El factor que separa el éxito de la trascendencia.

El factor que separa el éxito de la trascendencia.

El factor que separa el éxito de la trascendencia

Por Maxwell Leadership | 10 de julio de 2023

 

Esta publicación de blog ha sido adaptada del recurso de productividad personal del Dr. John Maxwell, Hoy es importante. John Maxwell es uno de los mayores expertos en liderazgo y desarrollo personal en el mundo desde hace más de 40 años, y esta guía para planificar el éxito contiene ideas de incalculable valor.

En 1957, la revista Fortune reconoció a J. Paul Getty como el hombre más rico del mundo, pero cualquiera que lo conociera lo identificaría como el más tacaño.

Vestía trajes rotos y suéteres andrajosos. Instaló un teléfono público para los huéspedes de su casa. Pero el peor ejemplo de su falta de disposición a desprenderse del dinero lo ilustra un incidente con su nieto.

Jean Paul Getty III, de 16 años, fue secuestrado por una banda italiana en 1973. Los secuestradores exigieron al multimillonario 17 millones de dólares de rescate. El anciano Getty se negó obstinadamente a pagarles. No cedió hasta que al chico le cortaron parte de la oreja derecha y la enviaron a un periódico de Roma. Finalmente, Getty accedió a pagar a los secuestradores. Pero ni siquiera entonces les pagó todo. Les dio una fracción de lo que le habían pedido, 2.7 millones de dólares, diciendo que era todo lo que podía reunir. Afortunadamente, el niño fue encontrado con vida cerca de Nápoles, pero ¡había soportado el cautiverio de sus secuestradores durante cinco largos meses!

El valor de la trascendencia

Así que J. Paul Getty era tacaño con su dinero. ¿Y eso importa? ¿No se lo había ganado y tenía derecho a conservarlo? ¿No tiene uno derecho a quedarse con el dinero que gana o hereda?

Claro que sí. Pero la cuestión no es a qué tienes derecho.

¿Qué es lo mejor que podrías hacer?

Irónicamente, uno de los hijos de Getty, J. Paul Getty Jr., articuló una filosofía muy diferente a la de su padre. Aunque solo recibió una pequeña parte de la fortuna Getty, donó millones de dólares. Dijo: «Tengo el privilegio de ser el heredero de una enorme riqueza y me considero como el custodio de ese dinero en beneficio de personas que lo necesitan más que yo».

¿Y nosotros? ¿Cómo debemos abordar la generosidad? ¿Por qué debemos ser generosos? Hay muchas razones, pero he aquí solo tres:

1. DAR HACE QUE TU ATENCIÓN SE CENTRE EN LOS DEMÁS.

A nadie le gusta estar rodeado de personas que solo piensan en sí mismas. Por el contrario, a casi todo el mundo le gusta estar rodeado de gente que da. El biógrafo y crítico literario Van Wyck Brooks afirmó:

Qué agradable es la compañía de personas generosas que pasan por alto pequeñeces y mantienen su mente instintivamente fija en todo lo que es bueno y positivo en el mundo que les rodea. Las personas de pequeño calibre siempre se afanan. Se empeñan en demostrar su propia superioridad, su sabiduría, sus proezas o su buena alcurnia. Pero las personas magnánimas no tienen vanidad, no tienen envidias, no tienen reservas, y se alimentan de lo verdadero y sólido allí donde lo encuentran. Y lo que es más, lo encuentran en todas partes.

Dar a los demás cambia de forma natural el enfoque de una persona, sobre todo si esa generosidad es algo habitual. De hecho, la generosidad puede describirse de manera muy sencilla como el cambio de enfoque de uno mismo a los demás. Cuando uno se dedica a dar a los demás y a ayudarles a tener éxito, el egoísmo desaparece. Y eso no solo hace del mundo un lugar mejor, sino que hace más feliz al que da. Como dijo el poeta romano Séneca: «No puede vivir feliz la persona que se considera solo a sí misma, la que todo lo orienta a su propio beneficio. Debes vivir para los demás si deseas vivir para ti mismo».

2. DAR AGREGA VALOR A LOS DEMÁS.

Una de las cosas más trascendentes que una persona puede hacer mientras mora en esta tierra es ayudar a los demás. En esta vida, la medida de una persona no es la cantidad de gente que le sirve o la suma de dinero que acumula; es a cuánta gente sirve. Mientras más das, mejor vives.

El presidente estadounidense Woodrow Wilson lo dijo de esta manera: «No estás aquí simplemente para ganarte la vida. Estás aquí para hacer posible que el mundo viva más plenamente, con mayor visión, con un espíritu más noble de hogar y de superación. Estás aquí para enriquecer al mundo, y te empobreces si olvidas la tarea». Nadie está más alto en la escalada hacia el éxito que cuando se agacha para ayudar a subir a otro.

Cuando agregas valor a la vida de los demás no te quitas nada a ti mismo.

3. DAR AYUDA A QUIEN DA.

Un mendigo pidió dinero a una mujer. Ella, buscando en su bolso, le dio un billete de un dólar. Al hacerlo, le advirtió: «Le daré un dólar, no porque lo merezca, sino porque me complace hacerlo». «Gracias, señora», respondió él, «ya que está en esto, ¿por qué no me da diez dólares y se deleita a lo grande?».

¿No te sientes bien cuando haces algo por alguien más? ¿No te sientes especialmente satisfecho cuando la necesidad de esa persona es apremiante? Ruth Smeltzer dijo: «No has vivido un día perfecto, aunque hayas trabajado duro, a menos que hayas hecho algo por alguien que nunca podrá recompensarte». Esa es una de las razones por las que mucha gente se apresura a colaborar cuando ocurre una tragedia. Cuando la gente sufre a causa de terremotos, hambrunas, huracanes o guerras, aquellos que son dadivosos se sienten movidos a ayudar, y nunca esperan recibir nada a cambio.

Cuando ayudas a los demás, es inevitable que salgas beneficiado. No se puede iluminar el camino de otro sin arrojar luz sobre el propio.

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