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El significado del asesinato de Alfonso Cano

category venezuela / colombia | imperialismo / guerra | opinión / análisis author Saturday November 05, 2011 21:30author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

Con el asesinato de Cano, el gobierno cierra las puertas al diálogo ¿cómo reaccionará la insurgencia? Es difícil predecirlo, pero sea lo que sea, es posible ver un período de agudización e intensificación del conflicto por delante pues no parece ser una opción cruzarse de brazos o seguir reiterando llamados al diálogo y la paz que caen en oídos sordos. Si el gobierno demuestra su voluntad de profundizar la vía militar, entonces es ella la que se profundizará, y sabemos lo que esa vía tiene para ofrecer a Colombia en el marco de la guerra sucia.
Alfonso Cano en la década de 1980 con Raúl Reyes y Jacobo Arenas
Alfonso Cano en la década de 1980 con Raúl Reyes y Jacobo Arenas


El significado del asesinato de Alfonso Cano

Después de más de 30 años de lucha guerrillera, el máximo jefe de las FARC-EP ha sido asesinado. Murió combatiendo, como un guerrillero raso más, mientras que quienes lo mandaron a asesinar, la élite dorada, jamás subieron al monte ni han puesto a uno sólo de sus hijos al frente de la batalla. Este era un desenlace que se veía venir, ya que desde el 2008 Cano se enfrentaba a una presión militar impresionante: 6000 tropas de élite contrainsurgentes a su caza, cerco militar en el sur del Tolima y Cauca, bombardeos indiscriminados en toda esa región. Y finalmente lo “cazaron”, no en Tolima como esperaban, sino en Cauca. El procedimiento fue típico: inteligencia militar (con apoyo decisivo de la CIA), bombardeos, desembarcos desde helicópteros y orden de asesinar, no de capturar.

Este procedimiento, en flagrante violación del derecho internacional humanitario, está en plena concordancia con el componente de la guerra sucia del Estado colombiano llamado “Plan Burbuja”, según el cual hay que golpear a los mandos guerrilleros para provocar un proceso doble: por una parte, estimular las deserciones, por otra, producir un fenómeno de “bandolerización” por la pérdida de los mandos político-militares y desestructuración de la cadena de mando (lo último implica que lo que realmente preocupa a la oligarquía no es ni la violencia ni la seguridad de los ciudadanos, sino conservar el poder a toda costa).

La muerte de Cano es un golpe militar indudable a la insurgencia, que por primera vez sufre la baja de su líder máximo. No solamente es un golpe por el enorme aprecio que le tenían los insurgentes, sino por el genio político-militar que demostró en su período al mando. En el 2008 los medios, con su normal ignorancia de los temas del conflicto, especulaban sobre el supuesto conflicto en las FARC-EP entre el ala “militar” supuestamente liderada por el Mono Jojoy, y el ala “política”, supuestamente liderada por Cano, al que se le mostraba como un ideólogo dogmático sin experiencia militar significativa. Sin embargo, la realidad demostró lo espurio de los supuestos en los que se sustentaron estas tesis. Cano demostró una visión militar superior a lo esperado por los opinólogos, logrando una reorientación estratégica de las FARC-EP que las llevaron a recuperar mucho del terreno perdido desde la implementación del Plan Colombia, adoptando una postura de ofensiva estratégica en vastas zonas del país que se aprecia en los contundentes golpes dados por la guerrilla en el período 2009-2011. También en lo organizativo, Cano supo descentralizar la organización para, por una parte, facilitar el trabajo político de masas y por otra, para absorber mejor los golpes del Plan Burbuja sin que se resintiera el conjunto de la organización.

Las FARC-EP con estructuras más descentralizadas y flexibles, asimilarán con toda probabilidad este nuevo golpe y recompondrán las estructuras de mando para llenar este vacío. Es muy probable que el mecanismo de sucesión de mando previamente establecido (Cano estaba bien conciente de que su asesinato ear inminente) ya esté andando y que el sucesor sea Iván Márquez.

Pero lo que está claro es que la resistencia de las FARC-EP a este embate no depende solamente de lo militar sino, fundamentalmente de lo político, y en esto Cano también supo abanderar una orientación política que lo demostraron como algo distinto a ese personaje obscuro y ortodoxo descrito por los medios. Logró controlar los enfrentamientos entre estructuras farianas con estructuras del ELN en diversos puntos del país. No solamente eso: también logró un pacto estratégico con esa organización lo cual ha fortalecido a ambos sectores insurgentes. También supo entender el contexto actual de movilización popular, defendiendo un proceso de negociación política al conflicto que permitiera articular las demandas de los diversos sectores populares subordinados. De una u otra manera, buscó formas de que las propuestas de la insurgencia volvieran a instalarse en la mesa como parte del debate político, más allá de temas como el acuerdo humanitario o el proceso de paz, actualizándolas con nuevas lecturas políticas y nuevos análisis de la realidad nacional e internacional. En este sentido, Cano demostró un liderazgo político-militar que permitió un salto estratégico de la organización guerrillera.

¿Morirá todo este trabajo hecho en el último tiempo con Cano? Aún cuando el asesinato de Cano repercutirá en las filas insurgentes, difícilmente ocurrirá tal cosa. El último informe de la Corporación Nuevo Arco Iris (“La Nueva Realidad de las FARC”), publicado en Agosto, da cuenta de ello, cuando afirma que aún cuando la muerte de Cano sea inminente, ello difícilmente significaría el fin de la insurgencia o aún un escenario de desplome acelerado. Esta afirmación se sustenta en los hechos por varias razones: primero que nada, porque Cano no tomaba decisiones solo sino como parte de un cuerpo colectivo, el Secretariado Mayor. Se equivoca el establecimiento colombiano cuando cree que las FARC-EP son una organización sustentada en liderazgos carismáticos. El asesinato del Mono Jojoy (una figura de un carisma mucho mayor que el de Cano entre los guerrilleros) en el 2010 así lo demostró –no hubo deserciones en masa y el Bloque Oriental mantiene la presión militar. Lo mismo pudo decirse del fundador de las FARC-EP, Manuel Marulanda, cuya muerte también se especuló produciría un desmoronamiento de la organización –cuando ocurrió en realidad todo lo contrario, un restructuramiento de la organización y un fortalecimiento organizativo. Pero tampoco será ese el escenario porque las orientaciones políticas que han enfrentado el intento de “aislamiento político” de la insurgencia, así como las estructuras que han permitido el reacomodo estratégico de las FARC-EP al nuevo escenario de guerra, dominado por el poderío aéreo del Estado y el perfeccionamiento de la inteligencia militar, ya están instaladas y andando. Y han demostrado ser efectivas [1].

Digamos que con la muerte de Cano la insurgencia pierde un valioso dirigente, pero ni pierde la razón de ser ni su norte como organización. La orientación de Cano, ha sido parte de una orientación colectiva que demuestra el dinamismo de la insurgencia de cara a una ofensiva militar sin precedentes por parte del Estado, así como el carácter orgánico de la guerrilla colombiana. Si bien Cano es el máximo dirigente asesinado, varios otros líderes han sido abatidos en el último tiempo gracias al Plan Burbuja y el efecto esperado por parte del Estado (desplome, desmoralización, bandolerización y deserciones masivas) no ha ocurrido. Y no ocurrirá porque las fuerzas que alimentan al conflicto siguen ahí, y la insurgencia conserva fuertes raíces en la Colombia rural pese a la campaña de exterminio y desplazamiento masivo del Estado colombiano, que llaman “consolidación territorial”. Y porque la insurgencia en Colombia es una insurgencia de carácter orgánico, no basada en caudillos carismáticos. Los movimientos insurgentes de carácter orgánico como las FARC-EP han sabido sobrevivir y aún fortalecerse después de la muerte de sus dirigentes, como ocurrió con el PKK tras el arresto de Abdullah Ocalan, o con el FSLN tras el asesinato de Carlos Fonseca, o con las guerrillas africanas PAIGC o Frelimo, tras el asesinato de sus respectivos dirigentes Eduardo Mondlane y Amilcar Cabral. Y su martirio en ocasiones logra fortalecer la moral y redoblar la resolución de lucha de los rebeldes, con lo cual podría haber un efecto boomerang.

Santos, sobre el cadáver del adversario abatido profiere vivas a Colombia, sin dejar en duda su concepción de país donde el poder se reafirma con ofrendas de sangre. Dice que el “crimen” no paga (confundiendo rebelión con crimen), mientras el país se asfixia en la corrupción promovida por familias cuyas fortunas han sido amasadas mediante el asesinato, el desplazamiento, el robo de tierras y la entrega de los recursos naturales mediante pactos fraudulentos. Los medios reproducen partes triunfalistas en que, ahora si, se nos vuelve a decir, que estamos en el fin del fin, no en el fin inmediato, sino que en la recta final, etc. Mientras hasta hace unas semanas se quejaban de una guerrilla envalentonada y un ejército desmoralizado, hoy día afirman que la guerrilla está desmoralizada y que este golpe desmiente la tesis “maliciosa” de la desmoralización castrense. En realidad, esta victoria, por las razones más arriba expuestas es pírrica, y difícilmente alterará el curso del conflicto según se ha delineado en el curso del presente año o mejorará sustantivamente la moral de la tropa cuya baja se encuentra, como hemos afirmado en otra ocasión, en la naturaleza misma de esta guerra sucia tan degrada. Antes bien, este nuevo triunfalismo (mucho menos pronunciado que el triunfalismo tras la muerte de Raúl Reyes) podría jugar en contra de esa moral cuando el fin del fin no llegue.

Pero no sería correcto afirmar que nada cambiará en el nuevo escenario post-Cano; es indudable que este golpe tendrá efectos. El periodista Alfredo Molano advirtió que esta victoria militar puede convertirse en una derrota política. Tal cosa no parece ser descabellada porque quedan claras las intenciones de “paz y diálogo” de Santos, quien ha posado como el presidente de los “derechos humanos”, abierto a la “negociación”. Será mucho más difícil sostener tal cosa para socialdemócratas como Medófilo Medina, Pacho Galán, León Valencia u otros que se han mareado con la “voluntad de paz” del gobierno, después de esta acción, pues ¿cómo hablar de paz mientras se asesina al interlocutor? Pongamos el caso irlandés como ejemplo: el Estado británico estuvo dispuesto a dialogar con la insurgencia (el IRA) y por ello, aunque tenían localizados plenamente a los líderes políticos del movimiento, no los asesinaron para permitir ese espacio de negociación. Tal cosa no ocurre en Colombia, precisamente porque la voluntad de paz o de diálogo no existe. Lo que se busca es el exterminio de los posibles negociadores para lograr la desmovilización. Es decir, la paz de los cementerios, o pacificación sin ninguna transformación política en el país. El resultado de esta política lo conocemos bien en Guatemala o El Salvador. Y eso no es lo que la mayoría del pueblo quiere para Colombia.

El gobierno cierra las puertas al diálogo ¿cómo reaccionará la insurgencia? Es difícil predecirlo, pero sea lo que sea, es posible ver un período de agudización e intensificación del conflicto por delante pues no parece ser una opción cruzarse de brazos o seguir reiterando llamados al diálogo y la paz que caen en oídos sordos. Si el gobierno demuestra su voluntad de profundizar la vía militar, entonces es ella la que se profundizará, y sabemos lo que esa vía tiene para ofrecer a Colombia en el marco de la guerra sucia.

El gobierno no entiende el carácter orgánico de la insurgencia, pero si entiende el carácter social más que militar del conflicto. Por eso es que en estos momentos en que repunta la lucha popular, con los estudiantes, obreros petroleros, trabajadores del transporte, campesinos movilizados, el gobierno se apresta para profundizar la guerra sucia, buscando ampliar el fuero militar, estigmatizando y criminalizando la protesta social, reforzando el aparato paramilitar. Saben ellos que el escenario donde se define el combate no es en el campo de batalla sino que en los campos y calles de Colombia, donde las masas vuelven a desafiar al sistema y a articular su proyecto emancipador. Aunque con los resultados de las últimas elecciones locales, producidas con más de un 50% de abstención, se fortalece de manera superestructural la “Unidad Nacional” y el santismo barre con toda oposición institucional, esa institucionalidad está cada vez más aislada, es cada vez más vulnerable ante un pueblo al que no se le ha dejado más opción que luchar. Santos aprueba TLCs que hambrearán a las muchedumbres y las someterán en una situación aún más desesperada que la actual. Sus “locomotoras del desarrollo” arrollan y destruyen las comunidades que quedan a su paso. El gobierno de Santos responde a las protestas de este pueblo de manera militar, con una represión inusitada, pues no saben responder de otra manera. Y con ello cierra todas las puertas a una solución al conflicto social que no sea la vía revolucionaria (que no guerrerista-militarista).

Que no se engañe Santos con sus pírricas victorias militares: su mundo anacrónico de dogmatismo neoliberal, entreguismo pro-imperialista, de exacerbado conservadurismo, es un mundo en retroceso. Los tiempos actuales son tiempos de lucha, de revoluciones, donde las masas vuelven a adquirir protagonismo. Santos radicaliza el conflicto social y armado, que no es solamente bombardeos contra la insurgencia, sino una estrategia militar contra el conjunto del pueblo –ese es el significado del asesinato de Cano. Pero en la medida en que se radicaliza el conflicto, las masas colombianas pueden dar a la oligarquía una buena sorpresa, precisamente en el momento en que se creen invencibles y precisamente por donde no lo esperan.

José Antonio Gutiérrez D.
5 de Noviembre, 2011


[1] Un balance del conflicto y la apuesta por la guerra sucia de Santos, la he hecho en un artículo previo “Santos: Luz Verde para la Guerra Sucia en Colombia” http://anarkismo.net/article/20768

author by indignadopublication date Sun Nov 06, 2011 02:01author address author phone Report this post to the editors

Lo mataron de tres tiros mientras estaba desarmado. Son unos cobardes.

author by Secretariado del Estado Mayor Central - FARC-EPpublication date Sun Nov 06, 2011 16:42author address author phone Report this post to the editors

Escuchamos de la oligarquía colombiana y sus generales el anuncio oficial de la muerte del Camarada y Comandante Alfonso Cano. Resuenan aún sus alegres carcajadas y sus brindis de entusiasmo. Todas las voces del Establecimiento coinciden en que ello significa el final de la lucha guerrillera en Colombia.

La única realidad que simboliza la caída en combate del camarada Alfonso Cano, es la inmortal resistencia del pueblo colombiano, que prefiere morir antes que vivir de rodillas mendigando. La historia de las luchas de este pueblo está repleta de mártires, de mujeres y de hombres que jamás dieron su brazo a torcer en la búsqueda de la igualdad y la justicia.

No será esta la primera vez que los oprimidos y explotados de Colombia lloran a uno de sus grandes dirigentes. Ni tampoco la primera en que lo reemplazarán con el coraje y la convicción absoluta en la victoria. La paz en Colombia no nacerá de ninguna desmovilización guerrillera, sino de la abolición definitiva de las causas que dan nacimiento al alzamiento.Hay una politica trazada y esa es la que se continuará.

Ha muerto el Camarada y Comandante Alfonso Cano. ha caido el mas ferviente convencido de la necesidad de la solución política y la paz. ¡viva la memoria del comandante Alfonso Cano!

Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 5 de noviembre de 2011

author by Carlos A. Lozano Guillénpublication date Sun Nov 06, 2011 22:23author address author phone Report this post to the editors

El Partido Comunista Colombiano no se une al coro de felicidad que embriaga al Gobierno Nacional, a la cúpula militar y a representantes de la ultraderecha y del militarismo en Colombia por la caída en combate de Alfonso Cano, principal dirigente de la guerrilla de las FARC. Somos humanistas y por ende nos duelen las muertes de nuestros compatriotas. Más aún cuando se trata de un combatiente revolucionario.

La muerte de Alfonso Cano es un duro golpe a las FARC, como tantos otros en el último tiempo, pero no su fin como predican alegremente los militaristas y los grandes medios de comunicación. En Colombia existe un conflicto de profundas causas políticas, sociales, económicas e históricas, que deben superarse por la vía de la solución política sobre la base del fortalecimiento de la democracia y la justicia social. No hay solución por la vía militar como ha quedado demostrado históricamente durante cinco décadas de aguda confrontación.

Pero también la muerte de Cano afecta la credibilidad de las FARC en el presidente Santos, cuando asegura que en su mano tiene la llave de la paz. Con mayor razón cuando declara que a la guerrilla no le queda sino entregarse o morir, como si en Colombia existiera la legalidad de la pena de muerte. No es clara la política de paz del Gobierno y de quienes lo apoyan, porque la paz no se logra mediante los fusiles y el aplastamiento del contrario. Sería una paz de los sepulcros que no la convierte en estable y duradera. La paz romana siempre ha sido frágil; es la de los prepotentes que a la larga le sale mal.

Con mayor razón se requiere en este momento, multiplicar esfuerzos desde el lado de “Colombianos y Colombianas por la Paz” (CCP) y de otras organizaciones sociales y humanitarias, para el logro de la paz sobre las bases del fortalecimiento de la democracia y de las condiciones sociales del pueblo colombiano. Hay que insistir en salidas humanitarias y pacíficas. Tocar la puerta del Gobierno y de las organizaciones insurgentes en la necesidad de abrir un espacio de diálogo para el acuerdo por la nueva Colombia en paz con democracia y justicia social. En este sentido es importante y positivo el pronunciamiento de CCP conocido en el día de hoy.

Cali, Valle del Cauca, 5 de noviembre de 2011

author by Carlos Medina Gallegopublication date Mon Nov 07, 2011 05:44author address author phone Report this post to the editors

Con la muerte de ALFONSO CANO, se llega a la desoladora conclusión de que no sólo nos hemos acostumbrado a la tragedia de la violencia, la guerra y la muerte sino que hemos llegado a extremos increíbles de brutalidad y desprecio por los sentimientos tradicionales de la humanidad. Hay tratados enteros sobre los usos y costumbres de la guerra que establecen las dignidades humanas en el marco de la tragedia que ella representa, en relación con los muertos, los prisioneros, los heridos y la población civil, en países y zonas en conflicto armado. Pero eso parece haberse perdido, ya no se reconoce la grandeza del adversario y se construye la victoria sobre el envilecimiento del enemigo. No tiene gran valor reconocerse vencedor frente a un adversario al que lo hemos desprovisto de todo merito.

No tengo la menor duda que Guillermo León Sáenz Vargas es uno de los muchos colombianos que, desde las motivaciones de sus inconformidades y rebeldías juveniles, en el estudio juicioso y el conocimiento detallado de la realidad y la historia de su país abrazaron ideas políticas altruistas, se formaron como revolucionarios y se comprometieron en la lucha por transformar las causas estructurales de nuestros conflictos.

No veo en Cano, ni un delincuente, ni un terrorista, ni un criminal de ninguna naturaleza, veo un hombre comprometido con su país, envuelto en las encrucijadas de la guerra y obligado por las circunstancias y propias convicciones a asumir responsabilidades mayores de un conflicto que se pudo resolver con una reforma agraria y un programa nacional agrario democrático y que ya cumple casi un siglo de vida. No veo en la historia de vida de Cano ni el bandido, ni el narcoterrorista, ni el intransigente como se quiere presentar, ni siquiera veo en él un hombre de armas a la manera de Jorge Briceño, lo que veo es un hombre de ideas y de compromisos políticos buscando colocarse de manera favorable frente a una lógica perversa que piensa que un proceso de paz se da según la situación de la correlación de fuerzas en el campo militar, lo que no hace mas que alimentar la confrontación. Creo que la reactivación de las FARC obedece a enfrentar la lógica del gobierno de que a la guerrilla hay que llevarla derrotada a una mesa de negociación y eso no va a ocurrir.

Un ejercito se llena de gloria solo cuando reconoce la grandeza de su enemigo y le da el tratamiento que corresponde a sus dignidades militares, ¿que héroes pueden ser quien ejecutan a un bandido?… En eso las FARC, que son mucho menos formados en las tradiciones, usos y costumbres de la guerra, al momento de entregar los restos del Coronel Julián Ernesto Guevara, le rindieron homenaje militar y lo despidieron como Héroe de la Patria, eso es respeto por el enemigo, por su valor y por su grandeza.

No puede seguir siendo cierto que se reconozca el conflicto armado para concederle los derechos solo a las fuerzas institucionales y desconocer las condiciones del enemigo y sus derechos y, que ahora, se quiera sostener con una historia de connivencia criminal con el paramilitarismo y centenares de miembros de las fuerzas militares y de policías investigados y condenados por operaciones criminales, el fuero militar, que ha sido utilizado a través de la historia, no para salvaguardar la dignidad de la institución, sino, para dejar en la impunidad los crímenes que se cometen.

Alfonso Cano es a la FARC lo que el General Alejandro Navas es a la Fuerzas Militares, si este hubiese muerto en manos de la FARC, seguramente sus comandantes tendrían para él el máximo de sus reconocimientos como enemigo digno. Pero el general Navas que sabe de la guerra, también debe saber lo que significa conducir un ejercito en una guerra degrada y perder todos los días hombres y oficiales. La guerrilla también llora sus muertos que son tan campesinos como los miembros de las fuerzas militares, carga sus mutilados y da razón a sus familias.

La FARC tiene muchos prisioneros, pero de todos ellos tres son los que reclamaría con mayor énfasis la organización, los que el gobierno nacional entrego como bandidos a tribunales norteamericanos. Las FARC tienen 22 prisioneros del gobierno alguno de ellos cumplió 15 años en manos de la organización. Abandonados a su suerte y en medio del fragor de los combates que son cada vez más intensos, por la dinámica de los operativos de las fuerzas militares centrados en bombardeos, ametrallamientos y desembarcos operativos. Me gustaría saber en cuanto pondera el gobierno el valor de sus prisioneros, de sus hombres, de sus héroes…, porque hace poco en uno de los conflictos más largos de la Historia de la Humanidad, el Estado Israelí, concedió por uno solo de sus prisioneros la libertad de algo más de mil palestinos.

La figura de la Llave de la Paz no la tiene el presidente Santos él tiene por ahora la Cerradura de la Guerra combatiendo con la misma intransigencia a los “intransigente” que critica. Comparto con algunos amigos la idea que si hay alguien que tenga la Llave de las paz de este país son las FARC y el ELN; es cuando ellos decidan definitiva abandonar la guerra en un proceso de negociación discreta, donde la victoria no sea de uno o de los otros sino de la nación colombiana y de su esperanza de futuro que la paz será posible.

Ha muerto Cano, la estrategia ha funcionado y lo ha hecho también que dejo gravemente herido el proceso de paz y taponado el camino de la solución política negociada. Quienes hemos estado empujando desde la sociedad civil la salida negociada al conflicto armado, con obstinación si se quiere, nos sentimos profundamente tristes, no por la muerte de Cano que desde luego nos consterna, sino por el futuro de esta Colombia que amamos y esta en manos de quienes consideran que los problemas se arreglan por la vía de la guerra y no en los escenarios de una democracia que se profundiza en el bienestar de la población y en su convivencia solidaria.

Los analistas especulan sobre quien será el sucesor, las FARC ya saben quien es… pero independientemente de uno o de otro, si las cosas no se modifican, si las actitudes de las partes no cambian, el sucesor será la guerra. No hay que buscar que la correlación de fuerzas sea favorable para avanzar en el camino de la solución política, lo que hay que buscar es el equilibrio dinámico de opiniones que hagan coincidir en propósitos muy claros la voluntad de las partes en un proceso de paz sin vencedores.

Coletilla: Esta generación de niños indignados que esta marchando por las calles no se puede seguir educando en la intransigencia de sus gobernantes y encontrar como única salida la violencia. El presidente Santos, que critica con tanto fervor la intransigencia, debe retirar la propuesta de reforma a la Ley 30 y dejar que la comunidad universitaria, el gobierno nacional y la sociedad colombiana se abra a un gran debate nacional sobre un proyecto construido social y políticamente por todos y para el bienestar de la nación.

author by Manizales Libertariopublication date Mon Nov 07, 2011 09:41author address author phone Report this post to the editors

En medio de la borrachera de los medios es importante analizar serenamente la realidad colombiana. Me parece que los parrafos finales son claves siempre que mencionan dos temas que son cruciales para entender la complejidad de establecer una politica revolucionaria y libertaria en la actual coyuntura. Que la solucion no es militar significa que las vanguardias militares no son el eje del conflicto pero son una expresion de una guerra de clases. Que la solucion politica no es tranzar esa lucha de clases ni hablar de paz y paz a toda costa, sino derrotar a la burguesía y por eso se habla de la salida revolucionaria. En guerra o en paz el capitalismo sigue asesinando personas de hambre, en accidentes laborales, en carceles donde apalean a muerte a los presos como ocurrió ahora en Caldas. Me quedo con esos dos aportes.

author by Contagio Radiopublication date Mon Nov 07, 2011 20:15author address author phone Report this post to the editors

Entrevista con el historiador José Jairo González:

Related Link: http://www.contagioradio.com/otra-mirada/intereses-economicos-marcaron-la-muerte-de-alfonso-cano
author by observadorpublication date Thu Nov 10, 2011 18:37author address author phone Report this post to the editors

Dijo Santos en la reunión de la CAN esto textual “Este es un proceso colombiano que vamos a resolver los colombianos. Cuando necesitemos ayuda, si es que la necesitamos, acudiremos, y estoy seguro que Evo Morales, Rafael Correa, Ollanta Humala, nos darán esa ayuda para conseguir la paz. Pero mientras tanto, es un problema colombiano y no queremos que nadie interfiera en estos asuntos internos de Colombia”

Y entonces porque los USA les dan miles de millones de dólares y asistencia en inteligencia? porqué Israel les asesora y da ayuda militar? porque Brasil les vende armas? Por que la UE les da cooperación militar? Mucho hipócrita este Santos, el conflicto es una cosa interna cuando le conviene pero deja que los imperialistas metan manos cuando quieran pues.

author by Colombianos y Colombianas por la Pazpublication date Sun Nov 13, 2011 08:58author address author phone Report this post to the editors

Desde Colombianas y Colombianos por la Paz, expresamos con profunda preocupación, el destino inmediato y futuro para Colombia entera; el Gobierno Nacional está demostrando que al priorizar la confrontación armada sobre la salida política mediante el diálogo y la negociación, carece de una política verdadera de paz y que lo único que busca es mantener los privilegios y el lucro que obtiene mediante la guerra.
Es esta una ocasión propicia para recordarle al país y a la comunidad internacional, que antes que el presidente Juan Manuel Santos, en su discurso de posesión, ofreciera una puerta y una llave para la paz, ya lo habían hecho los principales dirigentes de las FARC – EP y del ELN; por lo que reclamamos a las partes enfrentadas en este prolongado conflicto, que se mantengan en sus respectivos ofrecimientos, que hagan honor a la palabra empeñada y que se decidan a abrir los diálogos de paz sin precondiciones, para detener el baño de sangre entre colombianos y que cree las condiciones fundamentales para una paz duradera y la construcción de la justicia social que reclama Colombia y sus gentes.

Llamamos la atención sobre el riesgo inminente que se cierne sobre la vida de los militares y policías cautivos en poder de las FARC – EP, y de poblaciones campesinas e indígenas, de continuarse con la intensidad de los bombardeos y operaciones militares, que sin ningún miramiento de carácter humanitario descargan su plomo y sus bombas en el afán de obtener victorias militares a cualquier precio, en vastas regiones de la geografía nacional y que se han convertido en un drama humano para miles de colombianos y colombianas.

Pedimos a la sociedad colombiana poner distancia de la euforia y del triunfalismo, en que se regodean los guerreristas con la muerte de un colombiano y que hoy como ayer levantan voces de “fin del fin” y reclaman más violencia oficial. Estos nefandos episodios ya los ha conocido Colombia, por lo cual lo más sensato es atemperar los espíritus y evitar los desbordamientos del entusiasmo o del pesimismo inmovilista.

Reiteramos a Colombia toda y en particular a las partes del conflicto, nuestra disposición a continuar de manera incesante en la generación espacios de diálogo y negociación, así como propuestas tendientes a humanizar el conflicto y para convenir los términos de la paz con justicia social. Invitamos a la sociedad colombiana a no desfallecer, unificar las lecturas y sumar esfuerzos en torno a la salida política que necesita Colombia; para que así nos dispongamos a participar en las definiciones de ese país que anhelamos y en el que soñamos y decimos que podemos caber todos.

Finalmente, desde Colombianas y Colombianos por la Paz, consideramos que ya son demasiados los muertos en nuestra patria y que debe cesar el derramamiento de sangre; y por ello continuaremos trabajando por lograr la paz con justicia social y no la paz ofrecida desde el establecimiento que la concibe como la paz de los cementerios o el confinamiento en las cárceles; ya que lo único que se obtiene con esto es la prolongación incesante de la guerra.

author by Ramiro Bejarano Guzmán - El Espectadorpublication date Sun Dec 04, 2011 18:37author address author phone Report this post to the editors

Se necesita mucho carácter para atreverse a decir que a Alfonso Cano no le respetaron la vida y que lo ajusticiaron, y además sostener que la salida militar al conflicto armado es inútil mientras no haya una solución social.

La frase no es de Piedad Córdoba, tampoco de un militante de la izquierda, menos de uno de los jefes liberales, quienes por estos días andan entregados a la orgía de una constituyente del partido a la que no han sido invitados los copartidarios de a pie, sino preferencialmente congresistas, diputados, concejales, manzanillos y lagartos.

El responsable de este desafío público fue un vocero de la Iglesia católica, el nuevo arzobispo de Cali, Darío Monsalve, quien por fortuna llegó a suceder a monseñor Sarasty, cuya gestión fue desastrosa.

Se necesita mucha convicción para salir a pregonar que el Estado le aplicó la pena de muerte al jefe de las Farc, cuando en este país hay quienes son capaces de expresar su complacencia con la tesis de la eventual ejecución de Cano, como ha ocurrido en el pasado, por ejemplo, cuando otro sacerdote, el padre Llanos, se fue de bruces aplaudiendo la muerte de Raúl Reyes, en vez de rezar un réquiem por su extraviada vida.

Resulta inevitable no inquietarse ante esta hipótesis estremecedora de Monsalve: “¿Por qué no trajeron vivo, por ejemplo, a Alfonso Cano, cuando se dieron todas las condiciones de desproporción absoluta y de sometimiento y reducción a cero de un hombre de más de sesenta años, herido, ciego y solo?, y, ¿por qué encapsular la lucha antiguerrillera en ese marco de traer muertos a los cabecillas, sin agotar el marco ético de la no pena de muerte, de la captura como objetivo legal?”.

Que el Gobierno haya guardado silencio ante tan duras declaraciones, que ponen en tela de juicio la transparencia del operativo donde dieron de baja a Cano, es preocupante. Y lo es más si se tiene en cuenta que hace apenas unas horas el propio presidente Santos le respondió con “furia” a Piedad Córdoba, por dudar que las Farc sean las asesinas de los cuatro uniformados secuestrados. No hay coherencia que en un caso el Gobierno reaccione con “coraje” y en el otro guarde prudente silencio.

El arzobispo no invocó planteamientos propios de su credo católico, como el de que el único que dispone de la vida ajena es Dios. El sustento de su preocupación fue estrictamente constitucional, al recordar que la Carta Política prohíbe la pena de muerte y eso exige un pronunciamiento.
El Gobierno, que acaba de obtener en el Congreso el botín que aprobó la peligrosa y odiosa presunción constitucional para el fuero militar, haría bien en dar respuestas convincentes a las juiciosas reflexiones de monseñor Monsalve. Esta vez nadie podrá decir que quien habló es un auxiliador de los rebeldes ni tampoco podrán acallarlo con una muenda mediática. Ese silencio oficial no le hace bien al Gobierno, pero sobre todo a la historia que está empezando a escribirse.

El llamado de Monsalve tiene además importancia porque no se detuvo solamente en sus dudas sobre el operativo militar, sino que se adentró, con diplomacia, en retomar la estrategia del Acuerdo Humanitario como única salida capaz de ponerle fin a ese drama de los secuestrados que están pudriéndose en la selva. El tremendo interrogante del arzobispo, acerca de lo que estaría pasando con los secuestrados, si Cano en vez de muerto estuviere preso, no es asunto de poca monta.

Y es también muy diciente que ninguno de los jerarcas de la Iglesia católica haya desautorizado a Monsalve. Por primera vez en mucho tiempo vemos un encumbrado pastor utilizando un lenguaje moderado y no guerrerista, y eso es bueno, porque lo único que no nos puede ocurrir, es que esa Iglesia, antes poderosa e influyente, pierda poder de interlocución con los actores del conflicto.

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