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Descubrimientos que cambiaron la historia

Como un homenaje en el Día Internacional de la Mujer, entrevistamos a Ruth Shady, quien nos cuenta todas sus peripecias para lograr que nuestra ancestral civilización sea admirada en todo el mundo y un orgullo para los peruanos y toda América.

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Ruth Shady Solís, directora de la Zona Arqueológica Caral, es la arqueóloga peruana más destacada y premiada, por la puesta en valor de la ciudad sagrada de Caral que, debido a sus 5,000 años de existencia, es la civilización más antigua de América. Su descubrimiento cambió la historia.

“Caral es un tema de investigación que me ha generado muchas reflexiones. Por eso quiero transmitir también cómo fue el modo de vida de esta civilización, para que la sociedad actual reflexione igual que lo he hice yo: qué es lo que hicimos en el pasado, cómo vivimos, qué resultados se obtuvieron y cómo lo estamos haciendo en el presente y qué debemos generar como cambio para mejorar las condiciones de vida de hoy y del futuro”, sostuvo Shady Solís.

Añadió que el rol de la arqueología no solo es turismo. “Está bien que nosotros nos preocupemos por mejorar la parte económica, a través del turismo; pero también la arqueología nos permite conocer cómo se manejó este territorio, que es megadiverso”, señaló.

Shady destaca que nuestros antepasados crearon tecnologías apropiadas, algo que nosotros no hacemos en la actualidad. “Aplicamos un mismo modelo mayormente en todas las partes del país. Nosotros hemos sido un país pluricultural y multilingüe porque en cada parte del territorio sus habitantes se preocuparon por ver qué condiciones tenían su hábitat y qué cambios debían aplicar. De esa manera salieron adelante”, afirmó.

 

 

Técnicas ancestrales

Caral es la civilización más antigua de todo el continente americano. Los ancestros asumieron un desafío y generaron una estrategia que es el orgullo para los países de la región, porque demuestra al mundo que se tiene la misma capacidad humana para poder ser, también en el presente, países desarrollados.

“Si en el pasado hemos tenido una civilización tan antigua como las del Viejo Continente, ¿por qué en el presente no podemos también lograr lo que nos propongamos? Lo que nos falta es planificación, organización, como lo hicieron desde Caral y a través del tiempo. También ser disciplinados e ir evaluando lo que vamos logrando y qué cambios necesitamos hacer”, reflexionó. Además precisó que en otras sociedades aprendieron muchas cosas de los caralinos, pero también en sus propias regiones. Ellos le pusieron el impulso y la fuerza para salir adelante manejando el territorio de manera adecuada, y por eso se crearon tecnologías que hoy están perdidas.

“Andrés Alencastre me invitó a Huarochirí, en donde hay una tecnología de nombre amuna o río subterráneo, que no se ha visto en otras partes del mundo. Toda la comunidad se reúne y van a trabajar para que el agua, que en estos momentos se concentra en el territorio altoandino, sea llevada hacia lugares geológicamente permeables. La filtran, crean el río y a través de la cuenca van a sacar agua no del río superficial, sino de los puquios o manantiales que ellos han creado. Hacen excavaciones y sacan agua a cada cierta distancia. Entonces el río tradicional puede estar seco, porque hay meses en el año que no hay agua, pero a ellos no le va a faltar el agua porque tienen su río que han creado, que les reserva el agua a través del tiempo. Esa tecnología no la he conocido en otras partes del planeta”, detalló.

 

 

Ejemplo a seguir

La arqueóloga agregó que así como la amuna, también se han creado tecnologías para manejar la tierra y el agua en otras partes. Por ejemplo, en los desiertos arenosos tenían chacras hundidas; es decir, excavaban para llegar a la capa freática y allí hacían el campo de cultivo. “En el territorio altoandino estaban las cochas, excavaban y acondicionaban la tierra como terrazas, andenes y allí sembraban. Las diferencias del clima no afectaban.

O los camellones: en los lugares en donde hay humedales, ellos creaban campos de cultivo elevados, pero el agua la drenaban y allí ponían peces. Pero ¿cómo lograban hacer todo ese trabajo? Organizándose el colectivo social y con sus autoridades, que no solo eran políticas, sino también sociales, desde Caral hasta la época Inca (…)”.

 

Hallan maqueta ancestral

Shady afirma que está interesada en esa civilización porque es un aprendizaje diario. “Hace poco tiempo hemos encontrado en uno de los centros poblados que estamos trabajando, El Molino, una maqueta de un centro urbano hecha con arcilla.

Es como si un arquitecto hubiera hecho una maqueta antes de construir, pero no es de un edificio, sino de un centro urbano.

¿Por qué hacían la maqueta? Para saber cuánta mano de obra iban a necesitar, cuánto material requerirían y cuánto tiempo iban a invertir. Esto se llama planeamiento, organización, y es lo que tenemos desde que se forma esta civilización”, detalló.

También le llamó la atención cómo lograron avanzar en el conocimiento, porque siempre se presenta a las sociedades ancestrales como si hubieran sido solo artesanos, cuando en verdad también han sido especialistas en diversas actividades.

Por otra parte, la arqueóloga afirmó que “sorprende a la gente que llega a Caral, cómo esos edificios, que tienen a la fecha 5,000 años, no se han destruido pese a ubicarse en una zona sísmica, como el Cinturón de Fuego del Pacífico Sur.

Han venido ingenieros estructurales de Japón —país afectado por problemas de terremotos— para estudiar esa técnica y se han llevado información para sus laboratorios. Luego regresaron y aseguraron que van aplicar esos conocimientos en las nuevas construcciones” reveló.

 

 

Papel destacado de la mujer

 

¿Cómo descubrió Caral?

Ya era conocido, porque en la década de los cuarenta la visitaron algunos investigadores extranjeros mayormente. Pero no se habían hecho investigaciones a profundidad, solo se sabía que existía un sitio que tenía arquitectura monumental. Mis colegas creían que era como Chavín, pero no se sabía la antigüedad.

A fines de los años setenta, mientras hacía excavaciones en Végueta, me invitó Domingo Torero, que vivía en Huacho, a visitar lo que se llamaba Chupacigarro, hoy Caral. Me quedé impresionada, pero también asustada, porque en un sitio tan grande ¿cuánto se necesitará para hacer las investigaciones?

 

 

¿Cuán importante es la participación de la mujer en esa sociedad?

Hemos encontrado evidencias de que la mujer tuvo, en nuestras sociedades ancestrales, desde que se formó la civilización, un rol importante dentro de la sociedad. Hemos encontrado en el sitio de Miraya dos estatuillas en las que se ve a la mujer bien vestida, con una mantilla como la que usaba la Coya 4,400 años después, bien arreglada con dos collares. Y al hombre con sus orejeras, que generalmente usaban los políticos, y un collar. Además se aprecia una mirada hacia la mujer con miedo.

La mujer ha tenido un rol muy destacado, y eso se nota también en la Señora de los Cuatro Tupus, de la ciudad pesquera Áspero, que es de la época de Caral. Pero hay también evidencias de un periodo anterior.

En general tenía roles, no eran iguales, pero se complementaban con los del hombre. Si en el parentesco le tocaba gobernar, gobernaba. Le daba mucha importancia a la religión. En el caso de los incas, la mujer intervenía en asuntos internacionales.

Esta civilización tiene muchos mensajes para el Perú y el mundo. La investigación que se está haciendo no debe quedarse solo en el área académico, y por eso sacamos unas publicaciones ilustradas, para que la gente, sin necesidad de que sean arqueólogos, aprenda cómo fue su organización social, económica, política e ideología religiosa, entre otros.

 

 

¿Qué siente usted con sus importantes descubrimientos?

Yo no lo siento como descubrimiento, sino como una investigación. Somos un equipo que vamos trabajando más de veinte años. Y siento angustia porque somos CAS, no tenemos seguridad; de la noche a la mañana pueden quedarse sin trabajo, y eso es muy triste.

 

Un arqueólogo nace o se hace. ¿Cuál es su caso?

Yo me he hecho en mi familia. Mi padre era checo, le gustaba ir a los pueblos tradicionales alrededor de Lima, a Canta por ejemplo. Mi padre me decía: “Mira cómo vivían tus antepasados y cómo viven ahora los niños, no tienen zapatos. Mira cómo están sus casas”. Me hacía reflexionar.

Eso me interesó muchísimo y me imaginaba haciendo arqueología a los nueve años. Y cuando llegué a la universidad ya lo tenía bien claro. Y mi mamá me decía: “Te vas a morir de hambre, no vas a encontrar trabajo”. Le dije que no se preocupara, porque también iba a estudiar Pedagogía.

¿Qué autoridad nacional fue la que más la apoyó?

El entonces rector de San Marcos, Manuel Paredes, el ministro Marcial Rubio y su esposa Margarita Giesecke. Recibí mucho apoyo del presidente transitorio Valentín Paniagua, gracias a él pudimos tener fondos del Estado. No olvidaré que fue con todos sus ministros a Caral. Lo tuve desde las once de la mañana hasta las tres de la tarde. Estaba entusiasmado e impresionado. Le preguntó a cada ministro: “¿De qué modo puede ayudar a la doctora?”. Me dio dinero para poder trabajar con gente, que se canalizó a través de San Marcos, y sacaron un Decreto de Emergencia declarando a Caral de especial interés nacional. Y al ver mi precario vehículo, me traspasó inmediatamente otro transporte para el trabajo, que lo tengo hasta el día de hoy.

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