Lurigancho y la cuenta interna de todos los días

NOTA DE PRENSA N° 146-2018-INPE

RECLUSOS: LA CUENTA INTERNA DE TODOS LOS DÍAS

A diario, los agentes penitenciarios cumplen una esforzada labor de control en los 69 recintos. La cuenta es sagrada y esta se cumple con responsabilidad en el penal Lurigancho desde julio de 2017, fecha de su retoma de manos de la Policía Nacional, luego de 30 años bajo su control.

El pabellón N° 3 es uno de los 22 que conforman el penal de Lurigancho. Se ubica en la zona externa conocida como el Jardín. Allí un grupo de 5 agentes penitenciarios pernoctó para cumplir la difícil labor de custodiar a la masa de internos que se acomodaron durante la noche para dormir superando el hacinamiento.

El servicio no fue fácil pues el personal del Inpe tuvo que estar más que atento para prevenir situaciones de peligro, entre ellas, suicidios, peleas entre internos, robos de objetos, indisciplinas y otras muy típicas de gente caracterizada por el delito.

Por supuesto, también están las emergencias hospitalarias pues nadie sabe cuándo un paro cardíaco, un coma diabético o una apendicitis rompen la tranquilidad del servicio y obligan al traslado de vida o muerte de los reclusos al centro médico del penal. Entonces hay que coger los llaveros y abrir los candados que a las 9 de la noche anterior inauguraron el encierro total de los pabellones.

Nada es fácil en Lurigancho. El personal sabe perfectamente su situación de desventaja numérica, es decir, 120 a uno. Imposible enfrentar a esta población que a la fecha, según el parte del día, es de 9, 867 internos, un penal diseñado solo para 3,200 almas.

A pesar de esta condición, Jaime Huamaccto, director del penal, ha dispuesto un mayor control en cada uno de sus pabellones. Desde que tomó por las astas a esta fiera carcelaria en julio del 2017 con la retoma en manos de la Policial Nacional del Perú, luego de 30 años, el desafío de no perder a ningún recluso a su cargo se ha vuelto no solo una consigna, sino una labor de mayores proporciones. “Aquí la cuenta de internos es sagrada”, manifiesta el experimentado funcionario.

EL RITUAL QUE SE CUMPLE

Son las 8 de la mañana y el técnico penitenciario entrante Carlos Olano Salazar (39) ya ocupa su lugar de dominio en el patio del pabellón N°3. Ante él hay cientos de miradas que a regañadientes se posan sobre su figura para cumplir el ritual que han tenido que aceptar como una medida de disciplina de sus autoridades.

Mamanis, Rodríguez, Campos, Baldeones, Pérez y otros apellidos se pronuncian de una larga lista sujeta desde una tablilla de madera que el técnico Olano debe leer con voz más que potente durante una hora.   Los internos están muy atentos, todos formados perfectamente en largas filas.

Pedro Ramos Cuba, sub director de tratamiento, indica que el pabellón 3 está conformada por un 30% de adultos mayores, algunos con discapacidad, es por ello que se observa personas con muletas o andando en silla de ruedas. Sin embargo, ellos también deben pasar la cuenta obligatoria. Pero el buen juicio hace que los celadores penitenciarios les den prioridad en este trámite y los hacen pasar lista incluso rompiendo el orden establecido para que no padezcan dicho trámite bajo el sol del verano.

En este momento de la mañana es imposible saber si falta algún recluso en Lurigancho. La única manera de constatarlo es al término del conteo matutino, cuando el técnico entrante confronta la información de su registro con su colega saliente Julio César Carbajal Celiz (32), algo somnoliento del servicio anterior. Ya va poco más de un mes con esta difícil responsabilidad aunque sabe que por fin lo rotaran al servicio de seguridad externa para bajar las tensiones.

EL MOMENTO DE LA VERDAD

“Ambos comparamos las cifras que mi compañero dejó en el cuaderno, un total de 674 internos. Si hubiera algún problema en la cuenta, de inmediato se constata físicamente, pues hay que ir a la clínica del penal ya que podría estar hospitalizado o tal vez salió del penal para realizar una diligencia judicial”, manifiesta el agente Carlos Olano conocedor de su oficio con más de 7 años de carrera, sin embargo es categórico si a pesar de todo las cosas no están claras… “Yo simplemente no firmo el relevo”.

Entonces, el hecho es comunicado de inmediato a la alcaidía y se inicia un operativo en todos los pabellones a fin de ubicar al interno desaparecido. En la mayoría de casos se trató de un recluso rebelde que no volvió a su lugar de origen y la pasó en otro espacio.

Afortunadamente, aquella mañana ambos agentes confirmaron sus cifras y estrecharon las manos en señal de compañerismo y buena suerte en el trabajo. ¡Misión cumplida!

El conteo matutino es el servicio más real y significativo que el Instituto Nacional Penitenciario realiza a favor de la sociedad en el tema de seguridad. Es la primera instancia que asegura que la ley se está cumpliendo a cabalidad en los centros carcelarios. Los internos deben cumplir su pena en un régimen cerrado, tras las rejas, imposibilitados de salir del recinto y bajo el control permanente de los agentes penitenciarios.

Bajo esta condición de dominio, la autoridad penitenciaria en Lurigancho puede dirigir las actividades de tratamiento en educación y trabajo. Desde centros penitenciarios donde hay un mínimo de orden y disciplina se pueden generar esos cambios que la sociedad reclama en esta población y que todos agradecerán cuando vuelvan de regreso a sus hogares, pero esta vez como mejores personas.

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Lima, 16 de abril de 2018

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