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Nunca se rindió

Post de artículo en Diario U no 4 set 2016

Teresa Tovar Samanez

Publicado: 2016-09-05


Recordar a Raúl es sonreír, porque él siempre sonreía, aún en los momentos más duros, tanto personales, como políticos. Saboreaba su vida, disfrutaba su lucha permanente, defendía la alegría, como Mario Benedetti, “de las dulces infamias y los graves diagnósticos… como una certeza y como un destino”.

Siempre que fui a verlo, aún en sus últimos y duros tiempos, Raúl hablaba con entusiasmo de todo, era feliz con las visitas de los amigos, con sus pequeños dulces preferidos, como el arroz con leche mezclado con mazamorra morada, que a veces le llevábamos. Gozaba los detalles de la vida, a la vez que luchaba por una vida mejor para todos.

Rendirle homenaje en los tiempos actuales en que la democracia está ahogada por las tenazas de la corrupción es recordar su temple y honestidad a prueba de todo. Este año en que los peruanos hemos estado al filo de la navaja: volver a la pesadilla de los 90, Raúl ya no estaba físicamente con nosotros, pero habitaba en nuestro interior su huella intensa en esta batalla, que él peleó con principios inquebrantables. Combatió con audacia al poder oscuro y mafioso, sin más armas que su pluma y su entereza. No en vano su esposa Elsi, mi entrañable amiga, lo llamó “Mi guerrero de la pluma, mi soñador por un mundo mejor” cuando lo despidió el 5 de setiembre del 2015.

Documentó y publicó las infamias del poder corrupto desde un serio trabajo de periodismo de investigación: Fe de Ratas. Historias de corrupción (2011). En sus últimos artículos y entrevistas, Raúl fue premonitorio: “Desde entonces en el Perú se cruzan líneas autoritarias y democráticas… En quince años post dictadura y, sobre todo, en los cinco últimos, la corriente del viejo régimen ha ido recuperando terreno poco a poco, las resistencias han bajado… Estamos a punto de dar una vuelta en redondo en la historia, para regresar a un pasado que tiene que ver con la economía y la política, pero también con la ética y la limpieza en el ejercicio del poder”. Pese a haber sido objeto de censuras y denuncias por artículos suyos que parecían estiletes directos a la yugular de la podredumbre, Raúl jamás se arredró: “Somos muchos los que le haremos difícil a la mafia volver al poder”.

Esas eran sus dos armas, esos eran sus dos secretos: la alegría y los principios. En el entrevero de ambos radicaba su fuerza para persistir en la búsqueda de un país sin sombras, allí se afincaba su capacidad de enterrar sus miedos como expresa Benedetti, cuya poesía me asalta el día de hoy cuando escribo intentando rendir homenaje a nuestro querido Raúl: No te rindas decía Benedetti y Raúl Wiener nunca se rindió. Con eso me quedo, con ese desafío formidable, que solo podremos alcanzar si nos damos la mano y sonreímos.

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Teresa Tovar

Socióloga por titulación y escribiente por fatal afición, creo que combinar indignación, risa y algo de esperanza es una buena receta


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