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Convivencia en cuarentena

Política de lo doméstico

Si lo político tiene que ver con el manejo de poder, en el espacio de lo doméstico existe una serie de formas de producción y reproducción de este poder

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Publicado: 2020-04-02

La coyuntura de la pandemia mundial nos ha obligado a permanecer en nuestras casas y a convivir más tiempo del habitual con nuestras familias. En nuestro país, la cuarentena que se ha prolongado hasta el 12 de abril y la incertidumbre de que se pueda extender más, ha desatado una nueva ola de compras compulsivas de provisiones y ha redoblado la angustia de quienes no lo pueden hacer y esperan el bono de 380 soles. Además, la restricción por turnos para salir entre hombres y mujeres añade un nuevo componente a la inquietud generalizada. Debemos mantenernos alertas a las decisiones del gobierno y velar porque estas sean favorables a la población, pero también debemos hacernos responsables de las cosas que nos competen directamente: el espacio doméstico, la convivencia y el valor que esta tiene para nosotros. 

Normalmente, las labores domésticas son invisibles porque no son remuneradas o porque se paga muy poco por ellas. Lo que consideramos “trabajo” se realiza en el espacio de lo público; así, la vida, lo social, discurren fuera del ámbito privado. En consecuencia, este escenario interior ha sido tradicionalmente contemplado como aquel de la recuperación de las fuerzas de producción y no un ámbito productivo. No obstante, según Silvia Federici (2018), todas las actividades de lo doméstico constituyen trabajos reproductivos que han sido asumidos principalmente por mujeres. Hoy, dadas las circunstancias de la cuarentena, debemos ponerlas en discusión.

El espacio privado es político. Si lo político tiene que ver con el manejo del poder, en el espacio de lo doméstico existe una serie de formas de producción y reproducción de este poder. Una de ellas es la naturalización de la relación entre el ser mujer y las actividades del hogar, y el ser hombre y las actividades públicas. Esto ha significado que los hombres se crean eximidos de las actividades domésticas o excluidos de ellas por las mujeres dominadas por un esquema de pensamiento patriarcal. Otra forma de esa normalización es la que implica lo económico: como el hombre es, supuestamente, el que aporta el dinero ya no debería dedicarse a la cocina o a la limpieza. Sin embargo, en la actualidad, las mujeres suelen cumplir un doble rol, trabajar fuera (en las diversas actividades profesionales o técnicas, pero también en las juntas vecinales, en las ollas comunes) y dentro de casa. Como podemos observar, la economía del hogar no solo implica aportar dinero, sino una serie de trabajos cotidianos.

Por mencionar algunos, se trata de las decisiones relativas al flujo de la vida doméstica en general, de la planificación y preparación de alimentos, las compras de mercado, la limpieza del hogar, la atención de los niños, de los adultos mayores, de las personas con necesidades especiales y las mascotas, además de botar la basura y reciclar. Pero también otros que se relacionan directamente con nuestro confinamiento, por ejemplo, la planificación del retiro de dinero y el hacerse cargo de la educación de nuestras hijas e hijos.

Paradójicamente, la cuarentena también nos devuelve el tiempo que el régimen de trabajo del capitalismo neoliberal nos ha quitado. Nos permite, así, observar que las actividades del trabajo reproductivo son fundamentales para el mejoramiento de la calidad de vida de todos nosotros: dedicarnos a la preparación de la comida puede llevarnos a una mejor alimentación y, por tanto, al beneficio de nuestra salud. Por otro lado, la limpieza del espacio propio, con más tiempo para llevarla a cabo, permite ser más cuidadoso y perfeccionar las habilidades personales para que esto sea más eficaz. Pero también, y fundamentalmente, estas circunstancias nos deberían llevar a una mejor valoración de estos trabajos que tienen como objetivo ser la base de nuestra propia existencia. Nada menos.

Es importante entender que, si continuamos relegando dichos trabajos reproductivos a unas cuantas personas, las dejamos con poco o ningún tiempo para el ocio y así reproducimos en el interior del hogar la injusta jerarquía de la división del trabajo propia del capitalismo patriarcal. Este tiempo para uno, para una, podría usarse en la creatividad individual, la pintura, la lectura, la danza, en aprender y tocar algún instrumento u otras actividades de enriquecimiento personal. Pero también para el descanso, la conversación con los amigos, con las amigas y el juego.

Desde esta perspectiva, proponemos una serie de actividades alternativas –que pueden ser complementadas por el lector–, para realizar en casa de manera “productiva”, es decir, cooperativa y humana. A través de ellas, quizás podamos tomar conciencia del carácter fundamental del espacio interior y sus actividades:

- Preparar un esquema de responsabilidades que indique la frecuencia de sus repeticiones, tipo, calendario u horario

- Preparar gráfica para señalar estas cuestiones, como recordatorios, etc.

- Cultivar plantitas, germinar semillas. Cosechar de alimentos en jardines o macetas (Azoteas)

- Cantar juntos, sacando las segundas voces y armonías de las canciones que nos gustan

- Contar cuentos de nuestros pueblos para que los más pequeños conozcan de la cultura y de las tradiciones.

- Los y las menores pueden entrevistar a los mayores sobre sus vidas, y grabar las entrevistas, para que puedan quedar esas grabaciones para el futuro.

- Aprender lenguas originarias de nuestros abuelos y abuelas

- Aprender nuevas recetas juntos y juntas, y cocinarlas

- Limpiar los techos, organizar lo materiales para reciclar

- Ordenar juntos y juntas algún espacio de la casa que haga falta, para poder disfrutar mejor del espacio doméstico

- Leer en voz alta

- Juegos de mesa como el tangram, el ajedrez, el Scrabble, ludo, etc.

- Hacer ejercicios físicos (ver tutoriales de los deportistas del IPD, montar bicicleta estacionaria)


- Editar Wikipedia, OpenStreetMap o wikipedia de mapas http://osm.org, aprender a usar herramientas libres (jitsi meet para teleconferencias), aprender a dibujar para un GIS con qgis o josm, aprender a diseñar en inkscape

Finalmente, debemos recordar que la cuarentena nos exige aislamiento social, pero eso no implica que dejemos de relacionarnos con nuestro entorno. Por ello, es bueno no solo coordinar con nuestros vecinos más cercanos sobre el cuidado de las áreas comunes, sino también tener en cuenta que nuestras actividades domésticas pueden incomodarlos. En ese sentido, es importante observar el uso adecuado de nuestros artefactos, por ejemplo, que los horarios y el volumen no interfieran con los otros. Asimismo, en la medida de nuestras posibilidades, apoyar a quienes lo necesiten y buscar formas productivas que salgan de la lógica del capital como el trueque o la agricultura doméstica.  

Bibliografía

Federici, Silvia. (2018). Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Madrid, Traficante de sueños.

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