Diario Primicia Huancayo 19/07/17

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Diario Primicia

ESPECIAL

Huancayo, miércoles 19 de julio de 2017

CASO LA CANTUTA

ECOS DE UNA MASACRE QUE HORRORIZÓ AL PERÚ HACE 25 AÑOS l TESTIMONIOS. Raida Cóndor, Carmen Oyague y Gisela Ortiz recuerdan a sus familiares, quienes un 18 de julio de 1992 fueron secuestrados, torturados y asesinados por el Grupo Colina. Ellas cuentan cómo vivieron, hasta hoy, el difícil trance de perder a un ser querido sin que medie razón alguna. PRIMICIA.- En la madrugada del sábado 18 de julio de 1992, el Grupo Colina intervino el campus de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, más conocido como La Cantuta, y secuestró a nueve estudiantes y un profesor. Ingresaron al edificio del dormitorio de varones y retiraron de sus habitaciones a los estudiantes Armando Amaro (25 años), Luis Enrique Ortiz (21), Felipe Flores (25), Robert Teodoro (24), Juan Mariños (32), Heráclides Pablo (28) y Marcelino Rosales (28). Posteriormente fueron al pabellón de las mujeres, y sacaron a Dora Oyague (21), Bertila Lozano (22) y Norma Espinoza, quien fue liberada. Al mismo tiempo, otros agentes detuvieron al pro-

fesor Hugo Muñoz (47). Este se encontraba en la residencia de docentes. En este relato Raida Cóndor, Carmen Oyague y Gisela Ortiz cuentan cómo han sido todos estos años sin sus familiares. EL TIEMPO ES CRUEL –Imagino que debe estar cansada de escuchar las mismas preguntas desde hace veinticinco años –le digo a doña Raida Cóndor, madre de Armando Amaro, uno de los universitarios asesinados de La Cantuta. –Sí, y peor ahora que se habla del indulto –responde ella, y sostiene en el pecho la imagen de su desaparecido hijo. Aquel día, el grupo paramilitar seleccionó a los que para ellos eran sospechosos de ser terroristas; pero años después, en el 2009,

la Corte Suprema determinó que ninguna de las víctimas formaba parte de Sendero Luminoso; y que el ex presidente Alberto Fujimori fue el autor mediato. –Con la desaparición de Armando, mi vida cambió bastante. Siempre cuido a mis hijos, los que me quedaron, pero en mi mente él siempre está primero –dice doña Raida. Según recuerda, ella fue informada de lo sucedido por un amigo de él, rápidamente fue a la universidad y entró a la habitación de su hijo. Cuenta que conocía muy bien las instalaciones del campus pues usualmente lo visitaba. –Dentro de mi ignorancia, decía “¿para qué fue a la universidad?”... Ese día, cuando lo matan, Luis me dijo: “¿qué hará mi madre?” . Y cuando mis hijos sueñan

 Mamá. Gisela acaba de dar a luz a un niño. Ella califica este nacimiento como un milagro

con él, le dicen: “salúdame a mi madre”; y él responde “cuiden a mi madre” –narra, sin poder evitar llorar. AMOR DE MADRE Carmen Oyague era la tía de Dora, pero la quería como una hija pues la crió en su casa desde que ella tenía cuatro años. Cuenta que al principio era introvertida, que no hablaba

mucho, pero que luego se fue soltando y que le encantaban los dulces que le preparaba. –Esa noche yo soñé que ella me llamaba, y que se iba como por un túnel, con su vestido acampanado, que ella tenía. Se iba a cámara lenta y yo la llamaba. Entonces mi esposo me despertó porque yo estaba gritando –rememora Car-

men, quién aún conserva intacta la habitación de Dora. Días después, doña Oyague se enteró a través de las noticias de la relación de alumnos que habían sido intervenidos aquel 18 de julio de 1992. Recuerda que no lo podía creer, hasta ahora. Casi sin permiso de sus familiares, pues sufre de asma, pasó


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