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Prensa

Las dos caras económicas del ex presidente

21. 04. 2019

21 de abril del 2019
El Comercio

 
Radiografía. Las cifras de los dos gobiernos de Alan García se vieron marcadas por un gran contraste. Por un lado, la hiperinflación que marcó a una generación; y por otro, un importante crecimiento económico que redujo la pobreza.
 
Hiperinflación, intis, leche Enci, colas, escasez. Son palabras que despiertan recuerdos de una generación golpeada por la crisis económica y social, y que están ligadas directamente al primer gobierno del fallecido ex presidente Alan García Pérez.

En su “Memoria 1985”, el Banco Central de Reserva (BCR) precisa que los objetivos principales del plan heterodoxo de García eran combatir la inflación a través del reajuste de algunos precios y establecer las bases para reactivar la producción nacional.

Así, buscó generar un círculo virtuoso para el aparato productivo peruano e incrementar el empleo, pero, dada la presión de la deuda externa sobre las reservas internacionales, empezaron sus malas decisiones en la economía que trajeron graves consecuencias para el país.

—El origen de la crisis—
El plan implementado por García, al principio, parecía ser exitoso: la inflación mensual pasó de 12,5% en abril de 1985 a 3,5% en setiembre del mismo año, los precios de los productos bajaron –debido a la subvención que aplicaba el gobierno– y aumentó el salario (18%) de los trabajadores. La popularidad del entonces presidente crecía en la nación, incluso en el ámbito de Sudamérica. Sin embargo, las cosas no tardaron en cambiar.

En 1986, a falta de ingresos suficientes y de inversión pública para reactivar la economía, el gobierno recurrió a préstamos extranjeros que más tarde se volvieron insostenibles; pero la decisión de limitar el pago de la deuda externa al 10% de las exportaciones le mereció al Perú ser considerado un “país no elegible” para préstamos por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El libro “El péndulo peruano” (1991), de Efraín Gonzales y Lilian Samamé, nos recuerda que así, a inicios de 1987, el país iba directamente a una crisis de reservas. A pesar de medidas como disminuir el gasto público, el resultado fiscal promedio del período fue cercano a 10% del Producto Bruto Interno (PBI) como reflejo de la caída de la recaudación.

Menguada la reputación del Perú en el ámbito internacional, el país dejó de recibir apoyo financiero internacional. La devaluación de la nueva moneda, el inti frente al dólar un año más tarde –en doce meses se pasó de la paridad entre dólar e inti a que se necesitaran 175.000 intis para obtener US$1–, los subsidios estatales, el control del tipo de cambio (conocido como dólar MUC)], los salarios estáticos, la escasez de alimentos, una elevada inflación y el aumento de la pobreza extrema en una población golpeada fuertemente por el terrorismo, hicieron entrar al Perú en una crisis irreversible.

La contracción de la economía se focalizó en los sectores minería y manufactura, aunque comercio y servicios también se contrajeron. La caída fue guiada por exportaciones y se acentuó por un gasto público procíclico, con caídas tanto en el consumo como en la inversión pública.

La inflación promedio del quinquenio fue cercana al 1.000% anual, lo que significa que los precios se multiplicaron por más de 140.000 en el período.

A esto se sumó la decisión de García de estatizar los bancos, para así tener un control del tipo de cambio y de factores financieros. Como resultado, todos los bancos extranjeros cerraron y se fueron del país, al mismo tiempo que las reservas internacionales siguieron decayendo.

Todos estos acontecimientos, sumados a la crisis social y política del momento, llevaron al país a una profunda crisis económica que la hizo ser un triste ejemplo en la historia de las peores economías del mundo. Así, para Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE), la principal manifestación de este descalabro económico fue, en efecto, la inflación y escasez, “que tuvo como principal consecuencia la destrucción del aparato productivo del Perú y que nos tomó décadas superar”.

“Es un poco herencia, ideología del momento y una cuota enorme de interresponsabilidad por malas decisiones”, acota.

—Una segunda oportunidad—
Tras un período de ausencia en la vida política y exiliado durante ocho años en Colombia, García postuló otra vez a las elecciones presidenciales y perdió en segunda vuelta ante Alejandro Toledo en el 2001. En su segundo gobierno (2006-2011), después de 21 años, García recibe por parte de su predecesor una economía estable y en crecimiento, que le permitió reivindicar su política económica. Se convirtió en abanderado y defensor de la inversión extranjera y local, algo que, de acuerdo con Macera, se conoció como el “Alan reconverso” que “ya veía a capitales privados como un aliado necesario de su gobierno”.

“Este período se vio empañado con lo que ha salido después: negocios turbios, escándalos como Lava Jato, y una sombra sobre las asociaciones público-privadas”, menciona Macera.

La coyuntura externa favorable ayudó a que la economía peruana alcanzara su mayor dinamismo de la historia reciente. Los ejes del crecimiento fueron comercio y servicios, que, además, son actividades intensivas en generación de empleo. La inversión privada tuvo un impulso constante a lo largo de todo su gobierno, llegando al 19,1% del PBI. Por su parte, la inversión pública fue menos favorecida logrando un 4,8% con respecto al PBI.

Sin embargo, el crecimiento de las exportaciones (favorecidas por altos precios internacionales) ayudó a que la posición fiscal lograra incluso ser superavitaria a pesar de la expansión del gasto público.

“Hubo un impulso bastante obvio, agarrando la mejor parte del superciclo de los commodities. Eso tuvo una consecuencia fortísima sobre las exportaciones y el movimiento económico en general en el Perú. […] Pero es justo también decir que en su gobierno hubo una sensación de promoción de inversión privada que quizás perdió el impulso en los siguientes gobiernos”, indica Macera.

El PBI creció cerca del 8% en su primer año (2006). Pasó en el 2008 casi al 9%, a pesar de la crisis mundial, que se tradujo en un estancamiento económico local en el 2009. Como cifra promedio del quinquenio, el PBI creció 7,2%. Asimismo, la inflación se mantuvo controlada a lo largo del período 2006-2011, teniendo una variación porcentual anual promedio de 2,9%. La desnutrición crónica se redujo y pasó de 22,9% a 17,9%. Por último, a partir de la promocionada apertura comercial y del alto precio de minerales, el país vivió una época de bonanza en las exportaciones.
 
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