La muerte de Manuel Scorza

Fragamento del texto de Juan González Soto, La memoria de los olvidos. Publicado en La casa de cartón de Oxy. Lima,1999.

Manuel Scorza colectivo mdh

El 24 de setiembre de 1983 escribía a Ramón Serrano Balasch, su agente literario en España. Así comenzaba la carta: «Tú sabes que ningún libro nace de la inteligencia sino del corazón, si existen inteligencia y corazón. Y no somos sino palabras escritas por el dedo de alguien en un muro invisible».

También le hablaba de su nueva novela, La conquista de Europa, «novela cómica, clásica, sin cambios de planos, humorística, filosófica».

Scorza que, ironías de váyase a saber qué destino, ha de morir un 28 de noviembre, el mismo día que en el distante 1969, José María Arguedas se disparaba

Para finales de noviembre de 1983, tenía previsto asistir al Encuentro Cultural Hispanoamericano que tendría lugar en Bogotá, organizado por la Academia Colombiana de la Lengua. En la madrugada del lunes 28, a la una y cinco minutos, a unos ochenta kilómetros del aeropuerto de Barajas, el Jumbo 747-283B de la compañía colombiana Avianca, quizá en el inicio de la maniobra de aterrizaje, capota y cae. Incendiado inmediatamente de su impacto con la tierra, el aparato se arrastra a lo largo de ochocientos metros. Los restos del avión esparcen en una zona conocida con el nombre de Balcón de Mejorada. 156 pasajeros y 25 empleados de la compañía mueren en el accidente. Tan sólo hay, milagrosamente, dos supervivientes.

El encuentro de Bogotá quedaría convertido en luctuoso homenaje hacia las figuras, primerísimas, de la cultura que tan trágicamente mueren en el accidente aéreo en España: la novelista y crítica de arte argentina Marta Traba (1930); su marido, el intelectual uruguayo Ángel Rama (1926); el novelista mexicano Jorge Ibargüengoitia (1928); la pianista catalana Rosa Sabater (1929). También Manuel Scorza que, ironías de váyase a saber qué destino, ha de morir un 28 de noviembre, el mismo día que en el distante 1969, José María Arguedas se disparaba dos balas en la Universidad Agraria.

Los restos mortales de Scorza llegan a Lima el 5 de diciembre. Son recibidos por sus familiares, representantes gubernamentales, políticos del medio y, también, por grupos de campesinos de Yanahuanca, de Huancavelica, de Cerro de Pasco…

El día anterior, el 4 de diciembre, iniciaba el periódico madrileño El País la publicación póstuma de los artículos de Manuel Scorza con «Fe de erratas». El día 6, esta vez en el diario barcelonés La Vanguardia, aparecía «El cervantes que nunca conocí2. Y, finalmente, de nuevo en El País, ya el 22 de diciembre, «¿Orwell tiene razón?».

«Tú sabes que ningún libro nace de la inteligencia sino del corazón»

Manuel Scorza Torres muere a los 55 años de edad. Deja, cuando menos, una novela inacabada… y tantas obras hubiera deparado su capacidad fabuladora. Deja una vasta colección de artículos periodísticos. Deja también una rica obra poética que le coloca en un lugar significativo entre los poetas peruanos de la Generación del 50. Y una novela en la que estructura narrativa opera como un hábil juego de espejos y contraluces. Deja, sobre todo, La guerra silenciosa, un gran mural narrativo que va mucho más allá de ser mera reconstrucción histórica de luctuosos hechos.

Deja un comentario