¡A defender la industria pesquera nacional!

En los últimos años las corrientes colectivistas –tal como se hace con la minería moderna, la agroindustria, la construcción y los servicios–, se han propuesto, como se dice, pegarle a la industria pesquera nacional. El objetivo como siempre es acabar con todos los ciclos virtuosos de una industria que cuida escrupulosamente la biomasa marina, genera miles de empleos, y también ingresos y divisas para el país.

Para graficar la importancia de la industria pesquera en el Perú vale informar que durante el 2022 las exportaciones pesqueras alcanzaron los US$ 4,021 millones, una suma que representó un incremento de 4% con respecto al 2021 y sumó alrededor del 7% de las exportaciones totales del país. En cuanto a harina de pescado, se llegó a exportar US$ 1,816 millones, y en aceite de pescado se sumó US$ 564 millones. Vale destacar que el promedio de participación del sector es de 1.4% del PBI.

Sin embargo, una de las cosas más relevantes de la industria pesquera es su relación con el empleo y el bienestar de las ciudades costeras. En el 2022 se generaron 100,000 empleos directos y alrededor de 30,000 indirectos. Asimismo, en la industria manufacturera vinculada a la pesca se crearon más de 41,000 empleos directos y cerca de 80,000 indirectos. En otras palabras, estamos hablando que la industria genera cerca de 250,000 puestos de trabajo. Al respecto, el Instituto Peruano de Economía (IPE) señala que por cada empleo que se genera en la pesca se crean otros tres en la economía. Es decir, 700,000 empleos vinculados a la industria pesquera. Y si cada empleo se vincula a una familia, no es exagerado sostener que el sector influye en el bienestar de más de dos millones de peruanos.

Sin embargo, una industria de tanta trascendencia en el país es atacada por las oenegés de izquierda que –a semejanza de lo que hacen en otros sectores de la economía– pretenden acabar con la inversión privada y la industria moderna que preserva el medio ambiente y la biomasa. El principal mito o leyenda que difunden estos sectores es que la industria pesquera depreda el recurso marino. Sin embargo, el Perú es uno de los líderes mundiales en preservación de la biomasa marina vinculada a la pesca industrial.

Gracias al extraordinario trabajo del Instituto del Mar del Perú (Imarpe) en la investigación del recurso marino, la colaboración de las empresas privadas y el sistema de pesca por cuotas, la biomasa de la anchoveta es una de las más saludables del planeta. En el 2022, por ejemplo, la biomasa de anchoveta –el recurso marino por excelencia de la pesca industrial– se mantuvo en los 10 millones de toneladas métricas (TM). En los últimos diez años el promedio de la biomasa de anchoveta estuvo en los nueve millones de TM. El recurso marino vinculado a la industria pesquera está más que saludable. El resto es leyenda y mentira. 

Una de las mentiras que difunden las oenegés de izquierda es que la supuesta depredación de la industria se produce dentro de las cinco millas marinas, área prohibida para la pesca industrial por la Ley General de Pesca, promulgada en 1992 y recientemente actualizada por una ley del Congreso. 

Como todos sabemos, dentro de las cinco millas se desarrolla la pesca artesanal, sin los controles necesarios ni los criterios ecológicos en preservación del recurso que se maneja en la industria pesquera. La mentira de las oenegés se descarta con una simple información: los desembarques de lenguado, corvina, chita, toyo, ojo de uva, entre otros, están disminuyendo dramáticamente. Ninguna de estas especies tiene que ver con la pesca industrial. Afirmar lo contrario es un absurdo.

Es incuestionable que la depredación de la pesca artesanal está destruyendo gran parte de los recursos marinos. ¿Acaso alguien sabe algo de la biomasa de la corvina, como sí se conoce la de la anchoveta?

Basta de mitos y leyendas. Es hora de defender abiertamente la industria pesquera nacional, una de las mejores del planeta, que crea empleo y divisas y preserva la biomasa.