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Estar enfermo y no rendirse, por Raúl Wiener

En enero de este año, Raúl Wiener publicó en el semanario Hildebrandt en sus trece este emotivo texto sobre su enfermedad y sobre la emoción de sentir que su vida era desde ese momento y para siempre una película de suspenso.

"Esta vez no me da ganas de hablar de mi papel como periodista y actor político, sino simplemente de haber logrado un tiempo adicional y que pueda contar cómo ha sido eso. Tal vez sea un asunto menos personal de Io que parece y logre interés entre mis lectores y amigos".

Raúl Wiener

Publicado: 2015-09-05

En noviembre del 2005, y casi en forma simultánea, mi hija Gabriela se enteró en Barcelona de que estaba embarazada y que a miles de kilómetros, a su padre, o sea a mí, se le había detectado un cáncer al colon del que tenía que ser operado. A finales del 2014, con Gabriela en Lima, supimos tras una reunión de familia que mi segunda hija, Elisa, esperaba un bebé, el primer varoncito después de sumadas tres hijas mujeres y una nieta. El primer día de enero del 2015 fui internado de emergencia en la Clínica de Oncosalud, bajo la supervisión del doctor Carlos Vallejos, ante un cuadro de neumonía que se había filtrado sobre mis débiles defensas. De inmediato fui trasladado al área de cuidados intensivos. Nunca percibí tan cercanamente mi vida como un sistemático desafío al riesgo de la muerte por graves enfermedades. El hecho es que estoy saliendo de esa crisis como si fuera un compromiso secreto con mi nuevo nieto. Esta vez no me da ganas de hablar de mi papel como periodista y actor político, sino simplemente de haber logrado un tiempo adicional y que pueda contar cómo ha sido eso. Tal vez sea un asunto menos personal de Io que parece y logre interés entre mis lectores y amigos. Vamos. 


Resistencia Precoz

La idea de que llevo diez años perseguido por el cáncer y he debido aguantar tres intervenciones mayores para salvar las amenazas (colon, riñón izquierdo e hígado) me lleva a preguntarme si antes de ello tenía algún tipo de perfil que me predispusiera para un plan de enfermedades crónicas después de los 50 años. Nada, por supuesto, adelanta el futuro: no he sido fumador, bebedor, consumidor de drogas. Alguien podría decir que ningún tipo de desorden me ha sazonado de la vida. Entendí la vida siempre como un empeño por tomar parte del debate nacional.

Sin embargo, muy pocos saben que mi peso al nacer fue de 5 kilos y algo más, y que mi pobre madre, a pesar de sus esfuerzos, no pudo arrojarme fuera con la ayuda de la comadrona que la asistía. Así que mi vida comenzó con media cabeza fuera del útero y la otra mitad todavía dentro, y con mi padre partiendo como loco por las calles en busca del médico de la familia para que completara la faena con instrumentos que no tenía la empírica que se quedó cuidando a mi madre.

Mi padre llegó a tiempo con el doctor Benítez al lado, y unos enormes fierros con los que se hacía la operación extractiva, para terminar de sacar al nonato que por la razón que fuera no terminaba de nacer. Claro, este es un comienzo de película del que supe años después a través de los apuntes que mi padre guardó de los primeros acontecimientos de mi vida. Por ahí supe además que atravesé por todas las enfermedades de la infancia, sin ahorrarme una sola, y que a los cinco años me diagnosticaron meningitis en la Asistencia Pública de Lima, luego de marcar el termómetro con 43 grados de fiebre.

Por ahí también pudo fallar el diagnóstico, pero felizmente los médicos del Hospital del Niño opinaron de otra manera y me trataron como si lo que tenía fueran fiebres altas simples, y me salvaron la vida.

2004-2012

Era un viernes por la noche cuando recibí la llamada de mi hermano Hugo, quien, en poquísimas palabras, me anunció que, en un examen de rutina, le habían detectado un cáncer al colon y que se operaba el día siguiente. Había querido ahorrarnos Ia tensión de sentir al cáncer dentro de la familia. Efectivamente sentí esa situación con la misma rabia y ansiedad con la que mi padre hubiera encarado una noticia de este tipo.

Pero Hugo se recuperó. Sufrió, pero salió adelante. Lo que fue importante para envalentonarme el año siguiente cuando aquel diagnóstico se repitió en mi cuerpo. Creía que superaría también el reto y lo logré. El problema es que el cáncer persigue a ciertas presas más de la cuenta. El del año 2012, que me afectó las vías urinarias altas y un riñón, fue mucho más grave que el de siete años atrás. Eso lo supe con el tiempo. De haberlo sabido antes quizá no hubiese tenido el mismo obcecado optimismo frente al desafío.

Pero así fue: he hecho dos años de quimioterapia y he tenido mejoras sorprendentes que médicamente se han considerado como excepcionales. Pero el capítulo del 2012 no había concluido y el año pasado, después de buscar el origen de una cadena diaria de fiebres que me afectaron durante meses, se descubrió que la causa de fondo era el crecimiento de dos grandes tumores en el hígado. Se trataba de una reactivación de la metástasis original.

Ahora estoy el en tratamiento de esta tercera embestida oncológica. He vuelto a pasar por lo de antes y ahora estoy en el proceso de una limpieza a fondo para evitar que el mal renazca. Pero esta lucha en un contexto de debilidad corporal es difícil. Y abre la opción para enfermedades oportunistas. La batalla que acabo de librar con al neumonías una de ellas. Permanecer solo varios días, con desconexiones con la realidad, el día, la hora, las prioridades, es una experiencia de la que se regresa lentamente.

Canceroso: aprendiendo a vivir con ello.

Ya me di cuenta de que voy a vivir con el cáncer el resto de mi vida. Eso no es sólo una preparación para etapas difíciles y para no ceder en ciertas prevenciones. Pero sobre todo creo que es un tema de actitud hacia la vida. El cáncer, como cualquier otra enfermedad crónica, no nos impide alcanzar nuestras metas si las proponemos en forma ordenada y metódica.

Yo tengo aún mucho por escribir ante de irme de este mundo. Esa ya es una motivación suficiente. Y así como pude esperar que finalmente me sacaran de entre las piernas de mi madre para empezar mi recorrido por el mundo, así vuelvo a comenzar este 2015 y no sé hasta dónde podré continuar.

Vivo mi propia película de suspenso. Si no sonara irresponsable podría decir que la mía ha empezado a ser una vida especialmente emocionante.


Escrito por

Yalamapo

Ve en contra de las modas


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