Los líderes europeos irán la próxima semana a la cumbre sobre el clima que se celebra en Copenhague con la billetera bien llena. Los Veintisiete se comprometieron ayer en Bruselas a dar 2.400 millones de euros anuales a los países más pobres durante los próximos tres años para que adopten medidas urgentes contra el cambio climático. Una cifra mucho más generosa de lo inicialmente previsto -entorno a 2.000 millones-, engordada con las aportaciones de todos y cada uno de los Estados miembros y que permitirá elevar el montante global hasta los 7.200 millones entre 2010 y 2012.

"Estamos muy satisfechos porque hemos conseguido contribuciones de todos los Estados miembros", recalcó al término del Consejo Europeo el primer ministro sueco y presidente de turno, Fredrik Reinfeldt. De hecho, y pese a las reticencias iniciales, hasta los países menos avanzados del club comunitario y aquellos cuyas arcas públicas están en número rojos como Bulgaria o Grecia arrimaron el hombro y ofrecieron contribuciones a un fondo con el que esperan animar a otras potencias mundiales a conseguir que la cumbre que se celebra en la capital danesa para establecer las reglas post-Kioto cierre la próxima semana un acuerdo ambicioso.

Los más generosos ayer fueron Alemania, Francia y Reino Unido, que aportarán cada uno entre 400 y 430 millones de euros anuales. Precisamente, Nicolas Sarkozy y Gordon Brown anunciaron públicamente, antes incluso de que los Veintisiete iniciaran la última sesión de trabajo, las cifras negociadas durante el Consejo Europeo. Un gesto alto y claro que debe servir, según indicó Brown, para transmitir que este es el momento de actuar y de "adoptar acciones apoyadas en compromisos fuertes". Sarkozy, por su parte, desechó todas las críticas sobre el impacto que este desembolso tendrá en unas arcas públicas ya tocadas por la crisis económica. "¿Piensan que costará caro?", respondió a preguntas de los periodistas. "Lo que costará caro es el inmovilismo. Lo que será un drama es el fracaso", añadió. Un dardo directo a otras potencias contaminantes como EE.UU., Japón, Australia o China de quienes Europa espera también movimientos. "Esperamos que otros igualen nuestras cifras y nuestra ambición. La financiación es clave para llegar a un acuerdo", recordó ayer el presidente de la CE, Durao Barroso. Todos coinciden en que el fondo para 2010-2012 es simplemente un primer paso al que deberán seguir en el futuro nuevos compromisos todavía más generosos.

Las estimaciones apuntan que serán necesarios unos 100.000 millones de euros a partir de 2013 para que los países en vías de desarrollo acometan todas las reformas necesarias. Además de la oferta económica, los líderes europeos recordaron ayer que están dispuestos a elevar del 20 al 30% el porcentaje de reducción de emisiones de CO2 previsto para 2020, respecto a los valores de 1990. Eso sí, cuando otros países desarrollados adopten compromisos similares. Las negociaciones abordarán la creación de un organismo internacional que evalúe la reducción de emisiones y controle que el dinero destinado a los países pobres se destina a mitigar el impacto del cambio climático así como medidas para frenar la deforestación.