Alejada de la tele, Karen Schwarz se ha dedicado por entero a ser mamá de Antonia, la hija de dos meses que tiene con su esposo, el cantante Ezio Oliva. Disfruta plenamente de esta etapa, pero es consciente de que, para llegar a ella, ha tenido que superar grandes desafíos, como lo cuenta en esta reveladora entrevista.

Por Mariano Olivera la rosa

La vida de Karen Schwarz parece un departamento de estreno. Como el suyo, que le entregaron hace apenas un mes, en un edificio donde aún se respira el olor de los últimos acabados. Como los siete meses que lleva al margen de la tele, lejos de las pullas de la prensa de farándula, zambullida en la misión de ser madre. Su propia hija Antonia, que nació el 10 de abril y, ajena al alboroto del mundo, de momento solo se preocupa por comer y dormir. Todo desprende novedad cuando se trata de Karen Schwarz.

Ella aparece sin extensiones, ni pestañas postizas, ni maquillaje. Sin zapatos, con ropa de casa, el pelo recogido en un moño simple y las ojeras por la sesión de fotos que hizo el día anterior para un anuncio publicitario. Aparece con Antonia en brazos y se sienta en un sillón, mientras su hija se acurruca bajo su pecho.

“Antes, por el hecho de verme linda las veinticuatro horas del día, no podía salir a la calle sin estar maquillada. Ahora sí… Me costó, pero así soy. Estos meses han sido de mucha ayuda. Comencé a encontrarme a mí misma después de tanto tiempo”

Antonia

“¡No lo puedo creer! ¡¡Es MI hija!!’ es raro explicarlo… ¡Verla y pensar que nos falta tanto por recorrer!”

Por “tanto tiempo”, Karen se refiere a los cinco años que pasó en la televisión, donde empezó siendo la azafata del equipo rojo en “El último pasajero” –en el canal que, por entonces, aún se llamaba Frecuencia Latina– y terminó siendo una de las figuras de América Televisión. “Ahora soy figura de mi casa”, dice, y suelta una carcajada. “Tomé la decisión de darme mi espacio y dedicarme a mi familia”.

Dice estar tranquila, pero no niega que extraña la tele. “Extraño cuando se prende la lucecita de la cámara y empiezo a irradiar lo que soy”. A lo mejor, ya le toca volver. Pero antes de hablar de la tele, toca hablar de Antonia, que gorjea sonidos ininteligibles y la lleva a ponerse de pie.

La espera

Siempre tuvo miedo de no salir embarazada. A los quince años le sacaron dos quistes de un ovario y le dijeron que existía la posibilidad de que no pudiera quedar encinta tan fácilmente. Con el músico Ezio Oliva se casó en 2015 –aunque la boda civil fue en 2016–, y desde un principio quisieron incrementar la familia. “Comencé a intentar… un mes, dos, tres… un año, y nada”, recuerda Karen.

Fue donde un ginecólogo. “No es que no puedas salir embarazada, es que será más complicado para ti”, le dijo el especialista, y ella tuvo que volver a pasar por la sala de operaciones y por un tratamiento de fertilidad que no parecía surtir efecto.

El miedo se convirtió en frustración. “¡¿Qué está pasando?!”, se preguntaba. Entró en una etapa “emocionalmente bastante complicada”, en la que no ayudaba la vorágine de la tele. “Necesitaba calmarme, pero a la vez no quería alejarme de la televisión”, confiesa.

Con su hija Antonia

“Me creo Superwoman. Siento que puedo hacer todo; ni siquiera tenemos nana”, comenta la ex conductora de TV.

En medio de la frustración, cambió de médico y –paradojas del destino– pasó a ser atendida por el mismo ginecólogo que había traído al mundo a Ezio. “Me quedo con este”, se dijo. Corría el mes de julio cuando sintió “algo en el estómago”, y, a los pocos días, después de verificar que figuraban las dos rayas de rigor en su test de embarazo, supo que la espera, a partir de ese momento, sería absolutamente dulce. “Así empezó todo el proceso de ser mamá, del sueño que por fin llegó”.

La exposición

Karen y Ezio comparten el gusto por planificar su futuro. No les cuesta imaginar que, en unos años, se podrían ver “con un hijo más”; de preferencia, hombre, e, incluso, ya saben que se llamaría Vasco. Pero, sobre todo, se ven juntos. “Somos un equipo, más allá de ser pareja”, dice Karen. Ella sueña con que su hija la vea en la televisión; él, con que lo acompañe a sus conciertos. Ambos saben que, por default , Antonia estará expuesta al público.

–Tendrá que ser lo suficientemente fuerte e inteligente para saber llevarlo –dice Ezio. –Públicamente, hemos pasado tantas cosas Ezio y yo… tantas cosas –dice Karen.

–Sí, hemos pasado cosas buenas y malas… –agrega Ezio–. Al final, lo que realmente importa es tu familia, lo que está pasando dentro de tu casa, porque a nivel público se pueden especular mil cosas. Nuestra filosofía es no meternos con nadie, caminar derechos. Creo que los medios llegan hasta donde uno se los permite y son parte del trabajo.

–En el caso de ustedes, hubo este episodio en el que los medios llegaron más allá de lo permitido –les digo, en alusión al video íntimo de Ezio que difundió un programa de televisión a principios de 2014.

–Lo que pasa es que no fueron los medios, fue un delito –responde el músico, algo cortante–. No voy a entrar en detalles, pero no fueron los medios; unas personas cometieron este delito, y fue algo que no se debió difundir. Nada más.

Karen Schwarz

Karen cuenta con más de dos millones de seguidores en Twitter y más de un millón en Instagram.

–De puertas para adentro, ¿hay fortaleza para que no afecte?

–Siempre va a afectar… pero, míranos, estamos acá, sentados, con una bebita maravillosa, y es algo que afortunadamente se superó; pero por supuesto que toca.

A través de sus redes sociales, Karen comparte el día a día de su nueva vida con Antonia. “Quiero hacer partícipe a la gente que estuvo pendiente de mí, que me mandó buena vibra”, comenta mientras mira a Antonia con atención, como si intentara interpretar sus deseos.

“Nunca voy a subir una foto de ella mientras la baño, porque hay un montón de enfermos, pero sí su primera sonrisa, por ejemplo, porque me emociono y, cuando está feliz, quiero contarlo al mundo entero”.

La Lactancia

De pronto, Antonia vuelve a gorjear un pedido ininteligible. Karen la lleva a un lado, la acomoda bajo su pecho, vuelve al sillón y comienza a darle de lactar. “Durante estos dos meses, cada vez que le doy la leche, la miro y pienso: ‘¡No lo puedo creer! ¡¡Es MI hija!!’ Es raro explicarlo… ¡Verla y pensar que nos falta tanto por recorrer!”.

Para Karen, el proceso de la lactancia “es maravilloso”. “Puedo soportar un millón de dolores, pero si ella se está alimentando, bendita sea la leche materna”, dice. Luego me cuenta una anécdota: Antonia iba a cumplir un mes, estaban felices, era su primera salida juntos a un restaurante, cuando, en un momento, la pequeña dio señales de hambre.

Entonces, Karen se descubrió el pecho y comenzó a darle de lactar con toda la naturalidad del caso –“así, como ahorita”, precisa–. Pero cuando alzó la mirada, vio “literalmente a todos los cocineros fuera de la cocina”, observando cómo le daba la leche a su hija. “Algunos lo ven por el lado sexual, como algo morboso… Aunque las cosas están cambiando”, precisa. “Depende mucho de que lo hablemos; no debería ser un tabú. Es algo lindo, plausible”.

“Para mí es un momento superespecial –dice Ezio–. Han sido dos meses maravillosos (desde que nació Antonia), de muchísimo aprendizaje. Todos los días vivimos una dinámica distinta, pero es tal el amor que lo podemos todo: superar los malos humores, las malas noches… Una persona que no conoces se vuelve la protagonista de tu vida. Y generar esa conexión no es fácil, pero es maravilloso”.

Karen Schwarz

“Puedo soportar un millón de dolores, pero si ella se está alimentando”, expresa Karen Schwarz.

¿Cambia mucho la dinámica de pareja ahora que tienen una hija?
–pregunto.

Claro que cambia –responde Karen, al tiempo que su esposo se sienta a su lado–. Antes éramos Ezio y yo. Ahora me manejo en base a los tiempos de Antonia.

¿La pasión disminuye?

Justo comentamos eso ayer… En base a mi experiencia, lo que te puedo decir es que es una prueba muy fuerte para la pareja: si amas, tienes que tener paciencia. No llega un individuo a tu vida para malogrártela sino para hacerla más bonita. Pero el cambio cuesta.

La tele

¿Los certámenes de belleza siguen siendo pertinentes o han quedado desfasados por representar una imagen banal de la mujer? –pregunto, a propósito del Miss Perú que ganó en 2009.

Seamos realistas, en los concursos de belleza hay un tema de banalidad, de todas maneras; porque se habla de belleza, y uno puede ser hermoso con o sin cirugías, pero en un concurso no llegas a conocer cómo es realmente la persona. Te preparas tres meses, el jurado te ve dos veces y elige a quien de repente camina mejor o tiene mejor prototipo para un concurso internacional… Pero a mí me encanta ver el Miss Universo porque sé qué pasa detrás de cámaras y durante todos los días que las chicas no duermen. Es fuerte.

¿Qué opinas de la chance que tuvo Dayana Valenzuela de competir en el Miss Perú de este año? (Hubiera sido la primera mujer transgénero en participar, pero su solicitud para cambiar de identidad legalmente no procedió a tiempo).

Aplaudo a las personas que hacen todo lo posible por cumplir sus sueños sin hacer daño a otros, y creo que eso es lo que está haciendo Dayana. Evidentemente, en este caso hay reglas, pero sé que estaba luchando por conseguir el cambio de género en su DNI y al final no se logró.

Creo que el día que lo consiga va a ser la persona más feliz del mundo, más allá de que haya gente a la que no le gusta la idea o no la entiende. Felicito también a Jessica (Newton), porque ella le dio la oportunidad. Creo que muchas personas van a apoyar a Dayana, y yo soy una de ellas.

Durante los cinco años que estuviste en pantalla, ciertos medios te atribuyeron lágrimas de cocodrilo, dijeron que te hacías la políticamente correcta… Te pintaron como si fueras la hipócrita de la tele.

Ezio Oliva y su esposa

Ella sueña con que su hija la vea en señal abierta; él, con que lo acompañe a sus presentaciones. Ambos saben que, por default, Antonia estará expuesta al público.

Sí, claro. En realidad, en estos cinco años, cuento con una mano los amigos que tengo en televisión. Creo que algunas personas, sin conocerme, me han catalogado como algo que no soy. Si lloro es porque realmente lo siento; más que racional, soy emotiva. A mí me agarran el corazón y… ¡olvídate! Y correcta… creo que soy lo normal. En mi familia siempre me han enseñado que no puedo traspasar la línea de lo que está permitido; no por trabajar en televisión tengo el derecho de ir con mi varita mágica diciendo cómo es cada uno… Muchos, porque lo sé, hacen cosas con un banner publicitario atrás (frente a cámaras), porque necesitan generar dinero para llevar el pan a su casa, y hasta se pueden inventar un rollo.

Eso abunda en la tele, ¿no? Las historias creadas, los romances falsos…

Sí. Entonces, en base a eso, digo: “¿Por qué me tengo que comer un pleito que puede ser armado…?”. ¿Me entiendes? Para eso, mejor veo telenovelas… Me encanta la televisión, me encanta “Yo soy”…

Pero la diferencia entre “Yo soy” y “Espectáculos” era abismal. “Espectáculos”era un programa de tres horas en el que, estoy seguro, se decían cosas con las que tú misma discrepabas. Has estado ahí más de tres años…

Cuatro.

¿Terminaste harta?

Lo que pasa es que respeto mucho los programas de espectáculos; es más, no te puedo decir que no regresaría a uno, quién sabe, pero creo que lo llevaría por otro lado. Se podría divertir al televidente de otra manera. No es un problema el formato; el problema es que a veces uno no va con el formato. Era yo la que, de repente, estaba haciendo algo que no me hacía feliz.

¿La tele te hace ganar muchos enemigos gratuitos?

Sí, claro. Muchos enemigos.

¿Sientes la mala onda de esos enemigos en tu día a día?

Hoy, no, porque me he encontrado con gente que pensaba que era de tal manera y luego me ha conocido… Con el tiempo comencé a darme cuenta de que, de repente, no estaba haciendo lo correcto, ¿no? De repente, no comunicaba lo que realmente quería comunicar, que era diversión con farándula, y no chismes y ataques… Pero ya está. Uno aprende.

Creo que lo importante es darte cuenta de las cosas que has hecho… De verdad que no me arrepiento; pienso que “Espectáculos” me ayudo muchísimo. Aprendí a saber cuál es el punto en la televisión.

¿Con Rodrigo González hubo amiste o es tu enemigo público?

Lo hablan los periódicos; yo, no. Sé cómo es la televisión, sé por dónde va y entiendo su trabajo. Te puedo decir que, después de este tiempo, hace muy bien su trabajo, por eso es que la gente lo ve… Lo que haga, cómo lo haga… es su estilo. Creo que me afectaría si fuese mi amigo, pero no lo conozco, nunca nos hemos sentado a tomar una taza de café.

Fotos: Rafo Iparraguirre
Dirección de arte: Agoney González
Estilismo: Bettina lolas
Asistente de fotografía: César Silva
Maquillaje y peinado: Bertha Yanama
Asistente de maquillaje y peinado: Miguel Yanama
Asistentas de estilismo: Alexandra Carcausto y Ana Lucía Dávila
Producción: Joaquín Jerí
Agradecimientos: BoConcept, Isidra, Hervé Léger, Ana María Guiulfo, Noe Bernacelli