Te de tías

Cuento ganador del concurso nacional de cuento corto organizado por la Sociedad de Cardiología

Las risas, la algarabía, el bullicio y la música de la reunión llegan hasta el segundo piso. Sonrío feliz pensando en la alegría y felicidad de Lía, mi esposa, charlando con sus amigas. Esperó tanto este día que se pasó toda la noche probando sus vestidos sin decidirse cuál de ellos iba a usar en la fiesta.

Después de la pandemia ha logrado reunir a todas las amigas a quienes conoció en forma virtual, me habló tanto de ellas que llegué a conocerlas y quedé muy asombrado por lo conmovedor e inquietante de sus vidas.

Mientras me acicalo para bajar a atenderlas pienso en lo que voy a decirles, aunque mi esposa me ha prohibido conversar con ellas y que esté lo menos posible en la sala.

 —Solamente sirve los tragos —me dijo—. Por algo es una reunión de mujeres. ¡Tú solo estás para atender!

Yo también estoy emocionado, me siento como un joven que va a asistir por primera a una fiesta de gente adulta en donde va a conocer mujeres hermosas y que todas se van a fijar en él. La emoción y la adrenalina de mis 30 años me embriaga y quiero volar, pero tengo que controlarla con la frialdad y serenidad de mis 65 años.

Bajo lentamente las escaleras con pasos suaves y silenciosos conteniendo la ansiedad de querer estar entre todas ellas. Mi esposa no tuvo reparos en reunir a sus amigas de toda condición social, hay damas de la aristocracia, mujeres del pueblo, campesinas, mujeres de la vida alegre y damas muy serias. Lo que me intriga y estoy ansioso de ver es si una campesina como Wan Putao o una mujer de pueblo como Teresa Raquín podrán armonizar con una aristócrata como Lady Chatterly o Ana Karenina y si la seriedad y formalidad de la Tía Tula congeniará con el libertinaje e indecencia de Naná.

Ingreso a la sala con una bandeja llena copas de champagne, con una sonrisa de oreja a oreja buscando el rostro de alguna de ellas para iniciar una conversación. Nadie me mira, nadie se fija en mí, es como si no existiera, solo soy un ente que sirve los tragos, mi esposa tampoco repara en mí, está ensimismada conversando con sus amigas. No quiero interrumpirla, está feliz y contenta como no la he visto en los dos años de pandemia. Los seis primeros meses no salió ni a la puerta y sus nervios estuvieron a punto de reventar. Su felicidad me da alegría y tranquilidad, yo también vuelvo a sonreír por esta felicidad compartida. Así que me dedico a llevarles los tragos y recoger las copas vacías.

—¿Una copa más?

Nadie me escucha, todas conversan entre ellas. De pronto estalla la carcajada espontánea de Naná burlándose del mohín que hizo Madame de Renal cuando la vio pasar por su lado.

—¡Te crees muy dama! Para justificar tu desliz andas diciendo  que Julien Sorel se aprovechó de ti porque eras tímida e ingenua. Julien despertó en ti esa sensualidad volcánica y arrasadora que tu marido no pudo despertar. Al final —continuó diciendo — no pudiste resistir al encanto del sexo, y dime ¿No sientes remordimiento que pueden condenar a muerte a tu querido Julien?.

Como respuesta Naná recibe la mirada furibunda de Madame de Renal, quien crispa sus dedos y las uñas le hacen herida en su palma. Quisiera tener el cuello de Naná entre sus manos y ahorcarla para que se calle.

—Pero tranquilízate —continuó Naná—, Mira, mi querida amiga Lady Chatterly..¡Si que tiene agallas!, Está pensando fugar con su amante. ¡Ay las cosas que sé…!

Se escuchan unas risas, varios… ¡No me digas!, unos… ¡Ohhhh!. de rostros sorprendidos. Lady Chatterly se sonroja y se lleva el abanico a  la cara. Mueve la cabeza a los costados con movimientos de negación y trata de salir del grupo.

—Me han contado —seguía atacando Naná —pero sin confirmar, que la vida aburrida e insípida que le daba su marido a mi estimada Theresa Raquín se ha vuelto briosa, apasionada y ardiente desde que conoció a Laurent.

Teresa voltea bruscamente la cabeza y la mira sorprendida, pensó que nadie sabía de su infidelidad.

—¡Naná! —Interrumpe mi esposa— ¡No seas tan cruel! Estamos aquí para congeniar y conversar como buenas amigas. Los problemas sentimentales hay que olvidarlos.

Para aliviar la tensión, Lía toma del brazo a Madame de Renal que ya empezaba a sentarse incómoda y se va al grupo de Lady Chatterly y Theresa Raquin que conversaban tranquilamente.

Naná es el centro de la fiesta, su sensualidad perturbadora y arribista la hace destacar por encima de todas.

—¡Musique de variété! Allez, les amis, dansons —pide a todo pulmón.

La música de variedades empieza a sonar, levanta los brazos y empieza a contornear sus caderas, todo el mundo aplaude.

—¡Vamos Chicas! ¡A bailar! ¡Muevan las caderas como les gusta a los hombres! ¡Aprendan a alocarlos como lo hago yo!

Se contornea, levanta los brazos, muestra los senos sensualmente. Ya el alcohol las ha liberado y han dejado de lado la rigidez y la elegancia de la aristocracia. Ana Karenina se levanta y pide una Mazurca, hacen dos filas, una frente a la otra, Madame Bovary se coloca unos bigotes y uso galones militares y le dice – Yo seré tu conde Vronski- Ana suspira recordando a su amante y unas lágrimas se deslizan por sus mejillas. Moldea su cuerpo y muestra la aristocracia seductora y devoradora con la que conquistó a Vronsky. La fiesta está en su furor, todas bailan, gritan, ríen y brindan. Lía aplaude y ríe como nunca antes lo ha hecho, dos años de pandemia sin poder divertirse, sin poder salir a bailar.

Tanta agitación y tanto baile las ha hecho entrar en calor, Lía sale a tomar un poco de aire con Madame de Renal y la tía Tula, quizás la mujeres más tranquilas y honorables de la reunión. Salen riéndose y se encuentran con Wan Putao ensimismada mirando las plantas decorativas del jardín.

—Yo nunca tuve un jardín—dice Wan Putao—, el escaso terreno que tenía en casa lo usábamos para sembrar boniatos y ese era nuestro único alimento para mí y para los cerdos que criaba. La revolución cultural china nos golpeó mucho, pero logré sobrevivir.

Madame de Renal se queda boquiabierta, no puede creer lo que escucha y se lleva las manos a la boca para tratar de apagar el grito de horror que le sale de sus entrañas, la Tía Tula la abraza fuertemente, Lía dejó de sonreír y también la abraza.

—¡Ya Wan—, le dijo Lía— olvídate del daño que te hicieron los japoneses, del Kuomintang y de la revolución cultural china! Estás en mi casa para divertirte.

La abrazan y pasan a la sala en todo es alboroto, canto, baile y brindis por doquier. Naná sigue bailando en medio de una ronda.  Wan Putao sonríe al ver a Naná  y le susurra al oído de Lia.

—Por mí también los hombres se han peleado. Me deseaban.

Lía abre la boca sorprendida por esa confesión.

—¡Wan Putao! Me tienes que contar todo.

Entre el bullicio y las carcajadas, Lía escucha unos sollozos y descubre a Theresa Raquín Llorando desconsoladamente

—¡Yo no lo quise matar! —afirmaba- ¡Yo no quise matar a Camille! ¡Laurent me obligó!

Madame Bovary, que ha escuchado el sollozo, se une al grupo meneando la cabeza y tomando su copa dice

—El amor, el amor, lo que hacemos en nombre del amor. A ti te pasa lo mismo que a muchas de nosotras. Nos casamos ilusionadas y nuestros maridos nos dan una vida aburrida e insípida que nuestro deseo e ilusión frustrado nos hace buscar amantes —levanta la copa, termina su trago y también entre sollozos, empieza su lamento —¡Rodolphe!..¡Rodolphe Buolanger! Porque me abandonaste el día que íbamos a fugar.

—Asi es queridas amigas —continúa Madame Bovary—, les cuento esto porque estoy desesperada llena de deudas por los lujos que me dí y mi angustia es tal que por momentos pienso en matarme…Por ahora ¡Que viva la vida!.. Vamos Teresa, solo nosotras sabemos que las muertes por amor son justificadas…Dichosa tú Tia Tula que rechazas el amor y así te alejas de sus desgracias… ¡Salud Lia!..¡Gracias por invitarnos!¡Nos has sacado de nuestro mundo fatuo y presuntuoso para ser libres y divertirnos sin tapujos.

Madame Bovary levanta la copa por encima de su cabeza y grita

—¡Por ellos aunque mal paguen!

Lia trata en todo momento de mantenerlas alegres pero el alcohol ya sacó del interior de estas mujeres el drama que las carcome, que las corroe. ¿Habrá alguna que sea feliz? Quizás la Tia Tula, pero se puede ser feliz sin amor. Todas se abrazan, se escuchan sollozos y risas. Entran a la sala Lía, Madame Bovary, Lady Chatterly Wan Putao, riendo y cantando abrazadas por la cintura. La Tía Tula se quedó atrás no quiso participar de la ronda. Todas cantan:

Frou frou, frou frou

Par son jupon la femme

Frou frou, frou frou /

De l’homme trouble l’âme.

Entre el alboroto pasan corriendo 2 niñas y en su carrera casi derriban a Adriana quien se apoyó instintivamente del brazo de Cathy Ames, ambas se quedan mirando y sonríen.

—¡Niñas tengan más cuidado! —Reclama Adriana.

Las dos frenan sus carreras Lolita se voltea y con una sonrisa sarcástica le contesta

—Señora Romana, ¡Ya no somos niñas!

Por el tono de la respuesta las 2 mujeres adultas comprenden lo que quieren decir estas niñas. La otra niña agrega

—Yo por ser niña blanca era muy deseada en Indochina, ahí dejé de ser niña. ¡Vamos Lolita!

La toma de la mano y suben al segundo piso corriendo. Tengo que hacerme a un lado rápidamente para que no me golpeen, quieren ver televisión, esta reunión de adultas las aburre.

Cathy Ames no dejaba de mirar a Adriana.

 —Eres muy hermosa Adriana —le dijo— Yo también fui prostituta, ahora soy dueña del burdel. Si te vienes conmigo a California podrías volverte rica.

Adriana se sonroja.

 —Yo no soy prostituta de burdel —le responde —. Yo escojo a mis clientes, soy amante antes que prostituta. Además, nunca dejaría Roma, tengo un amor que me espera. Aunque a él —empezó a sollozar—yo no le intereso.

—¡Ya chicas! –Grita Lady Chatterly. ¡Dejen de llorar! ¡Yo también tengo un amante por quien llorar! Una aristócrata como yo meterme con el guardabosque de mi marido ¡Pero así es el amor! ¡Vamos chicas! La vida es corta y hay que divertirnos. ¡Yo también pienso fugarme con Oliver!

 Vuelve la alegría, se olvidan las penas, brindan, ríen y bailan. Pasan del llanto a la risa tan fácilmente que te hace dudar de la sinceridad de esas lágrimas. Lady Chatterly abraza a Adriana y a Cathy Ames y juntas entran al salón.

Por más que he querido compenetrarme en la reunión ¡No puedo! Me das ganas de gritar ¡Soy el esposo de la anfitriona!, Me miran, pero no me ven, soy un ente que esta para servir los tragos. Me siento como Garabombo, el hombre invisible. Estoy ignorado como si no existiera, hasta mi esposa me ignora. Quisiera preguntarle a la Tia Tula porque rechazó tantas veces la propuesta de matrimonio de su cuñado. ¿Fue porque quiso ser leal a su hermana fallecida? o ¿Era incapaz de amar? Su cuñado le exigía el sororato pero ella no daba su brazo a torcer.  Dos polos opuestos con respecto al amor. Nana juega con los hombres a quienes no ama, solo los usa, no siente nada de amor y la Tia Tula no quiere amar a los hombres por la promesa que le hizo a su hermana antes de morir, el de cuidar a sus hijos. Todas aman, ¿Naná también? Quien sí creo que no ama a nadie es la fría, calculadora y asesina Cathy Ames. ¿Sabrán sus amigas que asesinó a sus padres quemándolos vivos? Creo que Lía es la única que sabe esto.

Cada vez la fiesta esta menos bulliciosa, la música más suave, ya nadie quiere música estridente. Las amigas han empezado a irse. Cada vez que ingreso a la sala hay menos gente, sencillamente se van, se esfuman sin despedirse. MI esposa pasa de un grupo a otro, por algo es la anfitriona, evita estar mucho tiempo con el grupo de las escandalosas que solo hablan de amor, sexo y de hombres. Prefiere conversar con las más tranquilas y pudorosas como la Tía Tula y Lady Chatterly. Ya no veo a Nana ni a Madame Bovary, la última vez que las vi estaban muy ebrias y, típico en mujeres, terminaron llorando. Me da gracia comprobar que durante toda la reunión no crucé palabras ni diálogo alguno con las amigas de mi esposa y, peor aún, ni con ella. Poco a poco las risas y la juerga se están apagando. Parece que ya se fueron todas, sigo lavando las copas, ya no escucho nada. Ingreso a la sala y mi esposa está tirada en el mueble como si nada hubiera pasado, leyendo “Rojo y Negro”. Me siento enfrente de ella, me mira y dice:

—Estoy muy cansada. Mañana me enteraré si condenan y matan a Julien Sorel.

Un comentario sobre “Te de tías

  1. Buen relato, me transporto a la escena. Hubiera sido interesante conversar con las escandalosas, y porque no?. Resulta más divertido.

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