este decrecimiento, en efecto, no se
ha debido a su extinción, sino a que la inmensa mayoría de habitantes
de este grupo, al mezclarse con los individuos de otras razas, ha pasado
a engrosar los números cada vez mayores de mestizos que figuran en los
censos, pues partir del censo de 1876
a en la clasificación se suprimió la
columna de "pardos", de tal modo que en los últimos 90 años el término
censal "mestizo" comprende también a los mulatos. Varios factores so

ciales han contribuido al aceleramiento de este cruce racial.

período colonial y en los primeros años de la vida re


Durante el

publicana la población indígena se mantuvo geográficamente separada


de la población blanca, lo que no favoreció el mestizaje. Con los ne

gros ocurrió exactamente lo contrario, pues vivieron en las ciudades y


haciendas de la zona costanera, en estrecho contacto con los blancos.
Hasta el
primer siglo XIX casi el total de los mulatos
cuarto del
nació del concubinato del español y el criollo con las mujeres de color.
Mas desde que empezó el proceso de la revolución emancipadora, se
comenzaron a presentar fenómenos sociales que estimularon ese cruce

racial, y, ahora, mediante procedimientos de carácter lícito según el

aceptado patrón religioso.


A partir de 1821 cesa de existir en el Perú la esclavitud por razón
de nacimiento. Los negros que se alistan en las filas de los ejércitos
patriotas son declarados libres. En las tropas de San Martín y en las
de Bolívar han venido soldados de color que participan de las conside
raciones y el prestigio que corresponde a los ejércitos libertadores. Du
rante el gobierno de Castilla se produce la manumisión total. Todas es

tascircunstancias elevan el nivel social de los negros. Debido a ello


comienzan a producirse casamientos de negros y mulatos, que durante el
247
EL MESTIZAJE NEGROIDE DEL PERÚ

período colonial no hubieran ocurrido. Posteriormente los hombres de


color toman parte activa en las revoluciones y golpes de estado, y ésta
la nacional realza su importancia en la vida
su participación en política
cívica, hasta el punto que la tradición cuenta que uno de ellos (el "Negro
Escobar"), por propia decisión y por breves momentos se ciñe la faja
presidencial. Luego los montoneros se transforman en bandoleros,
con

caudillos que adquieren aureola popular. Cuando se produce la afluen


cia de europeos, durante los finales del siglo XIX y los principios del
XX, algunos grupos de inmigrantes ( especialmente los italianos y, en
forma más restringida, los franceses), desprovistos de todo prejuicio ra

cial se unen en matrimonio a mujeres negras y mulatas. La manifiesta

tendencia de la raza negra al cruzamiento (tendencia mayor que la de


los aborígenes y asiáticos), así como el hecho de que cesa por completo
la inmigración de africanos desde el primer cuarto del siglo XIX, deter
minan que los negros desaparezcan, prácticamente, de las estimaciones
estadísticas que miden el fenómeno demográfico; pero al mismo tiempo
están realizando un activo cruzamiento con las otras razas.

Si se tiene en cuenta lo que hasta aquí se ha expuesto, no puede


negarse que en el fenómeno demográfico nacional de los últimos dos
cientos años ha ocurrido un decrecimiento considerable de indios y de
negros, forma absoluta y relativa, y
en un aumento correspondiente de
sub-productos de esas dos razas.
En cuanto a los mestizos euroindios tal circunstancia aparece cla
ramente en las cifras
estadísticas; pero no ocurre así con los descendien
tes de la mezcla blanco-indio-africano, en especial desde que en 1791 se
empieza a emplear el término castas, y luego las voces mezclas, diversos
cruzamientos y raza no declarada o no especificada. Esta situación es
particularmente inconveniente desde que en esos términos imprecisos se
menciona el importante crisol en que se van fundiendo los elementos
humanos que han dado nacimiento a la población peruana.
Las castas o mezclas sólo han representado el penoso entronque
no

entre las varias razas que desde los mediados del siglo XVI habitan nues
tro territorio; son, también, los genes sociales que han impuesto ciertas
características en el organismo nacional, dejando herencia de trage
una
dia de la que hoy queremos sacudirnos. Híbridos cívicos a quienes no
alcanzaban ni la legislación tutelar del indio ésta tuviera
(aunque mu

chas veces el dudoso valor de cédulas reales


y leyes republicanas incum
plidas en ambos casos), ni la simpatía del amo colonial y del patrón re
publicano, se les consideraba de mala casta, indeseables, peligrosos, como
claramente se advierte en las Memorias de los
virreyes y en otros docu
mentos oficiales. Esta situación provocó en ellos reacciones
que dejaron
deformaciones y traumas síquicos peligrosos. Entre nosotros
ocurrió
exactamente lo mismo que Aguirre Beltrán describe en el
caso de Méxi
co: "Plebe en las
capitales, transeúntes en las haciendas, obligados a
248 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

obtener su diario sustento sin útiles ni medios, vivían del robo y la

truhanería, del ataque a la inviolable


propiedad privada de los blancos

y a propiedad comunal, exigua de los indios; para ambos eran un


la
azote" (54).
Hasta que se produjo la manumisión, en el caso de los unos, y hasta
los comienzos del presente siglo, en el caso de los otros, los esclavos y
los indios fueron grupos "marginales", según el término de Park (55),
en buena parte porque el hecho de que se les mantuviera aislados de los

focos culturalessignificaba que no se les había aceptado todavía en el


nuevo orden, que estaba gobernado de acuerdo a los patrones europeos

importados por los españoles. Mas, aunque parezca extraño, esto no


sucedía con las mezclas, las cuales se habían introducido subrepticiamen
te en ese nuevo orden, forzando las puertas, a fuer de salteadores y la
drones. Ocurrió, debido a esto, que a pesar de su situación social fueron
ellos los primeros productos integrales de la aculturación, circunstancia
semejante a la que se encontró en los Estados Unidos con la raza negra
(ü6), tan menospreciada y miserable como nuestras castas. Por eso aquel
grupo resulta el más propicio para estudiar los procesos de contactos
que los psico-sociólogos describen con los nombres de adaptación, aco

modación, asimilación, ajuste, aculturación, etc. (57). Mas tal investiga


ción, sobre la cual algo he adelantado hace unos años (58), no concierne
a este trabajo.

Insisto en expresar que las cifras que quedan consignadas en este

trabajo no deben tomarse como absolutamente ciertas, debido al persis


tente ocultamiento y falseamiento que han experimentado las informa
ciones sobre la realidad racial del Perú, lo que en el caso de los negroj
ha producido una diferencia cuantitativa por defecto.

54. Ibidem. pág. 173.


55. R. E. Park. "Human Migrations and the Marginal Man." American
Journal of Sociologíe. 1928.
56. Melville J. Herskovits. "The Negro's Americanism", en "The New Ne
gro". New York. 1935. Ed. por Alain Locke.
57. Arthur Ramos. "Introducgao á Psychologia Social". Rio de Janeiro. 1936.
58. Fernando Romero. "Ubicación Cronológica de Nuestro Negro", "Ubica
ción Geográfica de Nuestro Negro" y "Ubicación sociológica del Esclavo Ne
gro". La Prensa. Lima 3 de noviembre de 1935, 10 de noviembre de 1935 y
29 de diciembre de 1935, respectivamente.
"Diferenciación de hemoglobinas
humanas"
Por Humberto Aste-Salazar

Instituto de Investigaciones de la Altura

Universidad Peruana "Cayetano Heredia". Lima.

La hemoglobina es el pigmento respiratorio localizado en los gló


bulos rojos de la sangre, transporta el oxígeno desde los alveolos pul
monares a las céluas tisulares.
Hasta hace poco sólo se sabía de la existencia normalmente de las

hemoglobinas adulta, la Hb A, y la fetal, Hb F.


Los glóbulos rojos de ciertos individuos de raza negra ó con an

cestro negroide presentan la particularidad in vivo ó in vitro, frente


a condiciones especiales, de deformar su forma corriente circular en lan
ceolada o en banana. A esta deformación se le llama "fenómeno de fal-
ciformismo o drepanocitósis" . Muchos observadores ahora consideran
sine qua non el ancestro negro para la presencia del fenómeno de falci-
formismo, importa cuan remota sea la mezcla o cuan mínimas sean
no

las características negroides. Por mucho tiempo fue un problema sin


solución el hecho de que ciertos individuos presentando el fenómeno de
falciformismo de sus glóbulos rojos fueran aparentemente asintomáticos,
mientras que otros con igual fenómeno presentaban cuadros clínicos-
hematológicos de una grave anemia, generalmente fatal. La anemia de
los glóbulos falciformes o drepanocítica ataca a millares de
negros en
África y en América.
En 1949 Pauling, Itano, Singer y Wells
(USA) hicieron el descubri
miento fundamental que los glóbulos rojos de los
pacientes con anemia
falciforme (sickle cell anemia) contenían
hemoglobinacon un punto
isoeléctrico que significativamente diferente del de la hemoglobina de
es

los sujetos normales, de aquí la diferencia de


migración electroforética .

Esto suministró la primera evidencia


positiva que la hemoglobina adulta
humana, existe en más de una forma molecular, y ello implicó
por pri
mera vez que muchas de las enfermedades de naturaleza
bioquímica
pueden ser causadas por anormalidades genéticamente determinadas de
250 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

la síntesis proteica. A la hemoglobina adulta anormal presente en los


glóbulos rojos de los individuos con falciformismo se le llama Hb S.
También en 1949, Neel (USA) Beet
y (África) simultáneamente
sugirieron una hipótesis alternativa concerniente la
relación genética
a

entre la anemia falciforme y el "razgo" de falciformismo. Establecieron


que el fenómeno de falciformismo era debido a un gene que cuando está
representado una vez la constitución genética del individuo (estado
en

heterocigote), era responsable del "razgo" de falciformismo o "sicklemia",


manifestación aparentemente asintomática, fenotípicame'nte represen
tada por la mezcla Hb A (normal) 4- Hb S (anormal) Cuando el gene .

está representado doblemente (estado homocigote), era responsable de


la anemia falciforme, representación fenotípica es Hb S (anormal)
cuya
-f- Hb S (anormal) o Hb S
(anormal) + Hb F (fetal normal) .

El revolucionario descubrimiento de Pauling y colaboradores aclaró


los cuadros clínicos-hematológicos de los pacientes con falciformismo de
los hematíes, y abrió un nuevo campo de investigación hematológica,

bioquímica, genética, antropológica y médico-legal.


Poco tiempo después del descubrimiento de la Hb S se encontró en

individuos de raza negra la Hb C (Itano), cuyo cuadro homocigote es

también muy grave. En la actualidad se conocen un gran número de


hemoglobinas adultas anormales y de hemoglobinas fetales anormales.
A las enfermedades originadas por anomalías de la molécula de hemo

globina se les llama hemoglobinopatias.


Las hemoglobinopatias pueden presentarse en el individuo en for
ma heterocigótica, homocigótica o como combinación de 2 Hbs. anormales

distintas o de una hemoglobinopatía con otra anomalía globular here


ditaria. La importancia de las hemoglobinopatias desde el punto de vista
de la morbilidad reside en que en la forma homocigótica o combinada

producen síndromes hemolíticos intravasculares de variada intensidad,


generalmente fatales. Por muchos años se ha considerado la forma he
terocigótica como completamente asintomática.
Las hemoglobinas anormales son características hereditarias perma
nentes o indelebles que predisponen al individuo a sufrir sus consecuen

cias durante toda la vida. En cuanto a la mortalidad algunos de esos

síndromes llegan a afectar en tal grado al individuo que lo eliminan

antes de alcanzar la edad adulta.

El estudio de las hemoglobinas plantea o soluciona interesantes pro


blemas etnológicos. La Hb S y la Hb C se encuentran en diferentes

de individuos en ciertas tribus negras del África Central,


porcentajes
Oriental y Occidental, tanto en los países de origen como en el Continente

donde se encuentren. Se les observa en los países que sufrieron migra


ciones africanas, Italia, Grecia, etc. También se observa la Hb S entre

los Veditas del Sur de India, que no tienen ninguna relación de paren-

tezco con la raza negra.


"DIFERENCIACIÓN DE HEMOGLOBINAS HUMANAS" 251

Siendo el Perú un país cuya población se ha formado principal


no es
mente de varios troncos raciales: indios, europeos —españoles y

pañoles—, africanos y asiáticos, y habiéndose demostrado en poblacio


nes africanas y europeas marcada frecuencia de hemoglobinas
anormales,
es clara la conveniencia de determinar la introducción y diseminación
de esos genes anormales en nuestro medio.
realizó Francisco
El descubrimiento y conquista del Perú se por

Pizarro en La introducción al Perú de negros africanos comenzó


1532.
Prove
con Pizarro mismo (Mac-Lean y Estenos, Wiesse y Romero).
nían de zonas africanas desde la Costa Occidental hasta el Congo.
En el Perú la Sierra, tierras altas, región de las grandes minas,
es la

y la Costa, tierras bajas, la de la agricultura. Se pensó, al principio, que


los negros podían substituir en las grandes alturas a los indios nativos
en las rudas y agobiantes tareas mineras exigidas por el conquistador

español. Como lo acreditan las primeras referencias documentadas de


la Colonia, los negros fueron al principio llevados a las grandes alturas
andinas, y llegaron a ser numerosos en Jauja (9,900 pies sobre el nivel
del mar) por el año 1534 (Mac-Lean y Estenos) . A diferencia de los
blancos no pudieron adaptarse ni al clima ni
los negros
(los españoles)
a la altura andinas, pudieron competir con los indios nati
y por ello no

vos en su resistencia a los grandes esfuerzos musculares. "Gallinazo no


canta en puna", es un dicho popular que, desde los albores del Coloniaje,

"refleja y perenniza" esta forma de agresión ambiental. Verdaderamen


te, es infrecuente ver negros residiendo en las grandes alturas; sin em
bargo, existe un grupo bastante numeroso de negros que viven, siguien
do las mismas costumbres que los indios nativos, en un valle yunga si
tuado a una regular altura en el
altiplano boliviano, cuyos antepasados
se establecieron allí huyendo de la esclavitud durante la dominación es

pañola del Perú.


Los Andes arrojaron
a todas las "piezas de ébano" a la Costa
pe
ruana, principalmente a aquellas zonas que presentaban ciertas analogías
geográficas y metereológicas con las regiones del Continente africano
(Mac-Lean y Estenos). En la Costa fueron dedicados a las pesadas
faenas agrícolas. Por la acción del clima y de la altura en los Andes
no hubo un ostensible cruzamiento entre los
negros y los nativos andinos,
y desde el principio se dieron ordenanzas reales
enérgicas para impedirlo.
En 1959, Aste-Salazar, Nué, Krumdiecp y Zavaleta estudiaron elec-
troforéticamente la sangre de indios puros y mestizos (mezcla de indio
y caucasiano) nativos (nacidosen el lugar o en zonas
vecinas) viviendo
en las grandes alturas de los Andes
peruanos (14,867-Morococha y 16,170-
Ticlio pies sobre el nivel del
mar) Encontraron solamente
.

hemoglobina
adulta normal. Varios
investigadores han demostrado que el Indio
Americano desde Alaska a la
Patagonia no tiene hemoglobinas anorma
les. Este es un hecho
importante desde el punto de vista antropológico
252 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

pues indica la existencia de características biológicas que diferencian


ia rama americana de las otras ramas mongoloides. Por un lado, indica
que los Indios Americanos no tienen polimorfismo para las hemoglobi
nas, y por otro lado, indica que las mutaciones genéticas ocurridas en la
rama mongoloide asiática como en la ramaIndonesia-Malaya (presencia
de Hb E) ocurrieron después de la migración mongoliana al Continente
Americano .

Cambios roentgenográficos idénticos con aquellos vistos en la ane

mia falciforme han sido descubiertos en una gran proporción de cráneos


de las antiguas civilizaciones americanas Williams y por Feingold por
y Care. Estos últimos autores estudiaron cientos de cráneos de los an
tiguos peruanos. Weiss, patólogo y antropólogo peruano, considera que
las condiciones en las cuales se presenta la alteración ósea
sugiere que
su causa tenga relación con alguna costumbre viciosa, sino la deforma
ción craneana, que tanto ha
se negado, por lo menos en la alimenta
ción.

Weiss, Altuna y Cachay en 1935 fueron los primeros que señalaron


en el Perú y en Sud-América el fenómeno de falciformismo de los he
matíes in vivo en dos pacientes niños con anemia falciforme. Aste-Sa-
lazar, Zavaleta, Nué y Merino en 1957 realizaron estudios electroforéticos
de la Hb en grupos de negros viviendo al nivel del mar en Lima y en
centros agrícolas del Norte Sur del país, encontrando el
y "razgo" de
Hb S (estado heterocigote) el
10% "razgo" de Hb C en el 7%
en y el
de los sujetos estudiados. En 1958, Krumdieck en grupos de
negros y
mestizos de Lima encontró "razgo" de Hb S en el
11.3% y "razgo" de
Hb C en el 3.1%.

En los Hospitales de Lima algunas veces vemos pacientes de color


con anemia falciforme, o con "enfermedad falciforme" (Hb S + Hb C,
Hb S + Hb D, Hb S -4- Thalassemia), más raras veces "homocigote C,
Hb C + Thalassemia.

Hasta hace poco tiempo se consideraba a los sujetos con "razgo" de


Hb S (heterocigotes) enteramente asintomáticos en las condiciones co

rrientes de la vida, en contraste los


pacientes homocigotes S. Últi
con

mamente, se ha señalado complicaciones por falciformismo masivo in-


travascular, algunas veces precipitado por otras enfermedades pero en

otras ocasiones sin aparente antecedente causal, como artralgias, hema-


turias espontáneas e indoloras o infartos de ciertos órganos que ocasional
mente se presentan sujetos con diagnóstico bien documentado de
en

"razgo" de Hb S. Los sujetos con "razgo" de Hb S, bajo ciertas con


diciones, en potencia encierran la posibilidad de una enfermedad peligro
sa o aun fatal, que en la mayoría de los casos puede probablemente ser

prevenida si se evitan ciertos tipos de stress.


Durante la última guerra en Corea (1954) el transporte por el aire
de tropas negras (USA) facilitó la observación de que algunos de los
"DIFERENCIACIÓN DE HEMOGLOBINAS HUMANAS" 253

aparentemente buen es
que antes de tomar el vuelo estaban
en
sujetos
tado de salud, desde los 90 minutos a las 2 horas de iniciado el vuelo

(en aviones sin cabina altimática), desde los 4,000 a 12,000 pies de al
tura, sentían muy mal presentando
se un cuadro de "abdomen agudo".
Una vez en tierra, fué establecido el diagnóstico de "infarto del bazo
de Hb S.
por falciformismo de los hematíes" en portadores del "razgo"
Como causa del falciformismo se señala en forma destacada la "desoxi
genación" de los hematíes, de aquí el gran papel de la "hipoxia de
altura" en la etiopatogenia del cuadro clínico antes señalado. El bazo
por su aspecto histológico, por su tipo de circulación, por la falta de
comunicaciones colaterales entre las ramas de la arteria esplénica, es el

órgano que más favorece el "fenómeno de falciformismo" ante los facto


res etiológicos de él. Recientemente han aparecido en la literatura mé
dica casos de "razgo" de Hb S con infartos del pulmón, cerebro, cora
zón, etc.

Entre nosotros, por primera vez, en los últimos pocos años Aste-
Salazar y Zavaleta han tenido la oportunidad de observar 7 pacientes
portadores del "razgo" de Hb S, que al viajar 5 de ellos en automóvil o

en tren a la Sierra y los 2 restantes volando sobre la Cordillera Andina,


desde los 3,000 a 4,500 metros de altura, las 2 ó 3 horas de haber
a dejado
la Costa, acusaron el cuadro típico "clínico-hematológico-radiológico" del
"infarto de bazo por falciformismo de los hematíes provocado por la
hipoxia de altitud". Los pacientes antes de este accidente ignoraban que
eran portadores del "razgo" de Hb S: un estudiante blanco padre belga
madre peruana (portadora del "razgo") aparentemente blanca, un médico
ligeramente moreno padres con ancestro italiano siendo la madre la por
tadora del "razgo", cadete naval
un
padre de ancestro alemán madre
peruana, ambos blancos,
Capitán de la Guardia Civil primo hermano
un

del médico, un comerciante aparentemente blanco


padre de ancestro ale
mán madre peruana, un estudiante ligeramente moreno
padres peruanos,
y un médico brasilero ligeramente moreno padre de ancestro portugués
madre blanca ancestro inglés.
La Cordillera de los Andes determina la
especial configuración geo
gráfica de muchos países sud-americanos, en y particular la del nuestro.
Para atravesarla se impone la necesidad de
recorrer caminos que en su
mayoría están trazados a elevadas alturas, o utilizar aviones
comerciales
o militares muy pocos de ellos con cabinas
altimáticas. Por estas razo
nes, son grandes las implicaciones civiles
militares y pueden ser mo
que
tivadas por la "triada":
"hipoxia de altura- falciformismo de los hema
tíes-infarto del bazo". Por ello, debe hacerse todo esfuerzo
para pre
cisar la presencia de la Hb S a sus portadores
y informarles de los pe
ligros a que están expuestos haciendo ascensiones a las grandes alturas
por aire o por tierra.
Manco inca y los esclavos negros
en la campaña de Titu Yupanqui

(junio-agosto de 1536)

Por Juan José Vega

Un extenso libro se podría escribir en torno a los esclavos negros


durante el proceso de la conquista del Tahuantinsuyu. (1531-1544). Aun
limitando su participación al período de la insurrección de Manco Inca,
este intento requeriría despliegue tal de informaciones que sobrepa
un

saría el marco de una ponencia. Por ello limitaremos el empeño apenas


a una de las doce campañas del Inca sublevado. Contemplaremos pues,
la actuación de los esclavos africanos solo durante la ofensiva sobre Lima
Fue muy precisa estrategia incaica. Era precisamente
la meta de la
que acaudilló el General Titu Yupanqui entre junio y agosto de 1536.
desde la recién fundada capital que Francisco Pizarro dirigía la defensa
de la Gobernación. Con notable empeño multiplicaba medidas militares
y políticas. Así entre otras disposiciones ordenó la salida de varias
fuerzas hacia el sur. Sus objetivos también eran claros: aniquilar a los
rebeldes y auxiliar a Hernando Pizarro, quien seguía sitiado en el Cuzco.
Las mencionadas expediciones se integraron en la forma tradicional,
es decir a la par que con españoles, con grueso número de auxiliares in

dígenas amigos y cierta cantidad de negros. A estos estudiaremos aquí


brevemente pues ingresaron a la historia cuando los ejércitos en los cua
les servían chocaron con las huestes de Titu Yupanqui.
El primer encuentro entre Cuzcos y Españoles correspondiente a
esta campaña se libró en la escarpada cuesta de Huaitará. Constituyó un
neto triunfo incaico. De los ochenta jinetes y varios peones castellanos

que comandaba el Capitán Gonzalo de Tapia "murieron todos peleando


que ninguno escapó". Pero si tal cosa ocurrió a los conquistadores, cier
tos negros tuvieron mejor suerte. Sabemos por las crónicas que tras la
batalla, "algunos esclavos (se) tomaron a vida para presentar al Inca" (x).

1. Anónimo Pizarrista: Relación del Sitio del Cuzco y principio de las guerras
civiles del Perú hasta la muerte de Diego de Almagro. Lima, Ed. Urteaga-Romero,
1934. pág. 40.
MANCO INCA Y LOS ESCLAVOS NEGROS 255

Marcharon pues esos negros como botín de guerra a la fortaleza de

Ollantaytambo, cuartel general de Manco. Pero hubo otros envíos pos


teriores, dado que los triunfos cuzqueños se sucedieron unos tras otros.
A poco de la victoria de Huaitará, Titu Yupanqui sorprendió a la pode

rosa expedición de Diego Pizarro en la empinada pendiente de Parcos.


La exterminó. Murió allí ese deudo del Gobernador del Perú y los
ciento cincuenta españoles que iban con él, salvo uno. No sabemos que
suerte corrieron esta vez los negros, pero es probable que algunos de ellos
fuesen igualmente enviados al Inca como trofeos del triunfo.
Ante estos desastres, la flor y crema de los encomenderos decidió
marchar a las sierras a
vengar las derrotas. A su frente se puso Juan
de Mogrovejo de
Quiñones, veterano de los primeros tiempos de la con
quista. Cercada y
perseguida esta expedición en Angoyacu fué también
aniquilada por Titu Yupanqui. Apenas si consiguió escapar un puñado
de castellanos. Y fueron estos quienes contaron, entre otras desventu
ras, la muerte del capitán y su defensa por un valiente esclavo:

".. .quedó sentado en el


suelo, los ojos puestos en el cielo, pidiendo
a sus amigos que le socorriesen, mas como la prisa era grande y por
ser el camino muy
angosto iban todos de uno en uno y la gente de

guerra por el mismo camino y por lo alto, dándoles mucha prisa —


. . .

no lo pudieron socorrer,
porque por poco que paraban los enemigos se
aprovechaban mejor de ellos, teniendo más lugar de ganarles lo alto
para echar piedras".
"De esta manera se quedó el capitán donde le mataron, con el
cual quedó un esclavo suyo, el cual quiso más morir con él que vivir
sin él; y según después se supo por relación de los mismos indios peleó
defendiéndose a sí y a su amo
valientemente, pero finalmente le mataron
y murió peleando: Los enemigos iban siguiendo la victoria" (2) .

Entusiasmado con sus triunfos Titu Yupanqui marchó sobre la


guarnición española de Jauja. Allí estaba el Capitán Alonso de Gaete.
La batalla fué dura: "... por fin durando la pelea desde la mañana
que llegaron los indios hasta la hora de
vísperas, hubieron los pocos
de caer a las de muchos y así los indios los mataron a
manos
todos y a
sus caballos
y negros de su servicio que allí tenían sin que de la furia
de la muerte pudiese
escapar mas de un español" (3).
Tras la victoria incaica en Jauja vino la retirada del Capitán
Francisco de Godoy que subía la cordillera
para reforzar a Gaete. En
terado de la muerte de aquel a
quien pensaba apoyar retrocedió de prisa
hacia Lima, ciudad que pronto habría de ser
sitiada por los cuzqueños.
Tocar la decisiva participación
negra, en este cerco sería objeto ya de
trabajo especial y por tanto lo dejamos de lado.

2. Anónimo Pizarrista, Ob. cit. págs. 50 y 51.


T J3; Morua
Instituto
Fray Martín de: Historia General
Gonzalo Fernandez de Oviedo, 1962. T.
del Perú. Madrid, Edición del
I, pág. 205.
256 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Solo queremos agregar que los esclavos que cautivó Titu Yupanqui
en estascampañas fueron conservados por Manco un buen tiempo, al
lado de otros que se cogió en diversos encuentros y en los caminos. A

todos se los llevó en cautiverio a Amaybamba y Víteos. Fué solo con

el triunfo del Mariscal Rodrigo Orgoñez en Víteos que los españoles re


cuperaron todos los negros "que los alterados tenían presos". Recupera
ción grata si consideramos que hubo en ese numeroso grupo "una mulata"
y "muchas negras y moriscas" (4).

Conclusiones

1) El esclavo aparece como personaje importante en las luchas de


la conquista, especialmente los "negros de guerra", fogueados en acciones
bélicas .

2) El mestizaje afro-indio debió ser abundante desde esa etapa a

causa de la crecida cantidad de esclavos venidos al Perú, hombres que


sumados a las diversas expediciones militares, tendieron también, al igual
que sus amos, a la violación de las mujeres nativas.

3) Alto debió ser asimismo el mestizaje hispano-africano, a causa


de la presencia de buen número de negras y moriscas en las filas de los

conquistadores.

4) La acción negra en la conquista constituye la raíz más antigua


de la penetración de lo africano en el mundo indígena peruano, proceso

que aun sobrevive en múltiples y bellas formas folklóricas.

4. Información de Servicios de Juan de Salinas. A.G.I. Patronato: Sección


I -

Legajo 113 -
Ramo 7.
Juicio a Rodríguez Barragán. Probanza de Servicios de Diego Pantoja y

otros. En: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile. Pub.


por J. T. Medina. Santiago de Chile, 1889. Tomo VI.
El negro que llevó un tesoro incaico

Por Juan José Vega

A fines de 1532, hallándose Atao Huallpa en el inicio de su cauti

verio, empezó a decaer el entusiasmo de los conquistadores. No era para


menos. Mucho demoraban en llegar a Cajamarca los tesoros anunciados

para el rescate.
Como transcurrieron varias semanas de casi inútil espera, Francisco
Pizarro decidió acoger unasugerencia del rey cautivo: enviar dos gru
pos españoles, uno a Pachacamac y otro al Cuzco, a fin de apresurar
los envíos. El primero partió de inmediato, a principios de 1533, al fren
te del capitán Hernando Pizarro, con gente muy lucida y pomposa es

colta india. En cambio, para la segunda empresa no sobraron volun


tarios. Era sin duda harto riesgosa. A muchos españoles pudo parecer
un suicidio, pues habría que recorrer distancias enormes a través de co
marcas totalmente desconocidas. Además, bien se sabía que la lejana
capital del Tahuantinsuyu se hallaba ocupada por las huestes atao-
huallpistas que comandaba Apo Quizquiz; y que en el camino sería
menester cruzar Jauja, donde acampaba Challco Chima con sus tropas.
Quizás por estas razones la tarea fue encomendada a tres conquis
tadores obscuros hasta entonces: Pedro de Moguer, Martín Bueno un
y
tal Zarate (*)• Antes de partir se sumó ellos
a un negro, quien debió
ser escogido por su valentía y lealtad entre los muchos esclavos
presentes
en Cajamarca. Resultó así protagonista de una de las páginas de mayor
audacia en la conquista del Perú.
Los tres emisarios y el negro partieron el 15 de
febrero de 1532,
siendo conducidos al modo de semidioses, en andas
y con grueso cortejo
quechua quiteñista. Enorme cantidad de gente los
seguía y eran vene
rados por donde pasaban, pues "creían
que había en ellos encerrada al
guna deidad" (2). Presidía tal comitiva un
orejón linajudo, hermano de
Atao Huallpa. Con su mandato,
pese a las lluvias torrenciales se avanzó
al más rápido paso
posible, sobre los hombros de los ágiles cargadores
nativos .

Pedr°' ^ ^^ ** ^
rio
Plruaní^cj.^!1'
2. Cieza de León, Pedro. Ob. cit. cap. 48.
(TerCera Parte) En: Me™-
258 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

La travesía transcurrió sin incidencias hasta arribar a Taparaco, gran


tambo sobre el camino imperial. Aquí en los confines de Huánuco Vie

jo, el negro de nuestra historia tuvo oportunidad singular de contemplar


a Huáscar Inca, humillado y doliente. El vencido hijo de Huaina Capac,
conductor de la derrotada facción cuzqueñista, marchaba hacia la muerte
entre injurias de sus captores. Miembros de la familia real lo acompa
ñaban; aquellos que habían sobrevivido a las matanzas dispuestas por
los ataohualpistas en el Cuzco.
El legítimo heredero del trono maldijo
allí a su hermano y ese negro debió escuchar al Inca quejarse amarga
mente del usurpador Atao Huallpa. Sin amilanarse ante sus custodios,
el vencido denunció ante quienes creía deidades, las masacres, el saqueo
de los templos y palacios y los vejámenes inferidos a lavieja nobleza (3).
Durante los dos días que el grupo se detuvo en Taparaco, el negro
debió testigo del ofrecimiento por Huáscar Inca de un rescate mucho
ser

mayor que el prometido por el cautivo de Cajamarca: dijo que daría la


plaza de Aucaypata cubierta de oro y pedrerías. Pero de nada le sirvió.
Los tres emisarios incapaces de resolver tan imprevista situación, se li
mitaron a proseguir su avance hacia el sur. Dejaron en manos de sus
verdugos al bien llamado Inca trágico por su infausto sino; último rey

legítimo del Tahuantinsuyu .

Luego aproximándose a Jauja, el negro y sus amos escucharon es-


tremecedoras versiones sobre la represión de un reciente levantamiento
de los huancas. Challco Chima seguía dominando el valle jaujino y
entrando en él vieron en estacas las cabezas y brazos de los jefes rebeldes.

Comprobaron igualmente que curacas huancas y jefes cuzqueños huasca-


ristas estaban en prisión. Todo indicaba la fiereza de los partidarios del

usurpador .

A continuación y no sin muchos temores que la prudencia ocultaría,


se iniciaron los tratos con el temible Challco Chima. Con ayuda del
hermano de Atao Huallpa, los tres cristianos y el negro demandaron la

remisión de tesoros a Cajamarca. Pidieron que se enviara tanto la ri


las cargas recién llegadas al valle que procedentes
queza jaujina como

del Cuzco había traído el príncipe Illas Cachi. Reacio estuvo al prin
cipio Challco Chima, pero luego, de mala gana, acopió "treinta cargas

3. Zarate, Antonio de. Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú.


Lima, Imp. Miranda, 1944. Lib. II, cap. VI.
López de Gomara, Francisco. Historia General de las Indias. Barcelona, Ed.
Obras Maestras, 1954. pág. 202.
Cabello Valboa, Miguel. Miscelánea Antartica. Lima, Univ. Nacional de
San Marcos. Instituto de Etnología, 1951. pág. 423.
Pizarro, Pedro.Relación del descubrimiento y Conquista de los Reinos del
Perú. Buenos Aires, Ed. Futuro, 1944. pág. 45.
Guarnan Poma de Ayala. Nueva Coronica y Buen Gobierno. París, 1937.
El Doceno Inca.
Garcilaso de la Vega. Los Comentarios Reales. (II Paite) Lib. I, Cap. 31.
Anello Oliva. Lib. III. Cap. IV.
Informaciones de los Quipucamayos a Cristóbal Vaca de Castro. Colección
Urteaga-Romero .
EL NEGRO QUE LLEVO UN TESORO INCAICO 259

de oro" (4). Mas el hermano del cautivo y los españoles "lo estimaron
poco y mostrando que tenían poco temor
de él, le dijeron que era poco:
él les mandó dar otras cinco cargas de oro" (4) .

Pero asegurado el botín, surgió un grave problema: ¿qué hacer con


tan gigantesco tesoro? Tal vez en un primer momento pensaron todos
en retornar juntos a Cajamarca, pero pronto se abandonaría esa idea
al recordarse que lo mejor del Coricancha aun seguía en el Cuzco. Era,

pues, necesario, culminar la empresa; máxime cuando llegaban chasquis


con informes que tanto Apo Quizquiz jefe militar de Atao Huallpa en

el Cuzco como el Sumo Sacerdote, Villa Umo, eran renuentes al pago del

rescate. La situación se complicaba más al considerarse de que en la

capital incaica grupos de los vencidos huascaristas complotaban contra


los vencedores ataohualpistas.
Convenía, pues, seguir rumbo a la ciudad imperial, pero a la vez

era imprescindible asegurar que el oro que ya estaba en Jauja tuviese


buen destino hasta que arribase a Cajamarca. Allí debió surgir el pro

yecto de entregar al negro la conducción de la caravana. Este sometido


a la voluntad de sus amos no pudo rechazar la orden temeraria a causa

de la cual sería lanzado solo en un mundo indígena. Se tomó pues la


decisión y los tres cristianos, antes de partir de Jauja, "enviaron (los
tesoros) a donde quedaba el señor Gobernador con un negro que llevaban
y ellos pasaron adelante y allegaron al
pueblo del Cuzco" (4) . El esclavo
con ejemplar coraje, o mucha resignación, emprendió el regreso al frente
de larga caravana de indios y llamas cargadas de plata y oro, apenas
resguardado por algunos soldados fieles a Atao Huallpa que seguramen
te se le dieron como escolta.

Pronto la angustia de nuestro negro gozaría de un respiro imprevi


sible. Andando por las cordilleras, fué acercándose a Bombón o Pombo.
Ya en esa ciudad de la puna central, a orillas de lago Chinchaicocha,
se hablaba de un acontecimiento sorprendente: barbadas
gentes extrañas
venían por el oeste. Circulaban rumores de que una fuerza española
descendía de las nieves de Huayhuash y Yerupajá. Y en efecto era así.
A poco supo el esclavo que se trataba de la expedición que con rumbo
a Pachacamac había despachado Francisco Pizarro desde
Cajamarca y
que cumplido el saqueo del templo yunga, ascendió a las serranías
por
la vía real de Oyón.
Resultó ese un extraño encuentro del
joven hermano del Goberna
dor del Perú y del negro en las jaleas de Junín. Hernando Pizarro lo
contó en una carta famosa: (5) "hallé un negro que había ido con los
cristianos que iban al Cuzco". El esclavo resultó útil
para esta columna

4. Mena Cristóbal de. Relación de la Conquista del Perú. (1534) Ed


Raúl Porras.
5. Hernando Pizarro. Carta a los Señores Oidores de la Audiencia de Santo
Domingo. Del 23 de Noviembre de 1533. En Tres testigos de la
Conquista del
Perú. Buenos Aires, Ed. del Conde de Canilleros (Colección
Austral) 1954 66 p
260 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

castellana, disipó falsas versiones en torno a la actitud de Challco


pues
Chima: narró que en Jauja aquel Jefe ataohualpista "tenía mucha gente
y muy buena y que en presencia de los cristianos la había contado por
sus nudos y que había hallado treinticinco mil indios". En cuanto al
tesoro que el negro portaba, Hernando Pizarro lo tasó al ojo en medio
millón de pesos de oro. En realidad debió darse cuenta que era muy su

perior a lo que él y sus hombres habían logrado en Pachacamac.


De mucha confianza debía gozar nuestro negro, ya que Hernando
Pizarro no le puso ningún español para que lo vigilase. Se despidieron
encomendándose a Dios y mientras el español y sus huestes marchaban
hacia el sur a fin de someter a Challco Chima, el esclavo continuó su
penoso viaje, llegando con algo de retraso a Cajamarca, donde reinaba
la inquietud por la falta de noticias concretas.
"... un negro que partió con los cristianos que fueron al Cuzco
volvió a 28 de abril —
del mismo año de 1533 —

, con ciento y siete cargas


de oro", escribió el propio Secretario del Gobernador. En su misma cró
nica leemos que el esclavo aportó un consuelo a las mesnadas castellanas
que poco sabían del destino final de la expedición capitaneada por Her
nando Pizarro: "... dijo este negro que vendría el capitán Hernando
Pizarro muy presto" (6) .

Por documentos de la época sabemos que las riquezas que trajo aquel
negro ascendían a "más de ciento y veinte arrobas en cántaros y otras
vasijas y planchas", y que "dijo este negro que desde Jauja se volvió
con este oro que lo hallaron allí los cristianos viniendo que venía ca

mino" (7). Muchos inquirirían sobre la extraña resolución de aventurarse


solo por las cordilleras, limitándose él a explicar que "lo enviaron con

ello (el tesoro) porque con más brevedad viniese" (7) .

Luego el rastro de nuestro negro se pierde ¿Moriría en combates con


los indios? ¿O compró su libertad con la parte del botín que debió co-

rresponderle? ¿Seguiría en la Conquista? ¿No será acaso el mismo negro


que con ejemplar fidelidad, al lado de otros de su raza, defendió la iglesia
cristiana del Cuzco cuando el ataque de Manco Inca? ¿Quien sabe? Pero
de todos modos este personaje anónimo nos demuestra con sus hechos
la vital presencia africana en el proceso de occidentalización del Perú.

6. Jerez, Francisco de. Verdadera Relación de la Conquista del Perú. Li


ma, Ed. Urteaga- Romero, 1917. pág. 76.
7. Fernández de Oviedo; Gonzalo. Historia General y Natural de las Indias.
Madrid; Biblioteca de Autores Españoles (Colección Rivadeneira), 1959. T. V -

Lib. XLVI- Cap. X. pág. 67.


-
Mestizaje peruano chino
Por M. Yolanda Gutiérrez Saco

El tema que me va a dispensar la selecta audiencia esta noche, tra

ta del mestizaje peruano chino, otro de los productos de nuestra polícro


ma nacionalidad, que va a ser enfocado en forma muy general y breve,

con algunas consideraciones respecto al aporte de la inmigración china


en el Perú.
Con el chino ocurre algo muy especial, pues no obstante de haber
sido un grupo numeroso que ingresó a nuestro suelo a mediados del siglo
XIX, es algo aún inexplotado, cuyas fuentes se hayan dispersas y per
didas algunas. A pesar de esto, es visible, como nuestro País se benefició
con tan exótico capital humano, particularmente en lo tocante al agro,
como lo vamos a demostrar mas adelante.

Este nuevo grupo étnico hizo su aparición, por los años de 1854,
fecha en que se produjo la manumisión de los esclavos, que trajo como

secuela, el abandono de los campos de cultivo, con el consecuente peli


gro en la economía nacional; esta circunstancia» determinó se admitiera

entre nosotros, la inmigración china que en sus inicios se convirtió en

un bochornoso mercado humano, donde muchos agentes se enriquecie


ron a costa de la introducción clandestina de "coolies" o
jornaleros que
fueron distribuidos en las Haciendas del litoral,
especialmente en las del
norte, zona en que los gamonales amasaron
ingentes fortunas merced a
la explotación inicua del operario chino, agravado por los malos tratos
a que estaban habituados a retribuir al recién liberado esclavo.
En cuanto alinmigrante chino, no cabría decir que influyó en nues
tra cultura, hubo trasculturación, como ocurrió con los españoles que
no

nos trajeron su lengua, su


religión, y otros aportes que sería ocioso re
capitular, y que es por todos nosotros conocidos, máxime cuando su arri
bo a nuestras
playas lo fue en forma clandestina, diríamos mejor que
entró por la puerta falsa de nuestra nacionalidad,
y en condiciones nada
halagüeñas, pues elementos destinados al rudo trabajo del
eran
campo,
ya lo dice nuestro historiador Jorge Basadre, que eran "aldeanos
pesca
dores y pobres gentes, secuestrados
jugadores perdidos en Macao, y aven
tureros con ánimo de viajar a otras
tierras, siendo analfabetos" En con
secuencia, era gente poco calificada y de la que tal vez no podía espe-
262 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

rarse mucho,este fue un elemento que


contribuyó a la explotación de
parte del patrono, además de desatarse contra ellos una corriente de me
nosprecio en todas las esferas, entonces se hizo patente el racial
complejo
del "Peligro Amarillo" no obstante de que el chino llegaba al Perú co
mo un ignoto jornalero, con el único
propósito de trabajar.
La serie de abusos que tuvo que afrontar este nuevo elemento en

nuestra historia, tiene eco en las autoridades peruanas, que originó la


"Ley de Inmigración General China", promulgada el 17 de Noviembre
de 1894 y que establecía, "en el grado postración de la
agricultura del
país por falta de brazos" ofrecía una prima de 30 pesos a todo introduc
tor de colono extranjero de cualquier número de
sexo, cuyo no bajara
50, y cuyas edades fluctuaran de los 10 a 40 años, siendo Domingo Elias,
y Juan Rodríguez, los primeros a quienes el Gobierno otorgó la conce

sión de importar chinos y distribuirlos en los Departamentos de La Li


bertad y Lima. Mediante dicha Ley, se favoreció el ingreso de los chinos
en el Perú en forma legal, dándoles la ventaja de exceptuarlos de una
serie de contribuciones, y liberándolos a su vez del Servicio Militar Obli

gatorio por espacio de 10 años.


Como podemos apreciar nuestras autoridades desde ya, daban una

franca acogida al inmigrante chino, pues veía en él un elemento indis


pensable que iba a contribuir con trabajo a incrementar la riqueza de
su

la nación que con el correr del tiempo, se ha traducido en provecho de


toda la colectividad.

El prejuicio racial hacia el chino, conjuntamente con el del indio


fue asidero en aquellas mentes que vislumbraron en ellos un complemen
to para saquear mejor las energías productoras de ambos. La cuotidiana
faena común acentuada por el de ser servidores de
mismo grupo so un

cial al cual se debían enteramente, y el hecho de encontrar en el inmi

grante una réplica trasplantada de sus mismas esperanzas y frustraciones,


los identificó muchas veces, fusionándose las dos razas que originan mas
tarde, al mestizo cuyo matiz lo encontramos en el chino indiode, el chino
blancoide, y el chino negroide (clasificación que se permite introducir
la ponente), común denominador del mestizo conocido entre nosotros
con el nombre de "injerto". Este nuevo producto acusa otro tempera
mento y otra personalidad extrovertida y azás
caracteriología ; posee una

perspicaz, cultor de la amistad noble y sin ambages, pronto a ajustarse


a cualquier situación, siempre y cuando no melle su idiosincracia aunque

no altanera, pero si guardando su dignidad a toda ultranza, dispuesto a

desempeñarse en cualquier compromiso que le señale la colectividad,


tanto en el campo del intelecto, como del comercio y la industria. Cabe
resaltar que el injerto se ha hecho notorio con destacados elementos que
han descollado en los diferentes aspectos de la vida profesional y comer
cial.
MESTIZAJE PERUANO CHINO 263

Refiriéndonos particularmente al agricultor chino, se puede aplicar


que fue el mas apropiado para nuestro medio, dada la similitud con

nuestra cultura, de parecida raigambre sociológica situación esta, que


también favoreció el mestizaje racial. Si nos adentramos en la historia

del pueblo chino, notaremos que es de índole netamente agrícola, razón


por la cual sus hijos tenían predisposición a las faenas del campo, al

que nuestro indio; por otro lado, el chino apacible como tam
igual es

bién lo es elpoblador peruano, esta característica induce al individuo a


buscar sus medios de vida en el campo; sin olvidar por esto que el chino
y su productoinjerto, se asimiló magníficamente bien a la vida urbana
el
de la costa y del país mostrándonos su adaptabilidad y desenvolvimiento
en otras actitudes que no fueron estrictamente en la agricultura.

Prosiguiendo con las semejanzas y echando un vistazo a las Ins


tituciones chinas, apreciaremos que la vida civil familiar constituyó la
base de la sociedad, como también podríamos decir que el Ayllu lo fue
en el Perú. En China, el grupo de familias formó el Villorio, el grupo
de ciudades y aldeas, formó el Distrito, y el grupo de distritos constituyó
una Provincia. En ese aspecto, nuestra Comunidad Indígena guardó cier
to parecido.
Es preciso advertir, que de todos los inmigrantes extranjeros que
llegaron al Perú, el chino fue el que mejor se acondicionó arraigándose

a nuestro suelo, a pesar de haber tenido marcados factores en contra,


como aconteció al no haber contado con el apoyo de su país en forma
directa indirecta, por carecer de contacto Diplomático con el nuestro,
o

otro factor, fueron los prejuicios existentes, acrecentado esto por una po
lítica inmigracionista nada selectiva como hemos visto anteriormente. En
sus comienzos no medió Tratado Internacional alguno, no hubo
garantías
ni responsabilidades de parte de los agentes, cuya sede de aprovisiona
miento lo era Cantón y Macao, por la vantajosa posición de sus comu

nicaciones, que tenían mayor acceso a los extranjeros siendo la Colonia


Portuguesa de Macao, de donde emigraron la mayor cantidad de chinos
con destino al Perú y La Habana, lugar que se
disputaba con los agen
tes peruanos este oscuro negocio.
Es menester hacer hincapié que el chino modificó nuestra economía
siendo este uno de los aportes valederos dignos de mencionar ya que a

mediados del siglo XIX y XX se desarrolló una economía de mercado


incipiente, iniciándose los primeros pasos de la Economía Capitalista.
como forma dominante especialmente en la costa, que se tornó de maneras

inferiores o de simple cambio a formas mas complejas. En este punto


el chino, fue de los catalizadores al cubrir gran sector del Comercio
uno

con tipos iniciales de la modalidad


Capitalista tanto en el campo como
en la ciudad. En tal virtud se convirtió en uno de los intermediarios
del ajetreo comercial, pesar de
a
proceder de un ambiente como China
264 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

que, desde los cánones occidentales era atrasado, caso diferente al de


otras secciones migratorias.
Decimos también que influyó en la Economía, por cuanto fue el
bracero que se utilizó en los muy probable
plantíos del arroz, donde es

que aplicó propia técnica. Esta gramínea de gran consumo por el


su

oriental, yaque constituye su alimento base, hoy forma un complemento


indispensable en las viandas de la costa peruana, a tal punto que la
Hacienda Pública haya tenido que regular su tráfico, con las derivacio
nes de tipo presupuestal Laboral y Comercial.

Los chinos desplegaron todo su esfuerzo en las Haciendas Arroceras,

Algodoneras y Azucareras de la Norte, y en el Centro fueron los


zona

pioneros en la Construcción del Ferrocarril Central, Enrique Meiggs em


pleó nada menos que 5,000 de estos trabajadores para tan magistral obra.
Watt Stewart en obra "Chínese Bondage in Perú", estima que de los
su

años 1850 a 1874, hubo un ingreso de 87,247 de estos inmigrantes, todo

este contingente destinado a las tareas ya citadas, con la excepción de


que entre tales contingentes no llegaron mujeres, y estando prohibidos
fueran contratados a las Islas Guaneras.

Esta inmensa cantidad de trabajadores, desperdigados por todo el

país especialmente en la región del Norte, se asimiló lentamente al medio


ambiente, el que casi en forma inconciente fue haciéndose de ellos como

se puede apreciar desde ya, en la aceptación de sus comidas desconocidas

para la población peruana. Hoy en día, existen en la capital y también


en provincias desde el mas lujoso modesto siempre
"Chifa" hasta el mas

al alcance de los medios mas reducidos, y donde concurren habitúes de


todos los niveles sociales. Esta también es una forma de mestizaje,
adentrarse en las costumbres de otro país. En consecuencia, el peruano
ha adoptado en sus gustos la variedad y exquisitez de la culinaria china.
En cuanto a las costumbres, es indudable que los sectores que vivie
ron mas en contacto con el chino (refiriéndonos al comerciante) se com
penetró de tal forma con el, que llegado el Año Nuevo, el cliente re
clamaba el "Confifachoi" que en idioma chino significa Feliz Año Nuevo,
esta palabra algo mágica servía de saludo y de regalo, y no hay duda
alguna que el chinito sentía halagado lo saludaran en su lengua por
se

lo que en el acto retribuía con un paquetito de golosinas oriundas de su

país. Así tanto el chino como el peruano fueron atándose por sentimien

tos y costumbres. No sabemos si aún persista esa modalidad, ya que el


mercado está en manos no solo del connacional sino también del ja

ponés, del italiano y otros inmigrantes que llegaron a nuestra patria.


Lo digno de resaltar, es que el chino que ingresó en forma nada
enaltecedora, (aunque en los posteriores contingentes vino ya elementos

calificados) merced a su esfuerzo y tenacidad ha evolucionado paralela


mente con el progreso del país en todo orden de cosas, y sus descendien

tes habidos en mujeres peruanas hoy en día frecuentan los Institutos


MESTIZAJE PERUANO CHINO 265

Superiores de donde egresan destacados profesionales que nos prestigian


a la vista de los demás. Por otro lado su holgura económica, les permite
incluso sostener estudios en el extranjero, al igual que elegantes y ma-
gestuosos establecimientos cuyos ingresos les depara a sus familias dis
frutar del confort y adelanto de la vida moderna.
Como un renglón aparte, y a manera de comentario, son raros los

casos de abandono de familia en el chino propiamente dicho, cualidad


que se hace extensiva al injerto, con contadas excepciones desde luego.
El comerciante chino especialmente se dedicó a la venta de artículos
de primera necesidad al frente de las encomenderías denominadas por el
vulgo "chinganas" aquí se granjeó la voluntad de las gentes con la con
sabida "yapa" reclamada por el comprador y el muchacho goloso que
adquiría la mercadería. El chino estuvo en contacto directo con la clase
media y menesterosa, que en muchas oportunidades, en momentos álgidos,
recurrió él por el "fiado"; esta fue otra de las formas sutiles como
a

nuestro personaje captó la simpatía del medio ambiente. La hostilidad


de ayer se fue diluyendo en las conciencias, pasando a constituir otro
elemento mas de nuestra nacionalidad. No es raro oir todavía entre uno

de los decires populares, cuando a alguien le hacen una pasada la expre


sión "lo hicieron chino", lo que ocurre es que el chino es generoso, mas

no tanto. En conclusión todas estas cualidades lo vincularon espiritual y


materialmente en especial con las clases populares.
Desandando algunos años, y refrescando la memoria de alguno de
los presentes, en la ciudad intervino en una serie de actividades de ser
vicio urbano, del que la población hizo uso, y hoy se hallan extinguidas,
como lo fueron las lavanderías, y como forma típica del mestizaje, el
chino elaboró la comida criolla en las "fondas", también se dieron formas
mas precarias en este negocio ya fuere de tipo ambulante o estable en

las esquinas de las calles en Lima, donde se vendieron los platos e in


gredientes propios del lugar.
También fue peculiar la presencia del herbolario, solicitado por los
dolientes que ponían su fé en las variadas hierbas medicinales oriundas

de su lejano país, que si tal vez no erradicaban del todo el mal, al menos
no se producían desenlaces fatales.
Del punto de vista del Folklore, de la música y demás géneros artísti
cos, el chino no impactó en nuestro medio, no obstante que hubo ciertos
atisbos hoy desaparecidos como lo fué el "Teatro Chino", que funcionó
en el actual Cine Delicias,
pero que notoriamente parece que fue para es
parcimiento de ellos solamente.
Volviendo al hilo de la Historia, hay pruebas fehacientes que mues
tran de una parte, el interés
que le cupo al Gobierno al proteger a esta
clase de inmigrantes, y de otro lado la Historia ha como dedo
dejado
acusador páginas, a aquellos que con argumentos febles y egoístas
en sus

pretendieron desarraigarlos del país. En este aspecto, el Congreso fue


266 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

escenario de encarnizadas polémicas, unas conducentes a demostrar las


ventajas de la inmigración china, mientras que sus contrarios las desme
recían. Esta etapa de tirantez en la Cámara, condujo a evacuar Leyes
y Decretos Modificatorios, que aceptaban la inmigración china, pero ba

jo ciertas condiciones, como ocurrió con la Ley del 15 de Enero de 1861,


que los limitaba a trabajar en los fundosrústicos, en las artes útiles, y
en el servicio doméstico. Como podemos advertir no se les daba mar

gen a desempeñarse en otras actividades.


Esta última Ley exigía contrato directo firmado por los patronos en
los puertos de procedencia o en el Perú, al ingreso por sus apoderados.
Los buques no podían embarcar mas colonos que uno por tonelada, bajo
pena de 500 pesos de multa por cada uno de los excedentes. Los con

tratosen el extranjero tenían que


adaptarse a las Leyes de la República
que no podían ser contravenidas, con la prohibición expresa de que fue
ran traspasados mediante la anuencia del colono afectado.
Las faenas del campo fueron agotadoras, la contrata duraba ocho
años ininterrumpidos, con la única concesión de disponer de tres días al
año, para dedicarlos actividades religiosas, el resto de los días era
a sus

de trabajos forzados, contando con menos de dos horas para sus comi
das. Muchos de estos aporreados inmigrantes murieron por el trato in
humano, y las condiciones precarias en que se desenvolvían en las Ha
ciendas. A la larga esta serie de arbitrariedades, culminó en levanta
mientos y evasiones de las Haciendas.
Fue tal el clamor, que el 24 de Febrero de 1872 Perú y Portugal,
firmaron una Convención, con el fin de mejorar el trato de los chinos,
que motivó un mejor control y la intervención de Agentes Diplomáticos
y Consulares.
Durante el Gobierno de Manuel Pardo, se dieron los Decretos del
7 de Junio, 12 de Julio, y 14 de Octubre de 1873; el 1ro. ordenaba el
descanso de los coolies, el 2do. reguló sus jornadas de trabajo dispu
y
so el pago de jornales adicionales por horas extraordinarias si se prolon
gaban, y 3ro. se estableció en la Prefectura del Callao, un registro de
asiáticos amplias reglas de tutela y control y disponiéndose a su vez,
con

el retorno de los que desearan volver a su tierra de origen al término de


su contrato. Ninguna de estas disposiciones legales se cumplieron, apun
ta nuestro Historiador Jorge Basadre, que quedó como "Derecho Estra
tosférico" lejos del suelo de la realidad.
Posteriormente surgieron una serie de impases en el trato diplomá
tico entre ambos países, por los conflictos que fueron de conocimiento del
Estado Chino hasta concretarse en el Tratado de Tieng Sin, suscrito el 7
de Agosto de 1875, por el señor Federico Elmore por el Perú, y por el
señor Yin Yek Can, en representación del de China. Así los dos Go
biernos a través de los futuros contactos diplomáticos convinieron tratar
los problemas por estos cauces.
MESTIZAJE PERUANO CHINO 267

El Tratado aludido, dispuso que los chinos no iban a ser devueltos


a su país de origen, de quedó descartado el tráfico humano
otro lado
por intermedio de la Colonia Portuguesa de Macao, y sobre todo se sentó
como base el trato humano de que era merecedor el inmigrante chino,

forma en que se le abrió las puertas de nuestra patria, con un criterio


amplio y superado.
Sin embargo la primera Representación China, arribó por los años
de 1883 y 1884, representada en el Dr. Li Chia, cuya misión principal
fue la de controlar el trato y la fiel observancia de los pactos
personal,
entre los inmigrantes chinos los agricultores peruanos
y previa visita

a las Haciendas —
. La sutil sagacidad del mencionado diplomático dio
inicio a las relaciones de amistad entre nuestros dos pueblos que día a

día se hallan mas intensificadas.


Creemos que habrá otras oportunidades para poder analizar en,. for
ma acuciosa este tema del mestizaje en particular del peruano chino,
que con mas justeza nos conduzca a epilogar con fuentes mas cercanas
al rigor que se merece.
VI. —

EL MESTIZAJE Y LAS FORMAS DE VIDA

1) El mestizaje en la literatura oral. Por José María Arguedas.

2) Elmestizaje y el vocabulario en el Perú. Por José Jiménez


Borja.

3) Aporte indígena y español en una vivienda del siglo XVI. Por


Josefina Ramos de Cox.

4) La arquitectura mestiza del sur peruano. Por Emilio Harth-


Terré.

5) Dos testimonios franceses para el


mestizaje en el Perú (En
la comida y en el vestido). Por
Margarita Guerra N.
El mestizaje en la literatura oral
Por José María Arguedas

Nosotros teníamos el propósito de presentar un estudio sobre la


poesía oral andina, pues en ella puede encontrarse la expresión del mes
tizo en todos sus grados de aproximación a uno u otro de los dos núcleos
formativos del mestizaje en el Perú: lo indio y lo hispánico, en el caso
del mestizo tradicional; y el indio y el más complejo mundo urbano
actual, para el caso del cholo. Pero tuvimos que renunciar a nuestro

propósito porque no contamos aún con el material suficiente para una

comprobación plena conocimiento empírico y subjetivo, ni


de nuestro
del tiempo suficiente para analizar el escaso material que disponemos
para intentar una muestra. En cambio, ofrecemos un trabajo sobre dos
mitos post-hispánicos los que podemos encontrar materiales especial
en

mente importantes para considerar el aspecto más problemático del tema


a tratarse en el Congreso organizado por la Academia de Historia del
Perú.
Uno de los mitos, el de Inkarrí, recogido en Puquio, Prov. de Luca-
nas, está conformado por elementos de origen pre y post-hispánicos; sin

embargo, consideramos que el mito en su contenido no es mestizo. En


el segundo, el de Adaneva, recogido en la hacienda Vicos, Prov. de

Carhuás, todos los elementos son hispánicos y, asimismo, el mito no nos


parece mestizo. La presencia de elementos formales
incorporados por di
fusión en una cultura dada y utilizados como instrumentos para la inter
pretación de una concepción nativa, por entero distinta a las de la cultura
dadora de los elementos incorporados, ¿hacen de tal
concepción una ex
presión que debe considerarse mestiza?

El Mito de Inkarrí

Tres versiones en quechua fueron recogidas el


por etnomusicólogo
Josafat Roel Pineda y por el autor de esta
ponencia y publicados en la
Revista del Museo Nacional, T. XXV. Ofrecemos los
motivos del mito:

Los Wamanis (montañas) son el segundo dios. Ellos pro


tegen al ser humano. De ellos brota el agua que hace
posible
la vida.
272 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Los Wachoq que horadaron las montañas


y señalaron el
término de cada uno de los cuatro ayllus de Puquio, estable
cieron las reglas del culto a los Wamanis.
El primer dios en Inkarrí. Fue hijo del sol en una mujer
salvaje. El hizo cuanto existe sobre la tierra. Amarró al sol
y encerró al viento para concluir su obra de creación.
Luego decidió fundar una ciudad y lanzó una barreta
desde la cima de una montaña. Donde cayera la barreta se

fundaría el Cuzco. Los informantes declararon no saber en

qué lugar cayó la barreta pero dijeron creer en la existencia


de la ciudad.
Cuando Inkarrí creó cuanto existe y al ser humano y dic
tó leyes para que los hombres vivieran en sociedad, llegó el
rey español y lo apresó.
Inkarrí fue martirizado y decapitado.
La cabeza del dios fue llevada al Cuzco.
Pero la cabeza de Inkarrí está viva y el cuerpo del dios
se estáreconstituyendo hacia abajo.
Cuando el cuerpo de Inkarrí esté completo, él volverá. Y
ese día hará el juicio final.
La prueba de que Inkarrí está en el Cuzco es que los
pájaros de la costa cantan: "En el Cuzco el rey", "Al Cuzco
id".
(Según Puquio todas las culpas se pagan en
los indios de
este mundo. Quienes mueren con algún cargo de conciencia
se convierten en "condenados" que vagan devorando seres hu
manos o son clavados sobre algún monte nevado donde per
manecen encadenados por períodos diferentes, según sus culpas,
En realidad no están muertos. El "condenado" se salva cuan

do alguien le da la muerte verdadera. Los muertos trabajan


en la cima del nevado Qoropuna, bajo la dirección de San

Francisco) .

El Mito de Adaneva

El mito que provisionalmente llamaremos de Adaneva fue descu


bierto por el estudiante egresado del Departamento de Antropología de
la Universidad de San Marcos, Alejandro Ortiz Rescaniere en el presen
te año. Ortiz ha de publicar próximamente los textos que ha recogido.
Los motivos del mito son los siguientes:

Hubo dos humanidades. Una antigua y la actual.


La humanidad antigua estaba formada por hombres muy
fuertes que hacían caminar las piedras con azotes. Ellos hi
cieron grandes edificios líticos.
EL MESTIZAJE EN LA LITERATURA ORAL 273

Los hombres antiguos se devoraban unos a otros.

Fue el dios Adaneva quien hizo la humanidad antigua.


El dios Adaneva poseyó por la fuerza a una mujer hermosa.
Esta mujerVirgen María.
fue la
Cuando la Virgen quedó encinta Adaneva la echó de su

casa.

La Virgen María dio a luz a Téete Mañuco que es el dios


actual .

Téete Mañuco destruyó a la humanidad antigua hacien


do caer sobre la tierra una lluvia de fuego, y creó después la
humanidad actual.
Téete Mañuco dividió a la humanidad en indios y señores.
Los indios trabajan, los señores no trabajan.
Téete Mañuco no va a morir jamás, porque todos los

años fallece un día viernes y resucita el sábado.


Hay otro mundo, después de la muerte. En ese otro mun
do, quienes fueron señores se convierten en indios, y viceversa.
En ésta y en la otra vida todo se hace conforme a la vo

luntad de Téete Mañuco.

Análisis de los mitos

Los dos mitos constituyen el fruto de la mente india post-hispánica


para explicar el nuevo orden social implantado por la conquista espa
ñola y dar una fuente de seguridad para soportarla. En tanto que el
dios Inkarrí mesiánico y promete el triunfo final de lo antiguo sobre
es

los invasores, el de Adaneva es fatalista (Téete Mañuco no ha de morir


jamás) y promete, como el catolicismo tradicional, recompensa para el
dolor y la injusticia sólo en la otra vida. Creemos que la diferencia
entre el contenido de ambos mitos ha sido determinado por la diferencia

igualmente clara que hay entre los pueblos que las crearon. Puquio es
tá formado por cuatro ayllus (ahora
comunidades) libres y con tierras
suficientes que les han permitido ingresar en un
período de franco desa
rrollo, mientras que Vicos fue, hasta hace dos décadas una solamente,
población de siervos de hacienda. En Vicos
ha perdido toda pervi-se

vencia de la antigüedad mítica indígena; existe la


idea del Inca en for
ma sumamente confusa
y vinculada a la figura reciente del indio rebelde
Atusparia. En Puquio, el mito de Inkarrí está sustentado por la vincu
lación ininterrumpida con los mitos del
Imperio; se tomó del catolicismo
la idea del juicio final.

¿Son mestizos estos mitos?.— Fueron creados por indios


y para sa
tisfacer necesidades exclusivas de los indios. Este lenguaje puede pa
recer algo burdo.
Pero, en la ciudad de Puquio, donde hay una pobla
ción importante de mestizos y de señores
(mistis), ninguno de los miem-
274 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

bros de estas dos castas, desintegradas como tales en un período tam


bién reciente, conocía el mito ni había oído hablar del dios Inkarrí. Aun
en la población india, únicamente los hombres mayores de cincuenta
años, y todos ya, conocían el mito.
no Y quienes se prestaron a rela

tarlo, lo hicieron no sin cierto temor. El hecho que el dios no fuera


conocido por la población india joven se explica, porque ellos han logra
do liberarse de la opresión social en que vivieron sus antepasados. La
resurrección de Inkarrí se había realizado silenciosamente en la obra de
estos mismos jóvenes, resurrección hecha posible por el cambio de status

que alcanzaron a causa de su relativa potencialidad económica que ha

podido desarrollarse gracias a los cambios ocurridos en el país en las


últimas tres décadas. Podemos afirmar que a medida que los indios rom

pieron la barrera socio-económica que los segregaba, la promesa que el


dios Inkarrí significó para la antigua población india, empezó a no ser
necesaria. Murió el dios, precisamente por haber empezado a cumplirse
la aspiración que dio origen a su concepción.
La población llamada, provisionalmente, y para su estudio chola, en

que se ha convertido una parte de la antigua comunidad india de Pu


quio, se ha desgarrado de la tradición religiosa de sus antepasados, y no
guardan ya recuerdo alguno de los antiguos mitos. En lo que se refiere
a la religión, estos cholos son escépticos. La promoción social, la em

presa, son los incentivos que los impulsan a vivir.


La presencia del Inca, del rey español, de la promesa del juicio fi
nal ¿hacen de este mito una expresión mestiza? No lo creemos. Carac
teriza al mestizo tradicional, no la mezcla biológica sino la cultural. La
administración colonial consiguió aislar al indio, hizo de él una casta; de
ese modo, cuanto asimilaba de lo hispánico fue
incorporado mundo, a su

que siguió siendo tan distinto de lo hispánico como antes de la conquista,


y todavía lo es ahora en los pueblos que han permanecido muy aislados.
En el mito de Adaneva, el caso se presenta con mucho mayor niti

dez. Adán y Eva han sido fundidos en un sólo personaje que no tiene
rastro alguno del Adán y Eva bíblicos. La Virgen María es sustancial-
mente diferente de la Madre de Jesús católico, a pesar de que, Téete
Mañuco presenta cierta apariencia del bíblico hijo de María. Pero tam
bién es sustancialmente diferente de Jesucristo; éste, el del mito de Vicos,
destruye a la humanidad antigua, creada por su padre; mantiene una
división de castas en la humanidad por él hecha, y ofrece una recompen
sa muy vengativa respecto de los indios

en la otra vida.

La huma

nidad antigua, hecha por Adaneva, aparece como una casi evidente re
ferencia a la antigüedad "idolátrica" peruana; y la de Téete Mañuco,
en dos castas, que empieza con la
como la injusta humanidad, dividida

organización de la colonia. La muerte y resurrección anual de Cristo, en


el dios Téete Mañuco tiene un sentido inverso que en el catolicismo. En
el mito de Vicos es tomado como el fundamento fatal de que la pervi-
vencia de la división de castas será eterna como es inmortal el dios que
EL MESTIZAJE EN LA LITERATURA ORAL 275

la impuso. ¿Es ésta una concepción mestiza, en tanto contiene la par


ticipación de elemenos hispánicos con su propio valor o como elementos
influyentes que han impreso a lo creado algo de su propia naturaleza?
No nos parece esto cierto. Los elementos hispánicos que fueron impues
tos a la población india prédica religiosa son transformados en
en la
otra cosa; en símbolos que interpretan la imagen propia que el indio

sojuzgado tiene del nuevo orden social impuesto por la colonia y, de


ese modo, tales símbolos contienen un sentido, una
significación no sólo
distinta sino contraria a la que se les pretendió imponer o que asimilaran.
El indio no fue convertido al catolicismo. Siguió conservando sus reli
giones locales y, allí, donde fue totalmente cercado, como en las hacien
das en que fueron convertidos en siervos, crea una nueva imagen religio
sa del mundo, distinta de la suya antigua y de la hispánica, pero india
y no mestiza, si aceptamos que el mestizaje es mezcla funcional y no
simplemente formal; que es consecuencia de una participación cualitati
va de dos culturas y no está, por tanto presente, en donde solamente exis
te el préstamo de formas a las que se le ha dado un contenido clara
mente univalente, es decir, válido exclusivamente para la mentalidad o la
conciencia de sola de las culturas que, por razón de la historia, ocupa
una

el mismo espacio o espacios muy continuados.


La poesía oral. En la letra de las canciones folklóricas peruanas,

se presenta el sincretismo cultural todos sus matices. Existen huaynos


en

y yaravíes cuyo texto íntegramente quechua pero cuyo contenido pue


es

de ser considerado mestizo; huaynos y, especialmene yaravíes quechuas,


que el indio no conoce, como el muy famoso
"Allqutükuq", de Ayacucho .

Desde el punto de vista formal, este yaraví, que ningún indio entendería
en su universo total, es
quechua puro. Del mismo modo, existen huaynos
en que hay versos completos en castellano, como éste de Apurímac:
"Virdi mirino cintruchay Cilisti ricuerduchayoq", que cantan los
-

in
dios y en el que todas las palabras son
castellanas, y los sufijos, quechuas.
Tardamos, al oirlo entonar por primera vez, en percibir que el texto de
la canción es castellano, porque la música es muy india y los citados
versos se diluyen en el contexto de los otros versos que es totalmente
quechua .

No es la presencia de elementos
hispánicos en la cultura de la po
blación india, ni el empleo de elementos de
origen indio en las expresio
nes del pueblo de habla
castellana o bilingüe lo que hace de ellas un
pro
ducto tradicionalmente denominado
mestizo, es el contenido. Si no hu
biera pervivido una cultura india, distinta de la
criolla, el proceso del
mestizaje o de la aculturación, o integración, o como quiera denominarse
este fenómeno, no habría continuado, ni continuaría; habría tenido ni
no
tendría ritmos tan diferentes según el la
tiempo, y correlación del poder
de estos núcleos en cada lugar.
El mestizaje y el vocabulario en el Perú
Por José Jiménez Borja

Sin intención ninguna de cabriola


ingeniosa podemos decir que desde que
los españoles se embarcaban para
América eran ya españoles nuevos.

AMADO ALONSO

l9 —

mestizaje es además de una realidad biológica, una reali


Si el
dad cultural que se despliega en el mundo del espíritu, es de interés el
lenguaje americano y particularmente el lenguaje peruano para allegar
luces a la indagación general de nuestro cruzamiento etnopsicológico.

29 —
El lenguaje humano es considerado en nuestros días como un

hilo capaz de conducirnos al conocimiento del ser por cuanto ningún ser
emite hacia el exterior un mensaje sistemático, excepto el hombre. La
sintaxis, organización compleja y vasta, es capaz para Bertrand Rusell,
de llevarnos a conocer apreciablemente la trama del universo. ("En
cuanto a mí, creo que en parte a base del estudio de la sintaxis podemos
jlcanzar un conocimiento considerable de la estructura del mundo". "El
Significado y la Verdad") .

39 —
Si el lenguaje facilita un saber sobre la realidad en su forma
más general y amplia mundo,
como mayor razón facilita ese
es el con

saber sobre la realidad íntima del hombre, el único ser mensajero de sí


mismo por intermedio de un sistema de signos convencionales, verdade
ra proyección del alma sobre el plano exterior. Conforme está consti
tuido este sistema, resultado de selección histórica de valores foné
una

ticos, morfológicos y sintácticos, está constituido el fondo psicológico de


una colectividad. Si todos los hombres son iguales en cuanto reaccionan
sobre la naturaleza superando el automatismo animal con la inteligencia
y mediante sus dos grandes instrumentos de transformación, la palabra
y la mano, el escenario geográfico es distinto para cada grupo de ellos
EL MESTIZAJE Y EL VOCABULARIO EN EL PERÚ 277

con su secuela de diferencias condignas en el trabajo, la alimentación, el


vestido y la vivienda, diferencias que determinan a la larga el desarrollo
de inconfundibles principios religiosos, morales, jurídicos y estéticos.
Cada objeto y el conjunto de los objetos son apreciados, entonces, dentro
de una ordenación consciente, a la vez individual y global, que es su

propia visión del mundo ("Es una especie de conocimiento en que la


comunidad entiende y encauza según sus propósitos los fenómenos del
mundo en que vive. Cada generación la ha heredado de la anterior, la
modifica con miras a sus propios intereses y la transfiere a la siguiente.
Esta concepción la encuentra el niño ya formulada en el medio de comu
nicación que va a ser su lengua materna" Heinz Schulte-Herbruggen .

"El Lenguaje y la Visión del Mundo").

49 —
El hecho de pertenecer a una comunidad determina un parale
lismo psico-social entre visión del mundo y lenguaje. La gran orques
tación que son los sonidos idiomáticos provienen de una idealidad esté
tica, rica y coherente. Los moldes analógicos se relacionan con la ma
nera peculiar de un pueblo para aprehender la realidad. La morfología
verbal responde a la variedad de conceptos que inspira el proceso dura-
tivo y que varía de una sociedad a otra y en una misma sociedad a veces
de una época a otra. El número y el género son el producto de ordena
ciones características, en veces lógicas, en veces puramente imaginativas.
La esfera de los apreciativos con que se desdeña, se
disminuye, se engran
dece, se encarece los objetos, responde a las vibraciones del sentimiento.
La construcción de la frase, abundancia
o su sobriedad, el lugar se
su

ñalado elementos, la preferencia nominal o verbal, el ritmo solemne


a sus

o nervioso, expresan perfiles de la mentalidad. El vocabulario es el es


pejo de múltiples planos en que el hombre recoge y clasifica los objetos
que lo rodean. Imponer el nombre es no sólo descubrir el objeto sino
conquistarlo para una cerebralización reguladora del mundo. El caos de
las percepciones se transforma en orden y jerarquía. El vocabulario re

presenta el esfuerzo cognoscitivo de un país, una zona, a veces una ge


neración. No es una simple acumulación de voces sino un esquema de
categorías. Más allá de
sus funciones de
intercambio, las palabras de
terminan plasticidad de imágenes solidarias. Uniendo sus diversos
una

conjuntos puede lograrse una perspectiva homogénea del ambiente vital:


manera propia de conocer e
interpretar la realidad disponible.

59— ¿Tiene un lenguaje propio el mixtus o misticius hispanoameri


cano que al mismo tiempo revele una representación particular del cos
mos?.
Se puede afirmar que sí, con carácter relativo y provisorio, en mi
ras mayores estudios sobre el castellano de
a
América; las lenguas abo
rígenes que constituyen su substrato a la vez
que su adstrato- y las co
rrientes peregrinas de otras lenguas y culturas a que se halla
sujeto
278 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

69 —

No debe olvidarse que hubo un momento crítico para el


español
trasculturado, pudo surgir
en que un
romance en América.
nuevo Está
señalado por Ricardo Rojas en Eurindia. Es el momento en
que desem
barca el español medieval en boca de soldados
y aventureros intonsos,
parla rústica pero con potencia evolutiva, que traía el dinamismo de
recientes y trascendentales cambios. Hay indicios de aquella eventua
lidad y en el Perú está documentada por el
español quechuizado, bas
tante tardío, de los cronistas indios
Juan Santa Cruz Pachacutic y Fe
lipe Huamán Poma de Ayala. La segunda oleada, compuesta por teólo
gos, juristas y maestros, establece monasterios, audiencias y universi
dades, focos de lengua escrita, culta y estabilizadora. Triunfa el español
remansado del Renacimiento sobre la lengua asimilante y móvil de la
Edad Media. Pero ha quedado el espíritu de ésta en la mayor libertad
e impulso del español transatlántico. ("Es por consiguiente en el ro
mance oral, más que en la
lengua literaria del Siglo de Oro, donde se
ha de buscar la fuente de nuestro genio idiomático". Ricardo
Rojas.
"Eurindia") .

79 ¿Cuál es el futuro del español americano? Producida la inde


pendencia política, se buscó la independencia intelectual, pero no un nue


vo romance. D. Andrés Bello, la gran figura de este movimiento de
libertad civil, creyó desde el primer momento en un castellano universal
que no pretendió innovar sino más bien restaurar en su esencia norma
tiva, si bien ateniéndose a lo viviente y no lo autoritario sin vigilancia
en el uso. ("Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros
padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunica
ción y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen es
pañol derramadas sobre los dos continentes. Pero no es un purismo
supersticioso lo que me atrevo a recomendarles. El adelantamiento pro
digioso de todas las ciencias y las artes, la difusión de la cultura inte
lectual y las revoluciones políticas, piden cada día nuevos signos para
expresar ideas nuevas..." Andrés Bello. "Gramática Castellana".)
Bello no creía en el fatalismo de la fragmentación, como en el caso del
latín, por fuerza de la dispersión y la autonomía, al contrario de lo que
pensaba Cuervo. Hoy se tiene fe en la unidad presentida por Bello, en
general, con las salvedades que señala Jorge Luis Borges en "El Idioma
de los Argentinos": hay algo en los vocablos de América que con ser los
mismos de España no lo sienten los españoles. Es la connotación, dife
rencia de carga afectiva, por ejemplo, al decir el vocablo pampa. Pero
prolongando de otro modo la inquietud de Cuervo está el pesimismo ac
tual y sapiente de Dámaso Alonso. Español general el de América y
asegurado por siglos, probablemente, en esta condición, es sin embargo
admitido por todos, su carácter dialectal.

89 —
En este carácter dialectal del español de América reside el am

plio campo de las identificaciones mestizas. Un dialecto adquiere mayor


EL MESTIZAJE Y EL VOCABULARIO EN EL PERÚ 279

relieva con series de isoglosas. La investi


individualidad conforme se
las
gación al respecto está en etapa incipiente. Habría que precisar
una

constantes en fonética, sintaxis, morfología y vocabulario. Los estudios


fonéticos apenas han comenzado, a pesar de algunas monografías aisla
das y desiguales. El cuadro sintáctico que nos presenta Kany (Charles
E. Kany "American- Spanish Syntax") es libresco, dando prácticamente

por veraz y exacto el diálogo del relato, fuente sospechosa por imagina
tiva y ajena a un propósito científico. Lo morfológico ha sido planteado
de manera el voseo, el diminutivo, las flexiones arcaicas. Los
esporádica:
trabajos de mayor aliento son los relativos al vocabulario. Es aprecia-
ble el caudal acumulado en México, Colombia, Argentina y Chile. Es

significativo el interés en este terreno del lenguaje americano.

99 —
En el Perú los estudios sobre dialectología hispánica tienen los

antecedentes honrosos de Juan de Arona y de Palma y, antes, los de los


gramáticos y lexicólogos coloniales. En la época actual el valioso libro
de Pedro M. Benvenutto Murrieta "El Lenguaje Peruano" (1936) abre
un arco promisor a las indagaciones que deben hacerse o que ya han

principiado. Por lo menos se comprueba que hay curiosidad e inquietud.

109 —

¿Podría afirmarse la existencia de un lenguaje mestizo en el


Perú?. Como un nuevo romance que fuese mezcla del español y del
quechua no lo hay. Lo hay sí como fondo anímico, en un grado y com
posición que todavía no sabemos del todo. No se trata tanto de las
formas sino de sus contenidos y disposiciones. Las materias del mundo
fenoménico se vierten en las formas de pensamiento que son las
palabras;
y formas henchidas y en sucesiones originales constituyen la función
esas

más profunda del lenguaje, en la doctrina de W. von Humboldt. No


hay duda que en el Perú tenemos esos moldes llenos y así dispuestos
donde podemos sorprender la tónica mestiza.

119 —
Desde luego, el Perú
hay vestigios de formas estrictamente
en

mestizas, pero queconstituyen categorizaciones amplias. En lo sin


no

táctico el uso del gerundio precedido de está como


prolijidad en la ex
presión del presente; está queriendo comer por quiere comer, es de clara
transposición quechua. En lo morfológico Rafael Lapesa en su "Histo
ria de la Lengua Española" recoge la
conspicua mestización del posesivo
quechua y el sustantivo español, viday, viditay, agüelay, mi
vida, mi
vidita, mi abuela, "de fuerte valor expresivo", extendida por el sur del
Perú y noroeste argentino. En la entonación, Lapesa
supone que hay
mestizaje lingüístico americano. ("Muy probable es que se
mantengan
caracteres prehispánicos en la entonación
americana, tan distinta de la
española. La entonación americana, es rica en variantes, extremas su
bidas y descensos melódicos, mientras la castellana
tiende a moderar in
flexiones, manteniéndose alrededor de una nota sostenida y
equilibrada
Rafael Lapesa. "Historia de la Lengua Española"). Lapesa rechaza la
280 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

tesis de Rodolfo Lenz de influencia


aborigen decisiva sobre las letras. En
cambio afirma que "la contribución más importante y segura de las len
guas indígenas está en el léxico".

El vocabulario, como expresión del


13? —

mestizaje en el Perú y
América abre el campo, por lo tanto, mas vasto
y colmado para el estu
dio. En él podríamos distinguir, en primer término, limitándonos al
Perú, los quechuismos. Para Menéndez Pidal el Perú dio el mayor nú
mero de vocablos
aborígenes sobre los otros dos grandes focos, el azteca
y el caribe. El mérito singular de estas palabras no está, sin
embargo,
en su número sino en su
significado cultural. Por encima de la fatalidad
geográfica de toponimias y nombres de plantas y animales, tales como
vicuña o coca, expresan creaciones sociales tales como los nombres de
comidas, de utensilios, de instituciones, de costumbres, de estados, todos
elementos válidos dentro de la vida presente, como chupe,
porongo, ayllu,
minga, cacharpari, huacho. Algunos de estos quechuismos no son pe
ruanismos sino en su origen porque han adquirido ecumenidad dentro
del español como carpa, cancha (recinto amplio), pampa.
El mestizaje ha influido también en las palabras castellanas dán
doles un sentido o una emotividad peregrina conforme lo requiere el
modo existencial de este continente. De las palabras castellanas se es
cogen unas y se desechan otras. Hay repertorio de preferencias y re
pertorios de ausencias. También hay los peruanismos por omisión, la
falta del vocablo con la cosa designada por la vaguedad del género
próximo. Hay arcaísmos españoles vitales todavía en América. Hay
neologismos necesarios y aparentemente innecesarios. Estos últimos pue
den justificarse por su mayor expresividad o precisión sobre los vocablos
propios de la lengua así como hay otros neologismos de ociosa super
abundancia. Hay dentro de los peruanismos, dicciones provinciales, de
área restringida y dicciones que sobrepasan el área nacional o represen
tan invasiones de distintos focos continentales. En suma, los peruanis
mos necesitan clasificarse por estirpes, fenómenos y extensiones; y tam
bién agruparse en sumas categoriales. Una palabra suelta puede no decir
nada, pero sí veinte, treinta, sobre el mismo asunto, conforme lo indica
Amado Alonso ("Estudios Lingüísticos Temas Hispanoamericanos") :
"Las palabras no sin más los nombres que ponemos a los objetos
son

reales, ya de por sí y de antemano delimitados e individualizados; son


un modo de dividir, objetivar, delimitar y coordinar la realidad. La no
menclatura de los colores, de los animales, de la vegetación, de las esti
maciones y desestimaciones, de los sentimientos, de la vivienda, de las
labores, del tiempo, de las acciones, de los procesos... Se organiza en
íntima codependencia, como reflejo y a la vez instrumento de las agru
paciones codependientes de los objetos, y las agrupaciones van formando
en sus dinámicas sistemas planetarios y constelaciones dentro de la total

galaxia del idioma".


Y EL VOCABULARIO EN EL PERÚ 281
EL MESTIZAJE

14? —
En conclusión, se propone al Congreso aprobar una Resolución
en los siguientes términos:

y Proceso del Mestizaje en el Perú;


El Primer Congreso Sobre Ideas

Considerando :

Que propias del lenguaje contribuirá


el estudio de las modalidades
al conocimiento de nuestra original concepción del mundo basada en la
influencia del medio y en las aportaciones de dos culturas egregias;

Resuelve :

l9 —
Recomendar el análisis del material sonoro, de las formas ana

lógicas y de los desarrollos sintácticos que nos son peculiares;

29 —

Propiciar una edición crítica del "Diccionario de Peruanismos'*


de Juan de Arona, así como la elaboración de un nuevo y vasto "Diccio
nario de Peruanismos", con los procedimientos lexicográficos modernos; y

39 —
Alentar los estudios de vocabulario en series de términos que
comporten coordinaciones subjetivas de la realidad por el hombre peruano.
Aporte indigena español en y una

vivienda del siglo XVI


Por Josefina Ramos de Cox

Como parte de los trabajos de limpieza, estudio y conservación de


la Huaca de los 3 Palos en el Fundo Pando, Lima, efectuados por el
Seminario de Arqueología del Instituto Riva Agüero Pontificia Uni —

versidad Católica se encontró una vivienda en la cúspide de esta Huaca.


Es interesante coordinan aquí dos aportes distintos, el indí


como se

gena y el español, pos cada uno de su expresión cultural propia.


en

Como vivencia común se tuvo el sentido del paisaje y el dominio


del ambiente mediante la visión de conjunto: el valle y el mar se com
plementan y se ofrece entre el verde edificios salpicados cuya función se
está tratando de comprender, permaneciendo aún en su mayoría como

montículos incógnitos conocidos como "Huacas".


Hoy a la distancia,
siempre observando desde la Huaca de los 3
Palos, emergen edificios actuales que con los otros más antiguos brindan
un ambiente integral, síntoma de un pueblo de gran tradición que culmina

contemporáneamente albergando a dos ciudades universitarias, germen


de investigación y por tanto de futuro.
Volvamos a la Huaca de los 3 Palos en el Siglo XVI: se había pro
ducido la penetración española y tras el alojamiento precipitado de
hombres y caballos se hicieron presentes los testimonios culturales recién
llegados .

Antes de la penetración española los Incas habían promovido un

cambio social que se reflejó en la remodelación de las estructuras para


cumplir su plan de gobierno. Es por ello que el Templo o Huaca de
los Tres Palos es totalmente transformado de un Centro de inspiración
de Cultura Orante, en un Tambo, local comunal de previsión social de
la planificación Inka del Tawantinsuyo : los españoles encuentran bien
conservados en arena de río alimentos para subsistir y establecerse maní, —

maíz, pallares, etc. —

La casa que debería edificarse tenía


a su favor además de los gra

neros una buena perspectiva para asegurar


el nuevo gobierno; la edifica
en ésta la huella de los dos grupos
ron adecuada al ambiente y quedó

que cada uno algo de sí:


pusieron
Huaca de los 3 Palos

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Estructuras de la Huaca de los 3 Palos

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Remodelación Inca: muro y escalinata tranformando una habitación para


hacer desaparecer el sector con hornacinas
..... ... ,.
. ...

Sistema Inca de de
cargío granos -maíz, maní, ají( etc._
depositarlos en los graneros del Tambo
-Huaca de los 3 Palos-
./uUMj. $la¡s.,xU «MS.\io»»¡. 3ima. lusas, iiiBj.acl.t
smvtfimkme. 0b>< .vvacuí. j i Sí.
pe itniúss, ííscS-r. k*i .i'..,-...'-
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Cartas y naipes del siglo XVI, í«aaKi.\iútta. 9car''ü»L|. (wtíoiíw uiíT^gufua. iliAioot
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APORTE INDÍGENA Y ESPAÑOL 283

En la mano de obra indígena intervino gente de Chancay que ya

había los Incas el acarreo de granos en los depósitos


participado con en

del Tambo: ellos elaboraron los adobes siendo la marca de fábrica el

Chancay común cerámica; el acabado de


típico pez romboide en su en

barro-frotachado-interior y exterior con ocres rojo y amarillo predominó


el gusto Inka; en la forma de ventilación baja de la habitación segunda
del ala de servicio con su ventana alargada vertical sobre el piso hay
también influencia del sistema de edificación indígena. Hay además algo
intencional: la elevación de muros se hace sin cimientos, sobre el piso

de los Inkas que recubrió los pozos del Templo, como si se tratara de

evitar el rompimiento de estructuras y con el consiguiente peligro de la


desnivelación lógica de las paredes.
El grupo español aportó la forma de la planta: en la distribución

quedó el zaguán al centro con amplia entrada,


su a la derecha haciendo
escuadra el ala de los dormitorios y a la izquierda a continuación del
zaguán el ala de servicio. En el zaguán se construyó igualmente un

poyo usado para sentarse y como testimonio de habitabilidad quedó en

una esquina una rueda de madera


respectivo eje.
con su En una de las
habitaciones de la derecha se encontraron los
zapatitos calados de cuero

¿de Panamá? ; en la habitación de servicio contigua al zaguán hubo


madera calafateada con brea con restos de jugo de vid; en la segunda


restos de fogón y en la tercera restos de corral.
El patio Inca también fue utilizado por los
españoles pero fue poco
a poco abandonado acumulándose testimonios del siglo XVI: cartas,
naipes de Barcelona sobre un muro bajo que les sirvió de asiento, etc.
La basura quedó acumulada sobre todo en uno de los pozos del

Templo para lo cual rompieron la escalinata que pasaba por encima del
pozo por la remodelación efectuada por los Incas: allí además de los
vestigios indígenas ojotas de cabello, tumi, etc.

y de los españoles

naipes, cartas, etc. se encontraron también vestigios orientales: loza


China celeste con decoración azul, sedas, etc.


Como probable tributo quedaron depositadas
alparga en el basural
tas: si bien la forma española era la técnica
en el tejido y la decoración

son demostrativas del trabajo indígena, al


igual que el material usado

algodón marrón y blanco, pabilo, etc. que como sabemos también


era parte de las reservas en los Tambos.


Y es así como la afirmación destructiva de la penetración Inca y
española hace un alto aquí en Lima en la Huaca de los 3 Palos:

1- En la Huaca de los 3 Palos, los Incas no


destruyeron el impre
sionante Templo de los 96 Pozos de ofrenda con su
imponente escalinata
de ingreso, Templo que revela un culto de cierta extensión
que quizás
une desde finales del Tiahuanacoide
y en el Período Intermedio Tardío
la Costa Central con la Costa Norte. Remodelaron el Templo transfor
mándolo en un Tambo.
284 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

2. —

Los españoles no remodelaron el Tambo Incaico, simplemente


edificaron sobre parte del patio Inca de la plataforma superior. Aban
donan el edificio convirtiéndose los depósitos de alimentos con el correr

del tiempo en corrales.

3. —
Si bien las estructuras que conforman el Templo muestran una

interesante originalidad, la conservación de las estructuras del Tambo

permiten observar la forma en que se operaron los cambios de


función,
y, nos hace conocer lo que genéricamente mencionaban las Crónicas; y,
la casa española, la ocupación que le precedió y los basurales nos com

pletan el panorama del siglo XVI, aunque sea a través de una sola uni
dad arqueológica, lo que modestamente contribuye al conocimiento inte

gral de nuestro pasado.


La arquitectura mestiza del sur peruano
Por Emilio Harth-Terré

Nota: Este examen y exposición es el


Resumen de una Introducción al estudio
general sobre Arquitectura Mestiza en el
Virreinato del Perú.

El examen y un análisis de la evolución histórica de un peculiar


estilo que desarrolla en los monumentos del período virreinal en el Perú,
sustentado por el arte español,
obliga a remontarnos a las mismas
nos

fuentes metropolitanas, ya que no podríamos aislar el


proceso estético
y a la par histórico, de otros fenómenos originales y paralelos sin caer
en un defecto: el de olvidarnos de la médula de una entidad en la que
es propia su vida y es elemento animador.
La seriedad de un estudio de esta naturaleza reclama
por consiguien
te el agotamiento de la investigación en los arcanos del
tiempo como raíz;
y en los ejemplos vivos del presente como flor y fruto. Con ello mucho
hemos de explicarnos cómo, apartándonos del canon clásico, aristocráti
co, en su contraste con el arte plebeyo, descubriremos la característica
persistente. Es el arte periférico. No siempre ha acaecido en las colec
tividades históricas que cobre mayor
importancia; y habiendo sucedido
en nuestras
regiones en razón de sus ancestrales culturas y bajo condicio
nes singulares de colonización, conviene distinguir.
Señalar al hombre en su procedencia
nacional, su estirpe, su genio
actitud y aptitudes en el trabajo, su
propia vivencia en la nueva socie-'
dad, descubriendo así el sentimiento que guió la mano que labra el ador
no y que hizo palpitar su corazón, nos llevará por una nueva ruta hen
chida de sorpresas en la
investigación estética de un producto artístico
en donde el fenómeno
miscible se cumplepor el encuentro de dos grupos
culturalmente antagónicos, en un momento histórico, nuevo
para unos, y
en un nuevo mundo para otros.
Y vemos prontamente en este análisis de lo ontológico
y a la vez
geográfico, hombre y mundo, que el estilo, en el arte que nos ocupa aho-
286 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

ra, brota de un común denominador plástico y por un común factor es


piritual que va cobrando en la forma caracteres peculiares en síntesis
que singulariza la continuidad vivencial artística hispano americana.
Si conociendo el curso temporal juzgamos mejor la evolución, co

nociendo al artífice se aclaran muchas contradicciones. Es tiempo ya


de eliminar de nuestras historias del arte las fantasías
y el falso concepto
de una diferenciación racial influyente en el arte al punto de reprodu
cirse elementos primigenios,
en o de crear antagonismos estéticos. Si,
posiblemente en la existencia de una tensión que acaba por la fusión y
síntesis en la que predominan caracteres potenciales de la mayor enverga
dura. La investigación documentaría de las relaciones sociales y econó
micas, a través de los protocolos notariales de entonces, nos lo dan a
saber para afirmar que esas gentes se incorporaron a la corriente artís
tica occidental, y quizá destacaron entre los mejores para emular a los
que parecían mejores.
ser

De una paradójica se crearon las bases de una forma de


manera

vida que se reflejó en el arte, vida común entre el indio y el español


que el virreinato consagró. Todo ello parece ligado a través de una ma
nera decorativa muy particular, que si no genuina, de los artistas del

Ecuador, Perú y Bolivia, que consideramos hispano-americana en un


sentido continental desde México hasta los confines tucumanos y cordo
beses de la hoy República Argentina.
Poniendo de lado el concepto racial, el "arte mestizo" no es producto
exclusivo de tipo social caracterizado por la raza, o casta, sino de un
un

individuo social, artista, psicológicamente americano. Tan diferente el


español como el indio frente a su problema de expresión artística, no
van a actuar independientemente. Tan americano resultan el uno como
el otro tan pronto se ha producido plenamente el fenómeno de la con
junción, refiriéndonos no indispensablemente a la de la sangre, sino a la
de la misma cultura en sus compromisos y secuencias. Y al decir aquí
americano ya no hacemos referencia al americano remoto, precolombino,
sino del que va surgiendo en esta nueva etapa histórica de los tiempos
modernos; del "tiempo renacentista", en el cual, del choque de culturas
opuestas brota una chispa de trascendente luz: el renacimiento de Es
paña que se reinicia en América.
Entre ambos polos individuales y sociales, el criterio del maestro

hispano y el sentimiento del artesano


indio, en estos nuevos mundos, se
descubre que ambos van perdiendo algo de lo que fuera un mundo de
perspectivas tradicionales proyectado con esperanzas al futuro; y que am
bos en este nuevo campo se someten a un reajuste social henchido de
con otros pueblos conquistadores, el individuo
En contraste
sorpresas.
español se la tierra
integró americana y se complementó en su sangre.
a

Es indudable que aquí, el empleo del vocablo mestizo para calificar a

algún producto estilizado de la arquitectura virreinal y el cual tiene ca


racteres y acentos que se apartan nítidamente del barroco clásico hispa-
LA ARQUITECTURA MESTIZA DEL SUR PERUANO 287

no, puede prestarse a discusión y dialéctica por la interpretación con


ceptual que quiera atribuírsele mientras no se establezca bien claramente
cuando se trata de seres humanos.
Al hablarse de arquitectura mestiza, o arte mestizo, se interpreta
nuestro arte por parte de algunos críticos "como fruto de un arte cum

plido por mestizos". Sin embargo, si bien fueron muchos los mestizos
que aparecen trabajando en estos monumentos, también en la
ejecución
de ellos se descubre como actores de importancia a españoles, junto con
criollos e indios. Es decir que estos mestizos eran no sólo por mezcla
de sangre sino por razones de clima y lugar ambiental.
Al mezclarse la sangre ibérica con la sangre india, legalmente o a

través de relaciones ilícitas, del entroncamiento de estas dos razas, la


vencedora y la vencida, nació el nuevo pueblo de América hispana en el
cual el elemento autóctono y el mestizo son siempre los que predominan.
No fue el arte, un arte comprometido, y sí fue un arte en consecuencia
de la propia y misma naturaleza humana en una irrefragable secuencia
histórica .

Se puede decir que el influjo de las formas indígenas


también
— —

en la vida colectiva ejerció en lo que respecta a la génesis y estruc


se

turación de las naciones hispano-americanas, casi exclusivamente, no en


el orden de impulso sino en el de los límites. De modo que los acentos

indígenas que el español adquirió no lograron destruir la unidad espa


ñola. Por encima de la técnica —
o si se quiere, desde dentro —
modi
ficándola en halla la actitud estética; y esa es,
el orden trascendente, se

en el arte americano, de pura estirpe y raíz ibérica.


El indígena y el mestizo resintieron el espíritu del arte Barroco con
excepcional devoción. Se allanaron fácil y entrañablemente a las nuevas

creaciones decorativas que persistían del plateresco. Interpretadas con


sentido barroco, conservaron los primitivos caracteres y acentos que el
maestro español o el criollo traían desde la metrópoli o de otras lejanas
tierras donde había ya hecho mata.
en

La resistencia pasiva de que se nos habla, torciendo el sentimiento


decorativo del plateresco en una rebeldía de voluntad social, es una re
sistencia de grado que proviene de interpretación técnica ingenua
una

dentro del sentimiento barroco provocado por la misma trasculturación


española en permanente sometimiento geográficas y
a las condiciones
ambientales. Y por lo tanto debemos
dejar de lado y presentar en
no

toda esta gran tarea artística, para


mejor juicio de su estética a la par
que de evolución histórica, al propio mestizo, y hacer
hincapié en él como
la contraparte humana de la parte artística.
Pronto el hombre mestizo, indio
emancipado de la cúratela protec
tora, y a su criollo señalado por el pigmento
vez
epidérmico y reducido
por el complejo racial, luchó contra factores que parecían fundamental
mente adversos, y que, sin embargo, iban lentamente elaborándose en
288 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

unidad no solamente en las nuevas formas sociales urbanas sino también


en los nuevos modos de expresión plebeya.
Aun cuando subsistían rivalidades, estas competencia econó eran de
mica, competencia de oficios; y pocas
veces la competencia rebasó el lí

mite humano. Las castas eran una consecuencia del mestizaje, pero el

mestizaje tendía a la disolución de ellas; a la nivelación étnica. El paso


al mestizaje fue simple. En el recinto edilicio y en su función culturizan-
te, el indio se españolaba; cobraba autonomía y una nueva voluntad en

derezada a lo occidental. Y junto con él, el mestizo.


Nuestros monumentos son obra de esta compañía y de la fraternidad
menestral que desde los primeros años
produjo, complementa en
se y se

la coyunda racial. No hubo pues antagonismo, no más, o quizá menos


que el que hoy se produce en los oficiales de algún gremio en mérito a
la competencia. Si lo hubo se hubiese traducido en el mismo arte; y
es en éste que precisamente vemos la resultante unitaria, de consenso,

tan favorablemente resuelta estéticamente.

* * *

Cuando sobreviene el Descubrimiento y la Conquista de América,


ya España está decayendo el gusto por el arte goticista. Pero en la
en

composición decorativa se mantienen siempre vivas sus técnicas cons


tructivas. El primer renacimiento español iba organizándose según las
regiones de la Península en modalidades que resultaban propias y típicas
del carácter hispano.
Hay en la formación del nuevo estilo renacentista, que engarza con
las tradiciones góticas españolas, una cierta anarquía con creación de
regional del
formas típicamente propias de este carácter individualista y

español .

El artista vulgar y corriente —

pese a los maestros —


ha sabido siem
la novedad de estilo con la segu
pre conjugar temperamentalmente un

ridad de una estructura en la que cuajaba la secular experiencia. El pla


es decir este regusto
que surge así de las entrañas españolas

teresco —

decorativo, tiene inmediato acogimiento en las gentes prácticas de la


artesanía. De suerte que pronto sobre los elementos y las estructuras
arcaicas —
del gótico y del románico una decoración profusa y carnosa

irá extendiéndose para captar y modular sus secas formas y trasformarlas


en capitosas composiciones. Y con algunos recursos y técnicos leves,

continuarán los artistas la tradición medioeval sin perder la escala re

nacentista que lucha en pos de lo único, lo extremado y lo grande.


El espíritu de aventura ibérico se ve aquí representado con la ma

yor fidelidad: no paso adelante sin el otro pie firme atrás. Algo y
un

mucho de este temple será inculcado mal que bien en los hombres de
que atrae a su órbita religiosa, idiomática y cultu
estos nuevos pueblos
ral. La tensión creadora hispana se manifiesta aquí, en el nuevo estilo,
MESTIZA DEL SUR PERUANO 289
LA ARQUITECTURA

toda su potencia. En el tratamiento del


en este regusto plateresco, en

adorno sobrevaloriza la energía.


se La deformidad y la extravagancia

sólo son maneras de expresar la vida interior; pero aquí no hay deformi
dad ni excéntrico desvarío. Los artistas platerescos parecen ir con el al
ma entera a tentador, pero ellos
la raíz de las formas, lo decorativo es

con el máximo sentimiento escultórico, dan con primor al adorno, el


temple y el volumen de la escultura. Si bien el estilo es ornamental
re

El grutesco envuelve la es
sulta también en gran parte constructivo.
tructura, no para disolverla espacio sino para hacerla más firme y
en el
más rígida en su formalidad arquitectónica. Empero, si hay un equi*
librio mesurado, se nota sin embargo mayor movilidad y pasión.
Ya cuajado, el arte popular, el de la entraña artesanal plebeya, va

desde la península a España pasar a Nueva pri con todos los caracteres
vativos y pretéritos trabajado por el pueblo. El estilo por
de un arte

su reciedumbre sería por lo pronto el más apropiado para las edificacio

nes fuertes que la conquista reclamaba. Pero junto con la edificación


y es precisamente lo trascendente se debe tener en consideración los


supuestos espirituales que imperaban en el ánimo y sociedad del con


quistado .

No vamos a hacer la historia clínica de los tres siglos de la monar

quía. Sólo referimos el caso en lo que atañe al estilo plateresco; y éste


en su curso hacia América. Así, por esta dualidad de los caminos del
arte podremos comprender el desarrollo de una forma decorativa que se
sobrepone a las estructuras formales del edificio. La técnica como fruto
de la experiencia se mantiene con sin igual firmeza mientras el adorno
fluye espontáneo. La España tradicional sobrevive en este estilo qus
insensiblemente se torna americano. Renace el calor de las epopeyas de
la Reconquista, y de la Colonización de América con sus gérmenes re

nacentistas de una particular vigorosidad en esa alba histórica del Mundo


Moderno .

En los páramos
parajes mexicanos, los religiosos mendicantes y
y
ermitaños la inmensa tarea de edificar conventos e iglesias
se dieron a

para alojarse y doctrinar a la grey de indios. Bajo el influjo tradicional,


la obra estructural se cumple de acuerdo con las modalidades técnicas
en práctica; y es el gótico que señala la forma de
sus plantas eclesiásti
cas así como los cerramientos. El templo gótico de los Reyes Católicos
parecía arraigar con tanta fuerza, que sus formas constructivas
desper
tando máxima confianza, prevalecen en las técnicasempleadas por los
maestros arquitectos. Esto en México de esesiglo XVI, pues en el Perú,
hasta muy avanzado el siglo XVII se prosiguió con el ejemplo tradicional
como podemos apreciarlo en las bóvedas del templo barroco de la Com
pañía de Jesús en el Cuzco.
La gran habilidad de los naturales para asimilar la
tecnología occi
dental ayudó por consiguiente en la tarea. Pequeña la parte del maes
tro improvisado español
—aparte de los numerosos técnicos que acu-
290 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

dieron desde la metrópoli o mayor la del indio


no menos improvisado
para el arte occidental, lo evidente en este juicio es cómo se produce el
mestizaje. En la técnica del tallado va perdiéndose poco a poco el ca

rácter del relieve "italianizante" tal como se aprecia en los monumentos


burgaleses, hasta desaparecer cuando la obra no es ya categóricamente
dirigida por un maestro español sino por un criollo. El artista local
"colonial" no vacila ya en emplear los motivos de la flora y de la fauna
circundante —
lo cual expresa una característica temperamentalmente
plateresca —
e incorporarlos a la composición del grutesco. No necesita
mos agotar el tema para demostrar de este modo cómo el arte se amesti
za. Tesis y antítesis, blanco e indio, olvidan las antinomias y sintetizan
en una fórmula viable el sentimiento decorativo y popular; ese espíritu

plateresco hispano, y ahora ya en vías de americano.


Lo que caracteriza este nuevo sentido plateresco en México, y lue
go en el Perú, es la forma local que toma la composición. Tendencia
que se repetirá en los estilos plebeyos y populares del siglo XVIII. Si
alguna motivación geométrica se inspira en los regustos mudejares no
olvidemos que es el más apegado a lo español. Es un hecho evidente
que el sentido plateresco decorativo en las formas académicas como las

que luce la portada de la Iglesia de Acolman hasta la de más acentuación

plebeya como la portada del Evangelio de la Iglesia de Huaquechula con


sus labraduras en bisel, revelan el gusto y la persistencia de un arte en

trañablemente español. De esta caudalosa fuente corre un cauce en todo


el siglo XVI a través de América y del que van a surgir los notables
ejemplares del arte popular y mestizo en el mismo México y en otras
regiones del continente americano. Van a ir apareciendo como obra de
continuidad histórica de un estilo, persistiendo en su desarrollo a través
de los estilos académicos. El plateresco que sobrevive en la Península,
fue sembrada su semilla en estas tierras. Ejemplares son los de México
que como almacigos, cuidaran el tierno brote americano.
El arte ingenuo y sincero es ya mestizo, y desde luego queda en

claro, no en cuanto a la forma resultante sino a los valores subjetivos


implícitos. Y es aquí, en el siglo XVIII, que lo mestizo se hace típico
adoptando en manos populares para la ornamentación, aquel viejo ma
terial decorativo, no menos popular que fuera el plateresco en la metró

poli.

* % *

De tal modo podría decirse que el estilo mestizo es un estilo ge


no

nerado en el Ecuador, Perú


o Bolivia, y desarrollado en esos países con

particular pujanza. Es un arte hispano-americano con creaciones deri


vadas del plateresco y que en las varias regiones de estos países cobra
acentos diversos sin apartarse de lo fundamental del viejo estilo popular
ibérico .
LA ARQUITECTURA MESTIZA DEL SUR PERUANO 291

En algunos lugares de lo que fue el Virreinato del Perú, o Nueva

Castilla, floreció con mayor o menor vigor, por razones de gustos y sim

patías demográficas. Es en Arequipa en donde se muestran los ejempla


res más antiguos en los cuales parece germinar este sentimiento arcaico,
aunque en la Ciudad del Cuzco y poblaciones aledañas se erigieron edi
ficios con motivaciones platerescas que aun se conservan. Pero tam
bién la región del Alto-Perú, en Potosí, algunos investigadores señalan
en

lasiglesias de las Mónicas y Santa Teresa como edificaciones si no si


multáneas, ciertamente contemporáneas a las importantes de Arequipa.
Empero sin contradecir la antigüedad, podemos afirmar que en esas
ciudades surge el ejemplar sin otros antecedentes lo cual no sucede en

Arequipa en donde podemos rastrear desde muy antes la aparición de


las motivaciones decorativas platerescas. Y si bien resulta indudable
que el estilo mestizo como floración del arcaico plateresco es un episodio
de la evolución de este estilo en América en general como hemos inten
tado señalarlo para México, y que luego enseguida en el Perú, en dos

regiones bastante alejadas la una de la otra, de caracteres geográficos


diferentes y de ambientes humanos igualmente contrapuestos tempera-
mentalmente, es en la región arequipeña en donde desde fines del siglo
XVI estuvo el vivero. Y adelantando axiomáticamente: fue en donde
iba haciéndose americano para luego en cada provincia en donde inspiró
el adorno y la edificación, se amestizó a su modo, al punto de sernos
hoy tan típicamente diversos en cada uno de esos lugares.
Lo mestizo es precisamente esto: no sólo lo que a raza se debe sino
a modo ideológico en el nuevo mundo histórico y social que abre su pa
norama de incertidumbre ante el colonizador y el colonizado, que se so

meten al tiempo y al espacio; que luchan contra las potencias de la na


turaleza tanto en el mismo indígena cuanto el español criollo o mes —

tizo ; que se modelan a la colonia. Esta antítesis indiana, paradoja


étnica, creó juntamente las bases de forma común para el indio y el


una

español; bases que no hubiesen existido de haberse mantenido el falso


i espeto de una diferenciación étnica, y sin lo cual no sería posible hablar
hoy de un erhos común.
Hay un paralelo en el paso que da el artista de la mayoría, ora crio
llo, indígena, y tanto o más mestizo,
o en la manifestación plástica de su
gusto que evoluciona desde un arcaísmo popular a uno nuevo tan popu
lar que brota de sus manos como una voluntad de arte nuevo, en una
atmósfera barroca, ciertamente, pero en lo cual conserva el lineal y geo
métrico argumento plateresco.
El español americano mantuvo su fidelidad la
geografía humana. a
Es bajo este signo, entre otros, que el artesano
produce sus estilos deco
rativos desde fines del siglo XVI. Señalar aquí ejemplares de su
apari
ción, gestación, evolución, florecimiento e inclusive de influencias mar
ginales, sería largo. Nuestra tesis sobre el almacigo
plateresco, su desa
rrollo en el período de su decaimiento en
España y su reflorecimiento en
292 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

manos americanas lo hemos expuesto ya en unos estudios sobre el estilo


que hemos calificado de neoplateresco, para la ciudad de
Arequipa. En
sayos en donde esbozamos (el término ya lo descubre) la supervivencia
de este estilo nacional y las causas de su
supervivencia. ¿Cómo se per
petuó de un siglo a otro? ¿Cómo explicarnos su continuidad? Esta per
petuación es difícil aun de elucidar categóricamente; sin embargo debemos
de explicárnosla a modo de una hipótesis de Si bien el vis iner-
trabajo.
tiae operaba por el desánimo y la rutina, el fermento de tradición his
pano encontraba aquí su posibilidad y capacidad de hallar en cualquier
otra obra el tratamiento de materia
propia; aun a costa de repetirse
una

en los cartabones prácticos y habituales.


La piedra blanca, aquel tufo
volcánico, liviano, fácil de labrar, se empleó con más profusión a raíz de
los sismos y aciagos eventos del volcán Órnate.
Condujo a proveer un
material ligero de poco peso para sus cubiertas embovedadas,
y a la ten
tación ornamental de la que no escapaba el gusto lugareño.
¿Por manos sabias de qué director? Don Diego Martínez de Ribera

elogiado por Cervantes en la Galatea es figura de buen entendimien


to, y poeta; ha sido alcalde de la Ciudad. Y él la hace renacer como

el Ave Fénix. Junto figuraa la de


Diego Martínez de Ribera, años
posteriores, está la de Lorenzo de Pantigoso. En 1688 el Cabildo dispo
ne que los vecinos se valgan de indios para la reedificación de sus casas.

Ambiente y material inciden en el triángulo de valores en el hombre-


artista a quien hemos de asignar en última y final instancia tan
peregri
na interpretación de un ya viejo arte decorativo renacentista que florece
ingenuo y prístino en pleno siglo XVIII con sus rosas góticas que aficio
naba tanto el estilo de Silóe, sus inscripciones jaculatorias y sus balaus-
trillos, ahora como adorno de las siglas y monogramas devotos entre
mezclados en los grutescos de los frontones. Y además el fenómeno de
la mimesis tan evidenciado ya por mí en el proceso arquitectónico en

nuestras ciudades.
Y así deviejos ejemplos surgen nuevas modalidades. En la portada
de la Iglesia de la Cía. de
Jesús, cuaja, por manos de un cantero criollo,
el arte plateresco mestizo. Y olvidémosnos ya del apelativo hispano y
bauticemos definitivamente este hijo arequipeño como arquitectura
mestiza. Allí hizo mata. Su estancamiento en Juli, en las riberas del
Titicaca, cobra mayor potencia. La libertad de expresión artística fa
vorecida por los PP. Jesuítas en el artesano indígena, en su catequización,
va en nuevos rumbos y cauces hacia el sur y llega al Alto-Perú.

Sujetos aborígenes hay que trascendieron los límites de un arte po


pular y anónimo para realizar obras del más acendrado gusto clásico
hispano; y no por imposición sino voluntariamente, tan voluntariamente
que el fenómeno invita a la meditación acerca de la inteligencia artística,
así como por rebote, los sentimientos subconscientes y psicológicos de
una raza que se consideró en muchos momentos inferior y subdesarrollada.
DEL SUR PERUANO 293
LA ARQUITECTURA MESTIZA

ya de la nueva raza que va


Sin olvidarnos que esos indígenas son

poblando el Perú: la de los mestizos; que son estos, quizá, los que más

aportan a las artes virreinales continentales en el último siglo del gobier


no español, sello de mayor originalidad, aunque siempre arraigado al
un

arte metropolitano, con regustos que son los que analizamos aquí a tra
vés de los hermosos ejemplares de arquitectura, escultura sacra o pintura
que se conservan en estas nuevas provincias de los Reinos de Castilla y
de León.
De esa enorme población artesanal, sensible, afecta al color y a las
formas artísticas aunque no fuese sino en sus planos primarios. De ella han
surgido artesanos, y se han concretado hechuras que pueden llenar per
fecta y cabalmente las páginas de una Historia del Arte.
Es claro que estas son únicamente referentes a lo que llamamos

arquitectura mestiza. Una particularidad en las bellas artes americanas.


Arte que no es secuela de un mero ente biológico difícil de distinguir
epidérmica y sanguíneamente, en el cual careciera el ser en sí de concreta

responsabilidad .

La americanización sentida en su alma fue en el artista como una

nueva corporeidad espiritual en el arte, aun no fuese sino decorativo y


suntuario; y levemente reestructurado al viejo hispano, dio iguales mues
tras de conyugo de lo occidental europeo con lo genuino americano. Fue

así, valga adelantarlo a los más extensos estudios, un histórico propósito


en histórico fin.
Dos testimonios franceses para el
mestizaje en el Perú
(EN LA COMIDA Y EN EL VESTIDO)

Por Margarita Guerra M.

I. Los testimonios que presentaremos a continuación


provienen de una
fuente que tiene mucho arraigo en el siglo XIX: los libros de
viajes.
Estos reflejan la curiosidad existente en Europa Francia en nuestro —

caso por América y los otros Continentes.


"Monier diría todavía en 1880 que el viajero era un 'buscador


de emociones nuevas' que disipaba las tierras
en lejanas su

aburrimiento precoz o un dolor romántico e inconfesable como

insinuó el aventurero Paul Marcoy" (*).

De hecho, en los viajeros que tratamos, se dan las características


que
citamos, lo cual dará un matiz singular a sus apreciaciones sobre nuestros
usos, costumbres, geografía, política, y demás aspectos que los ocupen.
Los relatos que fundamentan nuestro estudio corresponden a dos
viajeros franceses de mediados del siglo pasado: Paul Marcoy (Marqués
de Saint Cricq) y los hermanos Ernest y Alfred Grandidier. Ambos pasan

rápidamente por Lima y llegan hasta Bolivia siguiendo un camino seme


jante por la sierra y la selva.
"Viaje por los valles de la quina" es el título de la obra de Marcoy
que hemos examinado. Aparece en 1870 en la revista de viajes "Le Tour
du Monde", luego de una frustrada publicación en español. Según Or
tega y Gasset es en esta obra donde se pone de manifiesto con mayor
nitidez la vena romántica de Marcoy.
Paul Marcoy fue un farmacéutico francés, que comisionado por su
gobierno para estudiar determinados aspectos de la Botánica en el Perú
y Bolivia llegó a nuestro país no se sabe el año
y luego de recorrer

desde Lima hasta Bolivia (tampoco se sabe en cuanto tiempo) regresó

1. Macera Dall'Orso, Pablo. Los viajeros franceses y el Perú Republicano


(1826-1890). En: Revista Peruana de Cultura. N? 5. Lima, abril 1965 nn 50-
70. (p. 51).
DOS TESTIMONIOS FRANCESES PARA EL MESTIZAJE 295

a Francia. La consignada de su permanencia en América


única fecha
la da otro viajero: Castelnau, quien en 1847 lo recogió de una hacienda
cercana al Cuzco. Se sabe también que fue un hombre culto, que entre
sus lecturas contaba Rabelais, Chateaubriand, Moliere, Clavijero, Solís,
a

Prescott y Fernando de Alva; aprendió el quechua que le granjeó la


simpatía de los pobladores serranos, a lo que contribuyó, no poco, su
carácter, que por sus escritos se deduce que debió ser simpático aunque
bastante irónico, pero que supo adaptarse a las situaciones por las que
atravesó. Según Pablo Macera, "... no dio imagen convencional" .

Ernest Grandidier publicó en 1861 "Voyage dans l'Amérique du


Sud", en francés y hasta el momento no se conoce una traducción es

pañola. Es la narración del viaje, que junto con su hermano Alfred,


realizaron por regiones del Perú y de Bolivia.
Los hermanos Grandidier se presentan con características muy dis
tintas de Marcoy. Alejados del romanticismo en sus ideas políticas, en
la práctica no se salvan de él y el mejor reflejo se encuentra en el amor
a los viajes que demuestran ambos. Alfred (1836-1921) realiza diversos
viajes aparte de su recorrido por América. En 1865 lo tenemos en la
isla de Madagascar y entre 1866 y 1868 redacta la "Histoire politique,
physique et naturelle de Madagascar". También se le ubica en Ceilán,
Zanzíbar y la India y vinculado la Sociedad Geográfica
con
para la cual
fueron de la mayor utilidad los relatos de sus viajes.
Ernst arqueólogo y viajero y viaja de 1857 a 1859 por el Perú,
era

Bolivia, Chile, Argentina y Brasil por encargo del Gobierno francés para
estudiar algunas regiones mineras. Por sus aficiones y por el cargo que
llega a desempeñar en el Museo del Luvre: Conservador del
departa
mento de cerámica china (concordante con sus
inclinaciones), se puede
intuir algún indicio romántico
(amor a lo exótico y oriental).
Las dos obras coinciden en darnos una visión ligerísima de Lima
para llevarnos luego, por el interior del Perú para que tomemos contac
to con nuestra
serranía y con algunas tribus selvícolas sobre las cuales
hacen observaciones atinadas, pero donde está
presente un sentido de
superioridad del europeo frente al americano.
En ambos relatos se hacen exámenes minuciosos de
tipo científico,
hay precisión en el dato para la ubicación de la
región se nota la
y es-
pectativa del viajero frente las costumbres desconocidas que encuentra
a

—o espera
encontrar—; no hay incidencia en el aspecto de un
mestizaje
aún cuando se dan cuenta de su existencia.
Tampoco recargan la aten
ción en el aspecto social,
aunque no lo olvidan por completo, pero pre
fieren el aspecto
naturalístico, el estudio de la flora, (Marcoy), de los
minerales, de la Geografía y la simple descripción de todo lo
que van
viendo .

Lo que marcaría la
mayor diferencia entre Marcoy y Grandidier
estaría en el ideario romántico
mantenido por el primero, tanto
por su
vida bohemia, cuanto el
por modo de adaptarse al ambiente a
que se
296 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

agregaba o a la interpretación que encontraba a costumbres, ideas, etc.,


o, finalmente, sus descripciones de paisajes. Grandidier, en cambio, ex
pone ideas netamente conservadoras al referirse al sistema
político del
Perú "la democracia con su insensato amor a la igualdad"; también
cuando comenta la situación política del Perú en esos años
(1858-59):
"Sólo restableciendo el principio de autoridad se podría sacar al Perú
del letargo" (2). Y la forma de salir del
letargo era suprimiendo la li
bertad de los negros y restableciendo el tributo del indio.
Donde si se unen nuevamente Marcoy y Grandidier es en su des
precio por indios y negros, pero el segundo es mucho más violento al
decir de los negros:

"Esta raza viciosa y pervertida, esencialmente mala, no merece


el interés que Europa le lleva, no es negrófilo quien haya vivido
algún tiempo con los negros sin experimentar por estos Afri
canos disgustos y aversión; almas bajas y rastreras, han con
traído todos los vicios de la civilización sin comprender, ni

practicar la virtud" (3) .

En esta apreciación influyó su ideología esclavista al enjuiciar la


abolición de la esclavitud decretada por Castilla en 1854 y que el francés
consideró un atentado contra la economía estatal y de los propietarios
de esclavos, pues las haciendas quedaban sin brazos para su trabajo.
De los indios tiene también un concepto muy pobre al decir:

"Estos Indios descendientes de la


que gobernaban
raza los
sucesores de Manco Cápac cuando el descubrimiento de Pi
zarro, son, como los negros esencialmente perezosos; y la fa
cilidad que les ofrece la fertilidad del suelo para recolectar sin

trabajo las substancias alimenticias suficientes para sus nece

sidades mantienen esta apatía y este amor del hacer nada" (4).

Estas apreciaciones superficiales son compartidas hasta cierto punto


por Marcoy, aunque éste hace la salvedad del daño hecho por la coca
en la raza indígena a través de los siglos y no llega al desprecio abso
luto de Grandidier.
Antes de entrar a la presentación de los datos que nos dan los autores
citados para el estudio del mestizaje el vestido y
la comida perua
en en

nos veremos cual fue la idea que tuvo Grandidier sobre este fenómeno
social (3).

2. Grandidier, Ernest. Voyage dans l'Amérique du Sud. Pérou et Bolivie.


Michel Lévy Freres, Libraires -
Editeurs. París 1861. 307 pp. (p 158)
3. Ibid. p. 33.
4. Ibid. p. 37.
5. Ibid. p. 48.
DOS TESTIMONIOS FRANCESES PARA EL MESTIZAJE 297

"Todas las razas están representadas: el criollo blanco y el


Europeo se codean aquí con el negro de África, el Chino y el
Indio indígena; hay además un número considerable de mes
tizos y se llama gente de color a todos los que tienen sangre
negra en las venas; entre los mestizos distingue el mulato
se

hijo del blanco y del negro; el cholo, hijo del blanco y del
indio; zambo, hijo del Indio y del negro. El mestizo tiene
y el
un odio profundo hacia el blanco, el hombre de sangre azul al
de sangre azur (sic) y éste mira a la clase de los mestizos
desde su superioridad y su desprecio" (6).

Hasta aquí, un mestizaje biológico que, según Grandidier, está de


terminando postura de cada grupo étnico frente a los otros.
una Este
mestizaje sería absoluto, no limitativo al grupo blanco y al indio, sino
también con inclusión del negro y de todas las combinaciones que se

producen .

En apoyo de esta difusión del mestizaje biológico, encontramos una

descripción sobre indígenas del Ucayali:

"Los indios que viven orillas del de


a Ucayali o sus afluentes
son altos, robustos y bien plantados.. . La blancura de su piel
es un poco inferior a la nuestra" (7).

Se deduce que estas características físicas de dichos


indios sea fruto
del contacto con el blanco.

Si se pasa al campo de las costumbres, hay una observación de


Grandidier que va en apoyo del mestizaje, y es la siguiente:

"Esta transformación de costumbres relacionadas


con el arre
glo ha sido acompañada de un cambio notable desde el
punto
de vista del carácter y de las costumbres.
La Limeña ya no es
tan frivola, tan pródiga, tan insubstancial como en el pasado,
parece que un contacto prolongado
los Europeos estable
con
cidos en Lima ha modificado estas costumbres
nativas. ." (8). .

Aquí se está considerando


europeos, todos los llegados a América
desde la Emancipación
la Limeña cambiada es la
y Limeña Colonial por
lo tanto esta transformación sería
la asimilación de lo nuevo
y fruto de
^ SegUnd°
mestizaJe- La Lime™ había sido modificada, no
cambiada

Quina" yP°no \tÍVrT^™ ÍVa^of cornea '^^ T et


,OS ^S de la
Andes» o "Voyage a travers de
Mméria^ L £32 Sc!nCS- !>****&* <*ans les
presentación de datos par un
rado indispensable recurrir a la
esfudfcTnosterlof ¿ ™tepretacion,
b£n ZaI?a í
7fad™. &
.
P°r limitarnos a la
hemos conside-
y nos henfos ^ni^T^sI^T^!^^0 ** MarC°y S°bre ™sü^'
7. Grandidier, M.
Ernest. Ob. cit ' d 24
8. Ibid. p. 130.
298 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

esencialmente, ni
tampoco se había superpuesto una costumbre a otra.
A los tambos, Grandidier les dedica no poca atención y constante
mente leemos: "Nuestro primer alto fue en Cangallo, a 4 leguas de Are
quipa; un tambo nos sirvió de abrigo para la noche", "El 6 de agosto
partimos de Rumihuasi por un frío muy intenso. dejando a la derecha . .

el pobre tambo de la Rinconada ..." "El tambo de Langui está a nues


tros pies". Esto nos indica dos cosas: la permanencia del nombre nativo
de "tambo" a estos lugares de reposo y aprovisionamiento de los viajeros
en los caminos y la mantención de estos lugares de refugio, aunque sin
los caracteres que tuvo en el Imperio Incaico. Sería la penetración de
esta institución en la civilización occidental en el Perú.
En lo religioso, nos enfrenta Grandidier con procesiones y celebra
ciones de fiestas católicas matizadas con la psicología peruana. Por
ejemplo :
"...en Chorrillos, cerca de Lima, el jueves santo, doce cholos
vestidos de soldados guardan la tumba de Nuestro Señor, y du
rante veinte y cuatro horas consecutivas les es formalmente

prohibido moverse, beber, o comer, bajo pena de irreverencia . . .

. . .En la época de la Fiesta de Dios, yo estaba en Cerro de


Pasco.. .
Después del paso de la procesión el atrio, inmediata
mente, se convierte en teatro ambulante; y unos Indios ha ...

cen danzar las marionetas En los entreactos unos muñecos


. . .

de mayor dimensión aparecen sobre los sostenes y simulan sa


cerdotes predicando y disputando entre ellos; luego los Indios
colocan un gran vaso lleno de chicha en los brazos de estos
muñecos, que arrojan el contenido sobre la muchedumbre en
cantada de este espectáculo. No es raro en el Perú ver esta unión
íntima de la religión con la superstición y la inmoralidad" (9).

Se unen aquí las celebraciones católicas con los festejos nacidos del

concepto pagano de nuestra religión. Es la interpretación mestiza de la


fiesta religiosa.

II . Conformación mestiza del vestido.

Son pocas las referencias encontradas en Marcoy y Grandidier a este


respecto, por ello sería aventurado hacer afirmaciones rotundas sobre el
mestizaje en este campo. Nos limitaremos a presentar algunos elementos
que consideramos con posibilidades de incluirse en un estudio más docu
mentado de este aspecto del mestizaje.

a) Vestimenta masculina. Ninguno de los dos autores mencionan


las prendas de vestir del hombre en la costa, inciden sólo en la forma
de vestir en la sierra y en la selva.

9. Ibid. p. 26.
DOS TESTIMONIOS FRANCESES PARA EL MESTIZAJE 299

En la sierra la primera referencia es a un mestizo:

"Por consideración la sangre europea que corría por sus ve


a

nas, Pepe García, tal era el hombre del individuo, había re

pudiado el traje local y lo había sustituido por una chaqueta


de bayeta, un pantalón de algodón azul, un fieltro y zapatos
con clavos. . ." (10)

Es decir, había reemplazado todo lo nativo por lo extranjero al haber


primado la herencia paterna (española) sobre la materna (india), pues
el sujeto en cuestión tenía algunos rasgos físicos americanos.
Parece que el uso del sombrero de fieltro era bastante frecuente en

esa localidad (Marcapata), y los mozos los usaban:

"El salteador, pues tal era la calificación graciosa que nues

al verlo, estaba
tros compañeros habían dado al individuo
tocado con un fieltro de copa baja. ." (n). .

Veamos ahora la vestimenta empleada para el paso de los Andes por


los peruanos (blancos) y que Grandidier la adoptó:

"Yo había adoptado el vestido de los Peruanos que franquean


la Cordillera:
un amplio poncho me cubría los hombros y
caía a cada lado sobre mis brazos, un fieltro gris abrigada mi
cabeza, unas buenas polainas forradas protegían mis piernas
contra el rigor del frío. ." (12). .

Siempre se habla del fieltro y ahora se añade un elemento muy au

tóctono y que aún hoy se revive: el poncho, del cual el viajero nos dice
que los españoles lo habían acogido en vez del abrigo. Pero parece que
no era una norma general y los blancos oscilaban sus gustos entre las dos

prendas :

"Envuelto en un amplio abrigo, pasea su ociosidad por la pla


za pública en busca de noticias, o, cubierto de su poncho,
monta a caballo y va a vigilar sus cultivos" (13).

Si pasamos al grupo indígena, observamos algunas variantes en el


vestuario :

"El vestido de los Indios consiste en un pantalón


corto, un
saco largo y un poncho; sus muslos están desnudos y tienen en

10. Ibid. p. 30-32.


^ * * ^ 3* edÍdÓn-
Buenos/
12.
AiST^MG
Ibid.
wV^i? EsP—Calpe.
83.
p.
13. Grandidier, M. E. Ob. cit. 52.
p.
300 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

los pies sandalias que retiran a menudo por economía Sus . . .

cabellos terminan en una cola trenzada; su sombrero o montera

es de fieltro negro, de anchos bordes y con hendidura al cen

tro" (14).

El saco largo podría ser reminiscencia de la camisa usada en el


Imperio Incaico y en cuanto al poncho y el sombrero de fieltro ya los
hemos visto al hablar de los blancos y mestizos.

b) Vestimenta femenina. Aquí si hay alusión a las prendas carac

terísticas de las limeñas:

"La saya y el manto excitaban especialmente mi curiosidad,


estevestido gracioso que las limeñas saben llevar con tanta
coquetería y gracia, no deja de apercibir sino un ojo y una
pequeña parte del brazo, pero este ojo incitador y la blancura
de este brazo, que contrasta con el color de un vestido de seda

negro, revelan a menudo, tesoros de juventud y belleza. Una


mano pequeña, orgullo de la Limeña, encerrada en un lindo

guante, sostiene la manta que cubre el rostro y añade un atrac

tivo más a los encantos con que la imaginación se complace


en adornar a la que lo intriga bajo el velo.
Este vestido demasiado conocido para que yo crea ne
es

cesario entrar aquí en detalles más amplios. Digamos sola


mente que la saya y el manto, ya no forman el vestido usual
de la Limeña y lamentamos la tendencia actual de todos los
pueblos a abandonar sus usos y particularidades y sus vestidos
nacionales para tomar los usos y adoptar los vestidos de las
grandes capitales de Europa . . .
Hoy día, el vestido francés y
el sombrero parisién han sustituido a la saya y el manto ... no

es sino en las procesiones o en las corridas de toros, que aún


se encuentra el vestido nacional. Sin embargo, los días corrien
tes, la Limeña se cubre, a menudo, la cabeza y el rostro con

un chai como con el antiguo manto, y esta tenida descuidada


no carece ni de encanto, ni de misterio" (15).

Aquí cabría señalar una doble transformación: primero de la Limeña


al adoptar la saya y el manto, que nos habla de ciertas evocaciones mo
riscas y luego el reemplazo de estas prendas por la moda europea de
esos años, lo que significaría una continua asimilación de modas.

Al entrar a la sierra, ya varía la presentación. Tomemos como


ejemplo de mestizas a las chacareras de Lauramarca:

14. Ibid. p. 159.


15. Ibid. p. 70-71.
DOS TESTIMONIOS FRANCESES PARA EL MESTIZAJE 301

"El matiz de la tez de estas damas, su vestido de indiana con

volantes, su sombrero de copa ceñido con una cinta rosa o azul,


adornada con una enorme col de la misma cinta, y colocado

coquetamente sobre la oreja indicaban que pertenecían a la


estimable clase de las chacareras o cortijeras" (16).

Así como a las chacareras, podemos notar que la india de las sierras
tiende a los adornos con cintas:

". . .la india de las sierras, que generalmente fea, sucia, des
es

greñada, llena de miseria y a menudo andrajosa, tiene siempre

seis u ocho metros de cinta rosa, azul, amarilla o roja cosida a


los bajos de su falda de lana" (17).

A continuación presentamos la descripción del vestido de las indias


del Cuzco:

"Las mujeres tienen un vestido de lana común, de color os


curo;el corpino es abierto en la delantera y la falda deja al
descubierto el fin de la pierna; un trozo de tela cuadrada cubre
sus espaldas y cae hasta el fin de los ríñones, y está sujeto
encima del seno por topo, largo alfiler de metal, que es, algu
nas veces de plata. Sus cabellos están trenzados y llevan so

bre la cabeza sea la montera, sea la manta" (18).

En Puno varía sólo el sombrero femenino: "el sombrero de las mu


jeres es en forma de panera con adornos de volantes" (19). Aquí tam
bién se nota la
influencia del adorno de cintas o volantes, tan gustados
por las españolas.
Para terminar, presentamos un pequeño dato sobre la existencia de
bayetas en Huaro:

"... para distraer la estancia forzosa


que íbamos a hacer en
Huaro, visitamos detalladamente las fábricas de bayetas ...

que le han valido cierto renombre" (20).

La bayeta, sabe, como se


es un género no
que se produjese antes de
la llegada
de los españoles y la existencia de
fábricas de renombre pro
ductoras de esta calidad de paño nos indica
que aún en la época repu
blicana se seguía confeccionando
porque su uso ya se había difundido y
aceptado en nuestra serranía.

16. Ibid. p. 25-26.


17. Marcoy, P. Ob. cit. p. 42.
18. Ibid. p. 53.
19. Ibid. p. 71.
20. Grandidier, M. E. Ob. cit. p. 201.
302 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

III. Elementos mestizos en la comida y en la bebida.

La primera mención que aparece es referida a la Chicha:

"Este maíz [de Arequipa] es empleado para hacer chicha,


bebida fermentada muy apreciada por los indígenas" (21).

bebida indígena por excelencia y de la cual tenemos muchas variedades


y que por ser fermentada hace las veces de licor. Y, señala Grandidier,
que para losviajes por los Andes "...se hace la elección entre el agua
pura y la chicha... que recuerda un poco la cerveza" (22). Esto nos
indica que su consumo no era limitado a los indios, sino que se extendía
a los otros grupos humanos (españoles, criollos, mestizos, etc.).
Otra bebida muy apreciada por los indios según Marcoy es el aguar
diente "... y absorbían ágilmente ...los ... vasos de aguardiente..."

(23). A esto se le llama también "agua de vida" o "cañazo". Al respecto


agrega Grandidier:

"La caña de azúcar es molida y convertida en "agua de vida"


cañazo, del cual se hace un gran consumo es el valle [Santa
Ana- Huiro]: el excedente es enviado al Cuzco" (24).

Sobre el cañazo, también se señala una costumbre que tendía a di


simular la fruición que despertaba su uso en abundancia y los efectos
consiguientes :

"El cañazo . . . circulaba en la reunión y pronto puso a todo


el mundo fuera de su razón. Una sola taza sirve para todos los
asistentes; cada uno la toma a su turno, llenando el cuarto, y
la copa vacía la pasa al vecino, pasa también de mano en mano,

y no se bebe nunca sin brindar por la salud de alguien quien


"
está por lo mismo obligado a contestar la galantería (25).

Esta bebida se servía tanto entre los grupos indígenas, como entre los
mestizos y si su consumo no se generalizaba entre las otras clases era

porque preferían bebidas más refinadas.


Como bebida igualmente refrescante se empleaba el ponche: "...aque
llos señores le habían ofrecido, en señal de estimación, un ponche fla-

21. Marcoy, P. Ob. cit. p. 33.


22. Grandidier, M. E. Ob. cit. p. 49.
Ibidem. p. 55.
23. Marcoy, P. Ob. cit. p. 24.
24. Grandidier, M. E. Ob. cit. p. 101. El cañazo, fruto de la caña de azú
car resultaría una bebida mestiza.
Como sabemos la caña de azúcar fue introdu
cida por los españoles y quienes adoptan el cañazo como bebida por excelencia son
la
los indios y los mestizos, los otros grupos en menor cantidad, esta mezcla sería
nos llevase a considerar el cañazo como un producto mestizo por
excelencia.
que
25. Ibidem. p. 103.
DOS TESTIMONIOS FRANCESES PARA EL MESTIZAJE 303

mante y de los más fuertes" (20). Deducimos de aquí que se trataba de


una bebida que contenía licor y una de las formas de tomarla era : "ponche
con té" (27) .

Luego pasamos tipo de bebidas mas sustanciosas: los chupes


a otro

y las sopas. En Mollepata hace alusión, Grandidier, a "un chupe muy con
dimentado, demasiado condimentado, aún para paladares europeos" (28).
Sobre el chupe también encontramos una descripción acerca de su

preparación :

". .
.especie de sopa donde entran papas, carne salada y pimien
to, y ustedes serán muy felices si las papas no están hela
das" (29).

Por lo que se puede apreciar el chupe era una bebida frecuente en

el Perú y hoy en día lo encontramos no sólo de la manera sencilla como

está descrito aquí sino con una variedad de ingredientes que hacen de
él unplato muy consistente y agradable.
Marcoy identifica el chupe con la sopa y la describe así:

"... una sopa humeante que el aire libre me hizo encontrar


exquisita, aunque no estuviera compuesta más que de agua de
manantial, de queso blando y de hierbas olorosas" (30).

Pasamos ahora a examinar algunos alimentos platos


y que gustaron
los viajeros franceses de quienes estamos tratando.
Cerca de Marcapata una de las comidas de Marcoy consistió en:

sopa y
"... chuletas del cordero matado por la mañana
y cuya dureza
cansó pronto nuestros músculos maxilares. La Pascua, testi
go de nuestros desesperados esfuerzos, pretendió haber ablan
dado aquella carne golpeándola largo rato entre dos lozas,
como un zapatero hace con una suela, precaución que me con
firmó en la idea de que el cura nos hacía comer la más vieja
y coriácea de sus ovejas, en lugar del cordero joven y gordo
cuyo precio había recibido" (31).

Aquí observamos no sólo el plato preparado, sino también el


pro
cedimiento de ablandamiento empleado con el cordero
y aplicado, según
parece a todos tipo de carnes, la
en región serrana.

26. Marcoy, P. Ob. cit. p. 24.


27. Ibidem. p. 33.
28. Grandidier, M. E. p. 157
29. Ibidem. p. 55.
30. Marcoy, P. Ob. cit. p. 67.
31. Marcoy, P. Ob. cit. p. 67.
304 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Luego pasamos a describir una forma primitiva de asado de toro a

inmediaciones del pueblo de Lauramarca, forma parte pa que por otra


rece que empleaban con frecuencia los indígenas de los lugares donde
se carecía de elementos para hacer fuego:

"El toro . . .
expiró anatematizando a la especie humana. Una
vez muerto, lo pusieron sobre el lomo, cortaron su piel de la
garganta al ano, separaron a hachazos las costillas del esternón,
y luego las visceras y los intestinos del animal fueron arrojados
a los cóndores Una fuente, que el indio indicó... per
mitió lavar con agua el interior del animal. Tomadas estas
disposiciones, el sacrificador, descendido a la condición vulgar
de cocinero, pidió sal, pimentón, ajos y cebollas para condi
mentar su asado. Convenientemente embalsamado ... se reu

nieron sus costillas separadas, se cortó una tira a su piel, y lue


go sirvió para coserlos en zigzag como un zurrón . . .

... el hombre vació sobre el animal todo el estiércol con

tenido en los sacos, y luego, sacando de su bolsillo un tubo de


caña, un trozo de pedernal y un cuerno lleno de trapo quemado
que le servía de yesca, inflamó el trapo, puso delicadamente
encima algunos trozos de estiércol y ayudándose con su tubo
como de un soplete, los encendió pronto. Cuando este pequeño
fuego estuvo incandescente, lo enterró el montón bajo el en

cual yacía el animal, y abandonó al viento el cuidado de com

pletar su obra.
. . . Para no perder tiempo, habían extendido por tierra un

poncho destinado a servir de mantel y colocado en el centro,


con una pila de platos de hojalata, panes de Oropesa, dos mi

tades de coco que contenían sal y pimienta y seis botellas de


un delicioso vino Jerez . . .

Nuestros relojes marcaban las diez cuando el indio nos

anunció gravemente que el asado le parecía a punto . . .

A primera vista este asado no tenía nada de . . .

apetito
so .. .
pero . . . cortada la sutura del cuero y entreabiertas las
costillas del animal, torbellino de vapor ardiente, perfumado,
un

eminentemente estomacal, se desprendió de la abertura como


un prólogo del copioso festín que nos esperaba.. ." (32).

Cabe suponer que este método fuese también empleado por quienes
llegados a situaciones semejantes debían recurrir a este poco atractivo
procedimiento para el asado de carnes. Se señalan además elementos
de condimentación como la sal, la pimienta y algo muy español: el vino
Jerez. También se habla de una variedad de pan: el de Oropesa, que

seguramente era una adaptación del pan común.

32. Ibidem. p. 55-56.


DOS TESTIMONIOS FRANCESES PARA EL MESTIZAJE 305

otro alimento, nativo: la quinua


En seguida mencionaremos muy

". .de ella se hace un gran consumo


.
el Perú y en Bolivia; sus granos en

en guiso de espi
se comen en sopa o en pasteles y las hojas se sirven

nacas" Se indica no sólo el empleo de este alimento, alta


aquí
(33).
mente nutritivo, sino también la forma de cocinarlo, la cual queda hasta

nuestros días y actualmente se trata dedivulgar su uso en diversas for

mas como guisos, dulces, para su mejor aprovechamiento.


Pasamos ahora postres: encontramos dos, aunque esto no sig
a los

nifica que sean los únicos conocidos, sino simplemente los servidos en
aquellas oportunidades del paso de dos viajeros. El primero es la
"Uminta": "El postre compuesto de un plato de umintas, bolitas de
maíz azucarado, cocidas al vapor y hoja misma de la planta" (34). en la

Se advierte que es algo genuinamente indígena, pero que suponemos sea


la actual "humita" algo modificada. El otro postre sería a base de

peras: "...y con la frente ceñida de peras cocidas del postre, dormía,
ajeno a la farándula..." (35).
Luego presentamos anotaciones generales sobre las comidas y para

principiar señalamos una descripción de un banquete en Lima:

"El menú de las comidas de lujo, en Lima, se acerca bastante


al de nuestros grandes banquetes europeos; la diferencia consis
te menos en la composición misma, que en la decoración de
los platos, que es menos cuidada, y en el servicio que deja mu

cho que desear . . .Las comidas de todos los días, por el contra
rio, están lejos de ser lujosas, y como en el interior son muy

simples; estas últimas se componen ordinariamente de un chupe,


de arroz con pimiento, carne asada y agua pura" (36).

Podemos deducir de lo expuesto que se miraba hacia Europa en la


elaboración de menúes refinados y hacia lo común, mestizo en cierto
sentido, en la comida diaria.
En un lugar del camino de la expedición de Marcoy encontramos
variantes en la alimentación. En Chile Chile, por ejemplo, "batatas

dulces asadas bajo la ceniza y la mitad de una calabaza-cocida algunas


chuletas asadas de oso.. ." (37). Otras comidas, tanto
un diferentes, eran
las que hacían los cascarilleros (buscadores de quina) "una ración de
patatas y de carnero seco ..." (38) Notamos el empleo de carnero, ani
.

mal introducido en nuestra alimentación desde la llegada de los espa


ñoles .

En las provisiones los


para viajes, había diferentes ingredientes:
"... carne de vaca cortada en tiras, carnero entreabierto y ahumado, latas

33. Grandidier, M. E. Ob. cit. 206.


p.
34. Marcoy, P. Ob. cit. p. 68.
35. Ibidem. p. 24.
36. Grandidier, M. E. Ob. cit. p. 29-30
37. Marcoy, P. Ob. cit. p. 86.
38. Ibidem. p. 23.
306 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

de conservasalimenticias, legumbres secas y tubérculos, arroz, azúcar,


café, chocolate, sin contar los entremeses, los bizcochos y los dulces, lue
go. . . vinos de Francia, y de España, o llamados así, ron de Jamaica. . .

y licores de la Martinica" (39).


Otro elemento provisiones era el "chuño crudo", que gozaba
en estas
de preferencia los
indígenas. Los cascarilleros, y en general, los
entre
bolivianos acostumbraban comer, además, "maíz desgranado y habas
secas" (40) .

En las haciendas, según Grandidier, la comida era pobre:

"Su alimentación [para los peones] es muy simple: no comen


sino raíces tostadas en el valle y carne salada; el domingo, se
les distribuye seis libras de carne por cabeza. Son muy dados
a la embriaguez, sus bebidas se componen de chicha y licor de
caña" (41).

En este momento podemos notar dos cosas: el empleo diario de la


carne, tan frecuente entre los europeos, que aquí llama la atención por
que la comida indígena no era a base de carne como en España. Esto
indicaría la asimilación de este
producto para el sistema alimenticio de
los peones de haciendas. Y la
embriaguez, que Marcoy y Grandidier se
ñalan como algo determinante de nuestra población serrana.
Veamos ahora la alimentación en la selva. De ésta dice Marcoy:
"... desayunamos una tableta de chocolate y algunos sorbos de agua
de río..." (42). Es decir, que no tomaron contacto con los alimentos

originales de la región. Se limitaron a lo que habían llevado entre sus

provisiones. Grandidier, por su parte, sin gustar la comida de la selva


llega, sin embargo, a describirla: en el grupo de los Antis:

"Se alimentan de loros, de pescado, de maíz, de caracoles, y


de arroz. El mono y la yuca o raíz de "manioc" son los dos
potajes que ellos prefieren. Beben chicha de "manioc" de la

que son muy ávidos" (43).

Aquí se presentan mezclados elementos como el arroz, el maíz y la

yuca, cuyo generalizado


uso se ha las tres regiones, porque el arroz
a

recién llegó con la Conquista y el maíz suele vincularse con culturas

serranas, de manera que resultaría interesante averiguar la forma de em

pleo de estos elementos para concluir algo sobre la forma como se han
mistificado las comidas allí.

39. Ibidem. p. 21-22.


40. Ibidem. p. 141.
41. Grandidier, p. 108. ob. cit.
M. E.
42. Marcoy, P. Ob. cit. p. 153.
43 Grandidier, M. E. Ob. cit. p. 140-141.
DOS TESTIMONIOS FRANCESES PARA EL MESTIZAJE 307

Para terminar expondremos dos costumbres, esencialmente criollas,


relacionadas con la comida y la bebida. primera, llamada el bocadito
La
la describen tanto Marcoy como Grandidier. El primero dice:

"A veces llevaban su amabilidad [las señoras] hasta tomar

con la punta de los dedos un trozo de carne que mojaban en


alguna salsa, con el nombre de bocaditos, llevaban delicada
mente a nuestros labios . . .
por nuestra parte, y para responder
según el uso del país a las atenciones amables de aquellas damas,
llenábamos sus vasos de un vino cualquiera, imponiéndoles la
dulce ley de vaciarlos, o, escogiendo entre los
manjares exten

didos en la mesa, el que nos parecía más apetitoso, un asado,


por ejemplo, cogíamos un trozo cocido a punto, bien mechado,
y les dábamos el bocado cortesmente" (44).

Grandidier es más sintético y habla de esta costumbre con censura:

"El uso autoriza a la joven que quiere hacer un cumplido a

uno de los huéspedes, a enviarle en la punta de su tenedor un

pedacito de carne o de cualquier comestible que ella tenga en


su plato, y el convidado debe en cambio retornarle otro pe
dazo" (45).

Y sobre la bebida, este viajero es quien lo comenta también:

"Los brindis son frecuentes,


y yo he visto a menudo a la dueña
de casa llevar su vaso de vino y mojar los labios y luego ofre
cerlo a uno de los asistentes que se apresura a beber el conte
nido" (46).

En todo esto más que la libertad censurable


que veían los extran
jeros a quienes chocaban estas costumbres vemos una expresión, un tanto
exagerada quizá, de la hospitalidad mestiza, fruto de la sencillez
india,
serrana y la extroversión española.
No creemos que de lo expuesto puedan sacar conclusiones, pero
se

sí que pueda ser base de trabajo posterior complementado con mayor


un

cantidad de fuentes e interpretaciones.

44. Marcoy, P. Ob. cit. p. 43.


45. Grandidier, M. E. Ob. cit. p. 30
46 .
Ibidem .
Ibidem .
VIL— EL MESTIZAJE EN EL PERÚ Y EN AMERICA

1) La movilidad del indígena y el mestizaje en la Argentina Co


lonial. Por Ricardo Zorraquin Becú.

2) Apuntes antropométricos del mestizaje en la sierra norte del


Perú. Por Aida Vadillo de Romarú y Julio Romaní Torres.

3) Descendencia chilena de los Incas. Por Juan Mujica. la


(De
Academia Chilena de la Historia).

4) Migraciones anónimas del Perú a Chile. Por Juan Mujica.


La movilidad del indígena y el mestizaje
en la Argentina colonial

Por Ricardo Zorraquin Becú

1 . Los aborígenes

La enorme diversidad de razas y de culturas que los españoles en

contraron en el Nuevo Mundo hicieron imposible aplicar una política


uniforme en todas las regiones. La densidad de la población indígena,
su mayor o menor resistencia a la dominación blanca, sus formas de vida
anteriores y otrasmúltiples circunstancias condicionaron el proceso de la
conquista, creando sociedades a veces muy distintas en la América his
pánica .

Por eso el estudio de esa evolución social debe


pri contemplar, en

mer término, aquellas situaciones


particulares que presentan cada se en

provincia, porque toda generalización sería peligrosa sin el conocimiento


previo de las diferencias locales. Y debe tenerse en cuenta, además, que
los cambios raciales son hechos espontáneos, a veces contrarios a las nor
mas jurídicas, que no siempre han
podido ser encauzados o dirigidos. En
estas páginas trataremos de exponer las principales características de la
evolución que dio origen al mestizaje en la Argentina durante el período
hispánico, señalando al mismo tiempo la legislación imperante y la con
dición social de esos grupos inferiores.
Desde los tiempos prehistóricos el territorio actualmente
argentino
estuvo habitado por aborígenes de razas diversas. En el noroeste, ocu
pando la zona montañosa que se extiende desde Jujuy hasta San Juan,
vivían los belicosos diaguitas que habían recibido la influencia incaica y
eran, por eso mismo, los mas adelantados. En sus valles nativos irrigaban
sus tierras y construían refugios y defensas que no existieron en las demás
regiones. Mas al sud, los pacíficos huarpes que habitaban en San Juan
y Mendoza se asemejaban a ellos en su civilización, también influida por
los Incas. En las llanuras ubicadas hacia el este —en lo
que luego fue
la vasta provincia del Tucumán— estaban los Mes
y tonocotés, los sana-
312 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

virones y los comechingones, así como otras tribus de escasa cultura que
por lo general se sometieron los
españoles. Muy
a distinta fue la actitud
de los indios del Chaco, genéricamente llamados guaycurúes, de tenden
cias muy primitivas y de vida nómade, que mantuvieron durante mucho
tiempo su resistencia a la dominación española.
En el Litoral habitaban los guaraníes y los charrúas, pacíficos aquéllos
y luchadores éstos, y también otras razas de menor importancia y de muy
escasa civilización. Por último, en la Pampa y en la Patagonia vagaban
las tribus tehuelches a las cuales se agregaron, ya en los siglos XVII y

XVIII, los aucas o araucanos oriundos del sud de Chile.


Toda población indígena ha sido modernamente calculada en
esa

300,000 personas en la época de la llegada de los españoles (x). Las for


mas de vida de los indios
y su escasísima cultura no permitían grandes
concentraciones humanas. Agrupados en tribus que reconocían la au
toridad de un cacique, eran generalmente nómades, con creencias y co
nocimientos muy rudimentarios, y no llegaban a constituir verdaderas
sociedades políticas.
Después de la conquista española y de la fundación de ciudades
(1550-1594), los indígenas que se sometieron voluntaria o forzadamente
fueron distribuidos en encomienda entre los principales ejecutores de la
empresa. Pero no todos quedaron en la misma situación. La conquista,
con sus inevitables acciones de guerra, había producido una conmoción

entre las poblaciones vernáculas, destruyendo en gran parte su organiza

ción anterior. Es cierto que algunas tribus conservaron su cohesión y


fueron encomendadas sin alterarla; pero otras, y sobre todo aquéllas que
había sido necesario someter, perdieron su estructura primitiva. Los
primeros fueron llamados mitayos, utilizando una palabra mita que
— —

procedía del derecho incaico y que significaba el grupo de indios de una


tribu o de un lugar que concurría a prestar servicios por turnos o tandas
fuera de sus pueblos, en época determinadas. La mita permitía alternar
a los trabajadores, dejando a los demás ocupados en sus
propias tierras.
Los que habían perdido su organización tribal fueron llamados
yanaconas. Estos ya no vivían en sus tierras sino en las casas y estan
cias de los españoles, y naturalmente prestaban servicios en forma con

tinua. Hubo también otra modalidad en la sumisión de los indígenas,


al menos en el Paraguay. Los indios originarios eran los que al principio
de la conquista se habían vinculado a los españoles
por lazos de paren
tesco (2), creándose así una relación de índole afectiva que excluía la

1. Ángel Rosenblat, La población indígena y el mestizaje en América, I, 88


y 102, Buenos Aires, 1954.
2 . "The originario was not created by decree but was merely the gradual
institutionalization of the guaraní customs of polygyny and kinship obligations"
(Elman R. Service, The encomienda in Paraguay, en The Hispanic American His-
torical Review, XXXI, n? 2, 238, Durham, Norte Carolina, 1951) En Corrientes .

hubo también indios originarios.


LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 313

idea de una subordinación compulsivamente impuesta. Los originarios


trabajaban para sus parientes.
Fuera de las regiones ocupadas por los españoles quedaron grandes
grupos de indios infieles que solo muy lentamente abandonaron
su ac

titud de rebeldía. Varias campañas militares que solo concluyeron en


1665 fueron necesarias para vencer a los diaguitas del noroeste, los cua
les fueron enviados a otras regiones y distribuidos en encomienda. Al

gunas parcialidades de indios del Chaco se sometieron en el siglo XVIII,


pero la mayoría quedó apartada de la civilización hasta fines de la si
guiente centuria. Los charrúas de Entre Ríos fueron vencidos definiti
vamente en 1749. Pampa y de la Patagonia solo pu
Y los indios de la
dieron ser dominados siglo XIX, pero desde 1752 se organizó
a fines del
la defensa de la "frontera", siguiéndose una política destinada a evitar
sus ataques (malones) y sus latrocinios. Todos ellos, hasta las épocas
señaladas en cada caso, permanecieron en actitud hostil a la comunidad

hispanoamericana, aunque teniendo con ella algunos contactos derivados


de su proximidad.
Por otra parte, algunas de las tribus que se iban incorporando a la
vida cristiana fueron eximidas de la encomienda desde principios del
siglo XVII (3), aunque no del tributo.
Tal fue, sobre todo, el caso de
los indios misioneroscongregados por la Compañía de Jesús a partir de
1609 en las regiones del Paraguay y el Plata, pero también ocurrió lo
mismo con los indígenas convertidos durante el siglo XVIII.
Por último, desde fines del siglo XVI existen, dentro de las zonas
ocupadas por los españoles, indios que habían logrado desvincularse de
las encomiendas y de las reducciones, adquiriendo así una
completa li
bertad. Su número iba a aumentar progresivamente al
par que se pro
ducía correlativa disminución de los encomendados.
una Esta transfor
mación social es la que nos interesa destacar
especialmente, porque ella
fue la fuente principal del mestizaje en lo que
hoy es la República Ar
gentina.

2. Las tendencias de la legislación

Las normas jurídicas sancionadas para regular esas diversas situa


ciones tuvieron como principal objetivo el de aislar a los indígenas en
sus pueblos y de mantenerlos alejados de los
españoles. Esta política,
3 La real cédula de 30 de 1607 dispuso que los indios
enero
convertidos
por la sola predicación del
rante diez anos (P. Pablo
Evangelio" no fueran encomendados ni tributaran
Hernández, Misiones del Paraguay, Organización Social
^du
de las doc riñas guaraníes de la
Compañía de Jesús, I, 511, 1913) Barcefona!
Es
Ü^tTatV^^
dp la
lo
^ df Alfar° en SUS Ordenanzas para el Río de
^TT™
q" cl.tam°s.mas adelante'; y fue reiterada en febrero 8 de 1631 (Archivo
de m
Nación Argenltina, Época colonial, Reales cédulas y provisiones 72 v 1JM
BuenOS Aires
digenas no
1911). La real cédula de febrero 23 de
fueran nunca encomendados a
1633* Suso
que esos S
particulares, aunque hubieran nasado
314 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

fundada en razones morales y religiosas, fue acentuada a principios del


siglo XVII con las ordenanzas de Francisco de Alfaro y la organización
que los jesuítas dieron a sus Misiones.
La labor evangélica exigía, para su eficaz desempeño, la reunión y
permanencia de los indios en sus pueblos para que allí estuvieran en con

tacto con los sacerdotes. De lo contrario los indios, abandonados a sus

tendencias ancestrales, volvían a la idolatría. Por eso, desde mediados


del siglo XVI se trató de formar reducciones que los agruparan en torno
a la Iglesia y bajo la dirección de
corregidores y de eclesiásticos dedi
cados a gobernarlos
y enseñarles la
religión. Esas reducciones impo
a

nían necesariamente un régimen de separación entre ambas razas, puesto


que su objetivo era evitar los abusos de los españoles y la excesiva de
pendencia de los indígenas.
Por la
legislación, al mismo tiempo que ordenaba formar esas
eso

reducciones, prohibía que en ellas vivieran "Españoles, Negros, Mulatos,


ó Mestizos", porque la experiencia había demostrado que "demás de
tratarlos mal, se sirven de ellos, enseñan sus malas costumbres, y ocio
sidad, y también algunos errores, y vicios, que podrán estragar, y perver
tir el fruto que deseamos en orden á su salvación, aumento, y quietud" (4) .

Esta prohibición se extendió también a los propios encomenderos de los


indios, así como a sus mujeres, hijos, deudos y criados (5).
En el siglo XVI se trató de implantar este régimen en el Tucumán.
Las ordenanzas del gobernador Gonzalo de Abreu impusieron a los en
comenderos el deber de reunir a los indios a fin de que éstos hicieran
"sus juntas en vn pueblo,
casas en medio del qual hagan edificar vna
...

yglesia" (6). El mismo cuerpo legal autorizaba a llevar a las ciudades


una mita de la décima parte de los indios varones de 15 a 50 años, en

la cual no entraban las mujeres, y disponía que ningún encomendero


"saque de los pueblos de
encomienda ningún yndio ni yndia muchacho
su

ni muchacha para seruirse dellos en esta ciudad ni dallos a otra perso


na. sin mi licencia"
. . .

Análogas medidas tomaron en el Río de la Plata, al finalizar esa

centuria, los gobernadores Juan Ramírez de Velazco y Hernando Arias


de Saavedra. El primero de ellos, en 1597, prohibió "que ningún bezino
de aqui adelante sea osado de sacar serbicio de indios y indias de los
pueblos de sus encomiendas sin mi licencia en escritos", y mucho menos
"ninguna india que sea casada" (7). También dispuso que en los pue-

4. Recop., VI.iii.21.
5. Recop., VI.ix.14.
6. Ordenanzas de abril 10 de 1576, en Colección de publicaciones históricas
de la Biblioteca del Congreso Argentino, Gobernación del Tucumán, Papeles de
gobernadores en el siglo XVI, 2? parte, 32-45, Madrid, 1920.
7. Ordenanzas del l9 de enero de 1597, en Juan Carlos García Santillán,
Legislación sobre indios del Río de la Plata en el siglo XVI, 356-375; y en Raúl
A. Molina, El estatuto del trabajador argentino durante la dominación hispáni
en Primer Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de
ca
Buenos Aires,

II,'212-223, La Plata, 1952.


LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 315

blos de indios no entraran mujeres de los encomenderos ni traficantes, y

que los mayordomos pobleros


o fueran hombres casados a fin de evitar
los "pecados públicos". Hernandarias, por su parte, expidió normas aná

logas en sus ordenanzas de 1598 y 1603. Los indios debían formar re

ducciones y la mita debía comprender solamente a los varones, quedan


do excluidas las mujeres de todo trabajo en las ciudades (8). En todas
esas ordenanzas, además, se prohibía enviar indios a otras regiones sin
licencia del gobernador. ,-,•

Estas normas no tuvieron efecto. Ni se hicieron las reducciones en

nuestro territorio(aunque sí hubo algunas en el Paraguay), ni se evitó


el contacto entre las razas, ni dejaron de salir indios para lejanas tierras,

ya espontáneamente, ya conduciendo ganado y mercaderías. La legis


lación, sin embargo, se esforzaba por establecer un rígido sistema de se
paración racial en defensa de los principios morales, de los fines religio
sos de la empresa hispánica y del buen trato que debía darse a los abo

rígenes .

Francisco de Alfaro, oidor de la audiencia de Charcas y enviado co


mo visitador a estas provincias, trató de acentuar estas tendencias
legis
lativas. Luego de permanecer algún tiempo en las principales ciudades,
en octubre 11 de 1611 sancionó en la Asunción del Paraguay las orde
nanzas para la gobernación rioplatense. Y pocos meses después expidió
en Santiago del Estero, en enero de
1612, las que debían regir en la pro
vincia del Tucumán (9).
La idea fundamental de Alfaro consistía en reunir a los indios en

pueblos, agrupando también a los que estaban dispersos en las chacras


y estancias de los españoles, para facilitar
religiosa y for
su enseñanza
mar comunidades
que tuvieran sus propias autoridades indígenas. La
mita, o trabajo compulsivamente impuesto, excluía a las mujeres. Estas
no podrían concertarse
para servir sino con sus maridos, y siendo solteras
sin la anuencia de sus padres. Se prohibía sacar indias de las reduccio
nes y enviar a los indios conduciendo transportes mas allá de la
primera
ciudad de españoles, y con la obligación de hacerlos
regresar de inme
diato. Tampoco los indios podrían mudar de pueblo. El propósito de
Alfaro era que quedaran siempre vinculados a su
lugar de origen, porque
"una de las cosas que mas daño han hecho en
esta gouernacion a sido la
mudanza de los yndios", y en consecuencia
ordenaba que nadie "mude
ni saque los
yndios de donde yo los dexo? (»). Por
último, disponía

** didembre 12 de 1598
en Molin^^T-ls3 y de noviembre 23 de 1603, ambas

N3CÍ°na1' *> «^^¿^ ^oSg


fen '¿fnIdLYellÍT?
enero •
661"61?.- P^
HpT£|9 fue.ron t
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*f* del
Tucumán, sancionadas días 7, de los 9 y 11
"7Hd,e 11612' Publlc?das Roberto Levillier
por
Correspondencia en de la

ciudaddeBuenos^e^con^eyes de España, II, 295-332, Buenos


Ses? ¡S¿
316 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

que ningún español, mestizo, negro o mulato, aunque fuera pariente de


los encomenderos, residiera en aquellos pueblos.
Todas estas disposiciones tendían a establecer un régimen de inmo
vilidad para el indígena, que restringía su libre comunicación con los
demás elementos de la sociedad. Alfaro deseaba, evidentemente, man
tener la cohesión de los grupos y de los pueblos, pero de esa manera

organizaba comunidades estáticas fijadas a las mismas tierras, realizan


do los mismos trabajos y viviendo de la misma manera, sin adelantos
posibles y sin recibir la influencia cultural de los españoles.
Mas aun: Alfaro dispuso tamibén que los indios nuevamente con
vertidos no pagaran tasa ni fueran encomendados durante diez años, de
biendo esperarse la orden de las autoridades superiores una vez cumplido
ese plazo (u). Esta norma fue mantenida en la real cédula de febrero
23 de 1633, que prohibió perpetuamente su encomendación (12). Al am
paro de esta regla fundamental se organizaron las Misiones que la Com
pañía de Jesús estableció en las zonas del Paraguay y el Plata. Estas
Misiones, que en algunos momentos llegaron a superar los 100,000 habi
tantes, quedaron completamente separadas de todo contacto con los
españoles y demás sectores de la población. Solo en 1768, cuando el
gobernador Francisco de Paula Bucareh" impuso un nuevo régimen en esa

comarca, se autorizó a los españoles a vivir en los pueblos misioneros,


Las sancionadas por Alfaro para el Río de la Plata fueron
normas

confirmadas, con algunas modificaciones, por la real cédula de octubre


10 de 1618 (13). Y mas tarde esta última sirvió de base para muchas
disposiciones de la Recopilación de 1680, de tal manera que la mitad de
ese cuerpo legal se convirtió en ley general aplicable en todas las In

dias (14). La legislación restrictiva de la libertad de los indios, aunque


tuviera el propósito de protegerlos, se mantuvo incólume en el código
indiano, y estas reglas continuaron en vigor hasta que a fines del siglo
XVIII se fueron extinguiendo las encomiendas.

3. Las migraciones indígenas

Esas leyes solo se cumplieron en forma limitada y parcial. En rea

lidad, tales disposiciones aspiraban también a eliminar las antiguas ten


dencias a la ociosidad y a la vida nómade y libre que constituían las
características esenciales de la mayor parte de los indios sometidos en
estas regiones. Las costumbres y la organización incaica solo habían te-

11. Ord. 69 para el Río de la Plata: ver nota 3.


12. Ver supra, nota 3.
13. Hernández, II, 677-681.
14. Ver Ricardo Zorraquin Becú, Las ordenanzas de Alfaro y la Recopila
ción de 1680, en Revista de Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, n<?
16, Buenos Aires, 1965.
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 317

nido influencia relativa sobre algunos grupos del noroeste y de Cuyo.


una
his
Los demás conservaron sus modalidades primitivas, que la conquista
pánica no podía desarraigar en poco tiempo.
Por otra parte, la acción guerrera de los españoles había dispersado
muchas tribus, que perdieron su cohesión anterior al producirse los re
de encomiendas y al separarse de ellas los yanaconas. Para res
partos
tablecer las comunidades indígenas la legislación quiso reunirlos en pue
blos, pero no ya sobre la base tradicional de sus tribus dislocadas, sino
partiendo de las encomiendas y de la ubicación que entonces tenían los
indios.
Todo ello chocaba con las tendencias primitivas de aquéllos y acen

tuaba dificultad de adaptación a las formas de vida que los españoles


su

querían imponerles. Una vez destruidas las agrupaciones indígenas ya


al principio de la conquista, ya posteriormente no pudieron volver a —

formarse comunidades homogéneas. Tampoco pudo conseguirse que se

habituaran al trabajo. Sólo en las Misiones, en la reducción de Itatí


(Corrientes) y en algunos pueblos de Jujuy pudo conseguirse aquella
cohesión debido a que las antiguas tribus no fueron disgregadas.
En las demás regiones, en cambio, se produjo de inmediato un pro
ceso de traslados, migraciones y fugas completamente opuesto a la in

tención legislativa. Ya por su propia voluntad, ya obligados por sus


encomenderos, los indios abandonaban sus pueblos y sus tierras para ir
a establecerse en otros lugares y a veces en otras
provincias. La estruc
tura social estática que las leyes querían imponer fue reemplazada, en
los hechos, por una activa movilidad del indígena y por su libre comuni
cación con los demás elementos de la sociedad. Las consecuencias de
este proceso fueron la gradual disminución de las encomiendas, el cre
ciente mestizaje y la progresiva libertad que alcanzaron los indígenas
en un medio que favorecía su incorporación a la sociedad hispanoame
ricana .

Desde la década que se inicia en 1580 se multiplican las quejas por


la emigración de los indios. En 1589 se hizo una información en San
tiago del Estero para pedir que se resolviera el problema. Un testigo
dijo que en la jurisdicción de la ciudad faltaban "mas de dos mili
yn
dios" que habían "huydo a las provincias del perú.. se están alia
.
y e
no quieren boluer natural"
Otro afirmó que había "visto salir can
a su .

tidad de yndios con los mercaderes que de esta tierra salen


y de su bo-
luntad a visto que algunos yndios salen a los caminos colocándose a
que
los lleuen al perú". Muchos permanecían en Charcas y en Potosí sin
querer regresar, porque "trauajan allí y biuen con mucha libertad
y sin
depender de sus encomenderos". Un tercertestigo expuso que de "dies
años a esta parte salido los
an a Reynos del piru tanta cantidad de yn
dios... unos con sus encomenderos otros que salido
an con los merca-
318 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

deres y los mas huydos y que se van sin licencia de sus encomenderos
por no pagar el tributo" (15).
El mismo año la ciudad de Talavera formaba un expediente análogo,
denunciando la salida al Alto Perú de dos mil indios de su distrito (16) ;

y en 1590 yndios naturales que están en el rreino de el


pedía "que los
perú e otras partes... los puedan boluer a su tierra" (17). Simultánea
mente se denunciaban expediciones armadas que partían de Santa Fe y
se llevaban indios de Córdoba y de otros lugares (18).

El gobernador del Tucumán, Juan Ramírez de Velazco, informaba


con insistencia acerca de estas migraciones. En carta de 1586 sostenía
que en Charcas había mas de cuatro mil indios de su distrito, y al final
del mismo año aumentaba esa cantidad a "mas de diez mili yndios los
quales an piru y chille" (19).
sacado al Para remediar esta situación el
mismo gobernador instituyó un "alcalde de sacas" en cada ciudad, para
que este funcionario registrara los indígenas que partían a otras jurisdic
ciones y exigiera su retorno (20). Pero al mismo tiempo Ramírez de

Velazco hizo "merced los vecinos y moradores de la dicha ciudad [de


a

Córdoba] para que se sirvan de los indios que por rrepartimiento les
cupieren de los que trageren de la guerra como yanaconas", porque los
cordobeses "estavan en costumbre de salir á correr la comarca de su ciu
dad E ir a la guerra e conquista de los naturales de ella para los alla
nar y de las piezas que tomaban en la guerra se servían en sus casas
...

chácaras estancias de ganados e otras cosas" (21). Estas incursiones lle

gaban también a los distritos vecinos.


En el Litoral los indios sometidos eran muy pocos, y todos se re

sistían a subordinarse a El procurador de la ciudad de


los españoles.
Buenos Aires decía en 1612 que eran "gente barvara y de poco travajo
y que esta de ordinario arretirada en ríos lagunas y pantanos y no vienen
a servir sino quando quieren" (22). Por ese entonces aprendieron a uti
lizar los caballos que vagaban por las pampas, con lo cual su movilidad
aumentó considerablemente. Solo en Corrientes hubo algunas reduccio
nes estables y un número apreciable de indígenas que cumplían con las

obligaciones de la mita.

15. Colección de publicaciones históricas de la Biblioteca del Congreso Ar


gentino, Correspondencia de los cabildos en el siglo XVI, 243-246, Madrid, 1918.
16. Id., 390-392.
17. Id., 354.
18. Id., 249 y 354.
19. Cartas de enero l9 y diciembre 10 de 1586, en Papales de gobernadores
cit., 1» parte, 143 y 183.
20. Ordenanza del 5 de julio de 1586, en Archivo municipal de Córdoba,
Libro I, 582-585, Córdoba, 1880. El nombramiento fue resistido por el cabido y
el gobernador tuvo que insistir (id., Libro II, 14-18, 46 y 155-156) En noviembre .

29 de 1594 el gobernador Pedro de Mercado Peñaloza dictó otra ordenanza simi


de la anterior (Id., Libro II, 383-
lar, lo que pone de manifiesto el incumplimiento
387)
21. Auto de diciembre 26 de 1587, en id., Libro II, 18.
22! de la ciudad de Buenos Ayres cit., I, 198.
Correspondencia
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 319

Cuyo, desde la época en que se fundaron las ciudades


Los indios de
de Mendoza y San Juan, eran llevados por sus encomenderos a Santiago
de Chile, a Coquimbo y a La Serena, en donde los hacían trabajar o los
alquilaban a otros españoles. Esta costumbre se hizo general y fue acep
tada por las autoridades chilenas, que también solían buscar indios de
este lado de los Andes para ocuparlos en obras públicas (23). De esta

manera muchos huarpes quedaron en Santiago y en otras ciudades, for

mando allí grupos lo suficientemente numerosos como para que, a prin


cipios del siglo XVII, se les designara un protector de indios especial (24).
Esta despoblación de Cuyo resultó agravada por las incursiones que
hacían los cordobeses en busca de indígenas, las cuales provocaban pro
testas y gestiones del cabildo mendocino (25). Por su parte, los enco

menderos de Mendoza hacían lo mismo en San Luis, o traían a su ciu


dad los indios púntanos, motivando todo ello una serie de conflictos y
de problemas de jurisdicción.
Para remediar este último conflicto el gobernador Alonso de Ribera

fijó en el río Desaguadero el límite entre ambas ciudades, y prohibió que


los naturales de San Luis pasaran de ese curso de agua (26). Por su parte
el corregidor de Cuyo dispuso, en 1602 y en 1608, que su lugarteniente
en Mendoza impidiera la conducción de indios a Chile sin su licencia (27).
Pero estas medidas no fueron suficientes para evitar el inhumano tras
lado de aquellos aborígenes, que debían cruzar los Andes en "colleras" y
quedaban muchas apartados de sus familias y de sus tierras nativas.
veces

Estas migraciones indígenas, espontáneas o forzadas, continuaron


durante los siglos XVII y XVIII. Muchos siguieron trasladándose a
Chile (2S) y al Alto Perú (29), mientras otros buscaron mejores condi
ciones en el Litoral. Al pasar a otras jurisdicciones, esos indígenas se
convertían en "forasteros", "agregados" o "foráneos" según las deno —

minaciones que se les aplicaban y adquirían la categoría de trabajadores


libres, exentos de todo vínculo jurídico derivado de la encomienda (30).

23. Domingo Amunáfcegui Solar, Las encomiendas de indígenas en Chile


I, 232 459, Santiago 1909; Juan Draghi Lucero, Introducción, en Academia Na
y
cional de la Historia, Actas capitulares de Mendoza, I,
lix-lxiii, Buenos Aires 1945-
Documentos para la Historia Argentina, XIX, 20-21, Buenos
Aires, 1927; Alvaro
Jara, Importación de trabajadores indígenas en el siglo XVII, en Revista chilena
de historia y geografía, n<? 124, 180 y sig.,
Santiago, 1958; Rosa M. Zuluaga El
cabildo de la ciudad de Mendoza, 22-23, Mendoza,
1964; Horacio Videla Historia
de San Juan, I, 848, Buenos Aires, 1962.
24. Alvaro Jara, 205; Draghi Lucero, ix-lxi.
25. Draghi Lucero, lxi-lxii.
26. Auto de junio 15 de 1604: Zuluaga. 51; Actas
capitulares cit I 291
27. Actas capitulares cit., I, 243 y 436; Draghi
Lucero, lxi.
28. En la región de La Serena (Chile), se observaba en 1699
que la mayor
parte de los indios Ubres procedía del Tucumán y de Arauco (Marcello
Carmag-
nam, El salariado minero en Chile colonial, 22, Santiago, 1963)
29. Infra, nota 34.
30. En una información hecha en Buenos Aires en 1693
uno de los testigos
decía: "cuando llega la ocasión de benir un
yndio de las prouincias de arriva a
consertarse en esta ciudad andan los vezinos de ella
congratulándolo para que le
sirva ofresiendole setentta
y ochenta pesos cada año" (Correspondencia cit IIT
254). Lo mismo declaran otros testigos.
320 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

En varias ocasiones, las autoridades quisieron reaccionar contra esa cos

tumbre prohibiendo alquilar indios de otras regiones u obligando a de


volverlos a sus encomenderos, pero tales órdenes no tuvieron el efecto
.

deseado .

Los indios de Cuyo seguían emigrando, durante el siglo XVII, al


otro lado de los Andes. El cronista Vázquez de Espinosa afirma que
en 1614 había en Santiago "501 indios huarpes de la provincia de Cuyo
avecindados en la tierra, de. los que habían venido la mita, y 255 del
a

Perú y Tucumán", todos los cuales vivían en los arrabales de la ciu


dad (31). Solo a mediados del siglo comenzó a desaparecer el traslado
forzoso de indios a Chile.
El. procurador de la ciudad de Talavera de Madrid decía en 1624,
refiriéndose a toda la provincia del Tucumán, que: "Los Indios de aque
lla prouincia son araganes, de poca razón, y por huyr del trabajo, se han
desnaturalizado de sus pueblos y reducciones en gran cantidad . . . Hanse

ydo a las Prouincias del Piru


paraGuay rio de la Plata, y Reyno de
Chile, dexando a sus mugeres, y hijos desamparados" (32). Contempo
ráneamente, los de Corrientes se iban a Santa Fe y a otras partes (33).
El gobernador del Tucumán, Ángel de Peredo, escribía al rey en
1671: "Los Indios naturales de esta prouingia se hallan Consumidos y
desipados. Sus pueblos .de Pestes que a auido y con ocasión del Arreo

de bacas y muías que salen Al perú se anquedado Cantidad en aquellas


prouingias por la libertad que en ellas gogan" (34).
También produjo el fenómeno inverso, de inmigración de indíge
se

nas al Tucumán. En 1655 el gobernador de este distrito, Mercado y

Villacorta, dispuso realizar un empadronamiento de indios extraños, por


que "en las ciudades Pueblos chacras y estancias desta prouingia ay mu
chos yndios que no son naturales dellas sino de las del perú Paraguay y
otras partes los quales no reconocen por encomendero mas de a la per
sona en cuyo servissio asisten". El objeto era cobrarles las tasas debidas
a la real hacienda, pero al mismo tiempo el gobernador aseguraba que
no se molestaría a esos indios en la "libertad que gosan" (35).

Fuera de estos cambios de distrito, muchos indios eran llevados por


sus encomenderos a trabajar en sus estancias y en sus casas, perdiendo
así el contacto con la tribu (3e). Esta costumbre, que fue una de las

31. Antonio Vázquez de Espinosa, Compendio y descripción de las Indias


Occidentales, 680, Washington, 1948, cit. por Alvaro Jara, 204.
32. José Torre Revello, Esteco y Concepción del Bermejo, dos ciudades desa
parecidas, xiii, Buenos Aires, 1943 .

33. Academia Nacional de la Historia, Actas capitulares de Corrientes, III,


483, Buenos Aires, 1942.
34. Comisión Oficial del IV Centenario de la primera fundación de Buenos
Aires 1536-1936, Documentos históricos y geográficos relativos a la conquista y
colonización rioplatense, I, 278, Buenos Aires, 1941.
'■-'-" 35. Archivó municipal de Córdoba, Actas capitulares, Libro décimo, 437-438,
Córdoba, 1953.
36. Véase por ejemplo, la descripción del curato de Marapa (Tucumán) he
cha en 1685 por el Vicario de la -ciudad de San Miguel (en Documentos históri
cos y geográficos cit., I, 332-340 y en Documentos del archivo de Indias para la
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 321

irregularidades o contravenciones mas criticadas porque entorpecía la


enseñanza de la religión y privaba a los indígenas de auxilio espiritual,
cierto modo la
dio origen al peonaje de las estancias, incorporado en a

tierra, que trabajaba en ella por un magro salario. Pero también pro

dujo un mayor contacto de esos indios con los demás elementos de la

sociedad, los afianzó puestos dándoles seguridad y estabilidad, les


en sus

permitió vivir permanentemente con sus familias, favoreció el mestizaje


y produjo la gradual incorporación del indio al ambiente
de la sociedad

hispanoamericana .

Con alguna frecuencia, el indígena sometido se iba civilizando poco


a poco. No todos se acomodaban al régimen de la encomienda.
Algu
nos aprendían oficios, trabajaban como peones a sueldo en las es
otros
tancias y chacras de los españoles, y no faltaban las indias dedicadas al
servicio doméstico en las ciudades, que lograban en ellas una posición
mas satisfactoria y un tratamiento familiar.
Este vasto proceso de cambio en las condiciones de vida de los na

turales especialmente notables el


Tucumán, contribuyó a disgregar los
en

pueblos facilitando un cierto ascenso social de los mas capacitados. De


esta manera se acentuó la mezcla de razas que fue cambiando la fisono
mía étnica del país no solo mediante la unión del blanco con la india
sino también recibiendo el aporte a veces considerable de los originarios
del África. Todos estos grupos, llamados genéricamente "castas", llega
ron a tener en el siglo XVIII mayor importancia numérica que los indios
puros .

Otra circunstancia fundamental contribuyó a aumentar esa movili


dad del indígena, sobre todo en el Tucumán. Las ciudades establecidas
tuvieron que luchar casi constantemente contra los peligros de los indios
no sometidos. Su vecindad
impedía el adecuado desarrollo de esas po
blaciones y aún simple existencia pacífica. Las campañas y los in
su

tentos de evangelizacíón realizados entre los


diaguitas no dieron resul
tado, y entonces el gobernador Mercado y Villacorta se propuso resolver
definitivamente el problema. Después de la primera expedición, en 1659,
historia del Tucumán, I, 354-368, Buenos Aires, 1923). Al mencionar a
cada pue
blo informa acerca del número de indios y sus ocupaciones. Indica
que en el
pueblo de Marapa hay 32 indios, "fuera de unos Mestizos, y otros foráneos qe
están casados en dho Pueblo", siendo todos ellos "buenos
oficiales de Carpinte
ría ; en otro pueblo los 16 indios de
que se componía estaban en la chacra del
encomendero; una encomienda; de 16 indios no tenía ninguno, pues 12 salieron
fletados' (sin duda conduciendo ganado) y los cuatro restantes
estaban en la
chacra del español; en otra encomienda de seis indios solo
quedaba uno en el
pueblo; en Gastona el pueblo se componía "de diez indios presentes y mas de 20
ausentes Con su Curaca": eran indios
que no querían hablar sino en español
ni andar descalzos, Ni con
Monteras, Sino Con medias, y zapatos, Sombreros- y
Capas Como los Españoles" En todo el curato había "diez y seis estancias de
Españoles Los Mas muí pobres, ay en todas ellas quarenta indios Conchauados
unos foráneos y otros de los Pueblos ia
mencionados". La mayor parte eran la
bradores, otros aserradores y carpinteros, y hasta había un indio
sus tratos, Muí Cortes, i buen oficial
"Aespañolado en
de Zapatería". En 1692 los indios de Casa-
vindo y Cochinoca (Jujuy) "los mas de ellos asisten en
dos haziendas de dho En
comendero (Documentos históricos . y geográficos cit., I, 360).
322 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

repartió "cerca de mil piezas, entre indios, mujeres y chusma", entre los
soldados que habían contribuido a dominarlos (37). Y al final de la se

gunda campaña, en 1665, "resolvió apartar de la vecindad de las serra

nías las más numerosas viaje hasta se


parcialidades... poniéndose en

tecientas y sesenta familias" con destino a Buenos Aires (los quilmes),

Córdoba, La Rioja, Catamarca y Esteco (38). De esta manera desapa


recieron los diaguitas. Hubo otras distribuciones de indios cautivados,
tanto del Chaco como en Santa Fe, que se convirtieron en peones de las
estancias o en trabajadores al servicio de sus nuevos patrones, sin estar
congregados en forma de pueblo (39).
Todo este proceso nos demuestra la activa transformación que su
frieron los sistemas ideados originalmente para establecer, mediante nor
mas rígidas, un régimen de vida de las comunidades indígenas. Estas
fueron desapareciendo poco a poco, a lo largo del siglo XVII, por efecto
de las migraciones a otros distritos, del traspaso de los indios a las es
tancias o a las ciudades, y de la distribución de todos ellos en pequeños
grupos que ya no podían tener una organización propia. Esta disgrega
ción de las tribus y aun de las familias indígenas condujo naturalmente
al mestizaje que la trataba de evitar por morales. Al
legislación razones

trasladarse a otras regiones como el Alto Perú, Chile o el Río de la Plata,


los indios dejaban abandonados a sus hijos y a sus mujeres, lo cual daba
ocasión a nuevas uniones ilegítimas que en definitiva contribuyeron a la
modificación racial del país.

4. Disminución de las encomiendas

Para tener una idea mas precisa de la importancia numérica del sec

torindígena sometido a la encomienda conviene dar algunas cifras ya


conocidas. Cuando aun no había concluido la fundación de ciudades en
el Tucumán, en 1583, Pedro Sotelo Narváez calculaba que había 27 ó

28,000 indios encomendados, distribuidos entre 153 vecinos de cuatro ciu


dades (40). Al concluir el siglo XVI, el gobernador de esa provincia hacía

37. Carta del gobernador Mercado y Villacorta, mayo 5 de 1661, en San


tuario de Nuestra Señora del Valle, III, Documentos del archivo de Indias para
la historia del Tucumán, I, 236, Buenos Aires, 1923.
38. Carta del mismo gobernador, enero 27 de 1666, en id., I, 267 y en Gui
llermina Sors, Quilmes colonial, 87, La Plata, 1937.
39. En 1663 se repartieron 150 piezas de indios entre los oficiales y soldados
de Santa Fe, con cargo de su buen tratamiento y enseñanza cristiana, prohibición
de venderlos y de utilizar sus servicios hasta que el rey resolviera (Actas del ca
bildo de la ciudad de Santa Fe, 2? serie, I, 175, Santa Fe, 1942) En el Tucumán; .

el gobernador Ángel de Peredo repartió mas de 2,000 indios del Chaco, en 1673,
entre los vecinos que habían colaborado en la campaña destinada a reducirlos
(Torre Revello, Esteco y Concepción de Bermejo; cit.; 86) .

40. Pedro Sotelo Narváez, Relación de las provincias del Tucumán, en Ro


berto Levillier, Nueva crónica de la conquista del Tucumán, III, 324-331,
Buenos
El Tucumán colonial, 83-100, Buenos Aires:
Aires, 1931; en Ricardo Jaimes Freyre,
1915;' en' Documentos históricos y geográficos cit., I, 79-85.
y
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 323

ascender ese número a 56,500, lo cual parece algo exagerado (41)- A par
tir de entonces se advierte la disminución de los indígenas. En 1607
eran 18,056, repartidos entre 277 vecinos y 15 soldados (42). En 1673

quedaban 12,107 indios tributarios y 178 encomiendas (43). En 1702 ha


bía 1,550 y 168 encomiendas (44). Y en 1719 se produjo un aumento

que elevó esa cantidad a 2,322, repartidos entre 97 vecinos, sin contar
108 encomenderos de corta entidad cuyos indios no fueron empadrona
dos (45) .

Muy inferiores son las cifras del Litoral. En 1609 los indios some
tidos no pasaban de 3,000, y en los padrones de 1673 y 1677 este núme

ro no excede de 1,000 (46). En Cuyo, un padrón de 1695 solo señala la


existencia de 633 tributarios y de 51 encomiendas (47).
Desde principios del siglo XVIII la legislación tiende a incorporar
a los indios a la corona, suprimiendo las encomiendas concedidas a
particulares. Entre 1701 y 1771 el rey no confirmó mas que 22 mercedes
de esta clase enel Tucumán (48), y en Cuyo ya no quedaba ninguna en
la última fecha mencionada (49). Tampoco subsistieron encomiendas en
Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, y a fines del
siglo XVIII puede
afirmarse que en nuestro territorio solo quedaban
muy pocas en Corrien
tes y en la intendencia de Salta del Tucumán. En las instrucciones que

41. Carta del


gobernador Juan Ramírez de Velazco, enero 5 de 1596 en Do
cumentos historíeos y geográficos cit., I, 148; en Colección de publicaciones his
tóricas de la Biblioteca del Congreso
Argentino, Gobernación del Tucumán Pa
peles de gobernadores en el siglo XVI, 1? parte, 316, Madrid, 1920;
y en Jaimes
Freyre, El Tucumán del siglo XVI, 230, Buenos Aires, 1914.
del g°bernador Alonso de Ribera, marzo 19 de 1607, en Documen
. í?;. .Carta
tos historíeos y geográficos cit., I, 174. Ver
también Torre Revello, Esteco y
y
Concepción del Bermejo, 41. ,

D, t43-
Ravienani-
,r,Emili° 6n La población indígena de las
regiones del Río de la
!laTft yp,TfUCTan As?Sunda Ttad del ^ sigl° XVI1' en Universidad Nacional

S^J^^^T^^T^T^
44.
C°ngreS° **™*»* d* Ame-
Santuario de Nuestra Señora del Valle, IV,
Documentos del archivo de
^Z7^\STiÍV5T^' ll 1-18- Tolosa- 1927- Sol° se ««^
dios/eLtua^
te de agosto 4
de_1714 que para prevenir las
hacia salir cada ano el tercio de una de las
de invasiones
del Chaco loslndios
ciudades, y adjudicaba las presas a
enco™da <*■ P- P^lo Pastells, S J
ComSad3 T-^ ^
Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay, V,
Histori
345, Madrid, 1933)
de la . .
,

Cervera Historia de la ciudad


m« -T -,-„
1853, It apéndice
y provincia de Santa Fe 1773-
79, Santa Fe, 1907; Enrique de Gandía, Francisco de Alfaro v

Statu^.^28?.10" ÍndÍ°S' 547"557' Buen°S AÍreS' 1^;


Ra^A.^MÍErá
íí' 5jíaCÍ0 VideIa> Historia de San Juan, ci't., I, 346
del Río de fa Plata n^fi^f0'
(1776-1783>' ^\
&*™™** del Tucumán
Anuario en de Estudios
en el
Hispanoamericanos, XIV,
Virreinato
61, Sevula, 1957
49 Edberto Osear Acevedo, Informe sobre la documentación histórica rPl«
de S-tSoXcht;
«\a2%TS%%3el ag%i*l*baot~$
,Zu menaoza, corregidor TTal
J.9bó. ¿,n 1771 el
Cuyo, comisionado de nara la
dÍSWto' mistó ^"era ^torlo **
qranoye^í^°(Idde.12a06rOmÍendaS ~
324 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

se dieron al virrey Juan José de Vertiz en 1778 se le ordenaba no renovar


las encomiendas a medida que fueran vacando, la
e incorporar a corona
los indios tributarios.
Esta paulatina extinción de las encomiendas
obedece, como ya lo
hemos demostrado, a un doble
proceso de transformación social: la emi^
gración a otras regiones y el cambio de sistema de vida de los indios.
que pasan voluntariamente o no de un régimen de comunidad en sus pue
blos a otro de existencia individual en las ciudades o en las estancias de
los españoles.
La emigración otras
regiones, como el Alto Perú y Chile, privó a
a

nuestro territorio de miles de indígenas que permanecieron en esas pro


vincias atraídos por las mejores condiciones de vida
y por la mayor de
manda de trabajadores que allí existía en el siglo XVII. Pero desde
fines de esa centuria cambia el destino de esos traslados, que se orientan
preferentemente hacia el Litoral. Esta última región, y sobre todo Bue
nos Aires, atraen pobladores del
Paraguay y del Tucumán, que ya no
son solamente indios, sino también mestizos
y mulatos. Este proceso
migratorio se acentúa durante la segunda mitad del siglo XVIII, porque
la región de Entre Ríos queda pacificada con la derrota de los charrúas

(1749), y porque en todas partes la ganadería, el comercio de cueros y


el contrabando alcanzan extraordinario desarrollo, sin contar con la abun
dancia de campos feraces que permite ubicar a numerosas familias.
No conocemos datos que
permitan tener una idea precisa de la im
portancia de esas migraciones en el siglo XVIII. Sin embargo, el censo
levantado en la campaña bonaerense en 1744 demuestra que esa zona,
y
sobre todo el norte del distrito, fue poblada por elementos de lo
origen
cal, nacidos en esa campaña, y también por otros que procedían de Santa
Fe, de Córdoba, de Santiago del Estero, de Corrientes, del Paraguay y
de otras regiones. La población rural de Buenos Aires,
Según ese censo,
ascendía a 4,889 blancos, 620 negros y mulatos y 532 indios
(50). Los
blancos eran evidentemente el producto de un mestizaje reciente que en
buena parte era oriundo de otras regiones.
Coni ha sostenido (aunque
sin conocer los datos de
empadronamiento), que "la pampa porteña
ese

no fue poblada por mestizos de indios locales, ni


por españoles entrados
por el Río de la Plata, sino por indios, mestizos y criollos bajados del
interior y Paraguay" (51). Lo mismo ocurrió en Entre Ríos de
después
desaparecidos los charrúas, pues allí se instalaron pobladores nuevos que
en 1783 fundaron las villas de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción
del Uruguay.

50. Documentos para la historia argentina, X, 507-709.


51 . Emilio A Coni, El gaucho, Argentina-Uruguay-Brasil, 37, Buenos Aires,
.

1945.
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 325

5. El mestizaje

La mezcla de razas se produjo con desigual intensidad en las diver


de
sasregiones de nuestro país, dependiendo de la abundancia o escasez

con los
mujeres indígenas y del mayor o menor contacto que éstas tenían
blancos. Pero además en este proceso de transformación racial intervie
nen también los elementos de origen africano, para producir un conglo
merado étnico que respondía a características uniformes.
no

El principio del mestizaje, en la antigua gobernación del Río de la

Plata, debe buscarse en el Paraguay. Allí los españoles se vincularon


estrechamente con los indios carios, formando una población que muy
pronto contó con una gran abundancia de "mancebos de la tierra". Los
documentos hacen ascender a varios miles el número de estos mestizos,

y agregan también que presencia suscitaba una gran desconfianza de


su

las autoridades porque eran rebeldes, ociosos, preferían vivir entre los
indios y no habían recibido la misma educación de los españoles .

Del Paraguay salieron las expediciones que fundaron las cuatro ciu
dades del Litoral argentino (Santa Fe, Buenos Aires, Concepción del
Bermejo y Corrientes, 1573-1588), formadas por una mayoría de elemen
tos "nascidos en la tierra", según la expresión de Garay (52). Entre és
tos, sin duda, predominaban los mestizos, porque los criollos o blancos
puros eran muy pocos debido a la escasez de mujeres europeas.
Las ciudades así fundadas no repitieron sino en muy limitada pro
porción la experiencia del Paraguay. La falta de indios sometidos y su
resistencia al contacto con el blanco, que los hacía trabajar, impidieron
que la mezcla de razas asumiera proporciones importantes en los siglos
XVI y XVII. Concepción del Bermejo fue destruida por los indios del
Chaco en 1632 y Santa Fe, acosada por las sucesivas invasiones de abo
rígenes, tuvo que ser trasladada mas al sud hacia 1660. Buenos Aires
nunca contó con indígenas sedentarios en su
distrito, y su población fue
aumentando más por el aporte inmigratorio que por crecimiento
vegeta
tivo. Solo en Corrientes se produjo un proceso de mestizaje de cierta
importancia que mas adelante, en el siglo XVIII, iría en aumento.
En Cuyo también hubo, desde el
principio, una población mestiza
procedente de Chile. Una de las familias mas numerosas de San
Juan
resultó del matrimonio de Juan Eugenio de Mallea
hija del caci con la
que huarpe Angaco* la cual fue bautizada Teresa de Ascencio
(53). Pero
tanto allí como en otras partes el
mestizaje fue casi siempre de origen
ilegítimo. La mezcla de razas en Cuyo se vio sin duda favorecida en los
siglos XVI y XVII por la emigración a Chile de numerosos
indígenas,

de de
la ri?,ÍL ^r JUaAn GarayTal/ey.
Clt-'
abrü 20 de 1582, en Correspondencia de
%.*!^VT$1£r"
53. Horacio Videla, Historia de San Juan,
y
\425'
en Garay- fundador de Buenos Aires'

cit., I, 310-313.
326 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

los cuales dejaban abandonadas a sus hijas y mujeres. Como la raza

huarpe se sometió pacíficamente a los españoles, la simbiosis fue mas

abundante que en las ciudades del Litoral.


Lo mismo ocurrió regiones del Tucumán que dominaron los
en las

españoles. emigración de indios dejó en la orfandad a


Allí también la
muchas mujeres aborígenes, y el proceso del mestizaje se vio además fa
vorecido por la instalación de numerosas familias indígenas en las estan
cias, chacras y casas de los conquistadores, lo cual permitió un activo
contacto racial que, aunque opuesto a la intención legislativa y a las
normas religiosas, fue cambiando poco a poco la fisonomía étnica de esa

provincia .

Durante el siglo XVIII el mestizaje evoluciona de manera distinta

y adquiere mayor importancia el aporte africano. Existen varios censos


que se hicieron en la época de la creación del Virreinato, y que nos per
miten tener una idea mas ajustada de la población existente. Sin em
bargo, esos empadronamientos solo nos dan las cifras relativas a los gru
pos raciales primarios, y rara vez discriminan a los mestizos. Estos úl
timos aparecen, por lo tanto, entre los indios o los blancos según su ma
yor o menor proporción de sangre aborigen.
En 1778 la ciudad de Buenos Aires contaba con 24,754 habitantes

divididos 16,268 españoles, 544 indios, 674 mestizos, 3,153 mulatos y


en

4115 negros (54). En la campaña (sin incluir la jurisdicción de la villa


de Lujan), el mismo censo enumera 12,925 habitantes: 9,732 españoles,
1,543 indios, 1,020 mulatos y 630 negros. Parece evidente que la mayor
parte de los censados como españoles en la campaña eran mestizos.
La gobernación Tucumán tenía, según el padrón de 1778, un
del
total de 126,004 habitantes. Entre ellos el 27,7% eran españoles (34,969),
el 28% indios (35,324) y el 44,2% negros, zambos y mulatos (55,711).
No aparecen los mestizos, que por lo tanto hay que extraer de las cifras
correspondientes a los blancos y a los indios (55). Llama poderosamente
la atención el elevado porcentaje de sangre africana (que incluía a 11,410
esclavos), y su mezcla con los blancos y los indios. En esta gobernación
el 78% de los habitantes vivía en las parroquias rurales, lo cual signi
fica que esa población diseminada en las campañas era principalmente

mestiza, indígena y de raza total o parcialmente negra.


En la región de Cuyo el censo de 1777 dio un total de 23,411 habi

tantes, entre los cuales 9,834 blancos, 5,487 mestizos, 4,168 indios y
3,922 mulatos y negros (56). Solo en este distrito podemos tener una idea

54. Censo de 1778 en Documentos para la historia argentina, XII, cuadro


entre págs. 120-121.
55. Documentos del archivo de Indias para la historia de Tucumán, cit., II,
380
56. José Torre Revello, La población de Cuyo a comienzos del virreinato, etc.,
en Boletin del Instituto de Investigaciones Históricas, XXIII, 77-84, Buenos Aires,
1939.
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 327

mas o menos exacta de la importancia del mestizaje, aunque cabría su

poner que algunos fueron incluidos entre los blancos.

Esos comprendieron las zonas de Santa Fe, Entre Ríos,


censos no

Corrientes, Misiones y Lujan, circunstancia que nos impide conocer es


tadísticamente la población de esas regiones que son las mas interesantes,
de inmigración
porque en ellas se estaba produciendo un activo proceso
de mezcla de las tres razas originales.
y
En el siglo XVIII la raza blanca pura dejó de ser un factor primor
dial el proceso del mestizaje.
en Se acentúa entonces la jerarquización
social fundada en la pureza de sangre, y se produce el rechazo de los
grupos inferiores que son comúnmente de origen ilegítimo.
La abundan
cia de castas permite a los blancos realizar uniones accidentales con
mestizas y mulatas, pero cada vez fueron menos frecuentes sus contactos

con indias puras.


El mestizaje —

comprendiendo en este término a quienes tenían una

ascendencia parcialmente africana mantiene y difunde mediante las



se

uniones entre esas castas, y las de ellas con los negros y los indios. To
da esa mezcla produce una población que muestra todas las variedades
raciales, pero que poco a poco va formando un tipo relativamente uni
forme por sus costumbres, por sus tendencias y por su ubicación en la
sociedad .

Durante el último tercio del siglo XVIII apareció un nuevo factor


en esa evolución étnica. Los indios de las Misiones jesuíticas habían
vivido hasta entonces en una situación de aislamiento casi absoluto con

respecto a los demás grupos de la población, y fueron lo suficientemente


numerosos como para sobrepasar en ciertos momentos la cifra de cien
mil habitantes. El nuevo sistema impuesto después de la expulsión de
la Compañía suprimió esa separación racial autorizando a los españoles
a instalarse en las Misiones. Pero además —

y ésto fué lo fundamental —

el régimen así creado


condujo a la explotación de los indígenas provo
cando entre ellos creciente descontento que dio origen a la emigra
un

ción de grupos cada vez más numerosos. "De los huidos buena parte
pasó al Brasil y el resto se dispersó por Buenos Aires, Montevideo, Pa
raguay, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes; los que tenían oficios se di
rigieron a las ciudades, los trabajadores no especializados se conchavaron
como peones las estancias de la campaña" (57). En 1802 solo queda
en

ban 23,258 indígenas en los quince pueblos misioneros establecidos en el


actual territorio argentino (58).
Parte importante de ese mestizaje, derivado de la cruza de las tres
razas puras, formó un núcleo numeroso de
población rural que fue ad
quiriendo o creando formas de vida lo suficientemente originales como

io-,-f7' J°SÍEstudios
*M MaFiluz Urquijo, Los guaraníes después de la expulsión
a- de los
jesuítas, en
Americanos, n<? 25, 325, Sevilla 1953
Dat°s estadísticos
««mL
pueblos /UiíÍ?-CéSar
de Misiones
G°nzále_z>
los 1802 y 1803,
en anos
de la población
Boletín del Instituto en
acerca de los
de Inves
tigaciones Históricas, XXVII, 334-344, Buenos Aires, 1943.
328 REVISTA HISTÓRICA TUMO XXVIII

para distinguirse de los demás sectores sociales y recibir el nombre gené


rico de gauchos.
Este grupo aparece en el Litoral desde principios de siglo XVIII.
Se trata de un conjunto de elementos mas o menos nómades que vive
de la utilización del ganado mostrenco que se ha multiplicadoen la

zona de Entre Ríos y en la Banda Oriental. Abandonado por sus due


ños o incapaces éstos de cuidarlo, en virtud de su dispersión, ese ganado
servía de alimento a los pobladores de la campaña que al mismo tiempo
vendían los cueros para la exportación. Mas adelante ese sector se ex
tiende hacia las imprecisas fronteras del Brasil y se mezcla con los ma
melucos y con guaraníes para formar un conglomerado social
los indios
dedicado principalmente al contrabando de ganado y a la venta de cue
ros. Estas actividades ilícitas dan origen a una población inestable, per
seguida por las autoridades, escurridiza, cuyas formas de vida ya no son
las de los indios puros ni imitan las de los blancos civilizados. Su ca

rácter endurece, desprecian la disciplina del trabajo honrado, son va


se

lientes, combativos, diestros en las faenas del campo, viven al margen de


la ley y por lo tanto sin sujetarse a las normas jurídicas, no respetan
ni la propiedad ni la mujer, y en definitiva van creando costumbres, for
mas de vida, un idioma y hasta un arte primitivo que son sin duda ori

ginales .

Los gobiernos, frente a estos marginados sociales, adoptan una ac

titud persecutoria. Se les llama vagos,


malentretenidos, ociosos, saltea
dores, y se busca eliminarlos mediante disposiciones de carácter policial.
Mas adelante adquieren el nombre de changadores, pero a mediados del

siglo se les aplica la denominación de gauderios. Por último, al menos


desde 1771, son llamados gauchos. En la época del Virreinato se ad
vierte con claridad que este problema no puede resolverse con me
mas

didas policiales, y se realizan algunos esfuerzos no siempre coherentes

para crear poblaciones, distribuir tierras y afincar a ese sector social o

incorporarlo a las milicias organizadas. Pero esta política no alcanzó


resultados definitivos. Los habitantes rurales sin ocupación permanente
aparecen también en las demás regiones, porque la organización econó
mica no está capacitada para dar trabajo a ese conjunto humano que
ha crecido en proporción superior a la que tuvo el desarrollo dé las acti

vidades productivas.
Los gauchos, desde el punto de vista étnico que aquí nos interesa.
no pertenecían a una raza ni formaban un conjunto homogéneo. Eran
un resultado de la mezcla de indios, mestizos españoles y portugueses,
negros y mulatos. Pero la constante simbiosis de todos esos grupos tan
distintos acabó por dar origen a untipo étnico en el cual predominaron,
combinados, los caracteres blancos e indígenas (59).

59. Sobre los gauchos, además del Libro de Coni citado en la nota 51, ver:
Madaline Wallis Nichols, El gaucho, Buenos Aires, 1953; Ricardo Rodríguez Molas,
significado histórico de la palabra "gaucho" (1774-1805), en Bole-
Antigüedad y
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 329

6. Condición social de los mestizos

Como ya lo señalamos anteriormente, muchas de nuestra ciudades


fueron fundadas por españoles y mestizos, en una acción conjunta que
excluía distingos sociales. Cuando los mestizos descendían de jefes penin
sulares o de la nobleza indígena alcanzaron posiciones superiores que
también se trasmitieron a sus descendientes. Debe señalarse, no obstan
te, que por lo general las encomiendas, las mercedes de tierras y los car

gos públicos fueron distribuidos preferentemente entre los blancos, crean

do así un principio de diferenciación social que se iría acentuando con

el tiempo.
La abundancia de mestizos, sobre todo en el Paraguay, suscitó cier
tos recelos a las autoridades. El tesorero Hernando de Montalvo seña
laba que "la gran negesidad questas provincias de presente tienen Es

jente española porque ay ya muy pocos de los viejos conquistadores la


jente de mancebos ansy criollos como mestizos son muy muchos y cadal
dia van en maior aumento ay de cinco partes las cuatro y media dellos . . .

son amigos de cosas nuevas vanse cadal dia mas desvergonzando con sus

maiores tienenlos y an tenido en poco" (60). El licenciado Cepeda, de


la audiencia de Charcas, exponía al rey la conveniencia de nombrar en
el Paraguay "gouernador de edad y bondad valor y espiriengia para . . .

que le tengan respeto y obedezcan los soberuios e ynquietos mogos crio


llos y mestizos que la mandan y van usurpando los officios de justicia
y rrepublica que puede pararno en bien la tierra que tal gente y hedad
rrige y manda" (61). Fray Juan de Rivadeneyra, aunque elogiaba su
destreza, señalaba también sus defectos: "son todos muy buenos honbres
de caballo y de pie
a lindos arcabuzeros
. . .
. . .
yngeniosos y curiosos y
osados en la guerra y la paz
aun en no son muy humildes ni aplicados
a trabajos de mano" (62) .

Alguna oposición hubo entre los españoles peninsulares y los criollos


y mestizos que los superaban en número. Las referencias anteriores son
suficientes para demostrar la preocupación
que causaba esta abundancia
de elementos sin arraigo ni
educación, que no habían conocido las tra
diciones ni las formas de vida de la
metrópoli. Además de su indisci
plina y de su escasa inclinación al trabajo, parece evidente
que tuvieron

tín del Instituto de Historia


Argentina doctor Emilio Ravignani, 2? serie I 144-
RevTs?
'

hIL^-T -AlreS'
tituto Histórico y p956;
O- Assuncao, El gaucho, en
y.Fernand° t del Ins
Geográfico del Uruguay, XXIV, 365-918, Montevideo; W64
de octubre 12 de 1585 en
deWipnWi de
Correspondencia de los oficiales reales

fW : cartas
Conf \Rl° ia,Pla.ta con los ^yes de
anteriores del mismo Montalvo, en Id
España, I, 364, Madrid, 1915
I 317 y 325
Colección de publicaciones históricas de la
tí„n A1' Biblioteca del Congreso Argen
tino, La audiencia de Charcas, III, 116,
62
Madrid, 1922: carta de marzo 15 de 1591
Descripción de la gobernación del Río de la
Plata, 1581 en Colección
SsncotTerCÍmlrir 26e7,laMBaGí?d,teS26del ^^ ^^ **^
330 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

cierta aspiración al predominio político sin llegar,


empero, a pretender
separarse. La sublevación de los criollos santafecinos en 1580 (83), la
elección de Hernandarias en 1592 (64) y el ascendiente que lograron en

Córdoba los "hombres mozos" antes de 1588 síntomas de


(65), son un

malestar que la corona y los gobernantes superiores consiguieron repri


mir de inmediato.
Durante el siglo XVII volvió
manifestarse esa discrepancia en
no a

el territorioargentino, ni resurgieron aquellas aspiraciones al mando po


lítico. Los mestizos, aparentemente, se dividieron en dos grupos según
su mayor o menor
proporción de sangre blanca, su cultura y su capaci
dad. Los primeros se incorporaron naturalmente al elenco superior de
la sociedad y se confundieron con los españoles, mientras los demás
per
manecieron en la clase baja o media de la misma.
Solo estos últimos tuvieron ciertas incapacidades y ciertas obliga
ciones impuestas por las leyes, que por lo común se aplicaban también
a las demás castas. En 1588 la corona dispuso que los mestizos solo
fueran admitidos al sacerdocio "precediendo diligente averiguación é in
formación de los Prelados sobre vida y costumbres, y hallando que son
bien instruidos, hábiles, capaces y de legítimo matrimonio nacidos" (66).
No podían ser escribanos (67), ni vivir en pueblos de indios (68), ni ser

protectores de éstos (69), ni utilizarlos como cargueros (70). Su falta de


"méritos y servicios" los inhibía de acceder a los cargos públicos y de

63. Se ha exagerado la trascendencia de este movimiento, asignándole as


piraciones separatistas. Manuel M. Cervera dice con razón que "no fue mas que
una aspiración Legal de los mancebos que habían conquistado el
país, a objeto de
gobernar la ciudad y no ser relegados a segundo término, por gentes venidas de
otras partes No aparece aquí, ni patriotismo local, ni ideas de independencia"
...

(Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe, cit., I, 186).


64. "los naturales desta tierra q.e Por otro nombre se llaman mestigos que
es buena gente de guerra y muy dóciles para lo que se les manda Pero tan fá-
gilss que en auiendo quien los induga están tan aparejados para el mal como para
El Vien y a esta causa por Relagion que tube En el brasil de Vz. nos de estas
prouingias supe que ay en ellas dos bandos El Vno español nagidos en españa y
de español y española y el otro de los dichos naturales mestigos En consecuencia
higieron la legión de Hernandarias de Sayabedra q.e es criollo El qual es muy
honRado y muy leal vasallo y criado de Vm.d" (carta del gobernador Diego Ro
dríguez de Valdéz y de la Banda, mayo 20 de 1599, en Sociedad de Historia Ar
gentina, Anuario de Historia Argentina, año 1941, 517, Buenos Aires, 1942; y en
Documentos históricos y geográficos cit., I, 161). La elección de Hernandarias, en
1592, fue consecuencia de la orden dada por la audiencia de Charcas, que al ex
cluir de los cargos de gobierno a todos los parientes del adelantado Torres de Vera
y Aragón dispuso que los cabildos los reemplazaran eligiendo tenientes de gober
nador .

65. El gobernador Juan Ramírez de Velazco ordenó al cabildo de Córdoba,


en noviembre 10 de 1588, que eligiera para los cargos concejiles personas de 35
años para arriba, y no se continuara la práctica de nombrar "hombres mozos
procurando escusar en los dichos oficios y cargos los hombres viejos principales
y de calidad casados y de
buen exemplo y costumbres y de quien la república y
mancebos an de ser bien gobernados" (Archivo municipal de Córdoba, Libro II
66-68, Córdoba, 1882).
66. Recop., I.vii.7.
67. Id., V.viii.40
68. Id., VI.iii.21 y 22.
69. Id., VI. vi. 7.
70. Id., VI.xii.13.
LA MOVILIDAD DEL INDÍGENA 331

conseguir mercedes de tierras, porque estos beneficios se otorgaban


so

lamente a quienes integraban los elencos superiores de la sociedad. Los

mestizos, del mismo modo que todos los demás elementos de la sociedad,
tenían trabajar (71), y fueron constantes las disposiciones
obligación de
castas a ocuparse y tener patro
que se dictaron para obligar a todas las
nes estables y conocidos en cada lugar.

El rechazo de los mestizos, por parte de los españoles que se consi


deraban mas elevados, se fue acentuando a lo largo del siglo XVIII. En
ciertas ocasiones se los excluyó de los colegios y escuelas, o se impuso
una separación rigurosa para evitar que se mezclaran con los blancos (72).
El gobernador Vertiz, en un bando de 1770 imponía penas diferentes por
las mismas contravenciones, según se tratara de españoles "o Persona

que goce privilegio de tal", por un lado, y de negros, mulatos, indios y


mestizos por el otro (73). En la segunda mitad de dicha centuria se sos
tenía que la desigualdad racial era suficiente para impedir los matrimo
nios (74). Y estas diferenciaciones sociales se extendieron también a las
milicias, a los gremios y a las cofradías religiosas, configurando una so

ciedad jerárquicamente constituida.

71. La real cédula de noviembre 24 de 1601, dictada para todas las Indias
con el objeto de suprimir el servicio personal de los aborígenes, sin perjuicio de
hacerlos trabajar, dispuso también "que de la misma manera sean compelidos los
españoles de condición servil y ociosos que ouiere y los mestizos negros mulatos
y zambahigos libres y que no tengan otras ocupación ni oficio para que todos
trauajen y se ocupen en el seruicio de la república" (Fr. Miguel Agia, Servidum
bres personales de indios, estudio y edición preliminar de F. Javier de
Ayala, xxxiii,
Sevilla, 1946; incluida en la Reocp., Vl.xii.l).
72. El cabildo de Buenos Aires, en 1723, ordenó al maestro de
primeras
letras que enseñara a leer y escribir a los españoles e indios,
pero solamente la
doctrina cristiana a los mulatos y mestizos, teniéndolos
separados (Acuerdos del
Extinguido Cabildo de Buenos Aires, serie II, V, 51, marzo 8 de 1723, cit. por
Ángel Rosenblat, La población indígena y el mestizaje en América, II, 162, Buenos
Aires, 1954) .

73. Documentos para la historia del Virreinato del Río de la Plata, I, 1, Bue
nos Aires, 1912.
74. Raúl de Labougle, Litigios de antaño, 20
y sig., Buenos Aires, 1941 re
fiere varios casos. Sobre la condición de los mestizos y demás castas ver tam
bién mi articulo La condición
jurídica de los grupos sociales superiores en la
XVI a XVIII), en Revista del Instituto de Historia del
og,e? *?£, V5,1!10!
n<? 12, 134-146, Buenos Aires, 1961. Derecho,
Apuntes antropométricos del mestizaje
en la sierra norte del Perú

Por Aída Vadillo de Romani

Julio Romani Torres

Ponemos a consideración del Congreso sobre "Ideas y Procesos del


Mestizaje en el Perú", algunas observaciones de Antropología Física lle
vadas a cabo en cuatro comunidades de la Provincia de el
Ayabaca en

departamento de Piura.
El trabajo ha sido realizado en base a una muestra de 114 indivi

duos tomados de las comunidades de Ayabaca, Chocan,


Joras y Huachu-
ma, con el deseo de estudiar algunos de los elementos esenciales de la

morfología racial del mestizo del extremo norte del país, tratando de
contribuir al descubrimiento de la realidad antropobiológica de los pue
blos aislados por factores geográficos o políticos después de su primer
contacto con el hombre blanco hace tres o cuatro siglos.

La recopilación del material en las citadas comunidades se ha lle


vado a cabo gracias a la iniciativa y apoyo del Prof. Vellard, a quien
le interesó el estudio de la zona; datos que posteriormente hemos com
pletado, incrementando la documentación para el presente trabajo.
Creemos que el intento de realizar un estudio antropobiológico, es

de suma importancia en nuestro país donde se ha hecho casi nada por


lograr una dilucidación de la problemática racial, cuya evidencia vivimos.
La Provincia de Ayabaca para nuestra investigación, es una de las
más representativas, en cuanto se refiere al tipo de mestizaje predomi
nante en población. Sabemos que esa zona ha recibido, del europeo
su

un gran aporte genético y cultural en los primeros años de la conquista,


quedando muy pronto aislada, sin incremento racial extraño y con un
régimen social y familiar sustentado en una tradicional endogamia. No
es de las poblaciones nuevas, forjadas después de la presencia de inmi

gración reciente de europeos, africanos, asiáticos, etc. que se han formado


APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 333

fenotípicamente en tiempos contemporáneos como sucede


en
genotípica y
otras zonas del país. Sin embargo, se trata de un sector de la población
peruana denominado "mestizo", aunque
institucionalmente reconocido
como Comunidad Indígena y culturalmente casi nivelado a lo que lla
mamos "nuestra civilización", por lo que la composición genética de
este grupo como fenómeno regional no puede definir la naturaleza bio
considerada "mestiza" en el Perú. Con
lógica de la inmensa población
criterio estrictamente genético el término "mestizo" tendría que ser apli
cado en dimensiones universales, ya que no existen razas puras.
Creemos que el soporte material (humano) en el que se sustentan
las tradicionales "Comunidades Indígenas", cimiento de varias naciona
lidades latinoamericanas, es el producto de una conjugación de linajes
humanos que no habían tenido hasta su primer contacto en 1492 ningún
nexo cultural, ni racial. Habían evolucionado independientemente.
No se puede hablar sino en sentido figurado del choque de dos razas,
porque no es posible dar una definición honesta de lo que cada raza es
y hasta donde la pureza del grupo étnico responde o no a las definicio
nes que hay para el contenido de este concepto. Sabemos que ambos

pueblos, en sentido amplio, eran el producto de un variado y largo mes


tizaje, pero presentan al mismo tiempo su propia homogeneidad nacional
o regional, por lo que frente a frente les encontramos caracteres sino del

todo opuestos, sí muy diferentes.


Es a base deelementos de diferenciación, que debemos anali
esos

zar al mestizo, interesarnos para descubrir cual es el papel biológico y

social del mestizaje en nuestras poblaciones actuales, que interacciones


han primado en el proceso genético normal, descubrir si se han dado mu
taciones notables, si ha actuado la selección natural y la influencia del
ambiente y si es posible llegar a determinar cuales son los factores here
ditarios esenciales de los grupos contemporáneos, si la colonización es
pañola ha iniciado tan profundamente como en la vida social en la cons
titución racial y en las disposiciones psíquicas de los pueblos conquis
tados .

Es nuestro deseo
llegar por lo menos al planteamiento del problema,
para estimular trabajos futuros, ya que los mismos estudios e investi
gaciones antropológicas están hoy, sometidos por muchos a una inquie
tante pregunta: de si todavía tienen interés en el estado actual de los
contactos y mestizaje entre los pueblos del mundo.
Pero las ciencias
antropológicas por la universalidad de su objeto no
pueden tolerar los "pueblos desconocidos" y sea cual fuere el estado de
su
mestizaje no dejan de interesarles. No pueden volverse indiferentes,
de pronto, ante el conocimiento del hombre todas
en sus manifestaciones
fenomenológicas y morfológicas como individuo y como pueblo, en el
tiempo y en el espacio, sólo porque en las condiciones actuales del mun
do no hay concepto real que encaje en el de "raza pura".
334 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Queremos limitarnos a una breve exposición de los resultados obte


nidos del estudio sobre valores absolutos de nueve caracteres referentes
a la cabeza y a la cara y de seis valores "relativos" o índices de las
mismas. Los resultados a base de medidas absolutas que vamos a ex

poner, siempre deberán tomarse en cuenta como términos de aproxima


ción dado el número corto de los casos examinados.
En el proceso de elaboración estadística del material antropométrico,

para cada una de las medidas estudiadas se han calculado los siguientes

valores: "la media absoluta y relativa", "la dispersión cuadrática o el


valor sigma" y "el coeficiente de variabilidad con sus respectivos errores

medios". Como no es un grupo homogéneo, las curvas (gráficos) son


todas más o menos asimétricas.
Las observaciones somatométricas se han efectuado únicamente en

individuos varones con residencia fija en las comunidades citadas. Se


ha prescindido, de los menores de edad, ancianos e individuos con anoma

lías Consideramos que esta muestra supera el 10% de la


morfológicas.
población total y mucho más de la de varones adultos.
Las medidas tomadas en la cabeza ascienden a 22, de las cuales
hemos analizado las nueve que consideramos más importantes y algunos
índices. A saber:

Medidas absolutas:

Longitud máxima.

Anchura máxima.

Altura de la cabeza.

Anchura bicigomática.

Anchura bigoníaca.

Altura morfológica de la cara.


Altura de la nariz.

Anchura de la nariz.

Prominencia de la nariz.

Medidas relativas:


índice cefálico horizontal.

índice vértico transverso.

índice vértico horizontal.

índice gonio-cigomático.

índice facial.

índice nasal.
APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 335

Dimensiones de la cabeza y cara

Valores absolutos

Carácter : Min. -
Máx. M:+ <± v±

Long. máx. de la cabezai 166 —


189 179.4^ + 0.70 5.30 + 0.49 2.90+0.27
Anchura máx. de la cab 134 —
162 149.20 0.90 5.21 0.48 3.49+0.33
Altura de la cabeza 116 —
144 128.71 0.82 6.21 0.58 4.82 0.45
Anchura Bicigomática 130 —
147 139.80 0.48 3.27 0.34 2.66 0.24
Altura Bigoníaca 86 —
116 103.77 0.75 5.27 0.53 5.51 0.51
Altura de la Cara 107 —
128 117.50 0.68 5.18 0.48 4.40 0.41
Altura de la Nariz 44 —
58 51.26 0.39 2.95 0.27 5.75 0.53
Anchura de la Nariz 32 —
45 38.01 0.41 3.16 0.29 8.31 0.77
Prom. de la Nariz 16 —
27 21.43 0.35 2.63 0.24 12.27 1.15

Valores relativos

(índices)

Mín. -
Máx. M± <+ v+

índice cefálico 78.19 —-


92.85 83.42+0.44 3.33+0.31 3.99 + 0.37
Ind. vértico-transv. 75.81 —-

97.98 85.94 0.61 4.64 0.43 5.39 0.50


Ind. vértico- longt. 64.19 80.12 71.68 0.51 3.87 0.36 5.39 0.50
—•

Ind. gonio-cigomát. 63.63 81.95 72.92 0.50 3.78 0.35


—-

5.18 0.48
índice facial 76.71 93.93 84.07 0.53 4.01 0.37 4.76 0.44
—-

índice nasal 59.25 86.53 74.33 0.89 6.77 0.63 9.10


—-

0.85

Clasificación de los valores absolutos y relativos

Longitud máxima de ¡a cabeza

M+ Min. Máx. <+


179.49+0.70 166 —
189 5.30+0.49 2.90+0.27

Según Lebzelter y Saller (1957-1959) nuestro dato encajaría en la


categoría "mediana" (178 a 185). Pero, de acuerdo a
Tildesley (1951)
sería clasificado como cabezas
"cortas", también si tomamos en cuenta
la clasificación de
Vellard, que sigue el Manual de Rudolf Martin.
336 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Anchura máxima de la cabeza:

M+ Min. Máx. <


+ y +
149.20+0.90 134—162 5.21+0.48 3.49+0.33

De acuerdo con Lebzelter y Saller


correspondería a la categoría
"mediana" (entre 148 155). Según Jehan Vellard al tipo "angosto" en
a

su categoría correspondiente a 139 149, pero en el límite, llegando casi


-

a "mediana".

Altura del cráneo:

128.71+0.82 H6_i44 6.21+0.58 4.80+0.45

Encuadra en la categoría "mediana" de Rudolf Martín.

Altura Bicigomática

M + Min. Máx. <+ V +

139.80+ 0.48 130 —


147 3.27+0.34 2.66 + 0.24

Respecto del promedio de Tildesley, tanto como el de Martin y Ve


llard, corresponde a la categoría "mediana".

Anchura de la cara:

M+ Min. Máx. <+ V +

117.50 + 0.68 107 —


128 5.18+0.48 4.40+0.41

Según Tildesley, Martín y Vellard está en la categoría de caras

"medianas" .

Dimensiones de la nariz:

M + Min. Máx. < + V +


Altura: 51.26+0.39 44—58 2.95 + 0.27 5.75+0.53
Ancho: 38.01+0.41 32—45 3.16 + 0.29 8.31 + 0.77
Promn.: 21.43+0.35 16 —

27 2.63+0.24 12.27 + 1.15

La altura está considerada como "baja" según Martín y Tildesley.


La anchura corresponde la categoría "ancha" de Martín y Tildesley.
a

La prominencia "mediana" de acuerdo a la clasificación de Martín y


Vellard.
APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 337

índice cefálico:

M+ Min. Máx. <+ V +

83.42+0.44 78.19 —
92.85 3.33+0.31 3.99+0.37

De acuerdo con las clasificaciones de Retzius, Vallois y Martín, este

grupo está comprendido en la categoría de los "braquicéfalos" .

índice vértico transversal:

M+ Min. Máx. <+ V +

85.49+0.61 75.81—97.98 4.64 + 0.43 5.39+0.50

Según la clasificación propuesta por Comas para apreciar la configu


ración cefálica de la norma posterior estaríamos frente al tipo de "cabe
zas altas" (acrocéfalos) .

índice vértico longitudinal:

M+ Min. Máx. <+ V +

71.68+0.51 64.19 —
80.12 3.87 + 0.36 5.39 + 0.50

Según la clasificación de Juan Comas serían hipsicéfalos.

índice gonio cigomático:


M+ Min. Máx. <+ V +
72.92+0.50 63.63 —
81.95 3.78+0.35 5.18+0.48

Según Jehan Vellard correspondería a mandíbulas "medianas" res


pecto del ancho bicigomático y según otra clasificación que presenta
Arcila Vélez encajaría entre las "estenomandibulares"
(angosta).

índice facial:

M+ Min. Máx. <+ V +


84.07+0.53 76.71 —
93.93 4.01 + 0.37 4.76 + 0.44

Tendríamos caras "mesoprosopas" de acuerdo a Vellard, Comas y


Rudolf Martín.

índice nasal:

M + Min. Máx. <+ V +


.33+0.89 59.38 —
86.53 6.77+0.63 9.10 +0.85

Comas, Frizzi, Vellard y Martín lo clasificarían en la categoría de


narices "mesorrinas" .
338 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

Algunas consideraciones sobre los caracteres antropométricos. Aun —

que los resultados antropométricos no tienen la virtud de solucionar todos


los problemas referentes a caracteres diferenciales
entre los grupos hu
manos, facilitan datos muy importantes (por haber sido tomados por
nos

medio de métodos adecuados y científicos) que por su valor convencional


permiten realizar analogías entre pueblos de cualquier lugar del mundo,
gracias a la universalización.
Muchos grupos vecinos al que nos ocupa (vecindad relativa, basada
en un área geográfica muy dilatada: la región del altiplano
andino) han
sido estudiados en otras ocasiones por diversos investigadores, vamos a
revisar algunos de resultados e intentar descubrir si
sus
guardan relación
con los nuestros. Tarea difícil por que los anteriores estudios, se han
llevado a cabo en pueblos, centros mineros, comunidades y presentan sus
resultados como datos de grupos indígenas, sin mencionar hechos del
contexto social o tradicional.

Medidas absolutas

Longitud máxima de la cabeza. —

Para la clasificación de esta serie,


hemos adoptado la propuesta por Jehan Vellard en su Manual de An
tropología, las categorías que este autor preconiza son las establecidas
por los clásicos, tomando muy especialmente a Rudolf Martín. Por con
siguiente nuestra media absoluta, 179.49 queda clasificada entre las ca

bezas "cortas".
La serie presenta una oscilación de 166 a 189 mm. comprendiendo
ésta solo dos categorías; "corta" y "mediana". En el primer
grupo se
nos presenta un 64.91 por ciento de casos, encerrando el valor
medio, co
mo a las clases de mayor frecuencia
que son la 181 (con el 15.78 por
ciento) y la 178 (con el 10.52 por ciento), frecuencias que se manifiestan
en la gráfica presentando dos
cúspides. En la categoría "mediana encon
tramos un 33.08 por ciento de casos, con una frecuencia por clase bas
tante homogénea, lo cual sucede la
no en categoría antes comentada.
Nuestro valor medio está por debajo del encontrado
por Rouma en
su estudio realizado
con los quechuas, entre
quienes halló una media de
181, en cambio se acerca más a lo que el mismo autor da para los ayma
rás: 180.50. Ambos grupos fueron estudiados por él en el sur del Perú
(1929-1933).
Anchura máxima de la cabeza. La media obtenida para este carác

ter 149.20 según Vellard está clasificada como "angosta"


(139-149) pero
se presenta en el extremo máximo de la
categoría. Al analizar la serie
encontramos una oscilación entre 134 a 162 mm. que
comprende cuatro
categorías así: "muy angosta" con un 3.50 por ciento, "angosta" con el
40.35 por ciento, "mediana" con el 52.63 por ciento y "ancha" con el 3.50
por ciento de casos.
APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 339

En general la serie tiende más a las cabezas "medianas", aunque el


valor medio está dentro de las "angostas"; esa categoría presenta ma

yores frecuencias y más homogeneidad. La clase más repetida es la 152


con el 17.54 por ciento de casos; en segundo lugar quedan las clases 146

y 147 el 10.52 por ciento para cada una: en cambio la 148 no pre
con

senta frecuencia alguna, ello hace que obtengamos una gráfica bicúspide,

y que nos lleva a advertir la presencia de dos grupos de tendencia dife


rente del colectiva, sin dejar de tener en cuenta el factor azar. La fre
cuencia de 3.50 por ciento en cada una de las categorías: "muy angos
ta" y "ancha", nos dice muy poco; en parte por su situación extrema
en la serie y también por el bajo número de casos que ofrecen, sin em

bargo puede tenerse presente para futuras comparaciones.


Nuestro resultado se aparta de los quechuas, en cambio se acerca

a los aymarás, cuya media arimética, Vellard la clasifica como "angos


ta". Nopodemos adelantar hipótesis que expliquen esta relación, salvo
recordar la planteada por Vellard acerca de los Altiplanidos (aymarás)
que se "alejan de modo notable por su tipo físico de las demás pobla
ciones andidas", lo cual nos hace inferir que en nuestra muestra se debe
a la posible acción del mestizaje blanco, rara
discrepancia que respecto
a los andinos ofrece nuestra serie de mestizos,
ya que por su área geo
gráfica y rasgos culturales no hay posibilidad de ningún contacto con los
aymarás .

Altura de la cabeza. Según la clasificación de Vellard, encontramos


en esta serie tres categorías, dentro de una oscilación que va de 116 a


144 mm., así: la categoría de cabezas "bajas" presenta solamente 5.26
por ciento las "medianas" el 40.35 por ciento y "altas" el 54.38 por cien
to de casos.

La media de 128.71 se encuentra el extremo más de la


en
bajo ca

tegoría "alta", para ubicarla en ésta, hemos tenido en cuenta el grado


de amplitud de la clase 129, de lo conrario le habría tocado la
categoría
"mediana" .

La serie presenta en la clase 133 una frecuencia de 14.03 por ciento


de casos, segundo lugar
en la clase 124 el 10.52 por ciento, que están
en

en las categorías "alta"


y "mediana" respectivamente; y la mayor con
centración se manifiesta claramente dentro de los
límites del valor de
sigma abarcando casi la totalidad.
En los estudios realizados entre los
altiplanidos, se ha visto con in
sistencia, que las "cabezas bajas" son casi
típicas de los braquicéfalos
Vellard encontró el 65 por ciento de cabezas
bajas contra 25.4 por ciento
de "altas"; y para los andinos
braquicéfalos da una media aritmética de
123 a 124 mm., mucho más
baja que la presente.
Anchura bizigomática. -La distribución
de este carácter, máxima
anchura de la cara, nos presenta: el 8.77
por ciento de caras "angostas",
el 63.15 por ciento en
"medianas" y el 28.07 por ciento de "anchas"
den
tro de una oscilación
que va de 129 a 148 mm. La
mayor frecuencia
340 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

está entre las clases 137 a 141, al acumular el 59.64


por ciento de casos,
y por clase vemos que la 140 tiene el 19.29 por ciento del total. Siem
pre de acuerdo a la sistemática de Vellard.
La media de 139.80 está considerada como "cara mediana", catego

ría que presenta una mayor concentración; así mismo, la clase 140 a la
que pertenece la media absoluta acumula la mayor frecuencia por clase
como hemos visto líneas arriba. Es de notar la influencia de las máxi
mas y la regularidad de sus frecuencias para elevar el valor medio de
la serie.
En general, los estudios realizados entre los andinos con respecto a

éste carácter han aportado siempre una media de "caras anchas", carac

terística reconocida para los mismos.


Anchura bigoniaca. La máxima anchura de la mandíbula, nos pre

senta una serie, que oscila entre 86 y 115 mm., con una media absoluta
de 103.77. La frecuencia por clases es muy intensa dentro de los puntos
de inflexión dados por el valor de sigma que abarca hasta el 80.70 por
ciento del total de los casos.

La clase 100 representa a la media modal con el 17.54 por ciento


de casos y en segundo término la clase 102 con el 14.03 por ciento; des
pués, nótase una relativa dispersión. En la ubicación del valor medio
se puede observar que han ejercido mayor presión las máximas.
El valor medio: 103.77 está muy cerca de la media establecida por
Aranzadi para las diferentes razas humanas: entre 104 a 120.
Este carácter como valor absoluto aislado no es muy significativo,
hay que tenerlo en cuenta en relación morfológica con la anchura bici-

gomática, diámetro transverso máximo de la cabeza o establecer a tra

vés de los índices las relaciones respectivas.


Altura morfológica de la cara. El valor —
medio de este carácter:
117.50 se encuentra según la categoría de las "caras bajas",
Vellard en

ocupando el extremo superior de la misma (por la diferencia de sólo 0.01


no está en la categoría "mediana") .

La serie presenta una oscilación de 107-128 mm., con una frecuen


cia del 50.88 por ciento de caras "bajas", el 45.61 por ciento de "me
dianas" y en caras "largas" sólo el 3.50 por ciento. La mayor frecuencia

por clase se presenta en: 116 y 122 con el 10.52 por ciento del total de
casos para cada una.

Los andidos presentan como tipo medio "caras bajas" con algunas
variantes para los altiplanidos; pero en el caso de nuestros mestizos más
bien podríamos atribuir las variantes y oscilación al mestizaje.
Altura de la Nariz. —
La media 51.26 sería clasificada por Vellard
en la categoría de narices "bajas". La serie oscila entre 44 y 58 mm.
permitiendo agruparla en cuatro categorías con las proporciones siguien

tes: "muy baja" con el 26.31 por ciento de casos, "bajas" con 42.10

por ciento, "mediana" con el 22.80 y "altas" con el 8.77 por ciento.
APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 341

Las mayores frecuencias por clase coinciden perfectamente con la


amplitud que el valor de sigma determina en su representación gráfica,
el 84.21 por ciento de casos está dentro de estos límites o puntos de
inflexión de sigma y en este grupo se destaca la clase 52 por contener
el 31.00 por ciento del total de casos.
La serie presenta mayor tendencia a las narices "bajas", el escaso

número de "altas" puede producto


ser del azar, siendo por tanto muy
significativo este carácter que unido a anchura, prominencia e índices,
podría definir con mayor posibilidad de acierto a nuestro grupo.
Anchura de la Nariz. —
El valor medio de este carácter: 38.01 está
considerado, según Vellard, en la categoría de las narices "anchas". La
serie presenta dentro de su oscilación de 32 a 45 mm. las cuatro cate
gorías, así: en la "angosta" el 7.01 por ciento de casos, en la "mediana"
el 24.56 por ciento, "ancha" 38.59 ciento la ancha"
por y "muy con

29.82 por ciento.


La mayor frecuencia por clase, media modal en la representación
gráfica, coincide exactamente con el valor medio hallado, presentando el
17.54 por ciento de casos que dan la cúspide de la curva que resulta
bastante simétrica.
Es de tomarse en cuenta, la clara tendencia de éste grupo de nari
ces "anchas".
Prominencia de la Nariz. Con una media de 21.43 dentro de una

oscilación que va de 16 a 27 mm., la serie presenta


mayor frecuencia en
la clase 20 que contiene el 21.05 por ciento del total de casos, destacán
dose en la gráfica como una modal elevada. Es de
apreciar, que la mayor
concentración se da de manera bastante regular entre los
puntos de
inflexión limitados por el valor sigma.
Este carácter es poco estudiado y clasificaciones
sus escasas. Sin
embargo tiene importancia en el análisis de un el que
grupo como nos

ocupa, para apreciar su diferenciación producida por el fenómeno de


mestizaje que ha sufrido, que lo
aleja bastante de otros grupos aborí
genes americanos sin mezcla europea que
presentan más bien tendencia
franca a la plati y mesorrinia
y a una escasa muy prominencia nasal
asociada.

Análisis de ¡os Valores Relativos


índice Cefálico

Generalmente en él estudio de una


^
población se dan las variantes
mínimas la categoría dolicocéfala,
en
luego con más o menos densidad
la categoría más
representativa y por último en las variantes
máximas
puede la serie llegar a la braquicéfalia, es
decir, que suelen estar repre
sentadas todas las categorías. La
distribución de nuestros casos
ta por el contrario una fuerte presen
tendencia braquicéfala y su oscilación co-
mienza en las más altas de la mesocefalia llegando en su dispersión
342 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

máxima hasta la ultrabraquicefalia, sin presentar ningún caso de doli-


cocefalia .

Si estuviéramos frente a una encuesta más numerosa esta distribución


sería altamente significativa, pero por tratarse de muestreo pequeño nos
limitamos hacer notar la tendencia que denota y que
a
puede caracterizar
en cierto modo al grupo.
El valor medio obtenido en este carácter: 83.42 está clasificado entre
los braquicéfalos.
La serie presenta pues una corta amplitud de variación donde la mo

dal ofrece(84.0) una cúspide que representa el 14.03 por ciento del total.
La media absoluta está muy influida por las clases mínimas y se ubica
en la inmediata inferior a la clase modal.

En conjunto la serie presenta las siguientes categorías: "monocéfala"


con el 14.03 por ciento de casos "braquicéfala" con el 52.63 por ciento y
"ultrabraquicéfala" el 33.33 por ciento.
con

Las mayores frecuencias por clase, además de la modal ya menciona


da, se dan en la clase 82 con el 12.28 por ciento. Todo indica una fuerte
tendencia hacia la braquicefalia, que se hace más sintomática si la aso
ciamos al fuerte porcentaje de cabezas "anchas" y "cortas" así como a
la ausencia de dolicocefalia .

Se sabe por algunos estudios de genética humana: que los caracte


res de la cabeza no se heredan independientemente, sino en forma con
junta, por lo que no se puede hablar de la herencia del índice cefálico o

de longitud de la cabeza, al referirse a las variaciones de una generación


« otra, sino general de la morfología total de aquella. Tendríamos que
en

añadir algunas sugestiones relativas a la posible influencia del ambiente


geográfico, sobre las que se han pronunciado en diversas ocasiones in
vestigadores de gran autoridad, ya que nuestra encuesta ha sido llevada a

cabo en altos valles de los Andes Tropicales, en aldeas situadas entre los
dos y tres mil metros de altura. Para
algunos autores este factor es de
terminante en braquicefalización de las razas; aunque no
el proceso de
se han hecho estudios específicos entre los pueblos andinos.
Los resultados que ofrecemos de este grupo mestizo coinciden con

las más generales características con que se ha descrito la población an

dina, en cuanto a su morfología cefálica, que para el problema de las


migraciones se ha tomado tan en cuenta al referirse a los grupos de po
sible ascendencia mongólide.
Si tenemos en cuenta los rasgos más característicos de los mediterrá-

nidos, para establecer aproximadamente que grado de influencia pudo te


ner en la persistencia de sus aportes a través del mestizaje, vemos que
presentan para España: Sánchez Fernández 77.68 como promedio, Oloriz
78.2 con un modal de 77; Alcobé para los pirineos orientales 78.2; todos
francamente mesocéfalos y varias unidades más bajas que los índices que
en esta serie
presentamos. Vellard
investigaciones realizadas en
en sus

diversos grupos andinos, afirma la existencia de una fuerte braquicefalia


APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 343

de 80 89. Esta apreciación, en el mismo


y establece medias que van a

sentido, había sido hecha ya por Posnansky, Chervin, Rouma y otros en


estudios similares y anteriores. Juzgamos importante citar frases de
Vellard ratificando tal opinión; ."una mayor densidad de los elementos
. .

braquicéfalos aparece con frecuencia nos dice —


asociada en el Altiplano

con restos arqueológicos de la época incaica" Cuando habla de las gran .

des zonas andinas de los braquicéfalos de la cordillera y de los valles


insiste en lo mismo: "La relación del índice cefálico —
afirma —
es buen
criterio para revelar el cruzamiento de elementos braquicéfalos andinos
con mesocéfalos o dolicocéfalos del Altiplano". Agrega: ..."el índice
cefálico se eleva más por la reducción del diámetro antero posterior que
por el aumento de la anchura del cráneo". Siguiendo las sugerencias que
acabamos de citar, nos atreveríamos a postular la hipótesis de una posi
ble dominancia en el proceso hereditario de tales caracteres en el mesti
zaje español-quechua (andido), ya que nuestra serie presenta precisamen
te al lado de su cara tendencia a la braquicefalia (francamente acusada),
diámetro antero-posteriores cortos y en cuanto a anchura de la cabeza la
predominancia del tipo mediano.

índice Vértico Transverso

Poco hay que agregar, al comentar este índice, aparte de establecer


su clasificación, que es casi una consecuencia de las características seña
ladas al analizar el índice anterior, y cuyas coincidencias se darán tam
bién al hablar del otro índice de altura.
La serie presenta una gran dispersión: de 76 a 98 con la medida
calculada en 85.94 que se ubica en la
categoría de los "tapeinocéfalos
'

(según Vellard) en la que se agrupa el 40.35 por ciento de la muestra.


La otra categoría, también representativa por revelar la tendencia más
marcada de la serie, es la de los "hipertapeinocéfalos" que contiene el
45.68 por ciento de la muestra, quedando en consecuencia sólo el 14.03
por ciento de la misma en la categoría "metriocéfala" .

No podemos adelantar nada para explicar la gran diferencia que en


este índice se presenta respecto de los estudios de Vellard en poblacio
nes andidas, no son ellas
aunque muy notables como sucede con los Al
tiplanidos. El,
encuentra el 37 por ciento de
Tapeinocéfalos, el 42 por
ciento de Metriocéfalos, y el 21
por ciento de Acrocéfalos que no se dan
en nuestra serie en la
que por el contrario hay muy buena
proporción
de Hipertapeinocéfalos, categoría inexistente para el grupo analizado por
Vellard. Es evidente que nos encontramos frente a un
grupo mestizo
pero no sabemos en qué dirección debió haber influido su cruzamiento
con el español, cuyo tipo medio
para éste carácter, en vivos, no cono
cemos .
344 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

índice Vértico Longitudinal

Al hablar del índice cefálico (horizontal) hemos adelantado algu


nas ideas generales válidas para las dimensiones de la cabeza.
La media absoluta de nuestra serie respectiva ha sido clasificada en

la categoría de cabezas "cortas" en cuanto a su diámetro ántero-posterior,


y en la de "altas" respecto a la sustracción: Vértez conducto auditivo -

externo. El valor relativo obtenido de éstas dos dimensiones arroja una

media de 71.78 que corresponde a la categoría que agrupa los "ortocrá-


neos" según la clasificación de Vellard. La oscilación de la serie se da
entre 69 y 80; su representación gráfica ofrece tres levantamientos, el

primero en la clase 68 (categoría de los "cameocráneos") con el 10.52


por ciento de casos; el segundo en las clases 71, 72 y 73 ("ortocráneos")
que presentan (las dos primeras) el 12.28 por ciento y el 10.52 por ciento
de casos respectivamente, y el tercero en la clase 76 ("hipsicráneos") otra
vez con el 10.52 por ciento. Todas las demás clases presentan muy baja
frecuencia.
En la categoría en la que se ubica el valor medio vemos que se

agrupa el 43.85 por ciento del total de la muestra, lo cual es muy sig

nificativo. resultados, coinciden con los que Vellard ofrece para


Estos
los Andidos. No poseemos datos de estudios, en vivos, de españoles para
hacer alguna comparación en lo que se refiere a los índices de altura de
la cabeza.

índice Gonio Zigomático

Este es marcadamente
bajo y varía entre 64 y 82 ; pero la mayor
agrupación da entre
se las clases 69 y 77 .

Para la calificación de nuestros resultados utilizamos las categorías


propuestas por G. Olivier. De este modo podemos ofrecer las siguien
tes cifras para cada tipo de mandíbula en relación a la anchura de la
cara: entre las "estrechas" encontramos acumulado el 75.43 por ciento

de los casos, allí se encuentra comprendido el valor medio que al mis


mo tiempo es la media modal. En la categoría "mediana" hallamos en
15.78 por ciento de la muestra y entre las "anchas" sólo el 8.77 por ciento.
Esta gran tendencia a las mandíbulas "estrechas" es aparente, ya

que en términos absolutos no sucede lo mismo; en el análisis del diá


metro bigoníaco hemos encontrado un valor medio que no corresponde
precisamente a la categoría "estrecha", mas bien mediana, con cierta
inclinación de la agrupación de la serie por las mandíbulas "anchas".
Así, la estrechez acusada por este índice es debida a la altura de la
cara proveniente diámetro bicigomático bastante elevado consi
de un

derado común para los pueblos andinos y que es el que proporciona pro-
APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 345

bablemente ese aspecto general de la de forma


pentagonoide y de
cara

pómulos salientes
que hacemos referencia en la descripción antropos-
a

cópica, señalada en muchas ocasiones como carácter típico de poblacio


nes de ascendencia mongólida.

Los estudios de Vellard entre los Quechuas del Altiplano arrojan

para este índice la media aritmética de 72.5 que corresponde a la cate


goría más representativa de nuestra serie. No poseemos material para
más comparaciones.

índice Morfológico Facial

La serie correspondiente a este índice presenta una dispersión bas


tante fuerte que va de 77 a 94 el valor medio corresponde a la clase
84, pero no representa la agrupación modal ya que las mayores frecuen
cias se acusan en las clases 83 y 85 con el 14.05 por ciento y 12.28 por
ciento de casos respectivamente.
Hacemos la clasificación de nuestros resultados siguiendo la siste
mática de Vellard y obtenemos lo siguiente: un solo caso de "hipereuri-
prosopos"; el 45.61 por ciento de "cameoprosopos" entre los que se da
la modal; el 35.08 por ciento de
"mosoprosopos" conteniendo el valor
medio; el 12.28 por ciento de "leptoprosopos", y el 5.26 por ciento de
"hipertoploprosopos" Como vemos, se trata de una variabilidad bas
.

tante elevada en las que están


representadas las cinco categorías de
Vellard (y por consiguiente las tres tomadas en cuenta
por Comas). Sin
embargo los tipos más significativos por las frecuencias que ofrecen son
los "cameoprosopos" y "mosoprosopos" que en conjunto abarcan el 80.70
por ciento del total de la muestra.
Sabemos que se ha establecido para el
tipo medio español (Hoyos-
Sainz y Aranzadi) la categoría "leptroprosopa" de la cual nosotros tene
mos muy pocos representantes; muy al contrario, en el tipo andino,
Vellard halla el 31.66 por ciento para los
"cameoprosopos" y el 30 por
ciento para los "mesoprosopos", con una media aritmética de
87.17 ("me-
soprosopos") ; para su muestra tomada en el Altiplano Vellard hace una
interpretación de los casos leptoprosopos que se le presentan basada en
la posible influencia que pudo raber tenido un
mestizaje con los grupos
aymarás vecinos (o dolico y mesocéfalos del
Altiplano); pero, para
el
caso que nos ocupa tal mestizaje es totalmenteimprobable, al contrario,
pues sabemos que éste tuvo un protagonista diferente; el blanco.

índice Nasal

Su serie ofrece una gran


dispersión: de 59 a 87, bastante común para
este carácter que
siempre está sometido a gran variabilidad, aún en gru
pos francamente homogéneos.
346 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

El valor medio calculado: 74.33 corresponde a la


categoría "me-
sorrina", lacual también contiene el valor modal
(clase 73) y al mismo
tiempo es la más representativa en frecuencias conteniendo el 66.66 por
ciento de la muestra. La categoría "leptorrina" ofrece el 26.31 por ciento
de casos y la "platirrina" solamente el 7.01 por ciento (son cuatro casos
extremos de la serie).
Vellard, para los braquicéfalos del Altiplano presenta (en una dis
tribución bastante irregular que oscila de 51 a 80) una media aritmética
de 67.04 ó sea leptorrina el 68 por ciento de
con casos y el 32 por ciento
restante corresponde a las mesorrinas.
'

Ferris, Gillin y Rouma dan para los quechuas: 70.0-72.3 y 75.2


respectivamente como media del índice nasal, todas pertenecientes a la
categoría mesorrina y acordes a nuestros resultados. No conocemos una
media de conjunto para el pueblo español, aunque de acuerdo a estu
dios parciales la tendencia es más bien leptorrina.

Resumen

El análisis estadístico de la muestra antropológica, objeto de este


estudio, arroja en conjunto los siguientes resultados que, en cierto modo,
tipifican a la población masculina de estas cuatro comunidades de la
sierra norte del Perú.
Nos vemos ante los representantes de un pueblo francamente bra
quicéfalo (53 por ciento) y con Variantes ultrabraquicéfalas que alcan
zan el 34 por ciento de la serie. Esta tendencia se origina especialmen
te en los débiles diámetros antero-posteriores de la cabeza (65 por ciento
"cortos" y 35 por ciento "medianos"), pues el diámetro transverso más
bien presenta tipos "angostos" (4.1 por ciento) y "medianos"
(55 por
ciento) y sólo dos casos extremos y aislados de "anchos". Da la impre
sión de que el leve achatamiento del occipital causante de la escasa
longitud horizontal de la cabeza redunda en una mayor altura, para la
cual tenemos el 41 por ciento de tipo "mediano" y el 55 de "alto" que
se traducen al analizar los valores relativos, en:
"Hipertapeinocéfalos'
(43 por ciento) , "tapeinocéfalos" (41
por ciento), y una fuerte tendencia
central entre los "ortocéfalós"
(44 por ciento) escoltada en la gráfica
por proporciones análogas de "cameocéfalos" e "hipsicéfalos'' (25 por
ciento en cada tipo) .

Fisionómicamente, podemos decir que, hay menos heterogeneidad.


"medianas" con las más representativas. Este carácter se acentúa debi
do a la anchura bizigomática que presenta en su mayoría tipos "media
nos" (63 por ciento) y "anchos" (29 por ciento) de donde y como di
recta consecuencia obtenemos la mayor proporción de índices morfoló-
Encontramos el 51 por ciento de caras "bajas" y el 46 por ciento de
gico-faciales en las categorías "carneo" y "mesoprosopos" (81 por cien-
APUNTES ANTROPOMÉTRICOS DEL MESTIZAJE 347

cara la presencia de
to). Se debe también a la acusada anchura de la
mandíbulas "estrecha" (76 por ciento) respecto del diámetro bizigomá-
"mediano"
tico, aunque por sus valores absolutos sean más bien de tipo
y hasta con ligera tendencia a lo "ancho".
Otro carácter somático muy significativo, aunque de gran variabili

dad, es la nariz cuyas medidas se agrupan en los siguientes tipos: "baja"


y "muy baja" (69 por ciento) conformando la mayoría, y "mediana" en

despreciable (23 ciento), en cuanto se refiere a


una proporción no por
su altura. Luego tenemos "mediana" (25 por ciento), "ancha" (39 por

ciento) y "muy ancha" í30 por ciento) respecto al diámetro transverso

de su base; correspondiendo a una saliencia que está dentro de los lími


tes establecidos para el tipo medio europeo (entre 20 -
22 mm.). El valor
relativo, de estas dimensiones que nos permitiría una clasificación defi
nitiva del carácter presenta a la mayoría de la muestra grupada entre
"lepto" (26 por ciento) y "mesorrinos" (67 por ciento) con unos cuan
tos casos aislados de "platirrinia" .

Respecto de los otros caracteres morfológicos, que no son objeto del


presente trabajo, pero que han sido estudiados (con el respectivo análi
sis de sus resultados) en otro más amplio, debemos decir para ilustración

ampliatoria de los presentes resultados, lo siguiente:


Se trata de individuos de talla pequeña (el 72%) y sub-mediana el
20%. El grupo presenta una proporción muy baja de estaturas "me
diana" y "grande" (5 casos aislados), por encima de la media general
establecida tanto para andidos como para mediterránido protagonistas
del mestizaje.
La altura del busto respecto de la talla representa una proporción
apreciablemente elevada. El 92% del grupo es de tipo macrocórmico
(busto largo, es decir de un índice córmico que traduce más del 53% de
la talla total para la altura del busto. A este carácter corresponde en el
caso estudiado tipo mediano de miembros inferiores y brazos me
un

dianos y largos siguiendo la clasificación de Georges Olivier; tales cate


gorías concuerdan con la talle pequeña de la mayoría y el gran tamaño
del busto.
El material de que disponemos, así los métodos
como seguidos en
su obtención, como en la elaboración de las series no ha sido orientado
al estudio del tipo constitucional de los individuos. Pero con el fin de
dar una idea general de la
morfología total (aunque en términos absolu
tos) creemos necesario mencionar algunas series de diámetros transver
sos: Anchura bicrestal,
cuyo valor medio es de 267.40 mm. y presenta
una media modal de 270. Anchura bi-espinal, cuyo valor medio es de
238.96 mm. y media modal de 230. El diámetro bi-acromial de 337.19
como valor medio, con dos
cúspides en las clases 330 y 350. Todos re
lativamente elevados o "anchos" en proporción a la estatura "media".
Los datos aportados en este
trabajo, no son concluyentes, ni genera-
lizables a toda la población peruana denominada
mestiza, como ya lo
348 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

dijimos. Sólo aspira a proporcionar, una idea, algo general, sobre la ti


pología racial de los individuos estudiados. Lo más que podemos ade
lantar es: que están presentes en ellos los caracteres tanto andidos como
mediterránidos en proporciones distintas, más o menos acusadas en uno

u otro carácter, pero siempre dando testimonio de su ascendencia here


ditaria. Sigue en pié la necesidad de desentrañar los grados del mesti
zaje, sus manifestaciones antropológicas en las jóvenes generaciones y la
dirección de su evolución futura.
importancia de estudiar poblaciones como la que nos ocupa es
La
triba enla mayoría demográfica de que ellas gozan en nuestro continente.
Merece especial atención en el orden genético los resultados del cruce
de dos linajes indiscutiblemente diferentes, de la herencia fusionada y
de las combinaciones independientes de los caracteres originales de esos
dos linajes en sus descendientes. Sobre las proporciones que al respecto
se llegaran un día a establecer, habría que tener en cuenta qué repercu

sión ha tenido la selección social, si ha actuado la selección natural y si

además de las influencias de orden genético (racial) tienen papel prepon


derante las de orden psíquico, histórico (cultural) y cuáles dominan so
bre las otras.
Descendencia chilena de los incas
Por Juan Mujica

Miembro de Número de la Academia Chilena de


la Historia, académico correspondiente de la
Real Academia Española de la Historia y de la
Academia Nacional de la Historia del Perú.

Ponencia que presenta a la consideración


del Congreso sobre el mestizaje en el
Perú, convocado para conmemorar el

sexagésimo aniversario del Instituto


Histórico del Perú.
DESCENDENCIA CHILENA DE LOS INCAS

Preclara descendencia ha perpetuado en Chile la progenie milena


ria de los soberanos del Perú. Si en verdad no existen ramas mante
nidas en el decurso de los siglos en línea estrictamente varonil y con

apellido incaico, muy numerosos hasta el presente son los linajes que
proceden por alianzas remotas femeninas de aquella tan gloriosa dinas
tía imperial del Cuzco.
No existen referencias que confirmen la posible generación de hijos
que el emperador Inca
Yupanqui su expedición ya relatada.
tuviera en

Se calcula que su permanencia en las provincias norteñas de Chile no


debería ser menor de un año a algo más. Los parientes del monarca,

que desempeñaban cargos militares y administrativos, que avanzaron en


aquella primera exploración hasta la ribera del río Maule, donde se fijó
la frontera del imperio incaico, pudieron atenerse a la humana condición

que perpetúa la especie. Tampoco se han fijado datos sobre hijos de


otros príncipes incas que anduvieron en las provincias chilenas, comisio
nados en funciones gubernativas por orden del soberano reinante.
Un buen príncipe amigo de los españoles fue Paullu Túpac hijo del
emperador Huayna Cápac, se portó como fiel compañero del Adelantado
Diego de Almagro en su: desventurada empresa por tierras chilenas. Pa
ra asegurar la lealtad de los aborígenes y acatamiento a las órdenes que

impartiera el emperador Manco II desde el Cuzco, hermano mayor de


Paullu, nada podía ser más conveniente que la presencia de este prín
cipe junto al empeñoso general manchego. Este debía buscar la tierra
propicia para instituir efectivamente su deseada gobernación de Nueva
Toledo .

Ninguna referencia ha quedado sobre posibles hijos del príncipe


Paullu Túpac, nacidos en las comarcas donde anduviera en su campaña
militar de seis meses. Terminada esta jornada, Almagro que se había
instalado en el Cuzco le dio para su residencia el palacio de Huáscar.
En la cruenta guerra fratricida de los Pizarro y el Adelantado, el prín

cipe se mantuvo siempre fiel en el bando almagrista. Concurrió a la


batalla de las Salinas al mando de una división de seis mil indios. El

emperador Carlos V recomendó reiteradamente la persona de este vastago


de la dinastía inca. En 1543 recibió solemnemente el sacramento del
bautismo, imponiéndosele el nombre de Cristóbal, que era el propio del
gobernador Vaca de Castro. Su devoción cristiana quedó manifiesta en
DESCENDENCIA CHILENA DE LOS INCAS 351

la capilla que mandó construir en Cuzco para su enterramiento. Sábese

que fue casado con Catalina Usica Coya, en la cual procreara al llamado
don Carlos Inca. Este compañero de primeras letras y es
príncipe fue
tudios de latín del cronista Garcilaso, su pariente. Contrajo matrimonio
con la dama española María de Esquivel, en quien tuvo a Melchor Carlos

Inca, nacido en Cuzco, caballero de Santiago el año 1607 .

Acrecentada la empresa política de Chile, que Pedro de Valdivia


logró dejar resuelta con catorce de lucha inaudita, con esfuerzo
años
ejemplar se echan los cimientos de futuras urbes. En estas nacientes
ciudades chilenas aparecen afincados entre sus primitivos pobladores,
algunos debieron pertenecer a la estirpe imperial del Cuzco.
que Es
cosa bien sabida que usada como nombre o apellido la palabra Inca o
Inga tiene el claro significado de ser la persona que la usa un auténtico

vastago del linaje real que dominara tantos siglos en el Perú y regiones
conquistadas por los mismos soberanos.
El 20 de noviembre de
1560, García Hurtado de Mendoza, como
gobernador capitán general de Chile instituyó su teniente en la gober
y
nación de la inmensa provincia de Cuyo, al capitán Pedro de Castillo.
Este cumplió aquella misión, sobrepasó la cordillera de los Andes e ins
taló con la ceremonia de estilo la ciudad de Mendoza, el 2 de marzo
de 1561. Actuó como lenguaraz para explicar los hechos que allí ocurrían
a los caciques regionales, el mestizo
peruano Bartolomé Flores. Entre
los pobladores de la naciente urbe figura el respetable Don Martín Inga.
El sustantivo de calidad honorífica que precede al nombre de pila no es
puesto de manera arbitraria.
En el plano que historiador tari veraz y
minucioso como Tomás
Thayer Ojeda, especializado en tareas semejan
tes, nos da reconstruido sobre la planta de esa ciudad, el único vecino
fundador que lleva el título de don es el referido Martín
Inga. El solar que
se le concediera en el repartimiento tenía la superficie de un cuarto de
manzana y esta la
compartía con personas tan distinguidas como el ca
pitán Hernando Arias de Saavedra, encomendero y alcalde más tarde de
la misma ciudad y su corregidor y justicia mayor; Alonso Jirón, agra
ciado en el reparto de las chacras de dos
con una cuadras, y Jerónimo
de Saavedra, que hablaba la lengua de los aborígenes y que el mismo
Thayer le cree hijo de caciques principales, pues le vio denominado en
algún documento con el calificativo don.
Otro signo elocuente de la calidad superior de Don Martín
Inga, lo
registra el catastro del reparto de tierras concedidas a los vecinos fun
dadores de Mendoza, aparte el solar de su casa y morada habitual. A él
se le entregó una extensa chacra con diez
ocho cuadras de superficie.
y
La más extensa del mismo
plano, circunstancia que explica la alta ca
lidad del agraciado.
El mismo Thayer en su excelente
estudio titulado "Formación de
la sociedad chilena y censo de la
población de Chile en los años de
1540 a 1565", registra en el tomo
segundo de esta obra la presencia de
352 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

otro personaje de la categoría imperial. Este posible vastago de la di


nastía cuzqüeña se hace reconocer con el simple nombre de Don
Diego
Inga. Se sabe que por amistad y admiración profesadas al Adelantado
Almagro, fueron muchos los peruanos que al bautizarse se hicieron im
poner el nombre Diego, uno de los derivados de San Jacobo o, más es-
pañolamente, Santiago. De este Don Diego Inga sabemos que se en

contrabaen Santiago el año 1565.


Un protocolo de escrituras públicas extendidas ante escribanos de
esta capital, que se abre eñ 1566 y forma el volumen 2 del caudaloso
repertorio de estos funcionarios, hoy conservado en el rico Archivo Na
cional de Chile, da referencias sobre la propiedad urbana. Un señor
denominado sencillamente Juan Inga, consta que poseía un solar de po
blador de la ciudad, con superficie equivalente a todo un cuarto de man
zana. Registra estos antecedentes Tomás Thayer en su prolijo y muy
apreciable estudio titulado "Santiago durante el siglo XVI. Constitu
ción de la propiedad urbana y noticias biográficas de sus primeros po
bladores". Tan importante trabajo se publicó en los Anales de la Uni
versidad, correspondientes a enero y febrero de 1905. Sobre este ya le
jano habitante de la capital chilena, dice Thayer: "Juan Inga. 61. (Nú
mero de la manzana dentro del plano urbano) Nombrado en algunos.

documentos Juan, indio del Cuzco, y en otros: Juan que se llama el


Inga. Esta última denominación induce a creer que pretendería perte
necer a la familia de los Incas".
Cabe una aclaración que puede alcanzar a la descendencia dejada
en Chile por estos pobladores que solamente se dieron a conocer en los
documentos referidos con el simple apellido Inga o Inca. Es cosa bien
sabida que muchos vastagos umversalmente reconocidos como derivados
de la dinastía imperial del Perú, adoptaron apellidos de sus leales amigos
españoles o de los gobernantes que les ampararon personalmente y favo
recieron a sus parientes. Muy conocidos son los casos de quienes toma
ron el apellido Castro, en recuerdo de mercedes otorgadas por el gober

nador Vaca de Castro. Otros adoptaron los muy ilustres apellidos de


Ayala, Guzmán, Enriquez, Mendoza, Silva, Zapata o Zúñiga con iguales
consideraciones. También era práctica corriente que los neófitos al re
cibir el bautismo, siendo en la edad adulta, usaban los apellidos del
padrino y de la madrina, según el mayor afecto que por ellos sentían.

* * *

Si hasta hoy no es posible precisar la existencia en Chile de autén


ticos descendientes de las personas antes nombradas, queen el país usa

ron el hay por otros progenitores, que en verdad pro


apellido Inga, los

cedían de los emperadores del Cuzco .

El primer grupo de chilenos que entroncaron cot el emperador


Huayna Cápac, se forma en el hogar del capitán García Díaz de Castro,
DESCENDENCIA CHILENA DE LOS INCAS 353

vecino feudatario de la ciudad de la Serena. Vino en la expedición de

Almagro, 1536, y regresó al Cuzco, donde se incorporó en la hueste de


Pedro de Candía para el descubrimiento de los chunchos, también de
grandes infortunios. Luego se alista junto con Francisco de Villagra para
volver a Chile en la expedición fundadora de Pedro de Valdivia. Su
nombre queda entre los heroicos primeros pobladores de la capital de
Chile. En 1544 se participar en otra arriesgada empresa ci
enrola para
vilizadora y acude bajo el mando del capitán Juan Bohon a la incipiente
fundación de la Serena. Se cumple esta jornada sólo con el esfuerzo de
veintiún españoles con un grupo de fieles aborígenes peruanos. Díaz de
Castro recibió la vara de regidor del cabildo de la ciudad recién fundada.
Por encontrarse realizando gestiones de interés público en Santiago, es
capó a la matanza general, incendio y destrucción de la Serena, al me
diar enero de 1549. Acudió con presteza y arrojo singular al socorro de
la misma urbe asolada y el 26 de agosto inmediato, al repoblar la misma
el general Francisco de Aguirre fue designado su alcalde y reconocido
oomo regidor perpetuo. Desempeñó la alcaldía varias veces y los cargos
de tesorero real, corregidor, justicia mayor y capitán a guerra del par
tido de Coquimbo. Murió en 1571. A tan gentil caballero correspondió
una ilustre esposa. Esta sería la princesa cuzqueña Barbóla Coya, hija
de los príncipes Huyra Túpac Inca y Huacac Coya, su
mujer, y nieta
del Emperador Manco II y Raba Ocllo, su esposa. Su bisabuelo resulta
ser el gran Huayna Cápac, cuyo nombre llena medio siglo de historia.
No es posible precisar cuántos hijos produjo este enlace imperial. En
los incendios, demás calamidades que han castigado a la
terremotos y
Serena se destruyeron los protocolos de escribanos, los
expedientes ju
diciales y los libros parroquiales de aquellos tiempos. La ciencia bio-
genográfica, cultivada con suma seriedad en Chile y Argentina, registra
los nacimientos de varón y cuatro hembras, entre los frutos de aquel
un

matrimonio que mantuvo un hogar pletórico de tradiciones tanto


espa
ñolas como peruanas en la tierra chilena.
El varón de la familia se llamó Ruy Díaz de Castro, tal vez como
se pudo llamar su abuelo paterno, que fuera vecino de Sevilla, con re
conocida hidalguía aquella gran ciudad. Nació en la Serena el año
en

1548 y sirvió de paje al gobernador


Rodrigo de Quiroga. Enrolado al
ejército pelea en la guerra de Arauco y obtiene grado de capitán. Heredó
la encomienda de su padre y murió en 1589. No tuvo descendencia de
su matrimonio con Inés de Cáceres. Las tres hermanas Díaz de Castro
Coya llevaron los nombres de
Mayor, Inés, viuda en 1620, y Catalina,
que continúa la sucesión. La
primera nombrada casó tres veces: con
Juan González, Gregorio de Quirós y Juan de Foronda.
Catalina Díaz de Castro Coya nació en la
Serena cerca de 1546
Escapó a la destrucción de la ciudad por encontrarse con sus
progeni
tores en Santiago, en 1549. Casó por 1563 con el
capitán Gaspar de
Medina, teniente de gobernador de Tucumán en 1566. Los
hijos pro-
354 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

ducidos por este matrimonio transmitieron la sangre imperial de los fa


mosos Incas del Cuzco a numerosas familias por enlaces sucesivos. Con
estas alianzas se formaron muy respetables linajes que han dado gran
cantidad de hijos ilustres en todos los aspectos de la sociedad. Del sa

cerdocio apolítica y la diplomacia, de las letras a las armas, es


la alta
como una inmensa legión de notables personajes la que deriva, aunque

con distancia proporcionada al correr de los siglos, de aquel sencillo ho

gar patriarcal de los Medina Castro. Los linajes que en forma más di
recta han transmitido la sangre incaica de la princesa Bárbara Coya
llevan los apellidos de Garnica, Prado, Delgado, Aguirre, Cárcamo, Co-
tapos, Bustamante, Guerrero, Astorga, Bruce, Gatíca, Infante, Eyza-
guirre, Gutiérrez, León, Luco, Lobo, Martínez, Madariaga, Carrera,
Gamboa, Montt, Olave, Molina, Silva, Errázuriz, Aldunate, Sotomayor,
Toro, Torres, Rivadeneira, Tuñón, Barros, Vargas, Ureta, Pinto, Santa
María, Alcalde, Velasco y muchas más que han entroncado con los ex
puestos en tan larga lista.
De manera sumaria personalidades más nota
se nombran aquí las
bles en la vida Chile, que documentalmente justifican des
política de
cender del insigne emperador Huayna Cápac. La nómina se puede ini
ciar con el conde de la Conquista, Mateo de Toro Zambrano, Presidente
de la Junta Nacional de Gobierno instalada en Santiago el 18 de se
tiembre de 1810. También portaba la sangre del mismo monarca cuz-

queño, su cónyuge la condesa Nicolasa de Valdés y Carrera. Luego vie


ne el nombre glorioso del general José Miguel Carrera, también Presi

dente de otra Junta con mayor soberanía. Se juntarán los nombres de


Fernando Errázuriz Aldunate y de sus sobrinos Federico Errázuriz Za-
ñartu, Federico Errázuriz Echaurren y Germán Riesco Errázuriz, los
tres últimos con la banda presidencial muy bien ganada. Surgen luego
otros tres Presidentes de la República: Manuel Montt Torres, Jorge
Montt Alvarez y Pedro Montt y Montt. La misma ascendencia cuz-

queña les alcanza a progenituras de Aníbal Pinto Garmendia, Domingo


Santa María González, Ramón Barros Luco, Emiliano Figueroa Larraín
y Jorge Alessandri Rodríguez, que también ejercieron la suprema ma
gistratura de la nación.
Con los nombres expuestos, fácil resulta comprender que sería pre
ciso presentar un voluminoso texto de biogenografía para analizar largos
entroncamientos, con prolíficas ramas de ellos dimanadas. El resultado
de esa prolija tarea sería semejante legión
a una de damas- y caballeros

de otros tiempos. Con esaproliferada visión es justo confirmar los lazos


invulnerables de la buena tradición y la consanguinidad hispanoameri
cana .

* * *

El segundo grupo de chilenos que también proceden del insigne


emperador Huayna Cápac deriva directamente- de, una hija legítima del
DESCENDENCIA CHILENA DE LOS INCAS 355

gran soberano del Perú. La princesa se llamaba Beatriz Huayllas y re


cibió el bautismo en el Cuzco el año 1543. Fue la menor hermana de
Inés Huayllas Ñusta, la amiga del marqués Francisco Pizarro, también

progenitora de los marqueses de la Conquista, como lo fue de la ilustre


casa limeña de Ampuero, por su matrimonio con el capitán Francisco

de Ampuero, fiel compañero de Pizarro en graves situaciones y tutor de


sus hijos.

La antes nombrada Beatriz Huayllas Coya contrajo matrimonio con


un noble caballero vasco llamado Pedro de Bustinza, vecino feudatario
del Cuzco. Se encontraba Andahuaylas buscando bastimentos y tro
en

pas para ayudar a Gonzalo Pizarro, donde le tomó


prisionero Lope Mar
tín y le llevó al campamento del licehciado Gasea. Después de un breve
sumario fue ejecutado. Su viuda, como dama de alta categoría y gran
fortuna, se vio cortejada por un español de clase modesta llamado Diego
Hernández.
Progenitura de la línea incaica que se establecerá luego en Chile
fue Mariana de Bazán Bustinza, nieta de la referida
princesa Beatriz
Huayllas Coya y de su primer marido Pedro de Bustinza. Por línea
varonil debió pertenecer a la estirpe de de
Diego Bazán,vecino feuda
tario del Cuzco, que en 1534 fuera designado regidor del primer cabildo
de la imperial ciudad. La referida Mariana contrajo matrimonio con
el capitán Juan de Silva, caballero de
Santiago, abuelos maternos de
Antonio de Bocanegra Silva. Este nació en Lima el año 1590
y obtuvo
su nombramiento de escribano público por real cédula despachada a su
favor el 15 de junio de 1619. Pasó con destino al reino de Chile y el
cabildo de Santiago le recibió en el ejercicio de su cargo en sesión cele
brada el 7 de noviembre de 1621. La descendencia del noble escribano
Bocanegra es muy numerosa en Chile. Su ilustre sangre incaica entró
por líneas femeninas las
distinguidas familias Omepesoa, Gómez de
a

Silva, Losada, Quiroga, Allendesalazar, Grinwood, Ballivián, Tezanos


Pinto, Sarratea, Videla, Gutiérrez, Yávar, Espiñeira, Pascal, Grove,
Armstrong, Arrau y muchas más.
BIBLIOGRAFÍA

CUADRA GORMAZ, Guillermo: "Origen de doscientas familias coloniales de San


tiago. (Santiago, 1914) .

CUADRA GORMAZ, Guillermo: "Familias coloniales de Santiago" (Santiago, 1918).

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CUADRA GORMAZ, Guillermo: "Origen y desarrollo de las familias chilenas".


(Santiago, 1948 y 1949). 2 volúmenes.

ESPEJO, Juan Luis: "Nobiliario de la antigua capitanía general de Chile" (Santia


go, 1917 y 1921) 2 volúmenes.

MEDINA, José Toribio: "Diccionario biográfico colonial de Chile". (Santiago, 1906).

MENDIBURU, Manuel: "Diccionario histórico biográfico del Perú". (Lima, 1931-


1934) . 11 volúmenes.

MUJICA, Juan: "Nobleza colonial de Chile". (Santiago, 1927). Hay dos volúmenes
inéditos de esta obra.

ROA Y URSUA: Luis: "El reyno de Chile". (Madrid, 1945).

SAN CRISTÓVAL, Evaristo: "Apéndice al Diccionario histórico biográfico del Pe


rú". (Lima, 1935-1938). 4 volúmenes.

THAYER OJEDA, Tomás: "Santiago durante el siglo XVI". (Santiago, 1905).

THAYER OJEDA, Tomás: "Las antiguas ciudades de Chile" (Santiago, 1911) .

THAYER OJEDA, Tomás: "Formación de la sociedad chilena. Censo de la pobla


ción durante los años 1540 a 1565). (Santiago, 1939-1941) 3 volúmenes.
Migraciones anónimas del Perú a Chile
Por Juan Mujica

Miembro de Número de la Academia Chilena de


la Historia, Académico correspondiente de la Real
Academia Española de la Historia y de la Acade
mia Nacional de la Historia del Perú.

Ponencia que presenta a la consideración


del Congreso sobre el mestizaje en el Perú,
convocado para conmemorar el sexagésimo
aniversario del Instituto Histórico del
Perú.
MIGRACIONES ANÓNIMAS DEL PERÚ A CHILE

Como una aproximación a la realidad circundante, que un profun


do estudio del tema podría dejar esclarecida, presento en forma muy
sumaria datos concretos sobre el largo mestizaje peruano-chileno.
Eludo explicaciones sobre temas que autorizados especialistas pue
den comentar. El avance cotidiano que la paciente labor de sabios an
tropólogos ha venido conquistando para el conocimiento de esta ciencia,
cuenta con mi entusiasta admiración. hay sobre suelo de la
Cada día
extensa América un nuevo descubrimiento, que jalona la existencia del
hombre en épocas más y más remotas en estratos de primaria o avan
zada civilización.
Las andanzas de la especie humana en estos dilatados territorios
están científicamente registradas, con el esfuerzo generoso de quienes
consumen largas jornadas al estudio de la antropología. Varios miles
de años han corrido desde que aparecieran las primeras tribus andarie

gas en este maravilloso Continente. Semejan dos inmensos cuerpos fra


ternales que en la parte central se estrecharan sus manos y que hunden
sus plantas en sendas regiones polares. No me detengo en atractivas

descripciones geográficas. Señalo solamente que entre los grandes océanos,


abordando enormes ríos y escalando ingentes montañas o atravesando
desiertos inhóspitos, las generaciones que nos precedido lograron
han
vencer dificultades y peligros inauditos para poblar nuestras patrias.
Lógico es los descubrimientos de milenarias épo
decir, de acuerdo a

cas, que las migraciones procedentes del territorio que hoy forma el
Perú se esparcieron en el decurso del tiempo por todo el cono sur de
América. La obra lenta pero sucesiva de las excavaciones así lo indica.
El aserto se confirma con la viva documentación de la toponimia que
hasta hoy permanece por todos estos tan distanciados países y debe ser
conservada con lealtad invulnerable.
Consecuente lo expuesto, no procede en mi relato la referente
con

a esas migraciones de gente peruana al suelo de Chile. Cru


remotas
zando los desiertos de Tarapacá y Atacama, como también por las rutas
de las tierras diaguitas y tucumanas, vinieron aquellas tribus primitivas
en busca de algo nuevo.

primera mitad del siglo XV nos permite la historia fijar una


En la
conocida emigración peruana sobre tierra chilena. Los cronistas espa
ñoles del siglo inmediato ajustaron sus referencias a las noticias trans-
MIGRACIONES ANÓNIMAS DEL PERÚ A CHILE 359

mitidas verbalmente por personas ancianas, merecedoras de ser conside


radas veraces. El conjunto de tan diversos textos lo estudia fervorosa
mente el más ilustre y más connotado de los mestizos: el inca Garcilaso
de la Vega. En el libro sétimo de su nutrida y animada crónica, titulada
"Comentarios Reales", describe las conquistas que Inca Yupanqui, déci
mo rey, hizo en el Perú y en el reino de Chile. Relata que este soberano
viéndose poderoso de gente y hacienda, resolvió tan arriesgada y larga
empresa. Dejó en su centro administrativo del Cuzco las autoridades
idóneas mantener el buen gobierno de su dilatado imperio. Salió
para
después la pro
con su corte y un poderoso ejército, arribando meses a

vincia de Atacama, desde antes ya sometida a su soberanía. Aquí se

desarrollaba una cultura en que participaban mitimaes sometidos a su

mandato, que imponían costumbres, creencias religiosas, leyes y demás


elementos conformes a la desarrollada civilización del incanato. La len

gua quechua, mezclada con la aimara, había suplantado a la antigua


cunza, propia de
regiónesa siglos lejanos.
en primitiva Atacama Esta

corresponde a la mitad del territorio de la actual provincia de Antofa-


gasta, palabra cuyo significado no me han podido explicar los sabios fi
lólogos que he consultado.
El Inca Yupanqui estableció su cuartel general posiblemente en la
localidad que un siglo más tarde se denominaría San Pedro de Atacama.
Desde allí envió —
nos dice Garcilaso —

corredores y espías que fuesen


por aquel despoblado desierto que hacía el sur se extendía. Llevaban la
orden de explorar esa lejana y tan ignorada región, buscando huellas
que permitiesen asegurar camino para el avance. Advierte el cronista
cúzqueño que los exploradores fueron incas, es decir auténticos príncipes
de la estirpe del mismo emperador, porque las cosas de tanta importancia
no las fiaban aquellos soberanos sino a
personas de su linaje, a los cuales
les dieron guías de la misma región para que realizaran esa avanzada
exploración y nueva conquista territorial. Con grandes esfuerzos, man

teniendo el Inca constante comunicación por medio de chasquis o correos


del avance de las tropas exploradoras, con gran diligencia y privaciones,
fue solucionada la inhospitalidad del desierto. Dejaban señales por don
de pasaban para no perder la ruta cuando volviesen con refuerzos en su
afanosa campaña. Esto valía para que los nuevos exploradores
supieran
la travesía jalonada convencionalmente para obtener el éxito deseado.
El cronista mestizo dice que fueron yendo
y viniendo como hormigas,
que con diligencia y trabajo horadaron las ochenta leguas que había
desde el campamento del Inca al fértil valle de some Copiapó. Aquí
tieron a las tribus diaguitas pobladoras de la región. Luego continuaron
igual jornada de otras tantas leguas hasta arribar al hermoso valle de
Coquimbo. Regresaban los exploradores a comunicar al soberano la si
tuación que podría exigir combate con la tribus citadas.
Inca Yupanqui
dispuso el traslado de un cuerpo de tropas compuesto de diez mil hom
bres, bajo el mando del general Sinchiroca, que tenía a sus órdenes a
360 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

dos comandantes, que también eran vastagos de la sangre imperial. Es


te poderoso ejército peruano ocupó aquella extensa región, teniendo que
entrar en batalla ante la resistencia presentada por los antiguos pobla
dores. La voluntad del Inca era hacer una pacífica conquista de estos
nuevos territorios de su imperio. Envió claros mensajes a las retrasadas
tribus de Copiapó, pidiéndoles someterse para su bien bajo su ampara
dora potestad, que dejaran la idolatría y aceptaran la religión, costum
bres y leyes del imperio incaico. Ordenó que partiese también otro
ejército, integrado también con diez mil soldados para reforzar al pri
mero. Al ver los habitantes de Copiapó tal cantidad de fuerzas milita
res, quebrantaron la resistencia, pues continuar la inicial lucha habría

producido un total exterminio de todas las tribus allí establecidas. Vino


la paz y con ella el fruto inmediato del mestizaje, producido por las
uniones de soldados peruanos con las nativas mujeres de esta región.
Como el historiador no puede echar mano a documentación escrita
de época, ya que no obstante la avanzada civilización producida en
esa

el imperio del Tahuantinsuyo no se creó un sistema de escritura para


transmitir las noticias del pasado, pocos detalles existen de aquella ocu

pación. Hay que atenerse a las informaciones obtenidas por los prime
ros cronistas o a los hechos que relataron verbalmente los exploradores
hispanos que movieron su vida andariega en los maravillosos descubri
mientos del Perú y Chile.
De manera fehaciente consta que el emperador Inca Yupanqui or
denó que se establecieran dos principales gobernaciones en el reino de
Chile. gobernadores tuvieron sus fortalezas en los valles de Co
Estos
quimbo y Aconcagua. Contaban con bodegas para almacenar frutos de
la tierra, vestuario y los metales preciosos extraídos de las minas de
cada región. El gobernador debía ser un funcionario de la estirpe incaica,
que gozaba de la absoluta confianza del monarca. Contaba con sufi
ciente tropa, formada por muy probados y leales jefes y soldados perua
nos. Unos y otros se hacían acompañar en sus guarniciones por sus es

posas ehijos.
No ha quedado constancia de batallas libradas por las tropas pe
ruanas invasoras con los aborígenes que poblaban los valles de la pro

vincia de Coquimbo. El ilustre cronista cuzqueño nos relata la nueva


empresa en avance hacia la genuina parte central, también la mas rica
y fértil del largo país sureño. Después de permanecer el ejército impe
rial, que alcanzaba un número mayor a veinte mil hombres, durante va

rios meses en Coquimbo, explica el comentado Garcilaso: "De allí pa


saron adelante, conquistando todas las naciones que hay hasta el valle

de Chile, del cual toma nombre todo el reino llamado Chile. En todo
el tiempo que duró aquella conquista, que según dicen fueron más de
seis años, el Inca siempre tuvo particular cuidado de socorrer a los suyos
con gente, armas y bastimento, vestido y calzado, que no les faltase cosa

alguna; porque bien entendía cuánto importaba a su honra y majestad


MIGRACIONES ANÓNIMAS DEL PERÚ A CHILE 361

que los suyos no volviesen un pie atrás. Por lo cual vino a tener en

Chile más de cincuenta mil hombres de guerra" .

Es preciso una consideración sobre esta tan elevada cifra. Ella da


a entender que luego de las dos columnas de expedicionarios que digamos
iniciaron la conquista y población peruana de Chile, el emperador Yu
panqui ordenó refuerzos muy copiosos, ya que durante los seis años de
la campaña llegaron a juntarse sobre este nuevo país de su tan dilatado

imperio más de cincuenta mil soldados. No se trata en esta expresión


de yanaconas ni mitimaes, que también eran trasladados desde sus le
janas provincias a poblar las tierras recientemente conquistadas. Dice
el cronista que fueron hombres de guerra. La cifra que dan otros relatos
de aquella larga empresa incaica, alza la cantidad de las fuerzas mili
tares sobre sesenta mil hombres.
Sin grande esfuerzo y con mínimo sentido de la realidad humana,
es fácil comprender que la permanencia en suelo chileno de esas nutridas
columnas de guerreros, debieron cumplir también la natural misión po
bladora que siempre realizaron las huestes de invasiones a lo largo de
la historia humana.
Con delicada sencillez y admiración patriótica, agrega en su gusto
so texto el cronista las fuerzas del Inca destacadas al reino
mestizo, que
de Chile explayaron "tan bien bastecidas de todo lo necesario como si
estuvieran en la ciudad del Cuzco".
Los jefes militares que habían cumplido su cometido hasta vivaquear
en el bellísimo valle de Chile, así denominado entonces el fértil campo
en que discurre el río Aconcagua, enviaron noticias al Inca sobre el
éxito de esta conquista. Cada día encomendaba esta tarea
a un particu
lar correo, que .cumplía sü tarea con el sistema de
chasquis o postas
usado desde siglos atrás
por la civilización andina. Cuando la época
veraniega fue propicia para elavance de las tropas hacia la
región más
austral, dispusieron los respectivos capitanes la marcha hacia lo desco
nocido. El terreno no presentó graves dificultades a las columnas expe
dicionarias. La tierra se encontraba bastante poblada y con algunos
cultivos de productos alimenticios. El agua corría abundante y canta
rína por sucesivos arroyos, esteros
y ríos que hacen deliciosa la extensa
comarca que se enclaustra entre las cordilleras de
los Andes y de la
Costa. Anduvieron casi cincuenta leguas desde la
margen del Aconca
gua hasta el río Maule. No se conocen los combates si los hubo con los
pobladores de esta región central.
Pudieron someterse aquellas tribus
por las vías de la amistad entre peruanos y chilenos, que era la
nueva
razón más ecuánime para el bien de la
comunidad que sobrevivía un
retraso cultural muy evidente.
Anota Garcilaso que en esta
campaña las tropas del Inca atravesa
ron más allá del río Maule, en columnas
que sumaron veinte mil hombres
de guerra. Las huestes araucanas presentaron
heroica resistencia a los
invasores, sin aceptar en forma alguna las consideraciones
convenientes
362 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

para implantar la civilización


incaica sobre sus tierras. Las tribus arau
canas tenían conocimiento de la grandeza del
imperio de Tahuantinsuyo,
pero más que nada deseaban mantener su absoluta libertad a todo yugo
extraño. Declararon que preferían caer muertos todos antes de some
terse a la soberanía de lejanos señores ajenos a su propia raza. Recha
zaron entrar en parlamento con los peruanos y con su reducido arma
mento presentaron combate. La batalla de los araucanos se prolongó
durante tres largos días. No hubo en las refriegas vencidos ni vencedo
res. Los jefes militares enviados por el Inca se reunieron en consejo de
guerra y acordaron retirarse a la otra margen del río Maule, sin buscar
la exasperación bélica de las indómitas huestes araucanas, que sumaban
cantidad de otros tantos veinte mil hombres, pero situados en la propia
defensa de sus lares nativos.
Desde el lugar señalado como frontera del
imperio incaico, el co
mando principal de la inmensa región conquistada comunicó al empera
dor Yupanqui la resistencia de los araucanos. Las tropas se distribu
yeron convenientemente en todo el territorio ocupado de Chile. Un nu

trido refuerzo de buenos soldados quedó situado en toda la ribera del


Maule, encargado de la defensa del Estado chileno, como un rico reino
de la monarquía incaica. La veracidad de los hechos relatados por Gar
cilaso es fácil aceptarla, ya que sus "Comentarios Reales" se nutrieron

con justas noticias que recogiera pacientemente en la tertulia hogareña.


Tengamos en consideración que su abuelo materno fue el príncipe Huallpa
Túpac, hijo de Túpac Inca Yupanqui, siendo éste el directo heredero de
Inca Yupanqui, afortunado conquistador de provincias chilenas.
Ordenó este emperador a sus generales que no llevaran nuevas inva
siones a las tierras australes. Ya su imperio abarcaba más de mil leguas
de largo. Por su latitud no le cabía camparación en el Continente. La
soberanía de los Incas era absoluta y aceptada por los inumerables so

metidos con respeto o veneración. Ordenó sabiamente que en la ocupa


ción de los territorios chilenos implantaran las leyes, costumbres y
se

culto religioso tal como se cumplía en las demás provincias de sus do


minios. Nombró gobernadores en las regiones más importantes y se es
tima que los principales feudos o cacicazgos fueron entregados a descen
dientes de la familia imperial que habían integrado las columnas expedi
cionarias en la conquista de Chile. Murió en 1453.
Con los datos recién expuestos cabe calcular un constante e intenso
acercamiento étnico de los ocupantes y los pobladores primitivos de estas
tierras. Hay que considerar también la llegada solícita de muchas mu
jeresperuanas que vinieron una vez asentada la dominación incaica, en

busca de parientes soldados. Se establecieron también en regiones


estas
nutridos grupos de mitimaes, que eran pobladores colonizadores, que
con sus familias se trasladaban para acentuar la civilización incaica en

los nuevos territorios del imperio. Túpac Inca Yupanqui mantuvo du

rante su reinado esta misma política de pacífica ocupación de sus dilata-


MIGRACIONES ANÓNIMAS DEL PERÚ A CHILE 363

dos dominios. Compartía las graves responsabilidades del trono con su

extensa parentela. exagerados,


En cálculos no asegura que padre
se su

dejaba al hijos. Con estas cifras re


morir más de doscientos cincuenta
sulta fácil comprender la imperial ascendencia de numerosos caciques
infeudados en toda la extensión de la monarquía incaica. Los hijos del
soberano, dotados de más relevantes condiciones, eran provistos para los
altos cargos militares, religiosos y gubernativos, como en todas partes.
Se cuenta que el emperador Túpac Inca Yupanqui salió durante los
primeros años de su reinado a visitar sus dominios. Los aumentó con
la conquista de nuevas y muy ricas provincias, incluyéndose el hermoso
reino de Quito, con larga campaña de cinco años.
La visita a sus dominios de Chile que posiblemente realizara Túpac
Inca Yupanqui, no la encuentro en los primeros cronistas del Perú. Pe
ro Garcilaso en el libro octavo de sus Comentarios Reales, relata lo

siguiente: "Visitaba por sus gobernadores el reino de Chile cada dos,


tres años; enviaba mucha ropa fina y preseas de su persona para los
curacas y sus deudos, y otra mucha ropa de la común para los vasallos.

De allá (de Chile) le enviaban los caciques mucho oro y mucha plume
ría y otros frutos de la tierra; y esto duró hasta que don Diego de Al
magro entró aquel reino".
en

También dejó abundante descendencia este famoso Inca, segundo


emperador de los dominios chilenos. Se cuenta que sus hijos, entre va
rones y hembras pasaron de doscientos. Su insigne bisnieto el inca Gar
cilaso de la Vega nos dice: "Embalsamaron su cuerpo, como yo lo al
cancé a ver después, el año de 1559, que parecía que estaba vivo". Su
muerte había ocurrido en 1483.
En el año último citado entró reinar su primogénito Huayna Cápac,
a

grande entre los mejores y más


poderosos monarcas del imperio incaico.
Aumentó sus dominios con la conquista de otras ricas provincias en la
zona ecuatorial, implantando las sabias
leyes, costumbres, religión e
idioma de su inmenso estado. Sufrió la honda preocupación de los va
ticinios por astrólogos, que anunciaron la ruina del imperio al
producirse
la muerte del duodécimo soberano de su dinastía. Como él ocupaba ese

lugar en la cronología de los monarcas cuzqueños, creyó conveniente


mantener en estricta organización sus ejércitos para defenderse de la
anunciada invasión. Tuvo noticias veraces de las exploraciones hechas
en las costas del inmenso océano, después de la entrada de Balboa en
sus aguas. Se ha dicho de este emperador que tuvo más de trescientos
hijos, acentuándose con este dato, si fuese veraz, la horrible crueldad de
Atahuallpa que ordenó el fratricidio de todos los miembros de la
estirpe
incaica. Huayna Cápac murió en 1523.
Durante un quinquenio ocupó el trono
imperial Huáscar Inca, des
tronado por su hermano bastardo Atahuallpa, que desde su corte de
Quito promoviera la guerra civil para adueñarse sin mayor derecho de
todo el imperio incaico.
364 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

No existe documentación relacionada a este turbulento período de


acontecimientos, referencias directas al proceso histórico de las pro
con

vincias chilenas integrantes de esa gran monarquía. Se debe dar por en


tendido que los gobernadores designados para su administración cum
plirían las órdenes impartidas desde el Cuzco, aunque el orden jurídico
sufría menoscabo en uno y otro aspecto. Luego portarían noticias los
mismos encargados de llevar los tributos a la corte imperial. Así deben
haber llegado a estas remotas latitudes confusas relaciones verbales sobre
la invasión del suelo peruano por extraños hombres blancos y barbudos.
Más adelante se confirman los hechos fundamentales de las jornadas es
pañolas hasta la ocupación del Cuzco en 1533. Las tribus pobladoras del
norte y centro de Chile, mezcladas largamente con los peruanos, recibie
ron asustadas las noticias de la tragedia imperial que costara la vida a

Huáscar, Atahuallpa innumerables príncipes que el último hizo extermi


e

nar. Pizarro había entregado el solio imperial a Manco Inca Yupanqui,

que había cumplido diez y ocho años de edad. El decenio de su ficticio


reinado provocó la más imprevisible catástrofe política. En ella afincó
el origen de las tremendas guerras civiles, el odio entre pizarristas y al
magristas, que unidos arrojan un saldo pavoroso de muerte y destruc
ción. Cuando más urgente e impostergable habría sido el triunfo de la

buena convivencia humana para el bien común de estos países.


Manco prestó ayuda al Adelantado Diego de Almagro en su expe
dición a Chile. Ordenó que avanzaran en vanguardia su hermano el

príncipe Paullu Túpac y el sumo sacerdote Villac Urna, con varios es

pañoles y un refuerzo de dos mil indios de su ejército. Con Almagro


seguían las fuerzas de retaguardia, formada por cerca de trescientos es
pañoles y otros dos mil soldados indígenas, algunos yanaconas y mu
chísimas mujeres peruanas, que acompañaban a sus maridos. Este ele

mento femenino era de grande eficacia en las expediciones de aquel


Las mujeres dedicaban abnegadamente a socorrer a los en
tiempo. se

fermos, curaban a los que caían heridos en los combates, preparaban cui
dadosas los alimentos y atendían el lavado y conservación del vestuario.
Además, las mismas prestaban en graves ocasiones su eficaz colaboración,
en circunstancias arriesgadas, para establecer acuerdos o parlamentos que

produjeran campañas guerreras.


la paz en

En la expedición de Almagro a Chile, 1536-1537, las fuerzas explo


radoras sostuvieron combates con tribus radicadas en la zona norte. La
los refuerzos peruanos
permanencia de las tropas españolas, junto con

que no perecieron en la horripilante


travesía por las frígidas alturas an

dinas, debió muchas uniones de estos soldados de una y otra


producir
raza las aborígenes que encontraban establecidas cerca de sus cam
con

Alvarado con sesenta jine


pamentos. El avance del capitán Gómez de
con refuerzo de
tes y otros tantos infantes, hacia el sur, también contó
La columna
indios peruanos, leales a los valerosos amigos de Almagro.
los araucanos
de Alvarado terminó su cometido con fuertes combates que
MIGRACIONES ANÓNIMAS DEL PERÚ A CHILE 365

les presentaron las riberas del río Itata y del Biobío. La estación in
en

vernal con agudo frío y lluvias incontenibles provocó el desaliento de


los expedicionarios. Almagro convocó a los capitanes que le ayudaban
y levantó su campamento de la ribera del Aconcagua o valle de Chile

para retornar al Cuzco. La fracasada empresa rehizo su marcha por la


ruta cercana a la costa, aprovechando algunos tambos de oasis con viejos
pozos de agua que podían saciar a hombres y bestias en el inmenso de
sierto .

La infortunada expedición a Chile y la alevosa muerte de Almagro


en el Cuzco, produjeron una ola de desprestigio a la empresa pobladora
de las tierras chilenas unidas al Perú. En esta desmejorada situación
es cuando Pedro de Valdivia, rico encomendero del Collao, comienza a
gestionar su empresa pobladora del país más austral del mundo. Los
gastos correrán de su propia cuenta, pero se asocia con amigos empe
ñosos que confían el futuro.
Alza bandera de enrolamiento y junta
en

hombres, animales, armas y vituallas. Cuando estima que es oportuno,


inicia su marcha desde el Cuzco el 20 de enero de 1540. Primeramente
envió mensajeros hacia las tierras chilenas. Debieron ser grupos de
indios de su encomienda y soldados aborígenes que
ya conocían la ruta
del desierto. Consta que contaba Valdivia al partir de la capital del
imperio con mil indios peruanos que se repartirían en las diversas co
lumnas que formaron la expedición. Le prestaron su concurso ciento
setenta españoles y no todos arribaron al valle principal del Aconcagua.
A mediados de agosto penetró Valdivia con su hueste al desierto de
Atacama. Debió permanecer dos meses en el pueblo que tomó el nom

bre de su santo patrono, príncipe de los apóstoles. Con solemnidad cí


vica ocupó en nombre del rey de España las tierras de su gobernación,
estando Copiapó, que
en se denominó valle de la Posesión Los indios
prevenidos por los mensajeros no aceptaban de buen grado este some
timiento. Ocultaban el y las cosechas.
En Coquimbo huyeron del
oro

campamento cuatrocientos indios peruanos y se mezclaron con los abo


rígenes de la comarca .

Dato en extremo sugerente da Barros Arana al decir:


"Algunos sol
dados españoles traían consigo los niños
que les habían nacido de sus
uniones clandestinas con las indias del Perú". Considero
que también
venían muchas de estas aborígenes peruanas al cuidado de los
mismos
niños y se estimarían ellas esposas verdaderas de los ocasionales
compa
ñeros con quienes compartían la vida.
La situación referida por el
prestigioso historiador confirma en for
ma indeleble el reconocido orgullo paternal del hombre
español, junto
con la efectiva ternura maternal de la
mujer peruana.
Una vez situado el real de la
tropa de Valdivia en la ribera del Ma-
pocho, fue preciso buscar un avenimiento con los habitantes de la
región.
El mestizaje de aborígenes peruanos con la
gente chilena era ya una viva
realidad. Se había iniciado cerca de un
siglo antes con la ocu- primera
366 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

pación incaica. A los nuevos pobladores no les fue difícil darse a en

tender por los habitantes de la Barros Arana advierte que la


comarca.

lengua peruana era generalmente hablada en esta región y era el vehículo


expresivo que "servía a los españoles para entenderse con los indios, por
medio de los intérpretes que acompañaban al ejército invasor".
Puestos los pobladores ante el empeño promovido por Valdivia, se

inició la paciente construcción de una nueva ciudad en el sitio más ade


cuado a su buena defensa y sustentación. Al norte y al sur la guardaban
los brazos del río. Al lado oriental se defendería con la inmediata for
taleza telúrica del cerro Huelen, denominado Santa Lucía. Muy eficaz
colaboración prestaron los indios peruanos en los trabajos para alzar las
primeras viviendas, la iglesia parroquial y, con medios primitivos, los
puentes precisos para salir en busca de alimentos por los campos circun
vecinos. "Todos cavábamos, arábamos y sembrábamos, estando siempre
armados y los caballos ensillados", ha dicho Valdivia en una carta.
Barros Arana completa el cuadro de esfuerzo mancomunado y en su pro
lija exposición de aquellas faenas fundamentales para crear una nueva

nacionalidad —
aun sin ellos pensarlo —

por Valdivia y sus arriesgados


compañeros, advierte: "Pero en estas tareas tuvieron los españoles buenos
cooperadores en los indios de servicio que habían traído del Perú. Los

yanaconas, dice el mismo Valdivia, "eran nuestra vida", palabras que

explican la importancia de los auxilios que le prestaron en esos días de

prueba" .

La continuidad del reflujo producido por elementos étnicos pro


cedentes del Perú la tierra chilena, que los Incas habían incorporado
en

a su inmenso imperio, se podría confirmar con la caudalosa documenta


ción que atesora el Archivo General de Indias, guardado en la hermosa
Sevilla. Millares de expedientes se conservan allí que dan mucha luz
sobre mestizajes. En la imposibilidad material de exhibirlo todo, apro
vecho en este sumario estudio una pieza documental que ilustra amplia
mente .

El general Aguirre, gobernador del Tucumán, fundador


Francisco de
de la Serena y principales protectores de la generosa empresa
uno de los

pobladora que encabeza Pedro de Valdivia, rindió cuatro probanzas so


bre sus invalorables servicios. En la tercera de esas informaciones, in

coada en la Serena el 23 de julio de 1554, ante ."el magnífico señor Pedro


de Cisternas, alcalde ordinario en la dicha ciudad y sus términos por
Su Majestad". Los autos van autorizados por Gonzalo de Peñalosa,
escribano del Cabildo, y los certifica Juan Hurtado, escribano real. Uno
de los testigos más calificados, el noble soriano Diego Sánchez de Mo
rales Negrete, al relatar la pacificación de aquella región bajo la auto
ridad de Aguirre, declara que éste "trajo de paz a todos los indios de
los valles esta dicha ciudad, y sacó de poder de
sujetos y comarcanos a

los indios muchos mestizos, hijos de cristianos e indias cristianas, natu-


MIGRACIONES ANÓNIMAS DEL PERÚ A CHILE 367

rales del Perú, y este testigo tiene en su poder una mestiza, hija de un

cristiano que los dichos indios mataron".


En la misma información sustanciada la Serena, depone sobre el
en

mismo asunto otro importante vecino feudatario: Juan González, alcalde


de segundo voto. Asegura en su declaración que Aguirre sacó del poder
de aborígenes de esa región "mucha cantidad de yanaconas cristianos
e indias del Perú, y a muchos hijos de cristianos e hijas que estaban en
poder de los dichos indios, y algunos que había mucho tiempo que los
tenían cautivos y presos".
La vitalidad del mestizaje producido por los peruanos y las abo
rígenes chilenas durante aquel primer siglo de comunes destinos, se con
firma con numerosos testigos y cronistas de aquella gestadora época.
Agustín de Zarate, en su bien estimado relato que intitulara "Historia
del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú", refiere con
veracidad las empresas valerosas y trascendentales de los españoles por
esta tierra. Explica la situación de las constelaciones estelares que seña
lan nuestro polo antartico. También confirma el avance logrado en las
formas sociales del país, tras un siglo de
mestizaje.
"Los indios de Chile —

explica Zarate— visten como los del Perú;


son hombres y mujeres de buenos gestos y comen las viandas que en el
Perú".
En la empresa pobladora llevada adelante por Pedro de Valdivia
se impuso de manera más acentuada el
mestizaje de los peruanos de
ambos sexos aborígenes chilenos. También lo hubo con los europeos
con

que llevaban la responsabilidad del gobierno, cultivos agrícolas, defen


sa militar y normas sociales de acuerdo al espíritu occidental. Así en
estos amplios y generosos panoramas geofísicos germinarían fecundas
las simientes más aptas para constituir una rica y vigorosa personalidad
humana .
FUENTES DOCUMENTALES

"Colección de documentos inéditos para la Historia de Chile, desde el


viaje de
Magallanes hasta la batalla de Maipo. 1518-1818". Colectados y publica

dos por José Toribio Medina. (Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana —

1888-1902).— 30 volúmenes.

"Colección de documentos inéditos relativos al descubrinvento, conquista y coloni


zación de las posesiones españolas en América y Océanía, sacados en su ma
yor parte del Real Archivo de Indias", por Joaquín F. Pacheco, Francisco de
Cárdenas y Luis Torres de Mendoza.— (Madrid, 1864-1884) 42 volúmenes.
.

"Boletín de la Academia Chilena de la Historia", (Santiago, 1933-1964) 70 números.

"Revista Chilena de Historia y Geografía", (Santiago, 1911-1963). —


131 números.

Barros Arana, Diego: "Historia General de Chile", (Santiago, 1884). —


16 volúmenes.

Garcilaso Inca de la Vega: Comentarios reales. (Lima, 1960) .



3 volúmenes.

Medina, José Toribio: "Diccionario biográfico colonial de Chile". (Santiago, 1904),

Mendiburu, Manuel de: "Diccionario histórico biográfico de Perú". —

(Lima, 1931-
1934) 11 volúmenes.

San Cristóval Evaristo: "Apéndice al Diccionario histórico biográfico del General


D. Manuel de Mendiburu"., (Lima, 1935-1938). —
4 volúmenes.

Thayer Ojeda, Tomás: "Formación de la sociedad chilena y censo de población de


Chile, desde 1540 a 1565". (Santiago, 1939-1941) 3 volúmenes.

Thayer Ojeda, Tomás: "Santiago durante el siglo XVI". (Santiago, 1905).


Thayer Ojeda, Tomás: "Las antiguas ciudades de Chile", (Santiago, 1911) .
VIII.— SESIÓN DE CLAUSURA

1) El futuro de las investigaciones sobre mestizaje en las Américas.


Por Lewis Harike. (Columbia University. New York. U.S. A.)

2) El mestizaje cultural americano. Por Jaime Delgado.

3) La vocación mestiza del Perú. Por José Agustín de ¡a Puente


Candamo. (Discurso en el acto de clausura de]Congreso del
Mestizaje).
El futuro de las investigaciones sobre
mestizaje en las Américas
Por Lewis Hanke

Columbia University New York. U S A


. . .

Al clausurar toda reunión académica, como este "Seminario sobre


Mestizaje" que la Academia Nacional de la Historia ha tenido la inicia
tiva de patrocinar, es necesario hacerse esta pregunta: ¿Cuál debe ser el

próximo paso que deberíamos dar? ¿Cómo reducir a la práctica las ideas
discutidas y las resoluciones tomadas?
Es costumbre entre los profesores universitarios, al menos en mi
país, emplear días y días discutiendo
posibles proyectos de investigación,
que se desearían comenzar, si sólo se dispusiese del tiempo y el dinero
necesario. Muchas de estas discusiones, tenidas en los Estados Unidos,
fueron organizadas por el Doctor Waldo Leland, Director del American
Council of Learned Sodeties, el cual empleó su vida escuchando a infi
nidad de profesores que le proponían proyectos de posibles investigacio
nes y publicaciones. Después de tales conferencias, tenidas en los fines
de semana, el Doctor Leland solía proponer a los presentes una pregunta
final: "Y bien, caballeros, ¿qué piensan ustedes hacer el próximo lunes
por la mañana para llevar a cabo estos proyectos?".
Aunque desgraciadamente no he tenido la oportunidad de estar con
ustedes durante todas las reuniones de esteSeminario, yo quisiera hacer
la misma pregunta a todos los presentes, y a todos aquellos interesados
en el complicado y fundamental
problema del mestizaje en América. Si
queremos hacer avances serios en este campo, ¿cuáles son los criterios
que hemos de mantener claros en nuestra mente? ¿Cuál es el futuro de
estos estudios sobre la fusión de razas y culturas en América? Fusión de

razas y culturas que ha sido descrita por Pedro Henriquez Ureña con es
tas palabras:

"La conquista y población del Nuevo Mundo las dos


por
nacioneshispánicas dio origen a una sociedad nueva, probable-
372 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

mente distinta de cualquiera de las ya conocidas y, con segu


ridad, nunca igualada en cuanto a la magnitud del territorio
en que se extendía" 1.

En primer lugar, debemos reconocer que estamos siendo testigos de


una enorme expansión en el interés mundial por América Latina. Hace
poco tuve necesidad de revisar todos los estudios americanistas
que han
aparecido en los últimos seis años. Pude constatar, con sorpresa y ad
miración, el sinnúmero de publicaciones que han visto la luz no solo en
los diversos países de las Américas, sino incluso en
países alejados de
nuestros círculos intelectuales como Rusia
Japón, Soviética, las dos Ale-
manías y Checoslovaquia. Existe, en
progreso, un desarrollo notable de
los estudios americanos en las Islas Británicas, con nuevos centros en

vísperas de establecerse en Londres, Oxford, Cambridge, Liverpool, y


Glasgow. En Francia hay un notable avance en el número de profesores
y cursos universitarios dedicados a América Latina. Hace poco me en

contré, por ejemplo, el Doctor


José Durand, de Lima como catedrá
con

tico en la Universidad de Tolosa, quien me explicó el avance en Francia.


En Alemania existen varios centros Universitarios,
y el año pasado se
publicó en Colonia el primer Anuario sobre el tema. En España con
tinúan los varios institutos publicando libros y estudios sobre los diver
sos aspectos de la acción de
España en el Nuevo Mundo. Por todas
estas manifestaciones de interés, podemos deducir
que ahora más que
nunca la investigación de lo latino- americano ha
dejado de ser una cosa
de familia, y se ha convertido en algo universal. Todo el mundo se
interesa por esta gran área, y no es una coincidencia fortuita que uno
de los líderes, precisamente en este campo del mestizaje, sea un sueco,
el Doctor Magnus Mórner. Tengo entendido que el Doctor Mórner ha
enviado una ponencia a este Seminario. El hecho de que él no se en
cuentre aquí personalmente es mi propia culpa! En estos momentos el
Dr. Mórner está actuando en substitución mía como Profesor Visitante
de Columbia University, y gracias a presencia
su en Nueva York, yo
me encuentro aquí en Lima con ustedes. Junto con el antropólogo
Marvin Harris, el Doctor Mórner va a ofrecer un Seminario sobre Mes
tizaje en América Latina, que será uno de los primeros organizados en

mi país. También sobre el mismo tema está organizando un Coloquio,


que tendrá lugar en Nueva York hacia el mes de diciembre, y será
patrocinado por Columbia University and Cornell University.
Esta gran
explosión de publicaciones y cursos sobre América Latina
nos traerá consigo grandes ventajas. Me refiero a la interpretación o
mejor dicho interpretaciones de la historia de este continente. Es ver
dad que todavía hay libros y discusiones alrededor de ciertas figuras
como la de Fray Bartolomé de Las Casas, pero ni un Don Ramón Me-

1. Las corrientes literarias en la América Hispana (México: Fondo de Cultura


Económica, 1964), p. 34.
EL FUTURO DE LAS INVESTIGACIONES 373

néndez Pidal ha podido convencer al mundo que Fray Bartolomé era

un "paranoico". Hoy, la mayoría de los historiadores del mundo ven

en Las Casas una España y de América. Como ha


de las glorias de
dicho muy bien la poetisa chilena Gabriela Mistral, Las Casas y los es
pañoles que lucharon por la justicia en América son un honor para la
humanidad .

Además de este gran incremento en los estudios americanistas, nues

tra generación se ha liberado, al menos parcialmente, de las sombras


de las revoluciones independentistas. Hace una semana, un historiador
colombiano habló en un Seminario en Bogotá contra lo que él llamó la
historia "heroica". Los defectos de esta historia heroica son según él:

"a) exagera el papel jugado por el "héroe" y tiende a convertir la


historia en una sucesión de
biografías.
b) sobrecarga el relato con detalles íntimos de la vida del héroe,
detalles que no guardan relación directa con su rol histórico...
c) se preocupa de la historia de una minoría los héroes y des
— —

cuida la de la Mayoría que es un pueblo en su totalidad


— —

que también tiene su historia digna de ser estudiada" 2.

Hoy día hay más y más interés en el cultivo de la historia del pue

blo, y uno de los aspectos fundamentales es el proceso de mestizaje.


¿Pero en qué forma debemos confrontar este proceso? Tenemos que
reconocer que estamos todavía en los comienzos de nuestra tarea, aunque
investigadores como Ángel Rosenblat, Richard Konetzke, George Ku
bler, Magnus Mórner y otros ya han dado magníficas aportaciones al
campo. Sin embargo existen varias actitudes de parte de los historia
dores que han creado dificultades al trabajo, y han oscurecido la ver
dad. Esas actitudes son:

I Romanticismo: Para los que siguen esta pauta, la fusión de razas


en América es un hecho laudable, una gloria de España o una gloria de
América, según la línea política del historiador. Perfume y flores llenan
suspáginas, y citan documentos solamente para ilustrar su verdad.
Naturalmente, esta actitud no es más que una evasión de la realidad, y
una evasión de la función deinvestigador verdadero.
un

II Pesimismo:Según el pesimista, el mestizo era un malcontento


entre dos mundos, un hombre "marginal" para emplear la palabra de
los antropólogos. No es difícil encontrar en la documentación ejem
plos que "prueban", para el bando de los pesimistas, la mala conducta
de los mestizos.
Por supuesto que tenemos que admitir que el
proceso del mestizaje
es uno de los problemas históricos más difíciles de estudiar. Podemos

2.Juan Friede, Problemas de la investigación de la Historia Americana. Po


nencia presentada al Seminario sobre Métodos de Investigación y Enseñanza de
la Historia, de la Academia Colombiana de Historia.
374 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

comparar la falta de documentación en este campo con el silencio de


los documentos sobre la plata extraída clandestinamente de las minas
de Potosí sin pagar el quinto real. Muchos mestizos no quisieron re

gistrar su ascendencia como tales en sus papeles familiares, y por eso

el historiador del mestizaje tiene que ser necesariamente una combina


ción de psicólogo, detective, paleógrafo, etc.
Dadas todas estas circunstancias, quisiera sugerir los siguientes pro
cedimientos para adelantar en el futuro los estudios sobre este tema:

I. Un moratorium de diez años en el pronunciamiento de genera


lizaciones sobre el mestizaje. Estamos en la infancia de estos estudios.


Es prudente recordar esta verdad, y es necesario rechazar la tentación
de lanzar a los cuatro vientos aseveraciones y conclusiones, que aun no
han sido fundamentadas en la roca viva de la investigación.
II. —

Fomentar lo que yo llamaría mini -estudios. Hablamos de


latifundio y minifundio. Tal vez podemos emplear la palabra mini-
estudio para indicar la investigación en pequeña escala. Permítanme un
ejemplo. En todos los países de América existe una documentación más
o menos completa, en los archivos eclesiásticos, con datos sobre bautis

mos, casamientos, y entierros. Muchas veces estos documentos contienen


una información excelente sobre la cualidad mestiza de los individuos.
Sería interesantísimo saber si hubo variaciones de pueblo a pueblo, de
región región,
a siglo de
siglo. pudiéramos
a Si llevar a cabo este tra
bajo, verdaderamente benedictino, en diversos países y en diferentes re
giones, tendríamos con el tiempo una documentación más segura, más
amplia que la que hoy está a nuestra disposición.
Otro ejemplo de mini-estudio sería el análisis de la actitud de los
cronistas ante el problema del mestizaje. Ángel Rosenblat ha comen
zado esta tarea, pero hay mucho más por hacer. Basten dos ejemplos.
Antonio Vázquez de Espinosa en el siglo XVII no se fijó mucho en el
asunto; tampoco el historiador de Potosí Bartolomé Arzáns de Orsúa y
Vela en el siglo XVIII. ¿Por qué? Solamente después de un minucioso
estudio de lo que los cronistas han escrito podremos entender cómo los
historiadores de la colonia han enfocado el proceso del mestizaje.
Otro tipo de fuente para un mini-estudio serían las relaciones de
los Virreyes. Hubo una gran variedad de Virreyes en América, y en ge
neral confrontaban sus problemas de administración en una variedad de
modos y con un cuño personal. ¿Cómo confrontaron los diversos virreyes,
en casos concretos, este mundo nuevo del mestizo? Aquí tenemos otrr.

posibilidad de mini-estudio.
Todos ustedes pueden sin duda pensar en otros ejemplos de investi
gación en pequeña escala, que nos darían en el futuro una base más firme
para el conocimiento del proceso del mestizaje en América. Ojalá que
este Seminario, debido a la sabia iniciativa de la Academia de la Histo-
EL FUTURO DE LAS INVESTIGACIONES 375

ria, sea sólo el comienzo de esta interesante, necesaria e importante in

vestigación .

Quisiera concluir con otra estimulante frase de Pedro Henríquez


Ureña que, al hablar del "florecimiento del mundo colonial", escribió así:
"Ya hemos visto cómo las nuevas experiencias convirtieron en
hombres nuevos a los españoles y portugueses que se establecieron en

el Nuevo Mundo. A fines del siglo XVI, sus descendientes, algunos de


ellos de pura sangre europea, pero en su mayoría con alguna mezcla de
sangre india, eran hombres de tipo nuevo, "el nuevo indígena", que
un

vivían dentro de un medio único, crisol de dos culturas. También los


indios, por lo menos aquellos que aprendieron a hablar el lenguaje de
los conquistadores, eran distintos de como habrían sido: la vida había
cambiado para ellos lo mismo que para los recién llegados" 3.
El Mundo Nuevo era, por tanto, un mundo de cambios, pero tal
vez el cambio más perdurable y más significativo para el futuro de
América fue ese proceso de fusión que llamamos mestizaje.

3. Henríquez Ureña, ob. cit. p. 60.


El mestizaje cultural americano
Por Jaime Delgado

Desde que, hace ya veinte años, comenzó a preocuparme el proceso


histórico americano, pretendí hallar una posible fundamenta ción filosó
fica de la Historia de América, entendida ésta como una especie o parte
del género Historia. Trataba, en definitiva, de aclarar cómo se podía
hacer a América objeto de estudio histórico separado del de los demás
un

continentes, qué era la Historia de América, qué sentido debía darse a


esta expresión y cuál el contenido propio de esa Historia.
era

Fruto de esas preocupaciones fué mi libro "Introducción a la His


toria de
América", cuyo título no debe ser interpretado en el sentido
de compendio, resumen o tratado breve, sino en el más exacto de ini
ciación, por cuanto en las páginas que ampara se examinan y desarrollan
las cuestiones prológales y de fundamentación filosófica de la Historia
de América. A ello me obligó la íntima convicción en la imposibilidad
de constituir la Historia sin que una inspiración de tipo filosófico ilu

mine los hechos históricos. Pretendía, en definitiva, no ocuparme di


rectamente con la Historia de América, sino ocuparme reflexivamente
de esa especial modalidad de conocimiento histórico.
La tesis mantenida en esa obra viene, a mi juicio, como anillo al
dedo de este Congreso sobre el Mestizaje, que ha convocado y patroci
nado la Academia Nacional de la Historia (Instituto Histórico del Perú),
ya que allí se afirma que la Historia de América no es la Historia de un

continente, sino la de un contenido histórico-cultural: lo que llamo cul


tura americana, la cual es una cultura esencialmente mestiza. Permíta
seme, pues, recoger aquí, y ampliar caso, los conceptos generales
en su

de ese aludido mestizaje cultural americano, que da sentido y origina


lidad a la Historia de América.

La Historia de América constituye, a la vez que una parte de la


Historia en general, una especial suerte de todo en cuanto que es parte
subjetiva, en el sentido de Scoto, de la Historia. En efecto: tanto

desde el punto de vista geográfico como desde el paleontológico y el


cultural, América fué una realidad aparte, y lo mismo ocurre, por ra
zones obvias, con el proceso histórico de los pueblos amerindios antes del
acontecimiento protagonizado por Colón y su hueste española. Después
EL MESTIZAJE CULTURAL AMERICANO 377

distinto
de este hecho, el acontecer histórico americano continuó siendo
del español, si bien acusando ambos un claro paralelismo y unas
eviden

tes conexiones e interinf luencias .

Pero la América origina, mediante su contacto


presencia española en

con lo autóctono de este continente, una nueva cultura que, por


de pron
es distinta
to, puede calificarse de mestiza, es decir, de mezclada, y que
de cada una de las dos originarias, aunque esté en relación más o menos
éstas. No sólo Keyserling, que comprendió claramente este
próxima con

sentido de novedad del nuevo ente cultural americano, sino algunos otros
filósofos e historiadores han reconocido y proclamado este mestizaje cul
tural, si bien no falten que la mezcla produce una in
quienes opinan
terna complejidad desequilibrada, nociva para el hombre y la cultura
mestizos, pues éstos se verían siempre divergentemente solicitados por
la polaridad de los valores progenitores. Ahora bien: sin desconocer esa

posible falta de homogeneidad y equilibrio entre los elementos cuya con

junción constituye la cultura americana, y dejando para más adelante


la posible explicación de esa falta, es indudable que lo mestizo repre
senta una unidad cualitativamente nueva, y lo que importa ver en ella
no es tanto el predominio de uno de los dos componentes sobre el otro,
sino la nueva cualidad de la cultura mestiza.
Los dos elementos constitutivos esenciales de la nueva cultura son.

como es sabido, lo hispano,


español o en este caso, y lo amerindio, cuyas
respectivas caracterizaciones no es necesario hacer aquí. Importa, en
cambio, captar en su unidad esencial o entitativa el concepto de cultu
ra americana, viendo en qué forma se integran y conjuntan los elementos

citados para constituir el todo que es esa cultura.


Se concilian, de este modo, ideas que muchos presentan como in
conciliables: la de la esencial vinculación y conexión íntima de lo ame
ricano lo amerindio y con lo hispano, cuya unidad y conjunto cons
con

tituye lo "hispánico", y la de la originalidad de lo americano y, al pro


pio tiempo, su fidelidad a lo hispano, de lo cual es continuación y como
renuevo. Por eso, en este último aspecto, el mexicano Leopoldo Zea
ha podido escribir que "así como sin renegar de nuestros padres tene

mos una personalidad que hace que ninguno nos confunda con ellos, así
también tendremos una personalidad cultural sin renegar de la cultura
de la cual somos hijos. El ser conscientes de nuestras verdaderas rela
ciones con la cultura europea elimina todo sentimiento de inferioridad,
dando lugar a un sentimiento de responsabilidad".
Caracterizada, pues, la cultura propia de Hispanoamérica, tanto en
sus elementos constitutivos esenciales como en el todo
que de su con
junción resulta, conviene subrayar ahora que tal cultura debe
llamarse,
como aquí se ha hecho, cultura americana. No se trata tan sólo, con
tralo que pudiera creerse, de una mera cuestión de
nombres. Esto,
como diría Eugenio d'Ors, es
pura anécdota. La Categoría, en cam
bio, está en el ser americano esencial, es decir, en aquello que partí-
378 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

cipa de la constitución integrada o mestiza de una cultura, que es pro


tagonista y resultado de un proceso histórico definido, cuyo conocimiento
se llama Historia de América.
De este modo, evitan y soslayan diálogos inútiles acerca
además, se

de la terminología. Pienso, por ejemplo, en el Arte. Después de haber


definido clara y precisamente la cultura americana, el problema de la
denominación queda resuelto. Se dirá, en efecto, "arte americano" y se

intercalará entre ambas palabras, cuando el caso lo requiera, el nombre


del estilo de que trate; y si aún
se se hace necesario precisar más, se aña
dirá al final la expresión del siglo o de la fecha a que corresponda. Así
se por ejemplo,
diría, gótico americano", "arte barroco americano
"arte
del siglo XVIII", etc., utilizando una terminología equivalente, por otra
parte, a la que se usa al tratar del arte español, del francés, del italiano,
etc. Y si la precisión que se busca alude al lugar y no al estilo, la pa'la-
bra "americano" puede ser sustituida por el nombre de la zona o país
de que se trate. Así, "arte gótico antillano", "arte barroco peruano del
siglo XVII", "arte barroco mexicano", etc., etc.

Pero acabo de afirmar que la cultura americana es protagonista y


resultado de un determinado proceso histórico. Ello quiere decir que di
cha cultura no aparece de pronto, en un instante concreto y preciso, cons

tituida y definida ya como tal cultura. Pienso a este respecto, por el

contrario, que la cultura americana es una creación humana y tiene, por


tanto, una historia y, en consecuencia, una prehistoria también. En el
sentido etimológico de la expresión, la prehistoria de la cultura ameri
cana está formada por las prehistorias e historias respectivas de cada
uno de los dos elementos esenciales cuya conjunción integra aquella cul
tura. De ahí el que un americano, sea del país que sea; en este caso,
un peruano, si quiere conocer de verdad y seriamente su historia, no
puede prescindir del conocimiento del pasado preincaico e incaico, pero
tampoco del de la prehistoria española ni del de la historia de España
en Antigua y Media. Del primer desconocimiento suele ado
las Edades
lecer buena parte de los americanistas españoles. El segundo afecta, en
cambio, a no pocos historiadores americanos. Y de aquella y de esta
deficiencias proceden, como es sabido, muchos errores y otros tantos "des
cubrimientos de mediterráneos".

Distinguida prehistoria de la cultura americana, ésta empieza


así la
a recorrer, a mi juicio, su camino histórico desde el momento en que,

instalados los españoles en Santo Domingo, se unen a las hijas de los


caciques consideran herederos de éstos y dueños, por tanto, de la
y se

tierra, cuya posesión habían ganado además, en su sentir, mediante la


conquista. Esta es, en definitiva, la tradición castellana de repoblación
y de asentamieno que había venido funcionando alargo de la Recon
lo

quista y que en América jugará como un elemento primordial en la fu


sión con la población amerindia. El que esta fusión haya ido acompa
ñada, a veces, de violencias, ni hay por qué negarlo ni hay tampoco por
EL MESTIZAJE CULTURAL AMERICANO 379

qué avergonzarse de ello, pues el balance fué, como es obvio, altamente


positivo. ¿Y se dá, acaso, amor durable y verdadero que no tenga, a la
vez, furia y paloma, brutal dureza y arrobo de ternura?
A aquellos primeros contactos, sucede inmediatamente una fase o

época de mestizaje en gran escala, durante la cual se opera lo que al


guien ha llamado la conquista del conquistador por su propia conquista.
Ya la primera generación española venida a América se había sentido,
en cierto modo, americana, pero ahora sus primeros descendientes se
diferencian ya y de ello hay testimonios literarios de los españoles
— —

recién llegados. Es, sin embargo, la primera mitad del siglo XVII, esa
época de menor actividad externa, de menos "empresas" vistosas, la que
presenta una más honda actividad soterrana, que es sumamente impor
tante para el desarrollo de la cultura americana. Puede acusarse, en efec
to, la América de la segunda mitad del siglo XVII y principios del
en

siglo XVIII, una notable afirmación de lo que algunos han llamado


'"criollismo", que representa, en definitiva, el primer síntoma claro de un
sentimiento nacional americano, es decir, la aparición de una conciencia

mestiza, como es posible rastrear en el establecimiento de la "alternati


va" en los conventos y que
puede afirmarse
en algunos frutos cultura

les: el arte barroco, Bernardo de Balbuena, Sor Juana Inés de la Cruz,


Sigüenza y Góngora, Peralta y Barnuevo, etc. Por eso, la arquitectura
de esa veces, el paraíso tan cargado de árboles, flores
época presenta, a

y frutos y tan lleno de angelitos indianizados, que más parece tlalocan


que cielo cristiano; y por eso también resulta tan significativo que
apa
rezca entonces la primera
preocupación intelectual por el pasado pre-
hispánico, como se advierte en la enciclopédica obra de don Carlos de
Sigüenza y Góngora. Si a esto se une la aparición, en 1685, de la pri
mera manifestación explícita de la
pérdida de las Indias en el vaticinio
del marqués de Varinas, se tendrá un cuadro bastante
completo de esa
primera manifestación de personalidad propia y definida como mestiza
que América revela.

Quizá, pese a todo, pudiera alguien estimar este análisis poco


profundo y menos convincente. No temo, en cambio,
al afirmar, como lo hago
correr ese riesgo
ahora, que las dos o tres Últimas décadas del
siglo XVIII son especialmente significativas en la constitución de la
cultura americana, pues durante su transcurso
aparece ya la con plena
ciencia de la nacionalidad
americana, que constituye en
se tema y pro
blema, en objeto, pues, del
pensamiento hispanoamericano en las obras
de un Eguiara y Eguren, un Clavigero, un
Baquíjano, Unanue,
un un
Viscardo y Guzmán. Estos escritores ven a España en decadencia y
frente al menosprecio que de América hacen
los europeos —
Buffón Hume
Voltaire, Raynal, de Paw, etc.-, ellos afirman su
personalidad cultural
mediante el entronque con las culturas precolombinas —así la
Historia
Antigua de México, de Clavigero, los artículos sobre tema prehispánico
del Mercurio Peruano, la exaltación del amerindio
por Pérez de Tudela
380 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

las afirmaciones de Vidaurre —

, que dá a América antigüedad y "origi


nalidad" frente a España y Europa. a

He aquí un rasgotípico y definitorio de la Ilustración americana,


que denota un paso trascendental en el proceso formativo de la cultura
americana. Los ilustrados supieron, además, transmitir esas ideas a los
demás, y por eso puede advertirse en individuos de todas las clases so

ciales esa conciencia fundamental de la nacionalidad americana, cuyo


índice externo más expresivo, está en la distinción entre españoles euro

peos y españoles americanos, que empieza a hacerse entonces y en la que

aparece, vé, la palabra americano con todo su sentido.


como se

No puede extrañar, por tanto, que cuarenta años después, exacta


mente en 1846, don Bartolomé Herrera afirme como nos ha recordado —

José Agustín de la Independencia hace su aparición


Puente —

que en la
un pueblo "enteramente nuevo"
importante, a mi modo de ver, no
. Lo
es averiguar si durante el movimiento emancipador estuvo presente o no

ese pueblo nuevo. Lo importante es saber que a mediados del siglo XIX,

ya era explícita la conciencia de esa novedad. Momento dramático aquel


para la cultura americana, sometida a desgarros, rupturas e influencias
extrañas a su entidad propia, fué también, sin embargo, el instante deci
sivo y plena afirmación. Por eso, a partir de entonces se va
glorioso de
rectificando, aunque muy lentamente, el proceso de descastamiento y em
pieza débilmente a reivindicarse para lo americano su cualidad de his
pánico, como Cl propio Herrera podría atestiguar.
El proceso culmina, empero, muy a fines del siglo XIX, cuando en
universal aparece el Modernismo, que constituye
el horizonte literario
una de las primeras aportaciones decisivas de la cultura americana en

la persona de Rubén Darío. Coetáneos y posteriores, otros movimientos


han demostrado, también en nuestro siglo, que la cultura americana ha
entrado ya, a través de una de las formas fundamentales de toda cultura

la Filosofía —
en una nueva y definitiva fase de su desarrollo. Me

refiero a la comprensión de su propio pasado.


Hasta hace no en efecto, el americano consideraba su
muchos años,
historia como doble, cuyas dos ramas
un proceso la rama amerindia —

y la rama hispana coexistían separadamente y



sin haber alcanzado ar
mónica unidad. Por otra parte, ninguno de estos dos pasados estaba
actualizado ni integrado en su conciencia. Luchaban, pues, en la con
ciencia mestiza las dos tradiciones como en las venas las dos sangres, y
en esta dicotomía el hombre americano flotaba, desarraigado, sobre su

Hoy, cambio, gracias a la labor de una escuela de


propio presente. en

historiadores excelentes, el americano ha comenzado ya a asimilar su

historia, es decir, a conocer sus experiencias, a adquirir madurez, a insta


larse, en definitiva, en su presente desde las hondas raíces del pretérito
para poder encauzar su porvenir. Y esto significa, creo yo, la convoca

toria y celebración de este Congreso sobre el tema del mestizaje, que


con tan aguda visión ha llevado a cabo la Academia. Nacional de la
EL MESTIZAJE CULTURAL AMERICANO 381

Historia (Instituto Histórico del Perú), cuyo presidente, historiador de


finísimo paladar, supo plantear y definir tan certeramente el tema.
Recuérdense, en conclusión, las palabras de Víctor Andrés Belaúnde,
que bien pueden aplicarse a toda Hispanoamérica: "Nosotros repetimos
sin descanso, ante las incesantes negaciones de nuestros adversarios, que
el Perú es una síntesis viviente; síntesis biológica, que se refleja en
el carácter mestizo de nuestra población; síntesis económica, porque se
han integrado la flora y la fauna aborígenes con las traídas por España,

y la estructura agropecuaria primitiva con la explotación de la minería


y el desarrollo industrial; síntesis política, porque la unidad política
hispana continúa la creada por el Incario; síntesis espiritual, porque el
sentimiento hacia una religión naturalista y paternal se transforma y
eleva en el culto de Cristo y en el esplendor de la liturgia católica. No
concebimos oposición entre hispanismo e indigenismo. Ella sería un
juego artificioso y protervo. Los peruanistas somos hispanistas e indi
genistas al mismo tiempo. Disminuir la hispanidad o el incario es dis
minuir la peruanidad".
Estas ideas ya están consagradas hoy en la conciencia americana.

Muy recientemente, México ha regalado a Chile una gran obra pictórica


al fresco, realizada por Jorge González Camarena en la "Casa del Arte

José Clemente Orozco" de la Universidad de Concepción. La obra bau


tizada por su autor con el título de "Presencia de América Latina", re
coge los símbolos esenciales de esa cultura mestiza que es la cultura
americana. Un guerrero español y una mujer indígena representan, se

gún el pintor, "la pareja original de América Latina, del hecho consu
mado de la fusión de las dos culturas". Junto a ella, dos núcleos de
piedras agrupadas arquitectónicamente corresponden a la cultura pre
colombina y a la española. Por último, un rostro de gran tamaño, con

rasgos que se multiplican y entrelazan hasta dar la idea de "rostros amal


gamados", indica la fusión racial.
Habrá podido observarse, pues, hasta qué punto es erróneo seguir
pensando todavía, con Spengler —
de quien tantos aficionados viven, aun
que no lo digan o, las
más veces, no lo sepan—, que las culturas no se
mezclan. Si, además de esto, aún se añade que no se mezclan, sino
que
se integran, al error se añade el
galimatías, la porque integración es, en
definitiva un modo concreto y determinado de la mezcla. De la misma
manera, no es lícito tratar de advertir en
el mestizaje
oscuros y confusos
intentos de no sabe qué secretas acciones de racismo
se
y dominación.
No van por ahí las cosas, por fortuna. Equidistante del ciego y estre
cho "españolismo", la acción española
que niega a
en América su vir
tualidad máxima: la de la creación
cultural, y del limitado y regre
sivo indigenismo,
que pretende ignorar esa creación
y negar a lo amerin
dio su asunción y su virtud
asumente, el mestizaje está ahí a la vista
incluso en la cara y en las formas de vida
y de cultura los de' mismos
que lo niegan, pero venusto, nubil y siempre presto a seguir nutriendo
382 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

el dinámico proceso integrador de las naciones y las nacionalidades ame

ricanas, que constituyen,en fin, una sola gran nacionalidad, una sola
gran nación, cuya palabra hora es ya que suene en los oídos y en la
conciencia de la Tierra.
La vocación mestiza del Perú
Por José A. de la Puente Candamo

Discurso en el acto de Clausura del Congreso.

No es impertinente que en esta noche, al clausurar el Congreso so

bre el Mestizaje, pensemos un momento, nó en un hombre mestizo, ni en


un testimonio diverso de la existencia mestiza, y sí pensemos, con refle

xión y con la mejor naturalidad, en el Perú y en su vocación.


Sin retórica, sin adjetivos innecesarios, con la sencilla manera de
quien expresa un pensamiento centenario y familiar, hablemos ahora del
signo original de la Nación, que explica su perfil y su derrotero en la
vida.
Recordaremos ideas viejas y vigentes en nuestra hora, que es útil
refrescar espontaneidad.
con

El pasado, lo que ya no está en las manos nuestras, no es ajeno al

presente. Aunque sea un tópico, volvamos una vez más al pensamiento


clarísimo de Xavier Zubiri: el pasado no muere, el pasado vive en el pre
sente no como un recuerdo distante y en la sombra; muy al contrario,
el pasado es una forma de nuestra realidad. El pasado, tema de la His
toria, es asimismo una buena forma de considerar lo que nos acompaña
en los afanes de todos los días.
La Nación es obra de la Historia en la libertad que Dios le ha con
cedido al hombre. La Nación, estilo de vida, manera de ser, es una per
sona moral. Cabe ahora esta pregunta ¿Puede hablarse de vocación
nacional?
Igual que la persona humana, la Nación posee su carácter, su idio-
sincracia, que crea la vocación nacional. Hablar de ella no es tarea
común, tampoco palabra vacía de un discurso ocasional, no es exalta
ción cívica o exagerado fervor nacionalista.
Técnicamente, con el mejor
rigor científico, con la mejor asepsia, se puede hablar de la vocación na
cional. La Nación no es una estructura vacilante y perpleja, posee un
preciso contenido espiritual que la ubica en el mundo y le señala un
esfuerzo y una tarea concretos que atender.

¿Cómo ha creado la Historia a la Nación Peruana? Esta es una de


las preguntas más sobrecogedoras que un peruano culto puede plantear
en su propia intimidad. Hay un recuerdo milenario que la
arqueología
384 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

diariamente enriquece y lo entrega a nuestra inquietud, a nuestro cariño

y entusiasmo. Podemos decir sin vanidades cronológicas superfluas, que


vivimos en una Nación en la cual el hombre remoto en ella nos aporta
un recuerdo, una sensibilidad artística milenarios, nos ofre
técnica y vina

ce un contacto también milenario con el paisaje en la lucha sin pausa

por vencer a la naturaleza. Y en esa memoria de siglos, en ese trato


entrañable paisaje, hállase un aporte que no es sólo material, ni
con el
exclusivamente un legado de sangre, y si es el testimonio de una ma
nera de vivir que llega hasta nosotros, a través del encuentro con los
españoles en el siglo XVI.
Y nos acercamos a los años de la Edad Media europea, cuando el

Imperio Incaico gana la unidad de lo que va a ser el territorio del Perú.


La civilización y la técnica cuzqueñas Unen lo que antes se halla disperso

y ofrecen al Perú definitivo, ese factor imborrable de la unidad imperial


incaica que principia desde los días de Cajamarca a vivir en común con

la unidad que llega de Occidente en el aporte español.


Este es el momento más serio, más solemne, en la vida de nuestra
Nación. Es el momento verdaderamente inefable —
sin palabras que lo

expresen dignamente —
en que se inicia la tarea común al hombre espa
ñol y al hombre incaico y comienza a dibujarse el aliento creador, valor
supremo de la colonizacón española .

Aparte de la leyenda negra antihispánica, aparte también de una

leyenda rosada españolista, podemos decir que en la convivencia entre


esos dos tipos de hombres, entre tropiezos, errores e injusticias, comienza
a formarse una actitud ante la vida fruto del Imperio y de la manera
occidental de vivir.
capital del tiempo español en el Perú no se halla en esa leyenda
Lo
frivola penosa y pintoresca

deformadora de lo que es en rigor el

Virreinato. Lo que interesa de ese tiempo, lo que tiene vigencia irrevo


cable, es el principio, el alumbramiento de una nueva sociedad, de una
comunidad, germen de la Nación peruana. Y eso nuevo, ese nuevo modo
de ser hombre en palabras de Ortega
— —

es un modo mestizo en todos


los extremos de la vida: en el arte, en la lengua, en la comida, en la

técnica, en las costumbres, en las diversiones, en la expresión externa


del culto religioso, en el mundo histórico, y en fin, en la mentalidad
del indio puro o del blanco puro si es que —
se puede hablar de ello —

que se hallan incorporados a un espíritu y a un ambiente mestizos.


Fórmase una y hay conciencia de su formación y hay
sociedad nueva

un vínculo intelectual y afectivo que une al hombre peruano con su co


munidad .

Las pruebas podemos recogerlas desde las afirmaciones criollas del

siglo XVII, desde las muestras de incipiente nacionalismo de los alega


tos del XVIII, y pueden rastrearse en la expresión viva y pugnaz de

los precusores de la Independencia que asisten, vacilantes unos, afirma


tivos otros, a esa progresiva madurez de la comunidad nacional.
LA VOCACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 385

LaIndependencia que esos hombres ven y en la cual creen no es


el regreso al Imperio Incaico, ni un planteamiento antihistórico que
olvide el contorno en el cual vive el Perú.
La
Independencia es legítima porque existe "un pueblo enteramente
nuevo", en palabra de Bartolomé Herrera, y ese pueblo tiene derecho a
conducir su existencia con su propia voluntad y realizar de esta manera
su peculiar vocación. Esta es la razón intransferible de la Independen
cia, y de ella podemos recoger la vocación de la Nación peruana, mes
tiza y occidental, y no conjunto fortuito de hombres reunidos sin co
munidad en la memoria y sin comunidad en la esperanza.
En el proceso de nuestro mestizaje se crea algo nuevo, no una sim

ple modificación de una o Tampoco se produce la lla


de otra realidad.
mada aclimatación o transformación de la cultura. Hay algo más pro
fundo que podemos descubrir en el germen del Perú, en la búsqueda de
lo original, de lo arcaico, de la casta del Perú. Y esa búsqueda del bal
buceo de la nacionalidad nos lleva sin vacilación al estilo incaico y es
pañol que nos concede forma y nos actualiza idénticos a nosotros mismos.

Debemos superar el debate sobre el vocabulario en torno del mesti


zaje. No es hora para discutir si es propio hablar de un Perú mestizo,
o si, sólo propio mencionar al tipo biológico mestizo. Lo que vale es
es

el concepto profundo. Interesa precisar que sí existe un Perú incaico y


español, con un quilate, obra de ambas realidades; que el Perú no es una

España del otro lado del mar, o una nueva manera del Imperio Incaico.
Esto es lo que importa que afirmemos y vivamos redobladamente, con
gozo juvenil, los hombres que trabajamos la Historia del Perú.
Cuando decimos que el Perú es mestizo tenemos derecho a exigir
crea en la limpieza de nuestras
que se
palabras. Al hablar del Perú
mestizo no hablamos de un Perú en donde los blancos dominen a los in
dios, ni pensamos en Perú
español y antiincaico. Sería deshonesto
un

ese afán de disimular con


palabras legítimas un contenido que por te
mores no quisiéramos confesar, como también sería
ilegítimo exaltar lo
mestizo si dentro de ello sólo se quiere subrayar el valor incaico
y negar
en la exaltación
prehispánica los aportes que recibimos de la cultura
española y que son integrantes de la vida y de la esencia del Perú, y
que ya no son más elementos españoles sino formas nuestras, de nues
tro ser complejo y fecundo. Y hay algo más y de gran virtud, en es
tos tiempos de lucha por el desarrollo nacional
y por una plena afir
mación de la justicia. Que ambos propósitos se hallen presididos por
la esencia histórica del Perú, que en ambas tareas vivamos nuestra vo

cación, con confianza, con seguridad en nuestros propios planteamien


tos, sin dudar de nuestra fisonomía histórica, y con la alegría que se
desprende de la fidelidad a nosotros mismos.
Y aquí la historia lleva a una tarea irrenunciable en la hora pre
nos

sente del Perú. Debemos devolverle al hombre nuestro


regocijo frente
a su calidad mestiza; enseñarle a superar visiones frivolas
que todo lo
386 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

reducen a lo exterior y son de verdad racistas y paganas; mostrarle que


lo permanente es el espíritu en la actitud humana; infundirle desde el
colegio, amor conjunto y unitario a lo incaico y a lo español, como en la
sobremesa familiar aprendimos a querer lo nuestro sin segmentos, ni re
gateos; exhortarle a estudiar la historia nacional con mirada limpia de
prejuicios sociales y políticos; renovarle diariamente la vivencia en que
el rumbo de la Nación no puede ser otro —

por fuerza de la historia y


por la propia naturaleza del Perú —

que el del intenso arraigo de lo


mestizo en el ámbito occidental de la cultura; decirle en fin, que una
de las notas más altas de la vida del Perú, está en ser él, nuestro
país,
obra de la comunidad entre los hombres y de la creencia cristiana en
que somosiguales, hijos de Dios, hechos a Su imagen y a Su semejanza.
No hay dos Perúes contrapuestos, ni hay vencedores en la creación
y en el alma del Perú.
Hay que decirlo sin temores ni eufemismos. Encaramos ahora un
grave peligro de mutilación -del Perú. Lo mutilan quienes dicen en las
aulas, en los periódicos o en los libros, que todas nuestras desgracias vie
nen de la dominación española, y que sólo el Imperio Incaico es con

junción de virtudes, sin sombra de error; lo mutilan, de la misma manera,


los que en actitud ciega piensan que somos una España ultramarina y
no reconocen lo que nos une al Imperio Incaico y lo que le debemos a

él; lo mutilan, quienes transfieren a la vida histórica peruana sus afanes


políticos y buscan en textos venerables, argumentos para conclusiones
efímeras o falsas; lo mutilan, quienes reiteran leyendas superadas por la
investigación y quienes enseñan o defienden una errónea y negra imagen
del Perú, sin luz y sin verdad alguna y la defienden entre la juventud;
lo mutilan, en fin, quienes dicen que el mestizaje no es cierto en nues
tra gente, transforman la hipótesis en tesis, y olvidan que el indio peruano
vive en un mundo mestizo, como el blanco costeño; y lo mutilan, por

último, con snobismos foráneos quienes alimentan una figura negativa


del ser mestizo.
Con la amplitud generosa de Garcilaso y Unanue, con el afecto de
los primeros quechuistas virreinales, con la caridad silenciosa de San
Martín, el mulato, con los ojos en nuestros andenes incaicos y en nues
tras Iglesias barrocas, la firmeza unitaria y la variedad cromática
con

de las telas de Paracas, los1 hombres que amamos la Historia del Perú

lejos y por encima de


múltiples discrepancias legítimas debemos —

acogernos al llamado de unidad


mestiza y debemos trabajar porque
cada hora lleve la verdad de nuestro mensaje histórico a todos los
peruanos con ese afán de luminosa claridad del inolvidable amanecer

serrano .
Vida Institucional

Congreso sobre el Mestizaje

Pata conmemorar digna y debidamente el 609 aniversario de la


fundación del Instituto Histórico del Perú, establecido en 1905 y con

vertido ahora en Academia Nacional de la Historia, la Junta Directiva


de la institución, en su sesión del 7 de julio de 1964, cambió varias ideas
y acordó, a iniciativa del Presidente, organizar un Congreso sobre el
Mestizaje en el Perú.
Dados los primeros pasos, y obtenida la asignación de uña partida
especial el Presupuesto General de la República, necesaria para aten
en

der a los gastos más saltantes, la Junta Directiva aprobó en otra sesión,
celebrada el 10 de febrero de 1965, un primer plan de trabajo y acordó
enviar comunicaciones al respecto a diversos centros históricos del país

y del extranjero, a las Universidades nacionales y a reconocidos investi


gadores .

Días más tarde, en sesión del 18 de febrero, se fijó realizar el Con


greso entre los días 15 y 25 de setiembre; se acordó que, además de las
sesiones solemnes de inauguración y de clausura, se efectuaran diaria
mente sesiones de
trabajo, con discusiones de mesa redonda entre los
participantes y ponentes, presididas por un Coordinador Académico; y
que, para mantener la más completa libertad, no se votaran conclusiones.
Con el mismo propósito de facilitar la labor, y sin ningún carácter
limitativo ni excluyente, se aprobó también dar al Congreso el rubro
general de "Ideas y proceso del mestizaje en el Perú" y circular entre
los interesados el siguiente temario:

1. Planteamiento conceptual del mestizaje.


Mestizaje biológico —

y mestizaje cultural. Aspectos de la transculturación.


El medio —

rural y el medio urbano. —


Clases y castas; movilidad de las mezclas
raciales. —
Diferencias regionales en el mestizaje americano.

2. —

Aspectos históricos y demográficos del mestizaje hispano-indí-


gena. Cálculos numéricos y clasificación de los datos
disponibles.

El mestizaje durante la Conquista. El mestizaje durante el Virreinato.


Mestizos, indios y criollos. La conciencia mestiza los movimientos


en

precursores de la Emancipación. —
Los mestizos y la Independencia. —
388 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

El mestizaje en la República. —
El mestizaje en la actualidad: concien
cia social y realidad demográfica.

3. —
Política y ¡egisiación sobre el mestizaje. El matrimonio inter

racial ante la ley, durante la dominación española. Política favorable


y política restrictiva frente a los mestizos. Condición jurídica de los


mestizos. —
Posición legal y consideración social de los mestizos. —
Ac
tividad económica de los mestizos. —
La Iglesia y la legislación racial.

4. Aportaciones africanas, asiáticas y europeas no españolas.


La —

presencia del negro. Mulatos, zambahigos y otras mezclas.



Evolu —

ción demográfica de negros y mulatos. Condición legal y consideración


social de las mezclas conelemento racial negro. —


Elementos negroides
en el arte y en el folklore. El aporte asiático.
— —
El aporte de los euro

peos no españoles.

5. —
El mestizaje y las formas de vida. La transculturación —
en la
economía. —
El mestizaje en las artes plásticas. El mestizaje —
en la
música. —
El mestizaje en fiestas, trajes y costumbres.

El mestizaje
y el vocabulario.
El anuncio del Congreso tuvo singular acogida entre los especialistas
y alcanzó amplia difusión entre el público. Noticias y comentarios pe
riodísticos contribuyeron a aumentar el interés. El decano de la prensa
nacional, "El Comercio" de Lima, publicó el siguiente editorial en su
edición del 29 de abril de 1965:

CONGRESO SOBRE "IDEAS Y PROCESO DEL

MESTIZAJE EN EL PERÚ"

Junta Directiva de la Academia Nacional de la Histo


La
ria ha aprobado en su última sesión el Cuadro de Comisiones
encargadas de organizar para el 15 de setiembre próximo, con
una duración de diez días, el ya anunciado Congreso sobre

"Ideas y proceso del mestizaje en el Perú", con que se cele


brará el 60' aniversario de la fundación del Instituto Histórico,

antigua denominación de aquella Academia.


El tema que los congresistas van a desarrollar los llevará
a la penetración de las esencias del Perú. Se trata no sólo de
exposiciones de ideas sobre asunto tan importante, que nos
atañe todos los peruanos, sino también de examinar el pro
a

ceso mismo de la mestización. Estudiarlo en el pasado y si


tuarlo en este momento, en el hoy, enel presente, para luego
formular consideraciones sobre el porvenir. En esto el enuncia
do es muy claro cuando dice "ideas y proceso". Ellas partirán
VIDA INSTITUCIONAL 389

del pensamiento delpero el proceso es otra cosa.


expositor,
Proceso del mestizaje, que deberá ser motivo de análisis.

Se ha hecho un ordenamiento de cinco sub-temas, cuyos


títulos son lo bastante explícitos: 1) Planteamiento conceptual

del mestizaje, o si se quiere su definición; 2) Aspectos histó


ricos y demográficos del mestizaje hispano-indígena ; 3) Polí
tica y legislación sobre el mestizaje; 4) Aportes africanos, asiá
ticos y europeos no españoles; 5) El mestizaje y las formas
de vida. Los coordinadores de cada uno de estos sub-temas,

que ya han sido designados, forman la Comisión Organizadora,


y se han constituido, además, una Comisión Económica, otra
de Actuaciones y una Secretaría General.
Al realizar este Congreso, la Academia Nacional de la
Historia conquista para sí un lauro indiscutible, pues dentro
de los cauces científicos del rigor académico, y empleando los
métodos historiográficos, pone sobre el debate un asunto actual

y vital para el Perú. Nos invita a estudiar el mestizaje. El


urbano y el rural. A profundizar ideas sobre el mestizaje en
la cultura, para lo que se necesita, además de ilustración, la
chispa de la sensibilidad. A examinar la evolución del mesti
zaje, sus grados, visto desde el ángulo indígena o desde el ángulo
hispano; a penetrar en el pensamiento mestizo y en el pensa
miento del mestizo; a preguntar ¿qué es éste en relación al
indio? a determinar qué inspiración y qué sentido, a favor o
en contra del mestizo tuvieron en diversos momentos las leyes
de Indias y qué resultaron en la práctica. Todas estas pregun
tas subyugantes, y muchas otras serán contestadas por el
Congreso, que se reunirá en setiembre.
Otro de sus aspectos interesantes es la organización que
se ha dado a los debates, los que no deberán llegar forzosamente
al enunciado oficial de tales o cuales conclusiones, sino que
se dejará los
congresistas en
a absoluta libertad de mante
nerse propio criterio, sin que lo disminuya o lo niegue
en su

ninguna declaración de los demás, ningún pronunciamiento co


lectivo. De esta manera se fomenta el espíritu de
investiga
ción y se hace honor a la sabiduría que emana del estudio
pro-
El interés que este Congreso ha promovido no sólo es
nacional, sino universal. Los historiadores peruanos miembros
de la Comisión Organizadora, doctores Luis E. Valcárcel, José
A. de la Puente, Ella Dunbar Temple, Emilio Romero y Alberto
Tauro, ya han recibido numerosas adhesiones, de historiadores
e intelectuales nacionales y extranjeros, figurando entre estos
últimos hombres tan ilustres como Marcel Bataillon, George
Kubler, Richard Konetzke, quienes en unos casos vendrán per
sonalmente y en otros enviarán sus ponencias. Y se cuenta
390 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

también con adhesiones de instituciones, como varias Univer


sidades nacionales y la Real Academia Española de la Historia.
Pero sobre todo, repetimos, lo fundamental del Congreso
es el tema sí mismo, que dará motivo para la proyección
en

de pensamientos cálidos de actualidad y fuertemente vitales.

De acuerdo con el programa preparado por la Academia, y con la


participación de prestigiosos especialistas del país y del extranjero que
acudieron a nuestra invitación, el Congreso se inauguró solemnemente
el miércoles 15 de setiembre de 1965, a las 7 p.m., en el Salón de Sesiones
de la Casa de la Cultura. Pronunció el discurso de orden el Presidente
de la Academia Nacional de la Historia, Doctor Aurelio Miró Quesada S.
En nombre de los investigadores participantes, habló luego el delegado
de la Real Academia Española de la Historia, Profesor Julio Caro Baroja.
El Presidente de la República —

quien no pudo asistir personalmente por


el cambio ministerial ocurrido ese día —
se hizo representar por un

miembro de su Casa Militar y para reiterar su adhesión al Congreso


tuvo la gentileza de invitar después a un almuerzo en el Palacio de Go
bierno en honor de la Junta Directiva de la Academia. Diarios, revistas,
difusoras, canales de televisión y noticieros cinematográficos dieron cuen
ta en esa oportunidad, y en las siguientes, de las actividades del Congreso.
El diario "La Crónica" publicó en su edición del 19 de setiembre
el siguiente editorial:

CONGRESO SOBRE MESTIZAJE

La Academia Nacional de la Historia acordó celebrar su

609 aniversario, no con una ceremonia formalista al uso, sino


con una reunión de estudio que, más que para darle resonancia
a la conmemoración, sirviera sobre todo para contribuir al

progreso cultural del país y al conocimiento profundo de la


realidad humana de nuestro Perú. El tema escogido fue el
Mestizaje y en la reunión, los congresistas están exponiendo
sus propias ideas e interpretaciones, que más tarde serán di

fundidas enriqueciendo el conocimiento universal sobre un asun


to que, no sólo interesa a nuestro país, sino a toda América
Latina y general al mundo moderno.
en

El pasado miércoles fue inaugurado dicho Congreso, que


durante diez días. En la solemne ceremonia
se prolongará
inicial, el Presidente de la Academia de la Historia, Dr. Aurelio
Miró Quesada, importancia del tema al decir que
destacó la
"más allá de las teorías y de las apreciaciones subjetivas, está
la verdad palpable y objetiva del mestizaje constante y solida-
VIDA INSTITUCIONAL 391

rio en todos los aspectos de la vida nacional". Un mestizaje


que no es sólo biológico, sino cultural; que encarna con pres
tigio que nos honra en la figura señera del Inca Garcilaso, el
primer mestizo peruano; un mestizaje que no vive en nuestra
historia como un problema siso como una realidad de la que
el pueblo del Perú tiene motivo para sentirse orgulloso, y cuyo
no obstante medidas restrictivas adoptadas
ascenso
por di

ferentes razones en algunas épocas fue favorecido en la prác


tica con el crecimiento de las ciudades y con las nuevas formas


de vida, de comercio y de trabajo.
El eminente etnólogo español, Dr. Julio Caro
Baroja, que
habló a nombre de los historiadores extranjeros participantes,
recordó el hecho tan significativo de que la Academia de la
Historia de España fuera fundada precisamente a raíz de plan
tearse los problemas derivados del mestizaje en el siglo XVIII.
Manera de poner de relieve el interés universal del tema, dando
mayor justificación si necesario hubiera sido, a la idea de este
Congreso, donde la importante cuestión está siendo examinada
con aportaciones culturales altamente valiosas. La opinión
pública sigue con gran atención el desarrollo de las distintas
disertaciones y aplaude la acertada iniciativa de nuestra Aca
demia de la Historia.

Las sesiones de trabajo siempre nutridamente concurridas




se

realizaron luego en el siguiente orden:


Jueves 16 de setiembre.
Planteamiento conceptual del mestizaje.

Coordinador: Doctor Luis E. Valcárcel.


Viernes 17 de setiembre. Aspectos históricos demográficos del

y
mestizaje hispano -indígena. —

Coordinador: Doctor José Agustín de la


Puente Candamo.
Lunes 20 de setiembre. —
Política y legislación sobre el mestizaje.
Coordinador: Doctora Ella Dunbar Temple.
Martes 21 de setiembre. Aportaciones —

africanas, asiáticas y euro


peas no españolas. —
Coordinador: Doctor Emilio Romero.
Miércoles 22 de setiembre. —
El mestizaje y las formas de vida.
Coordinador Doctor Alberto Tauro.
Jueves 23 de setiembre.— El mestizaje en el Perú y en América.—
Coordinador: Doctor Carlos Camprubí.
El viernes 24 de setiembre, también en el Salón de Actos de la Casa
de la Cultura, se realizó la solemne sesión de clausura del
Congreso.
Hablaron en ese acto: el Profesor norteamericano Lewis
Hanke en re
presentación de los participantes americanos, el catedrático
español Jaime
Delgado por los participantes europeos
y el Doctor José Agustín de la
Puente Candamo en nombre" de la
Academia de la Historia como ins
titución invitante. A su vez, el Presidente de la Academia pronunció
392 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

unas palabras para agradecer a todos y cada uno de los participantes,


a las instituciones que se habían adherido
y al público en general, que
había seguido con tanto interés las actividades del Congreso.
"El Comercio", en su página editorial del sábado 25, publicó el si
guiente comentario:

VALIOSO ESTUDIO DE NUESTRO MESTIZAJE

Singular importancia para el esclarecimiento de las "ideas"


y el "proceso" del mestizaje en el Perú, ha tenido el Congreso
organizado por la Academia Nacional de la Historia, con mo
tivo de su 609 aniversario y que, con sostenida y entusiasta
concurrencia de público, se ha efectuado en la Casa de la

Cultura.
Elpropio Presidente de la Academia, Doctor Aurelio Mi
ró Quesada, hizo lo que puede llamarse el Prólogo o la intro
ducción a todo el Congreso, en el documentado discurso de
orden que pronunció en la Sesión Inaugural y en el que, des
pués de señalar las alternativas del mestizaje en el Perú en
el curso de los siglos, terminó con un afirmativo elogio a su
virtud fecunda de integración de la nacionalidad.
La primera sección de trabajo, sobre "Planteamiento con

ceptual del mestizaje", ofreció también el primer motivo de


confrontación y de debate: validez del término "mestizo", in
validez del concepto de "raza", discusiones sobre los términos
de "mestizaje cultural", "ladino", "cholo". Hubo de todo: cien
cia e historia, acento espiritualista y discrepancia de tipo mar-
xista que llegó a sostener que hablar de "mestizo" es prejui-
cioso, racista, "rezago de casta dominante", etc. En resumen:
nadie derramó sangre por un término u otro, porque se consi
deró más importante entenderse en conceptos y en hechos.

segunda sección, "Aspectos históricos y cronológicos del


La

mestizaje hispano-indígena", fue sin duda la más nutrida en


ponencias. Sólo del grupo del Instituto Riva-Agüero se presen
taron como veinte trabajos, sobre el estado de la cuestión en lo
relativo los siglos XVI y XVII, novedoso cotejo entre Mar
a

tinillo de Poechos y el tendencioso intérprete Felipillo, datos


primeros mestizos y los primeros motines de mestizos, etc.
de los
Ponencias generales y otras de tipo concreto y anecdótico, todas
basadas en documentos de primera mano.

La tercera sección fue: "Política y legislación sobre el mes

tizaje". El Profesor Caro Baroja, enviado especial de la Real


Academia Española de la Historia, leyó un trabajo importan
tísimo sobre los antecedentes de los problemas de mestizaje
VIDA INSTITUCIONAL 393

en la Península, como un cuadro histórico a menudo olvidado


pero indispensable. El Profesor Magnus Mórner, de Suecia, en

vió un trabajo sobre la intromisión de los mestizos en las tie


rras de indios en el siglo XVII, que fue complementado con

agudas observaciones de la Doctora Ella Dunbar Temple.


A las "Aportaciones africanas, asiáticas y europeas no es

pañolas" se dedicó la cuarta sección. Hubo un excelente traba

jo documental demográfico de Fernando Romero, unas cu


y
riosas notas de Juan José Vega sobre los negros en la Conquista
del Perú y no faltó el trabajo sobre el mestizaje peruano-chino.
Pero la nota quizá más sensacional la dio el aporte científico
del Doctor Humberto Aste-Salazar. sobre la hemoglobina S o
"falsiforme" de los negros y sus consecuencias de infarto del
bazo en la altura.
En la quinta sección se trató, en forma amena, un panora
ma muy variado: "El mestizaje y las formas de vida". José
María Arguedas, José Jiménez Borja, Martha Hildebrandt,
Margarita Guerra, trataron del mestizaje en la literatura oral
en el vocabulario, en la lingüística, en la arquitectura, en el

traje, en la comida. Aspectos unas veces solamente "formales"


y otras asimiladamente "funcionales" —

como en la acertada
distinción de Arguedas —

, de suma atracción en el Perú.


La sexta sección: "El mestizaje en el Perú y en, América",
continuó y completó los debates de la segunda. Deustua Pi-
mentel habló del mestizaje en el siglo XVIII, Pacheco Vélez del
estado social reflejado por Vizcardo, de la Puente sobre el mes
tizaje la Independencia; i además de las otras ponencias,
en

se dio cuenta de dos trabajos enviados de fuera. Así el Presi


dente de la Academia Argentina de la Historia, Ricardo Zo
rraquin, trazó el cuadro de las migraciones indígenas y el mes
tizaje en la Argentina colonial, y Juan Mujica, de la Academia
de Chile, presentó un inesperado
catálogo de las familias chile
nas (inclusive las de tres
Presidentes) que descienden de los
Incas del Cuzco.
La sesión de clausura fue un nuevo encuentro internacio
nal. Lewis Hanke, de los Estados Unidos, habló del futuro de
las investigaciones; Jaime Delgado, de
España, de las carac
terísticas esenciales del
mestizaje cultural americano; y José
Agustín de la Puente Candamo, del Perú, de la irreversible
e integradora "vocación mestiza" de nuestro
país. Cerró la
noche Aurelio Miró Quesada,
quien agradeció a todos los po
nentes y dijo lo que es cierto: que con este importante Congreso
no se ha cerrado el estudio sobre
nuestro mestizaje, sino se le
ha abierto, por primera vez, en forma sistemática y científica
394 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

En suma: un Congreso fecundo y promisorio, que es nece

sario tenga permanencia a través del volumen impreso que, con


el texto de todos los trabajos, ha de publicar, necesariamente,
la Academia Nacional de la Historia.

Elección de Académico de Número

En la Junta General realizada el jueves 25 de marzo de 1965, con

asistencia de los señores Académicos: Aurelio Miró


Quesada, Presidente;
Luis E. Valcárcel; Ella Dunbar Temple; Manuel Moreyra y Paz Soldán;
Alberto Tauro; Guillermo Lohmann Villena; Félix Denegrí Luna; Car
los Camprubí Alcázar; José Agustín de la Puente Candamo; Felipe de
la Barra; Bolívar Ulloa; y Evaristo San Cristóval, Secretario; y en con
o
formidad con los artículos 7 y 8'J de los Estatutos, fue elegido por una

nimidad, como Académico de Número de la corporación, el Doctor


Alberto Ulloa Sotomayor, prestigioso historiador, internacionalista y di
plomático.
Hicieron constar su adhesión expresa, al excusar su inasistencia, los
señores Luis Alayza y Paz Soldán, Rafael Loredo Mendívil, Osear N.
Torres y Pedro Ugarteche Tizón.
Índice General del Volumen XXVIII
Año de 1965

EL CONGRESO SOBRE EL
MESTIZAJE 5

l.—AURELIO MIRO QUESADA SOSA.— IDEAS Y PROCE


SO DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ 9
El Mestizaje en el Nuevo Mundo p. 10 El

Mestizaje
en el Perú p. 12 —

De la espontaneidad a los recelos p.


14 —
Restricciones y rehabilitación p. 15 El Mestizaje

en el siglo XVII.— En el
siglo XVIII p. 18— En la
Emancipación p. 19 En la —

República p. 20 Mestizaje —

e integración p. 22

II.— PLANTEAMIENTO CULTURAL DEL


MESTIZAJE. Su
mario 24

FERNANDO SILVA SANTISTEBAN.— MESTIZAJE Y


ACULTURACIÓN Aspecto biológico p. 28— Realidad
social del Mestizaje p. 31 Aspecto Cultural p. 33.

GEORGE KUBLER.— INDIGENISMO, INDIANISMO


Y MESTIZAJE EN LAS ARTES VISUALES COMO
TRADICIÓN AMERICANA CLASICA Y MEDIEVAL
JOSÉ MARROQUIN.— ALGUNAS CARACTERÍSTICAS
ANTROPOLÓGICAS Y CULTURALES DEL ABORI
GEN PUNEÑO, PRESENTES EN EL MESTIZO
SUD PERUANO 45
La raza aborigen p. 46— Dinámica del Mestizaje p. 47—
Características del cráneo aborigen p. 49 —

Caracterís
ticas somáticas p. 50 —

Características físicas 51
p.
Características fisiológicas p. 53 Faceta psicológica p.

54 Patrones Culturales, p. 55— Enfermedades


y medi
cinas p. 58.
JOSÉ MATOS MAR.— CONSIDERACIONES ACERCA
DEL USO DEL VOCABLO MESTIZO
396 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

III.— ASPECTOS HISTÓRICOS Y DEMOGRÁFICOS DEL


MESTIZAJE HISPANO INDÍGENA. Sumario 65

JOSÉ ANTONIO DEL BUSTO.— LA PRIMERA GENE


RACIÓN MESTIZA Y UNA CAUSA DE SU MAL
RENOMBRE 67
UN MOTIVO DE LA FAMA NEGATIVA DE LOS
PRIMEROS MESTIZOS 80
EL APOSTROFE CANINO Y SU RELACIÓN CON
LOS MESTIZOS PERULEROS 83
MARTINILLO DE POECHOS 86
UNA HUÉRFANA MESTIZA: LA HIJA DE JUAN
PIZARRO ; 103
HERNANDO DE ALDANA: EL PRIMER QUE
CHUISTA 107
LA MESTIZA DEL CAPITÁN HERNANDO DE SO
TO, SU FAMILIA Y LOS LIENZOS DEL VIRREY
TOLEDO 113
HÉCTOR LÓPEZ MARTINES.— MIGUEL BELALCÁ
ZAR, REBELDE (QUITO 1583) 118
El hijo del arriero p. 118 —
Las razones del rebelde p.
120— El Motín frustrado p. 121. —

FRANKLIN PEASE G. I.— EL MESTIZAJE RELIGIOSO


Y SANTA CRUZ PACHACUTI 121
EMILIO HARTH TERRE— EL MESTIZAJE Y LA
MISCEGENACION EN LOS PRIMEROS AÑOS DE
LA FUNDACIÓN DE LIMA 132
Apéndice I p. 139 —

Apéndice II p. 141.
STEFANO VÁRESE.— UN INTENTO DE MESTIZAJE
CULTURAL EN LA SELVA DEL PERÚ 145
JUDITH PRIETO DE ZEGARRA.— CONTRIBUCIÓN
DE LAS MESTIZAS A LA EMANCIPACIÓN DEL
PERÚ 149
CARLOS DEUSTUA PIMENTEL.— ALGUNOS ASPEC
TOS DEL MESTIZAJE EN EL PERÚ DEL SIGLO
XVIII 154

JOSÉ A de la PUENTE CANDAMO.— NOTAS PARA EL


ESTUDIO DEL MESTIZAJE EN LA INDEPEN
DENCIA 163
PEDRO RODRÍGUEZ CRESPO.— EL DESCONTENTO
SOCIAL Y LOS MESTIZOS A COMIENZOS DEL
SIGLO XVII 180

MANUEL MOREYRA PAZ SOLDÁN.— CARÁCTER


MESTIZO DE LA INSTITUCIÓN DE LA MONEDA
EN EL PERÚ COLONIAL 186
ÍNDICE GENERAL 397

IV.— POLÍTICA Y LEGISLACIÓN SOBRE EL MESTIZAJE.


Sumario 195

JULIO CARO BAROJA.— ANTECEDENTES ESPAÑO


LES DE ALGUNOS PROBLEMAS SOCIALES RE
LATIVOS AL MESTIZAJE .
'....'. 197

MAGNUS MÓRNER.— EN TORNO A LA PENETRA


CIÓN MESTIZA EN LOS PUEBLOS DE INDIOS.
LAS COMPOSICIONES DE TIERRAS Y LOS EN
COMENDEROS DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII 211

RICHARD KONETZKE.— NOTICIAS DOCUMENTA


LES ACERCA DE LA IMPORTANCIA POLÍTICA
Y SOCIAL DE LOS MESTIZOS PERUANOS A
FINES DEL SIGLO XVIII 221

V.—APORTACIONES AFRICANAS, ASIÁTICAS Y EURO


PEAS NO ESPAÑOLAS. Sumario 229

FERNANDO ROMERO.— EL MESTIZAJE NEGROIDE


EN LA DEMOCRACIA DEL PERÚ 231
Población total y número de negros p. 231 Los censos

coloniales y republicanos p. 235 Porcentaje y densidad


de la población negra p. 237



Cantidades absolutas y
relativas de negros en Lima p. 241 —
La movilidad ra
cial p. 245.
HUMBERTO ASTE SALAZAR.— DIFERENCIACIÓN
DE HEMOGLOBINAS HUMANAS 249

JUAN JOSÉ VEGA.— MANCO INCA Y LOS ESCLAVOS


NEGROS EN LA CAMPAÑA DE TITU YUPANQUI 254
EL NEGRO QUE LLEVO UN TESORO INCAICO 257
YOLANDA GUTIÉRREZ SECO.— MESTIZAJE PERUA
NO CHINO 261

VI.—EL MESTIZAJE Y LAS FORMAS DE VIDA, Sumario 269

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS.— EL MESTIZAJE EN LA


LITERATURA ORAL 271
El Mito de Inkarri p. 271— El Mito de Adeneva p.
272 Análisis de los mitos p. 273.

JOSÉ JIMÉNEZ BORJA.— EL MESTIZAJE Y EL VO


CABULARIO EN EL PERÚ 276
JOSEFINA RAMOS DE COX.— APORTE INDÍGENA Y
ESPAÑOL EN UNA VIVIENDA DEL SIGLO XVI 282
EMILIO HARTH TERRE.— LA
ARQUITECTURA MES
TIZA DEL SUR PERUANO
285
398 REVISTA HISTÓRICA TOMO XXVIII

MARGARITA GUERRA M.—i DOS TESTIMONIOS


FRANCESES PARA EL MESTIZAJE EN EL PERÚ 294
Conformación mestiza del vestido p. 298 Elementos —

mestizos en la comida y en el vestido p. 302.

VII .—EL MESTIZAJE EN EL PERÚ Y EN AMERICA. Sumario 309

RICARDO ZORRAQUIN BECU.— LA MOVILIDAD


DEL INDÍGENA Y EL MESTIZAJE EN LA AR
GENTINA COLONIAL 311
Los Aborígenes p. 311— Las tendencias de la legisla
ción p. 313 Las migraciones indígenas p. 316 Dis

minución de las Encomiendas p. 322 El mestizaje p. —

325 Condición social de los mestizos p. 329.


JULIO ROMANI TORRES.— APUNTES ANTROPO


MÉTRICOS DEL MESTIZAJE EN LA SIERRA
DEL PERÚ 332
Cuadros índices p. 334
e —
índice cefálico p. 337 —
Me
didas absolutas p. 338 —

Análisis de los valores relati


vos eíndice cefálico p. 341 índice vértico tranverso

p. 343 índice longitudinal y zigomático p. 344


ín —

dice morfológico y nasal p. 345 Resumen p. 346.


JUAN MUJICA.— DESCENDENCIA CHILENA DE LOS


INCAS 350
MIGRACIONES ANÓNIMAS DEL PERÚ A CHILE 358

VIII.— SESIÓN DE CLAUSURA. índice 369

LEWIS HANKE.— EL FUTURO DE LAS INVESTIGA


CIONES SOBRE MESTIZAJE EN LAS AMÉRICAS 371
JAIME DELGADO.— EL MESTIZAJE CULTURAL
AMERICANO 376
JOSÉ AGUSTÍN DE LA PUENTE CANDAMO.— LA
VOCACIÓN MESTIZA DEL PERÚ 383
VIDA INSTITUCIONAL.— CONGRESO SOBRE EL

MESTIZAJE, Y SUS RESONANCIAS 387


Temario p. 387 Comentario de "El Comercio" p. 389

Comentario de "La Crónica" p. 391 Comentario de la


página editorial de "El Comercio" del sábado 25 de se

tiembre. —
Elección de nuevo académico de número:
Dr. Alberto Ulloa Sotomayor. p. 39¿

ÍNDICE GENERAL DEL VOLUMEN XXVIII 397


Se terminó de imprimir este Volumen XXVIII
de la Revista Histórica y que corresponde
al año de 1965, el día 26 de noviembre de

1966, en los Talleres Gráficos P.L.


Villanueva S. A., Reg. Ind. 9796.
—Jirón Yauli 1440-1450, Chacra Ríos.
Lima-Perú.

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