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Arte

Representar el tiempo magnificando el instante

Kepa Garraza y Miguel Aguirre enriquecen el catálogo visual de la figuración pictórica a partir del cine

Cuadro de Miguel Aguirre.

Aunque es más bien escasa la presencia de pintores no asturianos en la programación de exposiciones de nuestras galerías. se ha producido en los pasados años una inusual coincidencia - (por la singularidad de su proyecto pictórico y por lo distanciado en el tiempo) entre las muestras de dos artistas: Miguel Aguirre (Lima, 1977), que expuso en Espacio Líquido en 2007 y Kepa Garraza, que lo hizo en ATM Contemporany en el 2015. Para mi comentario en cada una de estas exposiciones utilicé en el título, sin recordar que me repetía, la expresión de "pintor de historia" porque, dicho en apretada síntesis, planteaban (en el caso de Aguirre de manera muy explícita porque ya tenía referencia el tema desde su tesis doctoral de Bellas Artes en Barcelona) - la reivindicación y pertinencia en la modernidad artística de una pintura figurativa contemporánea de género histórico adaptada lógicamente a las coyunturas y conflictos políticos y sociales de nuestro tiempo, algo que también venía a reflejar años después la figuración, de historia o ciencia ficción histórica con personajes y situaciones de nuestro tiempo.

En ambos casos ponía de manifiesto el acercamiento de su escenificación pictórica a la realidad contemporánea, evidentemente mediada por la fotografía y el cine, que se suman necesariamente a su formación artística y a la percepción del momento histórico en el que sitúan su pintura, como sucedía en el ejemplo de Gerard Richter que citaba entonces. Se puede suponer el interés que me suscita verlos reunidos ahora en esta muestra, ahora sí inequívocamente de ciencia ficción y con una temática centrada en el fin del mundo, un apocalipsis representado en un gran y hermoso espectáculo de plasticidad e intensidad pictórica a partir de la reproducción de fotogramas concretos de importantes películas del género.

Es extraordinariamente interesante la manera en la que estos artistas han utilizado el cine como instrumento enriquecedor del catálogo de la pintura (en reciprocidad a lo mucho que el cine se ha enriquecido con la pintura, baste citar por ejemplo a Eisenstein o Peter Greenaway, que aseguraba deber a El Greco sus montajes): han ampliado el repertorio de sus posibilidades expresivas a partir del lenguaje cinematográfico. La posibilidad de la pintura de salirse de sí misma y de sus limitaciones asomándose a nuevos ambientes, acariciando incluso el posibilismo utópico de soslayar la dificultad que de ningún modo puede superar: la representación del tiempo, que sí es patrimonio del cine. Se acerca especialmente a ello en este caso concreto Kepa Garraza, autor de las obras de mayor formato y más significativas, magnificando el instante. La pintura, arte del espacio, reproduce el momento exacto en que se va a producir el final, la consumación del apocalipsis, envolviéndose en su capacidad aurática hace posible que resulte ya tremendamente impactante la imagen detenida. Se detiene el tiempo, el mundo y el ánimo suspendido de quien la contempla en ese instante que será eterno y da lugar a encontradas sensaciones.

Por otra parte las imágenes, admirablemente pintadas, son de notable belleza e intensidad plástica... un meteorito inmovilizado en el cielo, una pareja cogida de la mano esperando de espaldas a la noche la inminente destrucción de la ciudad de rascacielos, el tan hermoso como sobrecogedor paraje de un inclemente invierno eterno surcado por un apenas visible objeto volador... realmente la pintura puede ser muy emocionante y la exposición muy interesante. "Prometheus" de Ridley Scott, 2012; "Fight Club", de David Fincher, 1999 y "Sunshine", de Danny Boyle, 2007 pertenecen los fotogramas apropiados por la pintura.

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