Pida la palabra alan garcia perez 2012

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En Pida la Palabra, el ex presidente Alan García, reconocido por los líderes y la crítica del continente como uno de los mejores oradores de la lengua española, se propone reinvidicar la espontaneidad de la comunicación oral y fortalecer la capacidad de todos tenemos de hablar ante el público. Sus enseñanzas y consejos prácticos se mezclan con el análisis de discursos históricos de todas las épocas y países. La oratoria de personajes como Cicerón, Marco Antonio, Enrique V, Abraham Lincoln, Susan Anthony, Dolores Ibarruri, los hermanos John y Robert KennPedy, Martin Luther King y, por supuesto, Víctor Raúl Haya de la Torre seducirá a los lectores.

PIDA LA PALABRA Por la Libertad, la Plenitud y el Éxito

Según García "comunicar es un instinto básico, que muchas veces reprimimos. Un impulso vinculado a la vida y la creación". Por ello, nos invita a todos los lectores a "readquirir" la capacidad de expresamos integralmente, con el habla y con el cuerpo. Nos invita a recuperar el don de transmitir no solo ideas, sino sensaciones y emociones, facultad que teníamos en nuestra infancia y hemos perdido paulatinamente a lo largo de nuestra vida. De lectura ágil y sencilla, Pida la palabra aportará de modo práctico y eficaz al desarrollo de su personalidad y será un instrumento muy úiü para que pueda alcanzar la plenitud anímica, la libertad social y el éxito profesional, objetivos indisolublemente unidos a la palabra. ISBN: 978-612-46189-0-1

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www.FreeLibros.com Alan García


Alan García nació en Lima el 23 de mayo de 1949. Sus primeros estudios universitarios los realizó en la Pontificia Universidad Católica del Perú y recibió más tarde su título de abogado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1971. Posteriormente, se trasladó a Europa, donde asistió a la Universidad Complutense de Madrid, en la cual completó su tesis sobre Derecho Constitucional, y luego estudió en el doctorado en Ciencias Políticas. En 1973, pasó a la Universidad de la Sorbona De Paris, donde obtuvo una licenciatura en Sociología. De regreso al Perú, entre 1977 y 1980 se desempeñó como secretario de Organización del Partido Aprista, y fue elegido como miembro de la Asamblea Constituyente de 1979. Entre 1980 y 1985 fue diputado nacional, y a partir de 1982 le correspondió ejercer el cargo de Secretario General del Partido Aprista. En 1985, a la edad de treinta y cinco años, fue elegido Presidente de la República. Durante su periodo tuvo que enfrentar la crisis económica de la deuda y el fenómeno terrorista de Sendero Luminoso, que causó miles de muertes a pobladores y miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales.

En abril de 1992, tras el golpe de Estado perpetrado por Alberto Fujimori, fuerzas militares asaltaron su domicilio. Estando su vida en peligro, Colombia le concedió asilo político, por lo que tuvo que vivir en Colombia y Francia hasta enero de 2001, cuando pudo regresar al país. El Presidente García fue candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de junio de 2001, en las que obtuvo el 47% de los votos. En

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A Nytha PĂŠrez, madre, compaĂąera y gran oradora.


ÍNDICE NOTA PREVIA INTRODUCCIÓN Y BREVE SÍNTESIS ¿Para qué un texto de comunicación oral? Una primera lectura práctica Discurso de Dolores Ibarruri, la Pasionaria

Todos los derechos reservados.

Pida la Palabra Por la Libertad, la Plenitud y el Éxito 2012, Alan García Pérez 2012, Titanium Editores Av. Larco 880, piso 11, Miraflores, Lima, Perú Edición: Percy Uñarte Otoya Diseño y diagramación: Carlos Bemal Díaz Corrección: José Carlos Yrigoyen Miro Quesada Carátula: Hugo Rivas Quintana Ilustración de carátula: Shutterstock Primera edición: mayo de 2012 Tiraje: 10,000 ejemplares ISBN: 978-612-46189-0-1 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 201205311 Impreso en Quad Graphics Perú S.A. Av. Los Frutales 344, Lima 3, Perú

CAPÍTULO I LA RETÓRICA 1) La retórica es una ciencia fundamental en el mundo de lo probable f 2) Para ganar la adhesión de las personas, diríjase a sus múltiples inteligencias 3) Por eso, evitemos leer ante un auditorio Segunda lectura práctica Discurso de la Victoria (4 de junio de 2006, después de haber ganado las elecciones presidenciales)

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CAPÍTULO II EL MIEDO 1) El miedo es imprescindible y positivo. 2) El miedo debe ser disminuido, disipando el exceso de adrenalina 3) Nunca de la razón al publico por temor a él Tercera lectura práctica Discurso de José María Gil Robles

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CAPÍTULO III LA RECUPERACIÓN DE NUESTRAS CAPACIDADES 1) La memoria 2) El ejercicio en grupo es fundamental Cuarta lectura práctica

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discurso de homenaje al gran pintor Femando de Szyszlo

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CAPÍTULO IV

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LA RELACIÓN CON EL PÚBLICO 1) Estar convencido de lo que se expresa 82


2) Analizar al público 3) Sentir al público y sentir con el público Quinta lectura práctica Discurso del presidente de la República, Alan García, de bienvenida al presidente de Chile, Sebastián Piñera. CAPITULO V DEJAR HABLAR AL CUERPO 1) La posición 2) Algunos temas generales 3) Los brazos 4) Las manos 5) La sinestesia 6) Los ojos 7) La voz 8) Hable en voz alta Sexta lectura práctica Discurso en*el Palacio Nacional de México, el 24 de marzo de 1987. Un discurso de exaltación histórica y política. México y Perú

CAPÍTULO VI ALGUNOS DISCURSOS EJEMPLARES 1) Discurso de Raúl Alfonsín 2) Discurso de Antonio ante el cuerpo de César 3) Un discurso emocional y de balance personal: El otro Nixon 4) Un discurso motivador y de esperanza: Martin Luther King 5) El sermón de la montaña: Cristo orador Séptima lectura práctica Discurso del presidente Alan García de bienvenida al rey de España Juan Carlos I CAPITULO VII LAS PARTES DEL DISCURSO 1) El tiempo previsto 2) El saludo 3) La introducción 4) Formas de introducción 5) Desarrollo del discurso 6) Los instrumentos arguméntales y los recursos literarios 7) Las figuras retóricas IL

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8) La conclusión (Y el resto es hablar...)

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ANEXOS 169

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ANEXO I Discurso de cierre de campaña del Dr. Alan García (1 de junio de 2006) ANEXO II Discurso de Franklin D. Roosevelt A lo único que tenemos que temer es al temor mismo (4 de marzo de 1934)

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ANEXO III Haya de la Torre Discurso del reencuentro (20 de mayo de 1945)

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ANEXO IV Haya de la Torre El discurso del "veto" (4 de julio de 1962)

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NOTA PREVIA En este libro se reproducen las lecciones de "Comunicación y Excelencia Expresiva” curso que dicté el año 2005 en el Instituto de Gobierno de la Universidad de San Martín de Porres de Lima. Hasta entonces, había impartido el curso de "Ciencias Políticas y Cambio Social", pero en ese año comprendí que sería muy útil a mis alumnos comunicar lo que aprendían y desarrollar su personalidad a través de esa comunicación. Al transcribir esas clases he respetado, en lo posible, su ora-lidad, y por ello el lector advertirá ^que, como ocurre al hacer una exposición pública, diversos temas se repiten y se recapitulan las ideas. Y eso, que en una lectura podría parecer redundante, es un instrumento esencial de la comunicación oral: la reiteración/

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INTRODUCCIÓN Y BREVE SÍNTESIS

¿PARA QUÉ UN TEXTO DE COMUNICACIÓN ORAL? Para reivindicar la espontaneidad de la palabra y fortalecer la capacidad que todos tenemos de hablar ante un auditorio, desarrollando así nuestra personalidad y la del público, en un acto único y creativo que nos hará mejores y más libres al expositor y al oyente. Para recordar que la comunicación auditivo-oral, con sus aspectos racionales, emocionales y corporales, tiene una historia de más de un millón de años en la especie humana, en tanto que la escritura apenas cuenta con seis o siete mil años de existencia. Para rectificar y complementar a las academias del idioma, que se han limitado a lo escrito y se han convertido así en academias de la media lengua o instituciones afásicas que olvidan la comunicación en acto, la expresión oral en su riqueza integral, emocional e interactiva. Y ello porque es más simple y fácil consagrarse al signo escrito, estable y fijo del texto. Pueden analizar los discursos en su versión escrita, pero no lograrán reproducir ni valorar la riqueza del instante en que se unificaron el público y el expositor en la improvisación y la voluntad. Tampoco entenderán el tono de la voz, el ademán, la mirada, ni la ansiedad del público. Al lado de eso, un texto escrito puede ser muy bello, pero frío y unilateral, pues no recoge la interacción con el oyente como lo hace el discurso. Así, se autopsia la palabra, pero no se vive la creación del mensaje ni su riqueza articulada de signos verbales y no verbales. Lo sabemos: por bella que sea una crónica taurina, jamás expresará la emoción, la tensión ni el tiempo detenido en los relojes' durante un natural. Un comentario libresco tampoco podrá expresar cabalmente el momento mágico de un aria operática, que es, por principio, irrepetible. Presento un texto sobre la comunicación oral para recuperar el respeto debido a los oyentes de todos los auditorios de ayer, de hoy y de mañana, que no han requerido estudiar la gramática, la lingüística ni el estilo para comprender el ritmo, la razón y la belleza. Porque cada- ser humano tiene dentro de sí la estructura integral del habla, su sintaxis, su semántica, su semiótica, como una capacidad innata a la que Noam Chomsky llamó "competencia". Puede ser que


no lo piense, que no sea consciente de ella, pero esa estructura existe igualmente en el más cultivado o estudioso como en quien lo es menos. Y es un ritmo de reglas preexistentes. Tal vez un oyente no pueda explicar la diferencia entre el condicional y el subjuntivo, pero si escucha usar "podría" en lugar de "pudiera", sentirá que el ritmo interno se ha roto y se ha deteriorado su relación con el orador. Un texto para comprender cómo el interlocutor, individual o colectivo, puede recibir el total de la personalidad de quien habla, percibir su sinceridad comunicativa, su autenticidad humana y entender que sabe lo que expresa, ha estudiado lo que expone, cree en lo que dice; es decir, no recita ni lee lo pensado o escrito por otros. Descubre, entonces, la farsa del telepronter, que usan hoy muchos "líderes", leyendo lo ajeno con rigidez mortuoria. Un texto sobre la comunicación oral, para que todos desarrollemos y redescubramos nuestra propia personalidad a través de la comunicación y podamos conducir y orientar: Para que impulsemos, además, el proceso de totalización de nuestra Conciencia y la autoconstitucion de nuestra Existencia, que la psicología y la filosofía del Siglo XX han propuesto. Porque "comunicar" es un instinto básico, que muchas veces reprimimos. Un impulso vinculado a la vida, la creación y la integración que define el instinto erótico en su sentido profundo, mucho más amplio que la mera sexualidad. Un impulso por comunicar la personalidad de manera integral y no solo de manera segmentada. Aun en este tiempo de tantos estímulos informativos y de la nueva comunicación del Facebook y el Twitter, sabemos que una frase informa sobre un hecho o un estado anímico, pero que solo una exposición transmite la personalidad compleja del que habla y su cosmovisión. Y por eso, los propios intemautas están buscando y construyendo su propia forma moderna y sintética de discurso: el blog. Un texto para recuperar las capacidades que el dictado formalista y la comunicación escrita han bloqueado con una educación que nos llena de da: •'S y conceptos pero no nos enseña a comunicarlos, a persuadir con ellps y, por ende, a recrearlos y en esa práctica, recrear también nuestro razonamiento, nuestra personalidad y las de nuestros oyentes. Un texto para reaprender lo que en la niñez nos arrebataron: saber hablar con el cuerpo y expresar todo concepto con vitalidad y belleza. Muchos piensan, erróneamente, que la comunicación debe ser breve y exacta como una ecuación matemática y que el discurso para grandes grupos y la oratoria solo tienen razón e intensidad en circunstancias épicas similares a la toma de la Bastilla. Pero ese es solo un caso entre muchos, porque lo cierto es que todos los momentos y actos humanos tienen algo de importante o de sublime susceptible de ser comunicado. Por ejemplo, la ciencia y su progreso, el intercambio cultural y productivo entre los pueblos, el crecimiento económico y la extensión de la riqueza, la competencia por el progreso, etc. Todo ello puede y debe tener un discurso emocional, lírico y convincente. Tal el tema de la vida y la muerte de Steve Jobs y su consigna: "Think Different".

Y pensar y hablar diferente es comprender que no solo es lírico o épico "quitar a algunos", sino que también lo es, y mucho más, "crear para todos", utilizando con inteligencia los inmensos recursos que la ciencia, la comunicación y el intercambio mundiales ponen a nuestro alcance. Este tiempo, moderno y juvenil, busca los grandes expositores y motivadores de esos temas. El discurso de convocatoria, confianza y optimismo sobre el progreso y la inversión, que pronuncié cientos de veces durante los cinco años de mi gobierno, me permitió impulsar la producción y el empleo a velocidades nunca alcanzadas, y con ello reducir la pobreza más que en ningún otro país. Cambié el viejo discurso conflictivo y redistribucionista, que termina mordiéndose la cola y agravando la pobreza, por la fe en los factores positivos de la ciencia, la infraestructura social y el comercio que crean trabajo. Estoy convencido de que ese será el rol de la juventud, que rescatará la palabra para el discurso de la modernidad y el bienestar. Porque quien se comprende a sí mismo, comunicando, comprende a los demás, deja de lado el facilismo de culpabilizar a otros por sus propias carencias y complejos. La plenitud anímica, la libertad social y el éxito están unidos a la palabra.

Hemos transitado durante cinco años en las universidades, algunos diez años o más, pero muchos no sabemos expresar convenientemente lo aprendido ni convencer con ello. No desarrollamos en nosotros ese aspecto creativo y esencial. Se nos entregan datos, se nos da información, pero no se nos enseña a transmitir, a comunicar esa información. Y lo primero que debemos recordar es que la mejor manera de aprender algo es enseñándolo. No hay modo más eficiente de comprender un lema que anexionándolo en acto y en público; es decir, transmitiendo, comunicando de manera ordenada lo que uno ha aprendido. Nos entregan datos, pero no nos enseñan.a expresar esos contenidos. Por eso, el propósito de este texto es hacer concientes de ese problema a todos sus lectores y lograr que comprendan que vivir sin comunicar inteligente y emocionalmente, es vivir a medias. Y esa comprensión, como el espacio einsteniano, no tiene asignado un número de meses. Durará en tanto persista el interés de quienes desean aprender a realizarse, ganar autoestima y superarse a través de lo que tienen dentro. Y luego durará por toda la vida en la que ejerceremos nuestra capacidad de comunicación, siempre creciente. Porque cada uno tiene como riqueza sus vivencias estéticas, sus conocimientos, sus emociones, sus experiencias y debe saber compartirlas y, por consiguiente, hacerse mejor y más grande a través de la comunicación. Vamos a estudiar la forma de comunicar eficazmente a través de la palabra conto voluntad hacia los otros y el objetivo de la expresión. En segundo lugar, demostraremos por qué debemos actualizar la expresividad corporal, la cual hemos olvidado en algún momento del camino. Analizaremos el miedo a hablar que todos tenemos, esa ansiedad que sentimos, pero asumiéndola, de modo paradójico, como una sensación imprescindible y necesaria para poder 13


expresamos bien. Estudiaremos y, de ser posible, re-adquiriremos las capacidades que tuvimos originalmente, como la capacidad esquemática, la memoria y el ritmo interior, tan necesarias en la construcción del discurso, pues para hablar bien hay que conocer lo que se habla; para conocerlo se debe estudiar profundamente el tema, luego sintetizarlo, y solo entonces, sobre la confianza esencial de saberlo, expresarlo, enriquecido como uno quiera, de acuerdo con la situación y el público al que uno se dirija. Una advertencia inicial: para lograr persuadir, nosotros mismos debemos estar persuadidos de la verdad que exponemos. De lo contrario, la persuasión será imposible. Ya Platón en uno de sus "Diálogos", "Gorgias", rechazaba a los sofistas, capaces de sustentar por igual lo verdadero y lo contrario, y exigía a los retóricos usar las técnicas de la persuasión sin abandonar el rol moral o filosófico de decir la verdad. En este texto afirmamos que el tema es más profundo: sin expresar la verdad o, cuando menos, sin tener la convicción de transmitirla, es imposible persuadir porque, como veremos, las palabras dirán algo que el resto del discurso traicionará. Hoy, los conceptos de discurso, oratoria o elocuencia parecen accesorios. Pero esta apariencia obedece básicamente a la mediocridad de quienes por no estudiar o por no saber comunicar repudian tales conceptos. Y este es un tema que nos interesa desarrollar. Desde fines del siglo XVIII, existe una tendencia en el pensamiento humano, en el ensayo y en la ciencia, que pretende reducir la comunicación humana solamente a aquello que puede ser demostrado, pesado o medido. Se intenta así transferir a la comunicación humana los criterios de la lógica formal o los de la matemática. Por consiguiente, todo lo que no puede ser predemostrado exactamente como se comprueba una ecuación o el razonamiento 2+2=4, entra en el área del artificio o de la retórica, la cual fue por muchos siglos una de las disciplinas básicas de la educación. Por ello, se refieren a la retórica como el maquillaje de la verdad exacta con el uso de las mejores y más atractivas palabras u oraciones. Se confunde así la retórica con el engaño. Esta es, en realidad, una visión equívoca, propalada muchas veces por quienes no saben expresarse bien. En mas de una ocasión,'en las últimas campañas electorales, la objeción de mis adversarios, titubeantes y lectores, era afirmar como un mérito: "Yo no hablo bonito como el Sr. García'. Y deseaba responder, aunque no lo hice por respeto al público: "Es que usted no habla bien porque tampoco piensa bien, pues no estudia ni razona y se limita a leer mecánicamente aquello que otros escriben". Habla bien quien tiene ordenadas sus ideas, quien las prepara con anticipación, con tesón y constancia, y quien estructura síntesis, esquemas y puede, por ello, entregar ordenadamente sus conceptos. El que no educa su memoria, el que no se ha preparado, el que no ha investigado, no puede hablar. Será detectado de inmediato como un impostor, como un improvisado, como un

incompetente y las encuestas lo señalarán así. El público percibe, de inmediato, cómo tiemblan las pupilas del que miente o vacila y enseguida cambia de estación televisiva. No nos engañemos: cuando el orador habla al público directamente o a través de un medio hace una confesión pública sobre sus capacidades e intenciones. Nadie lleva por escrito lo que va a decir al sacerdote, porque podría haberlo escrito otro. El público siente el temor de quien habla, comprende el trabajo de construcción de las ideas y, cuando percibe sinceridad, acepta los errores en esa labor. Así, pues, no hay mayor patraña que el llamado telepronter, en el que los expositores, fingiendo espontaneidad, leen lo que otros o ellos mismos han escrito, en una pantalla colocada tras la cámara que los filma. La gente se entera de lo que dicen, se informa, pero no los siente ni se conecta con ellos. El telepronter y la lectura de papeles son una usurpación de lo escrito sobre la comunicación oral. Pero el público lo percibe y se pregunta: "¿Cómo puede pretender convencemos alguien que nos engaña y que, en ocasiones, no puede decir "Buenos días" sin leerlo en un papel?". En el siglo VIII después de Cristo, la Reforma del gran Carlomagno dividió la educación en dos ramas, el trivium y el qua-drivium, esta última dedicada a la astronomía, las matemáticas, la música y la historia, mientras que la primera estaba consagrada a la retórica, la gramática y la dialéctica. La retórica fue, desde el imperio carolingio y por largos siglos, un tema central de la educación. Era una educación que brindaba conocimientos astronómicos, geográficos y matemáticos, pero al mismo tiempo enseñaba a transmitir sus conceptos. En ese aspecto brindaba una mejor formación que el actual sistema, que enseña a escuchar y memorizar, pero no a proponer ni a difundir. A partir de 1750, bajo la influencia de los iluministas franceses, se comenzó a pensar, dentro de un racionalismo radical, que todo aquello que no fuera estrictamente físico, probado o matemático no era real, y se excluyó de los programas escolares y universitarios el curso de retórica. En adelante, pasó a identificarse retórica con artificio, engaño o manipulación verbal, ignorando lo que Aristóteles había enseñado y lo que ahora científicos de la escuela positivista del pensamiento y la filosofía del conocimiento más avanzada están reivindicando. Como prueba de ello, Chaim Perelman, miembro de la escuela polaca del pensamiento positivista, y L. Olbrechts-Tyteca, han escrito en su "Tratado de la argumentación o la nueva retórica" (1958), que una cosa es lo demostrable matemáticamente (como 2+2=4), lo lógico formal, lo científico puro, y otra cosa es lo probable, lo verosímil, lo que puede ser o no. Por ejemplo: "¿Debo declarar la guerra?". Eso no es demostrable científicamente, como 2+2=4. Usted da un argumento que tiene algo de verdad, otro expone un argumento en contra que también tiene un componente de verdad y se va construyendo así un consenso, que después será verificado por la realidad. Gracias a esos argumentos, que son "probables" pero no demostrados, que son "verosímiles" pero no absolutos, puede recuperarse la retórica como una

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disciplina que busca persuadir al resto, porque una vez persuadida la mayoría, esas proposiciones cobrarán mayor vigencia. Esa es la diferencia entre las demostraciones de la lógica formal matemática y la probabilidad, que es el campo de las acciones humanas. Para este tema, el mundo de la retórica es, desde Aristóteles, fundamental. Hace treinta años se entabló una gran discusión en Francia cuantío se presentó un proyecto de ley para prohibir totalmente el consumo de tabaco y erradicar el "tabaquismo". Se inició un debate científico e inteligente. Es verdad, decían unos, el cigarrillo causa cáncer; eso parece demostrado como 2+2=4. Pero el verdadero problema, respondieron otros, es saber con exactitud en qué casos lo produce, conocer cuántos cigarrillos causan cáncer: ¿fumar un cigarrillo por día durante treinta años o consumir dos cajetillas diarias por dos años? Ese es un tema probable, verosímil, pero no demostrado. Una bala en la sien normalmente ocasiona la muerte y también el cigarrillo si uno tiene tendencia genética, proclividad, y si, además, consume más de dos cajetillas diarias durante diez años. Entonces, es posible que se genere un cáncer. Por tanto, concluyeron, no se puede decir "prohíbase totalmente el cigarrillo" porque no está demostrado que en todos los casos produzca la enfermedad. Los partidarios de la prohibición, en el curso de los años, añadieron otras consecuencias negativas del tabaco, como el deterioro cardiovascular, las enfemiedades respiratorias e, inclusive, buscaron argumentos llamativos o efectistas, como aquel según el cual el consumo de tabaco origina esterilidad e impotencia. Sin embargo, sus oponentes respondieron que, en esos casos, el tabaco solo es una causa concurrente, al lado de otras que también originan tales efectos. La discusión continúa, al igual que prosigue el debate sobre el uso de los transgénicos en la agricultura o sobre la verosimilitud de cada sentencia penal, y en muchos otros temas. El "Tratado de la Argumentación o la Nueva Retórica", escrito hace cincuenta años por Perelman y Oldbrechts, demuestra que la afirmación según la cual retórica, oratoria, elocuencia y facilidad de palabra son trucos, artificios y maquillajes con los cuales se engaña a otros, es simplemente irracional y es el argumento de las personas que no saben expresarse. Y no saben por dos razones: o bien porque tienen un bloqueo que solucionar, o bien porque no son capaces de organizar sus ideas adecuádamente, pues no se han preparado y no pueden sintetizar aquello que no elaboraron. Así, el primer tema que interesa es rescatar el concepto de la retórica como disciplina seria. Por eso, este texto no enseña "trucos de magia para engañar a la gente", sino el derecho a expresarse y a participar en el debate de la existencia. Larry King, que tiene 50 años entrevistando personas y ha sido, además de periodista, entrenador de oratoria, explica en su libro "Cómo hablar con cualquier persona" (2006): "Quien aprende a hablar bien ante una persona puede hablar a mil personas y viceversa". Y añade: "La mayoría de los individuos con éxito son oradores exitosos. Todo aquel que destaca lo logra en el 90% de los

casos porque habla bien. Así pues, no nos sorprenda lo contrario, que el que hable bien se convierta en una persona con éxito". Alfred Sloan, presidente de la General Motors, tuvo siempre un éxito extraordinario como expositor ante teatros llenos y auditorios técnicos. Era capaz de convencer, seducir, hacer soñar, triunfaba como empresario y brillaba como expositor. ¿Cuál de estas facetas de su personalidad, debía más a la otra? En consecuencia, si usted quiere tener éxito, debe aprender a hablar. Si puede convencer a mil personas, puede convencer a una. Si puede persuadir a una, puede convencer a mil. Usted puede ser ingeniero, carpintero, abogado, obrero o médico; hace su trabajo y pocos saben de su capacidad vital o de su riqueza humana y emocional. De pronto, acude al entierro de un amigo o al aniversario de una institución y tiene que hablar. Ese será su momento. Si en esos diez minutos concedidos por la fortuna dice lo que tiene que decir, en adelante todos recordarán ese instante y esas frases como un ejemplo para sus propias vidas. Es el caso del gran Cicerón, autor del texto "De Oratote", que detuvo una gran conspiración contra Julio César y, en un breve discurso, desenmascaró al promotor: "¿Qttousqite tándem abutere, Catilina, riostra patientid? ¿Quam diu etiam furor iste tiius nos eluden ¿Quem etfinem sese effrenata iactabit audatia?" ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros? ¿(Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya? Enorme es también el ejemplo de don Miguel de Unamuno, quien, como rector de la Universidad de Salamanca, recibió en el claustro a las tropas franquistas encabezadas por el general Millan Astray, mutilado jefe de la Legión Extranjera. Un orador previo vociferó un violento discurso en contra del regionalismo español, al que calificó como "cáncer de España" y afirmó que "el fascismo, sanador de España sabrá como exterminarlo, cortando en la carne viva como un decidido cirujano, libre de falsos sentimientos". En respuesta se levantó un coro enardecido, que aclamó a Millan Astray gritando: "¡Viva la muerte!". Y ese fue el momento estelar del inmortal autor de "La agonía del cristianismo". Unamúno se levantó de la mesa y exclamó: "Soy incapaz de quedarme en silencio. A veces permanecer callado equivale a mentir porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito "Viva la muerte" y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros como experto en la materia que esta ridicula paradoja me parece repelente* El general Millan Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millan Astral pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que experimente un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su


alrededor. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho". Se alzaron los revólveres y los gritos. Solo la intervención de la esposa de Franco y del intelectual José María Peman impidió la agresión contra Unamuno, que falleció unas semanas después, diría yo, "de soledad y de España". Pero su magistral respuesta aún nos enciende el corazón. Un breve ejemplo más. En 1825, Simón Bolívar, un sol vanidoso, un astro impetuoso, la historia viviente después de Ayacu-cho, recorría el sur del Perú, en camino de asumir como Presidente Vitalicio de Bolivia. Ya era Dictador del Perú y Presidente de Colombia, Venezuela y Ecuador. El mundo entero hablaba de él y poco había que añadir. Pero, en el lejano pueblo de Azángaro, al paso de Bolívar con su séquito, un desconocido, un sacerdote, se puso frente a él e hizo una breve oración. Dijo lo siguiente: "Quiso Dios de salvajes formar un gran imperio y creó a Manco Cápac. Pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación ha tenido piedad de la América y os ha enviado a vos. Sois, pues, Bolívar, el hombre de un designio providencial, nada de lo hecho atrás se parece a lo que habéis hecho y para que alguno os imite será preciso que haya otro Nuevo Mundo por libertar; habéis fundado cinco repúblicas que, en el inmenso desarrollo al que están llamadas, llevarán vuestra grandeza hasta donde nunca otra ha llegado. Vuestra gloria crecerá con los siglos como crece la sombra cuando el sol declina". Esas palabras de exaltación, inspiradas en la fe en el destino, crearon un personaje para la historia del Perú: José Domingo Choquehuanca. Ese momento lo convirtió en hombre de su época, porque sintetizó con dramatismo y belleza toda la filosofía providencial de San Agustín, que enseña la presencia de la voluntad divina en la historia, en este caso a través de Bolívar. El propio Libertador recordaría hasta su muerte a Choquehuanca. Es así, se cursa la vida haciendo las cosas normales que cada uno cumple, hasta que las circunstancias ubican a alguien en una tribuna. Si utiliza bien ese momento, tal vez cambiará su vida y la de los otros, y ganará algo más importante que el dinero, mucho mejor que el poder mismo: ganará prestigio. Su palabra podrá acrecentar la esperanza, generar sueños en otra gente, mover opiniones y orientar en la dirección correcta a la sociedad. Muchas veces me preguntan: “¿Se nace orador?" Mi respuesta es, por supuesto, negativa. El orador se hace a sí mismo, en un esfuerzo eterno y permanente de memorización, de repetición, de trabajo sobre las palabras, de creación. Cualquiera de nosotros puede serlo. Aunque se sienta incapaz y mudo, no lo es. No olviden que el Evangelio de San Juan comienza diciendo: "En el principio era el verbo y el verbo era Dios" ¿Qué cosa es el verbo? Es la organización racional, el logos, la estructura del lenguaje que retrata la estructura del mundo físico y espiritual. En el principio de todo está el verbo, pero el verbo actuante, el verbo transmitido a través del evangelio, de la creación divina o del

lenguaje corriente, porque el lenguaje solo existe por la comunicación, por la capacidad de crear persuadiendo. Repitamos: dos más dos es cuatro, es verdad, pero no estaba escrito que hubiera un imperio, como el napoleónico, ni que Napoleón, hombre de breves discursos, de brindis violentos, fuera capaz de persuadir y conmover toda Europa, como a su tumo lo hizo aquí Bolívar con sus proclamas y discursos. Esas probabilidades se hicieron realidad, en gran parte, por la comunicación. Recuerden la historia. En 1789 se reunieron los Estados Generales frente al castillo de Versalles y el pueblo, los comerciantes, los abogados, los burgueses decidieron constituirse en Asamblea Nacional prescindiendo de los nobles y del alto clero. Ante ello, el Rey envió un marqués de 23 años, un elegante petimetre empolvado que, acompañado de numerosa tropa, se presentó ante la Asamblea a exigir su disolución. En ese momento, un hombre de voz atronadora, con un metro noventa de estatura y un rostro ancho, feo y marcado por la viruela, se puso de pie y respondió: "Vaya a decir a su amo que estamos aquí por la voluntad del pueblo y no saldremos sino con las bayonetas en el vientre". Era el gran Mirabeau. Ante él, el pequeño marqués retrocedió para ir a consultar al Rey. Ese fue el momento de la Revolución Francesa. Si se hubiera cumplido la orden, disolviendo en ese instante la Asamblea, no se hubiera precipitado la revolución. Pero la frase del gran orador logró lo contrario. Es una frase como la de Domingo Choquehuanca. Muchas veces, la vida está a la espera de un momento y de una frase, y la historia, grande o pequeña, ofrece una tribuna. Y es la oportunidad de hablar por otros, de expresarse en nombre de la audiencia, comprendiendo que hablar no es un castigo sino una bendición, porque es la oportunidad de expresamos, adquirir prestigio y mejorar la vida de otros. Vamos a leer un breve texto para introducir el trabajo. Estudien en voz alta este discurso para entender cómo con la palabra se impulsa la voluntad, se crea energías sociales y se puede cambiar el curso probable de la historia. El 25 de octubre de 1415 se libró el encuentro de Azincourt, la principal de las batallas en la famosa Guerra de los Cien Años. En ese lugar, quince mil infantes ingleses llegados al actual territorio de Francia vencieron a la poderosa caballería francesa, integrada por cuarenta mil nobles. Terminaba el ciclo de la Edad Media y ese día la caballería pesada de armaduras y petos sería superada por los arcos de larga distancia. Quince mil hombres derrotaron a cuarenta mil y el ejército francés sufrió doce mil muertes. Toda la flor de la nobleza francesa murió en Azincourt. Pero cuando estaba a punto de iniciarse la batalla, cundió el pánico entre las tropas inglesas, pues enfrentar tal cantidad de combatientes montados y en su propio territorio debería conducir inevitablemente a la muerte. Este es un hecho histórico, reproducido por Shakespeare en su tragedia "Enrique V", en términos similares a los que narra la crónica. "WESTMORELAND - ¡Oh, si tuviéramos aquí siquiera otros diez mil ingleses como éstos, de los que hoy permanecen inactivos en Inglaterra! REY ENRIQUE - ¿Quién expresa ese deseo? ¿Mi primo Westmoreland?


No, mi simpático primo; si estamos destinados a morir, nuestro país no tiene necesidad de perder más hombres que los que somos; y si debemos vivir, cuantos menos seamos, más grande será pora cada uno la parte del honor. ¡Voluntad de Dios! No desees un hombre más, te lo ruego... si codiciar el honor es un pecado, soy el alma más pecadora que existe. No, primo mío, no desees un hombre más de Inglaterra. ¡Paz de Dios! No querría, por lo mejor de las esperanzas, exponerme a perder un honor tan grande que un hombre más quizás podría compartir conmigo. ¡No ansies un hombre más! Este día es el de la fiesta de San Crispín; el que sobreviva a este día volverá sano y salvo a sus lares, se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha y se elevará por encima de sí mismo ante el nombre de San Crispín. El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, cada año, en la víspera de esta fiesta, invitará a sus amigos y le dirá: "Mañana es San Crispín". Entonces se subirá las mangas y al mostrar sus cicatrices dirá: "He recibido estas heridas el día de San Crispín". Este es un ejemplo excelente del discurso de motivación en una circunstancia heroica y alcanza los objetivos señalados: crear energías sociales y cambiar el rumbo previsible de la historia. El conjunto de soldados cumple el papel psicoanalítico del "inconsciente" o del "ello", que impulsado por el miedo y el estimulo fóbico de la fuga, se "racionaliza" como el deseo de contar con más soldados. Y el orador, el "yo" consciente, responde a eso sublimando el instinto hacia valores superiores. Luego, tenemos que aprender a estudiar al público, conocer qué pasa en el auditorio cuando uno está hablando. ¿Está nervioso el público? Sí, posiblemente tiene miedo, pero está allí porque también quiere hablar y quisiera, inconscientemente, sustituir a quien está hablando, pero no se atreve. Todos los públicos tienen temor, no tienen pánico como el orador, pero tienen ansiedad, inquietud, temor y eso hay que gratificarlo entregándoles algo. El público siempre debe ganar algo. Es un sindicato expectante y ansioso. Ustedes le pueden dar dinero, como Antonio, quien llega al Senado cuando César ha sido apuñalado, pero también pueden gratificar al auditorio con el sentimiento de su fuerza colectiva, con informaciones que antes no tuvo, con una poesía que lo eleve a la sensación estética, etc. Es fundamental advertir que una exposición no solo debe promover conceptos y soluciones para la acción o expresar la verdad, como exigen los filósofos desde Platón. Esa solo es una parte de la "condición humana". Un discurso también debe alentar, señalar la felicidad, la esperanza y las emociones como objetivos. Si el orador invoca: "Piensen en sus hijos, ámenlos, sepan que su vida será mucho mejor y más feliz que la nuestra", habrá tocado una cuerda sensible e inspiradora, como casi siempre lo hacía Juan XXIII al concluir sus discursos desde el balcón del Vaticano. El ejemplar discurso de Antonio, que estudiaremos en el texto, muestra la forma en que él construye su discurso in situ y va midiendo al público. Antonio lo va orientando; primero aparenta conceder algo de razón a los asesinos, luego muestra el cuerpo de César, su testamento y termina magistralmente con la 20

persecución de Bruto y los demás conjurados. Para lograr algo similar hay que estudiar al público y analizarlo, pero además es necesario sentirlo emocionalmente. Recomiendo, para ello, leer "Las inteligencias múltiples", texto de Howard Gardner (FCE 1996), quien nos explica que no tenemos una sola inteligencia, un instrumento lineal con el que nacemos, sino que coexisten en nosotros distintas formas de sentir y entender el mundo. Alguna de ellas predomina en cada uno de nosotros. La inteligencia es la capacidad de entender la realidad y sus problemas, darles solución y, además, crear nuevos problemas. Por ejemplo, la inteligencia lingüística es la capacidad de articular instrumentalmente las palabras para organizar las ideas y presentarlas de una manera clara. Ahora bien, el célebre astrónomo Stephen Hawkins, autor de "La historia del tiempo", tiene otra forma de inteligencia, lógico matemática, y no imagino que sea capaz de hacer un discurso multitudinario, pero sí podrá explicamos muchas cosas matemáticamente, al igual que nuestro sabio Dr. Einstein, quien fue un pésimo orador. Por su parte, Mozart no podía ofrecer un discurso ni entender las relaciones entre los números y las reglas matemáticas, pero sí pudo articular compleja y estéticamente los sonidos. Tenía una inteligencia rítmica, musical, que es otra forma de inteligencia y nadie duda de que sea un genio imprevisible hasta para otros grandes compositores. El gran mimo Marcel Marceau es capaz de expresamos las cosas sin palabras, e incluso puede trasmitimos sensaciones; es dueño de una inteligencia sinestésico corporal, como los grandes deportistas que anticipan las direcciones y el espacio. A su tumo, la habilidad espacial nos permite representar el mundo a través de imágenes y dibujos. Un ajedrecista tiene una inteligencia espacial y prematemática, y puede adelantar veinte movimientos en un tablero en el que nosotros solo vemos dos. Cada uno de nosotros tiene predisposición a alguna de estas inteligencias múltiples o habilidades del mismo conjunto consciente. Cuando un simplista afirma: "La única forma de inteligencia es la de la evidencia lógica verbalizada y lo único verdadero es que dos más dos suman cuatro, que es lo demostrable", está contradiciendo todo lo dicho por Aristóteles, Perelman y lo que sabemos sobre las inteligencias. Todos somos inteligentes de diferente manera, aunque poseamos todas esas formas de inteligencia con diferente intensidad, porque todos bailamos con ritmo, hacemos operaciones matemáticas, nos expresamos con alguna destreza y belleza. Por eso, el orador debe identificar su capacidad primordial y valerse de ella para darle más convicción a su discurso. Y mucho más si logra establecer cuál es, en promedio, la forma de inteligencia predominante en cada auditorio. Howard Gardner denomina a esta capacidad como "inteligencia interpersonal", es decir, nuestra habilidad para comunicar, la cual todos tenemos y debemos hacer explícita y desarrollar. Cuando uno analiza al público, verá cómo se reproduce y reestructura el mundo en él. Eso se llama dinámica de grupos en la psicología social o terapia de grupo en la psiquiatría.


Donde hay un grupo, inmediatamente se forman relaciones de autoridad, antagonismos, alguien cumple un papel paternal, otro un rol edípico. Puede producirse una relación de gratificación, una de frustración o ambas, y tiende a constituirse un liderazgo por algún criterio. Hay una corriente de energía que se organiza. Por eso cuando uno habla a un grupo, puede percibir rápidamente cuál será la reacción más probable, hacia dónde se orientarán las preguntas y cómo se desarrollarán las relaciones de poder entre los oyentes. Por tanto, cuando uno se enfrenta al público debe saber que dentro de él se reproducirán las relaciones familiares elementales, y con ellas la agresividad, la gratificación; el auditorio buscará juntarse espacialmente de tal o cual manera, e incluso a sentarse de tal o cual fonna. Juntos, orador y público reproducirán la estructura de una sola personalidad. El público cumple el papel del "ello" freudiano. Tiene estímulos básicos, impulsos contradictorios de unión y de rechazo; alberga el eros de la vida y el tanatos de la destrucción, se guía por el principio del placer o la gratificación y reprime sus demandas. Quien habla en su nombre, asume el rol del "yo", orienta al principio de la realidad y sublima las tendencias agresivas o, cuando es un demagogo o un fascista, hunde al auditorio en la más profunda instinti-vidad. Tenemos que aprender a sentir al público, anticipar sus expectativas y saber qué espera. He pronunciado aproximadamente cinco mil discursos en mi vida. Comencé dándolos de memoria, como cualquiera que recién se inicia, asustado, nervioso y, a pesar de mi experiencia, les confieso que sigo sintiendo miedo antes de hablar. Pero ahora sé que si no tuviera miedo, no hablaría bien. Eso lo entienden los toreros. Algunos hacen todo perfectamente y nadie los aplaude; usted los ve en una película y son tersos, puros; hacen todo bien pero no despiertan emoción. Otros hacen lo mismo y la gente los aplaude de pie ¿Por qué? En parte, porque tienen miedo. Ese terror es el vínculo que los conecta con el público, que comparte el temor. Recuerdenlo siempre, lo importante es saber aprovechar el miedo sin dejar de sentirlo, aprender a convivir con él, Además, estudiaremos cómo "dejar hablar al cueipo significa re-actualizar lo que uno fue". Nosotros, cuando niños, hablábamos corporalmente antes de hablar auditivo-vocalmente. Sin perder lo adquirido, tenemos que recuperar esa capacidad en algún momento olvidada. Por eso, mi primer consejo para quien quiere aprender a comunicar es: "Si le es posible, no lea". Si unO está sintiendo emocional mente y pensando en el momento en que habla, dejará hablar a su cuerpo y transmitirá sentimientos y convicción. Por el contrario, si uno solo repite, lo hará con las manos abajo, aterrado, como muchísimos, o será de los que usan el telepron-ter, que es, según creo, uno de los peores artificios y mentiras que existen en contra del propio orador. Para que los ojos y el cueipo del expositor transmitan verdad y sinceridad, tiene que hablar él. No debe escuchar un audífono ni leer un telepron-ter, mucho menos limitarse a leer un papel, porque no será él mismo, por tanto no hablará su cueipo y convencerá menos, lis preferible hacer un mal discurso, pero de uno mismo, dejar expresarse al cuerpo, tener miedo, tal vez transpirar, mover las 2

manos de acuerdo con lo que uno está pensando, en vez de leer lo que otro escribió y presentarse como una esfinge. Aprendemos a exponer para convencer y ganar prestigio, pero esencialmente lo hacemos para desarrollar nuestra personalidad. Todos tenemos muchos valores que comunicar y compartir. La riqueza espiritual está en todos, no es patrimonio de una minoría. La relación con el público es de ida y vuelta. Le entrego mi energía pero al mismo tiempo la extraigo de él y la utilizo para señalarle fines, utilizo el discurso para sensibilizar a todos, motivarlos y darles reglas de integración. Son los cuatro objetivos básicos de un discurso y de toda acción social. TalcottParsons, el célebre sociólogo autor de "La estructura de la acción social", explica las formas a través de las cuales se integra y actúa un sistema social y podemos aplicar su análisis a la estructura y los objetivos de un discurso. Un discurso tiene energía, fines, regula las relaciones entre las personas y además las motiva psicológicamente. Con el discurso estructuramos el grupo, lo reforzamos, le damos la energía y la identidad del "nosotros". Solo después de todos estos puntos estudiaremos lo que aparentemente debía ser el tema inicial: la duración ideal de un discurso y las partes de la intervención. ¿Cuánto tiempo voy a hablar? La verdad es que un discurso no tiene una duración ideal, todo depende. Un verdadero discurso se realiza en un mínimo de diez minutos, porque en ese tiempo uno ya puede transmitir su personalidad, establecer una relación emocional y persuadir a la gente. Un tiempo menor es solo un brindis, una interrupción, una frase. Naturalmente podemos hablar durante una o dos horas y mantener al público atento, pero ello dependerá de qué espacios le brindemos, de los oasis de descanso que le ofrezcamos, porque un discurso largo envuelve, en realidad, varios discursos sucesivos. Lo cierto es que, antes de comenzar, tenemos que saber cuánto tiempo queremos hablar para preparar bien las formas de la intervención. Ustedes pueden leer el "Tratado de la retórica”, de Aristóteles, o a Cicerón o a Quintiliano. Todos sostienen algo similar a lo que ahora explicamos, pero de distinta manera. En términos generales un discurso es como la vida, pues tiene ayer, hoy y mañana. Entonces debe tener saludo, introducción, desarrollo y conclusión o despedida. Con el saludo me presento para decir quién soy, en la introducción preciso qué vengo a proponer, durante el desarrollo formulo y sustento las propuestas, las cuales sintetizaré en la conclusión y adornaré con la emoción final, que el público siempre aprecia. Además vamos a tratar un tema olvidado en los tratados de oratoria: el ritmo, lá estructura fonética a la que ya nos hemos referido y que considero fundamental. Por eso, en el texto hemos incluido algunas poesías, pues de ellas depende el comprender la música, el ritmo de las ideas y la cadencia de las palabras, pues también hablamos para la inteligencia musical y estética del auditorio. Un aspecto adicional: cuando uno habla ante las personas, les entrega ideas pero también sensaciones. Nos conectamos con las palabras, pero también está


hablando nuestro cuerpo. Por ejemplo, si tomo un limón y lo coloco en mi boca, casi todos sentirán la sensación del ácido. Eso se llama sinestesia y es otra forma de comunicación, de la cual uno no es consciente, y no ejercitará si se limita a leer un texto o recitarlo de memoria. Entonces no convencerá a nadie, no convencerá al cuerpo del otro. Podrá convencer pasajeramente a su cerebro, pero no a su personalidad. Es una fonna paralela de comunicación, como lo es el ritmo..Félix María García Sarmiento comprendió que era mejor llamarse Rubén Darío, porque descubrió el ritmo eufónico de ese nombre, que tiene la misma estructura musical y rítmica que el de Simón Bolívar. Ese es Rubén Darío, el más grande poeta de fines del siglo XIX y de los primeros treinta años del siglo XX, el padre del modernismo. Fue tan grande que, en un momento, toda América Latina hablaba y rimaba como él: Lugones, Vasconcelos, Chocano, etc. Ellos leyeron "Azul" en 1888 y después sus "Prosas profanas". Hizo que América Latina discutiera sobre nuevos temas, introdujo términos, cadencias y colores. Fue un revolucionario, un orador poético. Junto a Neruda, Chocano, García Lorca, Darío es un poeta musical de la metáfora y del ritmo interior. Por eso, en este texto, encontrarán algunos poemas del anafórico García Lorca, del metaforante Neruda, del torrencial Chocano, extraordinario poeta casi silenciado en el Perú, y naturalmente los poemas de Rubén. Todo pensamiento tiene en sí mismo un ritmo que no es solo sonoro, sino de articulación de las propias ideas. Pi-tágoras afirmaba que los astros, con la velocidad de su rotación producen un sonido, pero que, como nacemos sintiéndolo, ya no lo escuchamos durante la vida, lis la música astral. Pienso que la estructura de los conceptos también tiene un ritmo y la propia vida es un ritmo. Quienes hablan muchas veces olvidan el ritmo. Pero el sonido está periodizado en su cerebro. Lo adquirieron a través del llanto, la canción de cuna, el rezo del Padre Nuestro. Y el ritmo de un discurso se acepta mejor cuando se inserta sobre aquel que ya tiene el orador y.también el público posee. Un discurso, por mejores datos o por mejor envoltura de adjetivós que tenga, no llegará con fuerza suficiente al auditorio si carece de ritmo. Puedo estar hablando de la neurofisiología o de un hallazgo científico, pero si no le impongo ritmo a lo que digo, el público estará distraído. *****

Ahora bien, para llegar a la gente, usted debe haber preparado muy bien la información que ofrecerá, porque quien no prepara, no cree en lo que dice, y sin esa convicción no podrá lograr que otro crea. Cuando un orador afuma lo que cree con fe, atraviesa la pantalla de la televisión y entra en el hogar de la gente, porque tiene la convicción o la irracionalidad suficiente para contar con esa fuerza. Hay que tener solidez, la cual solo se adquiere estudiando. Nadie es orador ni convence a otro si no estudia mucho previamente, muchísimo. ¿Saben cuánto me cuesta construir un discurso? Uno de una hora y media, que tiene temas, períodos especiales en los que se pone más fuerza, islas

emocionales y citas, me exige normalmente tres o cuatro días. En ellos voy construyendo qué es lo que quiero decir, elijo las frases más adecuadas y los momentos precisos para descargar los argumentos con los que me interesa convencer. Para eso hago mi plan muchas veces, preparo el discurso en síntesis, es decir el esquema, porque sin él cualquier orador podría comenzar diciendo: "Ciudadanos" ¿y con qué seguiría después? Quedarse en silencio, en lo que llaman narcolepsia, o tal vez llenar de palabras y frases repetitivas al auditorio, que se percatará de inmediato que se encuentra ante un improvisado. En cambio, después de estudiar y elaborar esquemas, seremos capaces de articular cincuenta temas consecutivos, porque habremos preparado nuestro cerebro. Ese es el trabajo.,Decidí en un momento de mi adolescencia que ser orador y comunicar era algo de enonne importancia. Me fascinaba la oratoria porque era seguidor de Haya de la Torre, y comprendí que un orador se forma repitiendo, haciendo esquemas, memorizando, recitando y que eso cuesta mucho esfuerzo pero que después proporciona grandes satisfacciones... Así, pues, ¿cómo aprender a hablar? Lope de Vega, en su célebre soneto, nos enseña el camino cuando le preguntan cómo compone y responde: "leyendo, y lo que leo copiando y lo que copio borrando, de lo borrado escogiendo". No hay mejor manera para aprender a hablar que repetir el discurso de otro que hable bien. Entonces se adquiere el ritmo interior, que es fundamental, y luego podemos añadir los/temas de la propia circunstancia y talento, pues como respondía otro poeta: "Haga usted líneas de medida iguales, póngales consonantes en las puntas. ¿Y en el centro maestro, y en el centro? En el centro, allí está el cuento. Hay que poner talento". La construcción del discurso también exige saber algo sobre los "Mapas mentales", estudiados por Walter Hermann y Vivia-ni Bono (2005). Ambos estudiosos del cerebro en Cambridge han expuesto que uno no piensa como escribe, pues las palabras no están mentalmente ordenadas de izquierda a derecha y en una línea. Los conceptos se asocian en conjuntos vinculados por "flechas" y "links", como un mapa geográfico plano pero también con profundidad. El cerebro se estructura, recuerda y razona de manera totalmente distinta y las ayudas visuales que algunos usan y pretenden actuar sobre el cerebro del público pueden ser contraproducentes si se escriben como párrafos y no como planos topográficos. Por ello, cada cierto tiempo debemos organizar y diagramar otra vez la información que el público recibe. La debemos rearticular brevemente, insistiendo en que aquello fue lo primero, eso lo segundo y esto lo tercero. Utilicemos también los gestos para mostrar y subrayar las distancias, las magnitudes^ sus vínculos. Los gestos son nuestros "links", Finalmente analizaremos el tipo de intervención que queremos tener: ¿Enseñaremos en una conferencia? ¿Rendiremos homenaje a alguien? ¿Introduciremos un nuevo concepto, un producto químico o una cerveza? ¿Acaso participaremos en un debate? También estudiaremos los accidentes que pueden ocurrir en el terreno, como los vacíos, las interrupciones, los problemas técnicos, etc.


Además, evaluaremos cómo enlazar con un público hostil o evitar sus interrupciones. Para ello, tal vez la ironía sea la mejor forma. Dice la historia que en una ocasión Churchill intervenía en un debate parlamentario sobre alimentos y precios, cuando de pronto una representante opositora lo interrumpió: "Señor, dijo, si yo fuera su esposa le daría veneno por alimento". Y respondió el orador: "Señora, si yo ñiera su esposo lo tomaría". Hay además interruptores nerviosos, que quieren desesperadamente intervenir; en el fondo, puede ocurrir que el orador le esté transmitiendo su ansiedad y la persona sienta el impulso de hablar en su lugar. Es la ansiedad normal de los públicos. Todos tenemos miedo, pero en ocasiones alguien ganado por la tensión interrumpe sin que le hayan concedido la palabra. ¿Cómo tratar esa situación, porque una interrupción rompe el hilo y la atención de todos? ¿Y si al terminar vienen preguntas hostiles, reiterativas, tontas o de cargamontón? ¿Cómo las tratamos? Todos esos son temas que surgen en el universo del comunicar. En el texto encontrarán algunos discursos importantes como ejemplo y referencia para la construcción y el orden de nuestras intervenciones. En primer lugar, un extraordinario discurso de la gran feminista norteamericana Susan Anthony. Es perfecto y breve. Tiene una estructura sintética y el desarrollo plantea argumentos tortísimos. Ella era sufragista, luchaba por el derecho al voto de las mujeres. En 1873 fue condenada a prisión por una corte y en su defensa hizo esta intervención oral. Su estructura es pedagógica, el desarrollo terso, y la síntesis, inolvidable. Tiene apenas dos páginas y debería llamarse "¿Son personas las mujeres?", pues ésa es la pregunta con la que termina. Es un punto inicial de estudio, memorización, análisis y pensamiento. Si ese discurso se lee una y otra vez, aprenderemos su estructura y su ritmo, y en posesión de ellos podremos emplearlos en otras exposiciones, con otros contenidos y fines. En la misma línea, estudiaremos a Lincoln, quien con el Discurso de Gettysburg pasó a la historia por su definición de la democracia. Fue al cmpo donde se había ganado la batalla que definió la guerra civil, peroel Presidente de la Corte Suprema habló antes que él por más de una hora. Nunca sabremos si Lincoln había preparado una intervención más larga, pero se puso de pie, pronunció un discurso de solo cinco minutos, que hasta ahora recordamos, y el orador precedente quedó sepultado, lo cual nos enseña que lo importante no es la extensión. Es cierto que, en ocasiones, se puede hablar extensamente para explicar planes de gobierno o asuntos que por su naturaleza lo requieran, pero cuando uno quiere decir algo trascendental y concreto, lo debe expresar pronta y estéticamente, como lo hizo Lincoln. Otro discurso de valor extraordinario es el de Mahatma Gandhi. Debemos anticipar que la primera tendencia de un orador que tiene miedo es darle la razón al auditorio. Precisamente, por ello resulta ejemplar este discurso, pues Gandhi se presentó ante sus oyentes y dijo exactamente lo contrario a lo que querían escuchar: los desafió, los desconcertó y finalmente la historia le dio la razón. Sin un disparo, fue capaz de arrebatar un país de seiscientos millones de habitantes a 2

la Inglaterra imperialista. Venció resistiendo, recibiendo golpes sin contestarlos: "Golpéame hasta que te des cuenta de que no tienes razón", "haz con mi cuerpo lcrque quieras, pero mi espíritu no te pertenecerá jamás". En este discurso, ante los mah2rajaes,_reyezuelos indios, les enrostró sus riquezas y los acusó así: "Los ingleses* allá, creen en la libertad y en la igualdad, pero como aquí los ven a ustedes construyendo palacios mientras mueren de hambre cientos de millones, pierden su fibra moral y se convierten en tiranos. La culpa de la dominación inglesa la tienen ustedes". Ese es el valor inmenso de Gandhi, y nos demuestra cómo se enfrenta a un auditorio cuando se tienen sólidos argumentos. En verdad, muchas veces la primitividad y la abyección del dominado es lo que estimula los instintos elementales del dominador. Luego revisaremos el texto de Haya de la Torre "La misión del aprismo no es llegar a palacio sino a la conciencia del pueblo". Es una extraordinaria pieza oratoria pronunciada por el más grande orador que he visto y escuchado, porque construía el mensaje al mismo tiempo que hablaba, tenía una gran memoria y un sentido estético muy elevado. El mismo día en que su rival, Sánchez Cerro, tomaba el gobierno, él explicó para qué serviría el APRA, su partido, en la historia futura del Perú y convirtió para sus seguidores la situación dramática en una victoria y en la evidencia del por qué y cómo deberían actuar. Con esa misma capacidad -construir la intervención en el acto-, José María Gil Robles, el gran orador y líder de la derecha durante la República española, pronunció un extraordinario discurso en las Cortes, tras el asesinato del parlamentario José Calvo Sotelo en 1936, uno de los hechos que precipitó el alzamiento militar, la guerra civil y la dictadura. Es un discurso de acumulación de argumentos, de dura acusación contra el gobierno, en el que la fuerza articulada de los conceptos es ejemplar. Después analizaremos un discurso inspirador de Martin Luther King: 'Yo tengo un sueño", una oración sustentada en la paz y la esperanza y, además, el discurso de Raúl Alfonsín en 1983, que es imprescindible. Su primera frase fue: "Se acaba la dictadura". Faltaban tres días para las elecciones y usó esa frase como una especie de leit motiv en fa parte introductoria. Fue un discurso mixto, por momentos lleno de improvisación o del recuerdo de (rases que él quería decir, y por otros momentos, de lectura. En 1934, el presidente Roosevelt asumió el gobierno en medio de una gravísima crisis. Su antecesor, Hoover, confiado en la capacidad de recuperación del mercado, había fracasado desde 1929 ante la gran recesión de los EE.UU. y Roosevelt trazó su discurso sobre el lema "Sólo tenemos que temer al temor". Y ese fue el tema reiterativo. Luego leeremos el discurso inaugural de Kennedy, que en 1963 hizo un planteamiento estratégico frente al temor nuclear y la competencia con la Unión Sóviética. Estudió profundamente el discurso de Roosevelt de 1934, auxiliado por 36 literatos, poetas, novelistas y políticos. Es el discurso para el que más cerebros han trabajado, un discurso colectivo, casi perfecto, pero leído. Se incluye también, en el anexo, un discurso de Engels ante la tumba de Carlos

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Marx: "El más grande pensador vivo dejó de pensar", porque es una inteligente síntesis de toda la teoría de Marx y demuestra que los temas más complejos y abstractos pueden expresarse estética y sentimentalmente al rendir homenaje a una gran personalidad. Después, estudiaremos un texto de Robert Kennedy en 1967. La circunstancia era muy importante: él iba a dirigirse a una asamblea negra en un teatro y, en el camino, le anunciaron que Martin Luther King había sido asesinado unos momentos antes. Cuando entró al auditorio lo aplaudieron, lo recibieron alegremente sin saber que su gran líder estaba muerto. Entonces él tuvo que comenzar diciendo "Tengo malas noticias para ustedes". Creo que éste es un ejemplo extraordinario de cómo dar una mala noticia sin ser arrastrado por ella. Él era, allí, el único blanco y la primera reacción pudo ser adversa, pero culminó reconocido y su discurso contribuyó a que no hubiera una revuelta generalizada. Volveremos con Haya de la Torre, pero ya al 20 de mayo de 1945. Hay grandes oradores, pero en la América Latina del siglo XX, Haya es de los pocos que piensa y construye mientras habla; es decir, tiene tal relación con la gente, tal naturalidad, que reestructura e incorpora nuevos discursos mientras expone, y por lo tanto pudo, en una ocasión, hablar hasta tres horas con intensidad y belleza. Dicen que Fidel Castro llegó hasta cinco horas, pero sin la estructura ni el dominio literario del lenguaje que tenía Haya. Castro es fraseante, anecdótico, adjetivador y efectista, pero muy lento y reiterativo. Son, en realidad, quince discursos sucesivos. Haya, en cambio, fue constructor de sistemas. Este discurso es importante porque Haya de la Torre, que había ganado la elección en 1931, estuvo preso por quince meses durante la dictadura de Sánchez Cerro, después de los cuales vivió once años en la clandestinidad, con gran valor, escribiendo cartas y manifiestos. Cuando llegó el año 1945 le permitieron volver a la legalidad. Entonces se organizó una inmensa manifestación en la Plaza San Martín y allí pronunció el famoso "Discurso del Reencuentro", una pieza oratoria en la cual reinterpretó la realidad y reorientó sus tesis, aun en contra de la expectativa de los oyentes. En el anexo, también se incluye un discurso del 4 de julio de 1962. Haya había ganado las elecciones un mes antes, pero el Presidente de la República lo convocó a Palacio de Gobierno para decirle: "Tengo el pedido de las Fuerzas Armadas de comunicarle que no permitirán que usted sea presidente". En las 48 horas siguientes, Haya convocó a una asamblea y explicó la situación en un emotivo discurso, que es una pieza dramática, inmensa, desgraciadamente no registrada en la televisión y que posiblemente sea el mejor discurso que pronunció en su vida, impulsado por la emoción, la adrenalina y la circunstancia. En el texto están también presentes el discurso de Antonio en la muerte de César, presentado por Shakespeare, el discurso ya mencionado de Enrique V en Azincourt, y dos textos de Cristo, quien es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes oradores de la historia: "El sermón de la montaña" y "Ni imajota, ni una tilde cambiaré" este último, una gran demostración de cómo hay que dar

confianza al auditorio para después orientar sus puntos de vista y lograr- que cambie su pensamiento; es decir, una "sublimación" de los instintos tanáticos expresados en la Ley del Talión. Él comienza diciendo: "De la ley de Moisés no he venido a cambiar nada, ni una jota, ni una tilde" y lo reitera dos veces, pero después agrega: "Ustedes escucharon decir ojo por ojo, diente por diente, pero yo les digo que no pueden odiar ni pensar mal de su hermano", cambiando la moral de los hechos por la moral de la intención, que es la gran revolución del pensamiento cristiano. Inmediatamente después entramos al capítulo de las poesías que recomiendo estudiar para aprender a hablar rítmicamente. No en vano, cuando uno está en el primer año de educación le exigen memorizar, por ejemplo, a José Santos Chocano. América ha tenido, después de Rubén Darío, muchos poetas sonoros, y uno de los mayores es Chocano. Lo incluimos, junto a otros, por su sonoridad musical. Son poetas musicales, pues enseñan a hablar. Vallejo, más que enseñar a hablar, deja a su lector pensando y consternado. Leeremos, por ello, "Los caballos de los conquistadores" "Blasón" y "La evangeleida". Luego está García Lorca, con su "Romance sonámbulo", y el "Llanto", por Ignacio Sánchez Mejía". Lorca es un poeta anafórico, casi cacofónico. Repite muchas veces en un solo, poema el célebre verso "Eran las cinco de la tarde", como el "Verde que quiero verde" o el "Que no quiero verla, que no quiero verla". Y también encontrarán ustedes al insuperable Neruda y sus metáforas en el "Canto general a Machu Picchu". El recurso metafórico brindará la fuerza suficiente para terminar cualquier frase de discurso, a quien gracias al estudio del poeta logre introducirlo en su expresión. Recordemos otra vez a Lope de Vega: "¿Cómo compones?, leyendo, y lo que leo copiando y lo que copio borrando, de lo borrado escogiendo". Ese es el secreto de la formación, no hay mejor camino para aprender algo que enseñarlo y, antes de ello, repetir lo que otro construyo. Tenemos mucho que aprender sobre las facetas metafóricas de la realidad. Retomemos el tema central. Hablar no es un castigo, es una bendición que todos debemos buscar y saber aprovechar. Pero reitero: no lean, si es posible nunca lean, piensen hablando; eso permitirá que su cuerpo se exprese ante los otros y dejará que su ritmo interior sintonice con el de los oyentes. Dejen hablar a su cuerpo. Ahora bien, no todos los días un orador puede formular un discurso como "El sermón de la montaña" o como "Sangre, sudor y lágrimas", de Churchill. Son discursos excepcionales. Como también lo es "La misión del aprismo no es llegar a palacio sino a la conciencia del pueblo", de Haya de la Torre. Todos los días no se crea un discurso inmortal, pero sí se puede hacer algo grande en circunstancias menos dramáticas e históricas y elevar de esa manera el espíritu y el placer intelectual. Hoy, cuando nuestra sociedad se encuentra más interconec-tada que nunca y es cada vez más competitiva, requerimos más comunicación. Se compite por vender cosas, se compite por ganar dinero, pero también se compite por la influencia. Y la palabra, la capacidad de comunicar, captar y persuadir es un 29


instrumento fundamental para ganar en ese mercado, en ese torneo de prestigios, valores inmateriales, ideas y conducción social, pues, además, sin ideas transmitidas, volveríamos al lenguaje de la fuerza y de las armas. Hace 2000 años Tácito había dicho con sabiduría: "La retórica es la democracia", porque en el mundo de la comunicación y la libertad ambos términos son sinónimos. Cuando alguien dice: "No, el palabreo, el maquillaje de las ideas, está mal", seguramente estará hablando en nombre de una autocracia, será alguien que no estudia, se expresa mal o no tiene un universo léxico mayor de mil palabras, las cuales no puede articular estéticamente. Y entonces dice: "Nosotros no somos palabreros", pero el viejo y sabio Tácito responde, desde el fondo de la historia: "La retórica es la democracia". Al comienzo, todos sabemos comunicar, todo niño llora, se expresa, sonríe. Pero a partir de cierto momento esa comunidad de expresión se divide, y hay unos que saben expresarse, mientras que otros no pueden comunicarse. ¿Por qué? ¿Qué nos pasó a los dos, tres o cuatro años? Todos los niños mueven los pies, las manos, todos sus juegos están concentrados en movimientos corporales, pero en un punto, algunos se convierten en unos declamadores monosilábicos que repiten de memoria con las manos pegadas al cuerpo. ¿Cuándo perdimos la capacidad de dejar hablar al cuerpo, de nadar por nosotros mismos, de reír, de llorar? ¿En qué momento perdimos el ritmo, el compás de nuestro propio llanto, la cadencia del Padre Nuestro y del Ave María? Como un ensayo inicial para recuperar la armonía de las palabras, las ideas y el cuerpo, sugiero la lectura de "Los caballos de los conquistadores", que es, en mi concepto, una de las grandes poesías-discurso escritas en español. Debe ser leída en voz alta, porque uno tiene que recuperar el sonido para uno mismo. Chocano elogia los caballos de los conquistadores que cumplieron el mayor esfuerzo en la epopeya: el caballo de Balboa, que primero olfateó las dormidas soledades; el caballo de Quesada, que bajó las escalas musicales de los Andes; y el de Soto, que fue el primero que vieron los guerreros de Atahualpa. ¿Recuerdan? El conquistador Hernando de Soto llegó con veinte jinetes al campamento del Inca Atahualpa y lo invitó, de modo felón y traicionero, a visitar el campamento español, mientras que realizaba ante el Inca y sus huestes demostraciones de corcoveo y destreza. En cierto momento, galopó hacia Atahualpa, se detuvo bruscamente ante el Inca, quien se mantuvo impávido, pero la maniobra causó pánico entre sus tropas. Leamos cómo lo expresa Chocano, para escuchar la fuerza extraordinaria de los acentos y el uso de las palabras graves. Constatemos cómo acumula fuerza descriptiva: "Causa asombro, pone espanto, roba fuerzas". La expresión de Chocano es, antes que poesía, un discurso apasionado: Y aquel otro, de ancho tórax, que la testa pone en alto cual queriendo ser más grande, en que Hernán Cortés un día

caballero sobre estribos rutilantes, desde México hasta Honduras mide leguas y semanas entre rocas y boscajes, es más digno de los lauros que los potros que galopan en los cánticos triunfales con que Píndaro celebra las olímpicas disputas entre el vuelo de los carros y la fuga de los aires Y es más digno todavía de las odas inmortales el caballo con que Soto, diestramente, y tejiendo las cabriolas como él sabe, causa asombro, pone espanto, roba fuerzas, y entre el coro de los indios, sin que nadie haga un gesto de reproche, llega al trono de Atahualpa y salpica con espumas las insignias imperiales. ¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles! El caballo del beduino que se traga soledades. El caballo milagroso de San Jorge, que tritura con sus cascos los dragones infernales. El de César en las Galias. El de Aníbal en los Alpes. El Centauro de las clásicas leyendas, mitad potro, mitad hombre, que galopa sin cansarse, y que sueña sin dormirse, y que Hecha los luceros, y que corre como el aire, todos tienen menos alma, menos fuerza, menos sangre, que los épicos caballos andaluces en las tierras de la Atlántida salvaje, soportando las fatigas, las espuelas y las hambres, bajo el peso de las férreas armaduras, cual desfile de heroísmos, coronados entre el fleco de los anchos estandartes con la gloria de Babieca y el dolor de Rocinante.


En mitad de los fragores del combate, los caballos con sus pechos arrollaban a los indios, y seguían adelante. Y, así, a veces, a los gritos de "¡Santiago!", entre el humo y el fulgor de los metales, se veía que pasaba, como un sueño, el caballo del apóstol a galope por los aires ¡Los caballos eran fuertes! ¡Los caballos eran ágiles!

Se diría una epopeya de caballos singulares que a manera de hipogrifos desolados o cual río que se cuelga de los Andes, llegan todos sudorosos, empolvados y j adeantes, de unas tierras nunca vistas, a otras tierras conquistables. Y de súbito, espantados por un cuerno que se hincha con soplido de huracanes, dan nerviosos un relincho tan profundo, que parece que quisiera perpetuarse. Y en las pampas y confines ven las tristes lejanías y remontan las edades y se sienten atraídos por los nuevos horizontes: Se aglomeran, piafan, soplan, y se pierden al escape. Detrás de ellos, una nube, que es la nube de la gloria, se levanta por los aires. ¡Los caballos eran fuertes! ■¡Los caballos eran ágiles!

La sonoridad de este poema en palabras graves, por el acento en la penúltima sílaba, es un gran logro de la poética modernista, la poética musical española. Para que cada uno de nosotros pueda reasociarse al ritmo, que se ha confinado a la música y ha dejado de estar en los discursos, en la conversación y en las expresiones, tenemos que leer y repetir una y otra vez este poema. Este y otros poemas son un arma fundamental para reconstruir las capacidades perdidas. De un lado, leeremos grandes discursos, haremos sus esquemas, los

analizaremos y después los repetiremos, pero paralelamente vamos a recuperar el ritmo en las ideas y en los sonidos. En un discurso se comunica el razonamiento lógico y lingüístico, pero el cuerpo y el ritmo musical permiten abordar integralmente al oyente, a través de sus múltiples formas de inteligencia (lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, etc). Mientras más formas de expresión despliegue el orador, mayores serán su impacto y su capacidad de convencimiento. Una primera lectura practica: ¡Hasta pronto hermanos! Mensaje de despedida a los voluntarios de las Brigadas Internacionales, leído por Dolores Ibarruri, la Pasionaria, en noviembre de 1938 ante los combatientes llegados de todo el mundo para defender Madrid, "Hasta pronto, hermanos: Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan. Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas amenazándolas. Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su Patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos. Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón, aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud. De todos los pueblos y de todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se encontraba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo, vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio. Y Jarama y Guadalajara, y Brúñete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales. Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia, su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos. Y nada nos pedían. Es decir, si querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros. ¡Banderas de España, saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires! Madres, mujeres. Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando, cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfume en uñ presente de libertad, de paz y de bienestar, cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la Patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos, habladles de estos hombres. Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos 33


sus dientes, llegaron a nuestra Patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna mujer, madre, hermanos e hijos y vinieron a nosotros a decimos: "Aquí estamos, vuestra causa, la causa de España, es nuestra misma causa, la de toda la humanidad avanzada y progresiva". Hoy se van muchos, pero millares se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles. Camaradas de las Brigadas Internacionales: razones políticas, razones de Estado, la salud de la misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia frente al espíritu vil y acomodaticio de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo. No os olvidaremos, y cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la República española, ¡volved! Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria para los que no tenéis patria, amigos los que tenéis que vivir privados de amistad y todos, todos, el cariño y el agradecimiento del pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!

CAPÍTULO I

LA RETÓRICA

Que dos más dos es igual a cuatro es indiscutible y probado. Es exacto, pero hay muchos otros temas y hechos que no lo son, pues son solo probables o plausibles y corresponden al mundo del debate y del convencimiento. Para los argumentos que son "probables" pero no demostrados, "verosímiles" o "plausibles" pero no absolutos, y para las decisiones que se toman con ellos, debe aceptarse que la retórica es una disciplina que busca la persuasión de los demás, porque una vez estos se encuentran persuadidos los argumentos cobran mayor verosimilitud. Esa es la diferencia entre "lo demostrado" de la lógica formal matemática o de las ciencias exactas, y "lo probable", que pertenece al mundo de la retórica o de los hechos humanos. Para ese tema, la retórica es, desde antes de Aristóteles, la ciencia de lo verosímil y de lo probable. Gorgias, el sofista, defendió la necesidad del "buen decir" para orientar los asuntos de la ciudad mediante la persuasión. Platón habría de responderle más adelante, en el diálogo que lleva su nombre, que la retórica no debe reducirse a una mera técnica o arte para persuadir, independiente de la verdad o buen propósito que debe transmitir el discurso. Se inició así la contienda entre la "retórica técnica” y la "retórica filosófica". A esta última se sumó el propio Aristóteles, quien señala que con la retórica, si bien se presta atención fundamental a la personalidad del oyente para persuadirlo, se debe cumplir la obligación de transmitir la verdad y los contenidos que sean útiles a los ciudadanos. Desde entonces, la retórica ha sido un trabajo teórico para descubrir qué es lo que puede producir la persuasión en cada circunstancia. Dos aportes adicionales pueden añadirse. De un lado, la tesis epicúrea de l ifodemo, quien distingue a la retórica como ciencia conjetural frente a las ciencias exactas, tesis que han reintroducido en nuestro tiempo Chaim Perelman y L.OIbrechts. El segundo aporte es el impulso de Cicerón, según el cual, la rotórica requiere amplios conocimientos y verdad por parte del orador, pues de lo 3


contrario incurriría en el simple verbalismo. Esto es de vital importancia para nuestro texto, pues aquí afirmamos que solo el propio convencimiento y la fe del orador, así como su mayor conocimiento del tema, son la base de su capacidad para transmitir teórica y corporalmente su convicción. Como en casi todas las cosas, fueron los griegos los que colocaron la piedra angular de esta teoría. Hace más de dos mil años, Tácito afirmó: "La retórica es la democracia , pues en el mundo de la comunicación y la democracia la retórica avanza y, con su expresión de contrarios, la libertad se consolida a diferencia del silencio forzado en las dictaduras. La retórica es el instrumento de la libertad de expresión. Ya los filósofos griegos afirmaban: "Potemos pater panto" expresando que la verdad proviene del conflicto y la discusión de las ideas. La tiranía silencia los discursos, mata física o moralmente al que piensa y disiente. La tiranía afirma: "Hechos y no palabras", pero Tácito le responde: "La retórica es la democracia". Este es un tema de enorme profundidad, que puede ser analizado a partir de cualquier experiencia histórica o creación literaria. Veamos, por ejemplo, lo que podríamos llamar "Las estructuras políticas en el Quijote": en el universo de la obra sereproducen diversas formas de subordinación social, pero una de ellas, aunque ha pasado inadvertida, es el uso del lenguaje como instrumento para afirmar una relación de dominio entre los dos personajes, así como también las formas o sistemas de lenguaje característicos de cada sector social. Al hablar extenso, mágico e historicista del Quijote responde Sancho con la brevedad de sus sentencias y refranes. Ambos lenguajes tienen gran acierto descriptivo y una estructura de significaciones que puede definirse con lo que Ludwig Wittgenstein llama "juegos de lenguaje", distintos pero elaborados sobre una misma estructura ideal de fondo o "metalenguaje"; es decir, ambos expresan la realidad pero pueden traducirse el uno en el otro de acuerdo con "reglas de transformación" (Noam Chomsky), las que Sancho va a definir como si fuera un filósofo del siglo XX. ¿Por qué? Porque Cervantes es un genio intemporal y “so vuelve eterna su novela. Los discursos de Sancho y del Quijote, que en apariencia son el uno popular y refranero y el otro idealizado y genérico, expresan también el conflicto de los métodos inductivo y deductivo, e inclusive la contienda de "Los universales", entre realistas y nominalistas. Todo eso y mucho más está aún por descubrir en ese texto insuperable. Veamos: El primer elemento de esa estructura de relación política entre los dos personajes es la prohibición de hablar dispuesta por el señor sobre su siervo, pero también la interdicción del uso inductivo de las síntesis y refranes de sabiduría popular, lo que dará lugar a "rebeliones sucesivas" y a "negociaciones" entre los dos actores. En el capítulo 25, Sancho, en rebeldía, reclama: "Señor Don Quijote, vuesa merced me eche su bendición y me de licencia, que desde aquí me quiero volver a mi casa, y a mi mujer, y a mis hijos, con los cuales por lo menos hablaré y departiré todo lo que quisiere; porque querer vuesa merced que vaya con él por estas soledades de día y de noche, y que no le hable cuando me diera gusto, es

enterrarme en vida". (Recordemos aquí la máxima de Tácito). "Ya te entiendo, Sancho -respondió don Quijote- tú mueres porque te alce el entredicho que te tengo puesto en la lengua. Dalo por alzado y di lo que quisieres, con la condición que no ha de durar este alzamiento más de en cuanto anduviéremos por estas sierras". Pero no es solo la obligación del silencio, sino que son también los componentes y elementos del lenguaje lo que mantiene a los personajes en universos paralelos, si bien articulados por la sumisión servil. En el mismo capítulo se continúa: "Ni yo lo digo ni lo pienso -respondió Sancho-; allá se lo hayan, con su pan se lo coman si fueron amancebados, o no, a Dios habrán dado la cuenta; de mis viñas vengo, no sé nada; no soy amigo de saber vidas ajenas; que el que compra y miente, en su vida lo siente. Cuanto más, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano. Y muchos piensan que hay tocinos y no hay estacas. Mas ¿quién puede poner puertas al campo? (Cuando Sancho expresa: "Ni lo pienso", nos dice que la estructura del lenguaje es la que se piensa y habla a través de él. Ningún estructuralista, incluido Chomsky, logró frasearlo con tanta claridad). "Válgame Dios ¡ -dijo don Quijote- y que de necedades vas Sancho ensartando. ¿Qué va de lo que tratamos a los refranes que enhilas? Por tu vida Sancho que calles y de aquí en adelante entremétete en espolear a tu asno, y deja de hacerlo en lo que no te importa". Sancho tiene claro, sin embargo, que el Hidalgo entiende lo que quiere decir pero que pretende forzarlo al silencio: "Una o dos veces -respondió Sancho- he suplicado a vuesa merced que no me enmiende los vocablos, si es que entiende lo que quiero decir en ellos. Apostare que desde el emprincipio me calo y me entendió, sino que quiso turbarme." (Cap. 7, libro 2). (Sancho comprende que los lenguajes se traducen y entienden el uno por el otro y viceversa: son las reglas de transformación de la gramática generativa). Sancho pasará, de inmediato, a reclamar un "salario conocido que ha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el tal salario se me pague de su hacienda". Pero solo obtendrá una negativa, pues dirá el Quijote: "He leído todas o las más de sus historias, y no me acuerdo haber leído que ningún caballero andante haya señalado salario conocido a su escudero", añadiendo el Hidalgo el uso de un refrán: "Y advertid hijo, que vale más buena esperanza que ruin posesión, y mejor buena queja que mala paga. Hablo de esta manera, Sancho, por daros a entender que también como vos se yo arrojar refranes como llovidos". (Queda claro que el habla popular se usa como instrumento en el momento de los litigios): Pero a lo largo de toda la obra la regla del conflicto lingüístico será parte de la estructura: "Haya lo que hubiere -replicó Sancho- que al buen pagador no le duelen prendas, y más vale al que Dios ayuda que al que mucho madruga, y tripas llevan pies que no pies a tripas, quiero decir que si Dios me ayuda, y yo hago lo que


debo con buena intención, sin duda gobernare mejor que un gerifalte". "Maldito seas de Dios y de todos sus santos, Sancho maldito -dijo don Quijote- y cuándo será el día como otras muchas veces he dicho, donde te vea hablar sin refranes una razón corriente y concertada" (Cap. 34, libro 2). "Eso Dios lo puede remediar -respondió Sancho- porqué sé mas refranes que un libro, y viéntenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen poi salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo" (Cap. 43, libro 2). Y ante la reflexiva y larga exposición del Quijote, continuó: "Señor, bien veo que todo cuanto vuestra merced me ha dicho son cosas buenas, santas y provechosas, pero ¿de qué han de servir si de ninguna me acuerdo?". (Sancho explica aquí que la estructura de la realidad y la del lenguaje preexisten a la consciencia de ellas). En muchas ocasiones los dos universos lingüísticos serán causa de conflicto y de amenazas: "Setenta mil satinases te lleven a ti y a tus refranes. Yo te aseguro que estos refranes te llevarán a la horca". Ello originará que Sancho amenace, ahora él, con el silencio, pues dice saber otros, pero no los dirá: "Pues al buen callar llaman Sancho" y solo los, mencionará ante la exigencia del Hidalgo: "Querría saber que cuatro refranes te ocurrían ahora a la memoria, que yo ando recorriendo la mía, que la tengo buena, y ninguno se me ofrece". "Qué mejores rdijo Sancho- que "entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares", e "idos de mi casa y que quiere con mi mujer, no hay que responder", y "si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, igual de mal para el cántaro" porque no se diga por el "espantóse la muerta de la degollada", y "vuesa merced sabe bien que más sabe el necio en su casa que el cuerdo en la ajena" (Cap. 43, Libro 2). "No más refranes, Sancho -dijo don Quijote-, pero parece-me que es predicar en el desierto". "Pareceme -respondió Sanchó- que vuesa merced es como lo que dicen: "Dije la sartén a la caldera: quítate de allí ojinegra". Estame reprendiendo que no diga yo refranes y ensártalos vuesa merced de dos en dos". Así, la victoria final es del escudero, que en el capítulo 71 del libio 2 concluirá: "No sé qué mala ventura es esta mía, que no se decir razón sin refrán, ni refrán que no me parezca razón". Y así, enunciará, cinco siglos antes la conclusión de Ludwig Wittgens-tein: "El límite de mi mundo es el límite de mi lenguaje" (Trac-tatus), pero también habrá reivindicado la sentencia de Tácito. 1) La retórica es una ciencia fundamental en el mundo de lo probable Pero el descrédito del discurso y el convencimiento surgió hace 2,300 o 2,400 años cuando, después de haber considerado a la retórica como una disciplina fundamental, comenzó la época de los sofistas. Entonces se hizo gala de la capacidad de argumentar en cualquier sentido y se enalteció la posibilidad de demostrar lo posible y también lo contrario. Sin embargo, en el siglo VIII después de Cristo, se reasumió la retórica como una ciencia y por eso en el sistema educativo del imperio de Carlomagno se impartían la retórica, la gramática y la dialéctica, al lado de la astronomía, la música, la matemática, la

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historia, divididos en los célebres trivium y quadrivium. Sin embargo, a partir del siglo XVIII, con Descartes y con el pensamiento iluminista francés, se volvió a afirmar que la verdad era solamente lo comprobado y lo demostrado, lo "claro y distinto" y la retórica fue otra vez puesta de lado, porque se le consideró un artificio frente a la ciencia con sus tesis demostradas. Hoy, sin embargo, ya sabemos, gracias a la Teoría del Conocimiento, que no hay tesis demostradas y exactas, pues solo pueden postularse científicamente conocimientos hipotéticos y falsables, vale decir que aun lo aparentemente demostrado puede ser contestable y de hecho será superado. Karl Popper nos enseña que toda afirmación científica tiene que ser falsable y ello nos conduce a pensar que la retórica ha invadido el campo que antes se creía ajeno a ella. Extraña paradoja: se han invertido los términos y la ciencia parece ser, en verdad, una "retórica sobre la realidad". Sintéticamente, la ciencia puede hablar de 2+2=4, pero ese tipo de razonamiento no agota ia realidad de las cosas, la realidad de la vida, la historia, la filosofía o la emoción humana. Todo ello es una realidad que concierne a lo probable, a lo verosímil, a lo que puede ser o no ser, como lo expresan acertadamente los existencialistas; a lo que necesita la opinión de la gente para volverse verdad. Ese es el campo de la retórica, que cumple además el propósito de ganar adhesión y convertir en verdad una probabilidad, y a partir de ese momento, gracias a una exposición o a una campaña argumental, motivar la acción social. Según los autores, desde Aristóteles hasta Perelman, la retórica usa medios de argumentación que no dependen de la lógica formal, son argumentos "plausibles", con premisas abiertas sujetas siempre a revisión. Ahora debemos añadir que tales argumentos no se dirigen solamente a la consciencia intelectual consciente de sí misma, sino a las otras formas de comprensión. 2) Para ganar la adhesión de las personas, diríjase a sus múltiples inteligencias La inteligencia no se limita a los aspectos racionales, lógico-formales, prácticos; es decir, a los que tienen objetivos instrumentales y en los que la conciencia es consciente de sí misma, como cuando afirmamos: "Pienso, luego existo" o más exactamente: "Sé que estoy pensando, soy consciente". La inteligencia no es solamente la demostración de lo verdadero o de lo probable a través de razones lógicas e intelectualmente conscientes, pues de lo contrario no existirían la estética, la poesía o la sensación espacial. La inteligencia de un jugador de fútbol que interpreta el espacio de manera más compleja que nosotros, es otra forma de inteligencia; lo que ocurre es que quienes estudiamos matemáticas o somos ingenieros no calificamos como inteligencia esa forma de acercamiento al mundo. Tal vez Pelé nunca estudió en una universidad; sin embargo tenía un muy alto nivel de inteligencia espacial, que nosotros también tenemos aunque no nos hayamos hecho conscientes de ella. O la inteligencia de Mozart, que es la inteligencia suprema de la


composición melódica sin continuidad, imprevisible como nadie en su música, pues nadie sabe cuándo acaba su composición o cuándo y cómo continúa. Esa es una forma de inteligencia musical, rítmica, de la cual nosotros carecemos. Y Mozart tal vez no fue capaz de sostener un profunda conversación o hacer un gran discurso, menos aun de razonar matemáticamente, pero nadie duda de la complejidad inmensa de su cerebro. En realidad, su música es SU discurso, su forma de comunicarse con los demás. Ahora bien, tal como la inteligencia espacial de Pelé o la lógico-matemática de Einstein, el célebre mimo Marcel Marceau tiene la capacidad de expresar mediante el cuerpo los conceptos y aun las sensaciones que otros no pueden explicar mediante las palabras. Son formas diferentes de inteligencia. Durante mucho tiempo se identificó la inteligencia humana con aquella que tiene un carácter racional consciente de sí misma. Cuando hablo ante un grupo estoy escogiendo palabras, frases, argumentos; eso se llama inteligencia instrumental. Pero hay otras formas de inteligencia, por ejemplo, la corporal. Al hablar ante un grupo, se que está lejos, pero no porque yo esté midiendo la distancia en términos métricos, sino porque mi cuerpo percibe su lejanía. Es decir, mi cuerpo percibe que alguien se encuentra más cerca de mí porque está más próximo de mi alcance físico que quienes están detrás y que la pared del fondo. Esto es lo que un célebre psicofisiólogo o neurólogo, Mau-rice MerleauPonty, llamó "fenomenología de la percepción". Este filósofo hizo un análisis de la neurofisiología y comprobó que el cuerpo nos acerca a la realidad como una forma primaria de conciencia. Reflexionar racionalmente es "volver hacia" lo que ya tengo. Mi cuerpo ya ha adquirido la sensación de distancia, luego puedo pensarla, calcularla y concluir que son dos metros los que me separan del otro, pero ¿cómo percibí, intuí o adquirí la noción básica de distancia? En realidad, el cuerpo lo siente a usted lejos o lo siente cerca de acuerdo con la posibilidad de alcanzar al otro; no es que el cuerpo piense, el "pienso" es posterior; ergo, hay que hacer un añadido complementario a Descartes, pues este dijo: "cogito, ergo, sum\ pero ¿quiénpiensa?: una autoconciencia sí, pero que está dentro de un cuerpo, que percibe y sabe antes de que aquella "piense". De manera que hay que completar la afirmación: "Estoy en un cuerpo que siente las cosas, luego pienso sobre lo que ya sentí". ¿Qué significa esto? Quiere decir que hay una forma de inteligencia, si no anterior, por lo menos coexistente con mi inteligencia tética, consciente de sí misma, instrumental o racional. Merleau-Ponty llega a la conclusión anterior haciendo una reducción fenomenológica a los conceptos básicos desde la realidad hacia la consciencia primaria del cueipo. Nosotros podríamos también proponer una "fenomenología de la expresión" recorriendo el camino contrario, para comprender que la fuerza primera ds ía expresión y del discurso no está en las palabras, sino que nace de la emoción, del esfuerzo de "ir hacia otros" y, por ende, del cuerpo mismo. Es lo que definí en la introducción como la dimensión erótica del instinto de comunicar, en un sentido más amplio que la sexualidad. Es parte de la creación de la integración y de la vida, y gracias al cual existe el lenguaje.

Por ello, todos sabemos comunicar al comienzo. Un niño llora, sonríe, se expresa, pero a partir de ese momento la comunidad de expresión se divide y algunos sabrán expresar y otros no, porque la formación familiar, el orden social y la educación conducen a inhibir la expresión. Todos los niños mueven los ojos, las manos, y esos son los movimientos "mágicos" de los que habla la psicología. Todos sus juegos están concentrados en movimientos corporales; es decir, se expresan. Pero luego son limitados por órdenes sociales, como "no llorar", "no interrumpir a los mayores", "escuchar en silencio mientras el maestro habla durante una hora". Es la cultura del silencio, la declamación con las manos pegadas al cuerpo y el uso del telepronter. Así, el niño que aprendió el rítalo de su propio llanto, que era para él un trabajo productivo por el que obtuvo gratificación, el niño que recogió la melodía de la canción de cuna o la cadencia del Padre Nuestro, debe ser, después de inhibido, reentrenado en esas aptitudes por un adiestramiento impuesto y mecánico. Bien sabemos que un infante recién nacido tiene la capacidad de nadar bajo el agua, pero en los años posteriores será alejado del peligro y deberá, en la mayoría de los casos forzadamente, reaprender a nadar. Igual ocurre con la transmisión emocional' pues se reprime y luego se intenta recuperar tardíamente en el diván del psiquiatra. El segundo tema en el que voy a insistir es el de las distintas formas de inteligencia: lógico-matemática, verbal-auditiva, corporal, musical, espacial, etc. Es necesario comunicamos con el público utilizando todas nuestras formas de inteligencia y llegar a él mediante todas las suyas; por ejemplo, a través del lenguaje poético y musical. Nos comunicamos mediante todas esas formas de inteligencia. Yo lo estoy haciendo en este momento: escuchen el tono de mi voz, que sube y baja conforme quiero y para ello me acerco o me alejo del micro. También observen la forma en que muevo mi cuerpo o cómo el uso de los argumentos más contundentes en algún momento me permite presionar otras formas de inteligencia en el auditorio. Y lo mismo ocurre en sentido contrario, pues el público me está interpretando con sus múltiples antenas inteligentes. Tal vez por ello, en las reuniones políticas y religiosas en las que se busca abordar integralmente al público se utilizan la música y el canto coral. He visto un candidato presidencial en el Perú esperar el silencio de miles de personas y comenzar a interpretar dulce música en flauta traversa con enorme suceso. Otros cantan directamente en la introducción o al terminar. Pero nos falta comprender que en el mismo discurso, en su aparente comunicación oral y racional, hay un ritmo que comunicar y es necesario utilizar. Una parte de él reside en el uso de las figuras retóricas, como la anáfora, que repite palabras y expresiones al punto de versificar los párrafos: "No pasarán, no pasarán" (La Pasionaria, 1936) o '^Rendición no la esperen, rendición no la esperen, rendición no la esperen, encontrarán cadáveres pero no prisioneros, solo españoles" (Indalecio Prieto, 1936). Otro ejemplo es el uso de palabras graves en periodos iguales y terminar con una palabra aguda o invocar el área espiritual siempre presente en toda sociedad e individuo: "Y aquí y así, al cielo de esta noche, alcemos nuestros


brazos y nuestros corazones" (Haya de la Torre). Lamentablemente, desde el siglo XVIII nuestra civilización racionalista tiende a hipertrofiar la inteligencia racional y práctica, como si lo único inteligente fuera medir, pesar, sumar, restar; y expresarlo de la manera más austera y escueta, como la factura de un mercader. Pero esa solo es una forma de la inteligencia y el que quiere hablar tiene que ser consciente de que debe dirigirse al público con todas sus fácetas. Queremos un tipo de expresión que, a la par de hablar, también baile, cante, haga mímica. Queremos que nos transmita su excitación, sus emociones, las cosas que nos hacen vibrar y nos ponen en atención. 3) Por eso, evitemos leer ante un auditorio Si tienen que hablar ante un juzgado, ante una multitud de cien mil ciudadanos o un grupo de cincuenta personas en un auditorio comercial, eviten leer. Porque el lector confiesa una suerte de incapacidad, nos advierte que se ha preparado muy poco y revela que el discurso se lo han hecho otros. Si usted lee, no se comunica, la gente sospecha que alguien lo escribió y usted no se encuentra preparado. Cuando usted lee, solo transmite una pequeña parte de lo que quiere transmitir, unas ideas; pero su cuerpo no habla, su voz no expresa, sus ojos no acompañan. Solo los grandes oradores o los eximios actores pueden leer comunicándose integralmente. Si lee, usted repite algo, e incluso si lo aprende de memoria, resultará acartonado y no será un orador, convencerá a pocos y no pasará a la historia, sea esta grande o pequeña. En la vida hay recodos en los cuales aparece de pronto una oportunidad para que cada uno pueda expresar su existencia, en muchos casos mediante la expresión oral, en otros a través del acto heroico o la decisión inesperada. Recordemos siempre a Choquehuanca, quien, con solo veinte líneas, en las cuales está sintetizada la concepción providencial de la historia, ganó un sitio en todos los diccionarios y en la memoria social. Era un curita oscuro, un abogado de aldea. Todos somos poten-cialmente Choquehuanca, pero np sabemos subir al atril en el momento necesario. Como dice Larry King: "Normalmente todos los hombres de éxito son buenos oradores, y lo normal es que lo contrario también sea cierto". Es verdad, quien transmite mejor la información y persuade con ella tiene abiertas las puertas del éxito. Los discursos pueden cambiar la historia del orador y la del grupo. Si en un momento a usted lo suben a un pulpito y dice mucho más que lo que el público estaba esperando, usted quedará grabado en la retina y en el tímpano de esas personas. Y si enseñó algo con eficacia, será su maestro. Siempre se habla de los discursos históricos. Fue Churchill quien, en medio de la guerra y bajo los bombardeos, pronunció en solo dieciocho líneas su famoso discurso: "Lo único que ofrezco es sangre, sudor y lágrimas". Pasó a la historia y será repetido siempre, en cualquier circunstancia similar, porque dio sentido al sufrimiento de un pueblo. Otro inmenso personaje subió a un monte, donde expresó algo extraordinario: "Bienaventurados los que tienen hambre y

sed de justicia porque de ellos será el Reino de los Cielos". Entonces los perseguidos, los judíos dominados por los romanos, sintieron de pronto que había una esperanza. Otro hito de la retórica es "Yo tengo un sueño", de Martin Luther King, pronunciado en un momento de gran complejidad, porque él estaba en pugna con el presidente Johnson y con Robert Kennedy por los derechos civiles, pero al mismo tiempo tenía dentro de sus partidarios la oposición tremenda de Malcolm X, que lo tildaba de ser un "tío Tom", o un "negro servil". También Haya de la Torre, quien proclamó valerosamente: "la misión del aprismo no es llegar a palacio". Oficialmente había perdido la elección, pero en esa circunstancia de angustia, dijo a los desilusionados: "La misión del aprismo no e& llegar a palacio sino a la conciencia del pueblo" y les devolvió la esperanza por cincuenta años. Ya leimos la reconstrucción del discurso de Enrique V, presentada por Shakespeare en la tragedia del mismo nombre. Su fuerza de invocación histórica multiplicó el valor, inflamó de entusiasmo a su ejército y logró que ganara la batalla. Dantón, el revolucionario, movilizó al pueblo desde los más lejanos confines de Francia con un discurso y una advertencia: "La patria está en peligro". Con ella formó, en unos días, un ejército popular al que se integraron, desde el sur, los marselleses con su himno inmortal, y en los llanos de Valmy vencieron al ejército profesional y mercenario de los prusianos cuando la revolución parecía perdida. Así, pues, un discurso moviliza la fuerza que todos tenemos dentro, y una cátedra de retórica enseña a despertarla, recuperando previamente lo que el propio orador tiene en su razón, en sus sentimientos y en su capacidad de expresarlos. Bolívar en el Potosí: "Envidia del Universo"; Napoleón ante las Pirámides de Egipto: "Cuarenta siglos de historia os contemplan"; y muchos líderes en la víspera de una batalla; otros, al volver después de largo tiempo: "Como decíamos ayer"; algunos antes de morir, como el propio Dantón: "Muestra mi cabeza al pueblo, vale la pena", son la síntesis de una sensación trascendental en una frase y dentro de un discurso. Leamos integralmente a Shakespeare en el Discurso de Enrique V: "WESTMORELAND - ¡Gh, si tuviéramos aquí siquiera otros diez mil ingleses como estos, de los que hoy permanecen inactivos en Inglaterra! REY ENRIQUE - ¿Quién expresa ese deseo? ¿Mi primo Westmoreland? No, mi simpático primo; si estamos destinados a morir, nuestro país no tiene necesidad de perder más hombres que los que aquí somos; y si debemos vivir, cuantos menos seamos, más grande será para cada uno la parte del honor. ¡Voluntad de Dios! No desees un hombre más, te lo ruego. ¡Por Júpiter! No soy avaro de oro, y me inquieta poco que se viva a mis expensas; siento poco que otros usen mis vestuarios; estas cosas externas no se cuentan entre mis anhelos; pero si codiciar el honor es un pecado, soy el alma más pecadora que existe. No, primo mío, ni un hombre más de Inglaterra. No querría, por lo mejor de las esperanzas, exponerme a perder un honor tan grande, que un hombre más podría quizá compartir conmigo. ¡No ansies un hombre más! Proclama, por el


contrario, a través de mi ejército, que puede retirarse el que no vaya con corazón a esta lucha; se le dará su pasaporte y se pondrán en su bolsa unos escudos para el viaje; no queremos morir en compañía de un hombre que temiera morir como compañero nuestro. Este día es el de la fiesta de San Crispín; el que sobreviva a este día volverá sano y salvo a sus lares, se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha, y se elevará por encima de sí mismo ante el nombre de San Crispín. El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, cada año, en la víspera de esta fiesta, invitará a sus amigos y le dirá: "Mañana es San Crispín". Entonces se subirá las mangas y, al mostrar sus cicatrices, dirá: "He recibido estas heridas el día de San Crispín". Los ancianos olvidan; empero, el que lo haya olvidado todo, se acordará todavía con satisfacción de las proezas que llevó a cabo en aquel día. Y entonces sus nombres serán tan familiares en sus bocas coo los nombres de nosotros, sus parientes: el rey Harry, Bedford, Exe-ter, Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester serán resucitados por su recuerdo viviente y saludable con copas rebosantes. Esta historia la enseñará el buen hombre a su hijo, y desde este día hasta el fin del mundo la fiesta de San Crispín nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño ejército, de nuestro feliz pequeño ejército, de nuestro bando de hermanos; porque el que vierta hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jomada ennoblecerá su condición y los caballeros que se quedaron ahora en el lecho de Inglaterra se considerarán como malditos por no haberse hallado aquí, y tendrán su nobleza en bajo precio cuando escuchen hablar a uno de los que han combatido con nosotros el día de San Crispín". Analicemos el por qué Enrique enumera los nombres de los nobles que serán hermanos de los más humildes y deja abierta la lista de los que deseen irse libremente. Es un viejo recurso para cohesionar al grupo. Y recordemos una norma de psicología social. La pequeña ansiedad que todos sintieron entonces, imaginando que se iba a decir su nombre entre los cobardes invitados a partir, es la sensación que más fortalece el sentimiento del "nosotros" e integra el grupo. Albert Bandura, el psicólogo social norteamericano, ha demostrado que cuando se somete un grupo a la ansiedad, se impulsan sus relaciones del "nosotros" a su interior y es mayor la identidad y la articulación del grupo y su conjunción cuando un equipo está sometido a evaluación similar. Porque todos estamos dispuestos a sufrir el peligro y la ansiedad, siempre y cuando quien esté a nuestro lado sufra lo mismo. La ansiedad siempre crea sensaciones de grupo. Por ello, si usted quiere que el auditorio se unifique, debe someterlo a alguna forma de ansiedad: "Muchos de los presentes serán llamados a la lucha", "son numerosos los llamados pero pocos los escogidos", "¿es que acaso hay alguien entre nosotros alguien que quiera dar marcha atrás? No, no", etc. La lectura del discurso de Enrique V es necesaria, pero en voz alta y con una entonación vigorosa. Estamos ante cuarenta mil hombres de caballería franceses, y hablamos a un ejército de apenas doce mil soldados, exhaustos, 44

temerosos y hambrientos que quieren retirarse y volver a Inglaterra. Este es un discurso tipo, fundamental inclusive para hablar a los más cercanos. Puede estar ante sus cuatro hijos en una circunstancia grave, ¿por qué no los puede motivar de la misma manera?, ¿por qué tiene que hablar para ellos sin ánimo y sin trascendencia? Discurso de Susan Anthony. Un modelo de posicionamiento histórico.Comencemos con el estudio del primer texto. Es el emblemático discurso de Susan Anthony, la gran defensora del voto femenino, que fue juzgada y sentenciada en 1873. No es un alegato inflamado ni invoca al corazón, a pesar de la circunstancia de hablar ante sus jueces sabiendo que sería condenada. Por el contrario, organiza sus argumentos de una manera lúcida y pragmática:

"Amigos y conciudadanos: Me presento aquí, esta noche, acusada del supuesto delito de haber votado en la reciente elección presidencial sin tener el legítimo derecho para hacerlo. Será mi tarea de esta noche probarles que con ese voto no solo no cometí una ofensa, sino que simplemente ejercité mis derechos de ciudadana, que se me garantizan a mí y á todos los ciudadanos de los Estados Unidos en la Constitución Nacional y que ningún Estado tiene el poder de negar". (Informa periodísticamente en el primer párrafo quién, cómo, qué, cuándo y dónde. Además enuncia'el gran principio para contrastar los hechos con él). "El preámbulo de la Constitución Federal dice: "Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, para formar una unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad doméstica, proveer la defensa común, promover el bienestar general y proteger los beneficios que otorga la libertad para nosotros y para nuestra posteridad, ordenamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América". (Invoca inteligentemente la Constitución, utilizando así un texto de valor casi religioso para los norteamericanos e involucra las figuras de Washington y Jeíferson como garantes de lo expresado). "Dice: nosotros, el pueblo; pero no dice: nosotros los ciudadanos blancos de sexo masculino; ni tampoco los ciudadanos de sexo masculino, sino nosotros, todo el pueblo que forma esta Unión. Y la formamos, no para entregar los beneficios de la libertad sino para proteger los beneficios de la libertad; no para la mitad de nosotros y para la mitad de nuestra posteridad sino para todas las personas -tanto mujeres como hombres. Y es una burla descarada hablarle a las mujeres del placer de los beneficios de esa libertad cuando se les niega a ejercer el único recurso que los garantiza y que este gobierno democrático ofrece: el voto". (Con gran sentido de futuro y oportunidad, vincula participación y sexo. Aquí, frente a la irracionalidad y la fiieiza, la mujer representa la razón y la justicia moral, el "Yo" consciente). "Para cualquier Estado el convertir el sexo en un requisito que conduce a privar del derecho al voto a la mitad de la población, es como promulgar una ley ex postfado y, por lo tanto, es una violación de la ley suprema de la Tierra. De esta manera los beneficios de la libertad son retirados para siempre de las


mujeres y de la posteridad femenina". (La ley suprema de la Tierra, Dios, afirma la creación igualitaria. Los padres fundadores, puritanos, no llegaron a esta tierra prometida para la desigualdad). "Para ellas este gobierno no tiene ningún poder legal que deriva del consentimiento de los gobernados. Para ellas este gobierno no es una democracia, no es una república. Es una aborrecible aristocracia; una odiosa oligarquía de sexo; la más aborrecible aristocracia alguna vez establecida en la faz de la Tierra. Porque una oligarquía de riqueza donde los ricos gobiernan a los pobres, una oligarquía de conocimientos donde los educados gobiernan a los ignorantes, o incluso una oligarquía de raza donde los sajones gobiernan a los africanos, podrían durar. Pero esta oligarquía basada en el sexo, la cual convierte a los padres, hermanos, maridos e hijos varones en oligarcas sobre las madres, hermanas, esposas e hijas en cada uno de los hogares -que establece que todos los hombres son soberanos y todas las mujeres subditos- acarrea disensión, discordia y rebeldía en cada uno de los hogares de la nación". (Habilísima forma de introducir la discusión del tema dentro de cada hogar y de advertir que en la célula de la sociedad se ha instalado la desunión y el despotismo). "Webster, Worcester y Bouvier, todos definen al ciudadano como una persona que en los Estados Unidos tiene derecho a votar y ocupar un cargo público. La única pregunta que queda ahora por formular es: ¿son personas las mujeres? Y yo no puedo creer que algunos de nuestros oponentes tenga la audacia de decir que no. Siendo personas, entonces, las mujeres son ciudadanas; y ningún Estado tiene el derecho de hacer una ley o imponer alguna antigua regulación que recorte estos privilegios o inmunidades. Por lo tanto, cualquier discriminación en contra de las mujeres en las constituciones y leyes de los Estados es hoy en día nula y carece de validez, del mismo modo que lo es aquella en contra de los negros." (Extraordinaria síntesis en tomo al concepto "persona y un argumento contundente": ¿Son personas las mujeres? ¿Quién podría responder que no? Además se apoya en la reciente abolición de la esclavitud en los.Estados Unidos, con lo cual se ha puesto más allá del propio Presidente Lincoln). Es una pieza sintética, muy organizada argumentalmente, muy bien construida en cada uno de sus párrafos y destinada a la posteridad. Leer muchas veces este texto es un requisito indispensable para hacer nuestra su estructura. Luego se debe leer en voz alta. Es necesario hacerlo, en primer término, para acostumbramos a nuestra propia voz y, en segundo lugar, para que su esquema, orden y razonamiento se integren con un cierto automatismo a nuestra comunicación. Cada uno de los argumentos y frases quedará en nuestra memoria y nos servirá de auxilio y recuerdo cuando razonemos ante el público. Pero la memorización será mayor si al leer utilizamos el tono adecuado en cada párrafo y lo hacemos lentamente. Uno de los maestros en el arte de la comunicación fue el gran presidente Franklin Delano Roosevelt, quien gobernó Estados Unidos entre 1933 y 1945. Roosevelt, utilizó la radio, que para entonces era una novedad,

como lo fue la televisión para mi generación o como lo son hoy el Facebook y el Twitter. Roosevelt fue un especialista en el uso del ritmo radial. Otro personaje que utilizó la radio con enorme eficiencia fue Adolfo Hitler, un extraordinario comunicador, pues construía el discurso hablando y pensando al mismo tiempo, lo cual pueden hacer muy pocos oradores, y podía mantener un tono de intensidad hipnótica e instintiva sobre el auditorio, como tal vez ningún orador lo ha logrado. Pero Roosevelt fue un maestro en el arte de dosificar el ritmo. Hablamos normalmente a una frecuencia de ciento cuarenta palabras por minuto, se puede descender a ciento veinte palabras, pero Roosevelt llegaba a una frecuencia de 80 palabras por minuto para señalar así que estaba haciendo el anuncio más importante de su intervención o para llevar serenidad a los hogares, desde su sillón, al lado de la chimenea. Cuando leemos el discurso de Susan Anthony, es evidente que, en el primer y en el segundo párrafos, utilizó una modulación y una velocidad totalmente distintas. El primero es una introducción perfecta, sintética; es un discurso en sí mismo, que debió ser dicho en una baja frecuencia. Esta introducción de siete líneas reúne dos elementos: es una síntesis anunciato-ria, a la vez que establece una comunión con el auditorio o con los que van a escuchar o leer más adelante el texto. Desde el primer momento usa un término mágico en toda comunicación y campaña política: "Todos"; y utilizará también un término sacrosanto en los Estados Unidos:, la Constitución norteamericana, que para ellos es como la Biblia. No podemos escuchar este discurso, pero seguramente Susan Anthony redujo la velocidad de sus palabras al leer el texto de la Constitución, porque en ese momento estaba hablando, a través de ella, la voz de los Padres Fundadores, de los luchadores de 1776, y por ello debió usar la cadencia y la entonación propios al ritmo de la historia. En el tercer párrafo comienza la orientación emocional: transforma el "todos" en "nosotros", porque una cosa es el "todos", intemporal e innominado, y otra el "nosotros", inclusivo, emocional y temporal. Una vez que ha usado este término, lo desdobla en el párrafo siguiente. Hay una división dentro del "nosotros", y como consecuencia de esto se establece la no-legitimidad. Este desdoblamiento negativo señala la subsistencia de una aristocracia a diez años de la Guerra Civil y la liberación de los esclavos, pero esta vez en el "nosotros del hogar". Ahora cada uno de los hombres, todos sus jueces presentes, es un odioso aristócrata. Esta es la eficaz manipulación del mensaje que coloca a la oligarquía dentro de la casa, que convierte a los padres, a los hermanos, a los maridos y, algo dramático, también a los hijos varones en oligarcas contra las madres, las hermanas, las esposas y las hijas en cada uno de los hogares. Y esto acarreará discordia, disensión, rebeldía. Cada mujer es una militante y una activista de su "propio derecho, pero lo es ante sus adversarios concretos y cercanos. La conclusión sintética es: ¿son personas las mujeres?; si usted piensa así, el fallo, como la ley que establece el no-voto, es nulo. Ahí está la construcción perfecta y manipulatoria de este excelente discurso, que le permite trabajar sobre los


valores que tienen los norteamericanos, los cuales están siendo contradichos por la disposición del no-voto. Por eso creo que este discurso es emblemático. Nosotros debemos repetirlo y razonar sobre él permanentemente, ya que, a fuerza de repetir, su estructura se quedará en cada uno. El médico francés, Dr. Cloue, defendía una tesis: aun a los locos se les puede enseñar contenidos y la forma de hacerlo es repetírselos incansablemente y hacérselos repetir. Si lo hacen diez, cien o más veces, finalmente el psicótico repetirá lo que uno quiera, maquinalmente tal vez, pero lo hará. Más allá de lo exagerado de la tesis, si usted quiere aprender a hablar, repita, memorice y exprese lo mismo que alguien al que reconoce como un buen expositor. Es interesante comparar el discurso de Susan Anthony con el texto de otra gran sufragista, también condenada por una corte, Emmeline Pankhurst, luchadora inglesa y fundadora de la Liga del Voto Femenino, cuyo lema de reclamo ante los legisladores fue: "Hechos y no palabras". En uno de sus más bellos discursos, en 1908, ella decía: "En lo que a mí respecta, amigas, mientras observo el desorden que los hombres han causado, mientras observo a los miembros de mi propio sexo decrépitas y sudorosas, no puedo más que concluir que los hombres han tenido durante demasiado tiempo el control de la situación. Por eso queremos tener la capacidad de votar para procurar que este mundo sea un lugar mucho mejor para los hombres y las mujeres de lo que es hoy en día". Y al visitar Estados Unidos, en 1913, proclamó: "No he venido aquí como abogada defensora, porque sea cual sea la posición del movimiento sufragista en los Estados Unidos de América, en Inglaterra, no se trata de defenderlo, pues el movimiento ya es parte de la vida política. Se ha convertido en un tema que puede provocar una revolución y una guerra civil, y por lo tanto esta noche no comparezco como defensora del sufragio femenino. Las sufragistas norteamericanas pueden hacer eso perfectamente. Estoy aquí en calidad de soldado que ha abandonado temporalmente el campo de batalla con el fin de explicar aquí qué es la guerra civil cuando esta la libran las mujeres". "Pero no estoy aquí solo como un soldado que abandona temporalmente el campo de batalla; estoy aquí como una persona que, según las leyes de mi país, no tiene valor alguno p<ra la comunidad. Debido a mi estilo de vida se ha juzgado que soy una persona peligrosa y que merezco la sentencia de trabajos forzados en prisión. Por tanto algún interés debe tener escuchar a una persona tan peculiar como yo. Seguro que muchas de vosotras pensáis que no tengo demasiado aspecto de soldado ni de prisionero, pero soy las dos cosas a la vez". Dicho esto volvamos al tema central. Franz Brentano, psicólogo del siglo XIX, revolucionó la psicología cuando demostró que la conciencia no es un espejo receptivo, sino una voluntad. Soy consciente de algo porque tengo interés; por consiguiente, el ser humano y su mundo racional son primariamente una voluntad. Nosotros vamos hacia los otros permanentemente y tal es el punto inicial de lo que hemos propuesto como "Fenomenología de la Expresión" en la parte introductoria de este libro. El ser humano se realiza transmitiendo y

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compartiendo sus cosas, construyéndose hacia otros. La conciencia y el hombre son una voluntad hacia afuera. Una parte de esa voluntad es el ansia de comunicar las cosas, la cual permite desarrollar la personalidad, afirmar la autoestima, reconocerse uno mismo y ulteriormente alcanzar un cierto prestigio. Pero debe ser consciente de que, cuando habla ante un auditorio, también acrecienta su propio razonamiento y fortalece su impulso primario de comunicar. Porque existe lo que la psicología social llama el mecanismo de facilitación, que fue por vez primera estudiado por Norman Triplett en 1898 (The Dynamogenic factors in pacemaking and competitiori). La facilitación, como factor inconsciente determina que cada uno tiene un menor rendimiento actuando solo qué haciéndolo en grupo, o bien porque el actor está siendo observado o bien porque actúa en competencia. Tal ocurre en el ejercicio físico colectivo, en el que un ciclista alcanza mejor performance cuando compite. De manera parecida, un orador compite con su público y eleva su nivel de construcción y comunicación intelectual. Comunicar es una interacción competitiva que nos pennite mejorar nuestras aptitudes. Contrariu censu, si nos realizamos transmitiendo a otros nuestras ideas, sentimientos, movimientos y así facilitamos nuestro rendimiento; así también estimulamos las capacidades del público que piensa y construye mejor sus interpretaciones gracias a la emulación con el orador. Así facilitamos su aprendizaje, su rendimiento y si lo hacemos frecuentemente ya establecemos un estándar diferente y superior en nosotros y en nuestros oyentes. Ahora bien, ¿es qué buscamos solamente transmitir ideas mediante la oratoria? No, también queremos transmitir el conjunto de nuestra personalidad, y para eso, tenemos que ser auténticos. Por ello requerimos estar convencidos de lo que decimos, estudiando y repitiendo muchas veces lo que vamos a exponer. Volvemos así a un tema central. Para comunicar y persuadir con eficacia, debemos transmitir nuestra personalidad lógica, verbal, musical, corporal, espacial. Ese es el objetivo de este texto, que no enseña trucos, sino cómo actualizar las capacidades con las que ya contamos. Para ello, debemos tener una primera convicción: todos, sin excepción, sabemos mucho más de lo que creemos saber y somos capaces de hacer bastantes más cosas que las que hacemos normalmente. Es más, nuestra consciencia tiene muchos contenidos y sensaciones de los que no nos percatamos, pues nuestra atención solo ilumina una pequeña fracción de ella. Recuerden el inmortal "Ulises", de James Joyce, un texto monumental para veinticuatro horas de "flujo consciente" en un solo individuo, que en cada segmento temporal, tal vez de diez segundos, es capaz de integrar decenas de recuerdos, sensaciones, pensamientos, etc. Esa inmensa y plural consciencia está en todos nosotros y es una riqueza sin Jimites, que puede ser comunicada. Quien no lo crea, podría además leer las especulaciones y las secuencias conscientes de los personajes de Marcel Proust,cuya transcripción del monólogo interior comprueba otra vez la complejidad de nuestra mente en cada segundo. Ser consciente de ello y articular esos contenidos para comunicarlos de manera secuencial e inteligible, amplía


nuestra fuerza intelectual. Lo que ocurre, lamentablemente, es que hemos privilegiado el razonamiento monofraseante y la expresión monosilábica, llevados a creer que solo lo utilitario e instrumental tiene valor, y a desterrar la abstracción, la analogía y la complejidad. Vivir y pensar así es, tal vez, más fácil, requiere menos esfuerzo, pero es muy triste. Tenemos que actualizar muchas facultades, hacemos conscientes de nuestras muchas ideas concomitantes, recobrar muchas habilidades de las que ya no somos conscientes. Por ejemplo, como ya hemos repetido, a nosotros, que nos comunicábamos gestualmente, nos enseñaron a hablar verbalmen-te y entonces optamos por codificar los contenidos que antes expresábamos corporalmente; pero lo trágico es que, en ese momento, abandonamos gran parte de la capacidad de comunicación. Segunda lectura práctica; Discurso de la victoria (4 de junio de 2006, después de haber ganado las elecciones presidenciales). "Demos gracias a Dios Todopoderoso, demos gracias a la Providencia Divina que ha acompañado la campaña y la palabra del partido para enfrentar fuerzas que no son ni del amor ni de la unión, sino del enfrentamiento. Demos gracias al pueblo del Perú, que, generoso, ha dado sus votos mayoritarios por la alternativa que represento. Demos gracias a cada uno de los apristas del Perú, que han mantenido su fe, su cariño palpitante por el pueblo, por el partido y por Haya de la Torre. Demos gracias a la Historia y digamos ante ella que en esta segunda oportunidad moriremos en el empeño de no fallar ni defraudar a los peruanos. Quiero saludar los votos del sólido norte, de La Libertad, de nuestro querido Trujillo, de Lambayeque, de Piura, del pesquero Chimbóte, de la ciudad de lea, pero sobre todo saludar junto al sólido norte al nuevo actor político de nuestro partido: la sólida Lima que nos va a acompañar de ahora en adelante. Cuando veo en los datos electorales confirmarse las tendencias históricas y veo irrumpir novedosa esta votación, esclarecida, culta, progresista y trabajadora, que es la de nuestra gran capital, la ciudad de Lima, yo siento que tengo en mis espaldas una tremenda responsabilidad porque el 63% a 65% de los limeños, hombres y mujeres, han dado su voto por esta alternativa y eso representa un voto de esperanza, un voto de confianza, que no es un cheque en blanco sino que exige del aprismo la más alta madurez, la más alta responsabilidad. Todos esos peruanos, más del 30%, se han sumado a nosotros en la segunda vuelta y esperan del aprismo una conducta alturada, histórica, que garantice su vigencia por los próximos 30 años. Yo no quiero una victoria efímera, yo no quiero una victoria pírrica, de esas que son a la vez una derrota. Yo quiero que esta vez nuestro partido demuestre su consistencia moral y psicológica. Yo quiero que esta vez nuestro partido demuestre al pueblo peruano que, llamado a las más altas responsabilidades, no 50

convierte al Estado en un botín ni se 'aprovecha de él, ni forma dentro de los ministerios y organismos públicos agrupaciones partidarias que quieran dominar y conducir. Porque lo que más daño nos ha hecho es que muchos oportunistas que no entregaron a veces su esfuerzo y su vida al Apra, llegados al Gobierno quieran formar de inmediato agrupaciones apristas que nunca existieron durante el fujimórismo y que ahora quieren resucitar creyendo que van a utilizar los votos del pueblo peruano. En 1931, el 8 de diciembre, frente al abuso, la imposición y el fraude, Víctor Raúl nos dejó un lema: "Este no es un día triste para el aprismo". Yo digo ahora que hoy no es un día de victoria y júbilo fácil, sino de reflexión; es un día de profunda contrición cristiana y política para todos los apristas. Pensar por qué el pueblo nos ha dado esta responsabilidad. Pensar, porque tiene un mensaje de afirmación de continuidad desde el norte, desde Lima, desde Cerro de Pasco, desde lea y otros departamentos, pero al mismo tiempo llega un mensaje de reclamo y de exigencia profunda desde el sur de nuestra patria, que ha votado por otra opción. Y nosotros, en esta oportunidad en la que la generosidad del pueblo peruano y la voluntad de Dios le abren a los apristas de nuevo un camino de victoria y de responsabilidad, tenemos que pensar en todos nuestros errores, en todos nuestros defectos y hacer un acto sincero de contrición. Nadie puede llegar a la responsabilidad del poder si no acepta, abriendo su corazón ante Dios, de qué errores es culpable y de qué defectos es pasible. Y yo digo que esta vez tenemos que dar una demostración de amplitud, una demostración de convivencia cívica con otras fuerzas. Que no se vea apetito desordenado, que no aprovechen los pseudoapristas para encaramarse en la administración pública, que no usen el carné sagrado que tuvieron los mártires del partido para pedir puestos en la administración. Se abre una dolorosa y difícil etapa para el partido, una etapa de cinco años. Hay quienes creen, a lo largo de la campaña, que todo está solucionado con un triunfo, pero no es así. El partido tiene ante sí una prueba de cinco años para demostrar que no se deja llevar por las pasiones y los apetitos que nos han perdido en otras ocasiones, eso es lo que el pueblo ha castigado otras veces. Y como conductor del APRA, en esta noche religiosa e histórica, faltaría a mi deber si no digo, como acto de contrición, que lo que nos ha hecho fallar es el apetito desordenado, la vocación de poder que no sabe controlarse. El pueblo está atento, pendiente, para ver cuál es la voluntad real de servicio o cuál es el íntimo afán de aprovechamiento que puedan tener algunos. Por eso se abren cinco años en los que tenemos que controlar celosamente el ejercicio del poder. Nada de frivolidades. Nada de viajes. Nada de asesorías. Nada de sueldos suculentos. Nada que signifique ofender al pueblo. El pueblo quiere un Estado austero y popular. Por eso, ustedes que invocan a Víctor Raúl saben que entregó su vida sin ganar más que un sol mensual al final de su existencia; todo lo dio y nunca pidió nada. Esos son los apristas que necesito para el Gobierno, no los que vienen a pedir embajadas, no íós que vienen a pedir ministerios, no los que vienen a pedirme prerrogativas y privilegios.


El aprista viene a dar, a entregar y a sacrificarse para construir el futuro del partido. Y son los primeros meses de ejercicio del poder los que marcan e imparten carácter a los cinco años. Si desde el primer momento alguien comete los pecados de la frivolidad y de la soberbia, habrá perdido nuestro movimiento. Si desde el primer momento alguien pretende desesperadamente ocupar espacios y salarios habrá perdido a nuestro partido. El pueblo quiere una transformación política profunda. El pueblo sabio sabe que no hay milagros económicos, pero quiere que quienes conducen al país vivan en la austeridad, como él, sorteando las necesidades, por eso necesitamos un partido más austero que el Estado mismo. Necesitamos un partido más entregado. Necesitamos un partido vigilante y sereno. Necesitamos un partido que ayude a la acción y a los programas sociales que necesita nuestro pueblo. La situación de esta noche es de expectativa y júbilo. Comparto la alegría de los viejos trabajadores de Casagrande, me acuerdo de mis compañeros de todas partes del Perú y se que viven con un íntimo gozo, especialmente los más viejos, al ver a su partido otra vez galardonado por el pueblo peruano, pero siento al mismo tiempo la tremenda responsabilidad de saber que aquí se juega el destino del movimiento de Haya de la Torre. Aquí, de acuerdo con nuestra austeridad, nuestra entrega, nuestro orden en él desempeño diario de la vida, no solamente en el poder, se juega aquello tan grande que construyeron los mártires y que ha costado tanta sangre: el Apra. Y necesitamos un ejercicio, un equilibrio y una responsabilidad similares en el manejo económico. El pueblo ha votado por nosotros a pesar de errores y colas, el pueblo ha votado por nosotros a pesar de los problemas económicos, ya en el 47, ya en el 88. El pueblo ha sido leal con el partido esta vez, pero necesitamos garantizarle la estabilidad de su moneda, necesitamos que el espectro de la inflación, que a muchos ateixoriza, no vuelva jamás a nuestra patria, necesitamos que el abastecimiento privado de los bienes y alimentos esté garantizado; necesitamos que el país crezca al mismo tiempo que se descentraliza, al mismo tiempo que genera empleo, al mismo tiempo que se redistribuye de la manera más prudente y humana, pero hacer todo eso dentro de la responsabilidad y la prudencia. Porque la izquierda que el APRA representa, no es una izquierda de desorden, destrozo y destrucción. Tiene que ser una izquierda moderna, que paso a paso mejore la situación de los hogares y de los ciudadanos. Tiene que ser una izquierda que levante la fortaleza del Perú por encima de otros países de nuestra Sudamérica. Tiene que ser una izquierda que afinne la descentralización y la creación de empleo con derechos laborales que son los que el APRA defiende por su entraña popular y obrera. Tiene que ser una izquierda que regule las tarifas pero sin cometer ni exacción ni abuso. Nuestra Patria puede acelerar su camino, así como lo han hecho otras naciones que benefician a sus pueblos con empleo y más bienestar. Yo he visto el ejemplo de China y lo he explicado y repetido, por su capacidad extraordinaria de captar capitales para crear fábricas y dar empleo, no para privatizar las cosas y

comprar lo que ya existe, sino para instalar nuevas fábricas y dar más trabajo. Y yo digo, aunque sea un enorme país nos toca a nosotros hacer lo mismo en nuestra dimensión para lograr que nuestra Patria, que tiene mucho más recursos que sus vecinos, salte rápidamente al desarrollo. Tenemos por objetivo engrandecer la Patria, descentralizarla, crear empleo, devolver los derechos a los trabajadores y hacer más justicia social, pero todo ello dentro del orden, todo ello dentro de la honestidad más cristalina. Este debe ser un gobierno que convoque a muchos peruanos, que convoque técnicos, movimientos políticos, colegios profesionales, personalidades. Necesitamos que ellos nos ayuden a gobernar, nos ayuden a alcanzar los grandes objetivos. Nadie se crea dueño de la voluntad del pueblo peruano. Nadie se crea dueño exclusivo de esta noche, que pertenece a todos los peruanos sin exclusión. Mi saludo al pueblo en su conjunto, sin importar el destino de sus votos. Mi saludo al norte generoso, al sur todavía huraño, pero en el que deposito mis esperanzas de desarrollo. Mi saludo a los candidatos de la primera vuelta y al contendor de esta segunda. Pasado el momento de la discusión, el debate y el conflicto, aquí está mi mano por el Perú, aquí está mi mano por el destino1 y el futuro de la Patria. Todos queremos justicia, todos queremos moralización y lucha contra la corrupción, todos queremos empleo y descentralización. Se trata de concertar para lograr que esos pasos sean definitivos y crecientes, y no sean un salto al vacío ni una voltereta sino algo afirmativo y cabal. Cómo podría en esta noche hablar a los apristas y al pueblo del Perú cuando nos embarga la emoción; gracias a cada peruano, gracias a cada pobre del Perú. Cómo podría hablar sin recordar a Haya de la Torre, nuestro creador, nuestro padre, nuestro orientador pennanente, el espíritu tutelar que nutre día a día nuestras expectativas. Cómo podría hablar sin recordar otra vez a nuestros muertos, a nuestros mártires, que lo dieron todo a cambio de saber que contribuían tal vez a esta noche, tal vez los que corrían en la oscuridad de los cañaverales de Trujillo, camino del cuartel, tal vez los que en la oscuridad de El Agustiffó quisieron tomar una noche otra instalación y por cientos fueron a dar con sus cueipos en' el Panóptico y en el Frontón; tal vez, sin saberlo, estaban nutriendo de heroísmo y cariño dulce este camino que hoy nos lleva, por la voluntad del pueblo, otra vez a dirigir al Perú. Tal vez los que se aferraban a sus barrotes cada noche, cuando se cerraban las jaulas del Frontón, del Panóptico y del Sexto, sabían que no verían, como mi padre, esta herniosa oportunidad, pero comprendían que la causa es larga, histórica y todo el que venga al partido debe entender y sentir lo que es la historia. Eso no lo entiende el que llega a tocar la puerta a pedir un beneficio, una granjeria, una prerrogativa; eso solo lo entiende el que siente el perfume de la historia trascendente, que es el que a su vez siente el Espíritu de Dios detrás de cada cosa; y porque creemos en Dios y en la historia, gracias arpueblo pemano, gracias al Perú generoso. Proclamo que no hay derrotados. No hemos derrotado el voto de Puno, del que quiero ser abanderado, tomo las banderas de quien recibió sus votos y las

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levanto desde el Gobierno para trabajar por el desarrollo del sur del Perú. Aquí el único derrotado no tiene documento de identidad peruáno (lo tiene en Venezuela y es un golpista); es el que quiso llevamos de las narices con la fuerza de su negro dinero, es el que quiso extender su dominación y su dictadura, es el que quiso imponer a nuestro país y a otros el militarismo como forma repulsiva del ayer. Aquí está la democracia del Perú que le ha dicho "no". Aquí está la democracia que reivindica la independencia de todos los peruanos. El creyó que a fuerza de millones e insolencias se podían abrir todas las puertas y derribar todas las fronteras, él creyó que en una cabalgata andina podía invadir y dominar nuestra Patria, pero aquí, otra vez, como en Junín, como en Ayacucho, hemos detenido toda dominación, hemos rescatado nuestra independencia. Ha perdido, pues, con sus millones y sus palabras: que sepa que aquí hay un pueblo digno de su independencia y su democracia, que sepa que aquí nos hemos cansado de mandones y militarismo:,aquí en el Perú, es el pueblo el que decide y el que manda. Y estoy seguro de que en poco tiempo, en toda Sudamérica, será el pueblo el que decida y el que mande. Vuelvan a sus hogares y a sus locales. En 1985, entre el entusiasmo y el asombro de haber ganado una elección 50 años después, solo se me ocurrió, ante todos ios compañeros reunidos, elevar un Padre Nuestro de agradecimiento. Vuelvan a sus hogares, vuelvan y recen con sus hijos, con sus familias, un Padrenuestro de agradecimiento a Dios Todopoderoso, que nos pone ante esta prueba en la que no podemos fallar ni defraudar. Vuelvan y saluden en cada esquina a los peruanos, hayan votado por quien lo hayan hecho, y díganle gracias en nombre de Alan García, del aprismo y de la historia del movimiento de Haya de la Torre. Y gracias a cada uno de ustedes por su amor, por su afecto, que corresponderé hasta la muerte y estaré con ustedes hasta la muerte: ¡Viva el Perú! ¡Viva la Democracia! ¡Viva la Justicia Social! ¡Viva el APRA!"

CAPITULO II

EL MIEDO

Ante un auditorio» lo primero que siente una persona es miedo. Cuando se hacen encuestas sobre los miedos, el temor a hablar ante un grupo grande o una multitud fluctúa entre el segundo, tercer y cuarto lugar. He conocido muchas personas que tienen pánico al discurso. Yo mismo tengo miedo de hablar. Los discursos importantes, que van a ser televisados para millones de personas y se pronuncian ante cincuenta u ochenta mil personas, me cuestan días enteros de ansiedad y de estructuración del plan. No voy nunca con el discurso aprendido, solo hago un mapa, es decir una síntesis. Lo que debo memorizar es la síntesis del orden en el que quiero hablar, pero no las palabras ni las frases. Ahora, una vez que estamos integrados á la multitud, tal vez olvidemos la síntesis, podamos abrir un oasis en medio del miedo y hablar sobre lo que deseemos o imaginemos, pues ya se entró en calor, en comunicación directa con el grupo. Nonnalmente el hecho de que uno prepare su discurso no le quita el miedo, sino que lo acrecienta, porque aumenta la propia expectativa. Pronuncié mi primer discurso cuando tenía doce años, ante una multitud de dos mil personas. Fue un acto en defensa de Víctor Raúl Haya de la Torre, cuya dramática vida arrastró al drama a la tercera parte del país o tal vez a una mayor proporción. Era el año 1962, cuando de modo imprevisto las Fuerzas Armadas anunciaron que no aceptarían la victoria de Haya de la Torre en las elecciones presidenciales de aquel año. Entonces, la juventud del partido acordó realizar una ceremonia de adhesión, y en los cinco días previos se hizo una selección de oradores de los diferentes distritos de Lima, en medio de una gran expectativa ^generada por el anuncio de la presencia del semidiós Haya, junto con Seoane y otros líderes importantes del partido. En el local de Barranco, mi distrito, me propusieron participar en la selección, primero para ser su representante y, luego, en otro concurso para hablar en nombre de varios distritos, "los balnearios del sur", pues no podrían exponer cuarenta jóvenes, sino seis o siete solamente.


Para el concurso, una buena profesora, que era compañera y periodista, había redactado un texto. Estaba bien escrito, un poco en el tono de Enrique V en Azincourt, y uno debía aprenderlo de memoria. Tres días después, hubo una reunión en casa de la profesora y los aspirantes debíamos recitar el discurso ya memorizado. Naturalmente, yo tenía doce años y sentía pánico de repetirlo delante de veinte personas, de manera que lo recité como si estuviese dentro de un ataúd, con los brazos estirados y pegados al cuerpo. Sin embargo, como el tema me conmovía profundamente, puse toda mi pasión política en el tono de la voz y apenas llegué a decir dos párrafos, ¡Oh milagro!, me interrumpieron: "Está bien, él es". Allí comenzó mi vida pública. Fue el tono emocionado del discurso, nada más, porque como era un joven aprista que hubiera dado la vida por Haya de la Torre y por su causa, tenia mucha convicción. Eso se tradujo en la voz y de inmediato me identificó con el auditorio. Al día siguiente repetí el ensayo, pero esta vez para representar a cuatro distritos en conjunto, y también me impuse por la convicción, pero siempre con los brazos como en el ataúd, asustadísimo. La victoria, empero, no me dio confianza. Al contrario, me causó más temor porque dos días después debería hablar ante una muchedumbre en el Partido Aprista. Para mí, dos mil personas era una enorme muchedumbre, desconocida, que gritaría frenética. Llegué al lugar indicado con mis padres y con mi abuela. Ella fue una gran oradora, dueña de una profunda sensibilidad, que siempre me aconsejaba "tienes que ser orador". Me inducía, en contra de la voluntad de mi madre, a leer, a hablar, a teatralizar. Faltaban treinta minutos para el inicio del acto en el gran auditorio. Entramos a un pequeño café, ubicado en la puerta del partido, y tras unos momentos mis padres se fueron a ocupar un sitio en la gran sala. Entonces, mi abuela Celia aprovechó para preguntar: "¿Qué y cómo vas a hablar?". En doce minutos le recité el texto desde el comienzo hasta el final, y al terminar me dijo con reproche: "No, eso no puedes ir a decirlo tú, no son tus palabras, tienes que hablar con tus propios sentimientos, tienes que expresar lo que sientas" Como ella tenía una inmensa autoridad sobre mí, el pánico me asaltó y le rogué: "pero no puedo memorizar otro discurso ahora". No hubo más tiempo y sentí que caminaba hacia el patíbulo. La verdad es que no cambié todo el discurso, lo que hice fue reconstruir el esquema que ya tenía en la cabeza, poniéndole otros adjetivos, palabras y citas. Cuando ello ocurrió, mis brazos comenzaron a flotar con las manos extendidas hacia el auditorio, lo que es mágico, mientras miraba directamente a los líderes. Entonces, esa noche, el 12 de julio de 1962, quedé consagrado como el mejor orador de la juventud del partido, porque Prialé, secretario general y "número dos", dijo en su intervención: "el mejor discurso que hoy hemos escuchado es la bella intervención de Barranco". Inmediatamente me elevé, levité, y allí comenzó mi vida de expresión pública. Sé que si mi abuela no se hubiera interpuesto, tal vez continuaría hablando como lo hacen muchos parlamentarios, es decir, hierático, rígido, engolado o gritando para compensar la inseguridad. En ese momento descubrí que no hay que transmitir datos, sino dejar hablar al cuerpo, ser auténtico, estar

convencido de lo que uno dice por la cantidad de estudio del tema que uno tiene detrás y porque uno sabe que nadie conoce más que uno sobre ese tema. Pero también aprendí que para comunicar, la mejor escuela es hablar, participar, preguntar, interrumpir. Todos tenemos miedo. A veces he sentido, antes de ir a una gran manifestación, que si no me llevaran con sogas y con cadenas, no iría. Imagínense mi terror, en el año 2001, tras nueve años de exilio, cuando treinta minutos después de bajar del avión tuve que volver a hablar a una multitud de cien mil personas en la Plaza San Martín de Lima. "¿Cómo será esto?", me decía. "Ya no tengo training, hace tantos años que no hablo". Pero comunicar es como conducir una bicicleta: aprendí a los diez años y si a los noventa me pidieran hacerlo otra vez, subiría en ella y conduciría. Hablar es así, una vez que uno comprende que es capaz de hacerlo, ya queda para siempre en libertad de hablar. Pero, atención, eso no nos quita el miedo, pues el miedo estará siempre presente. Entonces, en esa noche de enero del año 2001 sentí, cómo en 1962, el mismo temor, pero ya sabía que el miedo me daría inspiración. Había pensado comenzar de otra manera, pero la vista de mis compañeros me dio vida y ánimo. Además, unos campesinos de los Andes hicieron sonar sus caracolas, sus pututus en la profundidad de la noche y de la historia: "Compatriotas, compañeros, pueblo de Lima: Saludo emocionado, después de nueve años, al pueblo peruano que supo ponerse de pie, marchar por las calles, lavar su bandera y echar la dictadura para recobrar la libertad. Y nueve años después, nueve largos años después, estoy aquí para ratificar ante todos ustedes mi fe, mi compromiso, mi creencia profunda en el Peni, en su juventud, en su pueblo y en el propósito común que Haya de la Tone nos enseñó para hacer en nuestra tierra una Patria de "pan con libertad" para todos los peruanos. Por eso, en esta hora dramática y aciaga, que recuerda el dramatismo de la guerra con Chile, en esta hora dramática en que hay incertidumbre, desilusión, cólera y pena, yo vengo a traer al Perú, en nombre de todos ustedes, una propuesta de esperanza, una propuesta de trabajo, una propuesta de descentralización y democracia. Pero quiero, ante todo, hacer una confidencia al Perú. Por nueve años he caminado solo por el mundo, y a cada paso me decía: "Podrán vejamie, podrán insultarme, podrán alejanne, pero no romperán mi fe, no quebrarán mis ideas, no quebrarán mis compromisos, no podrán impedir que esté nuevamente junto al pueblo". Yt por lejana que sea la distancia o profundo que fuera el sueño de la muerte, yo sabía, yo sabía que algún día vendría a estar con ustedes, para con ustedes y con los demás peruanos comenzar otra vez el camino. Por eso, porque lo sabía, vengo sin rencor, sin ningún encono, todo quedó atrás. Vengo sin vanidad ni soberbia, sin triunfalismo. Aquí está mi mano extendida a todos los peruanos, aun a los adversarios y a los que me ofendieron. El dolor y la desgracia del pueblo son muy grandes para que nos dividamos.


Aquí está mi mano extendida por el Perú y mi saludo a todos los candidatos, mi saludo a todos los peruanos para con ellos labrar un gobierno de unión nacional, que es lo que el pueblo quiere, un gobierno de unidad democrática para reconstruir nuestra tierra". 1) El miedo es imprescindible y positivo Sin miedo no habría grandes discursos. Enrique V pudo hablar así, porque tenía enfrente cuarenta mil hombres de caballería con armaduras. Todos tenemos miedo al ridículo o a perder prestigio, pero sin esa sensación no podríamos hablar adecuadamente porque ella es imprescindible y positiva. Hay que asumirlo así: si usted no siente una dosis de miedo, hará un mal discurso. Es lo contrario de lo que aconseja el sentido común. ¿Qué cosa es el miedo? Es la sensación psicológico-física que tenemos ante un cambio inesperado, ante una situación imprevisible, ante lo desconocido. Si usted camina en medio de una selva y lo asalta un leopardo o un tigre, tiene miedo y corre. Normalmente, gracias al terror, corre más rápido que de ordinario. ¿Por qué? Porque ha tenido una muy fuerte descarga de adrenalina que alimenta sus nervios y músculos. Por eso salta precipicios y descubre agilidades que no creía tener. Muchas veces ocurre. Y cuando menos lo esperamos. Estaba en la sala de mi casa, a las diez de la noche del 5 de abril de 1992, conversando con un compañero. Súbitamente tocó la puerta un policía, quien nos informó que había 200 hombres del ejército en la puerta y se encontraban emplazando unas ametralladoras Z20. Aquella mañana, yo había recibido un informe acerca de un posible atentado. Pensé que podría ser la banda terrorista Sendero Luminoso y no salí de la casa en todo el día. Tonto fui, pues hice justamente lo que esperaban los golpistas: "no salgas, allí te tendremos y a las diez te agarraremos, antes que Fujimori anuncie el golpe de Estado por la televisión". A las 10 de la noche pensé que, en efecto, era el ataque previsto, tal vez de un sector del ejército, y me dije: "Estamos muertos". Pero la primera y curiosa sensación fue de vanidad: "No me pueden matar en ropa interior y en bata". Entonces subí a vestirme con un pantalón, sin zapatos, "ya estoy vestido, dispuesto", pensaba. Al bajar vi mis dos pistolas y las tomé. Abajo estaba mi abogado, Jorge Del Castillo, a quien le dije: "Hay que comunicar esto a los vecinbs, por lo menos, llama a Radioprogramas", pero ya estaba cortado el teléfono. De pronto, se apagó toda la luz. Entonces pensé: "Vamos a detener el asalto". Y sin proponérmelo, descubrí que, en la oscuridad, una pistola detiene un regimiento porque nadie sabe cuánta gente se defiende. Se estaba aproximando un camión portatropas para subir la pared del muro, que es muy alto, y pensé de pronto en disparar todos los cartuchos de las dos pistolas al aire: "Vamos a llamar la atención del vecindario; si nos van a matar, por lo menos que lo sepan". Esos disparos hicieron que se detuviera el asalto durante uno tres o cinco minutos, porque afuera pensaron: "Se van a defender", "¿cuánta gente habrá?", "tal vez los apristas tienen mucha gente armada adentro". Sin

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embargo sólo eran dos pistolas y ya sin balas. Entonces comenzó un parlante a exigir, en la oscuridad de la noche: "Que salga Alan García con las manos en la nuca, ¡carajo!". Pero los disparos me habían dado tiempo para hacer algo. Subí a la azotea, iba a saltar, pero miré hacia abajo y me detuve: "Jamás he visto una altura tan grande, ni el barranco de Miraflores es tan alto, imposible", pensé. Pero el miedo, la adrenalina y el pánico hacen que uno se lance de cinco metros y más. "Me voy a partir las piernas, esto es espantoso", me dije. Después, dueño de un equilibrio circense que nunca pensé tener, corrí por lo alto de las paredes que separaban varias casas. Logré fugar porque el miedo da flexibilidad, agilidad y equilibrio. Jamás podría volver hacerlo, pero ese día el temor me impulsó y me salvó. Si no hubiera tenido miedo y hubiera dicho con serenidad fingida: "La ley me protege, la justicia me ampara y aquí me quedo sentado, que entren", hasta hoy estaría encerrado o tal vez sencillamente ya no estaría. Entonces, el miedo es imprescindible para que uno se salve del león, del ejército, pero también para que uno hable bien, porque es una descarga de adrenalina que nos permite correr, pero también nos permite pensar. Esa sensación que el orador tiene, llámese vacío, turbación, fobia, es lo que le va a permitir correr mentalmente y tener muchas ideas a su disposición. Sin miedo no hay una buena construcción del discurso. Cuando estoy hablando y tengo miedo, mi voz puede subir y bajar de tono; como inclusive ahora tengo un porcentaje de miedo y de ansiedad al hablar, tengo capacidad para articular ideas y ponerlas en un tono y una velocidad que sé que va a convencer. Es el tono, la agilidad de las ideas, gracias a la adrenalina. Es la capacidad de los gestos, de mover el cuerpo, gracias a la adrenalina y la tensión. No hay buen discurso sin miedo, que es muy necesario, positivo. Hay que tener miedo para ser inteligente, para mirar con intensidad. Hay que sufrir y aprovechar el miedo. 2) El miedo debe ser disminuido, disipando el exceso de adrenalina Hay diversos niveles de miedo. Algunos se desmayan, otros se quedan en silencio. El candidato a una alcaldía se asustó cuando tenía la victoria en la mano. Fue ante una muchedumbre enorme, compuesta por veinte mil o treinta mil personas. El candidato me miró, miró a la gente y se quedó en silencio. Después de un minuto el público comenzó a aplaudir, primero para alentarlo, luego por compasión y solidaridad, pero él no reaccionó. Hubo que pasar al siguiente orador. Perdió la elección, veinte mil personas le dijeron a otras cien mil: "No sabe hablar, hermano, no es inteligente, no está preparado". Y perdió, a pesar de todas sus virtudes, porque lo abrumó el miedo. ¿Cómo hacemos para superarlo? ¿Qué hago yo para vencer el exceso de miedo? Confieso que si en la noche debo hablar ante una gran manifestación, "'estoy sufriendo toda la tarde. Por mí, debería dormir entre las dos de la tarde y las siete de la noche y ya no experimentaría ese temor. Pero sé que si lo hago, mi intervención será fría, relajada y lejana. Son precisamente esas horas las que me permiten transmitir y convencer, porque desde entonces me siento conectado

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con el público. Lo imagino esperando, formando sus grupos, llevando sus carteles, saliendo de sus viviendas, conversando sobre sus expectativas, con ansiedad, con instinto y sé que si a uno le pusieran una inyección de valium, fiiera al sauna o durmiera, estaría hecho un bobo, frío e indiferente. El miedo es lo que permite transmitir, pero ¿cómo eliminamos el exceso? El que impide a uno acercarse al micro, el que lo deja silencioso y mudo, el que desordena los esquemas que preparó el orador. Todos sabemos que el miedo, que es originalmente psicológico, se "somatiza", se traslada al cuerpo y se vuelve físico-químico, se retroalimenta. Se produce una descarga de adrenalina y, en algunos, de ácido clorhídrico, con acidez, dolor de estómago y otros efectos somáticos que multiplican la consciencia del temor/Necesitamos dispersar tal exceso, ¿cómo lograrlo? Primero, puesto que tiende a ser muscular, debemos gastar esa adrenalina a través de los músculos, haciendo para ello una suerte de tensión dinámica. Puede, además, extender sus músculos como un gato que se despereza, así dispersará la adrenalina dirigiéndola a la punta de los dedos. Y eso es posible de hacer por otros medios. Por ejemplo: camine usted firmemente -yo golpeo el piso con los talones-, aprovechando los aplausos de la gente para eliminar la adrenalina que no requiere, sujete firmemente la tribuna como si fuese un trapecista. Hitler, por ejemplo, usaba lentes porque era miope, pero se quitaba los lentes al hablar y los apretaba con las manos detrás. Casi siempre rompía los lentes. Si usted no tiene un estrado para sujetarse fuertemente o no puede caminar con firmeza, puede hacer unos minutos de contracciones antes de llegar al estrado, oponiendo el brazo derecho al izquierdo, intentando levantarse con los brazos de la silla en la que está sentado, apretando algo, etc. Así dispersará la adrenalina, la orientará muscularmente y dominará su cuerpo, porque inmediatamente después, cuando comience a hablar, la adrenalina se irá a través de las palabras y los gestos, primero torpes, luego más naturales. Quedará así con el suficiente y necesario temor para lograr un buen discurso. Hay también un medio casi infalible para superar el exceso de miedo: anticipar el tema del discurso en su conversación con otras personas antes de estar frente al auditorio. Quienes hacen campañas electorales lo saben bien. Antes de una gran manifestación televisada, el orador normalmente se dirige a un auditorio más pequeño, en un pueblo camino de la gran ciudad o dirige unas palabras a quienes lo esperan al ingreso de la población o en el local partidario: A partir de ese momento, como si un motor hubiera alcanzado la temperatura necesaria, sus capacidades expresivas habrán superado el temor. Además, antes de estar en frente del público al que teme, usted debe saber que ese público también se encuentra en tensión y segrega adrenalina. No lo percibe porque no está en la tribuna, pero tiene una irreprimible tendencia a manifestarse, desaprobar, aprobar, aplaudir, para disipar sus ansiedades y como una forma de contagiarse. Imita movimientos físicos cercanos, como el aplauso. Por eso, cuando se quiere convertir el aplauso en un instrumento para refoizar el "nosotros", se promueve un tipo de aplauso rítmico que sirve para disipar la

adrenalina del público y para unificarlo en un conjunto autosugestionado. Luego, como hemos anticipado, por el mecanismo psicológico de la facilitación, el proceso de emulación entre los miembros del grupo lo predispondrá a identificarse con las ideas expuestas y con el orador. Lamentablemente, las dictaduras y los regímenes autoritarios tienen conocimiento de estos mecanismos y los utilizan buscando maximizar la despersonalización de los integrantes de la multitud, unifonnizándola físicamente para dominarla. El público debe mantener su necesaria heterogeneidad e individualidad para que el diálogo sea democrático y el discurso positivo. Además, los grupos políticos que usan aplausos rítmicos o signos exteriores de identificación, himnos, etc., construyen su propio aislamiento del resto de la sociedad. Esas formas de identificación garantizan inicialmente la sensación de poder colectivo que la persona aislada no tiene, pero este tiende a convertirse en prepotencia, afán de supremacía y construye personalidades autoritarias. Sin embargo, el temor del público es complejo y ambivalente. Quiere manifestarse, pero al mismo tiempo nq desea asumir alguna responsabilidad o intervenir abiertamente. Su fuerza, como diría Le Bon, es el anonimato. Debemos añadir que su debilidad será el mostrarse individualmente. A eso han denominado John Darley y Bibb Lalaque (1968) el "efecto espectador", por el que se comprueba que los individuos de un auditorio o grupo tienen menos probabilidad de tomar iniciativas o de intervenir cuando hay muchas otras personas que cuando se encuentran aislados. Ello ocurre porque esperan que los otros lo hagan o porque tienen el temor de caer en el ridículo ante ellos. Conocer los temores del público es una gran defensa del expositor y un gran instrumento para que pierda el miedo. Así lo comprobaremos más adelante, al hablar de la ironía o de la selección de quien encama la hilaridad, "el punto", o del anuncio al público de que, una vez terminada la exposición, se formularán preguntas ose invitará a varios, sin precisar a quién, a intervenir ante el auditorio. Así, se invierten-los. roles del temor. En tercer lugar, un gran instrumento para superar el miedo es la anticipación. Somos dueños de una capacidad proyectiva e imaginante, la cual nos permite pensamos previamente en una situación feliz. Imaginémonos, minutos antes, que ya estamos hablando ante el auditorio y que el público nos aprueba y aplaude. Esa será una autosugestión proyectiva que nos mostrará triunfantes y disminuirá el temor. Otra forma eficaz de controlar el miedo es anticipar con qué pasos se va a ingresar al escenario, es decir, hacer la entrada de memoria. Luego, se puede memorizar la parte inicial, pues eso proporciona una base sólida. Si ya se dijo la primera frase, el primer párráfb^a primera idea, luego será mucho más simple '’continuar con naturalidad. Pero todo elloobliga, como estudiaremos después, a entrenarse en hacer esquemas de fácil recordación. Usted tiene que preparar un esquema. No debe aprender el discurso de memoria porque eso le traería graves problemas y podría intentar hablar y quedarse como el candidato que enmudeció. 6


¿Por qué? Porque la memoria traiciona, la imaginación no. Yo estoy seguro de que aquel dirigente quería repetir de memoria un discurso y lo traicionaron su falta de experiencia y el miedo.

3) Nunca de la razón al público por temor a él Lo que sí debemos tener muy presente es que nunca se debe dar la razón al público porque uno le tenga miedo, pues a partir de ese instante será el público el que se exprese y usted pasará a ser un ejecutor de sus órdenes. Y, de hecho, no es el público el que ha preparado una sucesión ordenada y convincente de argumentos. El auditorio tiene también una actitud instintiva, se da cuenta de quién le tiene miedo, huele la adrenalina y agrede al incauto que demuestre su temor e indecisión. Por el contrario, el público tiene la necesidad de ser orientado, quiere escuchar algo que pueda respetar y le ofrezca una seguridad racional; por ello, uno no puede dejar un resquicio de duda en el oyente. Es preferible poner las cartas sobre la mesa: "yo vengo a explicar y a orientar, porque me he preparado lo suficiente sobre este tema y tengo las mejores soluciones y argumentos". Si el expositor se presenta asustado, con miedo en los ojos y en el tono de sus palabras, los asistentes no le prestarán importancia, se aburrirán, comenzarán a gritar consignas para el discurso o, lo que es peor, podrán pedir "¡que hable otro!". En una ocasión, estaba hablando en un auditorio, en Buenos Aires, cuando de pronto un desconocido se puso de pie en la primera fila, se paró como impulsado por un resorte y gritó frenéticamente: "¡Nooo!". Afortunadamente yo estaba cerca y le contesté con un tono de voz agudo y alto: ”¡¡ ¡Sí!!!", señalándolo con el dedo índice y el desconocido se sentó en silencio. Culminé con éxito el discurso, y después me contaron que era un loco, un desequilibrado, pero lo cierto es que estuvo a punto de malograr el orden de la intervención, que era televisada, o de romper mi relación con la gente. Al público, entonces, hay que orientarlo, controlar sus improntus y nunca darle la razón por miedo. Un gran ejemplo a estudiar: el Discurso de Gandhi Debemos leer el excelente libro: "Gandhi" de Louis Fisher. Es una biografía del Mahatma, uno de los seres más grandes de la historia humana. Él introdujo el excelso concepto de la "no violencia", la resistencia pasiva que vence al adversario por la convicción y la constancia. Así, si alguno abusa golpeándome, yo no le responderé de la misma forma, ni me defenderé ni huiré: me dejaré golpear hasta que se canse y comprenda lo inútil de su maldad o de su error. Me puede matar a mí, golpear a otro o a un tercero, pero si no oponemos resistencia, él tomará consciencia de lo absurdo de su acción. Con ese programa, Gandhi liberó la India y arrebató a Inglaterra su mayor colonia, un país de seiscientos millones de habitantes. Hemos incluido este discurso porque Gandhi, como gran hombre, no tenía miedo a la muerte y mucho menos al "qué dirán" del público, Estaba más cerca de Dios y albergaba una inmensa y natural serenidad, era un ser que se

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comunicaba y dominaba, aunque no desease dominar a nadie. En muchas ocasiones, ante inmensas muchedumbres ávidas de su palabra, se limitaba a sentarse, vestido apenas, mientras hacía girar su rueca para tejer los productos que Inglaterra impedía producir en la India con el fin de obligarla a comprar sus tejidos. Ese era su discurso, era el mensaje de su frágil cuerpo, trabajando sin decir una palabra. En una ocasión, cuando volvió de Sudáfrica, donde ejerció como abogado hasta 1908, llegó a la India y fue recibido con expectativa. Lo llamaban el "Alma grande", el Mahatma Gandhi, por su lucha contra los abusos en Pretoria. En la India ya existía, desde mucho antes de su llegada, el Partido del Congreso, opositor a los ingleses, en el que había una rama militarista que proponía la guerra de guerrillas y el asesinato selectivo de los imperialistas. Con ese partido se identificaban casi todos los indios, pues la dominación y la explotación eran raciales. En el Partido del Congreso había ricos, maharajaes, que estaban en contra de los ingleses porque estos les habían arrebatado el poder absoluto que antes tuvieron sobre la mayoría plebeya y pobre. Era un partido indio en el que participaban los brahamanes y las castas principales, pero del que estaban excluidos los harijanes o intocables, los "condenados de la tierra" y los más pobres. Pero los maharajaes y sus abogados cometieron el error de convocar a Gandhi a una reunión del Partido del Congreso para darle la bienvenida. Y en ella, Gandhi se enfrentó de inmediato al público. Ellos estaban dispuestos a escucharlo con curiosidad y benevolencia, pues Gandhi era de una casta mercantil intermedia: "¿Cómo será este abogado Gandhi?" Pero el Mahatma les denunció de inmediato, de modo dramático. Su argumento central fue: "Los ingleses son demócratas en Inglaterra, pero cuando vienen aquí se vuelven viles, autócratas, dictadores, ¿por qué?". Y se respondió de inmediato: "Por culpa de nosotros". Se levantó entonces el auditorio, gritando: "¡No!, ¡imposible!" y él insistió: "¡Sí! ¡Sí!, ¡piensen!, cuando yo veo el palacio en el que estamos, las joyas que ustedes tienen, la riqueza inmensa que tienen los maharajaes y veo los millones y decenas de millones de indios muriendo dé hambre, compruebo que esta ignominia, esta desigualdad, es la que pudre a los ingleses que vieneñ aquí. Ellos han lüchado siglos por su libertad, por su democracia, por su igualdad, pero cuando vienen aquí y ven a los maharajaes, a los miserables y a los intocables de la India muriendo de hambre, ellos son contagiados de esta podredumbre. Nosotros somos los responsables de su ignominia". Así, pues, Gandhi fue donde los maharajaes y los anonadó moral y psicológicamente, destruyó su indiferencia social, que era la causa de la debilidad ética y numérica de su acción. Leamos el magistral y elevado discurso, solo comparable en valor y 'trascendencia a las palabras de Cristo: "Su excelencia, el Maharajá que presidió nuestras deliberaciones de ayer, se refirió a la pobreza de la India. Pero, ¿qué presenciamos nosotros en la residencia donde se llevó a cabo la ceremonia? El espectáculo lujoso, una fiesta para los 6 3


ojos, hecha de joyas relucientes venidas de París. Yo comparo la riqueza de estos señores con los millones de pobres, y les digo: no hay salvación para la India mientras ustedes se adornen con estas joyas y acumulen estas riquezas". "Estuve hablando los otros días con un miembro del Consejo Inglés de la India. No tengo mucho que ver con ellos, pero no pude menos que asombrarme con lo que me dijo: "Señor Gandhi, ¿usted podría pensar que nosotros estamos interesados en oprimir al mismo pueblo inglés que nos puso en el gobierno?" No, le respondí. Me dijo: "Entonces, si tiene una oportunidad, hágalo saber. Y aquí estoy para decirlo: ¡Sí, muchos miembros ingleses del Servicio Civil de la India son autoritarios y tiránicos! Pero ¿qué quiere decir esto? Ellos eran caballeros antes de venir aquí, y si perdieron algo de su fibra moral, esto es un reflejo de nosotros mismos". (El público se indigna y grita: "¡No! ¡No!"). "¡Sí! ¡Piénsenlo! Si un hombre, que ayer era noble moralmente se convierte en vil a partir de haber entrado en contacto conmigo, quién es el responsable del deterioro, ¿él o yo? La atmósfera de falsedad que nos rodea los desmoraliza a ellos, y a nosotros también. A veces es bueno hacerse cargo de las propias culpas. Si nosotros pretendemos el autogobierno, tenemos que alcanzarlo. Pero así nunca lo alcanzaremos. Observen la historia del imperio británico y la de la nación británica; el amor a la libertad es la constante, pero no hay un partido que le dé la libertad a un pueblo que sea incapaz de conseguirla por sus propios medios". Esta demostración de valor de Gandhi es un gran ejemplo de por qué, jamás, por temor a la desaprobación debe darse la razón al auditorio, pues en ese momento el orador se convierte en un servidor de aquel y abandona su rol de dirigente, que la misma concurrencia le exige. Así, por más que ingrese al auditorio y todos estén en favor de la pena de muerte y usted no lo esté, o viceversa, dígalo inmediatamente: "Estoy a favor de la abolición de la pena de muerte y explicaré mis razones, no las abandono". Y hágalo con más énfasis y rapidez, cuanto mayor sea el apasionamiento del público por algún suceso cercano. Así, desde el inicio, la gente lo respetará. Y como hizo’Gandhi, continúe, a pesar de alguna reacción inicial e invóquelos: "¡Piensen!". Discurso de Robert Kennedy Un ejemplo del valor requerido para dar al público una pésima noticia y afrontar su reacción El 4 de abril de 1968 fue asesinado Martin Luther King, el apóstol de los derechos civiles y de la igualdad para la raza negra en los Estados Unidos. Cuando Robert Kennedy recibió la información, estaba entre los bastidores, detrás del escenario, esperando para pronunciar un discurso ante un auditorio casi íntegramente compuesto por hombres y mujeres de raza negra. Pese a las advertencias que se le hicieron, subió al estrado y al llegar frente al público comprendió, asombrado, que la gente no tenía conocimiento de la muerte de Luther King. Era una situación muy complicada. El era blanco; podían, además,

desencadenarse actos de violencia. Con gran valor optó por informar al público, pero se sustituyó psicológicamente a los oyentes, recordando que él también tuvo deseos de venganza por la muerte de su hermano, el presidente Kennedy, y que aun los tenía. Aquel momento de gran dolor y riesgo se convirtió en un triunfo para el orador. "Señoras y señores: Tengo malas noticias para ustedes, para todos nuestros conciudadanos y para toda la gente del mundo que ama la paz. Esta noche Martin Luther King ha sido baleado y asesinado. Martin Luther King dedicó su vida al amor y a la justicia, y acaba de morir por esa causa". "En este día difícil, en este momento difícil para los Estados Unidos, pensemos en qué clase de nación estarnos y hacia dónde nos dirigimos. Para los hombres negros que pueden estar sintiendo odia y deseos de venganza, teniendo en cuenta que los responsables del crimem han sido hombres blancos, podríamos ir en dirección hacia un país totalmente polarizado: ios negros c@n los negros, los blancos con los blancos y ambos divididos por un odio visceral". "O podemos hacer un esfuerzo, como el que hizo Marti® Luther King, por entender y comprender, y entonces reemplazar esa viofenáa c¡ue ha manchado de sangre nuestra tierra con un esfuerzo de entender, can compasión y con amor". "A todos los negros que están aquí hoy, y que se' sientan tentados a descargar todo su odio y actuar contra la injusticia de un aorifo como este contra todos los blancos, quiero decirles que yo, en mi corazón, siento lo mismo que ustedes. Un miembro de mi familia fue asesinado. Y fue asesinado por un hombre blanco". "Pero todos nosotros en los Estados Unidos, tenemos ejoe hacer un esfuerzo para entender y salir de estos tiempos difíciles. Mi poeta favorito, Esquilo, escribió: "Cuando dormimos, el dolor que no podemos olvidar va cayendo gota a gota en nuestro corazón, y más allá de nuestra desesperación y nuestros deséos, llega la sabiduría por la gracia de Dios". "Lo que necesitamos en los Estados Unidos es no dividimos. Lo que necesitamos en los Estados Unidos es no odiamos. Lo que necesitamos en los Estados Unidos no es la violencia ni la impunidad, sino amor y sabiduría, compasión los unos por los otros y sentimiento de justicia para aquellas personas que todavía sufren en nuestro país, ya sean blancos o negros". "Por eso les pido que esta noche regresen a sus casas a rezar por la familia de Martin Luther King y, lo más importante aun, a rezar por nuestro país, que todos amamos. Un ruego por la comprensión y el entendimiento de los cuales hablé hoy". "Tenemos que salir de esto. Nos esperan tiempos difíciles, hemos pasado por tiempos difíciles y vamos a pasar por tiempos difíciles. Este no es el fin de la violencia, no es el fin de la impunidad, no es el fin del desorden". "Pero la gran mayoría de los blancos y la gran mayoría de los negros en este


país quieren vivir unidos, quieren mejorar su calidad de vida y quieren justicia para todos los hombres que habitan nuestro suelo". "Permitan que nos dediquemos a esto y hagan un ruego por nuestro país y por nuestra gente". La intervención de Robert Kennedy fue improvisada, atravesada por el temor y por sus propios sentimientos, y fue al mismo tiempo un gran discurso por su capacidad orientadora. Si lo volvemos a leer, veremos su fuerza anafórica al repetir varias veces "Estados Unidos" en una misma frase, el uso del "nosotros" y el "todos", pero fundamentalmente el "desplazamiento" que hace del dolor de los negros hacia su propio dolor. Trágicamente, meses después Bob Kennedy fue, a su tumo, asesinado. El orador debe expresar la verdad a la que ha llegado, aun cuando la mayoría espere otro mensaje. Este es el valor de la verdadera comunicación. El mundo político y la escena social están llenos de pseudoexpositores que intentan, en todo momento, anticiparse a lo que el público quiere para ganar su aplauso. Pocos son los que expresan con sinceridad y coraje sus ideas, pero son ellos los que al final triunfan. Haya de la Torre: el valor de decir la verdad aunque sea contraría a lo que el auditorio espera. En 1945 el Partido Aprista volvió a la legalidad en el Perú y, por primera vez después de catorce años, Haya de la Torre, su jefe, pudo hablar ante una gran manifestación en la Plaza San Martín de Lima. Durante esos catorce años, miles de apristas murieron en diversas revoluciones y en la persecución, otros miles fueron exiliados y encarcelados por largo tiempo y muchos más vivieron en la clandestinidad y en la espera. Era el momento de la reivindicación y, para muchos, la hora de la venganza frente a los grupos de poder y el militarismo. Era el momento de izquierdizar mucho más al partido mayoritario y triunfador, proponiendo la redistribución de los bienes y riquezas y el castigo a los verdugos. Haya, largos años perseguido, seguramente traería un mensaje explosivo. Fue, por el contrario, un valeroso discurso por la reconciliación y un programa económico por la creación de riqueza y no por la mera redistribución. Su propósito fue colocarse ante el resto del país como garante de lo propuesto. Compañeros del Partido: "Yo estoy ante ustedes, compañeros, aquilatando la tremenda responsabilidad de este momento histórico para nuestro gran partido. Somos el primer movimiento político del país, y esto implica para nosotros no solo el orgullo legitimo de quienes hemos sabido estructurar esta fuerza al servicio de la democracia, sino también la tremenda tarea de saber asumir, en la plenitud de su importancia y trascendencia, nuestra misión de gran partido, con su tremenda. obligación sobre todas las cosas". "Se ha dicho, compañeros, que nosotros, los miembros del Partido del

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Pueblo, podíamos traer en nuestras banderas los lemas de venganza como respuesta a todo lo que hemos padecido; se ha dicho que el pueblo aprista podía desbordarse; se ha dicho que nosotros, al volver a ejercer los derechos ciudadanos, podíamos significar un peligro para el orden social; y yo siempre he respondido que no sería un Jefe digno del Partido del Pueblo si no pudiera responder que mi pueblo está conmigo". Porque yo sé, compañeros, que nosotros traemos a esta nueva etapa de legalidad una garantía constructiva de cooperación y de paz para el porvenir de la Patria; yo sé que cada uno de ustedes va a responder ante mí y ante el Perú que nosotros jamás cometeremos otro exceso que el que no sea defender los principios de la democracia y sentimos más peruanos que nadie; se que respondo de mi pueblo, se que respondo de mi partido...". "Yo quiero, compañeros, aprovechar de esta oportunidad para hablar el secreto de cada corazón aprista. Se ha dicho que nosotros queremos o creemos entender la justicia solo como un reparto de la riqueza, vale decir, como un reparto de la propiedad de aquel que la tiene. Aunque parezca mentira, hay todavía ingenuos que creen que nosotros tenemos un concepto europeo del reparto de la riqueza. En Europa hay un fenómeno de saturación de la población: en Europa se concibe que los planes socialistas hayan trazado un nuevo método de reparto o sistema de reparto de la riqueza, pero ese no es el problema aquí: en el Perú no se trata'de quitar la riqueza al que la tiene sino de crear riqueza para el que no la tiene. Ancha es nuestra costa desértica, sedienta de agua y esperanzada por cien años sobre un constructivo plan de gobierno que la haga fértil para que sea el hogar de diez millones de hombres". "¿Por qué vamos a circunscribir nosotros el programa del partido del pueblo a ser un reparto de la pequeña riqueza que hay en el Perú? Eso seria concebir los ideales apristas con un radio de visión de pigmeos. Nosotros tenemos una visión más grande para la Patria. Si en ciento veinte años no se ha hecho del Perú el centro de la riqueza, el foco de grandeza que núestra ambición anhela, nosotros creemos que en esta hora, con un régimen respaldado por la voluntad nacional, se podrá emprender la gran cruzada para hacer del Perú el gran país que pueda parangonarse con el Imperio y con el Virreinato". "Solo así, compañeros, podremos emprender la obra que el Perú necesita; solo así podremos encarar los grandes problemas de la postguerra, solo así podremos hacer del país el sonado país donde cada pemano tenga pan y tenga libertad; solo así podrá cumplirse la tarea de reivindicar, de rescatar para la civilización a nuestra gran raza indígena, que es el capital social y humano que está esperando de nosotros una verdadera reivindicación económica y social por los caminos de la reparación histórica que se le debe. Nosotros necesitamos movilizar las fuerzas creadoras del Perú, nosotros necesitamos producir más y consumir más; nosotros necesitamos movilizar las fuerzas nacionales de la producción, dando a cada productor la dignidad de los bienes materiales y espirituales a los que tiene derecho". "Esto no es demagogia. Ustedes saben bien, compañeros, que yo jamás he

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adulado a las masas; ustedes saben que el secreto de mi fuerza y de mi autoridad en el partido consiste en que yo siempre dije la verdad descamada y jamás adulé, porque nosotros queremos hacer enseñanza constructiva y no labor destructiva, transitoria y disolvente, como la de quienes dirigen fuerzas precarias para que se desmoronen después". Audazmente, Haya enfrentó la cosmovisión del socialismo del siglo XIX, construido sobre el concepto "la propiedad es un robo", y además otros contenidos subyacentes en la conciencia, nacional: "El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro", o el haber repetido por siglos como sinónimo de gran riqueza la frase "vale un Perú". La sorpresa debió ser enorme para muchos de los asistentes a la gran manifestación. Algunos calificaron de claudicación lo expresado, una minoría radical se apartó, pero Haya tuvo razón históricamente y consolidó su liderazgo por largo tiempo. Otro "político", carente de valor, hubiera ocultado sus ideas ante la multitud o las hubiera difundido después por escrito. Concluyamos recordando: el miedo es imprescindible y positivo, debe ser superado disipando la adrenalina, puede ser superado mediante la autosugestión y vencido si uno tiene, por lo menos, el primer pán-afo preparado y un esquema sucesivo que desarrollar. Nunca dé la razón al auditorio por temor. Y para hablar bien, lo mejor será hablar en el mayor número de ocasiones. *****

Tercera lectura Discurso práctica: de José María Gil Robles ante las Cortes el 15 de julio de 1936 para denunciar el asesinato de José Calvo So telo Una extraordinaria improvisación, impresionante y ejemplar como intervención parlamentaria, en la que se percibe la tensión del momento, la fuerza emocional del orador y el orden argumental, contundente y en crescendo. Es particularmente notable la conclusión, por su gran energía. El discurso fue transmitido radialmente a pesar de la censura y tres días después se produjo el Alzamiento Nacional, que tras la Guerra Civil puso fin a la República. Leamos algunos "El miércoles pasado, señores diputados, el señor Calvo So-telo me llamó fragmentos: aparte, en uno de los pasillos de la Cámara, y me dijo: "Individuos de mi escolta, que no pertenecen ciertamente a la Policía sino a uno de los cuerpos armados, han recibido la consigna de que, en caso de atentado en contra de mi persona procuren inhibirse. ¿Qué me aconseja usted?". "Que hable inmediatamente con el ministro de la Gobernación", respondí. El señor Calvo Sotelo fue a contárselo al ministro, el cual según mis noticias tenidas por el señor Calvo Sotelo dijo que en absoluto de él había emanado ninguna orden de esa naturaleza. Pero el señor Calvo Sotelo tuvo una confidencia exactísima. ¿Quien dio esa orden? ¿Quién dio esa consigna? Me .atrevo, a decir que no fue el señor ministro. No me atrevería a decir otro tanto de organismos

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subalternos dependientes del Ministerio de la Gobernación. Y esa amenaza se ha realizado y ese atentado ha tenido lugar. ¿Se estableció la debida vigilancia alrededor de una persona seriamente amenazada para evitar el atentado? No se ha hecho. ¡Ah!, pero ¿es que es esta la única responsabilidad que al Gobierno y a los grupos de la mayoría les corresponde en este asunto? ¿Es que no estamos cansados de oír todos los días, en las sesiones de Cortes, incitaciones a la violencia contra los diputados de derechas? Voy a prescindir de lo que a mí se refiere; bien claras han estado algunas amenazas en el salón de sesiones. Me voy a referir exclusivamente a lo ocurrido con el señor Calvo Sotelo. ¿Es que no recgrdamos que el señor Galarza, perteneciente a uno de los grupos que apoyan al Gobierno, dijo en el salón de sesiones -yo estaba presente- que contra el señor Calvo Sotelo toda violencia era lícita? ¿Es que acaso esas palabras no implican una incitación, tan cobarde como eficaz, a la comisión de un delito gravísimo? ¿Es que este hecho no implica responsabilidad alguna para los grupos y partidos que no desautorizaron estas palabras? ¿Es que no implica una responsabilidad para el gobierno que se apoya en quien es capaz de hacer una excitación de esa naturaleza? En el orden de la responsabilidad moral, a la máxima autoridad de las personas le atribuyo yo la máxima responsabilidad; por consiguiente, la máxima responsabilidad en el orden moral tiene que caer sobre el señor presidente del Consejo de Ministros, que al llegar al más alto puesto de la gobernación del Estado no ha prescindido del carácter demagógico que impregna todas sus actuaciones. Así, dijo un día que frente a las tendencias que podía encamar el señor Calvo Sotelo el Gobierno era un beligerante. ¡El Gobierno un beligerante contra unos ciudadanos! ¡El Gobierno nunca puede serlo! El Gobierno tiene que ser un instrumento equitativo de justicia, aplicada por igual a todos, y eso no es ser beligerante, como no lo es el juez que condena a un criminal. Cuando desde la cabeza misma se dice que el Gobierno es un beligerante, ¿quién puede impedir que los agentes de la autoridad lleguen en algún momento hasta el crimen? Periódicos inspirados por elementos del Gobierno han venido estos días diciendo que se iba a producir ese acontecimiento, que era inminente, en la noche pasada, en la que viene, que va a surgir en seguida lo que se teme. Ya se está dibujando la responsabilidad. Y esa noche cae muerto el señor Calvo Sotelo a manos de agentes de la autoridad. ¿Creéis que esto no representa una responsabilidad? ¡Ah! Pero hay otra, todavía mayor, si cabe. El señor Calvo Sotelo no ha sido asesinado por unos ciudadanos cualquiera. El señor Calvo Sotelo jia sido asesinado por agentes de la autoridad. Es exacto, señor Presidente, que se ha enviado el tema a los tribunales de justicia, pero los diputados tenemos no solo el derecho, sino la obligación de traer aquí esta acusación categórica y terminante. ¿Qué importa que la censura lo haya tachado y haya obligado a los periódicos a decir que los autores de ese asesinato han sido unos individuos, si en la consciencia de todos está la verdad de lo ocurrido? Han sido detenninados agentes de la autoridad, que 6


probablemente el mismo Cuerpo al que pertenecen estará deseando sean expulsados, sean arrojados de su convivencia. Pero lo que no puede negarse, señores diputados que me escuchan, es que el señor Calvo Sotelo se resistió a entregarse a los que llegaron a su domicilio y que únicamente cuando uno de ellos le exhibió su carnet en el que acreditaba su condición de guardia civil, el señor Calvo Sotelo se entregó. Las investigaciones judiciales serán encaminadas a saber quién fije el oficial de la Guardia Civil, pero no caben dudas de que fue un agente de la autoridad, que iba acompañado de guardias de asalto y en una camioneta de la Dirección General de Seguridad, que después fue dejada en el mismo Ministerio de la Gobernación. Esto no puede negarlo nadie. ¿Y es que cuando ocurre un suceso de ese volumen un gobierno puede acaso limitarse a decir: "Lo he entregado simplemente a un juez para que investigue", sin haber tomado ninguna medida para ver quiénes han sido esos oficiales que han ido en la camioneta acompañando a los guardias de asalto? Cuando todo esto ocurre, ¿acaso el Gobierno no tiene otra cosa que hacer que publicar una nota anodina, diciendo que los tribunales de justicia han de entender en el asunto como si fuera una cosa baladí que un jefe político, que un jefe de minoría, que un parlamentario sea arrancado de noche de su domicilio por unos agentes de la autoridad, que le arrebaten en una camioneta, que se ensañen con él, que le lleven a la puerta del cementerio, que le maten y que le arrojen como un fardo en una de las mesas del depósito de cadáveres? ¿Es que eso no tiene ninguna gravedad? ¡Ah!, señores del Gobierno, vosotros en estos momentos habéis creído que todo lo tenéis libre con nombrar un juez, con dictar una nota y con acudir el día de mañana a que la pasión política os de indemnidad en forma de un voto de confianza. Tened la seguridad de que eso no se limpia tan fácilmente. Un día el señor Calvo Sotelo pronunció imas palabras contestando al señor presidente del Consejo, que son su mayor glorificación y constituyen la mayor condenación para vosotros: "Yo digo -terminaba- lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: Señor, la vida podéis quitanne, pero más no podéis, y es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio". Esto dijo el señor Calvo Sotelo. Le ha llegado la muerte con gloria. ¡Ah!, pero vosotros como Gobierno, aunque no tuvierais responsabilidad directa ni indirecta en el crimen, sí tenéis la enorme responsabilidad moral de patrocinar una política de violencia, que arma la mano del asesino, de no haber desautorizado a quienes desde los bancos de la mayoría han pronunciado palabras de amenaza y de violencia contra el señor Calvo Sotelo. Eso no os lo quitaréis nunca. Podéis con la censura hacer que mis palabras no lleguen a la opinión, podéis ir al Parlamento y pedir un voto de confianza, pero tened la seguridad de que la sangre del señor Calvo Sotelo está sobre vosotros y sobre la mayoría y no os la quitaréis nunca. ¡Triste sino el de este régimen que incurre, frente a un crimen de esta naturaleza, en el error tremendo de querer paliar los acontecimientos! Quizás muy pocas palabras más hayamos de pronunciar en el Parlamento.

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Todos los días, por parte de los grupos de la mayoría, por parte de los periódicos inspirados por vosotros, hay la excitación, la amenaza, la conminación a que hay que aplastar al adversario, a que hay que realizar con él una política de exterminio. A diario la estáis practicando: muertos, heridos, atropellos, coacciones, multas, violencia. Este periodo vuestro será el periodo máximo de vergüenza de un régimen, de un sistema y de una nación. Nosotros estamos pensando seriamente que no podemos volver a las Cortes a discutir una enmienda, un voto particular, un proyecto más o menos avanzado que presentéis, porque eso, en cierto modo, es decir ante la opinión pública que aquí todo es normal, que aquí la oposición cumple su papel, que este es el juego corriente de los «sistemas políticos. No, el Parlamento está ya a cien leguas de la opinión nacional. Hay un abismo entre la farsa que representa el Parlamento y la honda y gravísima tragedia nacional. Nosotros no estamos dispuestos a continuar esta farsa. Vosotros podéis continuar, sé que vais a hacer una política de persecución, de exterminio y de violencia de todo lo que signifique derechas. Os engañáis profundamente: cuanto mayor sea la violencia, mayor será la reacción, por cada uno de los muertos surgirá otro combatiente. Tened la seguridad -esta ha sido la ley constante de todas las colectividades humanas- de que vosotros, que estáis fraguando la violencia, seréis las primeras víctimas de ella. Muy vulgar por muy conocida, pero no menos exacta, es la frase de que las revoluciones son como Saturno, que devoran a sus propios hijos. Ahora estáis muy tranquilos porque veis que cae el adversario. ¡Ya llegará un día en que la misma violencia qué habéis desatado se volverá contra vosotros! Dentro de poco seréis en España el Gobierno del Frente Popular del hambre y de la miseria, como lo sois de la vergüenza, del fango y de la sangre. Nada más".


CAPÍTULO m

LA RECUPERACIÓN DE NUESTRAS CAPACIDADES

Hablemos ahora de un tercer tema: las cualidades que requerimos para hablar, muchas de las cuales ya poseemos, por lo que no es necesario buscarlas fuera de nosotros mismos. Quien aprendió a conducir bicicleta, a nadar en el vientre de su madre, a reír cuando niño, puede hacerlo nuevamente. El niño tiene un ritmo de llanto, tiene una cadencia y un ritmo dentro de sí, que inconscientemente percibe. Nosotros somos seres rítmicos, pero también somos seres con recordación, con memoria. Todas estas cualidades se encuentran en nosotros, pero están adormecidas, silenciadas. Nosotros debemos actualizarlas, re-entrenarlas y fortalecerlas, pues son el instrumento del orador pero también su riqueza. 1) La memoria Un orador necesita entrenar permanentemente su memoria, una de las funciones cerebrales que sí puede continuar creciendo y educándose hasta el fin de la vida. ¿Cómo hacerlo? En una ocasión, comprendí que para dormir nosotros imitamos el sueño, recreamos las condiciones en las que dormimos. Muy bien, para fortalecer la memoria, debemos memorizar más cosas. Esa es, simplemente, la mejor receta. Y lo mejor que uno puede memorizar es la poesía. ¿Por qué? Porque tiene ritmo. Uno no memoriza con facilidad la prosa porque tiene menos ritmo. En cambio, en una poesía uno recuerda palabras articuladas por un compás o en un tiempo. Hagamos un breve paréntesis para analizarlo de manera teórica. Noam Chomsky ha postulado el habla como un conjunto de relaciones y reglas, una capacidad preexistente a su propia ejecución, una estructura innata. Según ese autor, existen reglas de transformación que permiten convertir las combinaciones de ideas en combinaciones de palabras. Nosotros creemos que el

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ritmo es, a su tumo, un subconjunto dentro de ese universo, pero con sus propias reglas y relaciones entre elementos. Una sucesión de sonidos, la distribución de sus acentos, su entona ción y la dimensión de sus periodos es el puente que vincula el habla gramatical con la inteligencia musical. El ritmo onomatopéyico, la cadencia y sus formas auditivas sirven de asiento y vehículo a las palabras, a la par que facilitan su recordación. Para Chomsky, las formas fonológicas articulan sonidos con formas léxicas. Es cierto, pero no lo es todo. Porque así como un signo o un significante están asociados a una cosa; un sonido, una forma fonética, pueden asociarse con una sensación o un sentimiento. Resulta así que existirían reglas innatas por las que los estados aníniicos pueden traducirse en combinaciones de sonidos, una especie de fonética estructural. Es un campo que sí bien no ha sido estudiado, resulta trascendente para la comunicación, y cuyo análisis podría hacerse fonéticamente en temas como la guturalidad primitiva y las emociones. Tal vez por eso, de manera empírica, la educación ha utilizado por siglos la memorización poética y rítmica para cultivar la recordación. Pero la poesía aporta, además del ritmo, la entonación que el orador requiere para convertir la música de su voz en un instrumento emocional'de convicción. No lo olvidemos. Volvamos a lo práctico. Tenemos que reaprender a memo-rizar y podemos hacerlo recitando a Chocano, porque es sonoro y rítmico. Podemos usar, por ejemplo, cualquiera de las estrofas de "Los caballos dé los conquistadores", que ya hemos mencionado, pues esa es una poesía discursiva: "El caballo del beduino que se traga soledades. El caballo milagroso de San Jorge, que tritura con sus cascos los dragones infernales. El de César en las Galias. El de Aníbal en los Alpes. El Centauro de las clásicas leyendas, mitad potro, mitad hombre, que galopa sin cansarse, y que sueña sin dormirse, y que Hecha los luceros, y que corre como el aire, todos tienen menos alma, menos fuerza, menos sangre, que los épicos caballos andaluces en las tierras de la Atlántida salvaje, soportando las fatigas, las espuelas y las hambres, bajo el peso de las férreas armaduras, cual desfile de heroísmos, coronados entre el fleco de los anchos estandartes con la gloria de Babieca y el dolor de Rocinante.


En mitad de los fragores del combate, los caballos con sus pechos arrollaban a los indios, y seguían adelante. Y, así, a veces, a los gritos de "¡Santiago!", entre el humo y el fulgor de los metales, se veía que pasaba, como un sueño, el caballo del apóstol a galope por los aires". Esta fuerza de toirente poético permite que uno se valga de ese ritmo para hacer memoria. Hace muchos años, en una de las escuelas que tiene el Apra en su local, encontré a Haya rodeado por algunas personas, en silencio, escuchando detrás de la puerta. Era una academia de inglés, dirigida por un compañero muy alto, un Quijote, blanco, barbado y gran bebedor. Haya escuchó toda la clase y después me dijo: "Este hombre es extraordinario, tiene un método sensacional. Comenzó sü clase, que era la primera, y preguntó: "¿Ustedes hablan inglés?", "¡No! No sabemos, por eso venimos”, respondieron. Insistió: "¿Saben algo de inglés?". "¡Nada! No sabemos nada de inglés", contestaron. "¡Ah!, -les dijo- yo les voy a demostrar que sí saben bastante inglés". Y en una hora les hizo descubrir que, en promedio, cada uno sabía 300 palabras en inglés: football brother, etc. y numerosas construcciones y conjugaciones que repetía el auditorio, sin ser consciente de que las sabía. Y el profesor concluyó: "Con mil palabras, ustedes podrán hablar inglés, como niños, pero podrán expresarse". Y es verdad, un gran problema del ser humano es saber sin saber que sabe. ¿Cómo descubrimos las muchas cosas que sabemos? O, ¿cómo las redescubrimos? Están allí, profundamente guardadas, pero la vida, la escuela, las experiencias han ido sedimentando y sepultando cosas que sabíamos y, lo que es peor, muchas que sentíamos pero que siguen allí enterradas. De tanto en tanto, se escucha el grito de los sentimientos, debajo de todo, pero ya la vida los cubrió. Hay que descubrir todo de nuevo para volver a ser lo que somos, lo grandes que somos. Por eso debemos recitar. Primero, para romper las inhibiciones y volver a ser niños; segundo, para fortalecer la memoria; y tercero, para recuperar el ritmo. Cuando puedan recitar la poesía de Chocano, que es compleja, con gran alarde de datos históricos, podrán continuar con la de Neruda, el "Canto general", que es la pieza magistral de las metáforas, con las que se expresa conceptos y sentimientos con palabras y elementos utilizados en un contexto diferente a su uso habitual. Con ellas, Neruda describe de mil maneras Machu Picchu: "Águila sideral, viña de bruma. Bastión perdido, cimitarra ciega. Cinturón estrellado, pan solemne. Escala torrencial, párpado inmenso. Túnica triangular, polen de piedra. Lámpara de granito, pan de piedra. Seipiente mineral, rosa de piedra. Nave enterrada, manantial de piedra. Caballo de la luna, luz de piedra. Escuadra equinoccial, vapor de piedra. Geometría final, libro de piedra.

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Témpano entre las ráfagas labrado. Madrèpora del tiempo sumergido. Muralla por los dedos suavizada. Techumbre por las plumas combatida Ramos de espejo, bases de tormenta. Tronos volcados por la enredadera. Régimen de la gana encarnizada. Vendaval sostenido en la vertiente. Inmóvil catarata de turquesa. Campana patriarcal de los dormidos. Argolla de las nieves dominadas. Hierro acostado sobre sus estatuas. Inaccesible temporal cerrado. Manos de puma, roca sanguinaria. Torre sombrera, discusión de nieve. Noche elevada en dedos y raíces. Ventana de las nieblas, paloma endurecida. Planta nocturna, estatua de los truenos. Cordillera esencial, techo marino. Arquitectura de águilas perdidas. Cuerda del cielo, abeja de la altura. Nivel sangriento, estrella construida. Burbuja mineral, luna de cuarzo. Serpiente andina, frente de amaranto. Cúpula del silencio, patria pura. Novia del mar, árbol de catedrales. Ramo de sal, cerezo de alas negras. Dentadura nevada, trueno frío. Luna arañada, piedra amenazante. Cabellera del frío, acción del aire. Volcán de manos, catarata oscura. Ola de plata, dirección del tiempo." No hay mayor torrente de metáforas en la lengua castellana que en la poesía de este maestro. Si nosotros pudiéramos dominar de esa manera el uso de las metáforas, podríamos multiplicar las facetas de nuestro pensamiento y las imágenes de lo que describimos, aunque en un comienzo nuestro esfuerzo nos parezca romo, simple o pequeño. El desdoblamiento de metáforas que dicen lo mismo a través de facetas distintas, ha creado un diamante de tantas facetas conio versos tiene. Pero adquirir tal destreza es también un reto de entrenamiento y trabajo. Quien lo haga habrá enriquecido extraordinariamente su capacidad expresiva y hablará a los públicos con una inmensa facilidad. Tomemos un papel, escribamos una idea cualquiera y luego desdoblémosla en cuatro o cinco metáforas descriptivas. Después, leamos en voz alta,


memoricémoslas. A continuación, tomemos una a una nuestras metáforas y hagamos lo mismo con cada una. Redescubriremos cuánto se puede decir y con cuánta estética. Y no tenga temor de no ser un Neruda desde el primer momento. El mismo Neruda no lo fue desde un inicio. Aprendió a serlo porque cada ser humano es actor del papel que quisiera representar y, en muchos casos, logra terminar encamado en él. Así es de difícil, y así es de fácil. El recitar poesías permitirá que recuperemos el ritmo y las frases rítmicas. Pero, además, recordando al profesor de inglés, debemos hacer memoria de lo que ya sabemos. Escriban citas célebres, frases con las que podrían enriquecer sus discursos. "Amaos los unos a los otros" es un ejemplo. Descubrirán que tienen en la memoria decenas o cientos de frases célebres y refranes, pero que no los utilizan, por la banalización, por la simplificación cotidiana de nuestro lenguaje. Rompamos ese círculo vicioso. Y hagámoslo llenos de convicción. Recuérden aquí al gran Sancho Panza, con su lenguaje inductivo y de refranes. Además de las frases y de la poesía, tenemos dentro de nosotros un banco de informaciones que debemos actualizar. Y no nos referimos a lo ocurrido antes, a los recuerdos, sino al "flujo" complejo de nuestra consciencia en cada momento. Porque, reitero, en cada instante tenemos en la consciencia una enorme cantidad de sensaciones, ideas, asociaciones e imágenes. Todo en el mismo segundo. Ya mencioné a Joyce y a Proust. Si usted inn.i una persona o un objeto, inicia una acción o recuerda algo, automáticamente afluirán a su consciencia múltiples ideas, sensaciones, parecidos. Si las retiene, hace un mapa con ellas y las memoriza, fortalecerá su memoria, ampliara sus perspectivas y desarrollará enormemente su capacidad de construir metáforas. Con tal riqueza, ¿qué orador no tiene alternativas y elementos con los que construir? ’• La cuestión es hacerlo con el énfasis necesario. Estudien un párrafo del discurso de John Kennedy en la toma de posesión en 1960. Analicen la capacidad enumerativa y la profunda convicción con la que se dirige a cada uno. E^ presidente lanza una advertencia ante la Unión Soviética, ante América Latina, ante el Asia, parte de la cual es aliada de Moscú y dice: "Que lo sepan todas la naciones, ya sea que nos deseen el bien o el mal, nosotros pagaremos cualquier precio, soportaremos cualquier carga, enfrentaremos cualquier dificultad, apoyaremos a cualquier amigo, nos opondremos a cualquier enemigo, para asegurar la sobrevivencia y el logro de la libertad. Tanto prometemos y mucho más". Miren qué bien diseñado está el párrafo. Es la fuerza de la firmeza, es un juramento para dar una gran dosis de confianza y seguridad a los ciudadanos americanos. Este discurso tiene una fuerza afirmativa muy grande, a la que se suman la simpatía de la familia y la juventud de este hombre de cuarenta años. Sin embargo, no es un discurso que sea un buen ejemplo para nosotros, porque no fue espontáneo, pensado en el momento; por el contrario, fue un discurso construido y escrito por treintaiséis colaboradores, literatos y periodistas. Fue un discurso leído, pero en su redacción se comprueba la solidez de los múltiples cerebros que intervinieron y el aporte directo de Kennedy en el tono dramático

con el que lo leyó. 2) El ejercicio en grupo es fundamental Es muy importante que quienes desean aprender a comunicar se reúnan en grupos, porque esa es la mejor manera de ejercitar la expresión o la recuperación de sus habilidades. Conversar y convencerse entre los miembros del grupo, reflexionar en conjunto sobre lo que no nos aparece como evidente hasta lograr que esté en nuestro corazón y en nuestra convicción. Por ejemplo: 1.- Tenemos mucho qué comunicar, como ideas, emociones, flujo de consciencia, mucha riqueza propia qué expresar. Queremos tener prestigio, ser persona? de éxito y usar nuestra inteligencia para lograrlo. 2 - Tenemos proyectos sociales e institucionales que quisiéramos compartir y ver convertidos en realidad. 3.Queremos acrecentar nuestra personalidad, afirmar nuestra autoestima realizándonos hacia fuera. Por ello, reflexionamos sobre nuestras capacidades, memoria, gestos y actitudes inhibidas. 4.- Readquirimos la capacidad gestual como un elemento comunicativo y sintético. Durante mucho tiempo se afirmó que la unidad europea se lograría cuando los alemanes y los franceses se reconciliaran. Y se firmaron acuerdos, documentos, pero faltaba el mensaje humano. De pronto, se encontraron los restos uniformados de un soldado alemán y de uno francés. Ambos eran caídos de la Primera Guerra, en la cual murieron millones de combatientes. Simbólicamente, decidieron colocarlos en la misma tumba y asistieron al acto el presidente Mitten'and y el canciller Helmut Kohl. En un momento de la ceremonia, Mitten’and tomó la mano de Kohl y se tocaron los himnos nacionales con los presidentes tomados de la mano. Fue todo un discurso y además la fotografía emblemática. Y cuando murió Mitterrand, el canciller Kohl asistió a la misa de exequias, en la Catedral deNotre Dame. Una cámara televisiva lo descubrió llorando. Fue otro mensaje de convicción profunda y sentimiento permanente, tan importante como los acuerdos y los documentos firmados. Lo mismo debemos lograr desarrollando en grupo nuestra capacidad gestual y llorar, reír, movemos, bailar, recuperar las fonr.as de comunicación que todos tenemos. Recuerdo que, al iniciar mi carrera parlamentaria, fui comisionado para hacer un discurso crítico ante el Primer Ministro. Era el año 1981, y el gobierno al que hacíamos oposición tenía una amplia mayoría en las cámaras; por consiguiente, dominaba las galerías y su público, pero además contaba con la simpatía y apoyode los medios de prensa, que, confiscada antes por la dictadura, había sido devuelta a sus propietarios. Preparé una larga exposición, con datos y propuestas sociales, pero el discurso fue interrumpido una y otra vez, con sorna, por él público adversario y por el ministro. Además, la infomiación posterior en los medios fue escasa y burlona. Allí comprendí que la palabra y las ideas, carentes de atención y de espacio, deberían ser sustituidas por un gesto. En la siguiente presentación del mismo Primer Ministro, no esperé el final

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de su exposición para intervenir. Lo interrumpí haciéndole una pregunta, con lo cual rompí el escenario construido y ocasioné su desconcierto. Como se negó a responder, argumentando que no podía ser interrumpido, aproveché de la confusión y bajé lentamente la escalera desde mi escaño hasta ubicarme frente a él. Me limité a señalarlo, acercando mi mano a pocos centímetros de su pecho. Y fue la fotografía simbólica. Un joven parlamentario enrostrándole al todopoderoso ministro la dureza de su política económica. Cada uno de los televidentes o de quienes al día siguiente observaron las carátulas de todos los diarios, seguramente atribuyeron diversos contenidos a ese gesto, pero con él reivindiqué a la inmensa mayoría alejada y excluida. Sin proponérmelo, o tal vez intuyéndolo, fue el comienzo de mi carrera presidencial, cuatro años antes de llegar a ser elegido. Tal es la fuerza de un gesto. Más de una vez me han preguntado sobre la diferencia entre un técnico y un político, y he respondido que, en cuanto a la comunicación, un técnico puede escribir cuatro volúmenes sobre un tema, pero un político puede expresar todo eso con un oportuno y único gesto. 5.- Reflexionar en grupo y permanentemente sobre el miedo, saber cómo se reconoce, cómo se dispersa la adrenalina y hacer ejercicios de autosugestión para superar el miedo. Conversando con otras personas sobre el temor, se banaliza esa sensación. Además, anticipar las imágenes de lo que uno va a vivir después ante el pyblico. Y solos en nuestra casa, leer varias veces a Susan Anthony o el discárso que cada uno escoja, hacer su esquema y reconstruirlo oralmente. Leer el cyscurso de Gandhi a los maharajaes, memorizar las poesías rítmicas, musicales, como "Los caballos de los conquistadores". Estudiar sus esquemas, explicarlos, reproducirlos y repetirlos. No hay mejor forma de aprender a hablar que hablando. Recordemos siempre que imitares el principio del conocimiento y de la creación humana y repitamos otra vez los versos del Fénix de los ingenios, Lope de Vega: "¿Cómo compones? Leyendo, y lo que leo copiando. Y lo que copio borrando, de lo borrado escogiendo". Y no olvidemos jamás que, ante el miedo, la memoria juega un papel central. Pero debe ser ejercitada. Es una función cerebral permanente y en crecimiento a lo largo de toda la vida. Para tener fe en lo que uno dice y poder convencer al que está al frente, se requiere conocer a fondo lo que uno va a exponer. Pero para conocerlo auténticamente, debe recordarlo, i 6.- Compartir los esquemas y las formas de preparación.Todo lo que sale bien tiene una larga preparación. El más grande novelista francés, Gustave Flaubert, autor de Madame Bovaiy, escribió una obra anterior que le tomó cuatro años, y la quemó después de leerla a sus amigos porque concluyó que estaba mal redactada. Madame Bovary fue escrita en cinco años y por ello cada una de sus frases es como la pieza de un reloj. Los mejores discursos son los que mejor se preparan, aquellos a los que se dedica más tiempo. Mi mejor verso de un poeta es aquel en el cual ha invertido días enteros. Muchas veces se piensa que el poeta es espontáneo, que escribe automáticamente tal cual le salen las palabras, pero eso no pasa de ser un error.

El padre del surrealismo, André Bretón, tardaba semanas en hacer sus prosas poéticas, pero presumía de haberlas escrito automática, directamente. Algunos adictos a las drogas pensaban que bajo su efecto podrían escribir espontáneamente, pero no pudieron escribir más que esperpentos, en tanto que el maestro preparaba cada palabra "químicamente" pura para destacar su valor estético e inspirador. La preparación de un discurso supone una gran memoria del esquema del discurso, de la introducción, y esa es la mejor manera de vencer el miedo. Por eso, debemos aprender a memorizar esquemas, síntesis, planos verbales, como el del discurso madre de Susan Anthony, para mostrar cuál es el esquema de orientación y de aterrizaje de ese texto. No olvidemos que el sistema de la memoria no es el mismo que el de una página escrita de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. La proyección de la memoria es más parecida a un cuadro sinóptico, con flechas y "links" orientados hacia toda dirección plana, pero también en profundidad cúbica. Debemos ser capaces de memorizar conjuntos de recordación, relacionados y asociados, como un mapa. Y frases y refranes. Si Miguel de Cervantes, hace 400 años y a la luz de un candil, fue capaz de almacenar y ordenar tal cantidad de dichos y sentencias, nosotros que hoy tenemos las computadoras a nuestra disposición y toda la información al alcance, deberíamos memorizar muchos más que Ceivantes. Recordemos que,un buen general, primero hace acopio de los soldados que tiene, antes de pensar en los que no tiene. La memoria es la fuente de la cultura comunicable. Los envidiosos decían del gran Miguel de Unamuno, el filósofo español que inspiró a la juventud latinoamericana con su "Agonía del cristianismo" que no era un hombre culto, pues solo tenía buena memoria. Y el genial autor de "Niebla" respondía: "longo buena memoria porque me acuerdo de todo lo que sé". Lo primero que debemos hacer, siguiendo a Unamuno, es acordamos de lo que ya sabemos, que seguramente es mucho más de lo que suponemos. Claro que si solicitamos a nuestros oyentes escribir o repetir oralmente las sentencias que conocen, escribirán muy pocas. Los sobrecoge la adrenalina, los bloquea, los "desmemoria". Pero, si después de eso hacemos un segundo intento, se asombrarán del progreso que logran hurgando en su memoria. Por eso, la lectura y el ejercicio de la memoria en grupo es muy importante para reintroducir el ritmo y compartir refranes, giros expresivos y frases. Además, la ya mencionada "facilitación" multiplicará las potencialidades. ¿Recuerdan que, cuando los cantantes hacen cantar a los auditorios, las multitudes sintonizan el mismo bemol con gran precisión? ¿Han escuchado a Juan Gabriel cuando hace cantar "Querida" a un estadio lleno y todos llegan exactamente al mismo milímetro musical? El coro es lo que nos educa así, como '%el adiestrar la comunicación en grupo lo hace también. Pero no olvidemos que los declamantes tienen que ser muy cuidadosos con la voluntad del poeta, pues deben respetar la fuerza que da la puntuación. Al igual que un discurso, la poesía es un ritmo cadencioso, una totalidad, no se

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puede cortar. El objetivo de memorizar y repetir es internalizar ese ritmo, hacerlo propio, y cuarjdo menos lo esperemos, ya estaremos conduciendo la bicicleta de ese ritmo y, poniéndole otras palabras, reconstruiremos esa cadencia exactamente, pero con otras notas. Algunos pequeños consejos para reflexionar al término de esta parte y anticipar el capítulo siguiente: Un orador nunca debe tener las manos en los bolsillos, ni siquiera en el caso en que domine en extremo la situación, porque el público percibirá esa actitud como un ocultamiento más que como soberbia. Un orador nunca debe tocar reiteradamente el micro, porque proyectará la misma debilidad que quien tiene que asirse a una tabla salvadora. Un orador nunca debe mirar hacia el suelo, pues es signo de inestabilidad y fracaso. Debe mirar a los ojos de los asistentes. Y si tiene miedo de hacerlo, debe mirar a los ojos del de mayor jerarquía. Un orador tampoco puede perder la firmeza en la voz y la convicción en los conceptos. El público quiere certezas, cosas sólidas, no quiere dudas ni hipótesis confusas. Un orador, de pie en un escenario, puede moverse desde el centro hacia la izquierda o la derecha, puede avanzar hacia el público o el borde del estrado, pero, salvo excepciones, no debe retroceder hacia el fondo del escenario, pues estaría declarando su temor y su retirada. Cuarta lectura práctica: Discurso de homenaje del presidente Alan García al gran pintor Latinoamérica 10 Fe ando de Szyszlo, al inaugurar su exposición reto lectiva y conmemorar sus ochentaíséis años de vida. Un discurso, de conceptos estructurados emocionaimente. 5 de julio de 2011.' "Ilustre Femando de Szyszlo, señoras y señores: Asistimos hoy a una dobie circunstancia. Nos llena de gozo el corazón acompañar al gran pintor retrospectivo del Perú en la retrospectiva de su obra, cuando cumple ochentaiséis años trabajando por el país y expresándolo como un médium que extrae el alma de nuestra Patria para reconstruirla en formas y colores. Asistimos hoy a la inauguración de esta muestra, en la que por privilegio y para inspiración hemos estado primero, pero donde encontrarán ustedes el recorrido estético de este hombre extraordinario, con una continuidad y como un hilo de Ariadna de su compromiso de búsqueda del Perú en sus formas, sus inkarris, sus atahualpamanes, sus Machu Picchus y sus sacrificios. Creo que fue Hegel quien dijo, en alguna de sus líneas, que el arte es la intromisión del espíritu en la materia. Pero seguramente aludía al arte abstracto, que él no llegó a ver pero que pudo intuir con su poderosa inteligencia, porque esta abstracción, metalenguaje que reconstruye la realidad en formas nuevas y con absoluta libertad, es la verdadera expresión del espíritu a través de la materia. No es la descripción o la reproducción de la materia, de la naturaleza o de los

seres, como otras formas realistas de arte menor. Y en esta muestra encontramos la exacta definición de lo abstracto, entrometido y redescubriendo la historia, como una sucesión de formas y colores donde imperan los círculos en una larga etapa y donde está, contradiciéndolos y omnipresente, lo ascendente, la escalera. Por eso nos apasiona y nos arranca de nosotros mismos ver esta intromisión del espíritu de Szyszlo en la materia peruana: en su ten-acota y en el corazón de todos los presentes que se llevarán algo de cada cuadro en sí y dejarán algo de sí en cada pintura, dándole un valor renovado. Porque el de Szyszlo es un espíritu transparente, independiente, que nunca pide nada para sí, y es como aquello que describió su ascendiente, el conde Valdelomar, "el Caballero Carmelo", orgulloso, que no se rinde y muere con el pico en alto. Es un espíritu, al mismo tiempo austero, tímido, enemigo del aplauso y que no sabe corresponder a él, porque ha huido de toda vanidad, como el viejo Baruch Espinoza, descrito por Borges, a quien no turbaba la fama, ese reflejo de espejos en el rostro de otro espejo, ni el temeroso amor de las doncellas, y libre de la metáfora y el mito labraba un arduo cristal, el infinito mapa de aquel que es todas sus estrellas. Él acaba de confesamos en una bella frase, luminosa, casi sintética, que sigue y seguirá buscando en el siguiente cuadro lo que nunca ha llegado a encontrar perfectamente, tal vez su infinito mapa. Qué mejor definición del caracter existencial, del compromiso vital en el más alto sentido filosófico de esta muestra pictórica, poética y biográfica. Para muchos filósofos, el Ser es lo que es, porque el Ser es lo que Debe Ser. Pero para los seres como Szyszlo, que son personalidades de la libertad, el Ser es solo una posibilidad que puede ser o puede no ser, como había advertido el viejo Soren Kierkegaard. Entonces, él se aproxima a la realidad sin lograrse nunca dentro de sí mismo, y se reinicia siempre, como ustedes verán en la muestra, en una nueva etapa, esta con una Casa de Venus que siempre es la fertilidad, que siempre es porvenir y reproducción. Por eso esta noche nos llena hondamente de poesía, filosofía, color, forma y ansiedad vital, por estar a su lado cuando llega a los ochentaiséis años y podemos decir, con más justicia que a nadie, repitiendo las meditaciones de Pascal, que los viejos son más jóvenes que los jóvenes porque resuelto ya el pasado solo tienen el futuro por delante. Por ello, Szyszlo, resuelto el paso de todos sus cuadros e inkarris, solo tiene futuro que darnos en nuevas formas pictóricas y poéticas. Te saludamos, Szyszlo, combatiente del arte, como pintor de América, te saludamos como expresión de nuestra alma y de nuestra historia, te glorificamos como triunfador de los colores y de las formas, y en nombre de todos los peruanos te agradecemos tu vida fecunda. Hemos venido aquí para juntar nuestros espíritus y alzar nuestras miradas y brazos al cielo para que superes el centenario creando siempre cuadros, iluminando nuestro destino con tu sol rojo, con tu sol negro de la noche y de la tristeza, o con el Punchao que despunta al alba allá en el Coricancha. Sigue, pues, alumbrándonos, sigue llevándonos por el camino de la estética, de la libertad y de la historia. ¡Gracias a ti!" 8 1


CAPÍTULO IV

LA RELACIÓN CON EL PÚBLICO

Este capítulo comprende dos aspectos esenciales: cómo se analiza al público y cómo se le siente emocionalmente. Precede al análisis sobre el manejo corporal, que he titulado ’’Dejemos hablar al cuerpo”, para reenseñarle a hablar, a expresar, a comunicar. 1) Estar convencido de lo que se expresa En la relación con el público hay un tema fundamental que aprendí hace mucho tiempo y repito permanentemente: no hable de aquello de lo que no esté convencido. Usted puede equivocarse en el ritmo o en la estructura del discurso, puede fallarle la voz, pero si no habla de lo que está convencido, no llegará al auditorio, no convencerá a nadie. Para lograr introducirse en la mente, en los sentidos y en la voluntad de la gente, usted mismo tiene que creer en lo que dice. La gran fuerza expresiva de Hitler nacía de su fanático convencimiento. Enloquecido, absurdo, equivocado y criminal, pero estaba convencido. Por ello, convenció a millones y los llevó a la muerte con el brazo extendido. En el otro extremo moral, el convencimiento sereno de Gandhi fue la razón de su influencia. ¿Cuál era la fuerza de Cristo más allá de su esencia divina? Era la paz y la autoridad de su mensaje antes que su propia convicción, que a veces flaqueó humanamente. Como hombre era dubitativo, permanentemente preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dicen que soy?”, pero en apoyo de su propia fe tenía el don del milagro, que otros no tuvieron: "Yo no sé si este hombre habla la verdad, pero hace ver a los ciegos, caminar a los cojos”, ¿qué más fe se puede tener? La fe es fundamental para la vida misma y para lo que se comunica. Cuando Pedro intentó caminar sobre las aguas, perdió la confianza en sí mismo y se hundió. Cristo le reprocha: "Hombre de poca fe, ¿porqué dudaste?”. Lo que se debe comunicar al público es la fuerza de la certeza. Frente a nosotros, la gente también está ansiosa, no lo percibe, pero a través de los aplausos disipa su adrenalina y quiere certeza, fe, una sola orientación. Si el

orador falla en el signo de puntuación, le quiebra la certeza al público. Si uno le da alternativas imprecisas a la concurrencia, disminuye su convicción. El orador debe traer a los oyentes una convicción. El público puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero es absurdo plantearle nuestras dudas existenciales: puede ser, puede no ser y viceversa. Convengo aquí que la palabra escrita puede ser un medio más eficaz para proponer tal tipo de vacilaciones. Al público hay que decirle cosas simples y claras. Ello no significa expresar razonamientos primarios o banales. Tampoco entraña el ser simple uno mismo. El orador puede ser complejo en su razonamiento o.tratar temas de gran dificul-tad? pero debe expresarse de manera accesible y clara. Y ello solo puede lograrse cuando se tiene una gran convicción en las propuestas o en las conclusiones. Ahora bien, para alcanzar tal objetivo, debemos comprender que las palabras "tienen un camino que recorrer dentro de uno mismo”, que las va dotando de un sentido y de una emoción transmisibles. Las palabras que repite un orador leyendo en el telepronter o las que memorizó momentos antes son como prótesis o globos vacíos. Por el contrario, los conceptos y palabras que poseo dentro de mí, durante años y con fe, son semillas emocionales. Las palabras adecuadas se adquieren con el estudio profundo que me da la fe y la confianza de saber. Las palabras necesitan de mi aval emocional, mi carga sentimental. Si yo leo lo escrito por otro no transmito nada. Puedo leerlo como una poesía, muy bien leída, pero estén convencidos de que no transmitiré al que me escucha mi propia fe, mi convicción. Lo que escribió otro es la convicción del otro. Mis palabras, repito, tienen un camino que recorrer dentro de uno mismo. Necesitan la maduración, la solidez emocional y la fuerza de la fe que me da el estudio. Solo puede distribuir fe quien la tiene y solo puede convencer quien está convencido. El estudio de los signos es la semántica, que comprende tres elementos: la sintaxis, la semántica y la pragmática. Puedo transmitir los significantes y los significados de las dos primeras, pero no lo que estudia la tercera: la relación del signo y del fonema conmigo mismo. Esa es la inmensa fuerza de las manos impresas con colores primitivos en las cavernas de hace cuarenta mil años, en las que el "expositor” deja directamente la huella de su cuerpo. ¿A qué denominamos el "camino que las palabras recorren dentro de uno mismo”? Recuerden el soneto "Vocales”, de Ar-thur Rimbaud, el poeta maldito. Cada signo, cada vocal está asociada en la mente del poeta a un color, a una temperatura, a un recuerdo. Al pronunciar su sonido, el poeta carga en el signo sus propias significaciones y logra así un nivel de expresividad difícil de alcanzar de otrat manera: "Vocales, diré algún día de vuestro nacimiento latente. ”A”, negro corsé velludo de moscas explotando...”. No hablen de aquello de lo que no estén convencidos o de lo que no '"sientan”; primero auto-convénzanse, porque la convicción no se finge. No hay manera de hacerlo y peor es compensar su falta gritando, crispándose y gesticulando. No hay político que pueda fingir convencimiento; en cambio, quien lo está atraviesa el vidrio del televisor y penetra en la casa de la gente. Me preguntan: "¿Usted cómo hace?". Es simple, creo en lo que voy a


explicar. Estoy convencido de lo que hablo, y no hablo de aquello en lo que no creo. No podría hablar sobre los mahometanos, pues no he estudiado el Corán ni soy seguidor de Mahoma. Más me conmueve la figura de Cristo; por ello, puedo hablar de él, porque tengo fe, porque me identifico, lo siento y lo amo. Creo que el mejor sentido que podemos dar a la historia con nuestras acciones es la libertad; creo en la modernidad, el avance tecnológico humano y su fuerza para constmir la justicia; creo que el empleo es la mejor manera de luchar contra la pobreza y que la propina monetaria generalizada es un error político; creo en la belleza de la música y de la poesía. Y de todo ello puedo hablar con el corazón, pues todo eso ha recorrido un largo camino y ha hecho un largo apren dizaje dentro de mí, como otros temas lo han hecho dentro de todos nosotros. Porque no existe un método sofístico con el que alguien pueda persuadir sobre aquello en lo que no cree. Platón rechazó a los sofistas y exigía decir la verdad. Pero es más profundo que eso, pues solo transmitimos cuando creemos y sentimos profundamente la verdad. En caso contrario, solo se puede imponer, como aquellos a los que Unamuno advirtió: "Venceréis pero no convenceréis, porque tenéis suficiente fuerza bruta, pero os falta justicia y razón en la lucha". Por ello, antes de llegar a un escenario hay que hacer un esfuerzo para hablar de lo que se cree y estar verdaderamente convencido de lo que se va a decir. Y ello solo se logra estudiando. No olviden, tampoco, que la concurrencia también se expresa, pero a través de usted. En una multitud de dos mil o de cien mil personas, cada una de ellas le responde a usted y trata de anticipar lo que usted dirá: dialoga y plantea alternativas a sus palabras. Es una interacción permanente, pero en conjunto todos hablan proyectivamente a través de usted. Por eso el público tiene ansiedad, tal vez no tanta como nosotros ni es consciente de ese fenómeno interactivo. Pero todos quisieran hablar, por eso asisten. Estos son los temas previos para comenzar a estudiar la relación del orador con el público. Ahora nos encontramos ante el auditorio y ya sabemos qué es el miedo, hemos hecho nuestras flexiones y contracciones ( para disipar la adrenalina, hemos preparado el discurso para tener la convicción suficiente, hemos memorizado el primer párrafo para tener ese apoyo sobre el que ubicarnos y no tener miedo. Ahora estamos a punto de entrar al escenario, hay una muchedumbre. Pero previamente, antes de hacerlo, debemos analizar la composición del público, saber sus edades, su distribución espacial, y después de ingresar, tendremos que sentirlo emocionalmente.

2) Analizar al público

Primero tenemos que imaginar que el público se encuentra en una actitud básica: está esperando. Si el orador se demora, comenzará a incomodarse e impacientarse. La gente aguarda, ha tenido la voluntad de estar, en su mayor proporción vino anticipando la exposición, lo que alimentó su sensación de espera y de ansiedad. No solamente es usted quien tiene miedo, el público está impaciente y esperando. A usted le toca hablar en su nombre y plantear las

certezas que lo unifiquen e iluminen. a) ¿Qué ganará el público? Sabemos que la gente tiene que ganar algo, llevarse algo. Está esperando ser gratificada de alguna manera, de lo contrario su relación con el orador sería asimétrica. El público se informa, se desplaza, se congrega, espera y usted tiene que darle una solución a sus problemas, una consigna para la acción futura, un giro poético memorizable, un anuncio o una cifra que permita a los oyentes ser dueños de algo que puedan transmitir a otros. Según Claude Levy-Strauss, padre del estructuralismo, toda relación humana es un intercambio de símbolos, de mujeres o de objetos; es decir, en todo sistema social existen la economía, las reglas de parentesco y el lenguaje. Las reglas del parentesco ordenan el intercambio de personas, el lenguaje sistematiza el intercambio simbólico y de significados, mientras que la economía permite el intercambio de cosas y productos. En el sistema de acción que se constituye enü'e el orador y los oyentes, también existen reglas de intercambio. La gente se pregunta qué va a recibir, lo cual va desde las ideas, la seguridad de ser una fuerza colectiva, los conocimientos y datos, hasta las más simples contraprestaciones. Uno ofrece comida inmediata, el otro promete ropa, el de mas allá, empleos en caso de triunfo, a cambio de un carnet de inscripción en la candidatura, o finalmente, la oferta de un testamento, como en el caso de Antonio en la muerte de César, a cambio de la persecución de los asesinos. Hace más de treinta años, hacía mis primeros discursos ante grandes auditorios. Eran "multitudes" de mil personas, como la que me recibió una tarde en Caraz, una bellísima ciudad en los Andes, cercana al nevado más alto del Perú, definida por Bolívar como "Dulzura5, tanto por su espíritu como por los lácteos típicos de la zona. Y como tenía entusiasmo, voz, mayor energía y una vocación juvenil de enseñanza, me entretuve hablando a mis compañeros y a los pobladores de Caraz, y la gente me sostuvo el discurso. Empecé a hablar a las seis de la tarde en la Plaza de Amias. A las siete, después de tratar los temas agrarios y regionales, estaba explicando la historia europea, el medioevo, los gremios y el nacimiento de la máquina y de la industria, el papel de los sindicatos, las clases sociales, el marxismo en breve y, luego, América Latina y la diferencia histórica de su evolución respecto a la europea. A las ocho de la noche, llevaba dos horas de discurso y la gente, con sus sombreros aún puestos, me sostenía el discurso, no aflojaba. Me permití preguntarles si debía ya terminar y el público, cuyo número era creciente, me exigió continuar. Lo único que me interrumpía era que, a mi lado, en el rudimentario estrado hecho de maderas y leños, estaba ubicada una señora mayor, que cada diez minutos repetía: "Aquí Radio Caraz, transmitiendo en directo el discurso del Dr. Alan García'. Cumplidas dos horas y treinta minutos, terminó el muy aplaudido discurso y fui a cenar con el alto mando partidario de Caraz, unos treinta compañeros. En ese momento, me avisaron que los campesinos de un lugar llamado Bellavista querían despedirse. Nunca podré olvidarlo. Salí a la puerta y

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encontré veinte campesinos con antorchas para alumbrar su camino, pues debían marchar durante dos horas hasta su comunidad. Me dijeron: "Doctor, queremos agradecerle mucho porque usted nos ha enseñado con cucharita toda la tarde y lo que parecía difícil nos lo ha hecho entender poco a poco". Recordaré, hasta la muerte, la expresión de agradecimiento de esa humilde gente que sentía haber recibido algo. Yo no les había dado un kilo de arroz, ni un puesto de trabajo, simplemente les había enseñado, borrosamente, pero sentían haber aprendido o por lo menos valoraban que una persona hubiera querido enseñarles. Allí aprendí que los públicos se congregan para ganar algo y reconocen, mucho más, el que ese algo sea inmaterial. Pueden ganar la sensación de ser un gaipo poderoso, el sentimiento del "nosotros" de la psicología. Para eso el orador tiene que darles certezas, metas, convicciones, ideas fuerza, y los asistentes sentirán que han ganado algo, que ya no se trata de "cada uno", sino que en adelante "son todos": "formamos una gran comunidad, formamos un gran partido, somos fuertes", "soy parte de algo más grande". En segundo lugar, el público valora lo aprendido y lo recuerda: cómo es la historia de Europa, qué fueron los feudos y los señores feudales, cómo nació el capitalismo. "Algo he ganado", piensan. Muchas veces, lo mejor que podemos dar como retribución es una poesía, un refrán o una frase ingeniosa, eso es como regalar flores u objetos. Mucho más si son personas humildes. Cada una, en esa frase simple, va a cifrar lo que ha obtenido y lo va a repetir. La poesía ilusiona, eleva, la gente se lleva esa sensación y muchas veces retiene un verso. Es una adquisición. El público tiene que obtener algo para sentir que el orador le ha servido. Podemos darle una propuesta económica, una visión histórica que se lleve en la mente y habrá ganado algo. Pero de todas maneras debemos otorgarle una certeza. Un ejemplo: hace muy poco me tocó exponer ante un grupo de importantes empresarios de América Latina, quienes estaban preocupados y desconcertados ante las noticias de la crisis europea, la inflación china y la posible parálisis norteamericana. Todos los días, los periódicos y las televisoras los amenazaban con noticias sobre posibles quiebras y negros vaticinios. ¿Cómo darles ánimo? Comprendí que solo recibían los datos, pero que carecían de una interpretación del conjunto de la historia que estaban viviendo. Y recordé al gran historiador Femand Braudel, que con su célebre texto "El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II" revolucionó la inteipretación histórica. Braudel demostró que en cada momento actúan diferentes fuerzas: unas provienen de la larga historia geológica y de la formación de civilizaciones; otras proceden de la mediana historia, impulsando la formación de los reinos; y, finalmente, operan las tensiones de la corta historia, en las que las clases sociales y los grupos luchan por el poder y otros temas. Entonces, me propuse como objetivo entregar al público una interpretación sistemática e integral que le permitiera comprender cómo lo que parecía negativo y catastrófico podía tener otra lectura. Así, siguiendo eí método de Braudel, sostuve que, en lo más profundo, en la

larga historia, nuestra sociedad ha ingresado a un nuevo capítulo, el de la información y la comunicación, el del modo productivo alimentado primordialmente por la información y ya no por el combustible fósil. Y esa formidable expansión consolida un mercado globalizado en la conciencia de la población, derriba fronteras y muros, como el de Berlín pero también el muro islámico, y los obstáculos del asisten-tialismo europeo y el proteccionismo de otros países. Nunca la humanidad ha tenido, como tiene ahora gracias a la nueva tecnología, tal velocidad de información y de transacción, tales fuerzas científicas ni un mercado de siete mil millones de habitantes, muchos de los cuales actúan ya sobre la producción y el mercado a través de las computadoras. Y e,sa fuerza, difícilmente la podrá detener una crisis momentánea. Encima de esa capa de larga historia, se encuentran los procesos de envejecimiento de la población, los apremios ambientales y los gastos y déficit a los que ellos conducen, lo cual nos muestra países en problemas. Pero, por sobre todo, la corta historia, la de los titulares periodísticos, expresa los conflictos resultantes de las dos anteriores: inflación en China, parálisis industrial en los Estados Unidos, conflictos sociales en Europa ante los procesos de "ajuste" desorden en el mundo árabe. En este punto, sostuve que frente al impulso básico de la capa más profunda, estas contradicciones se compensarían entre ellas y en el breve plazo. Si la inflación amenaza China, los productos de Europa, el sudeste asiático/y América Latina serán más competitivos. Si la parálisis norteamericana se hiciera realidad, los precios del petróleo y de los minerales bajarán, pero con ello también lo harán los costos de producción y, en el breve plazo, la actividad económica se reanudará. Si el dólar perdiera valor, las exportaciones americanas aumentarían y los minerales volverían a subir de precio. Por el contrario, si el dólar perdiera valor, aumentarían las ventas de nuestros países a Estados Unidos. Y todo ello sobre una tecnología informática que continuará impulsando el mercado y la integración social. Entonces, la situación es más positiva que lo que mi auditorio preveía antes de la explicación. Pude comprobar que la gran mayoría sentía haber ganado algo. Entregar al auditorio un sistema de interpretación es una importante retribución a su presencia e interés. También lo es el señalarle una meta con claridad. Recuerden la exhortación de Francisco Pizarro a sus tropas en la Isla del Gallo, pieza oratoria extremadamente simple, pero llena de certeza y contundencia. Abandonado en un islote y al límite de la resistencia, Pizarro enfrenta el temor de sus soldados, que quieren volver a Panamá. Entonces, traza con su espada una raya en la arena y dice: "Por allá se va al norte, a ser pobres; por aquí se va al sur, a ser ricos", y luego de decirlo salta la línea, seguido de otros doce. Eso es certeza, convicción. Y si ustedes analizan bien lo dicho por Enrique V, verán que él ha cuantifícado la gloria y la gratificación: el que esté aquí pasa a ser mi hermano, el que esté aquí pasa a ser noble; el que se quedó en Inglaterra nada valdrá. En el caso de Antonio, cuyo texto debemos estudiar con mucha atención, se hace un ejercicio de acercamiento al público, pues inicialmente concede la razón a los 8 7


asesinos de César, a quienes califica de "hombres honorables", con el argumento de que si César por ambición había pretendido establecer una monarquía, había cometido un enorme deiito. Así pues, Longino, Bruto y los otros asesinos son honorables, como lo repetirá muchas veces. Pero, de pronto, sacará de su vestidura la piedra clave, el arma secreta: "aquí está el testamento de César". Y, en ese momento, levanta la tónica de César para mostrar las heridas: "bocas sangrientas que deben hablar por él". Ante el reclamo de la gente, lee el texto, en el que César deja a cada ciudadano de Roma su dinero y al pueblo de Roma sus jardines y propiedades. Eso precipita la condena a muerte de Bruto y la de "sus honorables amigos", marca el éxito oratorio de Antonio y su futuro triunfo político. Esa parece una forma burda y sólida de entregar algo, pero es sin embargo contundente y efectiva. Nosotros podemos dar una frase de Kant, una poesía, o una explicación inteligente de la confusa situación que mantenía ansioso al auditorio, y la gente ya habrá obtenido algo concreto. Mientras más oyentes lo perciban así, mayor será su identificación y más fuerte su "sentimiento del nosotros", lo que retroalimentará su satisfacción, pues "juntos podemos más que solos". La naturaleza de la contraprestación que aporta el orador puede ser inmaterial, pero el público la valora enormemente. Mi experiencia comprueba que la audiencia se siente elevada cuando se le entrega estética, elevación, espiritualidad, códigos de comprensión y análisis. En tales situaciones, el público se siente más respetado que cuando se le ofrecen "inmedia-tismos" poco creíbles o bienes materiales, como acostumbran hacerlo los extremistas y los reaccionarios. Gracias a lo que obtenga, la gente podrá superar sus propios temores y su propia ansiedad. El público que no se beneficia se convierte de inmediato en adversario del orador. Cuidado con aquellos asistentes que se marchan sin recibir algo nuevo e importante para ellos. b) La ubicación del público Usted está afuera, todavía no ha entrado, ya sabe que dentro está la ansiedad de la espera, pero aún no ha visto a la gente. En cuanto ingrese, tiene que estudiar a su público comenzando por la forma en que está ubicado, aunque es aconsejable informarse previamente sobre la composición y la distribución de los futuros oyentes. Primero debemos verificar cómo se ha distribuido el público: ¿está sentado o de pie?. Esto nos dará la ocasión de organi-zarlo espacialmente y construir nuestro propio auditorio. Por ejemplo, si los asistentes se ubican separados o en grupos alejados físicamente es un público con una actitud inicial contestataria, crítica o por lo menos indiferente. Lo primero que debemos hacer es juntarlo, acercarlo al orador, aglutinarlo. Aunque tengan una actitud crítica, cuando los invitamos a acercarse al expositor y a integrar un solo conjunto: "adelante, por favor, el micro está fallando", vamos a ganar en varios aspectos. Al estar juntas, las personas tienden a tener reacciones similares, pues cada uno es proclive a

imitar la actitud y el movimiento de quien tiene a su lado. La tendencia será más fuerte, confonne más cercana esté la gente. Un público agrupado se comunica más rápidamente las sensaciones. Los que escogieron sentarse al fondo del espacio desde el comienzo, lo hicieron porque tienen poco interés o porque son contestatarios. Desde el momento inicial, debemos optar entre prescindir de su atención o forzarlos a sentarse adelante. Juntar al público y lograr que sus primeras filas estén cerca del orador es la mejor manera de orientarlo y hacerlo consentir; es decir, imitarse a sí mismo, contagiarse sus emociones, sus aplausos físicos, su risa, aunque, claio^ está, también su rechazo o sus bostezos. En conclusión, necesitamos tenei un público homogéneo y agrupado, que no se disperse ni eluda su relación con el expositor. ' Si el público está separado, tenderá a la desconfianza y mantendrá una actitud crítica frente a usted. Desde el inicio le plantearán un reto, una valla más alta para ser convencidos. Otro aspecto muy importante: el propio orador debe estai ceica de su público, pues de esa manera se integra más fácilmente con él. De esa manera los oyentes no solo se identificarán entre sí como grupo, sino también con usted. Y ya sabemos que en la relación del orador con la gente se producirá el fenómeno de la "facilitación", por el que se fortalecerán tanto el rendimiento del orador como la retroalimentación discursiva del público. Con el mismo objetivo, con nuestro lenguaje corporal, con la forma en que organicemos los argumentos, las palabras y su ritmo, promoveremos la imitación de nuestras expresiones y la gente se sentirá impulsada a pensar más rápidamente con nosotros. Recuerden que, así como quienes hacen spinning en conjunto rinden más que quienes están solos en su bicicleta, los que estemos aquí pensando en conjunto pensaremos más y mejor que individualmente. Eso está comprobado^ Depende del orador hacer pensar mejor a la gente, ese es su papel y la gente lo siente, pero lo siente más si está muy unida, pues si no hay espacios vacíos estará' más dispuesta a trabajar con usted. Estudie la ubicación de su público y actúe sobi e ella. c) La edad y el nivel cultural del público Normalmente el público joven es menos informado o cree serlo, aunque en la actualidad ocurra lo contrario. Por ello puede ser más reactivo, pero finalmente es más accesible. Dirigirse a un público joven exige otro tipo de adjetivos y mensajes emocionales. José Ingenieros había advertido que hablar a la juventud es un "género sagrado de oratoria". Exige mayor sensibilidad en el mensaje, sin caer en el mero lirismo, y dejar constancia en las palabras que se habla para el público joven, pues este tiene un alto nivel de autoidenti-ficación. El público mayor ya vivió muchas veces esta experiencia y puede compararla con otras situaciones, pues ha escuchado a cincuenta conferencistas o candidatos dar sus discursos. Entonces, puede concluir; "aquel sabía, este no; aquel era atractivo, este no lo es; este gesticula bien o no se mueve bien". También puede percibir si el uso de los signos de puntuación es correcto o el orden de los argumentos es el adecuado, entre otros aspectos. Los públicos mayores son más 8 9


cautelosos, plantean más obstáculos para aceptar las proposiciones. d) Conectarse con el público: la entrada Usted ingresó al auditorio luego de conocer las cuestiones básicas: el número, la edad, la ubicación, y en seguida debe vincularse al público desde el momento mismo de comenzar a hablar. Recuerden el estupendo discurso de Raúl Alfonsín, que en un mitin electoral ante cien mil personas, en la ciudad de Rosario, comenzó diciendo: "Se acaba la dictadura". Fue afirmativo y concluyente. Faltaban tres días para los comicios y en la primera frase lo dijo todo: "Se acaba la dictadura, se acaba la dictadura, se acaba la inmoralidad y la prepotencia, se acaban el miedo y la represión, se acaba el hambre obrero, se acaban las fábricas muertas, se acaba el imperio del dinero sobre el esfuerzo de la producción. ¡Se terminó! ¡Basta de ser extranjeros en nuestra propia tierra!". Ya está cumplido el discurso. Fue escrito. Normalmente algunos llevan una pieza escrita, pero en ciertos momentos le introducen nuevos elementos. En este caso, Alfonsín se apartó del texto, como lo hizo Martin Luther King en su célebre discurso, "Tengo un sueño", que ahora debemos estudiar. A ambos los ganó la multitud, la historia y fueron inspirados por la emoción de la gente. Los dos reconstruyeron su mensaje conforme hablaban. Recordemos una vez más que para realizar una gran intervención, lo fundamental es tener antes del discurso un esquema con frases de entrada y salida, y luego reconstruirlo delante del público. Improvisar por completo es correr un riesgo enorme, pero si usted tiene un esquema claro, y sabe cómo entrar y salir, es libre de dejar lo memorizado en medio de la exposición. Sobre un plan preparado, puede arriesgarse con nuevos párrafos o temas, responder algún argumento adverso, y eso le dará mucha mayor convicción. Así, si está hablando y alguien interrumpe o grita, usted le podrá responder in situ y demostrar al auditorio que está improvisando y es auténtico. El lector del telepronter o el declamador ¿3 lo memorizado integralmente serían desenmascarados en una circunstancia así. Volvamos a Ja conexión inicial. Quien ingresa tiene que obseivar al público. Un expositor capaz entra y mira a todos, saluda, sonríe y demuestra que está por encima de la situación. Además, si lo decide y tiene la fuerza necesaria, da la mano a las personas del auditorio y les agradece su presencia. No hay instrumento más fuerte para conectarse con el público que darle la mano. Usted tiene que mirar al público cuando entra, eso le permitirá reconocerlo, y luego seguir observándolo mientras lo presentan. Normalmente, los importantes, los que tienen mayor influencia, las antenas de la multitud, se ubican adelante, y comunicándonos con ellos, estamos haciéndolo con los demás. Entonces si saluda a uno o a varios de ellos, si los menciona en una parte del discurso, los contacta y pone a su favor a una parte del público. Pero eso no nos debe llevar a un error muy frecuente. En muchas ocasiones, los oradores hacen una interminable lista de cargos y nombres antes de comenzar su discurso. Mencionan a cada dignatario, autoridad y personaje. Me ha

tocado escuchar vocativos que mencionan hasta treinta autoridades y personajes en los primeros cinco minutos. Creo que esa es una suerte de rendición del orador, que además lo indispone con la mayoría de los asistentes. Cuando sea posible, el orador debe sintetizar todo ello en una sola o pocas advocaciones: dirigirse a uno, el anfitrión o al más importante: "Señor Rector de la Universidad, distinguidos invitados y público asistente" y punto. Esta es otra muestra de dominio de escena: sintetizar al público. Ya en el curso de la intervención podemos aludir a determinadas personas y así nos conectaremos con su círculo de influencia, lo que es una forma de conectarse a través de ellos con gran parte del público. Con el público uno se conecta, asumiéndolo, antes de que él lo haga con uno, mediante la presentación, la mirada. La sonrisa es fundamental por más que usted se encuentre lleno de temor en el primer momento, y con más razón ante una audiencia hostil. He sido hombre de Estado, por consiguiente soy un personaje controversial, pero nunca le pierdo ni la cara ni la sonrisa al público. Puedo entrar a un evento de los más recalcitrantes opositores pero no les perderé ni la mirada ni la sonrisa, aunque no me las devuelvan. No interesa. Hago mi deber y siempre habrá quienes lo comprendan en el auditorio. Me interesa establecer con ellos un primer contacto emocional. Después, ellos harán su labor durante la intervención y contagiarán o neutralizarán a los demás. Lógicamente, un caso extremo es el del presidente peruano Manuel Prado, de quien se cuenta que, cuando no existía la televisión, asistía los domingos al hipódromo lujosamente vestido con chaqué, tanguito y usaba gran cantidad de condecoraciones, que tal vez había ganado en "célebres batallas", como Leipzig, Austerlitz, etc. Entraba al hipódromo y el público prorrumpía en generalizados y estruendosos chiflidos y gritos contra él. Prado pasaba en su carro descubierto saludando sonriente a la tribuna y repitiendo: "Los silbidos no salen en la foto". Necesitamos conectamos con las personas caracterizadas, las más importantes. El orador debe saber que todos, individualmente o en conjunto, van a dialogar con él. En ese momento, los oyentes tienen un propio ritmo cerebral de argumentación y la labor del expositor será promover su concertación. La actitud normal del público consiste en querer anticipar todo, participar del juego argumental y retórico, y debemos ser conscientes de que seremos inquiridos y contestados en silencio por mucha gente; sin embargo, las respuestas no solo consistirán en argumentos, sino que involucrarán simultáneamente sus varias inteligencias. Eso lo comprobaremos en la progresiva expresión del auditorio, cuyos diversos mensajes debe servimos de orientación para "torear para todos los tendidos". 3) Sentir al público y sentir con el público Una vez establecido el contacto directo con el público, se trata de sentirlo, y ello impone hacer una suerte de psicoanálisis del conjunto del público y luego del otro conjunto formado por el orador y el público. A partir del momento en el que el expositor toma la palabra, los oyentes están en actividad aunque parezcan en actitud pasiva: los unos, contestataria; los otros, elaborativa o afectiva, f n conjunto, 9 1


hemos comenzado a integrar un grupo, solo que uno está hablando por todos, cumpliendo una función para el grupo. Si el público expresa tendencias destructivas o eróticas, si tiene demandas no canalizadas tendrá el papel del inconsciente, y el orador al sublimar, canalizar y orientar tomará el rol del Yo consciente. Además, después de los primeros diez o quince minutos, comenzará a suceder todo lo que siempre ocurre en los grupos: la creación del sentimiento del "nosotros" y la atribución simbólica de roles esenciales de autoridad paterna o de concesión materna a cada componente. ¿Qué papel quiere cumplir el orador ante cada público? Ahí está el gran problema para el que la voluntad del orador es solo un elemento, pues lo demás lo aportan el público, el discurso y la circunstancia. Después de la introducción, el saludo y ubicar a la gente, siempre se debe comunicar en el párrafo inicial el resumen del anuncio esencial. Luego vienen el desairollo, el cuento, la ironía, la tristeza, la poesía, la contundencia, la cati-linaria. Mientras estemos exponiendo, se estará reproduciendo en la gente, entre sí y en su relación con el orador, un conjunto de relaciones elementales. Al interior del gmpo se reconstruirán la estructura y la jerarquía de la autoridad básica. Casi siempre hay en el giupo un padre poderdante de la autoridad, y si el orador no cumple ese rol, lo asumirá progresivamente otra persona por su influencia. Hable o no hable, alguien se atribuirá el rol conductor de autoridad. En todo público hay una energía difusa, hecha de impulsos básicos, que conforme avanza el discurso comienza a crisparse; por eso la gente asiente, cambia de posición en el asiento, aplaude, grita. Está disipando su ansiedad, su adrenalina. En todo grupo apreciaremos esa dinámica sentimental básica, que el orador debe sentii' e interpretar de inmediato: ¿quién asume el-npl de padre, el de madre, el de hijo? ¿Qué rol se me asigna o qué rol adopto si tengo la energía suficiente? Tenemos que aprender a sentir a la gente. Si obseiva muchos hijos y direcciones en conflicto, no asuma de inmediato el rol de padre autoritario, sino el de madre concesiva; es lo más eficaz, porque así evitará la reacción de la gente que espera expresar con intensidad sus inquietudes. Evite que lo haga en contra del orador. Debe evaluar qué rol va a adoptar, pues si se equivoca de papel, corre un grave riesgo. En segundo lugar, debemos percibir los ciclos de la energía que se concentra en el público. Cuando llegamos hay un quantum de energía, ansiedad, expectativa y cuando hablamos, la energía comienza a acumularse: el que quiere hacer su pregunta, el que quiere intemimpir, el que no está de acuerdo. El buen expositor hace que cada cierto tiempo se disipe esa ansiedad, descargándola mediante el aplauso o la risa. Winston Churchill era un gran orador, brevísimo pero efectista. En una ocasión, pronunciaba un discurso ante la Cámara y de pronto lo interrumpió una conservadora, que le dijo: "Señor Churchill, si yo fuera su esposa, le daría veneno" y Churchill le contestó: "Y si yo fuera su esposo, me lo tomaría". Fue esa agudeza la que ese día le permitió obtener un voto aprobatorio. La elegante ironía es premiada y recordada. El gran dramaturgo Bemard Shaw, que era enemigo de 9

Churchill, estrenaba una nueva obra teatral y envió a Churchill, que en ese momento era un político impopular, dos entradas junto con una nota: "Señor Churchill, le envío dos entradas, una para usted y otra por si tiene algún amigo que invitar". Al día siguiente, recibió una tarjeta: "Estimado señor Shaw, le agradezco muchísimo las entradas, anoche mi trabajo me impidió asistir, pero si la obra logra presentarse por segunda vez, le ruego que me invite". Era humor fino, que no se usa frecuentemente, pues para ello se requiere una dosis mayor de inteligencia. En el desarrollo de la exposición, un recurso para contar con un apoyo que permita la ironía es "identificar al punto"; es decir, ubicar a la persona que sintetiza cómicamente al auditorio y referirse de tanto en tanto a él. Este recurso es válido en ej caso de una exposición larga, pues si solo es de diez minutos no tendremos tiempo para ello. Además, tendrá un segundo efecto en el público, pues cada uno de los concunentes tendrá temor dé ser el próximo "punto" y reprimirá cualquier exabrupto. Volvamos al tema: sentir al público. Debemos interpretar sus relaciones sentimentales básicas, percibir la acumulación de la energía que tenemos que disipar, con ironía en un buen momento, con un aplauso en otro, así como identificar la necesidad de gratificar al público que demanda concesiones maternas, como que le concedan la razón en algo, le confirmen su identidad o le brinden seguridad. Pero esto exige frases que no tengan una interpretación difícil o equívoca. / El célebre dramaturgo Jean Girardoux escribió una sugestiva obra de análisis político, que tituló: "La Guerra de Troya no tendrá lugar". En la obra, los troyanos se dan cuenta de que dentro del caballo hay enemigos y casi impiden la sorpresa urdida por Ulises. Entonces* en las marquesinas del teatro y en los avisos anunciaron: "La Guerra de Troya no tendrá lugar", y ocurrió que la gente llegaba a la puerta del teatro y se marchaba diciendo: "Han suspendido la función". Debemos dar al público la confirmación de lo que cree o nuevas orientaciones, pero con certeza y expresiones claras, y no con fiases equívocas como "la Guerra de Troya no tendrá lugar". Un treinta por ciento de las personas a las que nos dirigimos son hijos de hogares monoparentalcs, abandonados por el padre. Estas personas tienen profundos problemas de estructura emocional, psicoanalíticamente explicables. Necesitan certezas. Cuando cantan, aplauden al mismo tiempo o tienen un caudillo y un modelo de conducta cuentan con mecanismos de apoyo emocional. Usted les está ofreciendo un soporte anímico para compensar lo que les falta. Pero, preste atención: un orador democrático jamás debe abusar de esa relación, como no debe hacerlo^ tampoco el terapeuta con el paciente. Para evitar esa tentación, ambos deben analizarse por la meditación o por la terapia de otro, pues el deber primordial del orador es promover la liberación intelectual y emocional de sus oyentes.

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Quinta lectura práctica: Discurso del presidente Alan García durante cena ofrecida al presidente de Chile, Sebastián Piñera. 25 de noviembre de 2010 "Excelentísimo señor Presidente, Sebastián Piñera, señores ministros y congresistas, funcionarios que lo acompañan, dignas autoridades nacionales y dirigentes empresariales y sociales: Todos los peruanos tenemos la enorme satisfacción de recibir hoy a quien por el voto del pueblo chileno es el primer mandatario de Chile, y reconocemos la enorme trascendencia de su visita para abrir un capítulo nuevo de confianza, un capítulo de acercamiento y de amistad. Reconocemos lo importante que es su presencia, la cual vamos a retribuir debida y prontamente visitando Chile como jefe de Estado, y debemos decir que nuestra reunión no ha estado exenta ciertamente de tensiones, de preocupaciones, de saber los efectos que podría tener ante nuestros pueblos y ante la comunidad internacional. Pero concluimos, después de haber conversado, en que estamos totalmente convencidos de que al lado de aquello que nos separa, que es poco, tenemos mucho que nos une: esencialmente, el futuro por construir en favor de nuestros pueblos, de su desarrollo y de la integración continental. Nosotros coincidimos profundamente con la democracia chilena, recuperada con grandes esfuerzos y tras largas paciencias; coincidimos con su vocación de defensa de los derechos humanos y su vocación libertaria; coincidimos con el camino que han construido a lo largo de siglos los trabajadores, los empresarios, los hombres y mujeres de Chile; y sabemos que es a través de la apertura al mundo como nuestros pueblos pueden obtener tecnología y recursos con los cuales generar empleo, crear riqueza y distribuirla con justicia social. Por eso coincidimos en todos los foros internacionales con nuestros planteamientos, en la profundización de la integración comercial del Pacífico a través del acuerdo estratégico transpacífico, que nos vincula ahora con grandes economías como EE.UU., Japón, Singapur o Brunei; y por eso coincidimos con nuestros puntos de vista respecto a que las dos riberas de esa área del Pacífico deben convertirse en una gran zona de libre comercio para beneficio de todos los pueblos que habitan en esos países. Por eso, hemos ido construyendo poco a poco un acuerdo de integración económica, al cual vamos añadiendo de manera progresiva y acumulativa nuevos capítulos. Como en esta ocasión, cuando después de nuestras conversaciones agregamos capítulos sobre compras estatales, capítulos sobre servicios financieros, capítulos sobre servicios aéreos. Todo ello para completar nuestro trabajo de integrar en un solo pueblo a nuestros habitantes. Estamos, pues, convencidos, y en anticipo de ello hemos tenido la presencia de capitales de inversión chilenos, que en número creciente han venido y son bienvenidos al Perú para ayudar en este trabajo de crecimiento y de modernización de la economía. Estamos orgullosos de que este primer paso haya sido seguido por

los capitales y empresarios peruanos, que han aprendido el camino de Chile, y están ahí también invirtiendo día a día cada vez más recursos y más conocimiento empresarial. Por eso, nos satisface profundamente poder dar un paso más en este empeño, pues cuando nos preguntamos qué nos falta, debemos comprender que nos falta confianza, nos falta dejar atrás el temor, nos falta dejar atrás el recelo. Ciertamente hay muchas cosas que podrían motivar el rencor y el recelo, pero el camino de los pueblos tiene que ser hacia adelante y el camino de la integración tiene que ser hacia el futuro. Nosotros debemos remar en el sentido de la historia, como lo estamos haciendo a través de esta visita. Siempre hemos querido desterrar, allá, de las mentes y las conciencias la idea de que el Perú tiene un afán de venganza reivindicativa o un proyecto punitivo; o hemos querido desterrar, aquí, la idea de que Chile quiere una continua expansión de su territorio. De esto viven los mercaderes de armas, de esto viven los que siembran temor y los que de esa manera nos distraen del gran objetivo común; la justicia social. Por eso, estamos satisfechos de construir desde sus cimientos esta nueva confianza del siglo XXI, que nos permitirá hacer como han hecho los grandes pueblos del planeta. Testigos hemos sido de milenios de enfrentamientos, guerras y odios en Europa, que han dejado decenas de millones de muertos y países destruidos en ese continente, testigos somos ahora de cómo se acercan esos pueblos, en un acto de conciencia histórica para hacer unidad y para sembrar la paz. Eso es lo que quisiéramos repetir, que el futuro sea de confianza, que aprendamos a tener menos recelo, a creer en nuestros hermanos, porque el que no confía en sí mismo, lo hace poco en el otro. Tengamos seguridad, dejemos atrás cualquier recuerdo complejo y unámonos en un solo esfuerzo, que es el de este tiempo, de este capítulo humano y es el camino de las juventudes. Esta mañana me preguntaba si Francia y Alemania han podido hacer algo tan inmenso, como es su paz, por qué no podríamos lograrlo estos dos pueblos que apenas hemos recorrido centímetros de dolor, en comparación con los kilómetros recorridos por esos pueblos europeos. Otros ejemplos en la tierra también nos muestran que, por encima del rencor, el recelo, la desconfianza o el temor, deben estar siempre la esperanza y la confianza. Esa es mi fe, es mi apuesta por el destino y mi confianza en que la especie humana, en su intelecto, siempre vencerá. A veces, a lo largo de la historia parece que el mal o el temor o el rencor se quedan para siempre, pero la historia nos enseña, y Gandhi ya afirmaba que el bien y la verdad son los que triunfan al final. Estoy convencido de que el bien y la verdacj tienen que triunfar entre nuestros países y hacemos partícipes de una hermandad renovada que nos permita crecer más, brindar más al pobre y ganar, ¿por qué no?, a los países que hoy se les llama desarrollados. Finalmente, señor Presidente, pensamos parecido, sentimos parecido, vivimos parecido. Cuando recuerdo a Garcilaso de lá Vega y su descripción extraordinaria de este nuevo mundo, pienso también en Alonso de Ercilla y su Araucana. "Ufano andaba el bárbaro y contento", comienza así, entre los toquis Q<¡


transportando ese pesado tronco que le daría la fuerza del mando. Es un bello ejemplo del peso y la responsabilidad en la conducción de los pueblos. Después vinieron los caupolicanes, los lautaros, los manco incas y los túpac amarus. Somos, pues, parte de esta misma cadena, ¡cómo no enlazar nuestras venas poéticas! Recuerdo una poesía poco conocida de Pablo Neruda, que dice: "Dónde estará la Guillemiína, cuando mi hermana la invitó, salí a abrir la puerta, y entró con ella el sol, y entraron las estrellas, entraron las trenzas de trigo y los ojos interminables". Y eso me recuerda, cómo no, el pueblo de Santiago de Chuco, el de César Vallejo y su pregunta: "Qué hará en esta hora mi andina y dulce Rila de junco y capulí en esta hora en que me ahoga Bizancio, y que dormita la sangre, como flojo coñac, dentro de mí". Neruda y Vallejo, al unísono, preguntándose "dónde está", como una vieja interrogante de todo nuestro continente: dónde está nuestra paz, dónde está nuestra hermandad, dónde está nuestra cercanía. Y si pensamos y somos iguales, cantamos por igual y por doquier amamos. Recordamos a Amanda en la calle vacía, buscando a Manuel, y al tiempo pensamos en "El Plebeyo", en la penumbra, reclamando que si el amor es humano tiene algo de divino porque hasta Dios amó. Y sí todo eso nos vincula, y si también nos unen el buen sentir del comer y el buen sentir de los vinos, ¿por qué damos entonces las espaldas cuando hay otros pueblos que estando juntos caminan velozmente? Todo lo que es integración es lo que ha hecho la grandeza de los pueblos, todo lo que es paz ha hecho la grandeza de los pueblos, pero para la paz se requieren signos de confianza, y un signo de confianza es el que hoy día ha dado usted, Presidente Sebastián Piñera, viniendo al Perú. Yo sé lo que arriesga ante la opinión y la prensa, yo sé lo que se dice, pero sé que ha pasado por encima de eso porque es un hombre valeroso y moderno, porque quiere construir y no vivir de viejas acrimonias. En ese sentido, el paso dado tiene que ser correspondido* con franqueza y decisión. Hemos dicho que si lo que nos separa casi no nos separa, porque está en manos de otros, los jueces, entonces lo que nos junta es lo que tenemos que hacer unidos, lo que debemos construir como ejemplo, como simiente de la paz, que hay que rescatar desde la historia, desde el alma. La paz hay que rescatarla desde los sentimientos, la paz germinal, como el rescate de los mineros desde el fondo de la tiena. Y si hay que excavar no 700 sino 7 mil metros para buscar la paz, yo seré el primero en ir con una lampa a excavar y a buscar la paz en donde esté, porque la paz y la confianza son lo que tiene que unir a nuestros pueblos y hacer grandes nuestros destinos. Bienvenido el señor Presidente Piñera. Permítanme levantar mi copa por la amistad de nuestros pueblos y en bienvenida al Presidente de Chile. ¡Salud!".

CAPÍTULO V

DEJAR HABLAR AL CUERPO

A hora estamos ya frente al auditorio, con un discurso que no vamos a leer ni a repetir de memoria, pues deseamos hablar con la mayor sinceridad y transparencia ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo, además del esquema y la preparación? El gran secreto es dejar hablar a nuestro cuerpo, lo que no solamente significa mover los brazos como un recitador memorístico o saltar como un bailarín. Dejar hablar al cuerpo comienza por la propia voz, que es una modulación del cuerpo. De acuerdo con su tono, su nivel y su ímpetu, confirmaremos al público la certeza de lo que pensamos, la fuerza de nuestra convicción. Dejemos hablar al cuerpo a través de la voz. Previamente nos vamos a referir al cuerpo en general, por lo que analizaremos algunos puntos. Tomemos un limón, lo partimos por la mitad y colocamos una parte dentro de la boca y lo apretamos. Comprobarán que en lá mayor parte de su público se desencadena una sensación acida. Eso se llama "sinestesia"; es decir, la invasión de un sentido sobre otros, lo que parecería explicarse por la vecindad de las áreas cerebrales, hecho que también genera los reflejos o respuestas condicionadas. El cuerpo siempre está transmitiendo mensajes, como esta sensación acida que amenaza destruir los dientes de los presentes. Si después de un tiempo de exposición alguien bosteza, un buen número de asistentes también deseará hacerlo, porque es otra sensación que el cuerpo inconscientemente comparte: el cansancio y el desentumecimiento a través del bostezo. Una situación hilarante genera risa, pero si se está en grupo, esta se ^multiplica. Bien se dice que "la risa es contagiosa” y tan transmisible como la burla, cuando el blanco de ella es otra persona. Asimismo, se produce en Ja representación de una ópera, cuando al terminar un aria el tenor o una rapsodia el pianista, alguien tose y desencadena un coro de toses en toda la platea. En primer lugar, esta reacción se produce por imitación, pero en segundo término, ocurre porque todos viven el mismo trance de ansiedad que el cantante ante el esfuerzo que demanda el aria.


En esos, como en muchos casos, el cuerpo es imitado por otros. Y puede hacerlo por una razón básica: el cuerpo se imita a sí mismo. Lo señalamos antes: ¿Cómo hace cada persona para donnir? Imita la actitud, la posición en que durmió la noche anterior, imita el sueño y duerme. El cuerpo es esencialmente imitativo. Por eso, reiteramos, los sociólogos han analizado el rendimiento físico y concluido que se transmite y emula, alcanzándose un mayor nivel en grupo que individualmente. El cuerpo transmite energía cuando está en competición, transmite sensaciones, risa, llanto, pero también ideas esenciales, como la de los pensamientos elevados y sublimes a través de la mirada y los brazos levantados. Si el cuerpo sabe comunicar por sí mismo, ¿por qué no aprendemos otra vez a comunicamos con él? Para ser oradores necesitamos dejar hablar a nuestro cuerpo. Normalmente, al orador le ponen un estrado, una barrera delante. Hay una fuerte razón: cuando está frente a un grupo pequeño o una inmensa multitud el orador se siente desnudo. Por eso usa algo delante, sea una mesa, un atril o una baranda. Además, requiere algo que tocar para disipar su adrenalina, como si se parapetara defensivamente. Pero la verdad es que la comunicación más personal y profunda se produce cuando el orador está simplemente de pie sobre la escena, sin nada que lo oculte. Hay que dejar hablar al cuerpo. Pero lo fundamental es que no diga lo contrario a lo que está diciendo la boca. Debemos analizar las sensaciones transmisibles, como las que hemos mencionado, y readquirir las habilidades y capacidades de nuestro cuerpo. El niño sabe transmitir con su cuerpo ideas, sensaciones, emociones. Después, cuando aprende a hablar literariamente, por razón sustitutiva, pierde la capacidad mímica. Para el orador, la capacidad mímica es imprescindible: el que expresa a otros y desea convencer, necesita hablar con su cuerpo y readquirir su fuerza mímica. Y solo podrá hacerlo liberando sus movimientos, como en otros casos, a través de la mímica repetida. El cueipo tiene un conjunto de códigos que un personaje primitivo de hace cien mil años entendería, pero que también puede comprender un hombre moderno, sin necesidad de análisis consciente. Por ejemplo, cuando pronunciemos la parte más importante del discurso, levantaremos los brazos. Y si queremos hablar de lo negativo, los bajaremos. ¿Por qué? Porque arriba está el cielo y abajo el infierno o la tumba. Parece elemental, pero no lo es tanto. Jacques Pirenne, al analizar las grandes corrientes de la historia, comprueba que desde los más remotos orígenes del hombre ha existido una relación de valores entre el mundo creado y su creador, entre la materia y el espíritu, atribuyendo la primacía a este último. Y debiéramos añadir, ha ubicado el espíritu y la pureza en lo alto. Si está sentado y quiere que el público se identifique con usted y perciba que está haciendo todo su esfuerzo por convencerlo y di-ciéndole la verdad, tiene que inclinarse hacia delante y apoyar los codos sobre la mesa. Son códigos elementales del lenguaje físico.

1) La posición Delante del orador se encuentra una barrera vertical e invisible que lo separa de la gente. Si usted se inclina hacia atrás, le está diciendo al público: "No creas nada de lo que hablo"; si lo hace hacia delante, le dirá a la gente: "Lo que te digo es cierto y tengo toda la convicción". Si alguien le habla cuando usted está recostado hacia delante, él sabrá que es bienvenido; en cambio, si estuviera inclinado hacia atrás, se sentirá rechazado. Peor aun es cruzarse de brazos, pues le está comunicando a todos: "No acepto nada de lo que me digan", "no me gusta el público", "no le creo nada". Si ustedes ponen los brazos rígidos a lo largo del cuerpo, están transmitiendo: "tengo terror", y cuando abren sus brazos en cruz, no hay falla, es la apertura, la tolerancia y le están presentando una cruz al público. Así, hay un lenguaje mímico que es muy importante. Básicamente utiliza los codos, los brazos, las manos, el ritmo de su movimiento y el ritmo con el que se camina. Después abordaremos el uso de la voz y, más adelante, podremos entrar al contenido racional de las intervenciones, el tipo de discursos y el para qué queremos hablar. Si usted está de pie y la gente lo ve de cuerpo entero, nunca se presente con las piernas juntas, pues nadie sentirá que expone con firmeza. La posición adecuada es con las piernas un poco separadas, pues ello comunica confianza y comodidad. Una persona que se presenta con las piernas juntas, en posición militar de "atención", no está en acción, sino en actitud de escuchar o recibir órdenes. El discurso se comunica con el mundo, con la tierra, que es la madre de toda energía. Los discursos tienen que sentirse en los talones, sentir que se establece un vínculo con la energía de la tierra: el orador tiene que adquirir ñierzas de la tierra, por la estabilidad física que esta le da, la cual se traduce en estabilidad anímica. La estabilidad anímica básica está en las plantas de los pies, la explicación en los talones, y la convicción y la intensidad en las puntas. Naturalmente la fuerza de una idea central o la de un tono elevado de la voz permiten ser acentuadas mediante el recurso de "empinarse sobre la punta de los pies", tal como un tenor se ayuda en el punto culminante y más agudo de las arias. Es una mecánica similar a la expresión operática. Y aun si la gente no puede ver sus pies, por la posición general del cuerpo interpretará cómo están sus pies y percibirá los propósitos de su discurso. ¡Dejemos hablar al cueipo! Desde que se nos enseña en la escuela cómo comunicar las cosas de manera auditiva, vocal, y lingüística; desde que se nos enseña a expresar las cosas en "prosa", maniatamos nuestro cuerpo y olvidamos moverlo con naturalidad, a pesar de que el cueipo es un gran instrumento de comunicación de señales, estados de ánimo y órdenes. Conocí a un general de la Policía que podía saber cinco mil chistes de memoria y era, además, como uno de esos aparatos de disco en los que se pone el número, la máquina da vuelta y suena la música. Era capaz de contar diez historias distintas sobre cualquier tema que se le propusiera, a la vez que daba

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una cátedra de mímica» onomatopeya y entonación; al momento de llegar a la conclusión, siempre inesperada, cambiaba de posición y desestabilizaba al auditorio. Llegó a ser un alto jefe por sus servicios, pero además por esa habilidad, porque el chiste es una forma de comunicación, es un pequeño discurso que permite descargar adrenalina a quienes están presentes, los alivia, los relaja y los vuelve más receptivos y convencibles. Además, por efecto de la facilitación y de la sinestesia, cuanto más se ríe un grupo, más gracioso le parece todo. Es la fuerza de la inercia, de la misma manera en que la convicción desencadena su propia secuencia, persuadiendo a los oyentes y haciendo eco sobre el orador. Un ejemplo adicional: en 1920 llegó a Lima un célebre hipnotizador llamado Onofroff, cuya fama llegó por tradición oral hasta mi generación. Onofroff no era simplemente el hipnotista que mira a los ojos de las personas o las cansa con su tono de voz (uno de los instrumentos de la hipnosis es fatigar rítmicamente a una persona). Onofroff se presentó en el teatro de Lima, donde hizo la siguiente impresionante demostración: entró en el escenario, fue aplaudido y de inmediato comenzó a explicar al publico la razón de su demora: "Señores y señoras, yo les pido mil disculpas por la tardanza con la que he llegado, pues he tenido un grave problema antes de venir. Lamento mucho haber tardado tanto tiempo, en verdad una hora de demora es demasiado. Les pido mil disculpas por la espera". Entonces la gente concluyó: "¡Por qué se ha demorado tanto, es una falta de respeto!". Y comenzó a golpear con los pies en la platea gritando: "¡Tarde! ¡Tarde!", amenazando con quemar el teatro. En medio del gran escándalo, Onofroff gritó: "¡Por favor, miren sus relojes!". Lo hicieron y comprobaron que eran "las ocho en punto", la hora exacta de la función. Onofroff los había sugestionado haciéndoles sentir que era muy tarde. Eso es atribuible a la fuerza de su convicción. Entonces, entusiasmada, la sociedad de Lima le ofreció una comida en el Jardín de la Exposición, que era el restaurante más elegante, solo para ser burlada otra vez. Onofroff comió con gran cantidad de personas, entre intelectuales, políticos y literatos. Después pidió la cuenta: "¡No, nosotros vamos a pagar!", le dijeron» "Por favor, permítanme pagar a mí", respondió. Vino el administrador, Onofroff tomó un periódico, lo rompió, puso los pedazos de papel en la bandeja y el maitre vio el dinero. Pero lo importante fue que el maitre, lleno de convicción, fue a la caja y trajo el vuelto. Esto lo vieron muchas personas y hasta ahora se recuerda, porque comunicó con sus movimientos una enorme convicción, sin dejar lugar a una duda. La convicción que uno pone en el cueipo es un elemento fundamental para la comunicación. Lo que expresamos no llega directamente al cerebro de los escuchas. Lo primero que reciben es nuestra imagen: la mirada, el cuerpo del orador que hace ademanes. Luego, escuchan nuestra voz, con sus modulaciones y tonos, que demuestran si tenemos convicción. En tercer lugar, están las palabras, que pasan a través de las etapas previas. Solo en cuarto término está lo que se razona. Las personas entienden y aceptan las cosas por lo que ven y luego

por las ideas que reciben. Si usted no transmite convicción, no le aceptarán sus ideas. Lo que uno debe transmitir son certezas, y para ello debe tener confianza. Pero repitamos, sólo transmite fe quien la tiene, y sólo puede tenerla quien está convencido y ha estudiado lo suficiente. En ese momento, su cuerpo hablará _ automáticamente.

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2) Algunos temas generales Comenzamos a analizar de qué manera podemos permitir que nuestro cuerpo hable, se exprese, y entender algunos códigos corporales de los que normalmente no somos conscientes, pero que son una señal clara de nuestra voluntad para las personas que tenemos enfrente. Por ejemplo, reitero la necesidad de presentarse siempre algo inclinado hacia adelante. Es aconsejable que la persona que está sentada coloque los codos sobre la mesa para poder balancearse y demostrar interés; los tres o cuatro centímetros de distancia respecto al eje vertical son los que hacen la diferencia, y todos percibirán que uno se está alejando de las personas o que uno tiene mucho interés en escucharlas, en acercarse a ellas. Maurice Merleau-Ponty, a quien me he referido antes, en su extraordinario libro "Fenomenología de la percepción", demostró neurofisiológicamente que cuando uno reflexiona sobre algo es porque ya lo tiene adquirido. La re-flexión es así, la vuelta spbre algo de lo que uno ya tiene previamente cons-ciencia, como nosotros la entendemos. La consciencia intelectiva, la consciencia racional consciente de sí misma, actúa sobre ciertas percepciones y sensaciones. Una de ellas es, por ejemplo, la distancia. Yo percibo que estoy lejos del fondo del auditorio porque mi cuerpo así lo siente, por su capacidad de acercarse o no, sin pensarlo. Después, ya puedo medir la distancia en metros, pero esta es una reflexión, es otro tema que pertenece a la consciencia tética, lúcida, racional. El cueipo es un agente que percibe o intuye muchas cosas y expresa no verbalmente. Cuando uno habla, aunque intente no utilizar las manos, emite muchísimas señales con ellas, como un marinero con banderas. Muchas veces el orador no lo piensa en el momento, no es consciente ni se plantea un código de señas con las manos, pero su uso tiene un origen genético. Los animales en trance amoroso o de combate extienden sus plumas y extremidades. La naturaleza está llena de percepciones y anuncios que nadie ha escrito pero que todos aceptamos sin necesidad de pensar. Por ejemplo, todos los animales venenosos son rojos o amarillos, anuncian su veneno de esa manera; forman parte del código de la naturaleza, tal como las manos y los brazos haciendo ondulaciones expresan la conducta sinuosa de una persona, similar a un ofidio reptante. La inclinación como actitud sumisa o de respeto no es propia de los seres humanos, la practican los animales de todas las especies, pero la han incorporado también todos los reglamentos de protocolo y de etiqueta. Uno anuncia así sus intenciones y debe ser consciente de ello, pues ocurre que la vibración de la voz, los gestos y los ojos expresan lo contrario de lo que habla el orador.


Naturalmente, este protolenguaje no va dirigido al intelecto del público, sino al propio cuerpo de los oyentes. Aquí mencionamos la necesidad de hablar al cuerpo del otro utilizando el de uno mismo, lo que es diferente al uso de las palabras sines-tésicas, a las cuales ya nos hemos referido. Uno usa sus brazos, codos, manos, pasos, ojos, voz, puños, para hablar con el cuerpo y transmitir imágenes de convicción, solidez, distancia, etc.; pero también puede utilizar sus palabras para hablarle al cuerpo de otro. Ya hemos visto que hay palabras que desencadenan sensaciones en los sentidos de los oyentes. Es algo similar al ejemplo del limón y la sensación del ácido, pero en este caso no se trata de acciones o gestos, sino de conceptos. Si es tan importante el hecho de que la gente tienda más a aceptar lo que ve que lo que escucha, entonces es fundamental re-ejercitar el cuerpo, incurrir en la aparente locura de hablar ante un espejo o gritar frases ante uno mismo para conocer bien y re-acostumbrarse a la propia voz. Uno de los mejores ejercicios consiste en leer un discurso conocido en voz muy alta; primero, porque al gritar . arrastrará a su cuerpo a moverse, pues si usted lo dice en voz baja su cueipo no lo seguili. Usted tiene que dominar su cueipo y acostumbrarlo a su voz de mando. Si habla en volumen muy bajo y sin entonación, sus manos no se moverán, pero si usted habla en un tono más alto hará que su cuerpo lo siga, como un animal cuando uno hace un movimiento. Hay que lograr que el cueipo lo siga a uno y a su voluntad. Entonces se produce un extraordinario fenómeno de retroalimentación, pues inmediatamente su voz y sus ideas, al verse respaldadas por la mímica, se verán fortalecidas y desaparecerán la vacilación y el temor. No se trata de un fenómeno extraño. Así, por ejemplo, para dormir se adopta la posición del sueño, que se puede desencadenar forzando los bostezos. También es cierto que si bien la risa es resultado del buen estado anímico, se puede lograr lo contrario: induciendo reiteradamente el gesto de la risa usted puede mejorar su estado anímico. En otros términos, no solo se "somatizan" los temas emocionales, sino que los gestos corporales pueden, inversamente, generar emociones. Esto es vital para entender la potencialidad comunicante del cuerpo, aunque ese estudio está más allá del propósito de este texto. Todo lo que hablamos lo acompaña nuestro cuerpo y lo verifica el de los otros. De allí la inmensa fuerza de la televisión, que retrata muy de cerca a los expositores. Alguna vez me entretenía escuchando viejas y admirables voces criollas, y pregunté al dueño de una emisora televisiva: "¿cómo es posible que no contrate a estas personas para que la gente las escuche?". Me contestó: "No, ellos son de la radio. Si los pongo en la pantalla, la gente cambiará de canal". Algo así sucedió con Haya de la ’Torre, que era una personalidad extraordinaria, un líder sin igual, pero no era telegènico. Su rostro era anguloso, su barbilla, pronunciada; su nariz, entre andina y vasca, grande, quebrada y las cejas pronunciadas hacia arriba. Además, vivió casi siempre con sobrepeso. En cambio, Femando Belaúnde, hombre de rostro alargado, dolicocèfalo, tenía cejas cargadas de ensoñación, de indefensión y era delgado. Belaúnde era hombre de la televisión, en 102

tanto que Haya ñie el hombre de la radio. 3) Los brazos....... Los brazos no son tan importantes como las manos, porque forman parte del esquema general del cueipo, así como la estabilidad de las piernas, que deben estar un poco separadas. Recuerden el boceto de Leonardo que traza un círculo perfecto sobre los extremos corporales. Ese es el campo de acción del cuerpo. Los brazos y los codos pegados al cueipo son lo peor que puede mostrar un orador. Debemos hacer permanentemente ejercicios de despegue de los brazos al momento de hablar. Uno tiene que levantar los brazos y acostumbrarse atenerlos en ésa posición en los momentos necesarios. Algunos piensan que la existencia social comunicante de la especie humana empezó hace seis mil años, con la agricultura, o cincuenta mil años antes, con el neolítico. Pero ese no es el inicio, como tampoco lo es el paleolítico, hace 300,000 años, o el descubrimiento de la vida posterior y el entierro de los cadáveres. Retrocediendo, llegamos a los primeros homínidos que caminaron desde el África hacia Europa millones de años atrás. En los antecedentes de la evolución de la especie, podemos llegar hasta los saurios, pasando por los pájaros, que son saurios voladores. ¿Qué hace cualquier papagayo, cualquier pavo real o cualquier animal? Despliega sus atributos de. fuerza. ¿Cuál es la actitud de un pájaro o un frágil gato cuando enfrenta una amenaza? Se eriza, alza su columna, despliega su plumaje o levanta las alas; es decir, intenta causal' mayor impresión física. Ningún ser vivo se minimiza, se empequeñece o enmudece, salvo excepciones. De igual manera, usted tiene que desplega!- sus recursos para dominar el escenario, porque en el fondo está afrontando una situación corporal y racional muy difícil en ese momento. Ya habíamos dicho que hay un código gestual, mínimo e innato, que todos entendemos. Un animal tiene un lenguaje corporal respecto a otro de su especie. No tiene palabras, pero usa su cuerpo; si percibe: "Ese otro es más grande o más fuerte que yo", inmediatamente baja la cola, la esconde entre las piernas o se echa en el suelo como señal de sumisión. Nosotros también tenemos códigos corporales, pero pretendemos ignorarlos, creemos que lo expresado llega a los otros a través de las ideas sin tener en cuenta nuestro cuerpo. Grave error: los instintos básicos y los gestos son el lenguaje común que tenemos con nuestra antigüedad genética. Reitero, cuando usted eleva los brazos con naturalidad y sin proponérselo, está hablando de algo importante. Por tanto, si usted desea que el cueipo y la mente de sus oyentes comprendan que va a tocar lo más elevado, sentimental o trascendente de su discurso, eleve los brazos hacia el espacio. De igual manera, -cuando usted menciona un personaje negativo, odiado o condenable señale con los brazos al suelo. Ello comprobará que está hablando de temas o conductas inferiores, repudia-bles. Eso es parte del lenguaje coiporal que muchas veces usamos sin damos cuenta. La posición de brazos cruzados le está diciendo al público: "No me interesa lo que piensas" o "pongo toda mi resistencia ante tu


opinión". AI interlocutor directo le anuncia que ninguna de sus razones nos convencerá. Es una declaratoria de guerra que solo crea una inconsciente animadversión contra el inexperto que, muchas veces por temor, craza los brazos. Peor aun si además cruza las piernas debajo de la mesa o a la vista del público. En ese caso, está propalando el espantoso mensaje: "No sé para qué estoy hablando a tanta gente incompetente", "esto me aburre", o le está diciendo a quien le preguntaba algo: "Mejor no sigas hablando, estás perdiendo el tiempo y haciéndomelo perder a mí". Una encuesta cualitativa o un focas group permiten apreciar con toda nitidez cómo los grupos adquieren actitudes negativas ante expositores racionalmente claros. Al mostrar el video de la exposición a los participantes y preguntarles el por qué de ello, lo explican diciendo: "Cree que sabe todo", "es muy vanidoso", "es un bacán", etc. Solo cuando el motivador del grupo lo orienta a suponer que también puede ocurrir por el temor o la inexperiencia del orador, los entrevistados "conceden" que "podría ser". Y eso comprueba que la impresión negativa fue mucho más fuerte. 4) Las manos Las manos son el instrumento principal de un expositor, su instrumento mágico. Preguntémonos algo: ¿Por qué nuestros campesinos y todas las civilizaciones originales declaran trascendentales los cerros, los apus? Un cerro es producto de un movimiento tectónico que arrugó la corteza porque debajo de ella hubo una explosión, una compresión de capas de lava o la erupción de un volcán. Así, una montaña es un volcán en posibilidad, o porque se dio una fuerte tensión de la corteza terráquea o porque iba a irrumpir un geiser de lava, pero se quedó solamente en cerro. Ello significa que allí está, actualizada, una energía enorme cuyo origen pudo ocun-ir cinco millones de años antes, pero que mantiene su tensión y su orientación. Por eso le atribuimos voluntad y energía. Ese es el sentido: una montaña es fuente de enoime voluntad natural, porque ha tenido en su nacimiento una fuerza inconmensurable, que aún continúa en ella, condensada, expresando la voluntad creadora. Eso mismo ocurre con la mano extendida con el índice que señala. Es la expresión de la voluntad de comunicar. No habla, pero orienta y comunica. Ninguna estatua se presenta con los brazos y las manos pegados al cuerpo. Por el contrario, se insiste en presentar a los grandes personajes usando sus manos para continuar, después de muertos, señalando el futuro. Eso no es gratuito. La conocida imagen o "ley" de Emst Haeckel señala: "La historia del individuo resume el desan o lio de la especie". ¿Por qué? Porque uno sale del semen, del líquido; es un batracio al comienzo, un espermatozoide al igual que un pez en el agua. Después, uno es un pequeño saurio en el vientre de su madre, y se convierte en un niño que repta, se arrastra, y más tarde comienza a erguirse apoyado en los pies, en las manos, hasta que logra ser un homiis erectiis. De allí derivó Haeckel su "Teoría de la recapitulación", de 1866, según la cual la "ontogenia", o el desarrollo de los individuos orgánicos como una secuencia de formas cambiantes, está determinada por la "filogenia", o el desarrollo orgánico

del grupo al que pertenece: desde el espermatozoide hasta el ser erguido uno resume el desarrollo físico de la especie humana. Es un sugestivo y pedagógico ejemplo, tanto como lo es el enigma de la Esfinge, sobre el animal que camina en cuatro patas en la mañana, en dos al mediodía y en tres al caer la tarde. Continuando ese símil, el desarrollo de la comunicación de la especie humana comienza en el uso de las manos antes que en la palabra y la voz, al igual que nuestro camino al homus erectus. Nuestros primos hermanos, los monos, están a mitad de ese camino, pues a veces se apoyan en las cuatro patas, y otras veces en solo dos, pero siempre están usando las manos. Es a través de las manos que el ser humano en proceso comienza a ponerse en pie, y cuando lo logra, el aparato de fonación se yergue, se pone recto y pemiite que uno hable. La mano es el instrumento fundamental, y es como el cerro, pues al igual que este condensa energía. La mano condensa la voluntad que puede tener un ser humano. De allí que, de una manera empírica, también se diga que la suerte y la vida de un individuo están escritas en su mano. Lo cierto es que se trata de un instrumento fundamental en el desarrollo de la especie; por eso, cuando la mano señala, tiene una fuerza inmensa, y cuando las dos manos se extienden hacia el auditorio, tienen un efecto mágico sobre él. Cuenta la historia que en el momento de su desembarco en Egipto, Julio César tropezó y cayó sobre sus manos. Entonces, levantándose, dijo premonitoria y ágilmente: "Africa, por fin te tengo en mis manos". Aunque no seamos conscientes de ello, estamos muy pendientes de las manos de la persona que tenemos al frente. Mucho más de lo que creemos. Por ello, la mano es el instrumento principal del que quiere explicar algo. Si ellas dicen lo contrario de lo que usted expresa oralmente, se produce una contradicción y usted pierde ante el público la fuerza del convencimiento. La mano tiene un código, un lenguaje propio que uno puede utilizar. En realidad lo hace normalmente sin darse cuenta. Pero si uno es consciente de esa capacidad, puede utilizarla de manera activa para dar más fuerza a su expresión. En primer lugar, no hay un efecto más vigoroso de dirección sobre un auditorio que extenderle las manos abiertas, ni efecto más negativo que esconder ambas manos en los bolsillos. Cuando nos saludamos, nos estrechamos las manos en un gesto de cordialidad. Se pone palma contra palma como muestra de sinceridad, pero luego se actúa en conjunto, sacudiendo las manos de común acuerdo. La expresión inglesa shaking hands expresa mejor esta voluntad de acción que la expresión en español "darse las manos", la cual tiene connotación pasiva. A su vez, el saludo militar muestra la palma de la mano sin anuas, como gesto de amistad, aunque, ahora se haya perdido ese propósito original y se entienda sobre todo como un acto de subordinación. Así, las manos son un semáforo de las sensaciones y de las actitudes. Al mismo tiempo que la palabra e incluso antes que ella, las manos le señalan al auditorio lo que quiere decir el orador. Deténgase, siga, avance, etc. Quien no usa sus manos, o no las deja libres, no puede imprimir convicción a sus palabras y hablar al mismo tiempo al cuerpo del otro. Solo se dirigirá al cerebro, a la mitad


del ser humano que tiene al frente. Inclusive a su tercera parte, porque además están la musicalidad, el ritmo, la intensidad y el tono de la voz, la articulación melódica que hago del conjunto, el dominio espacial. Todo ello, sin las manos, no comunica lo que debiera. Aunque forma parte del movimiento general, el dorso de la mano no es tan importante, la palma lo es mucho más. Recordémoslo nuevamente: si ante un auditorio muestro la palma de la mano, estoy haciendo un gesto de sinceridad total. Si necesito poner énfasis en un punto, muestro mi palma y le estoy diciendo al auditorio: "Soy transparente"; para dar énfasis golpeamos con un puño la otra palma y para puntualizar señalamos con el índice la palma de la otra mano. La posición de los dedos tiene también gran importancia, especialmente en la televisión. El dedo índice, y su nombre así lo señala, es el principal. Permite "indicar" la dirección, el futuro, señalar y condenar al acusado, así como expresar la fórmula universal de la negativa. Si se muestra la mano cerrada y el índice curvado hacia el expositor, se está expresando reflexión y una comunicación íntima. Ahora bien, el conjunto de los dedos transmite muchos significados. Si están extendidos, pero apretados y juntos, se está mostrando decisión; si la mano se extiende con los dedos abiertos, se está convocando; si se cien-a el puño, se anuncia lo contundente de los objetivos; pero si se suben el brazo y la mano a la vez, con el puño cenado, se amenaza. En ese caso, la mano sustituye al amia. Es poco frecuente encontrar expositores que manejen plásticamente sus manos, pero cuando ello ocurre se abre un capítulo de estética visual que atrae mucho a los públicos. Las manos cumplen un xol estético que puede llenar otros vacíos. En los fociisgroups se destaca que la atracción o simpatía de un orador tiende a centrarse en el expositor que mejor despliega sus manos, aunque el mismo público afinne que otro tuvo la razón. Ser consciente de todo esto exige hablar y leer en voz alta, hacer el "ridículo" ante uno mismo, frente a su espejo en el dormitorio, gritando los discursos, juntando las manos para mostrar convicción, mostrarse las palmas, levantar los brazos, extenderlos en cruz. Cada uno tiene que verse a sí mismo haciéndolo para reconocer su cuerpo en acción, aceptarlo e incorporar automáticamente todos los gestos. Reaprender a hablar con las manos parece algo fácil. No es así, pues toma tiempo, pero es de gran utilidad. 5) La sinestesia No solo se trata de hablar con gestos al cueipo, sino también de saber utilizar las palabras que se dirigen directamente a él y a sus sensaciones antes que al cerebro. Un ejemplo ya mencionado es el del ácido, pero ya no con la ayuda de un objeto sino con su definición. El objetivo será lograr describir tan bien y per-Vet-nente lo que es comer un limón que esa descripción genere en sus oyentes la más viva sensación del ácido. Hay palabras sinestésicas; es decir, no se dirigen al cerebro, sino al cuerpo, contagian sensaciones, así como el acto de bostezar contagia el bostezo. Para tener la capacidad de utilizarlas, debemos hacer un recuento de las palabras (remecer, arrancar, impulsar, etc.) que generan 10

automáticamente sensaciones corporales. Tenninando una intervención sobre el APRA y la vida de Haya de la Tone, delante de personas que eran, todas, practicantes de la oratoria, dije: "¡Qué fuerza mágica tuvo este hombre que pasó como un huracán por nuestras vidas, anancando padres y madres de sus hogares para llevarlos al sufrimiento!" Y observé, una vez más, que el ténnino "anancar", literalmente ananca a la gente de sus asientos, se siente desanaigada por una palabra, más aun si se la acompaña de una mímica adecuada. Igual ocunió cuando afirmé que la ciencia "remece y reduce a escombros las viejas teorías" o que, "el aprismo es un arañazo de Dios en la historia del Perú". En el cerebro de los oyentes resulta paradójico imaginar el inmenso poder de Dios con una gana, e imaginar la fuerza sin límite de esas uñas atravesando el tiempo y la geografía como un sello. 6) Los ojos Esos son los ténninos sinestésicos que contagian sensaciones, pero así como usted los .utiliza, o está de pie y mueve los brazos y las manos de cierta manera para comunicarse con el cuerpo del otro, así también sus ojos tienen que confirmar o negar lo que dice. El lenguaje corporal es claro para la neurofisiología. Por ejemplo, cuando una persona afirma: "Yo no tengo nada que ver con el tema que se discute", y se inclina hacia la derecha reiteradamente, está diciéndonos que "sí tiene que ver", o cuando esa persona dice algo y miente, mirará hacia la izquierda, porque su propio cuerpo, por la disposición de los hemisferios cerebrales, no permite que diga esa mentira. El cuerpo es un testigo infalible de la verdad. Es muy difícil expresar con él una mentira: parpadea rápidamente, mira hacia la izquierda por la función de los hemisferios cerebrales, tiembla, se reacomoda en la silla, la voz vibra inmediatamente de otra manera. Por eso, el polígrafo rastrea los cambios internos, el aumento de la presión arterial, los cambios en la intensidad de la pupila, las variaciones eléctricas, etc. El cuerpo se niega a la mentira: el cuerpo es "bueno", el "malo" es, en ocasiones, quien está dentro del cuerpo, y quiere mentir y manipular. Cristo había dicho: "No hace daño al hombre lo que entra en su cueipo por la boca, pues eso se excreta. Hace daño al hombre lo que sale de su boca". Casi es simbólico que Judas hiciera una torsión con su cuerpo para "mojar su pan en la sopa del maestro" en el instante mismo de ser denunciado. Recuerden siempre: cuando alguien miente su propio cueipo lo detecta automáticamente y tiende a mirar hacia la izquierda o a disipar su sobrecarga de adrenalina, que le genera una sensación de rigidez, parpadeando más rápido, agitando un pie o cambiando de posición las manos y los dedos. El auditorio lo percibe de inmediato. Cuando uno habla, mira al público, interpretándolo y buscando su respuesta, pero, ¿por cuánto tiempo debe mirar a cada uno? Porque el expositor no puede mirar a todos al mismo tiempo, debe concentrarse en una persona; pero si la mira menos de dos segundos, la pierde, pues como retira la mirada la persona siente que la está rehuyendo. Al menos por dos segundos tiene usted que mirar los ojos a cada persona antes de pasar a otra.


Nunca le pierda la cara al público, ni mire hacia abajo ni a una persona menos del tiempo mencionado. Luego pase a otra en cualquier lugar del auditorio y ellos comprenderán que usted intenta interpretarlos, buscar su respuesta. No observe al techo, porque con ese gesto habrá comunicado que está buceando para recordar qué idea perdió o está buscando cómo continuar. Esa es una invitación para que los oyentes tomen la iniciativa. Quien mira hacia abajo está aterrorizado; quien mira hacia arriba, perdido. Tiene que mirar al público, pero hay un código de tiempo: dos o tres segundos por cada persona. Tampoco más. En segundo lugar, sonría, acto estrechamente vinculado a los ojos; por eso sonría mirando al público, la cantidad de veces que pueda. Establecerá así una relación de simpatía y confianza, porque comprobará que no tiene temor o que ha comenzado a perderlo. Especialmente, sonría antes de comenzar. Nunca se olvide de que la audiencia cree más en lo que ve que en lo que escucha. La audiencia percibe la integridad, sintetiza en una sola impresión la voz, los brazos, las manos, la forma de pararse, la sonrisa, la mirada, y a través de esa síntesis recibe la explicación que usted quiera dar. 7) La voz Después de haber analizado el rol de las manos, los brazos, la posición, las palabras sinestésicas, los ojos, nos corresponde hablar de la voz. En verdad, la voz es la mitad del discurso. Si colocáramos delante de nosotros un biombo o remodeláramos nuestra voz con un aparato deformador, el público no nos seguiría o estaría distraído. Mantenemos su atención por nuestra presencia física y por la voz. A través de ella llegamos a su consciencia auditivo emocional, la cual es aun más receptiva y profunda que la propia visión. Inclusive, en el caso de la "muerte cerebral" se supone que el tono de la voz familiar es reconocible por el enfermo. Así, el cuerpo, instrumento de comunicación y recepción, aunque este inmóvil, es en sí mismo un "significante" y a través de la voz transmite convicciones, certezas o remueve instintos primarios, como lo hacía el aullido penetrante de Hitler. Sin embargo, la voz que escuchamos haciendo vibrar nuestros huesos y tímpanos, la que viene desde dentro, es muy diferente a la que escucha el público. El mismo sonido origina una "voz para uno" y "una voz para los otros". Afortunadamente, ahora los medios de registro sonoro y visual nos penniten realizar el ejercicio de reconocimiento de nuestra voz exterior, de manera que podemos comprender los efectos que genera, de modo que podemos reconciliarla con la sensación que nos produce al interior y que quisiéramos proyectar al auditorio. ¿Por qué la voz es la mitad del discurso? Porque define y muestra la personalidad de una manera casi transparente. A través de su voz, usted puede delatar el temor que siente, pero también comunicar el entusiasmo o el afecto que desee. Hay expositores que toman agua cuando apenas han hablado unos minutos porque ya se escuchan mal ellos mismos. Esta es una confesión de impotencia ante el público. La garganta se seca porque se tiene miedo, es la adrenalina lo que deshidrata la garganta, porque el orador no supo controlar su miedo. Recordemos 10 8

otra vez: no tengamos miedo al miedo, porque este es fundamental, necesario y productivo. Pero hay que saber dominarlo, dispersando la adrenalina mediante movimientos previos, apretando cosas, apretando el vientre. Entonces, en balance, la voz denota el temor y transmite la angustia del orador. Si, como hemos repetido, la audiencia cree más en lo que ve que en lo que escucha, en este caso podemos decir: "La gente escucha según su ánimo y entiende según la voz del orador". Esta es una ¡dea que parafrasea a Maquiavelo, quien, en "El Príncipe", advierte: "La gente ama según su albedrío, pero teme según la voluntad del príncipe". Con ello explica que el príncipe nunca debe tener como objetivo central el ser amado. Está bien ser amado, pero se equivoca el príncipe que crea que siendo amado por el pueblo está seguro, porque la gente ama según su libertad y mientras lo pennite su voluntad, pero teme y obedece según la voluntad del príncipe. En conclusión, quien construye su fuerza sobre la voluntad de otros está perdido, es más sólido hacerlo sobre la voluntad de uno. De allí, Maquiavelo concluye que es preferible ser temido que ser amado. Terribles consejos. Más aun, de acuerdo con Maquiavelo, el temor depende de lo que haga el actor político. Si ejecuta a mil o empala a quinientos, entonces van a temerle. La crueldad es, según el florentino, una "sabia" manera de imponer la autoridad, pero la crueldad debe ser atribuida a otro que, a su vez, dependa del actor político. Cuenta Maquiavelo que César Borgia tomó una ciudad en Romana y envió a un ministro para gobernarla, quien puso orden sangrientamente en la ciudad. Para evitar que esa crueldad, la cual ordenó, le fiiera atribuida, Borgia hizo cortar en dos al ministro delante del público. Y Maquiavelo relata que el público, completamente estúpido, sonrió durante mucho tiempo por el espectáculo. Así, Borgia recuperó el afecto de la gente, pero conservó el temor al poder que había logrado su ministro. Volvamos al tema luego de esta referencia. La gente escucha según su ánimo, actitud y voluntad, pero entiende según la autoridad de la voz que tenga el orador, según la convicción que exprese, según la modulación, la entonación, el volumen. La voz define la personalidad y usted debe acostumbrarse a mantener un tono firme-y continuo. Puede acercarse o alejarse del micro para afirmar su tono y mantener la atención de la gente. ¿Cómo se logra mantener un tono continuo? Como todo en la vida: imitando el tono continuo, hablando solo, leyendo solo. Hay que acostumbrarse, como un ejercicio natural, a corregir su voz, leer en voz alta y, si es posible, grabarse y escucharse después. Hay que mantener en la voz un tono continuo, salvo que tenga una gran experiencia oratoria. Usted puede subir o bajar el, volumen, que es diferente, pero no puede nunca cambiar de tono en su intervención, pasar de grave a agudo, pues lo único que logrará es que la gente piense:. "Se equivocó", "falseó", "no está convencido de lo que habla", "son dos discursos", etc. Si corta usted el tono, delata temor, transmite angustia. 8) Hable en voz alta Otro consejo es que hable alto, mucho más de lo que usted acostumbra.


Frecuentemente ocurre que el orador tiene temor a la sobreactuación y reduce el volumen de su voz. Pero el efecto inmediato es que su cuerpo ya no lo sigue, baja su nivel de actuación, ya no levanta los brazos, están inertes. Por ello: ¡Fuércese a hablar más alto! Piense siempre que está hablando más bajo de lo que debiera; finalmente no pierde, porque llegara con más fuerza, con más autoridad. Pero hablar alto no significa hacerlo a toda velocidad, hable lentamente o reserve la lentitud para la parte más importante de su discurso. No se olviden el ejemplo de Franklin Delano Roosevelt, que en todas las partes importantes de su exposición, por ejemplo, para anunciar que Estados Unidos podía entrar en la guerra, reducía su cadencia a noventa palabras por minuto, un ritmo bajísimo, pero hablaba en voz alta, con tono grave y sereno. Naturalmente, eran intervenciones radiales, sentado al lado de la chimenea. Uno debe medir la velocidad de las palabras, porque el cerebro del público comprenderá que está diciendo lo fundamental cuando baje su ritmo, sin bajar el tono ni el volumen. Basta que usted reduzca el ritmo de palabras emitidas por minuto para que todos sepan que es la parte que deben recordar. Ahora bien, al hablar con alto volumen uno tiende a usar el tono agudo, cuya importancia en la comunicación corporal es grande. Es un código físico que significa: ¡Alerta! El tono agudo pone en atención al auditorio, lo sensibiliza mucho más que el grave. La oratoria que cautiva, que conmueve, que convence, es básicamente la de quien habla alto y agudo; si habla con voz baja y tono grave convencerá menos. Algunos objetarán: "Es que yo tengo la voz baja y grave", pero no es necesaria o inevitablemente así, usted aún no se ha puesto a leer en voz alta para generarse un tono alto y agudo, no ha hecho ese trabajo elemental. Todos tenemos aptitud para modular la voz y obligación de hacerlo. En todo caso, es preferible tenninar una frase en tono agudo que terminarla en grave, porque cuando culmina una oración hacia abajo, parece que negara su sentido. La gente que lo escucha está siguiendo su ritmo, su música oral. Si en el momento final usted, en vez de poner los trombones o las trompetas, se queda en silencio, reduce la intensidad de todo lo dicho. Mantenga usted su tono, su volumen, su agudo y tennine con él o levántelo, jamás lo deje caer hacia el grave. Conforme las aprenda y en la medida en que hable más y más ante la gente, usted podrá emplear con naturalidad cada una de estas pequeñas claves. Porque no es que las esté tramando o urdiendo: "Ahora voy a levantar los brazos", "ahora voy a bajar el tono", no es así, eso ocurrirá con absoluta naturalidad. Sexta lectura practica: Discurso del presidente Alan García luego de recibir la condecoración de la orden mexicana en el Palacio Nacional de México. Un discurso de exaltación Histórica y política de México y Perú. (Fragmentos) 24 de marzo de 1987

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"Señor Presidente: No creo realmente que existan en la faz de la América pueblos más estrechamente unidos por la historia que los de México y Perú. Tenemos en común la raza indígena y la fuerza mestiza, también la cultura, una larga historia paralela y además un camino político similar para el futuro. Pero tenemos en común, y a usted puedo decírselo en la confidencia de esta noche y ante toda América, tenemos en común la Revolución Mexicana como origen. Esa insurgen-cía de las masas de este país que descubrieron la América Latina es la inspiración de nuestro gobierno a través de la doctrina de Haya de la Torre, pensada y creada en el México de 1924. Por eso, en el vasto escenario de este continente agitado por ilusiones y luchas, queremos ser solamente los continuadores de ese capítulo que no queremos se cierre nunca para nuestra historia latinoamericana. Sabemos que el imperialismo de hoy no es el mismo de 1910, que el de hoy es financiero y mucho más improductivo, y queremos un nuevo Querétaro para darle respuesta contundente. Sabemos también que la revolución mexicana es un largo proceso, y que se consolidará en la acción de una América Latina unida y justa. Estamos aquí listos para responder juntos a los nuevos desafíos de la deuda, el intervencionismo político e ideológico y la lucha por la liberación de nuestros pueblos. Hace mucho tiempo» señor Presidente, esperaba el Peni la persona de un presidente aprista para, desde nuestro mestizaje y nuestra raza incaica, decirle que sentimos nuestra, profundamente nuestra, la piel y la lucha de Juárez, los ojos de Zapata, el martirio de Madero, la racionalidad de Cananza, la leyenda de Villa, el ejemplo revolucionario siempre presente de Cárdenas; para decirle, recogiendo las palabras de don Venustiano en Matamoros, que México es el alma de las naciones. Que en la América Latina padecen los mismos males. Lo primero que nos une con la fuerza de la raza es el pasado común. Nuestros grandes imperios coronaron vigorosas culturas anteriores. Antes de los aztecas fueron aquí los toltecas, los olmecas, los zapotecas, la cultura Teotihuacán, las otras. Allá, antes de los incas, fueron las culturas Tiahuanaco, Huari, Cha-vín, Mochica, Chimú. Cuando los conquistadores llegaron no encontraron comunidades salvajes- dispersas, sino dos grandes civilizaciones de compleja estmetura social y con una especializada relación tecnológica entre la organización colectiva y la diversidad ecológica. Encontraron dos grandes naciones. Eran las razas incas y azteca, hechas del sol, agriculturas del maíz, iguales sus comienzos históricos, su calendario solar, su colectivismo agrario, sus productos originales, iguales su equilibrio de la producción y el consumo, su vocación por la cerámica y el color, por la arquitectura monumental, iguales su cosmovi-sión y su religión panteísta, compleja su tecnología productiva. Las espadas de Cortés y Pizano no dividieron la arena de un desierto, intemimpieron el desarrollo complejo de dos civilizaciones que a pesar de ello resistieron al invasor por igual. Cuauhtémoc aquí, Manco Inca allá; y en los dos casos, hasta después de la muerte. Siguió la paciente espera de una historia hecha en milenios, que algunos creyeron pasividad 11 y derrota.


Pero qué heclio en milenios tenía en los siglos solamente un ligero bostezo. De pronto, después de la colonia, el súbito estallido en el pueblo de Tinta, cercano al Cuzco, con Túpac Amara, y después aquí en Dolores, con Hidalgo, abrió un nuevo capítulo revolucionario, el más auténtico, porque tras ellos de nuevo irrumpieron en la historia las muchedumbres indígenas, y esta vez mestizas, y en su nuevo color está otra vez la historia como una bandera... Pero vinieron después otras banderas. Los nuevos himnos, las nuevas jerarquías, las nuevas divisiones, las nuevas fronteras. Y de nuevo el mismo drama para México y para el Perú, el drama del imperialismo, la explotación de los recursos materiales y los latifundios, la destrucción de la comunidad. Todo ello durante el siglo XIX. Era un nuevo coloniaje, más sutil, menos aparente, era el coloniaje de las materias primas de precio bajo. Después, ya entrado el siglo XX, el coloniaje de la industria pagada a precios tan altos, y hoy, la hipoteca de esa injusticia, en el peso creciente de una injusta deuda, con cuya fuerza quieren los ricos del mundo y sus aliados de dentro fijar nuestros salarios, nuestros precios, nuestro destino, y mantenemos en la pobreza. Hecho este rápido balance, cómo no entender señor, que entre México y Perú no puede haber protocolo en las frases sino la más profunda consistencia de la historia. Pero, en segundo lugar, no nos une solamente el pasado, como usted bien ha dicho. Quiero reivindicar un hecho que por una extraña relación -que para algunos sería accidental, pero que para aquellos que creemos en la historia, en el pueblo y en Dios, no es sino la providencia o el destino-, tiene la fuerza misma de su señalamiento, hay un hilo conductor entre el México revolucionario, el México de siempre y el gobierno peruano de hoy. La inmensa fuerza colectiva en la que se mezclan los nombres de Madero, Carranza, Villa, Zapata, no tuvo un solo camino doctrinario, pues tuvo múltiples influencias; pero lo que le dio unidad y consistencia a la acción intuitiva de las masas por su identidad y su mestizaje fríe la vocación agrarista y antiimperialista de sus planes y la acción colectiva de sus actores. Todo ello encontró plenitud en la vigorosa fuerza social ejemplar de los artículos de la Constitución de 1917. Seis años más tarde, un joven peruano llegó a México a cumplir su primer destieiro. Tenía 28 años, era secretario de Vasconcelos. En el Perú, como estudiante, había leído a los anarquistas, comenzaba a profesar el marxismo, solamente como un método, no como una imitación. Había impulsado la reforma universitaria como el derecho a la cultura nacional en la América Latina, había luchado también contra una dictadura reeleccionista en su tierra y contra la manipulación de las creencias del pueblo. Pero en el México de 1923 todas esas influencias se hicieron claras ante la acción de las masas y el ejemplo del pueblo, y Haya de la Torre se convirtió en doctrinario cuando se hizo pensador de la revolución mexicana. Porque lo que entonces hicieron los mexicanos no les pertenece más a ustedes, les pertenece a la raza, la raza cósmica y mestiza, le pertenece a la 11 2

América Latina, nos pertenece a todos los latinoamericanos en sus ideas, en su curso y en su sufrimiento. Por eso, señor Presidente, no somos un gobierno pragmatista, somos una continuidad doctrinal que mantiene la vigencia de la revolución mexicana, que es de todos los latinoamericanos. Por eso, nos llamamos gobierno nacionalista, no por un ímpetu o vehemencia juvenil, sino por continuar esa línea. Porque luchamos para que la deuda extema no agote nuestro derecho a la justicia y reivindicamos nuestro pasado con orgullo. Luchamos por hacer que los recursos escasos del Perú puedan alcanzar en todas las mesas, buscamos una multiplicación de panes y peces para que no quede peraano sin alimento, sin ilusión, sin educación; pero a pesar de todo ello y de nuestra buena intención, de nuestra intención mexicana agrarista, de nuestro conjunto de gritos y planes que sólo recogen los suyos, enfrentamos dramáticos hechos que son los que ribetean la noticia del Peni en las agencias y en los diarios. Enfrentamos la deuda, la violencia, la miseria. Sufrimos grandes contradicciones, pues el peso de una sociedad centralista y burocrática pretende reservar para sí lo que pertenece a todos los peruanos. Nuestra propia burguesía no entiende aún que en una situación de crisis puede y debe perderse dinero para no perder todo y salvar la nación. Y lo que es peor, sufrimos el embate de una violencia homicida incomprensible para los que hicieron la revolución mexicana. Somos un país que afirma su antiimperialismo democrático en el tema de la deuda frente al intervencionismo; somos un país que levanta sus propias banderas frente al Fondo Monetario Internacional, que no acepta su presencia, que traba y trata de imponer su propia teoría económica; somos un país que haciéndolo algo haí crecido y en algo ha superado sus problemas. Aplicamos una economía orientada a la reactivación productiva y sustentada en el consumo de las masas, en la ampliación del bienestar. No creemos en la reactivación porque exista una reinversión que limite el consumo de las mayorías. Creemos que la reactivación y el impulso productivo se dan solamente cuando los pobres comen más, se visten y se educan mejor. Gracias a ello tenemos ahora más reservas en divisas y hemos crecido económicamente algo más. Así afinnamos la mayor libertad de expresión, afirmamos la mayor libertad de orientación de política y crítica. No somos colonia de nadie ni a nadie colonizamos. Luchamos por la integración de América, y en el mundo luchamos por el no alineamiento y contra el apartheid, que es una causa injusta que grava una parte de la humanidad. Somos un gobierno por y para los pobres, por y para la América Latina por y para la soberanía nacional. Sin embargo, el homicidio y el petardismo se ensañan contra nosotros haciendo así juego cómplice y siniestro con las fuerzas más reaccionarias de dentro y de fuera del continente. Sin embargo, señor, todo ello no podrá detener nuestro empeño, porque asumimos con orgullo continuar lo grande y lo bello de la gesta latinoamericana de la cual el jalón trascendental es el México revolucionario, donde tuvo su más alta expresión. 11


Por eso, señor Presidente, si juntos hemos vivido el pasado y por este hecho providencial del aprismo de Haya de la Tone nos hallamos juntos México y el gobierno del Perú, juntos estamos también para quienes es inaceptable que América Latina tenga una voz soberana y altiva. Quienes no aceptan que aun siendo pobres podamos hacer historia y no se resignan a saber que podemos entrar en el escenario de los pueblos, no permiten la unidad de América Latina. No saben que no solo estamos juntos en Centroamérica, con el rechazo a la injusticia de la deuda, no saben que juntos venimos desde hace mucho tiempo con la fuerza de la piedra y del maíz de nuestras viejas civilizaciones. Este es un largo proceso, tan largo como el tiempo que nuestras culturas han vivido, pero tiene un solo sentido: la libertad. Toda circunstancia difícil es en sí misma positiva, y hoy la deuda cómo síntesis de la historia desigual plantea una dura alternativa. No es posible crecer con tal velocidad que se pueda a la vez pagar en las condiciones que quiere el sistema financiero y, además, educar, sanar, alimentar y liberar a nuestros pueblos. Dura es entonces la alternativa y nuestra América ha comenzado ya a recorrer los pasos de un camino sin retomo; con nuestras peculiaridades, con nuestras diferencias pero todos caminamos, lentamente, pero caminamos. Primero será la negociación bilateral, que va rompiendo viejos esquemas; luego vendrá la decisión unilateral, si lo primero se agota. En tercer lugar, una política económica que democráticamente se oriente hacia un modelo de consumo diferente al que ahora nos encadena a un solo tipo de industria y a un solo crédito. Y en cuarto y último lugar, cuando el tiempo lo diga, vendrá la herniosa unidad del continente como la causa revolucionaria más grande de nuestro tiempo. Amigo Presidente, dentro de unos años serán cinco los siglos desde el encuentro de dos continentes o mundos, como hoy dicen. Al comienzo de ellos, nos encontraron separados. Que al término de los cinco siglos nos encuentren juntos a quienes descendemos de aztecas e incas, enarbolando la bandera mestiza de la América morena, de la raza cósmica. Que para entonces se reediten los gritos de la independencia y los planes revolucionarios de lucha. Que para entonces, con la fuerza omnipresente y apretada de un mural mexicano, el pueblo de América Latina esté todo presente en la escena. Y como en el gran mural "la sangre de los mártires", quizás los de hoy veamos crecer el maíz desde sus raíces, pero crecerá otra vez fecundo y cimentará la piedra y en ella la fuerza de la libertad. Ese es el mandato de Cuauhtémoc y Manco Inca, de Hidalgo y Túpac Amaru, de la revolución de 1910 y de Haya de la Torre. Permítame señor, con la fuerza de saberme mexicano y llevando esta águila azteca que llevaré para siempre, para no deshonrarla, para no hacer perder el sitio que ella tiene en la historia universal como cultura y como ftierza revolucionaria, brindar por su salud y por la eterna gloria del pueblo mexicano".

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CAPITULO VI

ALGUNOS DISCURSOS EJEMPLARES

Hasta aquí hemos expuesto la teoría, pero ¿cómo la aplicaremos progresivamente en la práctica? Para preparamos a ejercer la comunicación, debemos constituir un grupo con otras personas que tengan el mismo interés. Ello nos permitirá, en los meses siguientes, medir nuestros avances pero además, por la ’'facilitación”, lograr que esos avances sean mayores. El grupo nos permite, mediante la discusión de los temas señalados, internalizar profundamente los asuntos, pero también afrontar colectivamente algunas experiencias. Es un excelente método el escuchar, con el grupo de estudio, diferentes conferencias o discursos y analizarlos a través de nuestros conocimientos. A hablar se aprende hablando, pero mucho se adquiere también analizando en profundidad a otro orador y a su público. Y más si se hace colectivamente. Cada uno, por separado, tendrá un análisis final sobre el público, su actitud y edad, su distribución espacial, sobre la presencia física del orador, el esquema y el orden de su intervención, así como sobre el efecto de ella en el público. No interesa que el discurso sea de un gran personaje, puede ser de cualquier dirigente o ciudadano, porque este es también un orador en relación con la gente. Si nuestro grupo tiene consistencia y duración, recitemos de nuevo a los poetas para ver qué hemos recordado y comprobaremos el reentrenamiento de nuestra memoria, pues debemos acostumbrarnos a retener. ¿Cómo se retiene una poesía durante el mayor tiempo posible? Pues recitándola de memoria la mayor cantidad de veces. A veces me preguntan: "¿Cómo se acuerda usted de cuarenta páginas de "La vida es sueño?". Y respondo que puedo hacerlo porque la siento y la amo igual que cuando la aprendí a los trece años y porque siempre recito sus monólogos, por partes o completos, pues relaciono muchos momentos de mi vida con sus pasajes. La he repetido mil veces y, como ella, he repetido cien poesías mil veces. Encuentro estos textos en una circunstancia parecida o cuando construyo una frase que usa sus términos porque la vida y la comunicación se 11


parecen mucho a sí mismas. Y de tanto repetirlas, cuando tengo que retener un discurso, expongo su esquema pero no su totalidad; es muy fácil. Para eso siive el maravilloso flujo de la consciencia como asociación de ideas y sensaciones simultáneas, dispuestas en varias direcciones. Pero antes de continuar, analicemos uno de los problemas que atemorizan o bloquean a los expositores: los vacíos del orador ante el público y el vacío del público ante el orador. Es una circunstancia que teme todo el que interviene: en el momento de sustentar su tesis ante veinte personas o dar un discurso ante una multitud de cien mil ciudadanos, caer en un vacío ante el público. El orador tiene mucho miedo de quedarse en blanco: "¿Qué sigue?, "me olvidé dónde estaba". Naturalmente, para evitar eso estamos estudiando continuamente y sabemos que la mejor defensa ante ese peligro es el tener memorizado un buen plan o mapa del discurso, además de su propósito esencial. La solución inmediata es la práctica del "rebobinar" y comenzar nuevamente repitiendo de otra manera lo que acabábamos de expresar. En primer lugar, porque eso reordenará nuestro cerebro, recuperando la ruta de nuestro esquema. En el minuto o los minutos en que repetimos lo anterior reengancharemos con la ¡dea que era la que continuaba. Normalmente el público asumirá la repetición como un deseo, por parte del orador, de reafirmar lo dicho. Un segundo camino para salir del problema es saltar los temas y abordar otro asunto posterior, aunque aparentemente no tenga una conexión sucesiva. Ello también nos dará tiempo para recuperar el esquema y cuando más adelante expongamos lo que fue momentáneamente obviado, el público, por aquello de que "el orden de los factores no altera el producto", asumirá el conjunto como satisfactorio. Puede ocurrir, catastróficamente, que el orador no pueda "rebobinar" y repetir, por no recordar lo anterior, pero tampoco recuerde otro tema posterior para "oxigenar" su vacío. En tal caso lo más conveniente seria abordar de inmediato la idea básica y saltar a la conclusión, pues ante el público más vale un discurso breve pero con objetivos que una sucesión de vacíos y, casi siempre, silencios. Naturalmente, si el orador no recuerda su idea básica y la conclusión que llevó bien aprendida, deberá intentarlo otra vez pero ante un público distinto, y si ocurre nuevamente esta difícil situación, estaremos ante un caso patológico que sale del marco de este libro. Para evitar estos problemas, los oradores sin preparación hacen uso del Teleprompter, sustituto moderno de los apuntadores teatrales, pero como ya hemos dicho, esto vacía de naturalidad y esencia la comunicación. Otros, en la tribuna, son apoyados después de cada frase por un locutor en off que profiere lemas o, lo que es peor, por música y ritmos alusivos al candidato. Eso reduce al orador al rol de animador de feria que aúlla frases y baila o presenta productos. Y en casi todos los casos, el público concluye en la incapacidad de quien así quiere evitar su responsabilidad de estudio y preparación. Una reflexión a guisa de consuelo. Si el orador tiene miedo al vacío, el

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público no lo tiene, pero también cae en el vacío y olvida muchas cosas. Por ejemplo, estamos hablando en un momento, y súbitamente suena un teléfono y se rompe el encanto: le hace perder dos frases al público, por consiguiente este pierde la ilación, el ritmo, el conjunto. Se acabó: el teléfono se llevó a la gente. Y lo mismo pasa cuando uno está en la Plaza San Martín repleta y un partidario entusiasta, que quiere hacer un homenaje al líder, comienza a encender una especie de globo de papel iluminado internamente. Después de varios intentos, el globo inicia su ascenso, se levanta torpemente y distrae al orador y a la gente que sigue con la mirada cómo se eleva el aeróstato, el que, para colmo de males, tiene además, el nombre del candidato y siempre, a determinada altura se incendia y comienza a descender sobre los edificios con el riesgo de un incendio. Entretanto, han transcurrido tres angustiosos minutos en los que el público abandonó al orador, solitario y perorante, casi un orate que habla al vacío y que deberá hacer un enorme esfuerzo para lograr el reenganche emocional, rezando internamente para que el entusiasta partidario no insista en elevar un nuevo globo. El público siempre tiene vacíos. Quienes vayan a analizar al conferenciante y la conferencia deben apuntar en qué momento el público se perdió o se alejó del orador y analizar si fue por culpa de este o de un hecho fortuito. Se olvidó que estaba ahí porque sonó un teléfono, porque alguien entró en la mitad de la conferencia u otro se puso a manipular el aire acondicionado. O lo que les ocurre a todos los oradores: están exponiendo la parte más importante y llega hasta el estrado un mozo haciendo tintinear el vaso de agua sobre el plato, sin saber dónde ponerlo en el atril. Una pesadilla recurrente. Frente al vacío del público, el orador tiene una primera defensa muy eficaz: cambiar el tono o el volumen de su voz. Simplemente acercándose al micrófono recuperará la atención del público. Esta es un arma poderosa de la que carecían los antiguos oradores, como Demóstenes, Quintiliano o Aristóteles, que en circunstancias parecidas solo podían alzar el tono o gritar. Saber usar el micrófono, acercándose a él, o usar un tono de voz más agudo, es importante. Y ya hemos analizado el secreto del agudo, ¿por qué los tenores tienen una aparente mayor celebridad que los barítonos y los bajos, por lo menos ante los públicos menos ilustrados? ¿Por qué los castrad tienen más importancia en la ópera? Porque el agudo retintinea con mayor fuerza en la atención, en la memoria, y tiene más atractivo que el tono grave de voz. Si usted quiere orientar o conducir al público tiene que usar un tono de voz agudo y, en el caso del vacío del público, si usted cambia de volumen y usa un tono estridente, el público volverá inmediatamente a la tierra. El agudo es el tono mágico de la oratoria. Los que tienen voces graves, atipladas, tiene que esforzarse más en la captación de la gente, pero pueden orientar su voz pues todos tenemos aptitud para el agudo. En algunos casos, también he apelado a apoyar el universo de las palabras con un sonido ajeno a ellas: por ejemplo, dar una palmada que a través del micrófono se siente como un estallido. Ello devuelve automáticamente la atención. Ya estudiamos que todo público tiene unos integrantes que son sus antenas


naturales. El más importante no se sienta atrás; por tanto, si usted quiere ser considerado importante, siéntese adelante, donde están los distinguibles. Ellos son casi siempre la élite del público. En cambio, el que no se siente importante se ubica en el fondo de la sala, pero también el opositor y el clandestino. En consecuencia, la cuota de protagonismo social está siempre en relación directa con la distancia que el público tiene con el orador. Por ello, la actitud natural y directora del orador al entibar es conectarse con el público saludando abiertamente a los que están adelante. No puede dar la mano a todos, pero sí a los que se encuentran más próximos. Y como son las antenas, se conectará con el público a través de ellas. Por la misma razón, si se ha producido un vacío en el público por alguna de las razones antes señaladas, la reconexión debe intentarse a través de ellos. Para eso, el orador puede hacer mención a alguno de de los que están allí por su importancia, y convocará así la atención del público. Si está presente un ministro, un escritor o un almirante y me dirijo a él, indirectamente me estoy dirigiendo a todos sus subordinados. Lo mismo ocurre si en ese momento menciono al personaje vivo o muerto en quien se siente encarnada una gran parte del público. Esto fue lo que hizo Raúl Alfonsín, en 1983, en la última manifestación que realizó antes de los comicios en los que fue elegido presidente. Él llegó a la plaza de la ciudad de Rosario, en la que había una inmensa cantidad de gente. Pero Alfonsín era el candidato del Partido Radical, en tanto que el gran partido era el peronista y nadie parecía poder enfrentar la figura de Perón. Vale repasar la historia para comprender ese momento. Después de la consagratoria muerte de Perón en su segundo gobierno, los militares tomaron el poder en 1975, pero ya en el año 1981 no tenían oxígeno político ni posibilidad de continuar en el gobierno. Entonces adoptaron la suicida y demagógica medida de ocupar las islas Malvinas. Al día siguiente peronistas, radicales, comuivstas, llenaron la plaza aplaudiendo este gesto "valeroso, patriótico, nacionalista, reivindicativo, histórico", etc. Pero llegados los ingleses con su inmenso poder militar y el apoyo de los países desaíro liados, los argentinos debieron levantar la bandera blanca. Un tal Menéndez, general que había jurado morir en la defensa de la soberanía argentina, firmó la rendición y entregó su espada. Con ello se esfumó la estratagema política de los militares y estos, avergonzados y rechazados, debieron convocar a elecciones. Parecía inevitable entonces la victoria del Partido Peronista sin importar quien fuera candidato, siempre y cuando tuviera la bandera de Perón. De pronto, Alfonsín propuso su candidatura minoritaria por el Partido Radical y durante la campaña, especialmente en el discurso de Rosario, que fue el final, manejó con mucha inteligencia la duda del electorado haciendo una afirmación central: "Que nadie se equivoque, no hay dos pueblos. Hay dos dirigencias, dos posibilidades, pero hay un solo pueblo". Observen la excelente digitación, el manejo que se hace de la figura de Perón. Él habló como un peronista en la primera parte. No era normal que el radicalismo, que es

característicamente un partido de clase media, utilizara términos respecto a la miseria, la pobreza o el imperialismo que eran propios a los catecismos peronistas, con tal énfasis emocional, casi populista. En la primera parte él uso la retórica peronista y en ningún momento atacó a Perón. ¿Por qué explicamos esto? Porque el orador, repito, tiene que conectarse con las antenas del público. Alfonsín dijo aquella vez: "Los más altos dirigentes justicialistas han dicho que las elecciones no las ganará ningún candidato, sino que las va a ganar Perón, así como el Cid Campeador venció ya muerto una batalla". Un oyente diría: "Él va a continuar, ahora, destruyendo la figura de Perón; basándose en lo negativo que tuvo para Argentina con Lastiri, López Rega, Isabelita, el escándalo económico, la corrupción y la irrupción de la Alianza Anticomunista Argentina". Pero él habló de los herederos de Perón, nada sobre él, y solo a continuación habló de la crisis de autoridad que ocurrió a la muerte de Perón, del desorden social, de la escalada de la violencia, del "Rodriga-zo", que fue el sinceramiento económico brutal ejecutado por un ministro peronista después de la muerte de Perón, entre otros hechos. La inteligencia del discurso de Alfonsín es que no denigra a Perón; dice de lo mal que han hecho sus herederos, y lo importante es que, conforme avanza, en el fondo de la plaza comienzan a desplegarse las banderas de grupos peronistas disidentes. Su inteligencia es conectarse con ellos a través de la figura de Perón, no elogiándolo,'no tocándolo, y distinguiendo a Perón hasta el momento de su muerte respecto al desastre general que ocurrió después. Recomiendo esa lectura para comprender, en un ejemplo concreto, cómo un orador puede conectarse con el público, saludando a los presentes, o simbólicamente, como en el caso de Alfonsín respetando a Perón y hablando al postperonismo. Y debemos observar también él uso reiterado de la anáfora para afirmar las ideas, sabiendo el orador que a través de la televisión se dirige a la gran muchedumbre peronista, habituada a los lemas reiterativos.

1) Discurso de Raúl Alfonsín "Argentinos: Se acaba la dictadura militar. Se acaba la inmoralidad y la prepotencia. Se acaba el miedo y la represión. Se acaba el hambre del obrero. Se acaban las fábricas muertas. Se acaba el imperio del dinero sobre el esfuerzo de la producción. Se terminó. Basta de ser extranjeros en nuestra propia tierra. Argentinos, vamos todos a volver a ser los dueños del país. La Argentina será de su pueblo. Nace la democracia y renacen los argentinos. Decidimos el país que queremos, estamos enfrentando el momento más decisivo del último siglo. Y ya no va a haber ningún iluminado que venga a explicarnos cómo se construye la república. Ya no habrá más sectas de "nenes de papá", ni de adivinos, ni de uniformados, ni de matones para decimos lo que tenemos que hacer con la patria. Ahora somos nosotros, el conjunto del pueblo, quienes vamos a decir cómo


se construye el país. Y que nadie se equivoque, que la lucha electoral no confunda a nadie: no hay dos pueblos. Hay dos dirigencias, dos posibilidades, pero hay un solo pueblo. Así que lo que vamos a decidir dentro de cuatro días es cuál de los ‘dos proyectos populares de la Argentina va a tener la responsabilidad de conducir al país. Y aquí tampoco nadie debe confundirse. No son los objetivos nacionales los que nos diferencian, sino los métodos y los hombres para alcanzarlos.” Además, el orador logra contactar al público, mencionando los paradigmas que la gente acepta. Siempre hay paradigmas ejemplares, personalidades históricas sobre las que hay consenso. Cristo es el hiperparadigma; lo fue, antes de morir e inmediatamente después, Juan Pablo II como tema en todos los discursos. Bastaba mencionarlo en un discurso para lograr una cierta aquiescencia en el auditorio. Viajé como Presidente a la Argentina en 1986 y debí hacer un discurso ante el Congreso, pero ese mensaje planteaba un gran problema, porque la mitad del parlamento era peronista y la otra mitad radical. Y si la figura muy presente era aún Perón, los radicales también tenían un paradigma: Hipólito Yrigoyen, que gobernó con gran visión social entre 1920 y 1930. El orador, en el medio, debía hacer un cuidadoso trabajo, un juego permanente de imágenes: Yrigoyen tuvo razón, Perón también, y la síntesis debía recaer en el anfitrión, el presidente Alfonsín. Alternando argumentos y frases, se entusiasmaba alternativamente uno y otro lado del Congreso, y además a los comunistas y a los nacionalistas conservadores. Fue un buen ejercicio para salir aplaudido por todos los tendidos y no ser odiado por ninguno. Fue una gran oportunidad para analizar, desde el exterior y científicamente, un auditorio dividido, un orador, los temas por los que se analiza al orador, y en segundo lugar, para estudiar los sentimientos del grupo. No olviden, jamás, que no es un grupo que escucha y un orador que habla, sino que ambos somos parte del mismo grupo, solo que alguien habla momentáneamente por todos. Somos un grupo, y en este grupo se van a recrear las relaciones elementales del parentesco en general: hay un padre, una madre, un niño; es decir, un inconsciente que exige cosas, un padre que reprime y una madre que concede, es la tríada fundamental que está en todos los públicos, porque el público en su ’’nosotros” vive emocionalmente la relación, aunque se esté hablando de poesía del siglo XIX o se trate un tema de alta intensidad sentimental como la muerte. Cualquier público tiene una juntura emocional en la que aflora lo que cada uno tiene desde sus primeros días. ¿Qué papel tiene el orador?, ¿concede?, ¿reprime?, ¿pide?, ¿cuál de los tres elementos se va a asociar con el orador y quién va a cumplir el otro papel? Podemos aplicar a este campo los conceptos de la terapia colectiva señalados por Jacob Levi Moreno en la línea del psicoanálisis o también las motivaciones y dinámica de los grupos estudiados por Kurt Lewin. Este es un tema fascinante. Un orador no tiene un rol predeterminado. No puede autoasignarse para siempre el rol de padre o de factor represivo de los impulsos

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inconscientes porque en ese caso desarrollará en sí la personalidad y el liderazgo fascistas y la cosificación de las multitudes. Tampoco puede asumir un papel meramente concesivo y maternal, que se presenta en ocasiones bajo la búsqueda permanente de la conciliación con el público, porque en ese camino la relación de autoridad desaparecerá y los matices diversos y enfrentados que en apariencia se concillaron reaparecerán, fortalecidos, más adelante. La atribución del propio rol es producto de la interacción y del público. Además, dentro del público o en sus contornos imaginarios siempre existe el ’’abusivo simbólico” al que el orador inteligente debe dirigirse, es decir, el todopoderoso, el cobrador de impuestos, el mercenario, etc. Algunos oradores acostumbran normalmente usar la ironía sobre alguien presente, o se burlan de algo que está fuera del auditorio. Esa es una sabia manera de dirigir hacia allí la energía social que se genera en el público y evitar así que esa energía nos asigne un rol que no es deseable o que se convierta en agresividad. Afirmamos, al inicio que, cuando se tiene miedo, se debe disipar la adrenalina haciendo movimientos, tensiones, apretando algo, caminando, etc. Bolívar, antes de brindar o hablar, bailaba: tenía una obsesión danzante, lo hacía inclusive sobre la mesa de los banquetes y ante los cónsules extranjeros, pero en el fondo estaba disipando una inmensa cantidad de adrenalina. Por su lado, el público también acumula un quantum de energía creciente que, de tanto en tanto, el orador debe disipar con una broma para que la risa la disipe por el estómago, o generando un aplauso para que el público gesticule y disperse esa adrenalina. Recordemos que la ironía y la broma subliman la agresividad y evitan que se construya automáticamente una tendencia beligerante, que es lo que ocurre cuando se ataca o condena directamente sin usar la elipsis irónica. Ante la energía creciente en el público, el orador puede también reaccionar gratificando, es decir, dando una satisfacción al público, desde algo modesto (como por ejemplo: ”les he traído becas escolares para sus hijos") hasta grandes temas o propuestas trascendentales, pasando por el verso que los oyentes podrán repetir o el nombre del famoso filósofo y su frase. Una concesión, en una circunstancia dramática, es importante. Al respecto, el discurso de Antonio es un ejemplo extraordinario. En su segunda parte es un típico discurso gratificante, pero, en la primera, es un discurso que escruta psicológicamente al público para hablarle. Antonio es un hombre que, en ese momento, puede estar al borde de la muerte o en una zona de arenas movedizas. No sabe si debe entrar en ella y pone el pie con mucho cuidado, una y otra vez, para ver la reacción del público antes de atreverse a decir: ”Soy amigo de César y vengo a pedir la muerte de sus asesinos” Es un gran ejemplo para enfrentar al público que no conocemos o que es presumiblemente hostil. 2) Discurso de Antonio ante el cuerpo de César William Shakespeare El gran César, acusado de tiranía, ha sido momentos antes apuñalado por sus adversarios demócratas y por su protegido Bruto. Ahora, su protegido Antonio, en la puerta del Senado, debe orientar a la multitud. Shakespeare, sobre


las crónicas y las citas clásicas, ha reconstruido ese discurso. Es un despliegue de inteligencia táctica la manera én la cual Antonio, en sus primeras palabras, concede el honor y la razón a los conspiradores y, aparentemente, al público ("Bruto es un hombre honorable, sus amigos son honorables, César debe haber cometido grandes delitos"), posición que es sustituida progresivamente por argumentos con los cuales logra reorientar la energía emocional contra los asesinos ("Pero yo era su amigo y él fue leal conmigo, no fue traidor ni ambicioso"). Ofrece, además, una ganancia testamentaria a la masa, cuya lectura retrasa para aumentar o desplazar la energía y luego multiplica la tensión descubriendo el cuerpo martirizado de César, mostrando la herida que cada uno de los asesinos causó y advirtiendo que con César "ante la tumba de Pompeyo caímos todos juntos, ustedes y yo", aseveración con que se integra definitivamente al auditorio. Pero en seguida advierte: "No soy un gran orador como lo es Bruto", y por eso "ellos me permiten rendirle homenaje, porque no tengo ingenio, ni palabras ni mérito y me faltan recursos, elocuencia y dicción para agitar la sangre de los hombres". Y culmina con una frase extraordinaria: "Les muestro las heridas del buen César, pobres bocas mudas, y mego que ellas hablen por mí". Leamos: ANTONIO Amigos, romanos, compatriotas; préstenme oídos. He venido a enterrar a César, no a alabarlo. El mal que hacen los hombres les sobrevive. El bien queda a menudo sepultado con sus huesos. Que así sea con César. El noble Bruto les ha dicho que César era ambicioso. De ser cierto, habría sido una falta grave, Y gravemente César ha pagado por ella. Aquí, con la venia de Bruto y los suyos porque Bruto es un hombre honorable; como lo son todos ellos, hombres de honor. Vengo a hablar en el funeral de César. Era mi amigo, justo y leal hacia mí, pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honorable. Trajo muchos rehenes a Roma, cuyos rescates llenaron de oro nuestras arcas. ¿Por esto se pensó que César era ambicioso? Cuando los pobres lloraban, César lloraba con ellos; ¿No está foijada la ambición en materia más dura? Pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honorable. Todos vieron en las Lupercales Que tres veces le ofrecí la corona real, 12 2

y tres veces la rechazó. ¿Era eso ambición? Pero Bruto dice que era ambicioso, y, sin duda, él es un hombre honorable. No hablo para refutar las palabras de Bruto, Sino para declarar lo que yo sé. En vida todos le amaron, y no sin causa. ¿Qué causa les impide honrarlo en la muerte? ¡Ah, sensatez! Te has alojado en bestias sin alma y dejado a los hombres sin razón... Perdónenme, Pero mi corazón está en el ataúd con César, y debo esperar hasta que vuelva a mí. Hasta ayer la palabra de César podía desafiar al mundo entero. Hoy yace entre nosotros, Sin que nadie se rebaje a homenajearle. Señores, si fuera mi intención incitar sus mentes y corazones al motín y la revuelta, sería injusto con Bruto, e injusto también con Casio quienes -ustedes bien saben- son hombres honorables. No seré injusto con ellos. Elijo en cambio, ser injusto con quien ha muerto, con ustedes y conmigo, antes que agraviar en modo alguno a hombres de tanto honor. Pero tengo aquí un pergamino, con el sello de César, Que hallé en su despacho: es su testamento. Si conocieras pueblo este testamento, que, con perdón de ustedes, no me propongo leer, correrían todos a besar las heridas de César; y empapar sus pañuelos en la sagrada sangre, y suplicar; sí, suplicar de recuerdo un cabello suyo, que al morir mencionarían en sus testamentos como un precioso legado para su descendencia.

CIUDADANO ¡Oigamos el testamento! ¡Léelo, Marco Antonio! CIUDADANOS ¡Queremos oír! ¡Queremos oír! Lee su testamento. ANTONIO Paciencia, buenos amigos; no debo leerlo. No es recomendable que sepan cuánto les amaba César. No son ustedes leños ni piedra, sino hombres; y como buenos hombres, al conocer su testamento, se encenderían de justa ira hasta volverse locos. Mejor es que ignoren que los nombra herederos,


pues de otro modo... ¡Qué barbaridad no cometerían!

CIUDADANO ¡Léelo, Antonio! ¡Queremos oírlo! ¡Lee el testamento de César! ANTONIO ¿Tendrán paciencia? ¿Podrán estarse quietos? He ido demasiado lejos al hablarles de esto. Me temo haber sido injusto con esos hombres de honor que clavaron en César sus puñales. Mucho me lo temo. CIUDADANO ¡Qué honor ni qué honor! ¡Eso se llama traición! CIUDADANOS ¡El testamento! ¡El testamento!

CIUDADANO ¡Son unos canallas, unos asesinos! ¡El testamento! ¡Léelo de una vez! ANTONIO ¿Me obligarán, pues, a leer el testamento de César? Hagan un ruedo alrededor del cadáver, y permitan que les enseñe a aquél que lo escribió. ¿Puedo bajar pues? ¿Me está concedido? CIUDADANOS Si, baja. QUINTO CIUDADANO Formen un círculo alrededor de sus restos.

ANTONIO Si tienen lágrimas, prepárense a derramarlas. Todos conocen este manto. Recuerdo la primera vez que César lo llevaba encima. Fue en su tienda, una noche de verano, el mismo día en que había vencido a los nervios. Mírenlo bien, en este sitio se hundió el puñal de Casio. Vean el tajo que abrió el rencoroso Casca. A través de éste, el amadísimo Bruto cargó su daga, y al retirar su maldito acero, dejó un rastro de sangre de César, que le seguía como a través de puertas para cerciorarse si podía ser su Bruto quien tan arteramente, le golpeaba... Porque Bruto, ustedes saben, era un ángel para César ¡Juzguen ustedes, dioses, cuan tiernamente César le amaba! Ésta fiie la herida más honda, la peor de todas, pues cuando César vio que era él quien le atacaba, pudo más la ingratitud que los brazos traidores, y se dio por vencido. Entonces su enorme corazón estalló, y cubriéndose el rostro con el manto, ahí, al pie de la estatua de Pompeyo, que no paraba de llorar sangre, el gran César cayó. ¡Y qué caída ésa, compatriotas míos! En ese momento, ustedes y yo, caímos todos juntos, mientras una traición infame florecía encima. ¡ Ah, ahora lloran! Veo que ha calado en ustedes la piedad. Son lágrimas generosas. Almas frágiles, ¿por qué lloran si apenas han visto la túnica de César desgarrada? ¡Miren esto! Retira el manto. Acá lo tienen desfigurado, como ven, por los traidores. PRIMER CIUDADANO ¡Qué espectáculo terrible!

PRIMER CIUDADANO Apártense del féretro, aléjense del cadáver.

TERCER CIUDADANO ¡Noble César!

CUARTO CIUDADANO

CUARTO CIUDADANO ¡Qué día aciago!

Hagan lugar a Antonio, al noble y respetado Antonio.

QUINTO CIUDADANO ¡Traidores! ¡Villanos!

ANTONIO

PRIMER CIUDADANO ¡Un asco!

No me aplasten. Retrocedan, por favor. CIUDADANOS ¡Atrás! ¡Hagan lugar!

CUARTO CIUDADANO ¡Queremos venganza! 12


CIUDADANOS ¡Venganza! ¡A correr tras ellos! ¡Incendiemos! ¡Matemos! Que no quede un traidor vivo. ANTONIO Alto, compatriotas. PRIMER CIUDADANO ¡Quietos! Escuchemos al noble Antonio. CUARTO CIUDADANO Le oiremos, le seguiremos, ¡moriremos por él! ANTONIO Amigos míos, queridos amigos, no dejen que mis palabras los induzcan a un arrebato rebelde. Los autores de este hecho son romanos honorables cuyos agravios secretos, por desgracia, desconozco, pues no estoy al tanto de sus razones. Juiciosos y honrados como son, sin duda responderán por sus actos. No he venido, amigos, a conquistar sus pasiones. No soy un gran orador, como lo es Bruto, sino lo que todos saben: un hombre franco y sencillo que amaba a su amigo. Y ellos lo saben muy bien; por eso me permiten rendirle homenaje. Porque no tengo ingenio, ni palabras ni mérito, y me faltan recursos, elocuencia y dicción para agitar la sangre de los hombres, solo puedo hablarles con llaneza. No digo más que aquello que es sabido ya, les muestro las heridas del buen César, pobres bocas mudas, y ruego que ellas hablen por mí. Pero, si fuera yo Bruto, y Bruto Antonio; entonces este Antonio podría estremecer los ánimos y dar a cadajierida de César una lengua, que alzara hasta las piedras de Roma en rebelión. CIUDADANOS ¡Rebelión! PRIMER CIUDADANO ¡A quemar la casa de Bruto!

TERCER CIUDADANO ¡En marcha! ¡A buscar a los conspiradores!

ANTONIO Escuchen un poco más, compatriotas, aún tengo algo que decir. CIUDADANOS ¡Silencio! Oigamos al noble Antonio. ANTONIO ¿Por qué, amigos, marchan sin ton ni son? ¿Qué hizo César que justificara este fervor? Eso, todavía no lo saben. Debo contarles entonces; han olvidado ya que Ies hablé de un testamento. CIUDADANOS ¡Cierto! Quedémonos a oír el testamento. ANTONIO Acá pueden verlo; y, bajo el sello de César, a cada ciudadano de Roma, a cada uno de ustedes, le concede 'setenta y cinco dracmas.

CUARTO CIUDADANO ¡Grandioso César! Vengaremos tu muerte. TERCER CIUDADANO ¡Espléndido César! ANTONIO Escúchenme con paciencia. CIUDADANOS ¡Silencio!

ANTONIO Más aún, les deja todos sus paseos, sus glorietas privadas, los huertos recién plantados de este lado del Tíber. Les deja a perpetuidad a ustedes y a sus herederos parques públicos para pasear y recrearse. ¡Este sí era un César! ¿Cuándo habrá otro igual? PRIMER CIUDADANO ¡Nunca,jamás! ¡Vamos! Quemaremos su cuerpo en el lugar sagrado y en las mismas llamas arderán las casas de los traidores.

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Levanten cadáver.

hermosos discursos o intervenciones norteamericanas que conozca. Lamentablemente, después de ese momento luminoso y poco difundido, salió de la Gasa Blanca, tomó un helicóptero y desapareció. Sic transit gloria mundi.

el

CUARTO CIUDADANO ¡Traigan el fuego! TERCER CIUDADANO ¡Hagamos leña de los bancos! PRIMER CIUDADANO ¡Asientos, ventanas, lo que sea! Salen los plebeyos con el cuerpo de César. ANTONIO . ¡Y ahora, que sigan solos! Calamidad, ya estás en marcha; toma el curso que prefieras. Así termina Antonio su extraordinaria manipulación discursiva. El hecho histórico y la intervención son verdaderos, y Shakespeare los ha reconstruido de manera inteligente. Repitamos, ¿qué es lo que gana un público cuando escucha un orador? ¿Qué debe ganar? Si el público no gana nada, es un público que se vuelve adversario del orador. Debe ganar una certeza, es decir, una convicción, una verdad, la sensación del nosotros, la fuerza de ser parte de un colectivo, una propuesta que lo ilumine, etc. Lo primero que debe buscar un orador, preparándolo con inteligencia, es lo que él va a dar al público, o imaginar qué es lo que el público debe sentir que gana. Y, una vez más, volvemos al comienzo: no hay mejor discurso que aquel que más tiempo se ha preparado, pensado, analizado y manejado. El público que no gana nada es un público que se toma adverso. 3) Un discurso emocional y de balance personal: El otro Níxon Leamos ahora el hermoso mensaje de despedida de Richard Nixon. Es un excelente discurso, dicho además con improvisación absoluta, con todos los elementos centrales que se debe ofrecer para cautivar al auditorio. ¡Qué triste es que lo hiciera en el momento que salía para siempre de la Casa Blanca! Debió haber hablado al mundo de esa manera en todo momento, pero vivió atormentado por el temor al rechazo y respondiendo a él con dureza y procacidad. Nixon, al que tuve ocasión de ver en la campaña electoral de 1972, era realmente una tromba política, con gran capacidad oratoria y dominio de los públicos, uno de los políticos más inteligentes que ha tenido el siglo XX norteamericano (después, claro está, de Frariklin Delano Roosevelt), aunque lamentablemente tropezó con la ley, como a su turno casi tropieza Bill Clinton, pero por razones distintas. Leamos cuidadosamente este discurso porque es un acto de confesión •se«))mental absolutamente sincero realizado por un hombre tortuoso, tal vez malioso pero martirizado, atravesado por profundas angustias que él narra allí: la muerte de sus hermanos tuberculosos, la pobreza absoluta de Loma Linda y su empeño por triunfar. Tal vez habló así porque fue el homenaje que rindió a los trabajadores y empleados domésticos de la Casa Blanca. Es "uno de los más 12 8

Damas y caballeros: "Creo que la historia debería mostrar esto como una de esas cosas espontáneas que nosotros siempre nos esforzamos por organizar cuando el Presidente habla, y así lo reportará la prensa. No nos importa, porque los hombres de prensa deben catalogarlo según la manera en que lo ven. Pero de mi parte, créanlo, es espontáneo. Ustedes están aquí para decimos adiós, y no tenemos una buena palabra para ello en inglés. La mejor es au revoir. Nos veremos nuevamente. Me he reunido recién con los miembros del personal de la Casa Blanca, con quienes día tras día cumplen funciones aquí en la Casa Blanca y les pedí que hicieran lo que les pido a todos que hagan, en la medida de sus posibilidades, por supuesto: servir a nuestro próximo presidente de la manera en que me han servido a mí y a los previos presidentes. Porque muchos de ustedes han estado aquí muchos años, con devoción y dedicación, porque este despacho, importante como es, puede ser solo tan importante como los hombres y mujeres que trabajan para y con el presidente. Esta casa, por ejemplo. Pensaba en eso mientras bajaba las escaleras hacia esta sala y la comparaba con algunas de las casas más importantes del mundo en las que yo he estado. No es la casa más grande. Muchas, la mayoría, incluso en países pequeños, son mucho más grandes. No es la casa más distinguida. Muchas, particularmente en Europa y en China, en Asia, poseen pinturas de gran valor, objetos valiosos que nosotros no tenemos aquí y que probablemente nunca tendremos hasta que tengamos mil años o más de existencia. Pero esta es la mejor casa. Es la mejor casa porque tiene algo mucho más importante que el número de habitaciones o que su tamaño, mucho más importante que el número de magníficas piezas de arte. Esta casa tiene un gran corazón, y ese gran corazón proviene de quienes sirven en ella. Lamenté que no bajaran hasta aquí. Les dijimos adiós arriba. Pero son realmente grandiosos. Y recuerdo que después de tantos discursos que he realizado, y algunos de ellos bastante duros, por cierto, yo siempre regresaba, o después de un día arduo -y mis días en general eran bastante largos-, ellos siempre me daban ánimo, porque yo podía estar un poco desanimado pero ellos siempre sonreían. Y es así con ustedes. Miro a mi alrededor y veo tanto en este personal, saben, yo debería haberme presentado en los despachos y haberles estrechado la mano, me hubiera encantado hablar con ustedes y descubrir cómo gobernar el inundo. Todo el mundo quiere decirle al presidente qué hacer y, ¡caramba!, él necesita que se lo digan muchas veces, pero yo simplemente no tenía tiempo. Pero quiero que sepan que cada uno de ustedes es indispensable para este gobierno.

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Estoy orgulloso de este gabinete. Estoy orgulloso' de todos los miembros que han servido en nuestro gabinete. Estoy orgulloso de los miembros, del subgabinete. Estoy orgulloso del personal de la Casa Blanca. Como señalé anoche, seguro hemos hecho algunas cosas mal en esta administración y el hombre que está arriba siempre tiene la responsabilidad y yo nunca la he evadido. Pero quiero decir una cosa: podemos estar orgullosos de esta Administración que ha durado cinco años y medio. Ningún hombre o mujer llega a esta Administración y se va con más bienes terrenales de. los que tenía cuando llegó. Ningún hombre o mujer ha realizado ganancias a expensas del gasto público o los fondos del Gobierno. Eso dice algo acerca de ustedes. Hemos cometido errores, sí. Pero para provecho personal, nunca. Ustedes hicieron aquello en lo que creían. A veces bien, a veces mal. Y solo quisiera ser un hombre rico -en este momento, debo encontrar la manera de pagar mis impuestos-y si lo hiera, me gustaría recompensarles por todos los sacrificios que han hecho para servir al gobierno. Pero ustedes obtienen algo del Gobierno -y quiero que se lo digan a vuestros hijos y espero que los niños de la nación lo escuchen también- algo en el servicio al gobierno, que es mucho más importante que el dinero. Es una causa aun más importante que ustedes mismos. Es la causa de convertir esto en la nación más grande del mundo, porque sin nuestro lide-razgo el mundo no corocera otra cosa que la guerra, el hambre o posiblemente algo peor, en los años venideros. Con nuestro liderazgo conocerá la paz, conocerá la abundancia. Nosotros hemos sido generosos y seremos más generosos en el futuro en la medida en que seamos capaces. Pero lo más importante, debemos ser fuertes aquí, fuertes en nuestros corazones, fuertes en el alma, fuertes en nuestras creencias y fuertes en nuestra disposición para el sacrificio como ustedes han estado dispuestos a sacrificarse, en un sentido monetario, para servir al gobierno. Hay algo más que me gustaría que ustedes les digan a los jóvenes. Ustedes saben, la gente a menudo llega y dice: "¿Qué le contaré a mis hijos?". Miran al gobierno y se responden, "una vida dura", y se fijan en los enores que se cometen. Tienen la impresión de que todo el mundo se halla aquí con el propósito de llenarse los bolsillos. Es por eso que lo señalé antes, eso no sucede en esta Administración con un solo hombre o mujer. Y yo les digo, hay muchas profesiones honorables. Este país necesita buenos granjeros, buenos hombres de negocios, buenos plomeros, buenos carpinteros. Recuerdo a mi viejo. Creo que hubieran dicho que era un hombre sin importancia, un hombre común. Él no se consideraba de esa forma. ¿Saben qué era? Era conductor de autobuses primero, y luego fue granjero y tuvo un establecimiento donde se plantaba limones. Era la granja de limones más pobre de California, se los puedo asegurar. La vendió antes de que encontraran petróleo en ella (risas). Y luego fue verdulero. Pero fue un gran hombre, porque realizó su trabajo y cada trabajo cuenta, sin importar cuál sea este. Nadie, probablemente, escribirá un libro acerca de mi madre. Bueno,

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supongo que cada uno de ustedes diría esto acerca de su madre: Mi madre era una santa. Y pienso en ella y en sus dos hijos muertos por la tuberculosis. Y en cómo vio cómo ellos dos morían. Sí, no habrá libros acerca de ella. Pero era una santa. Ahora, sin embargo, miramos hacia el futuro. Anoche, en mi discurso, realicé una cita de TR (Theodore Roosevelt). Como saben, soy aficionado a leer libros. No tengo educación pero leo libros -y la cita de TR era una bastante buena. Aquí hay otras que encontré cuando estaba leyendo en mi última noche en la Casa Blanca, y es la cita acerca de un joven. Era un joven abogado de New York. Se había casado con una hermosa muchacha y tenían una hija adorable, y, de repente, ella se murió y esto es lo que él escribió. Esto es lo que estaba en su diario: "Ella era hermosa en su rostro y-en su fomia y aún más bella de espíritu. Creció como una flor y como una bella y joven flor murió. Su vida siempre había sido un rayo de sol. Nunca había sufrido ninguna gran pena. Nadie que la conocía podía dejar de amarla y venerarla por su temperamento radiante y risueño y su generosidad angelical. Bella, pura y dichosa como una doncella, amorosa, tierna y feliz como una joven esposa. Cuando recién se había convertido en madre, entonces, un extraño y terrible destino le sobrevino. Y cuando murió quien yo más quería, la luz de mi vida se apagó para siempre". Este era TR cuando tenía alrededor-de veinte años. Pensaba que la luz se había ido para siempre de su vida. Pero siguió. Y no solo se convirtió en presidente, sino que como ex presidente sirvió a su país, siempre en el ruedo, tempestuoso, fuerte, a veces, acertado, a veces, equivocado, pero nunca se rindió. Y mientras me alejo, permitan que les diga que esto es un ejemplo que pienso que todos deberíamos recordar. Nosotros pensamos, a veces, cuando las cosas no salen bien, pensamos eso cuando no pasamos el examen para ser abogados por primera vez. Yo lo hice, pero simplemente, tuve suerte; quiero decir, mi redacción era tan pobre que quien me examinaba me dijo: "Tenemos que dejarle pasar". Pensamos esto cuando alguien que queremos muere, pensamos esto cuando perdemos una elección, pensamos esto cuando sufrimos una derrota, que todo está perdido. Pensamos, como dice TR, que la luz había desaparecido para siempre de su vida. No es verdad. Es solo un comienzo, siempre. Los jóvenes deben saberlo;- los viejos deben saberlo. Siempre debe sostenemos, porque la grandeza llega no cuando las cosas van siempre bien, sino la grandeza llega y uno realmente está a prueba, cuando uno recibe algunos golpes, algunas desilusiones, cuando llega la tristeza, porque solo si uno ha estado en el valle profundo puede saber qué magnífico es hallarse en la montaña más alta. Y así, les digo en esta ocasión, mientras nos alejamos, que nos vamos orgullosos de la gente que ha estado a nuestro lado y que ha trabajado para nosotros y para servir a este país. Queremos que ustedes estén orgullosos de lo que han hecho. Queremos que continúen sirviendo al gobierno, si ese es vuestro deseo. 13 1


Siempre den lo mejor de sí, nunca se desanimen, nunca sean mezquinos; siempre recuerden, hay quienes pueden odiarlos, pero aquellos que los odian no ganan a menos que ustedes también los odien, y entonces, uno se destruye. Y así, nos vamos con muchas esperanzas, con el ánimo en alto y con profunda humildad y con mucho agradecimiento en nuestros corazones. Yo solo puedo decirles a todos y cada uno de ustedes, que venimos de diferentes religiones, quizás, que rezamos a diferentes dioses -pero, que en realidad es el mismo Dios, en algún sentido- que no solo los recordaremos siempre, que no solo estaremos siempre agradecidos a ustedes, sino que ustedes estarán siempre en nuestros corazones y en nuestras plegarias. Muchas gracias."

4) Un discurso motivador y de esperanza Martín Luther King _ El 23 de agosto de 4963, en el Lincoln Memorial de Washington, Martin Luther King pronunció un extraordinario discurso que la historia recuerda con el título de "Tengo un sueño". Ante una manifestación de cientos de miles de ciudadanos negros, pero integrada también por miles de blancos, utilizó un tono religioso, trascendental y profètico intercalando elementos bíblicos, pasajes de la constitución y del himno nacional, así como frases de calculada evocación sentimental. Luther King enfrentaba el racismo blanco y sus obstáculos legales, pero al mismo tiempo también a la oposición del extremismo negro de los Black Panthers y de Malcom X. Y debía garantizar la serenidad y la no violencia de su movimiento ante la sociedad norteamericana. De allí que, como Haya de la Torre en 1945, insistiera en que él mismo personificaba a los allí reunidos y garantizaba su comportamiento político. Debía, además, garantizar la americanidad de los negros estadounidenses en contra de la africanidad pregonada por los extremistas. Escogió por ello el Lincoln Memorial omo escenario, para vincular su prédica a la figura universal del presidente que abolió la esclavitud, afirmó la democracia y reafinnó la unidad de los Estados Unidos. Llevó escrito el discurso e inició su lectura, pero transcurrida la mitad de la intervención continúo con mayor espontaneidad en lo que es un mensaje espiritual de alta significación. Usó reiteradamente la anáfora repitiendo: "Ahora, ahora, ahora" en muchos párrafos, "Tengo un sueño" en otros pasajes y culminó con la letra musical de un canto espiritual como reclamo de identidad negra. Es un importante ejemplo. Leamos: "Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país. Hace-eien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombramos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación, este trascendental decreto significó un gran rayo de luz y ele esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre;

cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material. Cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra". (Luego de involucrar a todos los presentes en la "mayor manifestación por la libertad", enlaza sus propósitos con los de Lincoln. Pero se cuida de no declarar "frustrada o falsa" la promesa de aquel y le da el carácter de una "promesa válida pero aun no cumplida"). "Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. Erí cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, fumaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres les serian garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". ■ "Es obvio, hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia". (Tal como estudiamos antes, la imagen del cheque por cobrar sintetiza aquello que el orador ofrece a su auditorio, cuidándose de advertir que hay fondos para satisfacerlo). "También hemos venido a este lugar sagrado para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad". (Importante reiteración del "ahora", que devuelve fuerza al reclamo y sirve también para orientar la energía del auditorio). "Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentían contentos, tendrán un rudo despertar si el país retoma a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les


garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinoá de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que suija el esplendoroso día de la justicia". (Después de reiterar el "ahora", parece dirigirse a la población blanca, formulando una advertencia. Sin embargo se cuida inmediatamente de redefinn los términos de tal concepto). "Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevamos a las majestuosas alturas donde se encuentra la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra no debe conducimos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás". (Como líder de la militancia de la comunidad negra, se convierte en garante de la paz ante el país. Recuerden el discurso de Haya de la Tone en 1945 en el que señala a sus partidarios que su camino no sería la venganza o el extremismo político. En el prudente uso de las expresiones del orador, comprobamos la tensa relación entre Martin Luther King y su auditorio, pues tras esa oferta de serenidad, relanza la urgencia. Es el "tira y afloja" en una situación compleja). "Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles: ¿Cuándo quedarán satisfechos? Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las caneteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos mientras los negros solo podamos trasladamos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos mientras un negro de Mi-sisipi no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa comente. Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad han sido golpeados por las tormentas de la persecución y denibados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador." (Es la gratificación al auditorio en la forma de un homenaje y el 13

reconocimiento a los militantes, que, sin embargo, deben partir para no constituir una amenaza con su presencia). "Regresen a Misisipi, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza. Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente anaigado en el sueño americano. Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo. Afirmamos que estas verdades son evidentes: todos los hombres son crpados iguales. Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el estado de Misisipi, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. ¡Hoy tengo un sueño! Sueño que un día, el estado de Alabama, cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos como hermanos y hermanas. ¡Hoy tengo un sueño!". (El término "sueño" no solo es sinónimo de esperanza, también evoca un estado físico, un "umbral"; es un término "si-nestésico" que desencadena sensaciones físicas e ilusiones en el auditorio sobre un estado corporal en el que todo es posible. Naturalmente el público norteamericano no conoce la literatura española, pero en el discurso está la misma estructura de la estética de Calderón de la Barca: "Yo sueño que estoy aquí, de estas prisiones cargado, mas soñé que en otro estado más lisonjero me vi. Sueña el rico en su riqueza que mil placeres le ofrece, sueña el pobre que padece su pobreza y su miseria, sueña el que agravia y ofende, sueña el que se afana y pretende, y en el mundo en conclusión todos sueñan lo que son aunque ninguno lo entiende". Me tocó usar de estos versos al terminar mi discurso de reencuentro con el Perú después de nueve años de exilio). "Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano". (Hasta este momento el "sueño" se refería a temas políticos y reales, pero a partir de este momento se vuelve componente de un lenguaje de "realismo mágico", suerte de "parábola" en la que es evidente la influencia del discurso de

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las bienaventuranzas de Cristo). "Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos transformar el sonido discordante de nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres". (Igual que con el ténnino "ahora", el ténnino "juntos" se repite cinco veces para reforzar el sentimiento del "nosotros" y gratificar al auditorio con la sensación de una mayor fuerza colectiva). "Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado: "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra que es orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad. Por eso, ¡qué repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Qué repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Qué repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensil-vania! ¡Qué repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Qué repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no solo eso: ¡Qué repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Qué repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Qué repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipi! De cada costado de la montaña, que repique la libertad." (Cada parte del auditorio espera siempre que su "patria chica", o un tema que le sea propio, sean mencionados por el orador para reforzar su vínculo emocional con él). "Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada de! día, cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!". El extraordinario discurso de Martin Luther King llega en su parte final a la ensoñación y a la magia ilusionante. Es trascendental, y lo es más si se recuerda que, unos años después, cuando seguía en la lucha, el gran orador fue asesinado tras anunciar premonitoriamente su fin la noche anterior en un discurso que más adelante analizaremos. Y tal vez ese fue, paradójicamente, su mejor discurso, el del martirologio, tras el cual se desencadenó un gran avance de los derechos civiles en los Estados Unidos. Un detalle adicional, el uso del "regresen a Missisipi, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, sabiendo que, de alguna manera, esta situación tiene que cambiar", tiene los ecos del hermoso mensaje hecho por Dolores Ibárruri al despedir a los voluntarios de las Brigadas Internacionales llegados para defender Madrid. Podemos ahora recordar algunas palabras de Cristo, tal vez el más grande 13 6

orador, si medimos la importancia de sus frases por su trascendencia espiritual y por su vigencia histórica.

5) El sermón de la montaña: Cristo Orador Para comprender el efecto que las parábolas y los discursos de Cristo pudieron tener sobre sus oyentes y contemporáneos,, dejando momentáneamente de lado su carácter trascendéntal y divino, es preciso situarlos en su tiempo histórico. Setenta años antes del nacirniento de Jesucristo, el general romano Pompe-yo había conquistado Jerusalén, subordinando al pueblo judío, pero setenta años después de Cristo habría de producirse la gran sublevación judía que culminó con el sitio de Masada y lá: destrucción del Templo en tiempos del emperador Tito. En el exacto punto medio entre esas dos fechas nació Jesús, en una tierra sacudida por múltiples rebeliones. Es evidente, por ello, que quienes lo escucharon interpretaran en términos inmediatos y políticos que este "profeta" o "rey" podía ser el promotor de un nuevo levantamiento o de la recuperación de la independencia judía. Judas, llamado Iscariote por ser de Cariot, la región de los zelotes rebeldes, quien debió ser un antiromano militarista, como los de esa tierra en la que se habían producido numerosas insurrecciones, vio frustrada su esperanza de tomar Jerusalén. Tal vez por ello impulsó la disidencia, que tuvo como acto culminante la Última Cena y concluyó con la entrega del Mesías al Sanedrín Judío, no a la autoridad romana. Cuando esto ocurrió, se ahorcó en el Campo de la Sangre. Los evangelios relatan, confirmando esa posibilidad, la duda permanente de los discípulos sobre el rol de Cristo, e inclusive, cómo al llegar por última vez a Jerusalén, la esposa de Zebedeo y madre de Jacobo y Juan reclamó a Cristo que, entrando por fin a su reino terrenal,' tuviera junto a él a sus hijos y no a Simón y Andrés, los favoritos. Son múltiples los ejemplos que comprueban cómo, situados en su perspectiva temporal, los judíos, que eti IOS sesenta* años anteriores, tras la toma de Jerusalén, habían sido degollados por miles, habían sufrido la violación de sus mujeres, las ofensas a su Dios y estaban sometidos a los nuevos impuestos romanos, cercanos al treinta por ciento de la producción, debieron entender el mensaje de Cristo como una oferta de liberación terrenal. Cristo asume un doble papel ahíe ellos, el de un profeta moralista y el de un liberador político. Y en su discurso va a reivindicar la Ley de Moisés: "Les aseguro que el cielo y la tierra pasarán antes de que pase una "i" o una tilde de la ley sin que todo esto ocurra. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento a la Ley". Así gana certeza y unidad en el auditorio, pero inmediatamente después propone una nueva moral, superior a la "Ley del Talión", y diserta sobre su propuesta. Además, en la enumeración de las Bienaventuranzas, se dirige a un pueblo que tiene en las prisiones y en los trabajos forzados a miles de ciudadanos martirizados por los romanos. ¿Era Cristo consciente de la interpretación política que se dio a sus palabras? Seguramente sí. Inclusive la nueva moral del perdón podría ser entendida como una norma de integración social que reduce los 13


conflictos en el pueblo que debe actuar con la mayor unidad ante el enemigo común. Leamos el Evangelio de Mateo: "Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó y sus discípulos lo siguieron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran porque elloS serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos, pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿Con qué se la salará? Ya no siive sino para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco si enciendo una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelera, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a darle cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una "i" o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres será elmás pequeño en el Reino de los Cielos, en cambio, el que los enseñe, ese será grande en.el Reino de los Cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: "No matarás", y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal, pero el que llame a su hermano "imbécil" será reo ante el Sanedrín, y el que le llame "renegado" será reo de la Gehena de fuego. Si al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces que. un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.

Habéis oído que se dijo: "No cometerás adulterio". Pues yo os digo: Todo aquel que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros que no todo tu cuerpo vaya a la Gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros que no todo tu cuerpo vaya a la Gehenna. También se dijo: "El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio". Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto en el caso de fornicación, la hace ser adúltera y el que se case con una repudiada, comete adulterio. Habéis oído también que se dijo a los antepasados: "No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos." Pues yo os digo que no juréis en modo alguno, ni por el Cielo, porque es el Trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies, ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey". Séptima lectura práctica: Discurso de bieíivenida al rey de España Juan Carlos I, pronunciado por el presidente Alan García "Majestades, Altezas, Presidente de Gobierno: Muchas gracias Majestad, por su gentil invitación para esta visita de Estado que nos permite volver a esta patria nuestra para fortalecer nuestros compromisos, nuestras relaciones y nuestras esperanzas por el futuro. España es, como usted lo ha mencionado, el primer país en inversiones en el Perú. España es el primer país donante en el Perú, y España es el país que con más afecto y serenidad se precipitó a ayudar a las víctimas del terrible sismo que nos afligió el 15 de agosto. Por todo ello le agradecemos profundamente la ocasión de esta invitación generosa y fraterna, pues a usted le vemos como un hermano mayor nuestro, para venir a esta querida tierra y hablar en voz alta de lo que nos une y de lo que estamos seguros va ser en el futuro la simiente de mayores realizaciones en nuestros pueblos. Para nosotros, el desarrollo político y económico español es un modelo y un ejemplo a seguir. Señor, tenía 25 años y era un estudiante doctoral cuando, con inquietud, mirando hacia el futuro, le vi llegar a la Plaza de las Cortes, donde entonces vivía yo, en la calle del Prado. Hoy, pasados tantos años, al volver a esta realidad, compruebo un estadista, un monarca, que puede enseñar madurez, tolerancia, y lo que es la conducción de un pueblo, para ahorrarle malos momentos y sacudir los malos espíritus de él cuando es necesario. Y afirmo que este modelo español, de democracia integral,


de descentralismo audaz, de respeto por los derechos humanos y de modernidad económica gracias a la integración europea, es un modelo que nosotros podemos recibir y aplicar en el Perú, sabiendo que ha tenido éxito aquí. Por eso, nosotros nos empeñamos en impulsar el crecimiento por el único medio a través del cual se puede lograr, que es la inversión, y con ella la convocatoria al capital nacional y extemo, multiplicar la producción, y generar los empleos que el Perú requiere. Para eso garantizamos estabilidad, seriedad y responsabilidad económica y buscamos ampliar nuestros mercados, asociándonos, cómo no y en primer lugar, de manera bilateral con España. Pero el crecimiento, entendemos, no puede hacerse sin descentralizar su ejecución, garantizando la participación creciente de todos, y no puede hacerse sin redistribuir sus frutos para que la población desilusionada no caiga bajo el canto de sirenas de los principios pasatistas o de las ideologías reaccionarias y. autoritarias que a veces se ofrecen como alternativa a la democracia. Nuestra obligación es crecer dentro del cauce de la justicia social y nos empeñamos por eso en llevar agua potable hasta el último de los hogares del Perú. Nos llena así de orgullo que su país haya visto como un buen ejemplo este trabajo y planteado para todas las naciones del Consejo Iberoamericano el Fondo de Agua, que es no solamente un acto de justicia para las sociedades, sino un ejemplo clarísimo de cómo entiende España la democracia, desde los servicios básicos. Nos empeñamos en llevar la identificación rural a la vieja comunidad campesina y al lejano caserío, nos empeñamos en acabar para siempre con el analfabetismo. No hay nada peor que el no disfrutar integralmente del bellísimo idioma de Miguel de Cervantes, no hay nada peor que la tiniebla de no poder vincularse con el mundo a través de este lenguaje que está entre los grandes de la Tierra. Por eso queremos, esta es mi meta y es mi ilusión histórica, que al fin de mi gobierno no quede un analfabeto en el Perú, y creo que eso habrá dado un sentido a mi vida. Luchamos entonces por la redistribución con crecimiento, por la descentralización y por la austeridad, pero esto tiene mucho que ver, repito, con el modelo que hemos aprendido de España, que puede enarbolar ahora no los viejos pendones de los tercios guerreros, sino un estandarte de un ejemplo de modelo económico con resultado y con justicia social. Por eso ratificamos ante usted, Majestad, nuestro deseo de acompañar a España, y a sus compromisos globales. Actuamos contra el terrorismo, contra las fonnas fundamentalistas e intolerantes que eliminan al adversario en vez de lograr vencerlo con las ideas, y actuamos a favor de la defensa de la Tierra y de su medio ambiente, y creo que en ese camino podemos, juntos, hacer más. Y estoy seguro de que la empresa española, creciente, pujante, llamada en breve plazo a constituirse en un escalafón mucho mayor en la escena de los pueblos de importancia de la Tierra, tiene una gran responsabilidad en su crecimiento para con Iberoamérica, y especialmente con Sudamérica. Por eso he reclamado esta mañana tal vez un acto audaz a los industriales y empresarios: que piensen en grande en Sudamérica: no solamente hacer inversiones en un país, sino pensar en el mercado global sudamericano o

iberoamericano, pues creo que están dadas todas las condiciones tecnológicas, financieras y empresariales, aquí en España, para que puedan ustedes abordar ese trabajo que recibiremos nosotros juntos porque ayudará al desabollo de nuestros países. Estoy seguro de que ese trabajo bilateral, especialmente español-peruano, nos ayudara también en el diálogo con la Unión Europea, nos ayudará también a la obtención del Tratado del Libre Comercio, superando las dudas, las cavilaciones o las tentaciones pasatistas que impiden que la Comunidad Andina se vincule a un mercado adelantado y creciente. Esto es lo que podría decir en agradecimiento a su gentil invitación, pero hay algo mucho más profundo. A otro pueblo, a otro gobernante, podría hablar en esos términos y limitanne a ellos, pero estoy hablando a quien personifica a España, y estoy hablando ante quien gobierna España, estoy hablando a una esencia y a un jirón que llevamos como diez gotas de sangre en las venas; estoy hablando de lo que fonna parte de nosotros y de nuestro futuro. Por consiguiente dejo fluir y dejo hablar-al espíritu para decir que llevamos en nosotros la pasión de esta España permanente y eterna, para decir que admiramos profundamente a este pueblo que al tiempo que llegó a América había cumplido otros inmensos cometidos como ningún pueblo los ha cumplido en la Tierra. En breves años, brevísimos, se reconquistó, se reunificó, se descubrió un mundo nuevo. En breves años y al mismo tiempo se'abrió el espacio de este siglo de oro que está en nuestro hablar, que, aunque no lo quisiéramos, está en nuestro pensamiento, impreso y permanente. Lope de Vega, hablando de las noches madrileñas, decía a las fabricadoras de embelecos, ojos de lince y pies de fugitivo; Calderón de la Barca, el inmortal, que nos habló de los viejos sueños en los que por cierto estamos porque soñamos siempre, por otros, los que hacemos buena política, o en sí mismos los que agravian y ofenden,, los que afanan y pretenden, los que no guardan silencio cuando es necesario. Ya está dicho que sueña el rico en su riqueza que mil placeres le ofrece, sueña el pobre en su pobreza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo en conclusión, todos sueñan lo que son aunque ninguno lo entiende; y si él dijo eso, también el profundo y enloquecido sueño, el del inmortal Quijote, que es desfacer entuertos y trabajar por otros. Vemos en usted, Majestad, he dicho, un gran hermano que vive ese sueño de trabajar por otros, estamos seguros de que usted está ya por encima de todos estos tiempos y de todos estos hechos, como el viejo e inmortal filósofo Espinoza, del que Borges dijo era libre de la metáfora y el mito labrando un arduo cristal, el infinito mapa de aquel que es todas sus estrellas. Creo que podemos verlo a usted Con satisfacción, con cariño, con amor de hermanos, sabiendo que usted encama lo que hemos siempre sido, mitad españoles, mitad americanos, y reitero y tennino con el poeta Chocano, que hoy día usted ha mencionado y que proclamaba que de no ser poeta quizás hubiera sido un blanco aventurero o un indio emperador. Levanto pues mi copa por España eterna, levanto mi copa por sus monarcas y levanto mi copa por todos nosotros."

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CAPITULO vn

LAS PARTES DEL DISCURSO

Ahora abordaremos qué partes debe tener una intervención, un asunto que ha sido tema central en todos los tratados de retórica y oratoria desde Quintiliano, Filomeno de Gadara hasta Aristóteles y Cicerón. Para Aristóteles, esos elementos debian ser el exordio, la construcción, la refutación y el epílogo, en un orden que hemos seguido en este texto explicando el saludo, la introducción, el desarrollo y la conclusión. 1) El tiempo previsto Pero reflexionemos antes sobre algo importante. Cuando una persona comunica oralmente, demora, en promedio, cuatro veces más tiempo en expresar una idea que en pensarla. Esto significa que cuando estamos verbalizando un párrafo, otras dos o tres ideas están ya en nuestra consciencia pugnando por ser expresadas como también otras ideas y asociaciones están en la mente de los oyentes. Ese ritmo más veloz conduce-muchas vecesa perder el camino principal o a sustituir el orden del esquema preparado. Si a ello se suma el miedo, el expositor puede perderse en las ramas del pensamiento y llevar'al auditorio a una gran confusión. Pues bien, si aún no somos oradores experimentados o consumados, la manera de salvarse de tal peligro es hablar poco y con gran claridad. Quien habla brevemente no se pierde en las ramas. Esto nos lleva a precisar el tiempo mínimo de una intervención oral que pueda calificarse como "un discurso". Y es una intervención con un mínimo de diez o quince minutos, porque este es el tiempo en el que podemos distinguir el saludo, la introducción, el desarrollo y la conclusión o recuento final, pues si solo se habla por dos o tres minutos, estamos en el caso de un brindis, una arenga o un grito. Además, un discurso de veinte minutos puede tener una conclusión poética, anecdótica o sentimental. Veamos un extraordinario ejemplo de brevedad y precisión. Como mencionamos antes, el Presidente Lincoln pronunció en 1863 el más recordado de sus discursos. Y fue también el más breve. Había intervenido antes un Juez Supremo, durante más de una hora. Lincoln sintetizó sus ideas en una exposición que no supera las treinta líneas y los seis minutos y abrumó al 142

inoportuno, cuyo nombre nadie recordará. Leamos: "Hace ochenta y siete años nuestros padres dieron vida en este continente a una joven nación concebida sobre la base de la libertad y obediente al principio de que todos los hombres nacen iguales. Ahora nos hallamos empeñados en una dura guerra civil que decidirá si esta o cualquier otra nación así concebida puede o no subsistir mucho tiempo. Estamos reunidos en uno de los campos de guerra donde se ha librado esta contienda. Hemos venido aquí para dedicar una parte de este campo como lugar de reposo eterno de los que dieron sus vidas para que subsista nuestra nación. Es muy natural y muy justo que así lo hagamos. Pero, en un sentido más amplio, hablando con toda exactitud, no somos ncjotros quienes pueden consagrar, dedicar y bendecir este campo ya bendito. Son los mismos soldados heroicos que lucharon en él, así los caídos como los sobrevivientes, quienes ya lo han consagrado con su conducta, mucho mejor de lo que pudiéramos hacerlo nosotros. Nuestra pobre aportación nada puede añadir o quitar. El mundo no hará gran caso de lo que aquí digamos, ni retendrá por mucho tiempo la memoria del homenaje nuestro. Pero, en cambio, jamás podrá olvidar lo que hicieron los bravos soldados que se batieron aquí, en Gettysburg. Nosotros, los que vivimos, tenemos la obligación sagrada de continuar y terminar noblemente la obra que comenzaron los que aquí sucumbieron. Ahora nos corresponde a nosotros dedicamos por entero a la gran empresa que todavía está inconclusa, para que seamos dignos de los venerados muertos, para que tomemos de ellos la misma devoción a la causa por la que dieron la suprema prueba de afecto, para demostrar que no entregaron en vano sus vidas, que nuestra nación, colocada bajo el amparo de Dios, conocerá siempre la libertad tras este nuevo bautizo de sangre y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, jamás desaparecerá de la Tierra". En este magistral discurso Lincoln nos comprueba lo que comprueban los psicólogos del aprendizaje: la gente recuerda siempre el inicio y el final. Allí es donde el orador no puede fallar. Y la frase del Presidente se repite desde hace ciento cincuenta años como una definición insuperable. Al medio, y por un accidente, el orador podría perderse, pero como les advertí desde el comienzo, si tiene bien aprendido el inicio, ya tiene avanzada la intervención y el dominio sobre el público, y si cuenta con un final como el que hemos leído habrá superado la situación. Recuerden que, cuando la batalla de Marengo parecía perdida al mediodía, el Estado Mayor le sugirió a Napoleón emprender la retiradavy él contestó: "Es cierto que vengo de perder una batalla, pero antes de que caiga la noche tengo tiempo de ganar otra", y la ganó. Nadie recuerda hoy la catástrofe del mediodía. El público recordará el momento en que usted caminó, subió y sus palabras de los primeros dos minutos, pero esencialmente tendrá en la memoria los últimos dos o tres minutos. Normalmente lo dicho al medio no impactará tanto. "¿Qué dijo antes?" se preguntará la mayoría y se responderá: "No sé, pero habló 14 3


muy bien". Prepare muy bien el primer y los últimos párrafos y logrará su objetivo. Ciertamente pueden pronunciarse discursos de una hora, y mucho más, pero son excepcionales. En términos generales, los discursos pueden ser arengas, discursos emocionales sobre un único concepto (como por ejemplo "Hasta pronto, hermanos", de Dolores Ibarruri, La Pasionaria), discursos conceptuales más largos y sobre varios temas (Gil Robles, Haya en 1945), o discursos sobre un programa de gobierno (Alan García, "Discurso de cierre de campaña", ver Anexo I, Haya: Discurso del Veto, 1962). En una campaña electoral casi todos mis discursos superan los sesenta minutos porque tienen por propósito articular un Plan de Gobierno en la mente de los oyentes y convertir a cada uno en un propagandista de lo escuchado y no solamente de lo visto o de la simpatía generada. Un discurso así, con los elementos específicos de cada auditorio, ciudad o situación tiene siempre más de treinta partes que exponemos ordenadamente. Ello es posible cuando uno, por la práctica, ha entrenado su capacidad de hacer mapas mentales o esquemas, en los que cada parte tiene a su vezuna síntesis o un subesquema. Todos podemos enseñar a nuestro cerebro la habilidad de construirlos y recordarlos. En suma, un discurso de quince o veinte minutos requiere cuando menos de un saludo, una introducción, un desarrollo y una conclusión.

2) El saludo El saludo es fundamental para que el. público acepte al expositor; es el primer contacto con la audiencia. Ya hemos estudiado que ese primer contacto con el público es la entrada, es el estudio del público, es la mirada al público, es la sonrisa al público, es la forma de caminar ante el público, es la forma de enfrentarlo. Todos saben que hay ciertos animales que atacan al olfatear la adrenalina, y el público está, de alguna manera así, acechando, esperando ver quién tiene miedo o quién no domina su miedo. Muchos creen que el orador, el "retórico", es como un ave depredadora, pero se equivocan. Hasta el momento del saludo, la fuerza y el ánimo depredador los tiene muchas veces el público y el expositor es solo el blanco débil. El saludo comienza desde el primer contacto visual con el público, con su sonrisa, su aplomo, con el "no perderle la cara", no bajar la mirada, ni perderle el frente. El saludo es la fomía de lograr que el público nos acepte: por los ojos, por la actitud, por la fonna en que muestra las manos. Todo ello garantiza un mejor contacto con él. Recordemos que un buen expositor siempre habla hacia delante en el pupitre y mostrando las manos. Y un consejo previo: en el saludo, jamás pida disculpas. No diga "llegué tarde', porque inmediatamente el público, aunque antes lo hubiera sabido, recordará que llegó tarde. Desde el momento del inicio se abre un nuevo capítulo temporal, así que, si llegó tarde de verdad, no lo diga, porque el público, al final de un buen discurso, sentirá que usted llegó temprano y nunca se autoinculpe por algo en el saludo, eso es dar un paso en falso del que difícilmente podrá recuperarse.

El saludo es, nonnalmente, una invocación. ¿A quién? A los amigos, las amigas, los compañeros, las compañeras, los conciudadanos, los compatriotas, los hermanos en el ideal y en la esperanza; según ustedes los denominen. Hay saludos maravillosos, casi sin invocación, que son ya un desarrollo sintético, como el extraordinario discurso de Alfonsín: "Argentinos: Se acaba la dictadura'. Ese es un gran saludo que lo conectó de inmediato con toda la gente, que introdujo ya una idea, que anticipó la exposición que continuaría. Siguiendo su ejemplo, nunca hay que extenderse en las invocaciones que hacemos normalmente, enumerando uno a uno a todos las autoridades o líderes importantes asistentes, pues ello genera distracción en el público y empequeñece ante los oyentes al que comienza así. Lo recomendable es saludar a la persona más importante y en una fonna general a las otras, como por ejemplo, de esta manera: "Muy dignas autoridades nacionales y regionales", siempre con respeto. Luego al público con especial afecto: "Queridos hermanos". Ello será muy bien recompensado por el auditorio general. En suma, mientras más sintético sea el saludo, menos se impacientará la gente. El saludo es la fonna en que logro que el público me acepte y se conecte conmigo. Parte de esa conexión es saludar a algunos al ingresar o hacer como que se reconoce personas entre el público, con lo que logrará que la gente crea que, el orador tiene con algunos una relación personal que temiinará contagiando a otros. Eso es lo que hacen, casi siempre, los presidentes norteamericanos. Lo hacen Obama y Clinton, lo hacía Nixon, lo hace Bush. En medio de la algarabía inicial, señalan e inclusive se vuelven hacia sus esposas fingiendo señalar a quienes están presentes. Pero así se conectan con el público. Otros escogen las "antenas" que están en primera fila, las saludan con efusión y eereama. Y a través de ellos se vinculan con las filas posteriores. Todo esto es parte de la mise en scene del saludo. Si no se cuenta con una frase sintética, como "Se acaba la dictadura", puede seguirse el ejemplo de Gandhi, que sin invocar a los presentes usó muchas veces como saludo reprochante la primera frase. Ocurrió en Varanasi, en 1916, donde comenzó directamente: "Es profundamente humillante y vergonzoso para todos nosotros que esta noche me vea obligado, a la sombra de esta maravillosa universidad, en esta ciudad sagrada, a dirigirme a mis compatriotas en un idioma que es extranjero". Y prosiguió: "Se nos acusa de no tener iniciativa. ¿Cómo podemos tenerla si hemos de dedicar los mejores años de nuestra vida al dominio de un idioma extranjero?". c En ese mismo estilo Jawaharlal Nehru comenzó su bello discurso por la independencia de la India diciendo: "Hace muchos años iniciamos un pulso y un destino y ahora ha llegado el momento de cumplir nuestras promesas, quizá no de forma completa, pero sí de un modo sustancial. Cuando el reloj marque la medianoche, cuando el mundo duerma, la India se despertará a la vida y a la libertad". A su vez, Haya inició su reencuentro con el pueblo en 1945, diciendo:


"Este es para nosotros un día jubiloso de reparación y de reencuentro. En esta plaza, agora de asambleas inolvidables, volvemos a juntamos bajo la égida del Protector del Perú, que nos legara con los colores de la patria la consigna sagrada de que la libertad entre nosotros es expresión de la voluntad de los pueblos y de la justicia de su causa que Dios defiende". Y ya había sintetizado su saludo en el discurso del 8 de diciembre de 1931: "Compañeros: Este no es un día triste para el partido" Cuando en 1987 visité México, rendí homenaje a la ciudad invocada, diciendo desde la primera palabra: "Pocas ciudades en el mundo tienen el privilegio de México. En el batallar incesante de los pueblos y en su camino, súbitamente, se detienen los alientos para mirar en una sola dirección y una ciudad se vuelve espíritu, una sola ciudad se vuelve circunstancia y capital de la humanidad. El París de la Bastilla, el Madrid que concita todas las expectativas, las miradas y las ilusiones, el Madrid del sitio fascista, que en la línea divisoria de los ejércitos separa a la democracia del totalitarismo, y este México que tantas veces ha sido capital humana, en unas ocasiones, de la lucha antimperialista, y en otras del nacionalismo contemporáneo, despertando y agitando la América Latina hacia su futuro". En mi discurso de cierre de campaña del año 2006, ante 200 mil personas en el Paseo de la República y por cadena nacional, comencé sintetizando todo lo que iba a decir en los dos primeros párrafos: "Conciudadanos, compañeras y compañeros, pueblo del Perú: Esta enorme concentración es, sin lugar a dudas, una de las más grandes que se han hecho en nuestra patria, pero al mismo tiempo, es el anticipo de la victoria del 4 de junio, donde triunfará el pueblo y la justicia social. Aquí han venido, y allá nos escuchan por las radios y la televisión los campesinos que ansian que el Estado promueva su trabajo y salve su empleo, los pequeño y microempresarios del Perú, que necesitan el impulso de las compras del Estado y un financiamiento más barato; los trabajadores que quieren la restitución de su derecho, los desempleados que buscan ansiosamente trabajo, la juventud que aspira, que espera, que estudia, las madres del pueblo que cuidan el hogar y suplen al padre ausente. Aquí han venido las compañeras y compañeros del aprismo que guardan ensu corazón la fe de Haya de la Torre, pero esta noche han venido también, y muchos, en este mar de más de doscientos mil peruanos, quienes votando en la primera vuelta por otros candidatos, han venido a sumarse con el APRA para defender la democracia y la libertad". Y en el año 2006, cuando después de diez años de exilio y dieciséis de espera, triunfó el Partido Aprista en el Perú, no encontré mejor manera o invocación para comenzar qué decir: "Demos gracias a Dios Todopoderoso, demos gracias a la Providencia Divina, que ha acompañado la campaña y la palabra del partido para enfrentar fuerzas que no son ni la del amor ni la de la unión sino del enfrentamiento. Demos gracias al pueblo del Perú que, generoso, ha dado sus votos mayoritarios

por la alternativa que represento. Demos gracias a cada uno de los apostas que han mantenido su fe, su cariño palpitante por el pueblo; por el partido y por Haya de la Torre. Demos gracias a la historia y digamos ante ella que en esta segunda oportunidad moriremos en el empeño de no fallar ni defraudar a los peruanos". 3 ) La introducción La introducción es el momento en que el público conoce los objetivos del discurso. Ella señala qué es lo que se va a desabollar y, ya lo hemos anticipado, lo más eficaz es anunciar desde el primer momento, como lo hace un buen periodista, el qué, cómo, quién, cuándo y dónde. Así lo hace Susan Anthony en la que, sostengo, es la mejor introducción que conozco. Luego el desarrollo de Alfonsín después de la frase "se acaba la dictadura". También, la introducción de Haya de la Torre después de afumar en el saludo: "Este no es un día triste para el partido". Fíjense cómo se sintetizan allí los argumentos emocionales, al estilo Enrique V, que cuando escuchó decir: "Ojalá tuviéramos diez mil guerreros más", respondió: "¿Diez mil? ¿Y para qué? Si vamos a perder, para qué van a morir otros diez mil, y si vamos a ganar, para qué vamos a compartir la gloria". El argumento es extraordinario. Haya de la Torre dice: "Este no es un día triste, es un día promisor" y explica que allí comienza la verdadera historia del partido, pues lo ocurrido es una anécdota pasajera y se inicia el futuro, aquí, con esta prueba. Esa es la introducción, y luego desarrollará, en un breve discurso de diez minutos, cómo será esa prueba. Debemos anunciar nuestros objetivos directamente, como el buen periodista. Qué venimos a decir, cómo va a ocurrir, quién lo va a hacer y dónde va a pasar. Y de la manera más clara posible porque así tendremos una comunicación de confianza, de sinceridad y de certeza, pues como el público no es el que habla, no tiene la batuta, no tiene el micro, no sabe a dónde va. Entonces hay que señalar el propósito, como los miembros de la Brigadas Internacionales de 1936 a quienes se preguntaba: "¿A dónde vais?" Y respondían: "A morir en Madrid". A la gente le gusta participar con las cartas sobre la mesa. 4) Formas de introducción Hay formas diferentes de introducir un discurso. Puede ser de ubicación del tema, como Susan Anthony; puede ser de explicación y aliento, como Haya de la Torre: "Este no es un día triste, es un día promisor, es el día promisor"; puede ser de anuncio: "Se acaba la dictadura militar, se acaba la inmoralidad y la prepotencia. Se acaba el miedo y la represión, etc."; puede también ser de una manera anecdótica: "Al bajar del avión he sentido de inmediato la fuerza de esta tierra que anuncia nuestra victoria", etc. Usted escoge el sentido. Por ejemplo, si el público es de personas mayores, y comienza diciendo: "Antes de venir aquí, he querido ir a la tumba del gran caudillo a rendirle homenaje", habrá marcado un punto emocional en el auditorio, porque está más cerca de la muerte y por consiguiente será más sensible a ese tema

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Leamos algunas introducciones: Susan Anthony "Amigos y conciudadanos: Me presento aquí esta noche acusada del supuesto delito de haber votado en la reciente elección presidencial sin tener el legítimo derecho para hacerlo. Será mi tarea de esta noche probarles que con ese voto, no solo no cometí una ofensa sino que simplemente ejercité mis derechos de ciudadana, que se me garantizan a mí y a todos los ciudadanos de los Estados Unidos en la Constitución Nacional y que ningún estado tiene el poder de negarlos." Haya de la Torre "Compañeros: Este no es un día triste para nosotros, es el día inicial de una etapa de prueba para el Partido. Vamos a probar, una vez más, en el crisol de una realidad dolorosa quizá, la consistencia de nuestra organización, la fe en nuestras conciencias y la sagrada perennidad de nuestra causa. Quien en esta hora de inquietud, de sombrías expectativas inmediatas para nosotros, se sienta acobardado o sin fortaleza, no es aprista. Nosotros no queremos, en el Partido apristas que duden de su causa o duden de sí mismos en los momentos de peligro. Nosotros no queremos cobardes. No queremos traidores. Y ser traidor en esta hora es, no solo ser el Judas que nos vende, sino el cobarde que da un paso atrás." Raúl Alfonsín "Se acaba la dictadura militar. Se acaba la inmoralidad y la prepotencia. Se acaba el miedo y la represión. Se acaba el hambre obrero. Se acaban las fábricas muertas. Se acaba el imperio del dinero sobre el esfuerzo de la producción. Se terminó, basta de ser extranjeros en nuestra propia tierra". John Kennedy "Vicepresidente Johnson, señor Presidente; Ministro de Justicia. Presidente Eisenhower, Vicepresidente Nixon, Presidente Traman, ilustre clerecía, compatriotas: asistimos hoy, no a una victoria del partido sino a una celebración de la libertad -que simboliza un final, al mismo tiempo que un comienzo- que significa no solo un cambio sino un renacimiento, ya que he jurado delante de ustedes y de Dios Todopoderoso el mismo solemne juramento que nuestros antepasados prescribieron hace cerca de ciento setenta y cinco años atrás. El mundo es muy diferente ahora. Ya que el hombre posee en sus manos el poder de abolir todas las formas de la pobreza humana y todas las formas de la vida humana. Y sin embargo, las mismas creencias revolucionarias por las cuales pelearon nuestros antepasados están vigentes alrededor del globo -la creencia de que los derechos del hombre no provienen de la generosidad del Estado sino de la mano de Dios. No osemos olvidar que hoy nosotros somos los herederos de esa primera

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revolución. Que a partir de este momento y en este lugar se propague la palabra, lo mismo para el amigo que para el enemigo, de que la antorcha ha pasado a una nueva generación de americanos -nacidos este siglo, templados por una guerra, disciplinados por una difícil y amarga paz, orgullosos de su antiguo patrimonio-y que no desean presencial- o permitir el lento deterioro de esos derechos humanos en los cuales esta nación ha estado siempre comprometida, y a los cuales estamos hoy comprometidos dentro del país y alrededor del mundo. Que lo sepan todas la naciones, ya sea que nos deseen el bien o el mal, nosotros pagaremos cualquier precio, soportaremos cualquier carga, enfrentaremos cualquier dificultad, apoyaremos a cualquier amigo, nos opondremos a cualquier enemigo, para asegurar la sobrevivencia y el logro de la libertad" Estudien ustedes en esta filigrana de discurso, elaborado con el apoyo de decenas de intelectuales, hombres importantes, y construido a partir del discurso de Roosevelt de 1934, la importante promesa que hace a su país: "Hoy es un renacimiento, que a partir de este momento y en este lugar, se propague la palabra, lo mismo para el amigo que para el enemigo, de que la antorcha ha pasado a una nueva generación de americanos". Observemos cómo se hace personero y heredero de todo, a través de su juventud. Dice: "Todos los nacidos en este siglo" teniendo al frente a Eisenhower y a Truman, a los que está condenando a salir de la historia. Y estudiemos con detenimiento la fuerza ejemplar del último párrafo cuando proclama: "Que lo sepan todas la naciones, ya sea que nos deseen el bien o el mal, nosotros pagaremos cualquier precio, soportaremos cualquier carga, enfrentaremos cualquier dificultad, apoyaremos a cualquier amigo, nos opondremos a cualquier enemigo, para asegurar la sobrevivencia y el logro de la libertad". Es una oración extraordinaria, porque es una acumulación de energía inmensa, una suma de sólidos propósitos, un juramento total. "Apoyaré a cualquiera, me opondré a cualquiera, que lo sepan todos", es a la vez un desafío y una amenaza general que hace el presidente Kennedy. Como Pizarro definió la situación cuatro siglos antes: "Por allá se va al norte a ser pobres, por aquí se va al sur a ser ricos". Lo que está diciendo al mundo es "conmigo o contra mí". Parece una introducción definito-ria y clara: "Soy la juventud de esta América renacida y estás conmigo o estás contra mí". Es un trabajo extraordinario de presentación, que después desarrollará cuidadosamente en el texto del discurso. Franklin Delano Roosevelt También es ejemplar la introducción al discurso pronunciado por el gran „presidente Roosevelt en su toma de posesión de 1934. Era el momento de la gran depresión financiera, productiva y anímica de los Estados Unidos. Roosevelt sufría, desde joven, una grave discapacidad ocasionada por la poliomielitis. Supo sobreponerse a ella, y con la misma fuerza espiritual, interpretó lo que Norteamérica requería para superar la más grave crisis sufrida por el capitalismo

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hasta entonces. Su discurso cambió el ánimo de su puebío y marcó el comienzo de la recuperación: "Presidente Hoover, presidente de la Corte de Justicia, amigos: El de hoy es un día de consagración nacional. Estoy seguro de que mis conciudadanos esperan que al instalarme en la presidencia me dirija a ellos con la sinceridad y la decisión que reclama la situación actual del país. Esta- hora es, singularmente, la hora de decir la verdad, la verdad total, franca y valiente. No podemos negamos a las cosas que están sucediendo ante nuestros ojos en nuestro propio suelo. Esta gran nación perdurará como ha perdurado, revivirá y prosperará. Así pues, antes que otra cosa, pennítanme rectificar mi firme creencia en que lo único que tenemos que temer es al temor mismo -un temor desconocido, irrazonable, injustificado, que paraliza los esfuerzos necesarios para convertir la retirada en avance. En cada una de las horas oscuras de nuestra vida nacional, a la comprensión y el apoyo del pueblo, esencial para obtener la victoria, se ha sumado una orientación franca y decidida. Aliento la convicción de que una vez más ayudarán ustedes a dirigir el amibo en estos días críticos". 5) Desarrollo del discurso Luego viene la parte central, la parte gaiesa, el cueipo del discurso. El saludo es para que el público me acepte, la introducción para que el público sepa a dónde vamos, cuáles son los objetivos. Pensamos que el desarrollo debe servir para que el público comprenda las propuestas y se sorprenda a sí mismo, reflexionando. Esto es fundamental: al público no hay que abrumarlo con cosas, datos, ideas; al público hay que hacerlo trabajar racionalmente y en ese momento el público se entregará al expositor, concluyendo: "Este orador me está haciendo pensar, me está obligando a razonar". Cuando el público se sorprende anticipando aquello hacia lo cual usted quiere conducirlo, aplaude solo, sin que nadie lo excite con gritos, se da cuenta, por sí mismo, que usted lo ha hecho pensar, y se lo agradece. Recuerden a los campesinos de Caraz, aquellos que antes de partirme agradecían: "Usted nos ha enseñado con cu-charita". Lograr que el oyente anticipe su verdad no es un tema de hoy, es una escuela que se llamó la "mayéutica socrática", el lograr que el otro encuentre la verdad, estimulándolo, orientándolo. No olviden lo dicho anteriormente: el pensamiento es cuatro veces más rápido que la palabra. Puedo hablar a gran velocidad, pero mi pensamiento irá siempre más rápido. Por la misma razón, el pensamiento de la persona a la que usted se dirige también va cuatro veces más rápido que la palabra que escucha. La persona que usted tiene al frente está trabajando, usted dice una palabra y ella puede haberla anticipado o pensado antes; y como está en acción, puede comenzar a resistirse, puede complementar de otra manera lo que usted dice, o puede anticipar lo que usted dirá. Nunca menosprecie el intelecto individual o colectivo de su auditorio. El desarrollo debe confirmar la introducción. Por ejemplo Kennedy dijo: "y

prometemos más" y desarrolló su propuesta en el discurso:

'Tanto prometemos y más. A aquellos viejos aliados, cuyos orígenes espirituales y culturales compartimos, les prometemos la lealtad de los amigos incondicionales. Unidos, hay poco que no podamos hacer en una gran cantidad de emprendimientos cooperativos. Divididos, hay poco que nosotros podamos hacer, ya que no osaremos enfrentar un poderoso desafío estando enfrentados y partidos por la mitad. A aquellos nuevos Estados a los cuales les damos la bienvenida en las filas de la libertad, les damos nuestra palabra de que una forma de control colonial no dejará de existir simplemente para ser reemplazada por una tiranía aun más despiadada. No esperamos que siempre apoyen nuestras perspectivas. Pero siempre esperaremos que apoyen firmemente su propia libertad, y que recuerden que, en el pasado, aquellos que buscaron el poder de manera necia y se subieron al tigre terminaron en sus fauces. A aquellas personas de las aldeas y las chozas que en todo el mundo luchan por romper las cadenas de la miseria colectiva, le prometemos nuestros mejores esfuerzos para ayudarles a que se ayuden, por el periodo de tiempo que sea necesario. Y no, porque los comunistas quizás lo estén haciendo, no porque busquemos sus votos, sino porque es lo que les corresponde. Si una sociedad libre no puede ayudar a quienes son pobres no puede salvar tampoco a los pocos ricos. A nuestras hermanas repúblicas del sur de nuestra frontera les ofrecemos una promesa especial: convertir nuestras buenas palabras en buenos hechos, en una nueva alianza para el progreso, asistir a los hombres libres y a los gobiernos libres para que se rompan las cadenas de la pobreza. Pero esta pacífica revolución no puede convertirse en la presa de poderes hostiles. Hagamos saber a todos nuestros vecinos que nos uniremos a ellos para oponemos a la agresión o la subversión en cualquier parte de las Américas. Y hagamos saber a toda la gente que este hemisferio intenta ser dueño de su propia casa. A esa reunión de estados soberanos, las Naciones Unidas, nuestra última y buena esperanza en una época en la que los instrumentos de la guerra han dejado atrás a los instrumentos de la paz, renovamos nuestra promesa de apoyo -para impedir que se convierta en un mero foco de discusiones acaloradas-de fortalecer la insignia de los nuevos y de los débiles, y de agrandar el área en la cual su mandato se extiende. Finalmente, a esas naciones que se convertirán en nuestras adversarias, no les ofrecemos una promesa sino les hacemos un pedido: que ambas partes "comiencen de nuevo la búsqueda de la paz, antes que los oscuros poderes de la destrucción desatados por la ciencia sumerjan a toda la humanidad en una destrucción planeada o accidental". Nuestro desarrollo tiene que confirmar lo que introdujimos. Por eso Enrique V introduce el discurso preguntando:


"¿Quién ha dicho que tienen que venir más ingleses?" Esa es, en realidad, una introducción interrogativa, y la complementa diciendo "no más hombres, para que nadie comparta la gloria", la desarrolla y termina gratificando al auditorio: "Aquí será mi hermano el que muera conmigo, y el que no muera, vivirá por decenios mostrando sus heridas, y lo mirarán con asombro todos y recordarán que estuvo en el día de San Crispin'. En 1987 Ronald Reagan visitó Berlín y en la Puerta de Bran-demburgo dio un importante discurso. El escenario era particularmente comprometedor, pues veinticinco años antes Kennedy había pronunciado en esa ciudad su célebre frase: "Ich bein ein Berliner". Reagan, conservador y sin la juventud de Kennedy, superó exitosamente la prueba, haciendo un recuento de la contienda bipolar y lanzando una demanda desafiante en la forma de una frase: "En la década de 1950, Kruschov predijo: "Os enterraremos". Pero hoy en día, en Occidente vemos un mundo libre que ha logrado un nivel de prosperidad y bienestar sin precedentes en toda la historia de la humanidad. En el mundo comunista vemos fracasos, retraso tecnológico, niveles bajos de servicios sanitarios, incluso existe escasez de alimentos. Ni siquiera hoy en día la Unión Soviética puede alimentar aceptablemente a su población. Tras estas cuatro décadas, el mundo ha llegado a una irrefutable conclusión: la libertad conduce a la prosperidad. La libertad sustituye los viejos rencores entre las naciones por fraternidad y paz. La libertad sale victoriosa. Y ahora los soviéticos pueden, de algún modo, empezar a comprender la importancia de la libertad. Escuchamos numerosas informaciones procedentes de Moscú acerca de una nueva política de reforma y apertura. Se ha liberado a presos políticos. Ya no se prohíbe la retransmisión de algunas cadenas extranjeras. Algunas empresas pueden operar con mayor libertad respecto al control que ejerce el Estado. ¿Marca esto el inicio de profundos cambios en el Estado soviético? ¿Son gestos simbólicos para infundir esperanzas falsas en el Occidente o para fortalecer el poder soviético sin cambiarlo? Nosotros damos la bienvenida al cambio y a la apertura, creemos que la libertad y la seguridad van de la mano, que el avance de la libertad humana solo puede fortalecer la causa de la paz mundial. Pero hay una señal inconfundible que los soviéticos pueden dar, y eso haría avanzar espectacularmente la causa de la libertad y la paz. Señor Secretario General Gorbachov, si busca la paz, si busca la prosperidad para la Unión Soviética y para la Europa del Este, si quiere la liberalización: ¡Acerqúese a esta puerta!, señor Gorbachov: ¡Abra esta puerta!, señor Gorbachov: ¡Derribe este muro!". El tono imperativo de esa frase sintética, la exigencia perentoria de una prueba y la situación catastrófica de la economía y la tecnología soviéticas, han hecho de esa demanda un ejemplo de comunicación. Cuando dos años después se produjo la caída del Muro de Berlín, la frase tomó el nivel de un punto de inflexión en la historia del siglo XX. En 1985 me tocó concurrir a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Washington. Llevaba en mis propósitos explicar a los delegados y gobiernos

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la decisión peruana de limitar el pago de la deuda extema y, además, exigir al gobierno norteamericano el cumplimiento de las acciones correspondientes a su corresponsabilidad en el grave tema del consumo, la producción y el comercio mundial de la cocaína. En ese momento, los bancos, después de haber myectado irresponsablemente enormes créditos en los países en desarrollo, iniciaban la fase contractiva de recuperación de esos créditos, en tanto que los términos de intercambio del comercio internacional se deterioraban afectando nuestras economías. Por ejemplo, en el año 1985, el Perú debería pagar un total de tres mil doscientos millones de dólares, teniendo apenas exportaciones anuales de dos mil setecientos millones. "Señor Presidente: La deuda extema expresa la relación entre los ricos y los pobres de la tierra y tiene por origen la desigualdad entre los precios de las materias primas y los productos manufactureros e industriales. A lo largo de siglos, los países hoy subdesarrollados hemos financiado la economía mercantil e industrial de los que ahora son ricos. Y en los últimos años nos hemos endeudado para financiar modelos extranjerizantes de industrialización y consumo. En segundo término, el endeudamiento original se ha visto inflado por la aplicación de tasas de interés usurarias. El interés ha sido en los países centrales no solo el costo del capital productivo sino también un instrumento de captación de capitales para cubrir el déficit de los gastos militares. Por esta razón las dos terceras partes de la deuda de América Latina han sido reexportadas a los bancos por los sectores dominantes de nuestros países. Y si sumamos los efectos del intercambio desigual a las tasas de interés, veremos que estas, en términos reales, han llegado hasta un veinticinco por ciento. En tercer lugar, la sobrevaluación del dólar como divisa, apoyada en la devaluación permanente de nuestras monedas, ha llegado según los cálculos hasta un cuarenta por ciento, y es en esa moneda en la que se nos exige pagar. Si a ello agregamos que los países ricos vienen aplicando políticas comerciales proteccionistas, cerrando sus mercados a nuestros productos, comprobaremos que la situación de la deuda se hace insostenible para nuestra economía. Se han intentado ante ello varios caminos: en primer lugar, pedir nuevos créditos para pagar deudas anteriores, aceptando intereses y comisiones mayores, para terminar más endeudados que al comienzo. Las leyes antimonopolio de los Estados Unidos fueron violadas por los bancos, que se asociaron en sindicatos, para evitar la libre competencia en la colocación de créditos. Asimismo, fueron violadas las leyes federales del crédito, pues los bancos renegociaron con los países, sabiendo que estaban quebrados, solo para asegurar el pago de los intereses, renunciando a la amortización del principal, que es el capital de sus ahorristas. En conclusión, afirmamos que, en las actuales condiciones, por su origen injusto y por los medios por los que se ha-visto incrementada, la deuda extema

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no podrá ser satisfecha por ninguno de nuestros países, porque el esfuerzo de servirla puntualmente ahogaría en miseria y violencia nuestras democracias. La alternativa es dramática: deuda o democracia. Esa es la encrucijada de la América Latina actual. Esa es la encrucijada del mundo pobre. Y debemos decidimos ya por un camino. Creemos que el objetivo tiene que ser la unión de los deudores y el cambio radical de la situación. Para esto necesitamos concordar posiciones con los países del África y concretar la acción de la América Latina. Pero hasta entonces, el Perú no puede esperar la sucesión de reuniones sin resultados concretos. No caeremos en la espera pasiva. Por eso hemos tomado una decisión que sostendremos. El Perú solo asignará a la deuda uno de cada diez dólares, la décima parte de los que le paguen por su trabajo y sus exportaciones. Esta es una decisión responsable, porque es la decisión de un país pobre, importador de alimentos e insumos industriales, cuya deuda es con los bancos occidentales y que sufre la presión del Fondo Monetario Internacional. No tenemos relaciones privilegiadas con ninguna potencia, porque no combatimos una dependencia como instrumento de otra hegemonía. No queremos exportar mesiánicamente el modelo de pagar el diez por ciento. Solo queremos comprobar que se puede dar un gran paso y que, si muchos se deciden a hacerlo, abriremos las alamedas del futuro". Lamentablemente, el muro del temor en los gobiernos de América Latina no se derrumbó, y aparte de aliento y saludo, ningún otro país tomó una decisión similar, esperando siempre ganar el favor de los bancos y los países centrales. Pero no lo alcanzaron, pues ningún nuevo crédito les permitió aliviar la deuda en esa fase contractiva y todos sufrimos por igual el costo de la desunión. ¡Vae Victis! Pero ese mismo día, ante las Naciones Unidas, debía también concitar la atención del gobierno de Ronald Reagan hacia la corresponsabilidad de consumidores y productores en el tema de la droga. Y lo hice directa y crudamente: "Para el Perú, el consumo de drogas no es un problema nacional. Pero, a pesar de ello, en cincuenta días de gobierno hemos dado golpes decisivos a la internacional del vicio. Veintidós aeropuertos, tres helipuertos, avionetas de largo alcance, cientos de kilogramos de droga y ocho laboratorios de gran tamaño han sido descubiertos e incautados, todo lo cual significaría que el consumo de drogas en los Estados Unidos sufrirá una reducción de ochenta toneladas anuales aproximadamente. Cabe preguntar aquí y ahora a la administración norteamericana: si esto hemos hecho nosotros en cincuenta días, ¿qué hace ella por los derechos humanos de los seres que se derrumban en Grand Central Statión, a doscientos metros de aquí y en otros tantos lugares? Cabe preguntar: ¿Cuándo - luchará la administración norteamericana, legal y cristianamente, para erradicaE'y condenar el consumo de la droga en su propio territorio, que es el primer mercado que impulsa la deformación de nuestra vida campesina en el Perú?". Solo cuatro años después, con los gobiernos de Colombia, Bolivia y los

Estados Unidos, constituimos un foro de corresponsabilidad que llevaría más adelante al Plan Colombia y a la ampliación de los recursos y de la tecnología destinados por la administración norteamericana a la lucha contra el narcotráfico. Como ejemplo del desarrollo de un discurso, explicando en breves líneas temas complejos, el homenaje de Federico Engels a Carlos Marx en su sepelio es muy importante. Fue en 1893 y tras un saludo construido notablemente ("El 14 de marzo"), expuso la importancia histórica y filosófica de Marx. Leamos: "El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas lo dejamos dos minutos solo y, cuando volvimos, lo encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre. Es de todo punto imposible calcular lo que el proletariado militante de Europa y America y la ciencia histórica han perdido con la muerte de este hombre. Muy pronto se dejará sentir el vacío que ha abierto la muerte de esta figura gigantesca. Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Mane descubrió la ley del desarrollo de la historia humana, ley sencilla pero oculta bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse, antes de hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con acuerdo a las cuales deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Pero no es solo esto. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él. El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas". Finalmente leamos uno de los temas que desarrollé en la Conferencia de la Food and Agriculture Organization (FAO) en 1986. Trataba de explicar el "descentramiento" de la economía agraria peruana y sus consecuencias en la conciencia histórica y la política del país; es decir, una suerte de antropología agraria. Este fragmento comprueba cómo, a pesar de la árida complejidad de algunos temas, estos sí pueden explicarse atractivamente: "En el curso de los siglos, el Perú, que fue la base de un imperio de organización agraria, olvidó su geografía montañosa, de altitud y de cordilleras. Olvidó sus cultivos nativos y se orientó al consumo de productos extranjeros, propios de llanuras inexistentes en mi país, adquiriendo una falsa visión de sí mismo. Cada país tiene, respecto de su geografía, una conciencia que le permite dominarla tecnológicamente. Es la conciencia de la capacidad de aprovechamiento de la realidad geográfica. Pero la conquista europea disoció al pueblo peruano de su propia geografía, orientándolo al consumo y producción de recursos extranjeros y volviéndolo ajeno a su propia realidad. Y, al hacerse masivo el consumo de alimentos producidos en otra geografía,, se fueron olvidando las condiciones técnicas y la


organización social. La importación de alimentos no es solamente un problema de divisas. Es un problema de disociación de la conciencia del país. Por eso el consumo de trigo, que es producto de otra geografía, de otra ecología, fue haciendo inútiles los Andes, las cordilleras, los instrumentos técnicos propios a ellas, el idioma antiguo, la estructura de los conceptos, las relaciones familiares, y hasta el . sentido mismo de la política y de la religión. Así se creó, en el Perú, la conciencia de la escasez, la conciencia de la pobreza como un hecho inevitable. Y sin moverse de sus tierras, los campesinos iniciaron un largo destierro sobre su propia historia. Alguna vez la gran Indira Gandhi dijo en esta misma tribuna recordando un himno hindú: "De los alimentos nacen todas las criaturas que viven sobre la tierra, después viven de los alimentos y cuando mueren, vuelven a los alimentos". Yo podría decir ahora, recordándola, que de los alimentos nacen las sociedades y, después, construyen su conciencia espacio-temporal y sus instituciones a través de los alimentos que ingieren, que son la expresión de su capacidad técnica para dominar su geografía". 6) Los instrumentos arguméntales y los recursos literarios En el desarrollo debemos probar lo que ofrecimos en la introducción, debemos probar el por qué tenemos derecho al voto, por qué este es un día de prueba y esperanza cuando otros lo sufren como una derrota; o, por qué me voy a oponer a todos y a bombardear lo que sea necesario en defensa de la libertad. Pero, ¿a través de qué construcción argumental podemos probarlo? El recurso clásico de los "Padres Fundadores", Quintiliano, Aristóteles, Demóstenes o Cicerón era el silogismo, que marca una estructura al razonamiento: un presupuesto general, una afirmación específica y luego una conclusión a la que llega el público al mismo tiempo que el orador. Aristóteles diferenció la dialéctica que transmite lo verdadero con prescindencia del oyente y la retórica que cumple el mismo objetivo prestando atención principal a la persona a la que se busca persuadir. Por ello, para la el discurso, proponía como parte del exordio, la construcción, la refutación y el epílogo. Según el filósofo, el orador debería, por ello, someter su propia tesis inicial a la "maleabilidad" o "verificabilidad". Pero tal trabajo, más bien propio de la "dialéctica que expone antes que de la retórica que persuade", puede terminar induciendo al público a la duda antes que a la convicción. El orador debe acumular argumentos positivos y concurrentes y refutar, excepcionalmente, los argumentos de sus oponentes. Convengamos que el razonamiento silogístico de tipo: a) todos los buenos oradores tienen éxito, b) Cicerón fue un buen orador, luego, c) Cicerón tuvo éxito; es una construcción eficaz para presentar algunas ideas. Pienso sin embargo que, para hacer trabajar más el razonamiento del público, en algunas ocasiones es más eficaz el dilema. Por eso recuerdo como uno de los ejemplos, el discurso pacifista de Bertrand Russell, que se preguntaba: "¿Estamos ante el fin

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de la guerra, o ante el fin de la especie humana?", dilema que atemoriza y obliga a reflexionar: ¿cómo el fin de la guerra puede significar también el fin de la especie humana? Es un razonamiento dilemático, diferente al razonamiento silogístico, pero ciertamente menos contundente. Tal vez sería más conveniente afirmarlo con claridad: "El fin de una forma de guerra y el comienzo de otra, será el fin de la especie humana". Ahora bien, para probar y persuadir de manera contundente, la "evidencia" es fundamental. Uno siempre se apoya en las evidencias, es decir, sobre "lo dado", sobre los hechos que no requieren probanza: "Pienso, luego existo". Sin ellos no hay silogismo ni dilema. Catón logró desencadenar la guerra contra Cartago llevando al Senado romano una cesta con higos producidos a tres días de distancia y al comprobar la competencia productiva de esa sociedad, concluyó: "Delenda est Cartago". Recordemos, también, como evidencia dramática, el cuerpo martirizado de César, del cual Antonio retira el manto mientras habla al pueblo, para que "estas heridas hablen por mí, porque yo no tengo palabras ni soy orador como Bruto". Evidencia dramática, conmovedora sinestésica: el público siente súbitamente en su cuerpo el frío y el dolor de los cuchillos. Por eso los oradores parlamentarios dicen, por ejemplo: "¡Hemos recuperado los fosfatos de Bayóvar!", y ponen sobre el pupitre una bolsa de fertilizantes; otros llevan un kilo de arroz cuando hablan del precio de ese producto. Pero también puede ocurrir una evidencia inversa, como sucedió con un ministro de Agricultura que respondía muy bien las preguntas que planteaba la oposición hasta que, de pronto, se levantó un adversario oscuro, al que nadie conocía y preguntó: "Señor ministro, ¿cuánto cuesta el kilo de azúcar?". El ministro vaciló, y como la vacilación es el abismo del orador, fue censurado. El silencio de la vacilación es el fin del orador. Si usted se queda en silencio ante una pregunta, o ante un grito, fracasará. Nosotros necesitamos tener respuestas rápidas, cifras aproximadas y criterios de fuerza argumenta!. Alvin y Heidi Toffler en su texto "La revolución de la riqueza" (2006) postulan que, ante la enorme cantidad de información y de conocimientos proporcionados por los nuevos instrumentos de comunicación, usamos un "tipo de filtros" que nos permiten distinguir la información relevante y cierta de la que no lo es. Creemos que en el desarrollo de un discurso, esos criterios pueden utilizarse como instrumentos de afirmación y de persuasión respecto a las propuestas. Tal como las evidencias, los silogismos o los dilemas. En primer lugar, es necesario el consenso; es decir, el uso de verdades o ideas aceptadas por la gran mayoría de los oyentes y su entorno social. Si "todo el mundo lo sabe", entonces "debe ser verdad" y su enunciación no crea conflictos ni dudas. Por ejemplo: "El país vecino es una amenaza para el nuestro", "todos los políticos maniobran en su propio beneficio" o "los bancos transfieren secretamente los capitales al exterior", etc. Y eso, en muchas ocasiones, se introduce con la frase: "Todos sabemos"... El consenso se alimenta, además, de otra fuerza: la "duración" o "persistencia" de la proposición en el tiempo. Los oradores pueden usar la 15


fórmula: "Desde hace siglos todos compartimos esta idea" Sin embargo, tal criterio vale más ante auditorios conservadores y mucho menos ante la juventud, más atenta al flujo de estímulos informativos y científicos. En esos auditorios el pasado no es un sólido criterio de verdad, ni en cuanto a que "la tierra es cuadrada", ni en cuanto al software cambiante del conocimiento. Además el consenso puede ser muy pendular y variable, lo que le resta fuerza de acierto, y lo más grave, es que puede construirse o inducirse de manera interesada, de lo cual el público es siempre consciente y desconfiado. Luego tenemos como criterio de afirmación la consistencia, que implica integrar la idea principal en un conjunto de ideas con las que guarde articulación. Un discurso sobre los derechos humanos y sobre la interpretación social de la conducta humana no podría incluir la propuesta de la pena de muerte. Por el contrario, un tema conflictivo como la invasión o el bombardeo de un país deben integrarse en un conjunto de "evidencias", de pruebas de la amenaza, de la advertencia de "actuar antes de que ellos pongan en marcha sus tenebrosos planes", etc. Claro está que, pasados unos años y desvirtuadas las "evidencias" la consistencia puede demostrarse falsa y conducir a graves efectos. Para afirmar la consistencia de una propuesta se usa también la "analogía, que apoya la verdad de un tema en la verdad de otro asunto similar o parecido, lo cual tiene gran fuerza de convencimiento si la similitud está muy bien definida y descrita, pues de lo contrario en el público nacerá la desconfianza de ser una construcción retórica. Tenemos, además, la autoridad como elemento de solidez para el desarrollo. La panoplia de textos del izquierdismo marxista está llena de esos ejemplos: "Lenin dijo", "Marx afirmó", "Marx demostró", etc. Cierto es que una buena lectura de Le-nin, no muy frecuente, permitiría afirmar lo uno, lo otro y lo contrallo, pues fue un político pragmático, pero para los fines del momento y del discurso, ha servido a muchos líderes. Con mayor fuerza, las religiones utilizan el criterio de autoridad, pero ese es un campo que supera a la dialéctica (pensar bien) y a la retórica (convencer), pues es un tema de fe, como •‘lo es también el uso argumental de la revelación. Finalmente, aunque no se agotan con ella los instrumentos arguméntales, tenemos la razón científica, la solidez y la exactitud del razonamiento matemático o la del descubrimiento aceptado. La mención de la ciencia ejerce una fuerte gravitación sobre los oyentes. Por lo menos en el instante en que se enuncia, pues como ya hemos señalado, la ciencia, que presumía de su exactitud probada ante la retórica de lo probable, se acerca cada día más a esta y casi podríamos decir, continuando a Karl Popper, que la ciencia es una retórica probable o falsea-ble sobre la realidad. 7) Las figuras retóricas Silogismos, dilemas, evidencias, consenso, autoridad, consistencia, persistencia, razón científica son elementos importantes en la estructura explicativa, pero además son necesarias las figuras retóricas que den fuerza,

recordación y estética a los argumentos. Es fundamental contribuir al orden de la memoria en el público, ordenando las ideas presentadas mediante la enumeración; "en primer lugar, en segundo lugar, etc.". Y dar mayor recordación a ese orden mediante la reiteración, es decir, la recapitulación de los argumentos. El público estará siempre agradecido y atento ante el orador que ordene y reitere las ideas. Además, podremos dar mayor fuerza a la reiteración mediante el uso de sinónimos. Un expositor capaz de utilizar varios sinónimos es muy apreciado, pues parte de la gratificación a los oyentes será la ampliación de su léxico. Cada uno de nosotros puede hacer una lista de los adjetivos más utilizados en sus exposiciones, y con la ayuda de un diccionario de sinónimos buscar los correspondientes a cada uno, así como sus respectivos antónimos. Pocos temas causan mayor admiración en el auditorio que la reiteración de un concepto mediante la sinonimia. Finalmente, nos son muy conocidas ya las figuras literarias que permiten subrayar algunos conceptos o frases. Por ejemplo, la anáfora, por la que repetimos una palabra o un conjunto de palabras y que es un procedimiento mnémico de gran valor. Clásica es la poesía de García Lorca por su bella utilización de la anáfora: "Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas", o la estética de "Pena con pena y pena desayuno, pena es mi paz y pena mi batalla", de Miguel Hernández. Un hermoso ejemplo de esta figura retórica es el "Canto coral a Túpac Amara", de Alejandro Romualdo: "Lo harán volar con dinamita/ en masa, lo cargarán, lo arrastrarán/ A golpes, le llenarán de pólvora la boca/ Lo volarán y no podrán matarlo. Le sacarán los sueños y los ojos/ querrán descuartizarlo/ grito a grito/ y no podrán matarlo. // Lo pondrán en el centro de la plaza/ boca arriba, mirando al infinito/ y no podrán matarlo// Querrán volarlo y no podrán volarlo/ Querrán romperlo y no podrán romperlo/ Querrán matarlo y no podrán matarlo // Al tercer día de los sufrimientos/ cuando se crea todo consumado/ gritando libertad/ sobre la tien-a ha de volver/ Y no podrán matarlo". Los oradores se valen adicionalmente de la metáfora, gracias a la cual expresan ideas con términos de significado distinto o en contextos diferentes al usual, y con ello abren facetas reiterativas que permiten además, la recordación de las ideas por su gratificación estética. Recordemos a Neruda y su "Canto general": "¿Quién apresó el relámpago del frío Y lo dejó en la altura encadenado, Repartido en sus lágrimas glaciales, Sacudido en sus rápidas espadas, golpeando sus estambres aguerridos, Conducido en su cama de guerrero, Sobresaltado en su final de roca?". Por su parte, la hipérbole facilita los ejemplos apelando a la exageración


para dar mayor expresividad a los conceptos y a las imágenes: "Una pena infinita, más grande que Dios", "El mundo vive una crisis mayor que la crisis de 1929", "Golpes como del odio de Dios", etc. Mediante la prosopopeya animamos los objetos para darles sentimientos o hacerlos partícipes de los argumentos: "Hasta la guitarra llora, siendo un madero vacío", "Este cerro que arruga al sol el ceño de su frente". La onomatopeya nos permite utilizar los sonidos de la naturaleza en nuestras frases: "la serpentínica uuuuu del bizcochero", que César Vallejo escuchaba desde su habitación de Trujillo, o "el tic tac del reloj". Alguna vez, hablando en la inauguración de una escuela sobre el "soplo espiritual de la educación que está más allá de la obra física" me permití, acercándome al micrófono imitar al viento mediante un leve soplido, y sentí su efecto impactante sobre el público. Igual ocurre cuando, para transmitir la idea y la sensación de la urgencia, se da una palmada cerca del micro. Todos los instrumentos mencionados dan fuerza y recordación a nuestros argumentos Podríamos sumar a ellos el epíteto, adjetivo contundente que no añade ideas pero refuerza lo dicho, así como la elipsis y la paradoja, que en los manuales clásicos de oratoria han sido largamente desarrolladas. Cuando se agregan en una expresión esta suele cobra' mayor fuerza. Por ejemplo, Jorge Eliécer Gaitán, el gran orador liberal colombiano, usaba la reiteración, la anáfora y el ejemplo sinestésico corporal cuando decía: "Pueblos: por vuestra libertad, ¡A la carga!; por vuestra victoria moral: ¡A la carga!; por la restauración moral: ¡A la carga!; por la derrota de la oligarquía: ¡A la carga!". Un hermoso ejemplo que hemos incluido es el "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejía", porque García Lorca es uno de los poetas más anafóricos, musicales y rítmicos de nuestra lengua, y nos da además un maravilloso ejemplo de reiteración: "A las cinco de la tarde". "A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y solo muerte a las cinco de la tarde". "El viento se llevó los algodones a las cinco de la tarde. Y el óxido sembró cristal y níquel a las cinco de la tarde. Ya luchan la paloma y el leopardo a las cinco de la tarde. Y un muslo con un asta desolada a las cinco de la tarde.

Comenzaron los sones del bordón a las cinco de la tarde. Las campanas de arsénico y el humo a las cinco de la tarde. En las esquinas grupos de silencio a las cinco de la tarde. ¡Y el toro, solo corazón arriba! a las cinco de la tarde". Un tema adicional: la precisión Más allá, y más aquí de los silogismos, dilemas, evidencias y figuras literarias, un elemento fundamental para demostrar y persuadir es lo concreto. Así, uno no debe hablar de "una muerte", pues la muerte es un tema abstracto, genérico. Mayor interés despierta saber: ¿la muerte de quién? y ¿la muerte por quién? Cuando uno precisa el nombre y el apellido gana en persuasión. En César Vallejo el muerto no es un obrero sin nombre, es Pedro Rojas, de Miranda de Ebro, es Antonito el Camborio de Lorca al que mataran sus primos. La precisión convence porque acerca. Por el contrario, la falta de ella puede conducir al orador a perder su público. Pero también puede perder la vida. Recordemos un clásico ejemplo de la historia. La Revolución Francesa fue orientándose desordenadamente hacia el extremismo terrorista. En sus inicios planteó una monarquía constitucional con Mirabeau. Pero Mirabeau murió y dejó a los girondinos la conducción mayoritaria de la revolución. Los girondinos, republicanos, antimonárquicos, pretendían establecer una república descentralista o federativa, pero fueron derrotados y guillotinados por los jacobinos. Este grupo radical tenía dos vertientes, ambas sanguinarias, pero una que fue inteligente, estentórea y sensual, era representada por Dantón, abogado de 34 años, el ministro de justicia que en una sola noche permitió la masacre de más de mil nobles en las cárceles de París ante el avance de las tropas extranjeras. Dantón impulsó la ejecución del Rey, pero después de haberlo hecho propuso detener el terror y la muerte. Y fue, por eso rebasado por la otra facción, la del terror sin límites, la "incorruptible", la "célibe y virginal" facción conducida por Robespierre. Robespierre impuso el terror de la guillotina: "¡Traidores son todos en potencia, sospechosos son todos!". Cada día llegaba en persona a la Convención con nuevas listas de traidores, y todos temblaban, porque él también presidia el Comité de Salvación Pública, que procesaba a los conspiradores. El juicio duraba tinas horas, no se requerían testigos, solo una denuncia y la convicción del juez sobre la culpabilidad. Se guillotinaba todos los días a decenas de personas ante la expectativa y el aplauso del pueblo artesano y desocupado de París. La muerte de quien fue, por algún tiempo, poderoso, es un espectáculo morboso, ritual y revanchista que ninguna multitud irracional se ha perdido en la historia. Ya mencionamos antes a Maquiavelo y su relato de la ejecución de Remy d' Orque por César Borgia, ante la cual la muchedumbre "sonrió


estúpidamente por iargo tiempo". Pero en medio del terror jacobino ocurrió algo inesperado: una mujer salvó Francia. Una bellísima noble española y francesa, Teresa Cabarrús, era amante de Tallien, diputado de la Convención. Ella, por haber sido amiga de Madame de Pompadour, ya guillotinada, estaba en la cárcel de la Conciergerie, a la espera de su ejecución. Envió, entonces, dos líneas a Tallien: "Mañana muero por tu. cobardía". Cuando, al día siguiente, el gran Robespierre ingresó a la Convención y subió a la tribuna, comenzó su discurso denunciando una nueva conspiración, pero Tallien, desesperado, se puso de pie y avanzó hacia el Incomiptible gritando: "¡Nombres! ¡Dame nombres!". Robespierre, atónito ante esta indisciplina, jamás ocurrida, y cuando nadie lo esperaba, permaneció en silencio, dudando sobre lo que responder. Fue el momento en el que todos los diputados reaccionaron. Apenas veinte segundos bastaron para derrumbar el aparato del terror. Veinte segundos después, Robespierre intentó responder ante el desorden total, pero un acceso de tos nerviosa lo impidió y un coro general grito: "¡La sangre de Dantón te ahoga! ¡Tirano!". El gran Robespierre salió apresuradamente, fugitivo. En los treinta minutos siguientes, la Convención decretó la prisión y la muerte de Robespierre, que fue capturado y guillotinado al día siguiente. Intentó hablar en el cadalso, pero la bala del gendarme Merda le había destrozado la mandíbula al capturarlo esa madrugada. Solo salió de su garganta un alarido de dolor. Así se cumplió la profecía y la Revolución devoró a sus hijos. Pero todos, aun los más crueles, hablaron y actuaron en nombre de la humanidad. Eso mantiene su grandeza y, como respondió Chou En Lai, dos siglos después, aun es muy pronto para saber el resultado de su Revolución. "Nombres", es el grito que perdió a Robespierre, así como fue el de "¿cuánto vale el kilo de azúcar, señor ministro?". Nosotros tenemos que dar evidencias, certezas, confianza. Usted tiene que cumplir su papel, el orador no puede vender duda, no puede tener vacilaciones, no puede dejar silencios. \ no solo el orador histórico que está defendiendo su vida, como Dantón, o el que se propone como candidato. Si estoy vendiendo un producto cualquiera, un proyecto, una cerveza, y quiero convencer, tengo que abrumar con mis evidencias, no puedo dejar duda ni resquicio ante el auditorio. Y la mejor forma de no dejar duda es mostrar lo concreto, lo evidente. Hable de la felicidad concreta: "hoy, que me caso", "hoy, que me gradué" o, si es necesario enfrente directamente las personas o problemas como lo hizo Cicerón en sus celebres Catilinarias, cuya primera frase es: "Quousque Tándem abu-tere, Catilina, patientia nostra" ("Hasta cuándo abusarás, Ca-tilina, de nuestra paciencia"). Evite las perífrasis, es decir las indirectas, que perdieron esa noche a Robespierre. Un orador nunca debe "lanzar indirectas", sino señalar, para bien o para mal, los nombres de las personas y los asuntos concretos. Con una indirecta lo único que se genera es confusión en el público, confusión respecto a usted y lo más peligroso, solidaridad con aquel al cual usted se refería. El único que pudo

permitirse indirectas, elipses y perífrasis llevadas al extremo fue Cristo, que explicaba sus ideas mediante parábolas, en un lenguaje críptico-político. Sin embargo, según los evangelios, sus propios discípulos preguntaron varias veces: "Maestro, ¿por qué hablas así?" y en más de una ocasión, El debió explicarles el sentido de lo dicho, e inclusive, afirmar que tal lenguaje era expresamente para ser comprendido por pocos. Tal vez por ello, como lo demuestra el Nuevo Testamento, nunca llegó a convencer totalmente a sus propios discípulos, a los que alguna vez tildó de "hombres de poca fe". Pero esta es otra historia y concierne a un trabajo wittgensteiniano sobre los juegos de lenguaje de los diferentes discípulos y el metalenguaje del Mesías. , Un instrumento argumental pero también literario, muy importante en ambos sentidos, es el uso de la analogía, que establece parecidos. Usted debe usar las similitudes aprovechando la necesidad del público de oír algo conocido. Una analogía se vale de las estructuras mentales que ya tienen los oyentes en el cerebro. En una ocasión me explicaban cuánto puede estrangular la economía de un país el que su puerto sea pequeño y lento. Normalmente, pensamos al contrario: "¿Y para qué queremos mucha inversión en un gran puerto si comerciamos poco?". La verdad es que producimos poco porque el puerto es pequeño. Si tuviéramos instalaciones para el ingreso de barcos de 60,000 contenedores y gran velocidad en la descarga, el puerto del Callao sería diez veces más importante, importaríamos más, con menores costos y produciríamos más también. Además, tendrían que venir desde otros puertos pequeños a buscar su mercadería. Ampliando sus puertos, otros países han crecido. Entonces alguien sintetizó la idea: "Cristo dijo que era más fácil o casi imposible que un camello pase por el ojo de una aguja; como el Callao es el ojo de una aguja, no puede entrar la riqueza al Perú". El uso de la analogía fue muy eficaz para afirmar el tema portuario sobre esa frase repetida y eterna del ojo de la aguja y del rico. O cuando alguien habla y otro responde: "Su argumento es solo la punta del iceberg", para expresar: "usted me está diciendo solo el diez por ciento, y esconde o no sabe el otro noventa por ciento". Una analogía usa la similitud de la situación con algo que la gente adquirió antes. Cuando el expositor dice que prefiere ser "cabeza de ratón que cola de león', vincula el argumento a una "verdad evidente" y gana el favor psicológico y sentimental de los oyentes. Volvamos una vez más a otro instrumento de la demostración: los mensajes sinestésicos o la comunicación de las sensaciones a través de las palabras. Tenemos que identificar y guardar "en stock" cinco o seis palabras de ese tipo, para el momento clave en que uno requiera "sacudir" al auditorio, o conmover, remecer, desarraigar, arrancar, etc. y dar así, vitalidad corporal al discurso, tal como el modernismo de Rubén Darío lo hizo con la poesía. Usted debe contar, además, con frases célebres, que son apoyo fundamental para los momentos centrales de los discursos, para respaldarse en la evidencia de la autoridad de los grandes personajes o autores. También es posible citar frases que no sean tan célebres pero que "golpeen", o nuestros consabidos refranes.

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Hay discursos o razonamientos que Aristóteles llamaba apodicticos; es decir, párrafos abstractos que aluden a valores universales. Por ejemplo, usted puede desarrollar el bien, la honestidad, el orden y todos los valores universales diciendo, aparentemente, lugares comunes. Pero a veces los lugares comunes, aunque uno los menosprecie o rechace por petulancia intelectual, son también necesarios porque hay también muchos lugares comunes entre quienes escuchan. No se debe, pues, huir del lugar común por principio, y para eso sirve el estudio previo del público o durante el discurso. Según los oradores, un discurso apodíctico es el que desarrolla el bien, la bondad, el heroísmo, el patriotismo, etc. y sirve, en situaciones de gran ansiedad o ante un público de bajo nivel académico, para fortalecer la unidad. Sin embargo, hay discursos, en apariencia apodicticos y que son, en realidad, contradictorios. Cristo dijo: "no he venido a cambiar ni una "i" ni mía tilde de la Ley de Moisés, que deberá ser así hasta que pase el tiempo". Pero luego de tal afirmación apodíctica, propuso algo totalmente nuevo y diferente: "Si a usted la Ley de Moisés le dijo esto, yo vengo a decirle algo nuevo" y cambió el contenido moral de la Ley de Moisés para introducir la moral de la intención y superar la moral de los hechos; es decir, que en adelante no solo se perderá quien mate sino también quien piense en matar. El conjunto de los instrumentos arguméntales y literarios estudiados sirve para planificar o definir la forma en que usted presentará sus proposiciones. Pero es usted quien debe ordenarlas, y todo depende del público al que va a exponer, porque el argumento puede ir de más a menos o de menos a más en complejidad e importancia. Si es un público heterogéneo, de diferentes procedencias, el razonamiento inductivo que enumera casos concretos similares y extrae de ellos normas generales para pronunciarse sobre un tema es el procedimiento más eficaz. Si, por el contrario, el público proviene del mismo partido o institución, es la oportunidad de utilizar el razonamiento o método deductivo para enunciar primero la regla general aceptada y deducir de ella la calificación de casos concretos. Para precisar el procedimiento es preciso, como dijimos antes, analizar al público, sentir al público. Si los oyentes han escuchado varios oradores antes que' usted comience, es posible que el auditorio muestre señales de fatiga o esté pensando en comer, ya no escuchará con mucha atención o su discurso le parecerá repetitivo; entonces sería absurdo que usted comenzara de menos a más haciendo un razonamiento inductivo. Lo normal será que, cuanto antes, anuncie las cosas y de inmediato despliegue su argumento pesado, dispare el proyectil principal para que la gente sepa dónde va y finalmente, adquiera una certeza, una convicción. Una anécdota que lo demuestra es la siguiente: Jacques De-lors, un político francés que ejercía la Presidencia de la Unión Europea, tenía setenta por ciento de aceptación del pueblo francés y era virtualmente el seguro triunfador en las elecciones presidenciales de 1995. Pero aparentemente tenía poco deseo de ejercer el poder o de afrontar el conflicto social que los cambios requerían.

Anunció: "el domingo próximo haré pública mi decisión final". Y a las ocho de la noche de ese día toda Francia lo esperaba. Es la situación ideal que todo expositor ansia. Habló muchos minutos sobre su vida, sobre su experiencia, sus expectativas, etc., y media hora después, había perdido la mitad del rating y, estoy seguro, gran parte de su intención de voto. Nadie debe abusar así de su público, guardándose hasta el final un secreto. Dígalo de frente "he venido esta noche a aceptar la candidatura" y desarrolle su programa de gobierno con firmeza. Sorprenda al público, pero no le proponga adivinanzas, indirectas, ni lo canse con la espera. Con todos estos elementos podemos organizar un primer discurso. Pero, para eMo, debemos preparar un buen esquema. Ordenaremos primero cuatro o cinco temas progresivos y 110 contradictorios. Luego, para cada uno de ellos, dos argumentos eficaces y en cada argumento, dos párrafos. Lo demás ya lo sabemos: la frase de saludo, la introducción, el desarrollo con las evidencias, los dilemas, silogismos, etc. Cada uno debe pensar cómo presentará sus argumentos y, especialmente, cómo concluirá su intervención. Esto último es esencial, pues como todo en la vida, es la parte final la que más se recuerda. Ya decía Shakespeare: "All is wellwhen ends well". 8) La conclusión» (“Y el resto es hablar...") Las últimas palabras son también la última impresión que el público tendrá del orador. Una buena conclusión puede recapitular, en una sola frase, aquello que se desarrolló para insistir en la idea central. Una buena conclusión es también la oportunidad del expositor para corregir algún defecto en lo anteriormente dicho. Pero usualmente la conclusión o despedida se utiliza para convocar emocionalmente al auditorio. Los discursos pueden comenzar con expectativa y entusiasmo, desarrollarse racionalmente y deben terminar de manera emocional. No olviden nunca que el público recuerda siempre lo primero y lo último. De lo escuchado durante el desarrollo, el público recuerda el sentido, el propósito, pero normalmente solo el veinte por ciento de los oyentes retiene el orden de lo expuesto y, excepcionalmente, un diez podría repetirlo de manera ordenada. No nos descorazonemos, solo un orador con mucha práctica y estudio logra que la mayoría del público recuerde y repita un alto porcentaje de sus argumentos. Pero, en suma, la conclusión debe, preferentemente, sensibilizar al público. Este se acordará de la conmoción, de los sentimientos, pues las circunstancias emocionales son las que más se graban en la mente. Todos recuerdan, por ejemplo, qué hacían en el momento mismo de un gran terremoto. Es un ejemplo extremo, pero en la proporción necesaria, todos recuerdan más los momentos de mayor intensidad sentimental. Remeza al público e ingresará al pedestal de sus oradores. Así lo hizo el Presidente Woodrow Wilson al decidir y comunicar el ingreso de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial: "Es un deber angustiante, es posible que nos esperen muchos meses de


duras pruebas y sacrificios. Da miedo dirigir a este maravilloso y pacifico pueblo a la guerra, a la guerra más terrible y desastrosa de todas, cuando la civilización misma parece estar en juego. Pero el bien es más precioso que la paz y lucharemos por aquello que siempre hemos guardado en lo más profundo de nuestros corazones, por la democracia, por el derecho de quienes acatan la autoridad para tener voz en sus gobiernos, por los derechos y libertades de las naciones pequeñas, por un dominio universal del bien mediante un acuerdo de todos los pueblos libres que traiga paz y felicidad a todas las naciones y consiga, por fin, liberar al mundo. A esta labor consagramos nuestras vidas y nuestros destinos, todo lo que somos y todo lo que tenemos, con el orgullo de los que saben que ha llegado el momento de que Estados Unidos tenga el privilegio de derramar su sangre y mostrar su fuerza para defender los principios que definieron su nacimiento, y le otorgaron la felicidad y la paz que tanto valora. Así lo haremos con la ayuda de Dios". Kennedy culminó magistralmente su discurso de toma de posesión con una gran invocación moral: "En la larga historia del mundo solo unas cuantas generaciones han desempeñado el papel de defender la libertad en su hora de máximo riesgo. No rehuyo esta responsabilidad sino que la acojo. No creo que ninguno de nosotros intercambiaría su lugar con otras personas o con otras generaciones. La energía, la fe, la devoción que aportamos a esta empresa iluminara a nuestro país y a sus servidores. Y el destello de ese fuego podrá iluminar verdaderamente al mundo. Por tanto, mis compatriotas, no os preguntéis lo que vuestro país puede hacer por vosotros, sino lo que podéis hacer por vuestro país. Mis conciudadanos del mundo, no os preguntéis lo que América puede hacer por vosotros, pensad qué podemos hacer juntos por la libertad del hombre". En ambos discursos, podemos encontrar el eco o la anticipación de ^tras importantes intervenciones. Por ejemplo en Wilson, el tono y la promesa es similar a la oferta de Churchill, treinta años después, en la que solicitaba a su pueblo "sangre, sudor y lágrimas". Y en el caso de Kennedy, está la sombra enorme de Shakespeare y Enrique V. Leer en paralelo a ambos nos dará confianza respecto a la forma de expresamos, al comprobar cómo, mutatis mutandis, se repiten la inspiración y las palabras, tal como nosotros mismos podremos hacerlo. Un ejemplo demoledor como síntesis y conclusión fue el último párrafo del discurso de José María Gil Robles ante las Cortes Españolas, en la noche del quince de julio de 1936: "Tened la seguridad -esto ha sido la ley constante en todas las colectividades humanas- de que vosotros que estáis fraguando la violencia seréis las primeras víctimas de ella. Muy vulgar, por muy conocida, pero no menos exacta, es la fiase de que las revoluciones son como Saturno, que devoran a sus hijos. Ahora estáis muy tranquilos porque veis que cae el adversario. ¡Ya llegará

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un día en que la misma violencia que habéis desatado se volverá contra vosotros! Dentro de poco seréis en España el Gobierno del Frente Popular del hambre y de la miseria, como ahora lo sois de la vergüenza, del fango y de la sangre". La noche anterior a ser asesinado, Martin Luther King, el 3 de abril de 1968, ofreció un bello y premonitorio discurso en el que insistió en la fiase: "He visto la tierra prometida" y en tono trascendental hizo la siguiente conclusión, que fiie, además, lo último que pudo comunicar en su vida. Creo que, por esa coincidencia y por su intensidad anímica, es un maravilloso ejemplo de conclusión. Martin Luther King es, junto con Gan-dhi, uno de los santos que lamentablemente la Iglesia Católica no reconoce por no ser miembros de ella. Trágipa paradoja. Leamos: "Bueno, no sé lo que ocurrirá ahora. Nos esperan unos días difíciles. Pero eso no me preocupa, porque he llegado a la cima de la montana. Y no me importa. Al igual que cualquier otra persona, me gustaría tener una larga vida. La longevidad tiene su razón de ser, pero eso no es lo que me preocupa ahora. Yo solo quiero cumplir la voluntad de Dios. Y él me ha dejado subir a la montaña He mirado desde lo alto. Y he visto la tierra prometida. Puede que yo no llegue allí con vosotros. Pero quiero que esta noche sepáis que nosotros, como pueblo, llegaremos a la tierra prometida. Y esta noche me siento feliz. No me preocupa nada. No temo a nadie. Mis ojos han presenciado la gloria de la venida del Señor" Haya de la Torre, en su momento trascendental, en 1945, finalizó con la siguiente conclusión, convocando a su Partido: "Compañeros: Acaso no sea mucho exigir que con el brazo izquierdo en alto juremos de nuevo ser leales a la patria, ser leales a la democracia y mantener firmes e indestructibles las promesas que hemos formulado: Justicia, Unión, Fraternidad, Libertad, Derechos del Hombre y del Ciudadano, sin resentimientos ni reproches. Estamos de nuevo en las filas de la legalidad, seamos dignos de ella, se lo pide vuestro jefe y hermano, se lo pide con un juramento de cooperación decidida y constante a la unidad del partido, a la disciplina del partido a los grandes fines democráticos del partido. Y recordando al pueblo, a la esencia de nuestra democracia, y recordando que esa democracia es el gobierno del pueblo, por él pueblo y para el pueblo; con las palabras inmortales de Lincoln, yo tengo que recordarles nuestro vínculo de fraternidad que se cristaliza en aquellas tres invocaciones que desde hace quince años son para nosotros grito de fraternidad, clamor de martirio, homenaje al heroísmo y afirmación positiva del futuro de nuestra obra: En la lucha: Hermanos; en el dolor: hermanos, en la victoria: hermanos". Era yo dramáticamente consciente de los ciclos de la historia, cuando el 27 de enero de 2001, en esa misma plaza San Martin, después de casi diez años de ausencia, expuse ante el Partido y el pueblo de Lima el programa de gobierno que enar-bolábamos, e impulsado por el afecto de las casi cien mil personas


presentes y llevado por mis sentimientos conclui así: "De manera que por todo lo dicho, vengo ante ustedes, pero vengo sin rencor. Qué importa lo que hayan podido decir de Alan García. Qué importa lo que me hayan hecho sufrir a mí y a mi familia. Qué importa eso ci lo que me importa es lo que ha sufrido el millón de desempleados, lo que han sufrido todos los que trabajan diez, doce o catorce horas, lo que han sufrido los que ganan la mitad del salario, lo que han sufrido los campesinos que no tienen crédito. Yo me acuerdo ahora de ese hermoso verso de Calderón de la Barca que todos aprendimos y repetimos, y caminando por las calles lejanas y solo, me decía: ¿Cuándo pasará esto? ¿Cuándo volveré a ver el Perú? Y me comprometía a estar, después de muerto y en espíritu, junto a ustedes, y tener la fuerza de traer mi espíritu para acompañarlos. Entonces repetía ese hermoso verso que dice: "Yo sueño que estoy aquí, de estas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño, y los sueños son". Y a mí me parece súbitamente un sueño estar frente a ustedes, y pienso ahora, de pronto, que quizás he muerto y solo está mi alma ante ustedes como lo soñé. Yo no lo sé, y no quisiera despertar a la realidad de los odios o rencores ni a los gritos y vejámenes. Perdono a todos los que me gritaron, perdono a todos los que me injuriaron, perdono a todos los que me vejaron. Los perdono en nombre del Perú. No sé a dónde me conduzca la vida, no sé si me lleve pronto a la muerte, pero aquí estoy y estaré entregando todo lo que soy, otra vez, al servicio de la patria. ¡Arriba los corazones, arriba las esperanzas, arriba la juventud!". Y el año 2006, cuando apenas faltaban tres días para lasásiécciones que dieron la victoria al Partido Aprista, me atreví a lanzar un augurio, con un tono de familiar confidencia: "Yo sé que este domingo de abril habrá sol todavía. Entonces el pescador dejará anclada su lancha y el campesino que no tiene domingo comenzai' la noche anterior su camino; la madre encargará a su hijo con la vecina e irán con ella el trabajador y el padre de familia; caminarán por las calles, alegres, iluminados, y esperando su tumo en la mesa de sufragio, alegres estarán, y sonrientes, porque no los moverá el odio ni el temor, los moverá la alegría de saber que van a votar por el Perú. Sí, compañeros, será un domingo con sol y será el sol eterno del Perú, el sol de la victoria del pueblo, el sol del triunfo del aprismo. ¡Viva el APRA! Viva el Perú!". "And the rest issilence 1 dice Hamlet, el dulce principe, antes de entregarse al sueño acompañado por los ángeles. Dispuestos ahora a hablar urbi et orbi, dispuestos a desarrollar nuestra personalidad y persuadir de la verdad, a motivar la alegría y la esperanza con nuestro lenguaje total, debemos terminar aquí, diciendo: "Y el resto es hablar". Serán los públicos quienes nos acompañen en ese dulce camino.

ANEXOS * I. Discurso de Alan García Cierre de campaña 1 de junio de 2006 II. Franklin D. Roosevelt A lo único que tenemos que temer es al temor mismo 4 de marzo de 1934 III. Haya de la Torre Discurso del reencuentro 20 de mayo de 1945 IV. Haya de la Torre Discurso del veto 4 de julio dé 1962


ANEXOI Discurso de cierre de campaña del Dr. Alan García (01 de junio de 2006)

Conciudadanos, compañeras y compañeros, pueblo del Perú: Esta enorme concentración es, sin lugar a dudas, una de las más grandes que se han hecho en nuestra patria, pero al mismo tiempo es el anticipo de la victoria del cuatro de junio, donde triunfará el pueblo y la justicia social. Aquí han venido, y allá nos escuchan por las radios y la televisión, los campesinos que ansian que el Estado promueva su trabajo y salve su empleo, los pequeño y microempresarios del Perú, que necesitan el impulso de las compras del Estado y un financiamiento más barato; los trabajadores que quieren la restitución de su derecho, los desempleados que buscan ansiosamente trabajo, la juventud que aspira, que espera, que estudia, las madres del pueblo que cuidan el hogar y suplen al padre ausente. Aquí han venido las compañeras y compañeros del aprismo que guardan en su corazón la fe de Haya de la Torre, pero esta noche han venido también, y muchos, en este mar de más doscientos mil peruanos, quienes votando en la primera vuelta por otros candidatos, han venido a sumarse con el APRA para defender la democracia y la libertad. Estamos aquí para dar testimonio de nuestra fraternidad para con todos los peruanos en la oferta de un gobierno que será de todos, de los más capaces, de los más honestos, y no de aquellos que tengan carné o preferencia. Estamos aquí para dar testimonio de nuestra alegría, porque el aprismo y el pueblo peruano son alegres, entonan sus cánticos de amor y de victoria, son alegres ante la adversidad y no están en el odio ni en la depresión. Hemos venido a dar testimonio de nuestra fe en el Perú, inquebrantable y grande. Pero sobre todo hemos venido a dar gracias a Dios por habernos permitido llegar a esta parte del camino y de la vida, y a pedirle al Todopoderoso que nos ilumine para hacer un gran gobierno al servicio del pueblo. Aquí vengo a saludar a todos los que nos juntamos en esta noche, para decirles que el cuatro de junio, juntos los peruanos de distintas ideologías y partidos, juntos los peruanos de diferentes regiones de la patria, vamos a echar las bases de una victoria: la victoria de la democracia frente al militarismo, la

victoria de la libertad frente al abuso. Porque si en la primera vuelta enarbolamos una bandera social para enfrentar ideologías que consideramos exageradas, según las cuales solo y únicamente el libre mercado puede gobernar la patria, y nosotros dijimos que el Estado necesita complementar y actuar a favor del pueblo, de la agricultura, de la pequeña y microempresa. Porque si en la primera vuelta derrotamos una forma de egoísmo, en la segunda, con la ayuda de los peruanos conscientes, educados, que quieren libertad y no abdicar de ella, yo los convoco ahora a todos, para derrotar una forma distinta de derecha, que es la derecha militarista, la que le quita al pueblo el derecho de expresión, la que comienza atacando los medios de comunicación y termina silenciando los sindicatos, los municipios, los partidos. Haya de la Torre nos enseñó que no vale en el mundo ni la libertad sin pan que pregona la derecha, ni el pan sin libertad que ofrecía el comunismo fenecido. Él levantó una bandera que es una apuesta contra el destino y es la consigna de nuestro próximo gobierno: pan con libertad para todos los peruanos. Será la victoria de la democracia y de la libertad, pero también la victoria de la justicia social, porque creemos en la afirmación de una democracia para los más pobres y los que menos tienen, porque queremos justicia terminando con las desigualdades abusivas y con la carencia de servicios y de empleo que sufre nuestro pueblo. La victoria de la justicia social será sobre el egoísmo, pero también sobre la demagogia, sobre el ofrecimiento engañoso, sobre la mentira de quienes proponen cosas y son incapaces de sustentarlas, como en el debate presidencial quedó demostrado. Derrotemos pues, este cuatro de junio, en nombre de la democracia y de la justicia social, derrotemos a quienes pregonan el odio y la violencia, la confrontación entre los peruanos. Esta es una noche de unión, y esa unión del APRA con todo el Perú en igualdad de condiciones vamos a consagrarla y a comulgarla el domingo cuatro de junio. Toda coincidencia deja de ser casualidad. Un grupo de hermanos, los hermanos Gutiérrez, Tomás, Silvestre, Marcelino y Marceliano, se alzaron en armas contra el resultado de la elección, asesinaron al presidente José Balta e intentaron impedir con las tropas que Manuel Pardo ocupara la Presidencia de la República, pero el pueblo de Lima se alzó en anuas, se alzó en voces, derrotó a los Gutiérrez, los colgó de la Catedral y abrió las puertas al primer gobierno civil y democrático del Perú. Pero en esa circunstancia dramática, al levantarse los hermanos coroneles Gutiérrez, los cuatro, contra la Constitución y la Ley, pidieron el apoyo de la Marina, y Grau, al mando del Huáscar que nos dio gloria infinita, zarpó y desde el puente de mando dirigió una proclama extraordinaria que dice que era grande en ]a batalla, en la muerte, pero también en la Ley. Y él dijo sentirse horrorizado al ver las leyes ensartadas en la bayoneta del soldado. Y dijo: levo anclas y zaipo porque no reconozco otro caudillo que la Constitución. Ésa es la enseñanza enorme de Miguel Grau. Hoy nos toca decir ante él que juramos defender la Constitución, las leyes, las igualdades, las libertades, la democracia que tanto ha


costado a nuestro pueblo recuperar después de tanto tiempo. Y cuando se presentan enarbolando banderas que dicen ser nuevas, nosotros decimos: lo más viejo que tiene nuestra República es el militarismo golpista, que durante más de cien años ha tenido en sus manos el poder sin la voluntad del pueblo. Lo más viejo que tiene nuestra Patria como sistema es el abuso sustentado solo en las armas y sin razón, que en los últimos cincuenta años ha tenido treinta años la conducción del país. ¿Cómo pueden presentarse ahora los émulos de los hermanos Gutiérrez diciendo que representan algo nuevo, cuando en realidad representan ellos lo más viejo, lo más corrupto y lo más repugnante, que es no obedecer a la voluntad del pueblo y hablar de fraude cuando se sabe que se van a perder las elecciones? Por eso, frente a la diatriba, frente al insulto, frente al montaje descarado que recluta secuaces entre los aliados de Sendero Luminoso, nosotros los apristas hemos hecho una campaña limpia, una campaña de propuestas, una campaña en la que nos dirigimos a los campesinos, a los obreros, a los pequeños empresarios, a la industria nacional, a las madres, a los jóvenes, entregándoles propuestas concretas, porque el aprismo sí sabe cómo crear empleo porque lo ha aprendido de su experiencia, y de su experiencia también ha aprendido cómo no cometer errores, ni volverlos a cometer para gobernar mucho mejor y con eficiencia en favor del pueblo. Por eso en esta campaña hemos querido mantener la limpieza de las propuestas y se nos ha respondido pateando el tablero, hablando de fraude. Hemos ido a un debate que fue hecho a la imagen y semejanza y a pedido del otro candidato, restringiendo los tiempos a tres minutos y un minuto, y el Perú entero ha sido testigo de que, a falta de ideas, sobraba el tiempo al otro candidato, porque no hay un programa concreto, hay solamente amenaza, hay odio, hay enfrentamiento entre peruanos; pero con eso no se gobierna. Yo reconozco, conozco a profundidad cuánto sufren los campesinos, sin escuela, sin electricidad, sin agua, sin caminos, sin producción, cuánto sufren ellos sin posta médica y sin hospital. Y comprendo su fuña, su enfrentamiento, su enérgico reclamo. Pero con furia no se gobierna, con enfrentamiento no se gobierna, se necesita recoger eso y darle un sentido constructivo para atender primero a los pobres. Por eso nosotros hablamos de un cambio responsable, y nuestra bandera en esta segunda vuelta ha sido señalar que el aprismo y los peruanos que se sumen a él proponen un cambio responsable que significa una transformación profunda, lo más radical que necesite nuestra patria, dentro de la prudencia de no hacer que nuestra patria vuelva al horror de la violencia, vuelva al horror del enfrentamiento y de la saña entre peruanos. Hablamos de un cambio responsable porque nuestra patria necesita un Estado responsable y experimentado, nuestra patria necesita, una conducción que le permita abrirse paso entre los países del mundo, a la altura que tiene predestinada. Hablamos de un cambio responsable para enfrentar la demagogia, para enfrentar la exageración y la mentira, para enfrentar la recolección de odios y reclamos irracionales. Hablamos de un cambio responsable para construir,

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porque sabemos que hoy, tal vez más que nunca en la historia del Perú, hay condiciones favorables en el mundo, que crece y se desarrolla a velocidades extraordinarias y nunca trillones que son billones de billones de dólares, circulando el mundo para ver dónde se invierten y dónde se puede generar trabajo. Y eso depende de la capacidad de un Estado responsable que sepa tratar con el capital como Haya de la Torre lo señaló, obligándolo a respetar al obrero y al empleado, obligándolo a respetar sus obligaciones fiscales, obligándolo a respetar nuestro medio ambiente, pero contribuyendo con su tecnología y su inversión a que el país se desarrolle. Para que no pierda paso nuestra patria frente a países como Chile, como Argentina, como México, sin hablar de China, que avanza a una velocidad sideral. Nuestra patria no puede quedarse rezagada en esta competencia mundial. No vamos a retroceder. La revolución, que es empleo, que es justicia, que es buen servicio, está en caminar rápido en el camino de la inversión, de la competitividad con respeto para el ser humano de nuestra patria, con respeto para la soberanía nacional. Ese es el cambio responsable que nosotros proponemos. Por eso el cambio responsable comienza con un primer tema. Nuestro objetivo es la Patria, nuestro objetivo es la nacionalidad y el Perú, para enarbolarlos al nivel que deben tener. Nosotros, todos, debemos estar orgullosos de lo que significá Perú. Perú significa el nacimiento del Amazonas y de la Amazonia, Perú significa los nudos más grandes y altos de la cordillera, cuyos vientres están llenos de metal cada vez más valioso, Perú significa el mar más rico, Perú significa las culturas más sabias en la textilería, en la alfarería y en la organización social. Perú significa el imperio más poderoso precolombino y el virreinato más fuerte durante los tres siglos del coloniaje. Perú, que tuvo ferrocarriles antes que todos los demás países de América. Perú tiene un destino piloto, Perú tiene una posibilidad cultural e histórica de levantarse por encima de otros. Y cuando me han preguntado: "¿Cómo sintetiza usted todo esto?”. Yo he dicho: no miro con envidia ni con complejo a los chilenos porque sé que, con el trabajo del pueblo y una buena conducción estatal, en poco tiempo vamos a superar a Chile y nos van a admirar ellos por nuestro desarrollo económico y social. Ellos no tienen Amazonia, ni oxígeno, ni agua, ni vecindad con el Brasil para hacer una Transoceánica como la que se va a hacer durante el gobierno aprista. Ellos no tienen gas que nosotros sí tememos, y dependerán de nosotros o de Bolivia. ¿Por qué tenemos que mirar como si ellos se hubieran desarrollado más? Mi compromiso y mi promesa ante el Peni es clara, concreta: cinco años y espero que el gobierno subsiguiente también lo haga, y cumpliremos el objetivo de ser el país piloto y el país más importante de la América del Sur en el Pacífico. Pero, en segundo lugar, el cambio responsable significa cambiar el sentido de lo que entienden algunos por democracia. El régimen que finiquita ha pensado que democracia es utilizar los votos del pueblo peruano arrastrado con promesas y engaños para encaramarse al poder, olvidar las promesas y gustar


frivolamente de lo que da el poder en viajes, en asesores, en automóviles, en aviones, despilfarrando groseramente el dinero al que el pueblo tiene derecho prioritariamente para su educación, su salud y su empleo. La democracia tiene que ser, como Haya de la Torre lo sostuvo, no una democracia electoral que solo sirve a los vivos y a los otorongos, sino una democracia social. Y democracia social es agua para todos, porque sin agua no hay democracia. Y tenemos que superar la etapa de la madre que sube con sus dos cubos de agua acompañada de sus hijos hasta el extremo del cerro. Democracia social significa títulos para los asentamientos humanos, porque los peruanos pobres también tienen derecho a ser propietarios, también tienen derecho a hacer valer sus bienes y su dinero para incorporarse al trabajo y al mercado. Democracia vSocial significa atender el pedido de los más pobres, que es por donde comienza la democracia. La primera vuelta ha dividido el país en tres sectores que parecen incompatibles. Allá en el Sur tenemos una enorme población que, por la dificultad de su geografía y su altitud, no ha tenido la posibilidad de nuestro Norte, de desarrollarse para la exportación, para la pesquería, para el algodón y el azúcar; y entonces del Sur andino y altiplánico viene con un reclamo tremendo, porque son los peruanos que sufren la mayor pobreza. ¿Cómo no escuchar eso? Cuando dijeron, al terminar la primera vuelta: "Alan, tienes que unir a todos en contra de ese 30%", yo dije "no puedo, no debo, yo soy aprista, yo no puedo hacer un frente de todos contra el 30% más pobre del Perú, yo tengo que escuchar lo que dice esa población y proponerle las soluciones y la justicia que requiere." Por eso hemos propuesto de manera concreta y clara, sin demagogia, sin insulto, sin discurso senderista, hemos propuesto lo que llamamos un plan Sur. El Sur puede alzarse al desarrollo, el Sur puede superar el enorme desnivel que tiene con el Norte y con Lima. Y así vamos a evitar esas formas políticas a veces irracionales y furiosas. Necesitamos que millones de pobladores en el Sur tcrgan más desarrollo, y eso se logrará haciendo un gasoducto desde Camisea a la ciudad del Cusco, para comenzar su trayecto al Sur; porque no hay derecho que estando el gas en el departamento del Cusco, el balón de gas sea el más caro del Perú en la ciudad del Cusco. Vamos llevando desarrollo energético, vamos terminando en los cuatro años previstos la Carretera Interoceánica, que es un impulso extraordinario de vinculación con el Brasil, pero también de relación del Sur consigo mismo, y lo que es más importante, la acumulación de maquinaria, de plantas de asfalto con la que se va a hacer la gran Interoceánica nos va a permitir utilizar, cuando no se usen en ese trabajo, esas mismas máquinas para hacer carreteras, como en Illave-Masocruz, para hacer la carretera a Sandia, para mejorar la condición de infraestructura del Sur y de Puno. Esa oportunidad tenemos que aprovecharla y aprovechar la posibilidad de impulsar la truchicultura en el lago Titicaca, y de hacer Angostura en Arequipa, para de esta manera dar una respuesta integral al reclamo del Sur, que es la región más pobre entre las pobres de la Patria.

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Democracia social es gobernar para solucionar esos problemas. Como he dicho, tiene que haber agua para todos, agua que hemos previsto en seis meses entregar a casi medio millón de limeños, porque todavía un millón tienen el dolor de no tener agua en sus domicilios, y eso no es democracia ni civilización. Y entonces proyectos como Valle-Amauta, como Huaycán Alto en Ate, como Sargento Lores en San Juan de Lurigancho, como Lomo de Corvina allá en el sur de Villa El Salvador, o como partes de Pachacútec y de Ventanilla, tienen que tener de inmediato agua potable, porque ese será el signo de que las cosas cambian en favor de los más pobres y del pueblo. El Perú como país piloto, la democracia social como objetivo. En tercer lugar, ijn cambio profundo en la forma de hacer política en nuestra patria. Lo que más repudia el pueblo es a aquel que se hace elegir haciendo promesas, regalos y engaños y después se dedica a aumentarse el sueldo de manera desmedida, a viajar, a contratar asesores, a dilapidar el poco dinero que tiene nuestra patria. Ustedes saben que desde hace meses hemos planteado un cambio responsable pero radical en la política. Hay 18,000 miembros de la clase política en nuestra patria. Desde el presidente, sus ministros, los parlamentarios, los presidentes regionales, los alcaldes, sus regidores, ¡18,000!, y nosotros gastamos anualmente cientos de millones en pagar sus sueldos, pero además gastamos muchos cientos de millones en pagar sus asesores. ¿Saben ustedes que el Perú paga cada año 680 millones en asesoría en el Presupuesto de la República? Y uno se pregunta: si estos funcionarios elegidos por el pueblo necesitan tantos asesores es porque no saben nada, y entonces, ¿para qué se hicieron elegir? Pero todo este mundo político, del que el Partido Aprista quiere separarse transformándolo, es un mundo político que gasta también en viajes. Ha habido 14,000 viajes de funcionarios y elegidos por el pueblo en estos cuatro años y medio, 14,000 viajes al extranjero para asistir a simposios, para asistir a conferencias, a congresos sobre las moscas, sobre las arañas, sobre cualquier cosa, con tal de viajar, y muchos en primera clase como el candidato a la vicepresidencia del otro sector, que es el funcionario que más ha viajado al extranjero con el dinero de todos ustedes. Y todos estos funcionarios que cobran mucho, que viajan mucho, que contratan asesores, también tienen el tupé, la falta de vergüenza de hacer propaganda, desde el presidente hasta el último regidor, en los periódicos, las radios, la televisión. Y resulta que el país paga más de mil millones de soles por año solo en publicidad. Nuestro presidente, para mostrar lo que no hace o lo que dice haber hecho, contrata avisos en todos los canales y gasta doscientos cincuenta millones de soles por año en publicidad televisiva. ¡Solo la presidencia! ¿Cuánto más gastan los ministerios, las alcaldías, las presidencias regionales y las instituciones del Estado? Es esta clase política de camionetas 4x4, de sobrinos, entenados, validos y ahijados, la que el pueblo repudia. Y si queremos transformar el Perú y que el pueblo vea que cuando hay dificultades no hay privilegiados, comencemos el cambio responsable transformando radicalmente a la clase política, y desde el 28 de julio emplazar al 17 5


Congreso de inmediato para que todos los sueldos de la clase política bajen a la mitad y nos ahorremos 400 millones. Yo no tengo más que un compromiso con el pueblo, con Dios, con la historia, con Haya de la Torre, y pasaré encima de cualquier privilegio para transformar esa clase política, tomando las disposiciones para poner fin a la fiesta de los viajes. ¿Por qué tanto viaje? ¿Qué tanto recorrido en avión presidencial por el mundo? ¿Qué tantos ministros aquí y allá? ¿Para qué pagamos embajadores? ¿Para qué pagamos cónsules? ¿Para qué tenemos casi quinientos agregados militares, policiales, comerciales, culturales? Todo eso pagamos. Hay que poner fin a la fiesta. El nuestro es un país pobre que requiere poner todo su esfuerzo por el pueblo, en el empleo y la producción. Yo me asombro cuando veo que lo primero que hacen los elegidos por el pueblo es tomar seguros privados para ellos, pero los paga el pueblo. Ellos no quieren ir a la seguridad social, no quieren ir al Almenara, se curan en Houston. Una viajó y se operó en Nueva York, el.otro se hizo cambiar la sangre en Italia, un supuesto izquierdista se hizo curar también en Italia con nuestra plata. ¿Y por qué no se cura en el Hospital Rebagliati o en el Hospital Almenara? ¿Por qué deja esos hospitales para el pueblo llano, que desprecia después de su elección? Vamos a poner en su sitio a esa clase política, que vaya a la cola de la seguridad social para que comprenda cómo vive el pueblo. Y en este tercer tema del cambio político tiene lugar fundamental la lucha contra la corrupción. No solamente sobre la corrupción escandalosa, sobredimensionada del régimen pasado anterior, sino también contra la corrupción permanente, larvada, que existe en todas partes donde se cobran comisiones, coimas, donde se compran cosas. El Perú compra 13,000 millones de soles cada año en servicios y bienes, pero los compra cada uno, cada alcalde, cada presidente regional, cada municipio compra su papel bond, y de paso recibe una comisión. Jamás hemos logrado que el Estado compre todo el papel, toda la gasolina, todos los viajes, toda la electricidad, con una sola mano para obtener mejores precios. Las compras electrónicas y centralizadas terminarán con la corrupción generalizada que existe. Necesitamos poner coto a todas las formas en las cuales a través de trámites que inventan los municipios y los ministerios se nos va cobrando cada paso a los que quieren hacer una empresa. Yo, cuando debí abrir mi oficina de campaña, la que ustedes conocen en el Paseo de la República, pasé seis revisiones de Defensa Civil; si no me llamara Alan García me hubieran estirado la mano para ver qué les daba. Seis revisiones: aquí falta un extinguidor, este escalón de la escalera está más grande que el otro: todo es argumento para retrasar y por consiguiente para cobrar. Yo llamo al pueblo peruano y al Partido Aprista, que tiene que sacarse de encima la acusación que le hicieron en su primer gobierno, y que me tiene que ayudar, tiene que ser el instrumento de sanción de los corruptos, para que el pueblo tenga un gobierno legítimo y limpio. El cuarto tema del cambio responsable es la forma de generar empleo en nuestra patria. Confio en el desarrollo feroz del mundo y su economía, confío en

el desarrollo de las inversiones, pero resulta que eso no es suficientemente rápido y pronto como para contentar y satisfacer la ansiedad de trabajar y de producir del pueblo, y entonces el Estado tiene que trabajar y no ser un Estado inerte, no ser un Estado ocioso, sino comprometerse a generar empleo ayudando al que produce. Nosotros no creemos en el empleo solamente del PAIT o del programa A Trabajar: eso es complementario y pequeño; lo que interesa es ayudar a trabajar a otros. Femando Belaúnde, viejo adversario pero sabio político que un día como hoy, primero de junio, comenzó su carrera vigorosa, Femando Belaúnde tenía una frase luminosa que decía: "El gobierno debe trabajar y dejar trabajar". Nosotros tenemos que recoger ese concepto, tenemos que dejar trabajar y ayudar a trabajar al campesino dándole crédito, mejorando su competiti-vidad, enseñándole a producir al extranjero, enseñándole a vender al exterior para que la Sierra se vuelva exportadora. Porque cada vez que un campesino de Chota o de Urubamba produce sus papas y sus ollucos, gana centavos en el mercado nacional y, mientras tanto en La Libertad, los que producen paprika, alcachofas, están ganando dólares, cinco veces más por hectárea que lo que antes ganaban. Si el mundo compra más, la labor del Estado es orientar y enseñar a nuestro campesino, no solo de la Costa, fundamentalmente al campesino hermano de la Sierra, que es el más pobre. Por eso he propuesto Sierra Exportadora y estamos convencidos de que si nos ayudan a trabajar, y nosotros ayudamos a los campesinos y los orientamos con las instituciones tecnológicas y el crédito del Banco Agrario, nosotros podremos reconvertir 150,000 hectáreas y crear en cinco años 300,000 puestos tecnológicos para exportar con más divisas y con más ganancia para cada campesino. Nuestro país necesita electrificación rural y ahora, gracias al gas y a la acción de algunas empresas, tenemos generadoras de gas que van a instalarse y comenzar a funcionar. Tendrá que bajar el precio de la electricidad, pero tendremos más oferta eléctrica para extenderla a la electrificación rural que necesita energía para darle valor a lo que produce para enlatar, para embolsar, para conservar refrigerado su producto y venderlo más caro. Necesitamos impulsar las carreteras Costa-Sierra, que son 28, y que vamos a terminar de licitar y conceder en cuanto comience el gobierno. Y lo que es más importante, necesitamos precisar exactamente las irrigaciones grandes y pequeñas. Yo veo en Puno, donde hay tanta pobreza, la presa de Laguni-llas que mi gobierno hizo, que guarda y embolsa 500 millones de metros cúbicos de agua sin uso desde hace veinte años y a las que solo faltan, en Lagunillas, unos canales que valen veinte millones de soles y que podrían dar 10,000 hectáreas con riego permanente, cambiando la miseria de esa parte del departamento. Y lo mismo pasa en el Huenque, en llave: un proyecto que puede damos otras diez mil hectáreas. Y lo mismo pasa con el proyecto Tinajones-I, donde hicieron una gran presa y se olvidaron de revestir el canal, y entonces la presa tiene agua, pero el canal pierde el 40% del agua porque no tiene revestimiento de cemento. ¿Cuánto vale revestir los 80 kilómetros del canal de Tinajones? Vale


apenas 40 millones, pero le garantiza el doble de agua. Todo esto tenemos que saberlo y ponerlo en marcha para generar empleo, para generar producción, para impulsar la agricultura que es la palanca nacionalista, descentralista de lucha contra la pobreza. La agricultura es la gran palanca de lucha contra la miseria de nuestra patria y el APRA es el partido agrario y agrarista de todos los peruanos; por eso los campesinos y agricultores nos respaldaron, y nos respaldarán el próximo domingo. Pero es en las ciudades donde también se requiere trabajo, y en las ciudades la pequeña empresa, esa que tiene diez, veinte empleados, la microempresa de trabajo familiar, son las que dan más empleo en las ciudades y el Perú. 80% del trabajo del Perú lo dan las pequeñas y microempresas. Pero no tienen crédito, el Estado no les compra, prefiere comprar al extranjero, no comprar a la pequeña empresa. Una de las palancas o instrumentos que tiene el Estado para favorecer el trabajo de la pequeña empresa es comprarle, y eso está en la ley. La Ley 28015 dice que el Estado tiene que comprar 40% de todo lo que compra a la pequeña y microempresa, y si el Estado compra 13,000 millones de cosas, tendría que comprar por lo menos 5,000 millones a la pequeña y microempresa, y le daría trabajo, le daría mercado, pero el Estado solo le compra 300 millones, en vez de 5,000. Por eso es que no hay impulso a la pequeña y microempresa. Y la pequeña y microempresa no tiene financiamiento, y la banca privada que toma todas sus seguridades le ofrece préstamos al 30%, lo cual vuelve poco competitiva y productiva ala pequeña empresa. Yo explicaba en el curso de la campaña cómo la Banca Estado de Chile este año dará 200,000 créditos a la pequeña y microempresa, ¡200,000 créditos al 8 y 10% de interés! Aquí se ofrece a nuestro pequeño empresario al 30%. Perdió frente al chileno. Y el chileno, cuando interna y trae una máquina a Chile, no paga aranceles ni impuesto general a las ventas; el peruano paga 7% de arancel y 19% de impuesto general a las ventas. Necesitamos ayudar a trabajar a la pequeña empresa. Yo soy un admirador de la capacidad de trabajo del pueblo peruano que en el curso de todos estos años, mientras sufría desempleo en las empresas y ministerios, creó su propio empleo. En su microempresa, en su taller, en su moto-taxi, los peruanos han demostrado capacidad de creación, tienen un 'modelo de producción y de creación de empleo. Vamos a ayudarlos con créditos, con compras y veremos cómo florece el empleo y la producción en nuestra patria. Necesitamos promover el turismo nacional interno y tenemos medidas concretas para hacerlo, y de esa manera desarrollar la hotelería, desarrollar el empleo en los bares y restaurantes. Y a propósito de eso, durante nuestro gobierno consagramos y dimos el derecho de los mozos y trabajadores de bares y restaurantes a participar con el 10% de la venta diaria. Después vino el Sr. Fujimori y se lo quitó. Lo que el APRA dio, el APRA lo repondrá. Vamos a devolver a los trabajadores de bares, hoteles y restaurantes ese derecho. Y un sexto punto son los derechos sociales, los derechos del hogar. Ya he hablado del agua como derecho democrático, de la titulación. También

necesitamos que en el plano de las tarifas los servicios públicos sean más transparentes. Largo tiempo se han cobrado tarifas en verdad exorbitantes y abusivas en el teléfono. Algo se ha avanzado, pero se puede avanzar mucho más, y en eso nosotros vamos adelante de los defensores del libre mercado. Parte del abuso es que aquí ha habido un monopolio, parte del abuso es que no se dejó entrar a otras empresas. Si hubieran entrado otras empresas hubiera habido competencia, y la competencia obliga a bajar los precios; entonces, por el camino de la regulación o por el camino de la libre competencia, vamos a promover y proponer que los precios de los servicios sean mejores para el industrial, para el productor y para el hogar. ,Las medicinas son otro tema en el que insistimos e insistiremos. Se necesita un sistema de absoluto libre mercado para la comercialización de las medicinas. No es necesario que el Estado tenga un laboratorio, no es necesario que el Estado compre o venda medicinas: eso lleva a las colas, y las colas es uno de los pecados de los que nos tiene que absolver el pueblo el cuatro de junio. Y, a propósito de ellas, puedo decirle al Perú lo siguiente: es verdad, muchos peruanos tienen temor del APRA y de Alan (¡arda porque dicen "regresarán las colas". Y yo digo que no vendrán por una razón central: hace veinte años existía una empresa estatal que compraba todo el arroz a los agricultores y vendía todo el arroz embolsado a los consumidores. No la creamos nosotros, pero la recibimos. Y cuando no había recursos o no había arroz, había cola: "tiene la culpa el Estado, tiene la culpa Alan García5. ¡Se acabó! ¡Ya no hay Ecasa! Ahora el comercio del arroz está en manos de miles de comerciantes. ¡Declaro abolidas las colas del arroz, de la leche Enci! Las colas no deben existir y nuestro compromiso será por una economía sólida y estable que no tenga colas que graven al pueblo. Por eso necesitamos derechos sociales, y uno de ellos es la seguridad. A veces nos olvidamos, por hablar solo de temas económicos, de la tranquilidad del hogar. Yo soy padre de cinco jóvenes, aunque una no viva conmigo ahora, y ¿quién sabe? yo voy a ser suegro dentro de poco, seguro, mis nietos serán apristas. Pero, ¿qué tranquilidad tiene un padre cuando salen sus hijos de noche? ¿O de día? ¿Qué tranquilidad tiene una madre, aunque sea muy pobre, de que no le van a robar lo poco que tiene, su alimento, sus zapatillas? ¿Qué tranquilidad tenemos ante los secuestros, las violaciones? La democracia tiene que ser popular, cariñosa, justa, pero también severa, y si quieren mano dura y firme, aquí está la mía para terminar con la delincuencia con toda la energía posible. Hay quienes confunden democracia con política boba, con política concesiva^ suave. ¡No! La democracia tiene que ser firme y severa porque si no, el vivo y el delincuente abusan. Tenemos necesidad de leyes más severas y drásticas, y hay algunos que dicen: "¡Cómo!, si usted es socialista, si usted es sofcialde-mócrata, ¿cómo puede hablar de represión?". Yo no reprimo al pueblo, yo reprimiré a los delincuentes, yo reprimiré a los violadores, plantearé la pena de muerte contra los violadores de niños que los asesinan. Me dirijo a las madres del pueblo que saben y sienten esta carencia de

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seguridad, de tranquilidad. Vamos a hacer lo necesario manteniendo la fortaleza de nuestra Policía Nacional. Tenemos con nosotros generales, como el general Danilo Guevara, coroneles de prestigio, como Benedicto Jiménez, para afirmar la fortaleza de la Policía Nacional del Perú, que el otro candidato quiere desmembrar en 1,800 pequeñas policías municipales. ¿Ustedes saben lo que ocurriría si destruimos nuestra Policía Nacional, la que el APRA creó, desmembrándola y descuartizándola en 1,800 mini policías municipales? ¿Cuánto avanzaría el delito? Necesitamos, por el contrario, fortalecer, equipar, defender judicialmente a nuestros policías, defender en el plano de su vestuario, de su salud, al policía que entrega la vida, como los cuatro mártires de Andahuaylas, víctimas de la intolerancia y del apetito político.'[Rindamos homenaje a los cuatro mártires de Andahuaylas, que con miles de policías y soldados han dado su vida por la patria y la democracia!. Y que no nos vengan a decir que la seguridad se va a resguardar creando comités de autovigilancia en cada manzana, porque eso se parece mucho al comité revolucionario de manzana de Cuba, o al comité bolivariano de cada manzana en Caracas. Para lo único que sirven es para mantener sojuzgado y silencioso al pueblo. Nosotros no necesitamos fuerzas paramilitares con el pretexto de la seguridad, lo que queremos es una Policía Nacional respetada y una Fuerza Armada cada vez más sólida, cada vez más fuerte, que recobre su prestigio. He sido, en tanto presidente, jefe de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú. Jamás las instrumentalicé políticamente. Siempre se ciñeron a sus reglamentos, a su antigüedad, a su conocimiento. Hoy tenemos que devolverle, y a la Fuerza Armada del Perú también, su prestigio, su nivel profesional, su equipamiento. No es posible que nuestro país esté en una condición de indefensión. No necesitamos agredir a nadie, pero sí tener ima fuerza disuasiva que haga imposible y costoso querer agredir al Perú. Nosotros necesitamos hacer un esfuerzo, porque nuestros oficiales, soldados, marinos, aviadores, policías, tengan una situación mejor, y ese es nuestro compromiso, porque debemos garantizar el orden, la seguridad, y terminar con la delincuencia. Vamos a poner todo el empeño posible en la lucha contra el secuestro, contra la violación, contra el agravio. Ése es uno de los temas que detiene la inversión, grande y pequeña, ése es uno de los temas que bloquea la tranquilidad del que puede trabajar más, y es parte de los derechos sociales que, con el agua, la titulación, las tarifas, la educación de calidad, la.salud con acceso universal para todos los peruanos debe caracterizar el próximo gobierno. Me dirijo a las madres para decirles que sus programas sociales serán afirmados y fortalecidos. Los niños del Perú tomarán su leche treinta días al mes y no veinte, como ahora sentencia el Presupuesto del Estado. Los niños del Perú, los tebecianos, los ancianos, necesitan el apoyo del Estado, y nos hemos comprometido con dos proyectos importantes: uno, que tomamos como ejemplo de nuestro gran amigo y presidente Lula Da Silva, el del Hambre Cero, ése debe ser el objetivo: hambre cero, para que ningún peruano se vaya a dormir sin haber

comido y sufriendo la falta de un alimento. Y en segundo lugar, analfabetismo cero. En eso todos los gobiernos hemos fallado por no focalizamos en ese esfuerzo, por no darle la importancia debida a que en esta época un peruano, una peruana, adultos, no pueden vivir sin estar conectados con el mundo del conocimiento y de la información. Y el Estado tiene todas las condiciones, el personal y los recursos, que son pocos los que se necesitan, para ponerse como meta terminar o acercarse a terminar con el analfabetismo para el año 2011. Ésa sí es una meta social. Todos aquí somos alfabetos, pero en nuestra patria, dolorosamente, todavía hay millones de peruanos analfabetos. Les pido pensar en ellos, les pido darles prioridad. Será bueno para todos nosotros y para nuestros hijos que el Perú del 2011 no tenga ya analfabetismo, y entonées podremos haber dicho: "Hemos alcanzado un capítulo más de la verdadera democracia social que propugnó Haya de la Torre". Ya los jóvenes del Perú, que me han acompañado con su alegría, con su reggaetón, con su salsa dura, a los jóvenes del Perú que me han acompañado con su sonrisa y su entusiasmo, les doy mi afecto, mi compromiso de hermano mayor o de padre. Trabajemos por que se abran los capítulos de la política para ellos. Vamos a presentar la ley del regidor joven, para que en noviembre puedan ser elegidos con la voluntad del pueblo, por lo menos 3,000 regidores jóvenes de los 12,000 regidores que tiene el país. Que la administración pública no sea pasto de un partido político ganador o sus amigos, que a la administración lleguen también los mejores, los más capaces de cada universidad. Ya lo he pedido y hoy han estado con nosotros cuatro rectores universitarios, lo que muestra el nivel de nuestros amigos y de nuestra concentración. Ellos, que representan a mucho más de cien mil universitarios, saben que en cada universidad siempre hay, cada año, diez excelencias, los diez mejores. A ésos los quiero en la administración, no porque tengan carné apris-ta, que piensen como piensen, pero si son los que sacaron las mejores notas en sus seis años de estudio e hicieron la mejor investigación, ¡venga, a usted lo necesito para tener una administración pública de calidad y honesta! Más becas a los jóvenes que estudian, más becas a las niñas, para hacer su educación secundaria y su educación universitaria. En el mundo rural somos nosotros actores de una injusticia muy grande: en la educación primaria el número de niños y niñas es igual, pero cuando se llega a la educación secundaria, se prefiere al varón y la niña es sacrificada: se queda sin educación secundaria. De manera que las becas que tenemos que dar tienen que ser inversamente proporcionales: más becas a las niñas de educación rural para que cumplan su •secundariá, para que lleguen a la universidad, para hacer igualdad de género o de sexo como ahora se dice, para lograr que hombre y mujer que cumplan una misma función tengan el mismo salario y terminemos con la desigualdad antidemocrática de pagar menos a las mujeres del Perú. Conciudadanos, compañeros, hermanos de todos los partidos, mi saludo a los peruanos que quieren justicia social y respetan la libertad y la democracia. A 18 1


quienes votaron por la Día. Lourdes Flores Nano, mi saludo respetuoso. Reconozco en ella una personalidad capaz, una mujer que ha sabido vencer dificultades. Mi saludo a quienes votaron por el Dr. Valentín Paniagua, que representa un referente moral y jurídico para nuestra patria, y representa la continuidad de Femando Be-Iaúnde, un hito fundamental. Mi saludo a quienes votaron por nuestro gran amigo, el Pastor Lay, que coincide con nosotros y nosotros con él, en saber que la Providencia Divina es la que se necesita para ser iluminado y gobernar bien, con honestidad y eficiencia. Mi saludo a los que dieron su voto por otras alternativas, mi saludo a los candidatos que han venido a acompañamos hoy, cada uno en su función, cada uno en su programa. Mi saludo a quienes votaron por Alianza Para el Futuro, porque ellos comprendieron que allí podían encontrar orden o la ayuda concreta al pequeño pueblo. A todos les digo: somos un partido que ha aprendido de sus errores, somos un partido que ha aprendido dolorosamente de muchos hechos. Con la experiencia de todos esos dolores y errores la espalda, yo les digo que no les fallaré, que tengo un compromiso con Haya de la Torre, con el pueblo pobre, con la historia, con la grandeza de la Patria. Aquí estoy con la mano extendida para todos los peruanos. Queremos un gobierno amplio y grande, que el Perú aproveche la enorme oportunidad que el mundo le abre, que haya empleo para todos, justicia para los más pobres y libertad para todos los peruanos. ¡Viva el Perú! ¡Viva la democracia! ¡Viva la justicia social! ¡Viva Haya de la Torre! ¡Viva el APRA!

ANEXO II Discurso de Franklin D. Roosevelt A lo único que tenemos que temer es al temor mismo (4 de marzo de 1934)

Presidente Hoover, señor Presidente de la Corte de Justicia, amigos: El de hoy es un día de consagración nacional; estoy seguro de que mis conciudadanos esperan que al instalarme en la presidencia me dirija a ellos con la sinceridad y decisión que reclama la situación actual de nuestro país. Esta hora es, .singularmente, la hora de decir la verdad, la verdad total, franca y valiente. No podemos negamos alas cosas que están sucediendo ante nuestros ojos en nuestro propio suelo. Esta gran nación perdurará como ha perdurado, revivirá y prosperará. Así pues, antes que otra cosa, permítanme rectificar mi firme creencia en que lo único, que tenemos que temer es al temor mismo -un temor desconocido, irrazonable, injustificado, que paraliza los esfuerzos necesarios para convertir la retirada en avance. En cada una de las horas oscuras de nuestra vida nacional, a la comprensión y el apoyo del pueblo, esencial para obtener la victoria, se ha sumado una orientación franca y decidida. Aliento la convicción de que una vez más ayudarán ustedes a dirigir el rumbo en estos días críticos. Animado de este espíritu y confortado por el de ustedes, afrontamos nuestros problemas comunes, los cuales, gracias a Dios, son exclusivamente materiales. Los valores han mermado hasta alcanzar niveles fantásticos; los impuestos han aumentado; nuestra capacidad de pago ha disminuido; todos los negocios confrontan una seria reducción de ingresos; los medios de trueque se encuentran congelados en el tráfico comercial; hojas marchitas de la industria yacen por todas partes; los agricultores no encuentran mercado para sus productos; se han esfumado los ahorros que hicieron durante muchos años millares de familias. Y, lo que es más importante, una multitud de ciudadanos sin empleo encara el inflexible problema de la existencia, y un número igualmente voluminoso trabaja con un salario ínfimo. Solo un optimista puede negar la realidad oscura del momento. 183


Empero, nuestra desgracia no procede de falta de empuje. No estamos asolados por una plaga de langostas. Si comparamos con los peligros que nuestros antepasados vencieron porque tenían fe y carecían de miedo, nos queda aún mucho que agradecer. La naturaleza depara todavía su generosidad, multiplicada por los esfuerzos humanos y que en gran proporción encontramos en nuestro camino pero, si la tomamos con demasiada largueza, la consumiremos al iniciarse apenas la provisión. Lo anterior acontece, principalmente, porque los administradores del intercambio de bienes de consumo para la humanidad, debido a su propia obcecación e incompetencia han fracasado y, al admitir su fracaso, se han retirado. Los métodos que acostumbran usar los corredores de moneda, faltos de escrúpulos, están enjuiciados en el tribunal de la opinión pública, y son rechazados por los corazones y las mentes de los hombres. En verdad ellos han intentado la solución, pero sus esfuerzos están fundidos en el molde de una tradición muy gastada. Ante la falta de crédito, solo se le ha ocurrido proponer más dinero en préstamo. Despojados del cebo de la utilidad, por el cual inducen a nuestro pueblo a seguir su falsa orientación, han recurrido a ruegos, suplicando lastimosamente que se restablezca la confianza. Lo único que conocen son las reglas de una generación de egoístas. Carecen de visión y, cuando esta falta, el pueblo sucumbe. Los cambistas de dinero han huido de sus altos sitiales en el templo de nuestra civilización. Ahora podemos reinstalar en ese templo las verdades antiguas. La medida de esa restauración depende del grado en el cual apliquemos valores sociales más nobles que la simple humanidad monetaria. Ya no deben subordinarse la felicidad y el estímulo moral del trabajo, a la loca persecución de beneficios que se desvanecen. Estos días lúgubres valdrán todo lo que nos cuestan si nos enseñan que nuestro verdadero destino no nos va a servir sino para administramos y administrar a nuestro prójimo.« Sin embargo, la restauración no solo clama porque se hagan cambios en la moral. Este país demanda acción y acción inmediata. Nuestra tarea primordial y máxima consiste en poner a la gente a trabajar. Esto no es un problema insoluble si lo afrontamos con prudencia y valentía. . Esa labor puede ser auxiliada si se hacen esfuerzos definidos con el fin de elevar los precios de las cosechas agrícolas y, con esa fuerza económica, adquirir la producción total de nuestras ciudades. Puede remediarse también impidiendo en la realidad la tragedia que significa la pérdida creciente, por remates hipotecarios, de nuestros pequeños hogares y granjas. Se puede contribuir a ella si se insiste en que los gobiernos federal, estatal y local impongan una reducción inmediata y drástica en sus gastos. Puede ayudársele unificando las actividades de socorro que, a la fecha y con frecuencia, son dispersas, antieconómicas y desiguales. Puede ser auxiliada

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mediante la planificación nacional y la supervisión de todas las formas de transporte y comunicaciones, así como de otros servicios de naturaleza meramente pública. Hay muchos otros medios por los cuales puede ayudarse a esta tarea, pero jamás se la remediará solo con hablar de ella. Debemos actuar y hacerlo con premura. Por último, en nuestro camino hacia la reanudación del trabajo, necesitamos dos garantías para impedir que vuelvan los males anteriores: debe haber una supervisión estricta de todas la operaciones bancarias, así como de los créditos e inversiones; hay que poner término a las especulaciones que se hacen con el dinero de la gente y contar con una disposición que establezca una moneda corriente, adecuada y finne. El pensamiento fundamental que guía estas medidas específicas y de recuperación nacional no tiene límites estrictamente nacionales. Insistimos, como primera consideración, en la mutua dependencia que hay entre los diversos principios y sus partes que norman a los Estados Unidos: el reconocimiento de la antigua y siempre importante manifestación del espíritu explorador del norteamericano. Ese es el camino de la recuperación. El camino inmediato. La seguridad más firme de que la recuperación perdurará. En la esfera de la política mundial, es mi deseo que esta política de gran nación se consagre a la política de buen vecino -el que definitivamente se respeta a sí mismo, y por ello, respeta los derechos de los demás- el que acata sus obligaciones y la solemnidad de sus pactos en un mundo de vecinos. Si estoy inteipretando correctamente el estado de ánimo de nuestro pueblo debo decir que hemos tomado conciencia, como nunca antes, de nuestra interdependencia de los unos con los otros. De que ya no podemos solamente pedir, sino que debemos dar. Sé qué estamos listos y deseosos de someter nuestras vidas y propiedades a esa disciplina, que nos orienta para lograr un bienestar más prolongado. Propongo todos estos recursos; empeñando mi palabra para que las empresas más arduas nos obliguen a todos, como un compromiso sagrado, dentro de una unidad de deberes hasta ahora solo evocada en tiempos de contiendas armadas.. Con esta garantía sumo sin vacilaciones la dirección del gran ejército de nuestro pueblo, dedicado al ataque disciplinado de nuestros problemas comunes. Con este panorama, y a tal fin, es factible emprender una acción, basada en la forma de gobierno que hemos heredado de nuestros antepasados. Nuestra Constitución es tan sencilla y práctica que siempre es posible satisfacer necesidades extraordinarias, haciendo cambios para subrayar lo más imperioso y disponiendo arreglos sin que pierda su forma esencial. Es de esperarse que el equilibrio normal que haya entre las autoridades ejecutivas y las legislativas sea totalmente adecuado para acometer la tarea sin precedentes que nos espera. Pero puede ser que la exigencia y la necesidad sin paralelo para emprender una acción sin demoras impongan una desviación transitoria de ese equilibrio normal que debe conservar el procedimiento público. Estoy preparado, conforme a mis deberes constitucionales, para proponer


las medidas que un mundo herido requiere. Estas disposiciones, o cualquier otra que el Congreso pueda decretar como producto de su experiencia y sabiduría, y, dentro de mi autoridad constitucional, son las que trataré de adoptar con toda presteza. Pero en el caso de que el Congreso no tome uno de estos dos caminos, y ante el caso de que la situación nacional sea aún crítica, no eludiré la ruta clara del deber que para entonces tendré que seguir. Solicitaré del Congreso, el instrumento que me falta para hacer frente a esta grave crisis, esto es, que se me otorguen amplias facultades ejecutivas para emprender una nueva guerra contra las necesidades urgentes, tan grandes como las que podrían concedérseme si, en realidad estuviéramos invadidos por un enemigo extranjero. A cambio de la confianza que en mí se ha depositado, ofrezco el valor y la lealtad, propios de la época. No podría hacer menos. No desconfía del futuro de la democracia esencial. El pueblo de los Estados Unidos no ha fracasado. En su necesidad, ha señalado un mandato que requiere una acción enérgica y directa. Ese pueblo desea disciplina y orientación bajo un guía. Me ha constituido en instrumento actual de sus deseos. Acepto esa rienda en su mismo espíritu. Al consagrarme a esta nación pido humildemente la bendición de Dios. ¡Que Él proteja a todos y cada uno de nosotros! ¡Que Él me guíe en los días por venir!

ANEXO III Haya de la Torre Discurso del reencuentro Plaza San Martín (20 de mayo de 1945)

Compañeros del Partido: Usté es para nosotros un día jubiloso de reparación y reencuentro. En esta plaza, agora de asambleas inolvidables, volvemos a juntamos bajo la égida del Protector del Perú, que nos legara con los colores de la patria la consigna sagrada de que la libertad entre nosotros es expresión de la voluntad de los pueblos y de la justicia de su causa que Dios defiende. Hemos hecho en esta tarde, compañeros del Partido, un paréntesis a nuestra jomada electoral; hemos hecho un lapso aparte. Era necesario que solo nosotros nos reuniéramos en la intimidad de esta magnífica asamblea para celebrar nuestro retomo a la legalidad, porque ya somos ciudadanos otra vez. Pero nosotros volvemos a la vida ciudadana sin rencores ni reproches, porque solo el hecho histórico de que los ideales por los que hemos luchado quince años han triunfado en el mundo, son suficientes para satisfacemos y no es necesario ni resentimiento ni resquemor ninguno. Nosotros, compañeros, hemos sabido padecer nuestro ideal. Yo recuerdo de mis días de adolescente las palabras del filósofo que decía: "Algo secreto hay en la fe que se profesa, en el amor ideal que se siente muy hondo, y ese algo lo ignoran aquellos que no saben sufrir al servicio de un ideal". Nosotros hemos padecido nuestro ideal de democracia y de justicia social y padeciéndolo hemos padecido la patria. Por eso la amamos como nadie, porque solo se ama bien aquello por lo que se sufre. Y por eso volvemos a la vida legal con la mano tendida y sin ningún reproche ni resentimiento. Yo estoy ante ustedes, compañeros, aquilatando la tremenda responsabilidad de este momento histórico para nuestro gran partido. Somos el primer partido del país, y esto implica para nosotros no solo el orgullo legítimo de quienes hemos sabido estructurar esta fuerza multánime al servicio de la democracia, sino también la tremenda tarea de saber asumir, en la plenitud de su importancia y trascendencia, nuestra misión de gran partido, con tremenda obligación sobre todas las cosas. La democracia, compañeros, es un equilibrio moral de derechos y deberes.


La tiranía es la hipertrofia y la deformación del deber, que así deformado se convierte en servidumbre sin ningún derecho de compensación. Pero nosotros hemos sabido luchar contra la tiranía, porque sabemos que la tiranía es injusta. Por eso, cuando luchamos por la democracia, estamos luchando también por la justicia; es por esa nueva moralidad política por la que el partido ha batallado durante estos quince años. Nosotros hemos querido traer al Perú un nuevo sentido de la dignidad cívica, y por eso en las horas de lucha supimos luchar sin transigencia, y en las horas de la paz sabremos comportamos como ciudadanos responsables del uso de sus derechos y del cumplimiento de sus deberes. Se ha dicho, compañeros, que nosotros, los miembros del Partido del Pueblo, podíamos traer en nuestras banderas los lemas de venganza como respuesta a todo lo que hemos padecido; se ha dicho que el pueblo aprista podía desbordarse; se ha dicho que nosotros, al volver a ejercer los derechos ciudadanos, podíamos significar un peligro para el orden social; y yo siempre he respondido que no sería un jefe digno del Partido del Pueblo si no pudiera responder que mi pueblo está conmigo. Yo sé, compañeros, que nosotros traemos a esta nueva etapa de legalidad una garantía constructiva de cooperación y de paz para el porvenir de la Patria; yo sé, compañeros, que cada uno de ustedes va a responder ante mí y ante el Perú que nosotros no cometeremos jamás otro exceso que no sea defender los principios de la democracia y sentimos más peruanos que nadie; sé que respondo de mi pueblo, sé que respondo de mi partido, sé que la disciplina fraterna que nos une es igual para todos, pero del mismo modo que en nuestras filas el puesto de mayor honor ha sido siempre el puesto de mayor peligro, yo puedo decirles a todos los apristas del Perú que en esta hora en que ha pasado la adversidad de la persecución debemos ser ciudadanos dignos de la misión histórica que nos corresponde como primera fuerza democrática de la Nación. Compañeros: quisiera en esta noche recordar a cada uno de ustedes el significado de nuestro programa y el sentido de nuestra lucha por la democracia, quisiera que cada aprista en esta noche en que nos hemos juntado todos para recordar nuestras horas de lucha y afirmamos en nuestros propósitos futuros, tuvieran muy en cuenta que nuestro partido mantiene la continuidad nacional de la que nosotros fuimos iniciadores en 1939, y que esta gran directiva de nuestra gran línea de acción va a conservarse con nuestra adhesión al Frente Democrático Nacional y va a conservarse con la cooperación decidida que nosotros tenemos que dar a lo que sea mantenimiento de las libertades públicas, respaldo del orden constitucional y sobre todas las cosas, educación cívica de nuestras masas, para lo cual todos tenemos que poner nuestra cooperación más decidida y más tenaz. El aprismo tiene que cumplir su obra democrática: por eso es el Partido del Pueblo; y yo quiero recordar una vez más que nosotros tenemos que actuar con una filosofía distinta de aquella que enarbolan los totalitarios y antidemocráticos. Yo tengo que recordar, compañeros, que cuando el fascista vence, ¡Ay del vencido!; pero cuando el demócrata vence, el vencido es un hermano, no un enemigo. Así como los caníbales hacen del vencido el plato fuerte de sus banquetes 18

triunfales, así el fascista no tiene consideración del vencido, pero nosotros, que hemos enarbolado los ideales humanos como bandera fundamental de la democracia, nosotros tenemos el deber moral de ser generosos con los vencidos, de ser leales con los adversarios y, sobre todas las cosas, de pensar que estamos contribuyendo a erigir un Perú nuevo en que la fraternidad nacional sea la base de un efectivo y futuro destino. Yo quiero, compañeros, aprovechar de esta oportunidad para hablar al secreto de cada corazón aprista, para recordar que durante estos quince años la campaña contra nosotros ha usado todas las amias de la difamación y de la deformación de la verdad. Se ha dicho que nosotros queremos o creemos entender la justicia solo como un reparto de la riqueza, vale decir, como un reparto de la propiedad de aquel que la tiene. Aunque parezca mentira, hay todavía ingenuos que creen que nosotros tenemos un concepto europeo del reparto de la riqueza. En Europa hay un fenómeno de saturación de la población: en Europa se concibe que los planes socialistas hayan trazado un nuevo método o sistema de reparto de la riqueza, pero ese no es el problema: en el Perú no se trata de quitar la riqueza al que la tiene sino de crear riqueza para el que no tiene. Ancha es nuestra costa desértica, sedienta de agua y esperanzada por cien años de un constructivo plan de gobierno que la haga fértil para que sea el hogar de diez millones de hombres. ¿Por qué vamos a circunscribir nosotros el programa del Partido del Pueblo a un reparto de la pequeña riqueza del Perú? Eso sería concebir los ideales apristas con un radio de visión, de pigmeos. Nosotros tenemos una visión más grande para la patria. Si en ciento veintitantos años no se ha hecho del Peni el centro de la riqueza, el foco de grandeza que nuestra ambición anhela, nosotros creemos que en esta hora, con un régimen respaldado por la voluntad nacional, se podrá emprender la gran cmzada para hacer del Perú el gran país que pueda parangonarse con el Imperio y con el Vureinato. Para cumplir este programa, el Partido del Pueblo necesitaba una vigorosa estructura política. No se emprende la rénovación de un país con grupos formados a última hora cada vez que las elecciones se acercan. La democracia supone partidos, los partidos suponen doctrinas, los partidos suponen disciplina y educación. Para suerte nuestra, a la educación cívica de quince años hemos agregado ese otro ejemplo, esa otra enseñanza que con nada se compra: el haber sufrido mucho. Es con este magnífico capital moral y político que nosotros vamos a cooperar al engrandecimiento de la patria. Con nuestra fiierza, con nuestra disciplina, con nuestra unidad, nosotros vamos a demostrar que no somos elemento de destmcción, que no somos fantasmas a los cuales hay que temer, que nosotros no llevamos enios labios palabras de venganza. Yo, en esta misma plaza, en víspera de las elecciones de 1931, lo dije claro y esta tarde Manuel Seoane lo recordó en su discurso: en la bandera del Partido Aprista no están escritas las palabras de venganza, porque solo enarbolamos las invocaciones de justicia. Solo así, compañeros, podremos emprender la obra que el país necesita; solo así podremos encarar los grandes problemas de la posguerra, solo así podremos hacer del país el soñado país donde cada peruano tenga pan y tenga libertad, solo así podremos dar al país la tranquilidad que solo tienen los pueblos fuertes, porque el


derecho de sus hijos es respetado; solo así, compañeros, podrá cumplirse la tarea de reivindicar, de rescatar para la civilización a nuestra gran raza indígena, que es el capital social y humano que está esperando de nosotros una verdadera reivindicación económica y social por los caminos de la reparación históriea que se le debe. Nosotros necesitamos movilizar las fuerzas creadoras del Perú; nosotros necesitamos producir más y consumir más; nosotros necesitamos movilizar las fuerzas nacionales de la producción; dando a cada productor la dignidad y los bienes materiales y espirituales a los que tiene derecho. Y esto no es demagogia. Ustedes saben bien, compañeros, que yo jamás he adulado a las masas; ustedes saben que el secreto de mi füerza y de mi autoridad en el Partido consiste en que yo siempre dije la verdad descamada y jamás adulé, porque nosotros queremos hacer enseñanza constructiva y no labor destructiva, transitoria y disolvente, como la de quienes dirigen fuerzas precarias para que se desmoronen después. Y este es el secreto, compañeros, que el programa de nuestro gran Partido debe cumplir, y para que se cumpla es necesario que tengamos libertad. Nosotros queremos justicia social, sin que la justicia social nos venga de Moscú. Nosotros concebimos la justicia social no al servicio de los intereses de nuestro pueblo. Por eso nuestro gran Partido no nació como un partido de clases sino como un partido de frente único de trabajadores manuales e intelectuales. Porque nosotros no aceptamos la dictadura ni de izquierda ni de derecha, porque somos democráticos y creemos en la libertad. Que no nos digan ni nos hablen de dictaduras emancipadoras. Aquí las hemos sufrido suficientemente. Para nosotros, la renovación social está en la entraña misma de la democracia. La esencia de la democracia moderna incorpora los principios de la justicia social y las cuatro libertades de Roosevelt lo dicen bien claro. La libertad de la miseria es la tercera de las grandes libertades de la democracia, pero nosotros no queremos ni pan sin libertad, ni libertad sin pan. Y cuando digo pan me refiero no solamente al pan material’o físico de cada día, sino al pan del espíritu, al pan de la cultura, al pan de la educación, que es un derecho tan grande como el pan del alimento. Qué momento tan grande éste, compañeros, para poder desvirtuar desde aquí, yo por boca de todos ustedes, muchas de aquéllas versiones que han circulado en tomo a la posibilidad de nuestra vida legal. Aprovecho de esta oportunidad para decir algo que va a hacer sonreír, pero que es necesario que yo lo recoja y les responda. Se ha dicho que nosotros somos enemigos de las Fuerzas Armadas del Perú; se ha dicho que nosotros podríamos llegar, haciendo uso de estas grandes fuerzas democráticas que congregamos en todo el país, a formar milicias del tipo republicano español, siempre pensando que nosotros somos subditos o colonos de ideologías y doctrinas europeas. Yo voy a responder aquí que para nosotros, los miembros del Partido del Pueblo, la esencia misma de la democracia significa la esencia misma de la Patria: que nuestro Perú fue constituido y organizado como república independiente al

mismo tiempo que se le daban las normas democráticas de su institucionalidad; como nación y como democracia, nosotros, pues, surgimos a la vida de los pueblos libres teniendo como símbolos ejércitos libertadores, soldados heroicos, hijos del pueblo que vistieron el uniforme para resguardar nuestra seguridad y para garantizar nuestra soberanía. ¿Cómo puede concebirse que nosotros hubiéramos podido pensar nunca que el ejército estaba de más en nuestra Patria? El Ejército es la nación en armas; el Ejército, y digo el Ejército pensando en todos los institutos armados, constituye la garantía de la libertad de la Patria, y nosotros, que somos el alma viva de la Patria, porque somos el pueblo, tenemos que estar siempre lado a lado del Ejército, que es parte de nuestra propia vida, porque es parte de nuestra propia JPatria. Yo creo interpretar la voz de todos ustedes. ¿No es verdad? (la multitud responde con un unánime "¡Sí!"). Y si nosotros, compañeros, nosotros que acabamos de desfilar con la enseña de la Patria Eterna, con la bandera del Incario, con la bandera de la República, nosotros que venimos aquí a congregamos en tomo del altar de piedra y bronce de José de San Martín, debemos levantar en estos instantes nuestra voz, nuestra promesa, nuestro voto, nuestra reafirmación de simpatía a las Fuerzas Armadas del Perú, a las cuales nosotros consideramos como el alma viviente de la Patria también. Y, a propósito, Seoane ha dicho en su discurso que esta manifestación ha sido tan completa, tan organizada, tan disciplinada, que la policía no ha sido necesaria. Yo voy a decir que sí ha sido necesaria, no en la misión a la que Seoane aludió, pero que ha sido necesaria como testigo y amiga del Pueblo Aprista que ha sabido respetar. Compañeros: en esta oportunidad quiero recordar también el significado de nuestra lucha al servicio de la unificación de todas las fuerzas democráticas del Perú. Quiero recordar que a pesar de nuestra situación de ilegalidad, fiiimos nosotros iniciadores y mantenedores del Frente Democrático Nacional; quiero recordar que con toda lealtad hemos cooperado al mantenimiento de este organismo democrático que significa una garantía de organización de todas las fuerzas cívicas que quieren y piden leyes justas, cultas y democráticas para conseguir una elección garantizada y para expresar así la voluntad nacional. Hemos cooperado con toda lealtad a la obra del Frente Democrático Nacional y estamos también ahora de pie al lado de su candidatura nacional y del esfuerzo que está cumpliendo para que las elecciones se realicen libre y honradamente. Nuestro gran Partido tiene, pues, esta magnífica y gloriosa responsabilidad. Yo he venido aquí ante ustedes a decirles que quería prometer al país en nombre de todos los apristas del Perú que nosotros vamos a ser fuerza de cooperación, factor de construcción, estímulo de fraternidad, y que mantenemos nuestro llamado del Manifiesto de 1940, en el que nosotros dijimos que tendidas estaban nuestras manos para el adversario de ayer si es que quería construir con nosotros un Perú unido y un Perú democrático. Quiero mantener y ratificar esta promesa; quiero en nombre de todos los apristas del Perú decir que ratifico este gesto de


fraternidad patriótica; quiero decirles que ha llegado el momento de que nos juntemos todos los peruanos para construir un Perú grande. En el seno del Frente Democrático Nacional nosotros propusimos un programa que fuera el común denominador de todos los programas de todos los partidos del Frente; y declaro que, por nuestro llamamiento, la Unión Revolucionaria formó parte del Frente Democrático Nacional y declaro aquí que la Unión Revolucionaria se suscribió a ese programa originando un movimiento que echó las bases para una coordinación de una positiva unidad nacional. Hemos hecho todo lo posible; no hemos escatimado ningún esfuerzo; tenemos consciencia de nuestra responsabilidad. No puede existir en esta etapa trascendental del mundo, en esta hora incierta para el futuro del país, no puede existir un partido que arrogantemente diga que quiere marchar solitariamente. Somos el gran Partido del Perú, pero porque somos el gran Partido del Perú tendemos una y mil veces las manos a todos los peruanos que quieran acompañamos en esta cruzada de renovación democrática, de rectificación política, de rescate de los valores morales, de exaltación de las normas jurídicas de libertad nacional. Con ese fin, compañeros, mantuvimos nosotros nuestros dos grandes llamados del Manifiesto del año 40: unidad nacional para resolver los problemas políticos, pero unidad nacional a condición de que todos los que vengan a formarla sean partidarios juramentados de la democracia y no traigan encubierta ninguna doctrina o intención totalitaria. Y porque queremos dar oportunidad a todos los que se equivocaron ayer para que se rectifiquen hoy, nosotros hemos acertado en el pronóstico del mundo, nosotros hemos luchado quince años contra todo jaez de tiranía y por toda suerte de libertades democráticas, hemos acertado porque el mundo marcha en el sentido de nuestras aspiraciones. Pero no debemos volvemos arrogantes y debemos conceder oportunidad a quienes se equivocaron y creyeron que el fascismo podía triunfar, para que vengan con nosotros, para que escuchen la voz fraterna del aprismo que dijo desde 1931 que no queremos ninguna forma de influencia extranjera en la política de nuestra patria, ni de derecha ni de izquierda; ni la Internacional Roja, ni la Internacional Negra. También en el Manifiesto del año 40 fue clara, compañeros, nuestra formulación de un programa para resolver las grandes cuestiones de orden económico y social. Ratificando los puntos de nuestro programa del 31, que muchos han combatido sin conocer, que muchos han atacado sin saber siquiera lo que decían, nosotros ratificamos nuestra iniciativa del Congreso Económico Nacional, y nosotros dijimos: vamos a constituir el Congreso Económico Nacional, vamos a formar la mesa redonda del capital y del trabajo, del capital nacional y extranjero, porque el extranjero interviene y estimula el progreso de la Patria. Pero también del trabajo, para poder lograr esa coordinación de fuerzas que resuelva nuestros problemas sociales, que plantee las grandes iniciativas salvadoras de la Patria para que así se construya la gran obra de tecnificación económico-social que el Perú necesita, con el auxilio de todos sus hombres capaces y con el respaldo del pueblo trabajador. Así nos adelantamos nosotros, compañeros, a las cuatro libertades, así dimos

nosotros contenido económico a los principios políticos de la democracia; de esta manera hemos creído que podía hermanarse, al conjuro de un gran ideal nacionalista, todo lo que en el Perú significa füerza de construcción, fuerza de producción, aporte de cultura, aporte de civilización. Nosotros estamos viviendo una hora en la que es urgente que nadie quede fuera; nosotros estamos viviendo un momento decisivo del Perú. Y si es necesario retomar plenamente a los comicios de la democracia, también es necesario que esta democracia no sea carente de contenido económico y social: no podemos aceptar un Perú insalubre, un Perú de explotados, un Perú con una raza indígena al margen de la civilización. Nosotros queremos movilizar, como dije antes, todas las fuerza^ productoras del país, las fuerzas del capital y del trabajo, las fuerzas del espíritu y formar en conjunto un vigoroso movimiento redentor que sirva para impulsar al país a ocupar el lugar que le corresponde en el continente y en el mundo, en esta hora decisiva en que los pueblos sin partidos y sin espíritu de justicia van a quedar muy lejos del camino por donde marchan los pueblos libres. Compañeros: no quiero terminar sin recordar que en nuestras filas durante estos largos años de silencio se acrecentó en nosotros el fervor cívico y la fe en los destinos democráticos del Perú y el número de nuestros afiliados se ha multiplicado. Eso nos prueba que la adversidad no fue para nosotros una traba o un obstáculo; antes bien, fue un acicate de grandeza y fue un estímulo para la unidad y para la disciplina del Partido. Yo quiero saludar aquí y dar la bienvenida a todos los nuevos miembros del Partido, especialmente a toda esa juventud que tenía ocho y diez años cuando se silenció nuestra voz y que ahora resurge con el retomo a la legalidad, porque siempre vivió al calor de nuestro silencio y porque siempre estuvo unida a nuestra gran esperanza. Yo quiero recordar a ustedes, a pesar de que esta asamblea se realiza en una plaza, que esta asamblea es una fiesta de júbilo familiar. Estamos celebrando en la conciencia de cada uno de nosotros la realización de una esperanza, la reparación de un despojo, el cumplimiento de algo que tenía que venir y que nos ha traído la marcha de los acontecimientos en el mundo y acaso la sangre de diez millones de soldados que se inmolaron por la libertad de todos los pueblos de la Tierra. Quiero por eso rendir aquí un homenaje religioso a todos los mártires de la democracia en el mundo, a los 6,000 de los nuestros que ya evocó Seoane esta tarde y a los millones de aquellos que han muerto por un mundo nuevo que no habrían de ver, pero que nosotros vamos a gozar y por lo que debemos a los que se fueron la reverencia y el respeto a quienes glorificaron el sacrificio con su muerte. Saludamos al gran vecino, los Estados Unidos de Norteamérica, cuyos soldados han atravesado los mares para luchar muy lejos de sus fronteras, para que los franceses tuvieran Francia, para que los italianos tuvieran Italia, para que Europa se libertara del fascismo. Yo admiro al soldado norteamericano, esa nueva dirqensión del patriotismo, que cruza mares, que cruza grandes distancias y que siempre pensando en las fronteras de su patria lucha por un mundo regido por los principios de las cuatro libertades. Rendimos homenaje a Inglaterra, la nación aliada que nos ha mostrado lo que vale la unidad y la moralidad de un pueblo. De Inglaterra yo aprendí a


libertad y la moralidad. No me interesa su sistema político, no me preocupa su gobierno; para mí Inglaterra es el "pueblo libre", que antes de ser rico supo ser libre. Rendimos también homenaje a Rusia, y lo rendimos porque Rusia representa la negación a aquellos que afirmaron que el marxismo no tenía noción de patria. Rusia nos ha enseñado que un marxista también puede ser patriota. Y así como yo considero a los Estados Unidos y a Inglaterra potencias extranjeras, también considero a Rusia una potencia extranjera, digna de nuestra admiración, pero también mantenida en la distancia que nuestra soberanía y nuestra realidad histórica exigen. Y rendimos homenaje también al pueblo chino, al precursor de esta lucha contra el imperialismo japonés, al adelantado de esta contienda, al solitario y desdeñado pueblo chino, cuyo partido Kuomintang es quizá el hermano lejano, por su estructura y sistema, del Partido del Pueblo. No digo esto para que nos declaren intemacionalistas; me refiero a una similitud relativa a la organización partidaria del Kuomintang. También el Kuomintang es un partido de Frente Único y también, como país agrario que inicia recién su gran desarrollo industrial, es un país que ha tenido que confrontar situaciones semejantes a las nuestras, dentro del relativismo que marcan las distancias y los procesos históricos de Asia e Indoamérica. Saludamos en todos los luchadores de esta guerra, que han afirmado el Derecho de los pueblos, a los cruzados victoriosos de un anhelo que ha sido nuestro; saludamos en los muertos de esta lucha sin precedentes a los grandes sacrificados de este ideal que el mundo tiene que ver: ideal de paz, de democracia, de seguridad, de cooperación, de auténtica libertad. Nosotros, desde esta parte del mundo, tenemos que cumplir nuestra obra de cooperación con los grandes propósitos de todas las naciones vencedoras. Nosotros, como parte del continente americano, no podemos aislamos, no podemos quedamos atrás, tenemos que cumplir nuestro rol; tenemos que realizar nuestra misión, tenemos que incorporamos al gran destino de las naciones democráticas que se hacen respetables en el exterior porque saben respetar sus libertades en e‘1 interior. Hemos vivido todo el tiempo necesario fuera de la legalidad para que ahora nos reincorporemos seguros de que vamos a cumplir nuestra misión. Yo no quisiera separarme de ustedes esta noche, compañeros, sin reiterarles este gran llamamiento de la misión histórica que corresponde al aprismo. No olviden ustedes que tenemos que ser los ciudadanos ejemplares de un partido ejemplar; no olviden ustedes que tenemos que cumplir una misión decisiva de la que vamos a responder en derecho; no olviden que lo que nosotros necesitábamos era saber que nuestros derechos no eran conculcados porque sabiéndolo seremos los primeros en cumplir nuestro deber, y no olviden ustedes que si nosotros no tuvimos un deber, y no olviden ustedes que si nosotros no tuvimos un Churchill que nos dijera "sangre, sudor y lágrimas". En otras palabras esa fue la directiva de 1931, esa fue la directiva del Partido: teníamos que sufrir, teníamos que padecer, teníamos que soportar la adversidad y el infortunio, teníamos que hacemos dignos por el dolor del derecho de ser los defensores adelantados del Perú; teníamos que realizar la

obra educadora, que solo se cumple con el ejemplo y el sacrificio. Hemos sabido responder, hemos sabido realizar nuestra obra, hemos sabido hacemos dignos de la libertad, la hemos conquistado con nuestra tenacidad, con nuestro elevado sentido de la dignidad, con nuestra grandeza en el sacrificio; y debemos seguirla cumpliendo en esta hora en que contamos con libertad y no debemos abusar de ella. Porque esa es la misión y el destino de nuestro Gran Partido. Por eso hemos robustecido en nosotros la fe, la unión, la disciplina y la acción; por eso hemos insistido en los llamamientos a la unidad, por eso hemos dado y estamos dando pruebas de sacrificio y desinterés, por eso no hemos escatimado ninguna cooperación para resolver los problemas de la democracia en el Perú. Jodo esto es la obra del aprismo, todo esto es el saldo de nuestra lucha, saldo que hoy se cristaliza y tiene su expresión en esta grandiosa asamblea democrática en la que todos somos aquí ciudadanos conscientes, hombres dignos, miembros del partido, orgullosos de serlo. Compañeros: ha pasado la etapa de la adversidad, ha pasado ya la etapa de la persecución y esperamos que no vuelva, queremos que no vuelva, y ahora cooperemos todos a lograr los grandes fines del Partido, que son los grandes fines de la democracia. Demostremos que queremos paz y cooperemos a que exista esa paz: paz con justicia, paz con democracia, paz sin creemos los peruanos enemigos unos de otros. Nosotros queremos una paz constructiva, una paz democrática, una paz legítima. , He usado en esta noche un lenguaje claro para ustedes; sabía que me dirigía al pueblo, sabía que tenía que dialogar con el pueblo, sabía que el pueblo quería escucharme, y por eso he hablado de corazón a corazón. Y en esta hora en que me encuentro de nuevo con ustedes, en que yo tiendo para todos ustedes mis brazos fraternos, yo,quiero recordarles, como nación, un nuevo juramento de ratificación de todos los principios fundamentales de nuestro gran movimiento cristalizado en los altos ideales de democracia y de justicia social. Compañeros: acaso no sea mucho exigir que con el brazo izquierdo en alto juremos de nuevo ser leales a la Patria, ser leales a la Democracia y mantener firmes e indestructibles las promesas que hemos formulado: Justicia, Unión, Fraternidad, Libertad, Derecho del Hombre y del Ciudadano, sin resentimientos ni reproches. Estamos de nuevo en las filas de la legalidad, seamos dignos de ella; se lo pide vuestro jefe y hermano, se lo pide con un juramento de cooperación decidida y constante a la unidad del Partido, a la disciplina del Partido, a los grandes fines democráticos del Partido. Y recordando al pueblo, a la esencia de nuestra democracia, y recordando que esa democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, con las palabras inmortales de Lincoln, yo tengo .también que recordarles que para nosotros los miembros del Partido hay un vínculo también fundamental de fraternidad, vínculo que se cristaliza en aquellas tres invocaciones que desde hace quince años son para nosotros grito de fraternidad, clamor de martirio, homenaje al heroísmo y afirmación positiva del futuro de nuestra obra: En la lucha: Hermanos; en el dolor: Hermanos; en la victoria: Hermanos.


ANEXOIV Haya de la Torre El discurso del "veto" Casa del Pueblo (Párrafos iniciales) (4 de julio de 1962)

Compañeros convencionales, amigos del Partido: Pedí, usando mi derecho de fundador del partido, la reunión de esta Convención Extraordinaria porque consideraba que era necesario, que era ineludible someter a la consideración de los representantes de la dirección del Partido en todo el Perú la situación creada en estos momentos decisivos de la vida política del país. Por eso estamos aquí, y yo saludo a los convencionales que han venido de todos los ámbitos de la República, a los dirigentes del Partido que integran esta Convención, a los amigos de la Alianza Democrática y también a la prensa, a la cual solicitaría exactitud y precisión.(Vítores y aplausos). Al informar lo que voy a decir, porque los momentos que vive la República y la importancia de este acto requieren la cooperación patriótica de todos los peruanos para encontrar en esta hora grave del Perú caminos de solución, y no conflictos que acarrean problemas que pueden significar para' el país grandes desastres. Mensaje del Presidente Quiero dar cuenta a los convencionales del Partido y a los amigos de la Alianza Democrática de la situación creada con motivo de un mensaje que me ha transmitido el señor Presidente de la República, que viene a ser la culminación de una serie de rumores o de intercambios previos de opiniones y de sugerencias que yo valoré en toda su importancia, pero que, llegado el momento en que ellos füeran subrayados en la conversación que tuve hace dos días con el Presidente de la República, entrañaban ya mi obligación de dar cuenta al Partido y de intentar un nuevo paso hacia la solución de los problemas nacionales que han derivado de las Elecciones del 10 de junio. Quiero ser objetivo, quiero que mi palabra vaya neta, escueta, sin retórica, a revelar los hechos y a darlos a conocer a ustedes, miembros de la Convención del Partido, a fin de buscar las soluciones

que la situación que se ha creado en el país, y de la que todos tenemos más o menos información, plantea casi como una crisis que yo espero con optimismo y con fe de peruano que habrá de salvarse o pueda salvarse. (Aplausos). "Veto" de las FF. AA. Había circulado en los días de las elecciones rumores sensacionalistas de los cuales se hizo eco la prensa de Estados Unidos, acerca de lo que se dio en llamar un posible "veto" de la Fuerza Armada del Perú a mi candidatura. No les concedí mayor importancia, porque provenían de una prensa proclive al sensacionalismo. Bueno es decirlo ahora: la prensa norteamericana no coopera mucho a las buenas relaciones entre las dos Américas... (Vítores y aplausos). No fue, pues, la prensa seria del Perú, la prensa democrática la que recogió esos rumores: fue la prensa de los Estados Unidos, en paradójica coincidencia con la prensa comunista. Por tanto, no merecía tomar en cuenta el insistente rumor de que las Fuerzas Armadas no veían con complacencia mi candidatura; y a todo corresponsal extranjero, especialmente a los norteamericanos que me fueron a ver, les respondí siempre que yo me atenía a las declaraciones del ministro de Guerra, de los representantes de las Fuerzas Armadas en el Gobierno que habían prometido y reiterado la absoluta imparcialidad de nuestro Ejército, de nuestra Marina y de nuestra Aviación en problemas políticos y su patriótica disposición a atenerse a los resultados de las Elecciones y a cumplir con los deberes que la Constitución les señala, y especialmente la Ley Electoral. No tenía yo por qué conceder licencia o comentario a aquellas informaciones reiteradas de la prensa de los Estados Unidos que hacían eco a lo que aquí solo sustentaba cierto periodismo odioso y la prensa comunista; que los dos marchan al compás... (Aplausos). Candidatura y campaña El Partido había presentado mi candidatura, esa candidatura había sido inscrita de acuerdo con la Ley y aceptada por el Jurado Nacional de Elecciones. Ninguna voz se alzó en contra de aquella inscripción. La campaña presidencial de mi candidatura se inició libremente y durante toda ella no tuvimos noticia de ninguna objeción al inobjetable derecho que yo tenía, que el Partido había ejercido al postular una fórmula presidencial y al mantener su campaña durante seis meses para desembocar en las Elecciones del 10 de junio. Ha sido después y cuando los escrutinios, al comienzo desconcertantes para muchos, derivaron hacia los resultados que ahora ya conocemos, que aparecieron ya más definidas estas sugerencias de posible descontento militar hacia la probabilidad de que yo obtuviera la mayoría en los cómputos. (Aplausos).

Confirma el rumor Al tener noticia de que lo que había yo considerado simple rumor, fantasía de periodistas, sensacionalismo o tremendismo de la prensa norteamericana, cobraba visos de verosimilitud, confié a dos amigos y altos Jefes de las Fuerzas


Armadas, uno después de otro: el Teniente General de Aviación Polidoro García, Senador electo por Lambayeque (aplausos) y el Capitán de Navio, hoy Senador por el Callao, Alejandro Bastante, (aplausos) la comisión, cívica por cierto, de informarse acerca de la verdad de estos rumores y de requerir de los personeros de las fuerzas militares, la demanda cortés de una entrevista. Porque consideraba yo que si las versiones eran ciertas, ellas comportaban una forma de sentencia contra mí, y a nadie se sentencia sin ser oído, aún en los peores casos de delincuencia o de urgencia procesal. Por tanto, pedí esa entrevista. Porque además consideré que por el volumen de los votos que iba recibiendo, de acuerdo con los escrutinios oficiales, ya yo dejaba de ser un poco el ciudadano común y corriente como diría Pedro Roselló, y devenía uno de los dos o tres con opción a la Presidencia de la República entre doce millones de peruanos (aplausos), condición que me daba título para entrar en contacto con Ministros del Gobierno que forman parte de un régimen al cual ha sostenido con probada lealtad y decisión el Partido Aprista Peruano. (Vítores y aplausos). Y estas demandas reiteradas de una entrevista para conocer directamente las razones o causas de esa supuesta o ya discutida objeción a mi candidatura no tuvieron éxito. Y entonces, en suspenso, esperé que los escrutinios continuaran hasta que, hace 48 horas, el Sr. Presidente de la República me invitó a conversar con él. Sus palabras transmitieron el mensaje sustancial que significaba el pedido de mi apartamiento de la contienda electoral. (Gritos y exclamaciones: ¡No! ¡No! ¡No! ¡Contigo hasta la muerte!, ¡Iremos a la lucha! ¡Iremos a la lucha! ¡Iremos a la lucha!). Yo ruego a los compañeros convencionales y a todos los compañeros apristas que están aquí que me concedan la gracia de escucharme reprimiendo en lo que sea posible sus emociones. Estoy hablando ahora más que al corazón al pensamiento de todos ustedes y no quiero agregar a la gravedad de estos instantes en que vivimos nada que desvíe o desnaturalice la significación de este mensaje.

Soluciones constructivas De manera que yo pido que un Partido como el nuestro, con treinta años de experiencia, debe ayudar a que esta Convención sea la verdadera senda exitosa que nos lleve a dar soluciones constructivas de este problema que hoy confronta el Perú. (Aplausos). El mensaje del Sr. Presidente de la República, reitero, fue la culminación de una serie de informaciones precedentes de las cuales estaba advertido. Y creo que su intervención ha sido más bien constructiva. El ha sido siempre para mí, a pesar de que yo no lo he conocido antes del ejercicio de su mandato, un buen amigo. (Rumores). Y yo tengo el derecho de escogerlos. (Aplausos). Al recibir el mensaje del Sr. Presidente, recibí asimismo algo que significaba mucho para el Perú: la oferta de que mi apartamiento de la lucha significaría la reparación y la reafirmación de todo el hoy amenazado ordenamiento democrático en el Peiú. (Gritos de ¡No! ¡No!). Ruego por favor ser escuchado. Después fallará el Partido, ahora hay que oír. Y que este

apartamiento significaría que todo lo obtenido por la voluntad popular, por el sufragio libre de las recientes elecciones, que considero las más limpias y auténticas que ha tenido el Perú aunque hayamos perdido en algunas partés, serían respetadas. Que el Parlamento ya elegido no sería impugnado y que el Partido contaría con las más amplias garantías. Que la democracia se vería cabalmente estabilizada y que el Partido quedaba en plena libertad para tratar políticamente la solución de este problema en quien juzgara pertinente. La única respuesta Mi respuesta no podía ser otra que la que hubiera dado cualquier peruano responsable a quien se le demandara el sacrificio de sus aspiraciones o de su legítimo derecho o de su vida misma, con la promesa cierta de que el ordenamiento constitucional sería mantenido como garantía estable del país. De que no habría más riesgos de golpismo o de que la amenaza totalitaria trajera de nuevo al Perú dictadura, terror, persecución, retroceso. Y entonces, siendo yo el obstáculo, yo tenía casi que preguntar por qué, no podía pensarlo dos veces; y mi respuesta fue la de cualquier peruano consciente de sus responsabilidades y de sus sagrados deberes, dada en aras de la Patria y para que la libertad siga imperando en ella. Y yo respondí: Por mí, sí. (Gritos de ¡No!, ¡No!, ¡No!... Profunda sensación en el auditorio)... Pero tuve sí el derecho de preguntar a mi vez: ¿Por qué ese proceder encubierto? ¿Por qué esa forma de veredicto, de sentencia sin ser oído? ¿Por qué no se me había escuchado? Tal limitación de mis derechos ciudadanos significa un veto, una sentencia. Y ni en los consejos de guerra se condena a nadie sin ser oído. (Aplausos, aclamaciones: Haya sí, otro no...).


En junio de 2006, Alan García fue nuevamente elegido Presidente de la república, con el 52,6% de los votos. Su segundo mandato se caracterizó por el alto nivel de crecimiento económico alcanzado, cuyo promedio en el periodo fue de 7%, el mayor obtenido en décadas por gobierno alguno. El veloz crecimiento marchó a la par de la reducción de la pobreza, que disminuyó del 44,5% al 31,3% durante los cinco años de su gestión, lapso en el que también se observó un gran desarrollo de infraestructura, como puertos y carreteras. El Presidente García es autor de varios libros, entre ellos: • Contra el temor económico Creer en el Perú (2011). •

Sierra Exportadora. Empleo, Modernidad y justicia en los Andes (2005).

o

• Para comprender el siglo XXI (2004) •

Modernidad y política en el siglo XXI: globalización con justicia social (2003)

La década infame: deuda externa 1990 1999(2000)

• Mi Gobierno hizo la regionalización (1998) • La falsa modernidad (1997) • El mundo de Maquiavelo (1994) • Contra dictadura (1992) • El nuevo totalitarismo (1991) • La revolución regional (1990)

• El desarme financiero (1998) • Ala inmensa mayoría (1987)


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